Según aparece en la Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales el primer rasgo que caracteriza a una teoría es la contemplación de algo con intención de aprehenderlo. Es un pensamiento explicativo, "… una proposición o un conjunto de proposiciones concebidas para explicar algo por referencia a hechos interrelacionados no observables directamente, ni patentes en cualquier otra forma". La simple descripción no es una teoría. Sólo las explicaciones que pueden ofrecerse para las descripciones pueden tener algún valor teórico y además" la teoría incluye la predicción con tal de que se derive de una explicación"[1].
Para algunos sólo será ciencia aquel trabajo realizado en la línea del "método científico" en su sentido estricto de observación empírica y razonamiento lógico. Se trataría de establecer leyes o hipótesis sobre leyes, en el sentido de encontrar regularidades, de hacer inducciones lógicas (generalizaciones), a partir de premisas cuyo origen se ha determinado exactamente, que permiten rendir cuentas sobre el número y el tipo de observaciones.
Por último, con el objeto de no ser desbordado por el gran número de variables que ofrece la investigación teórica en la Ciencia Política resulta útil la construcción de un modelo a partir de una serie de premisas e hipótesis [2]. Existe un cierto consenso entre los analistas y los teóricos de las relaciones internacionales de que la disciplina se encuentra en una encrucijada, o como lo define Sodupe, "entre la crisis o el pluralismo paradigmático" [3].
En primer lugar, cualquier listado cronológico, que ponga en relación las coyunturas políticas mundiales con los desarrollos teóricos, nos muestra que la disciplina está estrechamente vinculada a las circunstancias políticas. El realismo político floreció durante la Guerra Fría porque proporcionó a los establishments de política exterior el lenguaje moral y la visión de la realidad que justificaba y explicaba la política que se veían obligados a seguir [4]De la misma forma, las teorías de la interdependencia deben mucho a una coyuntura mundial de distensión donde otros factores no geopolíticos adquirieron relevancia. Tampoco puede desvincularse el surgimiento del neorrealismo de la Segunda Guerra Fría, etc.
En segundo lugar, las Relaciones Internacionales tienen un carácter muy evidente de instrumento para el estado. Fueron las instituciones encargadas de diseñar la política exterior las que financiaron profusamente a la academia, y dado el predominio estadounidense en este terreno, la influencia de los estudiosos de este país se hizo abrumador. De esta manera el giro cientifista que afectó a las ciencias sociales – especialmente en Estados Unidos en los años cincuenta, alcanzó de lleno a las Relaciones Internacionales. Del realismo práctico de los clásicos, y de las escuelas europeas, se pasó al realismo técnico que se mostró como hegemónico en la disciplina.
"Las Ciencias Sociales buscando objetividad, legitimidad y predictibilidad, se lanzaron a abrazar los métodos tradicionales de las ciencias físicas y naturales. Pero lo hicieron en un momento en el que los físicos, los biólogos y los matemáticos, preocupados por las disparidades entre sus teorías y la realidad que se suponía estaban describiendo, estaban abandonando viejos métodos a favor de otros nuevos que incorporaban la indeterminación, la irregularidad y la impredictibilidad -precisamente las cualidades que las Ciencias Sociales estaban intentando dejar atrás. Por decirlo de otra manera, la ciencia blandas se endurecieron cuando las ciencias duras se estaban ablandando", ibid., p. 54. Estas reflexiones de Gaddis, J.L., encabezan el trabajo de Rodrigo, F., La Teoría de las Relaciones Internacionales y el fin de la Guerra Fría. [5]
Las Relaciones Internacionales fueron más tarde incapaces de predecir el fin de la Guerra Fría y esto llevó a algunos, como J. L. Gaddis a hablar del fracaso de la disciplina: "Si sus predicciones fallaron completamente y fueron incapaces de anticipar un evento de tanta magnitud como el fin de ese conflicto (la Guerra Fría) uno debe preguntarse sobre las teorías en que estaban basadas. O tales teorías eran en sí mismas un artefacto de la Guerra Fría, en cuyo caso carecían de la aplicabilidad universal que reclamaban tan a menudo para sí mismas; o si eran de aplicación universal, entonces es que simplemente eran erróneas".
Quizás, como el mismo J.L. Gaddis apunta, lo que ha fracasado no es la teoría en sus predicciones, sino la misma idea de una Ciencia Social con capacidad de predicción [6]. En cualquier caso nos interesa reseñar que dadas esas características de la disciplina de las Relaciones Internacionales – la alta vinculación con la coyuntura histórico-política, y una producción abrumadoramente estadounidense, junto al fin de la Guerra Fría y la emergencia de un mundo turbulento, cuyos parámetros son difíciles de definir, ha dado lugar a que la disciplina navegue en el pluralismo paradigmático teórico o se encuentre en crisis.
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