La necesidad imperante de la producción de la ideología revolucionaria, en esta fase de transición, obedece principalmente a la cultura reformista, la cual permanece vigente en casi todos los niveles de la gestión de mando. Concebido como "usufructuario del poder" el aparato burocrático del Estado funciona con un alto porcentaje de elementos contrarios al modelo revolucionario.
La reforma, opuesta a la revolución, no sólo está viva en la práctica clientelar del burócrata, sino que, ideológicamente, muchos revolucionarios no son portadores de la ideología revolucionaria.
La ideología es la arista teórica del Proceso, ausente en casi la totalidad del universo revolucionario venezolano. La ideología es el factor de poder que falta todavía por asimilar, procesar e internalizar para sostener, de manera inequívoca, la revolución bolivariana.
Además, hay que agregarle a la fase de transición, que el modelo Revolucionario no se materializa por la vía violenta. El nuevo paradigma de tomar el poder por la vía electoral, hace aún mucho mas difícil el tránsito hacia las metas de la Revolución. Este inédito Proceso, no tiene una cartilla pre-elaborada que permita su funcionamiento como un manual de procedimientos. Se está inventando la Revolución, la cual no es sólo el momento actual. Es por supuesto éste y los otros que vendrán a continuación. El momento actual, como etapa preliminar, va acompañada de logros y errores, de imperfecciones, de ensayos, de viabilizar la ruta hacia el objetivo. Pero, sin duda, las fases subsiguientes abrirán las brechas que le darán fluidez a la participación directa del colectivo nacional y a su crecimiento político. No obstante, esto demanda claridad ideológica y conciencia revolucionaria.
Dentro del marco teórico que debe producir cada individuo, se debe considerar a la Revolución como paradigma de la emancipación del pueblo. Lo que exige entender a su vez, que la Revolución es también el estadio de la sociedad que asume: (i) la proyección del talento creador del revolucionario, (ii) la liberación de amplísimos sectores sociales nunca antes tomados en cuenta, (iii) la búsqueda de caminos de justa prosperidad individual y colectiva; y, (iv) el nuevo modelo político que le pertenece a todo el pueblo.
Gráfico 2: Dos Sistemas
Reforma o revolución
La transición actual da inicio a una nueva etapa del Proceso Revolucionario. Lo que implica definiciones ideológicas para tomar la ruta correcta en este cruce de caminos: reforma o revolución. La reforma es la continuidad del modelo político de la democracia representativa. Es mantener vivo el espíritu pragmático y clientelar del usufructo del poder. Es proseguir el ejercicio del mando sustentado en la fascinación del poder. Es ser tolerantes con los adversarios que siguen dentro del mando de gestión gubernamental y mantener relegados, fuera de todo tipo de influencia política, a quienes mantienen sus convicciones revolucionarias. Es, en síntesis, mandar de espaldas al pueblo.
Por su lado, la revolución, cuyo modelo político es la democracia participativa y directa significa, antes que nada, transformar el poder en instrumento del pueblo. Es transferir la toma de decisiones a las comunidades organizadas. Es gobernar con base en los derechos de la participación del pueblo. Es darle consistencia constitucional a los actos soberanos del colectivo nacional. Es reconocer el derecho que tiene el militante, activista o revolucionario identificado con el Proceso, para expresar sus opiniones y que éstas sean respetadas. Es también aceptar las decisiones de la base, en todo lo concerniente al ámbito de su competencia. Es, de manera concluyente, darle todo el poder al pueblo. Esto es revolución. Cualquier conducta o decisión que se adopte fuera de este marco conceptual no es revolución, es reforma.
Por lo tanto, la conducta reformista es la expresión contra-revolucionaria, pura y simple. Por eso digo que la coyuntura en la cual nos encontramos exige la definición ideológica de manera inequívoca. O estamos en un Proceso revolucionario y, en consecuencia, hay que ir a los cambios estructurales de la génesis social para que mande el pueblo; o, el Proceso es la continuidad de la reforma pragmática que apunta hacia la perpetuidad de la democracia representativa.
En la situación actual que abre la nueva etapa del Proceso, se destacan los hechos relevantes de este instante: (i) oposición reaccionaria, (ii) demanda de golpe, (iii) nuevo orden mundial (EE.UU., en su nueva fase imperial), (iv) delicada situación económica, (v) inconsistencia ideológica de la mayoría de los gestores del poder público, (vi) estructura del Estado articulada al modelo de democracia representativa, lo que niega el desarrollo del modelo político revolucionario, (vii) prácticas ilícitas que estimulan los antivalores revolucionarios, (viii) amplios sectores comunitarios desatendidos por los gobiernos locales y regionales que obligan la desesperación y desencanto del pueblo.
La etapa actual tiene que finalizar con las elecciones constitucionales del 2004. Elecciones para ir a la toma del poder local y regional como acto revolucionario. Es decir, ganar los cargos regionales y locales para transformarlos en instrumentos del pueblo y no como acto burocrático para usufructuarlos. La toma del poder regional y local tiene que darle respuestas a las demandas del pueblo. Por esta vía se corregirán los desvíos y deberán repararse los hechos reformistas que han atentado contra las expectativas de pueblo.
Si antes (IV República) las elecciones eran consideradas como acto contra-revolucionario, hoy en día (hacia la V República) es todo lo contrario. Hugo Chávez inició el acto revolucionario al tomar Miraflores. Ahora, para profundizar el Proceso, hay que ir a las gobernaciones, alcaldías, asambleas legislativas, concejos municipales, juntas parroquiales, a fin de cambiar el modo de gestión. Pasar de la reforma "obligada" aceptando el hecho de la transición entre 1999 y el 2004, para ir ahora a la revolución; tanto en su modo de dirección, (con el pueblo y para el pueblo), como en la identificación ideológica. Hay que convertir las elecciones en acto revolucionario para tomarlo y colocarlo al servicio del pueblo. Sólo así se justifica el proceso político como revolucionario.
La revolución como cambio estructural
Por todo lo expresado, entonces, precisemos y reiteremos lo que entendemos por Revolución. Antes que nada hay que enfatizar que Revolución es cambio de estructura (Ver gráfico 3). De hecho, el modelo político del proceso bolivariano, implantándose en Venezuela, es revolucionario. La Revolución busca, con el cambio de estructura, crear un nuevo sistema político. Por su parte, la estructura es la dimensión del funcionamiento social donde se dan las relaciones de los factores genéticos que producen los actos visibles (hechos observables). La estructura es la génesis de los fenómenos. Una revolución actúa sobre la estructura. Mientras que la reforma opera solamente a nivel de los fenómenos (lo visible). La reforma no transforma la estructura. Reforma es contrario a revolución. El modelo político de la democracia representativa es reforma. No busca el cambio del sistema político. La revolución se dirige a crear un nuevo sistema de relaciones que establezca una nueva institucionalidad. La democracia representativa se fundamenta en la representación del pueblo. Por el contrario, una revolución no tiene representantes. Solo voceros. En la revolución las decisiones la toma directamente el pueblo, no los representantes. En Venezuela, la representación devino en cúpulas que se apropiaron del poder y se aislaron del pueblo.
El Estado de la democracia representativa no es revolucionario. Ha sido concebido para satisfacer objetivos de las cúpulas reformistas. Todo el aparato burocrático del Estado de la democracia representativa –-gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, institutos autónomos y demás unidades políticas burocráticas– es reformista. Su acción está destinada a los reparos inocuos, débiles mejoras, pero sin tocar la base de sustento (estructura). El Estado reformista impuso una cultura política basada en el funcionamiento clientelar. El Estado reformista, aunque existe la Constitución Bolivariana de 1999, está vigente todavía. En pleno surgimiento del modelo bolivariano, el Estado reformista es el órgano que regula al colectivo nacional. Contradicción y antagonismo que produce la etapa actual de la transición hacia la revolución.
Gráfico 3: Revolución
La revolución, para que pueda alcanzar su propio camino –direccionalidad y viabilidad– tiene que operar a nivel de la estructura de la democracia representativa. Tiene que cambiar y erradicar el Estado vigente. Tiene que sustituir todas estas unidades políticas burocráticas que someten al pueblo. En la revolución, las organizaciones del pueblo tienen que reemplazar al aparato burocrático del Estado. Los burócratas, gestores del Estado, no serán quienes decidan. Serán solamente instrumentos del pueblo. El poder de las decisiones recaerá sobre el pueblo. El pueblo –todos los estamentos sociales, organizaciones de la comunidad, expresiones natas del colectivo, factores de intermediación– concebirá la nueva organización del Estado. El pueblo, además de las expresiones de participación instituidas en la Constitución del 99, tiene que inventar otras formas de organización y de toma de decisiones, para la conducción de su propio destino. La esencia de la revolución surge del poder creativo del pueblo.
Actualmente, la democracia representativa tiene todavía un espacio muy importante en la realidad venezolana. A la cultura reformista se han asimilado muchos "revolucionarios". Destaca en ellos el analfabetismo ideológico, lo que produce debilidad para consolidar el Proceso. La debilidad ideológica es una actitud contra-revolucionaria. Hecho que minimiza la posibilidad de consolidar la acción revolucionaria de quienes luchan por establecer el bien común de la sociedad y la emancipación el pueblo.
La ausencia de valores, creencias y principios sustentados en una nueva espiritualidad emocional, limita el avance lineal (dirección recta hacia la meta de alcanzar la revolución) del Proceso Revolucionario. La debilidad ideológica obliga a tomar caminos sinuosos. La recta se convierte en curvas y en giros que hasta llegan a los 360 grados para retornar al mismo punto de partida. Acciones que retardan el cumplimiento de las fases y etapas del proceso. La garantía del avance continuo, abriendo caminos rectos hacia la meta de la revolución es la ideología. Esto es el estímulo a las fuerzas interiores del ser para no dejarse seducir por la fascinación del poder reformista. Poder empleado para ser usufructuado. La ideología es la palanca para catapultar el avance de la revolución. Es el canal para construir el poder popular. He ahí el reto actual de los venezolanos: hallar los caminos de la revolución o quebrarse en el intento. Procede entonces acelerar la construcción de los marcos de referencia teóricos, para así sentar la base de los fundamentos ideológicos.
Método de lucha para alcanzar la revolución.
La búsqueda por alcanzar la revolución siempre estuvo concebida bajo el método de la vía violenta. Los antecedentes del proceso actual hay que ubicarlos en la lucha armada de los años 60. Allí está el origen de lo que hoy se construye en Venezuela. Esos pioneros que a lo largo de más de tres décadas lucharon y hasta entregaron su vida, por la revolución, tienen que ser reivindicados. Su acción y su pensamiento influyeron en la vía revolucionaria. No obstante, el año 1997 marca un hito en la historia política de Venezuela.
Gráfico 4: Cambio de Paradigma
Me refiero a la Asamblea Extraordinaria del MBR-200 en abril de 1997, realizada en Valencia. Las decisiones que en ese evento se adoptaron crearon un nuevo paradigma para hacer la revolución. Ya no sería la acción violenta el método revolucionario, sino el electoral. A partir de entonces la táctica cambia: (i) ir al gobierno por las elecciones; (ii) crear una estructura político electoral (MVR), y (iii) mantener vigente la estrategia de llevar adelante el modelo revolucionario (consolidar el poder popular).
Aunque el cambio de paradigma se inclinó por las elecciones, eso no significa que el modelo político revolucionario tiene que ser igual al representativo. Es más, hay que diferenciar muy bien, y con sus respectivas especificidades, entre lo que es ganar las elecciones como acto burocrático o tomar el poder como acto revolucionario (véase la explicación expresada arriba). Para ambos actos se emplea el método electoral. Pero, el burocrático es darle continuidad a la democracia representativa. Es mantener el Estado concebido para el usufructo del poder. Es seguir sosteniendo a los representantes electos como cúpulas y así materializar la "teoría del manguito". Esta se refiere a darle un solo manguito al pueblo, mientras que las cúpulas se quedan con la mata entera, cargada de jugosos y dulces mangos. La misma mata que le pertenece al pueblo. Pero éste, adormecido por sus limitaciones, no la reclama. La oposición actual simboliza a la democracia representativa. Su acción está inmersa dentro del concepto de las cúpulas reformistas, que se apropian de la "mata de mango" del pueblo. Algunos "revolucionarios" que no se han dado cuenta todavía de las diferencias ideológicas entre lo representativo y lo revolucionario, asumen las elecciones como acto burocrático. Aspiran el poder no para el pueblo sino para usufructuarlo.
La diferencia del acto burocrático con respecto al acto revolucionario, es que lo electoral va a sustituir el método de tomar el poder. El acto revolucionario busca materializar la revolución, tal como se buscaba por la vía violenta antes de 1997. El acto revolucionario es colocar el gobierno al servicio del pueblo. Es darle viabilidad a la democracia directa (asambleas populares, cabildos abiertos, contraloría social, consejos locales de planificación, consejos comunales, asociaciones de ciudadanos,). Es despertar al pueblo para consolidar el poder constituyente. La persona que vaya a las elecciones para tomar el poder y hacer del acto electoral un acto revolucionario, estará en sintonía con la base ideológica de la revolución. Esa será una persona que se convertirá en instrumento del pueblo y, por lo tanto, no decidirá nada de los asuntos públicos que le competen a la comunidad, sin la consulta popular. Como instrumento del pueblo, tendrá que estimular los canales de su participación directa y propendrá a crear las condiciones para sustituir el Estado de la democracia representativa, por el Estado de la Revolución Bolivariana.
El revocatorio para el Presidente, por ejemplo, es un acto burocrático. Es una llamado de la oposición para continuar con el modelo reformistas y contra-revolucionario de la democracia representativa. Las cúpulas de la oposición, usufructuarias del poder toda la vida, manipulan al colectivo de la oposición. Su meta no es favorecer al pueblo, sino mantener sus privilegios como clase beneficiada del modelo representativo. Quien concurra al revocatorio contra el Presidente estará contribuyendo con la casta de las cúpulas. Le estará permitiendo a los "representantes" quedarse con la mata de mango negándose a conquistarla, pues esa mata les pertenece.
La oposición reformista
Tres segmentos componen la macroestructura de la oposición de hoy. El primero, lo constituye la cúpula de los poderosos. Sector reaccionario instigador de la conspiración y aliada del imperio. Grupo que vislumbra la pérdida de su mando. Camarilla que ha sido usufructuaria del poder durante la IV República. Segmento que ha engendrado a las cúpulas del puntofijismo, por lo que ahora, no quiere perder sus privilegios. Mantiene lazos estrechos con la CIA, tanto en EE.UU., como en Venezuela. Soporta también a los lobbistas en Washington (encopetados escuálidos que hacen la antesala en los cuerpos que deciden la política de EE.UU hacia Venezuela). Amantes de la globalización y de todos los planes militares que el imperio ha diseñado para mantener su hegemonía en América y en el mundo. Vocero del modelo de democracia representativa, sistema de gobierno que EE.UU., recomienda para latinoamérica.
El segundo segmento es el de los fanáticos. Clan que asume con desmedida pasión las posturas contra-revolucionarias. Pandilla de entusiastas obsesionados con la salida de Chávez. Aupadores de la confrontación en la calle. Propulsores del aniquilamiento de los Círculos Bolivarianos y de cualquier otro componente popular organizado. Gestores de las unidades de choque para enfrentar al pueblo revolucionario. Su acción, aunque relativamente autónoma, sin planes racionales, se plega a las que determina la cúpula de los poderosos. Son sus secuaces para aplicar la violencia y, en consecuencia, seguidores ciegos de sus posiciones ideológicas.
El tercer sector es el de los decepcionados. Conjunto ubicado en la penumbra de la vacilación. Cree que, entre la oposición y el gobierno, Chávez representa el "mal mayor". No obstante, tampoco siente plena simpatía por la mal llamada coordinadora democrática (CD). Presenta rasgos de relativa racionalidad y claros sentimientos nacionalistas. Su más impactante preocupación es el miedo de que Venezuela caiga en el comunismo. Participa de las costumbres tradicionales del mundo occidental y de los valores inculcados por la iglesia católica. Su realidad no va más allá de su parcela familiar y su estatus socio-económico. Hecho determinado, principalmente, por su analfabetismo ideológico.
Esta rápida categorización, de los segmentos de la oposición, nos conduce a vislumbrar el qué hacer para quebrar el referendo. No me refiero al derecho que tienen los ciudadanos venezolanos, a emitir su juicio acerca del sistema de gobierno. El planteamiento se hace en relación a la existencia de pruebas de los planes conspirativos que oculta el sector de la cúpula poderosa. Planes disfrazados de referendo, con el apoyo del imperio, para exterminar a todos los revolucionarios y bolivarianos. Planes que serán respaldados por el segundo segmento: los fanáticos. No obstante, son planes que no se van a materializar. Están precisados. Las fuerzas revolucionarias neutralizarán a la perversa desestabilización. Por lo tanto, la estrategia de acción pacífica para derrotar al revocatorio apunta hacia el tercer segmento: los decepcionados. Estrategia de tres propuestas concretas: (i) Ideología, (ii) modelo de desarrollo y (iii) proceso.
La ideología sustentada en las tres banderas — el gobierno se transforma en instrumento del pueblo (I), se crea el poder constituyente (PC) y se rescata la Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) del MBR-200– tiene que incidir en el talento de este sector "light" de la oposición. Los estamentos más significativos son la clase media y los trabajadores. A ellos hay que hacerles entender que la meta de la revolución no es el comunismo inexistente, sino la consolidación del poder del pueblo. Las tres banderas ( I+PC+AAB) son la génesis para conducir el desarrollo nacional hacia el modelo de producción intermedio (desarrollo endógeno). Esto es la sustitución de las Corporaciones Transnacionales (CTN) por las unidades productivas nacionales. Unidades de producción que estarán en manos de los trabajadores y de los profesionales, técnicos y empresarios de la prosperidad.
Además, hay que añadir, que la Revolución se está inventando. Por eso, el segmento de los decepcionados, que supuestamente posee talento, temperancia y ecuanimidad, tiene la oportunidad y la obligación de participar en la construcción de la nueva era en Venezuela. Los decepcionados pierden más acatando las líneas de la CD (repetir el modelo cupular y clientelar), que incorporándose al Proceso Revolucionario (luchar por alcanzar el Bien Común).
La clase media
La clase media es el amplio sector de profesionales, técnicos, empresarios, productores, inversionistas y similares que constituyen el 15% de la población nacional venezolana. La clase media, como categoría social, tiene un peso muy significativo para la definición del futuro del país. Sector que agrupa tanto a partidarios del Proceso Revolucionario, como a adversarios. No obstante, la porción de la clase media que se opone al gobierno es mayor que la que lo apoya. Como mayor también es el grueso que acude a las marchas y llamados de la oposición. Casi todo el sector siente frustración por la insatisfacción de sus expectativas. Por eso, para consolidar el Proceso, es oportuno plantearle a la clase media las metas del proceso revolucionario. Analizar los postulados teóricos, desglosar los principios ideológicos e identificar coincidencias. A este sector hay que hacerle entender que la revolución no es violencia ni degradación de la calidad de vida. Por el contrario, a medida que avanza el Proceso y gana espacio en la conciencia nacional, se va decantando su significado, se alejan prejuicios culturales y se descartan confrontaciones pasionales. Es importante enfatizar que solamente con la lucha del colectivo unido, bajo la necesaria tolerancia ideológica, se logrará la evolución de la sociedad hacia parámetros más elevados de prosperidad. Además, sólo el trabajo en conjunto, gobierno-comunidad, corregirá los errores cometidos.
El llamado a la clase media, la debe hacer el Presidente con postura de estadista. Desde la perspectiva del Jefe de Estado que vislumbra el modelo de país desde ahora hasta los próximos 50 años, el Presidente debe tenderle la mano, de manera muy franca, a la clase media. Reafirmar las metas de los proyectos económicos, las cuales cuentan con este sector. Hacerle sentir su rol protagónico en el modelo de sociedad que se busca. Explicarle el cómo hacer viable la ejecución de los planes de desarrollo (estado-clase media). Principalmente, los referidos al sector petróleo de acuerdo a los postulados de la Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) —plan rector original del modelo de desarrollo concebido por el MBR-200 a largo plazo.
La renacionalización apunta a la industrialización del petróleo y del gas a través del sistema de empresas nacionales, (pequeñas, medianas, cooperativas y similares), no de las transnacionales. Y es la clase media la poseedora del "know how" para ser la palanca del progreso de Venezuela (desarrollo endógeno). Es también la punta de lanza para que el Proceso, pueda materializar las metas mas apreciadas de la prosperidad nacional.
De ese sector, por lo menos el 30% de los que se ubican en la posición "antichavista" debe ser captado para incorporarse al Proceso Revolucionario. Este 30% cuando aprecie que, por la vía del trabajo creativo de la industrialización petrolera, su nivel socioeconómico se recuperará y hasta crecerá, entenderá los alcances significativos del Proceso. Se convencerá del espacio que tiene ganado al lado de la revolución. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es sumar adeptos al Proceso. Táctica que, además del Presidente, tiene que ser asumida por todos los revolucionarios. Cada luchador bolivariano debe atraer, por lo menos, a dos miembros de la clase media. De esta manera se estimularán las propuestas factibles de generar riqueza individual y colectiva.
Los trabajadores
Los trabajadores es el otro target que debe considerar la estrategia de captación para consolidar el Proceso Revolucionario. No puede haber avance, en ningún plan político, si no se cuenta con una cuantiosa parte del sector de los trabajadores. Los trabajadores constituyen el motor de la transformación. Son la palanca que mueve pisos, montañas y hasta la arena movediza más severa del mundo. Los trabajadores tienen un espacio vital en los planes del Proceso Revolucionario. De hecho, los lineamientos estratégicos contemplados en la AAB, dedica dos líneas maestras al sector trabajo.
La primera línea maestra es el Plan Nacional de Empleo, factor primario de los equilibrios macrosociales. El plan se convierte en el mecanismo fundamental de las fuerzas productivas, para materializar el desarrollo nacional. Bajo la óptica revolucionaria, el plan de empleo activa los programas operativos dirigidos a la reivindicación clasista de los trabajadores. Se eleva su condición humana y se optimiza la acción sobre los medios de producción. Por lo tanto, el efecto en cadena que genera la relación de programas del plan, tales como: ingreso, alimentación, salud, vivienda y producción, se orienta a desarrollar las fuerzas productivas, perfeccionando sus instrumentos de trabajo y la tecnología de uso.
La otra línea maestra esboza la dinámica de la producción. Definiendo el concepto de Modelo Productivo Intermedio (MPI), la AAB coloca su esfuerzo en cuatro (4) agentes multiplicadores de la fuerza de trabajo y su acoplamiento a la autogestión: (i) construcción, (ii) agroindustria, (iii) pequeña y mediana Industria y (iv) turismo. Cuatro áreas prioritarias donde el factor trabajo se articula a una megared de unidades productivas. Su estructura orgánica se establece con base en empresas familiares, microempresas, cooperativas o núcleos de industrialización. Unidades orientadas a estimular la capacidad creativa del trabajador y gestionar su prosperidad.
Con estos enfoques teóricos, sustentados por la voluntad política del Presidente, se debe concebir la estrategia comunicacional para clarificar a los trabajadores que aún no le ven el "queso a la tostada". Invitarlos a asumir el nuevo modelo venezolano. Como quiera que existen limitaciones en el desarrollo de las líneas maestras de la AAB, hay que identificar sus causas en la vigencia de un Estado reformista –democracia representativa– y de una cultura puntofijista de burócratas incrustados en el aparato estatal. Hechos que aparecen en la escena como variables "sin control" que alteran la viabilidad revolucionaria. No obstante, la búsqueda de caminos autogestionados por los mismos trabajadores, cuenta con el apoyo político incondicional de los factores de poder. La acción de los trabajadores dentro de la concepción revolucionaria será un aporte decisivo para mutar reforma por revolución. Reemplazar el Estado reformista por el Estado revolucionario. Ese sí es el queso de la tostada.
La estrategia apunta, entonces, a fortalecer las organizaciones de trabajadores –establecidas, emergentes o periféricas– apegadas a los principios de la sustitución de paradigmas en la práctica laboral. Impulsar la co-gestión y entregar la opción autogestionaria para concretar lo expuesto en las líneas maestras de la AAB. Así, para ser divulgado con sinceridad y compromiso, los trabajadores pasarán a: (i) liderizar vías productivas de desarrollo nacional; (ii) responder a su condición de clase social para convertirse en punta de lanza de los cambios estructurales; (iii) impulsar innovaciones en el modo de producción; (iv) dirigir o co-dirigir –con base en la condición de su área de trabajo– los medios de producción.
En síntesis, de acuerdo con los postulados revolucionarios, los trabajadores ganan más con la revolución que con la reforma. Con la revolución, los trabajadores dejan de ser piezas de una máquina, para transmutarse en cuerpo orgánico de la sociedad. Con la revolución, los trabajadores persuadidos de sus bondades, el Proceso Revolucionario se consolida.
Plan de Captación.
Una vez cumplidos ambos procesos de recolección de firmas para la solicitud de los revocatorios –21/11 y 28/11– entramos en una nueva fase del Proceso. Varios escenarios surgen a partir de los resultados obtenidos. Ninguno, por supuesto, definitivo hasta tanto el CNE no emita su veredicto al concluir la validación de las firmas. Sin embargo, se hace necesario vislumbrar, desde este mismo instante, las diferentes formas de acción que se deben instrumentar para mantener la coyuntura favorable al Proceso. Se plantea entonces un primer escenario, el más desfavorable al Proceso: el "Escenario Crítico" (EªC), el cual consiste en la obtención, por parte de la oposición, de las firmas exigidas para los revocatorios.
El EªC nos lleva al esfuerzo concentrado –unidad de los revolucionarios– para activar el Plan de Captación Estratégico (Cª), cuyos elementos operativos son:
a) los Ejecutores del Plan (Ñ) y
b) los Receptores de la Estrategia (?).
Los Ñ están constituidos por los sujetos activos que le van a dar la direccionalidad al Plan: (i) el Presidente de la República y (ii) los militantes revolucionarios.
Por su parte los ? son los blancos fundamentales de la oposición a los que apunta la meta del Cª: (i) la Clase Media y (ii) los Trabajadores. Tal como ya lo analizamos arriba, un 30% de estos ? debe ser captado para el Proceso Revolucionario.
Como todo plan, el Cª demanda tiempos específicos. Y éste, se concreta en dos momentos perecederos: el preventivo, que abarca todo el mes de enero 2004 y el ejecutivo, que dispone solamente de 75 días –a partir del 01/02/04– para poner en marcha las tareas de captación, diseñadas bajo el método del "Fast Track".
Destaca en este Cª la acción del Presidente Chávez. Como Jefe del Gobierno, Jefe de Estado y Líder del Proceso, el Presidente tiene la responsabilidad de operacionalizar las dos macro tareas definitorias del Cª.
La primera, se refiere a la concepción de una nueva política comunicacional. Política que tome en cuenta su imagen y personalidad acopladas a la meta del Cª. Esto pasa por reafirmar la actitud de estadista (visión estratégica del país bajo la concepción amplia e incluyente de una nueva sociedad); profundo en el manejo de los elementos teóricos que justifican una práctica no excluyente (salvo los apegados a la conspiración); ecuánime en sus juicios para abarcar a todo el espectro de la multivariedad de organizaciones de la sociedad en general; concreto y específico para la determinación de funciones por parte de todos los actores, en los diferentes escenarios del acontecer nacional; y, muy especialmente, tomar como "leiv motiv", como razón fundamental de su política, el desarrollo nacional, sus planes de acción y las formas que la Revolución dispone, para incorporar a todos los venezolanos a la construcción mancomunada del nuevo modelo de sociedad. La política de imagen y comunicación debe concebirse dentro del estilo de sus últimas apariciones –como por ejemplo, la intervención ante la organización Empresarios por Venezuela. El Presidente tiene que repetir y perfeccionar este modo de difusión colectivo.
La otra macro tarea del Presidente es la acción específica del gobierno. Una comisión de alto nivel, integrada por las instituciones del gobierno vinculados a los planes del desarrollo nacional –Planificación; Producción y Comercio; Finanzas y PDVSA— tiene que convocar a ?, tales como:
(i) organizaciones del sector productivo fuera de sospecha conspirativa;
(ii) a los empresarios, profesionales y técnicos autónomos;
(iii) a las organizaciones sindicales no desestabilizadoras;
(iv) a los trabajadores independientes;
(v) a los desempleados calificados y emprendedores con talento, pero sin recursos;
en fin, a todos los ubicados en la dimensión "light" de ?, para pedirles su opinión, ideas y recomendaciones, acerca del qué y del cómo hacer para llevar adelante un plan de desarrollo nacional en conjunto: fuerzas del Proceso y oposición racional.
Plan inicial para las áreas prioritarias de: (i) Petróleo, (ii) Obras Públicas y (iii) Seguridad Social. Esa comisión de alto nivel a designarse de inmediato, dispondrá del momento preventivo (enero 2004) para inventar el método de convocatoria y la forma de intercomunicación con los sectores ?.
A partir del 01 de febrero del 2004 se le dará inicio al momento ejecutivo de Plan, y entrará en vigencia el "Fast Track" que comprende:
(i) 30 días para realizar la consulta (febrero 2004),
(ii) 30 días para sistematizar y procesar las sugerencias (marzo 2004), y
(iii) 15 días para que el Presidente de la República presente al país los resultados de la convocatoria en un instrumento que puede ser denominado: "Plan Básico de Medidas Alternativas para la Reconciliación Nacional y el Desarrollo Autónomo de la República Bolivariana de Venezuela" (abril 2004).
Por su parte, los militantes revolucionarios (Ñ) deben ejecutar la tarea del "1 x 2". Esta consiste en la captación de 2 ?, por cada revolucionario. Para ello se requiere revisar su propia conducta como exponente del Proceso y capacitarse para la difusión ideológica. La conducta apropiada del militante tiene que caracterizarse por ser portador de una personalidad conciliatoria, no dubitativa, plenamente convencido de las metas de la revolución, firmeza de carácter sin demostrar violencia, aunque esto no signifique debilidad. Atributos personales para unirlos a la difusión ideológica como elemento vital del Cª. La difusión ideológica demanda un mínimo de estudio a realizarlo durante el momento preventivo. A tal efecto, recomiendo lo siguiente:
(i) discernir acerca de los contenidos conceptuales del Presidente en sus alocuciones públicas,
(ii) analizar los tres documentos emblemáticos de Simón Bolívar (Manifiesto de Cartagena, Carta de Jamaica y Congreso de Angostura) y
(iii) asimilar los folletos publicados por quien esto escribe –modestamente— ya que contienen elementos teóricos básicos para entender lo que es la revolución. Tales folleto son: (a) "El Proceso Revolucionario", (b) "La Plataforma Unitaria" y (c) "Dos Sistemas Políticos: Revolución Bolivariana y Democracia Representativa"
He aquí pues, una propuesta de qué hacer ante el escenario específico de un eventual revocatorio para marzo del 2004. La meta que se persigue es impedir el número de firmas revocatorias y sumar adeptos al Proceso Revolucionario (ver gráfico 5)
Gráfico 5: Plan de Acción
Variables de la coyuntura
No obstante, aunque hay evidencias de avances importantes en los niveles de conciencia del colectivo nacional, aunque la recolección de firmas para los revocatorios fue un acto de madurez ciudadana, aún así, toda esta nueva situación de manifestación de voluntad de la sociedad nacional por mantener la paz en el país, la coyuntura actual sigue estando determinada por las siguientes variables:
a) la acción desestabilizadora de los grupos reaccionarios de la oposición nacional (cúpula y fanáticos)
b) la actitud conspirativa de la mayoría de los medios de comunicación y difusión social de carácter privado
c) los organismos de inteligencia pro-imperialistas (CIA y demás unidades manipuladoras de la información estratégica, que operan, cerrada y clandestinamente en Venezuela),
d) las fuerzas terroristas, nacionales e internacionales, aupadas por los halcones que dirigen la política norteamericana,
e) los lobbistas de la reacción venezolana que hacen política en Washington en las antesalas de la Casa Blanca, el Congreso de EE.UU., el Departamento de Estado, el Pentágono y demás instituciones que tienen influencia en importantes representantes del mando norteamericano.
Todas estas variables contra-revolucionarios buscan crear las condiciones objetivas para derrocar al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez y aniquilar a todos los sectores, grupos, organizaciones e individuos que se identifican con la revolución, con el bolivarianismo y con las tesis ideológicas orientadas a alcanzar la emancipación del pueblo.
Por lo tanto, esta coyuntura, arroja también situaciones críticas para favorecer a la oposición reaccionaria, a fin de emplear el referendo revocatorio al Presidente Chávez, como excusa para desestabilizar. Coyuntura pre-golpista que tiende a justificar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana a través de la OEA (instrumento sumiso a la línea del gobierno de EE.UU.) y así materializar la política de aislamiento que propugna el Presidente George W. Bush, contra el Presidente Chávez.
En consecuencia, y ante las amenazas que se vislumbran contra la paz, la justicia y los derechos humanos, las cuales podrían ocurrir en Venezuela en el futuro inmediato, se necesita convocar a la unidad de todos los revolucionarios venezolanos. Todos significa: bolivarianos; pensadores de los nuevos tiempos; ideólogos; militantes de izquierda; agrupaciones políticas y sociales que apoyan al Proceso Revolucionario; organizaciones comunitarias; sectores nacionalistas de la clase media y profesional; patriotas trabajadores; campesinos; en fin, todos los luchadores que buscan darle direccionalidad y viabilidad a este Proceso. Todos tienen que asumir la posición política de preservar el cambio bolivariano. Todos tienen la obligación de asumir la tesis ideológica revolucionaria. A todos le hacemos un llamado para unir el trabajo y la acción política de manera fraterna y mancomunada. Es obligación de todos los revolucionarios impedir el regreso de lo viejo constituido.
Este es un llamado para asumir aciertos y errores con humildad. Desechar rencores y aceptar la valía de cada uno de los hombres y mujeres que están en pie de lucha por la defensa del Proceso. Es un llamado al MVR, PODEMOS, PPT, PC, LIGA SOCIALISTA, MEP, UNT, Fuerzas Bolivarianas, Tupamaro, Carapaica, CTU, CRV, UPV, Círculos Bolivarianos, Frentes de Lucha, Redes Sociales, PDV, Clase Media en Positivo, Movimientos Comunitarios, ONG bolivarianas, las organizaciones de luchadores que participaron en la Asamblea de la Plataforma Unitaria en el Teatro Municipal de Caracas y las nuevas que se están adhiriendo a la P.U., Asociaciones Civiles, y todos, completamente todos, los que se han identificado con este Proceso y le dan su respaldo incondicional al Presidente Chávez. Es un llamado para actuar en función al Bien Común (meta de la Revolución) y desechar las prácticas clientelares, pragmáticas y reformistas de la democracia representativa (IV República y puntofijismo). Limpiarse de las posturas contra-revolucionarias, usufructuarias del poder y tomar la vía que profundice la Revolución, sustentando la tesis del PODER POPULAR. Acto de conciencia política para que renazca el pensamiento revolucionario.
Si todos, absolutamente todos, tomamos conciencia del momento crítico que vivimos y si nos untamos de humildad, temperancia, sabiduría y coraje, nuestra lucha nos marcará a todos los seres de buena voluntad, sostenedores de esta Revolución, un lugar reservado en el destino de Venezuela.
La democracia representativa como modelo de EE.UU., para la América Latina.
El Revocatorio es el primer escalón de la estrategia de acción desestabilizadora, por parte de la oposición reaccionaria en alianza con las fuerzas internacionales. La acción continúa, en dirección hacia la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, de no alcanzar la caída del gobierno bolivariano a través del revocatorio. Y, de no lograr tampoco este propósito por la vía de la OEA, la escalada se intensifica con la intervención (Fase final de la estrategia).
Analizada la situación coyuntural del revocatorio y la forma de contrarrestar sus efectos nocivos, veamos ahora el significado de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en la Asamblea General de la OEA en septiembre del 2001.s
La Carta Democrática Interamericana es el instrumento internacional que sostiene el modelo político de la democracia representativa. La Carta es el soporte de la democracia representativa como sistema político ". indispensable para la paz y el desarrollo de la región". Es también, el sostén del ".ejercicio efectivo de la democracia representativa como base del estado de derecho de los regímenes constitucionales de los Estados miembros de la OEA".
Por lo tanto, de su texto se infiere que el modelo político adoptado por la OEA –valga decir, por los EE.UU– para ser acatado por latinoamérica es la democracia representativa. Conclusión que nos permite emitir dos juicios. El primero, se refiere a la naturaleza de la OEA. Partiendo de su concepción doctrinaria y razón existencial como engendro de EE.UU., el modelo político sustentado en la Carta es una imposición directa del imperio. El segundo juicio es la concepción misma de democracia. No es precisamente la representativa, la que garantiza los principios y valores expresados en la Carta. En Venezuela, se está sustituyendo ese sistema político por haber fracasado como modelo de justicia, derecho y prosperidad de la sociedad. La democracia representativa procreó representantes del colectivo que devinieron en cúpulas usufructuarias del poder. Se convirtieron en grupos cerrados que solo acudían al pueblo en tiempos de campaña electoral para que los eligieran. Pero, alcanzado su objetivo, le daban la espalda. Cúpulas que se apropiaron de lo que al pueblo le pertenecía. Hicieron del modelo político un instrumento clientelar para satisfacer sus expectativas grupales e individuales. Nunca se empleó para alcanzar el bien común. Los resultados, a la vista del mundo, es que este modelo político sirvió para el 20% de la población venezolana (oligarquía y acólitos) pero no resultó satisfactorio para el 80% restante (clase media y pobres). Una copia del método que impuso el imperio por la vía del NOI que funciona para el mundo norte, pero no para el mundo sur (Ver las cifras más adelante).
La Carta impone un sistema, como si la democracia representativa fuese el único modelo político que sustentase la justicia, los derechos y la prosperidad del pueblo. El sistema de la Revolución Bolivariana, opuesto al modelo que exige el imperio para la región, se basa en la democracia participativa, cuyos fundamentos filosóficos y principios políticos son propios de la democracia directa. Todo el poder para el pueblo es lo que sintetiza la meta de la democracia directa y esa es la meta de la Revolución Bolivariana. Modelo que no promueve representantes sino voceros, ya que el poder lo ejerce directamente el pueblo. Los representantes deciden por el pueblo, mientras que en una revolución los voceros no toman ninguna decisión. Sólo elevan la voz del colectivo. El poder y, por ende, todo lo que ello implica lo tiene el pueblo. La democracia directa cumple y va mucho más allá de los preceptos considerados en la Carta. Esto es lo que busca alcanzar la Revolución Bolivariana.
Como proceso, la Revolución, en fase de transición, no ha reemplazado totalmente a la democracia representativa. La confrontación con los gestores del modelo representativo se ha radicalizado. Los representantes no quieren perder su poder. No quieren ser sustituidos por el pueblo. Por eso es que acuden fervorosamente a la OEA a apelar por la aplicación de la Carta. Cualquier acto que se de en la escena política venezolana y que no favorezca a sus intereses, acuden de inmediato a la OEA a rogar piedad. Imploran al imperio su intervención para aislar al gobierno de la Revolución Bolivariana. Pero aún así, aunque el imperio los apoya, no han podido manipular a la conciencia del colectivo que está buscando implantar el modelo de la democracia directa. Ya es de dominio del pueblo venezolano que los EE.UU., no tiene amigos sino socios; no tienen principios sino intereses.
Rol de la FA en el Proceso Revolucionario.
En esta nueva etapa republicana y de reacomodos mundiales, la FA de hoy está llamada a satisfacer nuevos roles doctrinarios. Además de los instituidos históricamente, hoy en día convertidos en fines tradicionales, la FA tiene que replantearse tareas asignadas que ya han perdido vigencia.
A propósito de los actos de recolección de firmas para la solicitud de revocatorios y detectada la estrategia desestabilizadora de la oposición, luce oportuno revisar el rol de la FA dentro del Plan República. Esa práctica, que data desde los años 60, es otra de las expresiones de la democracia representativa. Las condiciones que motivaron la creación del Plan República (etapa de la lucha armada y fases subsiguientes de violencia extrema) ya no existen. Han desaparecido. La sociedad venezolana se encuentra en otros estadios de civilización que hace innecesaria la custodia militar de los procesos electorales. Es más, el Proceso Revolucionario por su alto contenido democrático y gestor de la paz colectiva, induce a la FA a ceder estas tareas al propio poder electoral. El CNE tiene la suficiente autoridad para el control íntegro de cualquier proceso electoral. Con la recolección de firmas, quedó demostrado el nivel de madurez de la sociedad venezolana. Durante ambas eventos –21/11/03 y 28/11/03– quedó establecida la operatividad eficiente del árbitro electoral. Se materializó la intencionalidad del colectivo nacional en aceptar la autonomía del naciente cuarto poder.
Además de esta razón de peso, con el Plan República la FA queda expuesta a que se le involucre en una diatriba política partidista fuera de los fines existenciales de la institución militar. Contrasta observar, por un lado la población civil, volcada de manera pacífica en los centros de expresión de su voluntad y, por el otro, la figura del militar en traje de guerra portando armas largas. Luce antagónico ver por las pantallas de TV, a un grupo de ciudadanos protestando, ante un carro militar con efectivos uniformados de campaña, al impedir su circulación por no estar de acuerdo con algún procedimiento propio del acto electoral. En este caso, a la FA se le minimiza involucrándola en procederes no ajustados a su rol primario como lo es hacer la guerra y, por lo tanto, someter al adversario.
Con base en la Constitución Bolivariana, la FA construye un nuevo marco doctrinario para su uso y empleo. La nueva realidad nacional, etapa de transición hacia la consolidación de cambios estructurales en las relaciones de poder, incide en la conducción de la FA para replantear sus roles tradicionales. Aunque permanezca inalterable la enunciación de sus fines, la acción racional de su práctica por alcanzar esos enunciados, tiene una orientación diferente. El Proceso Revolucionario venezolano apunta hacia la creación del poder popular. La toma de decisiones durante el sistema de la democracia representativa se fundamentaba en el método cupular. Grupo privilegiado, apropiado del poder, que determinaba el qué hacer del colectivo nacional sin establecer ningún tipo de consulta. De esa cúpula formaba parte la élite de la FA. Ahora, y hacia los años por venir, el nuevo sistema que busca implantarse, va tomando la dirección de transferir las decisiones al pueblo. No será entonces la cúpula la que decida el destino y el modelo de sociedad a adoptar, será la comunidad organizada a todo nivel, la que asumirá ese rol. En este nueva dimensión de la toma de decisiones se anota también la FA.
Sin alterar la base que sostiene el principio rector de la institución como lo es la disciplina –mando y obediencia– el colectivo militar formado por oficiales, sub-oficiales y tropa, es considerado también como un conjunto perteneciente a la nueva sociedad emergente. Por lo tanto, ese colectivo tiene que opinar acerca del qué y del cómo deben ser empleados los distintos componentes de la FA.
Como parte también de sus roles tradicionales, la FA en la revolución lleva implícito la conciencia nacional y sus principios institucionales derivados, como son identidad, soberanía y autodeterminación. Por eso y con base en las metas del proceso, la FA debe enfocar de manera diferente los antagonismos con el imperio. El proceso revolucionario exige otro modo de concebir al mundo actual, dividido por la globalización entre mundo norte y mundo sur. La revolución demanda la manutención de posturas autónomas en cuanto a los cambios en las relaciones sociales y las relaciones de producción. Por lo tanto, el adversario dominante, centro del mundo global de hoy, lo es también de la FA. El imperio ha engendrado instrumentos para aniquilar al Proceso Revolucionario venezolano. Y esto incluye a la FA. En este momento, la revolución tiene que enfrentar al Plan Colombia, a los otros planes militares del Comando Estratégico del Sur, al ALCA, a las operaciones de inteligencia de la CIA, y a todas las maquinaciones de los EE.UU., contra Venezuela. El aislamiento internacional, la aplicación de la Carta Democrática como castigo, la desestabilización contra-revolucionaria, todas estas iniciativas del imperio, para obstaculizar el Proceso político venezolano, cuentan con el apoyo de los grupos reaccionarios nacionales. Elementos adversos a la FA.
Todo esto nos lleva a ubicarnos en una nueva realidad y considerar que la FA tiene ahora que manejar con especial agudeza el escenario del poder mundial. Identificar con precisión a los factores reales que manejan al mundo. Por ejemplo, como parte de su doctrina, la FA tiene que incorporar a su objeto de estudio, lo que significa a nivel mundial el grupo G-8, la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU., el grupo Bilderberg, logias que se arrogan el privilegio de planificar el futuro mundial. Sociedades cupulares y secretas que planifican las políticas hegemónicas que se ejecutarán en cualquier punto del globo. Trazan los grandes caminos por los que discurrirá la historia mundial. Los gobiernos más poderosos, las grandes Corporaciones Transnacionales (CTN), los organismos mundiales de relaciones multilaterales (ONU, Banco Mundial, Wall Street, Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros) van a depender de sus líneas definitorias. Por eso, la FA tiene que abocarse a comprender los hilos de la racionalidad del poder mundial. Su rol doctrinario le exige profesionalizar aún más su justo empleo. Dejar a otras instancias las tareas que no le son orgánicas. El Plan República, como prótesis que le fue adjudicada en una época que lo requería, ya está superada. La doctrina de empleo de la FA dentro de la concepción revolucionaria tiene otra dirección. Va dirigida a la producción de la ciencia militar y a profundizar en sus relaciones sociales con la realidad existencial del pueblo.
Norte y Sur
La realidad del mundo en pleno siglo XXI, es una repetición altamente tecnificada de la realidad del siglo XX. Sigue vigente la relación de dominio que ejercen los gobiernos de los países del primer mundo (norte), sobre los países en desarrollo (sur). Aunque cuesta decirlo, y mucho más creerlo, el mundo de hoy es más desigual que el de hace 50 años. A veces, y con mucha facilidad, nos olvidamos de los hechos más trascendentes para saber que el mundo es el infierno. La cotidianidad nos arropa de tal manera que nos hace sumiso de la costumbre. La rutina nos ancla en los límites de lo posible y nos confunde al creer que los avances de la tecnología han superado las desigualdades e injusticias. Los poderosos de hoy son más crueles e inhumanos que los de antes.
La globalización, método de articulación del neoliberalismo como sistema social de producción no tiene por meta generar riqueza para satisfacer los necesidades del pueblo. No, su objeto es la acumulación constante de los beneficios, para proseguir con la expansión infinita del capital. No hay signos de amor hacia el prójimo, ni lucha por alcanzar el bien común. Vale solo lo pragmático del valor del dinero. Hecho que categoriza el "status social" de quien posee el usufructo del bien material.
Por lo tanto, no es la cultura de la indolencia, ni los desastres naturales, ni los malos gobiernos del tercer mundo las causas fundamentales del empobrecimiento de los países subdesarrollados. Estas variables influyen. Pero la razón fundamental es que el Nuevo Orden Mundial (NOI), diseñado bajo la ideología del neoliberalismo, se hizo para beneficiar a los poderosos. El capitalismo global se basa en la búsqueda de utilidades por parte de los sectores privilegiados de las oligarquías financieras corporativas, las empresas transnacionales y el complejo industrial militar.
Todos los esfuerzos consagrados por la ONU para establecer nuevas relaciones económicas internacionales equitativas fracasaron. Los EE.UU., se impusieron en el mundo como superpotencia única con su proyecto de dominación a escala planetaria. Ahora, sometido Irak, amenazado Irán, Siria, Corea del Norte y Cuba, puesta en la mira Venezuela y usurpado el derecho internacional, el imperio perpetúa su hegemonía para afianzar la globalización mundial. Medio siglo atrás se dijo que un día no habría abismo entre países desarrollados y subdesarrollados. Se aseguró que el mercado sin regulación, la privatización máxima y la retirada del Estado de la actividad económica, eran los principios para alcanzar el desarrollo económico y la prosperidad social.
Sin embargo, a pesar de la receta, existiendo potencialidades científicas tan avanzadas, así como la capacidad de generación de riqueza tan extraordinaria, nunca la brecha de la desigualdad fue tan grande como ahora. El NOI funciona para el 20% de la población, pero excluye al 80% restante. Durante los últimos años ha aumento la polarización social a nivel mundial. Por ejemplo, la riqueza de los 475 billonarios del mundo equivale al ingreso del 60% de la población mundial, cifra que alcanza los 3 mil millones de personas. Sólo los billonarios de EE.UU., aumentaron de 13 en 1982, a 149 en 1996. La riqueza de los 400 estadounidenses más ricos, según la revista Forbes, aumentó un promedio de US$ 940 millones cada año entre 1997 y 2000. Una sola persona, Bill Gates, acumula tanto dinero como 120 millones de norteamericanos. El valor neto de las 400 compañías nombradas por Forbes como las más ricas fue de US$ 1 trillón en el año 2001. Esto representa un aumento de US$738 billones en un año. Las 3 personas más ricas del mundo poseen bienes superiores al PIB de los 48 países menos desarrollados. La riqueza de los 84 individuos más ricos excede el PIB de la China, cuya población es de 1.200 millones.
Por su parte, en el mundo sur, de sus 4.400 millones de habitantes el 60% carece de higiene pública, el 33% no goza de agua potable y un 25% no tiene vivienda adecuada. Más de 100 países tienen un ingreso por habitante inferior al de hace quince años. 1.300 millones subsisten con 1 dólar al día. 1.600 millones viven peor que en los años 80. Más de 820 millones están desnutridos. Se estima que 507 millones no sobrevivirán los 40 años de edad. Dos de cada cinco niños padecen de retraso. Uno de cada tres sufre de bajo peso. 30 mil mueren cada día. 2 millones de niñas son forzadas a ejercer la prostitución. 130 millones no tienen acceso a la educación. 250 millones menores de 15 años están obligados a trabajar para sobrevivir.
Esta es la expresión de la globalización capitalista mundial. Esta es la realidad de la relación Norte-Sur. Esta es la razón fundamental de la pobreza y las calamidades que sufre el Tercer Mundo. Esta es la causa que engendra la marginalidad. Estas son las cifras de la injusticia social. Esta verdad, aunque les duela a los neoliberales, no es la visión del comunismo. Son las cifras de los mismos investigadores del mundo norte.
Quienes se confrontan con los revolucionarios defendiendo el modelo político de la democracia representativa y, en consecuencia, consciente o inconscientemente siguen las líneas que dicta el Imperio, están del lado del mundo Norte. Son copartidarios de la desigualdad del mundo de injusticia de hoy. Respaldan al poder mundial, el que a su vez los sacrificará cuando ya no les sirva a sus intereses. No se dan cuenta que se someten a un adversario ideológico por considerarlo, equivocadamente, su benefactor. Ellos mismos serán víctimas de quienes dictan las políticas mundiales de dominio. Su afinidad de hoy, necesidad coyuntural y temporal del Imperio para oponérsele a la revolución, será ignorada al momento de materializar sus metas.
Autor:
William E. Izarra
Caracas, Venezuela
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