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Proyecto de guerra del 69 (página 2)


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El problema de los hondureños es que deben prepararse no sólo para frustrar los intentos extranjeros para vulnerar por la fuerza la soberanía patria, sino también para desbaratar esos mismos intentos en el campo de la diplomacia y, lo que es más importante aún, en el terreno de la lucha por sacar al país del estado de postración en que se encuentra. Mientras Honduras siga siendo el país más débil de Centroamérica, continuará siendo también la prensa de sus codiciosos vecinos.

Capítulo I

Las verdaderas causas del conflicto

  • La situación del El Salvador.

  • 1. El problema agrario como trasfondo.

El día 9 marzo 1882, siendo presidente del Salvador el doctor Rafael Saldívar, se decretó la ley de extinción de ejidos. Esa ley era la expresión de la ideología liberal predominante en esa época sobre todo, de los intereses de los terratenientes que comenzaban a enfrentarse a la escasez de tierras para el cultivo del café y otros cultivos comerciales de exportación.

De esa manera se iniciaba un gran movimiento de despojo de las comunidades indígenas y del campesinado, que a la vuelta de los años daría como resultado una enorme concentración de la tierra en manos de grandes propietarios. Correlativamente se fue formando un numeroso campesinado minifundista, en su mayoría sin tierra, a la vez que se creaba una nueva fuerza social puntos de proletariado agrícola.

Las condiciones de vida y de trabajo de los minifundistas y de los trabajadores sin tierra son miserables, pues la pequeñez de las explotaciones y la mala calidad de las tierras no permiten obtener un ingreso adecuado, menos aún hay que pagar alquileres altos de 64 lempiras por manzana, y competir por la tierra con agricultores capitalistas que se dedica cultivos altamente remunerativos y que, por lo tanto, pueden pagar rentas más altas hasta 120 lempiras, quedando disponibles para el campesinado únicamente las tierras marginales.

La gran oferta de mano de obra, constituida por los minifundistas y los trabajadores sin tierra, ejerce una fuerte presión sobre los salarios el campo salvadoreño son en promedio de 1.80 lempiras. Además de los bajos salarios, el campesinado salvadoreño tiene que enfrentarse a una aguda desocupación estacional: trabaja solamente 180 de los 280 días laborales del año.

La situación anterior se refleja en los ingresos anuales por familia que se estiman entre 324 y 583 lempiras, cantidad considerada insuficiente para satisfacer las necesidades más elementales en forma apropiada. Es entre estos minifundistas que se encuentran los índices más altos de analfabetismo, enfermedades endémicas y todas las características de los grupos de bajos ingresos.

El significado social de las condiciones de vida del minifundista y que suman 1, 432,175 personas (1961) que viven en la miseria y representan el 93% de la población rural, constituyendo el problema social y político más grave del El Salvador.

De 1950 a 1966 la economía salvadoreña ha crecido a una tasa de 5.3% anual, siendo los sector agrícola los más dinámicos, 6.9%, mientras que el agrícola crecía apenas en un2.4% anual, es decir, a un ritmo inferior a la de la población.

Durante los primeros siete años del período de 1950-66, se experimentó lo que podría llamarse una breve en la economía, como resultado de las condiciones favorables del mercado internacional para los productos de exportación de El Salvador. De esta manera, la tasa de crecimiento fue de 6% para la economía en su conjunto, de 5% para el sector agrícola y del 7% para el agrícola.

Pero al desaparecer las condiciones favorables del mercado internacional, a saber, la baja del precio del café, y los vaivenes del algodón sujeto a la política norteamericana, dada la importancia que tienen estos productos en economía salvadoreña, ésta se ve seriamente afectada creciendo ya solamente una tasa del 4.6% durante el período de 1957-66; el sector agrícola que es el que directamente afectado apenas crece a una tasa de 0.3%, mientras que los sectores no agrícolas mantienen su alta tasa de crecimiento del 7%.

Como puede apreciarse, los altibajos del sector externo son decisivos para la economía salvadoreña, como lo son para todos los países subdesarrollados. Los períodos de gran demanda y de precios altos significa: ingresos fiscales altos y, por lo tanto, fuertes inversiones del sector público, aumento de la capacidad para importar bienes de consumo y de capital, incorporación de nuevas áreas para el cultivo, cambios de un cultivos por otros, incorporación de plantaciones semiabandonados, aprobación del límite marginal, tecnificación, etc.

El resultado de todo lo anterior es el aumento de la ocupación, lo que es de una gran importancia para la tranquilidad social de un país como El Salvador, es donde el equilibrio social se mantiene sobre un hilo muy débil.

La caída de los precios y las limitaciones del mercado, tales como la fijación de cuotas, dan lugar una tendencia inversa, cuyo resultado final es una menor ocupación. Una situación de este tipo que se agudizó en extremo dio lugar en El Salvador, en el año de 1932, a un levantamiento popular de grandes dimensiones que fue ahogado en sangre por la oligarquía salvadoreña.

Si la caída de los precios y los otros problemas que aquejan a los productos agrícolas de exportación han tenido la repercusión de antaño, es debido, fundamentalmente, a la existencia de un poderoso y efectivo aparato represivo.

El rápido desarrollo de la industria y el comercio salvadoreños sólo pueden ubicarse dentro del contexto del Mercado Común centroamericano, pues el número de habitantes y, principalmente, el bajo ingreso de la población salvadoreña, no constituyen un mercado suficiente para estimular el desarrollo industrial.

Tan importante ha sido el Mercado Común para la economía salvadoreña que su sector externo ha cambiado rápidamente orientación y, lo que también es fundamental, los productos no agrícolas han ido adquiriendo una mayor importancia dentro del comercio exterior.

De lo anterior puede deducirse la importancia que el Mercado Común ha tenido para el desarrollo de la industria salvadoreña que, junto con el comercio, como se ha señalado, han sido los sectores más dinámicos de la economía durante los últimos años.

  • 3. La presión demográfica sobre el marco económico, social, político y físico.

A la estructura agraria como factor fundamental del problema económico, social y político salvadoreño, hay que negar la alta tasa de crecimiento de la población que, bajo las actuales condiciones de tenencia de la tierra, de subdesarrollo y dependencia con respecto al exterior, da lugar a una situación de crisis demográfica.

Lo anterior da una idea del alto grado de desocupación es el país, ya que de los 180 días hábiles al año, el trabajador promedio sólo trabajan 122. Desde un punto de vista económico y social, esto significa un alto desperdicio de uno de los factores más importantes para el desarrollo y, consecuentemente, ingresos bajos y una baja capacidad de compra, esto es, el mercado nacional raquítico.

La alta tasa de crecimiento de la población que choca con la rigidez del marco institucional y el insuficiente desarrollo económico, determinan que los problemas de ocupación y sus secuelas económicas, sociales y políticas, tiendan a agravarse.

En el campo, las posibilidades de aumentar la superficie en fincas, mediante la incorporación de nuevas áreas de cultivo, son muy limitadas y, cuando se han realizado, como el caso del litoral, han sido absorbidas casi en su totalidad por las grandes propiedades.

El alto crecimiento de la población dentro de un marco institucional rígido que no permite el acceso a la tierra al campesinado, tiene como sus principales efectos: la creciente atomización de los minifundios de la pequeña propiedad el aumento a los trabajadores en tierras, la ocupación disfrazada y de migración hacia las ciudades y otros países.

Las posibilidades de trabajo para los que miran hacia las ciudades son escasas, pues se ha estimado que el número de empleos nuevos en la industria y los servicios es de 8000 por año, mientras que la población económicamente activa ha aumentado en 14,000 personas.

En cuanto a la inmigración hacia otros países, el Instituto de estudios económicos de la facultad de economía de El Salvador, señala que "no tiene ninguna influencia fuerte sobre el crecimiento total de la población".

Como conclusión puede decirse que, el efecto de la presión demográfica es que agrava una situación dada, pero no la determina. En otras palabras, con otro régimen agrario, El Salvador no tendría problema demográfico y un agudo conflicto social.

  • 4. La respuesta de la oligarquía.

La oligarquía salvadoreña basa su poder económico y político en la posesión de la tierra, la que destina principalmente a la producción para la exportación.

El despojo del campesinado por la oligarquía salvadoreña, que ha sido el más completo en Centroamérica, y el alto grado de explotación que esta situación permite, no podía más que provocar una reacción permanente del campesinado, que se ha manifestado el levantamiento que datan desde 1833.

La respuesta de la oligarquía ha sido la violencia, perfeccionando para tal fin, desde finales del siglo pasado, el ejército profesional y creando a principios de este la guardia nacional que es el cuerpo represivo por excelencia, organizado y entrenados especialmente para aterrorizar controlar a los campesinos, obreros, estudiantes y a la población creciente de las ciudades. De esta manera, El Salvador cuenta con el ejército profesional y el cuerpo represivo ha desarrollado en Centroamérica.

La alta dependencia de la oligarquía respecto su propio aparato represivo y el creciente poderío de este, no podía más que repercutir en el desarrollo político de El Salvador, dando lugar al militarismo que se ha manifestado por su injerencia predominante en los asuntos del estado, teniéndose así que, desde 1931 han prevalecido los gobiernos castrenses y en los últimos años no ha habido presidentes civiles. El militarismo también ha tenido sus manifestaciones expansionistas, especialmente a finales del siglo pasado y en las primeras cuatro décadas del actual.

Siendo la estabilidad social muy precaria, la crisis mundial que se inició en 1929 se transmitió a la economía salvadoreña través de su sector de exportación, haciendo tambalearse al inestable sistema. Al acercarse los principales productos de exportación, en especial el café, con lo que a su vez produjo la desocupación en el campo y las ciudades, se agudizó la situación a tal extremo que, en 1932, se subleva el pueblo salvadoreño con el fin de hacer o su propia cuenta el reparto de tierras.

La reacción de la oligarquía través de sus instrumentos represivos, el ejército y la guardia nacional, fue terrible. Durante un par de semanas la persecución de obreros y campesinos fue grande y los pelotones de fusilamiento funcionaron incansablemente, estimándose las víctimas entre 18 y 40,000 personas. Además, dicha persecución incrementó en forma apreciable la emigración hacia Honduras.

Esta experiencia sangrienta, que debía asustar a la oligarquía y servirle de lección para adoptar otros métodos que los violentos, fue hecha a un lado, y no tuvo más efecto que reforzar la senda militarista y perfeccionar los métodos y técnicas de represión.

La oligarquía ha encontrado la mejor solución del problema social en expansión demográfica y económica, partiendo de una concepción maltusiana. De esta manera se quiere hacer aparecer que el problema salvadoreño no es la injusta distribución de la tierra, la explotación y la concentración de la riqueza, sino la presión demográfica que se agudiza día a día, debido a la alta tasa de natalidad. Consecuente con esta manera de pensar, la política salvadoreña tiene como uno de sus principales objetivos, encontrarle salida a lo que considera excedente de población a través de la emigración, algunas veces espontánea y otras planificadas, amparada por tratados migratorios favorables a El Salvador.

La solución a los problemas económicos originados en la fuerte dependencia del sector externo, en los erráticos mercados y el precio del café y otros productos agropecuarios, se ha encontrado en la política económica encaminada a convertir a El Salvador en el país industrial de Centroamérica, tomando como base el Mercado Común. Al convertirse la industria del sector predominante de la economía, la agricultura y la población rural perderían su importancia, lo que haría más factible el control del problema agrario.

Esta política, muy cómoda para la oligarquía salvadoreña, ya que a través de ella pretende garantizar su sobrevivencia sin realizar ningún sacrificio su parte, tiene su talón de Aquiles en que tal solución depende en gran medida de factores externos, pues está basada en el supuesto de que los otros países del área aceptaran su expansión económica y poblacional, sin tomar en cuenta que las otras oligarquías centroamericanas se enfrentaran a los mismos problemas y que, por lo tanto a medida que se agudizan las contradicciones sociales internas en cada país y que chocan sus intereses económicos y se agrava la lucha por la sobrevivencia, surgen obstáculos que reducen las posibilidades de la oligarquía salvadoreña.

Pero de todas maneras, para fines de nuestro estudio, es importante tener presente lo siguiente: El Salvador sigue siendo fundamentalmente un país agrario y de todos los países centroamericanos es en el que más se han agudizado los problemas sociales; la oligarquía salvadoreña está renuente a aceptar cualquier cambio significativo que implique un desmedro para su poderío económico y político, y en su lucha por sobrevivir, su política de expansión demográfica y económica en el ámbito centroamericano, ocupa un lugar decisivo y por lo tanto intentará romper cualquier obstáculo que se oponga a ello.

En lo anterior estas son las raíces del conflicto entre Honduras y El Salvador.

  • La situación de Honduras.

  • 1. Generalidades sobre la economía hondureña.

Honduras es el país menos desarrollado de Centroamérica y uno de los más atrasados de Latinoamérica dado el grado de desarrollo económico-social que imperaba a mediados del siglo pasado, el interior del país no fue capaz de vencer los obstáculos físicos y demográficos que actuaban como un valladar al desarrollo de la economía como siendo imposible aprovechar el auge del café, producto que sirvió de base a la economía de los otros países del istmo, perdurando la hacienda ganadera semi-feudal.

En cambio, en el litoral norte se inició en 1860 el desarrollo de la producción del banano, por pequeños y medianos productores nacionales y extranjeros. Se habrían de esta manera las puertas para un desarrollo capitalista nacional de la agricultura, tanto que para los primeros años del siglo XX, el banano constituye ya el principal producto de exportación.

Sin embargo, este núcleo incipiente de la burguesía nacional fue destruido o sometido, al irrumpir las grandes empresas bananeras que, apropiándose de la tierra más fértil es el mejor localizadas, quitaron a los empresarios nacionales la fuente del excedente económico, truncando así el desarrollo de todo el país.

Por esta manera como en Honduras abortó el desarrollo de una agricultura capitalista nacional, perdurando la hacienda semi-feudal y la agricultura de casi subsistencia, en el interior del país, y la gran plantación bananera extranjera en la costa norte.

La naciente burguesía se dedicará en su mayor parte al comercio de importación y exportación; la industria será predominantemente de tipo artesanal y solamente en la costa norte surgirá una industria basada en pequeñas fábricas que dependerán del mercado constituido por los obreros de las plantaciones bananeras. Las más importantes de estas industrias pertenecerán las compañías agrícolas norteamericanas, así como también el principal banco del país, a través del cual realizarán sus operaciones bancarias los industriales y comerciantes. Un sector importante de profesionales y oficinistas, pequeña burguesía, se liga íntimamente a los intereses de las bananeras que pagan los salarios más altos en el país y que promueven la carrera política de sus más fieles y capaz de colaboradores, hasta los puestos más elevados de la administración pública. Los mismos terratenientes de la región se liguen a las compañías que son las que pagan las rentas más altas y más seguras.

Después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la economía hondureña, lenta y dificultosamente, adquiere nuevas características, pues se desarrolla una agricultura comercial no bananera industria fabril toma impulso. Sin embargo, la comercialización de los principales productos de exportación y la agroindustria quedan siempre, en gran parte, en manos extranjeras, aunque ya no exclusivamente de las compañías bananeras.

Otro hecho importante de la post-guerra es la gran huelga de 1954 y los campos bananeros, en la cual participaron 35,000 trabajadores y que tuvo como resultado la legalización de la organización sindical. Casi en forma simultánea al desarrollo del trabajo organizado, surge que ese el ejército profesional ocupa el lugar de los civiles armados que formaban los ejércitos de partido.

Posteriormente, como resultado de la mecanización y de la reducción del área sembrada, las empresas bananeras llevaron a cabo despidos masivos, dejando cesantes de 18 a 20,000 trabajadores, de los cuales algunos volvieron a sus lugares de origen en el interior del país. La mayoría de estos desocupados se asentaron en tierras ociosas pertenecientes al estado, las compañías bananeras y a terratenientes nacionales, creándose esta manera un numeroso sector de campesinos sin tierras, que ha venido creciendo con la inmigración es procedente del interior del país y del El Salvador, en donde grandes núcleos de campesinos ejercen una fuerte presión sobre los recursos, provocada por la estructura imperante en el agro.

En los momentos actuales, se puede decir que la economía hondureña se caracteriza por lo siguiente:

  • Predomina en el país, tanto por el área geográfica que abarca, como por el monto de la población que debía depende, una agricultura semi-feudal compuesta por la gran hacienda ganadera de un vasto sector de agricultura de casi subsistencia.

  • En algunos departamentos de iniciado la transformación de la hacienda semi-feudal en una de agricultura capitalista, basada principalmente las plantaciones de algodón, tabaco café, caña de azúcar para ingenios, y la cría moderna de ganado vacuno.

  • El alto grado de penetración que sufre por parte del capitalista extranjero, principalmente norteamericano. Puede decirse que el desarrollo capitalista en la agricultura, el comercio e industria, es extranjero o está ligado y sometido a intereses foráneos. Así se tiene: el comercio de exportación está en un 80% en manos extranjeras ; el banano que representa el 50% de las exportaciones, es producido y exportado por la United Fruit Company y la Estándar Fruit Company; el 50% de las tierras agrícolas de la costa norte, las mejores del país por su fertilidad y localización, son detentadas por la mencionada compañías; la explotación de los bosques, es el tercer producto de exportación, es llevada a cabo en 90% por empresas extranjeras; exportación de café, y el segundo renglón exportación, está en manos extranjeras, explotación de minerales es de un 100% en manos de la Rosario Mining Company y otras empresas norteamericanas; los recursos marítimos explotados con fines de exportación están en manos extranjeras. Las empresas industriales y comerciales importantes, supuestamente hondureños, y la banca, a excepción del ahorro hondureño, están fuertemente ligadas a intereses extranjeros, principalmente norteamericanos, por medio de la inversión mixta, préstamos, mercados, etcétera.

  • Geográficamente, el mayor desarrollo capitalista y la mayor penetración extranjera en agricultura, comercio e industria, se localizan en los centros urbanos importantes y en los departamentos de Cortés, Atlántida y Yoro. En el resto del país predomina la hacienda ganadera semifeudal y la agricultura de subsistencia, existiendo focos de desarrollo capitalista en la agricultura, principalmente en Copan, El Paraíso, Choluteca, Valle, Santa Bárbara y Francisco Morazán.

  • 2. El problema agrario.

Las primeras leyes relacionadas con agricultura, después de la independencia, tenían por objeto vender tierras para proporcionar fondos a las raquíticas finanzas del estado posteriormente, a este fin, se agrega el de promover el desarrollo de la agricultura.

Pero al comenzar a construirse las vías de comunicación y al crecer rápidamente la población, la tierra adquirió un carácter más económico. En esta nueva situación se hace palpable es los defectos de la ley, pues para adquirir la tierra un mayor valor económico, se volvió más apetecida y, en esta carrera, el poder económico y político serían los determinantes principales en la distribución de la tierra. Si bien la ley de campo a la gran empresa agrícola, a los ejidos y a la finca familiar, son las grandes compañías extranjeras y los terratenientes nacionales, con buena posición económica y política, los que denuncian y logran concesiones de grandes extensiones de tierra. En segundo lugar, son los municipios los que logran renegociar tierra para ejidos las tierras reservadas para los lotes de familia quedaron sin utilizarse o cayeron en manos de grandes propietarios.

Las tierras trabajadas por los campesinos producen el 71% de los alimentos, el 63% del café, el 85% de las aves y el 53% del ganado vacuno, representando así el 70% de la producción agropecuaria nacional, excluyendo el banano. Casi todo está producción (el 90%) es consumida por los propios campesinos. La economía campesina es, pues, de casi subsistencia: produce apenas para sobrevivir.

El ingreso que obtiene una familia campesina de su esfuerzo productivo es muy bajo, el más bajo de la población de Honduras: L. 460 al año: L. 77 para cada miembro de la familia.

Es evidente que este ingreso no es suficiente ni siquiera para satisfacer las más elementales necesidades diarias, mucho menos para ahorrar formar un capital que pudiera aplicarse al mejoramiento de la técnica productiva y al aumento de la producción con fines comerciales. El ingreso obtenido por el campesinos apenas suficiente para perpetuar su vida miserable, año con año, para renovar cada año el ciclo de producción de las viejas tierras ya agotadas, con los mismos anticuados instrumentos de trabajo, y dentro de la misma rutina primitiva. El debido estas condiciones de miseria que el campesino se ve obligado a vender su producción, al comerciante local antes de haberla cosechado, que es el primer eslabón de una cadena formada por camioneros, mayoristas, minoristas, etc. quienes pagan los precios que quieren, aprovechándose de su miseria. Es el comerciante local quien a su vez vende el campesino las cosas que este su familia necesitan para el sustento diario: en este caso los precios son altos y a menudo al crédito. El campesino vende barato tratar estableciéndose así, el círculo explotación en que vive sumido durante toda su existencia.

Es más que evidente el problema agrario existe en nuestro país, siendo su manifestación principal, la injusta distribución de la tierra y la explotación de la miseria del campesinado.

Esta desigualdad crece día a día y en los últimos años ha adquirido una gran ímpetu con el desarrollo capitalista, el rápido crecimiento de la población y el traslado de parte del problema agrario salvadoreño hacia Honduras.

El desarrollo capitalista de la agricultura ha tenido efectos adversos sobre el campesinado, en el sentido de que, la tierra antes ocupada por el, ya fuere ilegalmente o pagando una renta, en los últimos 15 años ha sido reclamada por los terratenientes para el cultivo de productos de exportación, especialmente café y algodón, y la cría mejora de ganado vacuno. Desplazando al campesino ocupante o arrendatario.

Mediante este proceso un gran número de campesinos hondureños han quedado sin forma de ganarse la vida, sin más alternativas que ir a engrosar el grupo en las ciudades, emigrar hacia otras regiones o invadir las tierras antes trabajaba por ellos, las tierras ociosas y aun las que están cultivadas.

Los conflictos agrarios se originan al tratar, los terratenientes, de expulsar a los campesinos de tierras que ocupan ilegalmente o de tirar reservaba para los de familiares nacionales, de las que el terrateniente sea apropiado arbitrariamente, o al realizar despojos por diferentes medios, algunos de ellos ilegales, pero más frecuentemente mediante la persecución, por parte de autoridades militares o de gavillas armadas exprofeso, destruyendo las siembras, quemando las viviendas, asesinando dirigentes campesinos, sobornando a jueces, etc.

De la agudización del conflicto agrario da idea el hecho de que cuando ha existido libertad para ellos, más de 35,000 campesinos han formado parte de asociaciones campesinas con el fin de luchar por la tierra.

Este número es alto si se toma en cuenta los problemas que implican para la organización, la gran dispersión de la tierra y en los últimos años se han producido Honduras alrededor de 96 conflictos agrarios, siendo los más importantes los registrados en las Guanchias, Oropoli, Jamastran, que son las zonas en donde en los últimos 15 años se han operado con mayor rapidez e intensidad el desarrollo capitalista de la agricultura.

  • 3. Efectos de la inmigración salvadoreña.

Las características del inmigrante salvadoreño, en su gran mayoría analfabeta y con una técnica agrícola tradicional, no le permiten contribuir en forma importante el desarrollo del país; por el contrario, vienen a grabar muchos de los problemas existentes. Como campesino usar las técnicas tradicionales de roza y quema de la agricultura migratoria, con lo que el área cultivada y los rendimientos per cápita son bajos, aumenta el proceso de erosión y de destrucción de bosques; casi no contribuye o no contribuye al fisco, pero se sirve de los escasos servicios públicos tales como escuelas, hospitales, etcétera., recargándolos. Como obrero agrícola acostumbrado a salarios más bajos y a peores condiciones de trabajo que el campesino hondureño, compite con este desplazando, pues siendo indocumentado, el terrateniente se aprovecha de esa condición para explotar lo más, en el mismo grado que se hace en El Salvador, haciendo trabajar bajo condiciones que no acepta la generalidad del campesino asalariado hondureño.

El inmigrante salvadoreño y se dirige a las ciudades va a competir propuestos en industria, el comercio y otras actividades que tienen una tasa menor que los equivalentes de su país y, por tanto, una menor capacidad para ofrecer empleos. De ahí que un gran número engrosar las filas de la desocupación disfrazada, como zapatero remendones, vendedores de baratijas, de lotería, etc., Y un alto porcentaje viene engrosar las filas de la delincuencia.

En El Salvador, la oligarquía, para reducir la presión social, ha creado tu mecanismo legal la actitud "nacionalista" entre los campesinos, obreros, comerciantes, etc. Que casi hace imposible obtener trabajo a los nacionales de otros países centroamericanos. Mientras tanto, esa misma oligarquía, consecuente con sus intereses, pretende abrirles el campo a sus excedentes de población, forzándolos a emigrar al país vecino que sufren los mismos problemas.

  • La situación política y su incidencia en el conflicto.

Habiéndose originado el gobierno de Oswaldo López Arellano un golpe militar sangriento y basando su estabilidad únicamente la fuerza del aparato armado en el apoyo de un sector minoritario del partido nacional, desde sus comienzos ha tenido que enfrentarse a una oposición política que, sin embargo, se ha caracterizado por su desorganización, por lo que el gobierno le ha sido fácil mantener la raya.

No obstante, desde hace más o menos un año, la oposición ha ido creciendo en fuerza y cohesión. El gobierno ha perdido gran parte de su influencia en los colegios profesionales y en la Universidad, y, lo que es muy importante, el sector empresarial obrero de la costa norte se han colocado en un plano de oposición.

Una de las pruebas más difíciles para el gobierno fue la huelga de la costa norte (septiembre de 1968), en contra de los nuevos impuestos al consumo en la cual participaron obreros, comerciantes e industriales de la costa norte y los estudiantes universitarios de Tegucigalpa. Para sofocar esta huelga el gobierno se vio en la necesidad de decretar el estado de sitio y de ampliar en su totalidad la fuerza armada que convergió hacia San Pedro Sula y las plantaciones bananeras. Sólo después de una brutal represión volvió la calma al país.

Meses más tarde, se iniciaba la huelga de los maestros, a la cual se unieron los estudiantes universitarios, gozando de la simpatía de la población.

Esta huelga duró varias semanas y terminó al iniciarse los incidentes con El Salvador, los cuales fueron aprovechados por el gobierno para desviar la atención del pueblo hondureño respecto de la huelga magisterial y otros problemas internos, para lograr cual no tuvo más que dejar que siguieran su curso las pasiones desatadas por los vejámenes sufridos por los 8500 hondureños que asistieron al partido de fútbol en El Salvador.

La reacción del pueblo hondureño era natural. Los que asistieron al partido en San Salvador y que presenciaron el acta que hecho a la selección nacional, las ofensas al himno y banderas nacionales, y que sufrieron los ultrajes, golpes y violaciones de mujeres y niñas, etc. no podía menos que abrigar un gran resentimiento por un trato tan inhumano como injusto. Después de un día de desahogo cesan casi por completo los ataques a los salvadoreños, pero una minoría, constituida principalmente por ladrones y pagos, inicia el saqueo de negocios salvadoreños y hondureños que venden productos hechos en El Salvador. Estas pequeñas bandas pudieron ser desbaratada fácilmente desde el principio, como se hizo día más tarde, pero al gobierno le convenía desviar la atención pública de los maestros huelguistas a quienes en estos días golpeó, encarceló y ultrajó en toda forma, sin fijarse en edad ni sexo, en las calles y los propios centros de enseñanza, lo que había causado una indignación general que ya se estaba convirtiendo una amenaza para la estabilidad del régimen.

De esta manera, los incidentes se prolongaron, estimulados como ya se dijo por la pasividad del gobierno y, al mismo tiempo, echó raíces entre el pueblo un sentimiento colectivo anti salvadoreño, inexistente antes de los acontecimientos en San Salvador y que lo expresa muy bien en el eslogan popular surgido el momento "los salvadoreños han ganado un partido pero han perdido la patria". Este sentimiento anti salvadoreño tenía tierra abonada en los intereses económicos amenazados por la competencia comercial e industrial salvadoreña y las invasiones de tierra. Lo anterior se plasma en la propaganda y contra los grupos salvadoreños y en expulsión, ya en mayor escala, de campesinos salvadoreños indocumentados.

En este caso comentó los incidentes del conflicto, que puede decirse que se venía incubando desde el cambio en la política migratoria hondureña, la iniciativa siempre la llevo el país más fuerte económica y militarmente y con los problemas sociales más agudos, es decir el Salvador tocándole Honduras responderá todas las provocaciones.

  • La causa de la guerra.

El conflicto entre Honduras y El Salvador, que culmina con la guerra desatada por este último país, tiene su Sarajevo en las represalias tomadas por los hondureños en contra de los salvadoreños residentes en nuestro país, a causa de los atropellos inhumanos recibidos en El Salvador.

En forma apresurada y malintencionada, con el fin evidente de encubrir los verdaderos orígenes del conflicto y evitar cualquier sospecha sobre la participación de los Estados Unidos, la prensa norteamericana y sus agencias por el mundo han llamado al referido conflicto la "guerra del fútbol".

El verdadero trasfondo de la guerra se ha hecho cada día más evidente a través de los objetivos buscados por medio de la guerra y la diplomacia, tanto por Honduras y El Salvador, como por los Estados Unidos. Estos últimos, a través de sus instrumentos obedientes en la OEA, siempre han pretendido encubrir las verdaderas causas de la guerra, atribuyendo la a la "explosión de la población" o a las campañas de los periódicos escritos y hablados.

Pero es en los mismos corrillos de la OEA en donde se propaga la identidad del problema: "no se condena a El Salvador como agresor porque entonces estallaría en ese país una revolución comunista".

Es el temor a esa revolución lo que impulsa a El Salvador a buscar el camino de la guerra y son las implicaciones políticas continentales de esa hipotética revolución, lo que determina que los Estados Unidos aprueben y estimule la agresión en nuestro país. Todavía está fresco el recuerdo de la República Dominicana, como para olvidarse de la falta de escrúpulos y de la agresividad de la política exterior norteamericana en América Latina.

Si el problema que todo el tiempo se ha tenido en mente resolver este del peligro de una revolución comunista en El Salvador, la causa de la guerra se encuentra en la agudización del problema social salvadoreño, y en la incapacidad y negativa de Honduras a seguir siendo una válvula de escape a la presión de aquel pueblo sobre la oligarquía salvadoreña.

Es así como las raíces del conflicto se extienden al cambio de la política hondureña tradicional respeto a El Salvador, con lo que se entrechoque con los intereses más caros de la oligarquía: su sobrevivencia.

La expulsión masiva de salvadoreños por un incidente que precipitó una guerra inevitable y que se estaba preparando sistemáticamente, pues Honduras, sin la provocación salvadoreña, nunca hubiera realizado esa expulsión en gran escala; pero con sólo pretender limitar la expansión demográfica y económica del país vecino, estaba poniendo en peligro el sistema, de acuerdo a las ideas de la clase dominante salvadoreña, y para ésta era preferible una guerra a una revolución.

La nueva política hondureña, reflejo de una nueva realidad interna, la agudización de sus problemas económicos y sociales, puede concretarse en los puntos siguientes:

  • a) Fijación definitiva de la frontera con El Salvador, a fin de impedir el empuje de los asentamientos de población salvadoreña dentro de los límites reconocidos como hondureños y contener las depredaciones de civiles armados y tropas salvadoreñas.

  • b) Limitar la afluencia de nuevos excedentes de población salvadoreña que agudizan los ya de por sí grave problema de la tierra que pone en peligro la estabilidad social en Honduras.

  • c) Dejar de ser un país tributario de la economía salvadoreña y de otros países.

Los intereses de la oligarquía se concretan en una política con los objetivos chocan con los hondureños:

  • a) mantener la frontera con Honduras indefinida para qué en base a la presión demográfica y el poderío militar salvadoreño, hacerla retroceder en forma "pacíficas".

  • b) Lograr tratados migratorios favorables a la salida incontrolada excedente de población.

  • c) Mantener una integración económica centroamericana favorable al desarrollo industrial de El Salvador.

El mayor poderío económico y militar de El Salvador le permite desarrollar una política más realista y ya se ha visto cómo fue implementada. Pero la inesperada resistencia hondureña va llevando la situación a un callejón sin salida pacífica.

La ventaja de Honduras recibe y que no tiene necesidad de El Salvador ni en el mismo grado de que otros países centroamericanos, de la integración. De allí que su política se limite a resistir. En cambio, la oligarquía salvadoreña necesita de Honduras, de ahí su política agresiva. De esta manera, sino el movimiento de población integración económica, el país que sufre las consecuencias en alto grado y es El Salvador y éstas son las cartas de la política hondureña para defender sus intereses.

Al no ceder Honduras, El Salvador entonces busqué el camino de la guerra y se prepara para ella. Honduras, debido a su excesiva confianza en organismos interamericanos y a la falta de un estado mayor capaz, no se prepara para ella.

Debe tenerse en mente que de hecho existía, sin la guerra, una situación explosiva en El Salvador que era una amenaza y que esta crecía con la negativa de Honduras a seguir colaborando, a sus propias expensas, y en la solución de los problemas de la oligarquía salvadoreña.

Dominada ideológicamente la política norteamericana por un anticomunismo obsesivo, no fue difícil a ese país convencerse de que la "explosión demográfica" salvadoreña, al no tener salida para Honduras, diera lugar a una revolución comunista que no sólo afectaría sus intereses económicos y políticos en El Salvador y en Centroamérica, sino en todo el continente: "Estados Unidos no puede permitir otra Cuba".

Los temores de la oligarquía salvadoreña transmitidos a sus respectivos socios, los hombres de negocios norteamericanos, que son considerados como los "expertos" más confiables sobre asuntos salvadoreños por el Departamento de Estado del pentágono, probablemente encontraron comprensión en esos organismos norteamericanos.

La guerra no ofrecía mayores peligros, pues de acuerdo al conocimiento que se tenía sobre el poderío y cualidad de los ejércitos y de la capacidad de los gobiernos de ambos países, Honduras sería fácilmente derrotada: en 72 horas, y, lo importante, no implicaba ninguna participación directa de los Estados Unidos. Lo único que tenía que hacer ese país era darle su consentimiento a la oligarquía salvadoreña para que la desatara.

Las ventajas de este camino eran: para la oligarquía salvadoreña, una mejor alternativa que la revolución, su fortalecimiento y aumento de su prestigio y del de su ejército y Guardia Nacional, después de una guerra victoriosa con anexiones territoriales oro imponiendo un tratado ventajoso a Honduras y el debilitamiento, por lo tanto, de las fuerzas propulsoras del cambio para los intereses norteamericanos, la guerra resolví el problema de tener otra Cuba o Dominicana, garantizando sus intereses económicos en el área centroamericana y desviando el creciente nacionalismo antinorteamericano hacia un chauvinismo exacerbado entre los dos países, cuyos destinos no son realmente antagónicos y cuyo verdadero problemas son la injusta distribución de la tierra, de la riqueza y la dependencia en que se halla los explotadores norteamericanos.

Fue, pues, el terror a una revolución inminente, superior en magnitud y consecuencia la fracasada de 1932, y a la certeza de enfrentarse un país militar y económicamente débil, dirigido por un gobierno desorganizado y corrompido, que asegura un triunfo rápido, lo que lanzó a la oligarquía salvadoreña, con la anuencia y respaldo político y propagandístico de los Estados Unidos a la aventura del 14 julio, en la cual cifró todas sus posibilidades de sobrevivencia.

La confianza en su propia fuerza y su desprecio por el pueblo hondureño, al que ni siquiera tomó en cuenta en su cálculo, impidió la oligarquía salvadoreña y a los Estados Unidos, prever las consecuencias de un posible fracaso que nunca pasó por su mente.

Capítulo II

El confrontamiento

  • Correlación de fuerzas.

El Salvador.

Con el desarrollo de la oligarquía corre parejo el despojo del campesinado y por lo tanto la necesidad de un aparato represivo. De esta manera, la institución armada salvadoreña nace desde finales del siglo pasado y, con ella, se va desarrollando la maquinaria represiva a medida de que se agudizaban los problemas sociales. Con base en su excedente económico proveniente de su sector de exportación: café, azúcar, algodón y, en los últimos años, de la industria y el comercio basados en el Mercado Común centroamericano, El Salvador llega disponer de un ejército relativamente grande. Sus oficiales se forman en la escuela militar llena de estado mayor, para luego realizar estudios superiores en Alemania, Italia, Francia y otros países con tradición militar. En los últimos años, el ejército salvadoreño motor de Latinoamérica, cae bajo la influencia del pentágono, creando los cuerpos y oficiales especializados en la guerra de contrainsurgencia entrenados en Panamá y los Estados Unidos.

En el presupuesto del ejército salvadoreño llega a los L. 24, 400,000 y el número de hombre bajo armas en tiempo de paz es de 11,000, entre el ejército regular y la Guardia Nacional. Además, el año pasado 60,000 campesinos se integraron a la organización anticomunista ORDEN, recibiendo entrenamiento militar bajo los auspicios de la CIA. Desde el año pasado, también se hacen inversiones adicionales en la compra de armas modernas y de aviones de guerra.

Debido a que la finalidad de las Fuerzas Armadas es la represión interna y aquel territorio salvadoreño es pequeño y está bien comunicado por un buen sistema de vías terrestres, las fuerzas de tierra son las que han tenido un mayor desarrollo. En cambio, la atención prestada la fuerza aérea ha sido escasa, a pesar de disponer de medios económicos para ello.

La tradición que pesa sobre la organización y práctica de un ejército, la soberbia y la falta de pilotos capaces, probarían ser fatales para el ejército salvadoreño en su enfrentamiento con Honduras.

Honduras.

La falta misma del desarrollo económico y, por lo tanto, la constante penuria del estado, no permitió la formación de un ejército profesional sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando tomó impulso sector agrícola comercial nacional paralelamente, surge el movimiento obrero organizado.

De este modo los intentos de establecer las escuelas militares fueron de corta duración, como consecuencia de la falta de recursos, y sobre todo porque no habían una clase social interesada en un aparato armado poderoso. Lo que se daba en llamar ejército no era más que civiles armados, especialmente campesinos, adeptos al partido político en el poder.

Hasta hace unos pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, el llamado ejército hondureño dirigido por generales y coroneles formados en las guerras civiles que asolaron el país hasta 1932. Las únicas escuelas militares existentes son la de formación de cabos y sargentos, que son las que se educaron los actuales altos jefes de las fuerzas armadas. Posteriormente, en la década de 1950 se establece la llamada escuela básica de armas dirigida por la misión militar norteamericana, en la que se forman otro grupo de los actuales jefes militares siempre un nivel de preparación que no rebasa el de un sargento.

De esta manera el ejército profesional nace en Honduras bajo los auspicios de los Estados Unidos, encajando su preparación y finalidad dentro de la estrategia de la contrainsurgencia, elaborada para América Latina por el pentágono, es decir, es un ejército creado para reprimir un movimiento de reivindicación popular.

Probablemente el ejército hondureño es, de todos los latinoamericanos, el más influenciable controlado por los Estados Unidos. La preparación equipo militar de los mejores batallones están concebidos para contrainsurgencia. La tropa y sus oficiales posee una gran capacidad táctica, cuya superioridad sobre el ejército salvadoreño se demostró en el campo de batalla, mientras estuvo a la defensiva, llevándola a cabo con todo éxito, al contener a un agresor superior en número, en equipo, y preparado para una guerra regular. El ejército de Honduras no pasa de 6000 hombres, pero su debilidad principal consiste en no estar preparado técnicamente ni en equipo, guerra regular. Esto explica por qué nos tuvo en capacidad de lanzar una contraofensiva para recobrar el territorio perdido, lo que hubiera implicado no solamente mayores recursos, sino una estrategia para cuya elaboración no estaban capacitados los altos mandos.

Es precisamente en la jerarquía superior del ejército hondureño en donde reside su debilidad, por su preparación no va más allá de la de un oficial inferior. Ninguno de sus miembros ha pasado por una escuela militar y mucho menos por un estado mayor. Lo anterior explica la falta de previsión y de planeamiento anticipado, en fin, la incapacidad para emplear todos los recursos de la nación, a fin de lograr los objetivos en la guerra y la paz.

En realidad, la función de los altos jefes es más política que militar, ya que constituye la base de sustentación del actual régimen al que sostiene a sangre y fuego. La corrupción corroe la alta jerarquía del ejército mediante el enriquecimiento ilícito a través de negocios que realizan aprovechando su posición privilegiada de la imposición de gabelas y multas arbitrarias que en su mayor parte van a sus bolsillos, de la explotación de los propios soldados, etc. Todo esto es especialmente válido para los jefes de zona.

Las consecuencias para la nación derivadas de la corrupción y de la falta de capacidad de los altos jefes militares, se puso de manifiesto durante los días de mayor peligro para el país. Después de siete años, durante los cuales manejaron un total de aproximadamente 100 millones de lempiras, las tropas en el frente se encontraban peleando con armas viejas y mucho antes de la Primera Guerra Mundial; sin municiones suficientes, lo que determinó que algunos pelotones se retiraban de la lucha, así como la muerte de muchos soldados porque las balas eran tan viejas que no hacían fuego y, varios de los batallones llegaban incompletos o completados con civiles reclutados el día anterior, porque los jefes se robaban las plazas que, el estado mayor se olvidó que los soldados en el frente, comen.

Un territorio relativamente grande y sumamente montañoso, sin suficientes vías de comunicación terrestres, Honduras desarrolla desde 1936, por necesidad, su aviación militar y civil: la primera, como auxiliar de las guerras civiles de esa época y, la segunda, para atenuar el problema de transporte de personas, animales y carga de las poblaciones carentes de carreteras.

La pericia y valor de los aviadores hondureños, relativa alta capacidad de transporte aéreo y la existencia de un sinnúmero de campo de aterrizaje, fueron decisivos en la contienda pasada. Todo ello permitió el rápido desplazamiento de tropas y pertrechos, conseguidos a última hora, a los distintos frentes y a la eliminación de la fuerza aérea enemiga. Con todos estos éxitos, la aviación hondureña estuvo en capacidad de auxiliar a la infantería, que carecía de artillería, así como destruir la fuente de combustible del enemigo y de obstaculizar sus movimientos de abastecimiento.

El pueblo, un factor imprevisto.

La defensa de Honduras descansó sobre los dos pilares fundamentales: el ejército, en el frente, y la población civil, es decir, el pueblo.

El ejército salvadoreño al haber consultado sus posibilidades de victoria, avocados por esta misma mentalidad de desprecio, y sus concepciones del papel determinante del "liderazgo", lo llevó a basar sus cálculos de posibilidades de éxito en la valoración que hicieron de los altos jefes militares y del gobierno hondureño, lo que por su incapacidad y corrupción parecía la presa ideal para una victoria fácil en 72 horas.

Al producirse el ataque salvadoreño por cuatro lugares diferentes, el ejército hondureño, en vista de la gran superioridad numérica del enemigo, tuvo que desplazarse en su totalidad hacia el frente, dejando de esta manera a un gobierno impopular a merced del pueblo.

En todos los caseríos, aldeas y ciudades del país surgieron espontáneamente los Comités de defensa. El pueblo se armó con machetes, escopetas y rifles viejos y se organizó en patrulla para proteger puentes, fuentes de abastecimiento de agua y de energía eléctrica, hospitales, etc. Protegiéndolos de la acción posible de los salvadoreños que vivían en nuestro país y a los que su gobierno, en forma irresponsable, llamaba para que se levantarán en armas.

Tan decisiva fue la participación civil que, sin ella, no hubiera sido posible la defensa del país y para el futuro, que se presenta cargada de amenazas, esta participación debe tomarse muy en cuenta para organizarla con anticipación y así lograr el provecho máximo de ella.

En un discurso pronunciado por el coronel Juan Alberto Melgar, en el día del soldado declaró lo siguiente: "si, reconozco que la victoria pertenece al pueblo que nos ha respaldado, nobleza obliga, y vengo en esta ocasión a rendir mis más expresivas gracias a nombre de todos mis compañeros de armas al pueblo que supo alentarlos y apoyarnos".

"Con el devenir de los años, cuando la historia haya hecho desaparecer en nombre de estos héroes refrendaron su vida por la patria, sólo se recordará que la victoria fue del pueblo hondureño que supo respaldar a sus soldados".

Nuevamente, en la guerra de Honduras con El Salvador, la historia volví a demostrar que las fuerzas morales se imponen a los medios materiales, que un pueblo no puede ser derrotado mientras tenga la voluntad de luchar.

Capítulo III

Las consecuencias después de la guerra

  • 1. Las zonas afectadas.

De acuerdo con el Consejo superior de planificación económica "las zonas que resultaron afectadas comprenden varios municipios, aldeas y caseríos, principalmente los departamentos de Valle, Lempira y Ocotepeque, adyacentes a la frontera con El Salvador, abarcando una extensión de 3144 km², y afectando en forma directa e indirecta aproximadamente 97,739 hondureños que residen en dicha zona. En base al número de habitantes que residían en las zonas afectadas en los departamentos anteriormente aludidos, considerando las cifras de población desplazada hacia los centros de refugio, y los habitantes de Lempira guarecidos en las montañas, se ha llegado a establecer que el número de personas afectadas directamente asciende a 39,095, o sea, el 40% de la población total de la región".

Las pérdidas en vidas de civiles, que fueron muy superiores a las militares, si han llegado a estimar hasta las 2000 personas. Centenares de familias han quedado desmembradas. El desplazamiento de pobladores, hacia otras regiones del país, es grande, debido a la inseguridad que resulta de las frecuentes invasiones de bandoleros salvadoreños, ante los que se encuentran desarmados. La destrucción de viviendas y edificios públicos y alguna parte de la economía: cultivos, ganado vacuno, porcino, regular, habían, etcétera, fue grande. Las poblaciones fueron sometidas a un saqueo sistemático y muchos de sus habitantes fueron masacrados, las mujeres violadas, con el fin de establecer el terror en toda la región fronteriza y obligar de esta manera el desplazamiento de gran Escala, lo que fue logrado con bastante éxito.

El rompimiento de los lazos económico con El Salvador, de donde las poblaciones fronterizas tenían bienes de uso diario y hacia dónde exportaban sus excedentes, las coloca en una situación harto difícil, pues económicamente no están integradas al resto del país. De ahí que sus productos, al no tener salida, han bajado de precio y, por otro lado, al ser él abastecimiento bastante difícil, los precios de lo que compra han subido hasta cinco veces.

La lentitud con que se tuvo al organismo del estado, para resolver esta situación aflictiva, tiende a agudizar la con cada día que pasa, corriéndose el riesgo de que muchas poblaciones quieren abandonar del todo, con el consiguiente peligro de que con el tiempo sea absorbida por El Salvador.

  • 2. Sobre las economías de Honduras y El Salvador.

El 27 junio El Salvador cerraba la frontera de Honduras clausurando así el intercambio que se tenía con ese país y con Guatemala. Espero la medida simplemente política, un anticipo de la era armada que el gobierno salvadoreño había decidido ya desencadenar, pensando en un triunfo rápido. Al no producirse tal resultado, El Salvador no pudo evitar que Honduras en represalia y volviendo del golpe, mantenga cerrada la frontera, creando así un problema económico que había de producirle dividendos políticos.

Esta situación nacida de la agresión salvadoreña afecte diferentes formas y grados a los dos países. El más afectado por ella es El Salvador, cuya posibilidad de expansión económica se cifran en el Mercado Común centroamericano, a donde exporta 50% de su producción manufacturera y que al perder el mercado hondureño valorado en L. 39, 996,800 que absorbía el 25% de sus exportaciones, y al no poder enviar sus productos en Nicaragua y Costa Rica, en total pierde L. 92, 718,400, es decir, el 59% de su mercado centroamericano.

La llamada "explosión demográfica" tiende a agudizarse por la imposibilidad de seguir enviando excedente de población hace Honduras y sobre todo por el reflujo de miles de salvadoreños pobres hacia su país, después del conflicto.

De esta manera el problema de la revolución, que la oligarquía salvadoreña y el imperialismo norteamericano pretendieron solucionar por medio de la guerra, más bien se ha empeorado.

Esto explica la testarudez de la oligarquía salvadoreña en las negociaciones de paz, envueltas en un manto de "orgullo nacional" y la intervención norteamericana a su favor en la OEA y presionando icono económicamente nuestro país.

De esta manera, el pueblo hondureño al tener ante sí una fuerza tan poderosa como el imperialismo norteamericano, se encuentra ante la disyuntiva de ceder o luchar. Esto último significa, a través de grandes sacrificios, convertirse de un sub-país a un país.

El cierre del mercado hondureño a las importaciones de origen salvadoreño, significa que esos productos tendrán ahora que traerse de otros países centroamericanos a precios más altos, pues de hecho se estará limitando la oferta, con lo que el consumidor y el país en general tendrán que realizar sacrificios adicionales pareciera pues una necesidad, romper con la integración para qué, con la misma disponibilidad de divisas y de poder adquisitivo, la población adquiera una mayor cantidad de bienes y fuera del área centroamericana.

Internamente, el hecho de que la cuota hondureña de café estuvieran parte cubierta por café salvadoreño, a través de las manipulaciones de los exportadores de ese país que operaba en el nuestro, abre posibilidades para aumentar las exportaciones en ese campo, surgiendo simultáneamente la necesidad de sustituir los antiguos aparatos de exportación salvadoreña, como también a los transportistas que, aproximadamente un 60%, realizaba el comercio y transporte de granos y maderas.

  • 3. La carrera armamentista.

El conflicto bélico reciente y las grandes posibilidades de un nuevo enfrentamiento o de la imposición de convenios Honduras que lesionen su soberanía, nos ha obligado a prepararnos para la guerra y entrar en una carrera armamentista con El Salvador.

Las implicaciones que lo anterior tendrá en la tasa de desarrollo económico y social son fáciles de prever: recursos estatales y privados que antes se empleaban para el desarrollo serán destinados a la defensa del país. La divisas que se utilizaba para la importación de bienes de consumo de inversión, tales como televisores, radios, tractores, equipo industrial, etc., no estarán disponibles para fines en la medida en que se emplee para la importación de armas.

Una menor disponibilidad de su equipo industrial y agrícola, sobra decir, afectará la producción, y la menor cantidad de bienes de consumo importados tenderá a una elevación de los precios de los mismos y, por lo tanto, afectará el nivel de vida.

  • 4. El Mercado Común centroamericano.

El efecto de la guerra sobre el Mercado Común centroamericano ha sido rompimiento total de relaciones económicas entre Honduras y El Salvador. La desarticulación geográficas de El Salvador, al no poder realizar ese país un exportaciones hacia Nicaragua y Costa Rica y sólo recibir los productos de estos, agudizar las tensiones ya existentes entre los intereses y países favorecidos, y los perjudicados.

En Honduras, y probablemente en los otros países centroamericanos, el pueblo ha adquirido una conciencia más clara sobre los perjuicios y peligros de una integración diseñada para favorecer fundamentalmente los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos, y, en segundo lugar, lo de la oligarquía salvadoreña.

El gobierno hondureño se ve presionado internamente fuertemente por el pueblo para que no se ante las presiones externas. De la fuerza de estas dos tendencias saldrá una nueva política sobre la integración. Esta se avoca a una crisis, creando las condiciones para su revisión total o su eventual liquidación.

Fruto de la guerra ha sido el nacimiento de un vigoroso nacionalismo cuya manifestación positiva en la conciencia adquirida del grado de penetración económica, política y cultural de que es objeto el país por parte de los Estados Unidos y de la naturaleza del imperialismo, al quedar descubierta su maquinación, todo lo con lo cual ha llevado al desarrollo de una voluntad de lucha. El aspecto negativo este nacionalismo es el odio, explicable al menos por ahora, hacia el pueblo salvadoreño en su totalidad.

Conclusiones

  • La guerra entre Honduras y El Salvador es en el fondo consecuencia de una lucha entre las clases dominantes de los dos países. Una oligarquía salvadoreña agresiva y más fuerte que, presionada internamente por la clase explotada, trata de resolver en parte este problema trasladándolo a Honduras, donde una oligarquía, más débil, se enfrenta los mismos conflictos y, por lo tanto, se niega gravarlos aún más haciéndose cargo de un problema que suyo.

  • Para ese año en El Salvador, las clases explotadas, campesinos y obreros, fueron desviados por un momento por el conflicto, de su lucha fundamental contra la oligarquía de la época.

  • En Honduras una vez que se terminó la guerra, el sector más consciente del campesinado en su tiempo reinició su lucha por la tierra.

  • Para la clase dominante salvadoreña, la integración y la inmigración de excedente de población son instrumentos para restarle presión a la lucha de clases comprimidas que se dio en esa época.

  • Para las clases dominantes hondureñas, de integración y la inmigración salvadoreña agravaron su problema interno de lucha de clases.

Deseo en esta investigación agregar algunas conclusiones más sobre el conflicto armado y su proceso:

  • El Salvador estaba preparado para la guerra, mientras que Honduras no pensar en la posibilidad de un conflicto armado.

  • La superioridad del ejército salvadoreño reside en su número, equipo, altos mandos militares y en estar preparado para una guerra regular.

  • El factor decisivo que inclinó la balanza en favor de la defensa exitosa de Honduras, fue la participación del pueblo que suplió las fallas de logística del ejército y controló a los salvadoreños residentes en Honduras, quienes actuaron en un gran número como agentes de quinta columnistas.

  • La corrupción y falta de capacidad de la mayoría de los altos oficiales del ejército hondureño, hubiera significado la derrota en una guerra más prolongada.

Siendo fiel al propósito de la investigación deseó dar mi última conclusión:

  • El fútbol solamente fue una excusa barata para justificar el costo de la guerra la cual como hondureños no perdimos pero tampoco ganamos.

Bibliografía

  • Fuentes Rivera, Luis. El conflicto Honduras-El Salvador. Publicaciones de la sociedad de estudiantes de medicina "Emilio Álvarez" San Salvador, El Salvador, C.A. 1969.

  • Carías Virgilio, Marco. Análisis sobre el conflicto entre Honduras y El Salvador. Colección documentos número uno, Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Instituto de investigaciones económicas y sociales, preparado por la dirección de extensión universitaria, Tegucigalpa, D.C., Honduras, octubre 31 de 1969.

  • Fúnez, Matías. Los deliberantes, el poder militar en Honduras. Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, D.C., mayo de 1995, 2000 ejemplares.

  • Salomón, Leticia. Relaciones civiles y militares en Honduras. Editorial Litográficos, diciembre de 1999, Tegucigalpa, Honduras.

 

 

 

 

 

Autor:

Eliut Daniel Navarro Rivera

Partes: 1, 2
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