- Antecedentes
- Izquierda Unida
- Principales Partidos de Izquierda para las elecciones 2006
- Bibliografía
1.- Justificación:
En plena efervescencia política es que se realiza este trabajo justificándolo por las siguientes razones:
Como es de notar ya sea por la radio, televisión o prensa escrita estamos viviendo las "fiestas electorales", que a diferencia de elecciones anteriores, estas se presentan con una ebullición de partidos y movimientos políticos (que son más de 25) que deben ser evaluados a luz de un análisis objetivo y realista principalmente los partidos izquierdistas que son la monta de este trabajo monográfico.
Los Partidos Izquierdistas no actúan en estas elecciones como un solo frente si no que se encuentran divididos en varios frentes, peculiaridad que se ha presentado en elecciones anteriores; razón por la que hemos dirigido nuestra mirada sobre estos, para así describir e intentan explicar este fenómeno.
Los Partidos Izquierdistas por razones obvias, entendemos que abogan por los derechos de las clases populares frente a las otras clases, principalmente la clase alta en Sociología constituye el sector A; lo que vendría a ser una buena opción para lograra una Justicia Social y que nosotros como ciudadanos y mucho más como estudiante universitarios debemos saber la situación actual de estos partidos así como sus propuestas, para emitir un voto conciente por el que logremos el desarrollo de nuestra patria.
2.- Marco Teórico:
El desarrollo de este trabajo no hemos podido contar con una abundante bibliografía, ni con una opinión crítica objetiva y doctrinaria de autores, puesto que se trata de una evaluación histórica contemporánea de la dinámica de estos partidos, de esta manera los investigadores han estado mas bien en contacto con las fuentes directas para lograr este estudio, sin embargo esto no quiere decir que no se haya consultado bibliografía en razón de este punto, se ha tomado como base a los siguientes libros:
El asedio a la política "Los partidos políticos latinoamericanos en la era Neoliberal" Autor Marcelo Cavarozzi" en donde se describe la dinámica de los partidos políticos en Sudamérica, y la influencia de estos en la idiosincrasia social.
"Izquierda y el Partido Comunista" Autor: Guillermo Herrera Montesinos. Libro en el cual el autor, hace un recuento de los acontecimientos políticos de los partidos izquierdistas en el Perú teniendo vital incidencia en la narración de la izquierdo unificada.
"Crisis de las Izquierda en América Latina" Autor: José Rodríguez Elizorido . Obra que analiza la represión de los gobiernos de turno sobre las manifestaciones políticas de la izquierda en el Perú.
3.- Factores:
3.1. Factores Negativos: En este punto nos estamos refiriendo aquellos óbices que no han permitido realizar un trabajo más complejo y pormenorizado como:
- Que como expusiéramos en el marco teórico no hemos contado con una vasta bibliografía.
- Lo limitado del tiempo para recabar información.
- La polarización y suspicacia partidaria para brindar una información objetiva, por el mismo hecho de la lucha electoral que se está viviendo.
- La existencia de otros cursos que no dan la oportunidad para abocarse de lleno a la investigación del tema.
3.2 Factores positivos: Son los siguientes:
- Las recomendaciones dadas por algunos de nuestros docentes.
- El empeño y la motivación alimentados por el interés de conocer el tema.
- El haber contado con portales electrónicos de la ONPE y de éstos partidos, sobre la dinámica de las agrupaciones electorales.
4. Métodos de investigación:
4.1. Método lógico-histórico: Por este método todos los fenómenos del mundo material tienen existencia real y concreta, poseen su propia historia, están expuestos o sujetos a su particular devenir histórica, por lo que ha sido adecuado para obtener evaluación histórica que ha dado lugar al panorama contemporáneo de los partidos izquierdistas; método éste que ha sido utilizado con bastante incidencia en el Capítulo I.
4.2. Análisis Síntesis: Procedimiento por el cual para entender o comprender un problema, que en este caso es la realidad electoral de los Partidos Izquierdistas, de la manera más acertada, el investigador tendrá que hacer un análisis del objeto de estudio descomponiéndolo para luego realizar las conclusiones de su investigación que viene a ser la síntesis. En el trabajo que se expone se ha procedido de la misma manera ya que hecho el estudio correspondiente de acuerdo a los objetivos planteados se llega a una síntesis por medio de las conclusiones generales y particulares.
5. Técnicas:
5.1. Observación: Aunque se les considera que tiene un carácter dual, es decir que actúa como método ha permitido a los investigadores entrar en contacto con el objeto cognoscente aspecto que se mantiene constante, indistintamente a que la observación actúe como método o técnica. Pero en el presente trabajo la hemos utilizado como técnica debido a que se adecua de acuerdo al tema investigado.
5.2. Fichaje: Debido a su flexibilidad y maniobrabilidad para manejar los datos obtenidos, ha sido muy útil permitiendo una mecánica fluida sobre la información del tema.
5.3. Subrayado: Es imprescindible, ya que ha servido de ayuda para culminar la formación de conceptos e ideas.
6. Objetivos:
6.1. Objetivo general:
Obtener una visión de los partidos izquierdistas teniendo en cuenta su origen y devenir histórico.
6.2. Objetivos particulares: Para el logro del objetivo general nos planteamos los siguientes objetivos específicos:
Conocer la formación y desarrollo del movimiento izquierdista en el Perú.
Conocer el breve proceso de consolidación de la Izquierda en el Perú.
Determinar los Partidos Izquierdistas para las presentes elecciones.
CAPITULO I
1.- Historia de los Partidos de Izquierda
Historia de la izquierda en el Perú se remonta a inicios del siglo XX, cuando se plantearon distintas luchas en torno a las reivindicaciones obreras, la descentralización, la cuestión indígena, la ampliación del voto y la reforma universitaria. En este esquema se inscribe la fundación del APRA en 1924 y la fundación del Partido Socialista por José Carlos Mariátegui; el cual, luego de la muerte de su fundador, adopta en 1931 el nombre de Partido Comunista Peruano (PCP) y se adhiere al campo de influencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En adelante el PCP tuvo una existencia más bien marginal en el proceso político peruano, aunque con una influencia importante en el movimiento obrero. Entre 1930 y 1950 las posiciones y reclamos populares fueron más bien liderados por el APRA, que llegó a encabezar la insurrección de Trujillo de 1932, brutalmente reprimida por el régimen de Sánchez Cerro, y que mantuvo una posición de izquierda durante décadas de persecución y clandestinidad, salvo por el breve período del Presidente José Luis Bustamante y Rivero (1945-1948). Luego, al desplazarse el APRA hacia posiciones de centro, se abrió el espacio para una presencia más activa de la izquierda de inspiración marxista. Durante el régimen de Odría, ésta acrecentó su influencia en ámbitos sindicales de diversas ramas productivas y servicios, y en las universidades, donde disputó el liderazgo al Partido Aprista1.
En 1962, grupos de militantes del PCP y del APRA se separan de dichos partidos y fundan disidencias inspiradas por el ejemplo de la Revolución Cubana (1959). Algunos de los seguidores de Fidel Castro y el Che Guevara, viajaron a Cuba a iniciar un período de entrenamiento y preparación con miras a organizar movimientos guerrilleros en el Perú. La primera experiencia de este tipo fue llevada a cabo por militantes del Ejército de Liberación Nacional, que fueron prontamente derrotados (1962).
2. Perspectiva Política de Mariategui y la acción de los Movimientos Sociales
El Pensamiento de Mariátegui, es la expresión política de la clase obrera peruana, se forjó y desarrolló en la lucha de clases y no al margen de ella; así, para comprenderlo debe ligársele necesariamente a las luchas internacionales y de nuestro país.
Mariátegui vivió en la época del imperialismo, según sus palabras, en el período del "capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias primas". Vivió, pues, y combatió cuando el capitalismo agoniza y la lucha de clases capacita al proletariado para el asalto del poder a través de la violencia revolucionaria.
Mariátegui fue un combatiente de la clase obrera, y siguió y analizó la lucha de clases mundial como contexto indispensable para comprender la revolución en nuestra patria; su certera visión está en las siguientes palabras: "La lucha de clases llena el primer plano de la crisis mundial"; "los acontecimientos dominantes del último cuarto de siglo han rebasado todos los límites. Su escenario ha estado en los cinco continentes"; "La dictadura del proletariado, por ende no es una dictadura de partido sino una dictadura de clase, una dictadura de la clase trabajadora"; "el marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo".
La lucha de la clase obrera determinó la fundación de su Partido, también por obra y acción de Mariátegui; así el proletariado peruano conformó un partido político independiente y teniendo como meta la "emancipación económica de la clase obrera" inicia una nueva etapa en el país, la de la revolución democrático nacional dirigida por el proletariado a través de su Partido.
La vida de Mariátegui tiene un claro y preciso derrotero de hombre de nuevo tipo, de "pensante y operante", de una vida que maduró más que cambió, como él mismo decía, de "una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano".
En sus 35 años de existencia, en 1918 "nauseado de política criolla me orienté, dice, resueltamente hacia el socialismo" combatiendo por la clase obrera; y, vuelto de Europa donde, al contrario de muchos, se sintió e hizo más peruano, trabajó denodadamente propagandizando el marxismo-leninismo, organizando a las masas, obreras y campesinas especialmente y remató su obra fundando el Partido Comunista.
José Carlos Mariátegui fue un gran protagonista del proletariado peruano que en la teoría y en la práctica, con la palabra y la acción creció y se desarrolló en el fragor de la lucha de clases, principalmente de nuestra patria; un militante del proletariado que adherido firmemente al marxismo y fundiéndolo con las condiciones concretas de nuestro proceso revolucionario devino en remate y síntesis de la lucha de la clase obrera peruana, en expresión política del proletariado en nuestra patria, en sistematizado de más de 30 años de la lucha de clases de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo.
En pocas palabras Mariátegui es producto de la lucha de clases, principalmente de la librada por el proletariado del cual es su más alta expresión política.
3. La izquierda en los años 60
Con el fin del Ochenio y la apertura política iniciada por el gobierno civil de Manuel Prado y luego de Fernando Belaunde (1963 -1968), el PCP se incorporó paulatinamente en la legalidad. No obstante, situaciones como la Guerra Fría, la crisis del comunismo -que marcó el surgimiento de China comunista como alternativa radical a una moderada URSS-y especialmente el triunfo de la revolución cubana, promoviendo dentro del PCP una serie de procesos diferenciadores que culminaron en rupturas al interior del partido.
Así, en 1964 se produjo el cisma del PCP, promoviéndose la emergencia de una importante corriente pro-china o maoísta, la que se expandió paulatinamente a través de otras muchas organizaciones nacidas sucesivamente de nuevos fraccionamientos. Ese año los maoístas formaron el Partido Comunista del Perú -Bandera Roja2, luego en 1969 surgirá de esta organización el Partido Comunista del Perú -Patria Roja3, y al año siguiente se escindirá de éste el Partido Comunista del Perú – "Por el luminoso sendero de José Carlos Mariátegui"4, conocido mucho tiempo después como Sendero Luminoso.
3.1. La nueva izquierda
Además de la vertiente maoísta, se encontraba la otra vertiente llamada la "nueva izquierda"; caracterizada por su heterodoxia ideológica (que reclama autonomía respecto a los "dos faros de la revolución mundial": China y la URSS), el énfasis nacionalista de sus programas revolucionarios -con un dogmatismo menos aparente y más cercanos al discurso antiimperialista en boga5-, y su predisposición exclusiva a promover una guerra revolucionaria al margen de las luchas sociales y políticas.
Los partidos más representativos de la nueva izquierda fueron el MIR y Vanguardia Revolucionaria (VR); éste último fundado en 1965, a partir de la reunión de intelectuales y políticos profesionales provenientes del PCP6, de Acción Popular y del trotskismo. En 1965, surgió también la más importante experiencia guerrillera peruana de esa década, organizada por el MIR, bajo el liderazgo de Luis De la Puente Uceda. Su acción fue la que más impacto alcanzó en la escena política nacional, precipitando la intervención del ejército y la aplicación, por vez primera, de las tácticas contrainsurgentes importadas de los Estados Unidos para enfrentar a las guerrillas en América Latina.
Los focos guerrilleros de 1965 fueron rápidamente derrotados y eliminados por las fuerzas del orden, pero ello no significó la desaparición del MIR, el que pasó a una etapa de dispersión y reducción de sus acciones al campo del proselitismo, especialmente en las universidades nacionales. VR apoyó las acciones del MIR en las ciudades, aunque sin comprometerse en una guerra que desbandara a su naciente militancia.
3.2. La expansión de la Izquierda
Como efecto de la modernización capitalista de los años 50 y 60 del siglo pasado, se produjo un incremento de la población urbana y el deterioro de la sociedad rural, así como una expansión de la oferta educativa, especialmente universitaria. Y, fueron las universidades y en particular las estatales, las que a fines de los sesenta, se convierten en los espacios privilegiados para la captación de militantes y simpatizantes, al interior de una pauta de copamiento que había sido utilizada antes por el APRA.
Del mismo modo, las limitaciones para la participación política en periodos de dictadura y las restricciones legales durante los gobiernos civiles, contribuyeron en mucho a que las universidades funcionaran como espacios de socialización política y adoctrinamiento, siendo la principal escuela de politización de los jóvenes. Allí, las organizaciones y partidos políticos mediaron como mecanismos de formación y capacitación política durante muchos años.
A la vez, la izquierda experimentó una creciente expansión y presencia en sectores laborales y sociales. Así, el PCP -Unidad mantuvo una decisiva influencia en la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), la mayor asociación de gremios laborales del país. Por su parte, el maoísmo del PC del P -Patria Roja -que tuvo sus orígenes en franjas provincianas y universitarias del viejo PCP, con marcada presencia de maestros y estudiantes de universidades públicas, y con una relativa influencia en el campesinado que irá menguando con los años-, tiene un claro liderazgo entre los sindicatos magisteriales. En tanto, VR atrajo importantes contingentes de jóvenes provenientes de universidades privadas de la clase media urbana, a la vez que competía por el liderazgo en gremios de pescadores, de empleados y de la industria. Más adelante, también consiguió una influencia importante y característica en las organizaciones gremiales campesinas.
Sin embargo, la represión de las fuerzas del orden terminó por ahuyentar tanto a la militancia de VR como a la de casi toda la izquierda, al menos hasta 1967, cuando las elecciones para renovar un representante al congreso por el departamento de Lima, movilizó a la izquierda alrededor de la candidatura de Carlos Malpica Silva Santisteban, en la que fue una promisoria experiencia electoral de los nuevos contingentes izquierdistas, frustrada poco después por el golpe militar del General Juan Velasco Alvarado, el 8 de Octubre de 1968.
Con el golpe militar, se instauró el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, que propició la ejecución de reformas de corte socialista. Estos hechos promovieron en algunos sectores de la izquierda, la paulatina ruptura con las consignas de reiniciar la lucha armada en el corto plazo. Tal fue el caso de VR, grupo que se había estado preparando para una eventual lucha guerrillera cuando, en 1971, desarmado ideológicamente por el reformismo militar velasquista, se precipitó en una serie de fricciones y cismas que resolvieron también el conflicto de liderazgos irreconciliables entre sus fundadores.
Como telón de fondo, algunos líderes de VR plantearán la revisión de algunos supuestos ideológicos, al percibir que la supuesta "conciencia de clase" era inexistente o débil en los trabajadores movilizados. Por lo que, veían la necesidad de encumbrarse en el movimiento obrero y campesino para desplegar con efectividad su politización y formación ideológica.
De otro lado, los cuadros más jóvenes -y generalmente universitarios-tendían a generar las diversas escisiones que caracterizaron la trayectoria de las organizaciones de la izquierda. Los nuevos integrantes del PCP -Unidad, por ejemplo, presionaron por vías más abiertas al liderazgo y al protagonismo. Frente a ello, las limitaciones internas de organizaciones políticas ideadas en un clima conspirativo, férreamente jerarquizadas y excluyentes, donde los mecanismos de promoción de la militancia estaban cooptados por los líderes más veteranos; contribuyeron y precipitaron el desarrollo de fracciones.
Agobiados por la capacidad de organización y movilización del gobierno militar, mediante el Sistema Nacional de Movilización Social -SINAMOS, compelidos a emular el discurso socialista del régimen y retados por un activo movimiento social, los grupos de izquierda debieron procesar prontamente sus afinidades y diferencias con los cambios percibidos, y buscar formas de adaptarse a los procesos abiertos por los nuevos movimientos sociales de la ciudad y el campo.
3.3. Los maoístas
El cisma pro-chino de 1964 ofreció inicialmente un discurso alternativo y radical frente al plasmado por el viejo PCP. El maoísmo promovió un distanciamiento de la esfera de influencia soviética, a la vez que denunciaba su estrategia internacional de negociación y distensión frente a la amenaza de una guerra nuclear. Así, los maoístas tomaron distancia del PCP, que remontaba un camino de inclusión y participación en el sistema político, conduciendo las luchas gremiales hacia la negociación y la contención de su radicalidad7, en particular, durante el "apoyo crítico" brindado al Gobierno del General Velasco Alvarado (1968-1975).
En tanto, los maoístas continuaron y defendieron su ideología durante años, salvando con el radicalismo verbal y sus estrategias políticas, el reto y la atracción de las sucesivas experiencias de lucha armada en las dos décadas siguientes. Así, cuando en 1965 aparecen las guerrillas del MIR, el primer partido maoísta en el Perú -el PCP Bandera Roja-, reaccionó proponiendo su propia versión de la estrategia revolucionaria y tomando distancia frente al encantamiento guerrillero8.
Sin embargo, pese a la consigna: 'el poder nace del fusil', ésta no pasó de ser un recurso retórico puesto que, como recuerda Rolando Breña, un dirigente del PCP– Patria Roja de aquellos años, no existía una organización ni una estrategia manifiesta para emprender en lo inmediato una lucha armada en el país9. La distancia entre las palabras y los hechos no dejó de ser advertida por los jóvenes cuadros y militantes maoístas, quienes iniciaron una furibunda campaña contra sus dirigentes principales.
La percepción de estas maniobras discursivas, las limitaciones políticas e ideológicas de los dirigentes y, la instauración en 1968 de un régimen militar reformista; alimentó un nuevo proceso de rupturas en el novísimo maoísmo peruano10.
Entre los grupos maoístas el impacto de las reformas velasquistas también generó fricciones internas. Separada del PCP-Bandera Roja11 y escindida la facción de Abimael Guzmán (PCP-SL), la dirigencia del PCP-Patria Roja optó por una vía de expansión e influencia entre los gremios mineros y magisteriales; en estos últimos su ascendencia tuvo además una línea de continuidad con el espacio universitario, especialmente en las facultades de educación que fueron, por muchos años, las de mayor crecimiento con la expansión de la educación en todo el país.
De otro lado, una característica que fue señalada en sus documentos internos -y que fue común en varias de estas agrupaciones-, fue la composición "pequeño burguesa" del partido, destacando la escasa militancia de obreros y campesinos. Este aspecto fue un reto permanente al buscar constituirse en representantes del proletariado urbano y rural, sea a través de la conquista de las direcciones gremiales y sindicales, o participando decisivamente en las luchas de estas organizaciones sociales. En este terreno los partidos y organizaciones maoístas y de la "nueva izquierda" compitieron arduamente por establecer un excluyente liderazgo a lo largo de la década de 1970, propugnando por un discurso cada cual más condenatorio del gobierno militar.
El desenlace del conflicto de liderazgos y línea política que atravesó a la izquierda -y que se relaciona con una tensa competencia generacional-, implicó la apelación a cierto grado de fundamentalismo ideológico para desconocer al rival político y legitimar, de otro lado, las propias opciones ante los seguidores. En el caso de VR las rupturas dieron lugar a la creación de un partido trotskista y de otro VR "político-militar", fragmentación que dio cuenta de su fragilidad orgánica y de su permanente inestabilidad.
El resquebrajamiento de VR no fue el único entre los grupos de la izquierda "ultra"; además de los fraccionamientos del conjunto maoísta, se partió el trotskista Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) entre Hugo Blanco y Raúl Castro Vera; del PCP-Unidad salió el Partido Comunista -Estrella Roja, y del MIR se escindió en 1971 un núcleo de dirigentes y militantes que habían seguido una trayectoria común desde organizaciones católicas juveniles12.
En tanto, un sector de la juventud de la Democracia Cristiana migró hacia territorios ideológicos más radicales, lo que permitió que se alineara con el reformismo militar velasquista, para más tarde tomar distancia y fundar el Partido Socialista Revolucionario (1976)13. En 1978, en el contexto de la convocatoria y realización de la Asamblea Constituyente, este partido promovió la vía legal, lo que le significó la ruptura de su ala más radical y pro lucha armada, la misma que fundó el PSR Marxista Leninista (PSR ML)14.
Mientras tanto, en el competitivo contexto de luchas por controlar dirigencias, sustituir liderazgos y presentarse a la vez más revolucionarios que los otros, la lucha armada como finalidad del trabajo revolucionario continuó siendo una apelación permanente, y aunque en los hechos fue eventualmente postergada -pero no abandonada-; en su lugar continuó, como testimonio obligado de los mismos orígenes ideológicos, las llamadas comisiones técnicas o militares, grupos de choque y seguridad, con las que contaban las organizaciones de izquierda.
A fines de la década, el horizonte ideológico, compartido por los principales partidos de la izquierda, estuvo conformado por el marxismo leninismo y el maoísmo. Como apunta Gonzales: "el marxismo – leninismo se constituyó en un cuerpo teórico que tenía un fin determinado y explícito: cómo llevar a cabo la revolución de acuerdo a los procesos peculiares del país, pero siendo a la vez un eslabón más dentro del proceso revolucionario mundial" (1999: 79). A ello, se sumó el maoísmo, como refiere Hinojosa:
[…] el maoísmo o, para algunos más específicos, el 'pensamiento Mao Tse Tung', fue la corriente más amplia de la izquierda radical. En líneas generales, quienes se consideraban seguidores de Mao compartían una similar caracterización de la sociedad peruana (semifeudal) y del gobierno militar velasquista (fascista o fascistizante), una gran desconfianza en la Unión Soviética (el socialimperialismo) y, por último, una enorme esperanza en la vía china (la guerra popular prolongada del campo a la ciudad) como modelo de revolución para el Perú. (1998: 78).
3.4. Otras influencias
Otros procesos que influyeron en la identidad izquierdista fueron la Revolución Cultural China y el catolicismo de la Teología de la Liberación. La Revolución Cultural China -rápidamente mediatizada y reproducida por los movimientos estudiantiles de Europa-dejó su impronta en las tácticas de inserción en los sectores populares, la presentación pública y en la adopción de una jerga populista que arraigaron rápidamente en los contingentes izquierdistas locales. También actualizó y promovió la idea de que los objetivos revolucionarios, y la vía al comunismo, podían y debían depurarse de sus "lastres capitalistas y burgueses" a través de la inclusión en "el seno de las masas".
Hubo más de una interpretación de lo que ocurría en China y en cierto sentido, hubo más de un maoísmo en el Perú. De una parte el maoísmo se extendió rápidamente gracias a la eficaz campaña propagandística china y sus altavoces intelectuales europeos (Ranque, 1992, p. 73)15, especialmente después de los movimientos estudiantiles de París, en 1968.
La experiencia europea, motivó a que los estudiantes peruanos -escapando del rígido ejercicio de dogmatismo que suponía el maoísmo chino-, buscaran emular mucho del discurso vanguardista y las maneras de incorporarse en las luchas sociales. Así, los militantes de la nueva izquierda constituidos en número significativo por jóvenes que provenían de las clases medias urbanas, promovidos socialmente por su formación escolar o universitaria, dominaron con sus características sociales la imagen pública de esas organizaciones, haciendo distancia con las otras agrupaciones maoístas nacidas en los años sesenta, aferradas a las universidades públicas, con un universo social de origen provinciano e ideológicamente más dogmáticos. Es decir, que aunque el maoísmo influyó ampliamente en la izquierda, no promovió un discurso homogéneo y menos una identidad única entre las distintas agrupaciones izquierdistas.
Otra influencia importante fue la que provino del desarrollo de un pensamiento católico radical y la promoción de un cristianismo que privilegiaba la participación de los pobres en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Esta corriente permitió que el encuentro del radicalismo de muchos militantes católicos en una efervescente escena social, con los grupos marxistas -sobre todo con los de la nueva izquierda-, fuese fructífero en generar consensos y sentidos comunes acerca de los fines y los métodos revolucionarios.
Al acercarse el final del Gobierno del general Juan Velasco en 1975, casi todas las organizaciones de izquierda se encontraban alineadas con la lucha armada como postura discursiva, sea por interés proselitista y vanguardista, o por expresar abiertamente la voluntad de hacer una nueva experiencia guerrillera en el Perú. Más allá de eso, era muy poco probable que existiera, en efecto, una insurgencia en ciernes en la izquierda; entonces, empeñada y presionada en consolidar posiciones en un espacio privilegiado para sus discursos contra el Estado: el de las luchas gremiales y sindicales.
4. La formación de la izquierda legal
A fines de la década de los setenta, la Junta Militar de Gobierno, en la persona del General Francisco Morales Bermúdez16, enfrentó una situación extremadamente compleja: una aguda crisis económica y una intensa movilización social protagonizada por un variado conjunto de organizaciones gremiales, sindicales, obreras, campesinas y regionales. Las diversas agrupaciones de la izquierda tomaron parte en aquella movilización a través del rol de agitadores y organizadores. Fue en esa arena de acción política donde la izquierda alcanzó su influencia más significativa en la transición a la democracia entre 1978 y 1980.
Los sucesivos paros nacionales y movilizaciones de los frentes regionales entre 1977 y 1979, así como la persistencia de las huelgas de profesores y organizaciones sindicales, contribuyeron a fortalecer el protagonismo izquierdista. Sin embargo, la izquierda confundió las protestas de los movimientos populares -referidas principalmente a demandas de tipo salarial, sindical y de cambio de la política económica del gobierno-, tomándolas como aspiraciones revolucionarias que trastocarían el orden social vigente. Esta situación límite fue enfrentada resueltamente por los militares, dando como salida política la transferencia del poder a los civiles en 1980, tras doce años de gobierno (1968 – 1980).
El traslado del "poder a la civilidad" contempló dos etapas. La primera, la elección de una Asamblea Constituyente, que redactaría una nueva Constitución; y la segunda, la convocatoria a elecciones generales. Esta inédita situación política tomó por sorpresa al conjunto de partidos y organizaciones de izquierda. Cada uno de los cuales se vio obligado a definir una postura y actuar en consecuencia en el nuevo escenario político.
4.1. Transición a la democracia
La apertura política iniciada tras el anuncio del retiro de los militares del gobierno, estimuló dos posturas en la izquierda. La más radical supuso que la crisis del régimen militar correspondía al avance de las luchas populares y a la inmanejable crisis económica, de ello dedujeron que se abriría una "situación revolucionaria", la que debía ser alimentada a través de la agitación y la propaganda en todos los escenarios posibles. Incluso, se avizoró una "tercera fase" del gobierno militar, cruento y mucho más represivo, al estilo de los gobiernos militares de Chile, Argentina y Uruguay. En el otro extremo se hallaba una posición más moderada, que intentó emplear la Asamblea Constituyente para consolidar en la legalidad las reformas velasquistas y otras reivindicaciones y formas de organización popular.
Para la revista Marka, principal órgano de prensa de la izquierda, ambas posiciones compartían un mismo significado del proceso: "la Asamblea Constituyente es un organismo antidemocrático y 'parametrado' por su origen, y reaccionario por su composición mayoritaria y pertenencia al estado burgués. Nada favorable al pueblo, pues, puede esperarse de semejante engendro antipopular"17. Sin embargo, la casi totalidad de las organizaciones y partidos de izquierda optó por participar en las elecciones presionadas por "las masas" de los movimientos sociales. Así lo hicieron pretextando utilizar la Asamblea Constituyente como tribuna de agitación y propaganda de sus postulados revolucionarios. En un comunicado firmado por el MIR Voz Rebelde, MIR IV Etapa, VR y el PCR Clase Obrera, estas organizaciones precisaron su comportamiento en el nuevo escenario político de la siguiente manera:
En la actual coyuntura debemos: -Denunciar el carácter gran burgués de la Constituyente, -Denunciar el carácter antidemocrático de las elecciones, -Disputar a la reacción y al reformismo la dirección del ascenso popular también en el terreno electoral, desechando las ilusiones liberal constitucionalistas, combatiendo las posiciones revisionistas18 que pregonan el tránsito pacífico al socialismo y superando el sectarismo dogmático abstencionista19, -Utilizar las condiciones creadas por la coyuntura electoral para impulsar las tareas de agitación, propaganda y apoyo a la lucha clasista de masas. (MIR et. al. 1977: 1).
La decisión de participar en las elecciones a la Asamblea Constituyente de 1978 fue motivo para nuevas rupturas y agrupamientos electorales en la izquierda20. En el caso de VR -para entonces una de las más connotadas organizaciones de la nueva izquierda-, los dirigentes que habían destacado en la agitación campesina, especialmente durante las tomas de tierras de Andahuaylas en 1974, habían optado por romper y formar una nueva fracción: VR -Proletario Comunista (VR -PC).
En enero de 1978, se fundó la Unidad Democrático Popular (UDP) de la reunión de VR, el MIR, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) -Trinchera Roja, el PCR Clase Obrera y otros 14 pequeños grupos (Letts 1981: 87-90)21. La UDP convocó a los representantes más significativos de la nueva izquierda, siendo su presidente el abogado Alfonso Barrantes. La UDP contaba con influencia en la Confederación Campesina del Perú, en gremios obreros y mineros, además de una destacable presencia en las organizaciones populares de los barrios y barriadas de las ciudades.
Otro frente político electoral creado expresamente para participar en las elecciones fue el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP), integrado por el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Partido Obrero Marxista Revolucionario (POMR), el Frente de Izquierda Revolucionaria – Partido Obrero Campesino (FIR -POC), el PCP-Bandera Roja y el Movimiento Comunal del Centro (MCC). Dicho frente tuvo influencia sobre todo en algunos sindicatos mineros de Pasco y en gremios campesinos del departamento de Junín. En tanto, el PCP Unidad, con innegable presencia en el movimiento sindical y obrero a través de la CGTP, participó sin aliados en las elecciones. Una situación similar ocurrió con el PSR quien tenía presencia en la Confederación Nacional Agraria (CNA).
La principal agrupación maoísta de la izquierda peruana, el PCP-Patria Roja, desistió de participar, señalando la necesidad de denunciar el carácter "engañoso" de la Asamblea Constituyente que "desviaba" el trabajo revolucionario22. En un comunicado, aparecido en enero de 1978, invocaba a otras fuerzas de izquierda a rechazar "la farsa electoral para la Constituyente corporativa" y les planteaba: "la concentración de fuerzas en la acción directa de las masas en defensa de sus derechos y reivindicaciones básicas (…) [y] el impulso de su lucha, organización y unidad revolucionaria, por la liberación nacional, la democracia popular y por la conquista de un GPR [Gobierno Popular Revolucionario]" (PCP– Patria Roja 1978: 1). La autoexclusión del PCP -Patria Roja no fue aislada, VR Proletario Comunista, VR Político -Militar y el PCP-SL asumieron la misma actitud.
No obstante estas expresiones de radicalismo y abstencionismo, la Asamblea Constituyente fue el primer escenario democrático que reunió en la legalidad a la mayoría de las organizaciones y partidos políticos de la novel izquierda, inaugurando así un proceso de inclusión que se extendió con tensiones y rupturas hasta fines de los ochenta.
Como resultado de las elecciones, la izquierda obtuvo cerca de un tercio de los escaños23. Sin embargo, pese a su notable ingreso en la escena oficial, para el más destacado constituyente de la izquierda, Carlos Malpica Silva Santisteban, la perfomance de la bancada izquierdista dejó mucho que desear:
En las elecciones del año 78 se tuvo mucho en consideración la combatividad en el campo sindical, estudiantil o barrial, de los dirigentes y en función de esa combatividad es que se escogió a los candidatos, o también en función de algunos méritos partidarios. (…) A muchos dirigentes lo único que les importaba era el problema del sindicato, y los grandes problemas del país no los entendían, y algo más, no querían aprender ni hacían ningún esfuerzo por aprender.24 De los veinte o más constituyentes de izquierda, sólo un puñado de nosotros tenía una idea de lo que se trataba. El resto no tenía ni idea, y ellos pasaron su tiempo luchando por reivindicaciones laborales, por cosas menores. Por ejemplo, el día en el que la pena de muerte fue debatida, casi no había izquierdistas en la Asamblea, porque ese día dos estudiantes universitarios fueron detenidos y todos estaban fuera tratando de salvarlos (…) la tragedia de la izquierda (…) fue que un 70% de las personas que llegaron a la Asamblea estuvieron allí por casualidad, no tenían idea de qué hacer, completamente perdidos. De haber tenido más coherencia, hubiera habido una Constitución diferente25.
La actuación de la izquierda en la elaboración de la Constitución Política forjó una impronta de confrontación que le acompañó en la década siguiente. No sólo subvaloró los logros democráticos de la Asamblea Constituyente, aún en medio de la prisa y el oportunismo con que fue aprobada, sino también la consideró antidemocrática y reaccionaria (Sanborn 1991: 179-180). De hecho, la bancada izquierdista no suscribió la Constitución Política porque "no incluía las aspiraciones fundamentales del pueblo peruano"26. Al mismo tiempo, el debate constituyente fue el primer momento en que los grupos de izquierda experimentaron las posibilidades del espacio democrático, y lo mostraron con claros aportes al título de derechos fundamentales y de derechos sociales.
Debido a su nula experiencia parlamentaria, el desempeño legislativo de la Izquierda fue pobre y caracterizado muchas veces por la intransigencia al punto de negarse en un inicio a suscribir el nuevo texto constitucional. En su haber debe anotarse, no obstante, su disposición para aceptar las reglas de la legalidad democrática que anteriormente habían sistemáticamente combatido y rechazado y el esfuerzo por proporcionar una representación a nuevos y amplios movimientos sociales. Su participación era ambigua y daba cuenta de las dificultades para asumir en su agenda "el asunto de la democracia como régimen político". "Es decir, la actuación de la izquierda dentro del régimen constitucional no estuvo dirigida a legitimar la democracia y a tratar de capitalizar políticamente su participación en ella. Al contrario, la izquierda pensó que negando legitimidad al régimen democrático aumentaba la propia dentro del mundo popular" (Osmar Gonzales 1999: 147).
CAPITULO II
1. Formación de la Izquierda Unida
"El acuerdo de dar a luz a la izquierda unida se toma el 12 de setiembre de 1980 y al día siguiente, el sábado 13, en la madrugada luego de largas jornadas se concreto la ansiada aspiración popular: la unificación de la izquierda peruana, acontecimiento político que para la izquierda era el hito mas avanzado en su esfuerzo por construir una alternativa viable en ese periodo. Generando una gran expectativa en la opinión publica que por primera vez veía a una izquierda que renunciaba a sus hábitos de canibalismo
y de lucha arbitral y en consecuencia se erigía como una posibilidad real de disputarle a las fuerzas de centro y derecha el escenario político electoral que hasta entonces copaban por completo"(3).
La Izquierda Unida nació como una alianza electoral urgida por la proximidad de los comicios Municipales a realizarse el 23 de noviembre. Pero aunque ese era le objetivo inmediato, desde su primer pronunciamiento declara la intención de marchar a la construcción de una frente revolucionario hacia la conquista del poder; fue el paso mas avanzado dado hasta entonces por el partido en esa dirección.
Las cuestiones fundamentales que se plantearon para la constitución del nuevo frente:
Trazar un programa que correspondiera a una revolución antiimperialista, popular y democrática que sentara las bases para un posterior desarrollo socialista.
Construir la unidad priorizando a las fuerzas que representaba y tenían mayor presencia en los sectores sociales mas identificados en este programa.
Desideologizar la discusión de las diferencias políticas o la critica a los aliados.
La Izquierda Unida la conformarse se estableció por medio de la creación de su estatuto que en su artículo 1 se definía de la siguiente manera:
Articulo1: "Izquierda Unida es un frente revolucionario de masas de orientación socialista que integran organizaciones políticas y personas naturales sin partido que se adhieran a sus programa y estrategia y se rigen por su estatuto y normas orgánicas. Su objetivo consiste en realizar, apoyándose en la creatividad del pueblo y en sus capacidades reales, la revolución en el peru, alcanzar la liberación nacional, establecer un estado democrático popular en lucha por el socialismo. En el ámbito internacional se identifica y expresa su solidaridad con los pueblos del mundo que luchan por sus liberación y la construcción de una sociedad justa".(*)
2. Comportamiento de las Fuerzas Políticas de la Época
2.1. La Derecha Liberal: AP- PPC, el FREDEMO
Acción Popular, partido que se origino en el populismo, burgués de Belaunde de los años 50, y el Partido Popular Cristiano, nacido como escisión de derecha de la democracia cristiana, según la izquierda son las fuerzas políticas que representan las orientaciones de la fracción de la gran burguesía intermediaria mas directa del imperialismo. La política de su gobierno del 80 al 85 se caracterizo por eso: por la apertura al mercado internacional, la desnacionalización y el sometimiento pleno al imperialismo y los monopolios.
La afirmación de estas fuerzas, en el sentido de que respetan la legalidad, tiene un aspecto positivo, en tanto las tendencias a la fascinación crecen en la clase dominante y en las bases de esos partidos. En el terreno ideológico conservador se aprecia, en efecto, la exacerbación de posiciones intolerantes que expresan la frustración ante el crecimiento de la organización popular y las conquistas que ha alcanzado.
La intelectualidad conservadora renovó sus planteamientos pronunciándose sobre los problemas que aquejaban el país y trato de convocar a los sectores populares en defensa de la libertad individual. Para ello aprovecho el rechazo que provocaba el burocratismo, la ineficiencia del Estado y el hartazgo ante la demagogia caudillista y los intentos corporativistas del APRA.
A nivel político estas corrientes dieron lugar al movimiento "Libertad" encabezado por Vargas Llosa, el cual integro, con AP y el PPC, el FREDEMO, o "Frente Democrático". Las perspectivas de este frente están debilitadas por el sello antipopular que la derecha tiene ante las masas que lo acompañan..
2.2. LA Izquierda Unida
Entre la lucha en los terrenos social y popular y la que desarrolla en las instituciones del Estado, la IU no ha establecido como se ha visto los lazos orgánicos y pragmáticos necesarios. Teniendo en claro que hubo una la relación con las organizaciones sociales populares, porque allí según ellos se encuentra su razón de ser, y por lo tanto allí esta la base de su representación y también su base de poder.
Sin embargo, la forma en la que IU actúa en los espacios institucionalizados de competencia política dentro del régimen es, también, decisiva para la modificación de las relaciones de poder entre las clases, precisamente por las alternativas estratégicas de poder que allí se presentan en juego.
Las fuerzas políticas de izquierda entraron a la contienda a partir de 1978. lo hicieron asumiendo la voluntad antidictatorial de la inmensa mayoría del pueblo y comprendiendo el valor de materializar un efectivo pluralismo político, aun en los marcos de una democracia que se limita a la institucionalidad liberal, contradictoria con las relaciones económico-sociales dominantes. La presión popular conquisto precisamente con el retiro de la dictadura militar, la apertura de ese espacio político y ya se ha reiterado su trascendencia.
En las decisivas elecciones de 1980 la izquierda se dividió hasta en cinco candidaturas y que fue precisamente como reacción a ese error, sancionado por el pueblo a través del resultado electoral, que se produjo la alianza entre los partidos de izquierda y la constitución de Izquierda Unida.
La formación de la IU para las municipales del 80 mejoro las posibilidades de una identificación común a nivel electoral en el conjunto del movimiento social que había virado consistentemente hacia la izquierda , pero durante el periodo 80-87, no cambio cualitativamente la relación con las bases a nivel político, como se había deseado.
Los resultados de las diversas elecciones en las que IU ha participado han confirmado, sin embargo, las expectativas populares en una alternativa nacional como la izquierda. Los municipios resultaron instituciones positivas para verificar en muchos casos la fuerza del ejercicio democrático de los gobiernos locales y el apoyo que desde ellos debe prestarse al desarrollo autónomo de la organización popular.
Fue en 1983 y en el trabajo municipal que se llevo adelante en ese periodo donde se alcanzo, con todas las heterogeneidades regionales conocidas, el nivel mas alto en relación como frente con la organización popular. Mención especial merece, sin duda, por su trascendencia, la victoria y el ejercicio del gobierno municipal en Lima.
El proceso electoral de 1985 ratificó la fuerza del apoyo popular a IU, el carisma de su candidato y entonces su presidente fue confirmado también, e IU se convirtió en la segunda fuerza electoral. Sus dirigentes, que compitieron por representaciones parlamentarias, tuvieron también un respaldo muy significado. El Plan de gobierno que se preparo para entonces fue un trabajo integral que marco un avance claro de izquierda en esa materia.
Sin embargo, tampoco se ha podido consolidar un trabajo frentista en los espacios institucionales, en el parlamento, en los gobiernos municipales. Se logro un funcionamiento aceptable en términos de alianza electoral, pero no de fuerza política unificada a la escala de un frente de masas , la falta de una voluntad común y fuerte de cambiar esta situación es el problema principal, pues originó la falta de debate político interno para resolver las diferencias importantes que existen dentro del frente, en principio, ellas son naturales en un frente pero no ha recibido el tratamiento democrático necesario.
2.3. El APRA
En la crisis del 30, el APRA pretendió dirigir en una perspectiva antioligárquica con dirección burguesa un amplio frente de clases. Un cuarto de siglo de enfrentamiento al sector mas reaccionario de la clase dominante de entonces, la mayor parte del tiempo en la ilegalidad y la clandestinidad, forjaron una tradición de lucha sobre la cual el partido ha podido mantener hasta ese entonces una base popular.
A partir de 1956 el APRA formaliza un pacto con oligarquía que expresa el viraje cada vez mas conciliador de su dirección desde años atrás. Pasa así a convertirse en sostén de masa del sistema de dominación oligárquico imperialista y desarrolla mas un anticomunismo reaccionario. Luego se alía a la fracción industrial moderna ,sosteniendo esos intereses, ya constituido el eje monopólico actual de la clase dominante, reaparece en el periodo 76-80.
A fines de los ochentas busco articular los intereses de la burguesía nacional monopólica con los de la burguesía media y el imperialismo y mantener su influencia partidaria sobre importantes sectores populares. En esta perspectiva el gobierno de Alan García pretendió sostenerse económicamente en los grandes monopolios que producen el mercado interno, disminuir el pago de la deuda, incentivar el consumo e incorporar en esa alianza no solo a las capas medias sino a los sectores populares mas pobres y desorganizados, a través de programas de atención estatal a sus necesidades.
La alternativa del APRA suponía detener su desgaste y aprovechar los recursos del gobierno y la organización partidaria para ganar las elecciones o conseguir la prorroga de Alan Garcia. Este ultimo requería de una alianza en la cúpula con mandos militares.
El reentendimiento pleno con los empresarios y con los organismos de credito internacional y la opción que ya venia desarrollando de una política represiva mas dura, para permitirle recuperar electorado hacia la derecha, pero resulta difícil que ello signifique algo para los sectores populares.
A la inversa, medidas progresistas reales resultas, salvo como ocasional recurso demagógico que aumentaría la confusión y el desorden.
El proyecto aprista se baso siempre en su presentación como vía de cambio no comunista . a ello intentara recurrir hasta el final, por mas inconsistente que sea, que resulto un fracaso rotundo.
2.4. El APRA Rebelde
La política de "convivencia" con el pradismo, inaugurada por Haya de la Torre en 1956, no tardó en encontrar detractores y descontentos en su propio partido.
En 1948, la fracasada insurrección de la marinería del Callao, impulsada por el Comando Revolucionario, había fracasado motivando el golpe de Odría y la ilegalización del partido. Poco después, en 1949, se había realizado clandestinamente en Lima un congreso de Reestructuración del APRA, con la participación de Magda Portal, Hernán Boggie y otros dirigentes medios, intentando dar nueva forma al partido bajo tesis abiertamente marxistas, y rechazando la teoría del "espacio-tiempo histórico" postulada por Haya como presunta superación dialéctica del marxismo.
En 1952, apenas salido Haya de su prolongado asilo político en la embajada colombiana en Lima, grupos de apristas desterrados habían manifestado su desacuerdo con su posición pronorteamericana.
La abierta discrepancia de estos grupos cuando el APRA retorna a la legalidad en 1956, culmina en la formación del Comité de Defensa de la Democracia Interna y los Principios Primigenios del APRA, encabezado por Luis de la Puente en 1959 que tomaría poco después, sintomáticamente, el nombre de APRA Rebelde recordando al Ejército rebelde cubano.
La Primera Asamblea Nacional del APRA Rebelde, realizada en 1960, acuerda formación de una comisión encargada de estructurar un proyecto de ley de reforma agraria para ser planteado al Parlamento. El proyecto, presentado en la legislatura de 1961 por Carlos Malpica, pretendía abolir las formas de trabajo serviles en todas sus manifestaciones y establecía límites a la propiedad terrateniente; postulaba la indemnización a los propietarios con bonos organizados en asociaciones, sindicatos y comunidades.
Estos grupos trataban de retomar el antilatifundismo que había caracterizado al APRA, su base principal estaba en círculos del estudiantado universitario y en muy limitados grupos campesinos y no lograron afectar seriamente la gran estructura del APRA tradicional, partiendo del que fueron expulsados en 1959.
El APRA Rebelde inició una rápida evolución hacia las ideas marxistas. En marzo de 1962, su Asamblea Nacional acuerda adoptar el nombre de Movimiento de Izquierda revolucionaria, MIR, imitando al MIR venezolano originado en Acción Democrática, que estaba alzado en armas, y asume como definición ideológica al marxismo-leninismo.
La "Proclama revolucionaria al pueblo peruano" firmada por Luis de la Puente, Gonzalo Fernández Gasco y Guillermo Lobatón en abril de 1965, es bastante reveladora del pensamiento político de los líderes del MIR. Según este documento, el agro tiene una estructura feudal, la burguesía nacional está postrada por el latifundismo y el imperialismo. El país se encuentra en una situación tan crítica que casi no cabe duda acerca de que el pueblo colaborará primero y se incorporará a la lucha después. Los guerrilleros rompen con la vía electoral, porque la mayoría del pueblo no participa de las elecciones (en 1965 no votaban los analfabetos); descartan el lanzamiento de masas desarmadas a la lucha; y dejan de lado el "método tradicionalista y burocrático del trabajo de masas".
La filiación marxista-leninista se expresa finalmente en el Manual de capacitación ideológica escrito por Luis de la Puente Uceda en 1965. Es importante decir que rompe también con las tesis organizativas de El Antiimperialismo y el APRA al señalar a éste como un partido seudomarxista y policlasista, lo que considera una falla de concepción.
"Resulta importante anotar cómo la izquierda guerrillera de la época procesaba la discusión que se producía en el campo internacional y los cambios que se daban en el proceso social del país. La discusión era ignorada o, en todo caso, sobreentendida. Los cambios sociales eran considerados y analizados, aunque sólo en parte. Se acudía hacia las zonas rurales en la esperanza de liderar al campesinado, aunque no se valoraba suficientemente las dimensiones-y, por tanto, los límites- de su acción. En un momento en que se afirmaba que es revolucionario "el que hace la revolución" –y habían hecho la revolución movimientos no marxistas en Argelia y Cuba-, se retomaba al marxismo-leninismo como la única ideología que garantizaba una interpretación acertada y una línea correcta."(1)
La experiencia misma de la izquierda guerrillera no se reflejó-o no alcanzó a reflejarse- en posiciones teóricas más elaboradas que recogiesen los cambios de aquellos años, debido a que la preocupación fundamental era estratégica. En el aspecto programático, asumía las tareas planteadas en los años 30: nacionalización de los recursos naturales y reforma agraria, principalmente, sin avanzar nada en la forma concreta de hacerlo, que se postergaba para un futuro no determinado.
2.5. SENDERO LUMINOSO
En los ochentas su presencia política es mayor y presenta los sectores mas radicalizados como una alternativa política, generando una represión o respuesta indiscriminada de guerra. S.L no organizaba al pueblo, solo ofrecía guerra, la guerra por si misma; no tiene alternativas para el presente ni para el futuro.
La estrategia de S.L llevo a la derrota al movimiento popular. Un ejemplo palpable es la destrucción de varias comunidades campesinas, que no han resistido el fuego cruzado de S.L y el de las fuerzas represivas. Así tenemos una amarga constatación: lo que no pudieron lograr gobiernos altamente represivos, lo ha logrado S.L.
S.L. niega valor político al trabajo democrático de masas a IU como su enemigo, a quien no solo debe combatir ideológicamente sino eliminar, por cualquier medio, del campo popular. Para S.L el MRT es incluso un enemigo peligroso, pues se trata del "revisionismo armado".
En su intento por infiltrarse y copar las organizaciones populares, sigue el estilo del amedrentamiento en el trato directo y de declarar apoyo a las luchas reinvidicativas tratando de exacerbar su radicalización.
Sendero no busca convencer las masas, sino ponerles sus términos de acción. El terrorismo es por eso elemento central de su metodología. Ello trae el altísimo costo de generar el repliegue en la movilización de base que , por su opción militarista, no tiene importancia para ellos.
3.- La Vieja o Nueva Izquierda.
La dictadura de Odría detuvo el proceso de maduración política al interior del APRA y el PC, como lo puesto el hecho de que en ambos casos, a fines de la década del 40, habían aparecido grupos internos de protesta contra las respectivas direcciones. Es el caso de la ruptura del Comité Departamental de Lima del PC en el 48, es el caso del Congreso de Reestructuración del APRA en el 49; ante lo cual se produjeron intentos de formulaciones ideológicas críticas a la conducción partidaria, sobre todo en el caso del APRA. Cuando se produce la reapertura de la legalidad demo-liberal en 1956, este conjunto de procesos empieza a reaparecer en los partidos de entonces, pero, y esto es decisivo para el modo en que surge y se configura la denominada nueva izquierda, estos mismos procesos reaparecen ya con un retraso político e ideológico, obra de la dictadura de Odría y de las propias carencias para organizar un debate en esas condiciones, en relación a las necesidades de desarrollo del movimiento y del país.
La nueva izquierda entonces surge ya en desfase con ese país que empezaba a reaparecer. En primer lugar, tanto en el APRA como en el PC las oposiciones surgen reclamando una vuelta a los principios primigenios de sus respectivas organizaciones. La nueva izquierda, la llamada nueva izquierda, nace queriendo ser la vieja izquierda. En segundo lugar, este hecho revelaba que la acción dictatorial de 8 años había ocluido el desarrollo político dentro de los partidos, aunque éste había continuado dándose por fuera. Ya para entonces, las doctrinas del 20 no daban cuenta de los cambios que habían comenzado a ocurrir en el Perú desde los 40.
La nueva izquierda, en sus inicios, identifica claudicación programática con vía electoral y también tacha armada, como forma superior de lucha, con principios revolucionarios. Y es que, en efecto, en esa coyuntura así ocurrió. El APRA, al cambiarse a una estrategia de negociación sin conflictos hegemónicos, consideró necesario esconder las banderas antiimperialistas y antioligárquicas del 20. El caso del PC es distinto. Esa identificación se produjo antes, durante la Segunda Guerra Mundial. A fines del 50, era más bien su poca insignificancia política lo que le llevaba a buscar a cualquier precio una alianza que le abriera espacios para poder seguir desarrollándose.
La nueva izquierda optó por la estratega de ataque frontal, la lucha guerrillera, creyendo que así recuperaba los programas primigenios que creía acertados y revolucionarios aún para el Perú de los años 70.
"El Manual de la guerra de las guerrillas del Ché Guevara2, en sus primeras páginas, señalaba que no era posible que se instalara exitosamente un foco guerrillero o una acción guerrillera, allí donde no existiera todavía un régimen que tuviera algún viso de legitimidad. Sin embargo, esta afirmación de Guevara no es tomada en cuenta en la formulación de estrategias y tácticas de la nueva izquierda en los comienzos de los años 60. Entre el 61 y el 65 este conjunto de concepciones son implementadas, se desarrollan las guerrillas, hay un conjunto de iniciativas, en ese sentido, la más notoria es la guerrilla del MIR. Durante los años posteriores a la experiencia de las guerrillas y pese a este incidente aislado de las elecciones del 67, la nueva izquierda, lo que se denomina la nueva izquierda, siguió siendo tomada por esta suerte de ideología militarista en la cual nació.
El gobierno surgido el 3 de octubre de 1968 genera en la nueva izquierda de entonces las siguientes consecuencias:
Se produce una ruptura del esquema de interpretación de la nueva izquierda en su nervio central: Las Fuerzas Armadas, soporte del orden oligárquico, aparecen en la escena política nacional haciendo transformaciones.
Al desarrollar desde el gobierno el conjunto de banderas y transformaciones que habían sido pedidas por la izquierda durante las décadas pasadas, provoca el agotamiento del pensamiento de izquierda en el país.
El gobierno de Velasco Alvarado concretó en la nueva izquierda una ruptura generacional. A los que murieron en la guerrilla del 60, se suma el hecho de que quienes participaron en ella, y quedaron presos en las cárceles, se integraron a la acción del gobierno militar.
El gobierno militar promovió con sus reformas un afianzamiento clasista de los sectores populares , produciéndose una suerte de paraguas ideológico para la izquierda, dado que el gobierno militar desarrollaba un enfrentamiento con la oligarquía, con la clase dominante tradicional; además en este contexto se produce una convergencia intelectual entre el pueblo a la izquierda intelectual.
Para el proceso formativo de la nueva izquierda, fue necesario que hubiera una autocrítica profunda y práctica del período militarista, es así que juega un rol importante un artículo publicado en la revista Crítica marxista-leninista Nº 4, firmado por Evaristo Yawar, es decir, Edmundo Murrugarra. El saldo de la operación que Yawar realiza en relación al balance de la izquierda del 60 y a las propuestas de nuevas orientaciones para la izquierda en el 70, fue el resultado de lo que podría llamarse una suerte de marxismo no hegemónico.
El desplazamiento de sectores cristianos hacia la nueva izquierda se produce más como una operación ideológica al interior del propio movimiento cristiano, dentro del cual la Teología de la Liberación cumple un rol fundamental, y no como atracción desde los partidos marxistas hacia este sector. Cuando la izquierda integró o trató de integrar a otras visiones del mundo, reduciéndolas a su propio patrón, las tocó sin alterarlas. La nueva izquierda de los años 70 desarrollaría una doble función:
En tanto teóricos, los militantes intelectuales partidarios de la nueva izquierda tendrían un acercamiento religioso con la doctrina marxista-leninista que había que interpretar al interior de los partidos.
Al mismo tiempo, como organizadores de la política popular, estos intelectuales actuaban como creadores de un nuevo sentido común en las luchas populares.
"… ¿Qué cosa es la nueva izquierda de los años 60? Tengo la impresión de que se trata del inicio de un proceso sucesivo de autonomización, en todos los campos; ideológico, artístico, organizativo, cultural, de los nuevos sujetos sociales surgidos del 50 en adelante. Sin embargo, este proceso de autonomización se produjo también con un retraso en la necesidad de formulaciones políticas, retraso que es el mismo con el que surge a comienzos de los 60…uno podría decir que hay tres grandes fases en el proceso de autonomización que viene siendo la nueva izquierda. Una primera, que es esta fase del 60, básicamente militarista; una segunda, que se produce con la autocrítica de Yawar, y que configura un universo, digamos, de acercamiento a los sectores populares, de inmersión en ellos y por tanto de un cierto espontaneísmo; y, finalmente, a fines de los 70, una autocrítica a ese espontaneísmo y un pasaje a la política, pero entendida ésta última en su forma, con una cierta desviación demo-liberal, en donde el tema de la democracia no es planteado como la construcción de la democracia desde abajo, sino como la aceptación de determinadas reglas, normatividades, de determinado sistema político que, sin embargo, también, él mismo, ha sido en parte punto de la conquista popular…"(2)
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