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Pavel Blonsky y la pedagogía revolucionaria

Enviado por walther Gahn


Partes: 1, 2, 3

  1. El marxismo para la educación
  2. Régimen combinado de producción y educación
  3. Educación para la polivalencia
  4. Los contenidos de la enseñanza y el papel del Estado en la educación
  5. Educación y cambio
  6. Lenin y la política escolar soviética
  7. La educación en la Argentina, desde un punto de vista marxista
  8. El trotskismo como teoría
  9. Conclusión
  10. Pavel Blonsky y la pedagogía de la reflexión

CAPÍTULO I:

El marxismo para la educación

I.I ¿QUÉ ES EL MARXISMO? BREVE SÍNTESIS.

El marxismo, como cuerpo de teorías o guía para la acción como dijera Lenin, nació en medio de luchas y se desarrolló producto de esas luchas que terminaron por plantear que el marxismo puede constituirse en una alternativa de solución a los males que afecta a la sociedad en general y específicamente a la educación, como caso particular.El marxismo descansa sobre tres pilares fundamentales; la filosofía alemana, la economía política inglesa y el Socialismo francés. La aplicación de los criterios marxistas al campo educativo resulta siendo de singular importancia para el desarrollo de la educación en general y de la aplicación de nuevos enfoques sobre la misma.

I.II PRINCIPIOS BÁSICOS DEL MARXISMO.

El marxismo, como lo expresara Marx, se desarrolló y creció en el crisol de la lucha de clases, vale decir en la lucha de explotadores y explotados, entre los de arriba y los de abajo; esta lucha para los marxistas, es lo que marca y desarrolla la sociedad. Se ha dado desde los inicios de la sociedad, y de los pasos de un régimen a otro, tenemos el caso del régimen esclavista al régimen feudal, y del régimen feudal al régimen burgués y de aquí al socialismo que en sucesivos pasos llevará al comunismo, meta final de todos los marxistas en el mundo.Esta interpretación en la dinámica de la historia es un criterio de interpretación de la realidad política de los pueblos. Sin embargo, no es solo la lucha de clases la que asegura la inevitabilidad del paso al comunismo como meta final. Ya los científicos e ideólogos franceses habían descubierto en la lucha de clases, el principal aporte de Marx al desarrollo y aplicación de la teoría por él descubierta, esta es el planteó sobre la tesis de la dictadura del proletariado, vale decir la dictadura del pueblo o dictadura democrática. Este planteamiento es lo que asegura que el socialismo pueda perdurar. Mariategui, el marxista latinoamericano decía que la revolución se gana con el derrocamiento del sistema burgués y se defiende con la dictadura proletaria. Solo esto es lo que asegura que otras actividades puedan desarrollarse, tenemos el caso del arte, la cultura, las letras, el derecho, las ciencias y la educación que es el motivo de nuestro trabajo.En concreto el marxismo es la teoría o doctrina revolucionaria de Karl Marx, Federich Engels y Vladimir Lenin; sistema integro de opiniones filosóficas, económicas y sociopolíticas que constituyen la cosmovisión de la clase obrera; ciencia sobre el conocimiento y la transformación revolucionaria del mundo, sobre las leyes de la sociedad principalmente.

I.III EL MARXISMO Y LA EDUCACIÓN.

Supone la formación coherente y sistemática de individuos integralmente desarrollados, constructores del comunismo (fase final del marxismo) en la que se conjuga el alto nivel ideológico, la laboriosidad, el sentido de organización, la riqueza espiritual, la pureza moral y la perfección física. Estas bases científicas en la formación educativa sobre sólidos principios fueron formuladas por Marx, Engels y Lenín, quienes vinculaban el desarrollo integral del hombre con la reestructuración de las relaciones sociales y con el activo papel que corresponde en este proceso a la sociedad.Los rasgos de los ciudadanos se forman por todo el régimen de vida socialista, pero en primer lugar gracias a la labor educativa del partido (quien es la unidad encargada de llevar al pueblo hacia el comunismo)[1].La labor de educación en el régimen marxista supone una actividad revolucionaria y transformadora con concretos cimientos de clase (proletaria), basado fundamentalmente en la situación económica y social que es uno de los criterios básicos del marxismo, la relación entre la producción y la superestructura en nuestro caso particular, la educación supone la construcción socialista y comunista de una sociedad.La médula de la Educación marxista es la formación de los individuos así como una cosmovisión científica, la fidelidad abnegada a la causa del partido y a los ideales comunistas, al amor al socialismo y el internacionalismo proletario . El conocimiento de la teoría marxista leninista permite al hombre comprender la perspectiva histórica y el desarrollo socioeconómico y político de la sociedad, ayuda a orientarse en los acontecimientos internacionales y de sostener una intransigente lucha contra la ideología burguesa.Una importantísima parte integrante de la educación y el marxismo es la educación en el trabajo, la inculcación de una actitud nueva. La principal célula de la educación laboral es el colectivo laboral. En ella se forman las cualidades morales fundamentales de los socialistas. Como ha señalado la Ex Rusia Socialista, las colectividades de los trabajadores despliegan la emulación socialista, contribuyen a difundir los métodos avanzados de trabajo y a fortalecer la disciplina laboral; educan a sus miembros en el espíritu de la moral comunista y se preocupan por elevar su grado de conciencia política, su nivel cultural y su calificación profesional.Una parte integrante de la Educación marxista es la educación moral.La principal tarea de la educación moral consiste en formar una posición activa del individuo en la vida, la actitud consciente hacia el deber social, el afán y la capacidad de contribuir a que las normas morales del socialismo pasen a ser normas de conducta cotidiana de las masas y de luchar contra las supervivencias del pasado y contra la influencia de la moral en el régimen burgués; incluye también la educación y autoeducación estética y física.En su labor de educar a la gente en el espíritu de conciencia comunista, disposición, voluntad y capacidad de construir el comunismo, el partido se vale de un rico arsenal de formas y medios. Desempeñan importante papel en la educación marxista el arte y la literatura, los medios de información social (prensa, cine, televisión, radio etc.) y las diversas formas de propaganda oral llevan a cabo las instituciones cultural-educativas, las organizaciones sociales, etc.

I.IV MARX, ENGELS Y LA EDUCACIÓN.

Según TH. Dietrich, "el socialismo marxista se concibe como una filosofía de la totalidad", filosofía que incluye principalmente elementos de economía, sociología, filosofía, y política, así como, en distintos grados, elementos correspondientes a otros muchos ámbitos, entre lo que está incluido el de la educación. Marx y Engels no realizaron nunca un análisis detenido de la escuela y la educación; sus ideas al respecto se encuentran diseminadas a lo largo de varios de sus escritos, manteniéndose en una misma línea durante más de cuatro décadas. En estos escritos, la problemática educativa está planteada de modo ocasional, fragmentario, pero siempre en el contexto de la crítica y de las relaciones sociales y de las líneas maestras de su modificación. Pero si bien es cierto que Marx y Engels no dedican una obra, un capítulo, o un artículo de su ingente producción al problema de la educación (y menos aun al de la organización práctica de la escuela), también es verdad, que una atenta investigación filológica de las formulaciones explicitas de una crítica y de una perspectiva pedagógica en los escritos de Marx (y en los de Engels, que son completamente inseparables) revela principalmente la existencia de textos explícitamente pedagógicos que, si bien es cierto no son numerosos, adquieren, sin embargo, un extraordinario relieve debido a la doble circunstancia de presentarse de nuevo de forma coherente en un intervalo de treinta años o más, y de coincidir con momentos cruciales tanto de su investigación como de la historia del movimiento obrero.

En realidad, no podía ser de otra forma y Marx y Engels tenían que referirse a la cuestión de la educación por someramente que lo hiciera. Tanto su crítica al capitalismo y al sistema de relaciones sociales por el impuesto, como su defensa del comunismo, tenían que abordar de alguna forma el papel de la educación en uno y otro sistema. Por otro lado, el de Marx y Engels es un planteamiento emancipatorio que tiende a la formación de una sociedad nueva para un nuevo hombre; en la construcción de esa nueva sociedad y este nuevo hombre, a la educación le corresponde un importante papel.

Hay aún otra explicación de las preocupaciones de Marx y Engels en lo que a la educación se refiere. En el crítico cuadro que sobre la educación capitalista dibujaron, no podía faltar el detalle de la explotación de los niños y adolecentes en manos de los intereses del capital. Como Engels lo denunció en La Situación de las Clases Trabajadoras en Inglaterra, "la avidez de una burguesía insensible" sacrificaba el desarrollo físico e intelectual de los niños a los intereses de la producción, sustrayéndolos del aire libre y la escuela para encadenarlos a la explotación en las fábricas. El resultado es descripto por el mismo Engels en los siguientes términos:

[…] A cada instante se puede ver a niños que, tan pronto llegan a casa, se echan al suelo de piedra delante del fuego y se duermen inmediatamente, incapaces de tomar el menor trozo de alimento; los padres tienen que levantarlos a la cama totalmente dormidos; es frecuente incluso que se acuesten de fatiga en el camino, y, cuando ya avanzada la noche, los padres vienen a buscarlos, los encuentran durmiendo. Parece corriente que esos niños pasen en la cama una parte del domingo para descansar un poco de su agotamiento de la semana. Sólo una parte de ellos frecuenta la iglesia y la escuela; y aun se quejan sus maestros de que están soñolientos y alelados, a pesar de todo su deseo de aprender […][2]

Después de doce horas de trabajo extenuante, poca cosa puede conseguirse en la escuela de ocho a diez de la noche. La transformación de niños en máquinas a edad tan temprana les deja bien pocas posibilidades de desarrollo intelectual y apenas si permite otra cosa que su desarrollo como fuerza de trabajo. Sensibles a esta situación de los niños, es lógico que Marx y Engels se preocuparan por la necesidad de procurarles otra forma de vida y otra educación. O, para ser más exactos, de procurarles una educación, pues no merece tal nombre lo que se daba en las escuelas para niños trabajadores; así, por ejemplo, Marx cita en El Capital numerosos informes de los inspectores de las escuelas de las fábricas en los que se pone de manifiesto la lamentable situación en que esas escuelas se encontraban:

[…] Antes de promulgada la ley fabril enmendada en 1844, eran bastante frecuentes los certificados escolares extendidos por maestros o maestras que firmaban con una cruz por no saber ellos mismos escribir […][3]

Habiendo constatado la pauperización moral y la degeneración intelectual de los hijos de la clase obrera, producida voluntariamente por el capital a fin de perpetuarse y de perpetuar las relaciones sociales por él engendradas.

Marx y Engels entienden que es necesario procurar a todos los hijos de los proletarios una preparación adaptada a la vida en la sociedad presocialista y socialista.

De este modo quieren contribuir a eliminar la miseria de los proletarios en la sociedad de clases, satisfacer las necesidades vitales en la sociedad sin clases y humanizar al hombre.

Régimen combinado de producción y educación

En los principios del comunismo, redactado por Engels en octubre-noviembre de 1847, se defiende como una de las medidas más importantes a adoptar de cara a acabar con la propiedad privada y a asegurar la existencia digna del proletariado, la de "conjugar la educación con el trabajo fabril".

El Manifiesto del Partido Comunista, escrito en los dos meses siguientes por Marx y Engels, recoge ésta entre las medidas que en él se proponen; en efecto, tras defender la educación pública y gratuita para todos los niños y la abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy, Marx y Engels proponen el régimen de educación combinado con la producción material. Puede encontrarse este principio en la Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional, escrita por Marx en 1866, como en la Crítica al Programa de Gotha, que Marx escribió en 1875, como en otros lugares de la ingente obra de Marx y Engels, puede encontrase la defensa de este principio del régimen combinado de producción y educación.

En realidad, esta combinación había sido ya defendida por Robert Owen y Charles Fourier. En el capítulo XIII de El Capital, Marx recomienda la medida del régimen combinado del trabajo productivo con la enseñanza y la gimnasia, pretendiendo conseguir un doble tipo de ventajas: aumentar la producción social y permitir el pleno desarrollo del hombre; en ese lugar, Marx escribe:

[…]Del sistema fabril, que podemos seguir leyendo a Robert Owen, brota el germen de la educación del futuro, en la que se combinarán para todos los chicos a partir de cierta edad el trabajo productivo con la enseñanza y la gimnasia, no sólo como método para intensificar la producción social sino también como el único método que permite producir hombres desarrollados […][4]

Por lo que a Fourier se refiere, Marx tomará de él, sus métodos de educación por el trabajo, completándolos como el material necesario de la marcha a la historia hacia la sociedad sin clases. Pero Marx y Engels no se limitan a recoger las propuestas de los socialistas franceses (utópicos) que les precedieron sino que las transforma y a la vez las superan. Marx y Engels funda sus principios educativos sobre las conquistas de la era capitalista pero para superarlas; esas conquistas cristalizan en la legislación de las fábricas en el terreno educativo; Marx apunta, efectivamente, más lejos cuando escribe:

[…] Si la legislación fabril, como primera concesión arrancada a duras penas al capital, se limita a combinar la enseñanza elemental con el trabajo fabril, no cabe duda de que la conquista inevitable del poder por la clase obrera conquistara también para la enseñanza tecnológica el puesto teórico y práctico que le corresponde en las escuelas de trabajo […][5]

La del trabajo es una noción fundamental para Marx y Engels. Según este último, el trabajo es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que hasta cierto punto debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre. Por medio del trabajo el hombre se ha arrancado del reino animal y a través de él, el hombre se ha formado: el trabajo es la fuerza impulsora de la humanización del hombre y el motor de la historia: el hombre es un trabajador caracterizado por su actividad, por su producción, por su trabajo. Se entiende así que si la formación del hombre se realizo a través del trabajo, trabajo y formación no pueden ser separados. Se entiende, también, que Marx se opusiera a la prohibición del trabajo infantil, pues, según él, el trabajo está en la naturaleza del niño y es favorable para su desarrollo. En la Critica al Programa de Gotha, Marx escribe que…

[…] la prohibición general del trabajo infantil es incompatible con la existencia de la gran industria y, por tanto, un piadoso deseo pero nada más. El poner en práctica esta prohibición suponiendo que fuese posible sería reaccionario, ya que, reglamentada severamente la jornada de trabajo según las distintas edades y aplicando las demás medidas preventivas para la protección de los niños, la combinación del trabajo productivo con la enseñanza desde una edad temprana es uno de los más potentes medios de transformación de la sociedad actual […][6]

Diez años antes, en "La Instrucción a los Delegados", Marx había ya escrito:

[…]Consideramos que es progresiva, sana y legítima la tendencia de la industria moderna a incorporar a los niños y a los jóvenes a cooperar en el gran trabajo de la producción social, aunque, bajo el régimen capitalista, ha sido deformada hasta llegar a ser una abominación. En todo régimen social razonable cualquier niño de nueve años de edad debe ser un trabajador productivo, del mismo modo que todo adulto acto para el trabajo debe obedecer la ley general de la naturaleza, a saber: trabajar para poder comer, y trabajar no solo con la cabeza sino también con las manos […][7]

Marx defiende, pues, el trabajo infantil. Pero insistiendo siempre en que ese trabajo debe ser reglamentado cuidadosamente, de manera que en nada se parezca a la explotación infantil capitalista. Más en concreto, Marx sostiene que, por razones fisiológicas, los niños y jóvenes de uno y otro sexo deben dividirse en tres clases, cada una de las cuales requiere un tratamiento específico: la primera clase comprendería a los niños de nueve a doce años; la segunda, de trece a quince, y la tercera a niños de dieciséis a diecisiete años; para la primera clase, la jornada de trabajo, sea del tipo que sea, debe limitarse a dos horas; la jornada para la segunda clase debe ser de cuatro horas y de seis para la tercera. Según Marx, las escuelas elementales deberían hacerse cargo d la educación del niño hasta los nueve años. Fuerza de estos márgenes, nada puede ser aceptado:

[…]Se entiende que el empleo del trabajo de niños de nueve a diecisiete años de edad de noche o en cualquier industria nociva para la salud, debe estar rigurosamente prohibido por la ley […][8]

A la distribución de los niños jóvenes obreros en las tres clases citadas, debe corresponder, según Marx, un curso gradual y progresivo en la formación mental, física y tecnológica con estas medidas, Marx intenta hacer posible el desarrollo pleno de la persona, preparar y acompañar el advenimiento de la sociedad comunista y proteger a los niños de la explotación capitalista:

[…]Hay que defender los derechos de los niños y los jóvenes ya que ellos no pueden hacerlo por si solos […][9]

La educación socialista preconizada por Marx y Engels exige, por lo tanto, la participación de niños y jóvenes en el proceso de producción, teniendo en cuenta que, la producción supone la unidad de la actividad material e intelectual. La actividad productiva constituye un proceso determinado a un nivel intelectual, pero siempre sobre la base de un desarrollo material que posee sus propias leyes; trabajo físico y actividad intelectual se convierten así en dos facetas de un mismo proceso, del cual no pueden desligarse si ese proceso debe mantenerse. Cuando Marx y Engels hablan de educación por el trabajo y en el trabajo, debe entenderse trabajo como actividad productiva, no como artilugio pedagógico.

Según Dietrich…

[…]A diferencia de los pedagogos burgueses, que consideran el trabajo en la escuela exclusivamente bajo su aspecto pedagógico, Marx quiere ante todo vincular el trabajo productivo a la enseñanza, es decir, que su intención se dirige exclusivamente hacia el trabajo útil. Por lo tanto, para él, lo que se pretende no es una iniciación a la producción inserta en el marco de una educación profesional, estética y espiritual, sino de un trabajo productivo y útil considerado bajo el prisma de su valor social […][10]

Educación para la polivalencia

La insistencia de Marx y Engels en la necesidad de que trabajo e institución (trabajo material y trabajo intelectual) no vallan cada uno por su lado, hay que entenderla dentro de su crítica general a la división del trabajo, precisamente porque, según ellos,

[…] la división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo material y el mental […][11]

La división del trabajo no sólo es la base de la división de la sociedad en clases, sino que además es la causa de la enajenación del hombre por el trabajo, de la extrañeza del hombre respecto a su propia actividad, de la esclavización del hombre al trabajo. Así lo describe Engels:

[…]Vigilar las máquinas, renovar los hilos rotos no so actividades que exijan del obrero esfuerzo alguno del pensamiento, aunque, por otra parte, impiden que ocupe su espíritu en otra cosa. Al mismo tiempo hemos visto que ese trabajo sólo interesa al esfuerzo muscular, a la actividad física. De esta manera no es, hablando con propiedad, un trabajo, sino una pura y simple molestia, la molestia más paralizante y deprimente que pueda darse. El obrero fabril está condenado a dejar extinguirse todas sus fuerzas físicas e intelectuales en ella, su oficio consiste en sudar todo el día desde los ocho años… Esa condena a estar a estar enterrado vivo en la fábrica, a soportar interminablemente una máquina infatigable, es vivida por el obrero como la peor de las torturas. Tiene un efecto absolutamente embrutecedor sobre todo el organismo y sobre sus facultades mentales. No se podría inventar un método mejor de embrutecimiento que el trabajo en las fábricas […][12]

Rota la unidad hombre–trabajo, el hombre pierde su propia esencia, su unidad, y es forzado a una parcelación cada vez más brutal de su actividad; la desnaturalización de la relación hombre-trabajo conduce, por estos caminos, a la alienación del hombre. Detrás de todo ellos se esconde el orden capitalista.

El fruto de la división del trabajo es el hombre unilateral, el hombre que sólo sirve mientras se le mantiene cerrado en la parcela en que le ha enclaustrado la división del trabajo mismo. Implicándolo todo bajo su signo, la división del trabajo no deja sitio a la omnilateralidad, sino a una multiplicidad de necesidades y goces:

[…] Cada forma particular de actividad enajenada es, a su vez, extraña a las otras formas particulares de la misma actividad sustancial, es decir a la actividad vital misma del hombre. Ésta es, pues, la realidad de las sociedades que han existido históricamente, de las sociedades divididas en clases, puesto que en ellas cada esfera de la actividad humana presupone su moral particular, su particular modo de comportamiento, una norma diversa y antitética […][13]

Frente a esta realidad enajenante de la unilateralización del hombre a consecuencia de la división del trabajo. Marx y Engels plantean la existencia de la omnilateralidad, de la polivalencia, que no es otra cosa que la exigencia de un desarrollo total completo del hombre, en el ámbito de todas sus facultades y posibilidades, de sus necesidades y sus capacidades de satisfacción. Si la unilateralidad conduce a las determinaciones negativas que hemos señalado, la polivalencia es la promesa de perspectivas más satisfactorias. La conclusión que de ellos se deriva es la defensa, frente a la división del trabajo, de una reintegración del binomio hombre-trabajo que nunca debió romperse; si la división condujo a la unilateralidad, la reintegración debe conducir a la polivalencia: la disponibilidad absoluta del hombre (polivalencia) debe sustituir a la anterior parcelación (unilateralidad). Como quiera que los paradigmas de la unilateralidad de la unilateralidad, cada uno por su lado, sean el trabajo intelectual y el trabajo manual, es imprescindible que la educación se organice de manera que se impida la separación la separación de los hombres en esferas extrañas y opuestas; de manera, en definitiva, que se haga imposible la división del trabajo. Ahí es, precisamente, donde apuntan las miras de las propuestas de Marx y Engels. Su reivindicación de un régimen que combine la educación con la producción material constituye…

[…] el fundamento de la pedagogía socialista. De acuerdo con dicho fundamento…es preciso que el trabajo fabril constituya la base y el centro de la educación. De igual modo, este trabajo constituye la base de la escuela socialista. La enseñanza intelectualizada con su "contenido de clase específico", debe ser sustituida por una "pedagogía del trabajo", con un objetivo a la vez económico y humano en sentido universal. El trabajo práctico-productivo debe ser el medio por el que se lleven a cabo la educación y la instrucción del hombre socialista del futuro, ya que, de acuerdo con Marx y Engels, sólo el trabajo social puede volver a humanizar al "hombre deshumanizado" a lo largo del proceso histórico […][14]

El hombre, aunque unilateral "en acto", es polivalente "en potencia" y es esta polivalencia la que es colocado como el fin de la educación. ¿Qué es lo que debe entenderse por polivalencia? Dietrich nos ayudará de nuevo en este punto:

[…] Marx entiende por "polivalencia" la "movilidad absoluta del trabajador" en la industria y en la sociedad. El trabajador, el hombre, debe poseer una formación polivalente, lo que quiere decir que debe ser posible emplearle en cualquier trabajo. Esto permite pensar los fundamentos de una formación intelectual en función de una actividad tan universal como sea posible […][15]

La industria exige del trabajador una capacidad para pasar rápidamente de una rama de la producción a otra; independientemente del uso que de él se haga, éste es un valor, para Marx y Engels, que debe ser explotado; lo que a éstos interesa es conseguir la absoluta disponibilidad del hombre para las variables exigencias del trabajo; el individuo plenamente desarrollado, para el cual las diversas funciones sociales no son "más que otras tantas manifestaciones de actividad que se turnan y se relevan", sustituirá al individuo parcializado, fruto de las imposiciones de la división del trabajo. Así expresó V.I. Lenin la misma idea:

[…] Se pasará a suprimir la división del trabajo entre los hombres, a la educación, enseñanza, preparación de hombres, a educar, instruir y formar hombres universalmente desarrollados y universalmente preparados, hombres que sabrán hacer de todo […][16]

La formación polivalente debe garantizar múltiples posibilidades de actividades, al tiempo que la polivalencia de la instrucción debe garantizar la formación más completa posible, suministrando una sólida dimensión humana y múltiples posibilidades de actividad.

La polivalencia, la omnilateralidad, es el llegar histórico del hombre a una totalidad de capacidad de consumos o goces, en los que, ya sabemos, hay que considerar sobre todo el goce de los bienes espirituales, además de los materiales, de los que el trabajador ha estado excluido a consecuencia de la división del trabajo.

En síntesis, Marx y Engels oponen al criterio burgués de pluriprofesionalidad, la idea de la polivalencia del hombre completo que trabaja con las manos y con el cerebro, que domina su trabajo y no es dominado por él.

Ahora bien, para que el trabajador pueda ser móvil y cambiable, para que pueda desarrollar todas sus capacidades en su trabajo, es preciso que participe en un proceso de producción social en el que se encuentren reintegradas las estructuras de la ciencia y la producción sine qua non de la universidad y la polivalencia; sólo a través de la participación en ese proceso el trabajo deja de ser explotación y se convierte en un medio de realización personal. Según Dietrich…

[…] la expresión "hombres plenamente desarrollados" contiene la meta de la educación del futuro tal como lo concibe Marx. El nuevo método quiere hacer realidad el desarrollo pleno del hombre de acuerdo con las múltiples posibilidades que ofrece al hombre el proceso de trabajo y el proceso social. Por tanto, el hombre nuevo sólo puede formarse tomando parte activa en el trabajo productivo (…) la meta asignada a la educación, el desarrollo pleno del hombre, sólo puede ser alanzada, según Marx, en el proceso de trabajo socialista o comunista. Solo bajo la bandera del socialismo, el trabajo "santifica" al hombre, le convierte en moral y contribuye de esta manera a su formación. El proceso del trabajo capitalista, por el contrario, obstaculiza el desarrollo pleno del hombre. Su esencia consiste en la explotación y en la producción de plusvalía […][17]

Sólo el modo de producción socialista puede permitir la construcción del hombre polivalente, pues dicho modo de producción no se basa en la explotación, sino que está animado de una firme voluntad de humanizar al hombre. En el cuadro que Marx y Engels nos trazan, por tanto, el hombre parcial, unilateralidad, es un producto lógico de la sociedad capitalista como el hombre planamente desarrollado, polivalente, lo será de la sociedad comunista, ya que en ella no estarán en contradicción la fuerza de trabajo, la situación social y la conciencia, contrapuestos por la misma división del trabajo que contrapone actividades espirituales y materiales, goce y trabajo, producción y consumo.

El trabajo industrial socialista necesita de personas con "aptitudes armoniosamente desarrolladas" y capaces de orientarse en todo el sistema de producción; para que esas personas puedan darse, trabajo y educación no pueden ser separados; así lo define Engels…

[…] En la sociedad socialista el trabajo y la educación van unidos para asegurar una formación técnica multilateral y un fundamento práctico de la instrucción científica. […][18]

Quizás no haya nada mejor que las citas de Marx y Engels que siguen para concluir este epígrafe sobre la polivalencia; en "la Ideología Alemana", Marx y Engels escriben:

[…] A partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le viene impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo si no quiere verse privado de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus actitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos. […][19]

Un año más tarde Engels recogía la misma idea en sus "Principios del Comunismo" y la expresa en estos términos:

[…] La gestión colectiva de la producción no puede correr a cargo de hombres como los actuales, hombres que dependen cada cual de una rama determinada de la producción, están aferrados a ella, son explotados por ella, desarrollan nada más que un aspecto de sus actitudes a cuenta de todos los otros y sólo conocen una rama o parte de alguna rama de la producción. La industria de nuestros días está cada vez menos en condiciones de emplear tales hombres. La industria que funciona de modo planificado, merced al esfuerzo común de toda la sociedad, presupone con más motivo hombres con aptitudes desarrolladas universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el sistema de la producción. Por consiguiente desaparecerá del todo la división del trabajo, minada ya en la actualidad por la máquina; la división que hace que uno sea campesino, otro, zapatero, un tercero, obrero fabril, y un cuarto, especulador en bolsa. La educación dará a los jóvenes la posibilidad de asimilar rápidamente en la práctica todo el sistema de producción y les permitirá pasar sucesivamente de una rama de la producción a otra, según sea la necesidad de la sociedad o sus propias inclinaciones. Por consiguiente, la educación los liberará de ese carácter unilateral que la división actual del trabajo impone a cada individuo. […][20]

Los contenidos de la enseñanza y el papel del Estado en la educación

Charles Fourier había defendido que la meta de la educación en la nueva sociedad era la de lograr el pleno desarrollo de las capacidades corporales e intelectuales del niño; en la Instrucción a los delegados Marx ampliará la propuesta de Fourier y sostendrá que la educación debe abarcar tres aspectos: en primer lugar, la educación mental; en segundo lugar, la educación física (como la que se da en los gimnasios y mediante los ejercicios militares, añade Marx) y, por último, la educación tecnológica, politécnica, que instruya sobre los principios generales de todos los procesos de producción y que inicie en el manejo de los instrumentos elementales de todas las industrias. Vimos ya más arriba cómo esta triple formación mental, física y politécnica debía ser adecuada a la edad de los niños y jóvenes a los que se destinaba. Educación por el trabajo, educación mental y física y, además, educación estética, adecuadas al momento evolutivo de sus destinatarios, se convierten así en el contenido de la enseñanza defendido por Marx y Engels. Aunque éstos no sean tan explícitos sobre este punto como lo son respecto a lo que hasta aquí hemos analizado, hay un texto de Marx que sitúa el problema de los contenidos con claridad:

[…] En las escuelas elementales no hay que enseñar más que gramática, ciencias naturales… las reglas gramaticales no cambian, ya sea un conservador clerical o un librepensador quien las enseñe. Las materias que admiten conclusiones diversas no tienen porqué ser enseñadas en las escuelas; los adultos pueden ocuparse de ellas bajo la dirección de [los] maestros. […][21]

La educación queda destinada al conocimiento de lo que precisa el hombre en el "el reino de la necesidad", mientras que la coloca en el "reino de la libertad" debe ser remitido a la vida cotidiana y al contacto con los adultos. En las actas de una discusión sobre educación en el seno del Congreso General de la Internacional, en 1869, en la que Marx intervino, se recoge este mismo principio:

[…] La economía política y la religión no se debieran enseñar en las escuelas para muchachos, ni tampoco, en definitiva, en las escuelas superiores. Se debería dejar a los adultos el cuidado de formarse ellos mismos en esos dominios. La enseñanza sobre esos temas está en su lugar en una sala de conferencias, no en la escuela. A la escuela sólo le corresponden las ciencias de la naturaleza, sólo las verdades que son independientes de toda prevención de partido y no dejen lugar más que para una sola interpretación. […][22]

La escuela debe ser, en este sentido, laica; debe ser, a la vez, además de gratuita y politécnica, única, al objeto de que provea una educación unitaria y garantice la unidad del entorno que rodea a niños y jóvenes.

En sus Principios del Comunismo, Engels postula la siguiente medida:

[…] Educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del Estado desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre. […][23]

Se plantea así el problema del papel del Estado en la educación; Marx y Engels defienden una enseñanza estatal pero fuera del control del gobierno, de tal manera que éste no pueda inmiscuirse en la enseñanza propiamente dicha, a la cual hay que sustraer no solo de la injerencia del gobierno, sino de cualquier otra procedente de otros ámbitos. Marx formula claramente este principio en su Crítica al Programa de Gotha:

[…] Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, como se hace en los Estados Unidos, y otra cosa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo. Lejos de esto, lo que hay que hacer es sustraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. […][24]

En el Manifiesto del Partido Comunista, respecto al mismo problema, Marx y Engels habían escrito ya que…

[…] los comunistas no han inventado la injerencia de la sociedad en la educación, no hacen más que cambiar su carácter y arrancar la educación a la influencia de la clase dominante. […][25]

En estos límites queda enmarcada la escuela y los contenidos escolares propuestos por Marx y Engels. Una escuela y unos contenidos que son, según ellos, no sólo el germen de la enseñanza del futuro, sino los únicos capaces de producir hombres polivalentes. Sin perder nunca de vista que el trabajo, el trabajo industrialmente productivo, está en el corazón mismo de esa escuela y esos contenidos:

[…] La educación socialista se basa en una pedagogía del trabajo. El trabajo productivo, que tiene una actividad económica, ocupa el lugar central; está vinculado a la enseñanza. Este principio exige una modificación radical de la escuela, que debe transformarse de escuela libresca y magisterial en una escuela del trabajo y de la producción. […][26]

Educación y cambio

Acabaremos esta breve exposición haciendo referencia al problema de las relaciones entre la educación y el cambio social, entre la escuela y la sociedad. Quisiéramos situar esta referencia dentro del planteamiento que se deduce de la tercera "Tesis sobre Feuerbach" de Marx:

[…] La teoría materialista de que todos los hombres son producto de las circunstancias y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. […][27]

La dialéctica de la interacción hombre-medio, que está aquí magistralmente puesta de manifiesto, va a ser el principio por el que Marx explicará las relaciones de los cambios sociales.

¿Hay que cambiar la educación para que la sociedad cambie o la transformación social es condición primera de la transformación educativa? La postura de Marx es bien explícita:

[…] afirma que una dificultad de índole peculiar está ligada a esta cuestión. Por una parte es necesario cambiar las condiciones sociales para crear un nuevo sistema de enseñanza; por otra parte, hace falta un sistema de enseñanza nuevo para poder cambiar las condiciones sociales. […][28]

El punto de vista de Marx pone de manifiesto cómo no se deben depositar confianzas excesivas en las posibilidades revolucionarias de la transformación de la escuela -y sólo de la escuela- y cómo, al mismo tiempo, debe eliminarse cualquier intento de aplazar esa transformación en espera de cambios revolucionarios en la sociedad global. No antes ni después, sino a la par que la revolución social, la trasformación educativa es una condición indispensable del desarrollo total del hombre y del cambio de las relaciones sociales; la educación debe acompañar y acelerar ese desarrollo y ese cambio, pero no es la encargada exclusiva de desencadenarlo ni hacerlo triunfar. La educación debe preparar a los hombres para la destrucción de la vieja sociedad, para abreviar, según palabras de Marx, la bagonía mortal y asesina de la vieja sociedad y el doloroso y sangriento parto de la nueva; la educación debe preparar a la clase obrera para dar suelta a los elementos de la nueva sociedad que la vieja sociedad burguesa lleva en su seno. Como Dietrich lo ha subrayado…

[…] jamás se podrá conseguir nada ni por la educación ni por la violencia política si el proyecto que se quiere hacer realidad no responde al desarrollo necesario del proceso social. Y, sin embargo, la educación es necesaria. Su significado y su tarea consisten en provocar la máxima aceleración en el proceso histórico y en hacer posible, es decir, hacer triunfar, la transformación de la conciencia de los hombres. […][29]

Apuntamos ya al principio que la de Marx y Engels es una filosofía de la emancipación. Esta emancipación abarcar una doble dimensión: la de las relaciones sociales y la del desarrollo personal. A nivel de las relaciones sociales, Marx y Engels apuntan a la supresión de las relaciones sociales de explotación, a la supresión de las relaciones sociales de explotación, a la supresión de las formas de trabajo existentes, del trabajo asalariado; apuntan, en definitiva, a la abolición de las clases sociales, a la abolición de la dominación de las clases poseedoras:

[…] La abolición de las clases sociales presupone un grado de desarrollo histórico tal, que la existencia no ya de esta o aquella clase dominante concreta, sino de una clase dominante cualquiera que ella sea y, por tanto, de las mismas diferencias de clase, presenta un anacronismo. […][30]

Partes: 1, 2, 3
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