- Resumen
- Introducción
- Realidad desde la perspectiva de género
- Estrés y concepciones teóricas necesarias para el tema
- Roles de género
- Empleo para mujeres
- Género y Bienestar
- Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
Se presenta como necesidad actual la comprensión desde la perspectiva de género la vulnerabilidad a padecer enfermedades y específicamente las mujeres desde las inequidades que se plantean en el contexto social donde se mueven. Por lo que pretendemos crear un espacio de reflexión acerca de nuestras realidades El trabajo está realizado a partir de una revisión bibliográfica acerca del tema estrés y mujeres.
Palabras Claves: Estrés, distrés, desigualdad de género, bienestar.
Introducción
Desde comienzos del siglo XIX se han aportados nuevos enfoques procedentes de distintos ámbitos y perspectivas historiográficas, que abordan la problemática del género. Estos han permitido la evolución de un nuevo pensamiento, de una nueva concepción del mundo, sentido de la vida y la repercusión en el desarrollo moral, los ideales, motivos e intereses.
Formaciones psicológicas que forman parte de la transformación en todas las esferas de la vida social incluyendo el bienestar y la salud, necesarias para la aceptación de una transición en camino.
Conceptos como salud y bienestar se desarrollan desde una visión salutogénica, donde se enfoca el proceso salud-enfermedad desde estilos de vidas adecuados y convivencias saludables. Elementos planteados por la OMS en su definición de salud, aceptando que es un estado completo de bienestar físico, mental, y social y no la ausencia de afecciones o de enfermedades solamente. Por lo que sugiere que no debe centrarse solo en un adecuado estado fisiológico, sino que es necesario que el medio que rodee al individuo sea placentero y desarrollador, además de una adecuada percepción de salud física, social y mental.
Es por ello que nos proponemos hacer referencia a la relación que existe entre las construcciones de género y la salud.
Nos basamos en estas concepciones de bienestar para analizar uno de los temas recurrentes de nuestra vida cotidiana; desde la cual se afecta la estabilidad no solo emocional de las mujeres y hombres, sino que puede ser manifestada desde los procesos fisiológicos y debut de enfermedades, somatizando las tensiones y ansiedades de estas relaciones.
Actualmente se han dado pasos de avances desde la sensibilización con el tema y una de las organizaciones que ha apoyado los estudios y resultados del género es la OMS. La misma a asumido que las desigualdades en función de las diferencias en materia de salud son innecesarias, evitables e injustas. Tema tratado en trabajos como "La construcción social del género y su relación con la salud". Donde se destaca que "las desigualdades en Salud con enfoque de Género han despertado el interés de la investigación social. La distinción entre los términos sexo (biológico) y género (social) ha resultado decisiva en el desarrollo de esta línea de investigación". De igual forma en el trabajo "Perfiles de género y salud en Cuba", Ileana E. Castañeda en conjunto con Abascal A. Corral y Manuel Barzaga, obtuvieron resultados donde se demuestra la clara necesidad del enfoque de género en los estudios relacionados con problemas de salud, quedando plasmado en su trabajo que "dentro del perfil específico, los aspectos relacionados con la vida cotidiana y la salud fueron los más referidos. La realización de las tareas del hogar, los problemas de la salud y los hábitos tóxicos se consideraron fuertes marcadores de diferencias entre los sexos en todas las etapas estudiadas. Se identificaron otros elementos que se manifiestan de forma diferente entre mujeres y hombres y que responden a las características de cada momento de la vida como el trabajo remunerado en la etapa reproductiva, la actitud ante la jubilación en la edad adulta avanzada" (Castañeda et al., 2008).
Las desigualdades de salud por género son producidas social y culturalmente; instauradas desde las diferencias biológicas entre los sexos, justificación que ha sido utilizada por los siglos de existencia de la humanidad bajo las condiciones sociales.
Existen diferencias desde lo biológico entre hombres y mujeres que son innegables, pero se han determinado para cada uno de los sexos roles sociales que influyen como parte de la realidad del individuo en las determinaciones subjetivas, ya sea por configuración de conceptos y significados asociados a una realidad objetiva que debe ser asumida, por sentimientos y emociones que muchas veces el medio impone, o le induce a las personas como reaccionar. Estas presiones sociales y culturales planteadas desde la desigualdad de género, son generadoras de situaciones tensionantes, que dañan la salud mental y física.
Antecedentes de los estudios de género y salud, han demostrado la relevancia de los factores sociales en las diferencias en salud, de mujeres y hombres. Esto demuestra el carácter desigual de acceso a los servicio de salud, dados por el imaginario social en el cual no debe ser aceptado un hombre con dolor, pues se presenta frente a la sociedad como muestra de debilidad. Existen diferencias entre las enfermedades que padecen las mujeres a las que padecen la generalidad de los hombres, dadas por la diferencia de labores y actitud que desarrollan a lo largo de la vida, además de una cultura del cuidado completamente diferente. Esto demuestra la necesidad de crear medidas que permitan minimizar o desaparecer la brecha de la desigualdad de género, se promuevan condiciones de vida más favorables a la salud de toda la población.
"El enfoque de género permite mediante el conocimiento de las diferencias entre mujeres y hombres y de los factores que conducen a su aparición, implementar acciones de manera específica con el propósito de disminuir las brechas entre los sexos" (Castañeda et al., 2008).
Muchas de estas brechas, diferencias e incluso violencias psicológicas, se concretan y somatizan en enfermedades, afecciones físicas y psicológicas. Una de las denominaciones más comunes dentro de la población, que sirve de puente de entendimiento entre la biología y psicología, género y salud, es el tan esgrimido concepto de estrés, del cual se derivan afecciones emocionales y fisiológicas que el individuo puede padecer comúnmente sin conocer las causas.
La intención de este trabajo, es dar una visión para la comprensión del desenvolvimiento de patrones de género dentro de la vida diaria, que dañan la salud de las mujeres desde el proceso de estrés.
"Uno de los factores explicativos de las diferencias de género en salud podría ser el estrés, ya que el género parece ser relevante en cada elemento del proceso estrés-salud, desde la percepción o no de un determinado suceso como estresante hasta las respuestas de afrontamiento, así como, en las implicaciones que en la salud tienen las respuestas ante el estrés" (Barnett, Biener y Baruch, 1987 citado en Matud, 2008).
En estudios realizados en el área de América Latina y el Caribe, se demostró que a pesar de las mujeres tener mayor longevidad, tradicionalmente se ha considerado que tenían peor salud que los hombres, afirmando que presentaban mayores tasas de morbilidad, incapacidad y mayor utilización de los servicios de salud. Algunos autores han planteado que es posible que las mujeres valoren los sucesos como más estresantes que los hombres (Miller y Kirsch, 1987; Ptacek, Smith y Zanas, 1992 citado en Matud 2008).
A pesar de obtener grandes logros en la comunidad cubana desde lo social, en lo que respecta a este tema, debemos ganar en la concientización del trabajo desde la subjetividad humana para que los resultados sean logrados en mayor magnitud y se obtenga un avance real en nuestra área.
Realidad desde la perspectiva de género
Es comprensible como las actitudes y comportamientos que afectan el equilibrio emocional, condicionan desde las normas y patrones culturales el logro cognitivo y afectivo de las mujeres, haciendo mella en su disposición física y psíquica. En una mirada desde la influencia psicosocial se van creando estímulos que modifican la concepción del mundo y otras que afectan las respuestas fisiológicas y psicológicas, desde la confrontación interna de lo aprendido y los estímulos exteriores, con fuerte carga emocional.
Las nuevas concepciones de género, permiten a las mujeres el cuestionamiento de la vida cotidiana y la desconstrucción de la familiaridad acrítica que suponen estas relaciones, desde los roles asignados y asumidos, así como las relaciones de poder y distribución de las tareas, en función del cumplimiento de los proyectos de vida individuales, de parejas o de familias.
Todo lo anterior repercute en los estilos de vidas, así como en la forma de estructurar, configurar sentidos y significados en valores y creencias, los cuales como parte de la estructura de la personalidad movilizan el comportamiento a determinadas formas de actuación y actitudes.
Dentro de las relaciones de género las mujeres como la parte más afectada de la dualidad hombre – mujer, es la que ocupa la posición menos ventajosa, determinada por las solapadas brechas de género. Ellas han ganado espacios que suponen una nueva carga, pues los "deberes destinados a ellas", deben ser cumplidos, como parte de un mandato social y cultural.
El ser parte de estos espacios era un llamado a la participación social y al reconocimiento, que suponía a su vez una distribución de tareas entre hombres y mujeres, que permitieran una economía de tiempo y recursos humanos, además de una disminución de la actual doble jornada laboral. Era en función de la disminución de la desigualdad, la discriminación y los malestares en los que se traducen estos fenómenos para la mujer.
En el día a día las mujeres son saturadas de exigencias y necesidades de los otros, por lo cual la mayoría de las veces relegan o aplazan sus propias necesidades, creando malestares e inconformidades, que no son concientizadas; por la fuerza de las presiones culturales y sociales.
Estas influencias negativas y sobrecargas de tareas crean en ella, estados tensionales, frustraciones y malestares emocionales, que son la vía más factible a la aparición de estrés y padecimiento de enfermedades. El estrés puede ser causa y fuente de la aparición de enfermedades cardiovasculares, endocrinas y metabólicas.
Debido a estas realidades es necesarios que se le dé una mirada desde las concepciones del género a la salud, tratando muy especialmente a las mujeres, aunque debe realizarse un trabajo en conjunto, en el que se incluya a los hombres para el logro de la verdadera transformación social.
Para comprender la idea que pretendemos defender, es preciso que se planteen informes e ideas desde lo teórico acerca del estrés, para la visualización del fenómeno.
El estrés es una conceptualización que ha sido trabajada por diferentes autores a pesar de su reciente creación.
Estrés y concepciones teóricas necesarias para el tema
Desde Hans Selye hasta nuestros días la conceptualización de estrés ha ido reestructurándose:
"Hans Selye (1936): Es la respuesta general e inespecífica del organismo a un estresor o situación estresante" (Moleiro, 2008).
Aunque este es un concepto bien conocido, en él entran clasificaciones que no han sido trabajadas de la misma forma como el eutrés o "buen estrés" y el distrés o "mal estrés". Este último término es el que realmente produce al organismo efectos negativos.
En nuestros días no es común la diferenciación de las conceptualizaciones anteriormente mencionadas, es por ello que el imaginario social comprende el estrés como un factor negativo, sin conocer que en el proceso se comprenden varias etapas en las cuales se experimenta una reacción adaptativa del organismo, que supone una movilización y excitación de neurotrasmisores que le permite al organismo responder frente a la situación estresante. En la medida que el organismo se mantiene en tensión y ansioso por un largo periodo de tiempo, permite la producción de vivencias y experiencias negativas desde lo psicológico como fisiológico.
Lo anteriormente mencionado queda claramente descrito en las fases propuestas por Selye en su modelo biológico de estrés: "1) fase de alarma, 2) fase de resistencia y, 3) fase de agotamiento. El organismo se alerta (reacción de alarma), se desencadena la actividad autónoma (etapa de resistencia) y si esta actividad dura demasiado, se produce el daño y ocurre el colapso (fase de agotamiento)" (Selye citado por Grau et al., 2005).
En la medida que los trabajos de estrés fueron tomando fuerza, el mundo se fue abriendo a los nuevos conceptos y quedaron explicadas las relaciones entre la biología y la psicología. Por la necesidad y la novedad del tema "la OMS, en 1982, se reunió para definir o clasificar el estrés. Parte de sus resultados:
Los agentes productores de estrés constituyen estímulos que afectan la homeostasis del organismo; siendo clasificados de acuerdo con su origen en físicos, biológicos y psicosociales. Este último está determinado por los siguientes aspectos:
El grado en que sea percibido por una persona como amenaza o reto.
La vulnerabilidad de la persona y su capacidad para adaptarse enfrentarse al estímulo estresante.
A decir de Villavicencio (2001), el estrés es "un proceso continuo de adaptación activa al ambiente inicialmente originado por mecanismos psiconeuroendocrinos." Según Moleiros (2008), este ha sido conceptualizado por autores como Labrador y Zaldívar, quienes plantearon en sus investigaciones:
Labrador (1992): Es una respuesta automática del organismo a cualquier cambio ambiental, externo o interno, mediante la cual se prepara para hacer frente a las posibles demandas que se generen como consecuencia de la nueva situación.
Zaldívar, Guevara y Roca (1996): Es un estado vivencial displacentero, sostenido en el tiempo, acompañado en mayor o menor medida de trastornos psicofisiológicos que surgen en el individuo como consecuencia de la alteración de sus relaciones con el ambiente que impone al sujeto demandas o exigencias las cuales, objetiva o subjetivamente, resultan amenazantes para él y sobre las cuales tiene o cree tener poco o ningún control".
El estrés es tratado por estos autores como una respuesta adaptativa del organismo. Sin embargo, estos autores difieren y aportan al concepto de estrés, descripciones del estado que experimenta el individuo y las consecuencias que suponen para el mismo.
Estas respuestas de estrés son esencialmente adaptativas y funcionales; permite la adaptación al medio que constantemente se mantiene en cambios, así como los sucesos en la vida de los individuos. Por lo que el mismo puede ser visto como formas de potenciar la asimilación de situaciones nuevas. Pero si el mismo no se concibe en el contexto deseado, si supera los límites de intensidad permitidos, o se prolonga, favorece la aparición de estados disfuncionales o enfermedades.
A pesar de que los términos aportados por Selye y los seguidores del tema, han trascendido a los espacios científicos, son instaurados en el vocabulario cotidiano y utilizados en diversas esferas de la vida; solo ha sido generalizado el término estrés, dejando de lado las formas o clasificaciones que realmente expresan lo positivo y negativo del proceso. A pesar de ello, se le ha dado mayor interés al distrés por las consecuencias negativas que tiene para la salud y el bienestar.
Desde una perspectiva biologisista que explique el proceso cuando se está frente a situaciones estresantes, expondremos las consideraciones que las ciencias médicas han planteado.
Dentro de las estructuras que forman nuestro organismo se encuentra el sistema nervioso, donde se localizan el sistema nervioso central y neurovegetativo (médula y corteza) mas el sistema endocrino, el que forma parte esencial en la respuesta de estrés. Este último con particular acción de las glándulas suprarrenales, quienes segregan las llamadas "hormonas de adaptación" u "hormonas del estrés", que preparan las reacciones fisiológicas frente a la situación estresante.
Estas son las estructuras que permiten las reacciones de estrés. Sin embargo, para explicar la forma con que se relacionan estas reacciones con los factores sociales, debemos tener en cuenta otros procesos y sustancias donde entra la acción de los neurotransmisores y los ya mencionados, sistema nervioso central y neurovegetativo.
Dentro de los neurotrasmisores se encuentran las catecolaminas, las cuales "ejercen una acción preferentemente general, a distancia, por el torrente sanguíneo (adrenalina), o local (noradrenalina), a nivel de las terminaciones nerviosas del Sistema Neurovegetativo, en la médula suprarrenal y en el tronco encefálico ascendente y descendente; ambas tienen una importancia crucial en la conducta afectivo-emocional y el grado de alerta, asociadas a conductas corporales" (Álvarez 1987, citado por Grau et al., 2005).
Estas ideas nos permiten ver los indicadores de género como factores sociales que afectan a los individuos. Para precisar las reacciones de estrés, veremos una de las propuestas de Jorge A. Grau sobre las reacciones corporales, tomadas en cuenta por Herrera (2012).
Las reacciones corporales pueden agruparse como:
Movilizadoras de energía.
Alistamiento de sistemas de apoyo de la energía.
Movilización de recursos auxiliares para la concentración.
Reacciones defensivas.
Como fue planteado anteriormente, las reacciones mientras se vivencien y experimenten por un tiempo determinado y en función de dar respuesta al estímulo, permitirá beneficios al individuo. Sin embargo, cuando estas se mantienen por largo tiempo, producen efectos desfavorables tales como: afectaciones del sistema cardiovascular y renal; trastornos de la concentración de azúcar en sangre, asociados a la diabetes y la hipoglicemia; agotamiento físico; pérdida de peso; endurecimiento de las arterias por aumento de colesterol circulante; trastornos estomacales y digestivos; afectaciones de la temperatura corporal; aumento de la sensibilidad a dolores ordinarios (cabeza, espalda); incremento de ulceraciones y reacciones alérgicas; inmunodepresión; disminución de respuestas sensoriales e intelectuales; problemas sexuales; aumento de trastornos en la circulación sanguínea, entre otros.
Las reacciones al estrés influyen en diferentes indicadores de la vida del individuo como lo plantea Herrera (2012):
Necesidades del sujeto.
Conjunto de valoraciones acerca de sí mismo.
Naturaleza de la demanda estresora del ambiente (estabilidad).
Complejidad circunstancial de la situación.
Recursos de afrontamiento del individuo.
Valor señal de la situación.
Apoyo social.
Por lo que se afecta la estructura personológica y elementos sociales imprescindibles para el bienestar y la salud de hombres y mujeres. Debemos comprender que los factores sociales pueden determinar las configuraciones psicológicas, así como los sentidos psicológicos que se les otorgan a las situaciones y fenómenos de la vida cotidiana, afectando o reconfigurando las nuevas formas de valorarse a sí mismo, a los otros, los objetos y fenómenos. De esta forma los individuos transforman el ambiente en el que se desenvuelven por la labor que realizan bajo la acción de elementos estresores.
"La ejecución con éxito del hombre [y las mujeres] de cualquier tarea, cualquiera que fuese, presupone una representación del hombre sobre sí mismo, sobre sus posibilidades, la capacidad de trazarse metas conscientemente, de definir la dirección de su actividad y de su vida" (Grau et al., 2005).
Una estrecha relación se establece entre los individuos y la realidad social, que en estos casos se ven mediadas por el proceso de estrés y es vivenciado por cada quien, según sus características, donde cada uno reacciona en dependencia de los factores protectores y de riesgo que medien la respuesta de estrés.
"Las situaciones psicosociales se convierten en estresantes, a fuerza de la interpretación cognitiva o el significado que se le otorgue por el individuo: hablar en público, discusión con la pareja, etc. Ambos tipos de estresores provienen tanto de estímulos externos a la propia persona (ruido o luz intensa, conversación desagradable que lo involucra a uno) como de aspectos internos (malestar por una mala digestión, dolor por una herida o sufrimiento por una enfermedad, recuerdo de una situación desagradable, pensamientos de inutilidad o de culpa). Los eventos psicosociales, vinculados a aspectos cognitivos, parecen ser los más frecuentes e importantes en la producción de estrés" (Grau et al., 2005).
"Cuando se miden factores que son indicadores de hostilidad conyugal como el sarcasmo, la descalificación, la ironía, los silencios, los insultos, la burla, el desprecio nuevamente las mujeres parecen ser las más afectadas. La percepción de amenaza de abandono o de violencia emocional, constituye un factor de estrés que impacta con inusitada fuerza sobre el corazón de las mujeres" (Faur, s.f.).
En este sentido, el estrés en madres y padres, afectan a niños y niñas causando lesiones como eczemas o inflamaciones con picor, derivadas de la dermatitis atópica. La enfermedad tiene un claro componente hereditario aunque los factores ambientales son los que suelen desencadenarla.
La dimensión de género se puede utilizar para analizar y evaluar los efectos de las propuestas de intervención; el cambio de condición y posición de las mujeres y aspectos en las relaciones de género (http://www.aniortenic.net/apu nt_sociolog_salud_5.htm).
Para el análisis de el proceso salud-enfermedad desde la dimensión de estrés y enfoque de género, es necesario trabajar los indicadores tales como roles y empleo, aunque deben ser abordados otros.
Roles de género
Los roles son el resultado de una construcción cultural, que trasciende los espacios familiares para ser reguladores de las relaciones sociales y han transcurrido por un camino con visión desarrolladora gracias a los estudios de género. La desconstrucción de concepciones obsoletas permite despojarse de estructuras cerradas, que obligaban a hombres y mujeres transitar por un camino predeterminado, que beneficiaba a los hombres en el mundo creado para ellos.
El desarrollo científico en general, en los campos de la genética, la medicina, la biología y la psicología en particular, unidos a la evolución que han tenido los estudios sobre género, han posibilitado arrojar luz sobre los roles de enfoque de género, permitiendo establecer que "la feminidad/masculinidad no son esencias transhistóricas, atemporales y naturales. Cada cultura, en cada momento histórico, privilegia determinados ideales genéricos, que mujeres y varones hacen suyos a través de procesos identificatorios, y con los cuales construyen parte de su subjetividad" (Carril, 2003 citado por Pérez s.f.).
Uno de los que ha apoyado estas nuevas corrientes revolucionarias en función de un mejoramiento de los indicadores de salud ha sido la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2003 citado por Matud, 2008), la cual "plantea que los distintos roles y conductas que mujeres y hombres presentan en una diferente cultura, generadas por las normas y valores de esa cultura, dan lugar a las diferencias de género y, aunque no todas esas diferencias implican desigualdad, sí hay normas y valores que producen desigualdades de género, es decir, diferencias entre mujeres y hombres que sistemáticamente aumentan el poder de un grupo en detrimento del otro. Y reconoce que, tanto las diferencias como las desigualdades de género, pueden generar diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres en el estado de salud y en el acceso a los servicios sanitarios".
Más que el planteamiento de la OMS, deberíamos cuestionarnos realidades que se van acentuando como resultado de una repetida conducta de aceptación de lo cotidiano, sin fundamentos racionales que se correspondan con el desarrollo de la humanidad y los conocimientos, logros científicos y sociales. A pesar de ello, subsisten roles tipologizados por los estudios de géneros en cooperativas agropecuarias de Cuba, como:
Rol reproductivo: Comprende las actividades relacionadas con la reproducción biológica, además de las que corresponden al mantenimiento de la familia, de su capacidad de trabajo, la socialización y educación de niños y niñas, cuidado de la salud, alimentación y todas las tareas que esto implique.
Rol Productivo: Son las actividades que generan ingresos o beneficios para consumo propio o para la venta en el mercado, con ellas se asegura la reproducción familiar. No obstante ser una actividad socialmente asignada al hombre, en la realidad participan también del trabajo productivo las mujeres, los niños y las niñas.
Rol comunitario: Se refiere a todas aquellas actividades que se realizan en la comunidad, relacionadas con la organización social. Por lo general, tanto mujeres como hombres desarrollan actividades en la esfera comunitaria en grupos separados y los grupos de hombres reciben mayor reconocimiento social.
Sería entonces iluso entender estos conceptos como iguales para ambos géneros. Los roles son entendidos para hombres y mujeres desde diferentes construcciones, surgidas en la asimilación y reconfiguración de conceptos, significados y sentidos que se le otorgan a cada uno de ellos, desde la reafirmación cultural, las vivencias y experiencias que tengan unas y otros.
Dentro de los roles reproductivos determinados para ambos, difieren en contenido y significado. El rol reproductivo femenino, les exige a las mujeres ser pasivas, dotadas de ternura y capacidad de autorregulación en las relaciones de parejas y ser selectivas, todo ello mientras se está a la espera del "príncipe azul" que sea capaz de satisfacer las necesidades económicas y de seguridad desde lo afectivo.
Ya establecidas en familia se les encomienda como mandato social ser fieles a su hogar sin dejar pasar por alto las necesidades familiares antes que las suyas, no se les permiten opciones, debe siempre cumplir con todas las obligaciones, y luego ser parte de su individualidad. Por otro lado, se encuentra la alimentación, cuidado y atención de los niños y niñas, estar siempre al tanto de sus demandas emocionales, ser la mayor responsable del cuidado durante alguna enfermedad, ya sea de los hijos e/o hijas, o de algún otro familiar, es ella la que debe permanecer por más tiempo con el convaleciente, pues está preparada para atender eficientemente la limpieza, alimentación y conservación del espacio, ya que toda su vida fue preparada directa o indirectamente para este rol, desde su educación institucional o familiar.
Para los hombres incluye el ser siempre activo dentro de las relaciones de parejas, darles libertad y optar por todas las relaciones que desee. Debe ser el que domine y tenga las respuestas a todas las situaciones. Para ellos está determinada la dirección del hogar y en caso del padre fallecer o abandonar a la familia, queda establecido que el hijo varón será el que asuma la representación social de la familia; todo esto representa una carga social para los. Los hombres tienen el deber de abastecer económica y materialmente a las personas con las cuales convive y en todo ello va incluido el rol productivo.
Como parte el rol comunitario se han creado accesibilidades para hombres que puedan obtener cargos determinantes y responsabilidades que decidan, mientras que a las mujeres se les otorgan las actividades de las cuales todos se nutren, pero que se caracterizan por la carga social, invisibilizadas en su propia actuación.
Las organizaciones jerárquicas que deciden en nuestro contexto son en su mayoría lideradas por hombres. Por el contrario, las organizaciones más ligadas a trabajos comunitarios, CDR, FMC, son más comúnmente dirigidas por féminas.
De esta forma los roles forman parte de criterios culturales que se asignan a las personas para ser restringidas en su desempeño social e individual y que representan una carga para unos y otras.
Empleo para mujeres
El empleo y trabajo es un espacio de socialización, donde se aprenden y producen conocimientos que legitiman o refuerzan los estereotipos y patrones de género. Desde las relaciones organizacionales se desarrolla una cultura en la cual se cambian costumbres y valores, por lo que pueden ser asumidas nuevas conductas en función de la construcción del género o que no favorezcan la misma.
A través de la historia, el trabajo ha adquirido una orientación desde el género, adecuándolo desde lo cultural y social para hombres y mujeres, cumpliendo con los roles que se han asociado a cada uno de ellos, como los de proveedor para los hombres y cuidadora para mujeres.
Esta condición reafirma al proveedor asociándolo con la ambición, el dinero, poder, determinación e independencia, características que solo representan la presión a la que son sometidos por el cumplimiento de normas sociales; mientras que a las mujeres se le otorgan características asociadas a la debilidad, al miedo, emocionalmente frágiles, dispuestas a ceder terreno a los hombres aún cuando poseen condiciones para disputar espacios. Todas estas acciones se reflejan en la actitud de las mujeres y hacia las mujeres que van a dañar la imagen y autoimagen de ellas y las construidas socialmente, haciéndoles creer incapaces, ineptas o que no serán tan hábiles como los hombres, lacerando su integridad psicológica.
En nuestro contexto la segregación femenina, que es una de las acciones discriminantes y punzantes en el alcance de la plenitud profesional, ha sido trabajado por Norma Vasallo en su libro "Género: Aspectos conceptuales y su aplicación" y se da a razón de:
Solo ocuparla en trabajos tradicionalmente femeninos y limitarles a ocupar otros nuevos.
Excusarse en ser mujer y las responsabilidades familiares para limitarlas en cargos de dirección.
Otorgarle funciones adicionales relacionadas con el ámbito doméstico.
Devaluar sus capacidades o no darles tanta relevancia en comparación con otras personas masculinas.
No considerarlas partícipes de proyectos, patentes, diseños o bien colocarlas pero sin tener en cuenta su jerarquía o participación en el mismo.
En cuanto al empleo, las mujeres lucharon por su presencia en el espacio público y con el pasar de los años la sociedad fue aceptando la salida de la mujer del hogar para ser parte de nuevos puestos de trabajos, pero estos espacios fueron otorgados con un costo mucho más alto. Al salir a trabajar fuera del hogar, la mujer debió cumplir primeramente con las labores del hogar y seguir siendo la mujer espléndida frente a su familia, además de no olvidar o dejar de lado el cumplimiento del trabajo dentro de la casa, manteniendo plenamente la limpieza, el cuidado de los hijos y la realización de los alimentos. Previendo que al llegar al trabajo cumpla con las actividades de su ocupación, pues en este tendrá personas que le exijan por él. Ya que en él no habrá personas que le hagan diferente la realidad, incluso cuando las dirigentes son mujeres.
En la actualidad, es necesario para llegar a ser respetada o ser tratada como una dirigente capaz, asumir estilos de dirección que sean consecuentes con la masculinidad, es decir que su dirección esté orientada a objetivos, que la misma sea autónoma y exigente. La utilización del tiempo fuera del espacio de trabajo, las horas extras, serían expresión de eficiencia, compromiso, responsabilidad, lo que como expectativa social, se convierte en una presión para las mujeres que ocupan cargos y una razón para que otras ni si quiera piensen en acceder a él. En todo momento se plantea, solapadamente la subordinación de la mujer con respecto al hombre, siendo ella la máxima responsable del bienestar social, ya sea de la familia o los que le rodean.
Todo ello plantea por si solo la discriminación de género en el empleo femenino y determina las diferencias en cuanto a salario, condiciones de trabajo, acceso a determinados puestos, preferencia de contratación, cargos de dirección, oportunidades, viajes, estímulos y otros. Siempre la "condición" de ser mujer determina las relaciones sociales y de trabajo.
Existen "empleos para mujeres" y "empleos para hombres", determinados tradicionalmente, que siguen cumpliendo el mandato social de cuidadora y proveedor, de lo suave y lo frágil para ellas y lo fuerte y duro para ellos. Un ejemplo de ellos pudiéramos citar al carpintero, albañil, conductor de trenes, guaguas, capitán de barco, soldado, mineros, herreros, siempre cumpliendo la expectativa de la rudeza como característica masculina; sin embargo para mujeres siempre la parte frágil, en la que ella pueda expresar sentimientos libremente, ser la que cuide de todos y ser delicada. Reforzando esos roles se presentan trabajos u oportunidades asociados a estos estigmas: los empleos de moza de limpieza, enfermera, peluquera, maestra, secretaria, cocinera y otros tantos. Está entonces claramente ilustrado si comparamos los accesos económicos de unos y otros empleos, los salarios para las mujeres se ven afectados por la razón de ser trabajos "suaves" y así se afecta la adquisición monetaria.
Para las mujeres pensar en cargos, viajes, estímulos y otras oportunidades incluye el pensar primeramente en su familia, hijos, hogar y el espacio del cual ella es responsable, porque la sociedad tiene dictaminado que ella debe ser "primero madre que mujer", y por ningún motivo debe afectar lo que social y culturalmente se le está determinado por satisfacer alguna otra necesidad, ya sea profesional o personal. Sin embargo, las mismas oportunidades para el hombre no producen los conflictos al nivel que para ellas, ya que están protegidos o por la mujer que los trajo al mundo o las mujeres con las que han decidido unirse; una vez más se apoya la frase popular "detrás de cada hombre, hay una gran mujer", está claro que el popularismo siempre las pondrá detrás, a la sombra y para cubrir las espaldas.
Existirá una preferencia de contratación para aquellas personas que tengan menos trabas, los hombres serán los idóneos para los puestos laborales que además sean los mejor remunerados. Ellas siempre tendrán una casa, un hijo y un hogar que demande afecto, seguridad, limpieza, dedicación y en los tiempos actuales un aporte económico.
Género y Bienestar
La salud como se ha expuesto anteriormente no solo se vincula a la ausencia de enfermedad, de la misma forma se trata el concepto de bienestar dentro del cual se incluye que no es simplemente la ausencia del malestar o de trastornos psicológicos. Según Veenhoven, 1995 citado por Marsollier (2009) "el bienestar psicológico es una disposición biopsicológica natural. Esto significa que así como el estado natural biológico del organismo es la salud, en el área psicológica esa disposición la constituye el bienestar psicológico".
En 1991, Veenhoven citado por Casullo (2002) en Marsollier (2009), definió el bienestar psicológico como "el grado en el que un individuo juzga globalmente su vida en términos favorables". Por su parte, Casullo (2002) comenta que en la literatura sobre el tema, se señala al bienestar psicológico como un constructo triárquico. Esto significa que refleja la evaluación personal que hace el sujeto de tres componentes: a) los estados emocionales (positivos – negativos), b) el componente cognitivo (procesamiento de información que las personas realizan acerca de cómo les fue o les está yendo en su vida) y c) las relaciones vinculares entre ambos componentes.
Los estados emocionales no sólo incluyen el afecto positivo sino también el afecto negativo, siendo ambas experiencias afectivas independientes una de la otra. Donde tener una alta dosis de afectividad positiva no implica una baja dosis de afectividad negativa.
Aplicando estas conceptualizaciones al tema que tratamos, vemos como las relaciones de géneros, traducidas desde las manifestaciones de inequidad, desigualdad e incluso violencia, crea en ellas estados emocionales negativos que vienen a ser parte de la afectación del bienestar y los primeros pasos a la vulnerabilidad al distrés. Varios autores le han otorgado gran valor a los aspectos emocionales en los que el estrés hace énfasis.
"Desde este punto de vista el estrés puede ser definido como un proceso que incluye transacciones entre el individuo y su medio ambiente durante el cual los estresores están íntimamente conectados con reacciones emocionales a través de la percepción de amenaza, en una secuencia temporal simplificada" (Grau et al., 2005).
Es por ello que al acumular estados negativos durante la vida favorecidas por las relaciones que desde el género se crean roles, tareas del hogar y sociales, y se van desarrollando tensiones, que benefician la aparición de estados estresantes. Incluiríamos a esto las ideas y conceptualizaciones que se van configurando a través del aprendizaje fuertemente influenciado por una cultura androcéntrica haciendo posible la aceptación de las normas genéricas preestablecidas, pero que crean contradicciones con los malestares que produce la asunción de tales normas, porque a pesar de ello, no quedan exentas de un pensamiento en función de las reacciones fisiológicas. Así uno lleva a lo otro, en la indispensable e inseparable relación que existe entre los procesos afectivos y cognitivos.
Aun cuando se avanza y se obtienen resultados, las sociedades del mundo entero siguen fallando a la mujer en momentos clave de su vida. Información que ha sido valorada en el último informe de la OMS, sobre la salud de la mujer a lo largo de su vida.
Las mujeres viven más que los hombres, pero esos años no siempre son la representación de buena salud. La biología puede ayudar pero la sociedad no lo hace. En muchos lugares, las mujeres y las niñas afrontan problemas similares, en particular la discriminación y la violencia, que aumentan su riesgo de mala salud, incluso en nuestra área estas manifestaciones quedan solapadas a beneficios del que solo son favorecidos los hombres, en el que se muestran posibilidades de acceder a espacios y condiciones sociales.
Aparece de esta forma el llamado "techo de cristal", que es comúnmente utilizado en los espacios laborales pero que puede ser extrapolado sin problema a cualquiera de los ámbitos de la vida cotidiana; mediante el cual las mujeres pueden vislumbrar las opciones que les ofertan, pero no se les permite llegar a ellas, mediante trabas que se conforman desde los roles de género, tareas asignadas en el hogar y la familia, así como las creadas por la cultura organizacional de la institución.
Las investigaciones de los últimos años han ido ganando en fuerza, en función de establecer una equidad entre hombres y mujeres, que perpetúen las relaciones saludables.
Aunque desde la Conferencia sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) el concepto de salud de las mujeres se cambió y aceptó componentes tales como la desigualdad socioeconómica, sobrecarga de las tareas domésticas, limitaciones y constricciones de su sexualidad y reproducción, participación política y violencia por parte de los hombres o su empoderamiento.
Las mujeres han sido históricamente las responsables del papel reproductivo y cuidado de la familia, actividad no remunerada y desarrollada en el seno del hogar. Mientras que las actividades productivas son las retribuidas económicamente, realizadas en el espacio público fundamentalmente por hombres, lo que le ha permitido la acumulación de riquezas y por tanto, el poder. Las tareas comunitarias son las actividades que se realizan para solucionar los problemas de la comunidad, generalmente los hombres las dirigen y las mujeres desarrollan las actividades, así como una variedad de empleos y funciones organizacionales, que se caracterizan por la naturalización de las desigualdades.
Estos fenómenos se han traducidos en sobrecargas para ellas que devienen en afectaciones a la salud. Los cambios externos e internos producen en el organismo respuestas automáticas mediante la cual se prepara para hacer frente a las demandas del medio. Estas respuestas en la medida que se conviertan en displacenteras y sostenidas se transformarán en situaciones de estrés.
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