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La Acción del Gobierno

Enviado por Ricardo Lomoro


    Monografía destacada

    ¿Debe el estado intervenir en la economía?. ¿Puede influír en el desempeño de la economía?.

    ¿Sólo debe utilizar -como proponen los monetaristas- el freno o el acelerador a través de la oferta monetaria?. ¿O los gastos gubernamentales y la política fiscal -como sostienen los keynesianos- deben actuar para agregar o desagregar demanda?.

    Veamos para comenzar, como puede impactar la política gubernamental a la hora de plantear un modelo de ocupación y sus repercuciones históricas.

    De la lectura de diversos artículos periodísticos -recientes- surge el comentario sobre la escasez de empleados, calificados o no, para los miles de puestos que se ofrecen a diario en Estados Unidos. Destacaba la información, incluso, el reclutamiento de medio millón de trabajadores en Alemania para una empresa de software norteamericana (la cifra nos parece muy alta, pero respetamos el original).

    Ello contrastaba, en esa misma fecha, con la ocupación de la Bolsa de Comercio en París por parte de desempleados, reclamando puestos de trabajo. Existe por lo tanto en la actualidad una comparación que puede resultar aleccionadora para muchos países. Europa y Estados Unidos, juzgados por las implicancias de sus políticas de empleo, dan cuenta de distintas metodologías para encarar el problema dentro de sus territorios.

    Horst Siebert, "Labor market rigidities", y Stephen Nickeil, "Unemployment and labor market rigidities" en Journal of economic perspectives -1997, enumeraban detalles de sumo interés, destacando que en la historia reciente:

    "1 – El desempleo europeo ha sido menor al americano durante los años 70. Pero desde los años 80 fue siempre mayor.

    2 – La tasa de desempleo en Estados Unidos no ha aumentado de 1970 a la fecha. Se mantuvo estable alrededor del 5-6%. Europa fue testigo de aumentos considerables.

    3 – El empleo creció en Estados Unidos un 58% en el período 1970-1996 (47 millones de puestos de trabajo), mientras que en Europa lo hizo en sólo 12% (18 millones de puestos).

    4 – La relación empleo población cayó en Europa de 65 a 60 por ciento, mientras en Estados Unidos se mantiene en alrededor del 75%

    Las razones que explican las diferencias se refieren a los arreglos institucionales que involucran incentivos y desincentivos en el mercado de trabajo.

    Del lado de la demanda, no sólo influyen el precio final de bienes y servicios y la productividad del trabajo, sino también las regulaciones que afectan el tiempo de trabajo, despidos, los impuestos al trabajo, etc.

    En el tramo de la oferta no sólo influye el salario mínimo, sino tambien el nivel y la duración del desempleo, pagos por seguridad social y beneficios por desempleo, entre otros.Las diferencias entre Europa y los Estados Unidos están dadas por patrones institucionales, pues los shocks tecnológicos sufridos han sido los mismos para ambas economías.

    Es importante destacar que al menos dos países de la OCDE tienen tasas de desempleo menores que Estados Unidos: Japón y Suiza exhiben con orgullo tasas del orden del 2,6 y 1,8 respectivamente para 1996.

    La centralización de las negociaciones salariales causa menor diferenciación: los salarios más bajos son "levantados" en Europa por razones de supuesta equidad. Y esto lleva a que no pueda existir un ajuste necesario hacia un nuevo equilibrio con pleno empleo. Por ello, vemos que al no poder ajustar el precio, el mercado de trabajo ajusta por cantidades, generando desempleo. Europa, exceptuando al Reino Unido, muestra una baja dispersión salarial, en tanto que Estados Unidos exhibe una tendencia creciente a la diferenciación salarial.

    Las características institucionales del proceso de negociación salarial también difieren en ambas regiones. En Europa predomina la determinación de salarios en nivel nacional o por industria, en tanto que en Estados Unidos las condiciones de negociación son propias de una economía de mercado: se negocia por empresa, existe descentralización, bajo nivel de sindicalización y casi nula coordinación de cambios de salarios en nivel nacional, lo cual facilita adaptar las condiciones de trabajo a la realidad de cada empresa. Como medida de cuan flexibles son las normas institucionales en uno y otro continente, se observa que cuando el desempleo cobra importancia se necesita 1 año en Estados Unidos para generar la mitad del ajuste salarial necesario, en tanto que en Europa el período necesario es de 3 años y medio para Francia o 4 años para Alemania.

    En Europa, los impuestos al trabajo que inciden tanto en la oferta como en la demenda han tenido un efecto negativo importante desde los años 70. Con altos impuestos al factor trabajo (altas cargas sociales sobre la nómina salarial), una empresa responde utilizando técnicas capital-intensivas, con lo cual se desplaza trabajo. Por el lado de los trabajadores cuando se establece una "cuña" entre los costos laborales reales y el salario efectivo se incentiva la búsqueda de trabajos en la economía informal.

    La legislación europea, que brinda supuesta "protección" laboral a los trabajadores, sólo mira los efectos inmediatos sobre la demanda laboral omitiendo una necesaria mirada prospectiva de largo plazo. En términos intertemporales, las reglas de protección inducen a una menor demanda laboral, pues las firmas, anticipándose a probables shocks adversos, ajustan "ex-ante" la demanda de trabajo.

    El auge del estado del bienestar en Europa en los años 70 implicó medidas como, por ejemplo, mayor facilidad en la obtención de beneficios laborales, extensión de programas de ayuda a desocupados; diferencias entre los salarios más bajos de la escala y los ingresos de los que no trabajan en el estado del bienestar que se hicieron más pequeñas; aumento del salario mínimo"

    Ya que estamos citando artículos periodísticos, veamos lo que dicen Bob Davis y David Wessel redactores de The Wall Street Journal (marzo 1998), en otro ejemplo -digamos inverso- sobre la "conveniente" intervención del gobierno en la economía:

    "Washington. El Departamento del Tesoro le indicó a las autoridades japonesas que necesitan con urgencia recortar los impuestos y aumentar el gasto público en 65.000 millones de dólares a 80.000 milones de dólares.

    En Estados Unidos crece la preocupación frente al hecho de que Japón esté haciendo tan poco para estimular su moribunda economía. Y a diferencia de intentos anteriores para influír en la política comercial y fiscal de Japón , Estados Unidos ahora cuenta con un amplio respaldo de Europa y Asia………

    …….Según el Tesoro y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Japón tiene en la actualidad una política de austeridad fiscal. Funcionarios de alto rango del Tesoro piensan que sólo para asumir una posición más austera, Japón tendría que recortar impuestos y aumentar el gasto público en una suma equivalente a un 1,2% de su PIB, que asciende a 500 billones de yenes (3,92 billones de dólares).

    Como la economía japonesa está tan deprimida, Estados Unidos quiere que Japón haga más que eso.

    El Tesoro propone un paquete de estímulo de entre 1,5 y un 2% del PIB(62.680 a 78.359 millones de dólares), que no incluyan trucos contables, gastos ya planeados o gastos que no fomentan el crecimiento, como compras de tierra……

    …….Robert Rubin, Secretario del Tesoro, y su Secretario Adjunto Laurence Summers, han aprovechado casi cualquier oportunidad para presionar a Japón públicamente. "Creemos que es muy importante que Japón genere un mayor crecimiento económico en base a la demanda doméstica; no sólo para Japón, sino para la recuperación de Asia".

    Diversos organismos multilaterales comienzan a compartir su opinión. A finales de enero, en una serie de juntas de la OMC sobre Japón, "los participantes recalcaron la importancia de que Japón estimule la demanda doméstica, en vez de depender de las exportaciones para su recuperación económica"".

    ¿Los monetaristas resucitan a Keynes?. ¿No era que Thatcher y Reagan habían "ganado" la batalla contra el intervencionismo estatal?

    Como se digiere la presión de Estados Unidos a Japón, para que reanime su economía, con la opinión de Peter Drucker, en su libro Tiempo de desafíos-Tiempo de reivindicaciones, cuando dice: "El gobierno, en especial, ha pasado a ser el centro de la tormenta en el mundo no comunista (1995), con la amenaza de trastornos económicos y monetarios súbitos e impredecibles. El legado de cuarenta años de fracaso del "estado de bienestar keynesiano", cuyas políticas dominaron el mundo occidental no comunista antes de 1985. Estas amenazas no están en modo alguno limitadas a los países en desarrollo".

    ¿Es bueno que el estado no intervenga en el mercado de trabajo, o en la política social; pero que si lo haga para mejorar los negocios de las multinacionales, para sostener las cajas de ahorro, los bancos, las cotizaciones de las bolsas, contratar obra pública, o subsidiar a las grandes empresas?

    ¿Europa tiene "sobrepeso" -competitivo- por exceso de estado del bienestar y Estados Unidos está "atlético" por que no practica el estado del bienestar?.

    Veamos que opinan algunos autores sobre la intervención del estado en la economía y sus perspectivas, ante la globalización:

    "Dejando aún de lado los puntos de vista más extremos, se acepta en general que el estado puede influír en el desempeño de la economía, ya de manera directa, como en el caso de la política fiscal, o mediante el control de la política monetaria. En este último caso, sin embargo, un considerable sector de la opinión sustraería el manejo de la política monetaria de la esfera gubernamental y haría más probable la consecución de dinero neutral encomendándolo a una autoridad monetaria independiente, por regla general el Banco Central, con un mandato para asegurar la estabilidad de precios", nos dice Eric Roll (ob. cit.).

    "El auténtico papel del gobierno en la ventaja competitiva nacional es el de influír en los cuatro determinantes(1-condiciones de los factores,2-condiciones de la demanda, 3-sectores afines y de apoyo, 4-estrategia, estructura y rivalidad de la empresa). Los condicionantes de los factores se ven afectados por las subvenciones, la política respecto a los mercados de capital, la política educativa y otra intervenciones por el estilo. El papel del gobierno al moldear las condiciones de la demanda local es más sutil. Los entes gubernamentales establecen normas o reglamentos locales concernientes al producto que delimitan las necesidades de los compradores o influyen sobre ellos. El gobierno también suele ser un comprador importante de muchos productos de una nación, entre los que cabe destacar productos para la defensa, equipo de telecomunicaciones, aviones para las líneas aéreas nacionales y muchos más. La forma en que se desempeñe este papel de comprador puede ayudar o perjudicar a la industria de la nación. El gobierno puede moldear las circunstancias de los sectores conexos y de apoyo de otras e incontables maneras, tales como el control de los medios publicitarios o el establecimiento de normativas para los servicios de apoyo. La política gubernamental influye también en la estrategia, estructura y rivalidad de la empresa, por medio de mecanismos tales como la regulación de los mercados de capitales, la política fiscal y la legislación antitrust.

    Es evidente que la influencia del gobierno en los determinantes fundamentales de la ventaja competitiva nacional puede ser positiva o negativa.

    Desde una posición extrema algunos ven al gobierno, en el mejor de los casos, como un participante pasivo en el proceso de competencia internacional. Su intervención más apropiada consistiría en sentarse y dejar que las fuerzas del mercado actuasen libremente. Mi teoría y los datos que hemos obtenido con nuestras investigaciones no apoyan esta idea. La política que siga el gobierno influye, tanto positiva como negativamente, en la ventaja nacional.

    El objetivo primordial de la política gubernamental en cuanto a la economía consiste en desplegar los recursos de un país (trabajo y capital) con unos altos y crecientes niveles de productividad.El objetivo del gobierno debe radicar en crear un entorno en el que las empresas puedan mejorar las ventajas competitivas de los sectores establecidos mediante la introducción de una tecnología y unos métodos avanzados y mediante la penetración en segmentos más avanzados.

    La política gubernamental también debe fomentar la capacidad de las empresas de un país para penetrar en sectores nuevos en los que se pueda conseguir una productividad mayor que en las posiciones cedidas en sectores y segmentos menos productivos.

    Si el primer requisito previo para una política sensata sobre industria es contar con las metas adecuadas, el segundo es disponer de un modelo idóneo de medidas que pueden apoyar el éxito competitivo.

    Actualmente (1989), los gobiernos de casi todas las naciones están tomando medidas para aumentar la competitividad. Algunas de las políticas más descollantes son las siguientes: devaluación, liberación, privatización, atenuación de la normas relativas a productos y medioambiente, promoción de la colaboración entre empresas de varios tipos, fomento de las fusiones, reforma fiscal, desarrollo regional, negociación de restricciones voluntarias o de acuerdos pactados de comercialización, esfuerzos para mejorar el conjunto del sistema educativo, ampliación de la inversión oficial en investigación, programas gubernamentales para financiar nuevas empresas y un papel mas dinámico en cuestiones de defensa y otras formas de aprovisionamiento oficial.

    Entre los papeles más importantes, y más tradicionales, de cuantos desempeña el gobierno está el de crear y mejorar los factores, ya se trate de recursos humanos cualificados, de conocimientos científicos básicos, de información económica o infraestructura. Los países consiguen ventajas no tanto de los factores de que disponen en el presente sino de la existencia de unos mecanismos institucionales únicos que los mejoren constantemente.(educación y formación, ciencia y tecnología, infraestructura, capital, información, subvenciones directas)

    El papel más adecuado para el gobierno es el de impulsor y retador….en el más general de los planos, uno de los papeles más esenciales del gobierno es el de indicador…….los mecanismos más influyentes de que dispone el gobierno para actuar sobre la ventaja competitiva nacional son de efectos retardados, como la creación de factores avanzados, el fomento de la rivalidad interior, la definición de la prioridades nacionales, y la influencia sobre el refinamiento de la demanda", nos dice Michael Porter (ob. cit.).

     

    "La idea de "un mercado libre" al margen de las leyes y decisiones políticas que el mismo genera es pura fantasía. La renuncia del gobierno a asumir sus responsabilidades en la creación del mercado puede tener costosas consecuencias.

    Ya no tiene sentido algo semejante a una compañía o una industria norteamericana. La economía norteamericana no es mas que una región de la economía mundial, si bien todavía es una región relativamente próspera.

    Mas allá de la rentabilidad o de la participación en el mercado de las compañías de una nación, el éxito económico de la misma (o más precisamente de la región de la economía mundial determinada por las fronteras políticas de esa nación) debe ser considerado de acuerdo con la calidad de vida de sus ciudadanos, y por la posibilidad de mantenerla y desarrollarla en el futuro", nos dice Robert B. Reich (ob. cit.).

    "Para los nacionalistas económicos de hoy, la globalización es preocupante porque socava la supuesta integridad del estado-nación en tanto unidad organizadora de los asuntos interiores y exteriores. La razón general de tal desasosiego es clara: como la emigración ilegal o el calentamiento global, la internacionalización de la industria y las finanzas erosiona la capacidad de un pueblo de controlar sus propios asuntos.

    ¿Quiénes, sino las compañías globales, son en la actualidad los principales "actores" en el mundo de los negocios?. ¿No está la tecnología creando ganadores y perdedores (en empleo y carreras) al margen de donde uno viva?. En una época de intercambio monetario ininterrumpido o, para el caso, de calentamiento global, ¿son realmente importantes los órganos nacionales tales como los Consejos de Ministros o los Ministerios de Comercio?. Y si todo esto es cierto, ¿como puede pensarse que los países, como tales, pueden organizarse mejor el siglo que viene?.

    Para la mayoría de los ciudadanos la idea de que no sólo las industrias o actividades concretas sino los propios estados-nación se estén volviendo anacrónicos es de lo más perturbadora", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.).

    "En la era por venir la misión apropiada del gobierno en las sociedades capitalistas es representar el interés del futuro en el presente. Pero los gobiernos actuales están haciendo precisamente lo contrario. Están reduciendo las inversiones en el futuro para aumentar el consumo en el presente.

    ¿Como hacen la naciones-estado para poner en vigor sus normas y regulaciones cuando las empresas se pueden desplazar (a menudo en forma electrónica) hacia otro lugar sobre la superficie del globo donde dichas regulaciones no se aplican?", nos dice Lester Thurow en su libro El Futuro del Capitalismo -(1996)

    "¿Qué hacer entonces?. Un retorno a lo político: La capacidad de descifrar las inquietudes, de formalizar y hacer compartir un marco de interpretación de las mutaciones en curso, con sus consecuencias benéficas y sus efectos perversos; de proponer, por último, una trayectoria colectiva capaz de establecer los términos renovados de un contrato social duradero, vale decir productor de una certidumbre de si, apertura a los otros y porvenir común.

    La equidad puede definirse como una propiedad del o de los criterios de igualdad que se escogen.

    Un contrato social (entre sus cláusulas) debe definir los dominios en que la sociedad pretende promover la igualdad, lo que legitima al mismo tiempo las diferencias que consiente.

    Lo que hace insoportable las desigualdades, es que no parecen legitimadas por ningún principio de igualdad conocido; por añadidura, parecen contradecir los principios de igualdad vehiculizados en los discursos políticos: igualdad frente al impuesto, frente a las prestaciones sociales, frente a la administración, etc.

    Desde luego, la igualdad no es un estado sino un proyecto, un principio de organización que estructura el devenir de una sociedad.

    Lo que puede hacer intolerable las desigualdades existentes no es tal vez tanto su crecimiento como un debilitamiento del principio de igualdad que las legitima, o la impresión de que ese principio ya no está verdaderamente en vigor.

    El contrato social estaría vacío de sustancia si condujera a renunciar a modificar el determinismo de las condiciones iniciales y a organizar un mínimo de solidaridad, de la que ahora se advierte mejor que esta animada por el deseo de poner en acción cierta concepción de la igualdad.

    Toda idea de igualdad consiste en desdibujar o compensar el peso del pasado para hacer menos desiguales las condiciones del futuro.

    Nada permite pensar que la globalización es susceptible de perjudicar a los estados providencia europeos en sus estructuras actuales. La globalización no es responsable del crecimiento de los gastos de salud considerados como porcentaje del PIB. La globalización no nos impone tampoco financiar nuestro estado providencia mediante impuestos al trabajo, que en si mismos son generadores de desocupación. No es necesario que el estado providencia desaparezca para ser a la vez correctamente administrado y favorable a la competitividad.

    Los principios que gobiernan la solidaridad deben considerarse como intangibles, incorporados como lo están a las reglas fundadoras del contrato social. Es posible mejorar el funcionamiento del estado providencia. Pero no es posible ponerlo en cuestión. El desafío que lanza la globalización no se plantea en términos de supervivencia sino de capacidad de acompañar el cambio social", nos dicen Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon (ob. cit.).

    "Bajo las nuevas leyes propuestas, gran parte de la autoridad para proteger el medio ambiente, los alimentos, los puestos de trabajo, o las pequeñas empresas, se retirará de los gobiernos nacionales o locales, y de la comunidad, para pasar a mano de los Ministerios de Comercio, de las empresas multinacionales y de la OMC", nos dicen Tim Lang y Colin Hines (ob. cit.).

    "La mayoría de los políticos siguen sin tener claro hasta que punto están hoy bajo control de los mercados financieros e incluso son dominados por ellos (Tietmeyer 2/96).

    La sequía de las finanzas públicas debido a la economía sin fronteras no sólo se produce por el lado de los ingresos. La nueva transnacional dirige al mismo tiempo hacia sus arcas un porcentaje creciente de los gastos públicos. La competición por los pagos más bajos va acompañada de la pugna por las subvenciones más generosas.

    La presión de la competencia internacional empuja a los gobiernos a ofrecer estímulos financieros que ya no son justificables aplicando criterios objetivos.

    Junto a la soberanía monetaria y fiscal se tambalea ya otro pilar del estado nacional: el monopolio público de la autoridad. Porque igual que los bancos y los consorcios, también las multinacionales del crimen se benefician de la eliminación de las barreras legales para la economía", nos dicen Hans-Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).

    "Aunque en general se haya considerado al gobierno como una carga, ha habido, costosas y significativas excepciones a esta amplia condena. Se han excluído de la crítica, las pensiones profesionales, los servicios médicos de las categorías de ingresos superiores, el sostén de las rentas agraria, las garantías financieras para los depositantes de bancos y cajas de ahorro en quiebra. Son firmes pilares del bienestar y la seguridad de la mayoría satisfecha, nadie soñaría con atacarlos, ni siquiera marginalmente, en ninguna contienda electoral.

    Aunque pueda condenarse la intervención del estado en la era de la satisfacción, ha sido relativamente amplia cuando se trataba de proteger los intereses de los satisfechos y relativamente limitada cuando los problemas eran de los pobres.

    Tales son las excepciones que hace la mayoría satisfecha a su condena general del estado como cargo. El gasto social favorable a los afortunados, el rescate financiero, el gasto militar y, por supuesto, el pago de intereses, constituyen con mucho la parte más sustancial del presupuesto del estado (1989) y la que más ha experimentado con gran diferencia, en fechas recientes el mayor incremento. Lo que queda -gastos para ayuda social, viviendas baratas, servicios médicos para los sin ellos desvalidos, enseñanza pública, y las diversas necesidades de los grandes barrios pobres- es lo que hoy es considerado la carga del estado", nos dice John Kenneth Galbraith en su libro La Cultura de la Satisfacción (editorial Emecé – 1992).

    "…….Debido a la erosión de los mercados nacionales, el estado ya es un instrumento demasiado débil para hacer frente a las fuerzas globalizadoras, al tiempo que las redes de las grandes multinacionales han venido aumentando significativamente su capacidad de influencia y de control. Esto crea un problema grave ya que muchos de los excesos del capitalismo competitivo están reapareciendo en el plano mundial, por ejemplo:

    en el marco de la desregulación y liberación de mercados, la movilidad financiera y de capitales industriales a nivel mundial esquiva el marco regulador basado en el estado nación;

    cada vez hay más sectores financieros e industriales tentados por las estructuras oligopolísticas. Se toleran alianzas y fusiones entre empresas, tanto a nivel regional como mundial, con el pretexto de que hay que potenciar la competitividad global de la nación o de la región;la legislación laboral y los programas sociales se van desdibujando e incluso desmantelando, aunque el desempleo masivo se convierta en uno de los mayores problemas sociales de los próximos 15-20 años; pero pesa más el argumento de que la competitividad de las empresas "locales" es el mejor camino para la recuperación del empleo;vuelve a crecer la indiferencia frente a los excluídos (mayor discriminación social y más tolerancia, sobre todo en las grandes ciudades, menos solidaridad entre regiones, etc.);

    en aras de la competitividad, cada vez se solicitan más aplazamientos e incluso exenciones sobre las normas para la protección medioambiental", nos dice el Grupo Lisboa (ob. cit.).

     

    "Existen cada vez menos economías "nacionales" en el sentido tradicional. De manera que independientemente incluso del nivel de estupidez de los políticos nacionales son cada vez menos capaces de intervenir en la evolución económica. Por una extraña coincidencia este proceso se afirmó durante el mismo período (la década de los años 1980) durante el cual la locura neo-liberal de Thatcher y de Reagan se expandió entre los países ricos. De ahí resulta el estado caótico de la economía mundial, en el que todo tipo de "accidentes" catastróficos son posibles", nos dice C. Castoriadis (ob. cit.).

    "¿Que es una nación?. Una nación no tiene mas definición que la historia, es el lugar de una historia común, de comunes desgracias y de comunes alegrías. Es el lugar de un destino compartido….reúne a los hombres no por lo que son sino por la memoria de lo que han sido…..los lazos que unen a los ciudadanos de una nación son el producto de una combinación única de datos históricos, y nunca se reducen a una sola dimensión, social, religiosa, o racial.

    Entre el estado-providencia que pretende hacerlo todo -y lo hace mal- y unos ultra liberales persuadidos de que el estado no puede hacer nada bien, ¿no hay sitio para un camino intermedio, que redistribuya las responsabilidades a diferentes niveles, en función de la naturaleza de los problemas a tratar?.

    El estado-nación, en su pretensión de combinar en un marco único las dimensiones política, cultural, económica y militar del poder, es prisionero de una concepción espacial del poder, aún cuando intente redistribuír sus competencias según un principio federal. El espacio ha dejado de ser el criterio pertinente.

    Es demasiado pronto para decir si se impondrá entre los tres polos de la tríada, y particularmente entre Asia y los otros dos polos, una diferencia esencial, irreductible, capaz de resistirse al laminado de la difusión del poder. ¿Nos convertiremos, a nuestra vez, en "asiáticos", segun la lógica del mundo imperial que a ello nos empuja?. ¿O nos inclinaremos a resistir?. ¿Desaparecerá sin sobresaltos el modelo europeo, cuyo ideal impusimos al mundo entero bajo la forma de dos hermanos gemelos. el estado-nación y la democracia?. ¿Aceptaremos un modo de organización apolítica bien adaptado a los condicionantes del mundo moderno, pero profundamente ajeno a la memoria de lo que hemos sido?.

    Toda nuestra cultura se opone a semejante homogeneización…..acaso se constituyan varios imperios en lugar de uno sólo. En el mundo de las redes y de la difusión del poder, sus fronteras serán inevitablemente inciertas, pues la pertenencia política no sería sino una característica secundaria.

    Ya se ve a que callejón sin salida podría precipitarnos esta homogeneización inacabada del mundo: tres polos que se habrían hecho incontrolables e imposibles de controlar. El mediocre funcionar de G-7 desde hace unos años muestra bien, en el campo económico, los bloqueos a los que puede conducir un mundo unificado y, a la vez, privado de centro.

    No es extraño, pues, que las democracias nucleares de la era institucional en declive produzcan ciudadanos amorfos y desengañados. La disuación nuclear, desembocadura de la era institucional por la extremada concentración de poder que impone, es también, pues, el comienzo de la era imperial por la destrucción del cuerpo político que organiza. La exaltación de la nación-sujeto se hace a expensas de los ciudadanos-sujetos del orden institucional.

    A los que lamentan que la desaparición de los estados-naciones sea también la de las democracias, se les hará observar en efecto que aquella era fue la de una extremada y terrible concentración de la violencia.

    Disolver en el ácido de la conformidad la multitud de las pequeñas diferencias es un método que tiene sus límites, y se ven hoy toda clase de tensiones que, no sólo en los márgenes del mundo relacional, sino en su propio seno, seguirán creando desequilibrios, movimientos y conflictos.

    La violencia de la era de las redes, la violencia del tiempo de los imperios, tiene todas las oportunidades de ser más difusa, menos extremada, pero no más escasa.

    Las guerras futuras serán guerras sin frente. La guerra mundial no sucederá a la paz. Pero ya nunca habrá paz.", nos dice Jean-Paul Guehenno (ob. cit.).

    "El bienestar personal y la economía de mercado se combinan gracias a la intervención del estado democrático que asegura la integración de las exigencias de la economía y las demandas sociales.

    Hace tiempo que no podemos creer en el triunfo final de un estado de derecho capaz de manejar la dualidad propia de la modernidad y de mantener el equilibrio entre la industrialización del mundo y la libertad personal, entre el espacio público y la vida privada. La unión de la razón y la conciencia quedó desgarrada", nos dice Alain Touraine en su libro ¿Podremos Vivir Juntos? (Fondo de Cultura Económica – 1997).

    "En este mundo inestable y rápidamente cambiante, los poderes públicos tienen un triple papel esencial que desempeñar: acompañar, impulsar y anticipar las estrategias industriales.

    Business Week, 6 de abril de 1992. Política industrial: Estas dos palabras están entre las más controvertidas de la sociedad americana. Pero con el nombre que sea, es seguramente necesario un plan para estructurar el crecimiento para revertir dos décadas de caída de la productividad que se extingue. Ni el capital, ni los recursos, ni los conocimentos constituyen una novedad. Para crear este bien y transformarlo en nuevas tecnologías, se impone un actor clave: el gobierno.

    Finalmente, para evitar los extravíos pasados, y opuestos, de exceso de voluntarismo y de exceso de pasividad, basta fijar dos límites al nuevo papel de los poderes públicos: no intervenir jamás cuando el comportamiento espontáneo de los actores económicos lleva al mismo resultado colectivo ya que ahí aparecería una ventaja ilegítima; jamás intervenir tampoco, cuando existen operadores aptos para alcanzar los objetivos buscados.

    Políticas industriales eficaces:

    · en primer lugar hay que acompañar, inclusive estimular, la actividad de los agentes. lo que conlleva ventajas colectivas superiores a las que ellos mismos obtienen;

    · después hay que impulsar, ahí donde existe demanda, pero la oferta es insuficiente, y anticipar el desarrollo de las industrias del mañana ahí donde los mercados actuales no proporcionan indicadores suficientes a los decisores industriales", nos dicen Benjamin Coriat y Dominique Taddei (ob. cit.).

    "Otro factor que quizás contribuya a transformar las naciones en el nivel internacional es el ocaso del concepto de la nación-estado de fundamento racial", nos dice Taichi Sakaiya (ob. cit.).

    "No podemos aceptar que la competencia internacional y otras circunstancias económicas determinen un sendero necesario de reducción de los niveles de bienestar general que ya se habían alcanzado a niveles inferiores de desarrollo tecnológico y de conocimiento y conciencia social. Sólo nos faltan líderes atrevidos e imaginativos.

    El dilema llevado al extremo sería el siguiente: o inventamos la forma de mantener el estado de bienestar o contribuíremos a gestar la próxima revolución que aspire a derrumbar para siempre el sistema capitalista con los sufrimientos que estos intentos generan", nos dice Luis de Sebastian (ob. cit.).

    "Segun Durkheim…….una sociedad en la que cada individuo persiga únicamente su propio interés, se desintegraría en breve tiempo. El interés es lo menos constante que existe en el mundo. Hoy me resulta útil unirme a usted; mañana, la misma razón hara de mi su enemigo.

    En la concepción de Durkheim, el estado debe desempeñar una función moral tanto como económica; y el alivio del "malaise" del mundo moderno debe buscarse en medidas que en general son más morales que económicas.

    Es un error básico creer que autoridad moral y libertad son opuestos que se excluyen entre si; el hombre debe sujetarse a la autoridad moral propuesta por la existencia de la sociedad, puesto que sólo por su condición de miembro de la sociedad obtiene toda la libertad de la que disfruta. Para Durkheim no hay contradicción en esto, porque "ser libre no es hacer lo que a uno le place; es ser dueño de si mismo…….."", nos dice Anthony Giddens en su libro El Capitalismo y la Moderna Teoría Social (Editorial Labor – 1994).

    "El estado-nación, en su definición geográfica tradicional, comienza a aparecer como un sobre vacío", nos dice Guy Sorman en su libro Hacia un Nuevo Futuro (Editorial Emecé – 1991)

    Ya tenemos bastante información y opiniones, para centrar el debate en la cuestión ¿Cuánto estado?, y tanto mejor, si se discute, el como del estado.

    Nuestra opinión -que abrimos a debate- es que se necesita que el estado promueva y si no queda otra alternativa provea -en tiempo y forma- las principales necesidades y aspiraciones del hombre: alimentación, vivienda, salud, educación, libertad, trabajo, seguridad, energía, transporte, democracia, identidad cultural, justicia, solidaridad, información, comunicación y arte.

    Mas allá de las funciones genuinas del estado: sostener las relaciones exteriores; defender la integridad del territorio; mantener el orden interior para garantizar la seguridad de personas y cosas; establecer el marco legal al que deben acomodarse las autoridades y los particulares que, libremente, buscan la realización de sus objetivos sin más límite que el respeto a la libertad de los demás, conforme a derecho; e impartir justicia para dirimir los conflictos entre los ciudadanos, así como entre ellos y las autoridades, todos iguales ante la ley; deberíamos añadir la función subsidiaria, consistente en proveer los bienes y servicios públicos que el mercado no provea y resulten necesarios.

    Manifestamos nuestra preferencia por un estado pequeño, moderno y eficiente. Sólo condicionado por la libertad, la primacía de la persona, la moralidad de las acciones, la confianza y la solidaridad.

    Los más importantes vectores en un orden social libre, como el que apoyamos, serían:

    · la libertad de elegir y la responsabilidad asociada a la misma

    · la primacía de la persona frente al estado

    · el fin jamás justifica los medios, ni siquiera en justicia social

    · la confianza de los tratos y contratos, el predominio de la ley y la libertad de intercambio

    · solidaridad genuina, a partir de la disposición y madurez -individual- para empezar a ayudarse por sí mismo

     

    Si el estado protege a la sociedad de la violencia y la invasión de otras sociedades; protege a los individuos de la injusticia y la opresión de otros miembros de la misma sociedad, y provee de bienes públicos, con moderación y sin interferir el libre juego de los intercambios voluntarios, ofreciendo la máxima libertad económica conveniente y la máxima libertad política alcanzable estaríamos en condiciones satisfactorias de democracia y prosperidad.

    En el siguiente capítulo discutiremos sobre el fin del estado-nación en el mercado global y de las posibilidades y conveniencia de reinventar el gobierno.

     

    Ricardo Lomoro