- La psicología positiva
- El margen radical
- En y contra la psicología
- Conectando elementos para definir la psicología crítica
- La psicología cotidiana como recurso
- Conclusión
- Bibliografía
La psicología positiva
En sus principios y por muchos años después, la psicología concernía casi exclusivamente las patologías, las enfermedades, y los defectos de la mente humana. En aquellos tiempos, el campo solía ocuparse en tratar de arreglar la mente y documentar sus problemas. Hace unos pocos años que los psicólogos empezaron a examinar, en serio, el lado opuesto. Ahora, una rama nueva, la que se llama la psicología positiva, estudia tales fenómenos como las emociones positivas y sus causas, los buenos sentimientos, y el "bienestar personal subjetivo" (Saavedra 3).
Los principios
Para empezar, el nombre de la psicología positiva se creó hace menos de quince años en 1998 (Fredrickson 74) por un psicólogo llamado Martin Seligman. Él emprendió arreglar la escasez del ocuparse de la curación y la prevención que percibió entre sus colegas. Además, Seligman es director de un centro a la Universidad de Pennsylvania que se dedica a la psicología positiva. No era el primero que tenía ideas de investigar el bienestar, pero se asocia con el movimiento cohesivo y moderno. William James, en 1902, escribió unas de las primeras palabras relevante a la psicología positiva (Gable y Haidt 104). Adicionalmente, este campo se basa en la escuela de la psicología humanista de los años 50. Psicólogos como Maslow y Rogers de aquel tiempo hicieron investigaciones como las del desarrollo de una persona.
La necesidad
Unos científicos actuales en la psicología positiva insisten que esta rama distinta es transitoria. Refieren al deseo de balancear el macrocampo de la psicología y entonces no habrá la necesidad de la distinción porque habrá iguales números de científicos para cada aspecto. Los Psicólogos Gable and Haidt, no obstante, notan que mientras el adjetivo "positiva" parece indica la negatividad del resto de las ramas, la mayoría de las investigaciones son neutrales (104). Además, señalan que el desequilibrio se muestra de manera más prominente en la psicología clínica. Es menester darse cuenta de que los psicólogos positivos tienen en cuenta los defectos y las enfermedades de la mente, pero creen que lo bueno puede funcionar para prevenir lo malo hasta cierto punto. Ellos trabajan en una esfera en que no hay suficientes obras académicos.
Las metas
Para volver al campo mismo, Martin Seligman propuso tres "pilares". Enumeró la experiencia positiva y subjetiva, las características positivos del individuo, y las instituciones y las comunidades positivas (Gable and Haidt 108) como las disciplinas más esenciales del campo. Sin embargo, estas comunidades de la lista se investigan menos que los otros; la psicología permanece dedicada en su mayor parte al estudio del individuo. Las psicólogos positivos intentan contestar preguntas como, "¿Cómo resultan las emociones positivas?", "¿Qué factores se correlacionan más directamente con la percepción subjetiva de la alegría?", etc. Aún antes de esto, no obstante, los científicos tenían que redefinir las medidas para poder incorporar las escalas de la emoción, relaciones, etc.
El Pirámide de Maslow
Para explicar mejor en qué consiste la psicología positiva, resúmenes del trabajo de unos científicos en el campo se presentarán. Maslow empezó sus investigaciones por examinar las vidas de personas destacadas como Albert Einstein, Eleanor Roosevelt, y
Frederick Douglas, en lugar de los enfermos mentales (Gwynne). Sin embargo, Abraham Maslow se convirtió en famoso por su "jerarquía de las necesidades humanas" (vea la figura 1).
VI. Más del pirámide
Come se puede ver, cada nivel contiene necesidades humanas, con las más básicas en la base del pirámide. Maslow postuló que las rayas más hacia la base tenía que ser satisfechas antes de esforzarse las más altas. Es decir, sin respirar, ni podemos pensar en la seguridad de empleo y sin jamás sentir físicamente segura, una persona no preocuparía por desarrollar las amistades. Para defender el potencial humano, Maslow cambió de dirección con respecto a la tendencia del campo. Además, sus pensamientos sirvieron de base para la psicología positiva y los estudios del bienestar.
Albert Bandura
Albert Bandura ("Albert Bandura")
Otro pionero de la psicología positiva, Albert Bandura, todavía trabaja como psicólogo académico en Stanford, su residencia desde 1953. Bandura es famoso por el desarrollo de y las investigaciones en un concepto que se llama "autoeficacia" (viene de la palabra inglesa, "self-efficacy"). Este término de veras quiere referir a las percepciones y las creencias que tiene una persona sobre sus capacidades para producir efectos ("Albert Bandura"). Bandura ha descubierto que estas creencias del yo tienen el gran papel en el sentirse, el pensar, el motivarse, y el comportarse.
Fuentes de la Información de autoeficacia (esta figura se basa en una de Staples et al.)
Como se muestra en la Figura 2, Bandura enumeró unas cuatro fuentes de información para hacer juicio sobre su misma autoeficacia (adaptado de Staples et al. y Mejía):
1) Llevar a cabo tareas por destreza y la evaluación personal
2) Experiencia vicaria o, sea, comparación a los éxitos de otros
3) La persuasión social (incluso a comentar en la ejecución de una tarea)
4) La influencia de los estados fisiológicos y afectivos
Por estos cuatro factores, una persona conceptualiza su capacidad de controlar la vida. Además, esta autoeficacia ayuda a explicar niveles de reaccionar al estrés, las metas individuales, la elección de la carrera, y muchos más fenómenos psicológicos. Las obras completas de Albert Bandura han contribuido mucho al campo de la psicología positiva.
Ed Diener
Actualmente, hay muchos científicos empezando y siguiendo las investigaciones en el campo hoy en día. Ed Diener, bien conocido en la psicología, ha trabajado mucho en definir y medir la alegría o el bienestar subjetivo (Diener). Un hallazgo significativo de Diener y sus colegas es que la mayoría de las personas del mundo cuentan que están alegres la mayor parte del tiempo. El mundo no parece ser el lugar infernal que a veces se piensa que es. Además, el equipo de científicos de Diener asegura que los auto-informes del bienestar sí son válidos en virtud de su acuerdo con otras medidas similares como informes por otras personas y las mismas medidas biológicas. Según estos mismos expertos, parece que sentimientos frecuentes y positivos son suficientes para la alegría, aunque no sean intensos. El equipo de Diener ha apoyado con investigaciones científicas y ha publicado gran cantidad de conocimientos así.
Ed Diener (Diener)
Los estudios de Diener, además de toda la psicología positiva, tiene el poder de enriquecer la vida cotidiana. En vez de la psicología sólo sirviendo de ayudar a las personas que tienen enfermedades mentales, cualquier persona puede ayudarse con el resultado de cada estudio. Este campo creciente nos interesa a todos para que mantengamos la salud y no necesitemos "el otro lado" de la psicología. Estudiar lo bueno sólo servirá para hacer alegre el mundo, para entender sus factores.
La fenomenología, en particular, tiene una lamentable historia de connivencia con el régimen de apartheid en Sudáfrica, mientras que los enfoques experimentales y de laboratorio que estudiaban desde la psicología social el conflicto de grupo se han constituido allí como verdaderos recursos críticos. El psicoanálisis ha gozado de prestigio y poder en la psicología mainstream de algunas zonas de Escandinavia como "psicología del ego" y como teoría lacaniana en partes de Sudamérica. En estas zonas, las alternativas radicales han tenido que mirar a otros espacios académicos para encontrar su soporte teórico. Mientras que la actividad teórica ha sido una de las importantes fuentes del trabajo radical, así ha ocurrido en Francia (Sève, 1978), o en la habitualmente llamada "Psicología Crítica" en Alemania (Tolman, 1994) y por extensión en Dinamarca, ha operado, por otro lado, como psicología mainstream en los estados burocratizados de la Unión Soviética y Este de Europa hasta la década de los noventa. En esta línea, la berlinesa Kritische Psychologie intentó construir una "ciencia del sujeto", y aunque su trabajo frecuentemente reivindicó la conexión con la práctica, también permitió un trabajo puramente académico y científico que no necesitó conectar con los usuarios de los servicios de psicología (Tolman y Maiers, 1991). El rechazo de esa ciencia en particular no soluciona el problema más general que nos ocupa. También podemos mencionar que los enfoques "postmodernos" más aparentemente radicales han podido ser utilizados, la India es un ejemplo que viene al caso, para sostener prácticas culturales de opresión. Tal ejemplo muestra claramente que eso que puede parecer más ostensiblemente crítico dentro de una disciplina académica puede, llegado el caso, no constituirse a sí mismo como crítico de la opresión que sufre la mujer en otras partes del mundo. (Mitter, 1994).
En el margen radical del interior de la psicología están aquéllos que han sacado a la luz las asunciones ideológicas y los juegos de poder de la disciplina. El desarrollo de una "reflexividad disciplinaria" en psicología (Wilkinson, 1988) ha presentado debates y formas de organización que han sido desarrolladas en otras ciencias humanas y políticas feministas, y ciertos foros institucionales, como es el caso de la revista Feminism Psychology (Psicología feminista), han proporcionado un espacio para iniciativas académicas y prácticas que señalaban el sexismo, heterosexismo, racismo y opresión de clase de la disciplina (Kitzinger et al., 1992; Bhavnani y Phoenix, 1994; Walkerdine, 1996). La psicología crítica, en la medida en que es posible para una actividad que incorpora hombres y mujeres trabajando para desafiar y cambiar la así llamada disciplina, es también una "psicología feminista".
Versiones últimas de la reflexión crítica sobre la moralidad y la política de la psicología (Prilleltensky, 1994), la auto-denominada "Psicología Crítica" (Fox y Prilleltensky, 1997) o la "Psicología Social Crítica" (Ibáñez e Íñiguez, 1997), ahora incluyen perspectivas feministas. Y a su vez, las propias perspectivas feministas en la disciplina han auto-desarrollado una reflexión crítica, una deconstrucción progresiva y fuertes conexiones con la práctica (Burman, 1998; Burman et al., 1995). Uno de los particulares esfuerzos de las psicólogas feministas ha sido comprometerse con su derecho a organizarse separadamente como mujeres. En algunos contextos, tales como el del Reino Unido, ha sido necesario argumentar que hay un dominio intelectual específico que requiere una organización académica diferente. En otros contextos, tales como el de Escandinavia, la organización de las mujeres en la psicología se ha dado al abrigo de una actividad sindical, lo que ha hecho posible conectar, más allá de la disciplina, con amplias cuestiones relacionadas con la práctica y la opresión.
En el exterior de la psicología
Mientras se da todo esto, un importante número de críticas radicales "fuera" de la psicología han llevado a la formulación de nuevos modelos sobre la mente y a nuevas prácticas que nos permiten entender y reconfigurar las relaciones sociales. Este "exterior" no es, por supuesto, completamente externo al complejo-psy. Las redes de teorías e instituciones relacionadas con la mente y el comportamiento y que configuran el complejo-psy en la cultura occidental (y el resto del mundo, ahora penetrado y organizado precisamente por esa cultura) incluye las explicaciones más diversas y "alternativas" (Ingleby, 1985; Rose, 1985). Sería más adecuado decir que los "exteriores" están, más bien, en los márgenes del complejo-psy. A veces, pocas veces, éstos escapan a las asunciones de este último, pero siempre deben adoptar y adaptar ideas que circulan alrededor de él. La psicología crítica trabaja con esas exterioridades como aliados, exterioridades que tienen una comprensión idiosincrática de lo que hace la psicología y, por esa razón, a veces una comprensión más sofisticada.
Diferentes disciplinas
Algunos de los más vibrantes recursos teóricos para las críticas internas de la psicología, ya sea el humanismo de la Teoría Crítica o el post-estructuralismo, han sido mantenidos en disciplinas vecinas. Explicaciones del complejo-psy que descansan en el trabajo de Foucault, por ejemplo, han sido desarrolladas en la revista Ideology & Consciousness (Rose, 1979) para llegar más tarde a la psicología (Ingleby, 1985). Sin embargo, el principal recurso de la reflexión crítica sobre la emergencia del complejo-psy proviene de la sociología (Rose, 1985, 1989). Esto no nos debería llevar a idealizar los desarrollos que se dan en otras disciplinas, y una psicología crítica debería incluir tanto la sociología crítica como tradiciones más escépticas de la línea mainstream en otras disciplinas que tienen más que ver con la acción y la experiencia. La división entre la psicología y la sociología es un buen ejemplo de una división de trabajo netamente académica que anima a la gente a creer que lo que hacen como individuos y lo que hacen en sociedad son compartimentos separados.
Los argumentos del "nuevo paradigma" que aparecen en los setenta y del "giro discursivo" de los ochenta, y estos son sólo algunos ejemplos, descaradamente saquearon las teorías del "lenguaje ordinario" de la mente y de la "construcción social" de la realidad que había en la filosofía y la sociología; y mientras esas teorías parecían realmente nuevas para muchos psicólogos/as, el hecho era que ya había un corpus importante de autores en otro lugar ayudando a los radicales. Las discusiones en la revista estadounidense PsychCritique o en la británica Ideology & Consciousness, por ejemplo, descansaban en la tradición de trabajo de la Escuela de Frankfurt o del postestructuralismo francés. Los actuales debates sobre el racismo que hay en la psicología incluyen ejemplos concretos de análisis de revistas y manuales (Billig, 1979; Howitt y Owusu-Bempah, 1994), así como investigaciones que hablan de movimientos fascistas (Billig, 1978), sin embargo, las exploraciones conceptuales y teóricas del orientalismo y la "alteridad" que permean las imágenes psicológicas de la raza sólo se han desarrollado adecuadamente en la teoría literaria postcolonial y en los estudios culturales (Said, 1978; Spivak, 1990). Todavía es raro encontrar análisis del lugar que ocupa la psicología en las redes de relaciones de explotación que se dan entre el mundo sobre-industrializado y el llamado "tercer mundo" (Sloan, 1990).
En el exterior de la disciplina
Innovadores recientes han leído un poco más y se han ido un poco más lejos para importar las ideas deconstruccionistas sobre la textualidad que hay en la teoría literaria y las explicaciones postmodernas que sobre el espacio se dan en algunos tipos de geografía. Los psicólogos críticos pueden viajar con ellas ocasionalmente y pueden visitar lugares lejanos y ajenos a las instituciones académicas y también, por supuesto, contemplar las contribuciones teóricas de algunas de esas personas que hacen un trabajo progresista en el mundo real. A título de ejemplos podemos citar aquí tres dominios.
En primer lugar podemos hablar de la educación y de como los enfoques radicales han tendido a desarrollarse fuera de los Estados Unidos de América y Europa. En EEUU y GB el antiguo movimiento de la "escuela libre" privada fue una inspiración para aquellos que creyeron que podía haber mejores maneras de entender e implementar el desarrollo, pero esto tendió a desaparecer con Reagan y los ochenta. El proyecto de "concientización" como una parte de la investigación que se lleva a cabo en Latinoamérica ha proporcionado modelos alternativos de lo que podría ser la evolución del infante, las maneras en las que este proceso de evolución se extiende a través de toda la vida sin quedar restringido a la etapa infantil y las conexiones que siempre tienen esos procesos con la supresión o desarrollo de la conciencia política. El trabajo de Paulo Freire en Brasil y de Orlando Fals-Borda en Colombia ha tomado prestado elementos de las mejores tradiciones de la investigación-acción, dando, sin embargo, un giro radical a las ideas norteamericanas y forjando una estrecha conexión entre la investigación, la acción y el "empowerment"[1]. El enfoque general de la Investigación-acción Participativa que tanto ha sido combatido en Latinoamérica también se ha desarrollado en Indonesia.
En ese trabajo encontramos importantes contribuciones metodológicas, puesto que la investigación-acción participativa ha sido parte de una nueva manera de producir y reflexionar sobre el conocimiento que ha conseguido romper con las nociones de la psicología tradicional y ha conseguido fundamentar la práctica del investigador en la realidad social más allá de la determinación de la simple elección de sus textos de referencia, diferencia que ha alejado este trabajo de la "teoría fundamental" sociológica de la tradición liberal norteamericana. La politización de la psicología educacional y social en Latinoamérica posee mucho de esta práctica de investigación participante, y allá donde ha habido ideas importadas de Europa, éstas han sido integradas y recuperadas desde esa perspectiva progresista (Montero, 1987). El trabajo del psicólogo social Ignacio Martín-Baró en El Salvador, asesinado por el régimen militar en 1989, ha sido una inspiración muy especial (Aron y Corne, 1994; Pacheco y Jiménez, 1990). Los psicólogos/as críticos/as de allí y de aquí están en deuda con su trabajo.
En segundo lugar podemos hablar del trabajo social -y aquí incluimos el trabajo comunitario, el trabajo en salud, en salud mental y el trabajo de ayuda y voluntariado en organizaciones no gubernamentales- y de las discusiones que desde éste se han generado sobre temáticas como la subjetividad y el cambio social que no tienen nada que ver con la psicología mainstream. La psicología como empresa académica ha estado en perpetua disputa demarcacional con la filosofía, sin embargo, esto no ha sido así en la práctica profesional de la psicología, práctica que ha encontrado fundamentos para su acción en el trabajo social. Las conexiones olvidadas con la práctica del trabajo social radical podrían ayudarnos a dar vigor a la psicología crítica. La exploración de las interrelaciones que hay entre el trabajo y la personalidad en los escritos de Lucien Sève (1978), por ejemplo, se ha desarrollado precisamente en el trabajo social radical que ha habido en el Reino Unido (Leonard, 1984). En las difíciles condiciones que tenía la psicología radical bajo el régimen del apartheid en Sudáfrica, cuando la fenomenología mainstream de la disciplina estaba operando codo con codo con el régimen, la principal actividad de "los/as psicólogos/as críticos/as" era paralela y común a la que llevaban a cabo activistas antiapartheid en las comunidades y lugares de trabajo social. En la Organización para Servicios Sociales Apropiados en Sudáfrica (OSSASA), los/las psicólogos/as no trabajaron como psicólogos, sino más bien como una parte más de un amplio movimiento de resistencia y soporte social (Nicholas, 1994). La investigación radical que exponía la tortura policial fue capaz de utilizar la retórica de la ciencia social para enmarcar y contextualizar las estadísticas y las explicaciones de las víctimas (Foster, 1987). Del mismo modo, la revista Psychology in Society (Psicología en Sociedad) operó como punto de resistencia para muchos activistas en psicología y en trabajo social más general (precisamente, después de la caída del régimen del apartheid, hubo propuestas por parte de algunos de estos activistas para crear una división de "Psicología Crítica" en la Sociedad Psicológica de SudÁfrica).
Como tercer ejemplo, podemos mencionar el abanico de desarrollos que ha habido en terapia. La demanda de terapia como alternativa a los tratamientos farmacológicos ha constituido una demanda humanista radical desde la década de los cincuenta. Es en esta línea que la conexión entre un interés en un tipo particular de servicio y una reflexión necesaria sobre las condiciones institucionales que lo frustran creo un contexto en el que diversas terapias, poderosas y radicales, florecieron. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, el movimiento de psicología radical aglutinó a defensores y críticos de la terapia (Brown, 1973; Radical Therapist Collective, 1974). Aquí se dio, no obstante, una paradoja: las principales críticas a la psiquiatría y a la psicoterapia han provenido de la derecha libertaria –en la que desafortunadamente tenemos que incluir a Szasz (1961)- de los Estados Unidos antes que de la izquierda del Reino Unido, izquierda que se replegó alrededor del liberal Laing (1965) y más tarde lo siguió en su desplazamiento hacia la psicoterapia (Sedgwick, 1982). Esta tendencia, resistida por algunos (en Asylum, habría un ejemplo), ha tomado multitud de diferentes formas en diversos grupos y corrientes ideológicas, incluyo aquí el movimiento de crecimiento personal que se refleja en la revista Self and Society y las corrientes psicodinámicas y feministas que encuentraron voz en Humpty Dumpty y más tarde en los Centros de Terapia de Mujeres. El Colectivo de Ciencia Radical del Reino Unido (1984) que fundó la revista Free Associations, en parte sobre la premisa de que el psicoanálisis inglés era "La-izquierda-del-centro", ha modificado de manera similar sus ambiciones políticas a lo largo de esta década (Cooper y Treacher, 1995). Incluso entre los más duros con el humanismo individualista de la terapia, se ha optado frecuentemente por alguna versión del psicoanálisis (Jacoby, 1977).
El psicoanálisis radical, en el trabajo de Marie Langer (1989) en Uruguay, Argentina, México y Nicaragua, por ejemplo, ha tendido a desarrollarse fuera de la psicología para ser más tarde adquirido por los psicólogos. Además, en algunos casos, el psicoanálisis se ha combinado con la resistencia política, tal es el caso de los trabajos de Slavoj Zizek"s (1989) en Esolovenia . Sus trabajos, primero fueron debatidos en la filosofía y los estudios culturales para más tarde llegar al foro de la psicología. Parte de la clave que explica esta situación la encontramos en el hecho de que las tendencias radicales frecuentemente han sido silenciadas por el establishment psicoanalítico conservador (Jacoby, 1983). Esto también explica que los radicales hayan identificado el psicoanálisis con la represión y hayan concluido que el propio proyecto de la terapia es opresor (Rush, 1977; Masson, 1990). De nuevo, debemos tener cuidado y no imaginar que otras disciplinas ofrecen alternativas progresistas perfectamente acabadas para la psicología, así como buscar aliados que estén trabajando como parte de la oposición radical en diferentes dominios académicos y prácticas profesionales.
Algunas corrientes dentro de la terapia familiar, frecuentemente lideradas por aquéllos que tienen una primera formación en trabajo social, se han apoyado en ideas deconstruccionistas y discursivas para transformar la terapia sistémica y volverla alguna cosa mucho más liberadora. Las ideas deconstruccionistas pueden ser tomadas, como ocurre frecuentemente en la teoría literaria norteamericana, como el fundamento para elaborar rechazos relativistas, alegres e implacables, del compromiso político. ¿Qué es la política, dirían ellos, sino otro mero texto (e.g., de Shazer, 1991)? No obstante, en sitios como Australia o Nueva Zelanda, esas ideas se han utilizado para elaborar formas de terapia desmitificadora y con efectos de "empowering" (White y Epston, 1990). Al igual que ocurre con los debates entre el relativismo y el realismo o con la tensión entre los métodos de investigación cualitativa y cuantitativa en psicología, necesitamos traer el impulso radical de esta terapia familiar a nuestro foro, y la psicología crítica debe acercarse al proyecto político de los terapeutas narrativos cuando éste es conectado con cuestiones de poder, abuso profesional y justicia social (Waldegrave, 1990; Epston, 1993). En este punto, precisamente, podemos observar una ruptura radical con la terapia familiar, puesto que la familia no es vista como locus de patología, sino que son, concretamente, los sistemas de discurso que atrapan a las personas en familias y en una ideología familiarista los que se consideran parte del problema (Parker, 1999).
La psicología crítica se extiende a través del límite que separa el interior del exterior de la disciplina. Esta primera no es sólo "interdisciplianria" en el sentido de que se apoya en argumentos que provienen de un amplio abanico de ámbitos profesionales y académicos, sino que, más bien, puede caracterizarse como "transdisciplinaria" en el sentido que cuestiona las fronteras que han establecido y vigilado los colegios e instituciones de preparación o entrenamiento que hay en la disciplina; se extiende, en definitiva, desde los márgenes más lejanos del complejo-psy hasta los centros de la psicología. La psicología crítica debería ser móvil y táctica en su recorrido por este terreno, y el mapa de "márgenes" y "centros" que puede resultar de tal movimiento es diferente del que ha sido trazado por los cartógrafos de la mente.
Los márgenes
Si por el momento dejamos al margen el sistemático soslayamiento que se ha dado de los desarrollos que hay en otras, es posible identificar en la psicología tradicional dos tendencias inter relacionadas que ayudan a vigilar la frontera entre lo que es usualmente considerado "el interior" y lo que es consignado como "el exterior" de una comprensión propiamente científica. Una tendencia es la que conduce a la profesionalización de la psicología como disciplina y al eventual estado de regulación tanto de las cualificaciones psicológicas como del tratamiento psicológico. La otra tendencia es la exclusión de determinados grupos que son tachados de incapaces de decir nada racional sobre los procesos psicológicos porque ellos mismos son víctimas de un "culto" patológico a la psicología. La severidad de los criterios de registro profesional en Australia no es más que una respuesta a las amenazas que los Cientifistas, y las asociaciones psicológicas profesionales de otros países no han hecho más que ser entusiastas seguidoras del ejemplo australiano. Lanzaron a la Sociedad Británica de Psicología en el Reino Unido acusando a la Programación Neuro-Lingüística de paradigma de la charlatanería. Para los psicólogos críticos, la cuestión no debería ser si la Dianética o la mencionada Programación son propiamente psicologías (aunque sepamos o necesitemos saber mejor cómo son de absurdas o peligrosas), puesto que estamos siempre sorprendiéndonos de que la psicología adecuada sea cualquier cosa, sino más bien preguntarse si cualquier sistema de psicología opera como opresor o como sistema de empowerment.
Incluso esas psicologías que han sido tachadas como "culto" por parte del FBI pueden ser fuente de teorías y prácticas radicales útiles. Como la mala hierba, un culto es algo que crece en el lugar equivocado. Deberíamos preguntar ¿"equivocado" para quién? y deberíamos preguntar si a veces no podríamos estar ante algo correcto para nosotros. No sentimos ningún deseo de alinearnos con el establishment psicológico para echar fuera del debate a aquéllos/as que ofrecen algo valioso para las prácticas antiracistas, feministas o de los trabajadores (Newman y Holzman, 1993, 1997) Al mismo tiempo, procuraremos ser críticos con cada alternativa y contemplaremos el abanico de valoraciones que de este trabajo hacen los radicales (Harris, 1995). Es importante hacer notar aquí que la "psicología crítica" no excluye por principio a la "psicología-popular", sino que más bien se pregunta por las funciones políticas de ésta, así como por los contextos de esas funciones. El trabajo de Freire y Fals-Borda en América Latina, por ejemplo, es una variedad de "psicología-popular", y así debe seguir siendo. Más que constituir los "márgenes" de nuestro universo, estos debates deberían constituirse en el centro y deberíamos atender a las actividades de la psicología "mainstream" como si se tratase de extrañas empresas marginales que necesitan ser comprendidas y analizadas como prácticas de "culto".
Los centros
Los centros del mundo de los/as psicólogos/as críticos/as no son realmente los debates abstractos que ocurren en las revistas, sino las formas de auto-organización que operan en la teoría y prácticas psicológicas. Por ejemplo, los diversos grupos de auto-ayuda que brotan alrededor de diferentes temáticas han tenido que desarrollar formas de la psicología que los mantengan y ayuden. La psicología académica, profesional y mainstream no es algo particularmente útil a este respecto, así los intentos que ha habido de volver a traer los movimientos de auto-ayuda a los marcos de la psicología tradicional no han hecho otra cosa que desactivarlos. Tal es el caso de los grupos de soporte a la "esquizofrenia" que primero controlaron los psiquiatras y más tarde la industria farmacéutica (Breggin, 1991).
Uno de los mitos que hay sobre los grupos de auto-ayuda es que son parroquiales y están limitados en sus planteamientos por el contexto particular y local de sus problemas. Este mito es reforzado por la oposición tradicional entre la disciplina de la psicología como "centro" y los que están fuera, como si éstos viviesen en provincias. En realidad, los debates en los movimientos de auto-ayuda tienen mucho que enseñar a los psicólogos/as. El movimiento de psiquiatría radical en el Reino Unido, por ejemplo, fue refundado como resultado de los intensos debates sobre las reformas que se llevaron a cabo en Italia y el experimento de Trieste –con Basaglia (1987), los hospitales mentales se cerraron y re-emplazaron por una serie de centros de salud mental comunitaria gestionados por los usuarios y el personal empleado. Los primeros números de la publicación de "psiquiatría democrática" Asylum estaban repletos de material sobre Trieste (e. Jenner, 1986) y, por lo tanto, de discusiones sobre los movimientos radicales en Alemania, Grecia, los Países Bajos, etc. El trabajo de Romme y Escher (1993) sobre "hearing voices" (los que oyen voces) ha sido la inspiración para una nueva ola de activismo antipsiquiatría muy politizado. (Coleman, 1998). La Coalición de Apoyo en Estados Unidos es otro ejemplo que a través del periódico Dendron ha movilizado movimientos de auto-ayuda a través de NorteAmérica y está ahora, vía internet, conectando con grupos en el extranjero. Éstos son modelos de actividad de campaña y reflexión crítica sobre la práctica de la psiquiatría que los psicólogos/as críticos/as deberían compartir en la medida en que desmantelan el misterioso conocimiento especializado de la medicina o se comprometen en una "deconstrucción práctica" del conocimiento psicológico (Parker et al. 1995).
Precisamente en este punto, encontramos una cuestión que frecuentemente se le plantea a los/las psicólogos/as críticos/as y que vale la pena responder: ¿Cómo puede esta reflexión crítica contribuir al conocimiento? Para responder tal consideración, debemos mirar de nuevo nuestro mapa puesto que esta cuestión revela algo sobre el mapa que los/as psicólogos/as tradicionales utilizan y sobre las maneras que éstos/as tienen de asumir que están en el centro. Los/as psicólogos/as imaginan que inician sus viajes en una especie de tierra seca y que luego regresan a sus instituciones, tras explorar extrañas aguas, para dar sentido a lo que han encontrado. A la psicología tradicional le gusta pensar que es el centro de las teorías sobre la mente. Así, los debates sobre la psicología fuera de los marcos tradicionales o el escepticismo sobre cualquier marco psicológico no puede entenderse como una contribución para el conocimiento. Los/as psicólogos/as críticos/as están en desacuerdo con relación a dos cuestiones. En primer lugar, si hay un centro en todo, entonces siempre hay múltiples centros de significado y es posible tomar separadamente un sistema intelectual y trazar la relación que hay entre las partes que lo componen y diferentes representaciones ideológicas o diferentes intereses de grupos sociales.
En segundo lugar, lo normal es encontrar diversos centros de vida intelectual en una cultura, y con más razón cuando lo que hacemos es conectar culturas alternativas por todo el globo y producir nuevas formas de conocimiento a partir de esas conexiones. Nuestro mapa muestra a la disciplina de la psicología como algo que existe en el terreno de un grupo particular de intelectuales que han sido investidos con la difícil tarea de describir y gestionar un sistema social particular. De esta manera, se vuelve comprensible que ellos sientan que la psicología es algo que ocurre dentro de la cabeza o, mejor aún, que sientan que es algo que ocurre más eficientemente en el interior de la cabeza del hombre blanco civilizado. En esos casos, la actividad intelectual es vista como algo bastante abstracto y los/as psicólogos/as no acostumbran a establecer conexiones entre las teorías que usan y su propia experiencia, dejando que esto le ocurra al resto de personas. Por el contrario, los/as psicólogos/as críticos/as deambulan sobre ese mismo territorio como "intelectuales orgánicos", termino acuñado por Gramsci (1971) en sus escritos de prisión. Sólo ellos pueden elaborar un conjunto diferente de conceptos teórico-analíticos que sean parte de las vidas de los que viven la psicología. Por supuesto, tal cosa significa forjar una relación diferente entre el interior y el exterior de las instituciones académicas (Mandel, 1972).
Este tipo de relación diferente es crucial si queremos prevenir a la "psicología crítica" de la multitud de debates esotéricos que no tienen ninguna utilidad para la gente y sus encuentros con la disciplina. No estamos interesados en reclutar personas para la psicología, ni siquiera en sus versiones más radicales, sino que deseamos implicar a muchas personas del "exterior" para construir redes y herramientas que nos permitan entender que hace la psicología. La psicología crítica no pretende acabar con la fragmentación de la disciplina, más bien pretende aprehender cómo la disciplina opera en diferentes lugares y con teorías y prácticas contradictorias.
Conectando elementos para definir la psicología crítica
La psicología crítica debería abarcar la investigación académica, la práctica profesional y la auto-organización de los usuarios de los servicios de la psicología. Necesita, también, conectar la teoría y la práctica en cada uno de esos dominios y combatir la división entre diferentes formas de conocimiento dentro y fuera de los colegios y clínicas. Necesitamos elementos para una definición que pueda conectar el trabajo interesante y construir un campo de debate en el que las tensiones entre posiciones diferenciadas puedan ser discutidas. Al igual que establecemos conexiones para evitar la multitud de cebos que la psicología nos pone en sus variadas conceptualizaciones de la persona, los elementos de una definición podrían construirse en la medida en que negociamos esas trampas que la disciplina despliega.
Límites
Es muy tentador sucumbir a los mitos del origen que marcan a los distintos saberes y que cierran la posibilidad de una investigación escéptica. El argumento de que la "psicología" sólo empieza en 1870 en Leipzig o que la "Psicología Crítica" sólo empieza en 1960 en Berlín, por citar algunos ejemplos, son trampas que rápidamente nos sitúan y limitan. Tal es la razón por la cual los enfoques críticos necesitan mantener su insistencia en que el ámbito de la psicología es más amplio y profundo históricamente que todo eso. No descubrimos la psicología, la vivimos y la producimos. Lo que los/as psicólogos/as críticos/as deseamos incluir en la psicología son los diversos caminos por los que hombres y mujeres de diferentes culturas y clases construyen y se reflejan en la acción y la experiencia. Todos estos caminos del pasado y del presente deberían constituirse en nuestras brújulas. La psicología crítica es, por lo tanto, y antes que nada,
el examen sistemático de cómo algunas variedades de experiencia y acción psicológica son privilegiadas sobre otras y de cómo explicaciones dominantes de la "psicología" operan ideológicamente y al servicio del poder.
A pesar de la náusea que sienten algunos/as psicólogos/as críticos/as –especialmente aquéllos que utilizan el trabajo de Foucault (1980)- por el término "ideología" en la medida en que es una trampa que nos lleva a la búsqueda de una verdad enfrentada a una falsedad, necesitamos alguna noción de ideología para referirnos a las diversas maneras que tienen las ideas de trabajar al servicio del poder y operar para desorientar o despistar a aquéllos que deberían sospechar que están ocurriendo cosas de dudosa índole (Eagleton, 1991). Las vindicaciones que hace la Psicología de haber descubierto alguna cosa en el siglo XIX, ciertamente despistan y desorientan a las personas respecto de "hechos" sobre la mente que son independientes de ellos y que operan, de esta manera ideológicamente.
Resistencia
Hay otra trampa que igualmente necesitamos evitar. Ésta hace referencia tanto a la idea de que la psicología se remonta hasta los griegos o hasta otros lejanos y exóticos lugares intelectuales como al hecho de pensar que las aportaciones psicológicas deben recolectarse en las cuatro esquinas del mundo, o mucho más lejos todavía. Esta idea lo que está planteando es que todas las pequeñas piezas del conocimiento pueden ser incorporadas en un gran cuadro, el verdadero, o, por el contrario, que todas estas pequeñas piezas ya contienen, como si de fragmentos de un holograma se tratase, ese gran cuadro en miniatura. Cuando la psicología intenta aglutinar como sea todas esas ocasiones y todos esos lugares en los que la gente ha hablado sobre sí mismos, asistimos, sin duda, a la emergencia de un impulso colonizador grandioso en la disciplina. Un impulso que intenta asentar en el sistema de la denominada observación científica, predicción y control diversos tipos de comportamiento y mentalidad. Los enfoques críticos enfatizarían las sendas particulares que utiliza la psicología como disciplina para construir sus objetos de estudio, así como los caminos por los que la cotidianidad siempre es capaz de desbordar los limitados modelos psicológicos. La psicología crítica es, de este modo y en segundo lugar,
el estudio de las formas de construcción histórica de todas las variedades de psicología, así como el estudio del cómo las distintas psicologías alternativas pueden confirmar o resistir las asunciones ideológicas de los modelos mainstream.
A pesar de que los/as psicólogos/as críticos/as siempre debatirán las ventajas y desventajas del término "ideología", la presencia de éste, y de su debate, conllevará permanentemente la noción de que existe posibilidad y potencial de resistencia. Siempre hay algún espacio dentro o fuera para el trabajo crítico, y ese trabajo crítico, precisamente, está ligado, de alguna manera, a los intereses de todos aquellos que están afectados por la psicología, ligado a todos esos que toman conciencia de lo que la psicología les ha estado haciendo.
Cultura psicológica
Página siguiente |