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Grandes autores del Municipio Bolívar del Estado Barinas – Venezuela


Partes: 1, 2

  1. Vida y obra de Alfredo Arvelo Larriva
  2. Vida y obra de Orlando Araujo
  3. Vida y obra de Enriqueta Arvelo Larriva
  4. Bibliografía

Vida y obra de Alfredo Arvelo Larriva

Poeta y activista político contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, nació el veinticinco (25) de mayo de mil ochocientos ochenta y tres (1883) en Barinitas, Jurisdicción para aquel entonces del Estado Zamora, hoy capital del Municipio Autónomo Bolívar del Estado Barinas, hijo del señor Alfredo Arvelo, hombre de fundo, de quien se vería influenciado en lo político por sus ideas de corte liberal, y de Mercedes Larriva, maestra de Escuela; sería el mayor de cinco hermanos, a saber: Mercedes, Enriqueta, Lourdes y Aura, de los cuales su persona, así como la de su hermana Enriqueta serían de gran importancia no solo en el ámbito artístico nacional, sino continental, al encontrarse entre los máximos exponentes de sus respectivos géneros literarios. Considerado el padre de la poesía modernista y vanguardista en Venezuela, Alfredo Arvelo Larriva, nacería en el seno de una familia signada por el aprecio y la práctica de las distintas formas artísticas conocidas por la humanidad, lo que llevó a aquel hogar un indiscutible amor por la cultura y un aire intelectualista que derivaría en una de las camadas de escritores barineses más importantes de la época. Fue en el seno de esta familia donde conseguiría además, su origen la semilla literaria de otro prominente poeta de dicha tierra llanera, Alberto Arvelo Torrealba, primo de menor edad de Alfredo Arvelo Larriva, y quien en sus frecuentes visitas al hogar de sus primos, encontraría la influencia que lo orientaría hacia la actividad poética que también marcaría su vida.

En una de las épocas más cruentas y difíciles de la historia venezolana debido al incontable número de guerras intestinas que azotaron a la nación durante aquellos años, nacerá Alfredo Arvelo Larriva, siendo además las circunstancias finales de aquel último quinquenio del siglo XIX, los que formarían la personalidad aventurera y de espíritu inquieto por la que se caracterizaría en parte, a lo largo de toda su vida. En efecto, el proliferado caudillismo existente a lo largo y ancho del territorio nacional, y que sumiría a la población al sometimiento de los más arduos rigores a los que se puede ver sometida una nación inmersa en frecuentes guerras propiciadas por enfrentamientos entre distintos grupos liderados por distintos caudillos dentro de una misma región por el poder local, o bien entre grupos de distintas regiones por el poder nacional. Fueron estas guerras intestinas las que propiciaron el empobrecimiento del país y la carencia de recursos a través, en ocasiones, del sacrificio de estos de parte de hacendados para el beneficio de una u otra causa; en ocasiones gracias al pillaje y a los asaltos de grupos bandoleros que, con el objeto de hacerse del contingente de guerra necesario, asaltaban fincas y haciendas con el fin de financiar sus propias campañas, produciéndose se esta manera la mengua de la actividad agrícola y pecuaria en el país por aquellos años. Caminos polvorientos y campos desolados carentes de cultivo, serían imágenes comunes por todo el territorio nacional en las últimas décadas de dicho siglo. No obstante, sería la actividad latifundista la principal responsable del cuadro de abandono y desolación que vivía para aquel entonces en todo el país debido al apogeo que la misma tendría par aquella fecha y que propiciaría, no solo la sumisión del campesino venezolana la miseria y al hombre, sino su progresivo abandono del campo en busca de mejores condiciones de vida generadas de forma más digna y honrosa en las ciudades, en lo que sería el preludio de la migración del hombre del campo a la ciudad, que se llevaría a cabo en nuestro país en base a otro fenómeno que podría catalogarse como una afortunada tragedia en la historia venezolana, el boom de la actividad petrolera.

Sería este cuadro socio-político e incluso económico el que forjaría, desde el punto de vista psicológico, la personalidad del hombre venezolano de aquella época, siendo así que por el hecho de participar en alguna de estas guerras, por tener que participar en alguna de estas actividades de pillaje, ya fuera por aprovisionamiento de guerra o simplemente por hambre; o bien por tener que defenderse así mismo y a los suyos en medio de este clima de desazón y violencia, el hombre venezolano tuvo que desarrollar una reciedumbre de carácter que lo caracterizaría durante esta época y por lo menos el primer tercio del siglo XX. Fueron todas estas condiciones las que tal vez influyeron en la personalidad del joven Alfredo Larriva para forjar esa volatilidad de espíritu que le llevaría a ser un aventurero y a arriesgarse a las más peligrosas empresas. Es a raíz de este espíritu aventurero que a la edad de diecisiete años, ya a las puertas del nuevo siglo, se atreve a salir de su Barinitas natal y recorre parte de Venezuela, Guayana, Los Andes y Caracas, pero fundamentalmente Guayana, donde el misterio de la selva amazónica lo atrae y le atrapa, siendo esta región destino asiduo del poeta durante su juventud, adoptando a Ciudad Bolívar como su residencia habitual, en la que viviría durante cierto tiempo y en la que viviría uno de los lances más fatídicos de su vida , y es que estando en dicha ciudad a la edad de veintiún años, hallándose unos meses insolvente en la residencia en la cual se encontraba alojado, tuvo un altercado con el dueño de la misma, altercado en el que resultó muerto este último, por lo que se le condenó a prisión durante cuatro años. Respecto de este lance, surgieron distintas teorías y versiones, muchas de las cuales tendieron a favorecer al dueño de la residencia, por haber sido el mismo un personaje propio de aquella región, en contraversión al forastero, que provenía de tierras lejanas, otra narra como el poeta estaba dispuesto a mudarse de la residencia en cuestión cuando habiéndose encontrado con su amigo y admirador literario, el poeta Rufino Blanco Fombona, quien para la época fungía como gobernador del Estado Amazonas; y luego de haber sostenido una conversación en la cual este último le increpara a defender su honor, le colocó un arma en la mano y le alentó a enfrentar a su ofensor. Respecto de esta versión, si bien existe la certeza respecto del carácter de Blanco Fombona, quien fuera de personalidad recia, violenta y explosiva, como es bien sabido, y por tanto, es muy probable que si hubiera alentado a Arvelo Larriva a llevar a cabo los hechos que lo llevaron a prisión, no existe registro alguno que permita aseverar que esto hubiere sido así, lo mismo que cualquiera de las otras versiones, pues el expediente del procedimiento judicial que se le siguió, desapareció en extrañas circunstancias, solo se tiene cierta certeza de los hechos ocurridos gracias a un documento periodístico en el cual se presenta un resumen del acto de cargos, tal y como lo expresa Alexis Márquez Rodríguez (1986) según el Dr. Luis Alejandro Angulo Arvelo, sobrino y biógrafo del poeta, al mencionar:

Se trata de una reseña del acto de cargos, fase fundamental en el proceso. En tal reseña se resume el escrito de cargos leído ante el Tribunal por el Fiscal del Ministerio Público y allí queda registrado que el Fiscal, al formular la acusación contra el reo, si bien lo considera culpable del delito de homicidio, señala a su favor como circunstancia atenuante que "hubo agresión para con Arvelo Larriva, y que por tanto este obró en defensa propia", aunque en grado excesivo, por lo cual pedía para él una pena bastante rebajada. Que fue, precisamente, la que al final se le aplicó. (p. 34)

Este confinamiento resultaría otro de los hechos que moldearían su personalidad de manera importante para el resto de su corta vida, y es que el clima de tensión y crueldad que se vive en un régimen carcelario, transfigura de alguna manera la esencia de la personalidad de que se ve sometido a dicho encierro, y el joven poeta no sería la excepción, en efecto, la dureza en el trato de parte de los custodios de la prisión, así como de parte de los otros prisioneros, bajo confinamiento constante, bajo el fragor rutinario del encierro, sin duda alguna que mella en nivel alguno a quien acostumbrado al goce del más sublime derecho del hombre, la libertad, y quien más allá se halla anhelante del goce ilimitado de la misma al encontrarse en los umbrales de la juventud, a los veintiún (21) años de edad. Un poco más de siete años de encarcelamiento repartidos entre la cárcel de Ciudad Bolívar, el Castillo de San Carlos en Maracaibo, el cuartel de la Policía de Caracas, y finalmente la drástica prisión conocida como "La Rotunda", vivió el poeta como sanción de aquel supuesto crimen del que poca información veraz se tiene. Afectó de tal forma a su ánimo dicho encarcelamiento, que dicho letargo llegaría hasta su producción literaria, y es que como buen poeta, la poesía era el instrumento de expresión de su espíritu, de esta manera, podemos obtener un esbozo de lo que se ceñía al ánimo del artista en aquellos fatídicos días. Así, por ejemplo, fue en aquellos días que escribió Los heraldos negros, del cual se ha extraído el siguiente fragmento como una muestra del desasosiego que vivía el autor para aquella época:

¡Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios, como si ante ellos,

La resaca de todo lo sufrido

Se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocas, pero son… Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Significativa sería la huella que dejaría la prisión en Alfredo Arvelo Larriva, hasta el punto de apesadumbrar en cierta forma su personalidad, la cual perdería ya para siempre el lustre de alegría que recubre a la juventud naciente de aquella etapa de su vida, significativa, más no absoluta, pues si bien el confinamiento carcelario pudo haber medrado el esplendor del espíritu de aquellos años de la vida del poeta, este no afectó del todo la animosidad de este, pues si bien pudo haber adoptado una actitud de resentimiento para con la humanidad debido al infortunio del padecimiento tal vez injusto del confinamiento carcelario, no de manera racional, pero si visceral, como sí hubiera hecho cualquier otro individuo, el autor no hizo reproche del sufrimiento vivido sobre el resto de de la sociedad, no se convirtió en un "amargado", como bien podría haberse pensado luego de tal infortunio, solo perdió, en parte, la refulgencia de su alegría, pues en algunos de sus poemas se seguirán viendo destellos de un sarcasmo que hablaran por su buen humor circunstancial en ocasiones, de manera sencilla, se puede decir que su espíritu se enlutaría para siempre. No sería esta la única experiencia carcelaria que tendría el poeta, y es que el joven Arvelo Larriva, además de vivir sumido en la actividad literaria, departiría su vida en la actividad conspirativa contra el régimen de una de las más tortuosas dictaduras de la historia venezolana, la del General Juan Vicente Gómez. En efecto, la temprana influencia política de su padre, tendente a ideologías afines a las del partido liberal de aquella época de finales del siglo XIX y a ideas de progreso que encontrarían asidero en el prematuro joven al que desde temprana edad distinguirían por su anticipada madurez para su corta edad, rasgo personal este que le acompañaría desde siempre y que seguramente contribuiría al hecho de que asimilara con facilidad los acontecimientos políticos de aquella época, las ideas políticas de su padre, para fijarlas en su memoria y discernir de estas sus propias ideas políticas, no muy alejadas de aquellas originarias que tomara del padre. Estas ideas, ideas plasmadas de justicia y libertad, serían reflejadas por su hermana Enriqueta en algunos de sus escritos, en los cuales se indica acerca del joven autor; "estuvo siempre en abierta campaña contra los malos gobiernos en aquella apartada porción de Venezuela", refiriéndose con setas últimas palabras a su Barinitas natal. De la misma forma, escribiría su hermana en algunos párrafos biográficos acerca de su hermano: "jovencito, había acusado (Arvelo Larriva) decidida oposición a todo lo dictatorial, así como al vivo deseo de que su país fuese movido por la fuerza del progreso efectivo…". Es así como tal vez por el hecho de que el régimen gomecista se caracterizara por ser un régimen de marcado tinte conservador fundamentado en un sistema dictatorial que reprimía las más fundamentales libertades civiles y políticas de la población, que Alfredo Larriva se instituyera en franco y directo antagonista del mismo, siendo así, que ocuparía la mitad de su tiempo en la actividad conspirativa contra el nefasto régimen, encontrando la muerte en medio de dos vertientes que habrían de constituir su vida hasta el final de sus cincuenta y un (51) años de existencia, la poesía y el activismo político conspirativo contra dicho régimen dictatorial, por lo cual moriría en el exilio, en el cual transcurriría durante el último tercio de su vida aproximadamente.

A raíz de su participación en una de estas actividades conspirativas es que se vería nuevamente encarcelado, esta vez, por un periodo de ocho (08) años, que transcurrirían en el castillo "Libertador" de Puerto Cabello, donde la crueldad y el martirio que ofrecía tal mazmorra, no lograría más que endurecer su carácter, y lejos de envilecer su espíritu, el temple que tuvo que forjar para enfrentar las afrentas de aquel confinamiento, le serviría, no solo para hacer más firmes sus convicciones, sino incluso, para dar esperanza y aliento a otros compañeros que como él, se hallaban condenados a aquella demoledora de ideas. Una idea de la experiencia vivida por el poeta durante su encierro, así como del semblante esperanzador del poeta durante aquellos años, nos la ofrece su hermana Enriqueta en alguno de sus escritos, al respecto, escribió la misma, citada por Alexis Márquez Rodríguez (1986):

Conspiró y luchó en caracas, hasta caer preso, es decir, hasta convertirse en el preso de Puerto Cabello, incomunicado, enfermo, semienterrado durante ocho años de su juventud. No obstante, en su prisión sacó fuerzas de sí mismo, no sólo para soportar su propia desgracia, sino para alentar a sus compañeros de reclusión y aliviarles en lo posible el triste vivir… (p. 36)

Como ya se ha dicho, Alfredo Arvelo Larriva saldría de su primer confinamiento carcelario con el espíritu enlutado, rasgo este que se acentuaría más durante su encarcelamiento en La Rotunda. De este periodo es una importante cantidad de su producción literaria, la cual sacaría de manera clandestina de dicho recinto firmada bajo el pseudónimo de E. Lenlut, juego de letras que transfiguran la primera parte de "El enlutado", apodo con el que le distinguían sus compañeros y otros poetas y escritores de su época por andar, "siempre de negro hasta los pies vestido", a decir de Luis Beltrán Guerrero citado por Márquez Rodríguez (1986) "como el famoso retrato de Felipe IV que nos da Manuel Machado en uno de sus poemas magistrales". Otro de los comentarios que respecto de este singular rasgo del poeta se nos da, llega de la pluma de Miguel Otero Silva, quien aún cuando de mucha menos edad que el poeta, gozó de la amistad y estima de este, a entender de su encarcelamiento, además, nos refiere:

Lo condujo a inhumano cautiverio de ocho años, atado a grillos que le exprimieron sombríamente la juventud y le marcaron el alma para siempre. En aquellas mazmorras pero que feudales lo mantuvieron sepultado desde 1913 hasta 1921, sometido a tan cavernoso aislamiento que ni siquiera se enteró del transcurso de la Primera Guerra Mundial. De tanta sombra salió enlutado a perpetuidad…

Otro de los perfiles, tanto respecto de los aspectos subjetivos del poeta, así como de los aspectos objetivos del mismo, narrados de una forma tal vez un tanto poética, nos llega de uno de los más entrañables compañeros del poeta, tanto en cuanto a las labores literarios como en las conspirativas, y que también se vio sumido en prisión por la misma razón, José Rafael Pocaterra, quien respecto del poeta nos esboza:

Es ese hombre alto y fuerte, de líneas de búho en la faz, con algo de sacerdotal en el gesto y mucho de diabólico en la sonrisa, y de ojos en los que chispea con todos los soles y las sales verde-azuladas de las aguas profundas, a través de los espejuelos poderosos, un alma poderosa, violenta y violentada, que le agita toda la armadura muscular d la carne y toda la recia musculatura espiritual, y que es como esas moles que se agrupan en una convulsión ruda y pétrea sobre la torrentera, al borde del sendero, o ladera abajo, para apresar la noche en un repliegue sombrío de piedra o de sol en la arista que corta el aire helado de las cumbres…

Es así el poeta: como una roca de basalto, que evoca los panes del acero, las pulituras del ébano, el "reflejo negro" de las noches de estío; pero sola, aislada, contra Dios, en un paraje maldito por donde pasan, graznando aterradas, las aves del cielo, las malas aves, los pájaros ominosos que las gentes vistieron con fatídico ropaje para la chatura supersticiosa de sus aleros y que sólo conocen los pequeños misterios e ignoran esos mensajes que la sombra envía a los hombres bajo la pluma negra y afilada (p.p. 39 y 40)

Una vez fuera de la cárcel, Alfredo Arvelo Larriva se dirige al exilio, no tanto por el respingo de su ánimo aventurero como por el acoso y la constante vigilancia de la cual era objeto por parte de los cuerpos d seguridad del régimen dictatorial, de esta manera, y con la intención de continuar colaborando con sus actividades conspirativas con mayor libertad, parte en mil novecientos veintisiete (19279 a México, donde además, albergaría la posibilidad de conocer al poeta mexicano Salvador Díaz Mirón, quien sería una de sus más grandes influencias literarias junto con el gran bardo nicaragüense Rubén Darío, el más grande representante del modernismo en Latinoamérica y el mundo, y del cual también sería gran admirador. Respecto de Díaz Mirón, su admiración si bien se encontraba centrada en afinidad literaria, se extendería debido a grandes paralelismos concernientes a la vida personal del mismo para con este, y es que el poeta mexicano, al igual que Arvelo Larriva, conoce los rigores de la cárcel a temprana edad debido a un lance personal en el cual su antagonista resultaría muerto, y del cual saldría absuelto luego de cuatro años de encierro al determinarse que había actuado en defensa propia. De manera semejante, luego de dicha absolución, el autor azteca volvería a la cárcel por otro lance personal contra otro diputado en plena cámara, aprisionamiento del cual saldría un año después gracias a la caída de dicho régimen. Tales paralelismos servirían para que entre ambos poetas se crearan lazos de fraternidad tales, que el mexicano llegaría a tratar a Arvelo Larriva con el epíteto de "hijo", trato este del cual se ufanaría el poeta bariniteño, al narrar sus experiencias en el trato con Díaz Mirón. Otro de los paralelismos entre las vidas de Díaz Mirón y Arvelo Larriva se ciernen sobre la concepción teológica de ambos, y es que el mexicano asumía la negación de Dios, si bien no debido a razones filosóficas, ideológicas o científicas, sí debido al hecho psicológico de contrariar toda relación de subordinación que supusiera la existencia de un dominante y un dominado, hecho este que no impidió que agregara entre los temas de sus obras poéticas la temática religiosa, tal y como lo haría el poeta del piedemonte venezolano, el cual abordaría el tema con un tinte panteísta ecuménico a partir del cual mezclaría con gran ingenio en cada verso y luego en cada estrofa, distintos elementos de diferentes religiones en aras de expresar una determinada emoción o una idea en particular; lo cual a su vez denotaría el amplio espectro cultural que albergaba el intelecto del poeta y que resultaría bastante singular para un ciudadano de provincia de aquella época.

De México, el poeta Arvelo Larriva se dirige a París pasando por La Habana, atendiendo el llamado del Comité revolucionario Antigomecista que presidía Ramón Delgado Chalbaud, quien dirigiría la llamada expedición del "Falke" la cual pretendía deponer el gobierno pero que fallaría en sus intenciones. La participación del poeta en las actividades conspirativas que se desarrollaban desde Europa serían trascendentales como parte de estas que en mil novecientos veintiocho (1928) se le asigna la misión de regresar a Venezuela con el fin de contactar a varios personajes que desde dentro del país buscaban propiciar la caída de la dictadura, uno de ellos, el legendario General José Rafael Gabaldón, acérrimo detractor de Gómez, quien en varias oportunidades emprendió distintas campañas militares con dicho fin. La empresa, si bien no resultaba sencilla, puesto que el régimen había estrechado las políticas de seguridad contra cualquier tipo de actividades conspirativas, las ansias de pisar una vez más su país, y de ver nuevamente el terruño natal, además de los fulgores aventureros que lo incitaban a cumplirla por lo riesgoso de la misma, sobre todo, luego de los hechos acaecidos en el país durante la semana del estudiante, le levaron a arribar al país, siendo esta la última vez que estaría en Venezuela y en su apreciada Barinitas. Respecto de la entrevista que sostuvo con el General Gabaldón, la misma se llevó a cabo en la casa de Luís Horacio Ugarte en Guanare, y luego de ella, hubo de regresar el poeta a Europa, viaje este respecto del cual se cierne una anécdota bastante peculiar, y es que el pasaje de vuelta de Venezuela a Europa le fue solicitado por Arvelo Larriva al General Gómez personalmente, en referencia a este atrevido suceso, Luís Alejandro Angulo narra:

La misión de Arvelo Larriva ha sido considerada como muy importante y peligrosa. A ella se refiere el Dr. Cipriano Heredia Angulo en su libro El año 29, y basado en informaciones bastante serias, asevera que fue cumplida con gran habilidad. Y por cierto viose coronada con un rasgo de novelesca audacia cuando Arvelo Larriva – quizás también para despistar a Gómez y a sus sabuesos – decidió ir a Maracay en son de saludar al dictador… ¡ y pedirle el pasaje para regresar a Europa! Cuenta el Dr. Jóvito Villalba que Arvelo Larriva le había consultado esta maniobra, y que él (el Dr. Villalba) lo animó con entusiasmo. Y refiere el Dr. Joaquín Gabaldón Márquez que, al regresar de Maracay con el pasaje, el poeta, entre grandes carcajadas, le decía que era necesario hacer que el General Gómez cargara con los gastos de la revolución. (p. 44).

Dicho viaje a Europa también significaría el fin de la producción literaria de Alfredo Arvelo Larriva, no existen indicios que permitan dilucidar el por qué, pero para esta fecha está signado el último poema del que se tuviera conocimiento que hubiera sido escrito por el poeta, el mismo, "Las siete lámparas votivas", consta de siete sonetos, y fue escrito durante el viaje de La Habana a Francia, específicamente frente a las islas Azores en octubre de 1927 y fue publicado en la revista El repertorio americano dirigida por el costarricense Joaquín García Monje en el mes de marzo del año 1929. se presume que la causa de dicho silencio literario permanente desde entonces se debiera a la dedicación exclusiva que hiciera el poeta de todo su tiempo a la participación en actividades conspirativas contra la dictadura gomecista, no obstante no se puede aseverar con certeza que esto hubiera sido así. Luego de su llegada a Francia, Arvelo Larriva haría un último viaje en 1929 a México y Colombia, donde tenía que esperar los resultados de la invasión del "Falke" al enterarse de su fracaso partió a Paris y de allí a Madrid, donde llegaría en mil novecientos treinta y uno (1931) Y donde seria testigo del triunfo del bando Republicano en las elecciones municipales celebradas el doce (12) de abril del mismo año y que significaron la caída de la monarquía y la instauración de la República el catorce (14) de abril, instauración que con seguridad celebró, aunque con recelo, puesto que su experiencia política le habría hecho saber que esta tenía acérrimos enemigos que coartarían su permanente instauración en base a la fuerza.

Respecto de su obra, es bien sabido que la misma órbita alrededor del modernismo como tendencia poética, hacia la que orienta su producción literaria, la misma seguramente adquirida debido a la contemporaneidad que cierto tiempo sostuvo este con el gran poeta Rubén Darío, quien además de merecer su admiración, se convertiría en su influencia literaria más fuerte, siendo así debido al estudio que respecto de la obra de ambos se ha podido llevar a cabo, y es que a partir del año mil ochocientos ochenta y tres (1883), año del nacimiento del poeta bariniteño, se da un boom de los libros del nicaragüense, se publican en esta época Azul, en mil ochocientos noventa (1890), Prosas profanas en mil ochocientos noventa y seis (1896) y Cantos de vida y esperanza en mil novecientos seis (1906), por lo que no sorprende que Arvelo Larriva se hubiera visto influenciado por el modernismo reinante para la época aunque ya al final de su periodo más esplendoroso, considerando que le mismo se dio durante su infancia y su adolescencia, más aún hasta su juventud, a la muerte de Rubén Darío en mil novecientos dieciséis (1916). De esta forma, sus poemas se ven desprovistos de la métrica clásica que tradicionalmente venía asignando versos endecasílabos a los mismos, siendo el primero que en el país tuviera tal atrevimiento respecto de la forma de sus obras. A este entender, Arvelo Larriva rompe el hilo de la escuela clásica o tradicional que venía haciendo poesía en Venezuela y da libertad a la métrica lo mismo que a la temática, la cual nutre de sus diversas experiencias personales, tanto durante sus viajes iniciales por algunas regiones del país, sus confinamientos carcelarios, así como vivencias personales en las actividades conspirativas que por su propia naturaleza de le hacían necesaria la clandestinidad, y diversos temas de distintas índoles con los que expresaba su sustancia emotiva circunstancial. Así, por ejemplo, en algunos de sus poemas de la juventud, Alfredo Arvelo Larriva describe el paisaje de desolación y abandono de los caminos y pastizales del llano venezolano para la época, en otros, ya más avanzado en edad, narra algún incidente surgido con alguna servidora social y del que sería testigo uno de sus compañeros de activismo conspirativo, a la vez que en otros, extemporáneos de por sí, abordaría el tema teológico como medio para describir alguna de las emociones humanas, estableciendo analogías entre distintas religiones.

Daba un uso genial a la palabra, permitiéndose comunicar la emotividad de la carga subjetiva originaria a través de composiciones de gran estética.

Permaneció en Madrid hasta su muerte, el trece (13) de mayo del año mil novecientos treinta y cuatro (1934).

Vida y obra de Orlando Araujo

Escritor, Economista y Licenciado en letras, nace en la población de Calderas, Municipio Autónomo Bolívar del Estado Barinas el catorce (14) de agosto de mil novecientos veintisiete (1927), hijo del señor Sebastián Araujo y la señora Edén Ciangherotti, transcurre su infancia en su población natal entre los hermosos parajes naturales del piedemonte andino y juegos infantiles con sus compañeros de infancia. Se traslada a Barinitas en mil novecientos cuarenta y uno (1941) donde es recibido por familiares de su madre, allí termina sus estudios de primaria, durante este lapso de tiempo, como una curiosidad que denotaría desde temprana edad su gusto por las letras y su facilidad para las mismas, dedicaría su tiempo a escribir cartas de amor por encargo. Una vez finalizada la primaria, el para entonces Gobernador del Estado Barinas, Alberto Arvelo Torrealba, le otorgaría una beca para que diera continuidad a sus estudios de bachillerato, los cuales lleva a cabo entre Barinitas, en la misma Entidad Federal, y Boconó y Valera en el Estado Trujillo, desde donde partiría hacia Caracas en el año mil novecientos cuarenta y siete (1947), donde se instalaría definitivamente y echaría raíces, primero con Morella Roncayolo, su primera esposa, y luego con Trina Urbina, de aquel primer matrimonio nacieron sus hijas Inés Morella y María Cecilia; y de este segundo nacerían sus hijos Sebastián y Juan. En mil novecientos cuarenta y nueve (1949) se gradúa de Bachiller en Filosofía y Letras en el Liceo Andrés Bello. Entra a la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela ye en el transcurso de esta época, trabaja como ayudante de Ángel Rosemblat en el Instituto de Filología Andrés Bello de la Universidad Central de Venezuela (U.C.V.), casa de estudio en la que además, cursaría estudios en la Escuela de Economía, graduándose en ambas carreras con los grados de Cum laude y Summa cum laude en Economía y Letras respectivamente.

Una vez graduado, comenzaría su desempeño profesional como asesor de la industria petroquímica y ene. Ministerio de Minas e Hidrocarburos, así como también de la federación de Cámaras de Comercio y Producción (FEDECAMARAS) y de la Asociación Pro-Venezuela, desempeñándose en estas funciones hasta el año de mil novecientos sesenta y tres (1963). Entre los años de mil novecientos cincuenta y cinco (1955) y mil novecientos cincuenta y siete (1957) hace su aparición la primera edición de Lengua y creación en la obra de Rómulo Gallegos, publicada por la editorial Nona de Buenos Aires, con la misma se haría merecedor del Premio Miles Sherover de Caracas, es aquí su camino como literato al empezar, primero, a hacerse adjudicatario del reconocimiento ajeno como crítico literario. En mil novecientos cincuenta y ocho (1958) se convierte en docente en las Facultades de Economía y Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. El reconocimiento que gana progresivamente empieza a dar frutos y aparece en los cuadernos de la Asociación Venezolana de Escritores Juan Castellanos o el afán de expresión. Por su obra La palabra estéril, le es otorgado el Premio de Ensayo de La Universidad del Zulia en mil novecientos sesenta y cinco (1965), año en el cual también funda la cátedra Problemas Económicos de Venezuela en la U.C.V., donde además, durante el periodo conocido como la "Renovación", asume la Dirección de la Escuela de Letras en mil novecientos sesenta y ocho (1968), año en el cual publica Venezuela violenta y gana los premios de cuentos con Un muerto que no era el suyo y de ensayo con La palabra activa, ambos del diario El nacional.

Durante el año mil novecientos sesenta y nueve (1969) sale a la luz su libro Situación industrial de Venezuela por medio de las Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, marcando esta publicación el comienzo de un periodo muy prolijo en cuanto a la producción literaria del autor se refiere, de esta manera, publica en mil novecientos setenta (1970) Compañero de viaje en la editorial Fuentes, el cual representa la más precisa remembranza de su piedemonte natal, conformándose la obra de una compilación de relatos que permiten el viaje imaginario a tales parajes a cualquiera que, originario de los mismos, hubiere asimilado aquellas imágenes, aquellas voces, aquellos nombres, muchos de los cuales retumban con seguridad aun en lo más recóndito de la memoria de quien hubiere desandado aquellos verdes y cristalinos frescos que pinta la naturaleza, en el primer escalón de los andes, en el umbral de los llanos venezolanos. Es tan fiel y precisa la descripción de aquellos paisajes, que se confunde la realidad con lo ficticio sólo en el desenvolvimiento de los personajes, que exhiben, un poco en serio, y un poco en broma, las vivencias de aquel lugar. Por estos años, se convierte en un activo militante político de la izquierda, convirtiéndose en jefe de redacción del diario El venezolano, director del diario vespertino El extra, fundador y director de la revista El mes económico, codirector de los semanarios Que pasa en Venezuela y Deslinde, finalmente, colaborador permanente de El Nacional, Cambio y Vamos a ver entre otras publicaciones. En mis novecientos setenta y uno (1971), sale a la luz pública su cuento Miguel Vicente Patacaliente publicado con la Ediciones Tricolor del Ministerio de Educación, con él, ganaría el Premio a Mejor Libro Infantil del quinquenio mil novecientos setenta y seis (1976) hasta mil novecientos setenta y uno (1971) concedido por el Banco del Libro y Mención de Honor de la UNESCO en mil novecientos setenta y nueve (1979). Al año siguiente, en mil novecientos setenta y dos (1972) se publica la primera edición de La obra literaria de Enrique Bernardo Núñez, del Banco Central de Venezuela, publicada por Monte Ávila Editores en mil novecientos ochenta (1980) , también se edita su obra Narrativa venezolana contemporánea con el cual se adjudica el Premio Municipal de Prosa y ganará segunda mención del Concurso de cuentos de El Nacional con el relato Contra la ira, templanza.

En mil novecientos setenta y tres se publica su obra Sobre integración Latinoamericana, obra editada por la casa editorial Síntesis Dos mil. En el año mil novecientos setenta y cuatro (1974) publica su obra En letra roja: la violencia literaria y social de Venezuela a través de la Universidad Católica Andrés Bello. En mil novecientos setenta y cinco se hace merecedor del Premio Nacional de Literatura con su obra Contrapunto de la vida y de la muerte. Se publican en mil novecientos setenta y ocho (1978) una serie de cuentos infantiles, 7 cuentos por medio de la Editorial Contexto Editores, El niño que llegó hasta el sol y Los viajes de Miguel Vicente Patacaliente, una serie de cuentos en los cuales el célebre personaje viaja por toda Venezuela aglomerando toda una serie de aventuras. Crearía una serie de obras literarias dedicadas a la esencia cultural de su Estado natal, Barinas, las cuales serían publicadas en mil novecientos ochenta (1980), son estas: Glosa de Piedemonte, Crónicas de caña y muerte y Barinas son los ríos, el tabaco y el viento. Ese mismo año ya es miembro de la peña República del Este. Dadas las circunstancias que se vivían en Nicaragua a raíz de la arremetida de los gobiernos derechistas instalados en centro América con apoyo subrepticio de los Estados Unidos, contra los sectores populares de dicha nación latinoamericana, decide viajar a la misma para unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional, Frente armado que se instauró entre diversos grupos de izquierda para hacer frente a las actividades violentas llevadas a cabo por los "Contras" en perjuicio de los mismos; y con el fin de luchar por las reivindicaciones económicas, sociales y políticas a favor de los sectores desposeídos de tal país; hecho este que ha sido censurado por muchas obras biográficas escritas acerca del autor, y que justifica la publicación, en mil novecientos ochenta y cinco (1985), de su Viaje a Sandino, un libro-diario escrito por el autor en el que relata sus vivencias durante su participación en tales conflictos.

Muere en Caracas el quince (15) de septiembre de mil novecientos ochenta y siete (1987), año en el cual se publica su libro El niño y el caballo. De manera póstuma, además, se publicarían sus obras: Cartas a Sebastián, para que no me olvide, a través de la Editorial Alianza, libro que dedica a su hijo; y el Testamento poético de Orlando Araujo, el cual conoce la luz gracias a su esposa y amigos, en mil novecientos noventa (1990) y el cual contó con una separata especial de Ediciones Centauro para la Fundación Cultural Barinas.

Vida y obra de Enriqueta Arvelo Larriva

Poetiza, nace el veintidós (22) de marzo de mil ochocientos ochenta y seis (1886) en Barinitas, Municipio Autónomo Bolívar del Estado Barinas, una población ubicada en el piedemonte Barinés y desde donde se deslindan perfectamente las montañas de los andes, de las sabanas del llano venezolano, hija del señor Alfredo Arvelo, hombre "de a caballo", y de la señora Mercedes Larriva, maestra de escuela, quien la indujo al conocimiento de las primeras letras, sería la tercera de cinco hijos que junto a sus hermanos, Alfredo, Mercedes, Lourdes y Aura; conformarían una familia caracterizada por su pasión por las distintas formas de expresión cultural, en especial la literatura, y dentro de esta, de manera particular, la poesía, la cual sería importante en el trasfondo creativo de la familia, y en la que, a su vez, dicha familia fungiría un papel trascendental en el panorama literario nacional e internacional oscurecido u opacado en años posteriores debido a intereses políticos de gobiernos de aquella época. Queda huérfana de madre a los cinco años, lo cual significó un golpe anímico para ella a pesar de su corta edad, debido a los estrechos lazos que la unían a esta figura, como es natural, aunque en ocasiones sintiera su ausencia, tal y como se discierne de alguno de sus poemas:

(…)iba a gusto

tras el cabello recién bañado de mi madre.

Amaba a mi madre.

más a veces ella era para mí

sólo una palidez nimbada.

Desde temprana edad encontraría muchas influencias que harían orientar sus pasiones hacia la poesía, siendo así que si bien su madre muere de manera prematura respecto de su edad, su abuela materna, a la cual se refería como "mamá Florinda", fungiría como tal induciendo en ella sus primeros contactos con la poesía, la cual continuaría posteriormente en tía Atilia Torrealba Febres Cordero, quien para la época era una reconocida poetiza originaria de dicha entidad; de esta, aprendería las reglas básicas para la versificación y la motivaría a escribir sus primeros versos, tal y como lo refiere María Cristina Solaeche Galera. Dentro de su círculo cercano, otra fuerte influencia la conseguiría en la figura de su hermano Alfredo, gran poeta y revolucionario, quien ya tenía un nombre en el panorama literario nacional durante su juventud, a la vez que era solicitado por la frecuente visita de distintas figuras de gran perfil, tanto literario como político, esto último, gracias a sus actividades conspirativas contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, actividades conspirativas que sumieron a la familia Arvelo Larriva en un constante desasosiego por el bienestar del mismo. Con seguridad, sería su hermano, esa figura en la cual, entrado el siglo XX, Enriqueta Arvelo Larriva conseguiría apoyo y motivación para dar continuidad a su obra poética. En cuanto a su influencia literaria exógena, la misma estaría marcada por la obra literaria de autores pertenecientes al grupo del llamado "Siglo de Oro Español", siendo los mismos: Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, San Juan de La Cruz y Santa Teresa de Ávila; y ya en el ámbito latinoamericano, el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, quien en base a su refulgente modernismo, habría de ser influencia literaria también de su hermano, tal y como se verá al abordar su obra literaria.

Partes: 1, 2
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