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Los tres factores principales de la desigualdad: ingreso, riqueza y oportunidades (Parte I) (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

China ha puesto en marcha profundas reformas estructurales para elevar los ingresos y los estándares de vida, está en la búsqueda de una "nueva normalidad" con un crecimiento más lento, más seguro y sostenible que se fundamente más en los servicios y menos en la manufactura y las inversiones que requieren un uso intensivo de materias primas. Pero las autoridades de China están enfrentando un delicado acto de equilibrio: necesitan implementar estas reformas difíciles y, al mismo tiempo, deben preservar la demanda y la estabilidad financiera de su país.

El pasado verano se sintió un efecto de derrame de esta transición cuando los temores de los inversionistas sobre el ritmo de desaceleración de la economía china pusieron aún más presión sobre los mercados de materias primas y provocaron importantes depreciaciones del tipo de cambio en una serie de países exportadores de materias primas que dependen de la demanda china. A medida que China invierta menos, su apetito por materias primas se reducirá -y, cabe mencionar, por ejemplo, que China consume en la actualidad el 60% de mineral de hierro del mundo. Esto contribuirá a lo que podría ser un período prolongado de precios bajos de las materias primas, mismo que los formuladores de políticas tendrán que gestionar cuidadosamente- sobre todo en países que son grandes exportadores de materias primas, como por ejemplo Australia y Brasil.

La segunda transición importante es la relacionada con la decisión de la Reserva Federal de elevar las tasas de interés. A pesar de que la Fed ha indicado claramente que se espera que las tasas se mantengan bajas durante algún tiempo, esta transición refleja la existencia de mejores condiciones económicas en EEUU, lo que también es bueno para la economía mundial.

Las bajas tasas de interés contribuyeron a una búsqueda de rentabilidad por parte de los inversores, que apoyaron la toma de riesgos financieros y las valoraciones más altas de los instrumentos de renta variable, los bonos soberanos, y el crédito corporativo. Por lo tanto, la Fed, también, se enfrenta a un delicado acto de equilibrio: normalizar las tasas de interés y, al mismo tiempo, reducir al mínimo el riesgo de perturbaciones en los mercados financieros.

Hay, también, posibles efectos de derrame en esto. Incluso antes del aumento de las tasas de interés en EEUU en el mes de diciembre, la perspectiva de una política monetaria más restrictiva ya había contribuido al aumento de los costos de financiación para algunos prestatarios, incluyéndose entre ellos a las economías emergentes y en desarrollo.

Esto es parte de un necesario ajuste de las condiciones financieras a nivel mundial. El proceso, sin embargo, podría ser complicado por los cambios estructurales en los mercados de renta fija, mismos que se han tornado en menos líquidos y más frágiles – y, esa es una receta que lleva a perturbaciones y reacciones exageradas en los mercados.

Hacia afuera de las economías avanzadas, los países están generalmente mejor preparados para hacer frente a tasas de interés que son más altas en comparación con las del pasado. Y, sin embargo, estoy preocupada por su capacidad para amortiguar los shocks. Muchas economías emergentes y en desarrollo respondieron a la crisis financiera mundial dictando audaces medidas anticíclicas, tanto fiscales como monetarias. Mediante el uso de estos amortiguadores de políticas, fueron capaces de liderar la economía mundial en su momento de necesidad. Y, durante el transcurso de los últimos cinco años, estas economías han dado cuenta de casi el 80% del crecimiento mundial.

Sin embargo, estas iniciativas en cuanto a políticas estuvieron generalmente acompañadas por un aumento en el apalancamiento financiero en el sector privado, y muchos países incurrieron en más deuda -y, una porción importante de dicha deuda se constituyó en dólares estadounidenses. Consiguientemente, el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y un dólar más fuerte podrían dejar traslucir descalces de monedas, lo que conduciría a moratorias corporativas- y a un contagio vicioso que se extienda a los bancos y a los Estados soberanos.

Y, no obstante, sabemos que los riesgos bajistas de estas transiciones se pueden gestionar mediante el apoyo a la demanda, la preservación de la estabilidad financiera y la aplicación de reformas estructurales, La mayoría de las economías avanzadas, a excepción de la de EEUU y, posiblemente, la del Reino Unido, seguirán necesitando de políticas monetarias acomodaticias. Todas las economías avanzadas, sin embargo, deben incorporar de manera plena los riesgos de los efectos de derrame en su toma de decisiones y deben garantizar que sus comunicaciones sean claras en este sentido.

La eurozona, entretanto, puede mejorar sus perspectivas al ponerse a trabajar de manera decidida en los préstamos en mora que ascienden a un valor aproximado de 900 mil millones de euros – uno de los principales legados no resueltos de la crisis financiera. Hacer esto permitiría que los bancos aumenten la oferta de crédito disponible para empresas y hogares, y que de esa forma se incremente la potencia de la acomodación monetaria, lo que a su vez mejoraría las perspectivas de crecimiento y reforzaría la confianza en el mercado.

Las economías emergentes necesitan mejorar la monitorización de la exposición de las principales empresas al riesgo cambiario. También deben garantizar la estabilidad financiera mediante el uso de herramientas macroprudenciales para fortalecer la capacidad de resistencia y flexibilidad de los bancos ante la acumulación de deuda externa y de apalancamiento corporativo.

A nivel mundial, existe una necesidad apremiante de completar y poner en práctica el programa de reforma regulatoria – con un enfoque especial en la mejora de la transparencia y la supervisión de las entidades no bancarias, o bancos en las sombras. Y, del mismo modo, tenemos otra tarea importante por delante: mejorar la calidad del aún inadecuado marco de resolución para entidades financieras sistémicas y activas mundialmente.

Por el lado fiscal, los países deben utilizar políticas que sean, dentro de lo posible, lo más flexibles y favorables al crecimiento. El Fondo Monetario Internacional sigue recomendando que las economías avanzadas que tienen un margen para estímulos fiscales lo utilicen para impulsar la inversión pública, especialmente en infraestructura de calidad. Los planes fiscales creíbles a medio plazo también continúan siendo una prioridad, especialmente para EEUU y Japón.

Los países exportadores de materias primas que tienen un margen para maniobras de políticas fiscales deben utilizar dicho margen para suavizar su ajuste a los precios más bajos. Otros países deben depender de un reequilibrio fiscal favorable al crecimiento – por ejemplo, mediante la aplicación de reformas fiscales y a los precios de la energía, y la fijación de nuevas prioridades de gasto, incluyéndose entre ellas la protección de los más vulnerables.

Los países exportadores de materias primas, como ser Chile, Colombia, Noruega, y Botsuana utilizaron el auge de las materias primas para fortalecer sus marcos fiscales frente a los shocks. Esto les ha dado un mayor control sobre el ritmo de ajuste fiscal necesario, lo que a su vez les permite mantener el crecimiento. Esta es una lección útil para otros.

Por último, todos los países necesitan mejorar la calidad de sus estructuras económicas mediante la reforma de sus mercados de trabajo y de productos, sus infraestructuras, sus sistemas de salud y educación, y sus políticas de comercio exterior. La implementación, por supuesto, requiere de la hábil y perspicaz formulación de políticas, sobre todo en esta fase de menor crecimiento y mayor incertidumbre. Y, dada la naturaleza colectiva de muchos de los temas involucrados -como ser el cambio climático, el comercio exterior, la migración, y la red de seguridad financiera mundial- una mayor cooperación internacional es más urgente y más esencial que nunca.

Me alegré de ver que este espíritu trascendió en la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el mes de septiembre pasado, y, nuevamente dicho espíritu se hizo presente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en París este mes de diciembre. Asimismo, la crisis de los refugiados en el Medio Oriente y Europa no es sólo un asunto humanitario; es también un asunto económico que afecta a todos. Y, todos tenemos la obligación de ayudar.

Sí, es verdad que los desafíos que enfrenta el mundo en el año 2016 son grandes. Pero, con las políticas, la cooperación y el liderazgo correctos, podemos gestionarlos en beneficio de todos nosotros.

(Christine Lagarde is Managing Director of the International Monetary Fund. She previously served as France"s finance minister from 2007-2011, and in 2009 was named by the Financial Times as the best finance minister in the eurozone)

Se va la "Cuarta" (Revolución Industrial), y nosotros… "con estos pelos"

– El reto de dar forma a la Cuarta Revolución Industrial (Project Syndicate – 11/1/16)

Ginebra.- De entre los muchos desafíos que enfrenta el mundo en la actualidad, quizás el mayor sea cómo orientar la Cuarta Revolución Industrial que comenzó a principios de siglo. Las nuevas tecnologías y enfoques están fusionando los mundos físico, digital y biológico de maneras que transformarán a la humanidad en su esencia misma. Del modo en que abordemos los riesgos y oportunidades que vayan surgiendo dependerá lo positiva que esta transformación pueda llegar a ser.

La Cuarta Revolución Industrial se basó en la Tercera Revolución Industrial, conocida también como Revolución Digital, que dio pie a la proliferación de los ordenadores y la automatización de los registros, pero la nueva ola transformadora difiere de sus predecesores en varios aspectos clave. En primer lugar, las innovaciones se pueden desarrollar y difundir más rápido que nunca. Segundo, la reducción de los costes de producción y al auge de las plataformas que reúnen y concentran actividades de diferentes sectores aumenta los rendimientos de escala. Tercero, esta revolución global afectará a todos los países (y será moldeada por ellos), con un impacto a nivel de sistema en muchas áreas diferentes.

La Cuarta Revolución Industrial tiene el potencial de empoderar a personas y comunidades a medida que cree nuevas oportunidades de desarrollo económico, social e individual. Pero también puede causar la marginación de algunos grupos, exacerbar la desigualdad, dar origen a nuevos riesgos para la seguridad y socavar las relaciones humanas.

Para aprovechar las oportunidades y evitar sus riesgos, debemos ponderar cuidadosamente las interrogantes que plantea: reconsiderar nuestras ideas sobre el desarrollo económico y social, la creación de valor, la privacidad y la propiedad, y hasta la identidad individual. Tenemos que abordar como individuos y colectivo los problemas morales y éticos que pone por delante la investigación de vanguardia en inteligencia artificial y biotecnología, cuyos hallazgos harán posible una importante extensión de la vida, el diseño de los bebés y la extracción de la memoria. Y tenemos que adaptarnos a nuevos modos de conocer personas y alimentar relaciones.

No se puede sobrestimar la escala del reto. La Cuarta Revolución Industrial podría llevarnos a formas de aumento de las capacidades humanas que nos hagan cuestionar la naturaleza misma de nuestra existencia, y más pronto de lo que podríamos imaginar.

Pensemos en cómo la tecnología móvil ya ha cambiado nuestras vidas y relaciones. A medida que la novedad de las prendas tecnológicas o wearables abra paso a su necesidad cotidiana (y, más tarde, cuando se conviertan en tecnología integrada a nuestras vidas), ¿perderemos la oportunidad de hacer pausas, reflexionar y participar de conversaciones significativas y sustanciales? ¿Cómo cambiarán nuestra vida interior y la de quienes nos rodean? Se trata de preguntas de peso sobre las cuales probablemente aumente la intensidad del debate en los años venideros.

Por supuesto, la tecnología no es una fuerza exógena sobre la que los seres humanos no tengamos control. No estamos limitados a una elección binaria entre aceptación y rechazo. Más bien, las decisiones que cada día tomemos como ciudadanos, consumidores e inversionistas marcarán el rumbo del avance tecnológico. Mientras más pensemos sobre esas decisiones, nosotros mismos y los modelos sociales de los que dependemos, mejores serán nuestras posibilidades de orientar la revolución de modo que vaya en dirección de nuestros objetivos comunes y sostenga nuestros valores.

En esta dirección será esencial desarrollar nuevas formas de colaboración y gobernanza, junto con una narrativa positiva en común. Para ello son necesarios tres pasos.

Primero, debemos seguir creando conciencia y comprensión acerca de lo que está en juego. La toma de decisiones no puede ocurrir aisladamente. Necesitamos un enfoque amplio que reúna a las mentes más brillantes de todo el planeta, de los ámbitos tanto público como privado.

En segundo lugar, desarrollar narrativas constructivas e integradoras acerca del rumbo que debería tomar esta Cuarta Revolución Industrial. Por ejemplo, asegurándonos de que nuestros comportamientos en lo individual y colectivo se guíen por valores morales y éticos, también en los mercados financiero y de capitales. Debemos ir más allá de la tolerancia y el respeto para abrazar una empatía y compasión genuinas y lograr que el empoderamiento y la inclusión se conviertan en principios guía de nuestras acciones.

En tercer lugar, debemos reestructurar nuestros sistemas económico, social y político. Está claro que nuestras actuales estructuras de gobierno y los modelos predominantes de creación de riqueza no pueden satisfacer nuestras necesidades actuales ni, lo que es más importante, las futuras. Hoy no necesitamos ajustes menores ni reformas marginales, sino una transformación amplia y creativa que abarque todo el sistema.

El modo en que se desarrolle la Cuarta Revolución Industrial dependerá de las personas, la cultura y los valores. Con todo lo notables que puedan ser, las nuevas tecnologías son en lo fundamental herramientas creadas por personas para personas. Debemos recordar esto y asegurarnos de que la innovación y la tecnología sigan poniendo a la gente en primer lugar, impulsándonos hacia un desarrollo sostenible e integrador.

Una vez lleguemos a ese punto, podemos avanzar todavía más. Tengo la firme convicción de que la nueva era tecnológica, si se encara de forma responsable y asertiva, podría catalizar un nuevo renacimiento cultural que nutra la noción de que somos algo mucho mayor que nosotros: una verdadera civilización global.

La Cuarta Revolución Industrial puede poner en peligro las fuentes que tradicionalmente han dado sentido a la humanidad (trabajo, comunidad, familia e identidad), o conducirla a una nueva conciencia colectiva y moral que se base en la noción de un destino en común. Está en nosotros decidir.

(Klaus Schwab is Founder and Executive Chairman of the World Economic Forum)

Fedea y la crisis: de la parada súbita de los flujos de préstamos, al bucle diabólico de la insolvencia

– Una narración de la crisis de la Zona del Euro (Fedea – 14/1/16)

(Por Samuel Bentolila)

La Crisis de la Zona del Euro (ZE) empezó en mayo de 2010, pero falta mucho para que se acabe. Aunque recientemente han aparecido algunas señales positivas, el crecimiento y el paro en la ZE son lamentables y se espera que lo sigan siendo durante años. En tal caso, resulta necesario contar con una historia sobre qué factores han causado la crisis para saber qué hacer al respecto.

Veamos. Tras alcanzar un mínimo cíclico (suelo) a principios de 2013, según el Comité de Fechado Cíclico de la Zona del Euro, el PIB de esta zona ha crecido en los siguientes 9 trimestres a una tasa media del 2.7%. Es menos de la mitad del 5.7% observado en las recuperaciones habidas desde 1970. En 2015 la tasa media de paro en la ZE fue del 11%, solo un punto menor que en 2013. Para 2016 la Comisión Europea predice un crecimiento del PIB del 1.8% y una tasa de paro del 10.6%. No es un panorama muy alentador.

La frase inicial de la entrada se debe a un conjunto de prestigiosos economistas (entre ellos Olivier Blanchard, Paul de Grauwe o Chris Pissarides) agrupados en el proyecto "Rearrancar la Zona del Euro" y valida la creencia muy extendida en la sociedad española de que la recesión se habrá acabado pero la crisis no. Estos economistas argumentan que se requiere una narrativa consensuada sobre las causas de la crisis para poder acordar cómo salir de ella. La historia que proponen puede resumirse de la siguiente forma:

Hasta mediados de los años 90 había grandes diferencias en los tipos de interés que pagaban los países de la ZE por endeudarse, pero desde entonces convergieron en anticipación de la puesta en marcha de la moneda única. Como resultado, durante la primera década del euro (1999-2008), algunos países, que experimentaron grandes reducciones del coste de financiación, generaron grandes aumentos de su deuda, bien privada (España e Irlanda) bien pública (Grecia y Portugal).

El aumento del endeudamiento de los GIPS (por sus iniciales en inglés) fue financiado por Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia y Países Bajos (el núcleo).

Los GIPS dedicaron buena parte de esos préstamos a vivienda (España e Irlanda) y consumo público (Grecia y Portugal), actividades que no ayudan a generar exportaciones que permitan devolver los préstamos. Además, las entradas de capitales elevaron la demanda y fomentaron aumentos de salarios y precios, perjudicando aún más la competitividad exterior de estos países.

Los bancos de los países del núcleo compraron mucha deuda de los GIPS. Esto coadyuvó a que soluciones obvias, como la reestructuración de la deuda griega, se retrasaran mucho, pues habrían puesto inicialmente en apuros a esos bancos.

Las causas de la crisis

El factor desencadenante fue la parada súbita ("sudden stop") de los flujos de préstamos intra-ZE. Esta perturbación se convierte en una crisis por dos razones. Primero, el endeudamiento era demasiado grande para que cada país pudiera gestionarlo individualmente. Por ejemplo, Irlanda quebró al rescatar a sus bancos, y otros países, como España, también sufrieron el "bucle diabólico" que liga la percepción de insolvencia de los Estados a la de los bancos de sus países. Segundo, los gobiernos no pudieron responder a esta incapacidad de su país para seguir financiándose con medidas como instruir a su banco central para que comprara la deuda tóxica (ya no tenían banco central propio) o como depreciar su moneda (ya no tenían moneda propia).

Las causas que subyacen a los devastadores efectos de este factor desencadenante son de tres tipos:

Los fallos de política económica que permitieron que se acumularan los desequilibrios (el endeudamiento de los GIPS reflejado en el saldo acreedor del núcleo). No había mecanismos centralizados para controlar: (a) la deuda pública (no se creó una unión fiscal y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no funcionó), (b) el exceso de endeudamiento bancario (la supervisión quedó en manos nacionales, sin mecanismos comunes de seguro de depósitos, de supervisión o de resolución bancaria) y (c) el endeudamiento intra-ZE.

La inexistencia de mecanismos de absorción de perturbaciones ("shocks"): a diferencia de lo que sucede dentro de cada país, no había mecanismos centralizados para canalizar préstamos entre países de la ZE (adrede: para evitar el "riesgo moral", es decir, para que los países no se endeudaran irresponsablemente); el único que funcionó al principio fue el de los préstamos entre bancos centrales (TARGET).

Fallos en la gestión de la crisis sobre la marcha: (a) Errores conceptuales que hicieron que los líderes de la ZE no comprendieran bien las consecuencias de sus acciones e inacciones: por ejemplo, las de obligar al sector privado a cargar con parte del coste de los impagos de la deuda. (b) Conflictos de intereses que obstaculizaron las acciones comunes: por ejemplo, los derivados de que los bancos de los países del núcleo hubieran invertido mucho en deuda de los GIPS o de dificultar que el Banco Central Europeo operara como prestamista de última instancia. (c) Procedimientos de toma de decisiones que llevaban a medidas parciales que mejoraban la situación a corto plazo pero la empeoraban a medio plazo: por ejemplo, el diseño inadecuado de los rescates que no evitó los aumentos de las primas de riesgo de los GIPS hasta niveles insostenibles.

No serán ideas nuevas para quienes hayan seguido las entradas de NeG desde 2009 (de Javier Andrés, Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano o Tano Santos, entre otros), pero sí es un resumen útil (y de solo 14 páginas).

Espero con interés las propuestas de este grupo sobre las medidas de política económica a adoptar a nivel europeo, ahora que la situación es de nuevo incierta, sin que se hayan reducido suficientemente los desequilibrios (no hay más que ver la tasa de paro española). Como señalan estos autores, al menos dos problemas graves lo exigen: una gran proporción de jóvenes van a pasar los años de formación más críticos de su vida laboral en paro y el malestar económico está alimentando puntos de vista extremistas y tendencias nacionalistas justo cuando Europa tiene que aunar esfuerzos para hacer frente a desafíos que van desde el aluvión migratorio hasta posibles nuevas crisis financieras.

Jerry Kaplan propone la creación de una "hipoteca de empleos"

– Humanizar un futuro inhumano (Project Syndicate – 12/1/16)

Washington, DC.- El impacto que los avances tecnológicos innovadores tendrán en el funcionamiento de nuestras economías y mercados laborales, como por ejemplo el impacto de la inteligencia artificial, ha sido un tema candente desde hace mucho tiempo. Pero, el libro recientemente publicado de Jerry Kaplan "Humans Need Not Apply: A Guide to Wealth and Work in the Age of Artificial Intelligence" ha hecho que realmente me dé cuenta de la verdadera magnitud de los aspectos socioeconómicos que están en juego.

Un ejemplo relativamente bien conocido del impacto que la revolución digital tiene sobre el funcionamiento de los mercados es la capacidad de obtener enormes ganancias en negociaciones de alta frecuencia, al situarse un microsegundo "por delante" de todos los demás. Otro ejemplo es la capacidad de discriminación de precios gracias a los creadores de nuevos mercados electrónicos como Uber, que mediante estos mercados asignan cada centavo del antiguo "excedente del consumidor" de la teoría microeconómica. Pronto un nuevo tipo de Uber mejorado podría surgir, integrando servicios de viajes en vehículos, buses, barcos y aviones, así como habitaciones de hotel, en una "súper-app". De hecho, en la actualidad algunos fabricantes de automóviles están trabajando exactamente en eso.

Una pregunta clave que se debe formular es por qué las formas de competencia tradicional no recortan rápidamente estas ganancias. La respuesta se encuentra a menudo en el modelo de negocios. Las empresas piden prestado mucho para poner en marcha sus actividades, acumulan grandes costos fijos y ofrecen precios tan bajos al principio que pierden dinero. Esto les permite expandir sus negocios en una manera que es prácticamente libre de competencia, hasta establecer lo que es, esencialmente, un monopolio. En ese momento, pueden subir sus precios y participar en la discriminación de precios con relativa libertad.

Como Kaplan señala, eso es, precisamente, lo que Amazon ha hecho. Primero logró una escala masiva, la que le permite almacenar productos aún no pedidos en lugares difusamente distribuidos y con eso puede reducir sus costos de transporte. Por esto Amazon puede ofrecer entrega rápida y gratuita, condiciones que las empresas más pequeñas no pueden superar. Añada a esta situación algoritmos complejos que fijan precios de una manera que se maximiza las ganancias, y el predominio de la empresa parece estar relativamente asegurado.

Como este abordaje facilita el surgimiento de súper empresas a nivel mundial, se crean graves problemas en los mercados laborales y las sociedades, debido a que se destruyen empleos de nivel medio basados en habilidades tradicionales con mayor rapidez de la que se crean empleos similares basados en nuevas habilidades. Es igualmente grave el hecho de que esto contribuye a niveles alarmantes de desigualdad de ingresos, donde unos pocos hogares no sólo disfrutan de riqueza masiva, sino que también ejercen una considerable influencia política. Si el ingreso se concentra demasiado, a un ritmo demasiado rápido, la inversión deseada tenderá a caer por debajo de los ahorros disponibles, creando un desequilibrio macroeconómico keynesiano. (Contrariamente a la creencia popular, lo que importa no es la cantidad real de ingresos que fluye hacia quienes tienen los ingresos más altos, sino los cambios en esos ingresos).

Como están las cosas, el impacto de estos remesones tecnológicos continúa siendo relativamente pequeño en los países avanzados. Sin embargo, podría afectar a un 20% del PIB y a un 40% de los empleos hasta el año 2030. Ese es un gran cambio, que ocurre a una velocidad sin precedentes.

A pesar de que ya nos estamos acostumbrando a romper récords -por ejemplo, en el año 2013, más del 90% de todos los datos que se acumularon en toda la historia de la humanidad se habían acumulado en los dos años anteriores- la realidad es que la velocidad y la magnitud de esta transformación plantean importantes desafíos. Si no somos capaces de enfrentar dicha transformación en una manera adecuada, es poco probable que el resultado sea una sociedad más segura y más próspera; al contrario, el resultado más probable sería una sociedad en la que la frustración y la desesperanza aumenten, lo que probablemente conduciría a comportamientos extremos.

Una propuesta planteada por Kaplan es la creación de una "hipoteca de empleos". Las empresas con una necesidad futura de determinadas habilidades se convertirían en una especie de patrocinador, involucrándose debido a sus posibles ofertas de empleo en el futuro, de una persona dispuesta a adquirir dichas habilidades. El trabajador podría obtener un préstamo usando como garantía sus ingresos futuros proyectados con el propósito de financiar sus estudios. Los préstamos se reembolsarían una vez que la persona comience a trabajar. Si el empleo no se materializa, la persona se haría responsable de pagar sólo una fracción del préstamo, y la empresa absorbería el saldo, misma que, por lo tanto, compartiría una parte del riesgo. También habría un límite máximo al monto de pagos, calculado en la forma de un porcentaje de los ingresos del empleado.

Otras propuestas se centran en las reformas de los marcos legales con el propósito de reflejar con mayor precisión las nuevas formas de trabajo. Por ejemplo, quienes trabajan parcialmente por cuenta propia, es decir, como empleados autónomos, o quienes están parcialmente empleados por terceros estarían mejor incorporados en las políticas sociales.

Tales cambios, sin lugar a dudas, serían útiles. Sin embargo, ninguna de estas propuestas refleja la magnitud de la transformación que estamos enfrentando. Fundamentalmente, lo que realmente necesitamos es transformar la forma como funcionan nuestras sociedades – y necesitamos hacer esto rápidamente.

France Stratégie, que es asesora del gobierno francés, y el empresario estadounidense Nick Hanauer han propuesto reformas de política social que comparten una base conceptual similar. Las personas ganan "reclamaciones" a lo largo de sus períodos de vida, primero por ser residentes legales, y luego, por ejemplo digamos, por la obtención de títulos académicos, el logro de certificados profesionales, la realización de servicios a la comunidad (incluyendo el servicio militar), y por ganar dinero. Estas reclamaciones pueden ser canjeadas por diversos beneficios, como por ejemplo licencias por motivos familiares, reentrenamiento laboral, o ingresos de jubilación complementarios. El sistema incluiría a todos los residentes y sería totalmente portátil, con una gran cantidad de espacio para que las personas puedan elegir cómo y cuándo irían a utilizar sus reclamaciones. Acuerdos complementarios -por ejemplo con los posibles empleadores quienes ofrecen créditos adicionales para reentrenamiento laboral- se podrían también implementar.

De manera paralela, los gobiernos deben mejorar su política de competencia para protegerse frente al surgimiento de monopolios mundiales. En este punto, los nuevos acuerdos comerciales mega-regionales, como ser el Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión y el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, debería resultar ser muy valiosos, siempre y cuando no se permita que los actores poderosos de hoy en día impongan condiciones que promuevan únicamente sus propios intereses. También se debe fortalecer a la cooperación internacional para evitar que las multinacionales evadan impuestos al trasladar ganancias entre jurisdicciones. Tal evasión fiscal ha llegado a cientos de miles de millones de dólares.

Hacer uno que otro cambio para remendar los sistemas existentes no será suficiente para prepararnos para la transformación impulsada por la tecnología que estamos enfrentando. Necesitamos una estrategia integral destinada a hacer que los mercados – y las políticas – sean realmente competitivos, y para garantizar que las políticas públicas trabajen para el beneficio de todos.

(Kemal Dervis, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is a vice president of the Brookings Institution)

Intermon Oxfam presenta un nuevo informe sobre pobreza y exclusión

"La pobreza y la exclusión en España han aumentado "de manera alarmante" en los últimos años, con 13,4 millones de personas en riesgo de exclusión en el año 2014, esto es, el 29,2% de la población española, según concluye el informe Una economía al servicio del 1% hecha pública hoy por Oxfam Intermon"… España es el país de la OCDE donde más avanzó la desigualdad durante la crisis (Expansión – 18/1/16)

"La distancia entre ricos y pobres ha crecido y en 2015 el 1% de la población concentró tanta riqueza como el 80% de los más desfavorecidos. La fortuna de sólo veinte personas en España alcanza un total de 115.100 millones de euros", explica el informe.

En este sentido, España es el segundo país de la Unión Europea en el que más ha crecido la distancia entre rentas altas y bajas, sólo por detrás de Estonia, y entre 2007 y 2014 el salario medio español se desplomó un 22,2%.

Además, según los datos de la OCDE, los hogares más desfavorecidos son los que han sufrido una mayor caída de los ingresos durante la crisis, y el salario de los más ricos es 18 veces superior al del 10% más pobres.

Oxfam Intermón ha presentado estos datos de cara al Foro Económico Mundial (WEF) que se celebrará en Davos (Suiza) del 20 al 23 de enero y en el que exige que se trabaje por "sociedades más redistributivas y con un claro esfuerzo hacia la justicia social".

"Una economía al servicio del 1%"

"Apenas 62 personas poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial más pobre (3.600 millones de habitantes), cuando hace cinco años esta cifra ascendía a 388, es decir, el aumento de la desigualdad ha provocado que quienes ahora tienen tanto como medio planeta sean seis veces menos que en 2010. Además, el 1% más rico concentra ya más fortuna que el 99% restante"… Las 62 personas más ricas tienen tanto como las 3.600 millones más pobres (servimedia.es –18/1/16)

Estos datos se recogen en el informe "Una economía al servicio del 1%", realizado por Oxfam (Oxfam Intermón en España) y hecho público el 18 de enero (2016), dos días antes de que comience la reunión anual de líderes en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza).

El informe señala que los ingresos de la mitad de la población mundial se han reducido en un billón de dólares (cerca de 920.000 millones de euros) desde 2010, lo que supone una caída del 41%, mientras que la riqueza de las 62 personas más pudientes del planeta ha aumentado en más de 500.000 millones de dólares (casi 460.000 millones de euros), esto es, un 44% más.

La predicción que Oxfam realizó antes de la reunión de Davos del año pasado de que en poco tiempo el 1% poseería más riqueza que el resto de la población se ha cumplido en 2015, un año antes de lo esperado.

El director general de Oxfam Intermón, José María Vera, indicó que "se ha hablado mucho de desigualdad, pero se ha hecho muy poco todavía". "No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre cada día mientras que las élites económicas absorben los recursos que deberían ayudar a estas personas a tener una vida segura y digna", añadió.

El informe muestra cómo la desigualdad afecta de manera desproporcionada a las mujeres, que suponen sólo nueve de las 62 mayores fortunas del mundo (y 55 de los 500 más adinerados). La mayor desigualdad de ingresos condiciona el acceso femenino a servicios sanitarios, educación, participación en el mercado laboral y representación en las instituciones.

Además, la brecha salarial por sexos es mayor en sociedades más desiguales y la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres, que desempeñan los empleos más precarios.

Por otra parte, el 1% de la población más rica de España concentra más riqueza que el 80% más pobre (35 millones de personas). El patrimonio de los 20 españoles más acaudalados se incrementó el año pasado un 15%, mientras que la riqueza del 99% restante cayó un 15%.

Oxfam Intermón subrayó que los presidentes de las empresas del Ibex-35 cobran ya 158 veces más que el salario de un trabajador medio y sentenció que el incremento de la desigualdad en España se debe principalmente a "la combinación de una enorme brecha salarial con un sistema fiscal regresivo que grava poco a los que más tienen".

Además, la fuga de recursos hacia los paraísos fiscales no ha cesado, ya que la inversión desde España hacia paraísos fiscales creció un 2000% en 2015, lo que podría financiar políticas públicas como garantizar la atención a las personas en situación de dependencia, teniendo en cuenta que 400.000 están en lista de espera.

El informe indica que España es el segundo país de la OCDE en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis económica, sólo por detrás de Chipre y casi 10 veces más que el promedio europeo, y también el segundo Estado de la UE en el que más ha aumentado la distancia entre el 20% más rico y el 20% más pobre, únicamente por detrás de Estonia.

Oxfam Intermón destacó que "la desigualdad no es inevitable, pero quienes tienen la capacidad de cambiar las cosas deben marcarse objetivos claros", por lo que el futuro Gobierno y el nuevo Parlamento "tienen la oportunidad de hacer historia" priorizando la lucha contra la desigualdad y la pobreza. Por ello, pidió que en los primeros 100 días del próximo Ejecutivo se ponga en marcha una Ley contra la Evasión Fiscal que contribuya a que "esta era de los paraísos fiscales llegue a su fin".

Por otro lado, el informe indica que la fuga mundial de recursos hacia los paraísos fiscales juega un papel clave en el crecimiento de la desigualdad, ya que se calcula que la riqueza individual oculta en estos lugares alcanza los 7,6 billones de dólares (casi 7 billones de euros), esto es, una pérdida de 190.000 millones de dólares (174.000 millones de euros) más cada año en ingresos fiscales para los gobiernos que destinar a la educación y la salud de los más pobres.

La inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado casi por cuatro entre 2000 y 2014 y supone unas pérdidas anuales de al menos 100.000 millones de dólares (casi 92.000 millones de euros) para los países en desarrollo.

A este respecto, el estudio recalca que la utilización de los paraísos fiscales por parte de multinacionales para reducir su contribución fiscal se ha convertido en "un problema sistémico", es decir, no son algunas "manzanas podridas", sino una práctica generalizada en diferentes sectores económicos (combustibles fósiles, textil, financiero, tecnológico…). De hecho, nueve de cada 10 de las empresas más grandes del mundo están presentes en al menos un paraíso fiscal.

"Las empresas multinacionales y las élites económicas juegan con unas normas distintas al resto, aprovechando todos los resquicios posibles para evitar pagar lo que es justo. El hecho de que 188 de las 201 mayores empresas estén presentes en al menos un paraíso fiscal es un indicador claro de que es hora de actuar", apuntó Vera.

¿Critica académica o "cortina de humo" para negar la evidencia? (Ustedes verán)

– Diez "errores" que Oxfam repite en su informe sobre pobreza (Libertad Digital – 19/1/16)

Al igual que en anteriores ejercicios, la ONG interpreta mal los datos de sus fuentes y oculta las cifras que cuestionan sus tesis más polémicas.

(Por Domingo Soriano)

Cada año, a mediados de enero, unos días antes de que se inaugure en Davos el Foro Económico Mundial, Intermon Oxfam publica su informe sobre la riqueza y la desigualdad en el planeta. Ya es una tradición. Y cada año, el estudio vuelve a incurrir en los mismos errores y a utilizar mal los datos de las fuentes en las que se basa.

El primer ejercicio podía atribuirse a desconocimiento. Pero ha habido decenas de expertos que le han enmendado la plana a Oxfam desde entonces. Por ejemplo, en este artículo, MalaPrensa recoge algunos de los artículos que se publicaron en enero de 2014 y que reflejaban los problemas del informe, algunos más propios de un estudiante de primero de economía. Pero a los autores parece que les da igual, año a año se repiten los fallos y se vuelven a reiterar las mismas conclusiones. Por lo tanto, ahora ya sabemos que no es ignorancia. Como mínimo, puede decirse que hay un intento de darse publicidad aún a costa de la precisión. Es triste, pero es la única conclusión válida viendo lo que publica Oxfam.

Y si el informe completo contiene numerosos errores, aún peor es el resumen ejecutivo, que directamente oculta los datos que peor casan con el mensaje principal que se quiere hacer llegar al público. Es decir, las cifras que cuestionan el titular desaparecen en la información destacada.

Errores básicos

Este año, el informe se titula "Una economía al servicio del 1%. Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema" y su principal conclusión, la que más han repetido los medios y más se ha compartido en las redes sociales es la siguiente:

En 2015, sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones (la mitad más pobre de la humanidad).

Un análisis mínimamente riguroso desvela que ni hay datos suficientes para hacer esta afirmación ni, sobre todo, la realidad detrás de estas cifras es la que Oxfam intenta que el público imagine.

1. Renta y patrimonio: desde el primer año de su publicación, los expertos de Oxfam mezclan renta y patrimonio. Es un error garrafal, pero las medidas de ingresos anuales y de riqueza se mezclan sin que quede claro si se debe a desconocimiento (sería extraño, en un tema tan básico) o simplemente existe la intención de confundir al público. El siguiente párrafo en el que se habla de "contribuciones" o "productividad" pero se incluyen datos de patrimonio junto a otros de salarios es sólo un ejemplo (página 19 del informe completo), pero hay muchos más:

Sería perverso argumentar que las contribuciones de 62 milmillonarios tienen el mismo valor que las de los 3.600 millones de personas restantes. Es inconcebible que el presidente de una empresa tabaquera india sea tan productivo como 439 de sus empleados juntos, o que el propietario de una empresa minorista de ropa británica pueda producir lo mismo que más de 2.000 trabajadores del sector textil.

2. Cada vez más pobres: Oxfam afirma en uno de los titulares que destaca en la página 1 de su resumen ejecutivo que "la riqueza en manos de la mitad más pobre de la población se redujo en más de un billón de dólares entre 2010 y 2015, un desplome del 41%". Cualquiera que lea esto pensará que cada vez hay más pobres en el mundo o que los pobres son cada vez más pobres.

Pues bien, tampoco es cierto. Luego iremos con los problemas de las mediciones de riqueza y lo que significan, sobre todo en lo que tiene que ver con la caída de los precios de los activos financieros, el tipo de cambio con el dólar o las deudas. Pero en lo que nos ocupa ahora, el mensaje de que los pobres cada vez son más pobres, el propio informe de Oxfam se desmiente. Ni en renta ni en patrimonio esto es cierto.

En la página 9, los autores confirman que "entre 1990 y 2011, el crecimiento económico en la región (China e India) contribuyó a sacar de la pobreza a casi mil millones de personas, de las que 700 millones vivían sólo en estos dos países. El porcentaje de la población mundial que vive en situación de pobreza extrema pasó del 36% en 1990 al 16% en 2010, cumpliendo así el Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza extrema cinco años antes de la fecha límite, fijada inicialmente para 2015".

Como hay baile de fechas (algunos datos van de 1990 a 2011 y otros de 2010 a 2015), alguien podría pensar que ésta es la razón de las diferentes conclusiones incluidas en el mismo informe. Pues no: según los datos del Banco Mundial, que coinciden con los de grandes organismos internacionales, el número de pobres en el mundo siguió cayendo entre 2011 y 2015.

Esto por lo que hace referencia a la renta. Pero tampoco en términos patrimoniales es realista la imagen de que los pobres sean más pobres. Como veremos (punto 10), en todos los continentes la riqueza patrimonial per cápita ha aumentado (y mucho, sobre todo en África o América Latina) desde el año 2000. Y también lo ha hecho desde el año 2010 si tomamos un tipo de cambio estable (o medimos la riqueza en términos de las monedas nacionales). Es decir, el factor que explica que la riqueza per cápita en dólares haya caído por debajo de su pico de 2007 en casi todas las regiones es la apreciación de la moneda americana (página 137 del informe de Credit Suisse) y no la pérdida de activos en los países más pobres, como se intuye tras la afirmación de Oxfam (además, cuando se habla de la pobreza en manos de la mitad más pobre hay que tener muy en cuenta el aumento de la deuda de muchos países del primer mundo, según explicamos en el punto 6).

3. Datos totales y porcentajes: Oxfam mezcla sin solución de continuidad datos totales de incremento de riqueza y porcentajes. Así, compara cuánto ha crecido la riqueza de los más ricos y de los más pobres con las cifras absolutas e ignora o desprecia los porcentajes.

Imaginemos que Bill Gates incrementa su riqueza este año en 99 millones de dólares y un españolito medio lo hace en un millón. No tiene ningún sentido decir que aquél se queda con el 99% del incremento de riqueza que han conseguido entre los dos, porque está claro que en términos relativos el que más gana es el ciudadano español que ha visto cómo su patrimonio se disparaba mientras que para el fundador de Microsoft apenas hay cambios en su cuenta. Pues bien, aunque parezca increíble, esto es lo que hace Oxfam. Por ejemplo, en el siguiente párrafo de la página 12 del informe:

Si bien los ingresos per cápita tanto del 1% más rico como del 10% más pobre de la escala mundial de distribución de los ingresos han aumentado entre 1988 y 2011 (el 31% y el 33% respectivamente), dicho incremento ha repercutido de forma muy diferente sobre sus condiciones de vida. Así, mientras que los ingresos per cápita del 1% más rico de la población aumentaron de algo más de 38.000 dólares internacionales con PPA de 2005 a algo más de 49.800 dólares (un incremento de 11.800 dólares), los del 10% más pobre sólo pasaron de 196 a 261 dólares (lo cual supone un incremento de sólo 65 dólares, que deja a este grupo muy por debajo del umbral de pobreza extrema de 1,90 dólares al día).

Se quiere comparar los 11.800 dólares del 10% más rico con los 65 dólares del 10% más pobre… cuando los mismos autores reconocen que estos últimos subieron sus ingresos un 33% frente al 31% de los más ricos. Evidentemente, en ningún lugar del resumen ejecutivo se dice que los ingresos de los más pobres crecieron a un ritmo superior a los de los ricos (por cierto, éste es otro ejemplo de cómo un informe supuestamente dedicado a medir la riqueza patrimonial cambia a renta sin demasiadas explicaciones).

El informe de Credit Suisse

Los anteriores son errores propios de Oxfam. Pero junto a estos, hay otros muchos problemas que derivan de sus fuentes. Todo el documento de Oxfam gira alrededor de la lista Forbes de multimillonarios y del estudio que Credit Suisse publica cada año sobre la riqueza de la población mundial: Global Wealth Databook 2015. Ésta sí es una buena aproximación a la realidad, pero hay que saber interpretarla. El problema es que ni mucho menos de sus cifras se puede sacar las conclusiones que extrae Oxfam.

Los siguientes son sólo algunos de los datos de la entidad suiza que debería haber reflejado Oxfam para que el lector medio se hiciera una idea cabal de cómo evolucionan estas variables. Como apuntábamos anteriormente, año tras año, los expertos en estas cuestiones de riqueza, pobreza y desigualdad intentan explicar estos problemas. Y año tras año, son ignorados.

4. Datos poco fiables: el siguiente cuadro reproduce parte de la tabla de la página 19 del informe de Credit Suisse. Los autores califican la "calidad" de los datos de "muy pobre" a "buena" en función de cada país. Podemos ver que todos los países del tercer mundo o no tienen cifras o las tienen muy poco fiables. Es decir, conocer la riqueza real de las personas más pobres y hacer una extrapolación es un ejercicio muy arriesgado.

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5. Qué se mide: esta cuestión está muy relacionada con el anterior punto. Credit Suisse divide la riqueza en tres apartados (financiera, no financiera y deuda). Y aquí volvemos a la dificultad de medir la riqueza real de los hogares del tercer mundo. En estos países, las familias más humildes no tienen activos financieros (o son muy pequeños) y muchas veces tampoco propiedades a su nombre. Sus principales bienes son ganados, posesiones personales, dinero en efectivo… Nada de esto se mide. Ni mucho menos queremos decir que lo normal sea que un agricultor africano atesore millones de dólares debajo del colchón, pero a la hora de calcular el acumulado de cuánto tienen los 3.000 millones de personas más pobres del mundo, no estaría de más contar también estos bienes.

Del mismo modo, el informe de Credit Suisse no mide el valor del capital humano o los derechos que millones de ciudadanos tienen. Así, se pueden dar situaciones paradójicas: un pensionista alemán que no tenga ahorros y viva de alquiler tiene una riqueza igual a cero. El derecho a cobrar una pensión del estado alemán el resto de su vida no vale nada en esta estadística. Mientras, un agricultor boliviano que tenga media hectárea de terreno a su nombre aparecerá como más rico que aquel… aunque nadie creería que esto es así.

6. Pobres entre los pobres: del mismo modo, hay que preguntarse quiénes son los más pobres en el informe de Credit Suisse. Lo primero que uno piensa es que son habitantes de algún país africano que no tienen nada. Pues bien, no es así. Porque el banco suizo también contabiliza las deudas. Ya hemos dicho que en los países del tercer mundo la presencia de las instituciones financieras es muy residual. No así en el primer mundo. Son los hogares del primer mundo con grandes cargas financieras los que más distorsionan esta estadística.

Imaginemos a un abogado americano de 27 años, que acaba de salir de Harvard y tiene que pagar su préstamo de estudios, que asciende a 200.000 dólares. Este joven saldrá en la estadística como el más pobre entre los pobres incluso aunque las grandes empresas de Wall Street se estén peleando por contratarle: en el momento de la foto, su patrimonio es negativo y debe mucho dinero. De nuevo, aquí aparece el problema que comentamos antes de no contabilizar el capital humano. Cuando se dice que alguien no tiene nada (ya sea este abogado estadounidense o un granjero africano) casi siempre se deja a un lado al propio valor de su trabajo y a lo que podrá generar con éste en el futuro.

De hecho, cuando se calcula el patrimonio de los más pobres del planeta, hay que tener en cuenta que muchas personas del primer mundo forman parte (quizás sin saberlo) de este grupo. Y de hecho, lo que hacen es restar riqueza a los deciles inferiores para la estadística total. El decil 1 a nivel global tiene un patrimonio negativo equivalente al -0,3% del PIB mundial. Es decir, el 10% de los habitantes del mundo que se consideran más pobres estadísticamente hablando no es que no tengan nada, es que deben dinero. ¿Adivinan qué países colaboran más en este resultado porque tienen más hogares con deudas netas? No son Burkina Faso o Benín. Hablamos de Dinamarca, Noruega, España, Estados Unidos, Holanda,… (ver página 149 del informe de Credit Suisse).

7. ¿Quiénes y cuántos son los más ricos? Cuando se dice que 62 personas tienen tanta riqueza como los 3.600 millones más pobres o que el 1% de la población mundial acumula el 50% de la riqueza, se lanza la idea de que hay un pequeño grupo de súper ricos que se lo está quedando todo. Tampoco es cierto.

En primer lugar, esas 62 personas acumulan una riqueza de 1,76 billones de dólares. Es una barbaridad. Es un nivel de patrimonio que al ciudadano medio no le cabe en la cabeza y supone aproximadamente el 0,7% de la riqueza a nivel global. Que en un mundo con 7.000 millones de habitantes, haya sólo 62 que tienen el 0,7% es un dato relevante. Pero la idea que mucha gente extrae (que hay supermillonarios que acaparan casi todos los recursos) no es realista: acumulan el 0,7% de toda la riqueza del mundo.

Si pensamos en ese 1% que acumula el 50% de la riqueza, hablamos de 47 millones de adultos. La riqueza per cápita de este colectivo está por debajo del millón de dólares: en concreto, hablamos de 760.000 dólares (unos 697.000 euros) de activos netos para pertenecer a ese selecto grupo. O por decirlo de otra manera, cualquier persona que tenga bienes que valgan más de 697.000 euros ya pertenece a ese 1% más rico del que tanto se habla hoy. Muchos españoles con casa propia (como otros muchos occidentales) descubrirán con sorpresa que están en ese grupo.

Y eso si hablamos del 1% más rico. El nivel para entrar en el 10% más rico del mundo comienza en los 68.800 dólares (unos 63.000 euros). Si usted posee una casa sin cargas financieras que valga más que esta cantidad, ya lo sabe… es de esos ricos a los que Oxfam señala esta semana. Al final, la conclusión que se saca del informe de Credit Suisse es que en los países más pobres, sus habitantes tienen un nivel de riqueza medible casi nulo: no han podido acumular activos financieros o bienes reales. Lo poco que tienen, lo llevan siempre consigo (aunque la parte positiva es que cada vez tienen un poquito más).

Mientras, la mayoría de los habitantes de los países desarrollados ha conseguido ahorrar y acumular un patrimonio razonable. De esta forma, es cierto que el 10% más rico del mundo posee el 87% de la riqueza y el 20% más rico el 95% (o lo que es lo mismo, el 80% sólo tiene el 5%). ¿Y quién forma ese 20% de afortunados? Pues más de 950 millones de personas, europeos, norteamericanos o japoneses de clase media en su mayor parte.

8. Cuestión de edad: vale la pena recordarlo, aunque ya se ha apuntado en numerosas ocasiones. En el primer mundo, el factor que más explica la riqueza (al menos en términos estadísticos) es la edad. Uno de los columnistas españoles que mejor lo ha analizado es Juan Ramón Rallo, por ejemplo, en este artículo:

Supongamos una de las sociedades más extremadamente igualitarias que podamos imaginar: en esta sociedad se trabaja desde los 26 a los 65 años y se vive del patrimonio acumulado desde los 66 a los 85. Asumamos que el salario es el mismo para todos los trabajadores y que todos ellos ahorran un 30% del mismo, el cual logran rentabilizar cada año a una tasa media del 5,5%. Igualmente, asumimos que las herencias se destruyen una vez fallece el propietario y que la cantidad de trabajadores en cada franja de edad es la misma. Igualitarismo extremo: no hay nunca diferencias de partida y el salario es el mismo para todos los trabajadores. Pues bien, en esta sociedad el 20% de los individuos más pobres (que serían los más jóvenes) apenas poseería el 4,9% del total de riqueza total. En cambio, el 1% más rico poseería el 3,2% y el 10% más rico, el 28,8% (el 10% de la población poseería casi seis veces más riqueza que el 20% más pobre).

9. Quién está perdiendo más: otro dato curioso. Los ciudadanos que más riqueza han perdido entre 2014 y mediados de 2015, fecha del informe de Credit Suisse, no son ruandeses o congoleños. Son japoneses, franceses, italianos y alemanes si medimos en términos absolutos y rusos y ucranianos en términos relativos.

¿Y eso? ¿Qué ha pasado en Japón o Francia? Aquí hay que recordar aquí que todos estos informes de riqueza incluyen algunas trampas estadísticas que tienen mucho que ver con cuáles son los activos de los más ricos. Los habitantes de los países desarrollados tienen buena parte de su patrimonio invertido en acciones y otros valores similares. Así, una caída de la bolsa puede hacer a una persona perder parte de su patrimonio de un día para otro. Y lo mismo ocurre con el tipo de cambio, que penaliza a los países con divisas que se deprecian frente al dólar, o con los precios de la vivienda.

En todos los casos, es una pérdida en cierto sentido ficticia: por ejemplo, los propietarios de acciones siguen teniendo sus acciones aunque estas bajen de valor (como tiene algo de irreal decir que Amancio Ortega es 1.000 millones más rico porque los títulos de Inditex suban con fuerza una semana). Pero en la estadística, todos ellos aparecerán como mucho más pobres que el día anterior. Los japoneses han visto como caía su riqueza porque los títulos de su propiedad han perdido valor en el período de referencia o porque su moneda se ha depreciado frente al billete verde. Y por cierto, seguramente sean los nipones más ricos los que más hayan sufrido el descalabro.

Del mismo modo, cuando se dice que los 62 más ricos tienen 1,76 billones en activos puede que algunos piensen en el Tío Gilito, aquel personaje de Disney que se bañaba en una piscina llena de monedas de oro. No es cierto. La mayoría de los súper ricos lo son porque son propietarios de grandes empresas. Y el incremento de su riqueza en los últimos años está ligado a la subida en bolsa de sus compañías.

10. Todos más ricos: el dato que más debería alegrarnos a todos, pero uno de los que menos se divulgan. Aparece en las páginas 139-142 del informe de Credit Suisse. Desde el año 2000, todos los continentes han visto cómo aumentaba su riqueza per cápita, tanto si se mide en términos de la moneda nacional como en dólares: de África a Europa Occidental, incluso teniendo en cuenta que se ha vivido una crisis financiera de una intensidad enorme, no ha habido ninguna región del mundo que no haya prosperado.

Es cierto, sigue habiendo cientos de millones de personas en una situación económica desesperada, sobre todo en los países del tercer mundo. Pero, a pesar de lo que se pueda intuir leyendo determinados documentos o de lo que insinúen algunos titulares, los que menos tienen cada día están un poquito mejor. Y aquí hay que recordar que lo normal a lo largo de la historia de la humanidad ha sido la pobreza. Lo extraño es que a partir de 1700-1800 hubiera un puñado de países occidentales que comenzaran a escapar de la trampa de la pobreza. Y lo extraordinario es que en estos momentos, por primera vez en la historia, comienza a verse la posibilidad de erradicar la pobreza extrema en todo el mundo.

¿El fin de las "banderas de conveniencia"? (a buenas horas, mangas verdes)

"Hace cinco años, las mayores economías en desarrollo del mundo y su acelerado crecimiento generaban temores en los países desarrollados sobre la llegada de un nuevo orden mundial. Sin embargo, en lugar de conducir a la economía mundial por un cauce más calmado, los llamados Brics -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- podrían hundirla"… Los Brics pasan del brillo a las sombras (The Wall Street Journal – 20/1/16)

La debilidad del consumo global, el derrumbe de los precios de las materias primas y un conjunto de problemas económicos y políticos han hecho que dos miembros, Rusia y Brasil, caigan en recesión. Esto a su vez ha desatado la mayor fuga de capitales en los mercados emergentes en más de dos décadas. Los inversionistas han retirado cerca de US$ 500.000 millones de esos países en los últimos 12 meses.

El futuro económico es incierto y los esfuerzos por conformar un bloque que desafíe el poderío del Grupo de los 7 mayores países industrializados son vistos con una sana dosis de escepticismo.

"Las expectativas de un nuevo orden económico de los Brics fueron un poco exageradas", reconoce Hung Tran, director gerente ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales, una entidad que agrupa a las empresas financieras. Mientras las economías maduras se vuelven más dinámicas y los mercados emergentes se desaceleran, "el impulso que justificaba un mayor peso y un rol más protagónico en la coordinación económica llegó a su máximo", agrega.

Hace algunos años, pocos podían esperar una caída tan abrupta. China se expandía a una tasa promedio superior a 10% al año, e incluso llegó a crecer 14% en 2007. India promedió un crecimiento de 8%, Rusia de 5% y Brasil y Sudáfrica de cerca de 4%. En comparación, los países del G-7 se expandieron a una tasa promedio de 1,4% en el mismo período.

Con la perspectiva del tiempo, queda claro que observadores e inversionistas debieron haber sido más escépticos. Las economías dependientes de las exportaciones y las materias primas han sido propensas a los ciclos de auge y caída, presas de los vaivenes de la demanda global de sus productos. El aporte colectivo de los Brics al crecimiento global ha caído desde un nivel máximo de 50% en 2013 a 36% en la actualidad.

Desde 2011, los tres grandes factores que propulsaron el crecimiento estelar de los Brics se han revertido. Los precios de las materias primas, que subieron casi 80% entre 1999 y 2001, han caído a niveles que no se veían en más de una década. El crecimiento del comercio mundial ha descendido desde cerca de 7% al año en los seis años previos a la crisis a alrededor de 2% ahora. La economía China, el principal motor de crecimiento del grupo, registró en 2015 su menor tasa de crecimiento en 25 años, de 6,9%. La segunda economía del mundo corre el riesgo de estancarse conforme las autoridades tratan de pasar de un modelo dependiente de las exportaciones y el crédito a uno más sostenible basado en el consumo interno.

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No son los únicos vientos en contra de los Brics, que también afrontan problemas de endeudamiento, turbulencias políticas y grandes desafíos demográficos. "Las condiciones financieras globales se han vuelto más restrictivas y los mercados en desarrollo son particularmente sensibles a los efectos", dice Maurice Obstfeld, economista jefe del Fondo Monetario Internacional.

La mayoría de los países aprovecharon los años de crédito barato para endeudarse más de lo que sus actuales proyecciones de crecimiento ameritan. La deuda total de los mercados emergentes alcanzó un máximo de 200% del Producto Interno Bruto para ubicarse en US$ 58 billones. El mayor aumento correspondió al sector empresarial.

Esto ha generado una serie de complicaciones financieras. El fortalecimiento del dólar dificulta el pago de billones de dólares de deuda denominada en esa moneda. Las fábricas dejan de operar, los bienes raíces quedan vacantes y otros activos tienen un mal desempeño, y a las empresas no les queda más remedio que la cesación de pagos.

Los altos niveles de deuda probablemente frenarán el crédito que se necesita para estimular el crecimiento y elevarán los costos de financiamiento. El alza de las tasas de interés en Estados Unidos se suma a la presión alcista sobre el costo del dinero.

La política también está generando obstáculos al crecimiento. Rusia, duramente golpeada por el desplome de los precios del petróleo, también ha sufrido las sanciones impuestas por los países de Occidente por su intervención en Ucrania. El gobierno brasileño es víctima de un creciente escándalo de corrupción que pone en peligro sus reformas económicas. Y muchos economistas plantean dudas sobre la capacidad del Partido Comunista de China para superar los problemas de corrupción y turbulencias financieras.

Los Brics también tienen por delante un desafío demográfico: el crecimiento de la fuerza laboral se está agotando o, en el caso de China, disminuyendo. Eso socava la capacidad de expansión de estas economías.

Para superar esta serie de desafíos, el FMI y el Banco Mundial advierten que los gobiernos deben emprender reformas urgentes para mejorar la productividad y competitividad de sus economías. Las recetas varían de un país a otro, pero incluyen una mayor inversión del sector privado, reformas laborales, un fortalecimiento del sistema judicial y protecciones más robustas a los derechos de propiedad. Brasil y Sudáfrica, por ejemplo, deben abordar cuellos de botella en su infraestructura. Rusia y China necesitan estimular una mayor competencia en sus mercados y privatizar las compañías estatales ineficientes.

De todos modos, pocos economistas son optimistas y en su mayoría reconocen que las perspectivas de los Brics al menos les preocupan. El Banco Mundial prevé que el crecimiento potencial de estos países caiga de 6% hace unos años a menos de 4%.

Otro indicio clave de la incapacidad de los países emergentes para transformar sus economías se encuentra en la clasificación que elabora el Banco Mundial sobre el clima de negocios que impera en los diferentes países. Los Brics, con la salvedad de Sudáfrica, no han registrado grandes variaciones en la lista. India, por ejemplo, se ubicó en el puesto 130 entre 189 países este año, un avance de cuatro lugares frente a 2007.

Al mismo tiempo, India también muestra potencial para las reformas estructurales. El primer ministro, Narendra Modi, cumplió algunas de sus promesas de cultivar una mejor relación con los empresarios y apuntalar las finanzas del gobierno. Los mercados se estabilizaron y el país registra el mayor crecimiento entre los Brics. La pregunta ahora es si el gobierno llevará a cabo otra serie de medidas que prometió.

Los esfuerzos para realizar las reformas estructurales se han vuelto particularmente importantes debido a que se prevé que los precios de los commodities sigan débiles por un largo período y hay pocas señales de un aumento importante de la demanda de las economías desarrolladas en un futuro cercano.

Estas son las razones por las que el Banco Mundial y otros organismos advierten que la era de crecimiento bajo que aqueja a los Brics y otros mercados emergentes podría estar recién comenzando.

Las preocupaciones ya no giran en torno a un nuevo orden mundial, sino a un nuevo desorden mundial. "La mayor preocupación ahora es que a medida que su crecimiento pierde fuerza, e incluso se contrae, parecen bastante defensivos y hasta paranoicos", dice Matthew Goodman, ex director de economía del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que ahora se desempeña en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Goodman subraya las crecientes tensiones sobre seguridad cibernética y la posibilidad de que se produzcan conflictos regionales en los mares del sur de China y en las fronteras de Rusia. "¿Van ahora a adoptar una postura defensiva y generar problemas para un sistema de normas que ha funcionado bastante bien para el mundo hasta el momento?".

Las nuevas "tendencias" laborales: el "precariato permanente" (y los "becarios eternos")

– El reto de afrontar el cambio en el mercado laboral (Project Syndicate – 18/1/16)

Davos.- Mientras la economía mundial cambia a un ritmo cada vez más acelerado, en varios países el mercado laboral no sólo lucha por mantenerse en pie sino que parece haberse descompuesto de distintas maneras importantes. Coexisten un alto desempleo y puestos de trabajo sin llenarse. La productividad en ascenso no se expresa en salarios más altos. Para muchos el ascenso social resulta inalcanzable a pesar de que la economía ha comenzado a recuperarse.

Afortunadamente, parece que hay cambios en camino. Cuatro tendencias globales están dando nueva forma al mundo laboral, ayudando a solucionar contradicciones y superar las disfunciones que surgen a medida que las empresas, los trabajadores y los gobiernos se adaptan al nuevo entorno demográfico, tecnológico y económico.

La primera tendencia es demográfica. En gran parte del mundo, el envejecimiento de la población y la reducción de las tasas de natalidad implica que se acercan a su fin los tiempos en que la mano de obra era abundante. Cerca del 60% de la población mundial habita en países con fuerzas de trabajo estancadas o en caída. La población en edad laboral de China alcanzó su máximo en 2010; para 2050, más de un cuarto de su población tendrá más de 65 años (hoy la cifra es apenas un 8%). En Alemania, se espera que la fuerza laboral descienda en seis millones de personas en los próximos 15 años.

A medida que la mano de obra se vuelva cada vez más escasa, los empleadores y las autoridades se verán obligados a reconsiderar sus modos de encontrar habilidades. En Japón, donde un cuarto de la población es mayor de 65 años, el Primer Ministro Shinzo Abe ha impulsado una importante iniciativa para hacer que más mujeres y personas de edad formen parte del mercado laboral. Como resultado, a pesar de que en el país la población en edad laboral (según su definición tradicional) ha descendido en un 8% en la última década, la caída de la fuerza laboral fue de apenas un 1%.

En otros lugares están apareciendo otras estrategias para cerrar la brecha laboral. Frente al envejecimiento de la población, las empresas del sector aeronáutico han impulsado horarios de trabajo flexibles, jubilaciones escalonadas por fases, carreras "encore" (es decir, reorientación profesional tras la mitad de la vida) y una gran cantidad de programas de transferencia de conocimientos para capacitar a la nueva generación de empleados. Las compañías que no pueden encontrar en un país el talento que precisan hacen uso del teletrabajo, e intentan atraer grupos subrepresentados, como mujeres, jóvenes, minorías, personas con discapacidades y emigrantes.

Al mismo tiempo, otra tendencia, el auge de la opción individual, está dando a los trabajadores una flexibilidad sin precedentes. Hoy, cuando al alcance de un clic hay millones de puestos de trabajo, la mayoría de los nacidos a comienzos de siglo esperan cambiar de orientación varias veces durante el curso de sus carreras profesionales. En lugar de tratar de aferrarse a un empleo de por vida, la meta hoy es mantenerse empleable: desarrollar las habilidades y experiencia necesarias para avanzar, independientemente de cuál sea el empleador.

Como resultado, cada vez más las habilidades determinan los salarios y las oportunidades, en lugar de la antigüedad. Estos talentos más buscados cuentan con mayor poder de negociación, pueden administrar sus carreras en mejores condiciones y lograr salarios más altos. Quienes carecen de habilidades demandadas sufren dificultades y se sienten prescindibles.

Hasta ahora, esta abundancia de opciones ha hecho que las compañías prefieran no invertir recursos en capacitar empleados que, después de todo, pronto podrían decidir unirse a un competidor. Sin embargo, a medida que sea más difícil retener a los empleados bien cualificados, es posible que decidan invertir más en desarrollo profesional. Los empleadores que lo ofrezcan se convertirán en un destino para los trabajadores talentosos.

La tercera tendencia que está dando nueva forma a los mercados laborales es la rapidez del cambio tecnológico, del que pocos sectores industriales están a salvo. Se espera que la automatización, facilitada por una mejor tecnología de inteligencia digital, tenga un efecto importante sobre los empleos. Es altamente probable que hasta un 47% de los puestos de trabajo que existían en Estados Unidos en 2010 dejen de existir debido a la computarización en las próximas dos décadas. Si la historia sirve de pauta, nuevas industrias y oportunidades reemplazarán a las que se pierda, pero la transición será dificultosa y durará décadas.

Y, sin embargo, hay razones para el optimismo. Incluso si la tecnología barre sectores de la industria, facilitará el surgimiento de nuevos modelos que podrían ayudar a solucionar algunos de los problemas del sector laboral. PricewaterhouseCoopers estima que los cinco principales sectores del consumo colaborativo (financiamiento entre pares, dotación de personal en línea, alojamiento entre pares, uso compartido de vehículos y streaming de vídeo y música) podría crecer de los actuales 15 mil millones de dólares en ingresos a 335 mil millones en 2025. No hay duda de que se trata de una industria de menor tamaño, pero ha desatado un torrente de creatividad a partir de la pregunta básica de cómo alinear mejor la oferta y la demanda de trabajo en un mundo que avanza a un ritmo cada vez mayor.

Una cuarta tendencia que es evidente en el mercado laboral de hoy en día es la rápida adopción del manejo de recursos humanos basados en datos por parte de los empleadores con sofisticación tecnológica. La gestión del talento ha pasado de ser un arte a una ciencia, a medida que las organizaciones aplican big data y técnicas de cadena de suministro para enfocar la selección y la retención. Con la proliferación del llamado análisis de personas (pruebas de inteligencia y comportamiento, tarjetas de puntuación de desempeño digital y mejores sistemas de información), las compañías conocen como nunca antes a sus empleados. Es más fácil ver dónde están los mejores talentos al interior de una compañía o dónde podría haber brechas.

Las compañías están haciendo uso de estos datos para pensar más estratégicamente sobre cómo seleccionar y contratar talento humano. Por ejemplo, dado lo difícil que resulta mantenerse al día con la cambiante tecnología, cada vez más empresas externalizan a terceros expertos la gestión de la tecnología de la información. A su vez, esto crea nuevas eficiencias, permitiendo que los proveedores de seguridad en la red monitoreen ataques contra una amplia gama de clientes y compartan estrategias y soluciones. La selección y contratación es otra área que se está externalizando cada vez más para lograr personal con experiencia y elevar su eficiencia.

En resumen, soy un optimista. El periodo difícil y agitado en el que nos encontramos creará nuevas oportunidades. La creciente constatación de que los mercados laborales han cambiado de manera fundamental y permanente motivará a las autoridades, empleadores y empleados a abordar los nuevos desafíos de modos en que todos se beneficien. Los grandes cambios nunca son fáciles, pero cuando se afrontan bien pueden volvernos más fuertes y mejores.

(Jonas Prising is Chairman and CEO of ManpowerGroup)

¿Se puede "construir" Europa "sin barcos y sin honra"? Espero respuesta, Mr. Schulz

– Alejar a Europa del borde del abismo (Project Syndicate – 20/1/16)

Davos.- En 2007, Estados Unidos sufrió una crisis financiera grave y muy contagiosa. Ocho años después, finalmente se está recuperando de forma convincente, tanto así que el mes pasado su Reserva Federal subió la tasa de interés base por primera vez en casi una década. Sin embargo, Europa sigue en malas condiciones. No solamente por no haberse recuperado de su crisis posterior a 2008; acosada por varias crisis que se multiplican, parece a punto de coger una neumonía.

La mejor defensa contra los patógenos es un sistema inmune fuerte, del que en la actualidad Europa carece, en forma de líderes políticos que den una visión inspiradora y de futuro a sus pueblos. Los niveles de desencanto político han llegado a niveles que no se veían desde los oscuros años 30, y el riesgo de que el continente sucumba a las fuerzas destructivas del populismo es mayor que nunca.

Pero es demasiado pronto para abandonar las esperanzas; por el contrario, Europa está en una buena posición para tener éxito en el largo plazo. Y para ello, su clase política debe ampliar su perspectiva en lugar de enfrentar una crisis tras otra a medida que van surgiendo, logrando prever y abordar los retos e inspirando una vez más a sus pueblos.

¿Es esto demasiado pedir? La historia nos responde con un categórico no. Hace seis décadas, cuando su economía se recuperaba de la destrucción causada por la Segunda Guerra Mundial, los líderes europeos alzaron la mirada por sobre las dificultades cotidianas para dar forma a un futuro más esperanzador que se apoyara en la integración europea. Hoy se necesita esa misma visión preclara, y la Unión Europea, con su inigualable habilidad para facilitar la cooperación regional, seguirá siendo un actor esencial.

Por supuesto, hay algunas diferencias clave entre las circunstancias que llevaron a la creación de la UE y las que hoy enfrentan los líderes europeos. La más notable es que gracias a la UE, gran parte de los europeos no han tenido que sufrir la guerra ni condiciones absolutas de privación económica. Ahora que la demagogia no está limitada por el recuerdo de sus experiencias vitales, muchos europeos son mucho más vulnerables a quienes siembran temores y ofrecen falsas promesas, lo que se puede advertir en la creciente influencia de narrativas nacionalistas y movimientos populistas. Peor aún, frente a la erosión de su base de votantes, muchos partidos tradicionales están intentando adaptarse a estas fuerzas destructivas, fustigando ellos mismos a la UE.

Claramente, la UE precisa de nuevos ímpetus que reflejen los retos y oportunidades del siglo veintiuno. Pero será casi imposible hacerlo (e inspirar a las personas con ello) si ella misma y los gobiernos de sus estados miembros no logran controlar las crisis que hoy les amenazan. Por eso es tan urgente que Europa ponga orden de una buena vez a su situación económica.

No será rápido ni fácil hacerlo, no en menor lugar porque nos exigirá abordar los muchos problemas que por años se han barrido bajo la alfombra, como proyectos a medio acabar cuya implementación se le endilgó a la UE. El ejemplo más claro es la unión económica y monetaria parcial que ha existido cerca de veinte años, y que hoy debe hacerse plena para que pueda tener éxito y dar resultados.

Es hora de que los líderes de la UE rompan el hábito de décadas de impulsar proyectos a medio cocer que apenas alivian los síntomas de las crisis, e implementar reformas reales que aborden sus causas raíz. La solidaridad al interior de Europa sólo se puede recuperar con un enfoque nuevo y avances tangibles.

Mi llamado a renovar el compromiso con la UE no viene de ningún estribillo federalista. Soy el primero en subrayar que los actores políticos de todos los niveles tienen un papel que desarrollar en Europa, en la medida que sean capaces de poner en práctica políticas de manera eficiente. Y también reconozco que es necesario reformar las instituciones de la UE para que hagan frente a la situación con altura de miras, en lugar de centrarse sólo en los detalles.

No obstante, la UE y sus instituciones siguen siendo parte integral de las iniciativas para dar respuesta a retos que exigen un frente unido, como los que Europa enfrenta en la actualidad.

Para que los líderes europeos puedan realmente inspirar a sus pueblos a construir un futuro en común, es necesario que demuestren que comprenden lo que éste nos depara y cómo sacarle el máximo partido. Deben comenzar por flexibilizar sus actitudes y comprometerse a trabajar en conjunto para hacer frente con decisión a las crisis actuales y futuras.

Si bien no podemos saber con certeza lo que nos depara el futuro en los próximos 10 a 20 años, tenemos unas cuantas pistas importantes. Por una parte, la Cuarta Revolución Industrial promete transformar nuestras economías y sociedades de maneras fundamentales. También están en juego muchos otros retos trasnacionales, como abordar las causas de origen de la crisis de refugiados de Oriente Próximo o implementar el acuerdo al que se llegó en París el mes pasado para mitigar el cambio climático.

Sería irónico si los europeos, cegados por promesas ilusorias de prosperidad y felicidad dentro de sus respectivas fronteras nacionales, tiraran por la borda 60 años de profunda cooperación cuando más se la necesita. Por supuesto, el nacionalismo autodestructivo no tiene nada de nuevo, pero por lo general los líderes se las han arreglado para no caer en la tentación. La clave para Europa será proponer una visión coherente y atractiva que justifique la necesidad de que cooperemos en las décadas que se avecinan.

(Martin Schulz is President of the European Parliament)

Otra "receta" (y van…) para dominar con éxito el desafío de la 4ª Revolución Industrial

– Cómo dominar la Cuarta Revolución Industrial (Project Syndicate – 21/1/16)

Londres.- La innovación tecnológica genera desde hace mucho reacciones diametralmente opuestas: algunos se maravillan con las nuevas posibilidades y otros temen el cambio disruptivo, pero la mayoría de nosotros ni siquiera nos damos cuenta de qué está ocurriendo. Consideramos el cambio como algo dado.

El ingenio humano no se reconoce ni aprecia lo suficiente, especialmente en los mercados financieros. Los inversores se obsesionan por cuestiones más pedestres: temores por un aterrizaje forzoso en China, la repercusión de la caída de los precios del petróleo, y el riesgo de que algún shock pueda llevar a que la frágil economía mundial se desplome nuevamente hacia la recesión o la deflación.

Obviamente, las preocupaciones por las condiciones de la demanda global no carecen de fundamento (ciertamente, lo último que la economía mundial necesita es más estrés). Sin embargo, a pesar de toda nuestra angustia por el exceso de deuda y lo inadecuado de las políticas, nada es tan importante como el ingenio humano para mejorar los niveles de vida y las oportunidades de inversión. De hecho, la llegada de las nuevas tecnologías ofrece la promesa de una Cuarta Revolución Industrial, el tema del Foro Económico Mundial de Davos este año.

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