El aporte de los medios masivos de comunicación a la creación de un imaginario social (página 2)
Enviado por Alcaraz Ignacio
1.1.- La cuestión social
La posmodernidad trajo aparejada una tensión entre el "orden" y la diversidad. La "aldea global" acabó con los símbolos propios de cada cultura sobre los cuales las sociedades sustentan la construcción de su identidad. La imagen social comenzó a presentar una polarización que se incrementa en forma permanente. Por un lado, surgen y se incrementan día a día, los barrios cerrados, los countries, los shoppings, los complejos cinematográficos, y los centros educativos y recreativos privados, por otro, como contratara de una misma moneda, surgen y se incrementan igualmente, las villas miserias, los espacios empobrecidos, los asentamientos, las ocupaciones de fábricas abandonadas donde vivir, las zonas liberadas de toda autoridad estatal, y los basurales avenidos en espacios recreativos.
La totalidad de los sujetos de esta sociedad de transición no resulta asimilable a lo que el imaginario colectivo asignara al "ciudadano". La diversidad social creó y colocó al "otro" en una situación de particular vulnerabilidad.
Esta apreciación se reafirma a través de los medios, pudiendo leerse titulares que rezan: "CAYÓ EL ASESINO DEL INGENIERO BARRENECHEA" (Crónica TV; C5N; TN, 24/10/08), "EL CASO DEL ASESINATO DEL INGENIERO BARRENECHEA" (Clarín, La Nación, Crónica, Perfil); "El ASESINATO DEL INGENIERO DE SAN ISIDRO" (La Nación, Infobae), "A UN MES DEL ASESINATO DEL INGENIERO BARRENECHEA" (Perfil: 21/11/2008). "EN UNA VILLA DE LA MATANZA…" (Clarín, La Nación, Crónica); "EN LA VILLA PUERTA DE HIERRO…" (Crónica TV; C5N; TN, Perfil)
A simple vista, parece que la muerte del Sr. Barrenechea no fuera tan importante como resultó serlo la muerte del Ingeniero Barrenechea, tampoco se trata de cualquier ingeniero y esto surge reafirmado en los mismos titulares, se trata de un Ingeniero de San Isidro. Seguramente, es porque en el imaginario social, es el "ingeniero" quien más se corresponde con el "ciudadano", y resulta merecedor de una mayor respetabilidad, cuanto más, si habita en San Isidro.
A contrario, que el delincuente haya salido de una villa permite hacer extensiva la concepción prejuiciosa de que las villas están plagadas de delincuencia, cuanto más, cuando la villa se halla inserta en La Matanza y se pretende instalar en la ideología social que es en La Matanza donde habitan los delincuentes, los que cobran los planes que se pagan con el dinero de los "ciudadanos", los que acompañan a Luis Delía, los que protagonizan un piquete, y los utilizados por los gobiernos de turno en las elecciones.
Las mentadas diferencias pusieron de manifiesto una relación de fuerzas sociales específicas que son diferencias de poder. De poder político y poder económico, y consecuentemente, de poder cultural y discursivo.
Son "los de adentro" que comenzaron a librar una guerra formal contra "los de los márgenes", bajo el pretexto de un clamor de justicia, porque "transgreden las normas" de un modo duradero y no solamente incidental[4] y respecto de los cuales "hay que hacer algo".
La nueva estructura social descubrió una crisis generalizada, no solo de la sociedad, sino también de cada uno de sus aparatos ideológicos y represivos. Los medios masivos de comunicación no resultan ajenos a este proceso, sino que por el contrario, como productores de ideología salieron a participar activamente de la conformación de un imaginario social que incremente la brecha entre los unos y los otros.
Desatada la "guerra", el Estado se vio obligado a salir a gestionar el "caos" intentando, aunque infructuosamente, prolongar la supervivencia de sus instituciones fundamentales.
La prisión, la familia nuclear, la escuela y las profesiones se hallan atravesando un proceso agónico y las innovaciones modélicas intentadas resultaron alarmantemente estériles. Aún así, el estado insiste con la esperanza en que algunas "soluciones", más cosméticas que fundamentales, puedan detener el cambio social. "Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando a la puerta. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias"[5].
Las pautas sobre las que se sustenta el pretendido orden social se fundamentan en la exclusión. Las políticas públicas intentan restaurar la disciplina y el orden sobre la base de la articulación de medidas puntuales, que ni siquiera resisten su confrontación con el paradigma de la Constitución Nacional y el Estado de Derecho, pero que tampoco terminan de conformar a las víctimas. Las pretensiones, tanto del Estado como de los "ciudadanos", están cargadas de una ideología discriminatoria repleta de prohibiciones y castigos, hartamente incrementada por los medios de comunicación.
Las conductas "desviadas" son reprimidas institucionalmente debido a una percepción estática de una realidad extremadamente dinámica y la recurrencia a utilizar racionalidades propias de la sociedad disciplinaria en el marco de las sociedades de control. Va de suyo, que cualquier estrategia institucional que convalide estas instancias de restauración ordenadora termina siendo necesariamente autoritaria e inútil.
Ante estas circunstancias, resulta indudable la derrota de los míticos paradigmas de resocialización y reinserción social pero, aún así, es posible que se hayan cumplido los objetivos simbólicos del encierro, ligados a la reproducción de la gobernabilidad, facilitando la identificación y cooptación de los "delincuentes" que el sistema persigue y "demostrando" la eficiencia del mismo[6].
La demanda de penas más graves -incluida la de muerte-, de una mayor dureza policial, de mayor severidad jurisdiccional, de más cárcel, son las rudas muestras de esa cultura punitiva que cada vez invade más todos los rincones de la sociedad. Mientras tanto, se entorpece la aplicación del sistema penal para aquellos comportamientos que desde estamentos estatales violan los derechos fundamentales de las personas.
Un detalle sorprendente de la información resultó en la afirmación de la autoría material sumada a la supuesta edad del "malviviente". A escasas horas de la detención se proclamaba a través de todos los medios masivos de comunicación que el "ASESINO" se llamaba BRIANGONZALO BARRERAy tenía 19 años de edad, a pesar de que él gritara a viva voz, y sus padres le comunicaran a todos los medios que solo tenía 16 años. Como confiar en la información criminal cuando no se había constatado siquiera su certificado de nacimiento. Al respecto, narraba una periodista, que en la jornada de la detención, y luego de una nota en la villa, había llevado consigo una copia de la partida de nacimiento del menor. Al llegar a la redacción, su jefe se comunicó con el Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Salcedo, quien confirmó que tenía 19 años. Inmediatamente después, su jefe aseveró que el detenido tenía 19 años, que la copia de la partida de nacimiento era falsa, y para rematarlo escribió en recuadro, en la misma nota, la aseveración de la edad.
Siguiendo la ideología del miedo y la supuesta necesidad de represión, la edad del supuesto involucrado autorizó a cargar las tintas sobre la importancia de disminuir la edad de imputabilidad. Solución cosmética que volvió a marcar una fractura social.
La producción social y simbólica de los "otros", la alteridad, está apoyada en una doble lógica: la identificación atribuida entre diferencia y desigualdad; que hace inmutable la diferencia y naturaliza la desigualdad. Y la alteridad que hace que esos otros diferentes, se conviertan en extraños primero, y en enemigos, después, siendo necesario excluirlos.
Los "otros" son vistos como sujetos "peligrosos", incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente violentos. "Si se les permitiera hacer las cosas a su manera, invadirían, conquistarían, esclavizarían…Por lo tanto, hay que mantenerse siempre vigilantes; mantener seca la pólvora, como se dice, armarse y modernizar las armas, ser fuertes como para que el enemigo lo note, admita su debilidad y abandone sus malas intenciones"[7].
No es casual que ante la noticia del asesinato del ingeniero Barrenechea desde diversos sitios mediáticos se instauraba la idea de que las villas resultaban aguantaderos de delincuentes, propulsando, aunque sutilmente, su destrucción. Hace pocos días, aún cuando Brian B. ya había sido desvinculado de la autoría del homicidio, el periodista Eduardo Feimman presentaba una avance de una nota de Klipan diciendo: "ESTE ES EL BARRIO DONDE VIVEN LOS ASESINOS", colocando a todos los que allí viven, a todos los "otros" en una misma bolsa de gatos.
Tampoco es casual que hayan surgido comentarios pretendiendo la muerte de todos los habitantes de las villas, de esos "otros".
Pero los "otros" son los sujetos que han fracasado en el proceso fundamental de socialización que permite que los hombres coexistan de manera ordenada en una sociedad objetivada; donde los "roles" de cada uno representan un "orden institucional" que se quiebra ante determinadas conductas desviadas. Una vez que esa institucionalidad se quebranta a partir de la infracción, queda abierta la instancia coactiva contra los transgresores. Quienes ponen en crisis con conductas inadecuadas la institucionalidad, deben ser destinatarios de la coacción social, hayan o no cometido un delito, porque son "enemigos", a los que el estado "debe" combatir. No importa que sean limpiavidrios, cuidacoches, cartoneros, prostitutas, homosexuales, o simplemente "barderos". Son "terroristas internos" que generan la inseguridad urbana que habilita la punición. Son los que redefinen el espacio público y el paisaje social con su presencia. Se trata de una "guerra preventiva" emprendida contra desviados que ocasionan alarma, y temor en los ciudadanos.
Curiosamente, los "otros" responden a estereotipos determinados. Siempre se trata de hombres jóvenes, provenientes de sectores sociales pauperizados, con escaso nivel de instrucción formal, desocupados o con inserción laboral precaria. Son la clientela habitual del sistema penal precisamente porque la crisis del sistema judicial se atribuye prontamente al fracaso del "tratamiento" en pos de la "resocialización" de estos sujetos "socialmente peligrosos" y porque, en definitiva, el control penal postmoderno ya no opera sobre sujetos individuales sino sobre colectivos "en riesgo"[8]. Son los destinatarios de un retribucionismo caracterizado por el encierro.
Además, son estos "otros" los que resultan más adecuados para desgargar el sistema punitivo sobre ellos, pues al momento de ser señalados como presuntos autores de un hecho aberrante carecen de la defensa técnica pertinente y de sus debidas garantías constitucionales. En consecuencia, previa la aplicación de torturas, psíquicas y físicas, propinadas eficientemente por el personal policial, el mismo que percibe haberes para hacerse cargo de nuestra protección, se obtiene una confesión efectiva e inequívoca por parte del "elegido".
Cuando surgió la noticia acerca del pedido de nulidad de la primer declaración indagatoria que hiciera la defensora de Brian, Dra. Florencia Arietto, en virtud de haber sido tomada por un fiscal de adultos y obtenida mediante apremio pues Brian había estado a una columna mientras era golpeado y amenazado, algunos medios, no dispuestos a arriar las banderas del castigo ejemplar, lo redujeron al grado de una estrategia defensista. Luego de que se hubiera excluido tal declaración del plexo probatorio aún insistían haciendo referencia a reconocimientos inexistentes, – Luis Majul-; aplicando el beneficio de la duda en contra del procesado –Carabajal, La Nación- ; y adjudicándole una fuga de la cual no participó, que el sujeto que nombraban era inexistente en el marco de la causa pues se debatía sobre la fuga de Jonathan Barrera, y sin considerar que si hubiera sido correcto su nombre, se trataría de un menor -Chiche Gelbrum-.
1.2.- El delito en la sociedad y en los medios
Elbert[9] explica que cada sociedad establece sus normas cuando, mediante la convivencia, se gesta un saber común en el cual se instalan tabúes, supersticiones, mitos y prejuicios con carácter de verdades establecidas que condicionan fuertemente la vida social debido a la convicción cultural del grupo. Foucault sostiene que es el poder el que conduce al establecimiento de normas porque necesita de la existencia del delito para vigilar y castigar a toda la humanidad y se vale de redes que extiende para crear la respuesta conveniente a sus fines a través de los distintos aparatos de control social instituidos – educación, salud, religión, justicia -.
En cualquier caso, toda sociedad posee un sistema de normas, y toda acción que rompa con los valores o normas estándares socialmente definidos es considerada una desviación.
Howard Becker[10] dice, "El que un acto sea desviado depende, entonces, de cómo reaccionan las otras personas frente al mismo", y esa reacción puede variar conforme la época en que la conducta se perpetre y fundamentalmente atendiendo a quién cometa la infracción, el proceso de criminalización se hará operativo "desde" los grupos con capacidad para construir y obligar al acatamiento de las reglas y "hacia" los grupos que supuestamente realizan "determinadas" conductas desviadas que ponen en peligro el orden de la sociedad. El estado, entonces, combate el "peligro" de los "grupos peligrosos" o "socialmente riesgosos". La diferencia de las intuiciones de ambos grupos son las que, en el contexto hegemónico de una lógica binaria "amigo-enemigo" legitiman la coerción institucional, fundada en el temor cuidadosamente construido de sectores sociales particularmente sensibles e influenciables, fundamentalmente por su ubicación en la nueva estructura de la sociedad. En todo este circuito, los medios masivos de comunicación juegan un papel fundamental y determinante.
Es notable, como el caso específico del ingeniero Barrenechea ha disparado una aversión latente contra quienes habitan en los barrios más humildes. Basta leer los insultos proferidos por los lectores de La Nación on line, del día 24 de noviembre de 2008, contra la diputada Claudia Bernazza por haber solicitado la guarda de Brian en tanto dure el proceso.
Sin embargo, estos supuestos justicieros ignoran que en la trasmisión de Hora Clave del día 27 de noviembre, su conductor, el Dr. Mariano Grondona, ha llegado a afirmar que "aún no se ha probado que B. haya participado del hecho, y de comprobarse, su participación habría sido tangencial".
Así las cosas, puede sostenerse que casos como el que aquí se presentan sirven de excusa para sacar a relucir odios ocultos y bajo la máscara de justicia, promover exterminios sectoriales. Los medios periodísticos, logran fortalecer estos sentimientos mediante una parcialización de la noticia conforme al efecto que se pretenda.
1.3.- La construcción de la delincuencia en lo social y en los medios
Cuando se habla de delincuencia dos formas interpretativas salen a la luz, casi de inmediato: una pretende adjudicar la responsabilidad al individuo y la otra al Estado. Los medios masivos de comunicación tampoco resultan ajenos a estas interpretaciones, a punto tal que según el sitio de procedencia resultará la redacción de la noticia.
Lo asombroso es que ninguna de las frases hechas que se suelen escuchar, ni tampoco las dos posturas que aquí se presentan, contemplan las causas profundas de la delincuencia. Así, quienes sostienen una posición de carácter individualista suponen que se trata de una decisión individual del agresor previo análisis de la relación coste – beneficio. La segunda posición, fuertemente arraigada, sostiene que el auge del delito se debe a una presencia débil del estado. Todos hemos oído decir en algún momento a Eduardo Feimman que "quien es bueno con los malos, es malo con los buenos", en pos de una opción de mano durísima, sin especificar a que llama "buenos" y "malos", pues cuando alguien clama tratando de fomentar el odio hacia sus congéneres no es lo que pueda llamarse, literalmente, bueno.
De todos modos, consideramos que ambas posturas yerran por no profundizar en el análisis de la realidad social en que se hallan insertos. Que la delincuencia pudiera ser producto de la decisión individual del delincuente es una postura del todo ideal porque supone que hay alguien que elige concientemente y además, creen saber por qué lo hace. Sin embargo, no se tiene presente, que quien elige lo hace sobre algunas pocas alternativas que se le presentan y no sobre al amplio abanico que pretenden mostrar los partidarios de esta opción.
Respecto a la segunda argumentación cabe considerar que, posiblemente, una fuerte presencia del estado pudiere resultar efectiva en tanto que debería implicar la persecución de los señores de guantes blancos; sin embargo, la experiencia ha demostrado reiteradamente que el hilo siempre se corta por lo más delgado, con lo que se agravaría la situación de los más humildes, ampliando aún más la brecha, aunque falaz, entre buenos y malos. Nunca se castigan todos los delitos que efectivamente se cometen, y ello repercute como un factor más de desigualdad social.
Creemos que la adopción a las distintas posturas es lo que genera la existencia de una diferencia informativa tan importante al momento de tratar un hecho.
No obstante, en todo el análisis mediático del caso, existe una opción que a nadie le interesó investigar, al menos inicialmente. Se pretendió contextuar y enmarcar la delincuencia y al delincuente, pero olvidaron que para hablar del delincuente se requería una investigación que lo probase. Y en cierto modo, viene a rescatar esta omisión la edición del diario Pagina 12 del día 24 de noviembre de 2008 bajo el título: "Como resolver un caso sin investigar"
Por otra parte, cuando se trata el tema de la delincuencia se enfoca en la violencia, puesta de manifiesto en algunos hechos, como violencia unilaterilarizada. La crueldad que muestran o exhiben algunos casos delictivos es mostrada por los medios masivos de comunicación sin comparación con la crueldad que existe en la cotidianeidad de las relaciones en el seno de la sociedad. La exclusión es interpretada como consecuencia y no como inherente a la realidad social. La población en "riesgo social" es vista como la población "socialmente peligrosa", y se legitiman estrategias de intervención social y política limitadas al mantenimiento del orden social -policía, justicia y cárcel- que re-legitiman su accionar a partir de la reproducción del fenómeno.
En esta reproducción juegan un papel estratégico los medios masivos de comunicación tanto por los datos y opiniones que proporcionan como por el modo en que lo hacen. Cuando refieren a hechos violentos los exponen como si constituyeran la regla y no la excepción. Les otorgan estado público y al circular la información se generan fuertes percepciones de alarma social, que se agrava, aún más, cuando operan como "sensores" de la opinión pública. Arfuch sostiene que los sondeos de opinión son una "trampa". "Si el sondeo aparece como un equivalente del sufragio directo, de la voluntad popular, útil para toda circunstancia, respecto de nuestro tema, esa voluntad popular aparece encarnada en la voz de testigos, parientes, vecinos, que no solamente opinan sobre los detalles de lo ocurrido, sino, sobre todo, ejercitan una valoración moral. De este modo "dando la palabra a la gente", el medio de prensa puede incluso reafirmar y "autentificar" sus propias afirmaciones, sin necesidad de justificarlas"[11]. La especulación y la espectacularidad de los opinólogos acerca de algún acto aberrante o lesivo, hace que aparezca, casi instantáneamente, el instinto de venganza.
Una mirada fragmentada conduce necesariamente a la construcción de una interpretación errónea de la realidad social que instala, o alimenta, la convicción de que se debe legislar con urgencia sobre la responsabilidad penal sin un debate serio que la inserte en el marco de una política de seguridad, "en la cual la responsabilización penal juvenil tenga un eje más, pero no se reduzca a la cuestión delictual como la única que debe ser atendida, y donde la artillería de los debates no se agote en la cuestión de establecer cuál es la mejor edad a partir de la cual los adolescentes deben ser imputables."[12]
Una mirada profunda permite percibir que la delincuencia tiene su anclaje en las condiciones estructurales de la sociedad y en las concepciones políticas y sociales, por tanto, nadie nace delincuente, sino que se construye. En algunos casos puede haber condicionamientos biológicos o componentes de la personalidad que resulten facilitadores, pero aún así, es posible que esa condición originaria haya sido detonada por los condicionamientos sociales.
En algunos medios, resultó muy significativa una de las frases pronunciadas por la preceptora de Brian, la Sra Laura Romero, que sostiene que "Los pibes no nacen chorros", a punto tal, que quienes creen en la existencia de un proyecto solapado de exclusión social, la han tomado y resaltado para presentar sus notas, – Informe Klipan, C5N; Revista Veintitres, Noticieros de Telefé, Telenoche, Canal 9, entre otros.
Todos los delitos están relacionados con las características del poder político, la desigualdad imperante, la desproporcionada distribución del ingreso público y la riqueza que partiendo de cualquier concepción originaria del estado asemeja la realidad a un juego de suma cero en el cual para que algunos tengan más bienes de los que necesitan para su subsistencia es imprescindible que otros carezcan de lo mínimo indispensable, y esto resulta en los altos índices de pobreza, que a su vez condicionan y determinan la ausencia de oportunidades laborales, produciendo altos índices de desempleo.
El prejuicio se construye a partir de dos elementos: la presuposición de acometimiento y la convalidación de la existencia en la sociedad de sujetos "distintos".
La producción social y simbólica de los "otros", hace que esos otros diferentes, inicialmente extraños, sean vistos como enemigos, es decir, sujetos "peligrosos", incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente violentos a los cuales es necesario excluir. Pero esos "otros" no son necesariamente delincuentes, entendiendo por ello aquellos que han cometido un delito tipificado en el Código Penal, y menos aún, autores de un delito tan aberrante como aquellos que atentan contra las personas, sino sujetos que han fracasado en el propósito social de ser convertidos en "hombres de bien", acorde a los dispositivos que el Estado y la sociedad han puesto en marcha en su beneficio y para este fin. Se constituyen, de este modo, en "enemigos" a los que el estado "debe" combatir porque ocasionan alarma, y temor en los "ciudadanos". En esta franja deben incluirse cartoneros, piqueteros, pordioseros, alcohólicos, homosexuales, niños de la calle y drogadictos. Becker[13] señalaba "El que un acto sea desviado depende, entonces, de cómo reaccionan las otras personas frente al mismo".
La enemistad, por ende la desconfianza y la agresividad contra "los otros" reconocen su origen en el prejuicio de imaginar a los extraños como portadores socialmente patológicos de todos los males y de todo lo malo, por ende carentes de toda virtud. Esos mismos prejuicios hacen que los ciudadanos convaliden respecto de los otros la adopción de medidas que jamás admitirían que les fueran aplicadas a ellos, lo que da la pauta de que en el discurso socialmente hegemónico de "ley y orden" subyace una intolerancia y un autoritarismo compatible con la demanda de restauración de la uniformidad perdida.
A titulo anecdótico cabe traer a colación un estudio realizado sobre un programa de seguridadimplementado en New Jersey en la década del setenta.[14] El programa consistía en el patrullaje de a pie de la policía, y sostenía que al propiciarse un mayor acercamiento entre la población y los "agentes del orden" se incrementaría la seguridad y disminuiría el delito. Cinco años después, se evaluaron los resultados. La seguridad había aumentado notoriamente, es decir, la gente se sentía muy segura. Sin embargo las tasas delictivas también se habían incrementado. ¿Cómo puede ser un barrio más seguro cuando el número de delitos se ha incrementado progresivamente? La mayoría de los ciudadanos teme principalmente al delito, en especial ser víctima de un delito que implique un ataque repentino y violento de un extraño y teme ser molestado por gente indisciplinada. No se trata de gente violenta, ni necesariamente delincuente, sino personas desaliñadas, revoltosas o impredecibles: mendigos, borrachos, adictos, adolescentes ruidosos, prostitutas, vagabundos, personas mentalmente perturbadas. Lo que los policías a pie hicieron fue elevar, hasta donde pudieron, el nivel de orden público en estos barrios evitando que los extraños permanecieran en el lugar.
La mirada convencional ve, respecto a los "otros", una violación al orden establecido que podría interpretarse, en términos hobbesianos, como la guerra de todo hombre contra todo hombre (Hobbes, 1997); sin embargo, una visión profunda parte de comprender la guerra de todo hombre contra todo hombre continuada y canalizada a través de las instituciones sociales, con lo cual cabe parafrasear a Clausewitz[15] en términos de Foucault "la política es la continuación de la guerra por otros medios" (Foucault, 2001), con lo cual los desviados no irrumpieron contra un cierto orden social libremente convenido, sino que se rebelan frente a un orden impuesto por la fuerza.
1.4.- La construcción del delincuente en la sociedad y en los medios de comunicación
El delito es, ante todo, una construcción social que delata un origen multicausal, en el cual las variables históricas, políticas, sociales y económicas no resultan inocentes. El delincuente es quien rompe el pacto social. Es quien altera el orden establecido. Pero esta ruptura no es una exclusividad del delincuente sino de todos los "otros", es decir, los distintos.
Las posibilidades de ruptura, y en consecuencia, los desvíos y los tipos delictivos, varían conforme a las épocas y las sociedades. Desvío, Delito, delincuencia, y delincuente son construcciones sociales que se originan, fundamentalmente, en la inseguridad, los miedos, y la sospecha.
La inseguridad es el producto de la reducción de todos los miedos al miedo al otro, y consecuentemente promueve el surgimiento de la ideología de la sospecha.
La ideología de la sospecha consiste en volcar todos los miedos en el miedo al otro, y se manifiesta en una considerable tendencia a asignar culpas. "La culpa la tienen los de enfrente, los de al lado, la barra de la esquina". La culpa no va a recaer sobre todos los seres humanos, sino sobre los que están cerca y no son conocidos, no son iguales.
Cada grupo social se construye como diferente del "otro", y es, al distinguirse del "distinto" cuando logra dar sustento al "mito de lo igual": lo igual es bueno, lo distinto es sospechoso.
En la construcción de los otros, juegan un importante papel dos elementos, los prejuicios y el "chivo expiatorio" o "victima propiciada". Elbert[16] sostiene que los prejuicios, en tanto conceptos apriorísticos y falsos, son generalizados mediante estereotipos que consisten en la adjudicación automática de características especiales o abstractas a personas o grupos.
El "Chivo expiatorio" o "víctima propiciada"[17] es un mecanismo proyectivo, y una herramienta de ataque y de exclusión, de la psicología que se caracteriza por la tendencia a colocar en los otros, los vicios, defectos y errores que no soportamos en nosotros mismos. De este modo, se logra establecer distancias, separaciones y ordenamientos sociales en jerarquías de pertenencia o exclusión.
En la construcción del sujeto delincuente intervienen los miedos sociales que, reunidos en la inseguridad, y fundados en la ideología de la sospecha, desarrollan la exclusión del otro, del distinto. Los desviados son etiquetados como una forma de distinción, son los otros distintos a nosotros, y resultan ubicados al "margen" de la sociedad.
De este modo, dibujando un perfecto círculo vicioso, se convalida la exclusión disfrazándola de inseguridad; y una vez naturalizada resulta ser un medio idóneo para contribuir a la exclusión, y más aún, a la estigmatización. La elección, y la posterior señalización del desviado – estigmatizado, estará asentada en los miedos oportunamente construídos. El elegido, con solo su presencia activará el giro de la rueda. Es importante destacar que siempre las culpas se relacionan exclusivamente con los miedos construidos.
A tal punto se construyen los miedos que un solo delito de los llamados de "cuello blanco" ocasiona el más perjuicio económico que miles de hurtos y robos callejeros. Sin embargo, en el imaginario social de la inseguridad no se incluye el delito profesional de los poderosos (Sutherland, 1999) ni al crimen organizado, porque la sociedad entiende que afectan más al "estado de derecho" que a la vida personal.
Los miedos determinan un reacomodamiento de las distintas capas sociales dejando en los márgenes a todos los que hubieren resultado excluidos por ser "distintos".
Este ordenamiento social es reflejado por el sistema penal en toda su extensión. Así, por ejemplo, la ley de drogas permite aprehender sujetos potencialmente peligrosos, que responden al estereotipo del delincuente tradicional: "joven, varón y pobre", aunque no se droguen o sean simples consumidores, haciéndoles corresponder el status o la etiqueta de "peligroso". No sucede lo mismo respecto a los adolescentes de clases media alta, y alta.
El término peligroso siempre sirve a los fines de señalar al "otro" que bien puede ser el extranjero proveniente de países limítrofes, el toxicodependiente, el pobre, el "sin familia", el "sin trabajo", el "sin una calificación profesional". Las etiquetas son muchas y variadas y pueden ser colocadas en cantidades sobre una misma persona.
Dadas las circunstancias, los medios masivos de comunicación vienen a intensificar los sentimientos de exclusión, discriminación y rechazo tornándolos en sed de venganza movida por el odio.
Recorriendo las principales noticias del los días 24 y 25 de octubre de 2008, el titular "CAYÓ EL ASESINO DEL INGENIERO BARRENECHEA" y a continuación el nombre completo de Brian en letras destacadas, llevaron a la construcción social de un delincuente, por demás perverso, y a la inclusión del "individuo asesino" en el imaginario colectivo. Poco sirvió, originariamente, que en las primeras horas, los docentes de la Escuela de Brian salieran al paso dando testimonios de un concepto intachable del joven. A contrario, resultaron dilapidados los docentes mediante críticas infundadas. La instalación de una imagen negativa resultó tan exitosa como para que hoy, a pesar del conocimiento público de la inexistencia de elementos probatorios en su contra, continúa surtiendo efectos en ciertos, aunque limitados, sectores de la población.
Pues bien, el sistema penal responde a los clamores populares de justicia, y entabla una guerra contra la inseguridad haciendo uso del arma más poderosa que posee, es decir, encausando a los "peligrosos". Los medios de comunicación abren el camino exaltando los peligros reinantes.
El sistema penal adquiere esplendor y lanza una politica represiva que solo caerá sobre jóvenes, pobres y morochos, delincuentes o no, que transitarán una buena parte de sus vidas en instituciones inadecuadas mediante un uso favorable e ilimitado de prisiones preventivas, y que luego volverá a las calles, con antecedentes penales, sin preparación intelectual, y con escasas posibilidades de conseguir trabajo pues la oferta que es baja, y requiere estudios secundarios aún para el postulante a recolector de residuos.
Y cuando delinquen, tal vez reincidiendo, tal vez por primera vez, numerosos miembros de nuestra sociedad exclaman: ¡Es el instinto! ¡Son así! ¡Lo llevan en la sangre! ¡¿El tiempo que pasó en la cárcel no le sirvió para nada?! ¡Y encima los jueces los dejan en la calle!!!!!!!!!!!
Casi de inmediato, los medios masivos de comunicación salen a reafirmar esas opiniones, y hasta organizan encuestas para reafirmar esta política de exclusión. Encuestas que, construidas según la descripción de la especialista Arfuch, no hacen más que incrementar la sed de sangre.
Llegado a este punto, el círculo de poder comienza un nuevo giro que reafirmará la única cosa segura de todo el sistema penal: la ideología de la inseguridad. Y su mayor garantía de subsistencia la constituirán los medios masivos de comunicación.
1.5.- Los menores delincuentes en la sociedad y en los medios de comunicación
El circuito se inicia con la detención policial. Matza[18] define la "eficiencia policial", como una práctica que permite la detención masiva de sospechosos y la incapacitación de los jóvenes producto de la reacción social negativa de la que son acreedores y que los dispara, sin más, a la construcción de verdaderas carreras desviadas. El sujeto tocado por el sistema penal, jamás sale indemne.
Un dispositivo eficiente en la "captura" de sujetos primarios resulta ser la ley de drogas. No obstante, Daroqui y Gueruneman explican que, a través de distintas investigaciones realizadas sobre la judicialización de menores, han podido establecer que la policía no detiene ni deriva menores sólo por tenencia o consumo de drogas, sino que la mayoría de los menores que ingresan en el Juzgado en virtud de este motivo, en realidad "deben" su aprehensión a otro distinto, que va desde delitos comunes a "presencia sospechosa" o a formas aggiornadas de vagancia, que con el agregado de la droga, convierte a la causa en "Federal" y no en "ordinaria".
El tráfico y la venta de drogas es uno, tal vez el más destacado, de los mecanismos activadores que pone en marcha el sistema penal. Pero una vez que se ha puesto en marcha sus consecuencias pueden ser lo bastante lejanas al ideal originario. "Antes es miedo era que la prueba de la droga fuera fabricada, en el decir popular, que "te pongan la droga" ; hoy el temor es el contrario: "que te la saquen" , y aún expropiado de la droga, sea endilgado una causa ordinaria, como un intento de hurto o de robo, suficiente para activar la reacción social formal por parte del Estado. Si el móvil es la persecución penal de los sujetos la misma se puede lograr dejándolos "pegados" con causas mucho más "light" según su jerarquía, como vagabundeo o intento de hurto, pero suficientes para concitar la intervención de la justicia con todo su dispositivo tutelar ."[19].
Una tarea de inteligencia bien hecha, concluye en un procedimiento exitoso. El éxito de la misión se mide de acuerdo al material encontrado y a los sujetos implicados.
En este contexto, el dispositivo de la ley de drogas se muestra particularmente eficaz en tanto que sirve a los efectos de la "eficiencia policial" en la "producción de estadísticas" por detenciones masivas, como a los efectos de una política penal de tolerancia. La neutralización de la ley a partir de los "relativamente" pocos casos que llegan a las dependencias tribunalicias con una entidad digna de juicio, habilita a pensar en el "filtro" que implica el despliegue del accionar policial en cuanto a verdadera justicia sumaria: distribuye castigos e impunidades, de acuerdo al termostato de la opinión pública que tanto puede reclamar espectacularidad, seguridad y orden, como permanecer aplacada por la emergencia de otras cuestiones sociales tales como el desempleo, el subempleo, la precarización, o el corralito.
El perfil en los relevamientos, "apunta a la construcción de un estereotipo de sujeto peligroso que nada tiene que ver con la "narcocriminalidad", o las figuras asociadas a la comercialización y tráfico, verdadero objeto de una ley que pretende velar por la "seguridad nacional". Las características de los aprehendidos, luego imputados, nos dibujan una persecución penal orientada hacia los varones jóvenes, desprevenidos, y "cazados" indiscriminadamente en la vía pública. La racionalidad de estas detenciones, no apunta a la "lucha encarnizada en contra del narcotráfico" sino a la criminalización masiva."[20]
Lo realmente grave en estos casos es la escasa o nula posibilidad de retorno que tienen "los niños, adolescentes y jóvenes una vez que son " tocados" por el sistema de control social formal; una vez que alguna de las agencias " duras" de control social (me circunscribiré al sistema penal) interceptan a estos sujetos, que demás está decir, no son todos los adolescentes y jóvenes, sino que se reclutan mayoritariamente entre aquellos que configuran su población predefinida: los adolescentes y jóvenes pobres, aquellos que no engrosan las estadísticas del ministerio de educación y los registros de empleo, sino las de la agencia policial y los tribunales de justicia." (Daroqui-Guemureman, 2001)
Una vez detenidos y judicializados, pasan a integrar los depósitos carcelarios. Allí comienza el juego de las ideologías "re": resocialización, reeducación, reinserción social, que tienen un lugar prioritario en el plano discursivo, pero carecen de entidad en la práctica pues ninguna agencia de control social intenta seriamente su concreción, sino que por el contrario operan como agentes estigmatizantes por el resto de sus fracasadas existencias.
"Por último, (cabe) reflexionar sobre el cambio que implica este tipo de políticas en términos del control social global. Es decir, parafraseando a S. Cohen (1988), si la red de control se amplía su tejido es cada vez más denso"[21].
Una vez más, los medios masivos de comunicación ejercen un papel más que primordial. Si la inseguridad es un negocio, la explotación de noticias relacionadas con el delito puede resultar el pináculo de la excelencia.
En este trabajo conjunto, política y medios masivos de comunicación logran constituir una sociedad inalterable e inquebrantable. Podría decirse que, al tiempo que una noticia constituye un negocio para el empresario de la información, es el instrumento de excelencia para la validación social de políticas públicas.
Conforme a las diferentes etapas de inseguridad que atraviesa el imaginario social, los tipos delictivos aparecen como una cuestión de modas. Hace algunos años los medios pregonaban la comisión de robos violentos que tenían por víctimas a pobres jubilados. Haber referido con insistencia a este tipo de delitos ha conducido a una dureza legal que pocos beneficios produjo. Luego, al tiempo que desaparecían los robos a jubilados, y tal vez los jubilados, cobraron auge las noticias referentes a violaciones, en especial en espacios de empresas de subterráneos. Habiendo detenido a muy pocos, la noticia desapareció simultáneamente al incremento de la dureza de las penas.
Cualquier noticia divulgada en estos días incluye necesariamente menores en su comisión, aunque las estadísticas confeccionadas por distintos organismos gubernamentales y no gubernamentales, sostienen que no se ha incrementado el delito por parte de menores en los últimos años.
A pesar de ello, todos los robos difundidos, y en especial si han sido violentos, sindican a menores como autores. Casualmente, este cúmulo informativo aparece cuando se pretende disminuir la edad de imputabilidad.
Ante un seguimiento de la causa del asesinato del ingeniero Barrenechea, y de la situación procesal de Brian, tanto a través de los massmedios como de la causa judicial, nos sorprenderá saber que desde los primeros pasos investigativos, días 22 y 23 de octubre de 2008, es decir, antes de la detención de Brian, se sabía quienes habían sido los autores materiales del homicidio, y no son menores. La nota de la publicación de Perfil del día 22 de noviembre saca a la luz esta información, al detallar los datos de los autores prófugos.
Otro detalle interesante, y considerable teniendo en cuenta que el Ministro de Justicia, Cdor Anibal Fernandez, pretende despenalizar el consumo personal de drogas, es el haber vinculado a Brian con el consumo de sustancias.
En uno de sus números, el diario La Nación asevera que Brian roba para adquirir una nueva droga a la que es adicto: ACETO.
Tal afirmación es un verdadero disparate. En primer lugar porque el aceto, lejos de ser una droga nueva, es utilizada en otros circuitos sociales desde hace largo tiempo. En segundo término, porque en el barrio de la villa Puerta de Hierro, no se utiliza el aceto como droga masiva, sino que predominan el paco, la marihuana, la cocaína y las pastillas alópatas. Por último, y en esto reside el mayor de los absurdos, se desprende de los informes judiciales e institucionales, precedidos por las declaraciones docentes y familiares, que Brian no presenta adicciones ni ha utilizado ningún tipo de drogas.
Sin duda alguna, la repercusión periodística de los sucesos delictivos revela la complicidad de los medios con el poder político que, valiéndose de la delincuencia y sembrando incertidumbre con el tema "inseguridad", naturalizan el control judicial y policial, que bajo pretexto de proteger al ciudadano, sigue administrando la delincuencia y los ilegalismos.
La policía selecciona a los que deben pasar por la comisaría y la tutela penal, y a quienes debe dejar en libertad y a que precio. La policía puede operar independientemente de la justicia, puede atrapar con pruebas falsas, dejar en libertad a un culpable, encontrar a un inocente para que pague un delito sin resolver, o matar a quien no respete sus reglas. Esto, lejos de ser un planteo novedoso, es un saber social indiscutible. Posiblemente, que ni el poder político ni el poder judicial se muestren molestos y dispuestos a tomar represalias tiene que ver con que ambos poderes necesitan de la delincuencia porque facilita la supervivencia de los delincuentes de guantes blancos, la continuidad de los contrabandos – administrados por empresarios poderosos o políticos corruptos -, de los desarmaderos, y los narcotraficantes.
Por otra parte, la ley y la justicia aparecen con criterios teóricos de igualdad pero, en la práctica, sólo se trata de una igualdad para con los iguales, en tanto que la desigualdad predomina y tiende a acrecentar, a pasos agigantados, la brecha que separa a las clases sociales. No se ha actuado con la misma efectividad para descubrir a los asesinos del carnicero de Villa Luro, ocurrido el 20 de octubre, ni a los del joven de Moreno, acaecido el día 22 de ese mismo mes.
Numerosas investigaciones realizadas demuestran como la justicia argentina lleva adelante procesos cargados de prejuicios ideológicos, proporcionando defensas técnicas de baja intensidad y calidad, y demostrando un desprecio absoluto por la investigación de los hechos en virtud de los cuales los desposeídos comparecen ante los tribunales. En algunos medios ha aparecido la noticia de que los dos menores detenidos por el homicidio del ingeniero Barrenechea, mientras se hallaban asistidos por un defensor oficial, fueron llevados a reconocimiento en rueda junto a varones, de cabellos oscuros sin tinturas, de entre 30 y 40 años de edad, cuando públicamente se sostenía que el supuesto asesino tenía el cabello con claritos y era menor. Cabe preguntarse, entonces, cómo podrían no haber sido reconocidos. (Página 12. 24/11/08)
CAPÍTULO 2
EL CASO BRIAN EN LA VIDA REAL, EN LA JUSTICIA Y EN LOS MEDIOS
2.1. Brian:
Hasta el momento de su detención había sido un chico absolutamente común. Con sus dieciséis años, y todas las características típicas de un adolescente, Brian repartía su vida entre la escuela, y el futbol de barrio.
Brian vive junto a su mamá y sus cinco hermanos, dos mujeres de 20 y 18, y tres varones de 14,11, y 3 años de edad en el barrio de la Villa Puerta de Hierro, sita en la localidad de Isidro Casanova del partido de La Matanza.
En su barrio, como en toda villa, la delincuencia, las drogas, y las armas suelen estar naturalizadas a pesar de que la mayoría de sus habitantes son honestos trabajadores que se esfuerzan por una vida mejor. Además, es de extrema inocencia pretender suponer que ese marco pueda ser exclusivo de una villa porque drogas, armas y delincuencia hay en todos los niveles sociales. Lo que sucede en las villas es que todo está más expuesto.
"La vida de Brian es la historia de uno más de los 8 millones de menores de18 años que, en la Argentina, viven en la pobreza y la marginalidad. Tres de cada diez chicos como él, según datos de Unicef, creen que no van a vivir más allá de los veintipico. Brian se crió en este escenario.
En el corazón de la villa hay un descampado con un par de autos incendiados y pibes aconsumiendo a toda hora. La misma escena, en las vías del tren. Al barrio le dicen "farmacity" o "pacolandia". Está en una de las zonas más calientes del partido de La Matanza. Del otro lado del Camino de Cintura (conocido también como "la segunda General Paz") es tierra de nadie, afirman muchos." Veintitres
Contraria a la resignación que caracteriza estos ámbitos, la familia de Brian siempre mantuvo una conciente expectativa de progreso, preocupándose y garantizando la escolarización de todos sus hijos, y dándoles contención y un marco afectivo suficiente para evitar que eligieran el camino incorrecto.
En la escuela, tanto Brian como sus otros tres hermanos en edad escolar, han demostrado un desempeño brillante, aunque combinado con algunas extensiones de recreos para completar un improvisado partido de futbol, y algún vidrio roto de un pelotazo. Brian estaba destinado, y aún lo está, a ser el abanderado en la fiesta de egreso del 9º año.
En el barrio, su imagen resulta inmejorable. Cualquier vecino entrevistado brinda un concepto acabado del menor asegurando que se trata de un chico tranquilo, que no se droga, y que tampoco se junta con quienes lo hacen.
"-¿De qué canal son? -pregunta un vecino-. Pongan que el pibe es un perejil, no tiene nada que ver con el crimen del ingeniero. Lo engancharon porque es de la villa. La policía necesita atrapar a alguien y la gente tiene mucho prejuicio con los que vivimos acá." Veintitres
LA VOZ DE LA VILLA. La preceptora del detenido, junto a una compañera y la custodia de los vecinos, ingresó a la villa para y conversar con sus habitantes, quienes le aseguraron que el menor fue señalado por error y que "en Puerta de Hierro todos saben quién es el asesino".Crítica
El periodista Tomás Eliaschev, ha pintado en su nota de la revista Veintitres un veraz relato de la historia de Brian. Lamentablemente, pocos fueron los medios que se mantuvieron fieles a la verdad, que respetaron la integridad del menor, y que evitaron difundir mentiras escandalosas.
Su detención resultó algo inexplicable para todos los que lo conocen. De hecho, y por primera vez en el ámbito público, fueron sus docentes quienes decidieron enfrentarse al poder político y plantear la inocencia de Brian, soportando presiones, difamaciones y amenazas. Al entrevistarlos, sostuvieron que, sin duda alguna, pondrían sus manos en el fuego aseverando su inocencia – Noticiero de Canal 9, 18 de noviembre de 2008.
2.2 La detención de Brian:
Corría la madrugada del viernes 24 de octubre de 2008.
El ingeniero Barrenechea había sido asesinado tres días antes y sus responsables se hallaban libres.
Los vecinos de San Isidro habían comenzado a presionar con marchas contra la inseguridad.
Todas las pistas policiales guiaban hacia la Villa Puerta de Hierro y los barrios y villas circundantes, Villegas, la Central, y San Petersburgo.
En algún momento, llegaron al barrio Villegas, y dentro de la casa donde se encontraba un menor de 14 años individualizado como el "Boliviano", y cuyo nombre se evita a fin de resguardar sus derechos, se hallaron variadas y numerosas municiones entre las que, coincidentemente, se encontraban más de 40 similares a las utilizadas en el crimen del ingeniero.
Curiosamente también, este niño de 14 años, se convertirá en el único testigo de cargo que incriminó a Brian. El niño dice, que a él le dijeron, que quien mató al ingeniero, es el Negro Brian que vive en Puerta.
Demás está decir que en el barrio Villa Puerta de Hierro hay al menos unos 50 Brian de alrededor de 16 años. Es así que los efectivos policiales le piden que de la dirección. En la dirección que da, también casualmente, no vive ningún Brian. Pero los efectivos policiales habían llegado con una orden de detención a nombre de Brian y una de allanamiento en el otro domicilio. No se irían con las manos vacías. Así es como allanan la casa de Brian, sin disponer de la respectiva orden de allanamiento, y lo detienen.
"Por su parte, el jefe de la Policía Bonaerense, superintendente Daniel Salcedo, afirmó que el detenido es un muchacho llamado Brian Barrera, "de 18 o 19 años", y señaló que como prueba en su contra hay un reconocimiento fotográfico y otro en rueda de personas.
La detención de este muchacho se realizó tras un allanamiento en el cual participaron unos 200 efectivos de la Policía Bonaerense. Durante los procedimientos se logró la detención de este muchacho y de otros dos jóvenes, uno de ellos menor de edad." Página 12
"A Brian lo detuvieron el viernes 24, a la una de la mañana, cuando estaba por bañarse. "Entraron y rompieron todo." Los tres pequeños ambientes de la casa todavía muestran los rastros de los destrozos: durante el allanamiento, los policías arruinaron su viejo placard y tajearon sus raídos sillones. "Apenas dejaron que se ponga un pantalón largo, porque estaba en shorts -sigue-. Se lo llevaron descalzo. Nadie me explicó por qué lo detenían", recuerda la mamá del muchacho, de enormes ojos celestes. "Es un chico buenísimo, no se merece esto, no entiendo por qué se lo llevaron", dice, sin aguantar las lágrimas." Veintitres
"Hoy, el asesinato del ingeniero Barrenechea en San Isidro suscitó una importante movilización en una de las zonas más ricas de Buenos Aires. Una vez más, la clase media salió a las calles a reclamar contra la inseguridad y el Estado respondió presuroso, les entregó un culpable: Brian Barrera, que cuenta con todas las "características" del delincuente imaginado por la clase media y recreado una y otra vez por los medios masivos de comunicación: es menor, pobre, morocho y vive en una villa". Cuando en las calles se pide por la seguridad. Zula, Oct. 29, 2008 zula(arroba)riseup.net
Resulta sorprendente que hayan podido salir a los medios con toda la información que difundieron sosteniendo que habían capturado al asesino, dando su nombre completo y aseverando que tenía 19 años, cuando consta en la causa penal que solo tenían el dato del "boliviano" quien, además, poseía un verdadero arsenal en su domicilio.
La difusión de la noticia fue con grandes titulares y en todos los medios sin excepción. Todo el país supo que habían detenido al asesino del ingeniero Barrenechea, que tenía 19 años, que vivía en la Villa Puerta de Hierro, y que no había margen de error según expresara el propio Jefe de la Policía, el Superintendente Daniel Salcedo. Su nombre completo se repetía una y otra vez, sin considerar que se trataba de una persona sobre la cual carecían de toda probanza.
2.3.- El día en que los maestros hicieron historia
Durante la fatídica noche de la detención de Brian, muchas personas conocían a través de las noticias que se había detenido al asesino del ingeniero Barrenechea. Prácticamente se había convertido en la noticia más importante del día e invadía los medios con destacados titulares que incluían los datos del supuesto homicida.
No pocas personas dudaron de la veracidad de la información, aunque todos escuchaban atentos incentivados por la velocidad de la resolución del caso.
Y entre todos los espectadores del horario central de las 22hs., se hallaban dos docentes de la Escuela ESB Nº 141 que reconocieron un nombre, el nombre de un alumno. De inmediato, Miriam Abran, profesora de Ciencias Naturales no dudó en enviar un mensaje de texto a Laura Romero, preceptora y profesora de Construcción Ciudadana, quien a la vez estaba enviando otro mensaje de texto a la docente de la escuela EPB Nº 162 que comparte edificio con ellos, Nelly Baldano.
En escasos minutos, una considerable cantidad de docentes se habían comunicado entre sí buscando la forma de ayudar a la familia y, especialmente, a Brian.
Cuenta Laura que, tanto ella como Miriam pensaron en Nelly porque es abogada penalista, pero las posibilidades de actuar se veían reducidas porque ya era demasiado tarde y no había muchas formas de comunicarse con la familia más que yendo hasta su domicilio, y tampoco era seguro porque los papás estaban recorriendo comisarías tratando de ubicar a su hijo porque desconocían donde lo habían llevado.
La madrugada avanzaba y el tiempo que distaba hasta el lunes era demasiado. Luego de barajar varias posibilidades decidieron optar por armar y enviar un mail.
"Brian es un alumno de la ESB Nº 141 de La Matanza que funciona en el edificio de la EPB Nº 162.
Yo trabajo en esa escuela y lo conozco tanto a él como a sus hermanos.
Como docentes del establecimiento estamos dolidos por su detención porque lo conocemos lo bastante como para no creer en la veracidad de esta imputación, y como para salir a brindar un testimonio positivo sobre todo lo que un docente puede apreciar durante los años de haber compartido una parte considerable de sus días.
El único fin de este e mail es dar a conocer la otra cara de esta situación para que la justicia trabaje, al menos una vez, en serio, que evite arruinar la vida de un menor innecesariamente, y que no se realicen mas detenciones al voleo porque de eso nuestro país ya tuvo bastante.
Si a Barrenechea lo mató la sensación de inseguridad, a Brian lo está matando el sistema punitivo."
Este fue el cuerpo del mail que en la madrugada del 25 de octubre salió a recorrer el mundo. Y por si aún quedaba alguna duda, llevaba adjunto un documento que precisaba las posiciones:
"Cuando la brecha entre la justicia y la injusticia se reduce a una cuestión semántica
A través de un largo tiempo de estudios superiores en cuestiones criminales he podido observar que el sistema punitivo, con una frecuencia del todo lamentable, echa manos a recursos non sanctos para sostener una apariencia de justicia.
Es así que cuando ocurre algún crimen sangriento que impulsa a la protesta social, el sistema punitivo, ante los clamores de justicia, sale a buscar a un asesino. Y en este buscar a un asesino es donde subyace la cuestión semántica.
Lo que exigimos, como pueblo, a nuestros gobernantes es que se encuentre al asesino. Sin embargo, el sistema, presionado por los medios de comunicación, lo resuelve encontrando "a un asesino", y no "al asesino".
Es claro que ante una mirada superficial y genérica de la cuestión, este detalle aparece imperceptible. Pero si se profundiza, es sencillamente aterrador.
Así es que, en los últimos días, a causa del asesinato del ingeniero Barrenechea, y la consecuente presión popular y mediática, el Estado se hizo presente, allanó el barrio "Puerta de Hierro", y se llevó "a un asesino".
No puedo explicar mi consternación, y la de otros compañeros docentes, al enterarnos que "el asesino", como han dado en llamarlo los medios (ignorando la cuota semántica), es un alumno de nuestra escuela, y hermano de otros alumnos de nuestra escuela. Un alumno inteligente, capaz, eficiente, confiable, que no ha exteriorizado ni más ni menos problemas de conducta que las travesuras propias y generales de su edad. Un alumno que ha transcurrido su historia educativa en un establecimiento y del cual los docentes tenemos un excelente concepto.
No existen palabras para expresar nuestra indignación y tristeza, porque no desconocemos como funcionan los sistemas en nuestro país, y porque sabemos que Brian goza de los atributos necesarios para ser estigmatizado, porque vive en una villa, porque es pobre, porque su piel no es tan blanca. Y porque sabemos que nadie está supervisando las pericias que posiblemente sirvieran para incriminarlo porque la familia no dispone de los medios económicos necesarios.
Y más aún. Esta acusación absurda no podrá ser sostenida eternamente, pero si se la puede entretener durante los tres o cuatro años necesarios para llegar al juicio oral. Y entonces, del mismo modo que cuando dijeron que se llevaron al asesino, en realidad se llevaron a un niño al que etiquetaron como asesino, nos devolverán a la sociedad, un Brian que ya no será el Brian que se llevaron y que nunca jamás podrá volver a resolver los problemas y superar los obstáculos con su amplia sonrisa y su mirada franca.
Desde cualquier postura, sea garantista, abolicionista, o represiva, todos coincidimos en que debe detenerse al asesino y no inventar un asesino para calmar clamores. Porque si a Barrenechea lo mató la sensación de inseguridad, a Brian lo convirtió en asesino la justicia."
Es mi deseo que nuestro sistema punitivo se ilumine, disponga la inmediata libertad de Brian, y comience a trabajar con seriedad y responsabilidad de una vez por todas."
La respuesta al email fue mucho mayor a lo esperable. Al día siguiente las seguían los medios por todos lados. El Jefe de Policía continuaba aseverando la autoría y la mayoría de edad, pero sus afirmaciones habían comenzado a resultar dudosas. Casi de inmediato, Brian había dejado de ser el asesino consensuado para pasar a ser una persona de responsabilidad dudosa.
Los medios comenzaron a cruzar entre orillas sin definir claramente una posición y las noticias podían circular simultáneamente con informaciones opuestas.
"Cuando Brian fue detenido por el asesinato del ingeniero, algunos medios de comunicación dijeron que tenía 18 años. "Las maestras nos indignamos: eso es mentira, tiene dieciséis. Y todos los chicos nos dicen que es inocente", cuenta Laura Romero, preceptora de la Escuela 141, que comparte edificio con la 162, a pocos metros de la villa. A su lado está Nelly Baldano, la docente que envió una carta abierta a los medios criticándolos por buscar a "un asesino" y no "al asesino". Baldano conoce a Brian y a tres de sus hermanos, que van a esa escuela: "Todos comen en el comedor, son chicos que se portan muy bien", dijo.
Brian, lo cuentan sus maestros y se ve en las carpetas que su madre muestra con orgullo, es un alumno que suele sacarse nueve o diez, sobre todo en matemática y en plástica. En los últimos días estaba entusiasmado, pintando un mural con motivos gauchescos para decorar la escuela, donde se realizará una peña folclórica." Veintitres
"No me entra en la cabeza que haya sido así. A veces, vivir en un determinado lugar estigmatiza a las personas. Jamás tuvo problemas de conducta", se sobresaltó Laura Romero, preceptora de la ESB 141, en diálogo con este diario. "Es un pibe normal: buen alumno, respetuoso, compañero, que se desvive por jugar a la pelota en los recreos", describió.
Los maestros de la escuela, en contacto permanente con el menor, coinciden en que se lo está prejuzgando y que no hay una investigación seria que demuestre lo contrario.
Así lo sostiene la docente, abogada y socióloga Nelly Baldano en una carta abierta, que hizo llegar a sus colegas y autoridades vía mail. "Lo que exigimos como pueblo a nuestros gobernantes es que se encuentren al asesino -cita su texto-. Sin embargo, el sistema, presionado por los medios de comunicación, lo resuelve encontrando "a un asesino", y no "al asesino"". La maestra anticipó que tanto ella como sus colegas se ofrecerán para declarar en el caso y sumar información sobre la conducta del joven. "No sabemos qué hace fuera de la escuela pero tenemos severas dudas de que haya sido el asesino -dijo Baldano-. Es muy probable que sea un perejil, como dicen sus padres." Crítica
"Un grupo de maestros de la escuela de La Matanza donde cursa el chico acusado por el crimen del ingeniero salió en su defensa. "No tiene el perfil de un criminal. Lo detuvieron porque es pobre", denunciaron. Scioli aseguró que no está detrás de endurecer la ley." Página 12
"Brian, además de ser el presunto "asesino", es alumno de la ESB Nº 141 de La Matanza, que funciona en el edificio de la EPB Nº 162. Una de las docentes, Nelly Edith Baldano, que se desempeña como personal de secretaría de la EPB Nº 162, escribió un correo electrónico para brindar un "testimonio positivo" sobre Brian: "Yo trabajo en esa escuela y lo conozco tanto a él como a sus hermanos. Como docentes del establecimiento estamos dolidos por su detención porque lo conocemos lo bastante como para no creer en la veracidad de esta imputación…" La docente es abogada, licenciada en sociología con un postgrado en investigación científica del delito y derecho penal y criminología, que la califica para comprender la magnitud de la imputación." Cuando en las calles se pide por la seguridad. Zula, Oct. 29, 2008 zula(arroba)riseup.net [22]
"La docente y sus compañeros, no afirman que Brian no sea culpable, sino que lo consideran poco probable y exigen que las pericias e investigación, sobre el caso del asesinato del ingeniero, sirvan para conseguir al culpable y no para inventar uno." Cuando en las calles se pide por la seguridad. Zula, Oct. 29, 2008 zula(arroba)riseup.net
"A cuatro días de la detención del supuesto responsable (según el fiscal Gastón Garbus) del crimen del ingeniero Barrenechea, los docentes del chico detenido salieron públicamente a denunciar que la vara de la Justicia está inclinada y no precisamente sobre la ley sino sobre el lomo del adolescente. Los maestros, además de informar que el perfil del chico no coincide en absoluto con el de un criminal, aseguraron a Página12 que "se está distorsionando su historia, se lo está culpando por su color de piel, por su pobreza y por su extracción social". Como más dato, aseguraron que "es falso que tenga 18 años, tiene 16". Ante la consulta de este diario, fuentes judiciales respondieron que "el fiscal tiene la convicción de que tiene 18, pero de todos modos se está investigando por otros canales para chequear lo que denuncian los maestros y los padres". En síntesis, si los maestros no hablaban la convicción hubiera convencido." Página 12
Brian fue detenido el día 24 de octubre, durante la jornada del 25 los docentes salieron a la luz, el día 26 ningún medio masivo de comunicación decía su nombre, si no que se limitaban a designarlo como Brian, como B., o como aquel al que defienden sus maestros.
Algunos días después, se produjo un hecho atroz en Fuerte Apache. Un gendarme había sido asesinado a distancia, por un disparo de arma de fuego. Algunos menores fueron detenidos. Ninguno fue designado por su nombre, y los docentes salieron a algunos medios a plantear su lucha contra la criminalización de la pobreza. A partir del caso Brian habría instaurado en el marco social un nuevo foco de poder: La palabra de los maestros.
2.4.- El caso Brian, hoy
Los días siguientes a la detención de Brian resultaron abrumadores en cuanto a la información divulgada, y contradictorios en cuanto a esa misma información. Por un lado, estaba confirmado y condenado, por otro, había comenzado a aparecer el nombre de los verdaderos asesinos, aunque todavía, a modo de secreto.
En la causa judicial este reconocimiento, informado a exactamente una semana de la detención de Brian, no existe, así como tampoco los otros reconocimientos positivos publicitados. Sin embargo, la presión docente había logrado una disminución de edad, que si bien no alcanzaba la real, fue un primer paso en un peleado camino.
"Uno de los supuestos asesinos del ingeniero Ricardo Barrenechea fue reconocido ayer por una vecina del profesional, asesinado durante un asalto en su casa de Acassuso. Se trata de un adolescente de 17 años que quedó detenido, luego de una serie de allanamientos realizados en el asentamiento conocido como "Puerta de Hierro", de La Matanza, tras la muerte de Barrenechea. La testigo, con identidad reservada, se presentó ante el juzgado de menores de San Isidro donde, en una rueda de detenidos, lo habría reconocido como uno de los responsables por la muerte de su vecino." Página 12
"No sólo tenía 16 años y fue tratado como un adulto, sino que la policía lo golpeó para que confesara. Era el abanderado de la escuela, tal como lo habían dicho sus maestras. El otro chico que protagonizó la fuga con sponsors, se entregó y ahora está en La Plata." Página12 (4/11/08)
Al día de hoy, la causa continúa su trámite, los medios aún muestran algunos vestigios ideológicos en las noticias de Brian que divulgan, aunque son pocos y se trata de periodistas aislados, y los docentes ya no están solos.
A pesar de que el fiscal Garbus ya no interviene en la causa con respecto a los menores, sigue brindando información errónea sobre Brian a todos aquellos que quieran saber. Otra presión informativa surge a través del mismísimo Ministerio de Seguridad. Aunque ninguno de los dos resultan demasiado creíbles dentro del circuito periodístico, ni el espacio social.
No existen en la causa elementos que pudieran ubicar a Brian en la escena del crimen, pero para su procesamiento el juez recurrió a una desequilibrada valoración de la prueba. Página 12, en fecha 24 de noviembre, hace una extensa enumeración de los detalles que evidencian un INDEBIDO PROCESO:
"Ninguna de las huellas digitales relevadas en la casa de Barrenechea coincide con las de Brian."
"La abogada defensora de Brian, Florencia Arietto, presentó un largo escrito fundamentando por qué el chico no tuvo relación alguna con el robo en casa de los Barrenechea, señalando las irregularidades del proceso y mencionando con precisión quienes actuaron en el robo. Esos jóvenes mencionados -dice Arietto- se ufanan en Puerta de Hierro de haber participado del asalto y esta semana, uno de los sospechosos, apodado Kitu, llegó al colmo de amenazar a la madre de Brian. El gobernador Daniel Scioli y el ministro de Seguridad Carlos Stornelli resolvieron personalmente ponerle una custodia a Fabiana.
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