Análisis del libro Marcada (La casa de la noche) de P.C. Y Kristin Cast (página 2)
Enviado por Yunior Andrés Castillo S.
"Lo hemos estudiado en biología avanzada. Es una reacción fisiológica que tiene lugar en los cuerpos de algunos adolescentes cuando se eleva su nivel hormonal." Hice una pausa, pensando con detenimiento y totalmente orgullosa de mí misma por recordar algo que había aprendido el semestre pasado. "En cierta gente las hormonas desencadenan esto y lo otro en un… un…" Hice un esfuerzo y recordé: "Un hilo de ADN desechado, que inicia todo el cambio." Sonreí, no a John en realidad, sino porque me asombraba mi capacidad para recordar cosas de un tema con el que habíamos acabado hacía meses. Sabía que la sonrisa fue un error cuando observé aquella mandíbula familiarmente apretada.
"El saber de Dios supera a la ciencia y es una blasfemia por tu parte decir lo contrario, jovencita."
– ¡Nunca he dicho que los científicos sean más listos que Dios!
-dije lanzando las manos hacia arriba, al tiempo que trataba de contener la tos-. Tan solo intento explicarte todo esto.
-No necesito que alguien de dieciséis años me explique nada.
Bueno, llevaba puestos esos pantalones realmente feos y aquella horrible camisa. Estaba claro que necesitaba que una adolescente le explicase algunas cosas, pero pensé que no era el momento adecuado para mencionar su evidente y desafortunado problema con la moda.
-Pero John, cariño, ¿qué vamos a hacer con ella? ¿Qué dirán los vecinos? -Su cara palideció aún más y contuvo un sollozo-. ¿Qué dirá la gente en misa el domingo?
John frunció el ceño cuando abrí la boca para contestar y me interrumpió antes de que pudiese hablar.
-Vamos a hacer lo que debe hacer cualquier familia de bien. Lo dejaremos en manos de Dios.
¿Me iban a mandar a un convento? Por desgracia, tuve que ocuparme de otra serie de ataques de tos, así que siguió hablando.
"También vamos a llamar al doctor Asher. Él sabrá qué hacer para apaciguar esta situación."
Maravilloso. Fantástico. Iba a llamar al loquero de la familia, el Increíble Hombre Inexpresivo. Perfecto.
"Linda, llama al número de emergencias del doctor Asher y luego creo que sería sensato activar la cadena telefónica de oraciones. Asegúrate de que los otros patriarcas saben que tienen que reunirse aquí."
Mi madre asintió y empezó a levantarse, pero las palabras que salieron de mi boca hicieron que se dejara caer de nuevo en el sillón.
– ¡Qué! ¿Tu solución es llamar a un loquero que no tiene ni idea sobre adolescentes y traer a todos esos viejos estirados aquí? ¡No!
¿No lo entiendes? Tengo que irme. Esta noche. -Tosí con un sonido desgarrado que me hizo daño en el pecho-. ¡Lo ves! Esto irá a peor si no me voy con los… -Dudé. ¿Por qué era tan difícil decir «vampiros»? Porque sonaba tan extraño y, parte de mí lo admitía, tan fantástico-. Tengo que ir a La Casa de la Noche.
Mamá se puso en pie de un salto y por un instante pensé que iba a salvarme. Entonces John le puso un brazo posesivo alrededor del hombro. Ella le miró y, cuando volvió la mirada de nuevo hacia mí, sus ojos casi parecían pedir disculpas, pero sus palabras, como era típico, reflejaron solo lo que John hubiese querido que dijera.
-Zoey, seguro que no hará daño que te quedes aunque solo sea esta noche en casa.
-Claro que no -le dijo John-. Estoy seguro de que el doctor
Asher verá necesario hacer una visita a domicilio. Con él aquí ella estará perfectamente. -Acarició su hombro, intentando parecer afectuoso, pero en lugar de dulce sonó viscoso.
Les miré a los dos. No iban a dejarme marchar. No esta noche, y quizá nunca, o al menos no hasta que tuviera que ser sacada de allí por los camilleros. De repente comprendí que no era solo por la marca y por el hecho de que mi vida hubiera cambiado del todo. Era una cuestión de control. Si me dejaban ir, de alguna manera perdían. En el caso de mamá, me gustaba pensar que tenía miedo de perderme. Y sabía lo que John no quería perder. No quería perder su preciada autoridad y la ilusión de que tenía una pequeña familia perfecta. Como ya había dicho mamá: ¿Qué pensarían los vecinos y qué pensaría la gente en misa el domingo? John tenía que preservar la ilusión, y si eso significaba permitir que yo me pusiera muy, muy enferma, pues bien, ese era un precio que estaba dispuesto a pagar.
Yo no estaba dispuesta a pagar, sin embargo.
Supongo que había llegado el momento de que tuviera el control en mis manos (después de todo, tenían muy bien hecha la manicura).
-Vale -dije-. Llamad al doctor Asher. Poned en marcha la cadena telefónica. Pero ¿os importa que vaya a echarme hasta que todo el mundo esté aquí? -Tosí de nuevo por si acaso.
-Pues claro que no, cariño -dijo mamá, que pareció claramente aliviada-. Puede que un poco de descanso te haga sentir mejor. -Entonces se apartó del brazo posesivo de John. Sonrió y luego me abrazó-. ¿Quieres que te dé algo para el catarro?
-No, estaré bien -dije, aferrándome a ella durante solo un segundo, deseando con todas mis fuerzas que estuviésemos tres años atrás y aún fuera mía… todavía de mi lado. Entonces respiré hondo y di un paso atrás-. Estaré bien -repetí.
Me miró y asintió, diciéndome que lo sentía de la única forma que podía, con los ojos.
Me di la vuelta y comencé a alejarme de ella en dirección a mi dormitorio. A mi espalda, el perdedor dijo:
– ¿Y por qué no nos haces un favor a todos y miras a ver si puedes encontrar algunos polvos para tapar esa cosa que tienes en la frente?
Ni siquiera me detuve. Simplemente seguí andando. Y no pensaba llorar.
Voy a recordar esto, me dije a mí misma con seriedad. Voy a recordar lo terriblemente mal que me han hecho sentir hoy. Así, cuando esté asustada y sola y lo que quiera que vaya a ocurrirme empiece a ocurrir, voy a recordar que nada puede ser tan malo como estar atrapada aquí. Nada.
Capítulo 4
Me senté en la cama y tosí mientras escuchaba a mi madre hacer una llamada desesperada al número de emergencias del loquero, seguida por otra llamada igual de histérica que activaría la cadena de oraciones de las temidas gentes de Fe. En unos treinta minutos nuestra casa comenzaría a llenarse de mujeres gordas y de sus maridos pedófilos de ojos brillantes. Me llamarían a la sala de estar. Mi Marca sería considerada un Grandísimo y Embarazoso Problema, así que seguro que me untarían con cualquier porquería que me obstruiría los poros y me provocaría un grano como el ojo de un cíclope, para luego plantar sus manos sobre mí y rezar. Pedirían a Dios que me ayudase a dejar se ser una adolescente tan horrible y un problema para mis padres. Ah y el pequeño asusto de mi Marca también debía ser resuelto.
Si fuese todo tan sencillo. Con mucho gusto haría un trato con Dios para ser una buena chica en lugar de cambiar de escuela y de especie. Incluso haría el examen de geometría-bueno, vale, quizá el examen de geometría no, pero que conste que yo no pedí convertirme en un monstruo. Todo esto significaba que tendría que irme y comenzar otra vida en un lugar donde sería una chica nieva. Un lugar en el que no tenía amigos. Cerré los ojos con fuerza, haciendo un esfuerzo por no llorar. La escuela era el único lugar en el que me sentía verdaderamente en casa. Mis amigos era mi única familia. Me apreté la cara con los puños para evitar llorar. Paso a paso-haría esto paso a paso.
No iba a poder lidiar con todos los clones del perdedor de mi padrastro de ninguna manera. Y, por si las Gentes de Fe no fueran suficiente problema, la horrible sesión de oraciones sería seguida por otra sesión igualmente insoportable con el Dr. Asher. Me haría un montón de preguntas sobre cómo me sentía sobre esto y lo otro. Entonces seguiría parloteando más y más sobre la rabia adolescente y lo normal que era la angustia, pero que solo yo podía decidir el impacto que tendría en mi vida…bla…bla…y ya que esto era una "emergencia", era probable que quisiera verme dibujar alga que representase mi niña interior o lo que fuera.
Estaba claro que tenía que largarme de allí.
Por suerte siempre había sido "la niña mala" y estaba preparada para una situación así. Vale, no estaba pensando precisamente en escaparme de casa para huir y unirme a los vampiros cuando puse una llave adicional del coche bajo la maceta que había fuera de mi ventana. Tan solo consideré que podría querer escaparme para ir a casa de Kayla. O si, quería ser mala de verdad, podría encontrarme con Heath en el parque y enrollarme con él. Pero ahora Heath había comenzado a beber y yo iba a convertirme en un vampiro. A veces la vida no tenía ningún sentido.
Cogí la mochila, abrí la ventana y con una facilidad que decía más de mi naturaleza pecaminosa que las aburridas charlas del perdedor de John, me asomé al exterior. Me puse las gafas de sol y eché un vistazo. No eran más de las cuatro y media o así y aún no había oscurecido, así que me alegré de que la valla protectora me ocultase de nuestros horriblemente ruidosos vecinos. En ese lado de la casa las únicas otra ventanas que había pertenecían a la habitación de mi hermana y ella seguro que estaba todavía en el ensayo de animadoras. (El infierno sabía estarse congelando porque por una vez estaba verdaderamente contenta de que el mundo de mi hermana girase alrededor de lo que ella llamaba "el deporte de animar"). Dejé caer la mochila primero y luego la seguí despacio fuera de la ventana, teniendo cuidado de no hacer ni el más mínimo ruido al caer sobre la hierba. Me detuve allí durante demasiados minutos. Después me agaché, levanté el borde de la maceta que contenía la planta de lavanda que la abuela Redbird me había regalado y tanteé con los dedos hasta que encontré la llave de metal cubierta por la hierva aplastada.
La verja ni siquiera chirrió cuando la abrí y la crucé lentamente como una de los Ángeles de Charlie. Mi precioso Escarabajo estaba ahí donde siempre había estado, justo frente a la tercera puerta de nuestro garaje de tres plazas. El perdedor no me dejaba aparcarlo dentro porque decía que la cortadora de césped era más importante (¿Más importante que un Volswagen clásico? ¿Cómo?) Eso apenas tenía sentido. Madre mía, casi sonaba como un chico. ¿Desde cuándo me importaba lo clásico que fuese mi Escarabajo? Sí que debía de estar cambiando). Miré a ambos lados. Nada. Corrí hacia el Escarabajo, entré, puse punto muerto y me sentí realmente afortunada de que el camino de la entrada estuviera inclinado de esa forma tan absurda cuando mi maravilloso coche rodó con suavidad y en silencio hacia la calle. A partir de ahí, no tenía mas que ponerme en marcha hacia el este y salir pitando del barrio de las casa grandes y caras.
Ni siquiera miré por el retrovisor.
Estiré el brazo y apagué el teléfono móvil. No quería hablar con nadie.
No, eso no era del todo verdad. Había una persona con la que sí que me apetecía hablar. Ella era la única persona del mundo que estaba segura que no miraría mi marca y pensaría que era un monstruo o un bicho o una persona verdaderamente horrible.
Como si el Escarabajo me leyese la mente, pareció desviarse solo hacia la autopista que llevaba a Muskogee Turnpike y, al final, al lugar más maravilloso de este mundo: la granja de lavanda de mi abuela Redbird.
A diferencia del camino de la escuela a casa, el viaje de hora y media hacia la granja se me hizo eterno. Para cuando dejé la autopista del doble carril para coger la compacta y sucia carretera que llevaba a casa de la abuela, el cuerpo me dolía incluso más que la vez que contrataron a aquella profesora de gimnasia loca que pensaba que debíamos hacer descabellados circuitos de pesas mientras ella chasqueaba su látigo y se reía. Vale, a lo mejor no llevaba un látigo, paro aún así. Los músculos me dolían a rabiar. Eran casi las seis y el sol al fin empezaba a ocultarse pero los ojos todavía me escocían. De hecho, incluso la luz solar ya debilitada hacia que sintiese en la piel un hormigueo extraño. Me alegré de que estuviésemos a finales de octubre y que el tiempo se hubiese vuelto lo suficientemente fresco para que pudiese llevar mi sudadera con capucha de la Invasión Borg en 4D (lo sé, es una atracción de Star Trek: La nueva generación en Las Vegas y, por triste que parezca soy una friki total de Star Trek) que por suerte, me cubría la mayor parte de la piel. Antes de salir del Escarabajo, rebusqué en el asiento de atrás hasta que encontré mi vieja gorra de camionero de Oklahoma State y me la planté en la cabeza para protegerme la cara del sol.
La casa de mi abuela se encontraba entre dos campos de lavanda y le daban sombra enormes y viejos robles. Fue contraída en 1942 con pura piedras de Oklahoma y tenía un cómodo porche y ventanas de inusual gran tamaño. Me encantaba aquella casa. Solo el hecho de subir las pequeñas escaleras de madera que me llevaban al porche me hacía sentir mejor…Segura. Entonces vi la nota pegada en la puerta. Era fácil reconocer la bonita letra de la abuela Redbird: Estoy en el acantilado recogiendo flores salvajes.
Toqué el suave papel con esencia de lavanda. Siempre sabía cuándo iba a ir a visitarla. Cuando era pequeña solía pensar que era extraño, pero a medida que fui creciendo aprecié ese sexto sentido que ella tenía. Toda mi vida había sabido, no importaba lo que pasara, que podía contar con la abuela Redbird, Durante aquellos horribles primeros meses después de que mamá se casara con John creo que me hubiese marchitado y muerto si no hubiera podido escapar cada fin de semana a casa de la abuela.
Durante un segundo consideré entrar en la casa (la abuela nunca cerraba las puertas), y esperarla allí, pero necesitaba verla, que me abrazase y que me dijera la que habría querido oír decir a mamá. No tengas miedo…No va a pasar nada…Haremos que no pase nada. Así que, en lugar de ir dentro, me dirigí al pequeño camino de vaneados al borde del campo de lavanda situado más al norte. Este llevaba a los acantilados y lo seguí, dejando que mis dedos recorriesen las plantas más cercanas a medida que caminaba, de forma que liberaran su esencia dulce y plateada hacia el aire que me rodeaba como si me diesen la bienvenida a casa.
Parecía que habían pasado años desde la última vez que estuve allí, a pesar de que sabía que solo habían pasado cuatro semanas. A John no le gustaba la abuela. Pensaba que era extraña. Incluso le había oído decir a mamá que la abuela era "una bruja que iría al infierno". Es todo un cretino.
Entonces me legó un pensamiento repentino y me detuve por completo. Mis padres ya no controlaban lo que yo hacía. No iba a vivir nunca más con ellos. John ya no podía decirme lo que tenía que hacer.
¡Uau!¡Qué flipe!
Tan flipante que me produjo un espasmo de tos que hizo que me rodease a mí misma con los brazos, como si intentara mantener mi pecho en su sitio. Necesitaba encontrar a la abuela Redbird, y necesitaba encontrarla ya.
Capítulo 5
El camino que subía por el lado de los acantilados siempre había estado empinado, pero lo había subido una infinidad e veces, con y sin mi abuela, y nunca me había sentido así. Ya no era la tos. Y tampoco eran los músculos doloridos. Estaba mareada y el estomago ya me comenzaba a rugir de tal manera que yo misma me recordada a Meg Ryan en la película French Kiss después de comerse todo el queso y tener un ataque de intolerancia a la lactosa. {Kevin Kline está realmente mono en esa peli… Bueno, pasar ser un tipo mayor.}
Y encima moqueaba. No me refiero a sorberse un poco la nariz. Me refiero a que me limpiaba la nariz en la manga de la sudadera {qué asco!} No podía respirar sin abrir la boca, lo que me hacía toser más, ¡y no podía creer lo mucho que me dolía el pecho! Intenté recordar qué era lo que de manera oficial había matado a los chicos que no habían completado el cambio a vampiros. ¿Habían tenido ataques al corazón? ¿o era posible que hubiesen tosido y moqueado hasta morir?
¡Deja de pensar en ello!
Necesitaba encontrar a la abuela Redbird. Si la abuela no tenía las respuestas, las encontraría. La abuela Redbird comprendía a la gente. Ella decía que era porque no había perdido contacto con su herencia cheroqui y el conocimiento tribal de las ancestrales sabias que llevaba en su sangre. Incluso en esos momentos sonreía al recordar el ceño fruncido en cara de la abuela cuando salía el tema del perdedor de mi padrastro {ella es el único adulto que sabe que le llamo así}. La abuela Redbird decía que era obvio que la herencia de la sangre sabia Redbird se había saltado su hija, pero solo porque se había reservado para proporcionarme a mí una dosis extra de antigua magia cheroqui.
Cuando era pequeña había subido por este camino cogida de la mano de la abuela más veces de las que podía contar. En la pradera de hierba alta y flores salvajes extendíamos una manta de colores brillantes y merendábamos mientras la abuela me contaba historias cheroquis y me enseñaba las palabras de sonido misterioso de su lengua. Mientras subía con dificultad por el curvado camino, aquellas viejas historias parecían dar vueltas y vueltas dentro de mi cabeza, como el humo de una hoguera ceremonial… Incluida la triste historia de cómo se formaron las estrellas cuando un perro fue descubierto robando harina de maíz y la tribu lo azotó. Cuando el perro corrió aullando hacia su casa en el norte, la harina se esparció por el cielo y la magia que había en ella creó la Vía Láctea. O como el Gran Águila hizo las montañas y los valles con sus alas. Y mi favorita, la historia de la joven Sol, que vivía en el este, y su hermano la Luna, que vivía en el oeste, y Redbird, que era la hija del Sol.
-¿No es extraño? Soy una Redbird, hija del Sol, pero me estoy convirtiendo en un monstruo de la noche. -Me oí a mi misma hablando en voz alta y me sorprendió que mi voz sonara tan débil, en especial cuando mis palabras parecieron hacer eco alrededor como si hablase dentro de un vibrante tambor.
Tambor…
Pensar en aquella palabra me hizo recodar las asambleas tribales a las que la abuela me había llevado cuando era pequeña, y luego, mis pensamientos, de alguna manera, insuflaron vida a los recuerdos, incluso pude oír el golpeteo rítmico de los tambores ceremoniales. Miré alrededor, entrecerrando los ojos incluso ante la débil luz del agonizante día. Los ojos me ardían y tenía una visión casi nula. No hacía viento, pero la sombra de las rocas y los árboles parecían moverse… expandirse… alegarse hacía mi.
-Abuela, estoy asustada…-grité entre convulsiones por la tos.
Los espíritus de la tierra no son algo a lo que debas temer, Zoeybird.
-¿Abuela?-¿había escuchado su voz llamarme po mi apodo o no eran más que ecos misteriosos que esta vez llegaban desde mis recuerdos?
-¡Abuela!-llamé de nuevo, y entonces me detuve, esperando escuchar una respuesta.
Nada. Solo el viento.
U-no-le… La palabra cheroqui para el viento cruzó mi mente como un sueño casi olvidado.
¿Viento? ¡No, espera! No había viento hacía un segundo, pero ahora tenía que sujetar mi gorra con una mano y apartar con la otra el pelo que golpeaba con furia mi cara. Entonces pude escucharlo: el sonido de numerosas voces cheroqui cantando al unísono con el redoblar de los tambores ceremoniales. A través del velo del cabello y lágrimas vi humo. La dulce esencia almendrada de la madera de pino me llenó la boca abierta y saboreé las hogueras de mis ancestros.
-Únete a nosotros, U-we-tsia-ge-hu-tsa… Únete a nosotros, hija…
Fantasmas cheroqui… Ahogarme en mis propios pulmones… la pelea con mis padres… el adiós a mi antigua vida…
Aquello era demasiado. Eché a correr.
Supongo que lo que nos enseñan en biología sobre que la adrenalina te domina durante las situaciones de pelea es cierto porque, aunque me sentía como si el pecho me fuese a estallar y parecía que intentaba respirar bajo el agua subí corriendo la última y más empinada parte del camino como si hubiesen abierto todas las tiendas del centro comercial y estuvieran regalando zapatos.
Respirando con dificultad, continué subiendo a trompicones por el camino-cada vez más y más alto-, luchando por librarme de los temibles espíritus que flotaban a mi alrededor como si fueran niebla, pero en vez de dejarlos atrás parecía que corría a adentrarme en su mundo de humo y sombras.¿Estaba muriendo? ¿Era así como ocurría?¿Era por lo que podía ver fantasmas?¿Dónde estaba la luz blanca? Dominada por el pánico, corrí hacia delante, moviendo los brazos con violencia como si pudiese rechazar el terror que me perseguía.
No vi la raíz que sobresalía en el duro terreno de l camino. Desorientada por completo, intenté mantener el equilibrio, pero había perdido todos los reflejos. Caí con fuerza. El dolor en la cabeza fue agudo, pero tan solo duró un instante antes de que la oscuridad me engullese.
El despertar fue extraño. Esperaba que me doliese el cuerpo, en especial la cabeza y el pecho, pero en vez de dolor sentía..bueno… me sentía bien. De hecho, me sentía mejor que bien. Ya no tosía. Mis brazos y piernas estaban sorprendentemente ligeros, con hormigueo y cálidos, como si me acabara de meter en un burbujeante baño caliente en una noche fría.
¿Eh?
La sorpresa me hizo abrir los ojos. Estaba mirando hacia una luz que de forma milagrosa no me hacía daño en los ojos. En lugar de la brillante luz de sol, esta era más como una suave lluvia de luz de velas que se filtraba desde arriba. Me senté y me di cuenta de que estaba equivocada. La luz no bajaba. ¡Yo subía hacia ella!
Voy al cielo. Bueno, eso será una sorpresa para algunos.
Miré hacia abajo y vi… ¡Mi cuerpo! Yo o él o…o…lo que fuese que yacía de forma aterradora al borde del acantilado. Mi cuerpo estaba muy quieto. Tenía un corte en la frente y sangraba mucho. La sangre goteaba sin cesar sobre una hendidura del terreno rocoso, dejando un rastro de lágrimas rojas que caía en el corazón del acantilado.
Era increíblemente extraño verme a mí misma desde arriba. O estaba asustada. Pero debía estarlo, ¿no? ¿No significaba esto que había muerto? Quizá ahora podría ver mejor a los fantasmas cheroqui. Ni siquiera ese pensamiento me asustó. De hecho, mas que tener miedo era una sensación de ser una observadora, como si nada de aquello fuera a afectarme. {Algo así como esas chicas que practican sexo con cualquiera y creen que no se van a quedar embarazadas o que no van a contraer una desagradable enfermedad de transmisión sexual que te devora el cerebro y eso. Bueno ya veremos dentro de unos diez años, ¿verdad?}.
Disfrutaba del aspecto que tenía el mundo, resplandeciente y nuevo, pero mi cuerpo seguía captando toda mi atención. Me acerqué flotando a él. Respiraba con jadeos cortos y profundos. Bueno mi cuerpo era el que respiraba así, no mi propio yo. {Hablemos de la confusión a la hora de usar los pronombres}. Y yo/ella no tenía buen aspecto. Yo/ella estaba pálida del todo y con los labios azules. ¡Oye! ¡Cara blanca, labios azules y sangre roja! A que soy patriótica, verdad?
Me reí, y ¡fue asombroso! Juro que vi cómo mi risa flotaba alrededor como esas cosas hinchadas que soplas de los dientes de león, salvo que en lugar de ser blanca era de color azul glaseado de las tartas de cumpleaños. ¡Uau! ¿Quién me iba a decir que golpearme la cabeza y perder el conocimiento iba a ser tan divertido? Me preguntaba si así sería como se sentía uno cuando estaba colocado.
La risa glaseada de diente de león se difuminó y pude oír el sonido cristalino del agua corriente. Me acerqué más a mi cuerpo y pude ver que lo que en un primer momento me había parecido un pequeño corte en el suelo era en realidad una estrecha griete. El sonido vivo del agua provenía del fondo de su interior. Llevada por la curiosidad, eché un vistazo hacia abajo y el brillante contorno plateado de las palabras surgió de dentro de la roca. Hice un esfuerzo por escuchar, y como recompensa capté un débil y susurrante sonido de plata.
-Zoey Redbird…ven a mí…
-Abuela-chillé en el corte de la roca. Mis palabras fueron de un color púrpura brillante y llenaron el aire que me rodeaba-. ¿Eres tú, abuela?
-Ven a mí…
La plata se mezcló con el púrpura visible de mi voz, volviendo a las palabras del refulgente color de las flores lavanda. ¡Era una profecía!¡Una señal! De alguna manera igual que los espíritus guías en los que los cheroqui habían creído durante siglos, la abuela Redbird me decía que debía bajar por la roca.
Sin dudarlo un instante más, lancé mi espíritu hacia delante y bajé por la grieta, siguiendo el rastro de mi sangre y el recuerdo del susurro plateado de mi abuela hasta que llegué al suave suelo de una estancia con aspecto de cueva. En medio de la habitación, una pequeña corriente de agua burbujeante, emitiendo fragmentos tintineantes de sonido visible, brillantes y de un tono cristalino. Mezclada con las gotas escarlata de mi sangre, iluminaba la cueva con una luz parpadeante que era del color de la hojas secas. Quería sentarme junto al agua burbujeante y dejar que mis dedos tocasen el aire a su alrededor y jugar con la textura de su música, pero la voz me llamó de nuevo.
-Zoey Redbird…sígueme hacia tu destino…
Así que seguí la corriente y la llamada de la mujer. La cueva se estrechó hasta convertirse en un túnel redondeado. Se curvaba y serpenteaba más y más, en ligera espiral, para acabar de forma abrupta en una pared cubierta de símbolos tallados que me resultaban familiares y extraños al mismo tiempo. Confundida, observé como el arroyo se vertía por una grieta en la pared y desaparecía. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que debo seguirlo?
Volví la mirada hacia el túnel. No había nada allí salvo la luz que bailaba. Me giré de nuevo hacia la pared y sentí como una sacudida eléctrica de asombro. ¡Joder! ¡Había una mujer sentada con las piernas cruzadas apoyada en la pared! Llevaba un vestido blanco con flecos adornado con los mismos símbolos que había en las paredes del muro a su espalda. Era increíblemente bella, con un pelo largo y liso, tan negro que parecía como si tuviera resplandores azules y púrpuras como las alas de un cuervo. Sus labios generosos se curvaron hacia arriba cuando habló, llenando el aire con el poder plateado de su voz.
-Tsi-lu-gi U-we-tsi a-ge-hu-tsa. Bienvenida, hija. Lo has hecho bien.
Hablaba en cheroqui, pero aunque no lo había practicado mucho durante los últimos años, comprendía las palabras.
-¡Tú no eres mi abuela!-espeté, sintiéndome extraña y fuera de lugar cuando mis palabras de color púrpura se unieron a las suyas, formando increíbles patrones de centelleante lavanda en el aire a nuestro alrededor.
Su sonrisa era como el sol naciente.
-No, hija, no lo soy, pero conozco a Sylvia Redbird muy bien.
Respiré hondo.
-¿Estoy muerta?
Temí que se riese de mí, pero no lo hizo. En vez de eso sus ojos oscuros mostraron ternura y preocupación.
-No, U-we-tsi a-ge-hu-tsa. Estás lejos de haber muerto, aunque tu espíritu ha sido liberado de forma temporal para vagar por el reino de los Nunne"hi.
-¡Las gentes espíritu!-observé el túnel, en un intento de ver rostros y formas entre las sombras.
-Tu abuela te ha enseñado bien, u-s-ti Do-tsu-wa… pequeña Redbird. Eres una conjunción única de las viejas costumbres y del mundo nuevo…de la antigua sangre tribal y el latido de los que son ajenos.
Sus palabras me hicieron sentir calo y frió al mismo tiempo.
-¿Quién eres?-pregunté.
-Soy conocida por muchos nombres… La Mujer Cambiante, Gaea, A"akuluujjusi, Kuan Yin, la Abuela Araña, e incluso el Amanecer…
A medida que pronunciaba cada nombre su rostro se transformaba, mareándome con su poder. Debió de darse cuenta , ya que se detuvo y me mostró su bella sonrisa de nuevo, haciendo volver su rostro a la mujer que había visto al principio.
.Pero tú, Zoeybird, hija mía, puedes llamarme por el nombre con el cuan se me conoce hoy en tu mundo, Nyx.
-Nyx.-Mi voz apenas superaba su susurro-. ¿La diosa vampiresa?
-En realidad, fueron los antiguos griegos tocados por el cambio los primeros en adorarme como la madre que buscaban en su Noche infinita. Me ha complacido llamar a sus descendientes mis niños durante eras. Y, sí, en tu mundo a eso niños se les llama vampiros. Acepta ese nombre, U-we-tsi a-ge-hu-tsa. En él encontrarás tu destino.
Podía sentir cómo la marca me ardía en la frente, y de pronto quise llorar.
-No lo entiendo. ¿Encontrar mi destino? Tan solo quiero encontrar la forma de saber qué hacer con mi nueva vida, de hacer que vaya bien. Diosa, solo quiero encajar en algún sitio. No creo que esté preparada para encontrar i destino.
El rostro de la diosa se suavizó de nuevo y cuando habló su voz era como la de mi madre, salvo porque parecía hacer rociado sus palabras con el amor de todas las madres del mundo.
-Cree en ti misma, Zoey Redbird. Te he marcado como uno de los míos. Serás mi primera y verdadera U-we-tsi a-ge-hu-tsa v-hna-i Sv-no-yi… Hija de la Noche… en esta era. Eres especial. Acepta eso de ti misma y comenzarás a comprender que hay verdadero poder en tu singularidad. En tu interior se combinan la sangre mágica de los antiguos ancianos y mujeres sabias, así como la capacidad de observar y comprender el mundo moderno.
La diosa se puso de pie y caminó con gracilidad hacia mí, mientras su voz pintaba símbolos plateados de poder en el aire que nos rodeaba. Cuando llegó hasta mí, secó las lágrimas de mis mejillas antes de coger mi cara en sus manos.
-Zoey Redbird, Hija de la Noche, te nombró mis ojos y oídos en el mundo actual, un mundo en el que el bien y el mal luchan por encontrar el equilibrio-
-¡Pero si tengo 16 años! ¡Ni siquiera sé aparcar en línea! ¿Cómo se supone que voy a saber ser tus ojos y tus oídos?
Ella se limitó a sonreír con serenidad.
-Eres mucho mayor de lo que indican los años, Zoeybird. Cree en ti misma y encontrarás la manera. Pero recuerda, la oscuridad no siempre es lo mismo que el mal, igual que la luz no siempre trae el bien.
Entonces, la diosa Nyx, la antigua personificación de la Noche, se inclinó hacia delate y me besó e la frente. Y, por tercera vez en ese día, perdí el conocimiento.
Capítulo 6
Hermosa, ves la nube, la ves aparecer.
Hermosa, ves la lluvia, la ves acercarse…
Las palabras de la antigua canción flotaron en mi cabeza. Debía de estar soñando con la abuela Redbird de nuevo. Me produjo una sensación de calidez, seguridad y felicidad, lo cual era especialmente agradable, dado que me había sentido tan mal últimamente… aunque no podía recordad con exactitud por qué. Hum. Qué raro.
¿Quién habló?
La pequeña espiga de maíz,
En lo más alto del tallo…
La canción de mi abuela continuó y me acurruqué sobre el costado, suspirando mientras frotaba la mejilla contra la suave almohada. Por desgracia, mover la cabeza provocó que un intenso dolor me atravesase las sienes y, como una bala a través de un cristal, hizo añicos mi sentimiento de felicidad cuando los recuerdos de día anterior me abrumaron.
Me estaba convirtiendo en un vampiro.
Había huido de casa.
Había tenido un accidente y luego algún tipo de extraña experiencia cercana ala muerte.
Me estaba convirtiendo en un vampiro. Oh, Dios mío.
Tío, como me dolía la cabeza.
-¡Zoeybird! ¿Estás despierta, cariño?
Parpadeé hasta que todo se aclaró y vi a la abuela Redbird sentada en una pequeña silla junto a mi cama.
-¡Abuela!-grazné, y me estiré para coger su mano. Mi voz sonaba tan horrible como el dolor de cabeza-¿Qué ha ocurrido?¿Donde estoy?
-Estás a salvo, pajarito. Estás a salvo.
-Me duele la cabeza.-Levanté el brazo y me toqué en la zona de la cabeza que notaba tirante y dolorida, y palpé con los dedos los agujeros de los puntos.
-Debería. Me has quitado diez años de vida del susto.-La abuela me frotó el dorso de la mano con suavidad-.Toda esa sangre…-Se estremeció y luego meneó la cabeza y me sonrió-.¿Qué hay de tu promesa de no volver a hacer eso de nuevo?
-Promesa-dije-Así que me encontraste…
-Sangrando e inconsciente, pajarito.-La abuela me peino el pelo de la frente hacia atrás y sus dedos recorrieron levemente la marca-. Y tan pálida que la oscura media luna parecía brillar sobre tu piel. Sabía que tenía que llevarte a La Casa de la Noche, que es exactamente lo que hice.-Se rió y el brillo travieso en sus ojos hacía que pareciese una niña- He llamado a tu madre para decirle que iba a llevarte a La Casa de la Noche y he tenido que fingir que se me cortaba el teléfono para poder colgar. Me temo que no está muy contenta con ninguna de las dos.
Le devolví la sonrisa a la abuela Redbird. Ji ji, mamá también estaba enfadada con ella.
-Pero Zoey, ¿qué hacías fuera durante el día?¿Porqué no me dijiste antes que te habían marcado?
Hice un esfuerzo para sentarme, gruñendo por el dolor en la cabeza. Pero por suerte, parecía que había dejado de toser. Puede que sea por que estoy aquí, en la Casa del la Noche. Pero el pensamiento desapareció cuando mi mente procesó todo lo que había dicho la abuela.
-Espera, no podía habértelo dicho antes. El rastreador ha venido a la escuela hoy y me ha marcada. Fui primero a casa. Esperaba de verdad que mamá lo comprendiese y se pusiera de mi lado-Hice una pasusa, recordando de nuevo la horrible escena con mis padres. En un gesto de total comprensión, la abuela me frotó la mano.-Ella y John se limitaron a encerrarme en la habitación mientras llamaban a nuestro loquero y comenzaban la cadena de oraciones.
La abuela hizo una mueca.
-Así que me escurrí por la ventana y vine directa hasta ti-concluí.
.Me alegro de que lo hicieras, Zoeybird, pero no tiene ningún sentido.
.Lo sé-dije con un suspiro-Tampoco puedo creer que tenga la marca. ¿Por qué yo?
-No me refiero a eso, cariño. No estoy sorprendida de que fuese rastreada y marcada. La sangre Redbird siempre ha albergado una fuerte magia. Tan solo era cuestión de tiempo antes de que uno de nosotros fuese elegido. Alo que me refiero es a que no tiene sentido que acabes de ser marcada. La media luna no es un mero contorno. Está completamente llena.
-¡Eso es imposible!
-Míralo tu misma, U-we-tsi a-ge-hu-tsa. -Usó la palabra cheroqui para hija, de repente recordándome mucho a una misteriosa y antigua diosa.
La abuela buscó en su bolso la polvera antigua de plata que siempre llevaba con ella. Sen decir nada más, me la tendió. Pulsé el pequeño cierre. Se abrió de golpe y mostró mi reflejo… la extraña familiar… la yo que no era del todo yo. Sus ojos eran grandes y la piel demasiado clara, pero apenas me fijé en eso. Era la marca lo que no podía dejar de mirar, la marca que hora era una media luna completa, perfectamente rellena con el color azul zafiro del tatuaje de vampiro. Sintiéndome como si toda vía me moviera en un sueño, alcé la mano, deje que mis dedos recorriesen la marca de aspecto exótico y me pareció sentir los labios de la diosa de nuevo sobre mi piel.
-¿Qué significa?-dije incapaz de apartar la mirada de la marca.
-Esperábamos que tuvieses una respuesta a esa pregunta, Zoey Redbird.
Su voz era asombrosa, incluso antes de levantar la vista de mi reflejo sabía que sería única e increíble. Tenía razón. Era preciosa como una estrella de cine, preciosa como una Barbie. Nunca había visto a nadie de cerca que fuese tan perfecto. Tenía unos enormes ojos almendrados profundos y de un color verde musgo. Su cara era un corazón casi perfecto y su piel tenía esa cremosidad impecable que se ve en televisión. Su pelo era de un rojo profundo. No ese horrible rojo anaranjado de zanahoria o rubio rojizo pálido, sino un oscuro y brillante color caoba que caía en pesadas ondas más debajo de sus hombros. Su cuerpo era, bueno, perfecto. No era delgada como esas chicas extravagantes que vomitaban y se mataban de hambre, a lo que ellas pensaban que era el estilo Paris Milton. {"Eso mola". Sí, vale, lo que tú digas, Paris} El cuerpo de esta mujer era perfecto porque era fuerte pero con curvas. Y tenía unas tetas fantásticas. {Ojalá yo tuviese unas tetas así de fantásticas}
¿Eh? dije. Hablando de tetas, parecía que tenía el cerebro en ellas, ji, ji.
La mujer sonrió y mostró unos increíbles dientes rectos y blancos-sin colmillos. Oh, supongo que he olvidado mencionar que además de su perfección, tenía una luna creciente de zafiro perfectamente tatuada en el centro de su frente y, desde ahí, líneas en espiral que me recordaban a las olas del mar, enmarcando sus cejas, extendiéndose por encima de sus pómulos.
Era un vampiro.
Decía que esperábamos que tuvieses alguna explicación de por que un vampiro iniciado que aún no ha superado el cambio tuviese la marca de un ser maduro en su frente.
Sin aquella sonrisa ni la amable preocupación en su voz, sus palabras hubiesen parecido duras. En lugar de eso, lo que dijo sonó a preocupación y a algo de confusión.
"¿Así que no soy un vampiro?" Espeté.
Su risa era como música.
"Aún no. Zoey, pero yo diría que tener la marca completa es un excelente augurio."
"Oh…yo…yo… bueno, bien. Eso es bueno" Balbuceé.
Por suerte, la abuela me salvó de una humillación total.
"Zoey, está es la alta sacerdotisa de La Casa de la Noche, Neferet. Ha estado cuidando de ti mientras estabas…" la abuela hizo una pausa, siendo obvio que no quería decir la palabra inconsciente, "mientras estabas dormida"
"Bienvenida a La Casa de la Noche, Zoey Redbird" dijo calurosamente Neferet.
Miré a la abuela y luego otra vez a Neferet. Sintiéndome algo más que un poco perdida, tartamudeé:
"Ese…ese no es mi verdadero nombre. Mi apellido es Montgomery"
"Ah, sí" dijo Neferet levantando sus cejas teñidas de ámbar. "Una ventaja de comenzar una nueva vida es que tienes la oportunidad de empezar de cero, de hacer elecciones que antes no pudiste hacer. Si pudieras elegir, ¿Cuál sería tu verdadero nombre?"
No lo dudé.
"Zoey Redbird"
"Entonces desde este momento, serás Zoey Redbird. Bienvenida a tu nueva vida" Estiró el brazo como si quisiera estrecharme la mano, y yo le ofrecí la mía de manera automática. Pero en lugar de cogerla, agarró mi antebrazo, lo cual resultó extraño pero de alguna manera me pareció bien.
Su tacto era cálido y firme. Su sonrisa resplandecía en señal de bienvenida. Era asombrosa e imponente e imponente. De hecho, era lo que son todos los vampiros, algo más que humanos: más fuertes, más listos con más talento. Parecía alguien que había encendido una resplandeciente luz interior, lo cual me doy cuenta de que es en realidad una descripción llena de ironía, teniendo en cuenta los esteriotipos del vampiro {alguno de los cuales sabía que eran pro completo verdad}: evitan la luz del sol, son más poderosos de noche, necesitan beber sangre para sobrevivir {¡aj!} y adoran a una diosa que es conocida como la Noche personificada.
"Gracias. Es un placer conocerte" dije, haciendo un esfuerzo por parecer al menos medio inteligente y normal.
"Como le decía a tu abuela antes, nunca hemos recibido antes un iniciado de esta manera tan inusual, inconsciente y con la marca completa. ¿Puedes recordad lo que te ocurrió, Zoey?"
Abrí la boca para decir que lo recordaba por completo: caer y golpearme la cabeza… verme a mí misma como si fuera un espíritu flotante… seguir las extrañas palabras visibles dentro de una cueva… y finalmente conocer a la diosa Nyx. Pero justo antes de decir las palabras tuve un raro presentimiento, como si alguien acabara de golpearme el estómago. Era claro y explicito, y, me decía que me callase.
"Yo-yo, la verdad no recuerdo demasiado-" me detuve y mi mano encontró la zona dolorida en la que sobresalían los puntos, "Al menos después de golpearme la cabeza. Quiero decir, hasta ahí recuerdo todo. El rastreador me marcó. Se lo dije a mis padres y tuve una descomunal pelea con ellos. Luego huí a la casa de mi abuela. Me sentía realmente enferma así que cuando subí por el sendero hacia los acantilados…" Recordé los demás-todo lo demás- los espíritus de los cheroqui, las danzas y la hoguera. ¡Cállate!, me gritó el presentimiento. "Y-yo supongo que resbalé porque tosía mucho y me golpeé la cabeza. Lo siguiente que recuerdo es a la abuela Redbird cantando y entonces me desperté aquí." Acabé a toda prisa. Quería apartar la vista de la intensidad de sus ojos verdes, pero el mismo sentimiento que me ordenaba que permaneciese callada también me decía con claridad que debía mantener el contacto visual con ella, que tenía que hacer un esfuerzo por aparentar que no ocultaba nada, a pesar de que no tenía la menor idea de por que ocultaba nada.
"Es normal experimentar pérdida de memoria con una herida en la cabeza" dijo la abuela con total naturalidad, rompiendo el silencio.
La hubiera besado.
"Si claro que lo es" repuso Neferet con rapidez, perdiendo dureza en el rostro. "No temas por la salud de tu nieta, Sylvia Redbird. Estará bien".
Habló a la abuela con respeto, y algo de la tensión que se había estado acumulando en mi interior se liberó. Si le agradaba la abuela, entonces tenía que ser buena persona, o vampiro o lo que fuera, ¿verdad?
"Como estoy segura de que ya sabes, los vampiros" Neferet hizo una pausa y me sonrió. "incluso los iniciados, tienen poderes de recuperación fuera de lo normal. Su proceso de curación va tan bien que puede abandonar la enfermería sin peligro." Su mirada fue de la abuela hasta mí. "Zoey, ¿quieres conocer a tu nueva compañera de habitación?".
No. Tragué con fuerza y asentí.
"Si"
"Excelente". Dijo Neferet. Afortunadamente ignoró el hecho de que yo estaba allí plantada como un estúpido gnomo de jardín sonriente.
"¿Estás segura de no deberías mantenerla otro día en observación?" preguntó la abuela.
"Comprendo tu preocupación, pero te aseguro que las heridas físicas de Zoey ya se están curando a un ritmo que encontrarías extraordinario".
Me sonrió de nuevo y, aunque estaba asustada, nerviosa y alucinada, devolví la sonrisa. Ella parecía estar feliz de que yo estuviese allí. Y, la verdad, hizo que pensara que convertirse en vampiro no podía ser tan malo.
"Abuela, estoy bien. En serio. La cabeza me duele muy poco y el resto está mucho mejor". Me di cuenta al decirlo que era cierto. Había dejado de toser por completo. Los músculos ya no me dolían. Me sentía perfectamente normal, salvo por el pequeño dolor de cabeza.
Entonces Neferet hizo algo que no solo me sorprendió, sino que hizo que me gustase al instante-y que comenzará a fiarme de ella. Se acercó a la abuela y habló despacio y con cuidado.
"Sylvia Redbird, te juro solemnemente que tu nieta está a salvo aquí. Cada iniciado es emparejado con un mentor adulto. Para reforzar mi juramente, yo seré la mentora de Zoey. Y ahora debes confiarla a mi cuidado"
Neferet se puso el puño sobre el corazón e hizo una reverencia, inclinándose ante mi abuela. Mi abuela dudó solo un instante antes e contestarla.
"Cuento con que cumplirás tu promesa, Neferet, alta sacerdotisa de Nyx" Después imitó los gestos de Neferet poniendo su propio puño en el pecho e inclinándose antes de volverse hacia mí y abrazarme con fuerza. "Llámame si mi necesitas, Zoeybird. Te quiero."
"Lo haré, abuela. Yo también te quiero Y gracias por traerme aquí" susurré, respirando su familiar esencia de lavanda e intentando no llorar. Me besó con dulzura en la mejilla y luego salió de la habitación con sus pasos rápidos y confiados, dejándome sola por primera vez en mi vida con un vampiro.
"Bueno, Zoey, ¿estás preparada para comenzar tu nueva vida?"
Levanté la vista hacia ella, y pensé de nuevo en lo increíble que era. Si al final completaba el cambio a vampiro, ¿tendría su confianza y su poder, o era algo que solo una alta sacerdotisa tenía? Durante un instante cruzó por mi cabeza lo fantástico que sería ser una alta sacerdotisa-y luego volvió mi sensatez. No era más que una niña. Una niña confundida y no precisamente hecha para ser alta sacerdotisa. Tan solo quería saber cómo encajar allí, pero la verdad era que Neferet hizo que lo que me estaba ocurriendo, pareciera fácil de sobrellevar.
"Sí, lo estoy". Me alegró sonar más confiada de lo que verdaderamente estaba.
Capítulo 7
"¿Qué hora es?"
Recorríamos un estrecho pasillo que se curvaba ligeramente. Las paredes estaban hechas de una extraña mezcla de piedra oscura y ladrillo visto. Cada poco rato, las parpadeantes lámparas de gas que colgaban de anticuados apliques de hierro negro sobresalían s e la pared, proporcionando un suave resplandor amarillo que era, pro suerte, muy agradable para mis ojos. No había ventanas en el pasillo y no nos encontrábamos con nadie más {a pesar de que no paraba de mirar nerviosa alrededor, imaginando mi primera visión de niños vampiro}.
"Son cerca de las cuatro de la madrugada, lo que significa que las clases han acabado hace casi una hora" dijo Neferet, y luego sonrió levemente ante lo que estoy segura era mi expresión de absoluto asombro.
"Las clases comienzan a las ocho y terminan a las tres de la madrugada" Explicó. "los profesores están disponibles hasta las tres y media para dar ayuda extra a los estudiantes. El gimnasio está abierto hasta el amanecer, cuya hora exacta siempre sabrás en cuanto hayas completado el cambio. Hasta entonces, la hora del amanecer está indicada de forma clara en todas las aulas, salas comunes y áreas de reunión, incluidos el comedor, la biblioteca y el gimnasio. El templo de Nyx está abierto, por supuesto a todas horas, pero los rituales formales tienen lugar dos veces a la semana después de clases. El próximo será mañana." Neferet me miró y su leve sonrisa se animó. "Ahora te parece abrumador, pero te acostumbrarás con rapidez. Y tu compañera de habitación te ayudará, igual que yo."
Estaba a punto de abrir la oca para hacerle otra pregunta cuando una bola de pelo naranja apareció corriendo por el pasillo y, sin hacer ruido, se arrojó a los brazos de Neferet. Di un brinco e hice un ruidito estúpido. Después me sentí como una total imbécil cuando vi que la bola de pelo naranja no era el hombre del saco volador o lo que fuese, sino un descomunal gato.
Neferet rió y rascó las orejas de la bola de pelo.
"Zoey, te presento a Skylar. Normalmente merodea por aquí esperando a lanzarse a mis brazos".
"Es el gato más grande que he visto nunca" dije, acercando la mano para que pudiera olerme.
"Ten cuidado, tiene fama de morder".
Antes de que pudiese apartar la mano, Skylar comenzó a frotar su cara contra mis dedos. Contuve el aliento.
Neferet inclinó la cabeza a un lado, como si escuchara palabras en el viento.
"Le gustas, lo cual es desde luego poco habitual. No le gusta nadie salvo yo. Incluso mantiene a los otros gatos alejados de este extremo del campus. Es un verdadero matón" dijo con cariño.
Rasqué las orejas de Skylar con cuidado, como había estado haciendo Neferet.
"Me gustan los gatos" dije con ternura. "Antes tenía uno, pero cuando mi madre volvió a casarse tuve que darlo al hogar de gatos callejeros para que lo adoptasen. A John, su nuevo marido, no le gustan los gatos"
"He descubierto que lo que una persona siente hacia los gatos-y como se comportan delante de ellos-suele ser un indicativo del carácter de la gente."
Desplacé la mirada desde el gato a sus ojos verdes y vi que sabía mucho más sobre asuntos familiares raros de lo que decía. Hizo que me sintiera unida a ella, y de forma automática mi nivel de estrés bajó un poco.
"¿Hay muchos gatos aquí?"
"Sí, los hay. Los gatos siempre han sido aliados cercanos de los vampiros"
Vale, de hecho ya lo sabía. En la clase de historia del mundo del señor Shaddox {más conocido como Puff Shaddy, pero no se lo digas} aprendimos que en el pasado los gatos habían sido masacrados porque se pensaba que de alguna manera convertían a la gente en vampiros. Ya, vale, hablando de cosas ridículas. Más pruebas de la estupidez de los humanos-El pensamiento asaltó mi mente, sorprendiéndome por la facilidad con la que había empezado a pensar en los humanos como gente "normal", y por tanto algo diferente a mí.
¿Crees que podría tener un gato? Pregunté.
"Si alguno te elige, le pertenecerás a él o ella."
"¿Elegirme?"
Neferet sonrió y acarició a Skylar que cerró los ojos y ronroneó en alto.
"Los gatos nos eligen, no les poseemos". Como para demostrar que lo que decía era cierto, Skylar bajó de un salto de sus brazos y, con un coletazo altivo, desapareció por el pasillo.
Neferet rió.
"Es malísimo, pero lo adoro. Creo que lo adoraría aunque no fuera parte de mi don otorgado por Nyx"
"¿Don? ¿Skylar es un don de la diosa?"
"Sí, algo así. A toda alta sacerdotisa le es otorgada una afinidad-lo que tú probablemente denominarías poderes especiales-por parte de la diosa. Es una forma de identificar a nuestra alta sacerdotisa. Las afinidades pueden ser habilidades cognitivas fuera de lo corriente, como leer la mente o tener visiones y ser capaz de predecir el futuro. O la afinidad puede ser por algo del plano físico, como una conexión especial con uno de los cuatro elementos o con los animales. Yo tengo dos dones de la diosa. Mi afinidad principal es con los gatos. Tengo una conexión con ellos poco común, incluso para un vampiro. Nyx también me ha otorgado poderes extraordinarios de curación" sonrió. "Y por eso sé que te estás curando bien-mi don me lo ha dicho."
"Wow, es increíble." Es todo lo que se me ocurrió decir. La cabeza aún me daba vueltas con los acontecimientos del día anterior.
"Venga vayamos a tu habitación. Seguro que tienes hambre y estás cansada. La cena empezará dentro de" Neferet inclinó la cabeza hacia un lado de forma rara, como si alguien le estuviese susurrando al hora, "una hora." Me dedicó una sonrisa de comprensión. "Los vampiros siempre sabemos la hora que es."
"Eso también es guay"
"Eso mi querida iniciada es tan solo la punta del gran iceberg"
Esperaba que su analogía, no tuviese nada que ver con desastres del tamaño del Titanic. A medida que avanzábamos por el pasillo, recordé sobre la hora y esas cosas, y recordé la pregunta que había empezado a hacer cuando Skylar había interrumpido el hilo de mis pensamiento, ya de por sí fácil de desviar.
"Entonces, espera ¿Has dicho que las clases empiezan a las ocho? ¿De la noche?" Ya lo sé, por lo general no soy así de corta, pero parte de aquello me resultaba como si me hablase en un idioma extranjero. Me estaba costando seguirla.
"No tienes más que dedicar más que un segundo a pensarlo para darte cuenta de que tener las clases por la noche es lo más lógico. Desde luego sabrás que los vampiros, adultos o iniciados, no explotan, o cualquier otra tontería de ficción, si se ven expuestos a la luz directa del sol, pero nos resultaría incomoda. ¿No te resultaba ya la luz solar difícil de soportar hoy?"
Asentí.
"Mis Maui Jim no fueron de gran ayuda" Después añadí seguidamente, sintiéndome una imbécil de nuevo. "Eh, las Maui Jim son gafas de sol."
"Ya, Zoey" dijo Neferet con paciencia. "Conozco las gafas de sol. Muy bien, de hecho"
"Oh, Dios mío, lo siento, yo-" me interrumpí, preguntándome si estaba bien decir "Dios". ¿Ofendería eso a Neferet, una lata sacerdotisa que llevaba la marca de la diosa con tanto orgullo? Mierda ¿Ofendería a la propia Nyx? Oh, Dios. ¿Y que hay de decir mierda? Era mi palabra favorita. {Vale, era la única palabrota que utilizaba de forma habitual} ¿Podría seguir usándola? Las Gentes de Fe predicaban que los vampiros adoraban a una falsa diosa y que en su mayoría era criaturas egoístas y oscuras a las que no les importaba otra cosa que no fuesen el dinero, el lujo y beber sangre, y estaba claro que todos irían directos al infierno, así que, ¿no significaría eso que debía tener cuidado, cómo y dónde usaba-?
"Zoey"
Levanté la vista y encontré a Neferet estudiándome con una mirada de preocupación y me di cuenta de que era probable que hubiese estado intentando captar mi atención mientras yo murmuraba por dentro.
"Lo siento" repetí.
Neferet me detuvo. Me puso las manos sobre los hombros y me giró de forma que tuviese que mirarla de frente.
"Zoey, deja de disculparte. Y recuerda, todos aquí han estado donde estás tú ahora. Esto fue nuevo para todos nosotros en una ocasión. Sabemos lo que se siente-el miedo al cambio-, el impacto de ver tu vida transformada en algo ajeno."
"Y no ser capaz de controlar nada de ello" añadí con calma.
"Eso también. No siempre será así de malo. Cuando seas una vampira adulta, tu vida parecerá que vuelve a ser tuya de nuevo. Tomarás tus propias decisiones, irás por ti propio camino, seguirás en sendero por el que tu corazón, tu alma y tu talento te lleven."
"Eso si llego a ser un vampiro adulto"
"Lo serás, Zoey"
"¿Cómo puedes estar tan segura?"
Los ojos de Neferet encontraron la oscurecida marca de mi frente.
"Nyx te ha elegido. Para qué, no lo sabemos. Pero su marca ha sido claramente situada sobre ti. No te hubiese tocado solo para verte fallar."
Recordé las palabras de la diosa "Zoey Redbird, Hija de la Noche, te nombro mis ojos y mis oídos en el mundo de hoy, un mundo en el que el bien y el mal luchan por encontrar el equilibrio", y desvié con rapidez la mirada de los ojos inquisitivos de Neferet, deseando de forma desesperada saber por que mis tripas me decían que mantuviera la boca cerrada sobre mi encuentro con la diosa.
"Son, son demasiadas cosas de golpe en un solo día."
"Desde luego, sobre todo con el estomago vacío."
Habíamos comenzado a andar de nuevo cuando el sonido del tono del teléfono móvil me hizo dar un brinco. Neferet suspiró, me sonrió a modo de disculpa y luego se sacó un pequeño teléfono del bolsillo.
"Neferet" dijo. Escuchó durante un instante y observé como fruncía el ceño y estrechaba los ojos. "No, has hecho bien en llamarme. Volveré e iré a verla." Cerró la tapa del teléfono. Lo siento Zoey. Una de las iniciadas se ha roto la pierna hoy. Parece que está teniendo problemas para descansar y debo volver y comprobar que todo va bien. ¿Por qué no sigues este pasillo hacia la izquierda hasta que llegues a la puerta principal? No tiene pérdida, es grande y está hecha de madera muy vieja. Justo fuera hay un banco de piedra. Puedes esperarme allí. No tardaré."
"Vale, no hay problema." Pero antes de que hubiera terminado de hablar, Neferet ya había desaparecido por el curvado pasillo. Suspiré. No me gustaba la idea de quedarme sola en un lugar lleno de vampiros adultos y adolescente. Ahora que Neferet no estaba, las pequeñas luces parpadeantes no parecían tan acogedoras. Parecían raras, lanzando sombras fantasmales sobre el viejo pasillo de piedra.
Decidida a que no me entrase el pánico, comencé a andar con lentitud por el pasillo en la dirección a la que nos habíamos estado dirigiendo. Muy pronto, casi deseé haberme encontrado con otra gente {incluso aunque fueran vampiros} Estaba demasiado tranquilo. Y escalofriante. En un par de ocasiones, el pasillo se ramificó hacia la derecha, pero, como me había dicho Neferet, me mantuve a la izquierda. De hecho, también mantuve la mirada a la izquierda porque aquellos otros pasillos apenas tenían luces.
Por desgracia, en el siguiente giro a mano derecha no aparté los ojos. Vale, el motivo tenía sentido. Escuché algo. Para ser más específica escuché una risa. Era una risa suave y algo cursi que por alguna razón hizo que se me erizase el cabello. También hizo que me detuviese. Observé hacia el fono del pasillo y me pareció ver un movimiento en las sombras.
"Zoey…"Mi nombre surgió en un susurro de las sombras.
Parpadeé con sorpresa. ¿Había escuchado mi nombre en realidad o estaba imaginando cosas? La voz me era casi familiar ¿Podría ser Nyx de nuevo? ¿Me estaba llamando la diosa? Casi tan asustada como intrigada, contuve el aliento y di algunos pasos hacia el pasillo lateral.
Mientras recorría el suave giro, vi algo frente a mí que hizo que me detuviese y me acercará a la pared. En una pequeña estancia, no muy lejos de mí, había dos personas. Al principio, no conseguí que mi cabeza procesara lo que estaba viendo. Después, entendí de golpe lo que pasaba.
Debería haber salido de allí en aquel momento. Debería haberme retirado en silencio y haber intentado no pensar en lo que había visto. Pero no hice ninguna de esas cosas. Era como si mis pies fuesen de repente tan pesados que no podía levantarlos. Lo único que podía hacer era mirar.
El hombre-y entonces, con un apequeña sacudida de sorpresa adicional me di cuenta de que no era un hombre sino un adolescente-no era mayor que yo. Se encontraba con la espalda contra la pared de piedra. Tenía la cabeza echada hacia atrás y respiraba con dificultad. La cara estaba oculta por las sombras pero, aunque solo le veía de forma parcial, podía ver que era guapo. Entonces. Otra risilla entrecortada atrajo mi mirada hacia abajo.
Ella estaba de rodilla frente a él. Todo lo que podía ver de ella era su pelo rubio, gran parte del cual parecía llevar como si fuera algún tipo de velo antiguo. Después sus manos se movieron hacia arriba, recorriendo los muslos del tío.
¡Vete!, oía gritar dentro de mi cabeza. ¡Sal de ahí! Comencé a dar un paso hacia atrás y entonces su voz me dejó paralizada.
"¡Para!"
Los ojos se me abrieron como platos porque durante un segundo pensé que él me hablaba a mí.
"En realidad no quieres que pare."
Casi sentí un mareo de alivio cuando ella habló.
Se dirigía a ella, no a mí. Ni siquiera sabían que yo estaba allí.
"Sí, sí quiero." Sonó como si lo estuviera diciendo con los dientes apretados. "Levántate."
"Te gusta-Sabes que te gusta Al igual que sabes que aún me deseas."
Su voz sonaba algo ronca e intentaba sonar sexy, pero pude notar un lloriqueo en ella. Sonaba casi desesperada. Vi cómo movía los dedos y se me abrieron los ojos de asombro cuando ella recorrió el muslo hacia abajo con la uña del dedo índice. Sorprendentemente, su uña rajo los vaqueros, como si fuese un cuchillo, y apareció un hilo de sangre fresca, un líquido rojo brillante.
No quería que ocurriese, de hecho me dio asco, pero al ver la sangre se me hizo la boca agua.
"¡No!" dijo él con brusquedad poniendo las manos sobre los hombros de ella, e intentó apartarla.
"Oh, deja de fingir" rió ella de nuevo, con sarcasmo. "Sabes que siempre estaremos juntos." Se acercó y su lengua lamió a lo largo del hilo de sangre.
Me estremecí. Contra mi voluntad, estaba hipnotizada del todo.
"¡Para ya!" Dijo él, aún empujando sus hombros. No quiero hacerte daño, pero estás empezando a hartarme de verdad. ¿Por qué no puedes entenderlo? No vamos ha hacer esto nunca más. No te deseo."
"¡Sí que me deseas! ¡Siempre me desearás!" le bajó la cremallera.
Yo no debería estar allí. No debería estar viendo aquello. Aparté los ojos de su muslo sangrante y di un paso atrás.
El tío levantó la mirada. Me vio.
Entonces ocurrió algo verdaderamente extraño. Sentí como si me tocase a través de la mirada. No podía apartar los ojos de él. La chica que había frente a él pareció desaparecer y todo lo que había en el pasillo éramos él y yo y el dulce y maravilloso aroma de su sangre.
"¿No me deseas? Eso no es lo que parece ahora" dijo ella con un sucio ronroneo en la voz.
Sentí cómo mi cabeza se tambaleaba adelante y atrás, adelante y atrás. En ese mismo momento él gritó "¡No!" e intento apartarla de su camino para poder venir hacia mí.
Aparté los ojos de los suyo y tropecé hacia atrás.
"¡No!" dijo él de nuevo. Esta vez supe que se dirigía a mí y no a ella. Ella debió darse cuenta también, pero con un gritó que sonó desagradable como el gruñido de un animal salvaje, comenzó a dar vueltas. Mi cuerpo dejó de estar paralizado. En ese mismo momento, me di la vuelta y corrí por el pasillo.
Pensaba que me seguirían, así que continué corriendo hasta que llegué a las enormes puertas viejas que Neferet había descrito. Entonces me detuve allí, apoyándome contra su fría madera, intentando controlar la respiración de forma que pudiese escuchar el sonido de pies corriendo.
¿Qué iba a hacer si me atrapaban? La cabeza me daba dolorosas punzadas de nuevo y me sentí débil y completamente asustada. Y también del todo asqueada.
Sí, ya sabía de qué iba todo el tema del sexo oral. No creo que haya un solo adolescente en el país hoy en día que no sea consciente de que la mayoría de los adultos piensan que hacemos mamadas a los tíos como antes se les daban piruletas {o, para ser más explícitos, Chupa-chups.} Vale, eso es una chorrada, pero siempre me ha cabreado. Desde luego que hay chicas que piensan que es guay comérsela a los tíos. Pues, están equivocadas. Alas que nos funciona el cerebro sabemos que no es guay ser utilizada de esa manera.
De acuerdo, yo también sabía de qué iba lo de las manadas, pero desde luego nunca había visto una. Así que lo que acababa de ver realmente me había dejado alucinada. Pero lo que más me había asustado, más que la rubia se estuviese haciendo la guarra con él, era la manera en que yo había reaccionado a ver la sangre del tipo.
También quería lamerla.
Y eso simplemente no era normal.
También estaba el asunto de haber cruzado esa mirada extraña con él. ¿Qué había sido eso?
"Zoey, ¿estás bien?"
"¡Mierda!" Grité dando un salto. Neferet estaba de pie detrás de mi mirándome completamente confusa."¿Te sientes enferma?"
"Yo-yo…" La cabeza me daba vueltas. De ninguna manera podía decirle lo que acababa de ver. "La cabeza me duele muchísimo", logre decir finalmente. Y era cierto. Tenía un horrible dolor de cabeza.
Su cara estaba llena de preocupación.
"Déjame ayudarte". Neferet colocó con delicadeza la mano en la línea de puntos de mi frente. Cerró los ojos y escuché como susurraba algo en un idioma que no logré entender. Entonces su mano comenzó a dar calor, y fue como si ese calor se convirtiera en líquido y mi piel lo absorbiese. Cerré los ojos y suspire de alivio cuando el dolor de mi cabeza comenzó a disminuir.
"¿Mejor?"
"Sí," apenas susurré.
Retiró su mano y abrí los ojos.
"Esto debería mantener alejado el dolor. No sé por qué de repente volvió con tanta fuerza".
"Yo tampoco, pero ahora ha desaparecido", le dije rápidamente.
Me estudió en silencio durante un rato mientras yo contenía el aliento. Entonces dijo,
"Algo te has disgustado?"
Tragué saliva. "Estoy un poco asustada por lo de conocer a mi compañera de habitación". Lo qué, técnicamente, no se trata de una mentira. No era lo que me había alterado, pero si me asustaba.
La sonrisa de Neferet fue amable.
"Todo irá bien, Zoey. Ahora deja que te enseñe tu nueva vida."
Neferet abrió la puerta de madera y salimos al enorme patio que había frente a la escuela. Se hizo a un lado y me quede boquiabierta. Adolescentes con uniformes que parecían molones y al mismo tiempo personalizados y similares, caminaban en pequeños grupos por el patio y por la acera. Podía oír el sonido de sus voces, mientras hablaban y reían. Continué observándolos a ellos y a la escuela, no estaba segura de a cuál mirar primero con la boca abierta. Escogí la escuela. Es la que menos me intimidaba de los dos {y tenía miedo de verlo a él.}
El lugar era como algo sacado de un sueño escalofriante. Estábamos en mitad de la noche, y debería estar muy oscuro, pero había una luna brillante sobre los grandes y viejos robles que daban sombra a todo. Lámparas de gas acopladas en aparatos de cobre deslustrados seguían la acera que corría paralela a la enorme construcción, de ladrillo rojo y piedras negras. Tenía 3 plantas y un tejado demasiado elevado que tenía un relieve y luego se aplanaba en la parte superior. Pude ver que las pesadas cortinas habían sido abiertas y las luces de color amarillo hacían bailar las sombras en las habitaciones, dando a toda la estructura un aspecto vivo y acogedor. Había una torre redonda unida a la parte frontal del edificio principal, intensificando la ilusión de que el lugar parecía un castillo más que una escuela. Lo juro, un foso parecía encajar mejor que la acera rodeada por arbustos de Azalea y un cuidado césped.
Delante del edificio principal había otro que parecía una antigua iglesia. Detrás de él y de los antiguos robles que daban sombra al patio de la escuela pude ver la sombra de un enorme muro de piedra que rodeaba toda la escuela. Delante de la iglesia había una estatua de mármol de una mujer que vestía una larga y suelta túnica.
"Nyx!" espeté.
Neferet levantó una ceja con sorpresa.
"Sí, Zoey. Esa es la estatua de la diosa, y el edificio que hay detrás de ella es su templo." Me hizo un gesto para que la acompañara por la acera y señaló hacia el impresionante campus que se extendía por delante de nosotras. "Lo que hoy se conoce como la Casa de la Noche fue construido al estilo neofranco-normando, con piedras importadas de Europa. Tiene su origen a mediados de los años 20 como un monasterio agustino para las Gentes de Fe. Con el tiempo acabó convirtiéndose en Cascia Hall, un colegio privado de secundaria para adolescentes humanos de familias acomodadas. Cuando decidimos que debíamos abrir una escuela para los nuestros en esta parte del país, se la compramos a Cascia Hall hace 5 años.
Recordaba vagamente la época en que este lugar era una escuela privada para estirados-de hecho, la única razón por la cual pensado en ello era porque recordaba haber oído la noticia de que un montón de chicos que asistían a Cascia Hall habían sido arrestados por posesión de drogas y lo escandalizados que estaban los padres. Lo que fuera. Pero nadie se había sorprendido de que aquellos niños ricos se pusieran hasta cuello con las drogas.
"Me sorprende que os la vendieran a vosotros", le dije.
Lanzó una risa baja y algo peligrosa.
"No querían, pero le hicimos a su arrogante director una oferta que no pudo rechazar".
Quería preguntarle a qué se refería, pero se risa que me produjo un escalofrío. Y además, estaba ocupada. No podía dejar de mirar. Bien, lo primero de lo que me di cuenta fue que todos los que tenían el tatuaje de vampiro completo eran increíblemente guapos. Quiero decir, era una locura. Sí, sabía que los vampiros eran atractivos. Todo el mundo sabe eso. Los actores y actrices de más éxito en el mundo eran vampiros. También eran bailarinas y músicos, escritores y cantantes. Los vampiros dominaban las artes, que era una razón para que tuviesen tanto dinero-y también una de las razones {de muchas} para que las Gentes de Fe los considerasen egoístas e inmorales. Pero, en realidad, sólo tenían celos porque no eran tan bellos. Las Gentes de Fe van a ver sus películas, obras de teatro, conciertos, compran sus libros y sus pinturas, pero al mismo tiempo, hablan mal de ellos y los menosprecian, y Dios sabe que nunca, nunca se mezclarían con ellos. Hola- ¿no sois un poco hipócritas?
En fin, que estar rodeada de tantas personas hermosas hacía que me quisiera esconder debajo de un banco, aunque muchos saludaban a Neferet y sonreían y también me decían "Hola". Entre las dubitativas respuestas a sus saludos, lanzaba miradas furtivas a los niños que pasaban andando junto a nosotros. Cada uno de ellos saludaba respetuosamente a Neferet. Varios de ellos hacían una inclinación formal ante ella y cruzaban los puños sobre sus corazones, lo que hacía a Neferet sonreír e inclinarse ligeramente en respuesta. Bueno, los muchachos no eran tan guapos como los adultos. Claro, eran hermosos-interesantes, con el esbozo de la luna creciente, y sus uniformes, que parecía más bien de una pasarela de diseños que uniformes escolares, -pero no tenían esa luz brillante y inhumanamente atractiva que irradiaban cada uno de los vampiros adultos.
Uh, me di cuenta de que, como sospechaba, los uniformes tenían mucha base de color negro {pensaba que un grupo de personas tan puestas en el arte de reconocerían como un cliché el que uno vaya por ahí vestido con el soso color negro gótico. Digo yo…}. Pero supongo que para ser honesta tendría que admitir que les sentaba bien-el negro se combinaba con pequeñas filas de cuadros de color morado profundo, azul oscuro y verde esmeralda. Cada uniforme tenía un bordado dorado o plateado de elaborado diseño, tanto en el bolsillo pectoral de la chaqueta como en el de la camisa. Observé que algunos de los diseños eran los mismos, pero no pude distinguir con exactitud lo que eran. También había una extraña abundancia de chicos con el pelo largo. En serio, las chicas tenían el pelo largo, los tíos tenían el pelo largo, los profesores tenían el pelo largo, incluso los gatos que merodeaban por la acera de vez en cuando eran bolas de pelo largo. Qué raro. Menos mal que me había convencido de no cortarme el cabello al estilo culo de pato que Kayla se había hecho la semana pasada.
También me di cuenta que los adultos y los jóvenes tenían algo más en común-sus ojos de todos ellos se quedaban mirando con una evidente curiosidad hacia mi marca. Genial. Estaba empezando mi nueva vida como una anómala, que era un asco.
Capítulo 8
La parte de la Casa de la Noche, que albergaba las habitaciones estaba al otro lado del campus, por lo que teníamos una caminata bastante larga por delante y Neferet parecía estar avanzando lentamente, a propósito, dándome suficiente tiempo de sobra para seguir haciendo preguntas y seguirme asombrando. No es que me importase. Caminar a lo largo del extenso grupo de edificios tipo castillo, con Neferet explicando los pequeños detalles acerca de que era qué, me dio una idea del lugar. Era extraño, pero de una forma buena. Además, me sentía bien caminando. En efecto, aunque suene raro, me sentía yo de nuevo. No tosía. El cuerpo no me dolía. Y la cabeza me había dejado de doler. Ni siquiera pensaba en ningún momento en la perturbadora escena de la que había sido testigo por accidente. La estaba olvidando-a propósito. Lo último que necesitaba era otra cosa de la que preocuparme además de una nueva vida y una extraña marca. Así que mamada-olvidada.
Intentando apartarlo de mi cabeza, me dije a mi misma que, si no hubiese estado caminando por el campus de una escuela a una hora intempestiva de la noche junto a una vampiresa, casi podría fingir que era la misma persona que ayer. Casi.
Bueno, vale. Tal vez ni siquiera casi, pero mi cabeza estaba mejor, y estaba casi preparada para conocer a mi compañera de habitación cuando Neferet por fin abrió la puerta de los dormitorios de las chicas.
El interior fue una sorpresa. No estoy segura de lo qué esperaba-tal vez que todo fuese negro y escalofriante. Sin embargo, era bonito, con un suave color azul y amarillo pálido, con cómodos sofás y cojines muy mullidos lo suficientemente grandes como para sentarse sobre ellos y salpicar la estancia de M&Ms gigantes color pastel. La suave luz de gas procedente de varios candelabros antiguos de cristal hacía que el lugar el lugar pareciese el castillo de una princesa. En las paredes de color crema había grandes pinturas al óleo, todas ellas de mujeres con aspecto exótico y poderoso. Flores recién cortadas, en su mayoría rosas, estaban en floreros de cristal sobre las mesas que estaban llenas de libros y bolsos y cosas normales de adolescentes. Vi varios televisores de pantalla plana, y reconocí el sonido del Real World de la MTV, proveniente de una de ellas. Asimilé todo aquello con rapidez, mientras intentaba sonreír y parecer amigable ante las chicas que se habían callado en el instante que entré en la habitación y ahora me estaba mirando. Bueno, borra eso. No me miraban exactamente a mí. Miraban la Marca de mi frente.
"Señoritas, esta es Zoey Redbird. Dadle la bienvenida a la Casa de la Noche. "
Por un segundo pensé que nadie diría nada, quería morirme por la mortificación de ser la chica nueva. Entonces, una chica se levanto de entre las integrantes de un grupo que se amontonaban cerca de un televisor. Era rubia, pequeña y casi perfecta. De hecho, me recuerda a una versión más joven de Sarah Jessica Parker {la cual no me gusta, por cierto-es tan… tan… irritante y tan forzadamente desenfadada}.
"Hola Zoey. Bienvenida a tu nuevo hogar. "La sonrisa del clon de SJP era cálida y genuina, y estaba haciendo un claro esfuerzo por mantener el contacto visual para no mirar sorprendida mi Marca oscurecida. Al instante me sentí mal por hacer una comparación negativa de ella. "Soy Aphrodite", dijo.
Aphrodite? Bueno, tal vez no me había precipitado tanto al hacer la comparación. Como alguien normal podría elegir llamarse Aphrodite? Por favor. Hablando de delirios de grandeza de grandeza. Puse una sonrisa en la cara, sin embargo, y dije un radiante, "¡Hola Aphrodite!"
"Neferet, ¿deseas que le enseñe su habitación a Zoey?"
Neferet dudó, y lo cuál me pareció algo extraño. En lugar de responder de inmediato se quedó allí y miró a los ojos de Aphrodite. Entonces, tan pronto como habían comenzado las miradas silenciosas, el rostro de Neferet mostró una amplia sonrisa.
"Gracias, Aphrodite, sería estupendo. Soy la mentora de Zoey, pero estoy segura de que ella se sentirá mucho mejor recibida si alguien de su edad le muestra el camino hacía su habitación".
¿Fue ira lo que me pareció ver a en de los ojos de Aphrodite? No, debí de habérmelo imaginado-o al menos hubiera creído que me lo había imaginado que si no fuese por aquella extraña sensación en el estómago que me decía lo contrario. Y no necesitaba mi nueva intuición para ver que algo andaba mal, porque Aphrodite se rió-y reconocí el sonido de la risa.
Sintiendo como si alguien me hubiese golpeado en el estómago, me di cuenta de que esta chica-Aphrodite- ¡había sido la que había visto con el tío en el pasillo!
La risa de Aphrodite, seguida de su desenfadado, "Por supuesto estoy encantada de mostrarle lugar! Sabes que para mí siempre es un placer ayudarte, Neferet, "era tan falsa y fría como la enormes tetas de Pamela Anderson, pero Neferet se limitó a asentir en respuesta y luego se volvió hacia mí.
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