Análisis del libro Marcada (La casa de la noche) de P.C. Y Kristin Cast (página 7)
Enviado por Yunior Andrés Castillo S.
Una vez más me puso de cara al este. Damien sonrió para darme ánimos. Entonces comencé a recitar la antigua plegaria de purificación que había repetido tantas veces con la abuela-con algunos pequeños cambios que había decidido previamente.
Gran Diosa de la Noche, cuya voz oigo en el viento, y que infunde el aliento de la vida a sus Hijos. Óyeme, necesito tu fuerza y sabiduría.
Hice una pequeña pausa mientras me giraba sur.
Déjame caminar en la belleza de tu noche. Haz que mis ojos contemplen el crepúsculo que llega antes de la belleza de tu noche. Haz que mis manos respeten las cosas que has hecho y agudiza mis oídos para escuchar tu voz. Hazme sabia para que pueda entender las cosas que le has enseñado a tu pueblo.
Me volví de nuevo a la derecha, y noté mi voz más fuerte a medida que caía en el ritmo de la oración.
Ayúdame a mantener la calma y a ser fuerte ante todo lo que me llegue. Déjame aprender las lecciones que has escondido en cada hoja y en cada roca. Ayúdame a encontrar pensamientos puros y a actuar con la intención de ayudar a los demás. Ayúdame a encontrar la compasión sin que la empatía me abrume.
Miré a Stevie Rae, cuyos ojos estaban cerrados con fuerza como si se estuviera concentrando con todas sus ganas.
Busco la fuerza, a no para ser más grande que otros, sino para luchar contra mi peor enemigo, las dudas en mi interior.
Caminé de vuelta al centro del círculo y terminé la oración, y por primera vez en mi vida, sentí un arrebato de sensaciones cuando el poder de las palabras ancestrales salió de mí a toda prisa hacia lo que esperaba con todo mi corazón y mi alma que fuera la diosa que me escuchaba.
Hazme que siempre esté preparada para llegar a ti con las manos limpias y la mirada recta. De forma que, cuando la vida se desvanezca, como se apaga e atardecer, mi espíritu pueda llegar a ti sin vergüenza.
Técnicamente, ese era el final del ritual Cherokee que mi abuela me había enseñado, pero sentí la necesidad de añadir: "Y Nyx, no entiendo por qué me has Marcado y por qué me has dado el don de la afinidad con los elementos. Ni siquiera tengo que saberlo. Lo que quiero pedir es tu ayuda para saber hacer lo correcto y, que me des el valor para hacerlo". Y terminé la oración como recordaba que Neferet había completado el ritual: "¡Bendita seas!"
Capítulo 24
"¡Ha sido la invocación de círculo más prodigiosa que haya experimentado nunca!" Damien se deshizo en elogios después de que se cerrara el círculo y nos pusiéramos a recoger las velas y las hierbas rituales.
"Pensé que 'prodigioso' significaba 'grande'", dijo Shaunee.
"También sirve para mostrar asombro emocionado y se puede referir a algo formidable y monumental", dijo Damien.
"Por una vez no voy a discutir contigo", dijo Shaunee, sorprendiendo a todos, excepto a Erin.
"Sí, el círculo ha sido prodigioso", dijo Erin.
"¿Sabes que de verdad podía sentir la tierra, cuando lo llamó Zoey?" dijo Stevie Rae. "Era como si estuviera de repente rodeada por un campo de trigo. No, era más que estar rodeada por el. Era como ser de pronto parte de él."
"Sé exactamente lo que quieres decir. Cuando invocó a la llama fue como si el fuego explotara en mi interior", dijo Shaunee.
Intenté entender lo que estaba sintiendo mientras los cuatro hablaban alegremente entre ellos. Definitivamente, estaba feliz, pero abrumada y un poco más que confundida. Así que era cierto, tenía algún tipo de afinidad con los cinco elementos.
¿Por qué?
¿Sólo para derribar a Aphrodite? (Lo cual, por cierto, todavía no tenía ni idea de cómo hacer.) No, no lo creía. ¿Por qué iba Nyx a tocarme con este don tan inusual solo para que pudiera arrebatar a una abusona malcriada el liderazgo de un club?
Vale, las Hijas Oscuras eran algo más que un consejo de estudiantes o lo que fuera, pero aún así.
"Zoey, ¿estás bien?"
La preocupación en la voz de Damien hizo que levantara la vista de Nala, y me di cuenta que estaba sentada en la mitad de lo que había sido el círculo, con mi gata en mi regazo, completamente absorta en mis propios pensamientos, mientras le rascaba la cabeza.
"¡Oh, sí. Lo siento. Estoy bien, solo un poco distraída".
"Tenemos que volver. Se hace tarde", dijo Stevie Rae.
"Muy bien. Tienes razón", le dije, y me puse de pie, todavía con Nala en los brazos. Pero no pude hacer que mis pies los siguieran cuando empezaron a caminar de vuelta a los dormitorios.
"¿Zoey?"
Damien, el primero en percatarse de mi vacilación, se detuvo y me llamó, y luego mis otros amigos se pararon, mirándome con expresiones que iban desde preocupadas hasta confundidas.
"Uh, ¿por qué no seguís chicos? Me voy a quedar aquí sólo un ratito más."
"Podemos quedarnos contigo y-" comenzó Damien, pero Stevie Rae (bendita sea su cabecita de campesina) lo interrumpió.
"Zoey necesita pensar un rato a solas. ¿No lo necesitarías tu si acabaras de descubrir que eres el único iniciado de la historia en tener afinidad con los cinco elementos?"
"Supongo", dijo Damien a regañadientes.
"Pero no olvides que habrá luz muy pronto", dijo Erin.
Les sonreí de modo tranquilizador. "No lo haré. ¡Volveré a los dormitorios enseguida".
"Te haré un sándwich y buscaré unas patatas fritas para acompañar tu bebida de cola no Light. Es importante que una alta sacerdotisa como después de llevar a cabo un ritual," dijo Stevie Rae con una sonrisa y un gesto de despedida mientras se llevaba a los demás con ella.
Di las gracias a Stevie Rae mientras desaparecían en la oscuridad. Luego caminé hacia el árbol y me senté, descansando mi espalda contra su grueso tronco. Cerré los ojos y acaricié a Nala. Su ronroneo era normal, familiar e increíblemente relajante, y parecía ayudar a tranquilizarme.
"Sigo siendo yo," le susurré a mi gata. "Al igual que dijo la abuela. Todas las demás cosas pueden cambiar, pero lo que realmente era Zoey-lo que he sido durante dieciséis años-sigue siendo Zoey".
Tal vez si me lo repetía una y otra vez, llegaría a creérmelo. Apoyé la cara sobre una mano, y rasqué a mi gata con la otra, mientras me decía a mi misma que seguía siendo todavía yo… todavía yo… todavía yo…
"¡Mira cómo apoya la mejilla en la mano! ¡Oh, quien fuera un guante en esa mano!"
Nala maulló, en protesta por mi respingo de sorpresa.
"Parece que sigo encontrándome contigo en este árbol", dijo Erik, sonriéndome y pareciendo un Dios.
Me hacía sentir mariposas en el estómago, pero esta noche también me hacía sentir algo más. ¿Por qué seguía "encontrándome"? Y exactamente ¿cuánto tiempo llevaba mirando esta vez?
"¿Qué haces aquí, Erik?"
"Hola, también me alegro de verte. Y, sí, me gustaría sentarme, gracias", dijo y comenzó a sentarse junto a mí.
Me levanté, haciendo que Nala me refunfuñara otra vez.
"En realidad, es que estaba apunto de regresar a los dormitorios".
"Oye, no quería entrometerme o lo que sea. No podía concentrarme en los deberes y decidí dar una vuelta. Supongo que mis pies me trajeron por aquí sin que yo me diera cuenta, por que lo siguiente que recuerdo es que estamos aquí tu y yo. No estoy acechando, de verdad. Lo prometo. "
Se metió las manos en los bolsillos y pareció totalmente avergonzado. Bueno, totalmente guapo y avergonzado, y recordé lo mucho que había querido decirle que si anteriormente, cuando me pidió que fuera a ver películas malas con el. Y ahora ahí estaba yo, rechazándole y haciéndole sentir incomodo de nuevo. Es un milagro que el chico me hubiera vuelto a hablar. Era evidente, que me estaba tomando el tema de la Alta Sacerdotisa demasiado en serio.
"¿Qué tal si me acompañas de vuelta a la habitación de nuevo?" le pregunté.
"Suena bien".
Esta vez Nala se quejó cuando traté de llevarla. En lugar de eso, trotó detrás de nosotros mientras Erik y yo caminábamos juntos con tanta facilidad como antes. No dijimos nada por un tiempo. Quería preguntarle acerca de Aphrodite, o por lo menos decirle lo que me había dicho sobre él, pero no podía encontrar una buena manera de decir algo sobre lo que probablemente no tenía ningún derecho a preguntarle.
"Entonces, ¿qué estabas haciendo aquí fuera?", preguntó.
"Pensando", le dije, lo que técnicamente no era una mentira. Había estado pensando. Mucho. Antes, durante y después del ritual del círculo, el cual convenientemente no iba a mencionar.
"Oh. ¿Estás preocupada por ese tal Heath?"
En realidad, no había pensado en Heath o en Kayla desde que hablara con Neferet, pero me encogí de hombros, no queriendo especificar en qué había estado pensando.
"Quiero decir, supongo que es bastante duro romper con alguien sólo por que te han marcado", dijo.
"No rompí con el por que me hubieran Marcado. Él y yo ya habíamos terminado mucho antes de eso. La marca solo lo hizo definitivo. Miré a Erik y respiré profundamente. "¿Y qué hay de Aphrodite y tu?"
Parpadeó con sorpresa. "¿Qué quieres decir?"
"Quiero decir que hoy me dijo que nunca serás su ex porque siempre serás suyo".
Entrecerró los ojos y pareció bastante molesto. "Aphrodite tiene un grave problema a la hora de decir la verdad."
"Bueno, no es que sea asunto mío, pero-"
"Si que lo es", dijo rápidamente. Y entonces sorprendiéndome por completo, me cogió la mano. "Al menos me gustaría que fuera asunto tuyo."
"Oh", le dije. "Vale, bueno, de acuerdo." Una vez más, estaba segura de estar dejándole atónito con mis ingeniosas dotes de conversación.
"¿Entonces no estabas intentando evitarme esta noche?" preguntó lentamente.
"No te estaba evitando. Es solo que tengo…", dudé, no muy segura de cómo demonios explicarle algo que estaba segura de que no debía explicarle. "Tengo un montón de cosas en la cabeza en este momento. Todo este del cambio es bastante confuso a veces."
"Luego mejora", dijo, apretando mi mano.
"De alguna manera, dudo, que sea así para mi", murmuré.
Rió y tocó la marca con el dedo. "Ya estás por delante de algunos de nosotros. Es duro al principio, pero créeme, se irá haciendo más fácil-incluso para ti."
Suspiré. "Eso espero." Pero lo dudaba.
Nos detuvimos frente a los dormitorios, y se dirigió a mí, de repente su voz era baja y grave. "Z, no creas la basura que dice Aphrodite. Ella y yo hace meses que no estamos juntos. "
"Pero lo estabais", le dije.
Asintió y su rostro pareció tenso.
"No es muy buena persona, Erik."
"Lo sé".
Y entonces me di cuenta de lo que realmente me había estado molestando y decidí, (Oh, bueno, qué diablos,) que iba a hacerlo.
"No me gusta el hecho de que hayas estado con alguien que es tan malvado. Me hace sentir mal al querer estar contigo". Abrió la boca para decir algo y seguí hablando, no queriendo oír excusas que no estaba segura de que debería o podría creer. "Gracias por acompañarme a la habitación. Me alegro de que me encontraras de nuevo".
"Me alegro de haber encontrado, también," dijo. "Me gustaría verte de nuevo, Z, y no sólo por accidente."
Dudé. Y me pregunté por que dudaba. Quería verle de nuevo. Necesitaba olvidarme de Aphrodite. Siendo realista, ella es muy bonita y el es un chico. Probablemente cayó en sus (calientes) garras de bruja antes de que se diera cuenta de lo que pasaba. Es decir, ella me recordaba un poco a una araña. Debería estar contenta de que no le hubiera arrancado la cabeza de un mordisco y darle al chico una oportunidad.
"Vale, ¿qué te parece si veo esas pelis malas contigo el sábado?" Dije antes de que pudiera poner una extraña excusa para no salir con el tío más guapo de la escuela.
"Es una cita", dijo.
Dándome tiempo de forma obvia para apartarme si así lo deseaba, Erik se inclinó lentamente y me besó. Sus labios eran cálidos y olía realmente bien. El beso fue dulce y bonito. A decir verdad, hizo que quisiera que me besara más. Acabó demasiado pronto, pero el no se apartó de mí. Nos mantuvimos cerca, y me di cuenta de que mis manos estaban apoyadas en su pecho. La suyas descansaban sobre mis hombros. Le sonreí.
"Me alegro de que me hayas pedido salir de nuevo", le dije.
"Me alegro de que finalmente hayas dicho que sí", dijo.
Entonces me besó una vez más, sólo que esta vez no titubeó. Profundizó el beso, y mis brazos subieron para rodear sus hombros. Sentí, más que oía, que el gemía, y mientras me daba un beso largo y con fuerza, fue como si pulsara un interruptor en alguna parte de mi interior, provocando que una descarga eléctrica, caliente y dulce, me recorriera por dentro. Fue enloquecedor e increíble, y mas de lo que ningún otro beso me había hecho sentir jamás.
Me encantaba la forma en que mi cuerpo se acoplaba al suyo, duro contra blando, y me apreté contra él, olvidándome de Aphrodite, del círculo que acababa de invocar y del resto del mundo. Esta vez, cuando paramos de besarnos, ambos respirábamos de forma pesada y nos miramos. A medida que ib recuperando los sentidos me di cuenta de que estaba totalmente apretada contra él y de que había estado ahí frente a los dormitorios montándomelo como un putilla. Empecé a separarme de sus brazos.
"¿Qué ocurre? ¿Por qué de pronto pareces cambiada?" dijo, el apartando sus brazos alrededor de mi cuerpo.
"Erik, no soy como Aphrodite". Tiré con más fuerzas y me dejo ir.
"Sé que no lo eres. No me gustarías si fueras como ella".
"No me refiero solo a mi personalidad. Me refiero a estar aquí montándomelo contigo no es un comportamiento normal en mí."
"De acuerdo." Acercó una mano hacia mí como si quisiera llevarme de vuelta a sus brazos, pero luego pareció cambiar de idea y dejó caer la mano. "Zoey, me haces sentir diferente de lo que cualquiera me ha hecho sentir antes."
Sentí como mi cara enrojecía y no podía decir se era de rabia o de vergüenza. "No seas condescendiente conmigo, Erik. Te vi en el pasillo con Aphrodite. Está claro que has sentido este tipo de cosas antes, y mucho más."
Negó con la cabeza y percibí el dolor en sus ojos. "Lo que Aphrodite me hacia sentir era todo físico. Lo que tú me haces sentir tiene que ver con llegar al corazón. Conozco la diferencia, Zoey, y pensé tú también."
Me le quedé mirando-miré aquellos preciosos ojos azules que parecieron tocarme la primera vez que me miró. "Lo siento", le dije con dulzura. "Ha estado mal por mi parte. Conozco la diferencia."
"Prométeme que no dejarás que Aphrodite se interponga entre nosotros."
"Te lo prometo." Me daba miedo, pero lo dije en serio.
"Bien."
Nala apareció en la oscuridad y comenzó a dar vueltas alrededor de mis piernas protestando. "Será mejor que pase dentro y la meta en la cama."
"Vale." Sonrió y me dio un rápido beso. "Nos vemos sábado, Z."
Tuve un cosquilleo en los labios durante todo el camino hasta mi habitación.
Capítulo 25
El día siguiente comenzó con lo que más tarde recordaría como una normalidad sospechosa. Stevie Rae y yo fuimos a desayunar, todavía cotilleando entre susurros lo bueno que estaba Erik e intentando decidir lo que iba a ponerme para nuestra cita del sábado. Ni siquiera vimos a Aphrodite ni al trío de brujas, Belicosa, Terrible y Avispa. La clase de sociología vampírica fue tan interesante-habíamos pasado de las amazonas a estudiar un antiguo festival vampírico griego llamado Correia-que había dejado de pensar en el ritual de las Hijas Oscuras planeado para esta tarde y, durante un rato había dejado de preocuparme lo que iba a hacer con Aphrodite. La clase de teatro también estuvo bien. Decidí hacer uno de los soliloquios de Kate de La fierecilla domada (siempre me había gustado esa obra desde que vi la vieja película protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton). Luego, cuando me ib a clase, Neferet me enganchó en el pasillo y me preguntó hasta donde había leído en el libro de sociología vampírica de nivel avanzado. Tuve que decirle que realmente no había leído mucho (traducción: no había leído nada), todavía, y me distrajo por completo su evidente decepción cuando me fui a toda prisa a la clase de Inglés. Acababa de sentarme entre Damien y Stevie Rae cuando se liberaron todos los elementos y cualquier cosa con un mínimo de normalidad en ese día tocó fin.
Penthesilea estaba leyendo "Tu ve, que yo me quedo un rato" Capítulo Cuatro de Una noche para recordar. Es un buen libro, y todos estamos escuchando, como de costumbre, cuando ese estúpido chico de Elliot comenzó a toser. Joder, era total y absolutamente molesto.
En algún momento en mitad del capítulo y de las repugnantes toses, empecé a oler algo. Era empalagoso y dulce, delicioso, y difícil de alcanzar. Automáticamente, inhalé profundamente, todavía tratando de concentrarme en el libro.
La tos de Elliott empeoró, y con el resto de la clase, me volví para dirigirle una mirada asesina. Venga, por favor. ¿Es que no podía tomarse algo para la tos o beber agua o lo que fuera?
Entonces vi la sangre.
Elliott no estaba en su habitual postura, repantigado y dormido. Estaba sentado recto y se miraba la mano, que estaba cubierta de sangre fresca. Cuando lo miré, tosió de nuevo, haciendo un ruido desagradable y húmedo que me recordó el día en que fui marcada. Salvo por que cuando Elliott tosió, una brillante sangre color escarlata salió a borbotones de su boca.
"¿Qu-?" dijo con un gorgoteo.
"¡Traed a Neferet!" Penthesilea soltó la orden al tiempo que abrió uno de los cajones de su escritorio, sacó de un tirón una toalla cuidadosamente doblada y se dirigió con rapidez por el pasillo hacia Elliott. El chico que estaba sentado más cerca de la puerta salió pitando.
En absoluto silencio vimos a Penthesilea llegar hasta Elliott justo a tiempo para su siguiente tos sangrienta, la cual contuvo con la toalla. Cuando al fin levantó la cabeza, lagrimas ensangrentadas corrían por su rostro redondo y pálido y la sangre surgía de su nariz como si fuera un grifo que alguien se hubiese dejado abierto. Cuando giró la cabeza para mirar a Penthesilea, observé que también le salía un hilo de sangre del oído.
"¡No!" dijo Elliott con más emoción de la que jamás le había visto mostrar. "¡No! ¡No quiero morir!"
"SSSH", le clamó Penthesilea, apartando de su sudorosa cara el pelo abarajando y echándoselo hacia atrás. "Tu dolor terminará pronto."
"Pero-, pero, yo no-" Comenzó a protestar de nuevo, con una voz llorona que sonaba más como la suya, y luego le interrumpió otra tanda de toses ásperas. Se atragantó otra vez, en esta ocasión vomitando sangre en la ya empapada toalla.
Neferet entró en el aula, seguida por dos vampiros altos de aspecto poderoso. Llevaban una camilla plana y una sábana. Neferet tan solo llevaba un vial lleno de un líquido de color lechoso. Apenas dos segundos después, Dragón Lankford irrumpió en la sala.
"Ese es su mentor," susurró Stevie Rae de forma casi inaudible. Asentí, recordando cuando Penthesilea había reprendido a Elliott por fallar a Dragón.
Neferet tendió a Dragón el vial que sostenía. Después se situó detrás de Elliott. Puso las manos sobre sus hombros. Al instante, sus náuseas y toses amainaron.
"Bebe esto enseguida, Elliott," le dijo Dragón. Cuando comenzó negar débilmente con la cabeza, agregó suavemente, "Hará que tu dolor termine."
"¿Te-te quedaras conmigo?" jadeó Elliott.
"Por supuesto", dijo Dragón. "No dejaré que estés solo ni un momento."
"¿Llamarás a mi madre?" susurró.
"Lo haré".
Elliott cerró los ojos durante un segundo, y luego con manos temblorosas, se cercó el vial a los labios y bebió. Neferet asintió a los dos hombres, que le levantaron y le tumbaron en la camilla como si fuera una muñeca y no un chico moribundo. Con Dragón a su lado, salieron a toda prisa del aula. Antes de seguirles Neferet se volvió hacia la horrorizada clase de tercero.
"Podría deciros que Elliott se pondrá bien-que se va a recuperar, pero eso sería una mentira." Su voz era serena, pero llena de una fuerza imponente. "La verdad es que su organismo ha rechazado el cambio. En unos minutos sufrirá la muerte permanente y no madurará como un vampiro. Podría deciros que no os preocupéis, que no os ocurrirá a vosotros. Pero eso sería una mentira también. Según el promedio, uno de cada diez de no pasará el cambio. Algunos de los iniciados mueren pronto, en su primer año, como Elliott. Otros seréis más fuertes y durareis hasta sexto, para luego enfermar y morir de forma repentina. No os digo esto para que viváis con miedo. Os lo cuento por dos razones. En primer lugar, quiero que sepáis que, como vuestra Alta Sacerdotisa no os voy a mentir, sino que ayudaré a aliviaros en vuestro paso al otro mundo. Y en segundo lugar, quiero que viváis como querrías que os recordara si murieseis mañana, porque puede suceder. Entonces, si morís, vuestro espíritu podrá descansar en paz sabiendo que dejáis atrás un honroso recuerdo. Si no morís, entonces habréis sentado las bases para un larga vida llena de integridad." Me miró directamente a los ojos, y terminó diciendo: "Pido que Nyx os conforte hoy, y que recordéis que la muerte es una parte mas de la vida, incluso en la vida del vampiro. Por que algún día todo debemos regresar al seno de la Diosa." Salió cerrando la puerta tras ella con un sonido que pareció añadir un toque definitivo a sus palabras.
Penthesilea trabajó rápido y con eficacia. Con total naturalidad, limpió las salpicaduras de sangre que manchaban el pupitre de Elliott. Cuando todas las pruebas de la muerte del chico habían desaparecido, regresó a la parte frontal de la clase e hicimos un minuto de silencio en memoria de Elliott. Luego recogió el libro y comenzó a leer donde lo había dejado. Traté de escuchar. Intenté apartar la visión de Elliott sangrado a través de los ojos y los oídos y la nariz y la boca. Y también intenté no pensar en el hecho de que aquel delicioso olor había sido si lugar a dudas, la esencia vital de Elliott escapándose de su cuerpo moribundo.
* * *
Sé que las cosas tienen que continuar como de costumbre cuando un iniciado mure, pero parece ser que no era habitual que dos chicos murieran es tan corto espacio de tiempo, y todo el mundo permaneció en un silencio poco natural durante el resto del día. El almuerzo fue silencioso y deprimente, y me di cuenta de que la mayoría de los alimentos eran picoteados en vez de comidos. Las gemelas ni siquiera discutieron con Damien, lo que podría haber sido un agradable cambio si no hubiera conocido la terrible razón que había detrás de ello. Cuando Stevie Rae puso una mala excusa para dejar el almuerzo temprano y volver a la habitación antes de que diera comienzo la quinta hora, estuve más que contenta de decir que me iba con ella.
Caminamos a lo largo de la acera en la espesa oscuridad de otra noche nublada. Esta noche la luz del gas no resultaba alegre y cálida. En lugar de ello, parece fría y de un brillo insuficiente.
"A nadie le gustaba Elliott, y de alguna manera creo que eso lo hace aún peor", dijo Rae Stevie. "Fue de una facilidad extraña con Elizabeth. Por lo menos podemos ser honestos al sentir lastima de que se hubiera ido."
"Sé lo que quieres decir. Me siento triste, pero sé que estoy realmente triste por que lo que he visto nos puede suceder a nosotras y ahora no puedo sacarlo de mi mente, y no por que el chico haya muerto."
"Por lo menos ocurre rápido," dijo suavemente.
Me estremecí. "Me pregunto si duele."
"Te dan algo-esa cosa blanca que bebió Elliott. Hace que deje de dolerte, pero te deja consciente hasta el final. Y Neferet siempre ayuda con el momento de la muerte".
"Es aterrador, ¿no?" Dije.
"Sí".
No dijimos nada más por un tiempo. Entonces la luna asomó a través de las nubes, tiñendo las hojas del árbol con un fantasmagórico brillo acuoso y plateado, y recordándome de repente a Aphrodite y su ritual.
"¿Hay alguna posibilidad de que Aphrodite, cancele el ritual Samhain esta noche?"
"De ninguna manera. Los rituales de las Hijas Oscuras no se cancelan nunca."
"Vaya mierda", le dije. Luego miré a Stevie Rae. "Él era su nevera."
Me miró con asombro. "¿Elliott?"
"Sí, fue realmente asqueroso, y se comportaba de forma extraña, como si estuviera drogado. Debía estar empezando a rechaza el cambio". Hubo un incómodo silencio, y luego agregué, "No quería decirte nada, especialmente después de que me contaste lo de… bueno… ya sabes. ¿Estás segura de que Aphrodite no cancelará lo de esta noche? Quiero decir, primero Elizabeth y ahora Elliott. "
"No importa. A las Hijas Oscuras no les preocupa lo que le pase al chico que utilizan como nevera. Se limitarán a coger otra persona."
Titubeó. "Zoey, he estado pensando. Tal vez no deberías ir esta noche. Oí lo que te dijo Aphrodite ayer. Ella va a asegurarse de que nadie te acepta. Será realmente malvada contigo".
"Estaré bien, Stevie Rae."
"No, tengo un mal presentimiento. Todavía no tienes un plan, ¿verdad?"
"Bueno, no. Todavía estoy en la fase de reconocimiento" dije, tratando de aligerar la conversación.
"Pues has el reconocimiento otro día. Hoy ha sido un día horrible. Todos estamos tristes. Creo que deberías esperar."
"No puedo limitarme a no aparecer, sobre todo después de lo que me dijo ayer. Pensará en lo que me dijo y que ahora puede intimidarme".
Stevie Rae respiró profundamente. "Bueno, entonces creo que deberías llevarme contigo." Empecé a negar con la cabeza, pero ella siguió hablando. "Ahora eres un Hija Oscura. Técnicamente, puedes invitar a gente a los rituales. Así que invítame a mí. Iré y vigilaré tu espalda. "
Pensé en cuando bebí la sangre y me gustó tanto que fue evidente, incluso para Belicosa y Terrible. E intenté, y fallé en el intento, no pensar en el aroma de la sangre- la de Heath y Erik e incluso la de Elliott. Stevie Rae averiguaría algún día cómo me afecta la sangre, pero no sería esta noche. En realidad, si podía evitarlo, no sería en ningún momento cercano. Y no quería arriesgarme a perderla a ella, o a las gemelas o a Damien-y tenía miedo de que fuera así. Sí, sabían que yo era "especial", y me aceptaban por que esa singularidad significaba para ellos una alta sacerdotisa, eso era algo bueno. Mi sed de sangre no era algo bueno. ¿Aceptarían eso con tanta facilidad?
"De ninguna manera, Stevie Rae."
"Pero, Zoey, no debes meterte en esa banda de brujas sola."
"No voy a estar sola. Erik estará allí".
"Sí, pero él era el novio de Aphrodite. Quién sabe si será capaz de enfrentarse a ella si se pone odiosa del todo contigo."
"Cariño, puedo defenderme."
"Lo sé, pero-" Se calló y me dio una mirada divertida. "Z", ¿Estás vibrando? "
"¿Eh? ¿Qué si estoy qué?" Y entonces pude oírlo también, y comencé a reír. "Es mi teléfono celular. Lo metí en el bolsillo después de cargarlo anoche." Lo saqué y miré la hora en el frontal. "Ya es mas de medianoche, quien diablos…" Abrí el móvil y me quedé sorprendida al ver que tenía quince nuevos mensajes de texto y cinco llamadas perdidas. "Jesús, alguien ha estado llamando y llamando, y ni siquiera me he dado cuenta." Revisé los mensajes de texto en primer lugar, y sentí una presión en el estomago mientras los leía.
"Zo yamam. A1 t kiero"
"Zo yamam x favr."
"Teng q vert.Tu&yo."
"M yamars?.Kiero hablar kntigo"
"Zo!yamam"
No necesita leer el resto. Todos decían básicamente lo mismo. "¡Ah, mierda. Son todos de Heath!".
"¿Tu ex?"
Suspiré. "Sí".
"¿Qué quiere?"
"Aparentemente, a mí." De mala gana, tecleé el código para acceder a los mensajes el contestador y la voz atolondrada y entrañable de Heath me asombró por lo elevada y animada que sonaba.
"Zo! Llámame. Igual, sé que es tarde, pero… espera. No es tarde para ti, pero es tarde para mí. Pero eso está bien porque no me importa. Sólo quiero que me llames. Vale. Eso. Adiós. Llámame".
Gruñí y lo borré. El siguiente sonaba aún más frenético.
"Zoey! Está bien. Tienes que llamarme. De verdad. Y no te enfades. Oye, ni siquiera me gusta Kayla. Es una fracasada. Aún te amo, Zo, sólo a ti. Así que llámame. No me importa cuando. Me despertaré. "
"Tío, oh, tío," dijo Stevie Rae, al escuchar los lamentos del efusivo Heath. "El chico está obsesionada. No me extraña que lo dejaras".
"Sí", murmuré, borrando rápidamente el segundo mensaje. El tercero era muy similar a los dos primeros, sólo que más desesperado. Bajé el volumen y golpeteé mi pie con impaciencia, mientras que oía los cinco mensajes, sin pararme a escuchar salvo para ver cuando podía borrar y pasar al siguiente. "Tengo que ir a ver Neferet," dije, mas a mi misma que a Stevie Rae.
"¿Por qué? ¿Quieres evitar que te llame o algo?"
"No. Si. Algo así. Sólo necesito hablar con ella acerca de, bueno, acerca de lo que debo hacer." Evité la mirada curiosa de Stevie Rae.
"Quiero decir, ya se ha presentado aquí en una ocasión. No quiero que vuelva a aparecer de nuevo y cause problemas."
"Oh, sí, es cierto. Sería un problema si se encontrara con Erik."
"Sería terrible. Bueno, mejor me apuro y trato de encontrar a Neferet antes de la quinta hora. Te veré después de clase."
No espere a la despedida de Stevie Rae, y salí a toda velocidad en dirección al despacho de Neferet. ¿Podría ir a peor el día? Elliott muere y me siento atraída por su sangre. Tengo que ir al ritual del Samhain de esta noche con un montón de chicos que me odian y que quieren asegurarse de que lo sepa, y es probable que haya provocado una conexión con mi ex-novio.
Si. Era verdaderamente un día horrible.
Capítulo 26
Si no hubiera sido por que los bufidos y gruñidos de Skylar captaron mi atención, nunca habría visto Aphrodite tirada en el pequeño rincón al fondo del pasillo donde estaba el despacho de Neferet.
"¿Qué pasa, Skylar?" Levanté mi mano cautelosamente, recordando lo que había dicho Neferet sobre la fama de mordedor de su gato. Sinceramente también me alegraba que mi gatita no estuviera pegada a mí como de costumbre-Skylar probablemente se la merendaría. "Gatito, gatito," El gran gato anaranjado me dirigió una mirada pensativa (probablemente considerando si morderme o no la mano). Entonces tomó una decisión, dejó de erizarse, se me acercó trotando. Se frotó alrededor de mis piernas, y entonces soltó un nuevo bufido hacia el rincón antes de largarse, desapareciendo por el pasillo en dirección al despacho de Neferet.
"¿Qué demonios le pasa?" Miré vacilante hacia el rincón, pensando qué podría hacer que un gato con tan mal genio como Skylar se erizara y bufase, y entonces me di un buen susto. Ella estaba sentada en el suelo, difícil de ver bajo la sombra de la cornisa que sostenía una bonita estatua de Nyx. Tenía la cabeza echada hacia atrás, y sus ojos estaban dados la vuelta de forma que solo veía lo blanco. Me dio un susto de muerte. Me sentí paralizada esperando ver en cualquier momento sangre corriendo por su rostro. Entonces gimió y murmuró algo que no pude entender mientras sus globos oculares daban vueltas detrás de sus párpados cerrados como si estuviera presenciando una escena. Me di cuenta de lo que estaba pasando. Aphrodite estaba teniendo una visión. Probablemente la había sentido llegar y se había ocultado en el rincón para que nadie pudiera encontrarla y quedarse de forma miserable para si misma con la información sobre la muerte y la destrucción que podría vitar. Arpía. Bruja.
Bueno, ya me había cansado de que se saliera con la suya. Me agaché y cociéndola por debajo de los brazos tiré de ella hasta ponerla de pie. (Déjame decirte, que pesa mucho más de lo que parece.)
"Vamos," gruñí, medio llevándola mientras ella ciegamente se tambaleaba hacia delante conmigo. "Hagamos un pequeño viaje al final del pasillo y veamos qué tipo de tragedia quieres mantener en silencio".
Afortunadamente, el despacho de Neferet no estaba muy lejos. Entramos tambaleándonos y Neferet se incorporó de un saltó desde detrás de su escritorio y vino corriendo hacia nosotras.
"¡Zoey! ¡Aphrodite! ¿Qué-?" Pero tan pronto como echó un vistazo a Aphrodite, la alarma cambio a una tranquila comprensión. "Ayúdeme a traerla hasta mi silla. Estará mas cómoda allí."
Llevamos a Aphrodite hasta el gran sillón de cuero de Neferet y dejamos que se desplomara en el. Neferet se puso a cuclillas a su lado y cogió su mano.
"Aphrodite, con la voz de la diosa te ruego que cuentes a su Sacerdotisa qué es lo que ves". La voz de Neferet era suave, pero convincente, y pude sentir el poder en su orden.
Los párpados de Aphrodite comenzaron a temblar al instante y jadeó de forma ahogada y profunda. Entonces los abrió de repente. Sus ojos me parecieron vidriosos y enormes.
"¡Tanta sangre! ¡Hay tanta sangre saliendo de su cuerpo!"
"¿Quién, Afrodita? Concéntrate. Centra y aclara la visión," ordenó Neferet.
Aphrodite jadeo de nuevo. "¡Están muertos! No. No. ¡Eso no puede ser! No está bien. No. ¡No es normal! No entiendo… yo no…" Parpadeó de nuevo y su mirada pareció aclararse. Miró alrededor de la sala, como si no reconociera nada. Sus ojos se fijaron en mí. "Tú…", dijo débilmente. "Tú lo sabes".
"Sí", le dije, pensando que desde luego sabía que estaba intentando ocultar su visión, pero todo lo que dije fue: "Te encontré en el pasillo y-" La mano de Neferet me detuvo.
"No, aún no ha terminado. No debería recuperar la conciencia tan pronto. La visión es aún demasiado abstracta", me dijo Neferet rápidamente y, a continuación, bajo la voz de nuevo y volvió a adoptar el tono autoritario e imperativo. "Aphrodite, vuelve atrás. Contempla lo que se supone deberías presenciar y lo que se supone que deberías cambiar".
¡Ja! Ya te tengo. No pude evitar un pequeño sentimiento de suficiencia. Después de todo, ella había tratado de arrancarme los ojos el día anterior.
"Los muertos…" cada vez más difícil de entender, Aphrodite murmuró algo que sonaba como "Túneles… … matan a alguien ahí… yo no… no puedo…" Estaba desesperada y casi sentí lastima por ella. Era evidente que, independientemente de lo que estuviera viendo la estaba asustando. Entonces su mirada inquisitiva encontró a Neferet, y vi un atisbo de reconocimiento en ella, así que comencé a relajarme. Estaba volviendo en si y toda aquella locura se aclararía. Justo cuando pensaba eso, los ojos de Aphrodite, que parecían estar fijos en Neferet, se abrieron de forma increíble. Una mirada de puro terror hizo palidecer su cara y gritó.
Neferet cerró sus manos sobre los hombros temblorosos de Aphrodite. "¡Despierta!" Apenas me miró por encima del hombro para decirme: "Vete ahora, Zoey. Su visión es confusa. La muerte de Elliott la ha alterado. Necesito asegurarme de que es ella mismo de nuevo."
No necesitaba que me lo dijera dos veces. Con la obsesión de Heath olvidada, salí a toda leche de allí y me dirigí a la clase de español.
No pude concentrarme en la escuela. Seguía viendo una y otra vez la extraña escena con Neferet y Aphrodite en mi cabeza. Era obvio que había tenido una visión sobre gente muriendo, pero por la reacción de Neferet no había transcurrido como una visión normal (si existe tal cosa). Stevie Rae había dicho que las visiones de Aphrodite eran tan claras que podía conducir a la gente al aeropuerto exacto e incluso al avión concreto que había visto estrellarse. Sin embargo, hoy, de repente, nada estaba claro. Bueno, nada salvo verme y decir cosas raras y luego gritar como una loca a Neferet. Eso tampoco tenía mucho sentido. Casi estaba expectante por ver cómo se iba a comportar la noche. Casi.
Puse a untado los cepillos de Persephone y recogí a Nala, que había estado encaramada sobre el comedero del caballo, mirando y lanzándome sus extraños maullidos, y caminé despacio de vuelta a los dormitorios. Esta vez Aphrodite no me fastidió, pero cuando doble la esquina junto al viejo roble Stevie Rae, Damien, y las gemelas estaban apiñados en incesante charla-que se detuvo de repente cuando aparecí ante su vista. Todos ellos me miró culpablemente. Es bastante fácil de adivinar quién había estado hablando.
"¿Qué?" dije.
"Estábamos esperándote", dijo Stevie Rae. Su habitual alegría no estaba.
"¿Qué te pasa?", Le pregunté.
"Ella está preocupada por ti", dijo Shaunee.
"Estamos preocupados por ti," dijo Erin.
"¿Qué pasa con tu ex?" preguntó Damien.
"Me da la lata, solo eso. Si no me diera la lata, no sería mi ex." Traté de sonar despreocupada, sin mirar a ninguno de los cuatro a los ojos demasiado tiempo. (Nunca he sido buena mintiendo.)
"Creemos que debo ir contigo esta noche", dijo Stevie Rae.
"En realidad, creemos que debemos ir todos contigo esta noche", corrigió Damien.
Les miré frunciendo el ceño. De ninguna manera quería que los cuatro vinieran a beber la sangre del perdedor de turno que consiguieran mezclar con el vino por la noche.
"No."
"Zoey, ha sido realmente un mal día. Todo el mundo está tenso. Además, Aphrodite está suelta e irá a por ti. L mas sensato es que permanezcamos unidos esta noche", dijo Damien de manera lógica.
Sí, era lógico, pero no conocían toda la historia. Yo no quería que supieran toda la historia. Todavía. Lo cierto es que me importaban demasiado. Me hacían sentir aceptada y segura-hacían que sintiera que encajaba aquí. No podía correr el riesgo de perder eso justo ahora, no cuando todo esto era aún tan nuevo y aterrador. Así que hice lo que había aprendido a hacer muy bien en casa cuando estaba asustada y molesta y no sabía qué otra cosa hacer-me mosqueé y me puse a la defensiva.
"¿Así que decís que tengo poderes que algún día me convertirán en vuestra Alta Sacerdotisa?" Todos asintieron con entusiasmo y m esonrieron, lo cual hizo que se me encogiera el corazón. Apreté los dientes e hice que mi voz sonara fría. "Entonces tenéis que escucharme a mí cuando digo que no. No quiero que estéis esta noche allí. Esto es algo a lo que tengo que enfrentarme sola. Sola. Y no quiero hablar más de ello."
Y luego me alejé de ellos pisando con fuerza.
Naturalmente, al cabo de media hora estaba arrepentida de haberme comportado tan mal. Me paseé de un lado a otro bajo el gran roble que de alguna manera se había convertido en mi santuario, enfureciendo a Nala y deseando que Stevie Rae apareciera para poder disculparme. Mis amigos no sabían por qué no quería que estuvieran allí. Tan solo querían protegerme. Tal vez… tal vez entenderían lo de la sangre. Erik parecía entenderlo. Bueno, vale, el era de quinto, pero aún así. Se suponía que todos íbamos a pasar por ello. Se suponía que todos debíamos empezar a ansiar la sangre-o moriríamos. Me animé un poco y rasqué la cabeza de Nala.
"Cuando la alternativa es la muerte, beber sangre no parece tan malo. ¿Verdad?"
Ronroneó, por lo que lo tomé como un sí. Comprobé la hora en mi reloj. Mierda. Tenía que volver a la habitación, cambiarme, e ir a reunirme con las Hijas Oscuras. Con desgana, empecé a seguir el muro para volver. Era una noche nublada otra vez, pero no me importaba la oscuridad. En realidad, me estaba empezando a gustar la noche. Debería. Iba a ser mi elemento durante mucho tiempo. Si sobrevivía. Como si pudiera leer mis pensamientos mórbidos, Nala maulló malhumorada al tiempo que trotaba a mi lado.
"Sí, lo sé. No debería ser tan negativa. Trabajaré en ello justo después de-"
El leve gruñido de Nala me sorprendió. Se había parado. Su espalda estaba arqueada y el pelo de punta, haciéndola parecer una pequeña bola gorda y peluda, pero sus ojos como rendijas no tenían gracia, y tampoco el feroz bufido que surgía de su boca. "Nala, ¿qué …"
Una terrible escalofrió me recorrió las espalda incluso antes de girarme para mirar en la misma dirección que mi gata. Más tarde, no pude averiguar por qué no grité. Me acuerdo de que mi boca, se abrió para tragar aire, pero permanecí absolutamente muda. Parecía que me había quedado atontada, pero eso era imposible. Si lo hubiera estado no hubiese sido posible que me quedara tan completamente petrificada.
Elliott estaba a menos de tres metros de mí, en la oscuridad que hacia sombra en el espacio situado junto al muro. Debía haber ido en la misma dirección que Nala y yo llevábamos cuando oyó a Nala y se medio volvió hacia nosotras. Le bufó de nuevo y, con un movimiento terriblemente rápido, dio un giro y se sitúo frente a nosotras.
Juro que no podía respirar. Era un fantasma-tenía que serlo, pero se veía tan sólido, tan real. Si no hubiera visto su cuerpo rechazar el cambio, simplemente habría pensado que estaba especialmente pálido y… y… extraño. Estaba anormalmente blanco, pero había mas cosas que no encajaban además de eso. Sus ojos habían cambiado. Reflejaban la poca luz que había y tenían un terrible brillo rojizo, como la sangre seca.
Exactamente como el fantasma de Elizabeth.
También había otra cosa diferente en el. Su cuerpo parecía extraño-delgado. ¿Cómo era posible? Entonces me llegó el olor. Viejo, seco y fuera de lugar, como un armario que no se había abierto en años o como un escalofriante sótano. Era el mismo olor que había notado antes de que hubiera visto Elizabeth.
Nala gruño y Elliott se puso en una postura medio agachada y devolvió el bufido. Luego mostró sus dientes, y pude ver que ¡tenía colmillos! Dio un paso hacia Nala como si fuese a atacarla. No pensé, tan sólo reaccioné.
"Déjala en paz y lárgate de aquí!" Me sorprendió que sonara como si no estuviese haciendo nada más que chillarle a un perro malo, por que desde luego estaba cagada de miedo.
Giró su cabeza en mi dirección y el brillo de sus ojos me tocó por primera vez. ¡Error! La intuitiva voz en mi interior que ya se había convertido en familiar me gritaba ¡Es una abominación!
"Tú…" Su voz era horrible. Era áspera y gutural, como si algo le hubiera dañado la garganta. "¡Serás mía!" Y empezó a venir hacia mí.
El puro miedo me envolvió como un viento cortante.
El maullido belicoso de Nala desgarró la noche mientras se lanzaba contra el fantasma de Elliott. Observé con completo asombro, esperando que la gata escupiera y arañara tan solo el aire. En lugar de eso, aterrizó en su muslo, con las garras sacadas, arañando y aullando como un animal tres veces más grande. Él gritó, la agarró por el pescuezo, y la lanzó lejos. Luego, con velocidad y fuerza imposibles, literalmente, saltó a la parte superior del muro, y desapareció en la noche que rodeaba la escuela.
Temblaba con tanta fuerza que me tambaleé. "Nala!" sollocé. "¿Dónde estás, pequeña?"
Con el pelo erizado y gruñendo, regresó hasta mí, pero los ojos estaban fijos en el muro. Me agaché a su lado, y con manos temblorosas la inspeccioné para asegurarme de que estaba de una sola pieza. No parecía lastimada, así que la cogí y corrí lejos del muro tan rápido como pude.
"Está bien. Estamos bien. Él se ha ido. ¡Qué chica mas valiente has sido!" Seguí hablando con ella. Se encaramó a mi hombro para poder mirar a nuestra espalda y siguió gruñendo.
Cuando llegué a la primera farola, no muy lejos del salón de entretenimiento, me detuve y cambié a Nala de posición para poder mirarla más de cerca para ver se realmente estaba bien. Lo que vi me oprimió el estómago con tanta fuerza que pensé que iba a vomitar. En sus patas había sangre. Sólo que no era de Nala. Y no olía delicioso al igual que olía otra sangre. En lugar de ello, tenía la esencia seca y mohosa de los sótanos viejos. Me esforcé por retener las arcadas mientras le limpiaba las patas en la hierba invernal. Luego volví a cogerla en brazos, y caminé a toda prisa por la acera que llevaba a los dormitorios. Nala no paró en ningún momento de mirar hacia atrás y gruñir.
Stevie Rae, las gemelas, y Damien estaban claramente ausentes de los dormitorios. No estaban viendo la televisión-no estaban en la sala de ordenadores ni en la biblioteca, y tampoco estaba en la cocina. Subí rápidamente las escaleras, esperando desesperadamente que al menos Stevie Rae estuviera nuestra habitación. No tuve esa suerte.
Me senté en mi cama, acariciando a la todavía angustiada Nala. ¿Debía intentar encontrar a mis amigos? ¿O sólo debería quedarme aquí? Stevie Rae volvería en algún momento a la habitación. Miré su reloj giratorio de Elvis. Tenía unos diez minutos para cambiarme e ir al salón de entretenimiento. Pero, ¿cómo podía ir al ritual después de lo que había pasado?
¿Qué es lo que acababa de pasar?
Un fantasma había intentado atacarme. No. No era cierto. ¿Cómo iban a sangrar los fantasmas? Pero ¿había sido sangre? No olía como la sangre. No tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Debía ir directamente a Neferet y contarle lo que había sucedido. Debería levantarme es este mismo momento y llevarme a mi asustada gata y a mi hasta Neferet y contarle lo de Elizabeth de la noche anterior y lo de Elliott de esta noche. Debería… Debería…
No. Esta vez no fue un grito dentro de mí. Era la fuerza de la certeza. No podía decírselo Neferet, al menos no en este momento.
"Tengo que ir al ritual." Dije en voz alta las palabras que se repetían en mi mente. "Tengo que estar en este ritual".
Mientras me ponía el vestido negro y buscaba en el armario mis bailarinas, sentí como me invadía la calma. Las cosas aquí no se regían por las mismas reglas que en mi antiguo mundo-en mi antigua vida-y había llegado el momento de aceptarlo y acostumbrarse a ello.
Tenía afinidad con los cinco elementos, lo que significaba que había sido dotada con increíbles poderes por una antigua diosa. Como la abuela me había recordado, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Tal vez se me permitía ver cosas-como fantasmas que no actuaban, ni olían o tenían el aspecto que deberían tener los fantasmas-por una razón. No sabía lo que significaba todavía. En realidad, no sabía mucho aparte de las dos ideas que estaban más claras en mi cabeza: no podía decírselo a Neferet, y tenía que ir al ritual.
Dirigiéndome a toda prisa al salón de entretenimiento, intenté al menos pensar de forma positiva. Quizás Aphrodite no apareciera esta noche, o estaría allí y se olvidaría de meterse conmigo.
Resultó, dada mi suerte, que no se dio ninguno de los dos casos.
Capítulo 27
"Bonito vestido, Zoey. Se ve igual que uno mío. ¡Oh, espera! Antes era mío." Aphrodite soltó una de esas sonrisas guturales de soy-tan-mayor-y-tú-eres-tan-niña. Odio de verdad cuando las chicas hacen eso. Vale, sí, ella es mayor, pero yo también tengo tetas.
Sonreí, poniendo a propósito una dosis extra de ignorancia en mi voz y solté una mentira descomunal, la cual creo que improvise bastante bien teniendo en cuenta lo mala que soy mintiendo, que acababa de ser atacada por un fantasma y que todo el mundo nos estaba mirando.
"¡Hola, Aphrodite! Dios, estaba leyendo el libro de Sociología de cuarto que Neferet me dio, por el capítulo sobre lo importante que es que la líder de las Hijas Oscuras haga que todo nuevo miembro se sienta bienvenido y aceptado. Debes estar orgullosa de estar haciendo tan bien tu trabajo." Entonces di un paso para acercarme un poco mas a ella y bajé la voz para que solo ella pudiera oírme." Y debo decir que tienes mejor aspecto que la última vez que te vi." Vi cómo palidecía y estaba segura de que el miedo se reflejaba en sus ojos. Sorprendentemente, no hizo que me sintiera victoriosa y altiva. Simplemente me hizo sentir malvada, superficial y cansada. Suspiré. "Lo siento. No debería haber dicho eso. "
Su rostro se endurecido. "¡Qué te den. Monstruo!", siseo. Luego se rió como si acabara de hacer un buen chiste (a mi costa), me dio la espalda, y con un gesto de desprecio, se echó el pelo hacia atrás y se dirigió al centro del salón.
Vale, ya no me sentía mal. Maldita arpía. Levantó uno de sus delgados brazos y todos los que me había estado mirando boquiabiertos ahora dirigieron su atención (afortunadamente) hacia ella. Llevaba puesto un vestido de seda rojo de estilo antiguo que se le ajustaba como si se lo hubieran pintado. Me gustaría saber de donde sacaba la ropa. ¿De una tienda de putitas góticas?
"Un iniciado murió ayer y otro ha muerto hoy."
Su voz era fuerte y clara, y sonó casi compasiva, lo que me sorprendió. Por un segundo me recordó a Neferet, y me preguntaba si iba a decir algo profundo y con tono de líder.
"Todos conocíamos a ambos. Elizabeth era agradable y tranquila. Elliott había sido nuestra nevera durante los últimos siete rituales". Sonrió de pronto. Fue salvaje y malévolo y cualquier parecido con Neferet terminó. "Pero ellos eran débiles, y los vampiros no necesitan la debilidad en su aquelarre". Encogió sus hombros cubiertos de escarlata. "Si fuéramos seres humanos lo llamaríamos la supervivencia del más fuerte. Gracias a la Diosa no somos seres humanos, así que sólo lo llamamos Destino, y alegrémonos esta noche de que no nos tocó a nosotros."
Me sentí totalmente asqueada al oír en general voces que estaban de acuerdo. Realmente no había conocido mucho a Elizabeth, pero había sido simpática conmigo. De acuerdo, admito que no me gustaba Elliott- a nadie le gustaba. El chico era irritante y con poco atractivo (y su fantasma o lo que fuese parecía seguir teniendo esas cualidades), pero no me alegraba de su muerte. Si alguna vez llego a ser líder de las Hijas Oscuras no me reiré de la muerte de un iniciado, no importa cuán insignificante sea. Me lo prometí a mí misma, pero también lo lancé en forma de oración. Esperaba que Nyx me escuchara, y esperaba que lo aprobase.
"Pero ya está bien de pesimismo", decía Aphrodite. "¡Es Samhain! La noche en que celebramos el final de la temporada de cosecha y, mejor aún, es el momento en que recordamos a nuestros ancestros-todos los grandes vampiros que han vivido y muerto antes que nosotros." El tono de su voz daba miedo, como si se estuviera metiendo demasiado en el papel de la representación que llevaba a cabo, y puse los ojos en blanco mientras proseguía. "Es la noche, en la que el velo entre la vida y la muerte es más delgado, y cuando los espíritus tienen más probabilidades de caminar por la tierra." Miró a su alrededor poniendo cuidado en ignorarme (como hacían todos los demás). Tuve un momento para reflexionar acerca de lo que había dicho. ¿Tendría lo ocurrido con Elliott algo que ver con que el velo entre la vida y la muerte fuera más delgado, y con el hecho de que había muerto durante Samhain? No tuve tiempo para seguir pensando en ello porque Aphrodite elevó la voz y gritó: "Entonces, ¿qué vamos a hacer?"
"! Salir!" gritaron en respuesta las Hijas e Hijos Oscuros.
La risa de Aphrodite tenía un tono demasiado sexual para ser apropiada, y juro que se tocó. Justo ahí en frente de todos. Jesús, qué repugnante era.
"Eso es. He elegido un lugar impresionante para nosotros esta noche, e incluso con un nueva nevera que nos espera allí con las chicas."
Ugh. ¿Con "las chicas" se refería a Belicosa, Terrible, y Avispa? Miré rápidamente alrededor de la sala. No las veía por ningún lugar. Genial. No podía ni imaginar lo que esas tres y Aphrodite consideraban "impresionante". Y ni siquiera quería pensar en el pobre chico al que habían convencido de alguna manera para ser su nueva nevera.
Y, sí, iba a negar el hecho de que se me había hecho la boca agua cuando Aphrodite mencionó que había una nevera esperándonos. Lo cual quería decir que iba a tener que beber sangre otra vez.
"Entonces, salgamos de aquí. Y recordad, guardad silencio. Concentraos en ser invisibles, y cualquier humano que pueda estar despierto simplemente no nos verá". Entonces ella me miró directamente a mí. "Y que Nyx no tenga piedad con aquel que nos delate, por que nosotros no lo haremos". Sonrió con suavidad al grupo. "Seguidme, Hijas e Hijos Oscuros!"
En silenciosos pequeños grupos y parejas, siguieron a Aphrodite afuera por la puerta trasera del salón de entretenimiento. Naturalmente, me ignoraron. Estuve a punto de no seguirlas. Realmente no quería. Quiero decir, ya había tenido suficientes emociones para una noche. Debería volver a los dormitorios y le pedirle disculpas a Stevie Rae. Entonces podríamos encontrar a las gemelas y a Damien, y podría contarles lo de Elliott (Hice una pausa para comprobar si un presentimiento me prevenía de contárselo a mi amigos, pero permaneció en silencio). De acuerdo. Entonces podía contárselo. Eso parecía mucha mejor idea que seguir a la maldita de Aphrodite y aun grupo de chicos que no me soportaba. Pero mi intuición, que se había callado cuando pensé en hablar con mis amigos, de repente se revolucionó otra vez. Tenía que ir al ritual. Suspiré.
"Vamos, Z. No querrás perderte el show, ¿no?"
Erik estaba de pie junto a la puerta trasera, mirando como Superman con sus ojos azules, y sonriéndome.
Bueno, qué demonios.
"¿Estás bromeando? Chicas odiosas, dramatismo totalmente exclusivista, y la posibilidad de pasar vergüenza y de que haya un derramamiento de sangre. ¿Cómo podría no gustarme? No me perdería ni un solo minuto." Erik y yo salimos juntos por la puerta detrás de grupo.
Todos caminaban en silencio hacia el muro que había detrás del salón de entretenimiento, que estaba demasiado cercano al lugar donde había visto a Elizabeth y a Elliott para que me sintiera tranquila. Y luego de manera extraña. Me pareció que los chicos desaparecían a través del muro.
"¿Qué-?" Susurré.
"Es sólo un truco. Ya lo verás".
Yo lo vi. En realidad era una trampilla oculta. Como las que ves en esas películas viejas de asesinatos, salvo que en lugar de una puerta en la pared de una biblioteca o dentro de una chimenea, esta trampilla era una pequeña sección del muro grueso y de aspecto sólido de la escuela. Parte de ella osciló hacia fuera, dejando un espacio abierto, lo suficientemente grande para que una persona (iniciado o vampiresa, o incluso un fantasma extrañamente sólido o dos) pudieran colarse por el. Erik y yo fuimos los últimos en cruzar. Oí un suave ruido de deslizamiento, y miré hacia atrás a tiempo de verla pared encajar a la perfección.
"Funciona con un mando a distancia, como la puesta de un garaje", susurró Erik. "Huh. ¿Y Quién sabe de su existencia?"
"Cualquiera que haya sido una Hija o Hijo Oscuro".
"Huh". Sospechaba que eran probablemente la mayoría de los vampiros adultos. Miré alrededor. No vi a nadie mirándonos, o siguiéndonos.
Erik notó mi mirada. "A ellos no les importa. Es tradición de la escuela que nos escapemos para algunos rituales. Mientras no hagamos algo demasiado estúpido, fingen que no saben a donde vamos." Se encogió de hombros. "Supongo que funciona bien así."
"Mientras no hagamos algo demasiado estúpido", le dije.
"Shush!" Siseó alguien delante de nosotros. Cerré mi boca y decidí concentrarme en hacia donde íbamos.
Eran sobre las cuatro y media de la mañana. Uh, no había nadie despierto. Qué sorpresa. Es raro caminar por esta parte tan exclusiva de Tulsa-un vecindario lleno de mansiones construidas con el viejo dinero del petróleo-y que nadie se percatara de nuestra. Estábamos cruzando un paisaje de increíbles jardines y ni siquiera nos ladraban los perros. Era como si fuéramos sombras… o fantasmas…. Ese pensamiento me produjo un escalofrío. La luna que anteriormente había estado oscurecida por las nubes, ahora tenía un brillo blanco plateado sobre un cielo inesperadamente despejado. Juro que, incluso antes de que me marcaran, podría haber leído bajo su luz. Hacía frío, pero eso no me molestaba como lo hubiera hecho una semana antes. Traté de no pensar acerca de lo que eso significa sobre el cambio que estaba ocurriendo dentro de mi cuerpo.
Cruzamos una calle, y luego nos colamos entre os jardines sin hace ruido. Oí correr agua antes de ver el pequeño puente. La luz de la luna iluminaba el arroyo como si alguien hubiera derramado mercurio en la parte superior de la misma. Me sentía capturada por su belleza, y automáticamente disminuí mi paso, recordándome a mi misma que la noche era mi nuevo día. Esperaba no acostumbrarme nunca a su oscura majestuosidad.
"¡Vamos, Z!" susurró Erik desde el otro lado del puente.
Lo miré. Su silueta se dibujaba frente a una increíble mansión que se extendía por la colina que había detrás de él, con sus enromes terrazas de césped y su lago, sus templetes, sus fuentes y cascadas (estaba claro que esta gente tenía desde luego demasiado dinero), y él me recordó a uno de los héroes románticos sacados de una historia, como… como… Bueno, los dos únicos héroes que se me ocurrían era Superman y el Zorro, y ninguno de ellos era realmente histórico. Pero parecía muy caballeroso y romántico. Y entonces, me di cuenta con exactitud de en qué asombrosa mansión nos estábamos colando y crucé a toda prisa el puente hacia él.
"Erik", le susurré asustada, "este es el Museo Philbrook! Realmente nos meteremos en un lío si nos pillan husmeando por aquí."
"No nos cogerán".
Le seguí a duras penas. Él caminaba deprisa, mucho más ansioso que yo de alcanzar al silencioso y fantasmal grupo.
"Oye, esto no es solo la casa de un tipo rico. Esto es un museo. Aquí hay guardias de seguridad las veinticuatro horas del día".
"Aphrodite ya les habrá drogado".
"¡Qué!"
"Ssssh. No les dolerá. Estarán atontados durante un rato y después se irán a casa y no recordaran nada. No hay problema."
No repliqué, pero realmente no me gustaba que tuviera esa actitud de indiferencia sobre drogar a guardias de seguridad. Simplemente no me parecía correcto, a pesar de que pudiera entender la necesidad de la misma. Nos estábamos colando. No quería que nos pillaran. Así que los guardias debían ser drogados. Lo pillaba. Pero no me gustaba, y parecía una cosa más que estaba pidiendo ser cambiada en las hijas Oscuras y sus actitudes de superioridad. Me recordaban cada vez más de a las Gentes de Fe, lo cual no era precisamente una comparación aduladora. Aphrodite no era Dios (o Diosa, a esos efectos), por mucho que se autodenominase así.
Erik había dejado de caminar. Nos unimos al grupo en un lugar en el que habían formado un amplio círculo alrededor de un templete con cúpula situado al final de la suave cuesta que llevaba al museo. Estaba cerca del estanque decorativo que acababa justo donde empezaban las terrazas que conducían al museo. Realmente es un lugar increíblemente hermoso. Había estado allí dos o tres veces de excursión, y una vez, con mi clase de arte, incuso me había sentido con la inspiración para hacer un boceto de los jardines, a pesar de que está claro que no se dibujar. Ahora, la noche había cambiado de un lugar con bonitos y bien cuidados jardines y detalles de mármol a un reino mágico de hadas bañado por la luz de la luna y sombreado por capas de grises plateados y azules medianoche.
El templete era increíble. Descansaba en lo alto de unas enormes escaleras redondas, a modo de trono, para que tuvieras que subir hasta lo alto para llegar a el. Estaba hecho de columnas blancas talladas, y la cúpula estaba iluminada desde abajo, de modo que se veía como algo que podría haber sido rescatado de la antigua Grecia, y luego haberse restaurado su antiguo esplendor e iluminándolo de noche para ser contemplado.
Aphrodite subió las escaleras para tomar su lugar en el centro del templete, lo cual resto de inmediato parte de su magia y belleza. Naturalmente, Belicosa, Terrible, y Avispa también estaban allí. Otra chica estaba con ellas, pero no la reconocí. Por supuesto podría haberla visto un millón de veces y no recordarla-no era más que otra Barbie rubia. Habían montado una mesa en el centro del templete y lo habían cubierto con cuna tela negra. Pude ver que había un montón de velas en ella, y algunas otras cosas, incluyendo un cáliz y un cuchillo. Un pobre chico estaba desplomado boca abajo sobre la mesa. Le habían puesto una capa encima, de manera que cubría su cuerpo, se parecía mucho a Elliott en la noche en la que había sido la nevera.
Tiene que agotar mucho a un chico que le drenen la sangre para los rituales de Aphrodite, y me pregunte si eso había tenido algo que ver en la muerte de Elliott. Aparté de mi cabeza el hecho de que se me empezaba a hacer la boca agua cuando pensaba en la sangre del chico mezclada con el vino del cáliz. Era extraño cómo algo podía darme tanto asco y al mismo tiempo hacerme desearlo tanto.
"Invocaré el círculo y llamaré a los espíritus de nuestros antepasados para que bailen en su interior con nosotros", dijo Aphrodite. Habló con suavidad, pero su voz viajó a nuestro alrededor como una niebla venenosa. Era escalofriante penar que los fantasmas serían traídos al círculo de Aphrodite, sobre todo después de mis recientes experiencias con fantasmas, pero tengo que admitir que me intrigaba casi tanto como me intimidaba. Tal vez estaba tan segura de que debía estar ahí por que se suponía que recibiría alguna pista acerca de Elizabeth y Elliott esta noche. Además, era obvio que el ritual era algo que las Hijas Oscuras llevaban haciendo algún tiempo. No podía ser tan terrible ni tan peligroso. Aphrodite se comportaba con grandeza y estilo, pero tenía la sensación de que era una actuación. Debajo de eso, era como todos lo abusones: insegura e inmadura. Además, los abusones tienden a evitar a otros más fuertes que ellos, así que era lógico que si Aphrodite iba a convocar a los espíritus en un círculo, eso significara que eran inofensivos e incluso agradables. Aphrodite, desde luego, no iba a enfrentarse a un monstruo grande y malvado.
O algo tan verdaderamente extraño como en lo que se había convertido Elliott.
Me relajé al empezar a sentir lo que ya se había vuelto un familiar zumbido de poder cuando las Hijas Oscuras tomaron las velas que correspondían al elemento que representaban y luego se situaron en el sitio correcto del mini círculo del templete. Aphrodite llamó al viento, y mi pelo se elevó con suavidad con una brisa que solo yo pude sentir. Cerré los ojos, adorando la electricidad que me cosquilleaba la piel. De hecho a pesar de Aphrodite y de sus estiradas Hijas Oscuras, ya empezaba a disfrutar del inicio el ritual. Y Erik se encontraba junto ami, lo cual ayudaba a que no me importara que nadie más de allí me hablase.
Me relajé más, segura de repente de que el futuro no iba a ser tan malo. Me reconciliaría con mis amigos, averiguaríamos juntos que demonios estaba pasando con esos extraños fantasmas y quizás incluso conseguiría un novio que estaba muy bueno. Todo iría bien. Abrí los ojos y observé a Aphrodite caminar alrededor del círculo. Cada uno de los elementos chisporroteó en mi interior y me pregunté cómo podía Erik estar tan cerca y no notarlo. Incluso le lance una mirada furtiva, medio esperando que me estuviera mirando mientras los elementos jugaban con mi piel, pero, al igual que todos los demás, miraba a Aphrodite (Aquello me molesto- ¿no se suponía que debería lanzarme miraditas furtivas a mi también?) Entonces Aphrodite comenzó el ritual de la citación de los espíritus ancestrales, e incluso yo no pude apartar mi mirada de ella. Estaba junto a la mesa, sosteniendo una larga trenza de hierba seca sobre la llama morada del espíritu, para que se prendiera con rapidez. La dejo arder durante un breve rato y luego la apagó de un soplido. La agitó con suavidad a su alrededor mientras comenzaba a hablar, llenando el lugar de anillos de humo. Lo olí, reconociendo la esencia de hierba dulce, una de las hierbas ceremoniales mas sagradas por que atraía la energía espiritual. La abuela la usaba a menudo en sus oraciones. Entonces fruncí el ceño y sentí de repente preocupación. La hierba dulce solo debía usarse después de quemar salvia y limpiar y purificar el área, si no podría atraer a cualquier energía-y "cualquiera" no siempre significaba buena. Pero ya era demasiado tarde para decir algo, incluso aunque hubiera podido detener la ceremonia. Ella ya había comenzado a llamar a los espíritus y su voz había tomado un tono fantasmagórico y cantarín que de algún modo era intensificado por el humo que formaba espesas volutas a su alrededor.
En esta noche de Samhain, escuchad mi antigua llamada, oh espíritus de nuestros antepasados. En esta noche de Samhain, dejad que mi voz llegue con este humo al Otro Mundo, donde los brillantes espíritus juegan en la hierba dulce de las brumas del recuerdo. En esta noche de Samhain no llamo a los espíritus de nuestros ancestros humanos. No, dejo que reposen, no tengo necesidad de ellos en la vida ni en la muerte. En esta noche de Samhain llamo a los ancestros mágicos-los ancestros místicos-, aquellos que en una ocasión fueron más que humanos, y de los cuales, en la muerte, son más que humanos.
En completo trance, observé con todos los demás que el humo se arremolinaba, cambiaba y comenzaba a adquirir formas. Al principio pensé que veía cosas e intenté aclararme la visión guiñando los ojos, pero enseguida comprendí que lo que estaba viendo no tenía nada que ver con una visión borrosa. Se estaban formando figuras entre el humo. No se les distinguía, eran más contornos de cuerpos que cuerpos de verdad, pero a medida que Aphrodite seguía agitando la hierba dulce se volvían más sustánciales y el círculo se lleno de repente de figuras espectrales de ojos oscuros y cavernosos y bocas abiertas.
No se parecían en nada a Elizabeth o Elliott. De hecho, tenían justo el aspecto que imaginaba que tendrían los fantasmas-humeante, transparente, aterrador. Olí el aire, No desde luego, no olía como un asqueroso sótano viejo.
Aphrodite dejo la hierba aún humeante y cogió el cáliz. Incluso desde mi posición, me pareció que tenía una palidez inusual, como si hubiera adquirido algunas de las características físicas de los fantasmas. Su vestido rojo despedía un brillo casi doloroso de entre el círculo de neblina y humo gris.
"Os saludo, espíritus ancestrales, y pido que aceptéis nuestra ofrenda de vino y sangre para que podáis recordar lo que es saborear la vida" levantó el cáliz y las figuras de humo se agitaron y vibraron con evidente entusiasmo "os saludo, espíritus ancestrales, y desde la protección de mi círculo yo-"
"Zo! Sabía que te encontraría si me esforzaba lo suficiente!"
La voz de Heath rasgó la noche, interrumpiendo las palabras de Aphrodite.
Capítulo 28
"¡Heath! ¡Qué diablos estás haciendo aquí!"
"Bueno, no me devolviste la llamada." Ignorando al resto, me abrazó. No necesitaba la brillante luz de la luna para ver sus ojos inyectados de sangre. "Te he extrañado, Zo!" soltó, echándome encima el aliento de cerveza.
"Heath. Tienes que irte-"
"No. Que se quede", me interrumpió Aphrodite.
La mirada de Heath se desplazó hacia ella, e imaginé lo que parecería a los ojos de él. Se encontraba bajo el baño de luz causado por los focos del templete, que brillaban a través del humo de la hierba dulce, iluminándola casi como si estuviera bajo el agua. El vestido rojo de seda pegado a su cuerpo. Su cabello rubio era espeso y le caía por la espalda. Sus labios estaban arqueados con una sonrisa malévola, lo cual estoy segura que Heath malinterpretaría y pensaría que estaba siendo agradable. De hecho, es probable que ni siquiera se percatara de los fantasmas de humo que habían dejado de flotar alrededor del cáliz y que ahora habían vuelto sus ojos en blanco hacia el. Tampoco se daría cuenta de que la voz de Aphrodite tenía un sonido hueco y extraño y que sus ojos estaban vidriosos y le miraban fijamente. Joder, conociendo a Heath, no se fijaría en nada salvo en sus enormes tetas.
"Genial, una piba vampiro", dijo Heath, dándome por completo la razón
"Sacadle de aquí." La voz de Erik sonaba tensa de preocupación.
Heath apartó los ojos de las tetas de Aphrodite para mirar a Erik. "¿Y tu quién eres?"
¡Ah, mierda. Reconocía aquel tono. Era el que Heath usaba cuando estaba a punto de tener un ataque de celos. (Otra razón por la que era mi ex.)
"Heath, tienes que salir de aquí", le dije.
"No." Se acercó más a mí y me puso el brazo alrededor de los hombros en gesto posesivo, pero Nome miró. Siguió mirando a Erik. "Vine a ver a mi novia, y voy a ver a mi novia."
Ignoré el hecho de que podía sentir el pulso de Heath donde su brazo reposaba sobre mis hombros. En vez de hacer algo absolutamente asqueroso y desagradable, como morderle la muñeca, no hice caso de su brazo y di un tirón de él de forma que tuviera que mirarme a mí y no a Erik.
"No soy tu novia."
"Ay, Zo, lo dices por decir".
Apreté los dientes. Dios, que estúpido era. (Sin embargo, otro motivo por el que era mi ex.)
"¿Eres idiota?" dijo Erik.
"Mira, puto chupasangre, yo-" empezó a decir Heath, pero extrañamente Aphrodite ahogó sus palabras.
"Ven aquí, humano."
Como si nuestros ojos fueran imanes atraídos por su perturbadora atracción, Heath, Erik y yo (y, por extensión, el resto de las Hijas e Hijos Oscuros) levantamos la mirada hacia ella. Su cuerpo tenía un aspecto extraño ¿Parecía estar latiendo? ¿Cómo era posible? Se echó el pelo hacia atrás y recorrió su cuerpo con una mano como una stripper guarra, tocándose el pecho y luego bajando hasta tocarse entre las piernas. Levantó la otra mano e hizo un gesto con el dedo, llamando a Heath.
"Ven a mí, humano. Deja que te pruebe".
Aquello era malo-aquello estaba mal. Algo terrible iba a pasarle a Heath si subía allí y entraba en aquel círculo.
Totalmente deslumbrado por ella, Heath avanzó hacia delante sin ninguna duda (o sentido común). Me agarró una de sus armas, y expresó su satisfacción al ver sus demás Erik agarrar.
"¡Basta, Heath! Quiero que te vayas. Ahora. No perteneces a esto."
Con gran esfuerzo, Heath apartó los ojos de Aphrodite. Se soltó el brazo de la mano de Erik de un tirón y casi le gruñó. Luego se dirigió a mí.
"¡Me estás engañando!"
"¿No escuchas? Es imposible que te esté engañando. ¡No estamos juntos! Ahora sal de-"
"Si rehúsa nuestro llamamiento, entonces iremos nosotros con el."
Levanté la cabeza y vi cómo el cuerpo de Aphrodite se convulsionaba mientras volutas grises salían de ella. Dejó escapar una exclamación ahogada, a medio camino entre sollozo y un grito. Los espíritus, incluso los que era evidente que la habían poseído, avanzaron a toda velocidad hacia el borde del círculo, empujando en un esfuerzo por liberarse y llegar hasta Heath.
"Detenlos Aphrodite. Si no lo haces lo mataran!" gritó Damien mientras salía de detrás de un seto decorativo que bordeaba el estanque.
"Damien que-" empecé, pero el negó con la cabeza.
"No hay tiempo para explicaciones", me dijo antes de volver su atención de nuevo hacia Aphrodite. "Sabes lo que son," gritó hacia donde estaba ella. "Tienes que contenerlos dentro del circulo o morirá."
Aphrodite estaba tan pálida que también parecía un fantasma. Se alejó de las figuras de humo, que todavía intentaban empujar la barrera invisible del círculo, hasta que topó con el borde de la mesa.
"No voy a detenerlos. Si lo quieren, pueden tenerlo. Mejor el que yo-o cualquiera de nosotros", dijo Aphrodite.
"Sí, no queremos nada de ese tipo de basura!" dijo Terrible antes de dejar caer su vela, la cual chisporroteó y se apagó. Sin más palabras, salió corriendo del círculo y bajo las esclareas del templete. Las otras tres chicas que se suponían que personificaban a los elementos la siguieron, desapareciendo a toda velocidad en la noche y dejando sus velas tiradas y apagadas.
Horrorizada, observé cómo una de las figuras grises comenzaba a atravesar el círculo. El humo que formaba se espectral cuerpo comenzó a escurrirse escaleras abajo y me recordó a una serpiente mientras se deslizaba en nuestra dirección. Noté el revuelo entre las Hijas e Hijos Oscuros. Retrocedían con nerviosismo y los gestos de temor retorcían sus rostros.
"Te toca, Zoey".
"¡Stevie Rae!"
Se encontraba vacilante en el centro del círculo. Se había quitado la capa que la cubría, y pude ver las vendas de lino blanco en sus muñecas.
"Te dije que teníamos que permanecer unidas." Me sonrió débilmente.
"Será mejor que nos demos prisa", dijo Shaunee.
"Esos fantasmas están haciendo que tu ex se cague de miedo", dijo Erin.
Miré sobre mi hombro para ver a las gemelas de pie al lado de Heath, que tenía la cara pálida y la boca abierta, y sentí una sacudida de pura felicidad ¡no me habían abandonado! ¡no estaba sola!
"Acabemos con esto", les dije. "Mantenle aquí", le dije a Erik, que estaba mirándome con evidente asombro.
Sin necesidad de mirar hacia atrás para asegurarme de que mis amigos me estaban siguiendo, subí las empinadas escaleras hasta el templete lleno de fantasmas. Cuando llegué a la frontera del círculo dudé un segundo. Los espíritus lo cruzaban poco a poco, su atención se centraba por completo en Heath. Tomé una respiración profunda y crucé la barrera invisible, una terrible sensación de frío me recorría cuando los muertos pasaban sin cesar frotándose contra mi piel.
"No tienes derecho a estar aquí. Este es mi círculo", dijo Aphrodite, recobrando la compostura lo suficiente como para mirarme, arrugar el labio y bloquearme el paso hacia la mesa y hacia la vela del espíritu, que era la única que aún estaba encendida.
"Era tu círculo. Ahora tienes que cerrar la boca y apartarte", le dije.
Aphrodite me miró arrugando los ojos.
¡Ah, mierda. No tenía tiempo para esto.
"Cabeza de pompón, tienes que hacer lo que Zoey dice. Llevo dos años deseando patearte el culo", dijo Shaunee, colocándose a mi lado.
"Yo también, sucio putón," dijo Erin, situándose a mi otro lado.
Antes de que las gemelas pudieran abalanzarse sobre ella, el grito de Heath destrozó la noche. Me di la vuelta. La neblina trepaba por las piernas de Heath, dejando rasgones largos y finos en sus pantalones que de inmediato comenzaron a sangrar. Presa del pánico soltaba patadas y chillaba. Erik no había huido, pero también golpeaba la niebla, a pesar de que cada vez que la tocaba le rasgaba la ropa y le arañaba la piel.
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