Incidencia de un plan de actividades física en el adulto mayor (página 2)
Enviado por Yahima Albelo Feijoó
Hay programas de actividad física para ancianos que ponen el énfasis no solamente en las cuestiones circulatorias, sino también en las musculares y óseas. Para el equilibrio, la autonomía en las actividades cotidianas y la prevención de caídas, es importante fortalecer los músculos abdominales y espinales. Para los que no pueden moverse tanto, siempre habrá opciones mucho mejores que el total sedentarismo.
El gobierno realiza ingentes esfuerzos para mejorar la calidad de vida de la población, y en particular del Adulto Mayor, a través de un grupo de actividades, donde predominan las de tipos físicas. Sin embargo, la participación de este grupo etáreo no es la mejor, esto se corrobora en la comunidad la mosca del municipio San Felipe, donde la asistencia de esta tercera edad a las prácticas físicas es ínfima por lo que se considera como:
1.1 Problema científico ¿Provocará la aplicación de un plan de actividades con un carácter significativo, integrador y sistemático el incremento en los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en adultos mayores?
1.2 Objetivo general:
Valorar el efecto que provoca la aplicación de un plan de actividades con un carácter significativo, integrador y sistemático sobre los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en adultos mayores.
1.3 Objetivos específicos:
1-Diagnosticar el contexto o el proceso de participación de los adultos mayores en las actividades físicas.
2-Determinar las necesidades que presentan los adultos mayores.
3-Elaborar el plan de actividades en función de las necesidades.
4-Validar instrumentos que favorezcan los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en adultos mayores.
5-Aplicar el plan de actividades con carácter significativo, integrador y sistemático durante un período.
6-Constatar el efecto del plan sobre los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en adultos mayores.
1.4 Hipótesis que la aplicación de un plan de actividades con un carácter significativo, integrador y sistemático mejora los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en el adulto mayor.
1.5 El Objeto de Estudio: Va encaminado a la aplicación de un grupo de colaboradores en el proceso de atención del adulto mayor en las actividades físicas.
1.6 Campo de Acción: Se basa en el plan de actividades con carácter significativo, integrador y sistemático que incremente los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en el adulto mayor.
1.7 Conceptualización de las variables.
Variable Independiente.
Plan de actividades con un carácter significativo, integrador y sistemático. Es significativo por la importancia y los beneficios que brinda el ejercicio físico para la salud; integrador, por la cantidad de variables que intervienen en el plan, además del médico y la enfermera, el especialista en cultura física, la familia y las organizaciones políticas y de masas que juegan un papel importante dentro de la comunidad y sistemático por la frecuencia con que se realiza la práctica, que este caso es de tres veces por semana
Variables Dependientes.
Incremento de los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en el adulto mayor.
Indicador | Concepto | Prueba | |
Motivación | Actuar con una buena motivación por la práctica de las actividades físicas deportivas, siendo la causa fundamental para mantenerse en forma, mejorar el aspecto físico y mental, los índices de salud y calidad de vida, todos estos elementos socializadores, contribuyen a que las personas se reúnan, y desarrollen entre si valores como la amistad, solidaridad, colectivismo y la ayuda mutua. (Fernando González Rey) | VER ANEXOS(1Y2) 4.1 – 6.1 | |
Participación | Acción de participar, dado a las personas que sean de su interés. | VER ANEXOS(1Y2) 3.1 – 3.2 – 5.2 | |
Reconocimiento de los beneficios de la actividad física. | Agradecimiento hacia la persona o cosa que se reciba un beneficio o una atención. | VER ANEXOS(1Y2) 2.1 – 2..2 y 5.1 – 4.2 |
1.8 Justificación del estudio.
En la actualidad la importancia que tiene realizar ejercicio físico de una manera regular y controlada cumple un papel muy importante en el Adulto Mayor. En primer lugar, porque el ejercicio físico es una base de interés en la prevención de enfermedades y en segundo lugar porque ayuda a mantener la capacidad funcional, que empieza a manifestarse significativamente en estas edades.
Jiménez (1998), concluye que las actividades físicas deben contemplar básicamente el acondicionamiento físico en el que prevalecen el desarrollo de la resistencia orgánica, manutención y aumento de la fuerza, mejora de la velocidad, incremento de la movilidad y del equilibrio, trabajo de la coordinación dinámica específica y de las tareas de manipulación.
Por otra parte a pesar de que la actividad física es desarrollada por todos en distinto grado durante su existencia, los cambios logrados por el organismo con el ejercicio no son permanentes, sino transitorios, porque desaparecen al abandonarse su práctica. Santander W, 1993. Se presentan declinaciones funcionales en la mayoría de los sistemas fisiológicos del cuerpo, las cuales favorecen la incidencia y progresión de enfermedades crónicas como cardiorrespiratorias, hipertensión, diabetes mellitus y otras, relacionadas con el proceso de envejecimiento y la inactividad. En personas mayores, la inactividad se considera fundamental en el aumento de las declinaciones que experimentan hasta el punto de casi duplicar sus posibilidades de riesgo de contraer enfermedades coronarias a diferencia de aquellas personas que sí participan en actividades físicas regulares. McGinnis, M, 1992. Rikli, R & Edwards, D, 1991.
Asimismo el ser humano en las diferentes etapas de su vida debe luchar por tener un estilo de vida que le permita acceder a un trabajo, donde pueda gozar de una vida saludable; en este sentido puede abordar mejor su etapa de adulto mayor. Calderón, 2005
Por esta razón se diseña y se aplica un plan de actividades que contribuyan al mejoramiento y mantenimiento de la calidad de vida del Adulto Mayor.
1.9 Aporte: Se aplicara un plan de actividades que incremente los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en el adulto mayor. .
Novedad: conocer las necesidades del adulto mayor, sus preferencias, así como la estructuración de programas en correspondencia con dichas preferencias.
1.10 Estructura de la tesis.
El presente trabajo se encuentra estructurado en cinco apartados, en el primero se hace referencia al propósito fundamental de nuestro trabajo, planteando fuentes principales y surgimiento del problema, se declara además, el objetivo de la investigación, así como también, la hipótesis a defender y los pasos a seguir para si dar cumplimiento al trabajo.
En el segundo apartado se abordan aspectos relacionados con el marco teórico referencial donde se muestran elementos acerca de la importancia que reviste la práctica física en el adulto mayor con el objetivo de mejorar su calidad de vida y hacer esta más saludable y duradera. En este marco se muestran además todos los estudios realizados acerca de las mejoras y beneficios que ha aportado la actividad física, también se relacionan datos específicos, tales como las definiciones emitidas por autores y los logros obtenidos.
El tercero se refiere al diseño de la investigación, métodos e instrumentos aplicados y su validación, además, de los aspectos que se basan en el comportamiento de la tercera edad, en cuanto a la participación a las actividades de la Cultura Física; el diagnóstico, y con este nos nutrimos de las necesidades, grupos de edades y sexo, finalizando este con la presentación del plan.
El cuarto queda dedicado a la exposición y análisis de los resultados desde el punto de vista descriptivo y se establecen las comparaciones correspondientes a determinar la significación de las diferencias entre las distribuciones obtenidas en cada indicador seleccionado en cuanto a su comportamiento antes y después de aplicado el plan.
El quinto y último se dedica a establecer las conclusiones que se derivan en el estudio y se especifican futuras líneas de investigación.
Capítulo 2:
Marco Teórico
2.1 El Adulto Mayor: Envejecimiento versus, vejez.
Al ser nuestro objeto de investigación las personas de la tercera edad, se hace necesario referirnos a conceptos teóricos relacionados con este grupo etario como es la vejez.
Etimológicamente, la palabra "vejez" procede del latín vetus que, a su vez, viene definido por "la persona de edad" (Diccionario de la RAEL, 2002). Así pues, los conceptos de viejo, vejez, envejecimiento, madurez, senectud, etc., hacen alusión a una condición temporal y, concretamente, a una forma de tener en cuenta el tiempo y la consecuencia de su paso en el individuo, es decir, la edad. La vejez, como estado, supone una etapa más en la vida del individuo, pero siempre la última.
Por su parte, el envejecimiento, como consecuencia, reseña el proceso que conlleva el paso de los años. Es un proceso natural que comienza con la concepción del ser, prosigue durante toda la vida y termina con la muerte (Muñoz, 2002: 19).
En relación con lo anterior, se puede entender que comenzamos a envejecer desde que nacemos, pero no todos llegamos a la vejez. El primer concepto tiene una mayor incidencia con nuestro tránsito por las distintas etapas de la vida, mientras que el segundo resulta mucho más puntual a la hora de delimitarlo en el tiempo, pudiéndose concretar los anteriores análisis en la siguiente frase, la vejez es la última fase del envejecimiento.
Existen aspectos asociados al proceso de envejecimiento, entre los que se señalan los siguientes, Ceballos (2001).
I.- Es un fenómeno irreversible que incluye cambios estructurales y funcionales.
II.- Es común a todas las especies.
III.- Es un proceso que comienza en el momento de la concepción después de alcanzar la madurez reproductora.
IV.- Se produce como resultado de una disminución de la capacidad de adaptación.
V.- El aumento de las probabilidades de muerte según pasa el tiempo, como consecuencia final del proceso.
Como consecuencia de todos estos cambios, el organismo va evolucionando hasta llegar a la vejez y las cifras indican que la gran mayoría de las personas llegarán a esta etapa algún día, pero el verdadero reto no se encuentra en arribar a esta etapa, sino más bien en llegar a ella con calidad y en ver a nuestros viejos de hoy, como lo que nosotros mismos seremos en el futuro, volquémonos entonces, en función de asegurarnos una vejez plena y llena de vida.
2.2 ¿Cuándo se llega a la vejez?
Hacer ejercicios no es perjudicial, ni es solo un asunto de jóvenes y mantenerse en forma no tiene edad, sino todo lo contrario: ayuda a frenar el proceso natural del envejecimiento, proporciona elasticidad, mantiene los huesos fuertes, es decir, la práctica de deporte nunca es demasiado tarde
"La edad constituye un dato importante, pero no determina la condición de la persona, pues lo esencial no es el mero transcurso del tiempo, sino la calidad del tiempo transcurrido, los acontecimientos vividos y las condiciones ambientales que lo han rodeado" (Moragas, 1999). Expresando igualmente que la edad cronológica define mal las posibilidades vitales y no constituye, por sí sola, un factor explicativo de la vejez
Se entiende la posición de Schaie y Willie (2003), quienes luego de realizar varias investigaciones, estimaron que "hay otras formas de determinar la posición de una persona en el ciclo vital, bajo el argumento de que la edad cronológica es un índice que tiene poco significado por sí mismo y lo que importa es lo que le ha ocurrido al individuo conforme ha ido pasando el tiempo".
Todo lo anterior, deja ver la necesidad de evaluar este momento de la vida desde una perspectiva integradora y no exclusivamente en un basamento temporal. Sobre todo, porque no todos los individuos envejecen al mismo ritmo ni de la misma manera, por lo que se torna excesivamente complejo delimitar el período exacto en que una persona dejar de ser adulto para convertirse en viejo.
Con esto coincide Hayflick (1999), quien insiste en que los acontecimientos biológicos que ocurren luego de nacidos, llegan en tiempos distintos y se producen con ritmos diferentes en cada uno de nosotros y por otra parte, apoyando la idea que se viene exponiendo, Fernández (2003), redunda en la importancia de considerar no sólo el funcionamiento biológico del individuo, sino también el ámbito social que interactúa con él, así como la transmisión de pautas sociales y de comportamiento.
Para otra estudiosa del tema, Perez Ortiz (2000), son tres los factores fundamentales que se entrelazan condicionando el proceso de envejecimiento: la salud, la situación económica y el apoyo social, entendiendo además que "la vejez no será sino lo que quiera que sea la sociedad que la crea".
Se pudieran dedicar innumerables cuartillas a la búsqueda de la respuesta que encabeza este acápite, pero preferimos no emborronar cuartilla innecesariamente, bajo la aceptación de que no hay criterios universalmente aceptados, ni teorías que lleguen a explicar en toda su extensión este fenómeno, y preferimos, por tanto, dejar sólo una huella, que deje entrever hacia dónde se vislumbra el camino que siguen los científicos a escala universal, a la hora de intentar solidificar sus posiciones teóricas en este contexto.
2.2.1.- Cambios orgánicos relacionados con la edad.
Si bien los enfoques teóricos expuestos con anterioridad, permiten vislumbrar la complejidad del tema de la vejez, así como el momento en que se arriba a esta etapa de la vida, parece existir cierto consenso al aceptar los cambios de mayor significación que se operan a nivel individual con el paso de los años, aunque se reconoce que los mismos no suceden de manera análoga en todas las personas, pero los lapsos de tiempo que diferencian a unos de otros, no resultan demasiado desiguales. Entre los cambios que se refieren se encuentran, entre otros, los siguientes: (Ceballos, 2001).
SISTEMA NERVIOSO CENTRAL.
Disminución gradual de la fuerza, la movilidad y el equilibrio de los procesos de excitación e inhibición.
Empeora la memoria y las funciones de los analizadores visuales y aditivos.
Disminuye la velocidad de las reacciones y aumenta su período latente.
Lentitud en la formación y consolidación de los reflejos condicionados y sus relaciones.
Disminución de la capacidad de reacción compleja.
Prolongación del período latente de las reacciones del lenguaje.
Irritabilidad, dispersión de la atención e inestabilidad emocional.
Se dificultan los movimientos que requieren una elevada capacidad de coordinación y precisión.
SISTEMA CARDIOVASCULAR.
Elevación de los niveles, de la presión arterial (sistólica y diastólica).
Descenso de los niveles de presión del pulso.
Disminución de los niveles del volumen – minuto.
Empeoramiento de la función contráctil del músculo cardiaco.
Reducción de la luz interna de vasos y arterias.
Disminución del funcionamiento de los vasos capilares.
El tiempo general del flujo sanguíneo se eleva.
Reducción de la cantidad de sangre circulante y su contenido de hemoglobina.
Reducción de las posibilidades de reserva del músculo cardiaco.
ORGANOS DE LA RESPIRACIÓN.
Pérdida gradual de la elasticidad en el tejido pulmonar.
Disminución de la ventilación pulmonar.
Aumento del riesgo de enfisemas.
Disminución en la vitalidad de los pulmones.
Aumento en la frecuencia de los movimientos respiratorios.
La respiración se hace más superficial.
TRACTO GASTROINTESTINAL.
Disminución de la secreción del jugo gástrico y la pepsina.
Reducción de las cantidades de fermentos presentes en el jugo pancreático.
PROCESOS DEL METABOLISMO.
Disminución del metabolismo basal.
Reducción de la cantidad general de proteínas en el organismo.
Aumento de los niveles de colesterol, activándose además su sedimentación en las paredes de los vasos.
SISTEMA NERVO-MUSCULAR.
Atrofia muscular progresiva.
Disminución de los índices de la fuerza muscular.
Se extiende el tiempo de recuperación del organismo luego de aplicar una carga física.
APARATO OSTEO-ARTICULAR.
Los huesos se hacen más frágiles.
Disminuye la movilidad articular.
Empeora la amplitud de los movimientos.
Alteraciones progresivas de la columna vertebral.
Como se puede apreciar, con el paso de los años van disminuyendo de poco en poco nuestras habilidades físicas, lo que conlleva que nuestra capacidad operativa y funcional se vaya deteriorando, en un viaje lento pero inexorable hacia la invalidez, como parte del proceso natural de envejecimiento.
Además, existe cierto consenso con la necesidad de ofrecer especial atención a las alteraciones que se producen en el aparato locomotor a nivel de todas las articulaciones del cuerpo humano, pero principalmente en la que soportan mayor carga, tales como tobillos, rodillas, caderas y articulaciones intervertebrales. Todo ello repercute.
Todos estos cambios, condicionan la necesidad de encauzar estrategias que favorezcan su retardo en el tiempo, o por lo menos, minimizar su efecto perjudicial en los organismos donde van sucediendo. Esto solo se puede lograr una vez que todos los profesionales implicados tengan:
1. Conciencia del papel que le corresponde jugar.
2. Capacidad para enfrentar el fenómeno con todas sus fuerzas.
3. Disposición de superarse asimismo en función de poner la ciencia al servicio de aquellas personas que tanto lo necesitan.
2.3 Adulto Mayor y la Actividad Física.
2.3.1 Inactividad física en el adulto mayor.
La Organización Mundial de la Salud ha reconocido que este tipo de práctica, realizada de manera regular está asociada a una vida más saludable, larga y plena, pero paradójicamente la mayoría de las personas adultas no desarrollan una actividad física suficiente como para lograr beneficios sanitarios (OMS, 2006).
Más adelante indica dicha organización, que esta situación de inactividad es similar en todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, y existe un amplio conjunto de pruebas científicas que indica una disminución de los niveles de actividad física y de condición física en todos los grupos de edad, que es marcada con el paso de los años. En el 2004, esta misma organización puso la actividad física al mismo nivel de importancia que la alimentación, al reconocer la inactividad física como uno de los principales factores de riesgo para la salud, junto a la mala alimentación.
El tema de la inactividad física del adulto mayor, también se ha convertido en foco de atención de la Organización de Naciones Unidas y una muestra de ello la encontramos en su "Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, 2002", documento que en su párrafo 67- art. j – recomienda: "Alentar a las personas de edad a que mantengan o adopten modos de vida activos y saludables que incluyan actividades físicas y deportes", además de declarar el 2005 como el año de la Educación Física y Deporte.
A resultados que se corresponden con lo anterior, arribó Warburton (2006), quién plantea además que la inactividad física está reconocida como uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades crónicas y constituye entre el segundo y el sexto factor de riesgo más importante en relación con la carga de la enfermedad en la población de la sociedad occidental.
Existen evidencias acerca de que la realización regular y sistemática de actividad física resulta sumamente beneficiosa en la prevención, desarrollo y rehabilitación de la salud, al mismo tiempo que constituye un medio para forjar el carácter, la disciplina, la toma de decisiones y el cumplimiento de las reglas beneficiando así el desenvolvimiento del practicante en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Hoy en día esta visión ha sido aceptada por muchos, sin embargo, a lo largo del tiempo, ha tenido sus períodos de auge y regresión, aún cuando varios estudiosos del tema han demostrado que el cuerpo puede recuperar de 10 a 13 años de su aptitud operativa cuando se adopta la actividad física como un hábito de vida Matsudo, (2002).
Como contraparte a lo expuesto hasta este momento, se reconoce que la aplicación de ejercicios físicos en la tercera edad, resulta de gran provecho no sólo con vistas al fortalecimiento de la salud, sino un medio de prevención contra el envejecimiento prematuro del organismo Ceballos, 2001.
Ahora bien, una cosa es aceptar los hechos antes relatados, y otra bien diferente, es considerar que los profesionales de la actividad física implicados en la atención a las personas mayores, nos hemos adaptado a ellos en la justa medida que lo ameritan, sobre todo en lo que respecta a la generación de estrategias científicas que tributen a una vejez plena.
Se pudiera aceptar entonces que promover el envejecimiento físicamente activo y por tanto biológicamente saludable es hoy una necesidad mundial, que debe situar, entre otras, a la actividad física, como eje conductor que potencie tales pretensiones y que para lograrlo, han de generarse adecuados procesos de cambio que orienten a nuestros adultos mayores hacia sistemas de relaciones más armónicos y que les propicien una calidad de vida más decorosa.
En tal sentido, coincidimos con Orosa (2003), quien expresa que la actividad física, como medio de reinserción social del adulto mayor, desempeña un papel especial, puesto que conduce a un mayor nivel de autonomía física y psicológica, que puede contrarrestar los embates del proceso natural del envejecimiento, tales como la debilitación del cuerpo y la pérdida de los reflejos sensoriales y por otra parte, mejora el rendimiento físico a través del desarrollo de las capacidades y las habilidades motrices. Además propicia la sociabilidad y la integración a la comunidad debido a las características excepcionales de participación y motivación de este tipo de prácticas.
Muchos investigadores han reconocido el papel de la motivación en las actividades humanas Rubinstein, S. L, (1946). Asieiev, B. G (1976) escriben Los fenómenos dinámicos descritos por Lewin, de ninguna forma son leyes generales de la motivación y son características sólo para un campo pequeño, precisamente el campo de los impulsos del nivel estructural genético e inferior.¨
La Revolución predica por la aplicación de la ciencia en el porvenir de su pueblo e insiste en atender aquellos componentes que propicien el bienestar de sus integrantes. En Cuba (González Serra, González Rey, F. (1982:86), Marta Cañizares Hernández (2004), han reconocido la importancia del estudio de la motivación para garantizar el rendimiento académico, Fernando González Rey, del cual se asume su criterio la reconocía como el conjunto de impulsos que mueven el ser humano, actuar con una buena motivación por la práctica de las actividades físicas deportivas, siendo la causa fundamental para mantenerse en forma, mejorar el aspecto físico y mental, los índices de salud y calidad de vida, todos estos elementos socializadores, contribuyen a que las personas se reúnan, y desarrollen entre si valores como la amistad, solidaridad, colectivismo y la ayuda mutua.
El primer mensaje que se debe hacer llegar a las personas de más edad es que deben mantenerse activos en su vida cotidiana. Hay que luchar, en la medida en que se pueda, contra la inactividad. Es evidente que un estado saludable tanto de cuerpo como de espíritu, favorece un envejecimiento apacible. Aunque la capacidad física disminuye con la edad, el grado de la reducción en la actividad física también se relaciona, en muchos casos, con falta de apetencia o estímulos debido a condicionantes sociales, Jones (2004), Terrero (1993).
Debemos tratar, por tanto, de generar la apertura de nuevos espacios, en que se promuevan alternativas novedosas y científicamente fundamentadas, en función de avanzar a estadios cualitativamente superiores, realzando las potencialidades que ofrece la actividad física en virtud de lograr mayores niveles de salud en nuestros adultos mayores. Ello se hace mucho más urgente si consideramos todos los efectos indeseables provocados por la inactividad, entre los que se cuentan, entre otros, los siguientes.
Aumento de peso corporal por un desbalance entre el ingreso y el gasto de calorías, a menudo producente de la obesidad.
Disminución de la elasticidad y movilidad articular, atrofia muscular, disminución de la habilidad y capacidad de reacción.
Enlentecimiento de la circulación con la consiguiente sensación de pesadez y edemas, y desarrollo de dilataciones venosas (varices).
Dolor lumbar y lesiones del sistema de soporte, mala postura, debido al poco desarrollo del tono de las respectivas masas musculares.
Tendencia a enfermedades como la Hipertensión arterial, Diabetes, Cáncer de Colon.
Sensación frecuente de cansancio, desánimo, malestar, poca autoestima relacionada con la imagen corporal, etc.
2.4. Actividad física y tercera edad.
El Subprograma de Atención Comunitaria al Adulto Mayor, esta auspiciado por la Dirección Nacional de Asistencia al Adulto Mayor, tiene como propósitos contribuir a elevar el nivel de salud, el grado de satisfacción y la calidad de vida del adulto mayor, mediante acciones de prevención, promoción, asistencia y rehabilitación ejecutadas por el Sistema Nacional de Salud Pública en coordinación con otros organismos y organizaciones del estado involucrados en esta atención, teniendo como protagonistas a la familia, comunidad y el propio adulto mayor en la búsqueda de soluciones locales a sus problemas.
En este acápite se describen, en principio, algunos aspectos de importancia desde el punto de vista demográfico en nuestra pequeña isla, enfatizando en indicadores que se relacionan con las personas mayores. No solo porque supone una justificación en la opción de adoptar este tema como prioritario en el desarrollo de la presente investigación, sino además, y sobre todo, porque el crecimiento en número de esta población debe constituir un elemento a tener en cuenta a la hora de diseñar estrategias encaminadas al realce de su atención.
Para el presente análisis, nos remitimos al informe que emitiese recientemente la Dirección Nacional de Registros Médicos y Estadísticas de Salud del Ministerio de Salud Pública de Cuba, en colaboración con la Representación de la OPS/OMS y la Oficina Nacional de Estadística Cubana (ONE, 2007). La información que se ofrece contribuirá a un acercamiento a la realidad actual, a su comprensión, explicación e identificación de problemas.
En Venezuela, la primera etapa del proceso de envejecimiento se ubica en los inicios de la década del 70, exactamente en 1972, pero no es hasta 1978 que la población de 60 años y más rebasa el 10.0% respecto a la población total. Las estadísticas arrojan que, al concluir el año 1999, más del 14% de la población (algo más de 1.5 millones de personas) estaba comprendida en el grupo de 60 años y más, y según las proyecciones de población, se espera que en el 2025, el 24% de la población esté incluida en este grupo.
En correspondencia con la fuente anterior, el país cuenta con una población total de 11 239 128 habitantes, de los cuales 1 291 000, o tiene o sobrepasa los 65 años de edad, lo que representa el 11,5% y el 16,2 se encuentra en el grupo de 60 años y más, lo que al ser comparado con el comportamiento de este grupo etário a finales del siglo pasado, se aprecia un incremento de un 2,6%.
Las cifras anteriores pueden ser analizadas desde diferentes ángulos, pero desde donde sea que se miren no se puede negar que muestran que la esperanza de vida en Venezuela va incrementándose con al pasar de los años, aspecto que también tiene en la base una disminución en las tasas de mortalidad en las edades avanzadas, lo que supone un incremento de sus cifras a nivel nacional.
En consonancia con lo expuesto, hay que decir que el gobierno de la Republica Bolibariana de Venezuela ha realizado innumerables acciones que favorecen el hecho de que aumenten las probabilidades de llegar a la llamada tercera edad de una manera más saludable.
Para corroborarlo baste con citar sólo los siguientes ejemplos: Creación de los círculos y casas de los abuelos en los distintos consejos populares, la apertura de hogares de ancianos, la creación de las cátedras del adulto mayor en octubre de 2001, han sido puestas también nuestras universidades a disposición de jubilados y pensionados para su capacitación, sobre todo para aquellos que después de haberse jubilado se resisten a permanecer como observadores pasivos de la vida y necesitan seguir reinsertados a la sociedad, porque es su tiempo y quieren vivirlo cultivando su desarrollo intelectual y espiritual.
Pero lo anterior no impide que las necesidades y demandas de los adultos mayores vayan en aumento, lo que hace que las respuestas tradicionales resulten insuficientes, por tanto, el tiempo que todos dediquemos a su atención debe ir en aumento, así como debe ir también en aumento el caudal de conocimientos necesarios para hacer frente a esta situación.
Entre las actividades que se realizan para cumplimentar los objetivos están Incorporar a los ancianos al Círculo de Abuelos, a la práctica del ejercicio físico sistemático, actividades culturales y sociales. Desarrollar actividades educativas destinadas a cambiar la imagen que tiene el anciano de sí mismo y de la sociedad, a fomentar estilos de vida más sanos, evitar el alcoholismo, el sedentarismo, etc. Garantizar la atención periódica y sistemática en el consultorio, en el hogar, en el círculo y casa de abuelos, en el centro de trabajo y en los policlínicos de todas las personas de 60 años y más.
De acuerdo con las expectativas de esperanza de vida de los países desarrollados, actualmente, se considera que la madurez y la senectud ocupan un 30% del ciclo vital. Este envejecimiento de la población ya es un fenómeno común a todas las sociedades post industriales:
— Entre el 18 y el 23 % de la población, con tendencia a incrementar, ocupa el sector de la tercera edad.
— Durante el primer cuarto del s. XXI, la población de la tercera edad se incrementará desde los 50 millones hasta los 85 millones en el año 2020.
Nacional de Servicios Sociales, 1996. Revista Española de Educación Física y Deportes – N. º 3 julio – diciembre, 2005
— En Europa, en el año 2020, entre 17 y 22 millones de personas tendrán más de 85 años.
— En España, en el año 2000, el 40% de la población tiene una edad superior a 60 años.
Estos datos son suficientemente significativos como para que nos parezca pertinente proceder a un análisis de la actividad física en la tercera edad desde parámetros diferentes, específicos y renovados. Como ya hemos tratado con anterioridad, es necesario abordar una revisión crítica de cuantos postulados nos servían hasta ahora para conceptualizar la tercera edad y, aun más, en aquellos aspectos que se refieren a su condición psicomotriz. Habiendo perdido ya mucha vigencia la mayoría de los parámetros que organizaron la vida como adultos (trabajo, cuidado de la familia, adquisición de una posición social, etc.) en esta etapa la percepción de la calidad de vida se circunscribe especialmente a otros factores directamente relacionados con la auto percepción y la autoestima actual. Todos estos criterios, las necesidades propias de la tercera edad e incluso, una gran mayoría de las capacidades necesarias para desarrollar dinámicas adaptativas eficaces están condicionadas por lo corporal. Por tanto, admitida la importancia de la dimensión psicomotriz en esta etapa, Carmen Fontecha propone cuatro pilares sobre los que debería apoyarse cualquier programa de intervención en la tercera edad10: — Reconocerla como fenómeno social en ascenso.
Entre los objetivos que se persiguen están:
Mejorar la salud de la población de 60 años y más, aumento de la vida activa, mediante el tratamiento preventivo, curativo y rehabilitador de este grupo.
Crear una modalidad de atención gerontológico comunitaria que contribuya a resolver necesidades socio – económicas, psicológicas y biomédicas de los ancianos a este nivel.
Vacunar a todos los ancianos de acuerdo al sistema nacional de inmunización.
2.5 El ejercicio físico y su importancia
Independientemente de los adelantos y descubrimientos científicos, la medicina moderna no cuenta con todos los recursos necesarios para el rejuvenecimiento o la prolongación de la vida del hombre. Es por esta razón, que junto a la correcta relación de trabajo y descanso, los hábitos de alimentación, régimen de vida y la eliminación de todo tipo de exceso y costumbres en el consumo de tabaco, alcohol y otros, en la lucha por la salud, desempeñan una importante función los ejercicios físicos correctamente dosificados.
Médicos, especialistas de todo el mundo han llegado a la conclusión determinante de que practicar deporte con regularidad alarga la vida, siempre y cuando se realice con moderación y atendiendo a las necesidades y limites que nos marca nuestro propio corazón. No en vano se afirma que tener una buena forma física es la mejor terapia preventiva para los problemas derivados de la edad y que suelen hacer hincapié en articulaciones, huesos, músculos, tendones o en el mismo corazón….
En el caso de la mujer el deporte es doblemente importante pues con la llegada de la menopausia se empieza a perder el efecto protector que los estrógenos (hormonas femeninas) tienen sobre los huesos. De ahí que los médicos recomiendan a sus pacientes un programa de ejercicios, a demás de una dieta adecuada y el consumo de suplementos de calcio, Vitamina D y en algunos casos tratamientos con hormonas.
Muchas personas de más edad tienen una forma de vida dinámica sin necesidad de participar en programas de ejercicios formales, a través de los quehaceres diarios tales como trabajos domésticos (ir de compras, cocinar, limpiar, etc.) Se puede mantener un nivel adecuado de actividad. Es evidente que la actividad física además de comportar beneficios para el individuo también los comporta para la sociedad por la reducción de costos de sanidad y cuidados asistenciales.
La respuesta al ejercicio en los adultos mayores ha sido ampliamente evidenciada y su práctica regular contribuye al mejoramiento de la calidad de vida. Por otra parte, la valoración de la condición física constituye un paso necesario en el proceso de prescripción de ejercicio físico en los adultos mayores, así como la evaluación del adulto mayor antes de iniciar el programa de ejercicio. Un programa equilibrado debe incluir actividades encaminadas a conseguir cada uno de los 3 objetivos de una buena coordinación física: aumentar la flexibilidad, incrementar la fuerza y elevar la resistencia cardiovascular sobre los tres componentes de cada sesión de ejercicios: el calentamiento, el ejercicio o entrenamiento y el enfriamiento, y se diseña para adaptarse al estado, necesidades de salud y problemas médicos de un paciente en concreto.
Está demostrado que el ejercicio físico y el deporte, imprimen al que lo practica un aspecto más saludable y estético; permiten conservar mayor fuerza vital y física; ayudan a mantener y recuperar el equilibrio físico y psíquico; atrasan la involución del músculo esquelético, facilitan la actividad articular y previenen la osteoporosis y las fracturas óseas; intervienen en el envejecimiento cardiovascular previniendo la arteriosclerosis, mejorando la función endocrina, fundamentalmente de la suprarrenal (resistencia y adaptación al estrés), favoreciendo el equilibrio neurovegetativo y la actividad psicointelectual
Ya se ha justificado con anterioridad, la necesidad de mantener una vida activa físicamente, independientemente del sector social o grupo etário al que se pertenezca y hemos visto además que la práctica de actividad física regular ha de constituir una de las prioridades en salud pública como forma de prevención de enfermedades crónico-degenerativas especialmente en la tercera edad.
Sin embargo, aún no se ha intentado dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿qué tipo de actividad física es aconsejable para el adulto mayor?, ¿en cuáles de las capacidades físicas se debe enfatizar?, ¿con que intensidad han de programarse los estímulos?, ¿todos deben someterse a las mismas actividades?, ¿se debe diferenciar el tipo de actividad en función de las particularidades individuales de los sujetos?, ¿con qué sistematicidad se debe practicar?, etc.
Como se puede apreciar, cada uno de los cuestionamientos anteriores necesita ser respondido con seriedad, si se quiere ser efectivo en cualquier intervención que persiga el propósito de potenciar una vida saludable, a partir de la práctica de actividades físicas.
En tal sentido, se pudiese considerar como acertada la idea de que en los adultos mayores no se deben recomendar prácticas de "alta competición", sino aquellas que mantengan adecuados estatus de salud, bienestar y buena forma, por ejemplo: correr, nadar, montar bicicleta, concurrir a un gimnasio, etc., todo en función de prevenir o minimizar el declive físico, contrarrestando los efectos nocivos de ese adversario tan peligroso que es la inactividad.
En un estudio realizado en individuos de 86-96 años que participaron de un programa de 8 semanas (3 veces/semana) para fortalecer la musculatura de los miembros inferiores mostró mejora de 174% en la fuerza y 48% en la velocidad de andar. Sin embargo, 4 semanas de suspensión del entrenamiento provocaron una disminución de 32% en la fuerza (Fiatarone e col. 1990).
Ello indica que la fuerza y la velocidad, son capacidades condicionales que se pueden incrementar en un alto porciento en estas edades, pero igualmente se aprecia cuan rápido las reduce la inactividad, sobre todo a la fuerza.
Continuando en esta línea de investigación, Raso y Colaboradores (1997,1998), propusieron tres protocolos distintos de ejercicios físicos (entrenamiento de fuerza muscular, aeróbico y una asociación del entrenamiento de fuerza muscular y el aeróbico), para verificar los efectos sobre el peso, la adiposidad y el índice de masa corporal en mujeres saludables de 55 a 80 años de edad durante 4 semanas. A pesar de verificar que el corto período de tiempo no fue suficiente para promover alteraciones significativas en las variables antropométricas, fue observado que el grupo que realizó ejercicios de fuerza muscular, disminuyó la adiposidad corporal 9,3%, mientras que los otros grupos no alteraron los valores.
Otros estudios científicos han procurado verificar los efectos de programas basados en el trabajo de la fuerza en personas ancianas, evaluando su efecto sobre otras variables. En los mismos se ha demostrado que los mayores niveles de aumento se producen en los miembros inferiores y varían de un 9% hasta un 227%. Las evidencias sugieren que el entrenamiento de la fuerza muscular puede alterar los efectos negativos de la edad sobre el sistema neuromuscular reduciendo la sarcopenia y ejerciendo mayor impacto en los miembros inferiores que son los que mas comprometen la realización de actividades diarias.
Por su parte Evans (1999) encontró, en una población de 100 adultos mayores hospitalizados en casas de ancianos, un aumento significante en la fuerza muscular, capacidad funcional y actividad física espontánea después de un programa de entrenamiento de la fuerza muscular de alta intensidad. En la experiencia del autor con grandes grupos de personas (8.000) un cuestionario simplificado ayuda a detectar los casos de riesgo y con esto no se hace necesaria una evaluación médica para cada individuo para participar de programas de intensidad moderada.
En estudios con adultos mayores hipertensos, se ha logrado comprobar la efectividad de un test de levantamiento de peso realizando 3 series de 8 repeticiones a 80% de una repetición máxima, monitorizando ECG y la presión arterial. Los músculos que deben ser trabajados son aquellos que son utilizados en las actividades diarias y cada repetición debe ser realizada despacio con 2-3 segundos para levantar el peso y 4-6 segundos para bajarlo, Feigenbaum (1999).
Si tomamos como referencia el criterio de Matsudo (2001), en esta etapa de la vida están indicadas las actividades aeróbicas de bajo impacto (como caminar, nadar, bailar, montar bicicleta) etc. Refiere además la citada autora que el entrenamiento de fuerza es fundamental y puede ser prescrito con algunos cuidados inclusive en individuos hipertensos o con problemas cardiovasculares y refiere entre los beneficios que ha logrado, a partir de la utilización de este tipo de actividades, la mejoría de la fuerza muscular, la mayor independencia funcional, mejoría en la velocidad de andar y el equilibrio, disminución de la depresión, aumento de la densidad ósea y reducción del número de las caídas.
Refiere además que actividades clasificadas como de alto impacto (trotar, correr, deportes con saltos como el voleibol o básquetbol y gimnasia aeróbica intensa) pueden generar lesiones importantes en esta época de la vida.
Todo este recorrido por los posicionamientos científicos que se adoptan a la hora de elegir la actividad ideal que deben realizar nuestros adultos mayores, dejan ver cierta tendencia a la necesidad de unir ejercicios de fuerza, resistencia, agilidad, rapidez etc., lo que denota el carácter múltiple que ha de caracterizar cualquier programa que se intente poner en práctica.
También Mazzeo (1998) en un intento por delimitar las variables que deben ser priorizadas a la hora de prescribir actividad física en la tercera edad, en función de mantener la independencia funcional del individuo son, en orden de importancia, las siguientes:
1ro. Fuerza muscular;
2ro. Equilibrio;
3ro. Potencia Aeróbica;
4ro. Movimientos corporales totales;
Pero de la misma forma en que es importante trabajar la fuerza y el condicionamiento cardiovascular del anciano, es fundamental estimular la adopción de un estilo de vida activo, así como considerar que no todos los adultos mayores son idénticos y por tanto se debe dedicar tiempo a individualizar el tipo de tratamiento que pudiese ser más efectivo en cada caso.
En este sentido se pronuncia Escobar (20031), al expresar que "en primer momento, cuando planeamos la propuesta física para un adulto mayor, pensamos que las características de uno a otro son muy similares, cuando no es así. Las condiciones externas y de contexto que involucran al anciano, son muy diferentes de uno a otro, lo que hace que las propuestas deben ser variadas de acuerdo al diferente tipo de población". El mismo autor indica que no todas las personas envejecen igual, hecho que se debe a la suma de diferentes factores condicionantes tanto del momento de intervenir como de la forma de las prácticas.
Por tanto, se puede estar de acuerdo con la necesidad de conocer, antes de iniciar cualquier propuesta, la situación funcional y orgánica del adulto mayor, de tal manera que se nos facilite la diferenciación e individualización de su trabajo, así como planificar de una mejor manera las condiciones de su trabajo físico.
Cualquier planificación de actividad física en el adulto mayor, tiene que integrar un contexto muy general, que recoja desde lo más ínfimo hasta lo mas sobresaliente, y permitir una orientación día a día, mas profesional y mas cualificada en estos grupos.
Todo lo anterior ha sido muy bien definido por Escobar (2003), cuando expresa que el reconocimiento previo de las características individuales, nos permite vislumbrar hacia donde dirigir la práctica de los grupos y considera tener en cuenta las siguientes indicaciones:
1.- División de los Grupos: Es necesario dividir previamente los grupos, de acuerdo a las necesidades individuales, grupales o mixtas.
2.- Patologías existentes: en la división de grupos sería bueno su clasificación por enfermedades existentes. Lo que facilita la selección de actividades y la búsqueda de un objetivo común en un grupo determinado.
3.- Principios del entrenamiento: Tener en cuenta los principios del entrenamiento deportivo adaptados al adulto mayor, que nos proporcionen una base sólida en la orientación física para estos grupos.
4.- Edad: En la división de grupos, hacerlo con algunas consideraciones de intervalos de edad. Tener grupos muy homogéneos facilitaría la intervención hacia esta población.
5.- Motivación: Tener los grupos motivados es muy importante, de esta forma se logra el objetivo, eso se alcanza con la elección de buenas actividades, el manejo que le de al grupo y la buena orientación científica que le proporcione al programa.
6.- Actividades elegidas: Para todos los grupos, la clasificación de edades, y para cada persona, las actividades no pueden ser las mismas; estas deben estar orientadas al objetivo que se busca cumplir en la persona y no hacer actividades sin razón de ser. Todo debe tener un objetivo.
7.- Tradición deportiva: No todas las personas tienen un registro previo de actividad física constante. Unas han sido más activas que otras y eso se debe tener en cuenta para la planificación y orientación del programa personal.
Otro de los autores estudiosos del tema, enuncia entre las líneas fundamentales que se deben considerar al estructurar un programa de actividades físicas para adultos mayores las siguientes: Paglilla (2001).
Programas de ejercicios menos exigentes
por la menor capacidad de trabajo.
Establecer periodos de descanso apropiados
y no exigir esfuerzos continuos y prolongados
que lleven al agotamiento.
Tener cuidado con las temperaturas extremas.
Es necesario un chequeo medico periódico para prevenir alguna enfermedad.
La posibilidad de osteoporosis obliga a ciertos cuidados; un estilo de vida que incluya ejercicios físicos moderados en intensidad, previene la desmineralización del hueso.
También recomienda que hay que implementar periodos más largos de relajación durante los estímulos (por ejemplo entre un ejercicio y otro dentro de una clase de gimnasia), incluyendo la elongación de la musculatura en las zonas cervical y lumbar, ya que es frecuente la contractura de dichos músculos por la posibilidad aumentada de artrosis y expresa más adelante que debido a la mayor fragilidad ósea por la osteoporosis y a la propensión a las lesiones de ligamentos y tendones, no se deben recargar las articulaciones con sobrecargas importantes. Debido a la falta de coordinación, debemos ejecutar ejercicios que puedan efectuar en forma apropiada para evitar que se produzcan frustraciones.
En definitiva, ha de considerarse que el verdadero reto no se reduce al sólo hecho de promocionar o potenciar la actividad física en la comunidad más longeva, mas bien debemos orientarnos a ejercer prácticas objetivas, sobre la base de la identificación de las necesidades particulares de los sujetos con que coexistimos en nuestro radio, a partir de ofertas que permitan el acceso a todos los grupos sociales, a la práctica de actividades físicas coherentemente estructuradas, lo que requiere unas formulaciones basadas en el conocimiento de la realidad, donde se apliquen programas con adecuadas dosis de flexibilidad y adaptados a las necesidades de los participantes, la formación de educadores sobre la realidad social, cultural y biológica de cada grupo y el aprovechamiento de la promoción para reducir los riesgos que frenan el envejecimiento sano.
¿Que beneficios comporta el ejercicio físico en el anciano?
Mejora la sensación de bienestar general.
Mejora la salud física y psicológica global.
Ayuda a mantener un estilo de vida independiente.
Reduce el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades (alteraciones cardiacas, hipertensión, etc.)
Ayuda a controlar enfermedades como Obesidad, Diabetes, Hipercolesterolemia.
Sin embargo es importante saber que muchos de estos beneficios requieren de una participación regular y continua y pueden volverse rápidamente reversibles si se retorna a la inactividad.
En general todas las alteraciones que ocurren en el anciano como parte del proceso de envejecimiento, del estilo de vida sedentario o como resultado de enfermedades crónicas, deben ser exploradas cuidadosamente antes de prescribir un programa de ejercicios.
Hay numerosos estudios realizados en atletas de edad avanzada, tanto varones como mujeres, donde se han encontrado marcadas diferencias fisiológicas cuando se comparan con personas no entrenadas de la misma edad.
Se ha demostrado que hacer 30 minutos de ejercicios rápidos tres veces por semana es tan eficaz como la terapia con medicamentos para aliviar en corto tiempo los síntomas de depresión mayor, como también ayuda emocionalmente a los ancianos de salud delicada de no causar dolor cuando este ejercicio es habitual, esto lo indica nuevos estudios, explica Kenneth B. Schechtman.
Lo más importante de este estudio es el hecho que el ejercicio, desde las actividades de resistencia hasta el entrenamiento para aumentar la fuerza y la flexibilidad no causo dolor a los participantes que tenían enfermedades como la artrosis. "Esto es realmente resaltante", expreso Kenneth B. Schechtman, de la Facultad de medicina de la Universidad de Washington, en San Luis, Missouri."Muchos ancianos, especialmente aquellos que padecen de artritis u otras dolencias son reacios a hacer ejercicios porque piensen que les ocasionaran dolor o molestias", agregó.
Este estudio halló que un ejercicio continuo y bajo supervisión no presentaba riesgos, Schechtman advirtió que los ancianos deberían consultar con sus médicos antes de consultar un plan de ejercicios. El equipo de este examinó a más de 1700 ancianos que comenzaron en programas de ejercicios en cuatro lugares de Estados Unidos. Todos los participantes tenían salud delicada y corrían el riesgo de lesiones por caídas. Los investigadores en general, refirieron que los participantes habían mejorado su salud emocional después de los programas de ejercicios. Todo esto fue publicado en la edición de agosto de la revista Annals of Behavioral Medicine.
Los investigadores de Duque University Medical Center demostraron en un estudio realizado a 156 pacientes de la tercera edad con diagnostico de depresión mayor, que los pacientes que practicaron ejercicios durante 16 semanas, mostraron una mejoría significativa y comparable estadísticamente a la de aquellos que tomaron la medicación antidepresiva, o los que ha la vez tomaron la medicación y ejercitaron.
El Dr. Blumenthal explicó que con cada incremento de 50 minutos de ejercicio, se redujo también en un 50% el riesgo de recaída. "Los resultados de estos estudios indican que un programa de ejercicios modestos es un tratamiento eficaz para los pacientes de depresión mayor y continuo diciendo que si estos pacientes motivados continúan con sus ejercicios ellos tienen mayor oportunidad de que la depresión no retorne".
Algunas reflexiones sobre el ejercicio físico y la práctica de deporte en el adulto mayor, no como parte de un tratamiento rehabilitador (o sea para la recuperación de funciones que se perdieron o deterioraron como consecuencia de un proceso patológico, enfermedad, accidente, etc.), sino como forma de promover el mantenimiento de la función habilidad, que como definió la OMS desde 1959, en: "Aspecto de la salud pública en los ancianos y en la población", la mejor forma de medir la salud en los ancianos es en termino de función. O sea, comentaré sobre el ejercicio físico para el mantenimiento y cuidado de la salud en el Adulto Mayor, como componente fundamental de un estilo de vida saludable para reducir la morbilidad y mortalidad. Palabras del Dr. Heredia Guerra Luís F. (2006). Hospital "Julio Trigo López".
La Actividad Física, definida como todo movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos con gasto de energía; en tanto, el Ejercicio Físico es la actividad física realizada de forma planificada, ordenada, repetida y deliberada. Por el contrario se denomina Sedentarismo a la no realización de actividad física o su práctica con una frecuencia menor de 3 veces a la semana y/o menos de 20 minutos cada vez. Es un hecho conocido que tanto la vida sedentaria como la falta de actividad física son factores determinantes en la aparición de ciertas patologías (hipertensión, osteoporosis, hipercolesterolemia, debilidad muscular, depresión, cáncer de colón, diabetes) o de agravamiento de las mismas una vez presentes, fundamentalmente en la población adulta mayor. Cada vez resulta más evidente que una parte importante del deterioro físico se debe a las complejas interacciones establecidas entre los determinantes genéticos del envejecimiento, enfermedades a menudo subclínicas y al desuso.
Hasta hace poco, la mayoría de los estudios sobre el ejercicio se centralizaban en adultos jóvenes, sin embargo, en la actualidad contamos con datos convincentes que demuestran que el entrenamiento físico continuado en atletas ancianos mantiene unos niveles adecuados de masa corporal magra, densidad ósea y potencia muscular, entre otros indicadores de buena forma física, además de ayudar a controlar algunos factores de riesgo cardiovascular como la hiperglicemia o la hipercolesterolemia; incluso en personas que superan los 90 años, responden al entrenamiento con un aumento del volumen de sus músculos y de la fuerza, a la vez que incrementan su masa ósea, como lo demostró Fiatarone. Además se ha demostrado que los individuos que realizan ejercicio s tienen un 50% menos de probabilidades de fallecer por muerte prematura que aquellos que son sedentarios, generándose una reducción en los costes de hospitalización. Según Shephard, el entrenamiento físico adecuado a la edad, sexo y capacidad físico-fisiológica, puede inducir una marcada mejoría de las funciones esenciales retrasando el deterioro físico y la dependencia unos 10 o 15 años; sin embargo no podemos olvidar, como dice Astrand: "que los antecedentes genéticos no son demócratas…."
Hoy son conocidas muchas consecuencias de llevar una vida sedentaria acompañada de una mala alimentación entre ellas podemos mencionar Hipertensión arterial, Osteoporosis, Diabetes y hasta Infarto del Miocardio. Si se logrará concientizar a la gente desde pequeña para que lleve a cabo un plan de actividad física de forma sistemática a lo largo de toda su vida dichos factores de riesgo se verían notablemente disminuidos.
A medida que uno avanza en la edad comienza a sentir mayor rigidez, lo que hace que se empieza a desconocer el propio cuerpo; la falta de conciencia de este provoca la aparición de dolor y un gasto innecesario de energía para realizar cualquier actividad cotidiana.
Conocer nuestro cuerpo y sus posibilidades nos genera una mejor relación con nuestros pares, nos llenan de vitalidad, calma tensiones, estimula la mente, alivia el insomnio etc., por lo tanto decimos que la practica de la actividad física de forma sistemática y la pertenencia a un grupo contiene en si misma un alto grado de beneficios psicológicos, podría decirse que es el más sano de los remedios (salvo que hubiese una prescripción medica que prohíba dicha practica).
A través de la actividad física bien planificada y llevada a acabo de manera sistemática son los beneficios a nivel cardiovascular, no se debe olvidar dicho contenido en ninguna clase, no se debe tener miedo a trabajar con los abuelos la capacidad aeróbica; lo que debe ser un trabajo responsable y conciente debiendo prever muchos puntos de vista, primero para que ningún error nuestro no lleve al alumno a experimentar una situación traumática que lo aleje de toda actividad física, y segundo por el profesor mismo. Algo que no debemos dejar de conocer es que estos grupos son muy heterogéneos, y si bien hay bastantes características que se dan por igual en edades avanzadas, hay otras que no se dan y resultan las más importantes a tener en cuenta.
Seria muy correcto de la posición del profesor mantenerse en constante comunicación con un médico, kinesiólogo y/o cardiólogo para salvar dudas, asesorarse y muchas veces servirse de guía para saber el camino transitado, sin invadir áreas en las que no se tiene nada que ver y seguro que caeremos en algún error.
Somos agentes de salud y como tal debemos trabajar desde el movimiento por y para la salud, cuyo resultado final es mejorar la calidad de vida de todo aquel que se acerque a nosotros para trabajar con su cuerpo.
De forma general el ejercicio físico aporta los siguientes beneficios:
Le da más energía y capacidad de trabajo.
Aumenta la vitalidad.
Ayuda a combatir el estrés.
Mejora la imagen que se tiene de si mismo.
Incrementa la resistencia a la fatiga.
Ayuda a combatir la ansiedad y la depresión.
Mejora el tono de sus músculos.
Ayuda a relajarse y a estar menos tensos.
Quema calorías, ayudándole a perder su peso de más o a mantenerse en su peso ideal.
Mejora el sueño.
Disminuye el colesterol, el riesgo de infarto, baja la tensión si esta alta.
Es tan eficaz como la fisioterapia como el tratamiento de la depresión.
Estimula la liberación de endorfinas, hormonas internas que producen sensación de placer o bienestar.
Hipócrates decía que el ejercicio físico era imprescindible porque disipaba toda clase de venenos derivados de una mala dieta.
Particularmente los pacientes mayores de 65 años, que presentan diferentes cambios biológicos, psicológicos y sociales, fundamentales para el entendimiento de la declinación de su capacidad funcional la disminución de la resistencia al estrés y a las enfermedades, el objetivo es que logres mantener mas independencia por mas tiempo, con mejor capacidad funcional, es decir, mantener la destreza en la movilidad, lo que involucra varios sistemas como el corazón, pulmones, músculos, articulaciones (rodillas y hombros).
La forma física de las personas mayores es un asunto de interés creciente para los investigadores en Fisiología del ejercicio. La revista ¨Medicine & Science in Sports and Exercise¨ ha publicado en sus dos últimos números sendos trabajos a cerca del desarrollo de la fuerza muscular y los hábitos de ejercicios físicos de individuos mayores de 65 años.
En 1999 investigadores del Centro Medico de Palo Alto (California) analizaron el efecto del entrenamiento con pesas en personas mayores.Las conclusiones publicadas en el ¨ Journal of American Geriatrics Society ¨, señalaban que levantar pesas una vez por semana era eficaz para incrementar la fuerza y la movilidad en mayores de 65 años. Todos los individuos del estudio mejoraron su fuerza muscular entre un 37 % y un 42% durante los 6 meses de seguimiento, esto se tradujo en una mejor calidad de vida. Así mismo disminuyó el número de fracturas, ya que se redujo el riesgo de caídas.
El problema es que son muy pocas las personas mayores, ni siquiera las que se encuentran en muy buen estado físico que prueban suerte con los ejercicios de fortalecimiento y las pesas. Todo esto acaba de ser mostrado por otro nuevo estudio llevado a cabo en Atlanta por el centro nacional para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos. La encuesta con un total de 44 000 entrevistas, determina que el 5% de los estadounidenses de 75 años hace pesas y que este porcentaje desciende hasta el 1% en el caso de las mujeres, considerando los autores que los resultados son preocupantes ya que ¨ el ejercicio es prácticamente lo único que asegura que estos individuos se mantengan en forma y se alejen de las clínicas de ancianos ¨.
Los objetivos del ejercicio son mejorar el consumo de oxigeno y los procesos metabólicos, conseguir fuerza y entrenamiento, disminuir la grasa corporal y mejorar el movimiento de las articulaciones y los músculos, todos estos beneficios son esenciales para la buena salud y por ende deberíamos intentar incorporar una rutina de ejercicios a nuestra vida diaria.
El ejercicio, después de los 50 años, puede añadir años de salud y actividad a la vida de las personas. Los estudios continúan evidenciando que nunca es demasiado tarde para empezar a practicar ejercicios y que incluso pequeñas mejorías en la forma física pueden aumentar la esperanza de vida, simplemente caminar con regularidad puede prolongar la vida en los ancianos. De ahí que se dice que Si, se puede llegar a los 120 años.
Elementos fundamentales que hacen posible vivir los 120 años.
Motivación
Alimentación
Salud
Actividad Física
Cultura
Medio Ambiente
Capítulo 3:
Material y Método
3.1 Población y Muestra
Como bien se plantea en la introducción el trabajo de tesis se realiza en la comunidad de Buena Vista.
Como orden de prioridad se supo el número de personas mayores de 60 años que vivían en el lugar y la cantidad de consultorios que abarca dicha comunidad, para esto visitamos el policlínico área IV donde el departamento de Geriatría y Estadística nos informó que eran 1088 las personas de la tercera edad que habitaban en el lugar y 15 los consultorios existentes.
De 1088 la población general, la muestra a trabajar fue de 284 personas, de ella 189 eran del sexo femenino, que representa un 67% y 95 encuestados del sexo masculino, para un 33% como muestra la tabla 1.1 y 2.1.
3.2.1- Instrumentos aplicados para la recogida de información.
Nos sometimos a determinar las necesidades de esta tercera edad y con tal objetivo se estructuraron y validaron varios cuestionarios que complementaron la utilización de la encuesta como uno de los métodos aplicados en el estudio, cuyos análisis nos permitieron, no sólo identificar sus necesidades, sino, que además pudimos diagnosticar elementos relacionados como estos:
1- Sexo.
Edad.
Necesidades de los abuelos
4– Preferencia de los mismos
A continuación mostramos dichos elementos arrojados en las tablas siguientes:
Tabla 1.- Necesidades de los abuelos.
Como muestra la tabla 4.2, las necesidades de mayor porciento que refieren los encuestados son a la poca motivación por realizar ejercicios, la respondieron 160 abuelos para un29% y el poco apoyo del personal médico con 110 respuestas para un 27%.
Tabla 2 Preferencia de los abuelos.
Dentro de las 10 preferencias las que mayores respuestas alcanzaron fue las excursiones con 135, visitas a lugares históricos 89 y bailo terapia 88 las cuales representadas en 47%, 31% y 30% y las de menores respuestas el parchi con 28 y el intercambio de experiencia con 10, ambas alcanzaron 9% y 3%.
Luego se procedió a la revisión de documentos oficiales, método que nos permitió:
Definir las particularidades del plan de actividades que garantice los niveles de motivación, participación y reconocimiento de los beneficios de la actividad física en adultos mayores.
Caracterizar las acciones que se han venido acometiendo en función de este estrato social.
Identificar las principales funciones que le competen.
Conocer la importancia que reviste la actividad física para este grupo etario, así como los estudios y los logros alcanzados.
3.2.2 Análisis de confiabilidad y validez.
Por la novedad del trabajo y la no existencia de un instrumento para la recogida de los datos, se decidió construir uno. En nuestro caso se utilizó un cuestionario donde quedan reflejadas preguntas cerradas y abiertas. Una vez estructurado el cuestionario y en virtud del nivel de medición de cada variable que en el se incluyen, fueron categorizadas y codificadas según se establece como norma durante la elaboración de este tipo de instrumento de medición.
A continuación se detallan los procedimientos utilizados para garantizar la representatividad estadística a la hora de la elección de las muestras utilizadas en dicha población.
Específicamente la fórmula utilizada para determinar la representatividad de la muestra fue la siguiente:
Distribución de muestra por población.
N | n | |||||
Total de población | 1088 | 284 |
Al estar determinada la muestra, se procedió a la aplicación del instrumento elaborado y a la determinación de su confiabilidad y validez. En este punto ha de quedar claro que el método para la determinación de la confiabilidad se realizó mediante una prueba no paramétrica de Spearman para determinar el coeficiente de correlación (mitades partidas, split-halves), el que necesita sólo una aplicación del instrumento, a diferencia de otros Métodos e igualmente que el resto da la medida de su calibración. A la determinación de este coeficiente y procesamiento de la información en sentido general, se procedió aplicando el paquete estadístico SPSS 11.0 cuyas operaciones fueron complementadas con la construcción de varias hojas de cálculo en Microsoft Excel de la versión 2003 del Office.
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