"la fuerza que siente al comer carne se debe a la acción estimulante de los ácidos venenosos que contiene. Los alimentos deben ser primariamente digeridos y transformados en quimo, absorbidos en el intestino delgado, luego pasarán a la sangre y de allí a nutrir el organismo. Pero, tan pronto como la carne cae al estómago se siente la sensación de vigor, sin haber sido aún digerida. Es la misma sensación que produce una copa de licor o una taza de café. Una sensación estimulante. El doctor A. Mcgill entregó al gobierno del Canadá, hace algún tiempo, un informe de sus investigaciones referentes al valor nutritivo del extracto de carne en el cual hace muy dudoso su valor, mostrando que en su mayoría las albúminas que contiene son urea. Estas bases de carne son disueltas en agua caliente y obran entonces como estimulantes. Escribió un profesor de nutrición de la Universidad de Yale, U.S.A: "Dos son las objeciones de orden fisiológico contra el uso común de la carne como alimento. En primer lugar, al comer carne aumenta mucho la cantidad de proteínas de la ración nutritiva y de esta manera provoca un desequilibrio en el régimen, en segundo término, la carne contiene y produce venenos".
A propósito del tan cacareado argumento, desde luego, sostenido científicamente, de que los alimentos de origen animal son poseedores de una proteína completa, la Dra. Restrepo, sobre este aspecto dice; "Proteína completa es la que posee una cantidad adecuada de cada uno de los ocho aminoácidos esenciales para el organismo humano. Los carnívoros alegan que deben comer carne y además alimentos de origen animal, pues son casi los únicos que proveen una proteína completa.
"Es verdad que los alimentos de origen animal tienen una proteína completa mientras que la proteína de la mayoría del reino vegetal es incompleta (se conocen como portadores de proteínas completas solamente la soya y algunas nueces hasta el momento). Pero esto no es ningún problema pues afortunadamente las proteínas de los diferentes productos vegetales contienen distintos aminoácidos tales como el trigo, la papa, el maíz, el arroz integral, etc. podemos concluir diciendo que en una dieta variada donde se ingieran leguminosas y cereales integrales, nueces, frutas y verduras, no hay ningún temor a que falten aminoácidos esenciales. Lo comprueba la ciencia y la experiencia de millones de vegetarianos que hay en todo el mundo.
En la revista DELICIAS NATURALES, editada por el Instituto Saraswat de Estudios Védicos de Bogotá, se encuentra un maravilloso apunte: "En un ensayo titulado Acerca de comer carne, el autor romano Plutarco escribió: "¿Puedes realmente preguntar por qué razón Pitágoras se abstenía de comer carne? Por mí parte, más bien me asombro y me pregunto, por qué gran accidente y en qué estado mental, el primer hombre utilizó su boca para desgarrar y llevar sus labios a la carne de una criatura muerta, tendió su mesa con cuerpos muertos y pálidos y se aventuró a llamar alimento y nutrición a esos seres que en un momento se alegraron, lloraron, se movieron y vivieron. ¿Cómo pudieron sus ojos soportar la matanza cuando sus gargantas eran cortadas y sus miembros descuartizados? ¿Cómo pudo su nariz soportar esos olores? ¿Cómo es que esa contaminación no trastornó su gusto y pudo beber jugos y cerúmenes de heridas mortales?. ciertamente no comemos leones o lobos por autodefensa, por el contrario, matamos criaturas dóciles que ni siquiera tienen dientes para dañarnos. Por un poco de carne los privamos del sol, de la luz y de la duración de la vida a la cual tienen derecho.
"El biógrafo Diógenes nos dice que Pitágoras comía pan y miel en la mañana y vegetales en la tarde. Él a veces pagaba a los pescadores para que devolvieran los peces al mar. El famoso escritor ruso León Tolstoi escribió que: "por matar animales para alimentarse, el hombre suprime innecesariamente su capacidad espiritual más grande, aquella de simpatía y piedad hacia las criaturas vivas como él mismo, y por violar sus propios sentimientos se vuelve cruel" él también advirtió: "mientras nuestros cuerpos sean las tumbas vivientes de animales asesinados, ¿cómo podemos esperar alguna condición ideal en la Tierra?
"Cuando perdemos el respeto por la vida animal, también lo perdemos por la vida humana. Hace veintiséis siglos Pitágoras dijo: "Aquellos que matan animales para comer su carne, tienden a masacrarse a sí mismos".
Leonardo de Vinci, afirmó: "Realmente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede la de ellas. Vivimos de la muerte de otros, somos como cementerios andantes".
En uno de los libros de la Biblia del antiguo testamento, en Isaías 63:3 encontramos: "El que sacrifica un buey es como si matase un hombre", y en 1:11 ¿para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del cebo de animales gordos, no quiero sangre de bueyes, de ovejas, ni de machos cabríos".
Apreciado lector:
A continuación expondremos interesantes temas sobre las diversas modalidades de vampirismo; para mayor claridad se hizo necesario encabezar el asunto con una exposición de la cual en gran parte es bibliografía del conde JW ROCHESTER.
Lo que vamos a exponer provocará, en la mayor parte de nuestros lectores, una sonrisa sarcástica e irónica. Aquellos que apenas se interesan por lo espectacular de los romances viéndolos apenas como ciencia ficción, pasarán inadvertidos sobre estas exposiciones: sabemos eso, porque hablar seriamente sobre vampirismo, en nuestra época moderna y materialista, infectada de tanto escepticismo, no es tarea fácil. La ciencia oficial, que apenas quiere conocer lo que su bisturí puede sondear, niega la existencia de los vampiros, y los hechos indiscutibles, sucedidos en diferentes épocas y lugares, pues han sido vituperados, negados o silenciados, como siempre ha ocurrido con otros fenómenos no menos reales e interesantes, los cuales, a pesar de eso, se imponen poco a poco a la atención de los sabios, porque los hechos son un argumento brutal, que no se pueden eternamente negar..
Pensamos que es nuestro deber explicar en lo posible a nuestros lectores, los fenómenos sobre vampirismo, poco conocidos para muchos, sabiendo a ciencia cierta, que son hechos naturales, que han existido desde la antigüedad hasta los tiempos modernos.
Que el cuerpo y el espíritu evoluciona, se transforma y progresa, es una realidad en las diversas condiciones de los tres reinos, y desde luego, en la humanidad.
En la composición química del periespiritu son encontradas todas las sustancias, el reflejo de todos los instintos, cualidades y tendencias del ser durante las innumerables existencias y transformaciones a través del mineral, del vegetal, del animal y en fin, del hombre, el ser más perfecto conocido sobre la tierra.
El átomo indestructible, lanzado por la fuerza creadora en el torbellino del espacio, viene representando apenas un principio vital, se reviste inmediatamente de un doble etérico, intermediario entre el espíritu y la materia – ese intermediario es el agente principal que pone en vibración las funciones del alma, esto es, la vida del alma se produce sobre ese tejido invisible para los encarnados constituido de millares de hilos luminosos tenues e indescriptibles.
De igual manera, que en las células de la cera se condensa la miel, así, sobre el periespiritu se condensan los elementos y sus sustancias compuestas; desde que el espíritu y demás estructuras se desprenden, del cuerpo físico, este es presa de la descomposición y se desintegra en sus elementos primitivos. Así el periespiritu de un molusco solo puede atraer en su condensación material, sustancias gelatinosas, y solamente por el trabajo de la vida, el ser adquiere y se apropia de nuevas fuerzas de calor eléctrico, las cuales, en próxima condensación, tornará al periespiritu del molusco de otrora, apto para formar un cuerpo más evolucionado.
Hablamos del calor, ese grande y universal agente de toda la vida, al cual casi se podía dar el nombre de Dios, tan potente es su acción, con el cual se proyecta en todas partes para donde se fijan las miradas. En toda parte, efectivamente, donde el cerebro del sabio escudriña, él encuentra el calor, la fuente de vida: está puesto en las entrañas de la tierra e encubierto en las nubes. El calor funde en toda materia, amalgama, suelda de manera admirable; el calor une el alma a la materia y de ella la separa; ese helo es el rastro luminoso e visible seguido por los sonámbulos clarividentes.
El gran calor quema tanto cuanto el fuego y el frío intenso produce la misma sensación de quemadura; cuanto más calor existe en el cráter espiritual, más desenvuelto está el alma y el cuerpo. Todo lo que es pesado, perezoso, carece de calor y pertenece a un grado inferior de desenvolvimiento; todo ser, igualmente todo planeta, mejor trabajado por el calor vivificante, se distingue por un grado superior de actividad y de desenvolvimiento intelectual.
Ese largo viaje, a través de los tres reinos, deja profundas señales en los gustos, necesidades e instintos del hombre, ser imperfecto, aún bastante próximo del animal que él, no en tanto desprecia, a punto de negarle un alma, una inteligencia, un derecho a su protección. Es que el orgullo de poseer una voluntad menos restricta, un más largo horizonte, más amplitud para los vicios, sube al cerebro del hombre y le hace olvidar que él solo subió un grado de la escala social de la creación, que él fue lo que ahora son esos hermanos inferiores, y que, en la embriaguez y en la satisfacción de su progreso, el hombre, tan orgulloso de su libre albedrío y del don de la palabra, retrocede muchas veces – por los sentimientos – y por los abusos, yéndose más abajo que el bruto al que él menosprecia. Sí, olvidado de todas las semejanzas de estructura, de necesidad y de sentimientos que lo ligan aún tan extremadamente al animal, el hombre se considera señor absoluto de éste. Soberano feroz de esas poblaciones mudas y sin defensa, entregadas a su merced; el hombre abusa cruelmente de sus imaginarios derechos sobre ese hermano más joven, por eso es que la inteligencia de ese es más limitada y sus instintos más calmados por las leyes de la naturaleza.
Tomemos algunos ejemplos: la crudeza, igualmente la voracidad, del animal que tiene por meta la satisfacción de una necesidad o de la defensa; una vez saciado cual abrigo de un ataque, él no procura lucha alguna. Más, ved aquel refinamiento esos dos sentimientos que conducirán al hombre! La tortura física y moral, la avidez insaciable, en cuanto hubiere algo para pillar en su alrededor. Él también imaginó la traición, la muerte masiva, y el asesinato, en cuanto el animal lucha cuerpo a cuerpo; en fin, si la palabra le falta al animal, para mentir y disimular el pensamiento, él no tiene mucho de qué quejarse, y pocas virtudes existen sobre este mundo que el orgulloso ser humano pueda reclamar por exclusiva distinción.
Sin duda, lo que venimos a decir se aplica a la turba que ciega de orgullo, imagina ser el centro y el remanente de la creación, y no las almas más desenvueltas, que reconocen en la animalidad una fase de su propio pasado y condena severamente toda crueldad superflua.
Volviendo al asunto que especialmente nos ocupa, le recordaremos al lector la existencia de un animal llamado vampiro, que prefiriendo la noche antes que el día, se lanza a los ganados y también a los hombres, para succionarles sangre.
Teniendo en cuenta la tenacidad con que los instintos del animal se conservan en el hombre, este hábito, esta necesidad de sangre, permanece en estado latente en la criatura, y si la educación, y las circunstancias, la comprensión del mal no llevaren al hombre a dominar el instinto sanguinario, que aún vibra en su espíritu, la necesidad bestial resurge y crea seres del género de los succionadores de sangre de la India, los cuales son muy conocidos para que se pueda negar su existencia. Empero, nadie ha buscado profundizar lo que puede inspirar a esa secta o rito salvaje que ella encubre con un motivo religioso, cuanto tal origen tiene raíz en un estado particular de la matriz del periespíritu MOB , adquirido por el ser en sus existencias vegetales y animales.
En consecuencia, y por diferentes causas, la conmoción moral, de los que caen en estado particular de letárgia, con todas las apariencias de la muerte, y que son enterrados como si hubiesen fallecido. Un despertar en condiciones normales no se producen para esas entidades especiales y la mayor parte perece; empero, a veces, en condiciones favorables, tales aparentes cadáveres, aguardan apenas la claridad de la luna para despertar, sobre la influencia de su luz, para una siniestra actividad. Todos aquellos cuyo periespiritu conserva alguna disposición al vampirismo son lunáticos y muchas veces sonámbulos videntes; sobre la potente influencia de la luz lunar, ese excepcional estado, se produce en ellos, una mezcla de lunático y de sonámbulo vidente, más en grado muy extenso y elevado.
Todos los sentidos de esos extraños letárgicos son de una acuidad extraordinaria: oyen, ven, calculan las distancias considerables, y porque el cuerpo, aún preso al periespiritu, actúa en una cierta medida y a intervalos más o menos largos, tiene necesidad de rehabilitarse, el vampiro se entrega a la pesquisa de una víctima humana, cuya sangre caliente, sobrecargada de fluido vital, le hará la nutrición indispensable para las condiciones de existencia, y al mismo tiempo satisfará los viejos apetitos.
El ataúd y las paredes no sirven desgraciadamente de obstáculos para ese fantasma horrendo y peligroso, porque para él la luna es un auxiliar: ella adsorbe el peso del cuerpo y facilita la desmaterialización hasta un grado de expansión que permite al vampiro atravesar puertas, muros y cualquier cosa compacta.
La desmaterialización de la materia es un hecho: los transportes de frutas, flores, y de diversos objetos, igualmente, de animales, no son raros, y eso en todas las condiciones de fiscalización deseable. Más, porque el helo indispensable liga a los tres reinos y al hombre también una ley rige los fenómenos; lo que es posible para la flor, el fruto o el metal es posible igualmente para el hombre, y en, las condiciones deseadas, puede su cuerpo igualmente atravesar paredes.
Dejando, pues, el lugar donde está sepultado, el vampiro se dirige, con infalible precisión, a donde está la víctima escogida, de la cual, gracias a los agudos sentidos, identifica, la distancia, la edad, el sexo y la constitución; jamás atacará a viejos o a enfermos salvo escasez absoluta de jóvenes sanos. Llegando junto a la presa, el vampiro se abate sobre ella fascinándola con la mirada, y, preferentemente, procura alcanzar al corazón para succionar la sangre en la fuente; más si la víctima está vestida o bocabajo, se desviará para el cuello, casi siempre descubierto, abre la arteria y adsorbe toda la sangre, al menos que sea impedido. Más si percibe la aproximación de un vivo, huye porque comprende perfectamente que su acción es criminal y sigue en la dirección de donde vino. Guiándose y sirviéndose del mismo rastro de luz, regresa al lugar de donde salió, tal cual el lunático retorna infaliblemente al lecho. Si por nada fuere impedido, entonces estará suficientemente saciado, recae en la inmovilidad por un tiempo más o menos largo hasta que, en una noche de plenilunio, recomienza la homicida peregrinación.
Los vampiros femeninos en la tipología descrita son más raros que los masculinos, porque su organismo, menos robusto sucumbe más fácilmente; los vampiros masculinos escogen por preferencia como víctima a las mujeres y niños. En los casos en que tales seres han sido identificados, el instinto popular inspiró la idea de desenterrar al muerto incriminado para cortarle la cabeza o para lanzar el cuerpo en el fuego. El proceso es salvaje, igual a todo acto inspirado por pasiones desenfrenadas, empero en principio, alcanza la meta, porque, una vez abatido el cuerpo de modo irremediable, los lazos que lo prendían al periespiritu son destruidos, la letargia cesa, y el alma, y el cuerpo, retoma a las condiciones ordinarias. Si la violencia no interrumpe el estado letárgico, este puede prolongarse por mucho tiempo, y el vampiro vegetará en estas condiciones hasta que un accidente venga a aniquilarlo.
En los países fríos, esta modalidad de vampirismo ocurre con mucha rareza; en los más aproximados a la línea ecuatorial, en la India principalmente tiene su verdadera patria, tierra misteriosa y extraña de la cual muy poco se sondean los enigmas.
Existen otras modalidades de vampirismo, pues hay muchos vivos que se alimentan casi exclusivamente, de la fuerza vital de los seres que subyugan.
Esos pobres seres son mirados con espanto y desdén, pues nadie duda de que sean los clásicos explotadores abusivos del obrero, del empleado para cualquier labor, la mujer que desempeñándose en el trabajo doméstico o en cualquier otra labor, el esposo cruel y desconsiderado que explota al máximo y de manera despiadada a la sometida y abnegada esposa, también mujeres inconscientes e insensibles que despilfarran, que exigen dinero en exceso para saciar su instinto vanidoso, lujurioso, esos hijos exigentes influenciados por la sociedad de consumo, despiadados que exigen y malgastan con tal de disfrutar la vida en extravagancias, frivolidades y vicios. El funcionario que saquea el heraldo público o privado, el político demagogo, engañero, el médico interesado solamente en explotar el dolor ajeno, abogados y jueces de mala fe, autoridades que prevarican y explotan el soborno, y en fin, todo especulador bajo cualquier posición social que sea. .
Toda nuestra existencia es una lucha, durante la cual buscamos en las tinieblas, el por qué del pasado, del presente y del porvenir, y sin embargo, repelimos obstinadamente la llave del enigma que se nos ofrece sobre la forma de diversos fenómenos inexplicados.
Solamente cuando la muy orgullosa ciencia se aparte de su obstinado non possummus cuando aborde francamente el estado de las misteriosas fuerzas del alma, de las cuales el magnetismo, la mediumnidad, el hipnotismo son mínima parte, cuando se descubra poco a poco, las ocultas leyes que rigen el universo, todo se tornará claro, no habrá más milagro, ni hechicería y si leyes naturales y hechos de ellas desconocidos.
Antes de terminar esta nota sobre el vampirismo, diremos aún algunas palabras sobre los vampiros inconscientes.. Su origen es el mismo, más en estos, el instinto voraz motivado por la composición de su periespiritu, se manifiesta inconcebiblemente, por un fluido fétido y devorante que exhala y absorbe las fuerzas vitales de quienes se les acerca. . Tales seres habitualmente, son pequeños, secos, nerviosos de mirada penetrante, de actividad febril e incesante, en su alrededor todo se torna mezquino, débil, enfermizo, y apenas ellos vampiros, gozan de salud fluorescente. .
Un interesante tema sobre vampirismo
De conformidad con Fernando de la O[16]Vamos a transcribir algunos apartes del romance, especialmente lo referente a vampirismo y otros asuntos correlacionados con lo anteriormente expuesto sobre obsesión.
El personaje central, Malaquias, quien en otros tiempos perteneció a la colonia espiritual ubicada en el astral inferior llamada (Gordemonio) y que más luego en condición de espíritu redimido vino cargado de sufrimientos que supo soportar, debido al conocimiento Espirita.
Esto nos contó Malaquías:
–Me casé a los veinte años con la mujer que eligiera como dueña de mi corazón, no siendo rico ni pobre, tenia algunos bienes inclusive una casa que heredara de mis padres. Trabajaba como gerente de una casa comercial muy acreditada en la ciudad de Pelotas, cuando conocí a mi pobre Luciana. Malaquías limpió una lágrima disimuladamente con la punta de los dedos.
– nos casamos. Después del primer año de nuestra unión – prosiguió Malaquias — , ganamos un hijo. Lo criamos con extremado amor y dedicación. A temprana edad se reveló como un espíritu rebelde, turbulento y malo. Como padres éramos ejemplares–, además sin artificialismos porque en verdad nos amábamos mucho, Luciana y yo– éramos de una conducta irreprensible, para despertarle sentimientos de bondad y comprensión. Todo en vano Gervasio nuestro primer hijo nos dio toda suerte de disgustos. Fue expulsado de todos los colegios que frecuentaba, y solo contaba con diez y siete años, cuando falleció trágicamente (Malaquías estaba con los ojos húmedos), no nos habíamos descuidado de su educación. Le redoblamos la vigilancia en torno de sus pasos y de su espíritu enfermo. A los quince años, falsificó mi firma en un documento de cierta importancia causándonos regular perjuicio. Fue un día de dolor para la pobre Lucíana a quien yo no podía ni debería ocultar los actos de nuestro desventurado hijo.
Malaquías interrumpió la narrativa y miro para afuera sumergiéndose en pensamientos dolorosos.
— después de una serie de actos deshonestos y reprobables, terminó con la práctica de un robo en nuestro propio domicilio, violando un pequeño cofre donde guardábamos algunas economías indispensables para la cancelación de un débito que contrajéramos para mejorar las instalaciones de nuestra casa. Fue así: — cuando cierta noche, habiendo yo salido hacia la casa comercial donde yo trabajara para realizar el balance anual, donde mi presencia era reclamada, dejé a Luciana, en compañía de otro hijito que habíamos ganado hacía cuatro años atrás, Mauricito, prometiendo volver tan pronto me fuese posible.
Era la primera vez que la dejaba solita y confínate en casa. La previne que, en la mesita de noche, en la gaveta de la derecha encontraría un revolver, con la cual podría defenderse, en caso de que alguien osase penetrar en nuestro hogar, para faltarle al respeto o intentar algún hurto o daño en nuestra propiedad. Salí feliz, para el trabajo. Malaquías interrumpió la narrativa enjugando los ojos nublados, y continuó: — el resto es apenas deducción.– A las doce horas de la noche, Luciana oyó movimiento en mi escritorio. Se levantó sobresaltada, después abrió sin ruido en la gaveta de la mesita de noche y empuñó el revólver. Se dirigió despacito para la sala.
Al acondicionarse a la oscuridad reinante divisó un bulto, que habiendo ya violado el cofre, henchía los bolsillos de billetes que retiraba del depósito. Estaba de espalda a Luciana, esta no podía saber quién era el ladrón. Viendo que nos habían robado apunto el arma y apretó el gatillo. El proyectil alcanzó al asaltante en pleno corazón el cual como que fulminado por un rayo, cayó pesadamente al suelo. Luciana iluminó el escritorio y miró el cadáver. Era Gervasio, nuestro hijo. Loca de dolor, volvió el arma contra ella y se suicidó cayendo sobre el cuerpo de nuestro desventurado hijo. En ese momento, llegué a casa y la escena se me deparó en la brutalidad arrasadora de la realidad inconcebible. Me lancé sobre los dos cadáveres e instintivamente, mi mano derecha aseguró el arma que estaba caída al lado de Luciana. Y en aquella posición, me encontró la policía que fue atraída por los dos disparos del arma doblemente homicida. Preso sobre la acusación de haber asesinado a la esposa y al hijo me condenaron a treinta años de prisión, a pesar que en el nombre de Dios jurase mi inocencia y nunca más supe sobre la vida de mi pequeño Mauricio que quedara al cuidado de mi suegra. hice todo lo posible por saber de la vida de mi hijo querido sin embargo fue en vano,.le escribí a amigos, a las personas de mis relaciones, pero nadie se compadeció de mí. Todos querían sustraer a Mauricio sobre el conocimiento de la espantosa tragedia que según ellos, era para el bien de mi hijo. Eso fue lo que comprendí.
–Solo yo que pasé treinta años olvidado del mundo abandonado, a solas, puede comprender lo que sufrí. ¿Cómo es que el señor puede vivir tanto tiempo en la prisión?.
–Dios me enseño a sufrir sin rebeldía y a reedificarme sin lamentaciones.
De la prisión para lo desconocido.
Treinta años después, La puerta de la celda 17 se abrió en aquella mañana triste y fría de julio, para dar salida al viejo Malaquias, que de ahí a momentos más tarde, recibía de las manos del Director de la penitenciaria su documentación, para hallarse más luego en plena calle de Puerto Alegre solito, por cancelación de su pena.
Fueron para mejor decir, treinta años de reclusión, cumplidos integralmente, sin reclamación ni rebeldía, con una resignación cristiana, a despecho de repetir, cada vez que lo interrogasen, invariablemente que no fue culpable, y que fue víctima de un tremendo error. Pues era inocente.
El Juez lo condeno a pesar de su insistencia de no haber practicado el crimen, por el cual había sido denunciado.
Fue condenado a la pena máxima. Agotados todos los recursos legales sin lograr ser escuchado, resolvió resignarse a la sentencia proferida por sus semejantes.
El mundo está lleno de errores judiciales— sentenciaba cada vez que le pedían explicación sobre su caso.
Cuando el Director le entregó los documentos, así como la pequeña cuantía que se le debía por los servicios prestados como encuadernador en una dependencia del presidio, y un presente del propio Administrador de la cárcel.
Malaquias lloraba copiosamente.
Tenía tristeza al recordar sus propias penas que compartía entre condenados de todos los matices, desde los impenitentes criminales, hasta aquellos que habiendo sido sorprendidos en sus delitos, se humillaran, abandonándose en desanimo y postración.
En un instante, sorprendido por extraño fenómeno metapsicológico, recapituló todas las escenas que se desenvolvieron dentro de los muros de "la casa maldita", en la cual como permanente espectador, donde sacaba conclusiones de que hay seres humanos cuyo tropel de pasiones sórdidas los transforman en verdaderas monstruosidades morales, a quienes solamente el dolor será capaz de rectificar el derrotero de los sentimientos y de su mundo emocional.
Treinta años de prisión le proporcionaran la oportunidad de conocerse así mismo, en un paralelo chocante con los demás sentimientos.
La amplitud de los vicios, alimentados por una legión de reclusos, requintaba a veces, en la bajeza moral de las más salvajes expresiones, que no sabía el liberto, donde comenzaba la insensibilidad de la fiera y donde terminaba la perversidad del hombre.
– Si yo pudiese quedar aquí, trabajando; Doctor.. Ya soy tan viejo.– ponderó Malaquias, limpiando una lagrima con las palmas de las manos callosas.
-No es posible Malaquias, eso va contra el reglamento. Además no tenemos vacantes en el momento— Respondió el director, con gran pesar.
– no se para donde ir.Lamentó, mirando para la calle con los ojos nublados, –El mundo y la libertad, en este momento, me espanta. Me causa vértigo.
-Ha de encontrar trabajo, Malaquías! – Lo animó el interlocutor– ¿no cree usted en Dios?
-No solo creo en Dios, doctor,. Porque él existe! ¿Pues, será que no hay una razón para temer al mundo, y al desempleo dentro de la libertad?
-Temer a la Libertad bien dice el doctor. pensó para sí mismo. La libertad es un bien muy difícil de ser manejado, y el viejo recluso miró para el cielo.
–¿Hoy tiene miedo de la libertad, Malaquias? Preguntó el joven administrador.
-hoy más que nunca. La libertad es un patrimonio tan grande, que llega a aterrar a los espíritus.
– libertad quiere decir responsabilidad.
Empero la ley tutela la libertad, agregó el director.
– Más hay una razón para temerla, Doctor..
-Más una razón para quererla, diría yo, Malaquias.
-¿Sabremos ejercitarla sin perjuicio a nuestros semejantes?
-Alude usted. a la condenación de que fui víctima inocentemente en cuanto su juzgamiento?
-No doctor,. Ese episodio de mi vida, yo ya lo olvidé. Los hombres son frágiles y pobres para que los acusemos. Como almas somos todos fracasados.
-Entonces a que se refiere usted?
-Yo digo doctor Mauricio, que el hombre, como alma viviente, aún no sabe valorar la libertad para vivir en este mundo. Casi siempre abusamos de este derecho, incesantemente, y a beses criminalmente. Imagine ahora, Doctor, si yo me ocupase de la libertad del alma, como ser inmortal y evolutivo!
-Ese viejo es medio "golpeado", Cipriano — comento un convicto al colega próximo que asistía también, al acto de entrega de los documentos de clausura.
-Malaquias era el hombre de confianza del espiritista
-Dice otro–el que viene todos los meses a enseñar espiritismo a los presos.
-Cuide de esta vida Malaquias porque la otra, es aún un problema, una hipótesis muy seductora y brillante. A lo mucho, una probabilidad, y para la mayoría una ilusión. Cualquier cosa de absurdo y de incomprensible. El viejo sonrió indefinidamente.
Miró nuevamente para afuera a través de las rejas del gigantesco portón de la penitenciaria
Luego para ser abierto rastrilló igualmente que cuando en otros tiempos se abrió para dar paso al recluso que sería conducido al cubículo 17, después tomó su saco de lona en el que guardaba sus ropas y utensilios, guardó los documentos en el bolsillo interno del saco, y volviéndose hacia sus compañeros que quedaban habló:
-Adiós mis amigos! Sed buenos y resignados. Nadie sufre en vano ni pierde por ser resignado.
Todos estáis aquí, —prosiguió. Por necesidad de orden social y espiritual. La prisión es casi siempre una oportunidad salvadora, principalmente cuando la libertad perdió, en nuestras manos, el sentido del respeto y dignidad e la vida
-Ese viejo tiene sesos, Gerardo — confidenció al recluso compañero de Cipriano.
– El fue algún Rui Barbosa, en otra encarnación.
Rieron ambos por la gracia del enunciado. Y en un gesto de quien olvidara el cumplimiento de indeclinable deber, Malaquias viró rápido para el Dr. Mauricio, como quien desea hacer alguna cosa de sorpresa, tomó la mano derecha del administrador de la cárcel, la besó con fraternidad y afecto, en un trasporte de gratitud insospechable.
Cuando el joven director se mostraba admirado con el acto de extrema y conmovedora humildad del viejo Malaquias, éste ya se encontraba en plena vía pública, curvado por el peso de su tula de lona, en camino a lo desconocido
Mauricio aún quedó mirando para el portón quieto, inmóvil, en la misma posición como cuando contempló a la figura de su propio padre, que un día, niño aún pues tenía poco menos de cuatro años, viera salir de su casita, en la Ciudad de pelotas, rumbo a la cárcel acusado sin saber por qué.
Nunca más lo viera. Nunca más durante todo el correr de los años que lo llevaran a la edad de los 34 años.
Más tarde supiera del esfuerzo de la familia para apagarle del corazón triste, el recuerdo del padre con el que no llegara a compartir como los otros muchachos de sus tiempos. Su nombre con el tiempo se borró de su memoria; y cuando por mera curiosidad preguntaba a la abuela que lo criara y educara con extremada dedicación y amor, pues la información entregada era la de que su madre había perecido por accidente con arma de fuego— ¿Dónde estaba papá? ¿Para qué lugar lo habían llevado? La respuesta siempre era la misma:
Tu padrecito murió en un naufragio, entre Pelotas y Puerto Alegre, hace muchos años. Tú eras tan pequeño, que tus dientecitos eran como granos de arroz.
Se hiciese mozo, estudiara, se graduara en derecho. Y cuando le asignaron el cargo el que en el momento ejercía, quedó privado de la única criatura que tanto amara y a quien tanto le debía. — La abuela Miloca, fallecida de repente tal vez de tanto sufrir en este mundo de martirios. Y sin registrar a los presidiarios que lo miraban curiosos en el retiro del medio circundante, limpió despacito los ojos murmurando:
A mi padre también lo vi. un día así, apartándose de mí, para nunca más volverlo a ver. Soy un hijo de la tristeza y la soledad.
Dio algunos pasos para el portón, miró hacia la derecha y hacia la izquierda, como si quisiese todavía ver al ex detenido, quien con su gesto de cariño besándole la mano, despertara en su espíritu un mundo de enternecimiento, un infinito de tristezas y de amor, representado hace tantos años en su corazón. No viéndolo más se voltio para los presos que continuaban en el mismo local, diciéndoles con extraña expresión de tristeza con la voz embargada por la emoción:
-Hoy en homenaje a la libertad del mejor detenido en esta casa de de dolor y resignación., podrán pasar el día en los patios, porque hoy es feriado para nosotros.
Y sonrió con expresión de la amargura que se estampaba en su entristecida fisonomía. Más luego se recogió precipitadamente a su gabinete, para que no lo viesen llorar como a un niño que le quitasen el último juguete.
Solo le fue permitido oír los agradecimientos proferidos por la multitud de condenados.
Llegando al aposento, sintió incontenible voluntad de llorar.
Y lloró mucho, hasta que un quebrantamiento inexplicable de sus fuerzas lo hizo adormecer medio vestido sobre el lecho pobre de su cuarto solitario.
Luego de haberse distanciado del viejo caserón que le sirvió de encierro durante treinta años, El viejo Malaquias, al anochecer se sentó en la banca de un parque a pensar en su futuro inmediato. Fue allí donde por un supuesto acaso se le acercó un joven que atraído por la venerable figura del viejo, resolvió entrar en conversación, en la cual se enteró de la real situación del ex presidiario conmoviéndose por éste, e invitándolo como huésped de su casa y a la vez como compañía durante algún tiempo.
Este hombre de nombre Fabricio, recién titulado como Médico, hijo de un hacendado, huérfano de madre. Los habitantes de la hacienda y sus serviciales, venían de una tenebrosa colonia de espíritus vampiros, de donde en viejos tiempos también había pertenecido Malaquias y Genoveva la nana de Fabricio, esos espíritus que se venían redimiendo en base a los acerbos sufrimientos
Un sumergimiento en el pasado.
Media hora después de haberse recogido Malaquias a la cama, Llegaba el Dr. Fabricio de los lujosos salones del Club del Comercio, encontrando a la vieja Genoveva adormitada a la vera de la mesa.
— Pobre Genoveva! — Lamentó Fabricio.– hasta cuando quedarías esperando tu niño? Y pasó las manos por los cabellos ásperos de la negra zamba, en un gesto de cariño filial.
Ella estremeció, abrió los ojos refregándolos rápidamente.
-Qué vergüenza mi hijo, encontrarme aquí cabeceando!. Y se levantó.
-No te martirices así, mi vieja. No te cansas de esperarme tanto?
-tu madre se cansaría de esperarte? Ciertamente que no.
-Pues yo tampoco. Mira, el baño está listo, después vas a dormir –y Malaquias? Hace poco se fue a acostar— conversamos mucho. Es un viejo regular pero con un corazón de corderito.
-Gusta de el Genoveva? Es un hombre bueno, más pienso que es un infeliz o un desgraciado.
– Por qué?— No le contó la historia de su vida?
Si! — Y entonces qué dice de todo aquello? — Quien sabe —–Genoveva, si el mundo no debe ser así. ¿Cómo piensa que debería ser?
– Un lugar de sufrimientos, donde la gente viene a pagar lo que hace de malo en las otras encarnaciones?. — Tal vez. si. quien sabe? Puede ser — La vida es una cosa tan difícil de comprender que, en ocasiones le doy la razón a Malaquias. — Como él sufrió! — Yo no soportaría tanto, confieso. — Entonces, vas para el baño y después para la cama.
– Hasta luego Genoveva.y le dio un beso en la mejilla
– Que Dios te de lindos sueños, mi hijo.
Y estregó los ojos que se nublaran a la dócil caricia del "pequeño".
– Como le hiciera bien aquel beso!
Estaba plenamente recompensada de todas las amarguras de su vida dolorosa. Era la primera vez que el "tutelado" la besaba. Y pensando en Belatriz, murmuró para sí: — Malaquias y yo habremos de cuidarlo hasta la muerte.
Y lentamente, arrastrándose con los píes pesados de cansancio y por el sueño, se encaminó para su cuarto, donde minutos después dormía profundamente.
Casi a las 10 horas, Malaquias estaba fuera de la cama, barbeado, metido en su pijama. . Se dirigió para la mesita de café, al píe de la cual la empleada se entretenía, surtiendo las tazas, para el desayuno.
– Buen día, Genoveva. — Buen día, señor Malaquias. — Pasó bien la noche, mi amiga? Durmió bien?. —- Diga antes, la madrugada, pues cuando nos fuimos a acostar, ya los gallos cantaban. Malaquias sonrió con gusto.
– Más tuve un sueño – prosiguió ella – pavoroso, señor Malaquias, me levanté con un dolor de cabeza que hasta ahora me atormenta. — ¿Entonces fue así tan extraño tu sueño? — Soñé que un hombre, con la forma de murciélago, me agarró violentamente, y me arrastró para la cocina, me hizo comer unos platos extravagantes, explicándome que estaba con hambre y solo podría saciarse si tuviese alguien que comiese junto con él. ¡ay! el señor no calcula como el monstruo me hizo engullir tanta cosa. Después que no podía más ingerir un solo pedazo de pan, se rió descaradamente y dijo que ahora no me dejaría en cuanto yo no le pagase unas cuentas viejas que le debía.
Genoveva suspiró, pasó la mano por la cara y se quejó:
-Me duele horriblemente la cabeza, parece que va a estallar o voy a enloquecer.
Malaquias la miraba persistentemente, y le parecía ver a la buena Genoveva envuelta en sombras enormes, teniendo una forma de mano descomunal sobre la frente arrugada y triste.
Malaquias no se perturbó, comprendió lo que pasaba, y tomando una resolución heroica, se acercó a Genoveva y habló: –Voy a quitarte el dolor de cabeza, quédate quieta, y tengas fe en Dios, piensa en él, en su bondad y amor – ella miraba sorprendidamente, empero no decía nada, esperó.
Malaquias le colocó la mano derecha a la altura de la región frontal y se mantuvo en silencio.
Genoveva, por espacios estremecía violentamente. – Malaquias continuaba en la misma posición silenciosa y en oración.
Ahora, el ex – recluso comprendía bien el espectáculo que se desvelaba a sus ojos.
Identificando el murciélago, del que la paciente le hablara, tuvo la certeza de que la criada del doctor Fabrício estaba sobre la acción de una entidad traicionera y vampira.
En aquel instante, como si alguien exhumase del archivo de su subconsciente viejos conocimientos adquiridos en antiguas eras, se recordó de gran parte de su pasado distante, precisando situaciones y ocurrencias en que en esos tiempos se había envuelto.
Y por un fenómeno metapsicológico, Malaquias recordó con indisfrasable precisión, todas las peripecias, con el sueño fantástico del que tuviera, empero que le tomase al fondo las características de la flagrante realidad.
Él sabía que el sueño, fue ligero sumergimiento en el pasado en el que es llamado para la verificación de los propios valores en el campo de la compresión inmortalista que edifica situaciones conciénciales, cuando con el sueño, adquiere libertad relativa de locomoción en la esfera extra terrestre peculiar a cada posición evolutiva del alma.
Si la persona no retiene al despertar, los detalles bien nítidos y en orden, de lo que vivió como ser subconsciente, es decir en desdoblamiento, asuntos inherentes al estado vibratorio del alma— teniendo imposibilidad de sintonía con las esferas menos densas de las cercanías de la corteza terrestre, si no sabe retener ni transportar a los círculos de la carne todas las facetas del sueño— , debe atribuirse a las lagunas, a las fallas, a la aparente incongruencia de las escenas y de los episodios en que se presentan los sueños.
Y Malaquias reconstituyó aquel sumergimiento en el pretérito distante, con admirable nitidez.
Alguien durante aquel sueño, quien Malquias identificara como madre desvelada en las noches de los tiempos perdidos, haciéndolo sentar sobre extraño árbol de hojas planteadas, a media luz en ambiente acariciante en el que flagrantes flores perfumaban, le hablaba como si fuera cariñosa abuelita a entretener el nieto querido, o una madre dedicada a animar al hijo amado:
-Gordemonio, mi hijo situado en las aproximaciones de la corteza planetaria, es una vasta colonia habitada por almas desviadas y malhechoras astutas en la práctica del vampirismo, las cuales dejando la tierra después de la desencarnación, se sorprenden impotentes para alcanzar planos menos horribles y tenebrosos debido a su atraso moral.
Desde tiempos inmemoriales forman como una sociedad, que tiene por esfera de acción esa extravagante, extraña e increíble metrópoli del crimen, como también por escenario, casi todas las regiones de la tierra. De la misma manera en que opera el Gordemonio, así actúa en la superficie con increíble ascendencia moral sobre la mayoría de sus habitantes. La población de Gordemonio poco a poco viene decreciendo, dada la formación de sociedades más o menos secretas, infiltradas entre las variadas camadas sociales que constituyen la colonia, por iniciativa propia y con el auxilio poderoso de habitantes de otros planos del infinito, teniendo en cuenta el grado de espiritualización de los seres que lo habitan, esas sociedades tienen como esfuerzo no sólo el de encaminar pobres criaturas atrasadas, más ignorantes que malas; substraerlas de la voracidad del vampirismo, que se desenvuelve asustadoramente; infelices espíritus recién desencarnados, incapaces de huir a la acción nefasta, deletérea y perversa de los que dominan en Gordemonio.
Esa organización <<sui – generis>> de Gordemonio, si así podemos llamar a la organización de las falanges tenebrosas que asolan a esa región del infinito, que se basa en una especie de reclutamiento, más o menos voluntario, de infelices entidades inferiores. Aunque parezcan inconcebibles, pues hay verdaderas milicias que tienen como objetivo la vigilancia de las <<fronteras>> de la tierra, al mismo tiempo que jurisdiccionan toda la zona poblada del globo.
La finalidad principal de esa especie de "policía – invasora" contingentes alarmantes de espíritus increíblemente animalizados – son las de arrebatar, del límite de la sepultura o de la muerte a los desencarnados que dejan la tierra con su lastre espantoso y alucinante de vicios y tendencias nefastas.
Vigilan hogares, asilos, hospitales, cárceles, etc., y montan guardia a la cabecera de los enfermos que vivieron para el negativismo criminal, como la lujuria, la rebeldía, el crimen, la mentira, el engaño, el robo, la explotación, la deshonra y la corrupción. Todas las metrópolis del mundo, ciudades, villas, poblados y aldeas tienen sus patrullas volantes correspondientes a la necesidad de los servicios de "arrebatamiento".
La colonia dispone de líderes que atienden todos los frentes de actividad del gordemonio.
Estos líderes cuentan con asesores que, a su turno, dirigen núcleos más o menos numerosos. Aquellos que son "secuestrados" por la falange de la colonia en el momento del deceso, inconscientes de su estado, a consecuencia de la manera en que desencarnara y de sus actividades en la tierra se encuentran, a breve trecho, víctimas del vampirismo que es la más alta expresión existencial y financiera de los extraños habitantes del Gordemonio.
Mujeres que en una vida terrena de disolución, de libertinaje y de desvíos de toda suerte maculó hasta la medula, son fuentes de saciedad sexual de los embrutecidos, animalizados y materializados seres que sienten necesidad de reeditar, para el gozo de los instintos pervertidos, sus hazañas terrestres.
Cebadas a las pasiones arrasadoras e innobles, las víctimas son abandonadas a sí mismas.
Las vemos después, como arrastrándose, inconscientes y profundamente agotadas por los laberintos de la colonia, tristes y desgraciadas, a deambular por todas partes, sin que alguien le dirija siquiera, una palabra de piedad o un mirar de compasión.
Se abaten en algunos socavones de extraña topografía regional, o se ocultan entre arboledas compactas y ahí permanecen, hasta que socorristas de planos elevados las conducen a puestos de socorro donde permanecen en tratamiento magnético durante un espacio de tiempo suficientemente necesario a la comprensión de su estado y de su posición, frente a las exigencias del trabajo liberador y santificante. Esa conducta de los socorristas, entretanto, está adscrita al merecimiento del enfermo. Urge considerar la misericordia de Dios, sin dejar de llevar en cuenta, en cada caso, también la justicia substancial.
Nadie escapa al vampirismo avasallador y dominante, aunque habite la tierra, a menos que se halle inmunizado por la práctica del bien y del amor. Aquí, en la Tierra donde te encuentras, mi hijo, ellos vienen en bandos, en cuadrillas, atraídos, en la mayoría de las veces, por las vibraciones que se esparcen en sus campos de actividad mental, emitidas de la tierra por el conducto del pensamiento, por el estilo de vida de cierta gente, despertando de ese modo sus deseos, superlativándolos, elevándolos al máximo de intensidad – como imágenes excitantes, tanto como el resonar de campanas de alarmas.
Las propias vibraciones o imágenes traen en sí mismas, por un complejo sorprendente de mecanismo mental, la dirección que los llevará al local del llamado o de la convocación.
Es muy común que el terrícola pueble su zona mental de imágenes, de sueños de diagramas – producto visible de sus pensamientos, fuerzas que no se pierden, en pero energía actuante traducción viva de la degradación del espíritu, de las pasiones y deseos con que él invoca al habitante del << más allá de la sepultura >> este identifica con tanta facilidad y precisión, como en la tierra identificamos, por la indumentaria, al hombre, a la mujer o al niño; por el color, el negro y el blanco; por la apariencia, el viejo y el joven; por la especie, el caballo y el caballero, Así convocados – ellos los habitantes del Gordemonio, que no conocen nunca la capacidad de saciedad en el campo del vicio y del deseo – corren a atender a ese llamado silencioso.
Llegando al local de la invocación o aún, identificada la criatura por la proyección de sus diagramas mentales, el vampiro se agarra a la víctima y de ella hace el instrumento <<material>> de su voluntad dominadora, y la lleva a la cacería de las presas preferenciales, en el vasto recinto social de las humanas ocupaciones.
Las tragedias se multiplican el libertinaje se agrava, se arrastra y se distiende; los vicios asumen aires de <<cualidades>> en la elegancia mundana de los comentarios sociales; las infidelidades conyugales se acentúan y al hombre no le es más posible limpiar la mente envenenada y de detenerse en consideraciones de orden espiritual, ante el banquete requintado en que se expresa el bouquet de las comidas exóticas, de la música vulgar, de la perversión asombrosa de los instintos y de las pasiones enloquecedoras. Se satisface el hombre y vibra el espíritu vampiro, en el aturdimiento de sus emociones desordenadas. Gozan ambos de los frutos de su animalidad viciada.
En Gordemonio no viven solo las presas indefensas de los vampiros desenfrenados, también pululan los que se adaptaron por su propia naturaleza de sus tendencias inconfesables.
Es un vivero descomunal de entidades que se mueven en la sombra y al cual llega, de todas partes de la tierra y campos subyacentes, a las solicitudes mentales de los desviados de todos los matices, sin que cualquier haz de luz les indique el derrotero a recorrer, pues para eso, les basta las propias antenas de sus almas para captar los mensajes convocadores al festín de la carne y del pecado.
Y cuando los hombres, un día comprendan aquel enunciado evangélico, que la boca inmaculada de Jesús profirió hace 20 siglos – VOS SOIS DIOSES –, el microcosmo será el macrocosmo en la divina belleza en su expresión y en la gloria infinita de su construcción y de su destino eterno.
Entonces, aprenderemos a pensar, valorizar y a movilizar ese inmenso material de edificación santificante del que disponemos – pues somos Dioses – para que vivamos en las eternas construcciones de la vida.
Viviremos el evangelio y entenderemos todas sus maravillosas palabras, alimentándonos de las profundas verdades que ellas encierran.
Cuidaremos del templo de nuestro cuerpo, con extremado cariño, paternidad, como vaso que eres de esa extraña, infinita y bella partícula de Dios, nuestra alma inmortal, imperecedera y eterna.
Y la lección olímpica del calvario y la enseñanza incomparable de la resurrección se plasmará dentro de la eternidad, en toda la maravillosa estructura divina de nuestro espíritu, el gólgota la montaña y el pretorio, la poesía del sermón y la corona tejida por las manos de la justicia de Pilatos, despertarán todas las regiones del infinito, para integrar a la humanidad que se disemina por todos los continentes y por el Universo, en la gloria de su inmortalidad y en la belleza de su perfección. Hiciera ligera pausa en el relato impresionante después de algunos instantes de meditación, prosiguió recogiendo conversaciones tomadas entre desventurados habitantes de la colonia: — Oye hijo amado, los propios ciudadanos de esa pavorosa región del plano visible – rincones purgatoriales; en pero absténgase del trabajo penoso de la identificación de criaturas que pasarán delante de tus ojos y de tu espíritu alarmado, arrastrando el acervo de sus faltas. Cuida, exclusivamente, del sentido de las lesiones suministradas en el recorrer de la narrativa que el genio de Alihieri apenas esbozó, y el de Edgard Allan Poe solamente entrevió.
Que estarían haciendo aquellas sombras, allí, en el otro lado de la calle en la puerta del caserón iluminado – indagaba Sostenes, en espíritu, a sus compañeros de cuadrilla. – ¡Que pregunta! Usted aún está medio recluta en el servicio de arrebatamiento – respondió Silvano, quien parecía ser el mayoral de la falange. – ¿cuántos años hace que dejó la tierra? — ¿usted piensa que yo sé?, hace una eternidad, juzgo yo!.
— Ni tanto así – rectificó otro personaje del bando, — cuando lo trajeron para Gordemonio, aún era de los nuestros el viejo Malaquias, que se nos escapó como una partícula por entre los dedos, llevado por la vieja lechuza quien fue su madre terrestre.
— ¡Maldito Malaquias! – murmuró otra entidad, en tono feroz. – Ah! Si lo pillase aquí no saldría más del grutón de Nirvana.
Y emitió estentórica carcajada, la que fue acompañada por toda la patrulla.
El horrendo personaje se refería a un lugar para donde los vampiros conducían almas recién desencarnadas, en las cuales, allí mismo, se viciaban en sus instintos repelentes. – Allí – apuntó para el caserón iluminado débilmente – está un grupo "de trabajadores" que esperan arrebatar nada menos, de cuatro "gozadores" que están por desprender los "cordones" umbilicales – esclareció el jefe de la comandita.
Se refería él a los líameles fluídicos que prenden el alma al cuerpo físico ya eran altas horas de la noche.
Puerto alegre se aquietara, para el sueño reparador. Como debe de ser. Los troles ya se habían recogido.
Bares, cafés, confiterías, restaurantes, ya habían cerrado sus puertas.
Por lo tanto, las discotecas, casas de juego, etc., estaban repletas de clientes habituales de ambos sexos "aprovechando" la vida.
Las bendiciones del sueño, tan necesarias que reclaman la quietud del hogar, eran despreciadas, incomprendidas, olvidadas por los que nunca entendieran la necesidad de espiritualizar el momento del reposo nocturno, de la alimentación, de hablar, de pensar y de actuar, en cualquier situación.
–¿Por qué en verdad animalizamos la vida entera?
Vivimos en función de instintos torpemente alimentados, antes que en función del alma.
Despreciamos las propuestas inmortalistas, con el objetivo de olvidarnos de las responsabilidades. Sabemos que somos almas, entes inmortales, antes que cuerpo; entre tanto, la certeza de una presentación de cuentas a rigor, en cualquier plano del infinito, nos asusta, y de ahí la voracidad con que nos precipitamos en los placeres del mundo procurando olvidar los compromisos y ahogar los temores, los recelos y el miedo que sentimos de una vida diferente y eterna, donde no es más posible la simulación, el engaño, el eludirnos a nosotros mismos o a nuestros semejantes.
Algunos retardatarios, apresurados metidos consigo mismo apretaban el paso, para alcanzar su morada distante.
La puerta del caserón iluminado – un hospital – allí continuaban los sombríos personajes a que Sostenes se refería de vez en cuando, se movían de un lado para otro, impacientes; una terrible pandilla de vampiros carcajeantes descendió por las escaleras del hospital, conduciendo cuatro criaturas a quien el miedo, el horror y el espanto de la situación, les enfrentara; se había transformado de manera inconcebible y fantástica.
Percibiendo Silvano acompañado de su bando, corrió al encuentro de aquellos secuaces.
— pronto, maestro! El servicio está hecho informó uno de los "secuestradores" – ¿para dónde los conduciremos? Para el grutón de Nirvana., ¡al camino! Satisfechos soltando horribles carcajadas de placer anticipado, desaparecieron en la primera esquina.
Uno de ellos le dijo al compañero:
— prefiero la mujer.
— Prefiero el muchacho – optó el otro.
— Reale quedó para atrás con su inseparable amigo Fabricio
— Hoy, no estoy con mucha voluntad de ir al grutón. ¿Preferiría visitar la ciudad. – Quieres venir conmigo? – estoy cansado y con hambre – respondió Fabricio
— descansemos en aquel restaurante que no cierran nunca y ahí matarás el hambre.
El interior del estadero estaba repleto de bohemios, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, que en las mesas, comían o bebían.
Aún mayor era todavía el número de los habitantes de "más allá de la sepultura".
Cada cual sintonizado según los pensamientos que se reflejaban en la zona mental de uno y del otro, en forma de imágenes que, asumía posiciones en consonancia con las fuerzas volitivas y mentales de los frecuentadores de la casa, agarrándose estos a unos y a otros, que, identificados en el vicio y en el deseo, se alimentaban o bebían del mismo plato o de la mima copa, con una voracidad y avidez espantosa.
Al lado de una pobre mujer decaída, entidades grotescas, bestiales y embrutecidas le saturaban la atmósfera mental de deseos renegridos, compeliéndola a actitudes de libertinaje frente a los compañeros de aventuras nocturnas.
Otras sombras vampíricas se divertían haciendo apuestas sobre la manera como podrían poner actuar a cualquier persona en esta o en aquella situación.
Hecha la apuesta se aproximaban a la víctima. Se tenía la impresión – cuando las traicioneras o marrulleras entidades invisibles se aproximaban al blanco de sus experiencias, que, inconscientes de su posición mental, se lanzaban a la satisfacción de sus instintos pervertidos – como si un pequeño motor de débil potencial fuese excitado a funcionar, pues se sentía como un zumbido de alas o el ruido característico de una colmena en franca actividad.
Aquí podíamos ver cómo los "vivos" recibían órdenes de los vampiros.
Algunos se estremecían involuntariamente, como si se sintiesen arrebatados de frío, llegando a murmurar:
Voy a resfriarme. Estoy sintiendo que me tiembla todo el cuerpo.
— es el tiempo – respondían otros. – es debido a los cambios bruscos de temperatura, en nuestro clima nadie puede huir a las gripas o a los resfriados.
— tómese una aspirina con un trago de coñac. Es óptimo.
Relé y Fabricio reían de ver la inocencia de los comentarios y de los malestares.
— empero. estoy con hambre, Realé amigo!
— pues nos toca masticar. – ¡No tiene dientes!
El espíritu no es vapor de agua, ¡no señor! Yo por eso no meto mi mano en tu boca. Más. mire aquella mesa! ¡Tiene carnero asado, lechón, gallina y pez! Se me está volviendo agua la boca!
Se aproximaron a la mesa, donde diversas personas inclusive mujeres, hacían una merienda extra.
-voy a servirme de esa mujer – dice Fabricio – como si se fuera colando ajustándose a una señora bien nutrida que devoraba una chuleta.
Realé tuvo la impresión de que Fabricio se confundía con la mujer gorda, pues tenues hilos que partían del campo mental de él, estrechaban a las dos criaturas normalmente en la región del tórax.
Inmediatamente, la comensal nocturna de aquel asadero redobló su actividad con increíble voracidad, la llevaba a devorar pedazo sobre pedazo de carne asada, al mismo tiempo que tomaba largos tragos de cerveza y vino.
Fabricio se engolosinaba "succionando" parte considerable de los alimentos que la mujer ingería. Realé, a su turno, se aproximó de un hombre que masticaba ruidosamente una pierna de gallina, el fenómeno se repitió. Con la presencia de Realé con su ligazón al hombre del plato de gallina, este reclamó para devorar los platos con la rapidez de la piraña.
En breve trecho, estaban llenas las dos "almas del otro mundo".
Y cuando se desligaron de sus víctimas estas dejaron pender las cabezas sobre la mesa, invenciblemente estaban bebidas y repletas de alimentos indigestos. Reían ruidosamente Fabricio y Realé y salieron.
La ciudad estaba quieta y adormecida. El Guaibá reflejaba la luz de las estrellas, serenamente. Uno de los vampiros habló:
-para dónde?
-para el grutón de Nirvana. Pienso que mejor comparezcamos a la sesión, de ahora en adelante el jefe llegará a llamar lista y nos echará de menos. Nada de fallarle al viejo Nicolson. – Nos toca, Fabricio.
-sin embargo, vamos a echarle una mirada al casino. Me divierto mucho con esos caballeros que pasan la noche jugando.
– Más no nos demoremos. Recuérdate que el jefe no es de medianas medidas en las sesiones.
En breve estaban en el salón de juegos. El casino repleto de hombres y mujeres elegantes alrededor de las mesas de paño verde.Pararon a cierta distancia
Realé habló:
-mira Fabricio, cómo aquel sujeto de corbata encarnada, medio calvo, quiere hacerle trampa a los otros. Fabricio concentró la atención en el mencionado hombre.
Alrededor de su cabeza se bullían cartas mentales, combinaciones numéricas, paralelamente a una formación espesa y como viscosa, donde sobresalía la propia figura del hombre, procurando, por medios artificiales y bellacos, engañar a los compañeros.
El espectáculo era chocante y a pesar de lo repelente instructivo.
El individuo arquitectaba mentalmente un golpe, cambiando la posición y la disposición de las cartas de la baraja, de manera a obtener una combinación que le diese un "triunfo" arrasador. Que pícaro este! como ves, Realé?
Aún he de mostrarte – prosiguió Realé; cosas mucho más interesantes, cuando te lleve a los salones de fiestas elegantes, palacetes, residenciales, asambleas políticas y particulares, hospitales, iglesias y ministerios, cuando los hombres pretenden, a cualquier precio, sobornar a Dios y quedar como sanos en la conciencia.
Realé, después de haber proferido la última frase. Continuó:
Fabricio, aún eres novato en atrapar el pensamiento de los encarnados, en una serie de fenómenos que se procesan en el campo mental de los terrícolas.
-¿Realé, todo eso que nosotros vemos y vivimos es verdad?
-pues cómo no!, ¿no viste y no estás viendo?— Somos aquello que queremos, hijo.
-¿y por qué no somos ángeles?— Acaso, no lo somos?
-¿Nosotros?
-Claro joven, solo con la diferencia de que los "otros" son del cielo y nosotros del grutón de Nirvana. Ellos tienen alas y nosotros garras
Y rió desenfrenadamente y aligeraron el paso. Más adelante, Fabricio indagó:
-escucha Realé, ¿cómo es que el jefe nos gobierna a todos?
-por el poder. — ¿Qué poder?
-¡Mayor capacidad de comprensión para el mal!
¿Y Dios, Realé?
-No envuelvas a Dios en esas cosas, si es que crees en Él – mi madre me enseñaba un rezo que el padre decía en la iglesia.
-tontería de los padres, Fabricio. ¿Ya viste a Dios?— ¿y ya viste al jefe?
-ya
-pues él es nuestro Dios, y nos toca esperarlo en el grutón. Si llegásemos atrasados, iría a suponer que estábamos traicionando la causa con los habitantes del cielo.
-¡te referiste a los Ángeles?— naturalmente, a los ángeles buenos
Y se callaron apresurando el paso.
Fabricio iba pensativo, cabizbajo, ensimismado. A cierta altura opinó:
-escucha, Realé ¿somos espíritus?—- ¡por qué me lo preguntas!
-interrogaba a su vez a Fabricio riendo ruidosamente.
-porque si yo fuese espíritu, no tenía sed, no tendría sueño, ni caminaría a píe – volaba.
-es una torpeza Fabricio, discúlpeme el elogio.
-Espíritu, compañero, no quiere decir humareda, nube, como allá decía el viejo Malaquías de Asís,
-¿por qué?
-sólo los ángeles pueden volar de manera admirable!…pues estos si no necesitan comer ni beber como nosotros.
-¿y nosotros no podríamos ser ángeles?
-vaya pregúntale al jefe, si tienes valor para eso, arriésgate
-En esa no caigo yo! Me esperaría la penitenciaría de los escorpiones.- ¿Ya los viste?
-me contó el guardacostas de Silvano, cuando allá estuvo una semana entera, por haber dejado huir a Malaquias con la madre de él.
-Aquello es un horror, Fabricio!
-¿Cómo es que aquí hay cobras, pájaros, bueyes, caballos y gatos?
-Joven, aquí no es un mundo de polvadera. Cuando la gente está en la tierra, piensa que "el otro mundo" es un lugar de fantasmas, o de almas envueltas en paños blancos con capuchas de algodón para asustar niños. Ahora, si esos animales, como las cobras y los escorpiones muerden a la gente, vaya pregúntele al viejo Malaquías que era doctor en estas cosas y óptimo profesor de biología del más allá de la sepultura.
Fabricio quedó pensativo, en cuanto Realé cantaba una zamba del último carnaval carioca.
-en veces, tengo deseos de huir de esta vida, Realé!
-cállate, animal! No sabes que pueden descubrirte los pensamientos?
-pues de ahí al jardín de los condenados es un paso.
-¿Cómo sabes tantas cosas y por qué vives en una vida tan arriesgada y peligrosa?
-indagó Fabricio a Realé.
-yo nací para esto, compañero. Por más que yo me quiera regenerar o hacerme "ángel" de alas grandes, no lo consigo, mi viejo.
-¿vamos a intentar huir como el viejo Malaquías?—- ¿y quién nos ayudaría Fabricio?
-¿Tú no tuviste una madre?
-¿Y tú?
-la tuve, buena, cariñosa, tierna, que lloraba cuando yo lloraba y reía cuando yo estaba contento.
Realé no respondió, Caminaba en silencio rumbo al grutón de Nirvana, con los pensamientos distantes.
-Mi pobre madre no sabe ciertamente de mí.
Y mudando bruscamente de entonación de voz, habló enérgico:
-Camina Fabricio, que Nicolson y la hermosa Belatriz no tardarán en llegar.
-qué mujer tan linda, es bella verdad Realé?
-Muy bonita. Empero su belleza quiere decir maldad o crueldad, pues yo nunca me casaría con una mujer de ese tipo de belleza.
-será tanto así Belatriz
-hay! Hijo, yo ya vi a aquella mujer enfurecida!, si el demonio existiese, Belatriz sería la diabla.
-pero es tan hermosa!
-estás apasionado por ella? Entonces has tu testamento "espiritual" porque Nicolson es Belcebú.
-apasionado ahora qué jugarreta! un espíritu apasionado.
-¿y es que el espíritu no es gente?
-sí. es,. y debe ser.
Y se callaron. Al aproximarse al grutón de Nirvana, percibieron que el local de la sesión, estaba repleto de criaturas monstruosas, repelentes e infernales.
Grupos aquí y allí concertaban planes y arquitectaban trabajos, en cuantos otros intercambiaban ideas en cuanto al modo en que debían justificarse delante del jefe, en caso de que este no juzgase eficiente el servicio realizado.
— Fabricio, oye – habló Realé. Si no nos incumben de cualquier tarea, vamos a recorrer muchos lugares en los cuales observarás cosas. Necesito iniciarte en una serie de trabajos bochornosos
— sabes que soy tu amigo – respondió Fabricio.
-y porque sabes, quiero que me ayudes a buscar a una persona que debe estar "enterrada" en un cuerpo, en la ciudad de Puerto Alegre.
-¿Para qué?
-fue mi mujer. La amé mucho y ella también me amó; empero, como algunos años después de casada se dio el lujo de creer en Dios, cuando desencarnamos nos separaron aquí. Nunca más la vi. Más Sóstenes me contó que ella estaba en Puerto Alegre, después de varios retornos a la carne, viviendo con su hijo, abandonada, en la mayor miseria.
-te traicionó entonces?.
-sí, me traicionó. Debió haberme esperado, pues ajustaremos cuentas.
-pues si la amas, como vas a hacerle el mal?
-quien ama, castiga, allá decía el profeta. No sé cuál de ellos, El padre Bautista decía siempre eso, cuando había cualquier calamidad en la tierra, para justificar la cólera de Dios.
-pues cuente conmigo Realé.
-He de iniciarte en la masonería de la vida terrestre! Vas a ver!
-¿qué masonería es esa?— La masonería del mal
-entiendo menos! – exclamó Fabricio, admirado.
-en esos momentos una especie de silbido que partía de la entrada del grutón, advirtió a los asistentes de la presencia de Nicolson, el gobernador del gordemonio. Se verificó una carrera y todos penetraron atropelladamente, en el local de la reunión, cada uno ocupando sus lugares.
Se hizo absoluto silencio y entró el jefe, acompañado de una joven mujer de belleza siniestra y provocadora.
Nicolson, ahora posando sobre una tarima del grutón, relanzó imponente mirada hacia los súbditos, pobres victimas de su propia inferioridad. Su aspecto era de ferocidad impresionante. Cabeza monstruosa, miembros deformes, altura descomunal, el gobernador del gordemonio dominaba por el terror que su figura infundía en aquellas almas trásfugas y desgraciadas.
A su lado, Belatriz y dos individuos de fisonomía y de fealdad absorbente se mantenían en actitud de respeto y miedo.
Nicolson resonó con voz lúgubre, fría, terrible y cortante como un filo de navaja:
-procede a la llamada de los comandantes de patrulla, Remigio – ordenó, volviéndose para el acólito de la derecha. Éste atento leyó la extensa lista de los indicados por el jefe.
La mirada del Gobernador es de un jaguar acosado por terrible ansiedad.
Reúne, aquí, ahora mismo, a todos los miembros especializados de la cuadrilla.
— Quedamos por fuera, Fabricio – susurró Realé al oído de su camarada.
— Felizmente – dice Fabricio, casi en un susurro.- Tu vas a ver quién es Nicolson – advirtió Realé.
— yo siempre oí decir que el hechicero tiene pacto con el diablo
— aventuró un vampiro al oído de una mujer mala cuyos ojos brillaban de maldad.
Nuevo silencio. Silencio pesado y angustiante.
Nicolson carraspeó y después con voz que parecía provenir de las profundidades de su ser, habló:
— hermanos! Hay patrullas de ángeles trabajando contra nosotros. Es urgente que cada cual se distancie de esa gente por el modo de actuar y de pensar. Dice los "electos" que hacen el bien, y nosotros también, afirmamos eso. Y la mejor arma es aún el pensamiento. Mejor que balas y proyectiles magnéticos de esos que tanto usan ellos contra nosotros. Si supiéramos pensar bien, en el sentido de realizar obras contrarias a aquellas que ellos pretenden hacer, estaríamos con el éxito garantizado! Y hay de quien se dejare arrastrar de pensamientos tontos de piedad y arrepentimiento!. — Los diversos departamentos de regeneración ahí están para recibir a los tránsfugas— y sus labios gruesos se encresparon en una sonrisa de indefinible bestialidad.
Todos permanecieron quietos. Después de haber focalizado la mirada sobre la asamblea, exclamó, gesticulando como un general que trazase programa de ataque, o estableciese normas tácticas.
No quiero sentimentalismos en este plano. Aquí es el lugar de los fuertes. Los persiguen?, Nos combaten? Empleemos las mismas armas! y venceremos!
Al proferir las últimas palabras un silbido estridente, que se asemejaba a una sirena de alarma, avisara que patrullas de espíritus dedicados al bien se aproximaban sobre el local de la nigromante reunión.
Un haz de luz enceguecedora, una claridad inmensa envolvió la caverna de Nirvana, llevando el pánico a aquellas almas desviadas, empero infelices y embrutecidas o malas.
Hubo carreras indescriptibles
Como si fuesen manadas de animales bravíos y salvajes, aquellos entes animalizados, locos, invadieron los ninchos del grutón y procuraban ocultarse, lo mejor posible, a la vista penetrante de los patrulleros del bien.
Se establece de inmediato, un silencio sepulcral
El propio Nicolson y la hermosa Belatriz se refugiaron en el sagrario – una especie de cobil hecho en el interior de la roca que servía de antesala del grutón – estaban aterrados invadidos de pánico y de horror
Los patrulleros del bien, todavía pasaron como indiferentes a la asamblea que se realizara en aquel célebre sitio, según las tradiciones de los planos de la espiritualidad.
Sin embargo, a los oídos de aquellas almas tenebrosas llegó clara y vibrátil e inolvidable las palabras del guía de los patrulleros del bien, en animada conversación de instrucción con sus compañeros:
— el mal es pasajero y efímero, por ser obra eminentemente humana. Solamente el bien es eterno, fuera de él, la felicidad es una utopía, un espejismo desesperador.
Restablecido el orden entre los compinches de Nicolson, éste volvió con Belatriz a su puesto, en medio de la asamblea.
Fabricio y Realé aprovechándose del momento, abandonaron la asamblea. En poco tiempo, alcanzaron la corteza terrestre, localizándose en la calle más transitada de Río de Janeiro, donde permanecieron en animada conversación observando las escenas que se les presentaran ante sus ojos.
— observa Fabricio amigo, – habló Realé –, casi todos los encarnados tienen su compañía o su "pareja" aquella viejota que va allá adelante, conserva aún sus pensamientos presos a los hechos y actos del pasado, cuando ella era joven y bonita. Ahora mire más allá! – exclamó Fabricio – el sujeto que va con ella nos está haciendo gestos de atención.
Realé correspondió a los saludos, explicando:
Es un viejo compañero de nuestras tareas, que se encuentra disfrutando de vacaciones.
— y Nicolson?
— el jefe anda a estas horas gozando la vida con la bella Belatriz.
— que moza tan bonita Realé!
— Ya te previne que tome cuidado con Nicolson. Aquellos dos se complementan. Hay de ti si llegaran a traicionarte en presencia del jefe!
— le gustaría usted volver a la carne con aquella mujer! – y que tal que Nicolson se apareciese en escena, sería usted un infeliz.
Fabricio se silenció – y siguió: – yo desearía casarme con Belatriz, Realé, no lo conseguiría?
— mire mi hijo, ese negocio de volver a la carne con esta o aquella mujer, según oía decir al viejo Malaquías exige tanto expediente en la colonia encargada de esas reencarnaciones, que no es muy fácil conseguirlo.
— Realé! – Exclamó Fabricio – ¿no estás viendo a aquellos sujetos preparando el desastre del automóvil?
— ¡es usted como un niño! Todos los días yo observo esos dramas!
– y Dios, ¿qué pasa con Dios Realé?
— ¿Dios? Mire que pregunta! ¿Qué tiene que ver Dios con la picardía de los hombres?
— ¡pues Él debería evitar eso!
— Fabricio, según el viejo Malaquías -, Dios, todos los días, y a cada fracción de segundos, advierte a los hombres por múltiples medios, sin embargo, ellos igual que yo, no acreditamos en Dios y mucho menos que un dolor de barriga o una uña encarnada puedan hacer una señal de advertencia.
Fabricio oyó el estruendo de la colisión, vio los pasajeros volar a distancia del carro, y escucho las carcajadas de los espíritus resonar por los aires como una girándula ensordecedora
— vamos, Fabricio!, las calles de la tierra presentan espectáculos muy gustosos en las residencias como en los lugares más "augustos" podrás saborear "platos" mucho más deliciosos que estos. Traiciones, hurtos, engaños de toda suerte, encuentros clandestinos, pasiones "refrigeradas" o "conservadas" en el condimento de la espera o en la nieve del tiempo. Ensayos de prevaricaciones públicas y privadas. ¡Y los pobres de los "mortales" piensan que hacen todo esto sin testigos!…son muy ignorantes esos hermanitos. Fabricio! Si aquí somos unos torpes, en la tierra son peor. Si supiesen que hay ojos por todas partes "y que las paredes tienen oídos", y que archivan en sí mismos sin saber su fraude, cuanta dispersión en la hora!
— riéndose perdidamente de lo que acabara de decir, tomó del brazo a Fabricio y se fue cantando una pieza carnavalesca rumbo a los grandes casinos de la metrópolis, para hacer – según afirmaba – el jueguito al lado de los trajeados de todos los matices.
— la tierra es aún la gran caverna de los momos, de los arlequines y de las libélulas, porque los Francisco de Asís, son muy raros o nadie los oye.
Cuando Malaquías terminó la rememoración del sueño, retiró la mano de la cabeza de Genovena y murmuró:
— usted está libre! -Genoveva quedó admirada.
No sólo se había retirado todo el dolor, sino que experimentaba una especie de reconstitución de sus fuerzas decaídas por el trabajo y el sufrimiento.
— ¿No será el señor un hechicero? Preguntó Genoveva entre alarmante chanza.
— Soy un alma que mucho erró y mucho tiene que sufrir. – ¿Cómo fue que el señor aprendió a curar con las manos?
— Jesús curaba poniendo sus manos misericordiosas sobre la cabeza de los enfermos.
— entonces, fue Jesús!
— Él es el mismo, la verdad, el camino y la vida
— Pues si Él es el camino y el Señor ya está en el camino, voy a pedirle una limosna.
— ¿Qué limosna es esa Genoveva?
— cuando mi protegido salga – yo voy con el Señor aquí cerca, a una casa donde habita una pobre mujer que tiene un hijito muy enfermo hace dos años, desahuciado de los médicos. – ¿Quiere curar al infeliz?
— yo no curo a nadie, Genoveva. Quien cura es Jesús. Y mire que es la primera vez que me acontece esto, de aplicar un pase.
— Ah!, ¿entonces ese es el tal pase de los espiritistas?
— ¡Si, así es Genoveva!—Y. ¿Por qué se alarma?
— Porque yo no sabía que eso eran pases.
— Pues es eso, mi buena amiga.
En la tarde, cuando Fabricio salió para tomar las últimas providencias pertinentes a su regreso a la hacienda, Genoveva llevó a Malaquías a la casita en que habitaba Zaira, una infeliz madre, cuyo hijo, con casi dos años, sufría de ataques continuos, impidiendo que la pobre mujer se ausentase de la casa.
Entraron. Zaira ya prevenida, recibió a Malaquías colmada de esperanzas.
— Tenía vergüenza de mí, Señor Malaquías – sollozaba la desgraciada.
— Que Dios se apiada de nosotros! Fue la respuesta del médium.
— el ex – convicto, al encontrarse con el niño, estacionó casi aterrado. Alrededor del niño, sombras deformes y horrendas, como de manos cogidas formaban un círculo negro en el entorno del hijo de Zaira.
Malaquías contemplaba sorprendido, aquel cuadro dantesco.
Olvidado de Genoveva y Zaira, apenas tenía sentidos para aquel espectáculo horroroso. Sintió una piedad inmensa de la pobre criatura; juzgó estar socorriendo un hijo extremado que hace siglos se extraviara en el torbellino de la vida.
Las entidades se movían alrededor del lecho del niño, llevando a veces las manos hasta la altura de la cabeza del hijo de Zaira, momentos en el que el enfermo estremecía violentamente gimiendo.
Empero el asombro de Malaquias no duró mucho tiempo
Volviéndose en pensamientos para Jesús humilde y grande en su fe.
Lloró como nunca hiciera en toda su vida.
— Gervasio – el niño, acostado en un colchón se retorcía, espumeando como un animal a quien se le hubiere infligido cruel castigo.
Malaquias se aproximó orando siempre y puso sobre la cabeza del pequeño enfermo las dos manos extendidas.
Después continuó a orar mirando para el círculo negro formado por las extrañas entidades del mal.
Poco a poco el círculo se desintegraba y las sombras retrocedían sorprendidas de horror con atropello, salían por las puertas y las ventanas como un bando de animales espantados.
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