- Introducción
- Contingencia y conflicto
- Razón, historia y política
- Narración y política
- Las transformaciones históricas de la enemistad
- El artificio de la sociedad civil
- El conflicto democrático
- Reflexiones finales
La historia del hombre se ha caracterizado por tener siempre un orden de objetivos sucesivos, que mediante la justicia y la injusticia han logrado el orden civil ya sea con formas de gobierno puras o impuras según Rosseau. Pero este proceso evolutivo lleva inherente una conducta racional y también irracional del hombre en sociedad. La justicia no siempre ha sido universal debido a la falta de principios normativos comunes que pueden lograr el control del poder político y que son el resultado del consenso social.
En sí, la cualidad del ser humano no es haber logrado un contrato social sino su capacidad de acuerdo la que ha sustentado las grandes reformas sociales. La seguridad ha provocado la construcción de utopías que atienden más al deseo de integración que a la búsqueda de la verdad.
Según Kant, no se trata de descubrir un orden preexistente, sino de saber conjugar los elementos para crear las bases de comprensión. Kant propone como idea de paz, no aquella en la que no existen conflictos, sino aquella en la que la razón y la verdad imperan sobre la discordia. Sin embargo, la razón antropológica del hombre lo obliga a buscar sus intereses particulares en detrimento de la justicia, por lo que el orden moral y político del un Estado dependerá de su experiencia de los males y riesgos que enfrenta la sociedad. Una definición interesante que hace Schmitt es la del enemigo justo. Es decir, el reconocimiento que como iguales tienen los hombres en una sociedad política democrática y que es el inicio de la consolidación de los Estados nacionales.
Hegel complementa diciendo que es el mercado el medio por el cual la información se transmite y que gracias a ello las acciones sociales se coordinan por complejas que estas sean. Mediante asociaciones voluntarias, los ciudadanos encontraron el contrapeso para el Estado que sin embargo, es deber del Estado el impedir que estas asociaciones se conviertan en gremios cerrados puesto que su objetivo de unidad del orden civil se perdería, además de representar un espacio de poder que puede vulnerar al Estado.
Vemos que mediante la teoría de Kant y Hegel encontramos la razón de la formación de organizaciones sociales y que a través de la actividad mercantil se transmite la cultura y se estructuran sociedades pluriculturales hasta llegar a las sociedades políticas que reconocen en la democracia no la solución a los conflictos, sino que es precisamente en ella donde se encuentra la comprensión al conflicto político.
El conflicto político no es natural. Resulta ser una creación del hombre en sociedad mediante el cual se agruparon los seres humanos en amigos y enemigos. Si hacemos una interpretación practica de esta distinción, encontraremos que el hombre ha vivido en un estado de guerra permanente ya que el enfrentamiento entre dos unidades sociales organizadas con la finalidad de vencer al oponente dentro de una sociedad política desencadena en lo bélico.
En este sentido, la relación amigo-enemigo no es una clasificación sino una distinción en la arena política. Schmitt clasifica a la política como exterior, aquella que se realiza entre dos Estados y en la cual ambas partes reconocen la capacidad de la otra para declarar la guerra.
La política interior atiende a los fenómenos sociales que se realizan al interior del Estado y que pueden vulnerarlo sobre todo cuando se altera el orden civil (la polis). Este orden civil o polis cambia a diario. No es un espacio determinado ni excluyente ya que los que se considera como privado en un día al siguiente puede ser público. Con base en esta relación de reconocer a nuestros enemigos como iguales y la calificación como democrática de la sociedad en la que se desarrolló el ser humano, es como Platón justifica su república derivada de la res pública (cosa pública).
Es importante identificar términos.
- Lo político lo relacionaremos como el espacio donde se encuentra el conflicto.
- Lo gubernativo como la actividad de crear y administrar el orden público.
- La política es la conjugación de estos dos elementos.
El conflicto político se puede presentar de acuerdo a cuatro circunstancias:
- Cuando al interior de una sociedad un grupo ha sido excluido o exige su reconocimiento dentro de la asociación política (civitas).
- Cuando la presencia de otro grupo social altera el orden y provoca el replanteamiento de la identidad propia, causando un encuentro con violencia para eliminar al oponente.
- Cuando un grupo dentro del orden social se inconforma con el lugar o la función que se le ha designado.
- Cuando se plantea la posible reforma del consensus iuris (consenso jurídico) social. En este punto identificamos la denominada reforma del Estado, que tanto asusta pero que no es nada nuevo.
Solo la segunda circunstancia es por causas externas mientras que las otras atienden a razones internas. Todos los casos se comprenden como tipos ideales del conflicto político y son igualmente peligrosos para la estabilidad de la civitas. Dentro del orden social no importa tanto la identificación del enemigo sino la capacidad de identificar tanto a amigos como a enemigos, lo que facilita la posibilidad de un enfrentamiento cuando se presenta un conflicto que al denominar lo político, entendemos que se desarrolla dentro de la civitas.
El amigo se entenderá como aquel miembro del mismo tronco familiar o social que tiene alguna afinidad con nuestros intereses y solo el amigo público tiene carácter político ya que sustenta una legalidad dentro de un orden jurídico. En el caso contrario, el enemigo político es el enemigo absoluto, ya que representa la antítesis de nuestro pensamiento político. Esta oposición puede provocar acciones violentas que denosten los valores morales y vulneren el orden social.
Sin embargo, el enemigo político es aceptado como tal por que se le reconocen valores paralelos a los propios. La enemistad entre amigos y enemigos puede no ser soslayada, pero si se puede cambiar la magnitud del conflicto así como las posibles consecuencias. El liberalismo o libertarismo como lo define Rawls, considera al conflicto como un fenómeno insuperable del ser humano. Sin embargo esta teoría ha servido para justificar la existencia de una clase dominante y legitimar su poder.
Platón decía que el conflicto político es causado por la debilidad del ser humano. Pero Hobbes establece que política y conflicto son dos aspectos inseparables del orden civil y coincide con el liberalismo que complementa con la propuesta de que debe existir una noción de la justicia para que pueda existir el conflicto. Así tenemos que el conflicto presenta tres rasgos distintivos:
1) Pluralismo;
2) Individualismo;
3) Procedimentalismo.
Otro filósofo, Antifón, dice que el conflicto es el resultado de la relación entre leyes naturales y leyes sociales, donde las segundas creadas por el hombre no pueden y nunca podrán dominar a las primeras y esta situación crea una tensión natural. Pero para Protágoras, no existe nada justo o injusto, todo deriva del momento de la historia en que se considere como verdadero o falso el contrato social. Entendamos que el contrato social no es solo el acuerdo por el cual los miembros de las civitas puedan coexistir, es también el reconocimiento a un orden público con normas de conducta específicas y castigos a las violaciones de las mismas.
Así tenemos que toda sociedad reconoce la existencia de un gobierno que bien puede ser una monarquía, aristocracia o democracia, la última como forma de gobierno de las masas sobre los grupos minoritarios. Platón prefiere un gobierno de leyes a un gobierno de hombres ilustrados, ya que el hombre puede deformar la verdad y transgredir él mismo el orden público.
Maquiavelo identifica muy bien esta situación cuando define como virtú a la capacidad del ser humano de cumplir sus metas considerando como medios tan solo el interés individual y el pensamiento racional, llevando así a la civitas al conflicto que carece de solución natural debido al miedo y la desconfianza de las relaciones humanas así como al exceso de poder de uno sobre otro. Hobbes dice que el hombre no es malo por naturaleza, sino que la distinción esta hecha por el orden civil y las leyes comunes. De esta forma no es la naturaleza del individuo sino la dinámica de las relaciones sociales las que transforman el deseo y la voluntad de poder por tres causas:
1) la rivalidad,
2) la desconfianza y
3) el afán de gloria.
Igualmente Hobbes determina dos propuestas de solución, uno por medio de la conquista y con ello la imposición del orden del vencedor; otro como producto de la experiencia histórica que nos llevará a establecer una acuerdo sobre la necesidad de reconocer un orden cívico.
El autor hace una representación aritmética del orden, paralelo al uso de las leyes de los signos:
Orden social: | Leyes de los signos matemáticos: |
A y B respetan las reglas. | Mas (+) por mas (+) es igual a mas (+) |
A respeta las reglas pero B no. | Mas (+) por menos (–) es igual a menos (-) |
A transgrede las reglas pero B no. | Menos (-) por mas (+) es igual a menos (-) |
Ay B transgreden las reglas | Menos (-) por menos (-) es igual a mas (+) |
Y va mas allá, cuando dice que el conflicto ya no es considerado como un desorden sino un medio por el que se pueden crear las condiciones que hagan posible el orden social. Esta reforma filosófica y política no limita el pensamiento libre, sino que le da una interpretación alterna saliendo de la oposición natural a todo cambio que experimente el hombre en sociedad.
Esta capacidad de entendimiento puede ser vital para el buen desarrollo de las sociedades cuyos fines se encuentren opuestos pero los recursos estén ligados. Sin embargo Hobbes habla de la posibilidad irremediable de eliminación de los opuestos, es decir, la muerte de lo irreconciliable que nos regresa al estado más primitivo del ser humano cuando ni siquiera podemos considerar como existente el lenguaje como medio de comunicación.
Según Hobbes, la única manera de lograr el consenso es renunciando al derecho natural del poder y cederlo a un ente reconocido y respetado por todos, es decir el Estado, cuya primera finalidad será siempre crear el marco jurídico de convivencia y desarrollo justo.
Por su parte, Schmitt remite a la antropología el estudio de las capacidades del hombre pretendiendo saber cuán peligroso es para sí mismo y aunque Hobbes afirma que las leyes sociales deben respetar las leyes naturales, nunca nos dice como lograrlo. Pero Locke se opone puesto que defiende la teoría de que el hombre es bueno o malo por efecto que tiene en él la desigualdad que genera el conflicto y Hegel contradice a ambos, postulando que el individuo es el resultado de la interacción de circunstancias sociales en las que convergen varios aspectos fundamentales:
- La libertad es un atributo que se predica de las acciones del individuo.
- La autonomía y el bienestar de cada individuo es el fin supremo de la organización social.
- Cada individuo es el mejor juez de su particular concepción de vida buena.
- Los valores universales que deben regir la vida de la sociedad son la verdad, corrección, objetividad y coherencia.
Particularmente el último punto representa la convergencia entre el orden y el desorden que autoregulan la sociedad. Regresando a la interpretación antropológica de Hobbes y derivado de las normas universales de convivencia social, se deduce que aquel individuo que acumula poder tiene que usarlo y puede abusar del mismo, coartando la libertad de sus iguales y limitando la capacidad de autolegislación.
Para Hobbes la dinámica del hombre en sociedad se rige por el conflicto natural mientras que Locke la define como el acuerdo natural.
En ambos casos, el orden natural siempre superará al orden social. Schmitt coincide con Hobbes en cuanto a las leyes del contrato social, sin embargo propone que se puede llegar a definir una noción de justicia común con independencia del poder político, lo que podemos identificar en forma extrema como anarquismo. Derivado de esto encontramos que el pensamiento liberal es limitante de la voluntad política del individuo, que puede tener las mejores intenciones pero dada su escasa información carece de control de sus acciones y éstas no pueden ser predeterminadas, por lo tanto la propuesta de Schmitt se observa poco probable de realizar ante la carencia de organización social y la capacidad de coerción del Estado.
Kant afirma que el ser humano necesita de un orden que suprima su voluntad para someterla a una voluntad general en la que pueda ser libre dentro de un orden regido por leyes civiles y que mediante las instituciones permita ejercer derechos y cumplir obligaciones. Vemos que la secularización del orden civil tiene inicios filosóficos fundamentales para respetar la libertad del individuo mientras se someta al orden general. Schmitt complementa esta teoría con la división del trabajo en la que se logra la formación moral y política de la humanidad.
Esta propuesta de Schmitt es similar a los principios de organización de la globalización ya que la división del trabajo es la característica de control y dominación económica. También coincide con la identificación que Marx hace en su análisis del capital y que es la base de la acumulación de la riqueza y por lo tanto del desorden social originado por la desigualdad económica.
Pero Hegel justifica estos procesos como requisito de crecimiento de la conciencia social con base en la historia, lo que da una orientación racional a sus acciones.
Platón daba al orden un valor superior relacionado con el cosmos, pero las filosofías modernas defienden que el orden por medio del conocimiento y viceversa, es producto del ser humano. Sin embargo, las relaciones sociales contemporáneas respecto al trabajo crean una filosofía que se interpreta como un medio así como un objetivo, entonces las teorías de Marx y Hegel sí son aplicables a los tiempos modernos ya que la razón no es lo que hace humano al trabajo, sino es el trabajo mismo lo que permite el desarrollo de la razón del individuo. Tenemos entonces la relación trabajo-hombre como sujeto-objeto que se transforma en sujeto-medio-objeto. Pero para los idealistas, el trabajo tanto crea como destruye ya que al transformar la materia prima para producir los satisfactores necesarios, destruye parte de su ecosistema.
Aunque desde otro punto de vista es también una actividad formativa ya que incentiva la creatividad del individuo. Aunque el sujeto y el objeto cambien, el medio permanece, es decir, el trabajo. Si vemos estos desde la teoría de Kant, podemos establecer que la voluntad del ser humano será dominada por el trabajo, encontrando el Estado un medio con el cual justificar su existencia y al mismo tiempo legitimar sus acciones, poniendo a disposición de la fuerza productiva los medios necesarios para desarrollar sus capacidades intelectuales y físicas, al mismo tiempo que se vuelve el poseedor de esos medios y por lo tanto, poseedor de las condiciones de desarrollo del individuo. Esta dominación se realiza a través de las instituciones creadas para tal efecto.
Las instituciones hacen posible la coordinación de las relaciones sociales y por medio del trabajo se generan los medios que configuran el mundo social. La relación Estado-institución-sociedad no está libre de la presencia del conflicto político ya que siendo el hombre un animal político, el orden civil resulta ser por demás frágil y propenso a ser derruido debido a que el pensamiento individual no hace relaciones con la sociedad. En el mejor de los casos se podrá acotar a los grupos que representen posibles alteraciones del orden público o que puedan esparcir las inconformidades que vulneren el orden civil cuando la integración y el reconocimiento de identidad por parte de los demás miembros de la sociedad es imposible.
En cambio, el reconocimiento social se obtiene por medio de la igualdad de derechos y deberes, así mismo que concuerda con los derechos y deberes de los demás miembros de la sociedad. La fragilidad del orden civil se trata entonces no de la inadaptabilidad del individuo, sino del peligro que representa el desorden social. Las violaciones de la ley en detrimento de un individuo no representan nada en comparación con el ataque que se está ejerciendo hacia el Estado de Derecho que es una condición para que exista el orden civil a través del orden jurídico. No representa tan solo un procedimiento administrativo para lograr el control político, es sobre todo una forma de identificación entre particulares que convergen en un orden general reconocido universalmente.
Ahora, dentro del Estado de Derecho existirá siempre el conflicto político. Si retomamos la definición de enemigo que hace Schmitt en líneas anteriores vemos que el Estado de Derecho aporta el reconocimiento tanto del amigo como del enemigo a través de las leyes para llegar a un entendimiento del conflicto político. Sin embargo, el reconocimiento de la ley así como del ciudadano implica el castigo del enemigo, que será aquel que falte al orden civil.
Este equilibrio jurídico hace posible la existencia de eventos particulares dentro del orden universal cuando los individuos reconocen y aceptan las diferencias entre ellos, recibiendo del Estado la protección que el colectivo necesita para desarrollar una conciencia ciudadana y lograr el orden civil. Pero Sócrates cuestionaba este orden civil puesto que se oponía al libre pensamiento y por lo tanto, exigía una explicación racional del por qué un ciudadano tenía que acatar las normas establecidas. Si lo relacionamos con Kant, podemos ver una contradicción en ambos sentidos y encontrar una vez más la justificación a la supremacía del Estado y al mismo tiempo su punto más vulnerable, el cuestionamiento de la soberanía.
En este orden de eventos vamos entrando poco a poco en la etapa más representativa del mundo político contemporáneo. El pensamiento libre y la ineficacia del orden civil dentro de un mundo feudal llevaron al ser humano a inquirir sobre la legalidad del sometimiento de su voluntad a los deseos y designios de otra persona, por lo que la transformación del orden civil creó la competencia entre particulares y orden civil que además de toda esta filosofía, los particulares tenían más poder económico que el orden civil. En una interpretación inmediata podemos identificar dos razones por las cuales el cuestionamiento del orden civil es válido. Primero por que reprime la voluntad particular y la libertad del pensamiento se encuentra sujeto a las directrices de un grupo reducido de personas. Segundo por que en la riqueza y libertades generales se encuentran las respuestas a las necesidades básicas del individuo.
En sí la revolución francesa representaba el Estado de Derecho y no tanto una revolución social ni mucho menos política puesto que la democracia no tenía aún las bases suficientes ni eficientes para implantarse. La revolución francesa fue superada por el individualismo de sus actores, ya que si entendemos la política como el espacio en el cual la actividad humana encuentra sus fines colectivos, su identificación social y reconoce y respeta las identidades de sus miembros, vemos que los principios de libertad, igualdad y fraternidad se agotaron en poco tiempo hasta que fueron retomados en la Segunda República con la democracia institucionalizada.
Esto da como resultado la sociedad civil activa, que es la representación más clara de que existe un Estado democrático en el cual está plenamente identificado el ámbito de lo público y lo privado. Pero esta sociedad civil tiene también sus puntos vulnerables ya que en una sociedad democrática, la igualdad de oportunidades y la equidad en la justicia propician el desarrollo individual y fomentan a su vez, una escalada de intereses particulares y en consecuencia el conflicto político será más recurrente. Aquí la ventaja es que dentro de una sociedad democrática, el conflicto político puede tener soluciones más justas y apegadas a la ley que defenderá la razón y no el interés egoísta individual.
De esta forma el individuo se convierte en rival de sí mismo puesto que el enemigo tendrá entonces los mismos derechos que él. Pero entendamos que el sujeto no es el centro del mundo, sino que él mismo es parte de un todo donde se encuentran concepciones distintas de lo que es el bien común que ha definido el pensamiento épico y mítico de la humanidad.
Precisamente, es en política donde encontramos la convergencia entre lo político y lo gubernativo para entender lo que es un bien universal que permita definir y reducir el conflicto político, que requiere de un lenguaje analítico preciso comprensible a todos los actores.
El conocimiento del ser humano acerca de cómo dominar su entorno social y ecosistémico, además de permitirle la supervivencia social le permitió la supervivencia política. La historia cambia entonces su concepto, ya que sustentando nuestro argumento del conflicto político como algo inherente al desarrollo del hombre en sociedad, vemos que la historia es la convergencia de los intereses particulares supeditados a un ente rector general del orden social y que lleva a los individuos a buscar alternativas de organización, para crear normas de conducta universales donde garantizar la seguridad general eliminando libertades individuales.
Kant dice que la historia es "el reino por excelencia de los contingentes", en otras palabras, de los grupos. Este no es un argumento que se pretenda sea verdadero, sino que atiende a una necesidad utilitarista de la historia en la que se requiere la participación consciente de los ciudadanos. San Agustín hace una interpretación filosófica de los tiempos en que vive el ser humano en sociedad cuando enuncia:…"el pasado del presente es la memoria, el presente del presente es la visión y el futuro es el presente de la espera"…muy romántica su visión del tiempo pero muy inútil para el utilitarismo, el libertarismo de Rawls y el determinismo de Berlin ya que en los tres casos, la historia será un devenir obligado de consecuencias propias de los hechos presentes, así como el pasado será el recuerdo de nuestras capacidades y limitantes personales. Pero no existe un tiempo natural.
El ser humano siempre ha necesitado de la universalidad de sus parámetros para realizar uniformemente sus actividades y permitir la coordinación de las acciones comunes. Para tal fin lo único que pudo crear y que se aceptó en todo el mundo fue la medición del tiempo (qué más podía desear) que se transformó en la medición de la historia tomando como base un inicio y un final que nadie sabe cuando llegará.
Pero ¿de qué le ha servido el tiempo a la política? El conocimiento del supuesto orden histórico ha servido para legitimar el poder de todas las formas de gobierno con el argumento de que las sociedades necesitan de algo o alguien que los proteja y por lo tanto se necesita un cambio, o bien ya están hartas de sus protectores y necesitan lo mismo.
La fuerza del gobernante depende en mucho de su capacidad de describir el momento histórico y de esta forma, conocer la aceptación o aversión de la sociedad hacia él. Un gobernante no puede someter su mandato a la fortuna que la identifica Maquiavelo como la voluntad de Dios, sino que es por medio de la virtú como el gobernante se hace amar y también temer y por medio de la cual puede vencer a la diosa fortuna. Entonces la política será la arena en la cual se mezclen tanto fortuna, virtú y sociedad con el gobernante como vértice de orden.
Pero la historia tiene dos aplicaciones. Una la podemos considerar como algo hereditario, narrativo y empírico que no tiene nada que ver con las capacidades del individuo puesto que es un simple relato de nuestro pasado. Personalmente me atrevo a decir que la historia es de las ciencias que más parciales podemos encontrar ya que si atendemos a los fines de los gobernantes y a la historia en sí misma, el resultado será la historia de los vencedores.
Los hechos denigrantes siempre serán ocultados a la interpretación pública. Es por esta y otras razones, que el hombre político no puede hacer juicios de valor determinantes, sino que tiene que hacer análisis que puedan orientar su pensamiento y por consiguiente sus acciones para seguir dominando a la sociedad. Tenemos entonces presente a la antinomia como razonamiento antes de hacer un juicio político.
Entonces, si existen razones por las cuales debemos valorar si la historia es verídica o tendenciosa antes de considerarla como un hecho cierto ¿por qué no estudiar primero las circunstancias en las cuales los hombres escribieron la historia? La historia no determina nada acerca de la formación de los individuos, sino que es el desarrollo del orden como se formaron las sociedades y por lo tanto el pensamiento del ser humano. Kant determina a la revolución francesa como el momento histórico para el cambio del pensamiento liberal. Con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, se comprueba el deseo del hombre por conservar el orden general sustentado en los valores individuales y respetando el Contrato Social que según Rosseau, se podía basar en el consenso universal.
Pero Kant derriba esta teoría de Rosseau cuando dice que dentro de la ideología de la revolución francesa predominó el conflicto. Esta divergencia no es mas que el resultado de la capacidad que el ser humano tiene de elegir. Tanto Rosseau como Kant tienen la verdad de su lado en la interpretación que cada uno de ellos hace del origen de la revolución francesa. La disyuntiva radica en la razón por la cual el orden puede ser instaurado, que para los fines que se seguían no interviene para nada con el objetivo de justicia buscado. Hobbes hace un análisis paralelo de la historia muy interesante, cuando identifica como punto cero al momento en que Rosseau lanza su Contrato Social.
Es en este momento cuando se da el gran salto de Estado de Naturaleza a Sociedad Civil. Si lo comparamos nuevamente con un proceso matemático como lo hicimos anteriormente, vemos que el punto cero es el origen en la recta numérica donde antes del cero existen situaciones sociales que llevan al cambio, el punto cero es el momento histórico en que los intereses crean la confrontación y el conflicto que provoca el cambio por los medios que sean desincorporando los valores morales de la sociedad y el individuo y después del punto cero, se encuentran las consecuencias del pensamiento libre y las formas de organización posibles. Para terminar esta parte, es importante entender la distinción que Kant hace de formas de Estado y formas de Gobierno:
- Forma de Estado: Se refiere a la cantidad de titulares que representan al poder.
- Formas de Gobierno: Es la manera en que se ejerce el poder.
LAS TRANSFORMACIONES HISTÓRICAS DE LA ENEMISTAD
El hecho de que una sociedad procure una vida buena no significa que se desentienda de su entorno natural que es el que le ha permitido construir la comunidad dotándole de los elementos básicos indispensables para su supervivencia. Sin embargo, el ser humano por natura tiende al desorden y por lo tanto los conflictos con el entorno natural y social se presentan como una constante en su desarrollo ponderando sus creencias particulares sobre cualquier otro elemento constitutivo de la sociedad. Estos elementos se cubrirán de un elemento sacro para protegerlo de cualquier descalificación y a la vez sea aceptado incondicionalmente aún por encima del poder que emana del orden social mismo.
Pero si el ser humano tiende por naturaleza al desorden, así mismo será proclive al desorden jurídico establecido en la sociedad. En esta inestabilidad social, la creación de grupos antagónicos es inevitable y el orden social será por consecuencia insuficiente para recuperar el equilibrio social creándose por lo tanto valores de amistad y enemistad social de acuerdo a los intereses defendidos.
Esta situación puede ser llevada al extremo, iniciando por la incapacidad del diálogo mediante el cual se llegue a un acuerdo de paz. La degradación del enemigo es un factor que provoca violencia pero que es casi imposible de evitar en un enfrentamiento. La violencia siempre estará ligada a los valores, ya que cuánto más sea degradado el adversario, mayor será la calidad del triunfo. Este calificativo es aplicable a los migrantes, ya que su calidad de gente dependerá de su aceptación a las normas generales de conducta establecidas en un grupo determinado.
En tanto se adaptan a las circunstancias culturales, sus labores sociales asignadas son aquellas que representan la denigración de la persona y que son consideradas indignas por el grueso de la población. Pero al momento de ser aceptados dentro del círculo social con valores morales, los migrantes no pueden hacerse dueños de la tierra ya que esta es propiedad ancestral y los naturales no están dispuestos a cederla. Su actividad económica será entonces el comercio por intercambio y no por producción. Sin embargo, el desgaste de los modelos y las normas sociales siempre requieren de un culpable y en este caso los extranjeros son el punto más vulnerable. Si bien en nuestros tiempos esta hostilidad ya no es tan extrema, la historia nos ha enseñado que el pueblo judío ha sufrido la persecución de los imperios y ha sido objeto de los castigos más infames que se le pueden aplicar al ser humano. ¿Podemos identificar entonces al pueblo judío como el enemigo absoluto?
En los procesos económicos contemporáneos el concepto de enemigo es revalorizado y transformado en enemigo justo. Este cambio se debe a la capacidad del enemigo de enfrentar y responder a la violencia lo que provoca el consenso mediante la negociación ante el temor de la pérdida o derrota.
El reconocimiento del enemigo justo se debe principalmente a los cambios en la integración social de las comunidades, lo que las hace más fuertes ya que la violencia ha cambiado su campo de acción y ha pasado de ser física a económica. Ya no se hace sufrir a los Estados enemigos mediante la destrucción de sus ciudades; ahora se le impide el comercio internacional y con ello la posibilidad de hacerse de los satisfactores indispensables para su sustento.
Esto ha degenerado en un proceso llamado globalización que tiene aterrado a las sociedades incapaces de participar en el comercio mundial y cuya expectativa de desarrollo depende del apoyo de otros Estados. De acuerdo a la teoría marxista, el mercado crea nuevas modalidades de control y dominio y a la vez genera los medios para hacerle frente. Este proceso comercial lleva inherente una endoculturación y el intercambio de mercancías se realiza a la par del intercambio de costumbres, entonces el enemigo ya no será aquel que no comparte los valores, sino el que tiene otros intereses y los refleja lucrativamente en el mercado. Dentro de esta evolución de la sociedad, el concepto de enemigo se transforma a la par de los intereses y entonces nace el enemigo absoluto, puesto que dentro de un modelo económico que no considera la moral como valor y por lo tanto no tiene interés en ella, la competencia en el mercado será igualmente absoluta.
Dentro del orden social los lazos de amistad crean las formas afectivas de aceptación de los valores morales y las divergencias entre intereses no son tan críticas como en sociedades abiertas. La identidad tiene más afinidades recurrentes mediante elementos que crean más que justificar las tradiciones y se refuerzan los valores y a su vez identifica los derechos de los individuos en sociedad. Estos derechos se pueden clasificar de una forma inmediata en:
- Civiles. Que son todas las actividades relacionadas con la seguridad individual del ser humano.
- Políticos. Procuran y garantizan la participación de los individuos en los asuntos públicos.
- Sociales. Determinan el orden de convivencia.
Estos derechos buscan básicamente procurar un ambiente de armonía en la sociedad para lograr la tan deseada vida buena. Esta se puede lograr dotando a los ciudadanos de espacios en donde pueden ejercer su libertad garantizada por los derechos inherentes a la misma.
Cuando el ser humano acata las limitantes que los derechos implican adquiere la calidad y cualidad de ciudadano. No obstante respetar las reglas de orden, el espacio de libertad siempre será insuficiente y por consecuencia el conflicto continuará como una constante en las sociedades. Aquí surge la fantástica idea de identificar como democracia al espacio donde se pueden discutir asuntos privados en espacios públicos. Según el autor, una de las finalidades de la democracia es neutralizar el conflicto al transformarlo en un diálogo en el cual los enemigos se someten y acatan las normas universales de conducta. Pero en los últimos 100 años, los filósofos han identificado una desbalance entre la capacidad del Estado para ser garante del espacio público ante el embate del poder económico que ha llevado al Estado a ceder una parte de su soberanía, al ponderar en la tribuna pública el discurso por intereses de grupo o clase por encima de los interese universales de la sociedad.
Esta incapacidad del Estado de enfrentar y superar el poder económico ha polarizado a la sociedad creando grupos opuestos que ya no reconocen los valores universales y por ende la dinámica social se lleva a los extremos creando una convivencia de enemistad más que de amistad. Pero no veamos este fenómeno como un evento aislado ya que sus consecuencias son en verdad críticas.
Esta disparidad entre el poder político y el poder económico ha llegado a extremos tan graves que la humanidad acaba de celebrar el LX Aniversario de la liberación de Auschwiets. Sin embargo, el deseo por el control político ha rebasado las fronteras geográficas dando lugar a la creación de bloques nacionales conocidos como Estado-Región y por el cual la participación en el mercado mundial se hace más equitativa, por no entrar ya en el dilema si las condiciones de participación son justas para los actores políticos y económicos. Por esta agrupación de Estados nace el concepto ahora de enemigo potencial, que no es otra cosa que el reconocimiento de la competencia y la posible pérdida de los espacios ganados ante las alianzas comerciales que en caso extremo representan igualmente alianzas militares.
La política se ha desgastado brutalmente, su valor de conciliación ya no es garantía de consenso y por lo tanto su apreciación como vínculo social será superado por los simples valores morales. El entorno hostil de la sociedad es buen lugar para recuperar estos valores, siempre y cuando el discurso vaya encaminado a este objetivo y no se consideren alternativas de consenso con objetivos distintos a los planteados.
Mediante esta convivencia hostil se puede recuperar la identidad perdida o deformada sin entrar en la clasificación de amigos o enemigos.
Pero si el consenso es poco menos que imposible, el Estado cuenta con el monopolio de la violencia y por ende la represión se convertirá en la herramienta de control social, aunque igualmente la historia nos ha enseñado que cuando este método se eterniza termina por derrocar al poder mismo y dar lugar a otro sistema de orden. El consenso busca determinantemente la aceptación y reconocimiento de los derechos de todos cuando la relación entre política y moral ya no es suficiente ni tampoco eficiente para armonizar la convivencia.
EL ARTIFICIO DE LA SOCIEDAD CIVIL
El zoon politikon no es un producto natural. El reconocimiento del derecho y la participación del individuo en los asuntos que competen a la sociedad ha creado y estructurado a la sociedad civil. Pero independientemente de las formas de gobierno, modos de producción y etapas históricas ¿siempre ha existido una sociedad civil? Me atrevo a decir que si.
Las condiciones históricas no han permitido la identificación del potencial que esto representa, sin embargo las características de los grupos sociales siempre han sido las mismas: orden social, normas de conducta, derechos y limitantes así como un órgano de gobierno o poder. La sociedad civil existe debido a la existencia de un gobierno y este a su vez, es producto de un orden social natural que se perfeccionó. La secularización del poder representa la existencia de la sociedad civil tal y como la conocemos ahora. Tenemos dos teorías que hacen propuestas distintas para justificar la existencia de la sociedad civil:
- El principio de justicia hace posible el orden civil, que es precisamente los que plantea Hobbes.
- La legalidad trasciende el arbitrio de los individuos y se crean las condiciones para implantar una justicia universal, como lo plantea Locke.
En ambos casos, la sociedad civil se reconoce como un ámbito diferente del Estado con una capacidad de organización social independiente del poder político. Hobbes enuncia que mediante el Contrato Social los individuos ceden todo el poder al Estado, la teoría antiabsolutista considera dos tipos de contratos:
- Pacto unionis. "Es la necesidad que tienen los ciudadanos de crear un orden institucional que permita coordinar sus acciones y así superar el estado de naturaleza y sus desventajas".
- Pacto subjetionis. "Los ciudadanos constituyen el Estado como un medio para garantizar la vigencia del orden institucional que ellos mismo han creado".
En ambos casos, la legitimidad del poder del Estado se encuentra sustentada por el consenso que la sociedad civil tiene como ámbito social creado por los ciudadanos para ejercer la libertad dentro de un marco legal. Este marco legal reside en la capacidad de los ciudadanos de distinguir entre el bien y el mal lo que representa la capacidad de la sociedad de hacer política y le quita al Estado el monopolio del consenso sobre la justicia que debe ser tan solo un instrumento para garantizar el orden y no para condicionarlo. Tenemos entonces una relación natural entre sociedad civil y democracia, entendida esta ultima como la capacidad de los individuos de alcanzar acuerdos comunes sobre los intereses particulares y se convierte así mismo en la continuidad de la sociedad civil.
Pero viene Adam Smith con su pensamiento económico y dice que la organización social se encuentra sometida al ciclo económico. Esto lo defiende a partir de la propuesta de que el intercambio económico produce cambios en la estructura de la sociedad y este a su vez se vuelve más dependiente de un órgano rector del orden. De esta forma la legitimación del acuerdo político para garantizar el desarrollo económico se convierte un la bandera política del capitalismo a través de la democracia, entendida esta última como forma de consenso y acuerdo. Pero Montesquieu ya había establecido que las formas de gobierno, ya sean puras o impuras, se crean y se destruyen por la evolución social y ésta se encuentra condicionada por el comercio.
Así es como se van formando las identidades que provocan los cambios en la sociedad y que a su vez, reclaman el reconocimiento de otras sociedades. Esta actividad económica la clasifica Hegel en tres básicas:
- Agrícolas. Representa al núcleo familiar.
- Industriales. Representa a la sociedad civil.
- Universales. Representa a la administración del Estado.
La interrelación de las tres actividades anteriores requiere de un orden establecido al que deben estar sometidos todos los ciudadanos y principalmente aquellos que representan la actividad del Estado ya que un poder judicial sometido impide el Estado de Derecho. Pero Hegel va más allá de la simple contemplación del orden social. Para Hegel la lógica del mercado no conduce a un equilibrio en los factores de producción sino al desigual reparto de la riqueza.
Por esta razón considera que la existencia de instituciones de asistencia pública representa la incapacidad del Estado de superar esta situación y degrada los valores humanos fundamentales atentando contra la dignidad y autonomía del individuo. Es conveniente recuperar la interpretación de policy original. Representa la capacidad de la sociedad de buscar los medios indispensables para realizar labores comunes con objetivos compartidos. La policía es entonces un orden propio de la sociedad civil que le permite realizar y administrar la justicia en todos sus ámbitos mediante la agrupación de individuos en tareas determinadas. Esta agrupación se presenta por medio de corporaciones con representantes que según Hegel deben formar parte del poder legislativo sin perder la noción de sus representados y los intereses relacionados. ¿Es esto una democracia representativa? En teoría sí.
Lamentablemente la práctica está muy lejos de ser lo que se pretende debido a los conflictos de intereses que no se pueden limitar en una sociedad dispersa y enemistada aunado a que las autoridades elegidas mediante procesos democráticos han fabricado toda una estructura orientada a dispersar los intereses comunes y con ello minimizar el impacto de ineficiencia del Estado. De acuerdo con Hegel, la relación entre sociedad civil y Estado no debe estar sustentada en el proceso democrático, sino el la relación corporativa que permita la integración que requiere la unidad política dentro del desarrollo económico global.
Para la teoría marxista, la sociedad civil se encuentra dominada por las condiciones de comercio o mercado ya que la producción requiere de la unidad de la sociedad. Sabemos de antemano que las mercancías tienen dos valores, uno de uso y otro de intercambio. Pero el equilibrio necesita de una orden entre producción y demanda para que la competencia entre productores no otorgue ventajas adicionales a las naturales del proceso productivo. Marx defiende que la lucha de clases se encuentra cubierta por la competencia entre propietarios, donde el Estado, lejos de ser una instancia reguladora, se ha convertido en un instrumento más en la lucha de clases y aún más, se ha convertido en una mercancía para los productores interesados en las normas de comercio e intercambio.
Para Marx la sociedad civil es el resultado de la lucha de la burguesía contra el Estado absolutista ya que el poder adquirido por la burguesía logró someter al Estado a sus intereses. La teoría marxista supone que al suprimir la inequidad de los propietarios del capital con los propietarios de la fuerza de producción se crearán las bases de una sociedad donde se elimine la dominación.
Ahora viene Gramsci que define a la sociedad civil como una parte de la superestructura en la que se presenta el consenso social. Mucho tiene de razón ya que en la superestructura se definen las políticas que dominarán a la estructura, en este caso, que es el lugar donde se encuentran las clases sociales divididas y en conflicto y por lo tanto no pueden ser consideradas como sociedad civil. Pero el Estado ha perdido su orientación de protección hacia la sociedad y también la mayor porte de su legitimación debido a dos fenómenos contemporáneos: uno es el derrumbe de los regímenes comunistas que terminaron con el equilibrio político mundial y con ello la balanza comercial se inclinó definitivamente hacia el capitalismo, creando toda una teoría de supremacía total; el otro por la desaparición del Estado de bienestar debido a que la creación de condiciones de asistencia social rebasaron la capacidad de atención del Estado.
Por ello, la supuesta coincidencia de la sociedad civil con el mercado mundial carece de fundamento político puesto que limita el concepto de sociedad que los clásicos nos enseñaron, ya que en su esencia contiene los valores morales, religiosos y políticos del ser humano y dentro de la estructura económica no se considera su posición más allá de un simple espacio de intercambio y productividad.
El juego de la democracia se basa en la búsqueda del dialogo político a fin de resolver conflictos sociales, buscando la estabilidad social en un orden universal. La democracia en sí es una respuesta a la pluralidad de la sociedad que responde supuestamente al interés del Estado de proteger a la comunidad y procurarle las condiciones mínimas de desarrollo.
El éxito de la democracia depende entonces del equilibrio político entre Estado y sociedad que Weber dice se debe a que los miembros del parlamento y el titular del Poder Ejecutivo son elegidos mediante la participación directa de la sociedad y esto representa la conexión inmediata entre los ciudadanos y el Estado. Pero la democracia no va más allá del proceso electoral. Se ha disfrazado como democrático al proceso de elección del Poder Legislativo de la sociedad, pero los intereses representados en la tribuna pública son más de grupo o partido que de la sociedad en sí, por lo que la democracia, podemos decir, es temporal y excluyente. Para Schmitt, la democracia es una forma ineficaz de ejercer el poder ya que se justifica una organización parcial de orden sin una posibilidad real de llegar a la tan deseada posición original o alcanzar el bien común o la vida buena.
La democracia no representa la voluntad general al momento de definir las acciones de gobierno y esto lo demuestra la historia no nos permite hacer quimeras de la verdad política. Esta voluntad se ha convertido en una mercancía más dentro del mercado mundial de poder.
Tenemos ahora a Kelsen que describe a la democracia como un punto de apoyo en los valores que guían a la ciencia. La sustenta en el supuesto de que no existe un valor absoluto y por consecuencia tampoco existirá un opuesto absoluto.
Por lo anterior deducimos que Kelsen considera como primordial el valor de la libertad sobre el valor de la igualdad. Esta propuesta resulta fundamental para la interpretación política, ya que la filosofía contemporánea ha considerado a la libertad como el valor fundamental del ser humano y es por esta libertad por la que se han planteado los movimientos sociales más representativos de los últimos 200 años. Sin embargo, el riesgo de que la democracia cumpla con su objetivo, que es el de permitir la representación de la sociedad en los procesos legislativos y ejecutivos de un Estado, puede ocasionar la desaparición de esa forma de gobierno ya que el desgaste político y social impiden la renovación del Contrato Social así como impedir conservar el equilibrio entre Estado y sociedad.
Otro argumento de la democracia es su lugar de encuentro entre el Estado y la sociedad a través de la soberanía, la cual ha reformado su interpretación histórica pasando de ser una facultad otorgada por la sociedad al Estado, a ser una legitimación de la existencia del Estado aún cuando este se desentienda de su objetivo social.
La historia de los movimientos sociales por el reconocimiento del Estado hacia sus valores morales y políticos implica una lucha por el poder y pone en juego el valor de la soberanía como legitimidad del Estado. Pero el poder no es un objeto de intercambio ni mucho menos de producción en masa, el poder representa capacidad a diferencia de la simple fuerza coercitiva o represiva.
Sin embargo, el Estado ha utilizado este poder como forma de garantía del Estado de Derecho y gracias a ello mantener la sana convivencia social, aunque los medios no sean los adecuados ya que debe buscar el consenso antes que el enfrentamiento.
Para Hanna Arendt la política es el espacio constituido por individuos que al reconocerse como sujetos libres establecen una igualdad entre ellos, por lo que en esta convivencia no esta en juego solamente la supervivencia del grupo sino el bien común. Para Schmitt, la base del mundo humano es la pluralidad, la cual llena a la sociedad de elementos que proveen valores y estos a su vez, dotan de identidad al grupo. En ambos casos, los valores surgen como discordia de acuerdo y provocan el conflicto debido a que la convivencia no es de ninguna forma pacifica por naturaleza.
La convivencia implica desigualdad tanto en el derecho como en la propiedad reconocida y para que exista el concepto de propiedad es necesaria la existencia de una necesidad y el intercambio para darle un valor. La democracia pretende atenuar los efectos de estas desigualdades buscando la paz social que impida el conflicto, pero si esta acción es prolongada, puede dar lugar al estallido de conflictos más graves debido precisamente al desgaste político en el juego de la sociedad.
El uso de elementos de identificación entre el Estado y la sociedad permite la existencia del vínculo jurídico necesario para la práctica política y con ello alcanzar a valorar en su justa dimensión las características propias de la sociedad. Arendt reafirma el argumento de Marx que la pobreza no es el producto de la escasez natural, sino un problema social y político cuyo origen se encuentra en la violencia social, manifestada como desigualdad económica y jurídica puesto que el derecho garantizado de unos representa el desamparo de otros.
Por lo anterior, el conflicto es considerado como el reflejo de las contradicciones presentes en la economía social. Vemos entonces que la visión marxista del conflicto político es parcial puesto que no reúne en su análisis los elementos sustantivos del desorden social, lo cual sí se hace desde la autonomía política. Aunado a esta corta visión social, el terror político relacionado con el poder del Estado ha sido considerado durante un periodo muy largo como la solución extrema del conflicto político, cosa que la historia nos ha demostrado que es la solución representativa de la incapacidad del Estado de proveer los medios necesarios para crear una paz social o alcanzar el objetivo de la vida buena. Derivado de esto, las revoluciones tampoco son la respuesta al conflicto que representa la incapacidad del Estado. Sus resultados, positivos o no positivos para el conflicto por el cual se generó, tiene un impacto a muy corto plazo por lo que el conflicto será recurrente mientras no se instaure un orden constitucional.
ENRIQUE SERRANO GÓMEZ
JULIO CÉSAR GARCÍA RAMÍREZ
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA
FILOSOFÍA Y TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA