Descargar

El Che y el marxismo-leninismo (página 2)


Partes: 1, 2

Che se dedicó a desarrollar y continuar creando en las condiciones concretas de los años sesenta, una cultura y una ética de liberación humana de los trabajadores, una ideología marxista, comunista, de desalienación , de liberación de los trabajadores como clase y como individuos, alternativas a la ideología, a la ética y a la cultura capitalista. Y contrarias también a las creadas y desarrolladas por los soviéticos, que pretendían retrotraernos a la cultura y a la ética del realismo burgués del siglo XIX, porque "…el arte realista del S iglo XIX, también es de clase, más puramente capitalista, quizás, que este arte decadente del siglo XX, donde se transparenta la angustia del hombre enajenado". Che manifestó su desacuerdo con las políticas del llamado "realismo socialista", que reducía la obra cultural a la comprensión escasa y esquemática de la burocracia oficial, que detentaba el poder en este como en todos los otros campos y que servía a los fines de mantener dominados a los t rabajadores.

Analizó críticamente la Economía Política oficial soviética, que se presentaba como la única economía marxista del socialismo, como algo terminado, facturado en un manual, donde estaban escritas todas las respuestas a las preguntas hechas y po r hacer; manual renovado cada cinco años, con cada congreso del partido comunista soviético, ajustado a los acuerdos del congreso, resultando en una ideología apologética, privada de todo análisis crítico y auto crítico, muy lejos del espíritu auto crítico, y de la práctica que caracteriza a la ciencia; Che fundamentó que la Economía Política del socialismo, estaba —y está— en pañales, está por hacer.

No obstante, Che no pretendió hacerla individualmente, en varias oportunidades escribió y expresó que la Economía Política del socialismo sólo era viable como obra colectiva. Se dio a la tarea de escribir un libro sobre el tema pero sin ninguna pretensión totalizante y excluyente.

La tendencia hoy es sepultar el marxismo, el comunismo, conjuntamente con el desmoronamiento del bloque soviético. La ecuación resulta simple: el fin de los regímenes de la URSS y de Europa del Este, es el fin del marxismo, del comunismo, que fue su ideología y su teoría, que inspiraron su existencia.

Las ideas marxistas tienen, quizás, más que nunca la posibilidad de demostrar que pueden aportar en la búsqueda de alternativas para la Humanidad en nuestros días. El desmoronamiento del bloque soviético acelerará el movimiento anticapitalista a nivel mundial a mediano y a largo plazo. A corto plazo, era de esperar que los sectores de izquierda de casi todo el mundo se hayan desconcertado y traumatizado, se hayan inmovilizados, sin capacidad de respuesta, confundidos; lo cual también se refleja en los partidos, sindicatos y movimientos de los trabajadores. Estos efectos comienzan a disiparse, remitir, a pesar de la campaña neoliberal que a nivel mundial se lleva a cabo.

La propia incapacidad del capitalismo de resolver los problemas más graves de la mayoría de la población mundial, la propia lógica del sistema, puesta al desnudo por Carlos Marx y Federico Engels, impiden que bajo el capitalismo se pueda erigir una sociedad de dimensión humana, libre de la explotación del hombre por el hombre, de la discriminación de la mujer, del racismo, de la xenofobia, del fascismo y sus sucedáneos, de la miseria de cientos de millones de personas, como precio para mantener los niveles de vida que se disfrutan en el Norte, una sociedad libre de la enajenación, del individualismo, de la destrucción de la na turaleza.

El marxismo del Che contribuye a legitimar el marxismo como una teoría social, económica y política de nuestros días. Pone una vez más en evidencia que el marxismo fue y es la teoría más eficaz para estudiar y comprender los fenómenos sociales, económicos y políticos que se sucedieron en la URSS y en los regímenes de transición socialista de Europa del Este, de Asia y de Cuba. El marxismo del Che nos hace recordar que fueron precisamente marxistas los que más se acercaron en la comprensión de las causas que motivaron la degeneración y pérdida de estos procesos históricos.

Las ideologías neoliberal y postmodernista, y la teoría económica neoclásica, no son capaces de proporcionar un análisis equilibrado, veraz, de lo que acontece en la sociedad cap italista. No pueden sustituir a la teoría social de Marx en estos avatares. La teoría de Marx, aún con sus lagunas, errores, insuficiencias y múltiples aspectos por desarrollar, continúa siendo la única, hoy día, que nos permite analizar con cierta objetividad, aprehender e interpretar los cambios estructurales que experimentó el capitalismo a finales del siglo XX, y nos facilita tomar el pulso de su proyección presente y futura.

El marxismo del Che Guevara también invita a pensar y a reflexionar que el mar xismo no está libre de culpas del descalabro de todos los regímenes socialistas del siglo XX. Resulta infantil desvincular la teoría marxista divulgada de sus resultados históricos y querer ligar estos a la obra y a la dirección de un hombre o un grupo de ellos, y, de este modo eximir de responsabilidad a la teoría marxista que inspiró y guió a todos estos regímenes colapsados.

Pensamiento económico del Che .

Existe la errada idea de que el conocimiento de la teoría económica marxista por Che se inicia en 1959 a raíz de su nombramiento en cargos con perfiles económicos: jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria, Presidente del Banco Nacional y Ministro de Industrias. Esta idea no corresponde con los hechos. Ernesto Guevara nació en 1928 en Argentina, en una familia con cierta holgura económica, culta, de ideas socialistas. Entre los 16 y 17 años traba conocimiento con escritos de Carlos Marx, Federico Engels, V. I. Lenin, entre otros con El capital. A esa edad se había adentrado en lo mejor de la cultura universal y había iniciado la redacción de un diccionario filosófico.

Su conocimiento del mundo no sólo le llegó por sus lecturas sino además por sus constantes viajes por América Latina y el Caribe; recorridos que realizó por tierra y mar, viviendo y laborando con las personas más humildes, recorriendo sus ruinas precolombinas, sus museos, estudiando sus historias, sus culturas y sus problemas y trabando conocimiento con su intelectualidad.

El conocimiento de la realidad americana lo llevó a sumergirse cada vez más en el estudio del marxismo. En su correspondencia familiar y trabajos escritos entre 1954 y 1956 se aprecia hasta qué punto se entregó de lleno a estudiar sistemáticamente el marxismo y en particular la economía política, la estadística y demás disciplinas afines. Estas cartas escritas en 1956, cuando apenas rebasaba los 25 años, dan cuenta del modo que las lecturas de Marx venían reorientando su vocación profesional de médico por la de revolucionario.

En 1956 luego de haber estado en casi todos los países de América (incluyendo EE.UU.) y dedicado muchas horas al estudio del marxismo, particularmente la obra de Marx y de Lenin. Se hace entonces manifiesta su decisión de unirse a la lucha del pueblo cubano que desembocó el 1º d e enero de 1959 con el triunfo de la Revolución.

En el momento en que traba conocimiento con los revolucionarios cubanos, Che había llegado a la conclusión, fruto de sus estudios, viajes y experiencias por toda nuestra América, que las causas del atraso económico, político, social y cultural de los pueblos latinoamericanos, eran originadas por la dominación y explotación imperialista de EE.UU. Y había renunciado a su seguro gabinete privado de médico joven y próspero, por el proyec to de unirse a los movimientos de emancipación de los pueblos latinoamericanos.

Además de los escritos, cartas y actuación del joven Ernesto Guevara, que han llegado hasta nuestros días, que dan fe de su ideología marxista antes de embarcarse en la lucha del pueblo cubano, queremos dar a conocer de F idel, este testimonio inédito, que brindó en su visita de diciembre de 1988 a México:

Además, a muchos países los ayudaron a hacer su revolución, al calor de la Segunda Guerra Mundial. ¿Quién nos ayudó a hacer la nuestra, si nosotros no conocíamos a un solo soviético, a nadie? ¿Con qué armas hicimos la Revolución?, ningún país nos pudo ayudar, no conocíamos a nadie, nadie nos dio armas; todas las armas con que hicimos nuestra Revolución se las tuvimos que quitar al ejército de Batista. Pero sí ya desde entonces nosotros éramos marxistas; si nosotros pudimos interpretar la realidad de nuestro país, es porque ya habíamos aprendido el marxismo- leninismo y lo habíamos asimilado. No hacíamos como el Che que se ponía a discutir con la policía [mexicana, 1956] a decir que éramos marxista- leninistas (risas). No, no, qué va. Lo que queremos es esto y esto. Nuestro Programa del Moncada no era todavía un programa socialista, porque tú no puedes plantear un programa —sería una utopía— cuando no están las condiciones ni objetivas ni subjetivas; pero tan pronto se crearon las condiciones objetivas y subjetivas para el socialismo, fuimos al socialismo, no engañamos a nadie. Ya nuestro Programa del Moncada era un preámbulo del socialismo y ya nosotros éramos socialistas y marxistas- leninistas, y si no, no habríamos llegado ni a la esquina, a pesar de eso por poco no llegamos ni a la esquina.

No se puede escribir de Che ignorando el contexto en el que actúa y piensa, particularmente el periodo 1955-1966 vinculado entrañablemente con el proceso revolucionario cubano. Con esta Revolución surgió la posibilidad de realizar un proyecto humano diferente a los creados por el capitalismo y las experiencias de transición socialistas históricas conocidas hasta entonces. Hechos históricos, culturales —una escuela de pensamiento revolucionaria antiimperialista, cuyo máximo exponente lo fue José Martí—, formas de pensar diferentes, idiosincrasias distintas, junto a una interpretación original del marxismo, crearon la posibilidad de pensar al ser humano, y proyectar un modo de abordar el socialismo no registrado por la Historia.

La interpretación marxista original que desarrollaron, en la década de los sesenta, F idel Castro y Che Guevara tiene ras gos esenciales que la diferencia de las múltiples interpretaciones que del marxismo existían en 1950, resultado de un siglo de batallar en distintos escenarios geopolíticos e históricos.

El marxismo no es una doctrina sino un movimiento. A F idel Castro y a Che Guevara les tocó vivir y luchar un siglo después que Marx y Engels desarrollaran su genial teoría revolucionaria, anticapitalista, comunista, treinta y cinco años después del triunfo de la Revolución bolchevique y veintinueve años después de que Lenin cesara de pensar. En un medio geopolítico muy distinto a la Europa Occidental del siglo XIX o la Rusia zarista y la de los Soviets. No hay por qué extrañarse que el pueblo cubano, para tomar el poder e iniciar su transición socialista, desarrollara su ma rxismo para desarrollar su Revolución.

En los años sesenta, era evidente que tal proceso había ocurrido en la URSS y otros países del llamado Campo Socialista. El modo en que la interpretación marxista de los sesenta, de Che Guevara y F idel Castro determinara una relación individuo-clase- estado-partido-pueblo, distinta en muchos aspectos a la experiencia soviética, incluso, en los años de Lenin.

En nuestro país, en los años tristes de imitación del modelo soviético, se suscitaron dudas e interpretaciones parciales sobre el pensamiento económico de Che. Entre ellas he podido captar que algunos sólo le reconocieron que fue un buen y gran aplicador del marxismo- leninismo y que el S istema Presupuestario de F inanciamiento creado por él y su equipo de colaboradore s, respondió a las necesidades concretas de la primera etapa de la Revolución. A partir de la aceptación de las dos afirmaciones anteriores, sólo sería posible utilizar de Che ideas sueltas las cuales no constituyen el centro de su pensamiento: algunas partes, métodos de trabajo, su exigencia, sus controles — contabilidad, costos, auditoría—, su espíritu organizativo; que tuvo el mérito científico de aplicar lo general de la teoría marxista- leninista a lo particular: la construcción del socialismo en la Cuba de los primeros años de la Revolución.

Fidel Castro y Che Guevara expresaron desde los primeros años de la década de los sesenta la necesidad del análisis crítico en la construcción del socialismo y denunciaron los peligros que acarrea andar por los caminos trillados del capitalismo; la vida les ha dado la razón. Por todo lo anterior, Che profundizó en el estudio de la teoría y en hacer de ella un arma para la construcción práctica de la nueva sociedad.

Che, junto a F idel Castro, se percató 35 años atrás del estancamiento, esquematismo y dogmatismo en que había caído una importante corriente del pensamiento revolucionario y ambos han de considerarse como los precursores de un nuevo enfoque en las ciencias sociales y en particular en la economía política d el socialismo, en la teoría y en la práctica de la construcción del socialismo y el comunismo.

Che no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar a la persona, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el socialismo con "las armas melladas que nos legara el capitalismo", porque no se puede avanzar hacia una sociedad más humana si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en la sociedad capitalista.

El socialismo no es un sistema acabado o perfecto, en el que se conocen todos los detalles y están inscritas todas las respuestas. Este sistema tiene fallas, deficiencias y aspectos por desarrollar. Che Guevara buscó soluciones dentro de los principios socialistas a los problemas concretos de la implantación del régimen socialista en Cuba y a las faltas que encontraba en las elaboraciones teóricas sobre el periodo de transición.

Che se va distanciando de la ideología y prácticas del Bloque Soviético y de las experiencias de las transiciones socialistas asiáticas. En esta introducción a mi libro quiero subrayar algunas de las concepciones de Che que lo van alejando del modo de pensar y de actuar del campo socialista; que Che conoce en los años sesenta, tanto por sus lecturas, como por sus visitas de trabajo a la URSS y demás países del campo socialista, y que convierten a Che en un crítico y en el artífice, en el creador, de un modelo de construcción de la transición socialista alternativo.

En el modelo que Che quiso crear y desarrollar —modelo imperfecto, inacabado, con múltiples aspectos por perfeccionar y/o desecha r y corregir—, encontramos una toma de posición en muchos de los tópicos más controvertidos del marxismo y del socialismo existente; muchas de estas posiciones se tratan en mi libro, y en esta introducción quiero referirme a algunas de ellas:

· la teoría y la organización práctica del modo en que el P ueblo podía acceder al Poder e iniciar la creación de una nueva sociedad;

· la interpretación del marxismo que impone una dialéctica de las famosas dicotomías y los esquemas: cinco tipos de sociedad, una detrás de la otra: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo-comunismo; y de pares abstractos donde uno es dominante: esencia- fenómeno, materiaconciencia, fuerzas productivas-relaciones de producción, ser social-conciencia social, base-superestructura. Interpretación donde todo tiene explicación y por la que hay que guiarse para saber cuándo habrá revolución y una vez venida, qué es lo que hay que hacer;

· las relaciones entre determinismo y voluntarismo; lo objetivo: la maduración de las condiciones objetivas, dadas por leyes que existen independientemente de los hombres; y lo subjetivo: la conciencia clasista, la ideología, la organización revolucionaria;

· el proletariado como agente histórico de la Revolución socialista, y una concepción más realista de las distintas fuerzas que en un país específico pueden realizar y coronar con éxito la Revolución;

· la estructura y superestructura, el rechazo a la simplificación de la realidad con la determinación en última instancia y el paso a analizar la realidad social y la interacción de las relaciones económicas y de la política, la cultura y la ideología como una totalidad más compleja y donde no necesariamente se da la famosa supeditación marxista de Marx, subrayada por Engels de la "última instancia";

· el valor específico de la ética, de la moral, de la clase obrera y de sus instrumentos de poder en el proceso histórico, tanto para la toma del poder como en el periodo de transición socialista; de lo anterior, la importancia de subrayar el valor de la conciencia y de los fines revolucionarios que se persiguen, y no tanto en los medios y en la organización revolucionaria por sí misma por encima de sus militantes y del propio pueblo que dice representar;

· las nuevas relaciones socialistas de producción; estas tienen sentido si disminuyen la desalienación de los trabajadores y tienden a eliminarla definitivamente; y no erigen relaciones económicas y un aparato empresarial y estatal que declaran que la propiedad es de todo el pueblo pero no permite la participación real de los trabajadores, participación en las decisiones que van desde elegir a sus dirigentes administrativos hasta discutir e incidir en las proporciones que la Renta Nacional se distribuye entre la acumulación y el consumo;

· el marxismo cientificista —que da por bien todo lo que se hace porque los comunistas tienen la verdad— totalitario en que el desarrollo espiritual forma parte del P lan estatal y partidista, y a determinar por los dirigentes y funcionarios del Partido, con sus textos sagrados, sus sagrados hombres, sus iglesias, sus banderas, su liturgia, sus excomuniones. El dogma que defienden algunos movimientos de comunistas que no han tomado el poder, pero que erigen en verdad eterna la teoría de Marx sobre el papel de la clase obrera en la Revolución, sin permitir ni aceptar ninguna adecuación o cambio a ella, sin profundizar en los cambios cualitativos que la propia clase obrera y que el mercado de trabajo han sufrido y experimentan en las últimas décadas en los paíse s desarrollados, sin enriquecer la teoría marxista con la experiencia de un siglo de luchas, de desarrollo y de cambios que el capitalismo como sistema mundial de dominación ha experimentado y sin tener en cuenta el desarrollo desigual que el capitalismo implica geográficamente, traspolando mecánicamente la teoría de Carlos Marx sobre el papel del proletariado al Tercer Mundo;

· el marxismo como un arma crítica para acercarse irreverentemente a las verdades clasistas establecidas, como punto de partida para revolucionar el statu quo capitalista, que no ve la Revolución obra de un puñado de iluminados, ni de una clase obrera en abstracto, sino realización de todo un pueblo: obreros, campesinos, marginados —que no tienen nada que ver con el lumpen proletariado que presenció y estudió Marx dos siglos atrás—, estudiantes, amas de casa, jubilados, profesionales, la llamada clase media, etc., con una democracia participativa —que no tiene nada que ver, incluso, con la que disfruta la burguesía en algunos países occidentales—, con principios y prácticas que intentan crear un código humano, diferente al producido tanto por el capitalismo como por las experiencias del socialismo real;

· el marxismo, la Revolución, el partido, el pueblo, ("…sólida armazón de individ ualidades que caminan hacia un fin común; individuos que han alcanzado la conciencia de lo que es necesario hacer; hombres que luchan por salir del reino de la necesidad y entrar al de la libertad"), y rechazo a las prácticas ideológicas de dominación enajenante que desarrollaron los regímenes de transición socialista existentes.

En la forma de asumir el marxismo por Che y F idel, de interpretarlo y de llevarlo a la realidad, tiene un peso importante José Martí. Está por analizar profundamente la herencia de José Martí en la elaboración por parte de Ernesto Guevara y F idel Castro de una interpretación del marxismo diferente a las que sustentaban a los regímenes de la URSS —tanto en época de Lenin como bajo Stalin y los que lo sucedieron—, y de los países de Europa del Este, así como de muchos partidos comunistas, tanto en Europa como en América.

Fidel Castro y Che Guevara desafiaron las verdades establecidas, se rebelaron no sólo contra las oligarquías y su ideología, sino también contra los dogmas del movimiento comunista internacional ("…Por la noche di una pequeña charla sobre el significado del 26 de julio: Rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios"), y fundaron una nueva forma de hacer historia, de hacer política, de hacer nuestra Revolución: "Se debe ser marxista con la misma naturalidad con la que se es „newtoniano? en Física o „pasteuriano? en Biología…". Aspiraron a desarrollar un modelo económico, político y social en el que se le niega el papel preponderante a las relaciones monetario-mercantiles y se eleva el valor de la acción consciente de las personas en la construcción de la nueva sociedad, donde se pone a la economía en función de la persona, y que propicia la participación real de la población en una democracia participa tiva, consensual, favorable al desarrollo de la cultura, del arte, del pensamiento social, sin dogmatismo, favorable a una concepción de la prensa y de los medios de comunicación diferente, menos represivo; del único socialismo posible: aquel que elimine a l hombre enajenado.

La visión del Che fue tan grande, que anunció que por el camino que iba la URSS se restauraría en ella el capitalismo y sobrevendría una crisis de incalculables consecuencias y lo expresó a mediados de la fabulosa década de los sesenta. Che no fue el primer revolucionario que lo vaticinó ni que agotó el tema, pero sí el primero que indagó y expuso claramente otras de las causas que originaron esta pérdida del camino, no analizadas por otros marxistas que lo precedieron.

Che volvió a Marx, volvió a la Revolución bolchevique, a Lenin, al pensamiento, la acción y las políticas de los bolcheviques, en su momento histórico, sin extrapolarlo. Se sumergió en este contexto y llegó a conclusiones que podremos estar o no de acuerdo con ellas —como sus consideraciones sobre la N ueva Política Económica (NEP ) —, pero, a la luz de lo acaecido, vale la pena introducirlas en el debate obligado y necesario que el movimiento revolucionario, popular, progresista, internacional, debe realizar.

Che elaboró e l S istema Presupuestario de F inanciamiento porque no compartió el modelo soviético:

Siempre ha sido oscuro el significado de la palabra "cálculo económico", cuya significación real parece haber sufrido variaciones en el transcurso del tiempo, lo extraño es que se pretenda hacer figurar esta forma de gestión administrativa de la URSS como una categoría económica definitivamente necesaria. Es usar la práctica como rasero, sin la más mínima abstracción teórica, o peor, es hacer un uso indiscriminado de la apo logética. El cálculo económico constituye un conjunto de medidas de control, de dirección y de operación de empresas socializadas, en un período, con características peculiares.

Che se percata que si se establecen mecanismos capitalistas, o mercantilistas, o pseudocapitalistas, no es posible aspirar, aunque haya mucho trabajo político, a que los hombres que vivan, trabajen y actúen bajo los efectos de estos mecanismos sean un dechado de virtudes, de la nueva moral. S i los mecanismos obligan a actuar como administrador capitalista, como obrero movido por el interés material directo, a través del dinero, no se puede pensar ni actuar motivado por intereses de toda la sociedad y ser cada vez mejor y más puro. El ser social determina la conciencia social. O, como dijo Raúl Castro en la segunda mitad de los sesenta, el egoísmo, el objetivo de obtener sólo dinero engendrará más egoísmo, el feroz individualismo engendrará más individualismo.

No importa sólo la cantidad y calidad de bienes materiales elaborados, sino el modo en que se producen y las relaciones sociales que se desprenden de dicha manera de producir y distribuir lo producido.

Sin embargo, el que Che viera la conciencia como un elemento activo, como una fuerza material, un motor de desarrollo de la base material y técnica, no implica que soñara con quimeras románticas e irrealizables. Conocía al hombre y la naturaleza de este al salir del cieno burgués:

El problema es que la gente no es perfecta ni mucho menos, y hay que perfeccionar los sistemas de control para detectar la primera infracción que se produzca, porque ésta es la que conduce a todas las demás. La gente puede ser muy buena, la primera vez, pero cuando basados en la indisciplina cometen actos de substracciones de tipo personal para reponer a los dos o tres días, después se va enlazando esto y se convierten en ladrones, en traidores y se van sumiendo cada vez más en el delito.

Generalmente, cuando se presentaron crisis en el funcionamiento de la economía socialista, lo que habitualmente ocurrió fue que la discusión giró en torno a la eficiencia económica, tendió a concentrarse en los aspectos técnicos y administrativos del problema y omitieron la dimensión socio-político- ideológica de las opciones debatidas.

Sólo se cuestionó la superestructura o parte de ella, mientras la base quedó al margen de toda sospecha.

Las ideas económicas de Che no son un accidente en la historia de la economía política, ni constituyen tampoco un sistema teórico aislado. S us ideas son un producto lógico del propio devenir histórico de la lucha revolucionaria anticapitalista y de la ciencia económica en un momento específico, decisivo y mutacional de su desarrollo. Che responde a la necesidad creciente de nuestros pueblos —tanto los pueblos del S ur como del Norte—, de unir en un todo único la ética con la economía. Che aspira poner la economía en función de las personas y no las personas en función de la economía, como ya había ocurrido en los regímenes del socialismo existentes y acaece bajo todas las variantes de capitalismo. Y es en este terreno donde Che enriquece de modo teórico y práctico el lugar de la condición humana en la teoría marxista.

El socialismo del siglo XX también se perdió porque no fue capaz de crear un modelo de funcionamiento y desarrollo económico eficiente basado en principios distintos a los del capitalismo, con su propia lógica y dinámica; un sistema económico que no se basara para su funcionamiento en las categorías capitalistas y en las concepciones de progreso y de cultura que el capitalismo posee. El socialismo real del siglo XX no pudo parir un sistema económico que generara nuevas relaciones económicas de producción y nuevas relaciones sociales —también éticas, situamos la ética en este nivel— entre las personas, entre los productores, entre los obreros y demás clases y capas sociales presentes en el periodo de transición socialista, diferenciadas de las capitalistas.

La obra que nos legó Che apunta en la dirección de encontrar esta especificidad de la economía política de un sistema alternativo al capitalismo, y algunos de los principios en los que debe fundarse.

Las posiciones de Guevara de fines de 1964 y principios de 1965 eran abiertamente críticas al modelo económico y político soviético que se desarrollaba en el Este europeo, que se inte ntaba implementar en Cuba y que se impuso por fin en las décadas setenta y ochenta. S us críticas desbordaron el marco de la polémica económica que suscitó su modelo de socialismo alternativo para la sociedad cubana, y Che utilizó conferencias internacionales para expresar sus reservas y críticas al modelo y a las políticas de los soviéticos.

En ese instante convivían ambos modelos en la economía cubana y ninguno logró imponerse. Los últimos discursos públicos del Che y sus criterios vertidos en el consejo de dirección del Ministerio de Industrias, donde era ministro, en el seno de sus colaboradores, denotan que Che había llegado a la conclusión que el modelo soviético llevaba al capitalismo y que era la negación del ideal socialista.

En abril de 1965 Che sa le del colectivo de dirección de Cuba y nutre la tradición internacionalista de los revolucionarios cubanos y latinoamericanos de los siglos XIX y XX: en su caso, desarrollar un proyecto de lucha continental por los pueblos latinoamericanos contra el imper ialismo estadounidense, contra su intervención en Vietnam, contra el sistema capitalista y por la Revolución socialista, por un sistema humano, desalienado, alternativo al capitalista y al soviético.

Che se va convencido de sus ideas y de las consecuencias que para Cuba tendría no aplicarlas, y, en cambio, introducir las soviéticas:

Como método indirecto está la Ley del Valor y para mí la Ley del Valor equivale a capitalismo (…) Ahora si, por mí es evidente que donde se utiliza, al hablar de métodos indirectos, la Ley del Valor, exactamente allí estamos metiendo el capitalismo de contrabando, porque en todo caso en Cuba todavía existe toda una serie de categorías del capitalismo que estamos re introduciendo en el sector Estatal.

Che también pensaba que Cuba, sin la Revolución latinoamericana, tenía muy pocas probabilidades de llevar a su fin lo que su pueblo se había propuesto de alcanzar una sociedad superior en la escala humana en cuanto a libertad, acceso a la cultura, a la educación, al bienestar mate rial para todos, a una sociedad distinta a la capitalista y a los regímenes del socialismo real.

Con la ida de Che Guevara de Cuba, se hizo más difícil la posibilidad de que la Revolución cubana lograra, en esos años, llevar hasta las últimas consecuencias, con viso de éxito, un modelo económico eficiente, alternativo al soviético. El modelo de Guevara no estaba expuesto ordenadamente en un libro, en una obra metodológica, coherente, sino que estaba desperdigado en decenas de artículos polémicos, cartas, grabaciones y en la obra viva del funcionamiento en 152 empresas industriales con más de 2 200 unidades de producción y con más de 200 mil trabajadores a lo largo de toda Cuba28. Muchas de las empresas que funcionaron bajo el sistema organizativo de Che conservaron durante años sus principios de control y funcionamiento contra la corriente general.

Por sus propios discursos y por las medidas que toma a partir de 1966, F idel Castro se inclina públicamente por las ideas de Che Guevara.

No hay que olvidar que el modelo del Che no estaba desarrollado, analizado y perfeccionado hasta el detalle, que se puso en práctica en las peores condiciones en que puede nacer y desarrollarse un modelo, contaba con sólo cinco años de vida con más aciertos que errores y miles de interrogantes quedaban por indagar y contestar, y miles de aspectos por perfeccionar.

La economía cubana en durante los años de aplicación de las ideas del Che, no sólo no retrocedió, sino que logró mantener un discreto incremento y sentar las bases para el crecimiento mayor que se experimentó en los años sucesivos.

Está por estudiar profundamente el hecho de que las clases obreras de los países en transición socialista, no se apropiaron realmente el poder que Marx enunció que deberían tener como clase en el poder. Y está por analizar por qué surgieron castas burocráticas que le enajenaron el poder.

Para el Che las distintas interpretaciones del marxismo, ignoraron y/o hicieron poco énfasis en el hecho que la construcción socialista, comunista, es un fenómeno simultáneo de producción, organización y conciencia. Esfuerzo que debe tener como elemento central, estratégico, el desarrollo de la conciencia y como objetivo final un ser humano libre, desalienado.

Las experiencias socialistas del siglo XX no fueron capaces de producir un renovado código ético para la clase obrera y todos los demás grupos humanos que participaban en la transición socialista, que abarcara desde los principios más generales que conforman la conducta de los conglomerados humanos hasta el de la unidad familiar o de un individuo: su economía, hábitos de vida, ideología cotidiana y consumo doméstico; una nueva cultura humana desalienada con la cual asumir las tareas del proceso de construcción de una sociedad que eliminara la explotación del hombre por el hombre y todas las formas de alienación: económica, política, social y cultural.

El marxismo del siglo XX, en todas sus interpretaciones, ha sido incapaz de asumir y dar una respuesta eficaz al gran desafío que el capitalismo supone en los planos ideológico y cultural. Y el socialismo del siglo XX no fue capaz de crear una economía eficiente sobre nuevas bases.

El capital, cada vez más, ha dominado y reina en Occidente, recurriendo pocas veces a la fuerza bruta. La sociología, la sicología, la ciencia de la comunicación, y otras disciplinas de la Educación S uperior, la han puesto como nunca al servicio de sus intereses de clase y han logrado una dominación espectacular de toda la sociedad civil, incluyendo a la clase obrera —llamada por Marx a encabezar y desarrollar la

Revolución comunista—, dominación a la que el marxismo no ha sabido responder.

Es una deficiencia grave. Se ha ignorado y/o subestimado, despreciado, o simplemente se han refugiado en los postulados ineluctables de Marx y Engels, con la inevitabilidad de la Revolución socialista, el papel obligado de la clase obrera a ser la vanguardia de la Revolución, etc. Nos hemos convertido más en especialistas enciclopédicos de la obra de Marx, Engels, Lenin y otros marxistas destacados del pasado lejano y reciente, que en la tarea de ser creativos: producir ideología y análisis que encaren los nuevos desafíos del capitalismo de nuestros días y nos permita ser audaces, imaginativos, y buscar y encontrar alternativas.

Che, desde 1959, come nzó un proceso de descubrimiento de estas realidades, comenzó a percatarse de ello, y fue ganando conciencia de que la interpretación que él hacía de sus lecturas de Marx era diametralmente opuesta a los paradigmas de las diversas interpretaciones marxista s de su época.

Che se percata que no basta con establecer jurídicamente la propiedad sobre los medios de producción por parte del pueblo para determinar que el proceso de construcción de una sociedad más humana esté garantizado:

Frente a la concepción del plan como una decisión económica de las masas, conscientes, se da la de un placebo, donde las palancas económicas deciden su éxito. Es mecanicista, antimarxista. Las masas deben tener la posibilidad de dirigir sus destinos, resolver cuánto va para la acumulación y cuánto al consumo, la técnica económica debe operar con estas cifras y la conciencia de las masas asegurar su cumplimiento. El estado actúa sobre el individuo que no cumple su deber de clase, penalizándolo o premiándole en caso contrario, estos son factores educativos que contribuyen a la transformación del hombre, como parte del gran sistema educacional del socialismo. Es el deber social del individuo el que lo obliga a actuar en la producción, no su barriga. A eso debe tender la educación.

El so cialismo, por tanto, no es un sistema más humano que el capitalista porque una nueva clase dominante e iluminada distribuya, con sentido más justo y paternalista, las riquezas producidas, sino porque se trata de un régimen de genuino poder popular.

Che tenía conciencia de que si se preservan o restablecen mecanismos capitalistas, o pseudocapitalistas, no es posible aspirar, aunque haya mucho "trabajo político", a que los hombres que vivan, trabajen y actúen bajo los efectos de estos mecanismos sean un dechado de virtudes de la nueva moral. S i a usted los mecanismos lo obligan a actuar como administrador capitalista, o como obrero enajenado de su gestión productiva, usted no puede pensar ni actuar motivado por intereses de toda la sociedad y ser cada vez más humano:

El interés personal debe ser reflejo del interés social, basarse en aquel para movilizar la producción es retroceder ante las dificultades, darle alas a la ideología capitalista. Es en el momento crucial de la URSS, saliendo de una guerra civil larga y costosa, cuando Lenin, angustiado ante el cuadro general, retrocede en sus concepciones teóricas y el comienzo de un largo proceso de hibridación que culmina con los cambios actuales en la estructura de la dirección económica.

Che ve la conciencia como un elemento activo, como una fuerza material, un motor de desarrollo de la base material y técnica. Y esto no implica que soñara con quimeras románticas e irrealizables. Conocía la naturaleza humana y por ello diseñó el S istema Presupuestario de F inanc iamiento, sistema que tenía en cuenta las limitaciones existentes, pero que motivaba, impulsaba, a crear un nuevo espíritu de trabajo:

El error consiste en tomar el estímulo material en un solo sentido, el capitalista, pero centrado. Lo importante es seña lar el deber social del trabajador y castigarlo económicamente cuando no lo cumpla. C uando lo sobrepase premiarlo material y espiritualmente, pero sobre todo con la posibilidad de calificarse y pasar a un grado superior de técnica.

Todo parte de la errónea concepción de querer construir el socialismo con elementos del capitalismo sin cambiarle realmente la significación. Así se llega a un sistema híbrido que arriba a un callejón sin salida difícil perceptiblemente que obliga a nuevas concesiones a las pala ncas económicas, es decir, al retroceso.

La Historia le dio la razón. En el prólogo para un libro de economía política que Che escribía en los momentos en que murió, se apunta, proféticamente el origen de la crisis que luego se desencadenaría en la URSS y en casi todo el Campo Socialista.

Resulta difícil imaginar en las condiciones de acoso, hambre, fuertes ataques de asma, combates, frío, hostilidad de la naturaleza agreste, dolor por la pérdida en combate de compañeros, que un ser humano pudiera escribir luego de 14 horas de marchas forzadas en la jungla suramericana, a la luz de la luna o sin ella, sobre el proyecto de un socialismo alternativo.

Che comprendió la urgencia de alertar al pueblo cubano y a la Humanidad del fraude que representaba la orientación que había asumido el socialismo del Campo Socialista, el existente, a nombre de los ideales marxistas y comunistas. De esos esfuerzos nos legó una producción teórica, aún prácticamente inédita. En mi libro que viene a continuación se citan algunos de estos últimos escritos inéditos, y las razones, los argumentos, que hicieron a Che, en la década de los sesenta, llegar a la conclusión que los soviéticos habían extraviado el rumbo y estaban, en realidad, reconstruyendo el capitalismo.

Che se propuso que el proceso de destrucción del poder capitalista no debía generar en Cuba la lógica del funcionamiento de los mecanismos de poder de todos los modelos de transición socialista que se han experimentado en el siglo XX, con sus diversas variantes: procesos que conducen del protagonismo de la clase obrera al del partido, y de este, a sus aparatos de dirección y mando, y de aquí a un poder personal. El resultado es que las masas, y dentro de ellas la propia clase obrera, quedan marginadas del poder real, de la toma de decisiones, del ejercicio cotidiano del poder.

El socialismo real fracasó porque utilizó en gran medida los instrumentos capitalistas para su funcionamiento —incluyendo las tecnologías que dañaron seriamente el medio ambiente—, y no fue capaz de desarrollar una sociedad democráticamente participativa, un sistema de dirección económica acorde con su esencia, una cultura alternativa a la capitalista.

No sólo no eliminó la alienación capitalista, sino que la incrementó, creando una nueva alienación. Las limitaciones a la libertad individual de la clase trabajadora y demás personas que voluntariamente participaban en la creación de una nueva sociedad, en el sueño de hacer realidad la Utopía; la instrumentación de mil limitaciones burocráticas y arbitrariedades, crearon un aire de asfixia que llevó a esas poblaciones al desvarío. Y con la población alienada y limitada su libertad, no se puede hablar de una sociedad socialista.

Conclusiones

Las ideas del Che sobre la construcción del socialismo se pusieron a prueba en el peor de los escenarios posibles: en un país subdesarrollado; bloqueado económica, comercial y financieramente por el país más poderoso del planeta, con el cual, además, tenía en 1959 el 72% de sus exportaciones e importaciones; con esca sez de técnicos, agravada por la política estadounidense de ofrecerles a estos, altos puestos en EE.UU. con el fin de dejar a Cuba sin el personal calificado necesario para dirigir la economía —por ejemplo, la mayoría de los administradores y dirigentes técnicos de las fábricas de azúcar, la principal industria del país, emigraron a EE.UU. y a otros países de Centroamérica donde los norteamericanos les nombraron al frente de sus fábricas—, y en el instante en que se iniciaba el comercio con los países del C ampo Socialista, en los que muchas materias primas tenían medidas, nombres y calidades diferentes a las que Cuba importaba de EE.UU., o simplemente no la tenían.

Nos enseña que el socialismo se hace voluntariamente, y no convirtiendo al país en una inmensa cárcel, llena de medidas arbitrarias burocráticas y policíacas, que limitan el movimiento libre de sus ciudadanos —tanto al interior de su país como al exterior, y del exterior al interior—, la participación real popular y el control popular de verdad sobre sus dirigentes. El análisis sereno de esta experiencia contribuirá a las generaciones del siglo XXI a acercarse a un sistema más humano, que no conduzca a la Humanidad a un suicidio ético y ecológico.

Anexos

edu.red

Ernesto Che Guevara, guerrillero, revolucionario y ministro.

edu.red

Ernesto Che Guevara durante una visita a la desaparecida URSS.

Referencias Bibliográficas.

Periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), febrero de 1967.

"Che pensamiento político", Colección C urujey, La Habana, Editora Política, 1993.

Guevara: "Carta a su madre", México, agosto o septiembre de 1956 (fecha probable), Aquí va un soldado de América, Buenos Aires, S udamericana/P laneta Editores, 1987, pp. 148-49-52.

Castro Ruz: "Encuentro con los partidos de izquierda", México D. F., 3 de diciembre de 1988. Departamento de versiones taquigráficas, C. E. [Inédito.]

"La creatividad en el pensamiento económico del Che".

Guevara: "El socialismo y el hombre en Cuba", El Che en la revolución cubana, ed. cit., tomo I, p. 273

Guevara: "El socialismo y el hombre en Cuba", El Che en la revolución cubana, ed. cit. tomo I, p. 284.

"Izquierda y Marxismo en Cuba", en Temas, No. 3, La Habana, oct.-dic. de 1995.

Guevara: "Diario del Che en Bolivia", en Ernesto Che Guevara: Escritos y discursos, 9 tomos, La Habana, Editorial de C iencias Sociales, 1985, tomo 3, p. 160. Apunte realizado por Che el día 26 de julio de 1967.

Guevara: "Notas al Manual de economía política de la Academia de C iencias de la URSS " [inédito].

 

 

Autor:

Reisel González Pérez

Universidad de las Ciencias Informáticas

Ciudad de la Habana

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente