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Vacíos desde el nacimiento hasta la muerte (página 5)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

bosque estaba lleno de hojas secas y muertas, y el viento se llevaba las hojas secas de aquí para allá, creando una música muy hermosa; el simple hecho de caminar sobre ellas era una alegría.

Ananda preguntó a Buda: «Puedo preguntarte… no hay nadie por aquí, y casi nunca tengo la oportunidad de estar a solas contigo. Aunque estoy las veinticuatro horas del día a tu lado, siempre hay otra persona, y por supuesto ella tiene preferencia para hablar, para preguntar; porque para ella es una gran oportunidad; yo estoy siempre contigo. Pero como hoy no hay nadie, voy a preguntarte algo: ¿Has dicho todo lo que sabes? ¿O te has estado guardando algunas cosas que no has querido revelar a la gente?».

Buda se agachó y llenó uno de sus puños de hojas muertas. Ananda dijo: «¿Qué estás haciendo?».

Él dijo: «Estoy intentando contestar a tu pregunta. ¿Qué ves en mi mano?».

Y Ananda dijo: «Veo unas cuantas hojas.»

Buda dijo: «¿ Y qué ves por todo el bosque?»

Él dijo: «Millones y millones de hojas muertas.»

Buda dijo: «Lo que he dicho es sólo como estas pocas hojas, y lo que no he dicho es similar a las hojas que hay en todo el bosque. Pero todo mi deseo es llevarte al bosque, dejarte oír la música de la totalidad, caminar y correr sobre las hojas secas, como los niños. No quiero darte sólo las pocas hojas que tengo en mi mano. No, quiero darte la totalidad.

»Y ésta es mi verdadera comprensión: puedes confiar en mí o no, pero yo confío en ti. Puedes cambiar, puedes incluso convertirte en mi enemigo, pero mi confianza en ti seguirá igual. Porque mi confianza en ti no está condicionada, no depende de ti. Mi confianza es mi alegría, y yo quiero dar la totalidad.»

La nada es la mitad de la verdad, es un gran alivio, pero deja una herida, deja algo pendiente. Estarás aliviado, relajado, pero seguirás buscando algo, porque el vacío no puede ser el final.

El otro lado, la totalidad, también tiene que estar disponible. Entonces tu vacío está lleno, lleno de totalidad.

Entonces tu nada es todo.

No es solamente nada, sino todo.

Estos son los momentos en que se trascienden los términos contradictorios, y cuando trasciendes los términos contradictorios, te iluminas. Sea cual sea la contradicción, todas las contradicciones que trasciendes te traen iluminación. Y ésta es una de las contradicciones fundamentales: vacío y totalidad.

La trascendencia no necesita nada más que una comprensión silenciosa.

Amado Osho,

Desde que estoy contigo, me he dado cuenta de que cuando una

persona se relaciona de cerca contigo, a veces fija la idea que tiene de quién eres. Parece que olvidan quién eres realmente e incluso por qué han venido a Ti.

Esta situación me confunde, incluso me da un poco de miedo.

¿Podrías comentar, por favor?

La mente tiende de manera natural a fijar rápidamente las ideas. Tiene mucho miedo del cambio, porque el cambio significa reordenación. Cada vez que cambias algo, tienes que reordenar todo tu ser interno.

La mente quiere vivir con ideas fijas, por eso cuando una persona viene a mí -y esto ha estado ocurriendo continuamente desde hace treinta y cinco años- comienza a quererme. Se acerca, se hace íntima, y entonces se hace una idea fija. Y ahí está el fallo, porque ahora esa idea fija le va a crear problemas.

Yo no soy una idea y no estoy fijado. Estoy cambiando. Estoy completamente de acuerdo con Heráclito en que no puedes entrar dos veces en el mismo río. Traducido, significa que no puedes volver a encontrarte otra vez con la misma persona. No sólo estoy de acuerdo con él, voy un poco más lejos: yo digo que no puedes entrar en el mismo río ni una sola vez. Traduciéndolo otra vez al mundo humano significa que no puedes encontrarte con la misma persona ni una sola vez, porque incluso cuando te encuentras con ella, está cambiando, tú estás cambiando, todo el mundo está cambiando.

Pero una vez que tienes una idea fija, te aferras a ella; y yo voy a cambiar constantemente. Mañana te encontrarás en un conflicto.

Muchos han venido y muchos se han ido, y una de las razones básicas ha sido ésta: se quedaron tan fascinados con su propia idea de mí que yo me volví secundario. Su idea de mí se convirtió en fundamental; y se quedó vieja, pasada. Yo estoy con ellos, fresco y joven, pero me vuelvo secundario. Y si existía algún conflicto entre su idea y mi realidad, se quedaron con su idea; incluso hasta el punto de hacerse enemigos míos, diciendo a la gente que ya no soy el mismo, que ya no soy la persona que era; han adorado a un gran santo, pero ya no soy la misma persona. Mantendrán mi recuerdo en lo profundo de su corazón, pero sólo es una fotografía. Las fotografías no cambian.

Una vez ocurrió…, uno de mis amigos estaba reuniendo fotografías mías, de mi infancia; las tomaba de donde podía. Había hecho un gran álbum que me estaba mostrando. Había trabajado mucho; había ido a muchos lugares, había visitado a mucha gente. Cuando oía que alguien tenía una fotografía mía, iba allí para conseguir el original o una copia. Pero mientras me las mostraba, sintió que yo no estaba interesado. Se detuvo y me dijo: «No pareces interesado.»

Yo dije: «No parezco interesado porque ninguna de estas fotografías me representan; sólo representan lo que está muerto. La fotografía sólo puede representar lo que está muerto. Una fotografía siempre representa algo muerto; nunca puedes encontrar una fotografía de lo vivo.»

En casa de Picasso solía haber un retrato, un autorretrato de Picasso. Nunca lo vendió, a ningún precio, era la única pintura que insistió en no vender. Y cuanto más insistía en no venderla, más y más gente venía con ofertas cada vez mayores por aquel cuadro. Se convirtió en un desafío para los coleccionistas de arte.

Una mujer muy hermosa vino con esa misma idea, comprar la pintura. Iba dispuesta a pagar el precio que fuera; era lo suficientemente rica. Le dijo a Picasso: «Estoy dispuesta a pagar lo que pidas por tu retrato.»

Picasso dijo: «La gente está loca. Me presionan y acosan por una

cosa muerta. Puedes quedártelo sin pagar, pero recuerda: no es yo.»

La mujer se quedó muy confundida. Dijo: ¿Que no es tú?, ¿qué

quieres decir?».

Él dijo: «¡Si fuera yo ya te habría besado! No habla, no ama, no canta, no baila. Hay una mujer tan hermosa delante de él y el idiota ni siquiera la besa. Puedes llevártelo sin más. Está muerto. Retíralo de aquí, ¡no soy yo!».

La gente tiene ideas fijas; y además muy rápidamente. Normalmente la cosa va perfectamente bien, porque te encuentras con gente que no cambia, que dice lo mismo durante toda su vida, como un loro. Son gente consistente; tienen todo tu respeto.

Yo te parezco contradictorio, inconsistente, por la simple razón de que he decidido no morirme hasta que me muera. Voy a vivir hasta el último aliento, por eso no podrás tener una certeza sobre mí hasta que expire mi último aliento. Después de eso puedes hacerte una imagen de mí y quedarte satisfecho con ella. Pero recuerda: no será yo.

Para estar conmigo hace falta coraje, y el coraje más grande es ser capaz de ver el cambio y de moverse con él. Puede ser difícil; lo más fácil es tener una idea una vez y después darlo por acabado.

Una historia sufí…; Mulla Nasruddin fue nombrado primer ministro de un rey porque se sabía que era muy sabio; su sabiduría era algo rara, pero, de todos modos, la sabiduría es sabiduría. El primer día, cuando fueron a cenar juntos, el cocinero hizo una verdura llamada bindhi, aderezada con especias orientales. Se considera un plato exquisito.

El rey dio las gracias al cocinero y después Mulla dijo para agradecer el bindhi: «Ésta es la verdura más valiosa del mundo. Te da larga vida, te mantiene sano, te hace resistente a las enfermedades», y así sucesivamente.

El rey dijo: «No sabía que tu supieras tanto de verduras.»

El cocinero lo oyó y pensó: «Si el bindhi es tan especial que permite a nuestro rey vivir largo tiempo, mantenerse sano y joven». Al día siguiente se volvió a hacer bindhi, y de nuevo el Mulla lo ensalzó, aún más que el primer día. El tercer día se volvió a hacer bindhi y el Mulla lo ensalzó todavía más. El cuarto día también se hizo bindhi y el Mulla lo ensalzaba más y más. El quinto día el Mulla incluso dijo que el bindhi es un alimento divino: Dios sólo come bindhi.

Pero el rey estaba aburrido. Tiró el plato de bindhi y dijo a Mulla Nasruddin: «Eres un idiota. Bindhi". ¿Y Dios come bindhi cada día? ¡Me vas a volver loco!».

Mulla dijo: «Señor, te estás encrespando innecesariamente. Yo soy tu sirviente; tú dijiste que el bindhi era bueno, yo simplemente te seguí, y cuando hago algo, lo hago a la perfección. Yo no sirvo al bindhi, te sirvo a ti. La verdad es que el bindhi es lo peor del mundo; no lo comen ni los diablos. Hiciste muy bien en tirarlo.»

Tiró su plato aún más lejos que el rey y dijo: «Debes recordar siempre que soy tu sirviente, y que tú siempre tienes razón. Yo soy una persona consistente; seguiré siendo tu sirviente consistentemente; pase lo que pase.»

Hay gente -casi todo el mundo- que vive en una cierta consistencia. Es más fácil. Pero cuando te acercas a un hombre como yo, vas a tener dificultades; tendrás que abandonar la idea de consistencia o tendrás que abandonarme a mí. Y la gente está tan enamorada de sus ideas que me pueden abandonar a mí, pero no pueden abandonar sus ideas.

Mi primer libro fue publicado en 1960. Yo estaba en casa de unos amigos y la señora de la casa me dijo: «Mi padre es un monje, un monje jaina; es un anciano, ya tiene noventa años. La orden jaina le ha dicho que ya no tiene que mendigar, es demasiado viejo, por eso se queda en las afueras de la ciudad en una cabaña y le llevamos la comida allí. Pero él quiere venir a verte, insiste en hacerlo. Le hemos dicho: "Podemos traerte a la persona que quieres ver…».

De hecho yo solía pasar por aquella carretera cada mañana. Ella me dijo: «Sería muy fácil que te acercaras a ver al anciano, pero él insiste: "No, eso no sería respetuoso." Lee tus libros; ha dejado de leer todos los demás libros. Y dice: "Si estuviera en mi poder, declararía a este hombre nuestro veinticincoavo tirthankara."»

Los jainas tienen veinticuatro tirthankara en un ciclo de existencia; en el jainismo hay ciclos de existencia. Es una filosofía muy matemática, En el mundo todo se mueve en ciclos; la existencia también tiene su ciclo: comienza, acaba, vuelve a empezar, vuelve a acabar… es un largo, largo camino. De hecho, en India se utilizan términos que indican los periodos de tiempo más largos. Ninguna otra lengua tiene términos que describan periodos tan largos. Y se tienen que usar los términos más grandes para contar lo que se tarda en completar un ciclo.

En un ciclo hay veinticuatro tirthankaras, de la misma forma que en un día hay veinticuatro horas. Por cada hora del ciclo de la existencia hay un maestro. Este viejo monje había dicho algo que era casi sacrílego: si estuviera en su poder, me declararía el veinticincoavo tirthankara. Estaba tan encantado con el libro que dijo que nunca antes había entendido cosas que el libro le había hecho entender, y que estaba contento de haberlo encontrado antes de morir.

Vino a verme; debe haber llegado sobre las seis de la tarde. La hija de la señora de la casa vino a decirme: «Debes tomar tu baño porque tu cena ya está lista.»

Yo dije: «Espera, este anciano ha venido desde tan lejos.» Y el anciano -a los pocos minutos de estar allí- ya había dicho: «Eres el veinticincoavo tirthankara. Quizá, como esto no es posible según los ciclos de existencia, seas el primer tirthankara del nuevo ciclo. Tu libro me ha dado tanto; todos los libros que he leído en mi vida

-todas las escrituras- han demostrado ser inútiles.»

Tocó mis pies. Yo le dije: «No es bueno. Tienes noventa años y un monje jaina no tiene por qué tocar los pies de nadie.»

Él dijo: «No me importa. Te considero mi maestro.» Pero cuando oyó a la chica pedirme que me preparara, se quedó conmocionado porque ya se había puesto el sol, y los jainas no comen después de la puesta de sol. Todo cambió inmediatamente.

Dijo: «¿Comes después de la puesta de sol?».

Y yo le contesté: «Habitualmente no. Pero tú has venido de tan lejos, eres un anciano, y yo quería estar contigo. No importa si es un poco tarde. Puedo cenar un poco tarde.»

Él dijo: «Entonces perdóname. Quiero retirar todo lo que te he dicho. Ni siquiera eres un jaina, ¿cómo podrías convertirte en un tirthankara jaina? Primero deberías aprender a poner disciplina en tu vida.»

Comenzó a enseñarme. El momento anterior yo era el maestro, e iba a ser el primer tirthankara del nuevo ciclo: ¡ahora ya no era ni un discípulo! Y en su mente había una condena total. El libro que había traído consigo -mi libro- simplemente lo dejó allí. No se lo llevó.

Yo le pregunté: «¿Qué ha ocurrido? Ese libro… Puede que yo haya caído ante tus ojos, pero el libro no toma la cena. Puedes llevártelo.»

Él dijo: «No puedo ni tocarlo. Tú lo has escrito y no conoces ni las cosas más simples, como que no se puede comer después del atardecer.

Si uno come después del atardecer, no puede saber qué es la realidad.»

Aquello fue realmente cómico; toda la familia se reunió para verlo. El marido era un hombre peculiar. Me dijo: «Excepto yo, todo el resto de la familia te va a traicionar. Al final yo seré el único que se quedará contigo porque no soy una persona religiosa; todos están contra mí. Yo no voy al templo, no leo las escrituras y tampoco sigo la disciplina jaina: no comer de noche, no comer antes del amanecer, y esas cosas. Seré el último en quedarse contigo, porque, hagas lo que hagas, no me afectará; yo no me hago ninguna imagen de ti, simplemente te veo.

»Cada vez que vienes a casa tienes un aspecto diferente y toda esta gente tienen dificultades. Se sienten confusos: la última vez dijiste algo y esta vez dices lo contrario. Yo soy el único al que no le parece confuso porque ¡la última vez fue la última vez! El agua del Ganges ha seguido fluyendo. Esta vez es esta vez, y para mí eres hermoso cada vez.»

Y tenía razón. Poco a poco todas la gente de su familia se fue quedando atascada con alguna imagen de mí. Sólo él me siguió hasta el final. Ahora ha muerto. Justo antes de morir dijo: «Decidle a Osho: "Sólo tú estás en mi mente ahora mismo, en el momento de dejar mi cuerpo."» Era un hombre que verdaderamente tuvo el valor de seguir conmigo a lo largo de todas las estaciones del año, de todos los cambios de la vida. Si realmente quieres estar conmigo, tienes que dejar de hacerte imágenes. ¿Para qué necesitas una imagen? Necesitas aferrarte a algo.

Permanece sin imagen, para que tus ojos no estén cegados por viejas imágenes y estés disponible a mí directamente, a cada momento.

Esta intimidad directa es la verdadera relación entre tú y yo.

Cualquier cosa que sea menos que eso, carece de valor.

Amado Osho,

El otro día te oí decir: «Con sólo oírme puede ser suficiente para

transformarse.» Me sentí tan agradecido a ti y tan relajado durante un momento. Pero una parte de mí dudaba y se preguntaba: «¿Es realmente así de fácil? ¿Puedo verdaderamente relajarme y dejar que la existencia asuma el mando?». Mi mente charlatana quiere hacer algo. ¿Cómo puedo ser más paciente y confiar de verdad?

Tuviste ese vislumbre durante un momento. Ahora permanece cada más y más disponible…; ese vislumbre vuelve una y otra vez, se va profundizando. Y no te preocupes de la mente charlatana.

Usa la mente charlatana para plantear nuevas preguntas.

Capítulo 17

Es en el Mundo Donde Está el Trabajo

Amado Osho,

En la tierra del dinero, del poder, de las drogas de diseño como el «éxtasis» y de los seguros iluminados, muchos de tus sannyasins actualmente están trabajando, tienen un empleo y se están ganando la vida. La risa, el sentido del humor y un profundo amor y gratitud hacia ti nos mantienen conectados de alguna forma. Con tu gente en el mundo y contigo a tanta distancia física, ¿adquiere un nuevo significado el trabajo con nosotros?

Ciertamente ha asumido un nuevo significado, un nuevo giro.

Yo siempre he querido que mi gente esté en el mundo, que vengan a mí ocasionalmente, que estén conmigo, que se refresquen y después vuelvan al mundo; porque el mundo tiene que ser cambiado. Nosotros no somos de los que renuncian al mundo.

Todas las religiones han estado enseñando: «Renunciad al mundo.» Yo os enseño, transformad el mundo.

Renunciar es pura cobardía, y renunciando no ocurre nada significativo; el mundo sigue viviendo, produciendo nuevas generaciones que siguen el viejo patrón. Y las personas que renuncian al mundo tampoco se transforman; tampoco se transforman por la simple razón de que pierden todas las oportunidades que tienen de probar si están creciendo o no. Puedes estar medio siglo sentado en los Himalayas y te sentirás en silencio, pero ese silencio no es tuyo; pertenece a los Himalayas. Todo está en silencio, eternamente en silencio, y no hay nadie que te moleste. El simple hecho de salir de la situación en la que te sientes alterado no significa que estés alcanzando la paz; simplemente significa que huyes de las situaciones en las que no estás seguro de que tu paz no se verá alterada. Mi idea nunca ha sido renunciar al mundo; siempre ha sido cambiarlo. Millones de personas sufren y sufren por razones estúpidas. Es absolutamente inhumano darles la espalda e irte a las montañas o a los desiertos para vivir allí pacíficamente. Esa paz es muy barata, muy superficial; no significa nada. Vuelve al mundo y tu paz se verá alterada, quedará hecha añicos.

Y eso será enormemente significativo para despertarte, porque lo que has estado pensando que era la paz, el silencio, sólo ha sido un sueño en que la realidad se hace pedazos, de la misma forma que un espejo se hace pedazos cuando le golpea una piedra… y se queda hecho pedazos para siempre. No puedes volver a juntar ese espejo, y todos los años que disfrutaste de la idea de que habías alcanzado la paz se van al garete.

Por eso mi idea siempre ha sido: ven a mí para alegrarte, ven a mí en las vacaciones. Ven a mí por pura alegría. Llénate de mi presencia, llénate de mi fragancia, y después llévala al mundo. Ahí está la verdadera prueba, en ver si se queda contigo o no. Si quieres conservarla, extiéndela, compártela y crecerá dentro de ti. Pero cuando sientas que te atascas en alguna parte, que no creces, yo estoy disponible: vuelve a mí, quédate conmigo. Cuando vuelvas a sentir la claridad, vuelve al mundo.

Si empiezas a vivir conmigo hay dos aspectos en los que saldrás perdiendo. Uno es que con el tiempo empezarás a darme por hecho, lo que es una gran pérdida, porque yo sigo estando disponible para ti. Es peligroso porque cuanto más disponible esté para ti, menos disponible estarás tú para mí.

He vivido durante casi veinte años en Jabalpur, India, donde está uno de los lugares más bellos del mundo. Un río precioso, el Narmada, fluye durante tres o cuatro kilómetros entre dos montañas de mármol, cuatro kilómetros de puro mármol blanco a ambos lados, y son montañas altas. Y el río es profundo. Los días de luna llena, cuando la luna aparece en medio del cielo y puedes ver las rocas reflejadas en el agua, se crea un entorno mágico. Creo que no hay nada en el mundo que pueda compararse con esa magia. Es sencillamente inimaginable.

Yo insistí una y otra vez a mi profesor, el doctor S.K. Saxena… Yo le quería mucho porque fue el único profesor de los que conocí que nunca me trató como a un estudiante. Discutíamos, nos peleábamos en algunos pequeños puntos, y si se equivocaba siempre estaba dispuesto a aceptarlo y lo agradecía.

Había obtenido el doctorado en filosofía en una universidad americana; había vivido toda su vida en América, enseñando filosofía india. Justo al final, deseó volver a su país. Había estado buscando a alguien que pudiera traducir su tesis doctoral al hindi, pero nunca lo había encontrado. Su tesis era enormemente significativa; una traducción literal no habría sido adecuada. Hacía falta alguien que la entendiera en profundidad. El tema de la tesis era: «La evolución de la consciencia en Oriente». Era uno de los temas más difíciles, muy elusivo, pero él se las había arreglado, había trabajado duro y había llegado a algunas conclusiones muy significativas.

Aunque yo sólo era un estudiante, me pidió que la tradujera. Yo le dije: «Deberías pedírselo a algún profesor, al menos alguien que esté cualificado.»

Él dijo: «He visto muchos profesores, mucha gente cualificada; sólo pueden traducirla literalmente. Y yo confío en ti. Discutiendo contigo he llegado a la conclusión que eres el hombre que puede traducirla.»

Tardé dos meses completos: todas mis vacaciones de un verano. Fue un trabajo duro. Y fue aún más duro porque había faltas, había errores, y yo no podía tolerarlos. Por eso le señalé: «Esto son errores; de las siete conclusiones, tres están equivocadas, y si dependiera de mí, te retiraría el doctorado. La gente que te ha dado el doctorado no sabe nada de la consciencia.»

Él dijo: «¡Temía que pudiera ocurrir esto!».

Pero yo le dije: «La he traducido; en los pies de página he hecho mis comentarios en los lugares donde te has equivocado, diciendo por qué estás equivocado. Posiblemente cualquier otro también se habría equivocado. Siendo tú un erudito, estos errores tenían que suceder. Yo no soy un erudito.»

Le di la tesis y le dije: «Échale una mirada y dime cómo te sientes.»

Me abrazó y me dijo: «Has hecho un trabajo tan grande que me siento avergonzado. ¡Parece que mi libro fuera una traducción y el tuyo fuera el original! Y no voy a publicarlo porque eso destruiría mi reputación. Estoy de acuerdo con los comentarios que has hecho; tú tienes razón y mis examinadores se equivocaron. Yo me equivoqué y ellos también.»

Por eso se quedó con la traducción de la tesis y no dejó que nadie la viera, nunca permitió que se publicara.

Yo dije: «¡Me has hecho perder dos meses inútilmente!» Y añadí: «Ahora para compensarme tienes que venir conmigo a Jabalpur.» Había cien kilómetros desde la universidad donde él era profesor hasta las rocas de mármol. «No te voy a dejar morir sin verlas.»

Pero él dijo: «Por más bellas que sean, yo he visto todo el mundo»; había viajado por todo el mundo: «He visto todo lo que merece la pena verse. ¿Qué puede haber en Jabalpur?».

Yo le dije: «No puedo describirlo… simplemente ven conmigo.» Y le llevé allí. Mientras íbamos en el bote, preguntaba una y otra vez: «¿A esto le llamas el lugar más bello del mundo?».

Le dije: «Simplemente espera. Aún no hemos entrado.» Y entonces, de repente, el bote entró en el mundo de mármol, en las montañas de mármol. Y durante la noche de luna llena estaban tan puras, tan virginalmente puras, y sus reflejos… El anciano tenía lágrimas en los ojos. Me dijo: «Si no hubieras insistido, me habría perdido algo importante en la vida. Acerca el bote a las montañas porque me gustaría tocarlas. iParecen tan ilusorias! Sin no las toco no podré creer que, lo que estoy viendo es real.»

Dije al barquero que se acercara a las montañas. Él las tocó y dijo: «Ahora me puedo ir; ¡son reales! ¡Y se extienden cuatro kilómetros…!».

Este hombre escribía maravillosamente, hablaba maravillosamente, pero seguía siendo desgraciado. Y yo le dije: «Ni tus escritos significan nada, ni tus discursos significan nada. Para mí lo significativo es si has sido capaz de dejar atrás todas las causas del sufrimiento. Eres tan desgraciado que bebes para olvidar. Eres tan desgraciado que fumas para olvidar. Juegas, sólo para olvidar.»

Pero no hay que renunciar a este mundo. Hay gente muy bella, hay gente inmensamente capaz; simplemente no se han encontrado con alguien que pueda activar en su vida un proceso de mutación. Por eso mi idea siempre ha sido: venid a mí cuando empecéis a sentir: «quizá estoy viviendo en una ilusión.» Entonces venid simplemente a tocarme. Bañaos en mi presencia, en mi amor, para poder recuperar la confianza, el coraje, y poder volver al mundo.

Pero el trabajo está en el mundo.

Esto es una escuela de misterios.

Preparamos a la gente para enviarla a cambiar el mundo.

Mi idea de comuna era desde el principio, pero como estaba aislado y en silencio, las cosas no han ido de acuerdo a mi idea. La comuna, en lugar de convertirse en un lugar de recreo, de vacaciones, se convirtió en otro mundo de trabajo, de jerarquía, de burocracia. Todas las cosas que queríamos cambiar aparecieron en la comuna misma.

Por eso la siguiente fase de mi trabajo estará centrada en una escuela de misterios. Será como una comuna, pero la gente irá cambiando. La gente vendrá cuando pueda hacerlo, cuando lo necesiten. Habrá algunas personas que residan permanentemente, para cuidar de todos los visitantes. Pero la comuna será un lugar de continua peregrinación: donde aprendes algo, donde bebes algo y vuelves al mundo.

No somos renunciantes; Somos revolucionarios.

Queremos cambiar todo el mundo.

Y cambiando el mundo, te cambiarás a ti mismo. No puedes cambiar nada a menos que tú cambies simultáneamente.

Entonces, por un lado es un pérdida que estés conmigo continuamente…; eres humano y dar las cosas por hechas es un error humano. Yo estoy disponible.

Yo os he hablado de ese precioso lugar porque en Jabalpur hay miles de personas que no lo han visto. Sólo está a veinte kilómetros y yo he pedido a alguna gente: profesores, doctores, ingenieros, «¡simplemente id a verlo!»

Ellos dicen: «Podemos ir a verlo en cualquier momento. Está allí; no se va a mover.»

Cuando Hitler amenazó con volar la Torre de Londres en la segunda guerra mundial, miles de personas corrieron a verla. Habían estado viviendo en Londres toda su vida; habían nacido allí. Pasaban junto a la Torre cada día de camino al trabajo; cuando iban a la oficina, al volver a casa, y siempre estaba allí. La gente venía de muy lejos para verla; pero ellos lo daban por sentado: está ahí, ¿para qué apresurarse?

Es absolutamente cierto que miles de personas han nacido en Londres y han muerto en Londres sin ver la Torre. Yo lo se por Jabalpur; miles de personas deben haber muerto… Siempre está allí, pero tú no estarás siempre allí.

En lo que se refiere a la relación conmigo, ni tú ni yo somos para siempre. Pero tú puedes darlo por hecho y con el tiempo una niebla rodeará tu mente. En lugar de mi presencia habrá un niebla; que no te conecta, que te separa.

Ésta era la cosa más desastrosa de las que ocurrían en la comuna. La gente estaba conmigo pero habían creado una niebla alrededor de sí mismos. Visto desde fuera, estaban cerca físicamente, pero espiritualmente se habían ido muy lejos.

En segundo lugar, cuando cinco o diez mil personas empiezan a vivir en una comuna, toda su orientación, su razón de estar allí, cambia sin que lo sepan. Habían venido a meditar, a estar conmigo, a estar todo lo abiertos y disponibles que pudieran a mi experiencia…, a disfrutar, a relajarse, a cantar, a bailar, a sentirse en éxtasis. Todos habían venido a eso.

Pero cuando diez mil personas se juntan, tienes que construir casas, tienes que hacer carreteras, tienes que preparar comida, tienes que preparar ropa; hacen falta mil y una cosas que van consumiendo tu tiempo. Poco a poco te olvidas completamente de la razón real por la que viniste. Vas entrando en otras cosas y olvidas completamente la intención original.

Esta vez estoy trabajando de una forma completamente diferente para que, se puedan evitar estas dos cosas.

Desde mí, yo siempre quiero ser unas simples vacaciones.

Desde mí, yo siempre quiero significar únicamente éxtasis, música, danza. Es bueno estar sólo unos días conmigo y después volver al mundo. Llévate la música, llévate el éxtasis contigo, extiéndelo, y cuando tengas sed, vuelve.

Por eso será una escuela mundial de misticismo en la que la gente irá y vendrá, llevando el mensaje a cada rincón y esquina del globo. Y no quiero que de ninguna forma os dediquéis a nada… hacer carreteras, construir casas o crear un pantano: ¡todo eso es una maldita tontería!

Sólo quiero que me recordéis como una flor, una fragancia, una llama, una luz; asociadme con esas cosas. Ese va a ser el propósito de la nueva escuela de misterios. Me gustaría llamarle escuela de misterios más que comuna, porque ese nombre ha quedado asociado con la comuna que tuvimos.

No pienso para nada que la desaparición de la comuna sea una pérdida. En absoluto; porque de la forma que estaba funcionando era una rutina sin fin. Habrías necesitado nuevas carreteras, porque se estaban construyendo más casas que había que conectar con las carreteras. Habrías necesitado más restaurantes, y más grandes; habrías necesitado más ropa…, y finalmente, ibas a tener que producir. Tendrías que construir fábricas o producir de otra manera porque, ¿cuánto tiempo pueden vivir cinco mil personas sólo de donaciones? Los amigos pueden apoyar durante algún tiempo, pero no siempre.

Así es que pronto habrías olvidado que estabas separado del mundo. De hecho habrías tenido más dificultades, porque en el mundo ya hay otras personas que se ocupan de las carreteras, de las oficinas de correos y de todo el resto. Sólo tienes que trabajar cinco horas, seis horas. En la comuna estabas trabajando doce horas, a veces catorce; e incluso así no se terminaba el trabajo.

Los recursos que ayudaban a la comuna se agotarían pronto; la comuna iba a colapsar. Yo decía a la gente que estaba al mando de la comuna:. «La comuna va a colapsar porque, ¿cuánto tiempo se puede vivir de la ayuda de los demás? Y si te haces productivo -si abres fábricas y empiezas a fabricar cosas-, ¿entonces para qué tanta molestia? Esas cosas ya se hacen en todas partes.»

Esta vez, desde el principio mismo, sólo vivid conmigo un pequeño núcleo de gente absolutamente necesaria para hacer funcionar la escuela de misterios. Todos los demás serán los invitados durante unos días, unas semanas, unos meses… el tiempo del que puedan disponer. Pero la persona que esté aquí conmigo estará totalmente dedicada a la relajación, a la meditación, a rejuvenecer. Y después puede volver. Tiene el mundo entero para trabajar en él.

Así evitaremos la cosa más básica: que me den por supuesto. Y lo segundo: que se olviden de su intención original al venir a mí.

Amado Osho,

En una ocasión, cuando estaba sentado junto a una paciente moribunda -era Anna Freud, la hija menor de Sigmund Freud-, estaba hablando con su compañero y sucedió que le hablé de Ti. Cuando aproximadamente una hora más tarde mi paciente murió, recordé haber mencionado Tu nombre; y mirando atrás tuve la sensación como si debido a ello la atmósfera hubiera sido rociada con agua de rosas. ¿Es fantasioso pensar que la mención de tu nombre, o incluso una breve mirada a Tu cara en nuestro medallón, puede de alguna forma tener algún efecto en la gente?

Todo depende de ti; no de mi nombre, no de mi rostro en el medallón, sino de tu corazón.

Si hablas de mí con mucho amor, con confianza, con reverencia, tu corazón crea cierto ambiente. Si no hablas sólo desde la mente, sino desde el núcleo más interno de tu ser, puede ocurrir: puedes sentir como si se hubiera rociado agua de rosas… una gran limpieza, una gran frescura, una fragancia. Pero éstas no están contenidas en mi nombre ni en mi fotografía, que sólo son instrumentos. La realidad que se crea depende de tu corazón.

Hay gente que está contra mí, que dice mi nombre continuamente, y nunca sentirán que se haya rociado agua de rosas.

¡El arzobispo de Grecia tiene información en este sentido! Cuando me arrestaron y toda la población de Saint Nicholas fue al aeropuerto para mostrarme su apoyo, él solo, con media docena de ancianas casi muertas, hizo sonar la campana de la victoria: Dios había ganado sobre el diablo, porque yo había sido enviado expresamente por el diablo para destruir la tierra de Dios, su ¡gloria, su inmortalidad. Por tanto, ¡depende! Puede que a él le den tales descargas eléctricas al oír mi nombre que piense: este hombre debe ser malo.

Unos días antes, cuando yo estaba en el Ministerio del Interior de este país, había mucha gente: una gran multitud. Nadie me reconoció porque la gente presente era de este país, de Brasil o de Argentina, lugares donde nunca he estado. Pero cuando estaba pasando dentro, una mujer retiró inmediatamente a sus tres hijos y les susurró: «¡No le toquéis!» Debe haber sido inglesa o americana y temía de que si me tocaban, y que si realmente soy el diablo salido del infierno, sería un desastre para ellos.

Así pues, todo depende de ti.

Pero es bueno que me hayas mencionado cuando Anna Freud, la hija menor de Freud estaba muriendo, y que ella haya oído hablar de mí con profundo respeto y reverencia de tu parte. Ella no era una mujer ortodoxa.

Era realmente representativa de Sigmund Freud: la misma calidad mental, la misma agudeza, la misma inteligencia intrépida, dispuesta a cortar con las tonterías y supersticiones. Ha sido una de las mujeres más significativas del siglo; una mujer sensible, alerta.

Espero que haya podido sentir un poco de lo que sentiste tú. En el momento de la muerte, nada podría haber sido un regalo mejor para ella; y se lo merecía.

Amado Osho,

Se comenta que un viejo tibetano dijo:

«Como un león, no tengo miedo.

Como un elefante, no tengo ansiedad.

Como un loco, no tengo esperanza.

Te digo la honesta verdad».

Osho, ¿qué es tan maravilloso y tan precioso de la honesta verdad?

De hecho usar estas dos palabras juntas muestra una profunda falta de comprensión. «Honesta verdad» implica que puede haber una verdad deshonesta.

Verdad es suficiente.

La honestidad es una cualidad muy ordinaria que, como muchas otras cualidades, se presenta como una sombra de la verdad. En la verdad hay algo que es tremendamente importante. Pero recuerda, nunca uses las palabras honesta verdad. Eso significa que tienes una sospecha: en lo profundo, tú mismo no estás convencido de la veracidad de la verdad. Para sustituir, para compensar, le añades la honestidad.

Nada puede ser añadido a la verdad.

La verdad es siempre pura, está desnuda, sola.

Y hay una gran belleza, porque la verdad es la esencia misma de la vida, de la existencia, de la naturaleza. Nadie miente, excepto el hombre. Un rosal no puede mentir. Tiene que producir rosas; no puede producir caléndulas, no puede engañar. No puede ser otra cosa que lo que es. Aparte del hombre, toda la existencia vive en la verdad.

La verdad es la religión de toda la existencia; excepto del hombre.

Y en el momento en que el hombre decide hacerse también parte de la existencia, la verdad se convierte en su religión. Es el momento glorioso.

Cuando digo que aparte del hombre todo lo demás vive en la verdad -el océano, las nubes, las estrellas, las piedras, las flores-, que cada cosa no es sino veracidad, cada cosa no es sino ella misma, sin máscaras, y sólo el hombre es capaz de engañar a los demás, de engañarse a sí mismo, hay que recordar que esto es una gran oportunidad. No es algo que se deba condenar sino alabar, porque incluso si un rosal quiere mentir, no puede. Su verdad no es libertad; su verdad es atadura. No puede ir más allá de los límites.

El hombre tiene la prerrogativa, el privilegio de no ser veraz. Eso significa que el hombre tiene la libertad de elegir. Si elige ser veraz, no está eligiendo la atadura, está eligiendo la verdad y la libertad. La libertad es su privilegio. En toda la existencia, nadie más tiene libertad.

Pero cuando tienes oportunidades también corres peligros. Cuando eres libre, puedes equivocarte. Ninguna rosa puede equivocarse, ninguna roca puede equivocarse. Tú puedes equivocarte; de ahí que tenga que penetrar en ti una profunda consciencia de cada acto, de cada pensamiento, de cada sentimiento.

Para mí ese es el significado del buscador de la verdad.

Sólo el hombre tiene que buscarla; todos los demás ya la tienen, pero la gloria de la libertad no está presente. Tienes que buscarla y encontrarla. Y en esa misma búsqueda y encuentro eres glorioso, eres la corona misma de la existencia.

Pero verdad es suficiente. No la cargues de honestidad o de cualquier otra cosa.

Amado Osho,

¿Cómo puedo darte las gracias?

No hace falta: simplemente se lo que puedas ser. Permítete florecer. Disfruta en la gloria; ese será agradecimiento suficiente.

Cualquiera que florece cerca de mí ya ha mostrado su gratitud. Decirlo sería profano. Diciéndolo se destruiría la belleza de lo no dicho, de lo silencioso.

Si realmente has llegado al punto de querer decirme gracias, entonces no lo digas; yo lo entenderé. Diciéndolo, estarás haciendo bajar algo de un nivel muy alto.

Te sorprenderá saber que en India, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, quizá la más antigua, apenas se oye a nadie dar las gracias a otra persona. Ningún niño da las gracias a sus padres; ningún padre da las gracias a sus hijos. En Occidente esto es parte de vuestra educación, hay que decir «gracias» cada vez.

Estaba pensando en la diferencia, en por qué esto no se desarrolló en la antigua civilización india. Y entiendo… lo que he dicho, esa es la razón. Si te sientes agradecido de verdad, entonces decirlo es inútil, porque no puedes poner el corazón en ello. Y si no estás agradecido, ¿por qué destruir una bella palabra inútilmente?

Hacer de ello una formalidad significa que estás haciendo inconsciente una parte de tu comportamiento. Así como cuando alguien te ofrece una taza de café y tú le dices gracias, si alguien trae iluminación a tu consciencia, ¿vas a usar esas mismas palabras? Es absolutamente imposible usar las mismas palabras; se han vuelto muy formales. Las dices sin pensar siquiera en ellas. Simplemente las dices como un robot.

Es una buena pregunta ésta de preguntarme cómo darme las gracias, porque debe haber un gran sentimiento de gratitud, pero todas las palabras parecen carecer de significado. Agradecimiento, reconocimiento; ambas parecen ser demasiado pequeñas. Lo que te ha ocurrido es tan vasto.

Mi sugerencia es: no necesitas darme las gracias. Yo mismo las tomaré.

Será tan patente en tus ojos y en tu rostro, pero no hará falta decirlo. Simplemente entenderé desde ellos.

Capítulo 18

El Terrorismo está en tu Inconsciencia

Amado Osho,

He oído que en Europa la amenaza del terrorismo está produciendo miedo en la gente. Los aviones se retrasan debido a las extraordinarias medidas de seguridad, muchos de los asientos se quedan vacíos, y algunos aeropuertos están cerrando. La gente incluso se lo piensa dos veces antes de salir de noche. Y todo esto se ha agudizado desde el reciente bombardeo a Libia. ¿Es el aumento del terrorismo a lo largo de la última década un símbolo, en algún sentido, de lo que está pasando en la sociedad en general?

Todo está profundamente relacionado con todo lo demás que ocurre. Los casos de terrorismo están ciertamente relacionados con lo que ocurre en la sociedad. La sociedad se cae a trozos. El viejo orden, la disciplina, la moralidad, la religión, todo tiene una base equivocada según se ha descubierto. Ha perdido su influencia sobre la consciencia de la gente.

El terrorismo sencillamente indica que la destrucción de seres humanos no importa, que no hay nada en los seres humanos que sea indestructible, que todo es materia: y no se puede matar la materia, sólo cambia de forma. Una vez que se considera que el hombre sólo es una combinación de materia y no se concede lugar dentro de él al ser espiritual, matar se convierte en un simple juego.

Las separaciones nacionales son irrelevantes debido al armamento nuclear. Si todo el mundo en su conjunto puede ser destruido en unos pocos minutos, la alternativa sólo puede ser que todo el mundo esté unido. Ahora ya no puede estar dividido; la división es peligrosa porque se puede convertir en guerra en cualquier momento. La división no puede tolerarse. Una sola guerra es suficiente para destruirlo todo, y al hombre no le queda mucho tiempo para entender que debemos crear un mundo donde no exista ninguna posibilidad de entrar en guerra.

El terrorismo tiene muchas corrientes ocultas. Una de ellas es que tras la aparición de las armas nucleares, las naciones están poniendo su energía en ellas porque piensan que las armas convencionales están pasadas de moda. Están pasadas de moda, pero los individuos pueden empezar a utilizarlas. Y no puedes utilizar armas nucleares contra los individuos, sería entupido. Un terrorista individual lanza una bomba; eso no justifica el envío de un misil nuclear.

Lo que quiero resaltar es que el arma nuclear ha dado a las personas individuales una cierta libertad para usar las viejas armas convencionales, una libertad que no era posible anteriormente cuando los Gobiernos también usaban esas mismas armas.

Ahora los Gobiernos están centrados en destruir las armas convencionales, en tiradas al mar, en venderlas a países pobres que no pueden permitirse tener armas nucleares. Todos los terroristas vienen de esos países pobres y usan las armas que se han vendido a sus países. Y disponen de una extraña protección: no puedes usar las armas nucleares contra ellos, no puedes tirarles bombas atómicas.

Pueden lanzar bombas contra ti y tú te ves repentinamente impotente. Tienes una gran cantidad de armas atómicas, de Bombas nucleares en tu mano; pero a veces donde un alfiler es útil, la espada no sirve para nada. Puede que tengas la espada, pero eso no significa que estés en una posición mejor que el hombre que tiene el alfiler, porque para ciertos propósitos sólo sirve el alfiler; la espada no tendrá ninguna utilidad.

Aquellas viejas armas del pasado se fueron almacenando y los grandes poderes tuvieron que darles curso: o hundidas en el mar… Y eso significaba perder tanto dinero, tanto trabajo humano, tanta energía que económicamente era desastroso. Pero seguir almacenándolas también era económicamente imposible. ¿Cuántas armas puedes reunir? Existe un límite. Y cuando encuentras una nueva forma de matar a la gente más eficazmente, tienes que librarte de la anterior.

Se pensó que sería mejor venderlas a los países pobres. Los países pobres no pueden fabricar armas nucleares; cuestan demasiado. Y estas armas se ofrecían a buen precio, era una ayuda; los países pobres las aceptaron, pero son armas que no pueden utilizarse en una guerra. En una guerra, este tipo de armas ya son inútiles. Pero nadie había previsto la posibilidad de que fueran usadas individualmente, y de esta posibilidad puede surgir un nuevo fenómeno: el terrorismo.

Ahora bien, el terrorista tiene un extraño poder, incluso sobre los más poderosos. Puede lanzar bombas sobre la Casa Blanca sin miedo, porque lo que tienes es demasiado grande y no puedes utilizarlo contra él. iY él usa las armas que tú vendiste! Pero no se había pensado en este fenómeno porque no se comprende la psicología humana.

Lo que yo entiendo es que, tal como vive el hombre necesita una guerra cada diez o doce años. Acumula tanta ira, tanta rabia, tanta violencia, que nada menor que una guerra puede liberarle. Así, entre guerra y guerra sólo hay una separación de diez a quince años. Esa separación es una especie de relajación. Pero empiezas a acumular los mismos celos, la misma violencia de nuevo, porque tu psicología no ha cambiado.

Y el hombre es básicamente un cazador; no es vegetariano por naturaleza. En principio se hizo cazador y durante miles de años sólo comía carne, y el canibalismo prevalecía por todas partes. Comerse a los humanos de la tribu enemiga contra la que estabas luchando era perfectamente ético. Todo esto se arrastra en el inconsciente de la humanidad.

Las religiones han impuesto cosas en el ser humano de una manera muy superficial; su inconsciente no está de acuerdo. Todo hombre está en desacuerdo consigo mismo. Por eso, cuando tiene una oportunidad, una buena causa -la libertad, la democracia, el socialismocualquier palabra hermosa puede convertirse en el paraguas que esconda su horrible inconsciente, que simplemente quiere destruir y disfruta de la destrucción.

Ahora la guerra mundial se ha hecho casi imposible; si fuera posible, no habría terrorismo. Ya ha pasado suficiente tiempo desde la Segunda Guerra Mundial; la tercera guerra mundial debería haber ocurrido hacia 1960. Pero no ha ocurrido. Y esta ha sido la rutina prevaleciente durante toda la historia, el hombre está programado para ella.

Los psicólogos han observado que en tiempos de guerra la gente es más feliz que en tiempos de paz. En tiempos de guerra la vida es intensa; en tiempos de paz parecen estar aburridos. En tiempo de guerra salen a buscar el periódico o escuchan la radio a primera hora de la mañana. Aunque las cosas estén ocurriendo muy lejos, se sienten afectados. Algo en ellos siente una afinidad.

La guerra que debería haber ocurrido entre 1955 y 1960 no ocurrió, y el hombre se ha cargando de deseos de matar, de deseos de destruir. Simplemente quiere darles unos nombres presentables.

El terrorismo va a ir cada vez a más, porque la tercera guerra mundial es casi imposible; Y los estúpidos políticos no tienen otra alternativa. El terrorismo simplemente significa que lo que se ha estado haciendo a escala social ahora debe hacerse a escala individual. Irá en aumento. Sólo puede impedirse si cambiamos la base misma de la comprensión humana, lo que es una tarea hercúlea; y aún no es más porque la misma gente que quieres cambiar luchará contra ti. No te permitirán que les cambies fácilmente.

De hecho, les encanta el derramamiento de sangre, aunque no tienen el valor de admitirlo. En una de las novelas existencialistas hay un incidente muy bello, y casi se puede decir que es real. Un hombre es llevado ante un tribunal porque ha matado a un extraño que estaba sentado en la playa. Nunca lo había visto antes. No le mató por dinero. Y sigue sin saber qué aspecto tenía, porque lo mató por la espalda con un gran cuchillo.

No se conocían; no se trataba de enemistad. Ni siquiera estaban familiarizados, ni siquiera se habían visto la cara.

El magistrado no podía entenderlo y preguntó al asesino: «¿Por qué lo hiciste?».

Él dijo: «Cuando apuñalé a ese hombre con un cuchillo y brotó la sangre de su espalda, fue uno de los momentos más hermosos que he conocido. Se que el precio será mi muerte, pero estoy dispuesto a pagarlo; mereció la pena. He vivido toda mi vida aburrido, sin excitación, sin aventura. Finalmente tenía que decidirme a hacer algo. Y este acto me ha hecho famoso en todo el mundo; mi fotografía está en todos los periódicos. Me siento muy feliz de haberlo hecho.»

No hacía falta ninguna prueba. El hombre no lo negaba; por el contrario, lo glorificaba. Pero el tribunal tenía que seguir el procedimiento rutinario: necesitaba testigos, no podía aceptarse exclusivamente su palabra. Podría estar mintiendo, podría no haber matado a aquel hombre. Nadie lo vio -no había ni un solo testigo ocular- por eso la policía tuvo que presentar pruebas circunstanciales.

Una de ellas consistía en que, teniendo en cuenta su vida anterior y sus circunstancias, posiblemente este hombre era el asesino. Su madre murió cuando era joven. Y cuando oyó que su madre había muerto, dijo: «¡Mierda! ¡Esta mujer no me va a dejar en paz ni en el momento de morirse! Es domingo y he reservado entradas para ir al teatro con mi novia. Pero sabía que haría algo para amargarme el día, y lo ha conseguido.»

iSu madre había muerto y él decía que le había echado a perder el

domingo! Iba a ir al teatro con su novia y ahora tenía que ir al funeral. Y la gente que escuchó su reacción se quedó conmocionada. Dijeron: «Esto no está bien, ¿qué estás diciendo?».

El dijo: «¿Cómo? ¿Qué es lo que está bien y lo qué está mal? ¿No podía haber muerto cualquier otro día? Hay siete días en la semana; podía haber muerto cualquier otro día, de lunes a sábado. Pero no conocéis a mi madre, yo sí que la conozco. ¡Es una zorra! Lo ha hecho a propósito.»

La segunda prueba fue que después de asistir al funeral, por la noche, fue hallado en una discoteca con su novia. Y alguien dijo: «¡Qué! ¿Qué estás haciendo? Tu madre acaba de morir.»

Él respondió: «¿ Y que? ¿Queréis decir que ahora ya no podré volver a bailar? Mi madre nunca volverá a la vida, seguirá muerta; ¿que importar si me pongo a bailar a las seis horas, a las ocho horas, a las ocho semanas o a los ocho años? ¿Qué importa? Ella está muerta. Y yo tengo que bailar, y yo tengo que vivir, y yo tengo que amar, a pesar de que haya muerto. Si todo el mundo dejara de vivir por la muerte de mi madre o por la muerte de mi padre, entonces no habría baile en el mundo, no habría canciones.»

Su lógica es muy correcta. Está diciendo: «¿Dónde trazas la línea de demarcación? ¿Después de cuántas horas puedo bailar? ¿Doce horas, catorce horas, seis semanas? ¿Dónde vas a trazar la línea? ¿Sobre qué base? ¿Cuál es el criterio? Por eso el período transcurrido no importa. Pero hay una cosa cierta: cuando quiera que empiece a bailar, estaré bailando después de la muerte de mi madre, así es que he decidido hacerlo hoy. ¿Para qué esperar a mañana?».

Estas pruebas circunstanciales fueron presentadas al tribunal, indicando que era un hombre extraño y capaz de un acto de ese tipo. Pero si miras de cerca a este pobre hombre, no sentirás enfado hacia él, sentirás compasión. No es culpa suya que su madre haya muerto; y, en cualquier caso, algún día tiene que empezar a bailar, da igual cuando lo haga. No puedes culpar a este hombre por decir, cosas desagradables: «Murió el domingo a propósito, para estropear mi alegría», porque toda su experiencia vital debe haber consistido en que ella le estropeaba una y otra vez cualquier posibilidad de alegría. Esa fue su última conclusión: «No me va a dejar en paz ni el día de su muerte.»

Y no puedes condenar al hombre por matar a un extraño… porque no es un ladrón; no cogió nada de él. No es un enemigo; ni siquiera vio quién era el hombre al que estaba matando. Simplemente estaba aburrido de la vida y quería hacer algo para sentirse importante, significativo.

Ahora se siente feliz porque todos los periódicos publican su foto. Si la hubieran publicado antes, no habría matado; pero esperaron hasta que hubiera matado para publicarla. Y quería ser una celebridad…, simples deseos humanos.

Y estaba preparado a pagar con su vida el hecho de ser, al menos por un día; conocido en todo el mundo, reconocido por todos.

Hasta que cambiemos el fundamento básico de la humanidad, el terrorismo se va a convertir en un asunto cada vez más normal. Ocurrirá en los aviones, en los autobuses. Empezará a ocurrir en los automóviles. Comenzará a ocurrir a los extraños. Alguien aparecerá de repente y te disparará, no porque le hayas hecho nada, sino porque ha regresado el cazador.

El cazador se sentía satisfecho en la guerra. Actualmente la guerra se ha detenido y quizá ya no tenga ninguna posibilidad.

El cazador ha vuelto; ahora no podemos luchar colectivamente.

Cada individuo tiene que hacer algo para aliviar su propia presión.

Las cosas están interconectadas. Lo primero que hay que cambiar es que el hombre debería ser más gozoso; es algo que todas las religiones han matado. No se atrapa a los verdaderos criminales, los terroristas y demás criminales en realidad son las víctimas.

Los verdaderos criminales son las religiones, porque han destruido todas las posibilidades de alegría. Han destruido la posibilidad de disfrutar de las cosas pequeñas de la vida; han condenado todo lo que te proporciona la naturaleza para hacerte feliz, para hacer que te sientas animado, placentero.

Se lo han llevado todo; y si no han sido capaces de llevarse algunas cosas porque están profundamente enraizadas en tu cuerpo, como el sexo, al menos han sido capaces de envenenarlo.

En mi opinión, Friedrich Nietzsche es uno de los grandes videntes del mundo occidental; sus ojos realmente penetran hasta la raíz del problema. Pero como los demás no podían verlo -sus ojos no eran tan penetrantes ni su inteligencia tan aguda-, el hombre vivió solo, abandonado, aislado, sin amor, sin respeto.

Él dice en una de sus declaraciones que el hombre ha sido adiestrado por las religiones para condenar el sexo, para renunciar al sexo. La religión no ha podido controlarlo; y el hombre lo ha intentado duramente pero ha fracasado, porque está profundamente enraizado en su biología; es lo que constituye su cuerpo. Nace del sexo, ¿cómo podría librarse de él si no es cometiendo un suicidio?

Por eso el hombre lo ha intentado y las religiones le han ayudado a liberarse de él: se han usado miles de disciplinas y estrategias. El resultado final es que el sexo sigue allí, pero envenenado. La palabra «envenenado» es una comprensión tremenda. Las religiones no han sido capaces de apartarlo, pero que han logrado envenenarlo.

Y la situación es muy parecida en otros aspectos: las religiones condenan que vivas con comodidad. Ahora bien, un hombre que vive en la comodidad y rodeado de lujo no puede convertirse en un terrorista. Las religiones han condenado la riqueza y han alabado la pobreza; pero un hombre rico no puede ser un terrorista. Sólo los «benditos» pobres pueden ser terroristas: no tienen nada que perder y están hirviendo contra la sociedad porque los demás tienen cosas que ellos no poseen.

Las religiones han tratado de consolarlos. Pero después llegó el comunismo -una religión materialista- que provocó a la gente diciéndole: «Vuestras viejas religiones son el opio del pueblo, y no estáis sufriendo la pobreza por vuestras malas acciones en esta vida o en las vidas anteriores, sino porque los burgueses, los superricos, os explotan.»

La última frase del Manifiesto Comunista de Carlos Marx es: «Proletarios del mundo entero, uníos; no tenéis nada que perder y tenéis todo el mundo que ganar.»

«Ya sois pobres, estáis hambrientos, desnudos, ¿qué podéis perder? Vuestra muerte no os hará más miserables de lo que ya os sentís en vida. Por qué no aprovechar la oportunidad y destruir a la gente que os lo está quitando todo. Recuperad esas cosas y distribuidlas.»

Mientras que las religiones habían estado consolando a la gente

-aunque era algo erróneo, era una argucia y era mentira, pero mantenía a la gente medio dormida-, el comunismo les hizo tomar conciencia inmediatamente de su situación. Esto significa que el mundo no va a estar nunca en paz si no retiramos todas las ideas podridas que han sido implantadas en el ser humano.

La primera; son las religiones; sus valores deben ser extirpados para que el hombre pueda volver a sonreír, pueda volver a reír, a alegrarse, a ser natural. Segundo, los argumentos comunistas deben ser explicados claramente a la gente: están equivocados a nivel psicológico. No debes salir de una trampa para entrar en otra. No hay dos hombres iguales; de ahí que la idea de igualdad sea una tontería. Y si decides ser igual a los demás tienes que aceptar al idea de la dictadura del proletariado. Eso significa perder la libertad.

Primero la ¡iglesia se llevó tu libertad, Dios se llevó tu libertad. Ahora el comunismo reemplaza a tu iglesia, y se llevará tu libertad.

Vives atemorizado, sin alegría.

Si podemos limpiar el sótano del inconsciente de la mente humana… y ese es mi trabajo. Puede limpiarse.

El terrorismo no está en las bombas, ni en tus manos; el terrorismo está en tu inconsciente.

Si no se limpia, tal estado de cosas sólo va a empeorar. Parece que hay mucha gente ciega que tiene bombas a mano y las está lanzando a discreción.

La tercera guerra mundial habría liberado a la gente durante diez o quince años. Pero la tercera guerra mundial no puede tener lugar porque si tiene lugar no aliviará a la población, sino que la destruirá.

Así pues la violencia individual irá en aumento; está aumentando. Todos vuestros Gobiernos y todas vuestras religiones seguirán perpetuando las antiguas estrategias sin comprender que la situación es nueva.

La nueva situación es que cada ser humano necesita hacer terapia, necesita comprender sus intenciones inconscientes, necesita meditar para poder calmarse, tranquilizarse; y mirar al mundo desde una nueva perspectiva, de silencio.

Amado Osho,

En mi vida, cuando tengo una crisis de sentirme desgraciado, siempre llego a un punto en el que puedo reírme de mí mismo, siento que vuelve la libertad y veo que todo lo que había hecho era dejar de amarme.

Esta comprensión en sí misma quizá no sea particularmente profunda, pero en el momento de darme cuenta, siempre me sorprende ver con qué facilidad, por qué razones y durante cuánto tiempo estoy dispuesto a abandonar el amor a mí mismo, ¿Está ello en la raíz del sufrimiento de la mayoría de la gente o es únicamente mi experiencia?

No es sólo una experiencia tuya. El hecho está en la raíz del sufrimiento de la mayoría de la gente; pero no con el significado que tú le das. No es por dejar de amarte por lo que te sientes desgraciado.

Lo que ocurre es que te has creado un yo que no existe en absoluto, por eso a veces este falso yo sufre tratando de amar a los demás, porque de la irrealidad no puede surgir el amor. Y no es algo unilateral: dos irrealidades tratando de amarse mutuamente…; antes o después este acuerdo va a fracasar. Y cuando fracase, lo cargarás sobre ti mismo; no se lo puedes achacar a nadie. Por eso piensas: «He olvidado amarme a mí mismo.»

De ninguna forma es un pequeño alivio: al menos, en lugar de dos irrealidades ahora sólo tienes una. ¿Pero qué conseguirás amándote a ti mismo? ¿Y durante cuánto tiempo vas a poder hacerlo? Es irreal; no vas a poder hacerlo durante mucho tiempo porque es peligroso: si lo haces durante mucho tiempo, lo que llamas la voluntad del yo desaparecerá, y eso te liberará verdaderamente de las desgracias.

El amor seguirá presente, sin dirigirse ni a ti mismo ni a otra persona.

El amor seguirá presente sin dirigirse a nadie, porque no hay nadie que lo dirija, y cuando el amor está presente y no se dirige a nadie, hay mucha dicha.

Pero este yo irreal no te va a dar mucho tiempo. Pronto volverás a enamorarte de otra persona, porque el yo irreal necesita el apoyo de otras irrealidades. Por eso la gente se enamora, se desenamora, se vuelve a enamorar, se vuelve a desenamorar; es un extraño fenómeno, lo hacen docenas de veces y siguen sin verle el punto. Se sienten desgraciados cuando se enamoran de otra persona y se sienten desgraciados cuando están solos y no están enamorados; aunque un poco aliviados, de momento.

En India, cuando una persona muere, la gente la lleva a hombros en una especie de camilla. Pero a lo largo del camino la gente va cambiando de hombro: se la ponen en el hombro derecho y a los pocos minutos cambian y se la ponen en el izquierdo. Cuando pasas del hombre derecho, al izquierdo sientes cierto alivio. No ha cambiado nada, el peso sigue allí y tú sigues llevándolo, pero el hombro derecho se siente aliviado. Es momentáneo, porque pronto el hombro derecho te volverá a doler y tendrás que volver a cambiar.

Y eso es tu vida. Vas cambiando a la otra persona pensando que quizá esta mujer, este hombre, te traerá el paraíso que siempre has estado buscando. Pero todo el mundo te trae un infierno, ¡no falla! Y no se puede condenar a nadie por ello, porque esas personas están haciendo exactamente lo mismo que tú: llevan consigo un yo irreal del que no puede crecer nada. No puede florecer. Está vacío: decorado; pero vacío y hueco por dentro.

Por eso, cuando ves a alguien de lejos, él o ella te resulta atractivo. A medida que te acercas, el atractivo se reduce. Cuando te encuentras, no es un encuentro sino un encontronazo. De repente ves que la otra persona está vacía y te sientes engañado, timado, porque no tiene nada de lo que prometía.

La otra persona está en la misma situación respecto a ti. Todas las promesas fracasan y os volvéis una carga el uno para el otro, una desgracia el uno para el otro, una tristeza el uno para el otro, sois destructivos el uno para el otro.

Os separáis. Durante algún tiempo te sientes aliviado, pero tu realidad interna no puede dejarte en ese estado durante mucho tiempo; pronto estarás buscando a otra mujer, a otro hombre, y volverás a la misma trampa. Sólo cambian los rostros; la realidad interna sigue siendo la misma, está vacía.

Si realmente quieres librarte de la miseria y del sufrimiento, entonces tendrás que entender que no tienes un yo. Eso no será un pequeño alivio, será un gran alivio. Y si no tienes un yo, la necesidad del otro desaparece. El yo irreal necesitaba ser alimentado por el otro. Tú no necesitas al otro.

Y escucha con cuidado: cuando no necesitas al otro, puedes amar.

Y ese amor no te hará desgraciado.

Al ir más allá de las necesidades, de las demandas de los deseos, el amor se convierte en un compartir suave, en una gran comprensión.

El día que te entiendes a ti mismo, entiendes a toda la humanidad.

Entonces nadie puede hacerte desgraciado. Sabes que sufren de un yo irreal, y lanzan su desgracia sobre cualquiera que esté por allí cerca.

Tu amor te permitirá ayudar a la persona que amas a librarse del yo. Sólo conozco un regalo…

El amor sólo puede regalarte una cosa: que no eres, que tu yo sólo es imaginario. Esta comprensión entre dos personas de repente les hace una, porque dos nadas no pueden ser dos. Dos algos serán dos, pero dos nadas no pueden ser dos: dos nadas empiezan a fundirse y mezclarse. Tienen que volverse uno.

Por ejemplo, si estamos sentados aquí… Si todo el mundo es un ego entonces hay cierta cantidad de gente, que se puede contar. Pero hay momentos que puedo ver -quizá vosotros también los veáis- que hay un completo silencio. Entonces no puedes contar cuánta gente hay. Sólo hay una consciencia; un silencio, una nada, una ausencia del yo. Sólo en ese estado dos personas pueden vivir en la alegría eterna, y cualquier grupo puede vivir en una gran belleza; toda la humanidad puede vivir en una gran bendición.

Intenta avistar el yo y no podrás encontrarlo. No encontrarlo es de una gran importancia.

He contado muchas veces la historia de Bodhidharma y su encuentro con el emperador chino Wu: un encuentro muy extraño, muy fructífero. En ese momento, el emperador Wu posiblemente era el mayor emperador del mundo; gobernaba China, Mongolia, Korea; toda Asia excepto India.

Estaba convencido de la verdad de las enseñanzas de Gautama Buda, pero los que habían llevado el mensaje de Buda eran los intelectuales. Ninguno de ellos era un místico. Entonces se oyó decir que venía Bodhidharma y hubo un gran revuelo en todo el país. Porque el emperador Wu estaba influenciado por Gautama Buda, y eso hacía que todo su país estuviera influenciado por sus enseñanzas.

Y ahora iba a venir un místico de verdad, un Buda. iEra una gran alegría!

El emperador Wu nunca había ido a la frontera entre India y China a recibir a nadie. Dio la bienvenida a Bodhidharma con mucho respeto y le preguntó: «He estado preguntando a los monjes y a los eruditos que han ido viniendo pero ninguno de ellos ha podido ayudarme, lo he intentado todo. ¿Cómo puede uno librarse del yo?». Y Buda dijo: «a menos que te conviertas en un no-yo, tu miseria no tendrá fin.»

Él era sincero. Bodhidharma le miró a los ojos y dijo: «Me quedaré junto al río, cerca de la montaña, en el templo. Ven mañana por la mañana, exactamente a las cuatro, y acabaré con ese yo para siempre. Pero recuerda, no debes traer contigo ningún arma, ningún guardián; tienes que venir solo.»

Wu estaba un poco preocupado: ¡aquel hombre era un tipo extraño! «¿Cómo puede destruir mi yo tan rápidamente?». Hacen falta

-según dicen los eruditos- vidas y vidas de meditación; sólo entonces desaparece el yo. ¡Este hombre es muy raro! Y quiere que vaya cuando todavía es de noche, a las cuatro de la mañana, solo, incluso sin espada, sin guardias, sin compañía. Este hombre parece tan extraño; podría hacerme cualquier cosa.

«¿ Y qué quiere decir con que matará el yo para siempre? Puede matarme a mí, pero ¿cómo matará al yo?».

No pudo dormir en toda la noche. ¿Ir o no ir? Estuvo cambiando de opinión una y otra vez. Pero había algo en los ojos de aquel hombre, y había algo en su voz, y tenía tal aura de autoridad cuando dijo: «Ven a las cuatro en punto ¡y acabaré con el yo para siempre! No te preocupes por ello.»

Lo que dijo parecía absurdo, pero la forma de decirlo, y parecía tan autorizado: sabía de qué estaba hablando. Finalmente Wu decidió ir. Decidió correr el riesgo: «Como mucho puede matarme, ¿qué otra cosa puede hacer? Lo he intentado todo. No puedo alcanzar el no-ser, y sin alcanzar el no-ser, la miseria no tiene fin.»

Llamó a la puerta del templo y Bodhidharma dijo: «Sabía que vendrías; y también sabía que estarías dudándolo toda la noche. Pero eso ya no importa, has venido. Ahora siéntate en la postura del loto, cierra los ojos, y yo me sentaré frente a ti.

«En el momento en que encuentres tu yo dentro de ti, agárralo para que yo pueda matarlo. Agárralo fuerte y dime que lo has atrapado, yo lo mataré y así acabaremos con él. Es cuestión de unos minutos.»

Wu tenía un poco de miedo. Bodhidharma parecía un loco; le pintan como un loco; él no era así, pero las pinturas son simbólicas. Esa es la impresión que debe haber dejado en la gente. No era su rostro real, pero debe haber sido el rostro que la gente recordaba de él.

Estaba sentado con su gran bastón delante de Wu y le dijo: «No pierdas ni un segundo. Justo en el momento que lo agarres -busques en cada rincón, en cada esquina- abre los ojos y dime que lo tienes agarrado, y yo acabaré con él.»

Entonces hubo un silencio. Pasó una hora, pasaron dos horas y el sol comenzó a salir, y Wu era otro hombre. En esas dos horas había mirado dentro de sí mismo, en cada rincón, en cada esquina. Tenía que mirar, aquel hombre estaba allí sentado; podía darle con el bastón en la cabeza.

De él se podía esperar cualquier cosa; lo que fuera… No era un hombre amanerado, de buenos modales; no era parte de la corte de Wu, por eso Wu tuvo que mirar intencionalmente, intensamente. A medida que iba mirando, se iba relajando, porque no veía el yo por ninguna parte. Y al buscarlo, todos los pensamientos fueron desapareciendo. La búsqueda era tan intensa que toda su energía estaba implicada en ello; no quedaba nada que pensar y desear, y esto y lo otro.

Mientras estaba amaneciendo, Bodhidharma vio la cara de Wu. No era la misma persona: tanto silencio, tanta profundidad. Él había desaparecido. Bodhidharma le dio una sacudida y le dijo: «Abre los ojos; no está ahí. No tengo que matarlo. Soy un hombre no-violento, ¡yo no mato a nadie! Pero el yo no existe. Sigue existiendo porque nunca lo miras. Existe porque no lo buscas, existe en tu inconsciencia. Ahora se ha ido.»

Habían pasado dos horas y Wu se sentía inmensamente feliz. Nunca había saboreado tal dulzura, tal frescura, tal novedad, tal belleza. Y él no era.

Bodhidharma había cumplido su promesa. El emperador Wu se postró ante él, le tocó los pies y dijo: Por favor perdona que haya pensado que estás loco, que haya pensado que no tienes modales, que haya pensado que eres raro, e incluso que puedes ser peligroso. Nunca he visto a un hombre más compasivo que tú..; siento una plenitud total. Ahora ya no queda ninguna pregunta en mí.»

El emperador Wu dijo que cuando muriera, en su tumba, en su mausoleo, se debía grabar en oro la declaración de Bodhidharma, para que la gente de las futuras generaciones llegara a saber que… "Hubo un hombre que parecía un loco, pero que era capaz de hacer milagros. Sin hacer nada me ayudó a ser un no-yo. Y desde entonces todo ha cambiado. Todo es igual pero yo no soy el mismo, y la vida se ha convertido en una pura canción de silencio."

Capítulo 19

Ponte a un lado, deja pasar la mente

Amado Osho,

A veces, cuando surgen los lados oscuros de mi mente, me dan mucho miedo. Me cuesta mucho aceptar que simplemente son el polo opuesto de los luminosos. Me siento sucio y culpable, y no me siento digno de sentarme contigo en Tu inmaculada presencia.

Quiero enfrentar todas las facetas de mi mente y aceptarlas porque suelo oírte decir que la aceptación es la condición para trascender la mente.

¿Puedes, por favor, hablar de la aceptación?

Lo fundamental que tienes que entender es que tú no eres la mente: ni la brillante ni la oscura. Si te identificas con la parte hermosa, entonces es imposible desindentificarse de la parte desagradable; son las dos caras de la misma moneda. Puedes quedarte con todo o puedes deshacerte de ello, pero no puedes dividirlo.

Y toda la ansiedad del ser humano surge porque quiere elegir lo que parece hermoso y brillante; quiere elegir todos los rebordes dorados y dejar atrás la nube oscura. Pero no sabe que los rebordes dorados no pueden existir sin la nube oscura. La nube oscura es el trasfondo, absolutamente necesario para que surjan los rebordes dorados.

Elegir es ansiedad.

Elegir es crearte problemas.

Permanecer sin elección significa que la mente está allí y tiene un lado oscuro y otro lado luminoso; ¿y qué? ¿Qué tiene eso que ver contigo? ¿Por qué preocuparte por ello?

En el momento en que no eliges, toda preocupación desaparece. Surge una gran aceptación, y así es como tiene que estar tu mente, esa es la naturaleza de la mente; y no es tu problema, porque tú no eres la mente. Si fueras la mente, no habría habido ningún problema en absoluto. ¿Entonces quién elegiría y pensaría en trascender? ¿Y quién intentaría aceptar y comprendería la aceptación?

Estás separado, totalmente separado. Sólo eres un testigo y nada más.

Pero estás siendo un observador que se identifica con cualquier cosa que le resulta agradable y se olvida de que lo desagradable vendrá detrás como una sombra. El lado agradable no te problematiza, sino que te alegra. El problema surge cuando su opuesto polar se afirma; entonces te sientes desgarrado.

Pero tú eres el que ha provocado todos los problemas. Cayendo de la posición del testigo, te identificas. La historia bíblica de la caída es sólo una ficción. Ésta es la caída real: la caída de ser un testigo a identificarse con algo y perder la observación.

Inténtalo de vez en cuando: deja que la mente sea lo que es. Recuerda que no eres ella. Y te vas a llevar una gran sorpresa. A medida que te identificas menos, la mente empieza a perder poder, porque su poder procede de tu identificación; te chupa la sangre. Pero cuando comienzas a sentirte alejado y desvinculado, la mente empieza a disminuir.

El día que dejas completamente de identificarte con la mente, incluso por un momento, hay una revelación: la mente simplemente muere; ya no está allí. Antes estaba tan llena, era tan continua -día tras día, dormido, despierto, siempre estaba allí- y de repente ya no está. Miras a tu alrededor y encuentras un vacío, una nada.

Y con la mente desaparece el yo. Entonces sólo queda cierta cualidad de consciencia que carece de un «yo» en ella. Como mucho puedes decir que es algo parecido a una cualidad de ser, una «soy-dad» [seidad], pero no es una «yo-idad». Para ser aún más preciso, es una «es-idad» porque incluso en la «soy-idad» queda alguna sombra del «yo». En el momento en que sabes que es una «es-idad», ya se ha hecho universal.

Con la desaparición de la mente, desaparece el yo. Y desaparecen muchas cosas que eran tan importantes para ti, que era tan problemáticas para ti. Intentabas resolverlas y se hacían cada vez más complicadas; todo se convertía en un problema, una ansiedad, no parecía haber ninguna salida.

Os voy a recordar la historia de «El ganso está fuera». Está relacionada con la mente y con la «es-idad».

El maestro le dice al discípulo que medite en un koan: un pequeño ganso se pone dentro de una botella y se le va alimentando y cuidando. El ganso va creciendo más y más, hasta que llena toda la botella. Ahora se ha hecho demasiado grande y no puede salir por el cuello de la botella porque es demasiado pequeña. El koan es que tienes que sacar al ganso sin romper la botella y sin matar al ganso.

Es verdaderamente confuso para la mente.

¿Qué puedes hacer? El ganso es demasiado grande; no puedes sacarlo a menos que rompas la botella, pero eso no está permitido. O puedes sacarlo matándolo, sin que te importe si sale vivo o muerto. Pero eso tampoco está permitido.

Día tras día el discípulo medita, no encuentra ningún camino, piensa en una solución tras otra; pero, de hecho, no hay forma de hacerlo. Cansado, completamente exhausto, una revelación repentina…; de repente entiende que el maestro no puede estar interesado en la botella ni el ganso; deben representar alguna otra cosa. La botella es la mente y él es el ganso… y por medio de la observación, es posible resolverlo. Sin estar dentro de la mente, puedes identificarte tanto con ella ¡que comiences a sentir que estás dentro!

Corre al maestro y le dice que el ganso está fuera. Y el maestro le dice: «Lo has entendido. Ahora mantenlo fuera. Nunca ha estado dentro.»

Si sigues luchando con el ganso y la botella, no hay forma de que lo resuelvas. La comprensión es que «debe representar otra cosa; de otro modo el maestro no me lo habría propuesto. ¿Y qué puede ser?» Porque toda la relación funcional entre el maestro y el discípulo, todo el asunto tiene que ver con la mente y la consciencia.

La consciencia es el ganso que no está dentro de la botella de la mente. Pero crees que está dentro y preguntas a todo el mundo cómo sacarlo. Y hay idiotas que están dispuestos a ayudarte, por medio de técnicas, a salir de ella. Les llamo idiotas porque no han entendido la cosa en absoluto.

El ganso está fuera, nunca ha estado dentro, por eso ni siquiera surge la cuestión de sacarlo.

La mente sólo es una procesión de pensamientos que pasan ante ti en la pantalla cerebral. Eres un observador. Pero empiezas a identificarte con las cosas hermosas: son los sobornos. Y una vez que te identificas con las cosas hermosas también estás atrapado en las cosas desagradables, porque la mente no puede existir sin dualidad.

La consciencia no puede existir con dualidad, y la mente no puede existir sin dualidad.

La conciencia es no dual y la mente es dual.

Así pues, simplemente observa. No te estoy dando cualquier solución, te estoy dando la solución:

Simplemente retírate un poco hacia atrás y observa.

Crea una distancia entre tú y tu mente.

Sea algo bueno, hermoso, delicioso, algo de lo que te gustaría disfrutar más de cerca, o sea algo feo, quédate tan lejos como puedas. Míralo de la misma forma que miras una película. Pero la gente se identifica incluso con las películas.

Yo he visto, cuando era joven… Hace tiempo que no he visto ninguna película. Pero veía a la gente llorar, veía lágrimas rodando por sus mejillas, iY no estaba pasando nada! Es bueno que los cines estén a oscuras, así la gente no siente vergüenza. Yo solía decirle a mi padre: «¿Has visto? ¡El tipo que estaba a tu lado estaba llorando!».

El decía: «Toda la sala está llorando. La escena era tan…» «Pero», decía yo, «no es más que una pantalla. Nadie se está muriendo, no está ocurriendo ninguna tragedia; sólo se está proyectando una película, sólo son imágenes en la pantalla. Y la gente ríe, y la gente llora, y durante tres horas están casi perdidos. Se hacen parte de la película, se identifican con algún personaje…».

Mi padre me decía: «Si te estás planteando preguntas sobre las reacciones de la gente entonces no puedes disfrutar de la película.»

Yo decía: "Puedo disfrutar de la película, pero no quiero llorar; no disfruto con ello. Puedo verlo como una película, pero no quiero ser parte de ello. Esta gente se está convirtiendo en parte de ello.»

Mi abuelo iba a un viejo barbero que era adicto al opio. Tardaba dos horas en hacer algo que costaba cinco minutos, y no paraba de hablar. Pero eran amigos desde la infancia. Aún puedo ver a mi abuelo sentado en la silla del viejo barbero… Y tenía una conversación encantadora. Los adictos al opio tienen cierta cualidad, una belleza cuando hablan, cuando cuentan historias sobre sí mismos y lo que pasa cada día; es cierto.

Mi abuelo simplemente decía: «Sí, correcto, eso es genial.»

Un día le dije: «A todo le dices que "si, correcto, genial". A veces dice tonterías, ¡cosas irrelevantes.»

Él dijo: «¿'Qué quieres? Este hombre es adicto al opio…».

En India no se usan navajas de afeitar, sino cuchillos que tienen casi veinte centímetros de hoja. «¿Qué quieres que diga?, ese hombre tiene un cuchillo, un cuchillo afilado en la mano, justo, sobre mi garganta. Si le digo que no… ¡me mataría! Y lo sabe. A veces me dice: "Nunca me dices que no. Siempre: dices que sí. Siempre dices genial." Y yo le digo: "Debes entender que siempre está bajo la influencia del opio. Es imposible hablar contigo, discutir o estar en desacuerdo. Me pones un cuchillo en la garganta, ¿cómo quieres que diga no a algo?"».

Yo le dije: «¿Entonces por qué no cambias de barbero? hay tantos barberos, y este hombre tarda dos horas en hacer algo que cuesta cinco minutos. A veces te afeita la mitad de la barba y te dice, "ahora vuelvo, quédate sentado." Y desaparece durante una hora porque empieza a discutir con alguien y se olvida completamente de que tiene un cliente sentado en su silla. Después vuelve y dice "Dios mío, ¿todavía sigues aquí?"»

Y mi abuelo le decía: «¿Qué puedo hacer? No puedo irme a casa con la mitad de la barba afeitada. Complétalo. ¿Dónde has estado?».

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