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De los valores comunes en las economías desarrolladas al valor de la ética en el ejercicio de la ingeniería


    1. La actitud y la cultura: la marca que hace la diferencia entre los llamados países pobres y países ricos
    2. Valores comunes asociados a las economías desarrolladas y altamente innovadoras. La confianza como valor clave
    3. Paradigmas de esta época, basados en valores, para las organizaciones (valores paradigmáticos)
    4. Responsabilidad social de la ciencia y la tecnología
    5. De los valores y las bases normativas del ejercicio ingenieril
    6. Hacia un código de ética para ingenieros y la responsabilidad del ingeniero
    7. Sobre la educación en valores, la formación ética y la moral
    8. El asunto de los valores, la ética, la moral y el riesgo. La Sociedad del riesgo
    9. A manera de conclusión
    10. Bibliografía

    Introducción

    Son muchos los factores a tener en cuenta para explicar el porque de la diferencia tan enorme entre los países con economías fuertes, ricos, y altamente desarrollados y los países con economías débiles, inestables, pobres y en vías de desarrollo, por decir lo más, ya que tendríamos que hablar de países infradesarrollados. Por supuesto que hay aspectos muy notorios de esa diferencia en cuanto a lo económico, lo cultural, lo tecnológico, lo social, lo político, etc., y que pueden ser abordados desde diversas perspectivas, desde la sociología, la economía, la psicología, la filosofía, entre otras disciplinas, pero hay uno en particular que vamos a abordar aquí y es el que tiene que ver con la actitud de los ciudadanos de las naciones.

    El aspecto de la actitud lo analizaremos en relación con el conjunto de valores comunes que comparten los habitantes de una nación y que marcan la diferencia entre los países de economías ricas y economías pobres. Una vez hecho esto se hace un abordaje sobre el importante y crítico asunto de la ética, en especial, referida al ejercicio de las profesiones de la ingeniería, en lo que denominamos ética ingeniería para referenciar, luego, lo que es un código de ética planteado desde el seno de las organizaciones gremiales que agrupan a los ingenieros de determinada especialidad.

    Finalmente se hacen algunos planteamientos en torno a la necesidad de una educación en valores y la formación ética, en los programas de formación tecnológica y de ingeniería, y la manera como este asunto de los valores y la ética se relaciona especialmente con el tema del riesgo, otro elemento sensible para la sociedad contemporánea.

    1. Alguna vez circuló por el Internet una comunicación que hablaba sobre ’la diferencia que marca la diferencia’ entre los países ricos y los países pobres, creo que quizás era de una empresa llamada Consulting Group S.A. del Paraguay, pero no tengo certeza absoluta sobre dicha autoría. La comunicación es bien interesante para el análisis del presente trabajo, por lo cual la voy a transcribir textualmente, con agregados entre corchetes de mi autoría, así:

      "Los deseos primarios de todo ser humano [en nuestra sociedad occidental] son, en general, ganar más dinero, progresar y ser felices. Una forma efectiva, [seguramente muy discutible], de lograr estos anhelos es siendo ricos. Así como hay personas pobres y personas ricas hay países pobres y países ricos.

      La diferencia entre los países pobres y los países ricos no es la antigüedad del país. Lo demuestran casos de países como India y Egipto, que tienen miles de años de antigüedad y son pobres. En cambio, Australia y Nueva Zelanda, que hace poco más de 150 años eran casi desconocidos son, sin embargo, hoy países desarrollados y ricos. La diferencia entre países pobres y ricos tampoco es los recursos naturales con que cuentan [y que hoy en día se ha demostrado que la nueva riqueza de las naciones es el conocimiento y no los recursos naturales, ni los bienes de capital, ni la mano de obra barata], como es el caso de Japón que tiene un territorio muy pequeño y el 80% es montañoso y no apto para la ganadería y la agricultura; sin embargo, es la segunda potencia económica mundial pues su territorio es como una inmensa fábrica flotante que recibe materiales de todo el mundo y los exporta transformados, también a todo el mundo logrando su riqueza [algo similar a lo que sucede con la isla de Taiwán].

      Por otro lado, tenemos una Suiza sin océano, pero tiene una de las flotas navieras más grandes del mundo; no tiene cacao pero exporta el mejor chocolate del mundo; en sus pocos kilómetros cuadrados, pastorea y cultiva solo cuatro meses al año ya que el resto es invierno, pero tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa al igual que Japón no tiene recursos naturales, pero da y exporta servicios, con calidad muy difícilmente superable, es un país pequeño que ha vendido una imagen de seguridad, orden y trabajo, que lo han convertido en la caja fuerte del Mundo. Tampoco la inteligencia de las personas es la diferencia [y hasta el momento no hay diferencias en la capacidad craneal ni en los cerebros entre las personas de las diferentes regiones del mundo], como lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y logran resultados excelentes en su educación. Otro ejemplo son los ejecutivos de países ricos que visitan nuestras fábricas y al hablar con ellos nos damos cuenta de que no hay diferencia intelectual.

      Y tampoco es la raza lo que marca la diferencia [como además lo demostró el descubrimiento del genoma humano al determinar que no hay diferencias entre las razas], pues en los países centro europeos o nórdicos vemos como los llamados "vagos del sur" demuestran ser la fuerza productiva de estos países, no así en sus propios países donde nunca supieron someterse a las reglas básicas que hacen a un país Grande."

      De acuerdo con lo planteado en las líneas anteriores, es la ACTITUD de las personas, por una parte, lo que marca la diferencia. Al analizar la conducta de los habitantes de los denominados países ricos, se evidencia que buena parte de la población sigue un conjunto de valores o reglas como común denominador. Por otra parte, es la CULTURA, el otro aspecto que marca diferencia, teniendo en cuenta que el tipo de actitud frente al desarrollo, que asume una población, está en relación directa con las tradiciones y la cultura que ella tiene y que va, indefectiblemente ligada a la capacidad de innovación de una nación, con lo cual podemos afirmar que la INNOVACIÓN es una característica de una economía desarrollada. Pero, qué cosa es la cultura?

      En palabras de Clara-Eugenia García ("Innovación y cultura: la relevancia de la cultura: "Una cultura efectiva se caracteriza, sobre todo, por un fuerte contenido moral capaz de superar las restricciones impuestas por distintos acuerdos y sistemas de control formales y capaz, también, de gestionar de forma eficaz las altas dosis de incertidumbre que caracterizan al proceso de innovación. La cultura puede no sólo predecir la capacidad para adoptar innovaciones, sino funcionar como factor crítico en la articulación de la creatividad que todo proceso de innovación [y de cambio cultural y tecnológico] requiere. La estrecha relación entre innovación y cultura no es solamente una observación empírica , sino que es, además, relevante desde el punto de vista teórico".

      La actitud y la cultura son, pues, la marca que hace la diferencia entre los países denominados "ricos" y los denominados "pobres".

    2. La actitud y la cultura: la marca que hace la diferencia entre los llamados países pobres y países ricos
    3. Valores comunes asociados a las economías desarrolladas y altamente innovadoras. La confianza como valor clave.

    Un conjunto común de valores

    Las reglas o valores de los que habla la presentación de Consulting Group, referidos a la actitud como diferencia, son los siguientes:

    • La Moral como principio básico o principio rector.
    • El Orden y la Limpieza
    • La Honradez (algunos hablan de honestidad)
    • La Puntualidad
    • La Responsabilidad
    • El Deseo de Superación
    • El Respeto a la ley y los reglamentos
    • El Respeto por el derecho de los demás
    • El Amor al trabajo
    • El afán por el Ahorro y la Inversión

    No se requerirían más leyes. Bastaría con cumplir estas diez simples reglas de comportamiento. En la mayoría de los países pobres, sólo una mínima (por no decir que una nula) parte de la población sigue estas reglas en su vida diaria personal o colectiva. No se es pobre porque a un país le falte riquezas naturales, o recursos energéticos, o porque la Naturaleza haya sido cruel y se haya ensañado con el territorio; simplemente, falta el carácter suficiente para cumplir con estas premisas básicas del funcionamiento de una sociedad.

    Ahora bien, si tratáramos de establecer un conjunto de valores universales que sirvieran como principio rector para el desarrollo de una nación, podríamos plantear (Gómez Uranga, Mikel. "Notas de curso de Doctorado ‘Estudios de Ciencia y Tecnología y Gestión de la Innovación Tecnológica’) los siguientes:

    • Confianza
    • Compromiso
    • Respeto
    • Entusiasmo
    • Tolerancia
    • Flexibilidad
    • Voluntad de superación
    • Lealtad
    • Humildad
    • Cooperación
    • Responsabilidad
    • Solidaridad

    Sobre la confianza

    En el mundo de la economía, los negocios y el empresarismo los más utilizados son la CONFIANZA y la LEALTAD. Siguiendo con Clara-Eugenia García, ella destaca que para lograr un determinado nivel de desarrollo tecnológico resultan imprescindibles ciertos niveles de confianza y que ésta es un ingrediente fundamental y común de ciertas culturas o sistemas colectivos de creencias, valores y comportamientos dominados por la idea de cambio. Más aún, la cultura y los valores en los que se basa el cambio técnico y la innovación se refieren a la cultura del cambio frente a patrones de comportamiento basados en la estratificación, inercia y preservación del orden formal establecido. En este sentido, es posible establecer una clara diferenciación entre culturas en las que existen fuertes niveles de confianza, y que son capaces de soportar el cambio y la incertidumbre asociada, de aquellas otras organizaciones y sociedades en las que los bajos niveles de confianza explican la fuerte resistencia al cambio y baja tolerancia a la incertidumbre (Shane, 1995).

    Queda evidenciado, entonces, que la confianza es un elemento esencial de la cultura empresarial, con importantes efectos en la articulación del sistemas y estrategias de innovación que caracterizan a las empresas. De hecho, la relación estrecha entre cultura e innovación, que caracteriza a los países desarrollados tecnológicamente, explica la emergencia y consolidación de sistemas locales y regionales de innovación como lo demuestra la experiencia de Silicon Valley. Algo común a los estudios y análisis sobre el papel y el valor de la confianza es el reconocimiento de la misma como un rasgo cultural. De acuerdo con Clara-Eugenia García, la confianza no puede crearse como resultado de un esfuerzo intencional basado en los cálculos (o especulaciones) sobre los potenciales beneficios que pudieran obtenerse de la cooperación. Esta dimensión cultural de la confianza es clave y se relaciona claramente con la formación de un conjunto de creencias y valores comunes que permiten dotar de identidad a las acciones colectivas y garantizar, así, que las acciones individuales sean coherentes sin tener que recurrir a mecanismos de control.

    Clara-Eugenia García, caracteriza la confianza por los siguientes rasgos:

    • Se identifica con el conjunto de creencias de los individuos y no necesariamente con sus acciones o comportamientos}
    • Se refiere a las expectativas acerca de la conducta de la otra parte por lo que tiene una tremenda influencia en la toma de decisiones por parte del agente que confía.
    • Emerge como ingrediente fundamental en todas aquellas relaciones en las que la complejidad de las relaciones y la incertidumbre de los resultados impide el establecimiento de acuerdos contractuales y sistemas de control formal.

    Así las cosas, y dado que estamos hablando de la diferencia entre los habitantes de las naciones con niveles distintos de desarrollo, en donde las de mayor nivel exhiben un conjunto de valores comunes y en donde la confianza es, quizás, uno de los más importantes, es buen resaltar que la confianza aplicada a las relaciones que tienen lugar en el interior de la empresa, así como loas que suceden entre empresas, en sentido vertical y horizontal, se refiere, básicamente a: confianza respecto a las habilidades, competencias y conocimientos individuales o de grupo o empresa; confianza en relación con las intenciones y confianza en el grado de compromiso. Siendo la confianza un ingrediente esencial de la cultura de la innovación, queda claro que la innovación es un proceso que requiere un fuerte nivel de compromiso emocional entre todos los miembros de la organización, es decir, un gran nivel de confianza.

    Las cartas de valores

    Muchas empresas tienen un declaración de misión y de visión que constituyen su carta de navegación y su perspectiva de futuro, respectivamente, para cumplir con su propósito o razón de ser. Adicionalmente, algunas empresas incluyen cartas de derechos y deberes y carta de valores que pretenden incorporar a la cultura de la organización. A manera de ilustración, veamos la carta de valores de MAIER (en España), extraída del texto de Alonso Vázquez ("El modelo vasco de transformación empresarial"):

    • Crear un sistema basado en la confianza en las personas
    • Hacer de las comunicación interna y de la formación los pilares para gestionar el cambio
    • Flexibilidad, un concepto clave.
    • Preocupación activa por el cliente y en consecuencia por la propia empresa a todos los niveles
    • La persona que ejercita la labor diaria es la que mejor puede conocer el puesto de trabajo
    • La creatividad no tiene correlación directa con el nivel de formación
    • La creatividad potenciada por el equipo "Hobetalde" y aplicada a la mejora en todos los niveles proporciona un mayor rango competitivo
    • La participación es más importante que la "aparente" rapidez
    • Respeto mutuo: respetar y hacerse respetar. El quebrantar este principio puede inviabilizar el mejor plan de mejora.
    • Autocrítica. Reconocer el error, aprender del error
    • La empresa en permanente equilibrio inestable
    • Para enfrentarse al reto competitivo tenemos que recurrir a todas las capacidades de creatividad y conocimiento.

    Obsérvese como la confianza aparece aquí, y puede parecer coincidencial, pero es justo, el primer valor de la carta.

    Las leyes no bastan

    En el primer apartado decíamos que no se requieren más leyes sino cumplir con las reglas o valores básicos que fueron enunciados. Hay quienes, como en un escrito de Mario Bunge ("Las leyes no bastan"), sostienen que las raíz de los males en la sociedad actual es que se ha minando la confianza y la raíz de este y otros males es el egoísmo. Cada cual se ocupa de sus propios intereses, lo cual es perjudicial incluso para los negocios. Si bien los economistas nos dicen que en el mercado libre todo empresario debe procurar maximizar sus beneficios (en teoría), en la práctica no puedes hacer negocios en forma sostenida sin dar ni confiar. Tus clientes deben poder confiar en ti, tanto como tú debes poder confiar en ellos. Incluso tus competidores tienen que poder confiar en que nos les harás malas jugadas (competencia desleal). En un país pueden existir leyes que impidan que la gente actúe todo el tiempo como un pillo, pero ello no es suficiente. Es más, paradójicamente, a mayor cantidad de leyes para impedirlo, mayor nivel de desconfianza ya que se da por hecho que todos son culpables hasta que no demuestren su inocencia. Como consecuencia de esto hay más inspectores y abogados que técnicos e ingenieros y más tribunales que museos y escuelas técnicas. Es más, pareciera que esta proliferación de reglamentos, inspectores, abogados y jueces es parte del problema- Hay demasiadas leyes y reglas externas y no hay bastantes normas internas y morales. No hay valores, y como bien se sabe, hecha la ley, hecha la trampa. La ley ha desplazado a la moral, y es así como nos encontramos con leyes inmorales, pero son las leyes y hay que acatarlas pero están desconectadas de los valores que las deberían sustentar. Así, nos encontramos que una sociedad de egoístas es una sociedad de enemigos mutuos que se acechan y trampean y combaten entre sí. La raíz del mal es, entonces, el egoísmo.

    Parte del camino hacia el desarrollo de una nación se dará cuando la gente comprenda que, a la larga, la inmoralidad no es rentable y que la desconfianza es un lastre que bloquea cualquier posibilidad de desarrollo. El asunto no es tener más leyes y reglamentos sino más moralidad, más valores, más ética si se quiere. Aquí surgiría una pregunta: se requerirá, por consiguiente, multiplicar o incrementar los cursos de ética? Pues bien, la respuesta puede ser afirmativa. Es más, es interesante notar como la famosa Harvard Business School ha terminado por incorporar cursos de ética en sus programas de estudios. Ha comprendido que es preciso persuadir a los futuros empresarios que la deshonestidad es, definitivamente, un mal negocio. Pero esto no basta, hay que generar una cultura en el conglomerado social de tal suerte que le educación moral comience por casa. Sobre el asunto crucial de la ética volveremos posteriormente.

    1. Paradigmas de esta época, basados en valores, para las organizaciones (valores paradigmáticos). Conceptos y paradigmas en torno a la tecnología

    Valores paradigmáticos

    En la nueva economía, la economía globalizada y digital de hoy, es decir, en la economía de bienes y servicios basados en conocimiento y de alto contenido tecnológico, se plantea el problema de la competitividad como requisito para la sostenibilidad. De este modo, se habla de que las empresas del futuro son aquellas que operan bajo las claves de la anticipación (prospectiva), la innovación y la excelencia (calidad). Ya hemos visto como la innovación es una característica de las naciones más desarrolladas, y que ella va ligada a una cultura colectiva. A su vez, la cultura está conectada con la actitud y con un conjunto común de valores. Existen una serie de palabras, de acuerdo con Joel Arthur Barker ("Paradigmas: el negocio de descubrir el futuro") que representan ciertos paradigmas culturales, asociados a valores (valores paradigmáticos) que entrañan ciertas reglas, disposiciones y límites, que se encuentran implícitos y que se requiere seguir, por parte de una organización, para obtener el éxito. Veamos el conjunto general, y resaltamos con negrita, las palabras referidas, de alguna manera, a valores: teoría, modelo, metodología, principios, estándares, protocolo, rutinas, suposiciones, convenciones, patrones, hábitos, sentido común, sabiduría convencional, estado mental, valores, marcos de referencia, tradiciones, costumbres, prejuicios, ideología, inhibiciones, supersticiones, rituales, compulsiones, adicciones, doctrina, dogma, entre otros.

    Antes de terminar este apartado y de mencionar el aspecto de los valores en relación con la tecnología, conviene tener en cuenta algunas tendencias de esta época y que afectan la actitud, la cultura, la innovación y, en general, los valores comunes: la regionalización de la economía mundial, calidad por todas partes, celebración de la diversidad, equipos de trabajo autogestionarios, la propiedad intelectual como clave para la riqueza, educación según las aptitudes, entre otros.

    Valores en relación con la tecnología

    Ahora que nos encontramos en una época de grandes cambios, nos vamos a referir a los juicios de valor que usualmente el común de la gente lanza en relación con una tecnología considerada de mala calidad, de mal servicio y deficiente soporte, o al lanzar un concepto cualitativo para describir los productos provenientes de países con "mala trayectoria" en este sentido. Veamos las palabras utilizadas, de acuerdo con Barker: baratija, insignificancia, barato, mala calidad, poco confiable, poca tecnología, minucia, destartalado, hechizo, segunda categoría, falsificación, deficiente, segunda elección, su peor elección, malo, copia, tercera elección, imitación, frusilería, imperfecto, entre otros. En cambio, el juicio de valor cambia diametralmente cuando se trata de juzgar un producto de buena calidad y de confianza y a su país de origen: alta calidad, grado de calidad, muy confiable, el mejor del mundo, buena calidad, primera categoría, excelente, cero defectos, barato, líder mundial, copia, primera elección, complejo, innovadora, la mejor compra, alta tecnología.

    Obsérvese de nuevo, como está incluido aquí el aspecto de la confianza. Para que haya innovación reconocida, debe haber confianza, y este valor se incorpora al proceso de innovación de una forma tal que se evidencia en los valores corporativos y en la cultura de la gente que la desarrolla. En consecuencia, podemos establecer un nuevo conjunto de conceptos incorporados en la cultura corporativa de las organizaciones altamente innovadoras, de excelencia y anticipativas:

    • Todo resulta bien la primera vez
    • Todos intentan hacerlo mejor mañana que hoy
    • Las necesidades del cliente se satisfacen de manera permanente
    • Los productos funcionan mejor, duran más
    • El desperdicio desaparece del sistema
    • La gente ama su trabajo.

    En síntesis, la aceptación de una tecnología es algo que está ligado a la confianza en ella, y en la empresa que la produce así como a la percepción sobre la capacidad innovadora de la organización y del país al que pertenece.

    1. Antes de entrar en el tema de los valores en relación con la ética ingenieril, y la adopción de las normas de conducta dirigidas a crear códigos de ética en colectividades responsables del desarrollo y aplicación de tecnología, hagamos un breve comentario en torno al problema de la responsabilidad social de la ciencia y la tecnología. Una de las preocupaciones fundamentales en el trabajo investigativo ha sido el problema de los valores en las prácticas científicas y tecnológicas, para lo cual cabría preguntarnos sobre la responsabilidad social que le cabe a la ciencia y a la tecnología en el mundo contemporáneo. Este es, en realidad, en palabras de León Olivé (de la UNAM), uno de los problemas cruciales que se plantean en los estudios de ciencia, tecnología y sociedad, y en la filosofía de la ciencia, por la manera en que el desarrollo científico y tecnológico está afectando a nuestras sociedades contemporáneas; incluso a las que en un sentido tienen aparentemente un menor desarrollo científico y tecnológico, como son las sociedades de nuestros países de América Latina.

      Sin duda, nuestras organizaciones sociales y nuestras formas de vida individuales están siendo altamente afectadas. Hoy los desarrollos tecnológicos pueden tener efectos muy importantes, y Olivé considera que no hemos desarrollado una cultura de reflexión sobre si esos efectos nos parecen aceptables o no; aceptables desde un punto de vista ético. No obstante, también es necesario reflexionar sobre otro tipo de valores que pueden ser religiosos, económicos, políticos. En buena medida esa responsabilidad social de la ciencia y la tecnología tienen que pasar por establecer una serie de correctivos, estrategias y alternativas en relación con la comunicación y la divulgación de la ciencia y la tecnología.

    2. Responsabilidad social de la ciencia y la tecnología
    3. De los valores y las bases normativas del ejercicio ingenieril

    De acuerdo con Olivé ("normatividad y valores en la ciencia y la tecnología), nuestras decisiones y acciones están orientadas por valores, no por reglas que determinan qué hacer y qué elegir. Y muchas veces, ante conflicto de valores, nos inclinamos por unos u otros según las circunstancias y los intereses del momento. En tecnología y en empresarismo podemos decir que se toman decisiones guiados por valores, pero los sistemas de valores, si bien son compartidos, no son determinantes de la elección, ya que hay otros factores que intervienen como las circunstancias del momento y los rasgos de personalidad. Por otra parte, es necesario comprender que los valores que guían a un grupo, dentro de un área de conocimiento, son distintos a los de otro grupo dentro o fuera de la misma área, pues los valores se conforman dentro de cada práctica específica y cada una a la vez está condicionada por el contexto de intereses en donde se desarrolla.

    Aquí comenzamos a visualizar como los valores, en general, están ligados a la práctica de la ética dentro de la acción y la interacción entre seres humanos. Puede entenderse el problema central de la ética (Olivé, "la democratización de la ciencia desde la perspectiva de la ética") como la fundamentación de normas legítimas de convivencia, para la acción y la interacción entre seres humanos. Por "normas legítimas de convivencia" entendemos proposiciones prescriptivas para la convivencia, que sean aceptables para los diversos sectores de la sociedad con base en genuinas razones desde su punto de vista-incluyendo, por supuesto, razones morales-, aunque esas razones no sean las mismas para todos los sectores ni para todos los ciudadanos, pues sus concepciones de la vida, sus intereses y sus valores pueden ser diferentes. Diremos, entonces, que una norma está éticamente justificada cuando es aceptable para los diversos sectores sociales, con base en las razones que cada uno de ellos considera adecuados.

    En cuanto al hecho de las consideraciones de valores y ética en torno al desarrollo de tecnología, una labor propia del quehacer de los ingenieros, es necesario apuntar varias cosas, siguiendo cuidadosamente el texto de León Olive sobre la Ética aplicada a las ciencias naturales y la tecnología:

    • La cuestión fundamental es que lo importante son los seres humanos y la satisfacción de sus necesidades y de sus deseos legítimos.
    • En relación con la aplicación de cierto tipo de tecnologías es necesario invocar y defender el principio de precaución, al cual nos referiremos más ampliamente en el apartado 9, el cual establece que se tomen medidas preventivas cuando existan bases razonables para creer que la introducción de sustancias o de energía en el medio ambiente puede resultar peligrosa para los animales, para los humanos o para el ecosistema o medio ambiente en general.
    • Las decisiones racionales sobre la adopción o desarrollo de una tecnología dependerá de los intereses y valores de las partes involucradas.
    • Las comunidades tecnológicas deben ser transparentes en cuanto a sus metodologías y procedimientos, lo mismo que en cuanto a las implicaciones o consecuencias de la aplicación de tecnología específica. Se trata, por consiguiente, de otro imperativo ético para estas comunidades.
    • Es frecuente la aparición de los dilemas éticos en el ejercicio de una profesión o en el proceso de toma de decisiones en torno al uso y desarrollo de tecnología. Pero, qué cosa es un dilema ético? Un dilema ético, de acuerdo con el texto de Olivé, es una situación en la cual una persona puede escoger entre por lo menos dos cursos de acción, cada uno de los cuales parece estar bien apoyado por algún estándar de comportamiento (D. Resnik, "The Ethics of Science, An Introduction, 1998).
    • En ciertas circunstancias, tener ciertas creencias con bases razonables, o tener cierto un conocimiento objetivo, implica tener una responsabilidad moral y el deber de elegir entre cursos de acción posibles.
    • En resumidas cuentas, lo único que puede justificar moralmente la existencia y el desarrollo de la tecnología es su contribución al bienestar de los seres humanos, sin producir daños injustificados a los animales, y permitiendo una explotación racional del medio ambiente, así como un aprovechamiento moralmente aceptable de los sistemas sociales.

    Ahora, hagamos demos una rápida mirada al problema del control social de la tecnología y los valores internos del ingeniero. Comencemos diciendo que las decisiones tecnológicas afectan nuestro futuro y determinan nuevos tipos de relaciones dentro de una sociedad. El cambio tecnológico impone nuevas reglas del juego, o para hablar en términos de Thomas Kuhn, diríamos que aparece un nuevo paradigma que trae consigo, nuevos valores.

    El control social es la capacidad de tomar decisiones efectivas sobre el curso del cambio tecnológico, es decir en la transición de un paradigma a otro, o en el desarrollo e introducción de una nueva tecnología en un entorno; decisiones que están sometidas tanto a normas de moralidad como de racionalidad. En ambos casos se aplican valores que serán considerados como legítimos en la medida en que se generen a partir de un proceso de construcción colectiva y debe afectar todas las fases de desarrollo de una tecnología.

    De acuerdo con Fernando Broncazo ("Mundos Artificiales. Filosofía del cambio tecnológico"), hay un imperativo moral en el ejercicio de la profesión por parte del ingeniero, a la hora de desarrollar tecnología. Si consideramos que toda reflexión sobre las relaciones entre tecnología y valores tiene que dar por supuesto que las decisiones tecnológicas, así como los juicios y decisiones científicas, están "cargadas de valores", en este sentido, el imperativo de la tecnología es ‘crear oportunidades’ y en este orden de ideas, este imperativo determina una estructura de valores que esta dirigida a la ampliación de nuestras capacidades y posibilidades y, además, al alejamiento de los peligros o al cierre de las trayectorias peligrosas.

    Así las cosas, la tecnología presupone un conjunto de instituciones en las que se ha desarrollado la tradición normativa de la ampliación del espacio de oportunidades como fin constitutivo, o dicho de otro modo, las tradiciones ingenieriles generan un conjunto de valores internos, entre los que destaca la capacidad de innovación. Dicha tradición de innovación se transmite, según Broncazo, a través de las instituciones de formación, los colegios profesionales y otros medios por los cuales se configura un conjunto de normas que constituyen un punto de referencia para el accionar de los ingenieros. Este conjunto de normas para la acción establecen un elemento de identidad para un colectivo de ingenieros y es así como aparecen como un aspecto constitutivo de dicho colectivo y por el es reconocido no sólo en el ámbito tecnológico sino en el social. Incluso, dicho conjunto de normas orienta el quehacer innovativo y lo explica de una manera tal que no es posible hacerlo a la luz de una perspectiva netamente economicista acerca de la tecnología y el proceso de innovación.

    Ahora bien, para hablar de una ética ingenieril y adentrarnos en la construcción de una guía para la acción, con los códigos de ética, digamos que si bien hay un evidente carácter antropocéntrico en la tecnología, es decir, tiene al hombre como centro y como fin, esto no implica que la técnica concurra necesariamente al bien moral. La tecnología, de por sí, no debe afectar la esencia misma del hombre, aunque pueda servir para elevarlo o pueda ser aplicada para degradarlo, como tantas veces ocurre. Los problemas éticos de la tecnología, es decir de su desarrollo, adopción y uso, tienen que ver con preguntas como las siguientes (Apel , Kart-Otto. "La situación del hombre como problema ético", Anthropos, Barcelona, 1989; y Dou, A. "Aspectos éticos del desarrollo tecnológico", Mensajero, Madrid, 1979): qué clase de ciudadano estamos formando? Esta pregunta es clave porque frente a la tecnología se muestra cada vez mayor sensibilidad moral, asociada con el poder tecnológico para modificar el mundo y la naturaleza humana. Por ello, la pregunta esencial se concreta en otras cuestiones: hasta qué punto la sociedad debe continuar aceptando como norma la total libertad para la investigación científica? Hasta qué punto los científicos y los tecnólogos pueden ser considerados como los principales guardianes del futuro de la humanidad? En qué medida el mundo científico tiene el derecho de fijar su propias metas lejos del control de la sociedad? Por otra parte, ahora que la ciencia requiere de autonomía calificada para el desarrollo, ¿quién debe fijar los límites de su autonomía? ¿Cómo debe controlarse, de manera que no perjudique los intereses más permanentes de la humanidad? Todas estas preguntas deben analizarse desde la perspectiva del científico y del tecnólogo como ciudadano. De ahí la exigencia permanente de que los ingenieros sean primero personas y que su formación ingenieril esté ligada a un conjunto común de valores, con una excelente perspectiva en torno a los problemas éticos alrededor de la tecnología y signado por un accionar con un imperativo moral profundo.

    Para finalizar este apartado, y ya que todo el tiempo hemos estado hablando de valores planteemos, entonces, qué cosa es un valor. Retomemos, para ello, la definición dada por Mario Bunge ("Ëtica, Ciencia y Técnica", Editorial Suramericana, Buenos Aires, 1996).

    1. Hacia un código de ética para ingenieros y la responsabilidad del ingeniero

    Con todo lo dicho hasta el momento, hemos de aceptar que existen valores muy generales que priman sobre casi toda la praxis científica (Echeverría Javier. "Filosofía de la ciencia", Akal, Madrid, 1995), incluida la producción de nuevo conocimiento, tanto a nivel científico como tecnológico. Entre dichos criterios axiológicos, Echeverría destaca los siguientes:

    • Los resultados de la actividad científica deben ser públicos, tarde o temprano, y no sólo privados. En el caso de la tecnología, los efectos potenciales e impactos deber ser también privados.
    • Los resultados de la actividad científica deben ser comunicables y enseñables.
    • El saber científico debe ser accesible a cualquier ser humano, previa educación.
    • La objetividad prima sobre la subjetividad. O si se prefiere, la ciencia debe ser objetiva
    • En la medida de sus posibilidades, los científicos deben tratar de mejorar lo de sus predecesores.

    Puesto que los ingenieros son formados con una fuerte fundamentación científica, estos criterios deben hacer parte también de su formación ingenieril, y permear el quehacer como ingenieros a la hora de desarrollar o usar la tecnología. Por ello es importante distinguir entre reglas y valores. Los valores son una guía para la acción, las reglas permiten comportarse dentro de un paradigma para logar el éxito. Ingenieros matriculados en un mismo conjunto de valores pueden hacer valoraciones (juicios) muy distintas de las que hagan otros ya que la aplicación de esos valores a la hora de enjuiciar o valorar una innovación tecnológica no es determinista, ni individual ni colectivamente. Si se agrega el valor de la utilidad social del conocimiento (o de la tecnología) las decisiones cambian, con lo cual podemos afirmar que las diferentes disciplinas de la ingeniería se caracterizan, entre otras cosas, por conjuntos diferentes de valores compartidos, a la manera de Kuhn.

    La ciencia llega a la gente de la calles, sobre todo, gracias a la tecnología, por lo cual hay un efecto social de los cambios científicos, a través de la secuencia: ciencia, tecnología, vida, sociedad. El ingeniero como hacedor de tecnología, debe tener esto muy claro, ya que a través de la tecnología es juzgada de acuerdo con el beneficio y la escala de valores de cada uno. El ingeniero debe entender que, por lo menos en los países desarrollados, todos están sujetos a la realidad de una sociedad tecnológica que condiciona la vida de la gente en el hogar, en el trabajo, en el ocio y en nuestra economía, necesidades y deseos, que crea nuevas necesidades, genera nuevas interacciones y relaciones y cambia la perspectiva del ser humano, de la vida, del Mundo. Además, la tecnología lleva implícita, consigo, unos riesgos que es necesario considerar, a partir del principio de precaución, en relación con su impacto sobre el medio ambiente, la salud y la cultura.

    Desde la filosofía de la tecnología, la sociología de la tecnología, los estudios de ciencia y tecnología, y los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad deben contemplarse los cambios que la tecnología introduce en la sociedad y en la cultura. Una tecnología tan cambiante también introduce su sello particular en la actual sociedad. La obsolescencia de algunas tecnologías y la oferta continua de novedades de consumo influyen fuertemente en la vida familiar, en los hábitos individuales y colectivos, en los objetos del deseo, en los ideales y en las economías mismas. Reiteramos aquí la necesidad de que los ingenieros operen bajo un conjunto de valores comunes, aceptados por la sociedad, con la ética como principio rector y con moralidad a toda prueba. De ello hablaremos luego.

    La ética ingenieril

    La mayoría de las agremiaciones o asociaciones de profesionales, incluyendo a los ingenieros, enuncian los deberes propios que deben cumplir en el ejercicio de su profesión. Por ejemplo, del código de ética para ingenieros del Nacional Society of Professional Engineers (NSPE), Fundamentals Canons (1987), se desprenden los siguientes:

    • Observar con capital importancia la seguridad, la salud y el bienestar del público en el ejercicio de sus deberes profesionales
    • Prestar servicios sólo en el área de su competencia
    • Emitir juicios públicos únicamente de una manera veraz y objetiva
    • Actuar en asuntos profesionales para cada empleador o cliente como agente o administrador fiel.
    • Evitar actos engañosos en la solicitud de empleo profesional.

    La ética no es un asunto de opinión personal ni un sistema subjetivo de creencias que puede ser descartado como algo sin importancia o más allá de una discusión racional. La ética merece una reflexión racional básicamente por dos razones: primero, las decisiones de tipo ético son, simplemente, imposibles de evitar; segundo, los ideales éticos nos son meramente subjetivos. La necesidad de la ética, y de una reflexión de tipo ético, esta fundamentada en la realidad de que en razón de que como somos seres humanos estamos enfrentados con cursos alternativos de acción, especialmente a la hora de tomar decisiones tanto en el entorno del ejercicio de la profesión, como acto individual, o a la hora de desarrollar tecnología, como acto colectivo.

    En este punto conviene esclarecer un poco la relación, o la diferencia, entre ética y moral, ya que a menudo la gente intercambia indistintamente estos términos, pero hay algunas diferencias sutiles. La palabra ética proviene de la palabra griega ethos, que significa carácter o costumbre. En griego, ethics es precisamente el análisis sistemático de ethoi (el plural de ethos). La ética se refiere a las guías de acción positivas que utilizamos para guiar nuestro comportamiento y, más estrictamente, para el estudio sistemático de aquellas guías de acción o cualquier guía de acción posible. La palabra moral se deriva de las palabras latinas mos y mores (singular y plural), la cual, como en la palabra griega ethos, también se refiere a costumbres sociales o patrones de conducta o comportamiento humano, pero a diferencia del griego, el latín no tiene forma abstracta de mos para indicar su estudio sistemático. Es decir, la ética puede estudiarse como materia, no así la moral. Así las cosas, a diferencia de la ética, la palabra moral permanece más empírica o descriptiva en sus connotaciones, de manera que los términos teoría de la moral y filosofía de la moral sin utilizados cuando deseamos una sinónimo de raíz latina para la ética en su significado más abstracto.

    La ética, por consiguiente, puede indicar las guías positivas para la acción para el comportamiento humano, generalmente adoptadas por una persona o grupo. El grupo puede ser los miembros de una profesión tal como la ingeniería. La moral y la moralidad son sinónimos para la ética en este sentido. La ética también se refiere al examen racional de estas guías de acción positivas para el comportamiento humano. La ética, en este sentido considera que los tipos de guías para la acción son mejores que otros y que las guías para la acción deben ser acogidas por algunos individuos o grupos. De nuevo, el grupo puede ser personas en general o una organización o gremio profesional. La teoría de la moral y la filosofía de la moral son sinónimos para la ética en este sentido.

    Recapitulando, caractericemos brevemente lo que es ética y moral, así:

    • La Moral: es un conjunto de normas que se utilizan para orientar el comportamiento de los integrantes de una sociedad, evolucionan en el tiempo y se diferencian de las de otra sociedad
    • La Ética: se da en la mentalidad de una persona, por iniciativa personal, o influenciado por un colectivo; es un conjunto de normas a saber, principio y razones que una persona, o grupo, ha realizado y establecido como línea directriz de su propia conducta.
    • La ética y la moral confluyen, en lo fundamental, en el hecho de que se trata de normas, percepciones, elementos del deber ser. La primera como adopción de mental para dirigir la conducta del individuo y la segunda como una introyección colectiva, dada por la sociedad que la transmite de una generación a otra.
    • La ética y la moral difieren en varios puntos: la Moral tiene una base social y desde ahí ejerce su influencia sobre los miembros de la misma; la ética como tal surge en la interioridad de una persona, como resultado de reflexión personal y por elección autónoma. Otro es que la moral, como conjunto de normas, actúa sobre la conducta desde afuera o desde el inconsciente; en cambio, la ética influye la conducta del individuo pero desde su misma conciencia y voluntad. Finalmente, en las normas morales impera el aspecto prescriptito, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo, todo lo cual constituye una especie de presión externa, mientras que en las normas éticas es preponderante el calor captado y apreciado internamente por el sujeto. El fundamento de la norma ética es el valor.

    Los códigos de ética de ingenieros y su utilidad.

    Los códigos de ética son formulados a menudo por sociedades de profesionales. Los médicos, abogados e ingenieros tienen ese tipo de códigos. Los códigos profesionales, en la medida en que se esfuerzan en afianzar ideales éticos tales como la honestidad y la lealtad, para ejercitar en la práctica profesional, en esa medida nos puede ayudar a ser moralmente auténticos. Los códigos de ética tienen también otro uso: tienen que ver con el comportamiento responsable en el uso del conocimiento científico y tecnológico en relación con el impacto posible sobre la sociedad. Este aspecto es algo que se debe incorporar en el proceso educativo de la formación del ingeniero.

    Veamos, a manera de ilustración, dos códigos de ética, de asociaciones de profesionales de la ingeniería. El primero es el de la Association for Computing Machinery (ACM), "General Moral Imperatives", extraído de Code of Ethics and Professional Conduct (1992 y dice así:

    Como miembro de ACM, yo…

    1. contribuiré al bienestar de la sociedad y de los seres humanos
    2. evitaré dañar a otros
    3. seré honesto y sincero
    4. seré justo y no realizaré acciones discriminatorias
    5. honraré los derechos de propiedad incluyendo los derechos de autor y las patentes
    6. respetaré la privacidad de los demás
    7. honraré la confidencialidad.

    El segundo código es el del Instituto de Ingenieros Electricistas y Electrónicos de los Estados Unidos (IEEE), que dice así:

    CODIGO DE ETICA DEL IEEE

    Nosotros, los miembros del IEEE (Institute of Electronic and Electrical Engineers) en reconocimiento de la importancia de nuestras tecnologías al afectar la calidad de vida en todas partes del mundo, y en aceptación de una obligación personal para nuestra profesión, sus miembros y las comunidades que servimos, por la presente nos comprometemos a la más alta conducta ética y profesional y acordamos:

    1. aceptar la responsabilidad en la toma de decisiones de ingeniería consistente con la seguridad, la salud y el bienestar del público, y revelar rápidamente los factores que puedan dañar al público o al medio ambiente;
    2. evitar conflictos de interés, reales o percibidos, si es posible, y revelarlos a las partes afectadas cuando existan;
    3. ser honesto y realista al plantear reclamos o estimativos basados en datos disponibles;
    4. rechazar el soborno en todas sus formas;
    5. mejorar el entendimiento de la tecnología, su aplicación apropiada, y sus consecuencias potenciales;
    6. mantener y mejorar nuestra competencia técnica y acometer labores tecnológicas para otros sólo si se está calificado, mediante el entrenamiento o la experiencia, o después de una revelación completa de las limitaciones pertinentes
    7. solicitar, aceptar y ofrecer crítica honesta del trabajo técnico, reconocer y corregir errores, y acreditar apropiadamente las contribuciones de otros;
    8. tratar imparcialmente a todas las personas respecto de factores tales como raza, religión, género, discapacidades, edad o país de origen;
    9. evitar dañar a otros, su propiedad, reputación o empleo mediante acciones falsas o destructivas;
    10. asistir a los colegas y colaboradores en su desarrollo profesional y apoyarlos en el seguimiento de este código de ética.

    Antes de terminar este tópico sobre los códigos es menester mencionar varias cosas, a saber:

    • A la hora de una actuación, en materia de tecnología y/o del ejercicio de la ingeniería, puede presentarse el problema de decidir sobre cual acción es la correcta, entre dos o más posibles cursos de acción. Este es un aspecto importante del comportamiento ético, en especial cuando se trata de enfrentar asuntos nuevos, inciertos o confusos.
    • La aparición de dilemas morales, y éticos, cuando nos encontramos nosotros mismos ente dos situaciones conflictivas o cursos de acción mutuamente excluyentes, y ambos casos parecen éticamente correctos.
    • En el caso de los dos códigos anteriores, aparece la honestidad como uno de los comunes denominadores. Habría que decir con Richard Whately (Apophtehgms, 1854), que la honestidad es la mejor política, pero el que es gobernado únicamente por esa máxima, no es un hombre honesto. Ligada a la honestidad está la honradez, y el mejor campo de aplicación lo encontramos en el tema del respeto a los derechos de propiedad intelectual.
    • Finalmente, uno de los aspectos más relevantes en la promulgación y el cumplimiento de los códigos de ética de los ingenieros tiene que ver con la responsabilidad (social) en el ejercicio de la profesión y en el desarrollo de la tecnología. Cuando pensamos en una persona responsable, pensamos en dicha característica como una virtud. La responsabilidad profesional es, en esencia, la virtud principal de los ingenieros.

    Con lo visto en las líneas anteriores destacamos, entonces, la utilidad y la importancia de los códigos ingenieriles.

    1. Hemos visto cuatro conceptos referidos al desarrollo de una nación y al desarrollo tecnológico, en los procesos de innovación, así como al ejercicio de la profesión de ingeniero: valores, ética, moral y responsabilidad social. Algunos de ellos como el caso de la ética pueden enseñarse, como asignatura, dentro de un proceso de formación; pero los demás hacen parte de la formación pero no de manera teórica, en abstracto, sino en el ejercicio mismo del proceso formativo y, posteriormente, en el ejercicio de la profesión, como guías para la acción generalmente aprendidos a partir del ejemplo, o como conjunto de normas adoptadas por un colectivo de profesionales, en el caso de las agremiaciones de ingeniería, y que son introyectadas de tal manera, mediante códigos, principios o deberes, que su observancia es fundamental para poder hacer parte de dicho colectivo.

      De acuerdo con lo anterior surge, entonces, la necesidad de una educación en valores, partiendo, por supuesto, del valor que tienen la ciencia y la tecnología para la educación de los ciudadanos. De esta manera, se ha pretendido hacer una educación en valores, ligada inherentemente a la educación científico-tecnológica, a partir de lo cual se plantea que la educación en valores no es menos importante para el desarrollo del individuo que la adquisición de saberes y destrezas. De este modo, ciencia, tecnología y valores (saber, hacer y juzgar) son, en consecuencia, elementos básicos de la propia definición de educación en nuestros tiempos, de acuerdo con Mariano Martín Gordillo, Carlos Osorio y José Antonio López Cerezo (La educación en valores a través de CTS, 2000). Para responder a la pregunta: qué es, entonces, la educación en valores, según los mencionados autores, hay que plantearse los siguientes interrogantes: Qué se entiende por educación en valores? No es redundante hablar de educación en valores? Es posible una educación en valores? No consiste siempre la propia educación en la transmisión y desarrollo de determinados valores? Es lo mismo la educación en valores que la educación moral? Hay otros valores además de los morales? Puede convertirse la educación en valores en adoctrinamiento?

      Lo claro es que la educación no puede restringirse, exclusivamente al ámbito de la mera enseñanza, sino que debe trascender este aspecto. En todo caso, la educación en valores no puede limitarse a lo moral; por el contrario, debe incluir otro tipo de valores. Si se pretende una formación integral es necesario trabajar sobre la base de valores éticos, estéticos y morales que correspondan, en lo posible, a la adopción de unos mínimos valorativos, que aunque puedan estar sujetos a controversia, permitan la sana reflexión, la crítica y el abordaje desde el pensamiento autónomo. Una estrategia para la educación en valores, desde estas dimensiones estética, ética y política, es incorporar un curso de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) dentro de los planes de estudio, en los procesos formativos de ingenieros.

      Un buen ejemplo de la importancia de una educación basada en valores, con principios éticos, quizás morales, tiene que ver con el fenómeno de la nueva era y la manera como se ha incorporado en el imaginario colectivo de las masas las pseudociencias relacionadas con el tarot, la lectura del cigarrillo, el tabaco, las manos, el horóscopo, y otros sortilegios propios de la magia, la brujería, la hechicería y otras supercherías, en donde se derrumba el aparato de la ciencia y se da paso a un conjunto de falsas creencias y antivalores, que hacen fácil presa al individuo del control de los magos y hechiceros, apoderándose incluso de su voluntad. Ello sucede, en parte, porque se carece de una mínima fundamentación científica, crítica y racional, y porque quienes se aprovechan de la situación carecen de valores positivos, como guía de acción, y su comportamiento es totalmente antiético. Para analizar rápidamente la situación, planteemos junto con Diego Andrés Roselli y Fernando Guzmán Mora ("Ciencia y Magia", Revista Innovación y Ciencia, 1996) lo siguiente: "Es justo permitir que la gran masa humana prosiga por caminos evidentemente falsos, sólo porque así encontrarán algún [supuesto] consuelo a su dolor? Es ético aceptar que curanderos impostores, brujos con supuestos poderes de sanación, rezanderos estafadores, terapeutas ‘alternativos’ y otros ‘mercaderes de la salud’ amparados en la credulidad de su clientela, sigan usurpando el papel de los médicos? Thomas Hobbes (1588-1679) aseguraba que la ignorancia está a medio camino entre la ciencia y las doctrinas erróneas. Más vale ser ignorante, que educado en principios carentes de verdad, ya que de esta última forma nos estaríamos alejando de la verdadera sabiduría (Leviatán, capítulo 4). Es precisamente lo que está sucediendo: en un claro retroceso cultural, nuestra población está siendo educada en principios erróneos. No podemos resignarnos a contemplarlo impertérritos.

      Por otra parte, debemos plantearnos la necesidad de abordar la educación moral desde una ética de la responsabilidad compartida, de acuerdo con algunos de las reflexiones que sobre el tema hace Alexander Ruíz Silva ("Le educación moral desde una ética de la responsabilidad compartida", Revista Colombia, Ciencia y Tecnología, 2002), dentro del contexto del proyecto de investigación: Análisis desde la ética de la responsabilidad, de los criterios valorativos, éticos, políticos y pedagógicos en los procesos de formación en valores, proyecto realizado conjuntamente con Marieta Quintero y Bibiana Restrepo, con la cofinanciación de COLCIENCIAS, Colombia, en el período 2001-2002. De acuerdo con este trabajo y en lo que hemos hablado de valores, ética, y moral, podemos evidenciar que una norma alcanza reconocimiento y legitimidad en un grupo social en particular, cuando los individuos que componen tal grupo están en disposición de acatarla, respetarla y velar porque los demás miembros del grupo también lo hagan. Ello representa el proceso de validación colectiva y social de la norma, el cual es, además, permanente y continuo. En consecuencia, respetar una norma significa restringir, en sentido negativo, la posibilidad (autonomía o libertad) que tiene el individuo de violarla y, en sentido positivo, reconocer una condición mínima para establecer potenciales acuerdos presentes y futuros. En esto radica el carácter prospectivo (anticipativo) de la educación moral; es decir en la presunción de que existe la posibilidad de construir o reconstruir modos de regulación (léase normas) a partir de los cuales se pase por la mira de la crítica lo establecido socialmente y se emprendan las correspondientes acciones de superación, reparación o corrección, de lo que impide el avance moral de una sociedad.

      Tengamos en cuenta que una norma es aquello que permite establecer la noción de comunidad. De acuerdo con esto, la educación moral se expresa esencialmente en la posibilidad de permitir o propiciar el aprendizaje de valores de tipo moral, susceptibles, además, de ser asumidos al mismo tiempo como obligaciones (o deberes) y derechos.

      Es en este punto en donde una educación fuertemente fundamentada en la ética de la responsabilidad tiene no sólo mucho que decir, sino también, reales posibilidades de desarrollo y concreción en las líneas de acción. En cuanto a esto, algunas concepciones éticas contemporáneas representan una importante alternativa al tratamiento moral de los conflictos, partir del uso de criterios racionales tanto para entenderlo como para una eventual solución de los mismos. La ética de la responsabilidad compartida es, en esencia, una apuesta, una visión prospectiva para la sociedad moderna, pero también constituye un enfoque viable para las instituciones sociales concretas, que como en el caso de la escuela, requieran de una base normativa en la que se reconozca a cada uno de los actores, se respete sus diferencias, se promueva la participación y se creen procedimientos y mecanismos de control.

      Finalmente, siguiendo con los autores del proyecto, digamos que "podemos entender, entonces, que la moral no es sólo un asunto de conciencia, sentimientos, juicios, es también y principalmente un asunto de acciones, de acciones que nos obligan moralmente a la búsqueda permanente de consistencia, principal fundamento de una ética de la responsabilidad ciudadana.

    2. Sobre la educación en valores, la formación ética y la moral
    3. El asunto de los valores, la ética, la moral y el riesgo. La Sociedad del riesgo. El principio de precaución (ver decreto gubernamental)

    Desde que tratamos, primero, el tema de los valores y, luego, el tema de la responsabilidad social en el desarrollo de nuevas tecnologías, se ha mencionado el término riesgo, en general, al cual van ligados, por otra parte, lel concepto amplio de sociedad del riesgo, es decir la sociedad de la era de la tecnología sometida al impacto de las nuevas tecnologías, y el concepto específico de riesgo tecnológico, es decir aquel referido al uso, abuso y mal uso de la tecnología. Dicho de otra manera: el riesgo inherente a la naturaleza misma de la tecnología, y al desarrollo de ella por parte de los ingenieros, debe ser enfocado con criterio de responsabilidad social lo cual nos lleva al tema de los valores, la ética y la moral referidas al desarrollo de la tecnología misma. Hoy, además, por efecto de la globalización hablamos ya no de sociedad del riesgo sino de sociedad del riesgo global.

    Pero, qué cosa es el riesgo? porqué se habla del principio de precaución? Y qué es sociedad del riesgo global?

    La definición oficial del término, a nivel internacional, fue adoptada por Naciones Unidas, en relación con el tema de la evaluación del riesgo en desastres naturales, aunque hoy es mucho más amplio el ámbito de aplicación. De acuerdo con la Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Caso de Desastres (UNDRO) en 1979, dicho término "se refiere a las pérdidas esperadas a causa de una amenaza determinada en un elemento de riesgo [que puede ser una tecnología], durante un período específico en el futuro. Según la manera en que se defina el elemento de riesgo, el riesgo puede medirse según la pérdida económica esperada, ó según el número de vidas perdidas o la extensión del daño físico a la propiedad". En relación al riesgo tecnológico, tendríamos que hablar también de pérdidas a la salud o pérdidas por afectación del cultura en determinada sociedad.

    Desde un punto de vista más social, se entiende el riesgo como "una situación o suceso en el cual se pone en juego algo valioso para los seres humanos (incluyendo a los humanos mismos), y donde el resultado es incierto" (jaeger, Renn, Rosa y Weber. "Risk, Uncertainly and Rational Action", 2001). Según León Olivé, cualquier situación o suceso que constituya un riesgo lo es, pues, en relación con algo valioso para el ser humano. A esta noción de riesgo, siguiendo a Olivé, habría que agregar tres anotaciones:

    • Un riesgo surge a partir de decisiones humanas de actuar y producir algo, o de omitir acciones o dejar que pase algo. "El riesgo presupone una situación donde" está en juego "una elección" (López Cerezo y Luján).
    • Si se trata de daños que son el resultado de decisiones humanas, o por lo menos cuya ocurrencia ha sido posible por la participación de decisiones humanas, todo riesgo lleva a la imputabilidad de alguna responsabilidad.
    • El tercer elemento tiene que ver con la justicia social, pues en las sociedades contemporáneas "los conflictos sociales sobre riesgos pueden entenderse, por lo menos en parte, como conflictos respecto a la compensación por los riesgos, lo cual necesariamente entraña también conflictos sobre el reparto de bienes" (López Cerezo y Luján)

    Por otra parte, hoy, en la era de la información y la sociedad del conocimiento, que algunos denominan también la era de la tecnología o era digital, es necesario considerar el riesgo tecnológico, aquél producto del mal uso o abuso de la tecnología, por desconocimiento, por falta de capacitación, por omisiones, por falta de capacitación o por ausencia de medidas de prevención y control frente a riesgos reales inherentes a la naturaleza o complejidad de la tecnología misma.

    En cuanto al principio de precaución, en su acepción más básica, podemos decir que "es el principio que establece que se tomen medidas preventivas cuando existan bases razonables para creer que la introducción de sustancias o de energía en el medio ambiente pueda resultar peligrosa para animales, para humanos o para el ecosistema en general, aunque no se tenga evidencia contundente de que existen relaciones causales entre la presencia de esas sustancias y los daños". El principio de precaución surge, como punto de partida, en referencia a potenciales amenazas directas o evidentes de la tecnología sobre la salud, la vida y el medio ambiente, pero también a las no evidentes, producto de la incertidumbre o la inexistencia de datos concretos en torno a su real amenaza. Pero hoy en día, es necesario extenderlo a otros ámbitos, incluyendo la precaución de la tecnología por la tecnología, especialmente al cultural por los nuevos que entraña la tecnología para la sociedad, para las relaciones entre la gente, por el control político, económico, entre otros.

    Ahora bien, puesto que los conceptos de riesgo y sociedad global del riesgo son algo ambivalentes, ellos supone, en palabras de Ulrico Beck ("Retorno a la teoría de la ‘sociedad del riesgo’; 2000) que anulan distinciones y conectan antítesis. En síntesis, de acuerdo con Beck, el concepto de (sociedad del) riesgo (global) significa:

    • Ni destrucción ni confianza/seguridad, más bien virtualidad real
    • Un futuro amenazante,, (incluso) en lugar de contradictorio con los hechos reales, se convierte en el criterio para decidir las acciones presentes.
    • Tanto los juicios de valor como los juicios de hecho, se combinan en una moralidad matematizada.
    • El control y la falta de control expresadas como incertidumbre manufacturada
    • El conocimiento y la inconsciencia entendida en conflictos de (re)cognición
    • Simultáneamente, global y local reconstituidos como la "glocalidad" de los riesgos.
    • La distinción entre conocimiento, impacto latente y consecuencias sintomáticas
    • Un mundo híbrido hecho por el hombre que perdido el dualismo entre naturaleza y cultura.

    Para concluir este apartado digamos lo siguiente: a pesar de los grandes avances en el desarrollo tecnológico, es necesario aspirar que la tecnología, sopesando adecuadamente el riesgo sobre la sociedad, coadyuve a resolver algunos de los grandes males que asolan a la humanidad, como la pobreza, el hambre y las guerras, entre otros. No obstante, estos grandes males escapan a la esfera netamente científico-tecnológica y se constituyen en un problema político en un problema de decisión política con tremendas implicaciones de tipo moral y ético.

    El principio de precaución, referido no solo a tecnología, sino a la toma de decisiones en cualquier ámbito de la sociedad, debe considerarse desde un marco estructurado para el análisis de cualquier tipo de riesgo, comprendiendo tres elementos esenciales, que son de capital importancia en cuanto a lo tecnológico: estimación del riesgo , gestión del riesgo y comunicación del riesgo. El principio de precaución es especialmente relevante en la gestión del riesgo. En todo caso dicho principio no debe ser confundido con el elemento de precaución o prevención que los ingenieros aplican en su estimación de información científica y tecnológica.

    Finalmente, digamos que aunque el principio de precaución es definido explícitamente en referencia a riesgos para la vida, la salud y el medio ambiente, su espectro es mucho más amplio y cubre también aquellas circunstancias específicas en donde la evidencia científica es insuficiente, inconclusa o incierta y hay indicaciones más o menos claras, mediante evaluación científica o tecnológica objetiva preliminar, de que son bases razonables para reconocer que los efectos o impactos potencialmente dañinos sobre el ambiente o sobre la salud y la vida de plantas, animales y seres humanos, pueden ser inconsistentes con el nivel de protección escogido. Esto tiene que ver, entonces, con la condición de que el ingeniero actúe con alta responsabilidad social y con un sentido ético del manejo o desarrollo de la tecnología cuando el riesgo se refiere a ella.

    1. A manera de conclusión

    No hay duda de que la actitud y la cultura (de la innovación) son los dos elementos claves que caracterizan a las sociedades con altos niveles de desarrollo tecnológico, económico y social. Adicionalmente, los habitantes de esas naciones comparten un conjunto de creencias y valores comunes que marcan la diferencia con los de otras naciones.

    La nueva economía ha dado lugar a unos valores paradigmáticos que salen a relucir especialmente en el mundo de los negocios y de las relaciones comerciales. De igual manera, a la tecnología también se le atribuyen ciertos valores, que se evidencian mediante los juicios de valor que emite un cliente o la persona que va a adquirir o a usar la tecnología.

    El ejercicio de la profesión de ingeniero, y la formación para llegar a él, implica la necesidad de asumir una responsabilidad social en el uso de la ciencia y la tecnología, especialmente en el desarrollo de esta última. Cuando los profesionales de las distintas disciplinas de la ingeniería se agremian en sociedades o asociaciones, entran a compartir un mismo conjunto de valores y se adhieren a las mismas bases normativas, las cuales por lo general se plasman en códigos de ética ingenieriles que se constituyen en guías para la acción en el ejercicio de la profesión o en el desarrollo de una tecnología.

    En general, se hace necesario que la formación de ingeniero no se limite simplemente al desarrollo de unas competencias en el saber y en el saber hacer en el campo de intervención, o a la acumulación o aprehensión de conocimientos e información, sino que también debe centrarse en las competencias en el ser, con una sólida educación en valores y una formación ética y moral acorde con las necesidades de utilizar la tecnología en beneficio de la sociedad. Esto le daría el carácter de integral a la formación tecnológica.

    Finalmente, se debe invocar siempre el principio de precaución cuando subsista una mínima probabilidad de riesgo en el desarrollo y utilización de determinada tecnología, para una comunidad específica o para la sociedad en general, y hasta que las evaluaciones científico-tecnológicas determinen la inocuidad de la misma. En todo caso, este debe ser un principio rector permanente en la búsqueda incesante de los límites y las fronteras en la era de la alta tecnología.

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    Por

    Nelson Rúa Ceballos

    Instituto Tecnológico Metropolitano-Medellín