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La vida: Un enfoque epistemológico


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La vida humana en riesgo por los propios hombres
  3. La vida humana en riesgo por el comportamiento caótico de la Tierra
  4. Los principios religiosos
  5. Principios laicos o materialistas
  6. La epistemología verde y un diálogo con Oriente
  7. La Tierra es un organismo vivo
  8. Las profecías auto-cumplidas de Hobbes y Darwin
  9. Los retos
  10. Bibliografía

Introducción

La tesis central de la presente investigación es que ante al riesgo de perecer de la especie humana por razones del caos planetario y de la propia violencia entre los hombres a varios niveles como el mundial, internacional, nacional, regional, local e interpersonal y frente a la deficiencia de las políticas y acciones estatales y civiles para solucionar esta problemática, no queda más que proponer la epistemología como teoría del conocimiento para analizar los principios que están operando detrás de la concepción que se tiene de la naturaleza, de la violencia, la vida y la muerte

Este trabajo forma parte de un programa de investigación mayor con el nombre de Epistemología de la Vida adscrito al Instituto de INVESTIGACIÓN, FORMACIÓN Y DESARROLLO HUMANO, SOCIAL Y AMBIENTAL : GÉNESIS EDUCATIVA, SOCIEDAD CIVIL, ubicado en la Ciudad de Maracaibo, República Bolivariana de Venezuela.

La epistemología en su sentido general trata de los fundamentos del saber, también podríamos llamarla gnoseología. La nueva epistemología no solo estudia las bases de la ciencia sino de todos los saberes que constituyen la cultura y la civilización. Tenemos como fuentes del saber todos los discursos o textos producidos por el hombre. Por su parte, todas las teorías científicas, ideológicas y políticas así como la praxis humana están precedidos por principios objeto de estudio de la epistemología integral que proponemos. Desde la epistemología analizaremos como han sido tratados los problemas vinculados a la vida, la violencia y el ambiente.

A partir de la violencia desatada entre los humanos que pone en riesgo su propia vida y a pesar de los ensayos infructuosos para solucionarla, llegando inclusive a poner en jaque la legitimidad de los sistemas sociopolíticos del mundo moderno, nos vemos obligados a generar la epistemología de la vida, para así determinar los fundamentos que operan detrás de las campos formales de la acción del hombre concretados en discursos ideológicos, teorías científicas y políticas de Estado, los cuales han sido "construidos" para el beneficio de la sociedad, el hombre y la vida por lo consiguiente. Solo desde allí podemos descubrir hasta donde dichos fundamentos resultan sostenibles y defendibles en la época actual. Existe siempre en el hombre la necesidad de preservar lo que ha pensado y hecho, pero si bien esto es meritorio pues encarna sacrificios y voluntades, también representa en determinados momentos un obstáculo para el desarrollo de las sociedades, de las instituciones y del propio ser, dada la complejidad de la relaciones humanas. En el caso de la violencia como fenómeno social y como base de los discursos políticos y científicos modernos tendríamos como meta descubrir sus fundamentos. Simultáneamente ante el riesgo que vive el planeta tierra producto en parte de la acción depredadora del hombre en el contexto de sus sistemas y modos de producción, y ante la falta de un consenso mundial para abordar y solucionar esta problemática, también nos hemos visto en la necesidad de identificar los principios que regulan la acción política y civil de gobiernos y naciones en materia ambiental. Este análisis nos llevó a construir lo que hemos denominado epistemología verde, también otros colegas, como en el caso de Enrique Leff (2000, 2005), prefieren llamarla epistemología ambiental o ecológica. Ambas problemáticas: la violencia humana y el deterioro ambiental (y seguramente otros problemas globales, locales y hasta individuales) no están separadas, forman parte de una unidad civilizacional al tener principios comunes que la orientan y que tendremos que develar y discutir. La vida del hombre y de todas las especies así como el ambiente tienen que verse conjuntamente en la unidad del conocimiento y de la acción del hombre. Ambas tienen como centro la concepción que se tiene de la vida, de la realidad y del hombre, desde los filósofos, científicos y líderes mundiales hasta los ciudadanos de este planeta. El objetivo de esta investigación sería en primer lugar, explicar los principios del conocimiento de la realidad (ontología), y sus implicaciones a nivel antropológico, sociológico y psicológico al conectarnos como los principios del hombre y de la sociedad. En segundo lugar, estudiar los principios del conocimiento de los saberes (Gnoseología) y los principios valorativos (axiológicos) que presiden la vida y el ambiente. El momento nos exige repensar todo de nuevo ante una doble problemática que lleva a la crisis y al riesgo de perecer no solo la especie humana sino todo lo existente. Esto es una operación epistemológica anclada en la complejidad de la vida, apoyada en la filosofía, en la ciencia y saberes populares. Investigar toda esta problemática que de por si es compleja nos lleva a proponer una síntesis que denominamos bioepistemología, es decir, analizar los fundamentos del conocimiento de la vida en su totalidad.

Este trabajo se ha realizado para la reflexión de todos, pues el problema atañe tanto a la vida de capitalistas y socialistas, a clases sociales y a comunidades. No va en contra de nadie sino a favor de todos. Sostenemos que estamos en el punto de inflexión donde necesariamente debe emerger una nueva conciencia en los seres humanos. El análisis epistemológico propuesto no es neutral sino de compromiso y de acción. Tratamos de hacer consciente las bases de lo que hemos denominado epistemología de hierro pues es la que ha fundamentado la vida. Esta epistemología está cargada de principios como el utilitarismo, la competencia, la selección del más opto. Una epistemología que desplazó el ser y la existencia al hombre a un objeto masa, totalmente inmovilizado ante su circunstancia y porvenir. Al hacerlos consciente lo transmutamos en una alquimia cognitiva y social que lleve a reconocer e instaurar nuevos principios civilizatorios englobados dentro de lo que hemos denominado epistemología verde. Se busca un nuevo orden natural-social-humano. En nuestro análisis lo verde es símbolo de la naturaleza y sobre todo de la vida en su esplendor. La alquimia debe llegar por la vía del convencimiento y del consenso para que se dé la convivencia entre todas las especies del mundo y del cosmos.

La vida humana en riesgo por los propios hombres

Entre los humanos se ha desatado una violencia que termina exterminando diariamente en el mundo una cantidad significativa de individuos, cuestión que llena de dolor y luto a ciudadanos, familias enteras, comunidades. Esto queda verificado empíricamente en Briceño, Ávila y Camardiel (2009) al mostrarnos cifras a nivel mundial y latinoamericano sobre los índices de homicidios por cada cien mil habitantes. Estando por encima del promedio del 8.8, Rusia con 22.2 para el año 1997, y América Latina que va desde dicho promedio hasta el 26,4 abarcando los países como Colombia, El Salvador, Honduras y Venezuela para lo el año 2002. Esto comprende a todas las clases sociales. La violencia de las dos guerras mundiales del siglo XX, producto de la confrontación de modelos políticos dejó un saldo muy negativo. La segunda guerra mundial arrojó más de 50 millones de pérdidas humanas. La violencia tanto de las sociedades legitimadas como las sociedades ocultas (compuesta por mafias, escuadrones de la muerte, tráfico de humanos, tráfico de drogas), revelan igualmente que los principios que la soportan no conducen a la vida, sino al exterminio, al sometimiento, a la esclavitud, al control de unos sobre otros, conformándose el eje poder –obediencia. Con la violencia se genera el temor permanente que produce enfermedades mentales masivas, fomenta inseguridad que a su vez genera más violencia y todo se articula en la carrera armamentista y nuclear, desde sociedades "desarrolladas" hasta aquellas donde la pobreza y la hambruna las están acabando; se generan nuevas guerras, constituyéndose un círculo del terror donde la vida está en peligro no valiendo nada prácticamente. Sociedades enteras viven encarceladas dentro de sus viviendas y empresas. La delincuencia común y organizada donde existen cómplices oficiales, con su respectiva cadena de corrupción, complicidades e ineficiencia salen a cazar cual entes primitivos a individuos, a familias y empresarios de todo tipo para asesinarlos, robarlos, secuestrarlos o extorsionarlos. En torno a esto se conforma una sociedad civil custodiada por contingentes de policías públicos y privados. Desde los militares, guardias nacionales y funcionarios encubiertos hasta el vigilante de la cuadra de las urbanizaciones. Las instituciones del Estado moderno parecieran impotentes para abordar y solucionar eficientemente y significativamente este problema. Desde el contrato social como base de la sociedad moderna como lo expuso Rousseau en el siglo XVIII hasta tratados internacionales, nacionales y locales, así como el mejoramiento de los los sistemas judiciales y policiales, no dan con la solución de este problema. Al contrario la violencia y el riesgo están desatados. Los mecanismos instucionales y el márquetin político tratan de disfrazar la situación, empleando estrategias publicitarias, o aumentando la vigilancia policial, sin embargo la situación sigue igual de delicada para todos los humanos. Inclusive los consuelos de las religiones oficiales dejan de operar ante el inmenso peligro de perder la vida en la casa o en la calle. Por un lado, se produce la sensación de impotencia y de frustración, y por el otro, la desesperación y angustia al ver cómo la vida deja de tener valor frente a la delincuencia. Prácticamente se van conformando dos Estados o dos poderes, paralelos e interconectados por redes de corrupción eficientes. Tenemos el Estado legalizado, envuelto en una maquinaria burocrática y tenemos el Estado o el poder organizador y responsable de la violencia y las guerras. Quedando los mecanismo legitimadores impotentes ante la situación que se vive. Las exhortaciones y las amenazas de castigar llegan a su fin. La velocidad con que ocurre la violencia y la estela de dolor que generan, dejan atrás todos los mecanismos políticos y sociales para abordarla. Policías, fiscales y jueces no dan para atender los casos diarios que les son demandados en sus oficinas.

Si analizamos el desarrollo de las ciencias jurídicas y políticas, desde el derecho romano hasta las constituciones más recientes vemos que su proceso ha ido paulatinamente perfeccionándose. Así también, observamos como desde la revolución francesa los principios de libertad, igualdad y confraternidad han sido no solo legalizados y normatizados, sino van culturizándose y masificando. También registramos como el concepto de democracia se ha ido asentando como la mejor opción política frente a dictaduras, tiranías y regímenes ilegales camuflados con el nombre de democracia. Esta evolución del derecho y la justicia correspondía al surgimiento y expansión de la sociedad moderna. Eran momentos constitutivos del orden social, y por lo tanto necesarios, pero en la decadencia de ese orden cuyo indicador es la violencia contra la vida dejan de tener una función clave para el desarrollo de la humanidad, en tanto y en cuanto son infiltrados por intereses antiéticos y enmascarados con el interés político o económico. Llegado a este límite de la ciencia y de la acción política y social no nos queda más que recurrir a la epistemología para detectar hasta donde los principios que presiden este problema así como sus soluciones están vigentes o agotados en su totalidad. Por ello el volver a los principios y a las preguntas fundamentales. Nos preguntamos ¿cuál es la concepción de la realidad que manejan líderes y políticos así como de los individuos? ¿Cuál es el estado de la realidad producto de la concepción que se tiene de la misma? ¿Que abarca la realidad? ¿Cuál es la concepción del hombre, y de las organizaciones? Y sobre todo ¿cuáles son los valores y creencias que han presidido la acción humana?

El máximo principio que ha presidido la evolución de toda la sociedad organizada y del hombre es el principio de la lucha por la existencia como principio de vida (Darwin 1859, 1961) Complementado por el principio derivado de Maquiavelo (1513, 1970) según el cual los fines justifican los medios. La guerra en todas sus modalidades e intensidades revela que estos principios operan como principios de vida de manera natural e incuestionables entre los hombres, pero en realidad constituye un principio de la muerte. Justificados mas no fundamentado desde el conocimiento científico, sino desde lo que hemos denominado epistemología de hierro, la cual aparece bajo el formato científico o de políticas de Estado pero que están infiltradas de ideología y de políticas claras de dominación social.

A partir de los datos arqueológicos y la historia de las civilizaciones de los últimos cinco mil años, el hombre ha creído en el principio de la muerte como vía de solución para cubrir sus necesidades y aspiraciones de dominio. Se registra cómo se han regido por sistemas patriarcales donde la mujer y la naturaleza no cumplen el papel que les corresponde en la evolución. Lo paradójico del problema estriba en que supuestamente hemos evolucionado en inteligencia, en conciencia y educación, pero al mismo tiempo la pasión por la guerra se ha incrementado; cuando las pasiones por el poder se desatan, nada de la inteligencia, de la conciencia y la educación sirven a la vida. Antes las guerras eran cuerpo a cuerpo ahora son electrónicas y nucleares capaces de exterminar en segundo poblaciones anteras. Desde los misiles teledirigidos de amplio alcance hasta las bombas atómicas están a la orden del día. El principio de la muerte explica entonces toda la fenomenología de la crisis de la organización social.

El problema de la vida y la violencia están relacionados con el problema del ambiente. Y esos tres problemas se explican en su esencia por principios comunes.

La vida humana en riesgo por el comportamiento caótico de la Tierra

Simultáneamente al peligro de la vida entre los hombres mismos, está en riesgo el planeta y todas sus especies, bien por la propia evolución de la tierra, el universo y el cosmos, bien por la acción depredadora del hombre, tanto si actúa dentro de los modelos capitalistas como socialistas y comunistas. El uso de energías fósiles, la contaminación ambiental, las lluvias acidas, el calentamiento global, la eliminación de bosques, los tsunamis, los terremotos, las inundaciones, son fenómenos que indican que la tierra está llegando a su límite. Biólogos, geólogos, físicos y químicos demuestran que a la tierra no le está dando tiempo de superar el desequilibrio ecológico que tiene, mientras que los Estados, naciones e individuos en su mayoría siguen con la misma estrategia frente al ambiente. Continúan aplicando el modelo de competencia, el desarrollo del mercado que se regula así mismo con la mano invisible que exponía Adams Smith (1776, 1990) a finales del siglo XVIII. Siguen aplicando modelos gerenciales Tayloristas donde la competitividad y la productividad son el centro de la empresa, del mercado y de la sociedad, desplazando al propio hombre en sus necesidades y aspiraciones. Se continúa, sin ánimo de reflexión o de evaluación de lo que se ha hecho; se sigue en el uso indiscriminado de la tierra y del agua potable, en la deforestación de bosques y producción de máquinas y de objetos contaminantes que se tardan siglos en bio-degradarse.

Desde los años setenta del siglo pasado, la emergencia ambiental ha generado una reacción. Científicos, ecologistas, naturalista, las Naciones Unidas, han venido produciendo conocimientos y propuestas para abordar la problemática ambiental. Hay buenas intenciones y ética de muchas propuestas incluyendo las oficiales, pero muy pocos son los que abordan la problemática desde sus fundamentos y son estos los que están agotados o nulos. Por ello exhortamos en volver a los principios y a las preguntas fundamentales. Por ello que sostengamos que hoy el estudio emergente en Ciencias Sociales es la problemática riesgo del planeta-especies, y debe tener como punto central el análisis epistemológico apoyado en la filosofía y en la ciencia para poder entender los fundamentos de la vida.

Los principios religiosos

Desde los egipcios y los griegos de la antigüedad al día de hoy se han opuesto y complementado dos grandes paradigmas: el teológico y el racionalista antropocéntrico. Sin entrar a cuestionar si la religión es válida o no, pues en el fondo todos los hombres llevamos siempre un principio espiritual, observamos que la corriente teológica establece como principio que Dios al ser el creador del universo, de la naturaleza y del hombre, deja a éste la herencia sobre la naturaleza la cual deberá gobernar y usar para cubrir sus necesidades, tal como lo establece la biblia judeo cristiana en el génesis. De allí emerge un principio teo- antropológico: una relación Dios – hombre regido por mandamientos religiosos y morales que deberán ser cumplidos entre los individuos, en cualquier tiempo y circunstancia. En este contexto no aparece el ambiente como una necesidad de vida. Aparece como un gran recurso que Dios le da al hombre. Pero si Dios creo la naturaleza también tiene derecho la naturaleza a vivir como el hombre mismo. Habrá que revisar a fondo la interpretación canónica para el rescate de la naturaleza en la religión.

Principios laicos o materialistas

Por su parte, la visión racionalista antropocéntrica griega antigua y moderna establece como principio la razón del hombre y ésta lo hace el rey, el máximo líder de la tierra y del universo. Explican que la razón constituye el más alto nivel de evolución del hombre, de allí su superioridad sobre la tierra y todas las especies. El eje Descartes (1637, 2010), Kant (1781, 1960) y Hegel (1807, 1978) en el contexto de la filosofía así lo demuestran. La frase lapidaria de Descartes "pienso y luego existo", le da prioridad al hombre, pero al hombre racional que calcula su vida, su empresa, sus ganancias y su poder y hasta sus vacaciones. Si podemos darle una denominación a la existencia de una sola razón y de una sola realidad la llamaríamos epistemología de hierro o de la muerte.

El hombre se va haciendo históricamente con la fundación de tribus, culturas y civilizaciones, las cuales están basadas en un conjunto de valores y creencias, que delimitaron los diferentes modelos políticos, sociales y económicos. En toda la historia de occidente no se consideró como principio para su desarrollo al ambiente, éste aparece siempre como variable a ser explotada y usada para la edificación de pueblos y ciudades, y todo el hábitat social, como viviendas, transportes, edificios e instalaciones. Unido a la razón aparece conjugado el principio utilitarista (Mil, 1863,1962) según el cual es verdadero aquello que es útil al hombre. Todas las sociedades y los imperios que han existido hasta el momento partieron de ese principio y en cuanto al ambiente le era válido si le otorgaba beneficios al hombre. Como consecuencia de ello se erige entonces como principio y luego como una creencia normal de que es la naturaleza la que debería adaptarse al hombre y no al contrario, es decir, que el hombre debería adaptarse a la naturaleza. En la perspectiva de estos principios rueda la historia buscando el progreso a costa de la naturaleza, pues las materias primas la extraen de la misma naturaleza, de su tierra, de sus océanos, mares y ríos. Del imperio de la razón nace otro principio que expresa que es válido todo lo que el hombre piensa, hace y acumula. Nace el principio según el cual la cultura es la que hace al hombre. Que la cultura como segunda naturaleza es lo que forma al hombre. De allí nace la cultura en oposición a la naturaleza. Por ello, las primeras teorías sociológicas, educativas, politológicas, antropológicas y comunicacionales establecieron que la única vía para ser hombre era asimilando la herencia cultural; las instituciones y en especial la familia y la escuela deberán culturizar, educar y humanizar al hombre. Pero nunca naturalizar al hombre. Nunca considerar la naturaleza como aliada a la vida humana. Poco a poco, la cultura que se ha venido imponiendo es la tecnológica; desde la invención del fuego y los primeros utensilios y herramientas hasta la era cibernética de las computadora y la internet, el hombre se fue alejando de la naturaleza al tiempo que la explotaba sin prever el peligro que ello conllevaba. La cultura termina siendo consumo y felicidad en el tener y no en el ser.

Políticos y científicos de todas partes pasaron a justificar una cantidad de teorías para hacer hegemónica la cultura y luego la ciencia en oposición a la naturaleza. Hasta el arte pasó a un segundo plano. Todo lo que viniere de la naturaleza no le servía al hombre para su progreso, excepto como un recurso y luego como vertedero de los desechos del hombre, desde los desechos industriales hasta los desechos que generan familias e individuos. Por mucho tiempo intelectuales justificaban, mas no fundamentaban en la ciencia, que el hombre al nacer sin nada o vacío era prácticamente primitivo, por lo que debería someterse a la socialización hasta internalizar en su mente todo el contenido de la cultura y así poder trabajar y vivir en sociedad. Se estableció una separación entre naturaleza y cultura. La naturaleza le es extraña al hombre aunque la añora y la busca o la utiliza como recurso turístico, como objeto de contemplación, pero aun así, son pocos los que la disfrutan porque se llevan al campus artefactos de cocina, microondas, televisores, es decir van a la naturaleza con todas las comodidades del mundo moderno.

Filósofos y sociólogos positivistas, evolucionistas y funcionalistas al definir la realidad social partieron del principio según el cual existe una sociedad con su tradición cultural completamente válida, y es la que el individuo recibe al nacer. Sociedad que se rige por leyes, costumbres y creencias ya válidas para siempre, las cuales había que aceptar, aprender y utilizar como base de la acción del individuo. Al ser aceptada esta definición como principio, entonces no existían otras realidades. Solo la realidad encontrada y defendida por líderes, directivos, empresarios, o por las leyes y modelos educativos y comunicacionales. Y en occidente la verdadera cultura era la europea. Una realidad que pretender ser eterna, pero que sabemos sociológicamente tienen un sustrato histórico determinado que le da impulso, así tenemos por ejemplo la sociedad capitalista y la sociedad comunista. En base a ese principio de que existe una sola realidad tenemos todo un mundo jerarquizado y hegemónico. De allí que no existía la realidad del sur porque solo era válida la sociedad europea y norteamericana. Los del sur deben parecerse en todo a los del norte. Que solamente vale lo que viene del norte. Sus modelos de desarrollo hasta las modas de turno. De allí nace la teoría que sostiene que estos países son subdesarrollados y dependientes estructural y culturalmente. Por lo que todas las naciones deben aceptar la globalización como vía de su desarrollo. El mundo desarrollado colocaba a las culturas nacionales, locales y originales en un segundo plano, con el agravante de que éstas lo creían así. Se ha reglamentado la vida desde una solo perspectiva y los avances que se han dado son producto de la lucha y reivindicaciones de naciones, organizaciones, obreros, etc. Durante años, se pretendía instaurar dictaduras donde solo manda una persona, o una camarilla militar, dejando de lado la sociedad civil. Y muchas democracias más que participativas eran solo representativas, pero excluían a la mayoría de los ciudadanos en términos de educación, cultura, salud, deportes, trabajo. En otra dimensión social no existía el obrero sino lo que la empresa instituía. En todo esto, no se veía la naturaleza, excepto como recurso. El saldo del progreso ha sido el aporte de la cultura materialista tecnológica que no ha terminado de integrar la humanidad mucho menos la naturaleza. El utilitarismo y su aliado el pragmatismo trasmutaron el ser en el tener y en el hacer. Hay que transmutar en el contexto de la epistemología verde al humano como objeto a un ser humano como sujeto de su propia historia. Como creencia y como práctica el mundo se llenó de corotos o artefactos que los llenaba de felicidad, pero el ser enajenado en sus artefactos vive vacío, y no le queda más el camino que revelan las enfermedades psíquicas, somáticas y conductuales, las cuales sería imposible formar tanto galenos, psiquiatras y orientadores para su atención. Prácticamente hay una pandemia colectiva con las nuevas enfermedades mentales las cuales son prácticamente imposibles de superarlas dentro de los parámetros biomédicos y sociales existentes. Por ello la violencia, la agresión y crimen no son expresiones individuales sino que son enfermedades psicosomáticas y sociales que son el producto del límite de una civilización cuyos principios fundantes están ya agotados. El caos que vivimos es la expresión del caos de los principios civilizatorios actuales. De allí que se entienda que los poderes políticos y económicos modernos hayan considerado hasta hoy la naturaleza y al hombre como recurso para su explotación.

Pero la naturaleza no es ilimitada. El tratamiento que se le ha dado a la tierra de sacarle todos sus bienes y el de tenerla como basurero ha llegado al límite. De allí su comportamiento caótico producto fundamental de la visión y acción del hombre y de los errados que estaban sus principios. Solo un cambio de paradigma cultural sería posible abordar tantos problemas de la humanidad. Los cuales terminan por ser existenciales al no poderse ver el ser humano con un futuro sustentable sino caótico y apocalíptico. La violencia corre junto con la desesperanza y el fin del mundo.

Otro principio ha sido el de la propiedad individual. Con este principio los diferentes poderes en la historia han construido naciones, invadido territorios, han conquistado, colonizado, culturizado a pueblos enteros; han realizado guerras de exterminio de poblaciones. Y se han creado imperios. Pero al mismo tiempo se han creado de alguna manera pueblos o civilizaciones de excluidos. Las grandes ciudades están rodeadas de miseria, de barrios sin accesos a los servicios mínimos. Pero esta exclusión la justifican y la aplican aceptando como válida la tesis de Multhus (1798, 2000) según la cual el crecimiento de la población es superior a la capacidad de generar la manutención y alimentación de esa población, y por lo tanto hay que establecer como política de Estado el control poblacional por medio del control de la natalidad. Es decir, hay una superpoblación que está demás y hay que disminuirla. Pero esa población – casualidad- es la pobre y no la de las clases superiores.

La razón última de la violencia es la exclusión del hombre por el hombre de todos los beneficios del progreso, como los beneficios que brinda el imperio de la ley y de la justicia social. Se une a esto las acciones deficientes de las instituciones responsables para hacer cumplir esto. Pero no se cumplen estos beneficios porque las bases epistemológicas de los mismos también están agotadas.

Quizás fueron las bases para que la sociedad moderna arrancara en su evolución, pero lo cierto es que esos principios y acciones se agotaron ante nuevas realidades y circunstancias donde el hombre se rescata a si mismo y delimita un nuevo estadio de evolución. Dando lugar a la eco-sociedad, a la eco -cultura. Integrando hombre con la naturaleza.

La epistemología verde y un diálogo con Oriente

Frente a la caducidad de los principios modernos tenemos que ir a nuevos principios que unos ubican como principios postmodernos. O de la nueva era. Agotado el principio de la única razón podemos ver otras realidades, como las realidades de las diferentes naciones, culturas, religiones, razas, especies, clases sociales e individuos y sobre todo la realidad principal que es nuestra naturaleza. Agotado el principio utilitarista tenemos que recurrir al de la cooperación. Solo bajo estos principios de múltiples racionalidades y de cooperación la disciplina de la bioepistemología podrá suministrar o refundamentar los discursos y las visiones de los filósofos, científicos, políticos, líderes, gobernantes, empresarios, obreros, profesionales, estudiantes, ciudadanos, hombre y mujeres.

La naturaleza se ha tomado como recurso, como propiedad privada y como ambiente del hombre. El hecho mismo de decir que hay un ambiente, se sitúa en la misma corriente antropocéntrica donde existe el hombre (ente activo) y su ambiente (ente pasivo). El rey y su mundo cultural frente a la naturaleza como cosa y objeto. Pero esto es una visión fragmentada y limitada del hombre, pues el hombre en si es naturaleza dentro de la naturaleza. El cuerpo es su expresión. El hombre tiene necesidades como el de alimentarse, el de tener vivienda o hábitat y el de vivir en comunidad. Pero esto son necesidades de todas las especies de anímales. Así que ¿cuál es la superioridad? Un cambio de visión debería garantizar el hombre en la naturaleza y la naturaleza en el hombre. Una especie de naturo- cultura- humana. La ventaja que aparentemente tiene la especie humana como lo es la inteligencia o la conciencia deberá ahora usarse, no para liquidarse con guerras o exterminar el ambiente sino para conservarse y proteger a la madre naturaleza, y restableciendo el daño que se le ha causado. En ese sentido, el principio de la vida planetaria propuesto por Morin (2000) representa un buen punto de partida para la epistemología de la vida.

Quienes dieron con una respuesta cierta han sido las civilizaciones originarias de oriente y occidente, donde la naturaleza es considerada como la diosa principal y otras es considerada como madre de toda la vida. En oriente con las visiones hinduistas, budistas y taoísta, el centro es la naturaleza. La salud y la existencia se alcanzan cuando el hombre fluye con la naturaleza.

Científicamente en occidente la naturaleza fue considerada: 1- Bien como estructura inerte, de allí el estudio de las leyes del movimiento de la naturaleza, para utilizarlas después con fines utilitarios como la navegación, el transporte, los viajes intercontinentales y espaciales. 2- Bien como organización química hasta dar con la estructura atómica. 3- Bien como estructura orgánica, de allí que los biólogos a partir de una cantidad de subespecialidades, se dedicaran a clasificar la naturaleza así como a estudiar su estructura y funcionamiento, dejando de lado la visión holística de la misma. Solo los poetas tomaron la naturaleza como inspiración y la llenaron de metáforas que han aparecido en versos para la naturaleza misma, para la mujer y para cualquier otro acontecimiento de vida. El arte sin embargo quedo allí. Estas ciencias han operado básicamente de manera aislada, sin saber que con su integración podrían generar un paradigma más acorde con la naturaleza. Las ciencias aportaron conocimiento para que el poder utilizada la naturaleza según sus intereses y no en favor de la de la misma. Se pensó también, bajo la influencia de paradigma positivista, que la tierra era eterna y con recursos ilimitados, siendo entonces la plataforma para establecer el orden y progreso ininterrumpido, y así se construyeron los hábitat humanos como si todo estuviera en equilibrio. El desarrollismo con su proceso de urbanización implicó arrasar con bosques completos. Se secaron ríos y se apropiaron de las riberas de lagos y mares. Y ante los cambios climáticos provocados prefirieron inventar artefactos como aires acondicionados, abanicos, calefactores. Ropa para el frio en climas cálidos. Solo la motivación femenina ha podido preservar en algunos casos la naturaleza, teniendo jardines en las casas y luchando por los parques nacionales. Y

A nivel social, todo debería funcionar bajo un estricto orden. El desorden era eludido, reprimido, camuflado por los sistemas educativos y por los medios de comunicación mediante el mito de la eterna felicidad. El desorden e inclusive la innovación eran considerados como entes o acontecimientos extraños al orden fundamente. Mejor era la reforma que el cambio. Los medios de información construyeron un mundo de valores artificiales, de esperanzas individuales por medio películas rosas, novelas que prometían matrimonios eternos de las muchachas pobres con los príncipes ricos, o pasaban programas entretenimiento que ocultaban los grandes problemas de la sociedad , etc…, o difunden el miedo y el terror, y la corrupción como fenómenos indetenibles y naturales en la sociedad y que los héroes ya no alcanzan para combatirlos. Desde altas esferas del poder reforzado con científicos y locutores se hace creer que la violencia, el terrorismo, las guerras son acontecimientos naturales e inevitables porque así es el hombre.

El orden estatuido trató de esconder los cambios de la naturaleza, cuando ésta es cíclica y donde se conjugan el orden y el caos, las catástrofes, pero el hombre bajo el poder de sus sistemas sociales y políticos, no quiso entender estos principios, trató de disfrutar el orden del planeta. La sociedad nunca ha estado preparada para vivir dentro el comportamiento caótico de la tierra. Así los complejos habitacionales, las vías de comunicación eran diseñadas y construidas dentro del orden eterno del planeta. Solo excepciones como Japón han abordado este problema desde el ángulo de la inestabilidad, después de años y decenios de sufrimiento. Por ejemplo, construir un edificio capaz de soportar un terremoto. Y en el caso de Estados Unidos los estudios meteorológicos estiman la trayectoria de un tornado y promueven la evacuación de poblaciones y ciudades y con ello se salvan vidas sobre este planeta.

La Tierra es un organismo vivo

Pero la naturaleza es todo nuestro planeta y el cosmos que la rodea. Para darle respuesta a lo que es la tierra hay posiciones encontradas, unas que se pueden resumir como posición materialista que afirman que nuestro planeta es una masa de tierra y roca rodeada por agua en todas partes, es decir la tierra es solo un ente físico- químico , donde viven las especies vegetales y animales incluyendo al hombre, y por ello, tal como ya lo explicamos, la tierra se puede usar y disfrutar para su beneficio. Frente a esto, poco a poco, ha cobrado fuerza la hipótesis Gaia de Lovelock (2008) formulada desde los años setenta y respaldada por investigadores como Thompson (1995), Devereux (1991) Piren (1993) Joseph (1992). Lovelock explica que la tierra es un organismo vivo porque en si misma tiene la capacidad de autorregulación. No obstante por efectos de la acción depredadora del hombre en los últimos doscientos años llegaría un momento en su evolución que no sería posible cumplir con esa función reguladora por lo que la tierra entraría irremediablemente en un caos. Ya hoy podemos verificar este comportamiento caótico en los tsunamis, los terremotos, los tornados, los deslaves que ya hacen su presencia haciendo desaparecer poblaciones y ciudades completas, casi simultáneamente con una intensidad que jamás el hombre podrá contener. Dentro de todo este cuadro, la bioepistemología no solo tiene la misión de identificar las bases agotadas de la civilización actual sino que debe educar y crear conciencia de lo que es la tierra y lo que le está sucediendo para que junto con las demás ciencias y saberes se puedan generar soluciones a tiempo a favor de la vida misma.

Las profecías auto-cumplidas de Hobbes y Darwin

La episteme de la civilización actual se nutre de dos profecías: la de Hobbes (siglo XVII) y la de Darwin (siglo XIX). La primera dice que el hombre es el lobo del hombre y la segunda expone que en la lucha por la vida sobrevive el más apto por selección natural. Estos son los principios de la guerra, del armamentismo, de las luchas territoriales. Del exterminio de la naturaleza y del hombre. Frente a esto, tanto los santos como los poetas y artistas han evocado como principio la armonía y la unión. Pero en las últimas décadas los científicos tanto de la naturaleza como los de las ciencias sociales como Einstein, Capra (1996), Chopra (2005), Maturana y Valera( 2003) entre otros, han cuestionado los postulados de la sociedad moderna y dentro de estos los de Hobbes y Darwin, al demostrar y verificar hasta experimentalmente que la naturaleza de la naturaleza y la naturaleza del hombre se rigen más por la cooperación y la armonía que por la violencia y la agresión, de modo que la nueva episteme que podemos llamar episteme verde o episteme de la vida o episteme postmoderna o bioepistemología constituye el recate del visión de unidad y de sistema en todo lo existente. Decía Einstein, unos de los más grande científicos de la humanidad, que era una ilusión óptica ver y vivir en la separación, que todo es una unidad. Pero también en la famosa tabla de esmeralda egipcia atribuida a Hermes, el mensajero de los dioses, el mismo Jesucristo o el taoísmo chino ya lo tenían como premisa esencial. Los fenómenos de simbiosis, la cooperación intra e inter especies y hasta el mito de tarzán, demuestran el principio de la cooperación, la solidaridad. Si el planeta es un ser vivo, si las especies vegetales y animales tienen vida, y si el hombre tiene vida, entonces debemos hacer esfuerzos para conjugar la vida donde aparezca. La vida es una sola realidad, la realidad esencial como diría José Ortega y Gasset (1961) el filósofo español. Y esa realidad no solo se limita a auto-sustentarse a y reproducirse, sino que posee la inteligencia. Esta triangulación hace que el papel del hombre cambie en la nueva era; debe formar parte ahora como actor de los ciclos naturaleza de existencia, y no como destructor de los mismos, pues con su inteligencia puede ayudar a restablecer la vida y todos los procesos de extinción que en ella se están dando. La naturaleza y todas sus especies deben conservarse y preservarse como base de lo que será el nuevo paradigma verde. El hombre debe integrarse definitivamente a la naturaleza. Debe generar tecnologías adaptativas y no destructivas del ambiente.

HISTORICISMO, VITALISMO, FENOMENOLOGÍA Y VIDA

La vida solo aparece como problemática filosófica y científica a partir del siglo XIX como una reacción a la filosofía racionalista e idealista de Descartes, Kant y Hegel. Tanto los historicistas y vitalistas como los fenomenólogos iniciaron esta reflexión y estudio. Dilthey (1883. 1978) con su visión histórica fundamentaba la vida y Husserl (González, 1999) dio con el concepto de mundo de vida como una respuesta concreta a las guerras en Europa. Luego poco a poco ha entrado en la mayoría de las ciencias siendo la Sociología una de ellas, desde Schutz (1964) hasta Habermas (1999) se discute la vida, el mundo de vida, la vida cotidiana. Siendo Habermas unos de los pioneros del nuevo paradigma al proponer la teoría de la acción comunicativa como base del nuevo orden social.

Los retos

La vida como "LA PROBLEMÁTICA EMERGENTE" toma vigencia en la presente coyuntura tanto en política como en la sociedad civil. Tanto en la filosofía como en las ciencias. Tanto en la técnica como en las humanidades. Ahora bien ¿Que actitudes debemos tener y que acciones debemos acometer para rescatar la naturaleza y todas las especies incluyendo al humano? Primero debemos estar claro en los nuevos principios de la nueva episteme civilizatoria, donde el principio esencial es la vida misma y donde se aceptan las múltiples realidades o múltiples culturas, porque la realidad es compleja. Aceptar las diferentes naciones, las diferentes culturas, las diferentes especies, los diferentes géneros y grupos en el marco de la convivencia. Así mismo aceptar múltiples razones, visiones de vida, aceptar el diálogo de saberes y la transdisciplinariedad, y crear el nuevo poder de servicio desde la redes sociales conjuntamente con el sistema educativo y lo mejor de los gobiernos, para emprender proyectos sustentables donde no se comprometan las generaciones futuras. Este es el nuevo desafío del hombre en la cúspide de su evolución.

Debe darse un cambio, pero sería paradójico recomendar la revolución y la lucha civil para ir en búsqueda de los malos contra la violencia social y planetaria, seria paradójico establecer los bandos de los buenos y los malos. Sería paradójico armarnos para hacer una cruzada en nombre de la paz , la naturaleza y la vida. En ese sentido es preferible ser Gandhiano para liberar, desde la no violencia y desde el campus del diálogo, la vida planetaria de toda la contaminación y violencia, para liberarla de un modo de pensar civilizatorio que ya cumplió su etapa, que ya tiene una profunda crisis no solo fenoménica o estructural sino fundacional.

¿Constituye lo anterior una nueva utopía? Puede ser, pero donde todos estamos comprometidos frene al peligro de extinción como especie, es necesario y posible que los del norte y los del sur, los de oriente y occidente, las clases poderosas y proletarias, los viejos y jóvenes, los hombre y mujeres podamos concertar salidas mundiales a la problemática.

Partes: 1, 2
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