Descargar

Acercamiento al debate sobre las relaciones internacionales. (página 2)

Enviado por Estuardo Meneses


Partes: 1, 2

A mi modo de ver se avizoran dos puntos de vista en la disciplina:

  • 1. La primera apunta a la misma definición del objeto de estudio, las relaciones internacionales;

  • 2. la segunda se despliega en el cómo estudiar y abordar ese campo de estudio, en palabras de Ruggie, el enfoque neo utilitarista frente al enfoque constructivista[7]

Hans Morgenthau argumenta como, hasta épocas muy recientes, no existía una teoría explícita de las Relaciones Internacionales y ni siquiera nadie consideraba la posibilidad de elaborar dicha teoría. Desde luego, nos recuerda Morgenthau, no ha sido por falta de pensadores que hayan sido conscientes de la existencia de esas relaciones sociales que hoy llamamos internacionales y de hecho sí puede afirmarse la existencia desde hace siglos de una Historia de tales relaciones.

Señala Morgenthau que tal ausencia puede deberse a tres razones relacionadas tanto con la coyuntura histórica como con la historia del pensamiento político.

  • 1. La primera de las razones que señala es que hasta el fin de las guerras napoleónicas, la visión filosófica dominante consideraba a las relaciones entre los Estados como un hecho de la naturaleza ante el cual los hombres eran impotentes. Mientras los hombres creyeran que las relaciones entre los Estados estaban fuera del alcance del control humano, más allá de su capacidad para cambiar la realidad, sólo había cabida para la Historia de esas relaciones y no para intentar su teorización.

La posibilidad intelectual de una teoría de las Relaciones Internacionales sólo aparece cuando los hombres empiezan a pensar dichas relaciones, no como algo dado por la Naturaleza, sino como una creación humana y por tanto transformable.

  • 2. Una segunda razón que apunta Morgenthau se presenta como un obstáculo nacido precisamente de esa creencia en la capacidad de reformar las políticas exteriores, característica del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX: lo que verdaderamente importaba no era entender la naturaleza de las relaciones internacionales, sino desarrollar las instituciones legales y los mecanismos que fueran capaces de superar las relaciones internacionales entonces existentes.

Para el wilsonismo de entreguerras era intelectualmente impensable y moralmente dañino  hablar de Relaciones Internacionales de una manera científica, es decir, objetiva y sistemática.

  • 3. El tercer factor que limita, aunque no anula la posibilidad de tal teoría es de carácter permanente: "la acción política tiene un elemento racional que la hace susceptible al análisis, pero contiene un elemento de contingencia que obstaculiza seriamente dicha teorización. Los fenómenos políticos ocurren de forma singular y nunca se repetirán de la misma manera"[8]. Morgenthau se está refiriendo obviamente a una teoría descriptiva y explicativa; en el terreno normativo, el de la teoría o filosofía políticas, seguramente este autor estaría de acuerdo con otros de nuestros clásicos, Martin Wight, para el cual dicha teoría o filosofía políticas no podían darse en el terreno de las relaciones entre Estados pues éste era el ámbito de la repetición y la recurrencia, donde ningún progreso moral era posible, muy al contrario que en el seno de las relaciones políticas domésticas, es decir, dentro de las unidades políticas ya establecidas [9]

Coincido con el análisis de Morgenthau y no tanto con el M. Wight, pues aunque dudo del progreso moral, sí creo posible una teoría o filosofía política de las Relaciones Internacionales. En cualquier caso aquí han sido traídos a colación para mostrar los modestos límites en que podría desenvolverse una teoría de las Relaciones Internacionales.

En la posguerra fría el sistema internacional se recompone en medio de tendencias contradictorias y una dinámica convulsa, turbulenta y conflictiva. Los acelerados cambios mundiales que escaparon a todas las previsiones han cuestionado ideas preconcebidas, sistemas de valores, paradigmas interpretativos. Un exhaustivo balance de estas transformaciones y tendencias en las relaciones políticas internacionales es descrito por el profesor Roberto González Gómez[10]de la siguiente manera:

  • La implosión del bloque de países socialistas europeos y la desintegración de la URSS, puso fin a la guerra fría y en buena medida a toda la segunda postguerra, signada por la confrontación bipolar este-oeste.

  • Estados Unidos emergió victorioso de la confrontación como única superpotencia mundial en todos los planos del poderío militar, económico, de influencia política e ideológica. Se perfiló una configuración de la relación de fuerzas coyunturalmente unipolar o monopolar, sustentada en sus recursos de poder "duro" y "blando".

  • La superpotencia norteamericana, desde luego, no salió indemne de la gran confrontación global, como lo demuestran los grandes déficits fiscales y de balanza de pagos, la enorme deuda externa, el deterioro de los niveles educacionales en primaria y secundaria, y de las infraestructuras de los centros urbanos, el alto grado de criminalidad, aunque esto no avale en términos absolutos, la tesis "declinista", popularizada en los años 80 por el historiador Paul Kennedy.

  • La llamada Tercera Revolución Tecnológica o Industrial intensificó los procesos de transnacionalización y globalización de la economía mundial, que se perfilan desde los años 70, tendencia profunda que venía transformando silenciosamente la dinámica internacional en un sentido tan dramático como los procesos que llevaron al colapso del socialismo europeo. El fenómeno condujo al fortalecimiento de nuevos centros capitalistas basados en la conformación de megabloques económicos

En la tesis asumo el concepto de las Relaciones Internacionales como un área de conocimiento, de investigación y de docencia. Con esta afirmación diferenciaré las relaciones internacionales como área de conocimiento de la llamada disciplina, teoría o ciencia de las Relaciones Internacionales.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, como área de conocimiento, se reconoce que este tipo de relaciones sociales calificativo de sociales engloba, las relaciones políticas, económicas, jurídicas, societarias, etc. – pueden abordarse desde los postulados y las metodologías de diferentes disciplinas.

Por supuesto que la Historia, en su forma de Historia diplomática, no sólo está en el origen del moderno estudio de las relaciones internacionales sino que, desde una perspectiva historiográfica más actual, sigue ocupándose de esta parcela de la realidad social a la cual he dedicado gran parte de mi vida.

El Derecho Internacional, por su parte jugó también un papel formativo en la moderna disciplina de las Relaciones Internacionales, y sería absurdo negar que hoy siga ocupándose de esas relaciones y de las instituciones y normas que las rigen. Esto es valido también para la teoría política, la filosofía política o de la historia del pensamiento político. Hay una larga tradición de reflexión sobre la guerra y la paz, sobre el derecho de conquista, sobre los derechos de los seres humanos como parte de una humanidad común y como súbditos o ciudadanos de un reino o de un Estado.

Esta tradición que, en lo que respecta al Estado moderno, podemos considerar que se inició con Maquiavelo, incluye a los grandes juristas iusnaturalistas como Vitoria, Suárez o Grocio, los teóricos del Estado como Bodino o Hobbes, y a filósofos como Rousseau o Kant.

Aunque es reconocido por todos los estudiosos de las relaciones internacionales que sus aportaciones han sido esenciales para la reflexión contemporánea de hecho muchas de sus ideas, imágenes y metáforas aparecen constantemente en los textos de nuestros días la distinción académica entre ciencia política y teoría política ha cercenado muchos de los hilos de reflexión que podían vincular la reflexión clásica con la reflexión contemporánea. Sin embargo, no puede dudarse que el espacio de las relaciones internacionales puede estudiarse desde la perspectiva de la Ciencia Política y desde la de la Sociología, aunque reconozco que muchas veces no está clara cuál es la diferencia entre estas dos perspectivas.

El estudio de las relaciones internacionales desde la perspectiva de la Ciencia Política ha caracterizado las elaboraciones en el mundo anglosajón principalmente en los primeros autores realistas – como Morgenthau, Wolfers o Herz -, muy claramente en la llamada etapa behaviorista o cientifista en los años cincuenta y sesenta, con el llamado neorrealismo de los años setenta y ochenta, y coincidente con la fiebre de la elección racional.

Por el contrario, las relaciones internacionales como sociología ha sido el enfoque preferido de autores franceses como M. Merle [11]y de la llamada escuela o tradición española que siguiendo a Truyol  " se articula en torno a la formulación de una teoría de las sociedad internacional"[12].

Esta posibilidad de que nuestra área de conocimiento se aborde desde diferentes perspectivas, que en numerosas ocasiones se solapan, se reflejan en los programas de estudios de las facultades y licenciaturas de Ciencias Políticas y Sociología. En ellos se aborda tanto la Teoría de las Relaciones Internacionales, como su Historia, el Derecho Internacional, las organizaciones político-administrativas internacionales, la economía internacional, etc.

Debemos ahora preguntarnos qué tienen de específico estas relaciones sociales. En mi opinión las dos instituciones claves son la soberanía y la frontera.

La soberanía entendida como autoridad exclusiva de un Estado sobre una población y un territorio, como potestad para actuar en el medio internacional sin otras obstáculos que aquéllas con las que los Estados se han dotado a sí mismos; como independencia y como igual frente a otros Estados[13]Y la frontera como la demarcación que delimita el espacio dentro del cual los deberes y derechos del Estado y de los ciudadanos tiene vigencia y fuera del cual son otros los que están dotados de ellos.

En nuestros días el estudio de las relaciones internacionales superó la etapa inicial wilsoniana en la que se situaban las causas de la guerra en la organización interna de los Estados – según Wilson fueron los imperios autoritarios y multinacionales los causantes de la guerra – y se confiaba para evitarla en un futuro en el carácter liberal de los regímenes internos, en la fuerza de la opinión pública internacional y en la Sociedad de Naciones. Fue ésta una etapa en la disciplina en la que la soberanía no cercenaba la relación entre lo interno y lo externo en el estudio de las relaciones internacionales.

A partir del establecimiento de la hegemonía del realismo clásico en los años cuarenta, el área de conocimiento de las relaciones internacionales se establece mediante una separación radical entre lo interno y lo externo. Reflejando esta situación los relatos convencionales sobre la vida política que expresan una contradicción o paradoja crucial: dentro de un Estado particular, los conceptos de obligación, libertad y justicia pudieron ser articulados en el contexto de los relatos universalistas de Revelación, Razón e Historia.

Sin embargo, esta reivindicación de valores y procesos universales, presuponían, implícita o explícitamente, una frontera más allá de la cual estos derechos universales no podían ser garantizados. Mas allá de la frontera, mas allá de la fronteras del Estado nación, "…se abría un mundo de diferencia, un mundo de otros, que espacialmente se situaban fuera, y de los que habitualmente se presuponía temporalmente retrasados; un mundo de relaciones internacionales, incluso de anarquía internacional, donde eran válidas otras reglas" [14]

El concepto de soberanía y su plasmación-demarcación geográfica en la frontera delimitan claramente un dentro y un fuera. Dentro de las fronteras, bajo la protección de la soberanía, el individuo es la unidad de análisis y el sujeto de deberes y derechos; fuera de las fronteras los Estados en su comportamiento internacional son el objeto de estudio.

El orden es la condición normal de la vida en la sociedad interna; por el contrario, la característica más resaltada de la vida internacional es la anarquía, ya sea entendida en términos hobbesianos como estado de guerra, ya entendida, siguiendo a Locke, como simple ausencia de autoridad superior.

Dentro del Estado es posible y deseable, y ese será el fin último del estudio, la búsqueda de la vida buena, es decir de aquella sociedad capaz de proporcionar los bienes que los ciudadanos demanden, sean estos cuales fueran; fuera del Estado, donde el conflicto es aplazable, pero históricamente inevitable, el estudioso sólo puede proporcionar los conocimientos que permitan al Estado defenderse, o en todo caso apaciguar y encauzar los conflictos.

Dentro, el Estado, con su sistema legal, permite dirimir los conflictos y hacer guardar el orden y posee la capacidad de imponer la ley y castigar sus violaciones; fuera, el sistema legal es más escueto y sobre todo no existe una autoridad superior con poder sancionador, de tal modo que los únicos instrumentos a disposición de los Estados en caso de conflicto y de peligro de sus intereses son la guerra y la diplomacia. Como reflejo de lo anterior, los Estados tienen un derecho interno muy desarrollado, mientras que el Derecho Internacional se basa en las costumbres y las normas generadas por la interrelación misma de los Estados.

Finalmente dentro del Estado es posible la teoría política, entendida como la reflexión filosófico normativa sobre la libertad, la justicia, lo bueno y lo malo de cara al establecimiento de horizontes que acerquen a esa sociedad hacia la vida buena; una teoría política internacional, tal y como señalara M. Wight, no es posible, pues las relaciones internacionales no son susceptibles de progreso hacia esa vida buena y son, como ya hemos mencionado, el ámbito de la repetición y la irregularidad. El estudio de las relaciones exteriores de los Estados, es, en definitiva, el estudio de su poder y de sus intereses.

Ciertamente, muchos autores negarán esta radical separación entre dentro y fuera del Estado, entre las relaciones sociales internas e internacionales. Cabe una negación conceptual argumentando que no son relaciones de carácter radicalmente distinto o que no todo es orden interno y anarquía externa [15].

Y cabe una negación fáctica, apelando a los límites reales de la soberanía por los efectos de la globalización, a la disolución de las diferencias entre el medio externo y el medio interno por los flujos transnacionales, o por los procesos de integración y cooperación. Ambas negaciones son acertadas. Pero, a pesar de ello, es difícil olvidar que las Relaciones Internacionales como área de conocimiento se establecieron y desarrollaron sobre la base de tal distinción.

Ya hemos citado el parcial escepticismo de H. Morgenthau sobre una posible teoría de las relaciones internacionales. En esta mima línea de pensamiento se sitúa R. Aron que argumenta que no se puede buscar una teoría que explique todo, no sólo imitando a las Ciencias Naturales sino a la misma economía… pues puede que exista un homo economicus maximizador racional de beneficios pero "no existe un homo diplomaticus maximizador de poder, éste no sería un modelo, sino una caricatura"[16] .

Es posible la elaboración de teorías de las relaciones internacionales que puedan cumplir formalmente todas las exigencias planteadas al principio de este epígrafe. Pero hay que señalar que tales teorías pueden ser, de hecho son varias, y que su valor predictivo es escaso, por utilizar un calificativo generoso. No dudo que el neorrealismo de K. Waltz y sus epígonos cumplan todas las condiciones formales y sirva para explicar – a posteriori, como todos – aspectos de la realidad.

Sobre las modelaciones matemáticas de la elección racional me alineo con H. Bull cuando, en el debate con el cientificismo de los años sesenta, sostenía que lo único que habían dado de sí las interminables y científicas correlaciones y regresiones eran lugares comunes a los que ya se había llegado por métodos históricos y filosóficos[17]

En este sentido, S. M. Walt en su artículo ya citado "Rigor or Rigor Mortis" menciona con simpatía a algunos autores que "dudan de que (los métodos de la acción racional y) sus técnicas formales tengan algún valor, y consideran a la comunidad de los modelizadores como un grupo de imperialistas estrechos de miras  que buscan imponer su método a toda la disciplina" y que, por otro lado, todavía no han sido capaces de elaborar "un sustancial número de hipótesis importantes, ni de predicciones verificadas"[18]

Pienso que lo que está en discusión en la disciplina abarca un campo que incluye desde la misma definición de relaciones internacionales hasta la ontología de las mismas y la epistemología necesaria. Pero hay más, si estudiar (y enseñar) a Hobbes, Kant, Marx o Foucault es, como mínimo, tan importante como hacer lo propio con Keohane o Waltz es que, en mi opinión, debemos volver al ars politicae, al reino de la intuición, fortalecida por el conocimiento de la Historia, la obra de los grandes pensadores actuales y de antaño.

Podríamos registrar dos definiciones opuestas sobre esas relaciones que llamamos internacionales:

  • 1. la primera sería muy restrictiva y señalaría que las relaciones internacionales son aquellas relaciones que establecen los Estados o sus representantes entre sí;

  • 2. la segunda, por el contrario, apuntaría a una visión más amplia de tal manera que consideraría relaciones internacionales a todas aquellas relaciones que se establecen a través de las fronteras y que tienen efectos públicos. Todas las posibles definiciones de las relaciones internacionales podrían situarse en algún punto del arco cuyos extremos acabo de señalar.

El primer extremo, la primera definición, corresponde a la visión de la escuela realista clásica. Su concepto de Estado, como ya hemos visto, es el de una totalidad nacional territorial [19], que desde la perspectiva de las relaciones internacionales tiene capacidad de firmar tratados[20]El objeto de estudio de la disciplina de Relaciones Internacionales serían aquellas relaciones establecidas entre estas entidades, y que R. Aron ejemplificó en las figuras del soldado y del diplomático[21]

En sentido estricto, estas relaciones son relaciones políticas, es decir relaciones del poder. Cualquier otro tipo de relaciones establecidas a través de las fronteras serán pertinentes y dignas de estudio si, y sólo si, afectan al interés nacional del Estado en cuestión; es decir, siguiendo a H. Morgenthau, a su poder. [22]

Las diversas escuelas que se adhieren a esta definición variarán en lo que respecta al peso relativo del carácter conflictivo o cooperativo de estas relaciones, pero se atendrán a una determinada visión de la política mundial donde los protagonistas son los Estados y sus móviles la búsqueda de sus intereses nacionales respectivos HYPERLINK "http://www.relacionesinternacionales.info/RRII/N1/artpennas1.htm" l "_ftn20" o "" .

En el otro extremo, la segunda definición acepta como parte de esa realidad que conocemos como relaciones internacionales a todas aquellas relaciones que se realizan a través de las fronteras y que tienen efectos públicos. Tal definición no tiene por qué establecer un corte entre las relaciones que se producen en el ámbito interno y las que se producen más allá de éste. Simplemente señala que limitamos nuestra área de investigación a unas relaciones y no a otras.

Pero esta definición tiene en cuenta que los Estados no son siempre totalidades nacionales territoriales y que, como veremos más abajo, muchos no lo son en absoluto; que hay que distinguir entre el Estado – en el sentido de aparatos del Estado o de la Administración – y la sociedad, y que incluso aquél no siempre actúa unitariamente; que en el ámbito internacional actúan los ciudadanos, las organizaciones transnacionales, grupos de presión, los movimientos que se enfrentan a su propio gobierno o a la misma idea de ese Estado, y que existen flujos transnacionales – informativos, económicos y de todo tipo – no generados por entes estatales que afectan profundamente a la política mundial. Muchas de estas relaciones tienen amplios efectos públicos.

Esta definición no tiene por qué negar la importancia de las relaciones interestatales, simplemente señala la existencia de otras realidades y flujos que actúan a través de las fronteras estatales.

R. Cox nos ha hablado de la internacionalización del Estado y de la formación de un bloque hegemónico transnacional,.S. Strange, se refiere a una comunidad internacional de negocios que se forma por encima de las fronteras y se concentra en los grandes centros económicos internacionales[23]; otros autores nos advierten de la emergencia de una sociedad civil internacional[24]; y finalmente, otros sostienen que el nuevo escenario mundial poco o nada tiene que ver con el surgido de la Paz de Westfalia.

"Sin embargo… comprenderemos que este nuevo escenario mundial que ahora empezamos a plantearnos, poco o nada tiene que ver no sólo con el sistema y orden internacional de posguerra, sino lo que es más importante, incluso con el sistema y orden internacional general que nace formalmente a partir de la Paz de Westfalia de 1648". [25].

Ciertamente, esta definición es tan amplia que peca de imprecisión y carece de la sencillez y elegancia que son los grandes atractivos del realismo clásico. Sin embargo, en su amplitud y vaguedad señala el enorme desconcierto existente entre los estudiosos de las relaciones internacionales sobre los parámetros del nuevo orden internacional, sobre sus jerarquías y sobre sus reglas. Esta definición funciona así, más que como un instrumento de delimitación conceptual, como un aviso de una carencia, como un programa de investigación.

Algunos análisis recientes de figuras señeras de la disciplina de las Relaciones Internacionales  apuntan hacia una reafirmación de nuestra primera definición, caso de la obra de K. Waltz,  y en otros, a dos formas distintas de describir unas relaciones internacionales que no son exclusivamente estato-céntricas, como, por ejemplo, nos mostraría J. Rosenau[26].

Si uno examina los manuales más recientes y posiblemente de más éxito en esta disciplina, lo primero que llama la atención es que lo que en el argot de la profesión se conoce como tercer debate sigue siendo de actualidad y la forma de abordarlo es esencialmente positivista; además de que la elección racional, modelización y la matematización son la ortodoxia en la hegemónica academia estadounidense[27].

Sin negar valor explicativo al neorrealismo, el institucionalismo liberal o el estructuralismo dependentista, creo que se puede hablar de nuevas aportaciones que, a la vez que dispersan las líneas de estudio, aclaran  ideas y derrumban falsos presupuestos y engañosas mitologías.

Quizá baste un ejemplo, ¿qué podemos decir de la idea tan difundida de una crisis del Estado-Nación? Sin intentar responder a esta pregunta de forma terminante, sí creo pertinente apuntar que quizás debamos hablar, no tanto de la crisis del Estado-Nación, sino de la crisis de muchos que se denominaban a sí mismos Estados Naciones. En este sentido, cuando en ocasiones se reflexiona sobre la crisis del Estado-Nación se parte de una idea falsa – que los estudiosos de la relaciones internacionales nos encargamos de difundir profusamente – según la cual el mundo estaba organizado en Estados Nación a imagen y semejanza de los Estados del primer mundo.

Los nuevos Estados podían estar menos desarrollados y menos consolidados, ser más pobres, etc., pero eran Estados nación al fin y al cabo. Si esta afirmación es correcta, lo que está en crisis no es el Estado-Nación sino la falsa imagen que sosteníamos de que el mundo estaba organizado en Estados-Nación efectivos. La apariencia de una soberanía de iure, legal, de un reconocimiento internacional, escondía la ausencia de una soberanía de facto, positiva, de un control efectivo del territorio

En el análisis de las relaciones internacionales vale la pena detenerse en las aportaciones de dos grandes autores de la que se llamó en los años setenta teoría de la interdependencia  y que, después de una vuelta al neorrealismo[28]podrían encuadrarse hoy dentro del Institucionalismo Liberal.

En primer lugar el concepto de soft power de J.N. Nye, Jr; y en segundo, las premisas de un libro editado por J. Goldstein y R.O. Keohane titulado Ideas

and Foreign Policy. Beliefs, Institutions and Political Change[29].

J. diferencia los conceptos de poder duro (económico y militar) y poder blando.

Este segundo consiste (señala Nye) en la capacidad de actuación y de arrastre de otros Estados a las posiciones propias no mediante el uso del poder duro, sino porque otros países quieran seguir su estela, admirando su prosperidad o apertura etc.: "Este poder – lograr que otro ambicione lo que uno ambiciona – es lo que yo llamo poder blando"[30] . El poder blando depende en parte de la capacidad de organizar la agenda política y "esta capacidad de marcar preferencias tiende a asociarse con resortes intangibles como una cultura, una ideología y unas instituciones atractivas"[31] .

El poder blando procede en gran parte de los valores que se reflejan en la política tanto interna como externa. Y resume, "la universalidad de la cultura de un país y su capacidad para establecer una serie de instituciones y normas favorables que gobierna áreas de actividad internacional son importantes resortes de poder".

Me interesa destacar de este análisis, en primer lugar, la importancia de los valores para nuestro campo; en segundo lugar, que estos valores no distinguen sino que impregnan la acción del Estado en el interior y en el exterior; y añadir dos matices que aparecen en el texto: en primer lugar, el poder blando no se opone ni es incompatible con el poder duro y, en segundo lugar, que este poder blando puede ser ejercido por poderes no estatales[32].

En el mencionado texto de J. Goldstein  y R. O. Keohane la idea conductora del libro "es que las ideas tienen influencia en la política cuando las creencias de principio sobre las causas dan lugar a mapas de carreteras que aumenten la claridad del actor sobre la relación entre medios y fines, cuando afectan a los resultados de una situación estratégica en donde no hay un único equilibrio posible y cuando empapan las instituciones políticas"[33].

Las ideas igual que los intereses pueden explicar las acciones humanas. Tanto el realismo como el institucionalismo que proponen nuestros autores parten de modelos racionalistas en donde los actores egoístas maximizan sus utilidades dentro de constreñimientos dados. Pero un racionalismo materialista no podrá explicar las anomalías del análisis y es sobre esta limitación sobre la que nuestros autores esgrimen el poder explicativo (parcial) de las ideas.

Pero la crítica que se puede hacer a estos planteamientos, en palabras de A. Campos es que "las normas no son fuerzas independientes y actuantes por sí solas sobre la realidad, sino que proporcionan el contexto de confrontación y lucha entre los actores sociales. Y este conflicto se da a menudo alrededor de los mismos conceptos y de aquellas normas que establecen. Las normas, las ideas y los lenguajes compartidos socialmente no son unos agentes más de la realidad social, sino elementos constitutivos de la misma"[34].

 

 

 

Autor:

Dr. C. Estuardo Meneses

[1] Vol. 10, Aguilar, Madrid, 1977, p. 282.

[2] Ibíd., pp. 283 y 284.

[3] Sodupe, K., "El estado actual de las Relaciones Internacionales como ciencia social: ¿Crisis o pluralismo paradigmático?" en  Revista de Estudios Políticos, núm. 75 (Enero-Marzo de 1992).

[4]  Smith, S., op. cit.,” The Self-Image of Discipline", p. 10.

[5] Rodrigo, F., La Teoría de  las Relaciones Internacionales y el fin de la Guerra Fría: algunas consideraciones metodológicas, mimeo, Universidad Autónoma de Madrid, 1995.

[6] Ruggie, J.G., Constructing the World Polity. Essays on International Institutionalization, Rutledge, Londres, 1998.

[7] Ruggie, J.G., Constructing the World Polity. Essays on International Institutionalization, Rutledge, Londres, 1998.

[8] Morgenthau, H., “The Intelectual and Political Functions of Theory” en Der Derian, J. (ed.), Critical Investigations, Macmillan, Londres, 1995, pp. 41 a 43.

[9] Wight, M., “Why is there no International Theory?” en Butterfield H. y Wight, M. (eds.), Diplomatic Investigations. Essays in the Theory of International Politics, Allenand Unwind, Londres, 1966.

[10] Este artículo aparece publicado en el libro: Emilio Duharte Díaz y coautores: Teoría y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial “Félix Varela”, La Habana, 2006.

[11] Merle, M., Sociología de las relaciones internacionales, Alianza, Madrid, 1991, 2ª ed. Más difícil de clasificar es    Raymond Aron, cuya obra magna, Paz y guerra entre las naciones, escrita en 1962 y editada en Madrid por Alianza, 1985, dos vols. que incluye historia, teoría, sociología y praxeología del sistema internacional.

[12] Barbé, E., Relaciones Internacionales, Tecnos, Madrid, 1995, p. 90. Para la génesis de esta tradición ver   Arenal, C. del, La Teoría de las Relaciones Internacionales en España, International Law Association (Sección española), Madrid, 1979.

[13] Uso este concepto de soberanía en su formulación como institución internacional, sin entrar en su plasmación práctica que se aleja, en ocasiones, de la formulación. Sobre el concepto de soberanía ver, Hinsley, F.H., Sovereingty, Cambridge University Press, Cambridge, 1986 (hay traducción castellana) y Heller, H., La Soberanía, México, F. C. E, 1995, 2ª ed. Cuatro aportaciones más recientes y críticas son Camilleri, J. A. y  Falk, J., The End of Sovereignty?, Edward Elgar, Aldershot, 1992; Biersteker, T.J., y Weber, C., Sovereignty as a Social Construct, Cambridge University Press, Cambridge, 1996; Bartelson, J., A Genealogy of Sovereignty, Cambridge University Press, Cambridge, 1995 y Weber, C., Simulating Sovereingty. Intervention, the State and Symbolic Exchange, Cambridge, Cambridge University Press, 1995.

[14] Walker, R.B.J., "Sovereignty, Identity and Community: Reflections on the Horizons of Contemporary Political Practice" en Walker, R.B.J. y Mendlovitz, S.H. (eds.), Contending Sovereignties. Redefining Political Community, Boulder Co., Lynne Reinner, 1990, p. 165.

[15]   "En definitiva, no cabe una oposición pura y simple entre el medio internacional y el medio interno, sino que deben verse como una realidad social única, que en sus respectivos ámbitos oscila entre los extremos de la integración y la anarquía, sin que quepan situaciones puras" en Arenal, C. del, Introducción a las relaciones internacionales, Tecnos, Madrid, 1990, 3ª ed., p. 430.

[16] Aron, R., Paz y guerra entre las naciones, vol. 1, Alianza, Madrid, 1985, p. 156, nota 77.

[17] Bull, H., “International Theory. The Case for a Classical Approach”, en Norr, K. y Rosenau, J.N., (eds.), Contending Approaches to International Politics, Princeton, Princeton University Press, 1969.

[18] Walt, S.M., “Rigor or Rigor Mortis…” op. cit., p. 6.

[19] Halliday, F., "State and Society in International Realtions" en Millenium, vol. 16, núm. 2, 1987, p. 195. Navari, C., "The State as a Constested Concept in International Relations" en Navari, C., (ed.), The Conditions of States, Open University Press, Buckingham, 1991, pp. 12-15.

[20] Navari, C., "The State as a Constested Concept in International Relations" en Navari, C., (ed.), The Conditions of States, Open University Press, Buckingham, 1991, pp. 12-15.

[21] Aron, R., op. cit. , Paz y guerra…, cap. I, epígrafe 5, "Diplomacia y medios militares", pp. 71 y ss.

[22] Morgenthau, H., Política entre las naciones, GEL, Buenos Aires, 1986, traducción de la 6ª ed. inglesa, cap. 9: "Elementos del poder nacional".

[23] Rodrigo, F., en su obra citada (p. 30), señala como Keohane, R., y Nye, J., inauguradores de la llamada escuela de la interdependencia, diez años después de la publicación de su Power and Interdependence (Harper Collins, Nueva Cork, 1987) se habían "rendido casi incondicionalmente" al neorrealismo: "Nuestros análisis vinculaban los análisis realistas y neorrealistas a la preocupación liberal por la interdependencia. Más que ver la teoría realista como una alternativa a la teoría liberal de la interdependencia las consideramos como complementos necesarios" en "Power and Interdependence Revisited", International Organization, vol. 41, núm. 1, 1987, pp. 728 y 729.

[24] Ver "The Name of the Game" en Rizopoulos, N.X., (ed.), Sea Changes. American Foreign Policy in a World transformed, Council of Foreign Relations, Nueva York, 1989.

[25] Rosemberg, J., The Empire of Civil Society, Verso, Londres, 1994.

[26] Arenal, C. del, "El nuevo escenario mundial y la teoría de las relaciones internacionales" en Pérez González, M., (comp.), Hacia un nuevo orden internacional y europeo. Estudios en homenaje al Profesor Manuel Díez de Velasco. Tecnos, Madrid, 1993, p. 79.

[27] Rosenau, J., Turbulence in World Politics. A Theory of Change and Continuity, Harvester Wheatsheaf, Londres, 1991 y Along the domestic-foreign frontier. Exploring Governance in a Turbulent World, Cambridge University Press, Cambridge, 1997.

[28] Walt, S.M., “Rigor or Rigor Mortis. Rational Choice and Security Studies” en International Security, vol. 3, núm. 4, 1999, pp. 5, 6 y 7

[29] Ver  Keohane, R., (ed.), Neorelism and its Critics, Columbia University Press, Nueva York,  1986.

[30] Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1993.

[31] La paradoja del poder norteamericano, Taurus, Madrid, 2002, p. 30. Las ideas de Nye se formularon por primera vez y de forma extensa en Bound to Lead. The Changing Nature of American Power, Basic Books, Nueva York, 1990.

[32] Nye, J., op. cit.,  La paradoja…, p. 30. Es curioso que en el siguiente renglón mencione  a Gramsci.

[33] Ibíd., p. 33.

[34] Op. cit., Ideas and Foreign Policiy…, p. 4.

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente