Postmodernidad, Jomtien – Dakar y calidad de la educación – Chile
Enviado por Patricio Eduardo Casanueva Sáez
- Introducción
- Postmodernidad, Jomtien – Dakar y calidad de la educación
- Conclusiones
- Referencias
- Anexo
Introducción
El primer objetivo de este ensayo es describir desde una reflexión crítico-filosófica algunos antecedentes propios a la modernidad y su contrapartida la época postmoderna para sentar bases de comparación con lo que ocurre en la sociedad y, en lo específico, en la escuela. El segundo objetivo -conscientes que vivimos una época de transformaciones aún no acabadas- procura delimitar brevemente en el escenario internacional el papel de la educación y de los sistemas educativos, para que desde estas bases programáticas se proceda a diseñar las políticas educacionales correspondientes en los países de la región andina, en especial, Chile. El tercer objetivo es mostrar los ejes por los que ha transitado la reforma educacional chilena. El cuarto y último objetivo pretende mostrar como las políticas públicas educacionales en sus niveles de concreción desembocan en la Gestión Educativa, la Gestión Escolar y Gestión Pedagógica.
Como marco general de referencia diremos que la era que estamos viviendo, desde una mirada filosófica, se le ha llamado postmodernidad[1]un más allá de lo moderno, una tendencia reflexiva crítica al desarrollo de la globalización que ya está plasmada, y que envuelve una serie de modificaciones económicas, políticas y culturales para las diferentes sociedades del planeta, lo que a su vez ha llevado a replantear el papel de lo establecido, como son las estructuras organizativas, las interacciones sociales, los procesos de producción de bienes y servicios y por supuesto, la educación.
Como marco particular se ha escogido con relevancia central el tema del liderazgo directivo que es avalado por la literatura atingente al ámbito de las tendencias internacionales en educación, pues, sin la presencia de un liderazgo directivo la gestión escolar tiende a desvanecerse, luego, para el éxito de la tarea, se requiere empoderar al directivo en las condiciones y competencias personales para el liderazgo directivo y dotarlo de las herramientas que le permitan tener un dominio fluido de, a lo menos, uno o dos modelos de comunicación estratégica.
También nos referiremos a dos ámbitos que dan cuenta del proceso educativo en su nivel micro, ellos son el de gestión escolar y el de condiciones y competencias personales para el liderazgo directivo. Se optó por el de gestión escolar porque su intencionalidad apunta al núcleo de hacer de la escuela, esto es, desarrollar aprendizajes en los estudiantes, y en particular, la gestión implica coordinar un proyecto de mejora cualitativa y cuantitativa respecto de la tarea docente básica de hacer aprender a todos los discentes, sin desconocer que en este proceso están en juego las condiciones y competencias personales del líder.
Asimismo puntualizaremos el tema tendencias internacionales en educación y su relación con el liderazgo escolar, relación que cobra sentido en tanto es posible mostrar con claridad que los modelos de calidad y las políticas públicas que se han diseñado al respecto apuntan a mejorar sustancialmente los aprendizajes de los alumnos y alumnas, sobrepasando las dificultades y limitaciones que están presente en sus diferentes grados de concreción, el liderazgo se valida desde la premisa que sostiene que un liderazgo directivo es la segunda causa más importante en la mejora de la eficacia y efectividad de la escuela.
El ámbito de las condiciones y competencias personales para el liderazgo directivo entendemos que clarifica nítidamente el ciclo de gestión y liderazgo de un equipo efectivo, esto debido a que articula en forma coherente con la coordinación de un proyecto de mejora y, a su vez, con la instalación, mantención y desarrollo permanente e incremental de un modelo de calidad escolar. La conexión de este ámbito con la comunicación estratégica y el liderazgo pasa por comprender e internalizar que lo estratégico estriba en lograr ensamblar en forma congruente tres niveles de gestión, el de autoliderazgo, el de personas y el del negocio, que en este caso llamamos genéricamente escuela.
Lo expresado hasta aquí prefigura la estructura general de este escrito, en el desarrollo de los temas se introducirán interrogantes que dirán expresa relación con el caso educativo chileno, algunas de estas interrogantes cobran sentido en la escuela-caso, otras son generales ya que sólo se tuvo conexión y presencia directa con la escuela en la etapa del dimensionamiento[2]
Postmodernidad, Jomtien – Dakar y calidad de la educación
Situaremos como contexto global y marco de referencia filosófico en el que se dan estas tendencias educacionales el periodo histórico llamado postmodernidad caracterizado por un conjunto de fenómenos e ideas que prorrumpen a partir de la finalización de la segunda guerra mundial, configurando en forma determinante el mundo desde finales del siglo XX e inicio del siglo XXI, ahora bien, lo que constituye la postmodernidad en su primera fase, son críticas, cuestionamientos, revisiones y retos a la lógica en la que los valores de la época moderna estuvieron fundamentados y operando.
La aparición del espíritu postmodernista se encuentra aunada a la cultura del capitalismo multinacional, abstracto, transferible, instalable, al que se unen la historia y la subjetividad. El desarrollo capitalista -visto como una revolución permanente- desarregla la continuidad histórica y sólo va dejando fragmentos que son usados por los pensadores postmodernos. Es una contra reforma que se lanza contra la reforma inacabada de la modernidad[3]y contra las actuales reformas incompletas en lo político, en lo social, en lo económico etc., en relación a nuestro país y la reforma educacional dejamos establecidas las siguientes interrogantes ¿En nuestro sistema político-educativo tenemos instalada la cultura evaluativa de las políticas públicas educacionales implementadas en los últimos veinte años? ¿Existen criterios de continuidad a largo plazo de las políticas implementadas en la clase política chilena? ¿Estarán orientados estos criterios en la dirección correcta?
La contradicción fundada en la suposición de que el mundo exhibe un orden lineal, una secuencia histórica y una transparencia moral, hizo estallar las premisas del antiguo complejo cultural: se rechaza la continuidad histórica porque ésta fue fracturada por las guerras mundiales, el reclamo exacerbado de los derechos por sobre los deberes, las drogas, las tribus urbanas, las revueltas juveniles, los movimientos feministas, los movimientos ecologistas, la depredación de los recursos marinos y arbóreos, los movimientos de sexualidades alternativas, las guerras regionales, los reclamos de las diferentes etnias, el creciente aumento de la delincuencia, la pérdida de fe en la ciencia y en el estado. ¿Vemos hoy en la escuela, tanto en docentes como en estudiantes y sus familias, algunos modelos de pensamiento y conductas que den consistencia y realidad a lo recién expresado? En este escenario ¿Sería pertinente mirar con lentes de oportunidad la presencia ideológica y práctica de estas líneas de pensamiento en pro de la mejora de la educación?
La cultura, hasta nuestros días, aún no ha encontrado un lenguaje para articular las nuevas interpretaciones con las que tratamos de convivir -a costa de inseguridad e incertidumbre- porque además vivimos diariamente en un bosque de imágenes publicitarias y propagandísticas producidas en masa y en forma continua y muchas de ellas son seductoramente vacías, así entonces, en este sentido la postmodernidad tiende al vacío, a esa soportable levedad del ser, porque quiere tener un espacio cómodo, una zona de confort light, que al mismo tiempo le sirva de soporte y legitimidad social, pues de antemano se sabe que la industria cultural adoptará cualquier bien cultural en aras del crecimiento del mercado. ¿La institución educativa debe estar ofreciendo en forma estricta un modelo de escuela anti light y anti postmodernidad? ¿Cómo superar el copy/paste irreflexivo, no razonado y no inferencial? ¿Será preciso insistir en la instalación de las habilidades reflexivas, de razonamiento lógico y de procesos mentales inferenciales? ¿Podría la escuela en su praxis cotidiana llegar a sucumbir a la presión light? ¿Correspondería pensar en nuevas estrategias de acercamiento curricular con foco en la mejora escolar?
En esta contingencia podemos decir que la cotidianeidad vivencial de la postmodernidad se acentúa como producto en los jóvenes urbanos nacidos desde los años 90 en adelante, y la experiencia de esta generación tiene -entre otras- como características genéricas: el desganado compromiso político del cual sospechan, que además les crea problemas y que no los impulsa a actuar con responsabilidad social, el que no tengan memoria anterior a la televisión, el cambiar la vida en los barrios por la de los centros comerciales o Mall , la costumbre a los cortes rápidos en las imágenes, a las discontinuidades de la lógica narrativa, a la atención interrumpida y a una cultura que desdeñan porque es complaciente y no los representa, su estructura de sentimiento es mayoritariamente la indiferencia, la asociación de pasión y política les fastidia y están decepcionados de la autoridad por los numerosos escándalos políticos, la corrupción y la falta de sentido social. En este respecto cabría preguntarse ¿las conductas de los alumnos, los docentes y la escuela en su conjunto, responden en parte a lo que anteriormente hemos descrito? ¿El mejoramiento escolar debiera llevar a la comunidad educativa a reflexionar y dar tribuna analítica a estos indicadores?
La actitud y posición filosófica de la postmodernidad conduce progresivamente a un relativismo epistemológico que servirá de sustento legitimador a la explosión de subjetividades que caracteriza el periodo histórico marcado por el fin de la guerra fría y la expansión creciente de Internet hasta nuestros días, periodo determinado por la multiplicación de agentes, subjetividades y discursos; junto al derribamiento del muro de Berlín termina por derrumbarse parte importante del metarrelato decimonónico de la construcción de una sociedad sin clases, finaliza la cold war y aparecen neo fenómenos como el swarming[4]o la netwar[5]con la globalización la relación empresa – consumidores se transforma y desvanece, cambiando la naturaleza de las instituciones articuladas por el mercado, entrando en una "sociedad caracterizada por un modo de ser comunicacional que atraviesa todas las actividades (industria, entretenimiento, educación, organización, servicios, comercio, etc.) (Crovi, 2002)"[6].
El desarrollo cibernético implica la evolución de las topologías de red subyacentes[7]evolucionan desde un modelo descentralizado, esto es, se pasa de pocas identidades gestionadas y controladas desde los nodos de poder a un modelo distribuido. Esta multiplicación de nodos y voces y la aparición de la blogósfera, entendido como el espacio informativo generado por el conjunto herramientas electrónicas de edición y publicación personal, darán la base material del estallido de diversidad e identidades característico de la época. "La productividad, competitividad, eficiencia, comunicación y poder en las sociedades se constituye en buena medida a partir de la capacidad tecnológica de procesar información y generar conocimiento. (Castells, 2005)"[8]. ¿No será tiempo de hacer a nivel de educación municipal un uso intensivo y extensivo de la construcción de redes de blogs?
En la esfera académica está el consenso que vivimos una época de transformaciones de dimensiones aun no previstas que vislumbran el inicio de una nueva época y resulta vital delimitar la actual situación y sus configuraciones futuras, con miras a entender el papel de la educación y de los sistemas educativos, ante los cambios que se experimentan siendo los más relevantes "a) el que se refiere a la velocidad con la que se suceden los cambios, un dinamismo que abarca lo social, lo científico-tecnológico, lo económico, y a sus relaciones; b) la globalización de las actividades económicas y la feroz competencia que esto desata entre las naciones para obtener más mercados; c) la complejidad de los contextos en los que se desenvuelven las personas, como en los que se desarrollan las organizaciones tanto públicas como privadas; d) el particular y creciente papel que adquiere el conocimiento y la información -con mayor base científica- en términos de la producción, el crecimiento económico, y la generación de bienestar social; e) la heterogeneidad que produce este modelo a puntualizar; siendo a la vez, un elemento que limita las posibilidades de desarrollo con equidad"(Pozner, 2003)[9].
En síntesis, este contexto internacional nos muestra una crisis y revisión de los relatos totales y otros referentes de identidad cultural, social e individual, la descripción de nuestra sociedad como informatizada con híper desarrollo de las TIC"S, la globalización y la hegemonía de la economía de mercado, el debilitamiento de la cohesión social, el déficit de institucionalidad, la crisis de legitimidad del mercado y nuevas demandas que desde los diversos actores sociales se le hacen al Estado.
Frente a esto nos queda pensar y actuar en referencia desde y en una escuela que vive en forma permanente el transito cultural de modernidad a postmodernidad[10]
Este panorama no deja de tener consecuencias en educación como, por ejemplo, la necesidad de nuevos diagnósticos intra y extra sistema educacional que deben condecirse con las demandas sociales que se le hacen al sistema educativo, que a su vez debe soportar y superar "el debilitamiento de la influencia familiar y de la escuela: menos capaces de transformar los valores en normas y las normas en personalidades individuales; los sujetos se construyen por sus experiencias individuales (Dubet y Martuccelli, 2000)"[11].
Conforme al modelo educativo de cohesión social que emergía desde el espíritu moderno este se basaba en que aquellos principios y valores que se enseñaban en la familia eran reforzados en la escuela y a su vez reinstalados por la iglesia, existía una cohesionada ligazón entre la vida teórica y la vida práctica y en esa coherencia radicaba tanto el ethos individual como el ethos social, esto es, un tipo de legalidad y justicia política individual y social, hoy las enseñanzas de esas tres instituciones están descoordinadas y descentradas en sus focos, no están legitimadas, en su mayoría las escuelas municipales con alta vulnerabilidad son un nítido ejemplo de ello, disminuye la presencia de la familia, se minimiza la importancia de los valores, y como complemento, los modelos y estrategias educativas buscan trabajosamente minimizar la brecha entre lo enseñado y lo aprendido, no sin una cuota de tensión y stress, por tanto, en esta cultura moderna-postmoderna ocurre que "sustituida la legitimidad política por la legitimidad del mercado, la incapacidad de redistribuir y hacer participar mediante el mercado, conduce a una crisis general de legitimidad (Castells, 2005)"[12] A partir de aquí, las nuevas demandas a la educación se condensan en: producción de recursos humanos, construcción de ciudadanos y desarrollo de sujetos autónomos. "La eficiencia de los sistemas educativos comenzó a decaer cuando cambió el paradigma de la sociedad y ésta tuvo nuevas exigencias. Esa pérdida de eficacia entra en el tema de la calidad de la educación, en torno al cual recientes investigaciones muestran que hay, en las sociedades más desarrolladas, nuevas formas de iletrismo y manejo insuficiente de los códigos básicos de habilidades y capacidades de comprensión de jóvenes que han pasado doce o más años por la escuela; una notable falta de preparación para acceder al mercado del trabajo y falta de respuesta a sus demandas; y una inversión de la capacidad integradora de los sistemas educacionales que presentan una tendencia cada vez más segmentadora que reproduce y aumenta las desigualdades."[13]
Los sistemas educativos contemporáneos -incluido Chile- se encuentran ante el desafío anti light de desarrollar capacidades y competencias que le posibiliten ofrecer a la sociedad y a las personas una propuesta de formación significativa y apropiada para enfrentar las demandas actuales y futuras a las que se están viendo sometidos como resultado de profundas transformaciones económicas, tecnológicas, sociales, culturales, políticas e ideológicas.
Ya no es desconocido que en los países desarrollados, la prioridad política es el aprendizaje, por tanto, para responder a los objetivos de lograr una mayor competitividad y ciudadanía, la educación requiere aun continuar satisfaciendo las siguientes tres condiciones básicas: a) estrechar aún más la relación con las nuevas tecnologías, b) tener una sensibilidad finísima con las transformaciones productivas en curso, c) proceder a un abordaje simultáneo de los objetivos todavía vigentes de modernidad y ciudadanía unido a un alto nivel de consenso político por medio de pactos educativos.
En estos dos últimos puntos aparte cobran especial relevancia las condiciones y competencias personales del líder para asumir el desafío y mover la escuela hacia la mejora cualitativa conforme a las condiciones señaladas.
Sostiene Pedró que "la medida de la calidad del sistema educativo y de las políticas que se aplican establecen la calidad de los aprendizajes de los alumnos y, en última instancia, las competencias adquiridas por el conjunto de la población y el grado de equidad con que se encuentran repartidas"[14]. ¿Es la forma más correcta el modo como estamos midiendo la calidad educacional sistema / aprendizaje en Chile? ¿Estaremos ad portas de volver a repensar las políticas educacionales conforme a las demandas insatisfechas de un sector importante de los actores? ¿Tenemos instalada una formación curricular que instale competencias en forma equitativa en la población?
Las tendencias de análisis de los sistemas educativos pasan por la correlación de "tres conjuntos de binomios,: evaluación y autonomía de los centros; evaluación y personalización del aprendizaje; y evaluación y apoyo docentes. Cada uno de estos binomios cuenta con un protagonista y una estrategia propios: alumno-personalización; docente-apoyo; centro-autonomía"[15] El concepto clave salta a la vista evaluación, indicador básico de calidad sí y solo sí va unido a un monitoreo periódico para recoger datos, a un trabajo de mesa para transformarlos en información y a reuniones de análisis para obtener conocimiento, todo lo anterior unido a la práctica ética de respeto irrestricto a los principios concordados. Lo recién enunciado nos conecta con un proyecto de mejora continua en calidad y cantidad, es aquí donde el líder entra en escena y asume la conducción de los procesos curriculares, de convivencia, de gestión de recursos y el propio autoliderazgo, elementos comprendidos y manejados para la obtención de resultados conforme a metas.
Desde otra mirada, los foros internacionales sobre educación[16]Jomtien, (Tailandia) Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, agenda para el decenio 1990-2000[17]y Dakar, (Senegal), Foro Mundial sobre Educación, agenda para el periodo 2000-2015[18]constituyen el referente que inspira y delimita la construcción de las políticas públicas en educación en su apuesta por generar planes nacionales de educación para los países de América Latina y el Caribe. Así entonces, las respuestas de la comunidad internacional respecto de los problemas educativos permiten establecer, desde el campo de la educación nuevas bases para la superación de las desigualdades y generar nuevas posibilidades para erradicar la pobreza. El concepto de educación que subyace hoy en día a las propuestas de mejora de la calidad y equidad del sistema enfatizan el desarrollo y fortalecimiento de la educación básica, el cuidado y desarrollo del niño en la primera infancia y el aprendizaje durante la adolescencia y la edad adulta. Chile no está exento de dar cumplimiento a estos acuerdos internacionales en la generación de sus políticas públicas educacionales[19]
Enmarcar los fenómenos educacionales de fines del siglo XX y comienzos del XXI desde los foros internacionales sobre educación nos lleva al escenario de los procesos de reformas educacionales en América Latina[20]específicamente Chile.
El retorno a la democracia en 1990 marcó un límite en el eje orientador de las políticas educacionales, pasando desde el foco en la expansión de la cobertura al foco en la calidad y equidad de la educación. Este cambio de primacías tuvo su punto más alto en la Reforma Educacional[21]iniciada en 1996, marcada por la JEC, el cambio curricular, la aparición del SNED y programas de apoyo a las escuelas tal como fue el P-900. (Cox, 2003).
Aunque la implementación de esta reforma se encontraba a medio camino en 2000, el saber de los resultados insatisfactorios del SIMCE de 1999 y de la prueba internacional TIMSS del mismo año, instauró un período de grandes cuestionamientos de la reforma por parte de los líderes de opinión, los medios de comunicación y la dirigencia política. Esta crítica se agudizó luego cuando los resultados de la prueba PISA del 2000, mostraron que prácticamente la mitad de los estudiantes chilenos de 15 años se encontraba por debajo o en el nivel 1 de dominio lector, lo que equivalía a que los alumnos poseían serias dificultades para utilizar la lectura como un instrumento para avanzar y ampliar sus conocimientos y destrezas en otras áreas; mientras que sólo un 1% se ubicaba en el nivel 5, nivel en que los alumnos podrían manejar información presentada en textos con los que no están familiarizados, comprender textos complejos, evaluar críticamente y establecer hipótesis (Unesco, 2000).
A partir de aquí se implementaron diversas políticas educacionales que en los resultados PISA 2009 muestran un avance en lectura de 40 puntos[22]
En otra vertiente, el proceso señalado corrió en paralelo a una creciente pérdida de importancia de la educación pública, articulada con una disminución sistemática de la matrícula de los establecimientos municipales, con el consecuente aumento de la matrícula en el sector particular subvencionado, y un aumento explosivo de la matrícula de las instituciones privadas de educación terciaria.
Viviéndose este momento histórico, un movimiento social entró en escena y cambió radicalmente el escenario de la discusión pública y las políticas en el campo de la educación: la "revolución pingüina" de los estudiantes secundarios en 2006. Este movimiento tuvo, por sobre otras, tres consecuencias importantes: a) radicalizó y generalizó la crítica y la disconformidad no sólo con las políticas educacionales, sino con el estado del sistema escolar; b) reposicionó la educación como prioridad en la discusión pública y en la agenda gubernamental; y c) abrió un espacio para la modificación institucional del sector educacional en dimensiones clausuradas por la dinámica de la elite política.
La "revolución pingüina" dio pasos para que se avanzara desde el 2006 en adelante en los siguientes aspectos: Promulgación de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP); la Ley General de Educación (LGE) reemplaza a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, LOCE; se proyectó asimismo la creación de una Superintendencia de Educación, hoy en plena actividad. Llegado el año 2010 como hitos destacados tenemos la promulgación de la Ley de Aseguramiento de la Calidad que de paso modifica la Ley SEP; entra en escena la nueva forma de concursabilidad de Profesores y Directores, estos últimos por medio de Alta Dirección Pública; los alumnos de las Universidades en el campo de la pedagogía deberán rendir una prueba de competencias INICIA de carácter obligatorio; se instala un sistema de becas que apuntan a fortalecer la vocación de profesor; está en la agenda política la flexibilización del Estatuto Docente; y también mejorar las rentas de los Profesores y Directores por medio de nuevos y mejores incentivos.
El nuevo Sistema de Aseguramiento de la Calidad establece una separación de funciones entre estas tres instituciones. El MINEDUC tendrá a cargo la elaboración de la política y apoyo técnico-pedagógico a los establecimientos educacionales, la Agencia de Calidad de la Educación deberá evaluar la calidad del sistema escolar, en base a estándares y otros indicadores de calidad educativa. Por su parte, la Superintendencia deberá fiscalizar que los sostenedores de establecimientos educacionales reconocidos por el Estado se ajusten a la normativa educacional leyes, reglamentos e instrucciones que dicte la Superintendencia, incluyendo la legalidad del uso de los recursos por parte de los sostenedores de establecimientos subvencionados y que reciban aporte estatal. (Bellei, 2011).
A este reto de definir la calidad de la educación han aportado diferentes autores y reuniones a nivel mundial. Es así como en 1984 las autoridades norteamericanas y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, organizaron una reunión internacional con todos los Ministros de Educación de los países miembros. En dicha reunión se acordó que la "calidad de la educación" sería una prioridad estratégica para los países. Entre 1985 -1990 se realizan una serie de reuniones internacionales orientadas a vincular la calidad con distintos componentes de la educación, llegándose a configurar el siguiente cuadro de calidades: Calidad y Currículo, Calidad y Dirección Escolar, Calidad y Docentes, Calidad y Evaluación y Escuelas y Calidad de la Enseñanza.
Después de varios encuentros internacionales, y cuando ya eran de conocimiento público los principales modelos de Gestión de la Calidad, la OCDE en 1995 define la "educación de calidad" como aquella que "asegura a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes necesarias para equipararles para la vida adulta". (Vega, 2008)
De la definición precedente se desprende que el trabajo de la escuela es certificar de manera irrefutable que los alumnos adquirieron no solo conocimientos y saberes sino también habilidades, destrezas y capacidades unidas a las actitudes y/o predisposiciones valóricas que le dan autenticidad como persona, esto es, durante su permanencia escolar lograron competencias que favorecen un desempeño eficiente y efectivo, y en tanto persona, advenir como un ser humano que en su actuar refleja de modo permanente la inmanencia de los valores.
Una primera aproximación a la calidad de la educación ha consistido en concebirla como eficacia o, dicho de otro modo, como el grado de cumplimiento efectivo de los objetivos educativos propuestos. Dichos objetivos han sido habitualmente concebidos en términos de resultados o logros instructivos de los estudiantes y valorados a través de pruebas estandarizadas o de las calificaciones otorgadas por los profesores.
Una segunda aproximación consiste en considerar la calidad de la educación en su vertiente de eficiencia, esto es, el grado de adecuación entre los logros obtenidos y los recursos utilizados. Suele ser un enfoque complementario del anterior, aunque haya surgido posteriormente a aquél y suponga su implícita aceptación. Aunque muchas veces se haya reprochado a esta aproximación su inspiración eminentemente economicista, hay que recordar que el término recursos hace referencia a elementos personales y organizativos y no simplemente materiales o económicos y que la relación entre aquéllos y los resultados no tiene por qué hacerse puramente en términos de costo-beneficio.
Una tercera aproximación a la calidad de la educación consiste en subrayar su vertiente de satisfacción de necesidades y expectativas. La aparición y posterior extensión de este enfoque se debe a diversos motivos, entre los que sobresale la insatisfacción producida por las reducciones que las dos concepciones anteriores introducen en el análisis de los fenómenos educativos. (Tiana, 1998)
No obstante lo anterior, en la perspectiva escolar el concepto de calidad es relativo y multidimensional, pues va a estar íntimamente unido a un conjunto de dimensiones o atributos tales como los estándares de excelencia, los criterios de flexibilidad en la organización, los resultados y logro de objetivos, la imagen de marca que se construye la institución escolar, la lógica del ordenamiento interno de sus procesos, la satisfacción de los clientes internos y externos, de los usuarios en general, la capacidad de innovación, la motivación al logro y muchas otras más perfilan la polisemia del concepto para hacer concreta su definición.
En otra lectura, la calidad es un resultado sistémico que incluye niveles macro políticos como la determinación de políticas educacionales que enunciábamos al inicio, políticas que se enmarcan en la visión del desarrollo país y que en su nivel meso confluyen en el sistema escolar y en la estructura y gobernabilidad de este, concretándose en acciones en el nivel micro, esto es en la escuela cuya finalidad – en la totalidad de sus procesos – es hacer que los estudiantes logren aprendizajes, es decir, incrementen su capital cultural y humano en beneficio, en último término, del capital cultural del país.
Otra mirada referida a la calidad de la educación toma en cuenta, una serie de aportes facilitadores para la construcción de la misma, primero las características de los alumnos, aptitud, perseverancia, disposición para la escolarización, etc., segundo y a un mismo nivel, la enseñanza y el aprendizaje, tiempo de aprendizaje, métodos pedagógicos, evaluación, incentivos, tamaño de las clases, etc., y tercero los resultados expresados tanto en competencias en lectura, escritura, matemática y aptitudes prácticas para la vida cotidiana como en competencias creativas, valóricas y afectivas, esta perspectiva considera que los tres aportes facilitadores deben necesariamente tomar en cuenta los contextos en que se dan cada una de ellas.
De todo lo anterior podemos concluir que la realización de una política educativa supone información, análisis y posterior toma de posición en dos grandes ámbitos: uno está dado por la relación entre educación y contexto social en donde se entrecruzan dialécticamente permanencia y cambio, es la discusión sobre los fines que debe cumplir la educación y, por ende, los fines de la reforma en su etapa actual, el otro es el de la implementación[23]y tiene que ver con la selección y desarrollo de estrategias para pasar de la realidad actual a la realización de las nuevas metas que la educación se da hoy para resolver los desafíos y demandas del contexto[24]
Caracterizando en forma general el escenario educacional de nuestro país diremos: Es un escenario que responde a la presencia del mercado en el sistema escolar, lo que en su relación con las actitudes, expectativas y apoyo político de los actores se expresan en la reducción de la confianza en el valor público de la educación con la instalación de la cultura de competencia entre escuelas. En lo atingente a las metas y funciones encontramos descriptivamente en el sistema escolar indicadores de eficiencia, equidad y calidad como criterios normativos producto de la puesta en marcha de modelos de calidad de la gestión escolar. Estamos en presencia de un debilitamiento de las estructuras curriculares establecidas producto de cambios que no tienen la evaluación de impacto correspondiente. El énfasis está puesto en los conocimientos y en las habilidades, existiendo homogeneidad entre los grupos de clase y límites a la permanencia en la escuela.
Respecto de las organizaciones y estructuras éstas se rigen por una política de acuerdos público / privado en donde coexiste lo particular que se financia con los ingresos de colegiatura mensual y costo de matrícula, lo privado subvencionado y lo público subvencionado, se financian con el sistema del voucher[25]en forma paralela, existen redes educacionales privadas de nivel terciario en donde se generan ganancias.
Con referencia a la dimensión geopolítica el estado mantiene el control por medio de un marco político de apoyo compendiado en leyes y participa en evaluaciones internacionales para medir la eficacia de las políticas públicas implementadas.
En cuanto a los actores docentes está presente un profesorado indiferenciado y la presencia de un profesionalismo con diferentes perfiles: público, privado, tiempo completo, tiempo parcial, lo que nos arroja el concepto de profesionales a la demanda dependientes del mercado, con la existencia de un modelo de evaluación para los profesionales que ejerzan en la enseñanza subvencionada. Por otra parte, los actores estudiantiles continúan movilizados con indicadores de alta convocatoria, mantienen en alerta a la clase política y a la ciudadanía en sus conjunto en tanto y en cuanto sus demandas no han sido totalmente acogidas por la clase política que debe legislar en pro de nuevos cambios estructurales aún no determinados ni definidos en el sistema educacional.
Focalizándonos en los niveles meso y micro del sistema escolar, las Políticas Públicas Educacionales en sus gradientes de concreción desembocan en la Gestión Educativa, la Gestión Escolar y Gestión Pedagógica. La Gestión[26]Educativa involucra las acciones y decisiones provenientes de las autoridades políticas y administrativas que influyen en el desarrollo de las instituciones educativas de una sociedad en particular. (Región-Provincia-Municipio). La Gestión Escolar está conformada por un conjunto de acciones, relacionadas entre sí, que emprende el EGE de una escuela para promover y posibilitar la consecución de la intencionalidad pedagógica "en – con – y para la comunidad educativa". El objetivo primordial es "centrar, focalizar, nuclear a la unidad educativa alrededor de los aprendizajes de los alumnos"[27]. Por último, la Gestión Pedagógica[28]es la capacidad de organizar y poner en marcha el proyecto pedagógico de la institución desde el punto de vista de lo que se requiere enseñar y de lo que es necesario que los estudiantes aprendan. Esta gestión está orientada hacia la formación de los estudiantes por medio del despliegue del PEI y de sus formulaciones centradas en la potenciación del hacer pedagógico en la sala de clases. Comprende técnicamente el desarrollo del currículo, del plan de estudios y del trabajo específico de aula y la generación de condiciones para que este trabajo se realice en un ambiente enriquecido, trabajo en equipo y acuerdos mínimos.
Como efecto de lo anterior emerge como indudable la íntima conexión existente entre la gestión pedagógica, el liderazgo escolar y la comunicación estratégica, por tanto, percibir el ciclo del liderazgo directivo[29]como la gestión de un equipo efectivo es la clave para un liderazgo que se propone cumplir con metas propuestas. El inicio de este ciclo, como preparación directiva, parte por esforzarse en aprender a escuchar a los otros, desde esta escucha atenta se valida a los interlocutores, se les confirma como importantes y a su vez, desde este reconocimiento, se puede orientar, ecualizar, nivelar y alinear sus relatos, inquietudes y aportaciones, pero no solo esto, sino que, también permite declarar las estructuras y proyectos que se tienen en perspectiva, los compromisos requeridos y la forma de llevarlos a la práctica coordinando las actividades y subsecuentes tareas, actividades del líder que no están exentas de la capacidad de autoevaluarse, aprender, desaprender y reaprender, siendo fundamental gestionar en cada una de las etapas de este ciclo la construcción de contextos de confianza recíproca.
La gestión de un equipo efectivo implica a su vez entender que los equipos de trabajo son redes de conversaciones de diversos tipos de contextos, como los de confianza, de sentido y de compromiso emocional, de posibilidades de mejora, de cambio y de aprendizaje, y compromisos expresados en capacidad de actuar, tiempo y estándares, a través de las cuales alcanzamos resultados en efectividad, clima, calidad de servicio y marca.
En la gestión de estos contextos el líder procederá a desarrollar un propósito inspirador para el team, definirá roles y compromisos para cada uno y generará, en añadidura, el contexto emocional que permitirá obtener los desafíos centrales. Al estar definiendo roles está actuando como un gestor de personas, y en tanto tal, su compromiso es desarrollar las habilidades, las actitudes y los conocimientos requeridos para manejar el talento, el desempeño de su gente y cautelar su desarrollo. Para cumplir con metas propuestas el líder definirá los indicadores, las metas y resultados a obtener, manejará los recursos, tomará decisiones y utilizará su red para influir en la organización para el logro de dichos resultados.
Ya hemos sostenido que el liderazgo directivo a nivel de escuelas juega un rol altamente significativo en el desarrollo de cambios en las prácticas docentes, en la calidad de estas prácticas, y en el impacto que presentan sobre la calidad de aprendizaje de los alumnos. Específicamente, la evidencia disponible respecto del liderazgo exitoso en el aprendizaje de los estudiantes justifica dos afirmaciones[30]El liderazgo es el segundo factor intra-escuela, después del trabajo docente en sala de clases, que más contribuye al logro de aprendizajes de los alumnos. Los efectos del liderazgo usualmente son mayores en establecimientos donde son más necesarios para el logro de aprendizajes (Ej. escuelas vulnerables)"[31]. Consciente de la afirmación precedente el líder directivo en forma permanente debe tener presente tres focos, primero: "para qué se van a hacer las cosas", segundo: "por quién se van a hacer las cosas", este apunta al liderazgo distribuido y tercero: "qué se va a hacer", poner lo administrativo al servicio de lo pedagógico ya que el foco final de la escuela es "hacer aprender" y, además, que aprendan todos los estudiantes.
Para cerrar este trabajo, a modo de síntesis final, diremos que la relevancia de las tendencias y foros internacionales en educación -que ponen el foco en mejorar la calidad y la equidad de la educación por medio de la instalación de modelos de calidad- estriba en que se han estructurado en Chile Políticas Públicas Educacionales consecuentes con el foco nombrado, cuya estrategia práctica ha sido instalar progresivamente en las escuelas y liceos modelos de calidad de la gestión, sea este el SACGE que aplica el MINEDUC o el modelo FUNCH, ahora bien, si la instalación es un proceso entonces para conducirlo se requiere de un liderazgo directivo empoderado de su rol y haciendo uso de estrategias comunicacionales que favorecen los principios de la comunicación estratégica organizacional, con la finalidad última de lograr cumplir con las metas propuestas.
Conclusiones
Si nos preguntamos ¿qué relevancia y significación tiene la postmodernidad para la educación y para la formación de personas? En relación a la educación, esta línea de pensamiento, se presenta como el sustento muchas veces implícito de teorías curriculares que se alejan de concepciones dogmáticas en relación al aprendizaje, propone un currículo flexible y emergente, incorpora los beneficios de la globalización, que nos convierte en ciudadanos de un mundo global, con menos barreras culturales y con nuevos retos que sólo se pueden superar a través de la apertura y la tolerancia.
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