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Persona, Personalidad y Personaje en la entrevista socioparaxiológica (página 2)

Enviado por Alberto Farias


Partes: 1, 2

He hablado de tiempo, dinámica, contexto por lo tanto él diagnóstico es un descubrimiento del lenguaje con que se expresa "en ese momento" el objeto-problema estudiado y no "una marca para siempre ", es una herramienta imprescindible, para abordar lo que se supone que se quiere modificar –al menos desde el discurso del Yo- que como cualquier herramienta sirve si se la aplica para lo que fue diseñada, durante el momento y por el tiempo justo.

Toda formación sintomática tiene aspectos denotativos y aspectos connotativos y al poner el énfasis, como lo estamos haciendo en lo connotativo, solo queremos llamar la atención sobre la importancia de la búsqueda de los factores asociados a la expresión observable. Es verdad que no todo síntoma "me habla de otra cosa oculta", pero también es cierto que un síntoma tiene sentido en un contexto que lo produce y es ese contexto al que no debemos ignorar. La conciencia o no de esa relación por parte del consultante es otra cosa, como lo es la tensión que establezco su Yo entre lo que "le pasa" y lo que "reconoce que le pasa", en términos más técnicos la "egosintonía" o "egodistonía" respecto de sus síntomas. Por lo general los síntomas "le molestan" al consultante, lo preocupan o incomodan, por eso que al mismo tiempo son parte y no él todo de la persona. La egosintonía total entre persona y síntoma nos llevaría al campo de las llamadas psicopatías (acción sin conflicto interior), tema que por su complejidad técnica excede los objetivos de este articulo.

Diagnóstico y conocimiento

En el área de la "Salud Mental", tradicionalmente, algunos sectores ligados a un enfoque singular del pensamiento psicoanalítico han mantenido un prejuicio hacia él diagnóstico y en torno a ese proceso multifacético -más cualificable que cuantificable -que es el psicodiagnóstico.

La influencia de cierto "energetismo pulsional" inasible e impredecible, mas la reducción a la idea de que "todo depende de todo", han contribuido bastante a este prejuicio.

Se ha afirmado que diagnosticar era obturar, marcar, prejuzgar y condenar al consultante a la mera esclavitud del síntoma, que al ser diagnosticado desde el saber del experto enajenaba la palabra llena de saber del consultante. Entonces todo se reducía a "escuchar": el oído sensible del experto como herramienta multiuso.

Si el consultante consulta es porque no sabe todo sobre su síntoma y además no sabe qué hacer con lo poco que sabe.

Dejarlo en la misma situación en la que entro al consultorio diciéndole ¿Quién sabe?, es una cuestión una vez más ligada a la observancia ética.

Pero aquí, la cosa pareciera complicarse: ¿Qué queremos decir con que el consultante no sabe todo sobre su síntoma? ¿Acaso de esto se debe inferir que el consultor si conoce o sabe todo lo que no sabe el consultante? La respuesta es no.

El consultante ("padeciente") no entiende el síntoma porque este se amasa con un código susceptible de ser decodificado con una lógica racional, análisis de las leyes que rigen el funcionamiento psicoorgánico y de la situación mediante, y él en cambio es al momento de su padecimiento sujeto y objeto de pasión, única dimensión que la razón científica no puede explicar en términos codificables.

Sin embargo la pasión articulada a la cultura, es decir al contexto y al tiempo, en fin a la situación,

Produce signos y síntomas en base a una dinámica perfectamente comprensible en un momento dado, y esto su puede ser señalado y de esto el consultor puede saber algo

más. No podrá hablarle al consultante de la verdad de su pasión -la del otro- porque no puede acceder allí con el código, pero podrá descubrir ese código y diagnosticar la situación siempre sobre la base del código que -insistimos- no es de él, sino del consultante.

Lo que es del experto es el conocimiento de las técnicas para descubrir el código, pero no el código en sí.

El consultor o el trabajador social (sociopraxiólogo) en el proceso de diagnosticar (ver figura) descubre los códigos, sintomáticos y explica al consultante las características de la situación en la que los signos y los síntomas se presentan y ofrece "a posteriori" una estrategia técnica (por ejemplo una determinada psicoterapia, orientación, etc.) para permitir al consultante hablar de su pasión y -si éste lo decide- reordenar la situación (nivel racional) en la que aquella pasión se expresa.

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La "ecuación comportamental" en la entrevista sociopraxiológica

La persona es la dimensión integral que alude a la historia singular, a las necesidades físicas, sociales, afectivas y culturales.

La personalidad co-instituye una estructura y un estilo de adaptación al medio. Estructura que deviene de la construcción sociointeractiva, de las claves heredo-constitucionales y del desarrollo madurativo del organismo.

El personaje es la máscara socio-laboral, el ropaje con el que se presenta y re-presenta el rol.

La situación resulta de una configuración externa al sujeto y lo sitia situándolo en la necesidad de adaptarse.

La personalidad puede pensarse como la organización dinámica dentro del individuo de los sistemas psicofísicos que crean patrones característicos de acciones, pensamientos y sentimientos (Allport, 1980; Carver & Scheier, 2003; Farías, 2008)

La ecuación comportamental

Así la personalidad es la dimensión articuladora entre la persona y el personaje en el marco de la situación.

El modelo PPP desarrolla esa articulación a través de lo que llamamos la ECUACION COMPORTAMENTAL (o "dramática", donde "drama" alude a la actuación del rol)

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P1 es la PERSONA, P2 es la PERSONALIDAD, P3 es el PERSONAJE Que se lee así: la persona condiciona a la personalidad y esta condiciona al personaje. La situación entorna material y virtualmente al sujeto de la acción.

Las 3 P en S: Persona, Personalidad y Personaje

en Situación. La persona y su inclusión social

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Así, nuestro modelo de abordaje de las personalidades en el seno de una organización dada se resume en la idea de "convergencia organizacional".

Esta convergencia resulta de la articulación del recurso humano con el factor humano.

Es decir el personaje organizacional con las necesidades de la persona.

La tensión entre personaje y persona es funcionarizada o disfuncionalizada por la personalidad del actor.

Personaje de rol (el hacer), persona de necesidad (el alguien) y personalidad del actor (un yo particular) se despliegan en un escenario preciso sobredeterminado y sobredeterminante: es decir la organización (situación laboral)

Antes de señalar como identificamos estas dimensiones en el proceso de la entrevista, detallemos con insistencia las características de cada uno.

Persona: el ser y la necesidad

La convergencia de intereses y necesidades del hombre trabajando en situación resulta de la articulación del recurso humano con el factor humano. El personaje del rol organizacional amalgamado con las necesidades integrales de la persona (desde las básicas fisiológicas hasta las de autorrealización)

La tensión entre personaje y persona es funcionarizada o disfuncionalizada por la personalidad del actor laboral. Personaje de rol, persona de necesidad y personalidad del trabajador se despliegan juntos en un escenario preciso sobredeterminado y sobredeterminante: la organización laboral.

El respeto a la persona de necesidad, está vinculado a lo que hoy se conoce como bioética del trabajo. A esta dimensión la incluimos en lo que consideramos el nivel del Factor Humano

Que el sujeto identifique su ser productivo y creador con su trabajo, que pueda alinear su identidad laboral con lo que hace y produce y con el cómo y dónde lo hace es una cuestión de enorme relevancia a la hora de considerar la calidad de vida laboral y la autorrealización por la profesión del oficio. Es interesante señalar como un hecho cotidiano, que cuando le preguntamos a alguien por lo que hace laboralmente nos expresa una respuesta relacionada con su "ser de trabajo": dice "soy comerciante, ingeniero, profesor, periodista, etc." El ser se expresa por el hacer y viceversa.

Durante mucho tiempo se consideró a la vocación como una fuerza innata e irrefrenable capaz de sortear todos los escollos que se interpusieran entre el individuo y su meta. Estaba más allá del carácter y de las circunstancias, era un sino, un llamado interior que le permitía a alguien "ser lo que debía ser o sino no ser nada", tal la sentencia atribuida al Gral. San Martín.

Modernamente la idea acerca de la vocación ha cambiado sustancialmente, al menos desde el enfoque científico de los especialistas (psicólogos laborales, sociólogos, etc.).

El diccionario nos ubica en el origen de la palabra: "del latín vocatione, llamamiento. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera. Aptitud o atracción por una actividad profesional determinada. Para una adecuada orientación vocacional la psicología tiene en cuenta el desarrollo conseguido en aquellas aptitudes intelectuales que más directamente están en relación con la profesión a la que el joven se siente inclinado, y también sus principales rasgos de personalidad"

Remarquemos dos palabras de la reciente definición: "inclinación" y "aptitud" y ambas se relacionan con el concepto de "rasgo de personalidad"

Puede alguien sentirse inclinado o entusiasmado por alguna actividad profesional, pero luego descubrir que su aprendizaje le resulte difícil o aburrido porque en verdad no reúne las aptitudes necesarias. Esto no tiene nada que ver con la inteligencia o la voluntad, sino con la personalidad y los intereses "esenciales" de cada uno.

Sería demasiado pretencioso intentar definir los factores que intervienen en la formación de una actitud vocacional -que en nuestro mundo actual choca con límites precisos que hacen confrontar deseos con realidades estrechas- Los hay relacionados con el concepto psicológico de "Ideal del Yo" (como uno mismo imagina que quisiera ser), factores de presión familiar, de circunstancias económicas, de condiciones de oferta y demanda del mercado, de prestigio social, de moda, de tradición, vinculados con situaciones traumáticas de la vida infantil que con conciencia o no se buscan enmendar, etc.

Lo cierto es que toda pretendida vocación comienza en una fantasía de ser de tal o cual manera, haciendo esta o aquella cosa en determinadas circunstancias; pasa luego por un momento de decisión al tener que concretar el tiempo de estudio real, (facultad, escuela técnica, etc.) y arriba a un periodo de crisis al aproximarse la graduación y tener que buscar trabajo. El comienzo de la vida laboral es siempre crítico porque implica un cambio de status socio-familiar y un pasaporte al mundo del rendimiento productivo que la sociedad y nuestro entorno inmediato nos exige, como confirmación, además, del paradigma que equipara lo normal a lo saludable. Para aquel que ingresa al mundo del trabajo estrenando una profesión, el desafío es doble: a mi identidad adulta le sumo la identidad del ser profesional. A mi nombre se pega como prefijo el tratamiento social que otorga mi título. Con el tiempo a la habilitación técnica le sumaré experiencia y si mi personalidad resulta compatible y creativa quizá alcance un desempeño rayano en la excelencia.

La persona y su "vocación" laboral

El grado de desarrollo económico y el tipo de demanda laboral, así como el cambiante prestigio de las tareas y roles sociolaborales, inciden fuertemente a la hora de elegir un oficio o profesión académica.

Ciertas personas de características apasionadas, intuyen y definen tempranamente sus intereses por cosas y quehaceres bien determinados, porque reconocen sin conflicto que en ellos se expresan claramente sus identidades y sus ideales. Otras -la mayoría- no tiene tan claro sus intereses y por lo general se sienten desorientados o confundidos frente al futuro laboral que habrán de elegir.

Es aquí cuando una orientación vocacional ocupacional (OVO) (3) que tenga en cuenta no solo las aptitudes, sino también el conflicto y la personalidad del orientado, puede ser beneficiosa y oportuna, ya que buscara una mayor autonomía de criterios al momento de elegir.

Es cierto que no puede haber elección sin algún tipo de condicionamiento, es decir que no hay elección en "libertad absoluta", ya que siempre estamos condicionados de algún modo, por nuestra conciencia, por los prejuicios, por las costumbres, los valores, los límites de la naturaleza o la sociedad, por las fidelidades, las creencias, las culpas, etc.

Pero, a pesar y con todos restos condicionamientos a cuestas, los hombres no pueden dejar de elegir a cada instante algo de mayor o menor importancia para sus vidas, y esta elección puede ser considerada como "un acto responsable en una libertad posible" (posible, por las circunstancias históricas que son diferentes en cada uno).

Nuestro diccionario, al referirse a la palabra "elección", enfatiza precisamente que es sinónimo de deliberación, libertad para obrar. Deliberar y obrar dice la definición: pensamiento y acción, he aquí la síntesis de una verdadera elección, su esencia.

Elegir un oficio, una profesión es definir o al menos intentar dibujar una identidad, es también recortar -a veces artificialmente- ciertos aspectos de la personalidad para resaltar otros.

Orientar "voca-ocupacionalmente" a un joven es una tarea delicada que implica, no solo "descubrir" una aptitud para resaltarla, sino ayudarlo a pensar una ubicación ocupacional concreta, que reforzará después aspectos específicos de su identidad laboral, ayudarlo en fin a pensar sus posibilidades personales y sociales relacionadas con ese perfil de rol laboral que marcará su vida futura.

La orientación vocacional ocupacional, no es un acto adivinatorio ni una búsqueda arqueológica donde se descubra una supuesta vocación oculta, tampoco el orientado es un "elegido", sino que contrariamente debe partirse de un hombre libre para poder elegir, con los riesgos, las perdidas y el interjuego con los condicionamientos y el azar presente en el devenir de toda elección.

El orientador voca-ocupacional es un técnico universitario entrenado profesionalmente para ayudar

-utilizando técnicas estandarizadas y entrevistas abiertas- a que el cliente orientado descubra, por una parte la vinculación de sus actitudes y fantasías con los roles laborales pensados, sus conflictos y temores de fracaso y -por otra parte- a facilitarle vías de información sobre ofertas de capacitación, áreas de aprendizaje y coincidencias o discrepancias entre lo deseado y sus posibilidades materiales de concreción.

En resumen la orientación vocacional ocupacional debe ser un proceso articulador entre factor y recurso humano, orientado a su vez a una meta básica: que la persona mejore su capacidad de autocomprensión y con ello aumente sus posibilidades de elección de un futuro rol profesional, es decir de libertad, acercándose a la idea de acciones electivas autoeficaces, que pudiera resumirse en una versión libre de la mítica frase sanmartiniana: serás lo que quieras ser…en tanto trabajes para crear las condiciones que te permitan serlo.

Relación hombre-trabajo

El hombre trabajando resume un encuentro permanente entre sus necesidades socio-bio-psico-culturales (el factor humano: persona de necesidad) y su performance de desempeño con arreglo a las competencias requeridas en su trabajo (el recurso humano: personaje de rol). El hombre sin trabajo se expone a la crisis de sus fortalezas y al colapso de su autoestima. ¿Qué relación podemos establecer entonces entre la desocupación laboral y la identidad personal?

El hombre sin trabajo (desempleado en este caso) va de suyo, no logra ligar sus necesidades básicas a su productividad

laboral. Su identidad se resiente, sus carencias aumentan. Los efectos de la desocupación crónica podrían clasificarse con arreglo a los aspectos: económico, sanitario, educativo, social, cultural y psicológico. Además de la dimensión ética-moral implicada, por supuesto.

Comentamos aquí la faz psicológica vinculándola a la temática de la identidad, definida esta como "la constante temporal que me posibilita reconocerme a través de los cambios". La identidad es lo que siento que soy y se relaciona con mi ser y mi hacer.

Mi hacer determina gran parte de mi ser. Cuando queremos saber a qué se dedica alguien en el mundo del trabajo, es frecuente que al preguntarle responda "soy" arquitecto, comerciante, carpintero, empresario, profesor, etc.

Lo que llamamos la "identidad laboral" o "identidad de rol" es un aspecto determinante a la hora de evaluar el equilibrio emocional y la capacidad de adaptación saludable a la organización del trabajo. El tema del desempeño y las competencias –que abordaremos en otra nota- tiene mucho que ver con esto. La identidad general de una persona puede sesgarse en tres dimensiones: la identidad de género (IG) incluye los aspectos relacionados con el género y los emblemas de la sexualidad.; la identidad histórica (IH) se vincula con los aspectos históricos y familiares en el marco de la estructura de parentesco y finalmente la identidad de rol laboral (IRL) que recorre los aspectos relacionados con las expectativas atribuidas y asignadas en el plano de la performance socio-laboral.

En el marco de la "psicología del desocupado", hemos sintetizado algunos trastornos del "Yo" observados ante la pérdida de trabajo, que llamamos "síndrome reactivo al desempleo" SRD Sus características individuales (es decir observadas en el sujeto al margen de sus creencias gremiales, sociales o políticas) fueron:

a) Tendencia al aislamiento como defensa frente a la hostilidad y el miedo. Por ejemplo, la dificultad en comprender que debiera hacerse y la paulatina creencia de que será inútil todo esfuerzo en pos de un resultado exitoso en la búsqueda de trabajo, con el riesgo de una gradual retracción de los espacios de participación e intercambio social.

Por eso mismo no es difícil entender que quienes participan orgánicamente de las agrupaciones político-reivindicativos de desocupados -muy ostensibles en los últimos años- terminen encontrando allí paradójicamente, una nueva identidad social, que reemplaza a la que perdieron al quedarse sin ocupación.

b) Aparición en algunos casos de un dilema complejo: la afirmación de un individualismo pasivo como filosofía de vida versus la opción de ser parte de un colectivo comunitario de acción militante (movimiento social, barrial, etc.), que lo iguala como par en el fragor de la lucha por la inclusión laboral.

c) Disminución de la autoestima como consecuencia de una sensación de inadecuación social. Cuando la relación meta-esfuerzo-satisfacción se quiebra, no por voluntad o neurosis personal sino por factores externos al individuo, el resultado puede ser un Yo que experimente una vivencia de impotencia y auto reproche por el fracaso y sentirse entonces inútil y "culpable".

d) Un curioso mecanismo de "negación" junto al famoso "sentimiento de culpa" hacen una extraña pareja, en otros casos observados: el individuo se autojuzga severamente por no haber logrado hacer lo que piensa que se espera de él. Y así y la angustia desencadenada puede traer aparejado el gesto de desentenderse de lo que le está pasando.

e) La aparición eventual de una mayor agresividad, ya que la frustración de una necesidad de cualquier índole suele suscitar ese tipo de respuesta, hasta que se procese y se establezca un nuevo equilibrio interno.

f) Finalmente si el desocupado no logra insertar la frustración en una red socio-familiar que le devuelva la confianza en sí mismo, podría encaminarse a una actitud de espera fatalista, caracterizada por pensamientos inquietantes como la posibilidad de perder la vivienda o no poder educar a sus hijos o que algo malo le ocurra a la familia, etc. Sin duda entonces, la gran tarea de hoy en el mundo globalizado es liderar el cambio en la marcha hacía un pleno empleo como herramienta de cohesión social y calidad de vida.

La Personalidad

La personalidad como estructura articuladora entre recurso humano, factor humano y situación

Puede definirse como la organización dinámica dentro del individuo de los sistemas psicofísicos en equilibrio, responsables de los patrones característicos que perfilan transacciones adaptativas con el entorno y la situación, expresadas en pensamientos, sentimientos y acciones, es decir motivadoras de la conducta humana (Farías;2007)

  • La personalidad no es solo una acumulación de partes y piezas…tiene una organización

  • La personalidad no se limita a estar ahí, es activa tiene proceso

  • La personalidad es un concepto psicológico pero esta intrincadamente ligada a la biología

  • La personalidad es una fuerza causal ,ayuda a determinar la forma en la que el individuo se relaciona con el mundo

  • La personalidad se muestra en patrones recurrentes y coherencias

  • La personalidad no se muestra de una sino de varias maneras, en conductas variadas tales como acciones observables, pensamientos y sentimientos

  • La personalidad es una construcción socio-bio-psíquica históricamente determinada y significativa en situación

  • La personalidad es a la vez psicológica, histórica, cultural, socioambiental, biológica-evolutiva y reactivamente condicionada.

  • Podemos también pensar la personalidad como la interacción compleja de rasgos psicológicos que determinan la forma en que el sujeto se comporta en situaciones diversas.

La personalidad se muestra en patrones recurrentes y coherencias y no manifiesta de una sola sino de varias maneras, en conductas variadas tales como acciones observables, pensamientos y sentimientos. Podemos también pensar a la personalidad como la interacción compleja de rasgos psicológicos que determinan la forma en que el sujeto se comporta en situaciones diversas (lo que llamamos el estilo). Cotidianamente el concepto de personalidad es usado de manera coloquial en referencia a cierta especificidad y particularidad (Juan o María tienen una personalidad agradable, etc.).

Sin embargo cuando los especialistas se refieren a este concepto se orientan al estudio de generalidades, de manera abstracta, que pueda aplicarse a todas las personas. (Carver & Scheier; 2003)

La idea de personalidad en el habla cotidiana -y en el imaginario popular- implica al menos tres características que, de manera intuitiva, reflejan otras tantas coincidentes con la perspectiva científica.

Estas son:

a) coherencia y continuidad

b) interioridad

c) síntesis notable de un rasgo predominante.

Coherencia, causalidad interna y distintividad personal, resumen en definitiva la identidad asociada al concepto de personalidad. Aparece aquí la personalidad como estructura.

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Las diferencias individuales y la dinámica intrapersonal

No existen dos personalidades idénticas. Así podemos verificar fácilmente muchas diferencias individuales.

Cada personalidad comparte con otras generalidades y tiene para sí características diferenciadas que se vinculan con la historia del sujeto, biotipo, rasgos de carácter, etc. (por ejemplo: sensibilidad ante el recuerdo de ciertas melodías, pro-actividad, búsqueda de límites, inquietud ante los desafíos, etc.)

A su vez, aquellas generalidades mencionadas se refieren tanto a mecanismos comunes y similares a todas las personalidades (por ejemplo: continuidad actitudinal, respuesta a estímulos motivacionales singulares, etc.), como así también a características específicas que permiten una clasificación en grupos con rasgos compartidos y que forman "tipologías de identidad actitudinal" o "estilos de personalidad" (por ejemplo: personalidades extrovertidas, de acción, reflexivas, etc.)

En cuanto al funcionamiento intrapersonal, este proceso dentro del sujeto se caracteriza por un conjunto de constantes que podrían definirse como "organización dinámica" (Allport; 1980) "Estos procesos -dicen Carver & Scheier- producen un sentido de continuidad interior, incluso si el sujeto actúa de manera diferente en circunstancias distintas.

Es decir, que aun si los resultados son diferentes en situaciones disímiles, los procesos comprendidos son los mismos."

Personalidad, rasgo, comportamiento y situación

La relación entre comportamiento y personalidad frente a similares o distintas situaciones admite las siguientes posibilidades:

  • A) DISTINTAS PERSONALIDADES ANTE UNA MISMA SITUACION

  • B) DISTINTAS SITUACIONES ANTE UNA MISMA PERSONALIDAD

  • C) LA TERCERA OPCION DE RECIPROCIDAD ENTRE LAS

PERSONALIDADES Y LAS SITUACIONES NO GENERA INTERES

PARA NUESTRO EJEMPLO

En "A" diferentes personalidades pueden comportarse de diferente o similar manera ante una misma situación.

Ejemplo: un examen estudiantil puede generar ansiedad extrema en P1 y P2, y en cambio control racional en P2.

En "B" diferentes situaciones pueden determinar diferentes o similares comportamiento de una misma personalidad.

Ejemplo: Una personalidad con actitudes predominantes de perfil optimista y extrovertido, puede comportarse activamente en el club y en su grupo de estudio y en cambio permanecer con discreto perfil en la relación laboral con el jefe.

Sucede que el concepto de "rasgo de personalidad" (Catell; 1956) implica una condensación de factores característicos, que al momento de la conducta explica porque hay que diferenciar comportamiento concreto (por ejemplo tranquilidad o arrebato) de "motivación implícita" vinculada o disparada por el rasgo existente.

En otras palabras, si alguien tiene como rasgo ostensible la proclividad a no tolerar la injusticia, podría estar muy tranquilo ante un examen reprobado con justificación y notablemente furioso ante un resultado injusto o discrecional.

La idea de rasgo es principalmente de orientación cuantitativa y empírica y centra sobre la medición de la personalidad en términos de

características psicológicas específicas del sujeto llamados rasgos. La personalidad se encuentra así integrada por una serie de atributos predecibles (rasgos o factores). Digamos entonces que el rasgo es el elemento perceptible, relativo y constante respecto del cual una persona es diferente de otra; Consideremos al rasgo como variable diferenciadora individual. Más adelante en "Corolarios" relacionaremos estas variables con la capacitación para un desempeño adecuado, como producto de una armonía entre rasgos y competencia (ver "Personalidades competentes").

Así los rasgos son comunes a muchos sujetos y varían en magnitudes absolutas. Son en general relativamente estables y ejercen una notable influencia sobre el comportamiento personal. Pueden además deducirse midiendo las diferentes conductas.

Temperamento, carácter y personalidad

Estos términos, suelen utilizarse a veces como sinónimos en el habla popular y otras veces se definen erróneamente. Por otro lado el concepto de temperamento se ha dejado de utilizar mayormente en el ámbito de las investigaciones modernas. El temperamento puede ser definido como "la parte heredo-constitucional" identificable al momento de observar los primeros circuitos proactivos y reactivos del comportamiento. Si un niño recién nacido llora mucho o duerme poco o es muy tranquilo se podrá decir que "tiene tal o cual temperamento", etc. Sin embargo otros factores como los ambientales, contextuales o interactivos del aquí ahora (madre-hijo) o tal vez los coyunturales traumáticos como el proceso y la forma misma de nacimiento o inclusive los factores incidentes

durante el desarrollo intrauterino, la emocionalidad reactiva de la madre embarazada, etc., rara vez son considerados variables intervinientes cuando se habla de "temperamento". Este término data de tiempos muy lejanos en la historia y se emparenta con las filosofía de los humores de Hipócrates. El temperamento, en este marco de conocimiento precientífico, estaría determinado por los humores corporales que en

términos más modernos se podría asociar a las secreciones glandulares. Su existencia está determinada por lo que se conoce como teorías de las constituciones físicas.

Los factores heredo-constitucionales son, en este marco teórico-filosófico, de importancia puntual y fundante, ya que todo comportamiento atribuido al temperamento se pone en dependencia directa con un determinismo biológico.

Los estudios modernos en genética humana, endocrinología, bioquímica y los aportes de la neurofisiología , están llamadas a cumplir un papel determinante en la comprensión moderna de lo que llamamos "temperamento" y aún determinar ,junto con la moderna Psicología de la Personalidad, si cabe hoy por hoy la utilidad y la pertinencia epistémica de tal concepto.

El término "carácter" proviene del griego: grabado, acuñado. Lo caracterológico establece disposiciones construidas durante el desarrollo a partir del encuentro de lo temperamental con los estímulos del medio ambiente.

El carácter deriva en última instancia de la influencia social concreta, la interacción con el entorno durante los primeros años de vida.

Dicho de otra manera, el encuentro entre las tendencias temperamentales y los requerimientos y condicionantes del primer entorno familiar interactivo construye las disposiciones caracterológicas. Si un niño pequeño "por su temperamento" se muestra activo e inquieto de manera sistemática y sus referentes adultos responden con tranquilidad y continencia, el

carácter co-construido resultante será presuntamente diferente al surgido ante una respuesta paterna sistemáticamente intolerante, ansiosa e incontinente. Desde esta perspectiva el carácter es una resultante necesariamente interactiva que define disposiciones de perfiles transactivos (síntesis singulares).

Sobre las tendencias temperamentales (que muchos investigadores actuales han ponderado como importantes a partir de trabajos experimentales) y las posteriores tendencias actitudinales sostenidas en disposiciones caracterológicas por un lado y/o en contextos situacionales (el poder del entorno) por el otro, se irá edificando la personalidad como estructura relativamente estable y persistente (fig.3)

Con una elemental y simplista comparación: el temperamento es la consistencia del terreno, el carácter, el contrapiso y sobre esas bases crecerá el edificio, la estructura de la personalidad. Su entereza dependerá no solo de los materiales que se usan, sino de la solidez y funcionalidad de las bases.

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La personalidad, ya lo dijimos, puede pensarse como la interacción compleja de rasgos psicológicos relativamente estables que determinan la forma en que el sujeto se comporta en situaciones diversas. Es una síntesis de todo un largo proceso evolutivo de construcción de respuestas y propuestas

entre el sujeto y su entorno. Es finalmente un "a priori al final" tal como Jean Piaget se expresaba para describir los procesos y estructuras que desembocaban en la aparición de "nociones" lógicas.

Así también cuando la personalidad aparece estructurada -quizá al final de la adolescencia– redefine el pasado del sujeto y configura el escenario subjetivo donde actúa, co-determinando al mismo tiempo una dinámica concreta de interacción social que se realimenta constantemente en una línea prospectiva.

El Personaje

Como dijimos antes, llamamos "Personaje" (de rol) a la máscara social del rol sociolaboral. Son los atributos de acción y las expectativas de comportamiento guionado que la sociedad en general y las organizaciones y los grupos tienen para con la persona en función de una red racional de intercambios productivos.

Por lo general el personaje está regulado por las instancias jurídico-legales del contrato social.

Si el personaje está referido a un rol laboral, entonces el rol esperado concuerda con la competencia profesional que se le atribuye a la persona para ocupar un puesto dado.

Si el personaje está referido a un rol sociocultural (familiar, por ejemplo), entonces se esperará de él un comportamiento regulado por usos, costumbres y necesidades que la comunidad haya consensuado como normal para esa cultura.

A esta dimensión la incluimos en lo que consideramos el nivel del Recurso Humano.

El trabajo social es una actividad profesional regulada por un corpus académico y una habilitación legal.

El trabajador social es entonces un "personaje" de rol profesional, solo cuando está en acción de trabajo competente y en situación del escenario que lo enmarca profesionalmente. Cuando llega a su casa y luego va al supermercado a comprar su comida diaria, deja de ser el personaje profesional, para dar paso solo a la persona de necesidad: no es la licenciada fulana, sino Silvia, la vecina.

Pero los personajes no desaparecen nunca, en tanto se esté en presencia del otro-social.

Silvia, es ahora la mamá de Martita y se espera de ella que se comporte como una madre responsable.

Es la situación, el escenario y el tipo de interacción responsable con la expectativa del otro, atribuida y aceptada, la que determina la puesta en escena del personaje.

Si llego a una casa para realizar una encuesta ambiental, llego como personaje experto y las expectativas del destinatario de nuestra investigación será graduada en función del personaje y no tanto en función de la persona en la que aquel se corporiza.

Aquí aparece la tercera dimensión en juego, que cumple una función de armonización fundamental: la estructura y el estilo de personalidad.

Rutinas socio-laborales, necesidades personales y estilos de personalidad

RUTINAS DEL PERSONAJE: comportamiento esperado por la organización en relación a la tarea prescripta

NECESIDADES DE LA PERSONA: biológicas, personalidad, autorrealización, expectativas, afectos

DIMENSIONES Y ESTILOS DE LA PERSONALIDAD: Incluida en los factores propios de la persona, a su vez caracteriza y le da un estilo particular al rol desarrollado por el personaje. Se podría decir que la personalidad "tiñe" al rol, sin modificar la esencia que lo define.

El siguiente gráfico (Fig.5) intentará mostrar como la tensión entre personaje (RH) y persona (FH) es funcionarizada o disfuncionalizada por la personalidad (P) del actor social.

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Personaje de rol, persona de necesidad y personalidad del actor se despliegan entonces dinámicamente en un escenario preciso sobredeterminado y sobredeterminante: la organización.

La identidad laboral (IL) "conecta" los requerimientos del personaje (RH) con las necesidades psicofísicas y culturales de la persona (FH). En la IL se centra la vivencia del "orgullo por el trabajo realizado"

La Situación

Una "situación" -en el sentido amplio que le damos en nuestro modelo- puede ser definida como la articulación del ámbito, el contexto, el medio ambiente y el espacio temporalmente interactuando con la personalidad de los actores y los roles prescriptos culturalmente en un momento histórico dado. Así mismo con la percepción subjetiva de los actores respecto de su entorno material y clima emocional interpretado.

Espacio, ámbito, contexto: el medio ambiente y la personalidad: el sujeto instituido en el grupo.

La personalidad de un sujeto se despliega en un medio ambiente determinado y casi siempre jugando algún tipo de rol (social, familiar, laboral)

En ese despliegue de acción y sentido se expresa parte de la IDENTIDAD de ese sujeto.

La actuación (interna o externalizada en conductas activas observables) casi siempre se refiere a un grupo de referencia, observancia y/o pertenencia.

El grupo (los otros significativos que nos completan la identidad) puede o no estar presente. Siempre lo está de todas formas, a partir de nuestra internalización de los otros actuando en red. El grupo-otros de incidencia actuando con la aprobación o la sanción desde nuestro interior, es llamado GRUPO INTERNO del sujeto. Así los padres internos, le dirán que eso no está bien, y el sujeto podrá sentir culpa o vergüenza, etc. Los compañeros de trabajo lo "mirarán" desde su interpretación de cómo piensa que lo ven y podrá sentirse desaprobado o ridículo, etc.

Casi siempre estamos actuando. Y actuamos para os demás. La vida es una zaga de guiones en el gran teatro social.

Finalmente el territorio (espacio real y extenso) es donde el sujeto se instala, camina, se mueve, descansa, se muestra, trabaja, etc. El territorio de la existencia del sujeto se deslinda en tantas variedades como lugares de interacción de rol desempeñe: así existe un territorio laboral, otro socio recreativo, otro familiar privado, etc. El territorio forma una pantalla en donde el sujeto proyecta su identidad. Coloca su yo extenso. Lo defenderá como el perro defiende al suyo. Dejará "marcas" personales, su estilo, su forma de ver y ordenar las cosas, para marcar sus límites, así también como el animal orina su territorio para alejar a los extraños.

La sumatorio de los territorios, los climas de interacción, los vínculos establecidos, los ámbitos de tareas, etc. constituirá lo que con amplitud llamamos genéricamente el medio ambiente. Ese medio ambiente, mirado en acción y contraste con el comportamiento resulta el contexto donde se despliega la personalidad, es el FONDO donde se recorta la FIGURA, es decir el estilo preciso de ser-en-el-mundo de una personalidad determinada.

Situación, contextos y barreras

Cuando hablamos de barreras debemos identificar su ubicación (real o virtual), su naturaleza (natural o construida) y distinguir así mismo su impacto psicológico: primario, si son culturales-ideológicas o secundario, si el diseño en sí discapacita física y/o culturalmente.

El diagnóstico de una barrera incluye identificar la situación y analizar sus componentes: ámbito, contexto, espacio y medio ambiente. Vamos a definir cada concepto.

Veamos ejemplos tomado del mundo de los recursos humanos y la comercialización:

AMBITO: Por ejemplo: …de estudio, de comercialización, de asistencia, familiar, público, privado, etc.

CONTEXTO: Es caracterizado como la dimensión semiótica (alteridad + signos + significación) que entorna al mensaje, significa y resignifica el TEXTO orientando

el sentido de una actividad o comunicación a un tipo de interpretación particular (SUBTEXTO)

Los contextos pueden dividirse en:

a) FACILITARORES

b) OBSTACULIZADORES o discapacitantes (barreras)

MEDIO AMBIENTE: Incluye el espacio físico, los sistemas de comunicación,

los objetos, el clima, la arquitectura, la textura, etc. y las barreras emergentes de su articulación.

ESPACIO: Remite a lo dimensional, euclídeo (las tres dimensiones espaciales) y la subjetividad perceptual. Los planos de inclusión y lo relacional geométrico. Lo objetivo y la vivencia psicológica de lo objetivado.

SITUACION: Es la articulación del ámbito, el contexto, el medio ambiente y el espacio temporalmente interactuando con la personalidad de los actores y los roles prescriptos culturalmente en un momento histórico dado.

Imaginemos que una persona (para este ejemplo no tomaremos

en cuenta la personalidad del sujeto) va a comprar productos de veterinaria en un local comercial porque su mascota está

muy enferma. No tiene el suficiente dinero para pagar el medicamento y quiere utilizar una tarjeta de crédito, pero la empleada del local no está autorizada a operar con esa tarjeta y debe consultar al profesional propietario de la empresa. Este no responde al llamado del celular y el cliente se impacienta.

Identificamos el ámbito como el de la comercialización y atención de especialidades veterinarias, servicios de asistencia y venta de productos.

Señalamos el contexto como el de una transacción comercial conflictiva por dificultad en el medio de pago en una circunstancia de compromiso emocional. (mascota enferma) en este caso puede pensarse en un contexto obstaculizador porque la intermediación no resuelve el problema.

Esta dramática se despliega en un medio ambiente caracterizado como un local de veterinaria, su arquitectura, el lugar para los clientes y los animales asistidos, el salón de ventas, la sala de espera, la interacción comunicacional en la transacción, etc.

La noción de espacio trasciende lo físico-euclídeo e implica su representación y significación simbólica para el sujeto que lo habita. En este caso el espacio podría ser vivido como dificultoso u hostil, un lugar de paso, del que el cliente quiere irse para volver a su casa y dar a su mascota el remedio. Dado que la tensión de transacción no se resuelve, el cliente podría registrar ese espacio como tenso y no confortable.

Finalmente la situación se compone de barreras que se articulan y potencian generando conflicto y poca eficacia o a un costo de baja eficiencia.

En nuestro ejemplo: un ámbito de comercialización y asistencia, un cliente demanda con premura ser provisto de un medicamento para su mascota (el subtexto apunta a algo más que la venta de un producto) pero el objetivo buscado no se realiza fácilmente dado que la condición comercial de la transacción dificulta su éxito en relación a los medios de pago (barrera legal-administrativa). Los protagonistas no manejan las variables necesarias para resolver el conflicto que ha surgido. Dado que los protagonistas no pueden solucionar el problema sin hacer intervenir a otros actores por el marco institucional vigente, el espacio es vivenciado por las partes como tensionante (barrera subjetiva). El cliente, nervioso, intenta llevarse al animal, pero lo estrecho del office, hace que se golpee al salir (barrera arquitectónica).

Las barreras concretas emergen de los contextos y refuerzan a estos en su accionar capacitante o discapacitante, con relativa independencia de la personalidad del sujeto involucrado, ya que son sobredeterminantes.

Su ámbito de acción se verifica en la dramática práxica del hombre como actor cotidiano: trabajando, estudiando, trasladándose, recreándose, contemplando. Es una variable existente como figura recortada en el fondo contextual de la constante sujeto-grupo. La barrera puede también estar presente como fondo invisible (barreras ideológicas que justifican o desconocen barreras materiales). Estas son muchas veces selectivas, es decir, son barreras sólo para determinados colectivos: culturales, etáreos, económicos, etc. El grupo, la organización y la comunidad co-instituyen los contextos.

Finalmente entonces la interacción tri-dimensional entre los deberes del rol laboral expresados en el

personaje, las necesidades complejas de la persona que trabaja y el estilo adaptativo de su personalidad, se despliega dramática en el escenario sociolaboral y desde luego en el proceso de la entrevista.

edu.red

La figura anterior intenta mostrar como la tensión entre el personaje (de rol) y la persona (de necesidad) es funcionarizada o disfuncionalizada por la personalidad del actor. Es la tensión propia de lo hemos llamado dinámica bifactorial: Recurso Humano y Factor Humano, persona y personaje.

Así el modelo expresado como ecuación comportamental puede ser considerado como bifactorial y tridimensional. Dos factores sobredeterminantes: factor y recurso que incluyen tres dimensiones: persona, personalidad y personaje, siendo la personalidad una dimensión basculante inherente naturalmente al factor humano pero situada y sitiada por los requerimientos del recurso humano (personaje) y los acotamientos contingentes de la situación. Por eso la personalidad al momento de su despliegue dramático, juega un papel articulador y adaptativo entre ambos factores.

Personaje de rol, persona de necesidad y personalidad del actor se despliegan entonces en un escenario preciso sobredeterminado y sobredeterminante: la organización.

La Ecuación Comportamental en la entrevista

Para finalizar este artículo vamos a analizar la pertinencia de la ecuación comportamental aplicada al despliegue procesual de una entrevista de TS, desglosando sus cuatro variables: Pa, Pd, Pe y Sn (iniciales que aluden a persona, personalidad, personaje y situación)

Como ya adelantáramos antes, la Persona (que llamamos "de necesidad", ya que a la manera de la pirámide de Maslow, es tributaria de necesidades básicas y trascendentes, que van desde las bio-orgánicas hasta las de autorealización social) condiciona originariamente la construcción de la personalidad (ya que esta es un desarrollo histórico de componentes congénito-hereditarios, y componentes sociales iniciales que moldean el carácter). A su vez la personalidad "terminada", matiza, perfila y moldea el comportamiento de rol, que se asienta en los deberes y expectativas que la sociedad y los otros del entorno en general, esperan del "personaje". Es lo que los sociólogos llaman "expectativas de rol".

Las variables persona, personalidad y personaje a su vez están cotidianamente condicionadas por la variación situacional, lo que entorna desde "afuera" y desde "adentro" a la persona y al personaje.

Veamos un poco más esto: las situaciones externas pueden condicionar tanto a la "persona" (esfuerzo de trabajo, clima, agresiones físicas, amenazas a la autoestima, a la identidad, etc.), como al "personaje" (desafío del rol, expectativas sobredimensionadas, imprevistos que demandan una respuesta atípica del rol, presiones del puesto, etc.).

Las situaciones internas, (que provienen del "interior" del propio sujeto) por su parte pueden afectar también ora centralmente a la "persona" (incierta autoconfianza, hipocondría, sugestión, desmotivación, etc.) ora centralmente al "personaje" (desentrenamiento, falta de capacitación, colapso de rutinas, conflicto con el estilo o contenido del rol, etc.).

Es decir que la variable "situación" que opera siempre como denominador común de las otras tres, finalmente condiciona el resultado de la ecuación, variando su perfil de efectividad, a veces por déficit de eficacia, a veces por dilación de la tarea, o sea por déficit de eficiencia.

Las tensiones y conflictos que son tributarios de la interacción potenciadora o debilitante entre necesidades de la persona y requerimientos del personaje, sobre las contingencias situacionales que como vimos, inciden positiva o negativamente sobre aquellas tensiones y conflictos, son articuladas, moderadas o colapsadas por el estilo de la personalidad, que opera como un "filtro" entre las otras dos variables estudiadas. Un "estilo" de personalidad se define como una manera adaptativa observable de realizar transacciones con el entorno, por ejemplo: proactiva, reticente, prescindente, expansiva, etc.

El estilo en última instancia depende de la base "estructural" de la personalidad. El estilo es la forma que resulta complementaria del "fondo" o componentes estructurales de la personalidad, que en la actualidad se piensa giran sobre cinco grandes dimensiones bipolares en más o menos "cantidad": estabilidad emocional (vs. inestabilidad), extraversión (vs. introversión), apertura a la experiencia (cierre a la experiencia), amigabilidad (vs. insociabilidad) y conciencia (vs. irresponsabilidad).

La ecuación comportamental en situación de entrevista se aplica siempre a los dos campos implicados: el del entrevistador (Er) y el del entrevistado (Eo) , es decir la ecuación Er interactúa dialécticamente con la ecuación Eo, creando un campo de transacciones complejo, más bien en sentido de la dinámica de la realimentación mutua. En palabras más llanas: si el entrevistador refuerza, por ejemplo, la inseguridad de un entrevistado de personalidad introvertida, con preguntas "amenazantes" de la autoestima, este es probable que se "defienda" bien a través de una retirada comunicacional (aumento de la introversión) o bien a través de un aumento de la agresividad (contrapreguntas dirigidas a disminuir la autoridad de rol del entrevistador). Una u otra táctica (no conciente en cuanto a sus objetivos estratégicos) dependerá de los componentes estructurales de su personalidad.

En la entrevista podemos observar claramente (con fines didácticos desglosaremos casa dimensión como si se presentaran por separado) la "dimensión persona" operando en ambos protagonistas con indicadores tales como: las aseveraciones sobre sus identidades, sus conceptos éticos y morales, sus afirmaciones valorativas, su lenguaje, su presentación y apariencia exterior, sus gestos y movimientos corporales, sus muecas y expresiones faciales, etc.

Podemos, así mismo, observar sus desempeños del rol, esto es la función "personaje" en indicadores tales como: sus rutinas condicionadas por la meta, sus palabras más o manos técnicas, sus tácticas concientes o no según el caso orientadas a buscar o rechazar una meta. Sus derivaciones comunicacionales en pos de afirmar o derivar sus posiciones de rol, sus estilos de comunicación más o manos profesionales (en el caso del entrevistador), sus posiciones en relación a la oferta y demanda que dio lugar a la realización de la entrevista, etc.

Finalmente podemos observar los estilos de la personalidad de cada uno interactuando en función de compatibilizar las dinámicas de las otras dos dimensiones actuantes, multiplicadas por dos actores.

Así podemos identificar, por ejemplo, como indicadores de estilo a los movimientos de expansión o retracción, a los silencios o la verborragia, a la atención a las formas por sobre los contenidos o viceversa, a los intentos de manipulación del otro, a la búsqueda de afecto o reconocimiento, a la observancia de los detalles por sobre la holística, al distanciamiento corporal, a la comunicación escueta y desconfiada o a la confianza excesiva, al tipo de disociación racional-afectiva, a la expresividad gestual predominante o la preeminencia de lo racional, etc.

De esto podemos concluir la importancia de la función personalidad en la modelización de la dinámica de la entrevista.

La modelización profesional correrá por cuenta del entrevistador en el sentido que tendrá que -a partir de conocer su propio estilo- observar el estilo predominante del entrevistado y con esos dos datos "acomodar" sus intervenciones profesionales para que no dependan comunicacionalmente solo de sus componentes espontáneos de personalidad, ya que estos dejados "libres" pueden ser contraproducentes a los objetivos de la entrevista. El entrevistador podrá conciente e intencionalmente modelar, cambiar, limitar sus tácticas comunicacionales, adoptando incluso estilos que no le son naturalmente suyos para facilitar la interacción con el estilo del entrevistado.

Por ejemplo si el estilo predominante del entrevistado es extrovertido y locuaz, con un pensamiento poco focalizado y tendiente a la emocionalidad y la dispersión temática…un estilo semejante en el entrevistador echaría por tierra cualquier rutina de exploración de datos…por lo que el entrevistador deberá limitar activamente las intervenciones dispersas , ayudar a focalizar los abordajes del entrevistado y llevarlo sutilmente al terreno informacional que este persiga en función de los objetivos de la entrevista y con arreglo al formato elegido para llevar a cabo la entrevista. En este ejemplo pareciera adecuado un formato semipautado, aun con momentos de libre recorrido expresivo del entrevistado.

Referencias

  • (1) "Escuela Kleiniana", en referencia al modelo particular dentro de la teoría psicoanalítica que fundó Melanie Klein, terapeuta austriaca, aunque inglesa por adopción, que enfatizó particularmente el modelo de las relaciones objetales tempranas, a través de los mecanismos de proyección, introyección y otros derivados.

  • (2) VI Jornadas Nacionales de Psicodiagnóstico (conclusiones) Mar del Plata , Argentina 1992

  • (3) "Me manda la maestra" (Farias, 1999) Hay versión de extensión periodística Página 12,Sup.Psico :1999)

  • (4)  "Discapacidad y medio ambiente" -Trabajo leido en las Quintas Jornadas Regionales sobre Integración de las Discapacidades, organizadas por la Municipalidad de Necochea- Argentina.,1992 – Publicado en "La Capital" 1997; (21-9)

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Autor:

Alberto Farías (*)

(*) Lic. en psicología. Consultor RRHH. Profesor Psicología de la Personalidad UNMDP-Arg.

Partes: 1, 2
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