Códigos Naturales y Culturales (página 2)

Todo lo existente está estructurado en sistema de códigos con sus respectivas claves que permiten entrar, decodificar e interpretar a los mismos. Dotado de inteligencia – por creación o evolución– el hombre es el único ser terrenal que posee la capacidad de descubrir, descifrar, interpretar, relacionar, especular y experimentar sobre lo que hasta el presente le ha sido posible contactar de lo existente: cosmos, galaxias, astros, planetas, estrellas, nebulosas, cometas, vida orgánica (proceso fenomenológico) y los procesos sociales de relación, expresión y comunicación (dinámica social). El mismo hombre está estructurado por un sistema de códigos genéticos, estructurado a su vez por códigos, celulares, moleculares y atómicos. Así mismo, la fauna, la vegetación, la flora y la vida microscópica unicelular presentan características o códigos que las hacen distinguirse unas de otras, basados en leyes o principios universales. ¿Pero, quién o qué los elaboró?

Según los expertos, los códigos son "sistemas de signos, preceptos, trazos y reglas que permiten formular y comprender un mensaje" (Petit Larousse, pág. 258). En lo referente a los Códigos Genéticos, explican que son "una sucesión de bases nitrogenadas a lo largo de una hélice de A.D.N (Ácido desoxirribonucleico) de las células vivas". (Ibídem). Estas definiciones se enmarcan dentro de las concepciones, especulaciones, descubrimientos y algunas comprobaciones científicas. En este sentido, los mismos expertos, o científicos, coinciden en admitir que tanto la materia orgánica como la inorgánica se presentan ante el hombre en sistemas organizados de códigos. Por lo tanto, nos atrevemos a afirmar que los Códigos Naturales (por creación o evolución) son sistemas de principios, leyes y condiciones que hacen posible la existencia, organización y funcionamiento de todo cuanto existe en el universo.

En cuanto al origen universal (cosmogonía) es aún discutido por el hombre, ya que no hay una única sustentación al respecto. Se sabe de su existencia, organización, funcionamiento y utilidad para el hombre, pero no de su origen primigenio: ¿Quién? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿De qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con qué? ¿Siempre ha existido? ¿Siempre existirá? Se han diseñado teorías y especulaciones científicas, filosóficas y religiosas sobre posibles respuestas a estas interrogantes, pero ninguna ha sido comprobada. Es decir que los códigos relativos a las interrogantes señaladas no han sido decodificados aún por el homo sapiens. Según nuestro criterio, las leyes y principios universales son sistemas de códigos que deben ser descifrados (decodificación), interpretados, analizados y comprobados en su totalidad para luego emitir los juicios valorativos finales que definan la significación y utilidad cosmogónicas y cosmológicas para el hombre.

De acuerdo con lo anterior, el hombre ha podido descubrir leyes y principios que rigen la materia, el espacio y las relaciones e interacciones del hombre en la tierra. Mediante los Códigos Culturales (creación humana), se han diseñado infinitos modos de comunicación, expresión y relación del hombre con el medio (fenomenología), con el hombre mismo (dinámica social) y el universo (trascendencia científica, mental y espiritual). En lo referente a la naturaleza de los Códigos, es decir, según su origen, podemos señalar, de acuerdo con nuestra apreciación, dos sistemas principales: Naturales (universales, galácticos, planetarios y terrícolas) y Culturales (lingüísticos, paralingüísticos, extralingüísticos, artísticos, científicos, matemáticos y cosmovisionarios).

• 1. Códigos Naturales

Son todos los sistemas naturales, orgánicos e inorgánicos que existen sin la intervención del hombre y sobre los cuales se discute su origen, esencia, significación y utilidad para la humanidad y los demás seres terráqueos. Estos sistemas de códigos se subdividen a su vez en subsistemas y éstos en otros subsistemas y así sucesivamente. Cada subsistema constituye a su vez un sistema de códigos estructurados mediante leyes y principios que, hasta el presente, sólo el ser humano, por su inteligencia, es capaz de decodificar (descifrar, interpretar y especular sobre los mismos). Entonces, nos atrevemos a suponer que una de las razones por las cuales el hombre existe –por creación o evolución- es la de descifrar los códigos para dar sentido a la existencia orgánica e inorgánica universal y a su propio desarrollo cultural, social, individual y espiritual. Si es por evolución, se deduce que los códigos naturales universales (orgánicos e inorgánicos) están dotados también de sabiduría para auto crearse, auto estructurarse y hacer posible la aparición de un ser inteligente (hombre) que pueda interpretarlos y utilizarlos. Si, por el contrario, es por creación, entonces existe la intención de una inteligencia superior o Ser Supremo (Creador) que necesita o desea que algún ser, inferior con respecto a él, tenga conciencia (inteligencia) sobre su presencia y esencia; Ser Supremo que, según las interpretaciones religiosas, y algunas filosóficas, han caracterizado como Omnisciente (todo lo sabe), Omnipresente (siempre ha existido y está en todas partes) y Omnipotente (todo lo puede). Es decir, que para aceptar alguna de las dos posiciones, también debe aceptarse, según nuestra opinión, la existencia, en ambos casos, de un código o acto inteligente que puede hacer posible la estructuración, organización, aparición y funcionamiento de todo cuanto existe.

En el medio de los extremos anteriores, también podríamos argüir que tanto la creación como la evolución han sido posibles y que la primera es la base de la segunda, ya que si bien lo que existe fue creado, también lleva implícito un código de evolución (cambios, modificaciones y transformaciones) y un principio dialéctico que permite esa evolución o cambio. Bien vale recordar que uno de los principios de la física establece que "nada se pierde, todo se transforma". Los defensores del evolucionismo, científicos y aficionados, sostienen que todo se ha originado por transformación a partir de un "átomo primitivo", pero no han logrado explicar, ya que no han encontrado o descifrado los códigos para tal fin, ¿cuándo surgió?, ¿de dónde surgió?, ¿quién o qué lo creó?, ¿por qué fue creado?, ¿para qué fue creado?, ¿con qué fue creado?, ¿para quién fue creado?

Por otra parte, Charles Darwin, considerado el padre de la teoría evolucionista, ante la controversia suscitada en su tiempo con las creencias religiosas, expresó que nunca quiso entrar en conflicto con los dogmas religiosos; pensaba, mediante sus observaciones y anotaciones en distintos puntos de la tierra, que las especies han sufrido mutaciones y que existe una lucha natural del más apto sobre el más débil para garantizar la sobrevivencia. Descubrió leyes y principios limitados a lo orgánico (selección natural), sobre todo al origen, mutaciones y evolución de las especies: animales, flora, fauna y hombre. Este notable científico jamás habló sobre el átomo primitivo, es decir no indagó ni opinó sobre cosmogonía (origen y sentido del universo), ni mucho menos se enfrentó ni se opuso a las creencias religiosas. Esto se puede demostrar con sus propias palabras:

"Y por lo que concierne a mis sentimientos religiosos.diré que creo que la teoría de la Evolución es compatible con la creencia en Dios. apenas he puesto el pensamiento en la religión al tratar la Ciencia, como tampoco lo pongo en la Moral en relación con la Sociedad". (El Origen de las Especies. Autobiografía crítica. Pág. 35). Es decir, Darwin intentó descifrar los códigos naturales sin indagar ni preguntarse sobre sus orígenes primigenios o sobre las fuerzas o leyes inteligentes que pudieron actuar para que apareciera el universo y sus distintos sistemas de códigos.

Los seguidores, complementadores y modificadores del "boom darwiniano", quizás por la excesiva emotividad de una supuesta "verdad absoluta", agregaron y decidieron sobre la "supuesta verdad científica" que implicaba someter bajo el dominio de los principios evolutivos el origen y funcionamiento de todo cuanto existe, y que aún rige los destinos del hombre, incluyendo la cosmovisión y trayectoria existencial. Creemos que debemos indagar y reflexionar más profundamente para determinar exactamente lo que pueda corresponder a lo estrictamente científico y a lo estrictamente religioso, ya que ni la teoría de Darwin, ni el complemento de sus seguidores científicos, ni los argumentos teológicos diversos, pueden demostrar tangiblemente, sobre el origen del universo, como sí se puede demostrar, por lo real y lo posible, su proceso activo y poder renovador. Coincidimos con Bacon cuando refiere que "más bien habremos de esforzarnos los hombres procurándonos en ambos conocimientos un aprovechamiento continuo y un perfeccionamiento cada vez mayor" (Ídem, pág. 48). Se confirma, según nuestro parecer, que aún no existe una verdad absoluta para todo ni para todos, y que debemos buscar en todas las fuentes posibles del conocimiento, ya que, según se afirma, "la verdad está repartida"

Más grave aún es en lo referente a la vida humana dotada de inteligencia, cuando se le atribuyen los mismos principios e instintos primigenios en todas las facetas: individuales y sociales. Además, los positivistas definieron e impusieron- mediante la deformación darwiniana y la aceptación acrítica e irreflexiva -que las sociedades son como organismos biológicos que nacen, crecen y mueren. En ella predomina la ley del más fuerte, por "selección natural". Se sigue justificando así la primacía y dominio de los grupos dominantes (políticos, sociales, económicos y militares) sobre el resto de los integrantes societales; contradicción antidemocrática, anticristiana, inhumana, desleal, injusta e hipócrita. Es pues, la imposición de lo biológico sobre el resto de las características humanas: psicológica, cultural, social y trascendental. Como consecuencia, hemos visto ejemplo de esclavitud, invasiones, guerras, transculturación, prisiones, torturas, persecuciones, explotación de la mano de obra, desarrollo anárquico, deslealtad, ignorancia, inconformidad, inestabilidad política, desigualdad social y otros.

En el mundo contemporáneo, apreciamos en el Neoliberalismo una propuesta (más que propuesta es imposición a "trocha y mocha" por grupos minoritarios poderosos) que ha traído las más grandes desigualdades e injusticias mundiales; es decir, el libre mercado y la globalización son un modelo donde "el pez más grande se come al pez pequeño", o lo que es lo mismo, la aplicación de la "selección natural darwiniana". Priva lo individual y grupal minoritario sobre las grandes masas.

Intentemos explicar un poco la diferencia sistémica en lo que respecta a la vida animal y humana: Los animales están estructurados por códigos genéticos y principios naturales: comer, descansar, dormir, vigilia y reproducción. Para lograr la sobrevivencia, mediante la conducta instintiva, se comen los unos a los otros; predomina la ley del más fuerte, es decir "el pez grande se come al pequeño". Pero, el hombre, dotado de inteligencia, es superior a las demás especies: también come, descansa, duerme, vigila y se reproduce (sobrevivencia), pero también ama, sufre, desespera, ansía, se relaciona, busca paz y felicidad, defiende su libertad, se organiza, crea los códigos necesarios (culturales) para lograr y usar valores que trascienden por encima de lo material y lo catapultan hacia el desarrollo social y espiritual. Es decir, es a la vez un ser natural (por creación, evolución o Acrevoción –más adelante explicaremos este último término) y sociocultural (por su inteligencia). Esto hace que en su desarrollo y acción se convierta en un ser bio-psico-socio-cultural.

Si nos atenemos a los principios sistémicos, según los cuales "cada sistema es un conjunto estructurado por elementos interrelacionados y armónicos; en caso de que uno esos elementos sea alterado o sufra cambios, se producirá alteraciones y cambios en todo el sistema", entonces imponer y sobreponer el principio del más fuerte sobre el más débil (sobrevivencia biológica), resulta fatal para el verdadero desarrollo socio-cultural y espiritual del hombre (sistema biológico-racional). Podemos agregar que para alcanzar la paz, la felicidad y desarrollo espiritual (humanismo), ya no es posible continuar con "comernos los unos a los otros", sino entendernos los unos a los otros, ayudarnos los unos a los otros, y aceptarnos los unos a los otros. Es decir, amarnos los unos a los otros. De lo contrario, seguiremos actuando instintivamente y no inteligentemente como lo exigen las necesidades individuales y sociales en función de un desarrollo integral y armónico que trascienda las esferas biológicas y terrenales.

El Hombre bio-psico-socio-cultural

En lo que respecta al principio dialéctico que rige todo cuanto existe (cambios, transformaciones) desde mucho tiempo antes de Cristo, filósofos y otros pensadores buscaban e indagaban, especulativamente, sobre "los primeros principios de las últimas causa de todo cuanto existe". Reflexionaban y especulaban sobre el origen del universo, la materia, lo primero que existió (número, agua, fuego, aire, idea, etc.), el ser, la esencia de las cosas, el pensamiento y otros. Específicamente, el filósofo Heráclito concluía en sus reflexiones algunas deducciones como: "nada existe, porque todo lo que existe existe en un instante, y al instante siguiente deja de ser lo que es para pasar a ser lo que no era. No nos bañamos dos veces en el mismo río ni nos tropezamos dos veces con la misma persona. Todo está en constante movimiento y transformación".Vemos en esta posición un adelanto del materialismo dialéctico surgido y consolidado posteriormente en la época moderna como movimiento filosófico, social y político.

Pero, lo que más nos interesa detallar es que, independientemente de la posición creacionista o evolucionista, a través de todos los tiempos, se ha determinado, especulativa y científicamente, que todo está sometido a principios dialécticos a través de la dinámica orgánica, inorgánica y social, que permiten los cambios, transformaciones, desarrollo y renovación natural y cultural.

Dentro del mismo orden de ideas, y hablando en términos hipotético-especulativos, lo que existe pudo haber sido de distinta naturaleza y diversas formas de organización, funcionamiento y transformación. Bajo una concepción holística, sobre el proceso de origen, organización, funcionamiento y transformación de la materia orgánica e inorgánica, podría haber existido una tercera opción probabilística. El acto de aparición o creación de la materia supone la existencia de una inteligencia de la materia misma o de un ser todopoderoso. En ambos caso, hubo un acto de selección y decisión sobre lo que iba a existir, para qué iba a existir, por qué iba a existir y cómo iba a existir. Ese proceso de decisión implica la intervención del "azar"; es decir, cuál de tantas posibilidades infinitas debía existir. Por lo tanto, hablaríamos de una posibilidad, cuyo proceso se explicaría así: una inteligencia superior (naturaleza o ser) que siempre ha existido (principio de eternidad) decidió crear la materia orgánica e inorgánica con principios de organización (sistema interrelacionados), funcionamiento (códigos) y transformación (evolución o cambios implícitos en la naturaleza de lo creado). La intervención del azar también aparecerá en los códigos culturales diseñados por el hombre, y sobre los cuales hablaremos más adelante. En definitiva, hemos decidido crear un término que recoge o aglutina, según nuestro criterio, la intervención del proceso tripartito: azar, creación y evolución (ACREVOCIÓN).

Respondiendo las interrogantes presentadas durante la exposición de estas ideas, podemos señalar las siguientes: ¿quién o qué creó la energía o la materia? No se sabe. ¿De qué se hizo? No se sabe ¿Cómo se hizo? No se sabe ¿Con qué se hizo? No se sabe ¿Cómo se hizo? No se sabe. ¿Cuándo se hizo? No se sabe. ¿Por qué se hizo? No se sabe ¿Para qué se hizo? No se sabe. ¿Siempre ha existido? No se sabe. ¿Siempre existirá? No se sabe. Lo que sí podemos responder con certeza, por lo real y lo posible, es lo siguiente: ¿Qué existe? El universo con sus distintos códigos, principios y leyes. ¿Para qué sirve al hombre? Para desarrollar su capacidad intelectual, científica, humanística y socio-cultural en función de la paz, la felicidad, el amor y la trascendencia espiritual. ¿Cómo utilizar los códigos naturales? Modificando el medio y creando códigos (culturales) para lograr la comunicación, expresión, relación social, conservación y trascendencia.

SISTEMA DE CÓDIGOS NATURALES

2. Códigos Culturales

El hombre no crea códigos naturales, ni leyes ni principios que los rijan, sino que él mismo es producto, o debe su existencia, a los códigos naturales. Por consiguiente, ningún humano puede señalarse ni atribuirse como autor y dueño de las leyes y principios naturales ("Ley de Newton", "Ley de Mendel", "Efecto Kepler", etc.), sino que debe registrarse o patentarse como el "descubridor" de las mismas, para ponerlas al servicio de la colectividad humana.

Igualmente, podemos responder con certeza algunas interrogantes en cuanto a la vida cultural del hombre: ¿Quién hace cultura? El Hombre. ¿Cuándo? Siempre que ha existido. ¿Por qué? Su condición genética se lo impone. ¿Para qué? Para satisfacer necesidades materiales y espirituales. ¿Cómo? Modificando el medio y creando códigos para la expresión, comunicación y relaciones sociales.

SISTEMA DE CÓDIGOS CULTURALES

Como producto de la dinámica y dialéctica social, algunos códigos permanecen (bíblicos, políticos), otros cambian (ciencia y tecnología), otros desaparecen (morales, legales, escrituras, lenguas orales) y otros surgen (informática, telemática, ingeniería genética). El hombre crea códigos que se transforman con los cambios sociales, políticos, económicos, filosóficos y religiosos, igual que las formas y medios de expresión y transmisión de los mismos. Influidos por las circunstancias ambientales (clima, vegetación, hidrografía, orografía, fauna), culturales (política, economía, cosmovisión), sociales (relación, comunicación) y psicológicas (satisfacción y proyección), el hombre crea códigos, distintos en diversas épocas. El azar determina el acto de selección y funcionamiento de los nuevos códigos, que pudieron haber sido distintos, aún cuando, por decisión convencional o acuerdo social, sean aceptados, incorporados y utilizados en la dinámica social.

El hombre selecciona, crea y pone en funcionamiento los códigos culturales, los cuales quedan sometidos a su vez a la posibilidad de cambios por el azar mismo de la dinámica social. En atención a esto, podemos notar que los códigos culturales también se originan, organizan, funcionan y se transforman bajo la égida tripartita de los códigos naturales (ACREVOCIÓN), pero de distinta naturaleza y finalidad. Por el mismo hecho de existir diversas condiciones (biológicas, ambientales y cosmovisionarias) en las cuales interactúa el hombre, se producen variedades y modalidades de los distintos hechos culturales en variados grupos sociales de la tierra. Los niveles están dados por los grados de complejidad social y del hecho cultural (creación). Son limitados, exiguos y menos complejos los hechos culturales de algunos grupos sociales, como por ejemplo, tribus indígenas, cuya producción cultural está limitada, generalmente, a atender situaciones de vida biológica (hambre, sueño, sed y reproducción), religiosa (mitos, creencias, leyendas) y comunicacional (lengua). La mayor parte de la producción cultural en este caso es artesanal, sin influencias de las grandes masas. En cambio, en otras agrupaciones sociales los códigos culturales son de mayor complejidad: matemáticas, cosmovisión, ciencia, tecnología, lengua, artes, extralingüística y paralingüística, altamente influenciadas por otras sociedades, principalmente por los intereses políticos y esencialmente económicos.

Las modalidades culturales se refieren a las distintas posibilidades y formas de expresión y comunicación de los hechos culturales. Vemos, por ejemplo, que las Artes se subdividen en diversas actividades y éstas a su vez se subdividen en otras y así sucesivamente: pintura (ingenua, cubismo, impresionismo, expresionismo, naturalismo, realismo, barroco, surrealismo, etc.), literatura (romanticismo, realismo, neoclasicismo, clásica, naturalismo, barroco, etc.), dibujo (técnico, ingenuo, retrato, humorístico, etc.), arquitectura (gótica, clásica, neoclásica, religiosa, dórica, jónica, corintia, etc.), escultura (religiosa, mítica, legendaria, ecuestre, busto, etc.), artesanía (objetos, utensilios, pedrería, metálica, indígena, rural, urbana, etc.), música ( clásica, romántica, barroca, religiosa, instrumental, etc.), canto (popular, lírico, folklórico, monofónico, polifónico, ópera, etc.), danza (clásica, contradanza, moderna, contemporánea, etc.), teatro (drama., melodrama, tragedia, comedia, tragicomedia, diálogo, monólogo, etc.), artes marciales (Jiu-jitsu, taekondo, judo, kárate, etc.), bailes (tarantela, tamunangue, joropo, estribillo, calypso, pasodoble, vals, etc.); y así sucesivamente en todos los hechos culturales.

Modalidades y Variedades de los Códigos Culturales

Podemos apreciar la infinita diversidad de los hechos culturales en el mundo. Tomemos, por ejemplo, el caso de fiestas y festejos motivados por diversas tendencias cosmovisionarias:

Paso del Año: recogimiento, representación, celebraciones, procesiones, marchas, personificación, invocaciones rituales, exaltación de la vida, celebraciones de riquezas.

Fuegos del sol: memoria, costumbre, tradición, folklore (estaciones del año).

Felicidad de las cosechas: cortejos, vendimias, siega.

Creencias: mitos de creación, ofrendas, solemnidades, conjuras.

Espíritus familiares: poder de las máscaras, culto de las almas, honores fúnebres, juegos con la muerte, invocación burlesca de los espíritus.

Liturgias: judaísmo, Islam, cristianismo, chinos, japoneses, coreanos, tibetanos.

Leyenda áurea: libro de vida de los Santos, la Virgen, los Santos, la Natividad, amigos de la infancia (Papá Noel, Niño Jesús, Reyes Magos).

Identidades individuales: iniciación, pertenencia, héroes cohesionados.

Cohesión del grupo: (honores) gloria de príncipes, entusiasmos populares.

Entretenimientos: torneos, justas, bailes, desfiles, ferias, juegos.

Bravatas: dragones, toros, exorcismos, exhibiciones.

Extravagancias: fiesta de locos, carnaval, cuaresma (disfraces, máscaras, prestigios, costumbres, espectáculos).

En base a esa diversidad, podemos asegurar que nadie es inculto o incivilizado, porque cada individuo pertenece a un grupo o sociedad con valores y elementos culturales distintos, por lo tanto manejamos códigos distintos. Existe intención discriminatoria, excluyente e ilusa cuando se tilda de ignorante, inculto o incivilizado a una persona o grupo social, ya que no ha existido ningún mortal omnisciente, ni civilización alguna que haya alcanzado una verdad absoluta válida para todos los grupos humanos. En todo caso, todos somos incultos o incivilizados con respecto a un grupo sociocultural distinto al nuestro. Por consiguiente, se necesita aprender los códigos respectivos para interactuar con él. Por otra parte, hasta el presente no ha existido ninguna civilización en la que no se haya practicado alguna forma de barbarie en nombre de una supuesta verdad religiosa, política, filosófica o económica absoluta. Entonces nos preguntamos ¿cuál civilización tiene la suficiente perfección y/o moral para sojuzgar y condenar a otra?

II. Génesis, organización, función y utilidad de los Códigos

Génesis, organización, función y utilidad de los Códigos

III. Clasificación de los códigos humanos: naturales y culturales

CÓDIGOS HUMANOS NATURALES (creación, evolución o acrevoción)