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El desarrollo rural como expresión de la Identidad Cubana para los estudiantes de 2do año de la carrera Ingeniería (página 2)

Enviado por Yoan Suarez Toledo


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La esencia de la cultura no puede ser explicada sin tener en cuenta la esencia de lo humano. El ser humano, encuentra el fundamento de su ser allí donde comienza la fuente de su vida: la producción social, comprendida como la acumulación de la producción material y la producción espiritual, actividad en la cual el hombre reproduce todas sus gradaciones y manifestaciones.

De ahí, que la cultura de la humanidad es única, como manifestación concreta de una época, país o región. Las raíces de la cultura de cada pueblo, se encuentran profundamente arraigadas en su historia, tradiciones, idiosincrasia, en su forma sui géneris de percibir y de transformar la sociedad en que vive. Esa manera distintiva de cada sociedad de hacer, de expresarse, de sentir y de pensar, es lo que aporta su sello, su originalidad a cada pueblo: su identidad cultural.

En principio, todos creemos saber lo que es la cultura y lo que es la identidad. Pero si nos ponemos a pensar en el asunto, no tardamos en darnos cuenta de que ambos conceptos tienen definiciones distintas, una estrecha y otra ancha.

Asociamos la idea de cultura a ciertas expresiones humanísticas que expresan el nivel alcanzado por la sociedad en el campo de las manifestaciones artísticas y literarias. Una persona "culta" sería entonces aquella que, además de tener "instrucción" -es decir, nociones generales de varias disciplinas- tiene un conocimiento amplio del desarrollo de la literatura y el arte.

Del especialista en cuestiones científicas o técnicas suele decirse simplemente que es eso, un especialista -el que sabe cada vez más sobre cada vez menos- y, sin embargo, del especialista en el desarrollo de las disciplinas humanísticas se dice que es "culto", entendiéndose por ello que abarca amplias zonas del conocimiento humano, aunque de ciencia y técnica no sepa nada.

Es evidente entonces que estamos hablando del concepto estrecho de cultura. El concepto amplio se pone de manifiesto en la famosa paradoja de Chesterton alusiva a los campesinos que conoció en un viaje a España: "! Qué cultos son estos analfabetos!", exclamó, al darse cuenta de la cantidad de cosas que sabía aquella gente por experiencia propia o gracias a la tradición oral (2).

Esa visión que pudiéramos llamar antropológica de la cultura nos parece mucho más adecuada y moderna que aquella que reduce la cultura al conocimiento libresco o especializado. Para decirlo con una fórmula clásica: cultura es todo lo que no es naturaleza, todo lo que ha sido elaborado por la acción, la inteligencia o la imaginación del ser humano.

Un árbol no es cultura –aunque puede ser una de sus formas primigenias, la agricultura—pero el ídolo o la mesa o el cucharón en que se ha convertido su madera sí lo es y al decir de Marx "(…) es la naturaleza humanizada o segunda naturaleza" (3).

La cosa resulta ser un poco más complicada cuando pasamos de la cultura a la identidad. Entre ambas solemos establecer una relación casi automática porque la cultura espiritual y material de la sociedad en que nacemos y nos formamos es el primero de los factores que determina o, por lo menos, condiciona nuestra identidad individual y social.

Somos, en gran medida, lo que la comunidad hace de nosotros a través de sus instrumentos de socialización, la familia y la escuela en primer lugar. Si exceptuamos los factores genéticos, podemos decir que el núcleo original de nuestra identidad se forma con las canciones que escuchamos, la comida que comemos, las fiestas en que participamos y, por supuesto, los valores y creencias que nos inculcan nuestros padres y maestros. Por eso resulta tan fácil trazar un signo de igualdad entre identidad e idiosincrasia.

La identidad del cubano se describe en la psicología, los gustos y las normas de conducta que nos atribuye la tradición: somos extrovertidos, desenfadados, guaracheros, etc. etc.

Pero además, cuando hablamos de identidad solemos pensar en un bloque homogéneo -dado casi siempre por la nacionalidad: "todos somos cubanos"- olvidando que hay otros rasgos identitarios condicionados no tanto por lo que nos asemeja como por lo que nos distingue, diferencias que tienen que ver con el origen social, el sexo, el color de la piel, la región en que se nace, todas vistas desde una perspectiva antropológica.

En la formación de la identidad influyen también las condiciones ambientales, el lenguaje, lo generacional, la cultura de géneros, la comunidad, la familia, el trabajo en tanto expresiones de la formación psicosocial y cultural del individuo. En este caso nos referimos a la idiosincrasia como características psíquicas del sujeto en sus relaciones sociales; un pueblo como el nuestro, por ejemplo se distingue por su creatividad, ingenio, buen humor, solidaridad y humanismo.

Ahora bien, las determinaciones culturales se manifiestan en contextos de acción específicos que las particularizan y a la vez las identifican con la realidad social de cada grupo cultural de acuerdo al contexto histórico. La historia de la cultura recoge el surgimiento, desarrollo y desaparición de las civilizaciones, nacionalidades, naciones, pueblos, comunidades e individuos.

Los criterios planteados por J. V. Stalin relacionados con la conformación de la nacionalidad en su obra "El Marxismo y el Problema Nacional" son aplicables al proceso histórico que ha vivido nuestra Patria. Para este autor "Nación es una comunidad estable, históricamente formada de idioma, territorio, de vida económica y de psicología común" (4).

Por tanto referirse a la nacionalidad cubana implica recorrer un proceso histórico que tiene sus inicios en la sociedad aborigen, el surgimiento del criollo que asumió la Isla como nación – sociedad natural de hombres a los que la unidad de territorio, de origen de historia, de lengua y de cultura inclina a la comunidad de vida y crea la conciencia de un destino común-, pasa por la formación del "cubano" ligado a la defensa de la Patria ante el dominio español y luego estadounidense hasta el triunfo revolucionario que marca una nueva etapa que se ha ido desarrollando y nutriendo de la memoria histórica.

El proceso de transculturación está estrechamente vinculado al de formación de la Identidad Cultural Cubana, como fenómeno vivo y en constante actualización y enriquecimiento. En este sentido Fernando Ortiz define nuestra cultura nacional como ese gran AJÍACO al que aportaron la cultura aborigen, africana y europea.

La identidad puede ser vista en dos dimensiones de

análisis: identidad general e identidad cultural. La primera se refiere a la forma abstracta donde observamos aquellos rasgos, particularidades de un fenómeno, aislado del resto de los fenómenos que lo circundan. Si se analiza por ejemplo la identidad cultural de una nación al margen de sus lazos con el resto de los pueblos, se tendría una visión reduccionista del fenómeno al considerar solo su enfoque metafísico.

En tanto la identidad cultural puede ser vista desde aquellos rasgos que distinguen, que dan continuidad, que particularizan, que hablan de la totalidad de un ente social a lo largo de su historia, a lo largo de su movimiento, pero visto como producto de la relación de tal ente social con el resto de la cultura.

Precisamente en esa relación dialéctica entre lo universal y lo particular, a la que también se refirió nuestro héroe Nacional José Martí, se tratan los rasgos que nos permiten perfilar la identidad del pueblo cubano, del hombre cubano, dentro del proceso de cambio, transformación y enriquecimiento de su cultura, valores y tradiciones, es por tanto un error entender la identidad como un elemento estático.

En el mundo globalizado actual el estudio de la identidad es necesario para preservar las identidad nacional de aquellos países que son invadidos por la expansión del mercado capitalista, de las transnacionales, que traen sus inversiones de capitales y consecuentemente arrastran y absorben sus códigos culturales para imponer las características de la sociedad de consumo.

Si los pueblos de nuestro continente, no nos protegemos de esta avalancha uniformadora de códigos culturales (enlatados), que trae consigo el desarrollo hegemónico del

Imperialismo; entonces los hombres, los pueblos, las culturas, perderíamos nuestro arraigo, nuestro sello, dejaríamos de reconocer nuestros orígenes. La única vía para preservar la identidad nacional y la memoria histórica de nuestro país está dada por el fortalecimiento de sus valores y tradiciones en el contexto psicosocial, político, cultural y económico actual.

Debemos trazar correctamente un balance adecuado y en particular de aquello que nos identifica como nación, de todo el conjunto de valores materiales y espirituales que son nuestro acervo, nuestro ideario Patrio. Es importante sostenerlos como escudo y espada de nuestras naciones latinoamericanas ante la avalancha que se avecina.

Si bien no renunciamos a los valores positivos de otros pueblos, creados y reconocidos en la sociedad capitalista desarrollada, tenemos que protegernos para no dejar perder los valores autóctonos, propios, para no perder esa identidad cultural a la que hemos hecho referencia.

Profundizar también en determinados rasgos de identidad de nuestra cultura nacional imbrica razones históricas que sostienen la soberanía con un fuerte contenido ético, que nació y evolucionó en la conformación de espiritualidad nacional, forjada en el trabajo, en las luchas constantes por la independencia y contra aquellos cubanos que con su conducta se opusieron a la esencia emancipadora y dignificadora de nuestra ideología martiana, marxista, leninista y fidelista.

El concepto de identidad nacional cubana está profundamente marcada por las luchas por la independencia, la defensa de los principios de la Revolución y en la actualidad expresada en los principios de la Batalla de Ideas, definida por nuestro Comandante en Jefe como: "(…)la batalla de la verdad contra la mentira, la batalla del humanismo contra la deshumanización, la batalla de la hermandad y fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad contra la tiranía, la batalla de la cultura contra la ignorancia, la batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad, la batalla de la justicia contra la más brutal injusticia, la batalla por nuestro pueblo y la batalla por otros pueblos, porque si vamos a su esencia es la batalla de nuestro pequeño país y de nuestro heroico pueblo por la humanidad"(5).

Bajo estas condiciones la Revolución Cubana ha continuado la construcción del socialismo con el propósito de reforzar la formación de un grupo de valores morales que se han debilitado en medio de las difíciles condiciones económicas que nos ha impuesto el bloqueo y que se recrudecieron durante la década del noventa, acentuando las diferencias en la sociedad cubana de hoy.

Un requisito indispensable para el éxito de la labor político ideológica es la unidad de pensamiento, como premisa de la unidad de acción. Para conseguir la primera, resulta necesario que todos asumamos las definiciones teóricas y operacionales de cada valor y empleemos un lenguaje común en la materialización de los principios ideológicos de la Revolución.

Los valores son determinaciones espirituales que designan la significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y sujetos, para un individuo, grupo o clase social, o la sociedad en su conjunto (6). Están condicionados por las relaciones sociales predominantes, constituyen componentes esenciales de la ideología, expresión de la cultura y la historia de una sociedad en una época determinada, y de los intereses, puntos de vista, necesidades y contradicciones de los diferentes sujetos. Se forman en el proceso de interacción entre los hombres y el objeto de su actividad en la producción y reproducción de su vida material y espiritual.

Algunos valores que consideramos fundamentales para trabajar de forma coherente en la defensa de nuestra identidad nacional y la conservación de nuestra memoria histórica en la construcción de nuestra sociedad socialista son: dignidad, patriotismo, humanismo, solidaridad, responsabilidad, laboriosidad, honradez, honestidad, justicia social.

Esto no quiere decir que se abandone la influencia educativa sobre otros valores que se corresponden con nuestra ideología y que junto a estos forman el sistema de valores que demanda la construcción de nuestro proyecto social.

¿Cómo lograrlo?, planificando y organizando actividades de modo que potencien el reforzamiento de estos valores es necesario que se realicen de manera consciente, organizada, con marcada intencionalidad, primando en su ejecución un estilo de comunicación que posibilite el diálogo abierto sincero, argumentado, que coadyuve a conocer al otro y a respetarlo mediante la mutua comprensión.

En tal sentido las organizaciones de base del Partido Comunista de Cuba (PCC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y el sindicato así como los consejos de dirección de cada centro laboral deben conocer las necesidades de capacitación de sus miembros en la educación de valores y en otros temas que sirvan para reforzar el sentido de pertenencia y su identificación con los principios éticos de la Revolución Cubana.

La Unión de Jóvenes Comunistas surge y se desarrolla no como una organización de masas en el sentido de su composición orgánica, aunque sí en cuanto a sus objetivos, estilo y métodos de trabajo, sino como una organización política selectiva, vanguardia de la juventud cubana, reserva y activa auxiliar del Partido en el impulso a las principales tareas de la Revolución y cantera directa del mismo.

El Partido Comunista de Cuba encarna las heroicas tradiciones revolucionarias del pueblo cubano, mantenidas muy en alto por generaciones de luchadores contra el colonialismo español y el neocolonialismo imperialista de los Estados Unidos, y constituye un fiel continuador del Partido Revolucionario Cubano (PRC) que fundó José Martí para la lucha por la independencia nacional, del primer Partido Comunista simbolizado en las vidas de Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, y de las organizaciones revolucionarias que protagonizaron la lucha contra la tiranía batistiana.

CONCLUSIONES

Concluir sería tarea muy difícil y engorrosa; aunque si considero y propongo un único punto de partida desde un análisis histórico-lógico del proceso de formación para el estudiante en la Sede Universitaria de Pinar Del Río.

Considero oportuno reiterar el papel fundamental de todos: profesores, estudiantes, trabajadores y representantes de la comunidad extrauniversitaria, como futuros egresados en este amplio perfil agropecuario.

Fomentar un ambiente que propicie debate, comunicación, intercambio y participación colectiva serán herramientas necesarias y a tener en cuenta por todos y para todos.

No debe considerarse para los estudiantes universitarios la función social de la cultura como un lujo ocioso, sino como instrumento capaz de elevar su condición de ser social

En este contexto la memoria histórica desempeña un papel esencial en el conocimiento, supervivencia y perpetuación de las raíces y tradiciones de cada sociedad.

Sería un error conceptual pensar que la identidad es un grupo de tradiciones que tuvieron su momento y ahora hay que reproducirlas. La identidad no se rescatan hay que combinar tradición y modernidad, porque algunas son importantes; mas cuando son asumidas por las generaciones jóvenes desde la contemporaneidad.

De igual manera la realidad en el contexto; más que exigirnos, nos obliga a la lucha constante por consolidar una nueva moral en la sociedad cubana, cimentada en la ideología de la Revolución, la solidaridad, la igualdad y la justicia social, la confianza mutua, la disciplina consciente, la modestia, la honradez, el espíritu crítico y autocrítico, la seguridad en el porvenir socialista.

En consecuencia a éste llamado de alarma de combate la Sede Universitaria de Pinar del Río particularmente la carrera de Agronomía evidencia sistematicidad para el presente y el futuro de sus egresados.

Nuestra sociedad involucrada en la batalla de ideas, las mesas redondas y todo el conjunto de actividades que cada día desarrollamos, posibilita que nos imbriquemos más en la REVOLUCIÓN CULTURAL a que hemos hecho referencia y a la que estamos llamados todos los cubanos para defender nuestra identidad y soberanía nacional.

BIBLIOGRAFIA

BIBLIOGRAFÍA CITADA

COLECTIVO DE AUTORES. Lecciones de filosofía marxista-leninista. La Habana: Félix Varela, 2004. p. 385.

SEBAZCO, Alejandro. Problemática racial e identidad nacional: Cuba 1989-2005 [en línea]. [Fecha de consulta: 16 noviembre 2009] Disponible en: http://revista.filosofia.cu/articulo.php?id=517.

COLECTIVO DE AUTORES. Lecciones de filosofía marxista-leninista. La Habana: Félix Varela, 2004. p. 240.

COLECTIVO DE AUTORES. Historia de Cuba. La Habana: Pueblo y Educación. p. 78

TABLOIDE ESPECIAL. Los valores con que defendemos la Revolución y la especie humana. Junio 2007.

TABLOIDE ESPECIAL. Los valores con que defendemos la Revolución y la especie humana. Junio 2007.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

CRISTOBAL Pérez, Armando. El pueblo cubano. Su nación, su estado. Revista Cuba Socialista. No. 43.

Col. de autores (1987): "La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba". Consejo Superior de Universidades. La Habana. Cuba. Pág. 34

Vitier, Cintio (1997): Prólogo al libro "Martí en la universidad IV". En: Cuadernos Martianos. Editorial "Félix Varela". La Habana. Cuba. Pág. XI

Martí, José (1963): "Escuela de Electricidad". Obras Completas, Tomo 8. Editorial Nacional de Cuba. La Habana. Cuba. Pág. 281

Col. de autores (19b7): "La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba". Consejo Superior de Universidades. La Habana. Cuba. Pág. 21

Col. de autores (1987): "La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba". Consejo Superior de Universidades. La Habana. Cuba. Pág. 35

Identidad Nacional Cubana [en línea]. [Fecha de consulta: 16 noviembre 2009]. Disponible en:

http://es.wikipedia.org/wiki/Identidad_Nacional_Cubana

La identidad nacional en el contexto globalizador. [en línea]. [Fecha de consulta: 16 noviembre 2009]. Disponible en:

http://www.monografias.com/trabajos12/elcapneu/elcapneu.shtml#PRENSA

CASTRO Ruz, Fidel. Discurso en el Centenario de la Demajagua. En: Sobre la guerra de los Diez Años. La Habana, Cuba: Instituto Cubano del Libro. 1971.

__________________. Discurso clausura del V Congreso del PCC.

__________________. Discurso en el aula Magna de la Universidad de La Habana, 17 de noviembre de 2005. Tabloide esp

 

 

Autor:

Ing. Yoán Suárez Toledo

Lic. José Ignacio Baños Díaz

Partes: 1, 2
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