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Reflexionemos juntos. Una invitación a pensar


Partes: 1, 2

  1. A manera de introducción
  2. El hombre se mide por su mente
  3. Se comienza por el final
  4. Como una parábola
  5. Cuidado con los pleitos que provoques
  6. ¡Llegó la hora de filosofar!
  7. Sé cauto, si quieres ser feliz
  8. Lo que importa es el talento
  9. No nos cansemos de obrar correctamente
  10. Que tu conducta sostenga tus palabras
  11. Todo el que trabaja tiene suerte
  12. ¿Dónde y qué hemos de beber?
  13. ¿Cuál será nuestro sino?
  14. El filósofo y el matemático
  15. ¿De qué es lo que te ufanas?
  16. Huyamos de la necedad
  17. Después de todo, ¿qué?
  18. ¿Cuándo la respuesta no está en los libros?… ¡a inducir!
  19. ¡Cuidado con lo que deseas!
  20. Las águilas no cazan moscas
  21. Venga un poco de semántica
  22. Sí que es una gran lección
  23. No es donde se nace, sino quien se llega a ser
  24. No es como comiences, sino como termines
  25. Llegó la hora del destete de mi alumno
  26. Como si fuera una conclusión

A manera de introducción

Se nos ha dicho, que la psicología es la ciencia que nos indica que debemos pensar, pero que la lógica nos dice cómo debemos pensar. La psicología busca establecer la forma, de como un músculo, que es el cerebro, puede en forma biológica y material llegar a concepciones abstractas, como es el pensamiento, y las imágenes que concebimos. La lógica en cambio es un instrumento, por qué no, un adminículo como la concibió Aristóteles. Porque cuando Aristóteles concibió la lógica, la vio como un instrumento, una herramienta diseñada para ayudarnos en el buen pensar, la misma manera que una cierra o un serrucho, ayudan al carpintero o al ebanista a hacer más fácil su trabajo.

Para pensar, se necesita calcular, pesar, hacer juicios mentales, hacer recreaciones de imágenes en la mente. Para esto es preciso reflexionar, pesar y considerar detenidamente una cosa. Verbi gratia, imaginaste que te levantas una mañana, como en el cuento de García Márquez, "Un día después del sábado", en Los Funerales de la Mamá Grande, y al igual que en el caso de la señora Rebeca, te encuentras que el patio de tu casa, el techo y la calle, estén llenos de aves muertas, ¿no te asombrarías? ¿Cuál no sería tú admiración?

Sabes por qué te llamarían esos pájaros muertos la atención, porque no es habituar que eso suceda; en cambio, el hecho de que durante todo el día, las golondrinas surquen el cielo, y que durante la prima noche los murciélagos vuelen sobre tu cabeza, ya ni te asombra, a menos de una de esas aves, o el mamífero volador defeque sobre tu cabeza u hombro. Lo mismo sucede con las cosas que nos suceden, nos mueven a pensar, las cosas que se salen de lo común; pero has de saber, que al hombre común, muy pocas cosas le llevan a reflexionar, a menos que no sean los movimientos de sus tripas, aunque el que come mal, generalmente nunca piensa, y si lo llega a hacer, es para su perjuicio.

Pero no has de creer que el pensamiento, el razonar es una actividad biológica, como el respirar o la circulación de la sangre, no, el pensar tiene sus leyes, y como tal, han de ser observadas. Si las leyes que rigen el pensamiento no son rigurosamente guardadas, observadas, cumplidas, obedecidas, seguidas, respetadas, llegamos a un razonamiento equivocado. No se ha de olvidar, ya que es justo y necesario, la forma en que Charles Louis de Secondat, barón de la Brëde y de Montesquieu, su obra: El Espíritu de las Leyes, inicia el primer capítulo: "Las leyes, en su significación más extensa, no son más que las relaciones naturales derivadas de la naturaleza de las cosas; y en este sentido, todos los seres tienen sus leyes: la divinidad tiene sus leyes, el mundo material tiene sus leyes, las inteligencias superiores al hombre tienen sus leyes, los animales tienen sus leyes, el hombre tiene sus leyes."

Es por eso, que para que no tengamos inconvenientes y para que no se nos trate como a delincuentes comunes e infractores de las Leyes, en la República del Pensamiento, hemos de ser celosos guardianes de las Leyes que rigen el Pensamiento. Las leyes que veremos a continuación, no solo son validadas para el pensamientos, también lo son para el Ser, ya que estas leyes son principios ontológicos.

1. El principio de identidad es la primera ley o principio del pensamiento. Este principio estable que toda entidad o ser, es idéntica a sí misma. El término entidad o ente, en su sentido más general, se emplea para denominar todo aquello cuya existencia es perceptible por algún sistema animado, sea ontología, lógica o semántica.

Como ejemplos del principio de identidad, te puedo decir, que yo soy yo mismo; tú eres tú mismo; la silla sobre la que se sienta tu hermana es la misma silla sobre la que se sienta.

Para que tengan un poco de sentido las tautologías antes expresadas, yo soy yo, en el sentido de que soy el profesor que escribe estas notas; tú eres tú, porque tú eres Antony, el amigo a quien escribo; como también la silla sobre la que tú hermana se sienta, es la silla de madera con el fondo de guano, sobre la que ella se sienta. Y esto es así porque yo soy yo y no otro, tú eres tú y no más nadie, y sobre la silla en que se sienta tú hermana es esa silla y no la silla de al lado.

Con esto estamos diciendo que toda identidad, esto es todo ser, todo objeto, es igual a sí mismo. Este es el principio de igualdad o de identidad, como puede ser llamado; principio que no se ha de confundir con la tautología de la lógica proposicional que dice: toda proposición es verdadera si y sólo si ella misma es verdadera.

Para decirlo con palabras de Leibniz, cada cosa, cada ser es lo que es. Ese es el principio de identidad, de igualdad.

Leerás que el principio de identidad es una creación de Aristóteles, pero en las obras de maestro no se encuentra, a pesar de que durante la edad media, desde los días de Tomás de Aquino se le atribuye.

2. El principio de no contradicción también llamado de no contradicción. En este principio se establece, que si hay dos juicios o proposiciones, en el cual uno afirma una cosa y el otro la niega, no es posible que ambos sean verdaderos al mismo tiempo y en el mismo sentido.

Aristóteles, en el capítulo cuarto, del libro cuarto de la Metafísica dice: "Pero hay algunos que, según dijimos, pretenden, por una parte, que una misma cosa es y no es, y que, por otra parte, lo conciben así."

Todo parece indicar que este principio es claro, que no necesita ninguna explicación, porque una cosa es o no es; yo soy o no soy; pero cuando de manera particular decimos: Algunos filósofos son claros y otra persona dice: Algunos filósofos son oscuros, ambos estamos diciendo la verdad. Con la ante dicho no se cae el principio, sino que se sustenta, ya que lo que decimos, lo decimos sobre casos particulares. Fíjese que cuando decimos que algunos filósofos son oscuros y otros dicen que son claros, nos referimos a filósofos distintos. La contradicción no existe.

Este principio es tan axiomático, que tratar de demostrarlo es una necesidad, ya que al afirmar una cosa, un hecho, un fenómeno implica que no se afirma lo contrario. Aquí también tiene valides el dilema de Hamlet, cuando en el acto tercero, en el primer verso de su soliloquio expresa: To be, or not to be, that is the question.

3. El principio del tercero. Cuando hablamos del principio del tercero excluido, estamos diciendo que de dos juicios contradictorios que se emiten, uno es verdadero y el otro no; con lo cual se descarta una tercera posibilidad, ya que el tercero está excluido. Cuando alguien dice que el murciélago es un ave, y usted responde que el murciélago no es un ave; entre estos dos juicios o aseveraciones, solo uno es verdadero. Es necesario que se escoja entre el sí y el no.

Cuando pusimos el ejemplo del murciélago, que decíamos que es si es un ave o que no es un ave, nos estamos refiriendo a un enunciado que ha de ser verdadero o no; pero si dijera que el murciélago, por ser mamífero, es un cuadrúpedo, y alguien dice que el mismo murciélago, por volar es un ave, ambos juicios son falsos.

Aclarando, subrayo lo siguiente: en el primer ejemplo de los murciélagos, es verdad que el murciélago no es un ave; en el segundo ejemplo de los murciélagos, estos no son ni aves ni cuadrúpedos, ambos juicios son falsos. Cuando hablamos del tercero excluido, ambos juicios no pueden ser verdaderos, pero si pueden ser falsos como acabamos de ver. En este segundo ejemplo, los juicios son contrarios, pero no contradictorios. Lo contrario o la negación de ave, es no ave.

Cuando dos juicios contradictorios, no puede darse un juicio intermedio: Ejemplo: El murciélago es un ave o el murciélago no es un ave; en cambio un juicio contrario al anterior sería: El murciélago es un mamífero que vuela.

Cuando a la palabra ave se usa en los dos enunciados del primer ejemplo, se le restringe al mismo sentido, quedando libre de ambigüedades, no es verdad que el murciélago sea un ave. Por lo cual, las objeciones que se le puedan hacer al principio del tercero excluido, se presentan cuando el problema se plantea en forma ambigua.

Observa una presentación ambigua del tercero excluido: El presidente norteamericano, Barack Obama, es africano o es americano. Como respuesta te digo que Obama no es africano ni americano, es afroamericano. La ambigüedad del planteamiento es la que arroja esta respuesta, que es una tercera que no se encontraba incluida.

4. Principio de la razón suficiente. Cuando Gottfried Leibniz escribió su Teodicea, I, 44. Dijo:"… jamás ocurre algo sin que haya una causa o al menos una razón determinante, es decir, algo que pueda servir para dar razón a priori de por qué algo existe y por qué existe de esta manera más bien que de otra manera."

Más adelante dijo: "…Nuestros razonamientos están fundados sobre dos grandes principios: el de contradicción…, y el de la razón suficiente, en virtud del cual consideramos que ningún hecho podría hallarse ser verdadero o existente, ningún enunciado verdadero, sin que haya una razón suficiente por la que ello sea así y no de otra manera, si bien estas razones las más de las veces no nos puedan ser conocidas." Monadología, §31-32.

Así es que la razón suficiente no es más que la determinación de que nuestros conocimientos son ciertos, cuando se basan en otros conocimientos que se tienen como verdaderos. También es cierto que no siempre nuestros saberes o conocimientos tienen una base anterior, una razón de ser. Pero sea como sea, nuestros conocimientos tienen una razón de ser; ya todo conocimiento se debe apoyar en otro conocimiento. Las partes de un todo deben estar relacionadas entre sí, como se relacionan las letras que forman las palabras escritas.

Como habrás comprendido, te he dicho que el pensar tiene sus leyes, y yo sabes lo que le sucede a los infractores de las leyes, … si, eso mismo, tienen que pagar por sus faltas. Si te guías por lo que la lógica ha establecido, el discurrir de tus pensamientos, tus reflexiones te llevaran a la verdad, y todas tus conclusiones serán seguras. Por lo cual se ha de convertir en un imperativo categórico en andar según lo establecido, en ser un hijo de la ley, un observador concienzudo del buen discurrir.

Por medio de la deducción se ha podido comprobar, que siempre que el hombre siembre un tipo de semilla determinada, lo que nace de esa semilla es lo esperado; si siembras maíz, cosecharas maíz, si siembras mango, es lógico que coseches mangos. Por eso, desde que el mundo es mundo, cada vez que una gallina pone un huevo, si se queda echada sobre ese huevo a de nacer un pollito; solo en el cuento de Hans Christian Andersen, El patito feo, ese pato era un hermoso cisne, pero eso nada más sucede en los cuentos.

Hay que pensar en forma correcta para llegar a conclusiones correctas. Por esa razón te pido que acepte mi invitación a pensar, por qué no, ven y Reflexionemos Juntos.

El hombre se mide por su mente

En los círculos evangélicos del mundo entero, se conoce el nombre de Isaac Watts. Es muy posible, que si algún evangélico no conoce, o no a oído mencionar su nombre, es probable que cientos de veces haya cantado algunos de sus himnos, ya que Watts es prácticamente el creador de la himnología protestante. Él es el autor de unos setecientos cincuenta himnos, que todavía hoy se cantan, y que son un deleite al espíritu, ya que arroban nuestras almas.

Era Watts un hombre de cuerpo frágil y de naturaleza enfermiza, pero su vida de fe y oración, le permitió llegar a la edad de sesenta y nueve años. Cuenta el pastor Mark A. Finley, en su libro: Reavivamiento par las misiones lo siguiente: "Un día se realizó un desfile en Londres para honrar a Watts. La gente se apretujó en las calles para ver a este hombre famoso cuyos cantos ellos habían cantado por décadas. Cuando su carruaje pasó por debajo de un balcón, una mujer que estaba atónita de que el hombre encorvado y anciano que veía en la callera era quien había esto esos himnos tan majestuosos, grito: "¡Qué! ¿Usted es Isaac Watts?"

"Watts pidió que se detuviera el carruaje y exclamó: "Señora, si pudiera alcanzar ambos polos o sostener la creación con mis manos, todavía sería medido por mi mente, porque la mente es la medida de un hombre"" Y es cierto, la mente es la medida de los hombres; aunque el gigante de Napoleón propugnaba porque a los hombres no se midiera de los pies a la cabeza, sino del corazón a la cabeza.

En los últimos años, y gracia a una obra publicada por Stephen Hawking A hombros de gigantes, donde el gran físico teórico Stephen Hawking explica cómo los grandes hombres de ciencia como Copérnico, Galileo, Kepler, Newton y Einstein, llegaron a lograr sus grandes hombres, así como fueron los maestros que le guiaron. La frase, que es el título de la obra, está tomada de una carta que le escribió Isaac Newton a Robert Hooke, con fecha 15 de febrero de 1676, cuando eran amigos, y en la que hace mención a sus predecesores, como gigantes.

Esta frase, según Juan de Salisbury, quien vivió entre 1115-1180, es de Bernardo de Chartres, cuando en su obra: Metalogicon, dice: "Decía Bernardo de Chartres que somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no porque la agudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura."

No es que quiera entrar en polémica con los dos pensadores neoplatónicos de la Edad Media, pero he de decir, que no es suficiente que los gigantes me lleven sobre sus hombros, es necesario que mi vista sea lo suficientemente buena para otear el panorama. Aquí puedo citar a don José Ortega y Gasset cuando decía: "Los árboles no nos dejan ver el bosque." Es necesario que pensemos con nuestras cabezas, que veamos con nuestros ojos, y que sintamos con nuestros corazones.

En esta pequeña obra, es una especie de propedéutica; porque no, una iniciación o introducción en la cual te hacemos una invitación a la reflexión. Es necesario que tu capacidad de asombro no se entumezca, y que mucho menos quedes paralizado por una aporía que te prive de razonar en forma lógica, saludable y progresiva.

No olvides que el cerebro es un músculo, y el músculo que no se ejercita, se atrofia. Que tu cabeza no sea solamente para usar un sombrero, en ella se alojan nuestras ideas, y un mal más grande que la caída del pelo y el tener ideas erradas, es no tener ideas. Por esa razón, he seleccionado una serie de anécdotas, para que puedas meditar en ellas, y sacar la luz que se esconden en las mismas. Del roce de dos pedernales, sale una chispa; las ideas son chispas que en medio de la oscuridad, iluminan nuestros pasos por la vida.

Pequeño Pensador, recuerdas que tú eres único, que como tú no hay otro en el universo, por lo cual te aconsejo: Sé un mal tú, y no un buen otro. Si bien es cierto que el medio y la educación nos condicionan, nos embrutecen y nos hacen cretinos, no tiene que ser así. Tú eres una criatura única, tan única, que el día de tu concepción, rompieron el patrón. Y para veas que no te estoy hablando mentira, mira lo que dice Rick Warren, en su libro: Una Vida con Propósito: "No nos damos cuenta qué únicos que verdaderamente somos. Las moléculas del ADN se pueden combinar de infinitas maneras. Las posibilidades de esta combinación es un 10 elevado a la 2,400, 000, 000 ava potencia. Ese número es la probabilidad que tiene de encontrar a alguien exactamente como usted. Si fuera a escribir ese número con cada 0 de una pulgada de ancho, necesitaría una tira de papel de ¡37,000 millas de largo! Para poner esto en perspectiva, algunos científicos han teorizado que todas las partículas del universo son probablemente menos que un 10 seguido por 76 ceros, muchísimo menos que las probabilidades de su ADN. Su singularidad es un hecho científico de la vida. Cuando Dios lo creó, El rompió el molde. Nunca ha existido y nunca existirá alguien exactamente como usted."

Diógenes Laercio, al inicio de su vida de Aristóteles nos dice: "Fue el discípulo más legítimo de Platón, y de voz balbuciente, como dice Timoteo Ateniense en el libro de las Vidas. También dicen que tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo."

Esta cita viene a colación, porque ese hombre de voz balbuciente, es el que tiene la voz más estentórea de todos los pensadores, y el más influyente de todos los filósofos; el de las piernas delgadas, es el hombre que sostiene sobre sus hombros la filosofía occidental; el hombre de los ojos pequeños, ha sido el de visión más amplia. Aristóteles se cortó el pelo, para alargar sus ideas, se recortó la barba para que no estorbaran sus pensamientos.

El hecho de que el maestro del peripatético usara vestidos precisos, era un indicio, que los campo del conocimiento que trató, los recubrió de hermosura; y los anillos que usaba, fueron un símbolo de la dignidad y el valor que le imprimió al saber. De él se puede decir que es el creador de la biología, la lógica y la psicología; y si no decimos que es el creador de la filosofía occidental, es porque Platón, su maestro se le adelanto. En cualquier campo del saber que incursionó, le dejó impreso el sello de su anillo, sea esta: metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía.

Otro pensador, menospreciado por sus compañeros, fue Tomás de Aquino, uno de los cerebros mejor dotados para el ejercicio de pensar. Alberto Magno, su protector y amigo, lo llevó a Colonia, a enseñarle y estudiar profundamente las obras de Aristóteles, donde sus compañeros le llamaban "el buey mudo siciliano". Fue un acto, donde el Doctor Angélico expuso sus pensamientos, que su maestro dijo: "Vosotros llamáis a éste el Buey mudo, pero yo os aseguró que éste Buey dará tales mugidos con su saber que resonarán por el mundo entero".

Cuando ese buey mugió, se convirtió en uno de los más grandes metafísicos y teólogos del pensamiento occidental, al extremos, dos escuelas del pensamiento llevan su nombre, la tomista y la neotomista.

Todo lo pasajero, ha de pasar aunque no vivamos lo suficiente para verlo desaparecer, pero no olvidemos, solo lo eterno permanece para siempre. Nuestras ideas están llamadas a ser eternas, es necesario que en la oficina de la cabeza le demos formas, para que el cerebro pueda abrirnos la puerta a la inmortalidad. Somos lo que pensamos, la inmortalidad es la meta, ¿por qué conformarnos con lo pasajero, efímero y sin valor?

Se comienza por el final

Dios, el Eterno Padre en su infinita sabiduría, y a pesar de que en la revelación de su Palabra, en la encarnación de su unigénito Hijo y el texto de la naturaleza a dado pruebas indubitable de su existencia, en el cerebro del hombre ha dejado una hendidura pequeña como el ojo de una aguja, pero elástica, para que por ella pasen las dudas tan grandes como un camello y con la cabeza del tamaño de un animal de cuernos.

La duda, esa pequeña semilla de mostaza que suspende la voluntad, y que en un tiempo determinado permite que el conocimiento, la manzana del Paraíso bíblico, el motor generador de las facultades del hombre y levadura de su soberbia, la cual lo parangona con Lucifer, lo guía de las manos por el camino del saber y despeñadero de su propia perdición. Fue esa duda, que observada en forma sistemática condujo a Descartes a sentar los fundamentos de la filosofía moderna. De lo único que la duda no ha de dudar es de la duda, ya que ella es la esencia de su ser, de su existir, porque todo el que duda existe; tu puedes dudar de lo aprendido, de lo que conoces, pero no puedes dudar de la duda. Ella espuela, el acicate, el aguijón que acelera el proceso evolutivo del pensamiento humano en la persecución de la búsqueda de la verdad.

Si tomamos como palabras sinónimas conocer y aprehender, entendiendo que se aprehende cuando el sujeto prende al objeto y se apropia del mismo, no es menos cierto al saber se aprende la altivez, y que esta conduce al engrandecimiento y que este es la causa de nuestra caída; pero a pesar todo, es Dios que ha puesto en nosotros ese deseo de saber, de conocer, para que en nuestra caída entendamos que hay una mano que nos levanta del abatimiento cuando nos encontramos en el polvo. De todas las ciencias humanas, la filosofía es mi favorita, pues ella me permite hablar con soltura y facilidad de cosas que no entiendo ni conozco, pero que delante de los ignorantes paso como un sabio, ya que ellos no comprenden de lo que hablo, y ellos me alaban, y esa alabanza me hace sentir feliz, dichoso, bienaventurado; pero eso no me enorgullece, ya que yo no soy el único que se entrega a este estudio y al conocimiento de esta ciencia inútil, encargada de resolver cuestiones sin importancia, que al final de cuenta no es más que una pérdida de tiempo, ya que las polémicas bizantinas no tienen fin, a menos que no concluyan con las pérdidas de los amigos.

Aquellas disquisiciones metafísicas de ¿Qué es la vida? ¿De dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿hay vida más allá de la muerte?, ¿Cuál fue primero del huevo o la gallina?, esa y otras lindezas han atormentado el cerebro de ociosos y vagos desde que el hombre salió de la mano de su Creador según uno, desde que nuestros ancestros descendieron de los árboles, según otros. A pesar de todo la pregunta que más a contribuida a exasperar los ánimos, quitar el sueño y compartir copas de vino, jarras de cerveza, vasos de ron o güisqui, todo lo ante dicho acompañado de un pernil de cordero, una chuleta de cerdo, costillas de ternera ha sido: ¿Cuál es el origen de todas las cosas?

En la Atenas democrática que engrandeció Pericles, defendió, la misma Atenas que fue deslumbrada por Friné, la que escuchó a Demóstenes, que embellecida por Fidias, la que lloró con Eurípides, rió con Aristófanes, aplaudió a Sófocles y aclamó a Esquilo; fue la Atenas a que Sócrates asoló como un tábano, en la que Platón dialogó y Aristóteles se paseó, la que se regia con las leyes de Solón; esa fue la ciudad que conoció las más altas elucubraciones sobre el primer principio de todas las cosas.

Lo que voy a narrar ocurrió en una fonda, en la avenida de Los Plátanos, no el plátano musa paradisíaca, del cual se hace el sabroso mofongo, el suculento mangú, no, sino el musa acuminata, que lo que produce es una deliciosa sombra muy buena para reflexionar desde de una buena hartura.

-Para conocer el principio de todas las cosas, primero a de conocerse uno mismo, ya que el que no se conoce a sí no puede conocer nada. Dios es la mente que todo lo fecunda y de la cual todo procede; conócete a ti mismo y conocerás a Dios, Dios que es el agua, principio de los principios y de la cual todo procede. Sin agua no hay vida, que el agua es la vida de todas las cosas existentes.

Quien así hablaba era Thales, el de Mileto, y diciendo esto, tomaba un ánfora para servirse agua en un pozuelo de cerámica y beberla con placer voluptuoso.

-No mi acuático hermano, el aire es el principio de todo lo que se ve y de lo que no se ve, todo cuanto existe, existió o podrá existir. El aire todo lo fecunda, es él quien fecunda al fuego, y en el aire todo se dilata y se condensa. Todo cuanto existe, sea piedra, metal o tierra, es la condensación del aire. Cuando el aire se dilata nace el fuego, con el fuego viene el caos, con el caos el renacer. El principio que se debe buscar está en el aire.

Este era el discurso de Anaxímenes, el cual al hablar abría las ventanas de su nariz como los fuelles de una fragua.

-Vive del aire amigo mío- dijo Protágoras- y te veré seco como una cigarra. Ignoran tú y Thales que los números son el principio de todas las cosas. La Gran Mónada, creadora del número binario, que da paso al terciario, es el origen del conjunto de las unidades que forman y conforman el Universo. El Universo es armónico; si se presta atención se escucha la música de la esfera, que se agiganta en la gran sinfonía del mundo.

Dicho esto, Pitágoras se distrajo con su tabla de multiplicación.

-Abrase oído tales cosas. No me llamara Demócrito si la tierra no fuera el principio de todo. Escuchen todos: cuando los finos átomos se agitan, forman un torbellino y dan origen al Universo. El alma humana, que es de fuego, al pasar por el cuerpo deja en el su impronta, así como la cera recibe la marca del sello. Busquen en la profundo del pozo donde habita la razón, y cuando la traigan a la luz, verán que todo es tierra, y a que la tierra todo regresa.

-No. Para que no digan que soy hermético y oscuro, lo diré claro como el día y diáfano como el sol: el fuego es el principio de todas las cosas. El fuego todo lo cambia, todo lo transforma, todo lo destruye. Es el fuego que todo lo convierte en lo contrario, él es el caos de Anaxímenes. Si es cierto que nada sé, también es verdad que nada ignoro. Lo que digo es una verdad tan grande como un templo y reposa en el templo de Artemisa.

Dichas esas flamígeras palabras que les quemaban los labios, Heráclito guardó silencio.

-Pongamos de acuerdo, limemos asperezas, transijamos en ara de la armonía. Aire, agua, tierra, fuego; lo idéntico y lo contrario, el odio y el amor, la razón y la sinrazón, el apresurarse lentamente para poder escuchar la música de la esfera, teniendo los pies en la tierra. Seres de la creación con u lazo grande como el infinito y ardiente como el fuego que todo lo funde en una solo pieza, que es el Universo.

Empédocles estaba satisfecho de la síntesis creada en el laboratorio de su mente y que amalgamaba en un hermoso caleidospio.

-No olvides que el espíritu y la materia están presente en todo cuanto existe, y de ellos emana el principio del cosmos, pero sobre todo esta la Mente Infinita, el Pensamiento ordenador del Caos.- fue la conclusión de Anaxágoras.

-Que breve es Anaxágoras cuando conjuga el espíritu y la materia, semejante a la música de la esfera de Pitágoras, armonía que resume en Empédocles, con el agua de Thales, el fuego de Heráclito, la tierra de Demócrito y el aire de Anaxímenes. Yo no soy filósofo como ustedes, ya que no he tenido maestro que me instruyan en sus escuelas, pero tampoco soy una Furia como Menedemos. Yo afirmo mi ignorancia; no conozco ningún principio, pero declaro el final: La muerte, si la muerte es el final de todas las cosas; pero antes de que llegue la muerte debemos huir del dolor, correr tras el placer, recordando que el placer se debe gozar con moderación para que se prolongue por más tiempo, tanto en cantidad con en valor. La felicidad está en el vientre, el cual se inicia en la boca y concluye en la letrina.

Quien esto dijo era Epicuro, un bohemio sibarita de vientre abultado y ojos saltones. Al oír sus razonamientos, los demás contertulios de la peña de la fonda estuvieron de acuerdo, en que las próximas reflexiones tendrían lugar en un simposio y bajo la advocación de Baco.

Como una parábola

La historia de la humanidad está llena de ejemplos de vidas de hombres que pusieron su confianza en Dios, y el Eterno, en contra de todos los pronósticos le preservó la vida.; en cambio, otros que no confiaron en Dios, queriendo huir de la muerte, no hicieron más que correr a refugiarse en los brazos de la misma, como sucedió con aquel criado que huyendo de la muerte fue a refugiarse a la ciudad de Samarra, donde era su cita con la misma. La Palabra de Dios nos invita a poner en Él nuestra confianza, porque el que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.

¿Has leído de la amanera en que murió el rey Acab, de Israel? Acab hizo alianza con Josafat, rey de Judá, para poder enfrentar a los ejércitos de Siria, en Ramoth de Galaad. En el día la batalla, Acab se disfrazó para no ser reconocido, y pasar sin llamar la atención del enemigo, ya que los reyes se diferenciaban por lo vistoso de sus vestiduras. Pero en medio de la luchar, un sirio disparó a la ventura su arco, e hirió al rey de Israel entre las junturas de su armadura, y este murió esa misma tarde.

Durante el siglo tercero de nuestra era, vivía en Nola, no muy de Florencia, en Italia, un cristiano llamado Félix. Este cristiano mantuvo su confianza en Dios en medio de las persecuciones de desatadas por Dacio y Valeriano. Un día, en que los soldados del emperador andaban tras la cacería de cristianos, Félix se ocultó en un pozo, y quiso la divina providencia, que al momento de él penetrar en el mismo, que una araña viniera y tejiera su tela en la boca del mismo. Los soldados, al ver la tela de araña, desistieron en la búsqueda, y Félix salvó su vida.

Para el que pone su confianza en Dios, una tela de araña es un muro, una armadura impenetrable; pero para el que no confía en el Señor, la más recia armadura no es más fuerte que una tela de araña.

Cuidado con los pleitos que provoques

En su cuento: En el campo, de Antón Chejov , Elena Ivanovna, la esposa del ingeniero Kucherov, en una conversación que sostiene con el herrero Rodion y su esposa Estefanía, le dice en el capítulo tercero: "Les ruego que vivan en paz con nosotros. No dice el proverbio a humo de pajas que una mala paz es mejor que una buena riña…" Algo parecido se dice entre los abogados: más vale un mal trance que un buen pleito. Y saber que ni este refrán, ni el proverbio fueron observados por el más hábil conversador que jamás tuvo Inglaterra.

Oscar Wilde, uno de los espíritus nacido con más disposición para contemplación y manifestación de la belleza, quiso desafiar las normas sociales y morales de la sociedad isabelina, al extremo de llevar hasta el escandalo sus relaciones homosexuales con el joven lord Alfred Bruce Douglas, hijo de lord Queensberry. Al pedirle el padre del pequeño lord que dejara n paz a su hijo, Wilde huye con su amante a Argelia, para disfrutar en pleno de la vida del corruptor corrupto.

En contra de lo que la prudencia aconsejaba, regresan nuestros enamorados a Inglaterra, en febrero de 1895, y es entonces cuando el célebre escritor recibe una tarjeta, de parte del padre ofendido, con el siguiente mensaje: "A Oscar Wilde, que alardea de sodomita".

Sintiéndose ofendido, Wilde demanda a Lord Queensberry, el cual fue absuelto, siendo condenado el demandante al pago de las costas del procedimiento; y lo que fue aún más, el caso fue ventilado en la prensa, por lo que se puede leer en The Times, del 6 de abril de 1895.

Wilde fue detenido por el escándalo y luego liberado bajo fianza. Los amigos le aconsejan que salga del país, pero él se niega, y en un segundo juicio es condenado, el 24 de mayo de ese mismo, a cumplir dos años de trabajos forzados, bajo el cargo de homosexualidad.

De la cumbre de la gloria, pasó al patetismo de la derrota. No supo comprender el momento de ponerse de acuerdo con su adversario. Su talento, su fama y su orgullo le condujeron a la perdición. Después de la soberbia, viene el estrepito de la caída.

¡Llegó la hora de filosofar!

En su dialogo: El Simposio, o de la Erótica, Platón recoge un cuento hecho por Sócrates, y que dice habérselo contado Diotime; hablando del nacimiento de Afrodita, se nos dice, que al amor:

"Todo lo que adquiere se le escapa sin cesar, de manera que nunca es rico ni pobre. Al mismo tiempo se encuentra entre la sabiduría y la ignorancia, porque ningún dios filosofa ni desea ser sabio, puesto que la sabiduría va anexa a la propia naturaleza divina, y en general quien es sabio no filosofa. Lo mismo ocurre a los ignorantes; ninguno de ellos filosofa ni desea llegar a ser sabio, porque la ignorancia tiene el enojoso defecto de convencer a los que no son hermosos, ni buenos, ni sabios, de que poseen estas cualidades, y nadie desea las cosas de las que no se cree desprovisto."

Estas palabras están recogidas, aunque en con otros términos, en lo que nos dice Descartes, en el primer párrafo, de la parte primera, de su Discurso del Método:

"El sentido común es la cosa mejor repartida del mundo: porque cada uno piensa que está bien provisto de esto mismo, e incluso los que son más difíciles de satisfacer en cualquier otra cosa no tienen costumbre de desear más del que tienen. En cuanto a esto, no es creíble que todos se equivoquen: pero más bien eso muestra que el poder de juzgar bien y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que nombra el sentido común o la razón, es naturalmente igual en todos los hombres, y así la diversidad de nuestras opiniones no vendría de ser unas más razonables que las otras, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías, y no consideramos las mismas cosas."

Esa es la razón por la cual todos decimos tener la razón, y por lo cual creemos que nunca estamos equivocados, sino que el equivocarse es un derecho que siempre ejercen los otros.

Sé cauto, si quieres ser feliz

Los tiempos modernos nos invitan a vivir en equilibrio, a zanjar nuestras diferencias, a buscar un acuerdo, a llegar a un entendido, por este motivo se hace necesario el statu quo. Quien no esté equilibrado, se ha de someter al standard, de lo contrario corre el riesgo de ser desechado a la vera del camino. Nuestra sociedad espera que no nos salgamos de la raya, que cumplamos con las normas, que no olvidemos que formamos parte del rebaño.

En el capítulo segundo del Hombre Mediocre, hablando del hombre rutinario, José Ingenieros, nos dice:

"Los prejuicios son creencias anteriores a la observación; los juicios, exactos o erróneos, son consecutivos a ella. Todos los individuos poseen hábitos mentales; los conocimientos adquiridos facilitan los venideros y marcan su rumbo. En cierta medida nadie puede substraérseles. No son exclusivos de los hombres mediocres; pero en ellos representan siempre una pasiva obsecuencia al error ajeno. Los hábitos adquiridos por los hombres originales son genuinamente suyos, le son intrínsecos: constituyen su criterio cuando piensan y su carácter cuando actúan; son individuales e inconfundibles. Difieren substancialmente de la Rutina, que es colectiva y siempre perniciosa, extrínseca al individuo, común al rebaño: consiste en contagiarse los prejuicios que infestan la cabeza de los demás. Aquéllos caracterizan a los hombres; ésta empaña a las sombras. El individuo se plasma los primeros; la sociedad impone la segunda. La educación oficial involucra ese peligro: intenta borrar toda originalidad poniendo iguales prejuicios en cerebros distintos. La acechanza persiste en el inevitable trato mundano con hombres rutinarios. El contagio mental flota en la atmósfera y acosa por todas partes; nunca se ha visto un tonto originalizado por contigüidad y es frecuente que un ingenio se amodorre entre pazguatos. Es más contagiosa la mediocridad que el talento."

Aristóteles, la Política: libro tercero, capítulo 8.

"Tan pronto como un ciudadano parecía elevarse por cima de todos los demás a causa de su riqueza, por lo numeroso de sus partidarios, o por cualquiera otra condición política, el ostracismo le condenaba a un destierro más o menos largo. En la mitología, los argonautas no tuvieron otro motivo para abandonar a Hércules. Argos declara que no quiere llevarle a bordo, porque pesaba mucho más que el resto de sus compañeros. Y así no ha habido razón para censurar en absoluto la tiranía de Trasíbulo y el consejo que Periandro le dio. No se le ocurrió a éste dar otra respuesta al enviado que fue a pedirle consejo que igualar cierto número de espigas, cortando las que sobresalían en el manojo. El mensajero no comprendió nada de lo que esto significaba, pero Trasíbulo, cuando lo supo, entendió perfectamente que debía deshacerse de los ciudadanos poderosos."

El hombre superior, el de genio e ingenio, aquel que sea capaz de sobre salir de entre el concierto de sus conciudadanos, ha de tener cuidado. Como la mediocridad es contagiosa, ese virus mortal puede afectar su cerebro, y por otra parte, como a los poderosos le podría causar recelo su saber, su cabeza le podría ser contado. La precaución es una virtud que ha de adornar a los seres con talento.

Lo que importa es el talento

No sé cuántos conozca el nombre de Juan Fernández de Navarrete, conocido como Navarrete el Mudo, o como "el Apeles español". Fue designado por Felipe II, el 6 de marzo de 1568 ser nombrado pintor del rey, quien le encargó realizar treinta y dos pinturas de santos para las capillas laterales de la basílica de El Escorial.

Cuando Juan Fernández de Navarrete tenía tres años, sufrió una enfermedad que le dejó sordo. Y a pesar de la época, no se dejó vencer por la sordera, que le impidió aprender a hablar. Fue educado en el monasterio jerónimo de La Estrella en San Asensio (La Rioja) por fray Vicente de Santo Domingo. Aprendió leer y escribir, además de haber adquirido una amplia cultura, lo cual era necesaria para su oficio.

Se sabe que recorrió toda Italia estudiando su arte en Roma, Venecia, Milán y Nápoles, y se afirma que trabajó en el taller de Tiziano. Sus obras, el Bautismo de Cristo, en 1567, El martirio de Santiago, en 571 y Abraham y los tres ángeles, en 1576, llegando su estilo a ser tan singular, que el rey lo prefirió a pintores de la talla de Alonso Sánchez Coello, Luis de Morales o El Greco.

Cuando Juan Fernández de Navarrete murió 28 de marzo de 1579 en Toledo Lope de Vega escribió este epitafio:

No quiso el cielo que hablase,

Porque con mi entendimiento

Diese mayor sentimiento

A las cosas que pintase.

Y tanta vida les di

Con el pincel singular

Que como no pude hablar

Hice que hablasen por mí.

La vida de este hombre ejemplar, es un claro ejemplo, de que no existe fuerza sobre la tierra y debajo del cielo, que le pueda impedir a un hombre que ponga su confianza en Dios, el no lograr lo que se propone. Nada hay imposible para Dios; y es las debilidades del ser humano, donde mejor se muestra el poder de Dios.

No nos cansemos de obrar correctamente

Durante la Edad Media, época luminosa como los misales y los vitrales de las catedrales góticas, Dios era tan real como las plantas, los ríos, las montañas y el arado. Coser, hilar, rezar y trabajar en el campo, era la educación que recibían las jovencitas a las sombras de los conventos y los monasterios.

–Juana, debes ir a la iglesia.

Esa fue la primera voz que escuchó, en la hora del medio día, a la edad de trece años. Luego vino san Miguel, quien se le apareció, bello como un efebo, espada al cinto y lanza en mano, y le ordena:

–Juana, tú eres el instrumento elegido por Dios para poner fin al asedio de Orleans y derrotar al inglés.

Más tarde es santa Catalina de Alejandría, patrona de filósofos y estudiantes quien predice:

–Juana, tú coronará al rey de Francia en la iglesia de Reims.

Si Juana tiene alguna duda o si le queda alguna vacilación, estas son despejadas cuando santa Margarita de Antioquía, que sosteniendo un crucifijo en la diestra y una Biblia en la mano izquierda, y con un drago echado a sus pies descalzos, le amonesta de este modo:

–No debes resistir el llamado de Dios. Tú has de liberar el reino de Francia.

Así se inició la liberación divina: Orleans, la victoria de Jargeau, el triunfo de Meug-sur-Loira, el enemigo aplastado en Beaugen. Todo esto es corona con el máximo triunfo en la batalla de Patay, sin que se olvide el milagro de Arenques.

Como las voces lo había anunciado: el rey Carlos V11 fue coronado en la catedral de Reims, y la iglesia de francesa vivió en paz; pero la ingratitud es ciega y sorda por añadidura. Prisionera de los borbones, fue Juana de Arco abandonada a su suerte por el monarca que coronó, y vendida a los ingleses, cuyo tribunal eclesiástico dijo que las voces eran satánicas. Por esa razón fue quemada viva en Ruan y sus cenizas disipadas en el Sena.

¡Oh ironía!, la patria que la abandonó no la olvidó y la hizo su heroína; y lo más grande, la iglesia que la quemó por hereje, le hizo un lugar con los santos, y la venera el 30 de mayo.

Moraleja: Cuando los patriotas temen a Dios, el país que lo olvida y la iglesia que los anatematiza los convierten en santos y héroes.

Que tu conducta sostenga tus palabras

En su libro: Las Fuerzas Morales, el gran pensador ítalo-argentino, refiriéndose a la Firmeza, nos dice:

39.—La firmeza es acero en la palabra y diamante en la conducta. La palabra es sonora cuando es clara; todos la oyen si la pasión se caldea y a todos contagia si inspira confianza. La autoridad moral es su eco, la multiplica. Más vale decir una palabra transparente que murmurar mil enmarañadas. Los que tienen una fe o una ideología desdeñan a los retóricos y a los sofistas; nunca se construyeron templos con filigranas, ni se ganaron batallas con fuegos artificiales.

Cuando es imposible hablar con dignidad, sólo es lícito callar. Decir a medias lo que se cree, disfrazar las ideas, corromperlas con reticencias, hacer concesiones a la manera hostil, es una manera hipócrita de traicionar el propio ideal. Las palabras ambiguas se enfrían al ir de los labios que las pronuncian a los oídos que las escuchan; no engañan al adversario que en ellas desprecia la cobardía, ni alientan al amigo que descubre la defección.

Partes: 1, 2
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