- Sumario
- Tecnologías primitivas
- Profundidad de la brecha digital
- Nueva economía (n-economía)
- Economía de la información (e-información) y del conocimiento (e-conocimiento)
- Trabajadores del conocimiento (t-conocimiento)
- Realidad y esperanza
- Citas bibliográficas
El avance tecnológico que se inició desde cuanto el hombre actual asumió su humanidad no se detuvo. Las transformaciones fueron permanentes y unas se produjeron acompasadamente a través de la deriva y, otras, emergieron de la contingencia. La brecha digital es producto de la evolución natural de la sociedad y la tecnología y no de la casualidad.
El lenguaje no es un simple carril conductor de mensajes e ideas, es fundamentalmente el más fiel testigo de la evolución de las sociedades. El acervo de términos y expresiones en uso se vinculan con el devenir, como si acabaran de nacer o su historia recién comenzara e imperceptiblemente se pasa de un concepto a otro como a través de un puente. Es el caso del término tecnología. Siguiendo la transformación de la sociedad, primero, se reconocieron las palabras técnica y ciencia, eran las más expresivas del avance y la memoria colectiva da por sentado que la tecnología sólo alcanzó preponderancia en la contemporaneidad.
Aún cuando se emplea generalizadamente el significado es esquivo. Con la intención de allanar el camino me adelanto a decir que entiendo por tecnología el conjunto de conocimientos aplicables, repetitivos y vendibles que va descubriendo el hombre y que luego los encauza a transformar, utilizar, aprovechar o explotar los recursos. Habitualmente se asocia con actividades militares o empresariales muy elaboradas; a pesar de eso, también se extiende a detalles de la cotidianidad. Por ejemplo, es tecnología la manera como interactuamos unos con otros, la forma como se construyen las relaciones con los clientes y el modo como se distribuyen los productos y servicios. Se entenderá que tiene una escala que abarca desde lo rudimentario hasta los aspectos más espinosos.
Se habla de brecha como si se tratara de una herida recién abierta. Lo cierto es que la brecha tecnológica la comenzaron a cavar el ferrocarril, las máquinas de producción en serie de productos tangibles como las de manufactura, automotrices, eléctrica, aérea, etc. Particularmente, la de las comunicaciones en su versión actual la inició el teléfono y la continuaron los satélites, la robótica, los cohetes y la culminó el computador.
Sin presentirlo desde cuando el hombre se valió de medios diferentes de los que estaba dotado para subsistir inició el proceso de consolidación de la tecnología. Desde entonces ha librado una batalla tenaz y las naciones que anticiparon o precipitaron el despegue son las mismas que se mantienen orientando el progreso de la humanidad y la hegemonía se ha perpetuado.
Las tecnologías que el hombre usó en los primeros tiempos -primitivas-ahora se juzgarán rudimentarias, burdas; más en su momento impactaron a la sociedad de entonces como las modernas desconciertan.
Si bien en principio las naciones más avanzadas han conseguido el progreso siguiendo básicamente las mismas etapas, unas las sortearon mejor que otras; no solamente por las ventajas que le ofrecían los recursos con que la naturaleza las había dotado sino también y, principalmente, debido a la decisión de los gobiernos y al empuje de sus gentes. Sobre esos dos pivotes descansa el progreso de la humanidad. En este aspecto, no es necesario acudir a malabarismos forzados ya que la historia lo ha demostrado a través de la experiencia, las iniciativas definitivas las han emprendido los gobiernos; porque, es posible que haya personas aisladas interesadas o conscientes de lo que está ocurriendo, pero quien cuenta con mayor información y puede mirar desde mejor óptica son quienes encabezan los gobiernos.
Esas naciones tomaron la ventaja desde el principio: a la brecha digital le abrió camino primero el acelerado proceso de desarrollo, le siguió la revolución industrial y más tarde la tecnológica. Tirando del mismo cordel al llegar al borde, al último nodo de la red, se converge en la brecha digital. Al fin y al cabo -en el fondo- no es sino una prolongación de la industrialización aun cuando observada detalladamente se trata de una manifestación que provocará perturbaciones imprevistas. Luego, el papel de la historia se ha limitado a recordar que la brecha digital no es un parto retardado o una encrucijada a la que se llegó por obra de la casualidad, sino, un pasaje obligado del devenir, un retazo del collage de la compleja arquitectura de la sociedad actual.
A través del tiempo se ha logrado comprobar que los adelantos tecnológicos han proporcionado ventajas competitivas a los grupos sociales que los impulsaron. La brecha tecnológica -como ya quedó establecido- se abrió desde los albores de las primeras organizaciones humanas concediéndoles prerrogativas que las convirtieron en polos de dominio que se han distanciado hasta llegar a establecer diferencias inalcanzables entre los países que vieron a tiempo la dirección en que viajaba el progreso y los que no se percataron y hoy aparecen rezagados a la vera del camino. La apertura de la brecha se fue profundizando atrofiando los mecanismos de reacción temprana y al final creando abismos sociales que ahora se constituyen en el principal impedimento para reincorporarse, al tiempo que se acentúan las diferencias quedando como residuo una actitud que ha asumido todas las dimensiones de vicio.
PROFUNDIDAD DE LA BRECHA DIGITAL
La versión moderna de la brecha tecnológica es la brecha digital, expresión que se acuño para describir las limitaciones de acceso a las nuevas tecnologías de la información: telecomunicaciones e informática. La apertura de la brecha digital la inició el teléfono análogo, la apuntaló el computador y terminaron ahondándola internet y la revolución de las comunicaciones.
La vía preferencial para tener acceso a la autopista digital es el teléfono. A medida que aumente la proporción de población colgada a la red telefónica se apresurará el tránsito a las nuevas tecnologías. La conexión a internet se constituirá en el indicador líder del progreso. En virtud de esta realidad no es difícil admitir que en esta era, en la del conocimiento, las diferencias no se establecerán entre ricos y pobres sino entre alfabetos -los conectados a la red- y los que no lo están, los analfabetas. Internet y el e-business son las herramientas más poderosas de esta nueva ola que controvierte las convenciones tradicionales.
El nexo entre la brecha tecnológica y digital con el desarrollo económico de las naciones es evidente. Las que impulsen estos proyectos -tal como ya ocurrió- serán las que estarán labrando mejor futuro. Y, ratificando la regla, aquí también son las naciones más desarrolladas las que están canalizando mayores recursos y esfuerzos para montar la infraestructura. Contrariamente, en las de retaguardia surgen obstáculos de toda naturaleza que impiden ver la luz en el fondo del túnel. Se reincide, porque el fenómeno se realimenta a sí mismo, se vuelve pernicioso y traba el sistema.
La revista The Economist con la IBM acaban de publicar el estudio "The 2002 e-readiness rankings" en el que aparecen clasificadas las 60 economías más poderosas del mundo, contribuyen con el 95% del PIB mundial, y la relación convida a presagiar lo que sobrevendrá. Para confeccionar la lista se tomaron en cuenta estos referentes: conectividad e infraestructura, clima empresarial, actitud de las empresas y los consumidores, marco legal y político, rasgos sociales y culturales y soporte a los servicios electrónicos. Tomo de la relación los casos que reflejan más nítidamente lo que he venido sosteniendo.1
Clasificación | |||
2002 | 2001 | País | Puntuación (sobre 10) |
1 | 1 | Estados Unidos | 8,41 |
2 | 10 | Holanda | 8,40 |
3 | 3 | Reino Unido | 8,38 |
4 | 11 | Suiza | 8,32 |
11 | 7 | Singapur | 8,17 |
13 | 13 | Hong Kong | 8,13 |
18 | 20 | Nueva Zelanda | 7,67 |
20 | 16 | Taiwán | 7,26 |
21 | 21 | Corea | 7,11 |
22 | 24 | España | 7,07 |
25 | 18 | Japón | 6,86 |
Fuente: Economist Intelligence Unit. |
Guillermo Perry, ex ministro de hacienda y Jefe para la región de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, (El Tiempo, 25-10-02; p. 1-19), anota que la mayoría de los países latinoamericanos acusan brechas grandes y crecientes en materia de educación, tecnología e ingresos. Mientras en América Latina, en la segunda mitad del siglo XX, el ingreso se duplico, en los industrializados se triplicó y se multiplicó por cuatro en los "tigres asiáticos". Estos países tenían niveles educativos similares a los nuestros en 1960 y hoy el estudiante promedio termina secundaria (mientras que en América Latina solo lo consigue un 53 por ciento) y el trabajador promedio tiene dos años más de educación.
La relación y los resultados del estudio del Banco Mundial son suficientemente elocuentes. Antes resalté los pilares del progreso: la actitud de los gobiernos y la gente. Ahora corroboro la afirmación, dos condiciones son necesarias para tener acceso a las nuevas tecnologías: ingresos decentes y educación. Aparentemente las dos variables residen en la gente, con todo, tras el telón de fondo aparece la sombra invisible del Estado, principalmente, en estos países mal llamados en vía de desarrollo. Tanto el impacto de los ingresos como los de la educación puede atenuarlos el Estado impulsando frontalmente programas de penetración de las redes telefónicas y la infraestructura que demandan las nuevas tecnologías.
En el mismo estudio del Banco Mundial a que hice alusión se insiste que los países latinoamericanos requieren mayor competencia en el sector de telecomunicaciones y un impulso más decidido y coherente para el desarrollo de la informática.
NUEVA ECONOMÍA ( e-conomía) o ECONOMIA DIGITAL (e-digital)
El mundo en que vivimos se nos escapa como el agua entre las manos. Y tratando de conseguir una nueva explicación al acontecer cotidiano nos hundimos en mayor confusión. En medio del aturdimiento el interés se acrecienta, sencillamente, porque muchos de los pronósticos que hasta hace poco se catalogaban cercanos a lo imposible, ya son una palpitante realidad.
Ya se ha evidenciado con claridad -y esto no es un invento del siglo XXI- que el cambio no es predecible, no siempre lo que sucedió antes determina lo que sucederá; algunas tendencias van evolucionando acompasadamente al tiempo que, otras, emergen inesperadamente, sin presentirse, y reorientan abruptamente la dirección del acontecer y la realidad, lo mismo que el sentido en que se interpretaban.
La civilización avanza a grandes zancadas empujada por el avance tecnológico y en algunos aspectos ha sobrepasado los límites de la ficción. En su apresurada carrera va forjando un mundo nuevo con argumentos rejuvenecidos que alteran la vida política, económica y social hasta ahora compartida. Los contrastes sorprenden. En la era agrícola descollaron el arado y la mula; a la industrial la impulsaron el acero, los motores, el combustible, los caminos, las autopistas, las redes eléctricas, la producción en serie; con todas estas manifestaciones estamos familiarizados. Luciendo atuendos atractivos y desconocidos la (n-economía) será tan diferente de la actual como ésta lo fue del taller artesanal de la época feudal, y serán la información, el conocimiento, la red, el silicio, los microprocesadores, la sintética, la fibra de vidrio y la biotecnología los artífices del progreso.
Vivimos la era de la inteligencia interconectada en red. El impacto de este nuevo medio de comunicación superará con creces al que produjeron las revoluciones provocadas por la imprenta, el teléfono, la televisión y el computador. Ahora, la multimedia interactiva y la denominada autopista de la información con su característica más insinuante -internet- como por ensalmo, por arte de magia, han alterado dramáticamente el ya complejo acontecer diario. Todos también, curiosamente, asociados con el conocimiento y la información.
La economía de la era de la inteligencia en red es una economía digital expresada mediante unos y ceros que a su vez se pueden representar en un computador como la presencia o ausencia de una señal eléctrica. A medida que la información pasa de análoga a digital, los elementos físicos tradicionales se convierten en virtuales, cambiando sin previa prescripción médica el metabolismo del sistema económico. En la economía agonizante el flujo de información es físico: dinero, cheques, facturas, documentos, fotocopias, etc. En la digital todo se reduce a bits almacenados en computadores, desplazándose a través de las redes a la velocidad de la luz.
Una pregunta puede aletear en el ambiente: ¿Y eso que tiene que ver conmigo? La n-economía como la actual extiende sus tentáculos a todo el quehacer humano y lo hace por igual cuando se trata del pobre o del rico, la mujer o el hombre, el negro o el blanco, el israelí o el palestino y no se detiene a establecer diferencias, excluir o estigmatizar. Se trata, sin rodeos, de una nueva forma de desarrollar las actividades. Mientras la economía en que hemos crecido permite apreciar en vivo todas las transacciones, la nueva -bajo el prodigio de la virtualidad- exhibe una arquitectura diferente: será fundamentalmente invisible. Ahora los seres humanos pueden, a través de las redes, intercambiar información, conocimiento y creatividad generando cambios sin precedentes en la creación de riqueza y desarrollo social.
La n-economía ya ha dejado entrever sin pudor -a través de sus ligeros atavíos- la sugestiva silueta con que la premió la nueva tecnología y sugiere la forma como se desenvolverán los negocios. Como la materia prima que circula por la red y la sabia que la nutre es la información y no productos físicos, asume como propios sus atributos.
ECONOMÍA DE LA INFORMACIÓN (e-información) Y DEL CONOCIMIENTO (e-conocimiento)
El itinerario de la sociedad del conocimiento en que estamos embarcados lo definirán: la información y el conocimiento, es así como se podrá hablar de la economía de la información (e-información) y de la economía del conocimiento (e-conocimiento). Umberto Eco recuerda la sugerencia de McLuhan, "la información ha dejado de ser un instrumento para producir bienes económicos, para convertirse en el principal de los bienes".3 En otro documento estableceré las diferencias que es posible identificar entre datos, información y conocimiento.
Para evadir complicaciones hablaré en términos generales de información. La lógica de la información regirá la e-información y la e-conocimiento. Por el momento sólo enfocaré las incidencias de la información. Las connotaciones más significativas son: 1. No es consumible o, más precisamente, como bien no se extingue con el uso; 2. Tiene el don de la ubicuidad, expresado de manera diferente, no es transferible, quien la suministra no se deshace de ella, la sigue poseyendo y puede estar al mismo tiempo en todas partes; 3. Es indivisible, no se puede fragmentar, sólo puede utilizarse como conjunto; 4. Es acumulativa, cada gota de información posibilita conseguir más información. 5. El valor de la información no es proporcional a su extensión, volumen o cantidad, más bien se determina por la calidad, la pertinencia y el momento en que se requiere; la utilidad no está siempre e incondicionalmente relacionada con el tiempo. 6. Ha permitido que el tiempo y el espacio resulten, en sí mismos, irrelevantes; 7. Como bien es producido en el mercado donde circulan ideas, innovación y conocimientos; 8. Puede ser empleada al tiempo por uno para varios usuarios o de varios para uno; 9. No pertenece a ninguna industria ni tampoco a ningún negocio en particular; 10. La información -como anota Peter Drucker- se distingue radicalmente de los demás productos básicos porque no encaja en el teorema de la escasez; por el contrario, se sitúa en el marco de la abundancia; dimensión que obliga a revisar radicalmente la teoría económica fundamental. Estos atributos no han sido descubiertos ahora, los ha tenido desde siempre, desde los sumerios.
Hasta hace poco no se había logrado establecer la diferencia entre la vieja y la n-economía, pero a raíz del fracaso de las empresas punto.com se ha caído en cuenta que: primero, el cambio ha cambiado, ha dejado de ser continuo para tornarse inesperado y se produce más rápidamente; segundo, se ha evidenciado otra característica muy peculiar de la n-economía que ya Bill Gates -en su libro Camino al futuro- había bautizado como "capitalismo sin fricción", c-s/fricción.
En el argot económico el concepto de fricción es distinto al que domésticamente se le otorga, significa: "Influencia que impide el pleno o rápido funcionamiento de las «leyes» económicas. …En la práctica la ignorancia de las oportunidades y los obstáculos a su libre movimiento, como p. e., un mercado ineficiente de la vivienda o las restricciones sindicales, producirán la fricción que restringe y amortigua el ajuste a las nuevas y cambiantes condiciones".2
En el lenguaje de los hombres de este mundo la fricción está conformada por el conjunto de circunstancias que frenan, obstaculizan, impiden o distorsionan el libre juego de las leyes de oferta y demanda. Los roces se van generando en el tránsito del productor al consumidor. Los negocios electrónicos implican la "reditización" de la cadena de valores. Se habla en estos términos cuando los pasos de la transacción se encajan en un proceso que se inicia en la concepción del producto, pasa por la creación, producción y distribución hasta llegar al consumidor.
En la práctica este enfoque provocaría la desaparición de los intermediarios. El dilema surge porque en la mayoría de las empresas, puntualmente, en las de servicios financieros la ignorancia del cliente -derivada de la falta de información- ha sido fuente de utilidades. Cuando todos los procesos funcionen reditizados se vivirá en un mundo plano, en donde desaparecerían las diferencias de todo género. En el artículo que titule La eficiencia del mercado: una utopía, aborde el tema de la asimetría de la información, por lo mismo, ahora no insisto.
Por el perfil que deja traslucir la n-economía se inspirará principalmente en el conocimiento y, por lo tanto, dirigida por los trabajadores del conocimiento: profesionales y técnicos y por los consumidores del conocimiento. Su fuerza y latido se encontrará en el cerebro y no en el músculo. Esta premisa es de suyo amenazante. Solamente encontrarán un futuro despejado quienes se esmeren por mantenerse permanentemente informados y de pulir sus conocimientos y se embarquen para toda la vida en el tren del aprendizaje continuo. Es un reto que tienta y atiza una hoguera de expectativas delirantes.
El panorama descrito es nítido: sólo tendrán participación activa en la e-conocimiento -en la n-economía- y por tanto medios de subsistencia apropiados, quienes estén dispuestos a navegar en un viaje sin regreso en la era digital, quienes cuenten con las posibilidades de hacerse a un computador o tener acceso a él y, luego, desarrollen las habilidades mínimas para explotar su potencialidad sin límites.
Con el objetivo de realizar una medición de la Sociedad de la Información, la Asociación Española de Empresas de Tecnologías de la Información (SEDISI), propone utilizar 39 indicadores distintos de la Nueva Economía. El informe "Métrica de la Sociedad de la Información, Datos 1999-2000" agrupa los indicadores en cinco grandes apartados: la propia industria TIC, la infraestructura disponible, el equipamiento de terminales de acceso de todo tipo, la penetración de los servicios más habituales, su utilización real y otros diversos aspectos sobre penetración empresarial y social.4
¿Cómo está Colombia en estos aspectos? Sobre el particular las cifras son escuetas e inconsistentes, no son creíbles; con todo se mencionan para tratar de dibujar la silueta de su evolución. Hace poco (El Tiempo – Caribe, 05-07-02, p. 1-12) un grupo de inversionistas de Barranquilla y Cartagena crearon a EnRed, y en esa oportunidad se dijo que la cobertura de Internet en Barranquilla llegaba apenas a un 2 por ciento con respecto al resto del país y un 1 por ciento en Cartagena. Bogotá y Medellín, tenían una penetración de equipos del orden del 52 y 27 por ciento, respectivamente. La Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones (El Tiempo, 21-10-02, p. 3-12) dio a conocer una encuesta realizada entre 663.253 "usuarios del ciberespacio" que arrojó estos resultados, expresados en porcentaje: Bogotá, 54,21; Cali, 16,05; Medellín, 15,8; Barranquilla, 12,08 y Pereira, 1,86. Como se puede advertir los datos no dan pié para analizarlos desde ningún punto de vista. No percibo que haya alguna política seria cuando los inversionistas del sector y la entidad encargada de promocionarlo no manejan sus estadísticas. Estas señales solo sirven para percatarnos en qué dirección se tiene enrumbado el futuro.
Una inquietud aguijonea y gira alrededor de la pregunta: ¿Quiénes tienen o tendrán acceso a esta n-economía? Ya se enumeraron las cualidades que deben tener, la pregunta persigue identificarlos.
TRABAJADORES DEL CONOCIMIENTO (t-conocimiento)
Tratando de abarcar en una sola frase el panorama descrito, subrayo que la sociedad del conocimiento, s-conocimiento, está bajo el yugo de la n-economía en donde la e-información y la e-conocimiento son los motores que la impulsan maniobrados por los t-conocimiento.
Las angustias que antes se padecían por falta de información ahora se ahogan en medio de la cascada que se ha venido encima, a la par, nuevas exigencias aparecen o adquieren renovada importancia. La e-conocimiento espera de los t-conocimiento niveles cada vez más comprometedores de: educación, habilidades en informática, pensamiento crítico, análisis de la información y capacidad de síntesis. Simultáneamente se ha aumentado en razón exponencial la complejidad del ambiente laboral cambiando la forma de: pensar, trabajar y aprender. No hay forma de establecer en cuál de esos campos la escisión es más profunda. Tal vez el efecto se perciba más contundentemente en la forma de pensar, de concebir el mundo; porque sobre este estrado se levantará la nueva estructura.
Siguiendo este carril, estimo, que el esfuerzo más exigente se necesitará para soltar las amarras que lo aprisionan al pasado, borrar los paradigmas que sirvieron de eje articulador y, al tiempo, concebir el mundo en forma diferente, renunciando a la linealidad y consintiendo que los opuestos jueguen y se confundan. Flexibilidad, tolerancia, compromiso, son los nuevos meridianos.
El segundo escalón lleva a reconsiderar los modelos de trabajo. El t-conocimiento tiene que desplazarse pensando al unísono en varios frentes: asumir el trabajo como un proyecto de vida en donde él mismo será su propio gerente, desaparecerán los jefes; él será su propio jefe. Los sistemas de contratación también se han rectificado radicalmente. Desaparecerán del entorno laboral los contratos a término indefinido y los reemplazarán el outsourcing o los contratos a término fijo; la vinculación será por horas. Será un trabajador itinerante, el área física de trabajo no será preestablecida y, por supuesto, estará fuera de las tradicionales "oficinas"o trabajará desde la casa, en otros casos; el salario será integral y él mismo definirá la cuantía.
Otros requerimientos no provocan tanto sorpresa como perplejidad. El trabajo que ha sido ancestralmente considerado como manual; en los nuevos tiempos su naturaleza es básicamente conversacional; el lenguaje es el instrumento y las organizaciones y los hombres se entienden como redes de conversaciones: nuevos atajos habrá que tender para sobrellevar estos desafíos que acosarán la vida laboral.5
El tercer escalón toca a las formas de aprender. La tecnología que revolucionó los negocios también reconfiguró los modelos de aprendizaje. El lugar de aprendizaje conquisto una dimensión desconocida: el don de la ubicuidad. Sobre los empresarios se cernirá una gran pregunta: ¿usted estimula el aprendizaje o la capacitación a fin de generar el cambio, o, se limita a permitir que ocurra? La visión indica que el aprendizaje es una estrategia para alcanzar competitividad. Desde este perfil, los recursos humanos no se capacitarán como alternativa para estimularlos sino como una estrategia para garantizar la supervivencia de la empresa en el mercado.
El aprendizaje electrónico -el e-Learning es una de las novedades más impresionantes de la virtualidad. Está en pleno desarrollo en los centro de formación y a no dudarlo contribuirá poderosamente a definir el futuro de los modelos de enseñanza. No sustituirá totalmente el sistema tradicional, más bien lo complementará dadas sus cualidades: facilidad de acceso, permite la difusión de contenidos actualizados, dinámicos y personalizados, propicia mejores experiencias de aprendizaje, fomenta la colaboración con pares y expertos, está disponible para todos en cualquier momento y lugar; genera ahorro sustancial, permite acceder just-in-time a información oportuna, garantiza mayor retención del contenido; propicia la colaboración y comunicación entre los participantes y la capacitación es menos intimidatoria que la dirigida por un instructor. Lo que alcanzo a visualizar es que de cada modelo se privilegiará lo mejor.
De todo este rosario de expectativas la amenaza más seria para los trabajadores del conocimiento no es precisamente el e-Learning, sino el mar de información que la red ha puesto al alcance de cualquier persona. Ante semejante avalancha, es necesario estar dispuesto a enfrentar provocaciones no previstas que invadirán espacios hasta entonces vedados. En internet encuentra información sobre lo divino y lo humano, lo que antes costaba muchos dolores de cabeza ahora lo consigue en un santiamén: pulsa clic y basta. Acceder a internet significa vivir experiencias y, con el tiempo, paulatinamente, y sin ayuda, el navegante se va familiarizando con el sistema y llegará a contar con información privilegiada, y, quien cuenta con información tiene poder.
En los nuevos tiempos del cólera -10 años atrás-, por ejemplo, un docente se desempeñaba solitario en el manejo del conocimiento que impartía. Se podía dar por seguro que los estudiantes no tenían acceso a los libros por su costo; por esta y otras razones de índole diferente, era muy difícil que un alumno consultará o propusiera temas que estuvieran fuera de su alcance. Hoy la situación es totalmente distinta, la vía está disponible para encontrar los temas más difíciles o controvertidos. Los docentes y todos los trabajadores del conocimiento están corriendo el mismo riesgo.
Naturalmente, se conectarán a la red los que por la naturaleza de su trabajo tengan que hacerlo y, por cierto, se convertirá en una fortaleza. No correrán la misma suerte quienes no estén trabajando o sus medios -especialmente los económicos- le nieguen esa posibilidad. Y este es el aspecto que más desasosiega porque contribuirá soterradamente a profundizar la brecha, será al igual que la presión arterial el enemigo silencioso, agazapado.
Los argumentos precedentes inducen ratificar que desde siempre ha persistido la intención, y recurrentemente se renueva la esperanza, de superar la aberrante pobreza que recorre el mundo avergonzando a todos los humanos sin distingos. Los esfuerzos por reducir los estragos que genera se multiplican sin cesar y contrariando la sabiduría convencional, en vez de aplacarse embiste con más furia. Todo parece indicar que se incrementa inversamente proporcional a la magnitud de los esfuerzos que se despliegan para atenuarla. Y la paradoja no parece conseguir un talismán que logre al menos intimidarla o apaciguarla.
Si bien el hombre ha logrado avances sin parangón en su lucha contra las enfermedades incurables que diezmaban a los pueblos, las que se han librado y emprendido contra la pobreza han sido inútiles y basta tan solo un instante de reflexión para apreciar más claramente cómo todos los experimentos se sumergen en una retórica inocua equivalente a intentar llenar un saco sin fondo. A pesar de lo que sostienen los jerarcas de la informática, paradójicamente, internet también contribuirá a echarle leña a la hoguera.
1GARCÍA, Jacinto. Un análisis de la penetración de las TI en las economías mundiales. Boletín, 26-09-02; http://www.n-economia.com.
2SELDON, Arthur y PENNANCE, F. G. Diccionario de economía. Barcelona, Hyspamérica, 1983. p. 266.
3ECO, Umberto. Para una guerrilla semiológica. www.nombrefalso.com.
4PULIDO, A Métrica de la sociedad de la información: los 39 indicadores propuestos por SEDISI. Boletín, 26-09-02; http://www.n-economia.com.
5NEWFIELD CONSULTING. ¿Qué es coaching? www.coachingempresarial.com.
*JESÚS ALVAREZ RODRÍGUEZ. Ingeniero Industrial. Universidad Industrial de Santander. Postgrado en Elaboración y Evaluación de Proyectos de Desarrollo Económico. Convenio OEA-Universidad de Cartagena-Atlántico-CETREDE. (Brasil). Máster en Administración de Empresas. Convenio OEA-INSORA. (Universidad de Chile). Especialista en Teoría, Métodos y Técnicas de Investigación Social. Convenio Universidad de Cartagena-ICFES, 2001. Ex profesor de pre y postgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena. Instructor SENA en el Área de Recursos Humanos.
JESÚS ALVAREZ RODRÍGUEZ