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Jesucristo burdo negocio

Enviado por ruanowilly


    1. Cruz y dolor
    2. Amarga navidad
    3. La religión como producto
    4. Qué pensaba Jesucristo sobre Dios
    5. Pilatos y la verdad del rey-sacerdote

    DESCRIPCIÓN:

    El basamento en el que descansa el edificio de todo el Cristianismo está fundido en huesos, sangre e ideales de millones de seres humanos que fueron pavorosamente sacrificados como ejemplar castigo para los herejes y perjuros; y para sentar un precedente de lo que podía esperar aquel desventurado que no practicara la íntima pureza del Cristianismo.

    Usted tiene que entender que practicar cualquier rito, de los miles que hay adentro del Cristianismo, significa –ni más ni menos- que pisar y profanar cada conciencia quemada por el absolutismo de los papas, obispos, curas, pastores y demás defensores del cristiano proceder de eliminar al que, como bien lo deja dicho el Guía Principal, "El que no esté conmigo, está contra mí".

    ¿Es capaz su mente de comprender todo esto?.

    CRUZ Y DOLOR

    Efectivamente, en lo más profundo de nuestro subconsciente tenemos grabado el mensaje crístico del dolor, de las duras penas y de los grandes sacrificios, para tener la opción de alcanzar a llegar a la Gloria Eterna tal y como Dios Nuestro Señor manda.

    Jesucristo murió crucificado y, la cruz, instrumento que sirvió para la ejecución de él, representa el simbolismo cargado de todo ese rencor al sentirse que en cada Iglesia, Templo o casa familiar se le rinde un culto fetichista y hasta morboso a ese crucifijo que quizás ha servido más como la verdadera identificación del cristiano, que la propia figura de Jesús.

    Resulta penosísimo saber que otros seres humanos que no participan del Cristianismo, cuando se enfrentan con todo su significado y simbolismos, pierden hasta el poco respeto que habían ya sentido tener por alguna manifestación de tal religión.

    Una empleada recién venida de Corea se adaptó a su trabajo y a sus patrones cristianos. Y éstos al ver una que otra mala cara en la muchacha, la interrogaron sobre tal proceder. Ella, admitiendo lo que sucedía, explicó que no entendía cómo ellos, siendo tan buenas personas como lo eran y llevando una vida familiar digna de ejemplo, tenían el cuadro de un ajusticiado que, sin saber el tipo de crimen por él cometido, tuvo que haber sido tan grave como para haberlo hasta crucificado, y que lo asombroso para ella era el motivo para tenerlo en un lugar tan especial en la casa. ¿Cómo pueden ustedes otorgarle a un ajusticiado alguna preferencia y demostrarlo con tener un cuadro de él?.

    No hay solución posible, nos han repetido los curas y pastores desde siempre, ya que sin el derramamiento de la sangre, sin el padecimiento y sin la muerte en la cruz por parte de Jesús, ¡no hay salvación!. Pero encerrado en un eufemismo retórico y falaz, surge la más grande ignominia al observar ese culto idolátrico que por la cruz se profesa y se exige como condición ineludible en el rito religioso cristiano.

    Pablo en 1 de Corintios 1:23 pone el dedo en la llaga, porque afirmar, como él mismo lo hace,pues nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos, es darse unos aires de grandeza tremendos. Y, efectivamente, veamos a continuación algunas citas bíblicas al respecto para luego de eso sacar interesantes conclusiones.

    Deuteronomio 21:22 y 23 describen lo que el Dios bíblico deja sentado como su propia opinión.

    Si alguno a cometido algún crimen digno de muerte, y lo hacéis morir, y lo crucificáis y lo dejáis colgado en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el crucificado.

    Gálatas 3:13 nos reconoce y nos ratifica aquella maldición de miles de años ha, al decirnos.

    Cristo se redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldito por nosotros, porque está escrito: Maldito todo aquel que es colgado de un madero.

    ¿Resistirá nuestra ya destartalada mente la maldición de Dios Padre hacia su propio hijo Jesucristo, tal y como lo hemos leído en su Palabra y ratificada por San Pablo?…

    Lo que nos llena de desconfianza hacia el mensaje que han desarrollado sobre la "redención de la humanidad por la crucifixión de Jesús" es la incomprensión que el mundo greco-romano pudiera tragarse ese cuento que por medio del suplicio reservado para esclavos y subversivos y a través de una muerte cruel, oprobiosa y maldita por medio de la cruz, se tenga la maldición de su propio Dios que, como Yahvé, bien lo deja dicho en Deuteronomio 21:22 y 23, representa el mentís hacia toda posible salvación y redención por medio de "un maldito por Yahvé", que es como realmente debió mantenerse como apelativo a este Jesús crucificado.

    El horror y el desprecio que debieron sentir sus propios apóstoles no fue ni siquiera descrito por los evangelistas que, sabiéndolo, prefirieron ocultárselo a sus lectores para no herir, quizás, susceptibilidades religiosas y la íntima mentira en la que descansa el edificio de tal religión.

    Apenas hay una leve constancia del oprobio y es Pedro quien se lo hace ver a Jesús en Mateo 16:23 que recibe una violenta respuesta del Maestro.

    Y volviéndose Jesús le dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! me eres tropiezo, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino de los hombres.

    ¿Y a este Satanás es al que suponemos que Jesús dejó encargado de su "Iglesia"?. A pesar que efectivamente Pedro tiene la razón pues, según la Palabra de Dios Padre, éste, maldice al crucificado y al colgado en la cruz, y ese, aunque le duela a Jesucristo, ¡sí es un sentimiento de Dios Padre!.

    Los primeros cristianos nunca usaron a la cruz como simbolismo de su agrupación pues seguía siendo para ellos la muestra de la derrota humillante de Jesús; por el contrario usaron el pez como símbolo que los identificaba plenamente.

    El misterio de la cruz, lo mismo que su exaltación, no fue cosa de los primeros seguidores cristianos. Todas las palabras vertidas durante la muerte de Jesús están como buscando una excusa de la oprobiosa y maldita muerte que le dieron a su guía y maestro. Y rebuscando conceptos provenientes de los Salmos ponen directamente en boca de Jesús unas barbaridades para tratar de disculpar un hecho por demás inexcusable.

    Lucas 24:25 y 26 nos dicen.

    Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer en todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su Gloria?.

    ¿Por qué hacen que luzca como una anticipación a los acontecimientos que se darían en la crucifixión de Jesús y resulte hasta como una línea ineludible de un "mandato de Dios Padre" a pesar que ya el mandato del Dios bíblico había sido la maldición para el crucificado en un madero?…

    Con tamaña excusa, no sólo se hace caer a Jesús en la ignorancia, sino que se le presenta como un renegador y revocador de la Ley y de los Profetas. Decir Jesús a dos personas del pueblo común y corrientes que ellos son unos "insensatos", es declararlos sin una gota de entendimiento; y decirles "tardos de corazón", es no sólo un grave insulto, sino el primer paso hacia el terror sacro tan común entre el sacerdote y el pastor en su prédica dominical.

    Catalogar el Jesús todo amor, que la iglesia así nos lo presenta, a sus acompañantes camino de Emaús de "tardos de corazón por creer en todo lo que los profetas han dicho", es insultante para la propia buena voluntad que dicen el Maestro tuvo pues, eso significa que aquel que grita prepotentemente "sólo a través mío se llega al Padre" sencillamente ¡está abrogando la Ley y a los Profetas!.

    Si Jesús deja dicho No hay que creer en todo lo que dicen los profetas ¿Por qué, para excusar la maldición que su propio Dios ya dejó para los crucificados, sí hace uso de los salmistas y de otros profetas para declarar que sufrió y padeció "porque así estaba escrito"?.

    ¿A cuáles profetas sí hay que creerles? ¿A los que justifican la maldición divina en Jesús o a Pablo que en un lapsus declara que "Jesús fue un maldito"?.

    ¡Cuáles son las cosas que sí hay que creer de todo lo que los profetas dejaron dicho!.

    El dolor y el sufrimiento, como parte integral del movimiento cristiano, no tienen parangón en su ritual; y ha llegado a los extremos cuando, por simple imitación a la pasión de Cristo, se auto flagelan, ayunan y se convierten en célibes aquellos sacerdotes que, usando banalmente tal nombre sin ninguna autorización (recordemos que Pablo dice "el sacerdocio de Jesús es intransferible"), han hecho sublime el dolor y el sufrimiento humano en honor a Yahvé y a su amado hijo Jesucristo.

    Pablo vuelve a la carga y osa dejar un mensaje de guía a los cristianos al decir en 2 de Corintios 12:10 lo siguiente.

    Yo no me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias, por Cristo, pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte.

    Mensajes bíblicos como este son los que, carcomiendo el poco sentido común que nos pudiera quedar, provocan que el ser humano practicante sienta que el dolor, el sufrimiento y la angustia parezcan normales y que inclusive, cuando no los tengamos, sean buscados frenéticamente o se provoquen para disfrutar del regalito que la divinidad cristiana obsequia a sus hijos.

    Entonces el dolor y el sufrimiento se convierten en parte del ser humano que, sin voluntad, permite que el Cristianismo manipule hasta sus propios e íntimos grados de interna consecución del placer humano y, no viendo más allá de sus narices, acepte que sus gobernantes políticos masacren y maten de hambre a sus conciudadanos y se conviertan, por su pasividad, en dictadores; para así hacer suyo el mal intencionado mensaje de Pablo y podrá gozar y disfrutar de los sufrimientos que la sociedad política que lo rodea les de en compensación de aquel voto si es que hay elecciones o simplemente por la consigna del cristiano gobierno de Estados Unidos que nos imponen presidentes.

    Es entonces cuando la religión y los guías se excusan en toda la gama de sinsabores que ellos mismos provocan a sus propios practicantes y, sacándose de la manga, surge la oprobiosa concepción del Misterio del sufrimiento.

    ¡Qué canallada más grande!.

    Es innumerable la lista de profetas, sabios, sacerdotes, papas y pastores que, totalmente locos, han impuesto en el pobre cristiano el divino goce del misterio sagrado del sufrimiento. Y, tan divinizado es todo esto, que Deuteronomio 8:6 nos lo deja como un mandamiento.

    Reconoce así mismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yahvé tu Dios te castiga.

    Han pretendido que el único camino purificador que le queda al ser humano es el del sufrimiento y que el que nos manda Yahvé hasta es una corrección paternalista hacia nosotros sus presuntos hijitos.

    ¡Cómo es posible de aceptar que el Dios bíblico paternalmente corrija a sus hijitos si solamente es motivo de corrección aquello mal hecho o mal diseñado; y arruinándose, por eso mismo, sea susceptible de algún remiendo o arreglo!. Aquí si no hay que quedarnos callados.

    Intachablemente, y para lavarnos el cerebro, mucho antes de enseñarnos el mágico envoltorio del Misterio del Sufrimiento, ya se nos había hablado que siendo los seres humanos creados a imagen y semejanza del Dios bíblico, Jesús inclusive nos insta a "sed perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Si somos una creación perfecta ¿Cómo entonces es que se supone que el sufrimiento nos corrija?.

    ¡Somos o no perfectos!… por favor defínanse.

    Claro que siempre quedará flotando en nuestra confusa y alienada mente si somos o no perfectos pues, aquel energúmeno pastor o sacerdote que viola niños y niñas, amén de que él mismo sirva de receptáculo homosexual de libidinosos placeres; y a pesar de oírlo desgañitarse Biblia en mano, sobre que "todos los humanos somos hermanos en Cristo", no tiene la capacidad humana, no digamos divina, de tan siquiera dirigirse a la feligresía.

    ¿Palabra de DIOS la Biblia?.. ¡Nunca!, y menos será perfecto el imbécil que nos recite tal perorata absurda que es tenida por una inspiración divina y que no es más que la ensarta de estúpidas sandeces de Yahvé, el degenerado ser que la Biblia magnifica y que curas, pastores y gritones de púlpito, amén de los fanáticos en calles y parques con su Nuevo Testamento en mano e insultos en boca, tratan de imponernos que ese loco concepto bíblico es DIOS, cuando simplemente y para desgracia y desconsuelo del que se dice cristiano, es burlado por la prédica.

    Yahvé no es más que un sangriento, violento y degenerado ser producido por mentes desquiciadas para oprimir mente, corazón y bolsillo del que se deje.

    AMARGA NAVIDAD

    La Navidad es la fecha en que oficialmente se celebra, con toda la pompa, incienso y derroche de las mejores galas, el nacimiento de Jesucristo, el líder de la Cristiandad. Y es una costumbre que nos viene directamente del dictamen y de la decisión del Concilio del Nicea del año 325 de nuestra era.

    Los Primeros Padres de la Iglesia decidieron, unilateralmente, abrogándose la representatividad de la parte de la humanidad que practicaba uno de los varios ritos y costumbres que nacieron tras la muerte de Jesús, y por la conveniencia política del momento, que se debía declarar al 25 de diciembre como la fecha más apropiada en que este nuevo Hijo de Dios tuvo que haber nacido, pues practicándose por casi todas las civilizaciones la costumbre de que sus respectivos Hijos de Dios también nacieron el día del Sol Invictus, o sea el 25 de diciembre, y habiendo sido el Cristianismo la combinación de muchos ritos paganos en donde el Mitraísmo era el principal, sencillamente se quitó a Mitra y se colocó en su lugar a Jesús el Cristo como el Hijo de Dios Padre encarnado en forma original y única en este Planeta, siempre según ellos, los comparecientes al Concilio de Nicea.

    Ante la presunción Cristiana, rápido acude a nuestros labios la pregunta quisquillosa y que es incontestable por la Jerarquía de la Iglesia Cristiana, ya que catalogándola como blasfemia, se esconden fácilmente y, con mala intención, no opinan al respecto.

    Veamos.

    Si el Universo, según nos dicen nuestros muy capaces científicos, consta de unas cien mil millones de Galaxias y que cada Galaxia a su vez de miles de Sistemas Solares y estos de muchos planetas ¿Por qué vino a encarnarse en la Tierra el Hijo de Dios Padre que es un insignificante planeta de un insignificante Sistema Solar de una insignificante Galaxia? ¿Qué tan de especial hay en este hermosísimo planeta azul para que el Hijo de Dios se hubiese venido a encarnar entre los habitantes de la nación insignificante de Israel?…

    Mateo nos dice en 1:18-25 la manera tan peculiar y sin sentido que se dio para el nacimiento de Jesús.

    El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando su madre María desposada con José, antes de que viviesen juntos, se halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo, José su marido, como era justo, y no quería denunciarla, resolvió dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí que un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María por mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo. Y llamarán su nombre Enmanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió en su hogar a María como su esposa. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo y le puso por nombre Jesús.

    Lucas nos dice de lo acontecido, pero del lado de María. Con José, el marido, ni siquiera se mete. Al contrario de lo que ya nos había dicho Mateo, que la anunciación fue con José, este evangelista dice todo lo contrario. Leamos lo que está expresado en Lucas 2:1 ss, que nos dicen.

    Al sexto mes, fue enviado de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, descendiente de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando a donde ella estaba, dijo: ¡Salve muy favorecida! (o ¡Dios te salve!, depende de la versión en que se lea) (¿ridículo que existan varias versiones en una concepción divina?) El señor está contigo. Bendita tu entre las mujeres. Ella se turbó profundamente por estas palabras, y consideraba qué significaría este saludo. Y el ángel le dijo: Deja de temer, María, porque has hallado gracia ante Dios. Mira, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y su reino no tendrá fin. Entonces le dijo María al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?, el ángel le respondió y le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también lo santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Y María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y se marchó el ángel de su presencia.

    Ahora la otra cita de Lucas que nos dice.

    Y todos marcha.ban a inscribirse en el censo, cada uno a su propia ciudad. También José subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, hacia Judea, a la ciudad de David, la cual se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para inscribirse junto con María, quien estaba desposada con él y encinta. Y aconteció que mientras estaban allí, se cumplieron los días para que ella diese a luz. Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

    Mateo y Lucas, dos de los cuatro evangelistas, muy a su manera, dejan constancia de su elucubración personal y de diferente ángulo del asunto. Más, cuando leemos en Juan 1:45, quien también deja su testimonio o su versión de los hechos.

    Jesús, el hijo de José.

    Con esta frase surgen las muchas interrogantes que, fáciles de ser contestadas, con respuestas lógicas, desmoronan todo el andamiaje de mentiras que se construyeron alrededor del nacimiento de un niño común y corriente.

    Comenzando con Mateo tenemos cosas sumamente interesantes para comentar. Este evangelista dedicado por completo a la figura del padre de la criatura, realiza la inspiración dirigida en y por medio de José. Y todo su empeño lo enfoca en la parte masculina de la historia del anuncio del nacimiento de Jesús y lo hace tratando de confundir al lector que, aceptando lo que dice, lo ha tomado como cosa verdadera y sin una sola contradicción con otros pasajes también inspirados en el mismo Espíritu Santo.

    Mateo, haciendo gala de unos extraordinarios malabarismos, mañosamente pretende demostrar que Jesús es un producto engendrado por el Espíritu Santo, que teniendo a María como receptáculo necesario para la encarnación del divino ser, es usada solamente como un canal o puente para el aterrizaje de Dios. Lo extraño en el asunto de la Madre de Dios, es que Mateo hace caso omiso y se olvida de los detalles genéticos, naturales y que ya están regidos por una Ley más que Natural, Universal. Y con esto, se mete otro tropezón Mateo ante el hecho irrefutable que, la concepción, solamente puede darse entre seres vivos de la misma especie. Y que para ajuste de las penas, en Mateo, este pobre y nada listo ser humano, parece que ya se olvidó que él mismo nos ha dejado al principio de su Evangelio la prueba contundente que echa por tierra la premisa planteada aquí, que Jesús procede del semen del Espíritu Santo.

    En Mateo 1:1 éste, habiendo recibido iluminación y la directa inspiración del mismo Espíritu Santo nos deja descrita la "Genealogía de Jesucristo" por parte de José, el pobre y hasta engañado esposo, según lo que más adelante Mateo tan maliciosamente deja dicho, con lo que "el niño que nacerá es producto del Espíritu Santo"; pero con lo que estábamos ¿por qué una ascendencia de Jesús por parte de José si este no había tan siquiera tocado a María para cuando le brotó la comprometedora barriga de otro personaje?.

    Si como bien lo dice Mateo "María estaba desposada con José", eso, significa que ellos dos habían formado un nuevo hogar y que por medio del matrimonio estaban supeditados a cumplir la Ley que regía para dicho compromiso entre las parejas que se casaban adentro de la legislación de la nación de Israel.

    La fecundidad es la primera observancia del matrimonio, pues desde el mandato de "creced y multiplicaos", la institución matrimonial judía comprendía la necesidad de la procreación. El matrimonio entre el pueblo escogido impone muchas restricciones, ya que los padres pueden casar a sus hijos sin consultarles nada; se prohíben las uniones dentro de la parentela y con personas de otras naciones. El marido o baal, lleva el título de propiedad tanto de la dote, como de la otra mercancía en que queda marcada por el matrimonio la reducida pobre mujer desposada, ya que la mujer adentro del hogar formado, es menos que un objeto.

    La misma preocupación por tener prole, y abundante, obliga a que la mujer que no es fértil, que es virgen o que pierde los embarazos, es vista como un animal raro, inclusive, hasta para el propio padre de la joven, ya que no se concibe afrenta mayor que la falta de continuación del linaje familiar.

    Si la primera regla del matrimonio, entre los judíos, era la fecundidad, ésta se obtiene solamente de una manera que es común a todos los seres humanos en general y que es ¡teniendo relaciones sexuales entre los cónyuges!.

    Si le creemos a Mateo, desde allí se nos dice que José, alarmado, ve que su esposa está encinta. O sea que, cuando ya es notoria la barriga de su mujercita, y él supuestamente no ha tenido participación alguna en tales menesteres propios en un marido normal, le empiezan a corroer los terribles celos ante la sacada de cuernos o quemada de rancho que María le ha pegado en algún pequeño descuido masculino de su parte.

    Ahora bien, solamente es notorio el vientre del embarazo a partir del tercero o cuarto mes, pero antes de eso ya se nos ha aclarado que "María estaba desposada con José", y eso significa que en los cuatro meses antes de la acusadora y prominente barriga de la virgen María, ya ellos dos llevaban un matrimonio estable bajo todos los aspectos de la Ley.

    Si en cuatro meses José no había hecho el amor con su esposa, no comprendemos entonces el motivo de haberse desposado con ella, pues es el hombre el que pide a la mujer y no al revés. Además que por el estúpido relato de Mateo, hay un resbalón imperdonable en el Espíritu Santo, cuando inexplicablemente no hay nadie que le advierta a José, o a María, que el bocado sexual de la luna de miel ¡no hay que comérselo aún pues pertenece a Yahvé!.

    Y si nadie les avisó que no tenían que comerse sexualmente uno a la otra, es impensable que se aguantaran tres o cuatro meses sin que la luna de miel no los hubiese quemado, como para que creamos que, sin que nadie les advirtiera la decisión divina sobre el que sería el Hijo de Dios Padre, Jesús hubiese nacido de María por obra y gracia del Espíritu Santo manteniendo su virginidad aún y a pesar de haberse desposado con todas las de ley con José.

    Ahora bien, existe la otra posibilidad que, suponiendo que José se da cuenta que su mujercita linda ya está de "otro modo" en la noche de luna de miel, eso podría significar que ya la susodicha venía bien embarazada y kilometrada desde hacía un su buen rato. Y si esa posibilidad se dio ¿por qué María no le aclaró a su futuro esposo o ya casados a su marido que la mercancía que se había adquirido venía defectuosa?.

    Y José, al contrario de rechazar o de reprender al amor de sus amores, cavila sólo él rumiando su desgraciada suerte hasta que, ¡oh maravilla!, el cielo se apiada del cornudo marido y en un arranque de hidalguía muy caballeresca que tiene el Espíritu Santo o Yahvé, y luego de la pícara aventura de éste con la virgen María por lo menos unos cuatro meses antes de eso, al ver lo patético del sufrimiento del engañado marido, decide mandar a un ángel para darle las debidas y cumplidas explicaciones del caso.

    Y es más grotesco aún conocer los detalles que el mensajero del amante lleva al infeliz José, ya que dándole por excusa, luego de la unión carnal que a fuerza tuvo que existir para que reventara tamaña barriga entre su jefe y la esposa del que llega a consolar el "ángel del Señor", este mensajero del Espíritu Santo, rebuscando en las más sutiles excusas, decide darle una connotación extra humana y ultra terrestre pues, poniendo las cosas bajo el punto del servicio a la comunidad judía que se hacía con tal pecado, María daría a luz al "Hijo del Altísimo", por obra y gracia del Espíritu Santo y ese varón, fruto de la unión carnal, ya hombre, "salvará a su pueblo de todos sus pecados".

    ¡Ahora sí que la cosa se puso buena!. El pueblo de Jesús, si es que somos amplios, es Israel. A pesar que él nació en Belén y ese sería su pueblo, pero siendo magnánimos con la narración, dejemos como que esa expresión de "salvará a su pueblo de sus pecados" se está refiriendo a toda la nación de Israel. ¿Y entonces? ¿En dónde está la confirmación de que Jesucristo vino para salvar al mundo entero?.

    Si hemos asistido a conocer la exacta posición, oficial además, en la que el propio mensajero que Yahvé usa para tontearse a José, nos deja como voz autorizada del Dios bíblico la verdadera razón de la encarnación de Jesús en la Tierra y que es "para la salvación exclusiva de las personas pertenecientes al pueblo santo de Israel" ¡y a nadie más!.

    ¿Nos habremos salvado usted o yo o cualquier otro ser humano que no seamos parte del pueblo judío como tan perversamente nos han impuesto los curas, pastores, obispos y papas de todos los tiempos desde que se oficializó al Cristianismo?.

    ¡No!, pues Jesús no vino para nosotros acá en el futuro.

    Si no se encarnó para los pueblos gentiles vecinos de Israel y de su época, que eran millones de seres humanos que no compartían la religión judía, a pesar de ser contemporáneos de Jesús, ¿por qué tendríamos nosotros la suerte de sentirnos parte de la colada ajena?.

    Con Lucas, es diferente todo el asunto que ya hemos más que analizado y que Mateo nos ha regalado para satisfacción de nuestro excitado morbo. Este otro evangelista, siguiéndole la contraria a Mateo, nos deja aclarado que el tal anuncio no fue con José sino más bien que, directamente, se le da a María la explicación y el anuncio del futuro embarazo; que Mateo maliciosamente, y con estudiada maldad, hace que el ángel se confiese con José, pero para hacerlo sentir muy mal pues, aclarando lo inaclarable, queda burlado José en su masculinidad, ya que si después de cuatro meses de casados no ha habido amor y relaciones normales entre la pareja recién casada, más bien pareciera hacernos creer Mateo la inutilidad del aparato reproductivo de José y que éste no pudo emplear.

    Pero en lo mejor de todo este asunto, Lucas dejó un dato sumamente importante pues, casi nos da la fecha exacta de cuando sucedió la anunciación del embarazo y por ende del nacimiento de Jesús. El pasaje de Lucas comienza diciéndonos "al sexto mes". Y si lo ponemos en orden con el calendario Judío, ese sexto mes del año es ELUL, o sea agosto-septiembre. Y si le agregamos los nueve meses normales que se lleva un embarazo humano, tenemos que el período exacto de cuando dio a luz María a su hijo Jesucristo, fue entre los meses de mayo-junio. Y que, asombrosamente, coincide a la perfección con lo que ya habíamos estudiado en los pasajes de los pastores que el propio Lucas se encargó de dejarnos. Allí encontramos que el tiempo apropiado en que por la noche se podía pastorear el ganado era entre los meses de abril a septiembre.

    Por lo tanto Jesucristo tuvo que haber nacido, según el dato luquista, ¡no en diciembre y menos el día 25, día pagano, sino entre los últimos días de mayo y los primeros de junio!.

    También comete el mismo error Lucas pues, al igual que con Mateo, nos dice algo plenamente ilógico y fuera de toda proporción, tomando en cuanta que una consecuencia del matrimonio es la eliminación de la virginidad, en virtud de la deliciosa luna de miel a la que la pareja recién desposada recurre para calmar sus ansias sexuales. No hay razón valedera para que aquellos evangelistas tan infantilmente nos digan que "María era una virgen que estaba desposada con un hombre llamado José" pues, incongruencia más grande no la encontramos en otra parte.

    El relato de Lucas adolece de muchas cosas, una de ellas y quizá la más importante, es que en ningún momento el ángel Gabriel le dice a María lo que el otro ángel, el del relato de Mateo le dijo ya a José o aquel otro mensajero divino con el asunto de los mentirosos y falsarios pastores, les dice otra cosa a ellos. En el relato que hemos leído no se menciona que Jesús sea "un Salvador, el Salvador o el que salvará exclusivamente al pueblo hebreo".

    Lucas nos confiesa que el ángel Gabriel advierte a María sobre que "darás a luz a un hijo y el Señor Dios le dará el trono de su padre David y reinará sobre la casa de Jacob". Nunca le dice o deja entrever tan siquiera la posibilidad ¡impensable por cierto! que ese hijo que va a dar a luz, haya sido engendrado por Yahvé, por el Espíritu Santo o por cualquier otra entidad divina de la tradición judía.

    Además, la admonición que será del niño el trono de "su padre David", desvirtúa por completo cualquier malévolo pensamiento que se hubiese formado con respecto a que el hijo de José y María tuviese alguna o viniese de la relación sexual entre la virgen y una o varias de las entidades del concepto celestial hebreo.

    Ahora bien, si Mateo y su colega Lucas nos dejan, ambos, sendas genealogías de Jesucristo por parte de José, el marido de María, para dejar muy bien establecido que Jesús detenta sobre su persona la heredad del rey David, ¡pero ilógicamente por parte paterna!, hay que ser muy cuidadosos en todo lo que se refiere a la paternidad divina. Y aquí en este relato, Gabriel, el ángel del Señor, lo confirma (para dolor de los miles de incautos), pues afirmándonos de manera oficial que el Dios bíblico sabe y respeta la ascendencia paterna de Jesús al decirnos "a tu hijo Jesús, el Señor Dios le dará el trono de su padre David", lo que hace Gabriel es delimitar muy bien hasta donde llega la intromisión de Yahvé en la vida de Jesús.

    ¿Por qué la pantomima inútil de buscarle tres pies al gato?. José es el padre genético de Jesús, ya que éste es producto de una relación sexual normal entre marido y mujer; y José y María estando desposados tuvieron que hacer el amor para perpetuar su nombre. Si no fue así ¿por qué nos hablan estos evangelistas que Jesús es el "hijo primogénito"?. Para que un hijo lleve tal distinción, es necesario que tenga más hermanos pues, si no los tiene, tendrían que dirigirse a ese hijo como "hijo único".

    Ya nos lo dijo claramente Mateo desde 1:25 cuando hemos leído.

    Hasta que dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre Jesús.

    Lucas 2:7 también contribuye.

    Y dio a luz a su hijo primogénito.

    ¿Está clara la posición filial de Jesús?.

    LA RELIGIÓN COMO PRODUCTO

    Un producto, como fácilmente es comprendido por el ser humano, es un algo cualquiera que es susceptible de obtenerse por medio de la interrelación que se da entre el poseedor de ese algo y el motivado a adquirirlo. Y si tomamos a la Religión Cristiana en general como ese producto que se ofrece a la vista del mercado de consumidores que desean obtenerlo, dependerá del cura o pastor la estrategia de presentarla como un servicio divino, como una idea de salvación eterna, o como la mercancía del perdón a nuestro horroroso actuar.

    Aunque aquellas iglesias millonarias, de manera inteligente y astutamente, han hecho una mezcla diabólica de las tres consideraciones anteriores para ser los líderes, indiscutibles, del mercado ávido de los servicios de la religión.

    Cuando finalmente el bautizado cristiano adquiere a la Religión como un producto destinado a su ego y para la satisfacción egoísta y personal, cree, torpe de él, que ha adquirido todos aquellos beneficios visibles y tangibles que rodean a su compra. Es decir a la iglesia en sí, la Jerarquía Eclesiástica completa, la congregación que lo hace respetable, y lo mejor de todo es que piensa, en su absurda ignorancia, que esa estructura física lo defenderá y protegerá impunemente, así mismo, de las fechorías, crímenes y pecadillos a los que luego del diezmo y limosnas tiene derecho pues, en tanto pida perdón y cumpla con la penitencia impuesta, amén de la jugosa moneda que compra hasta la conciencia del cura o pastor, santos en paz y a continuar pecando.

    Ese consumidor también cree haber adquirido todos esos beneficios ocultos, intangibles y etéreos que le fueron ofrecidos durante la exposición de la venta y en los cuales fincó, quizá, el verdadero motivo que lo impulsó a cerrar la compra y, cándidamente, cree ser poseedor del perdón de sus pecados, de la salvación de su alma, de la inmediata comunicación con Dios Padre y lo peor, la aberración sin comparación alguna, que se cree un hijo del Dios bíblico al que sin ningún sentido práctico, no digamos ético y moral, llama Padre Nuestro, sin pensar que un padre no se comporta así como el Dios bíblico lo hace con sus criaturitas a las que abandona en su miseria, pobreza, desamparo y vaivén de la política y de los políticos, así como al ahogo inmisericorde al que esa Iglesia Cristiana ha tenido sometida a la parte de la humanidad que se ha dejado.

    ¡Ave María Purísima ¿Padre Nuestro ese villano bíblico? Ni lo quiera DIOS!.

    Para obtener todos los beneficios que dicen se adquieren con la religión Cristiana, sólo basta con hacerse miembro e inmediatamente empezar a pagar la membresía sin tanto papeleo o requisito, y de por vida (eso es lo mejor del nogocito bíblico) mantenerse dando la limosna, la cuota o el diezmo que un buen sermón lleno de violencia, susto y condenación hacen prontamente que el incauto se meta la mano en el bolsillo y que su mente se obnubile en la estructura de la Religión pensando, fuera de toda lógica, que inmediatamente empieza a gozar y disfrutar de todos los beneficios tangibles y ocultos que esa criminal voz oída desde un púlpito ha cercenado su viva inteligencia y poder decisional; además del placer de Dioses que da ese caché y esa distinción de formar parte visible de una congregación que estafa descarada e impunemente a todos sus consumidores.

    El Cristianismo es un producto de consumo popular ya que es de uso común. Aunque en muchos casos se puede catalogar también como de ventas esporádicas y a la vez es algo exclusivo y especial para la tranquilidad psíquica del ser humano que metido a consumir los productos religiosos, logra cierto equilibrio en su vida basándose en restricciones traumáticas que terminan dañando la estructura familiar y mundial por el fanático proceder de su práctica y defensa de los ideales nebulosos que el Nuevo Testamento y la tradición tergiversada que da Jesús y su vida se ha hecho para imponer el monopolio de la verdad que gritan poseer.

    LA VERDAD ES y no se posee, como tan estúpidamente se ha pretendido en los templos, sermones y prédicas cristianas; claro, es comprensible ese actuar, pues representa su táctica de ventas.

    Como producto de consumo que es la Religión Cristiana, está sometida a las reglas que sobre la materia rigen. Así, se puede establecer que el Cristianismo, como práctica y como producto de consumo popular, tiene en no pocos casos la oportunidad de ser un artículo, servicio o idea de uso común y corriente, ya que para desgracia del cura, pastor y sus gerentes administrativos y financieros de la Iglesia, ¡sin más remedio!, han tenido que subsidiar las bendiciones, misas y los servicios generales como los bautizos, primeras comuniones, matrimonio y aún el último adiós, porque la inflación, los precios altos y la devaluación de nuestras monedas, no permiten que la gran masa popular existente en el mercado de consumidores, pueda tener libre acceso al pago adecuado por las diversas mercancías que el Cristianismo pone a la venta en sus centros de distribución, como son las iglesias, templos, tabernáculos, casas de oración y salones del reino, así como carpas que instalan en ferias, etc.

    Este subsidio obligado es la razón por la cual y para mantener la buena imagen los obliga a quitarle a Pedro para darle a Juan. Aunque, como es bien sabido, la regla de las ventas establece que aquellas que se realizan tomando en cuenta el volumen de las mismas representan la mayor utilidad en cualquier empresa. Y no importa que el proletariado, el pobre o aquel desgraciado que las estadísticas nombran como de extrema pobreza y que pertenecen también al mercado religioso con mayor intensidad, se comporten como cualquier otro consumidor de recursos ávido de bendiciones y que solamente pueda pagar unos miserables centavos por lo que demanda, ya que de grano en grano se llena el buche la gallina.

    Existen también aquellos otros empedernidos consumidores de la Gracia y del Perdón que Yahvé otorga a través de su cuerpo de vendedores (que forman sacerdotes, curas y gritones de púlpito) los que requieren, por diversos motivos y causas un consumo del tipo esporádico y no tan periódico. Estos son los que permiten que el ingreso que perciben los supermercados del Señor, aumenten considerablemente ya que para poder comercializar mejor los servicios ofrecidos en la tienda, almacén o auto market (que en último caso son la mejor definición que pudiéramos otorgarles a las iglesias Cristianas) los responsables de diseñar la estrategia del marketing religioso deben, forzosamente, que considerar muchos puntos importantes en donde exista la mejor posibilidad de negocios de alta rentabilidad, fin que sin ninguna duda al respecto se persigue.

    Esa estrategia se basa en la propia conducta del consumidor o comprador. Y sabiendo que estos invierten su buena plata en las descargas emocionales pecaminosas que llegan a efectuar a las iglesias en todo un espectáculo digno de Hollywood, le presentan mercancías y servicios divinos, pero como si se tratara de productos de marca y por los cuales desembolsarán por un bautizo, una boda o por la misa de difunto del querido familiar que con su herencia los hizo más ricos, 20 y hasta 30 veces lo que un pobre consumidor de la masa popular ni siquiera en limosna de uno o dos pesos para las velas y el gasto del agua bendita tiene para pagar el mismo producto que el consumidor esporádico que paga por el boato y vanidad de un servicio egoísta para él y su distinguida familia se da le lujo de disponer.

    Y nos quedan aquellos otros consumidores del arrebato religioso Cristiano que prefieren los productos especiales y exclusivistas, los gourmets del mercado de las devociones, que solamente pueden ser otorgados por las autoridades máximas de la Iglesia y del rito particular a la que se asiste. Claro, esa exclusiva tiene su precio y su dosis alta de exhibicionismo vanidoso de la enferma psiquis del millonario dispuesto a tirar un chorro de dinero para que el obispo, el cardenal o el papa en persona le eche las bendiciones de Dios más directamente, al igual que el agua o que protagonice el servicio contratado para el soberbio consumidor de especialidades, como ya lo dijimos el gourmet Cristiano.

    Hay, eso sí, para regocijo de la Jerarquía Cristiana, una gran diferencia entre el Producto Religioso de consumo y los demás productos del mercado de bienes y servicios, ya que éstos últimos están regidos por una ley incambiable que nos dice "que todo producto es como un organismo vivo que nace, crece y muere", que no es aplicable al mercado de productos que la Religión Cristiana ha puesto a la consideración del gran mercado de consumidores pues, si no hay algo que elimine al terror sacro que practican desenfrenadamente los guías cristianos como motivación a la compra, cada mercancía, idea y servicio que saquen a la venta en las iglesias será comprado como pan caliente para satisfacer la psiquis desequilibrada en la que han llegado a convertir esa mente del practicante religioso cristiano en general que, calmando el miedo y el terror a la condenación eterna de su alma y al rechazo que dicen hará Jesucristo con los pecadores, prefiriendo no correr ningún riesgo al respecto, prefieren seguir muy cómodamente metiendo la mano en el bolsillo para sacar el vilipendioso diezmo exigido para la Gloria del Señor y que realmente se gasta en el boato de los vendedores, supervisores, gerentes y presidentes de la Empresa Cristiana y Compañía Limitada.

    Sin embargo, para evitarnos problemas derivados de la baja en el consumo, la Jerarquía ha planificado su estrategia tal y como si sus productos estuviesen sujetos a la ley general ya vista. Y así, recurren a mantener la planificación correcta y basan el desarrollo de sus mercados en la introducción de las técnicas religiosas desde la más tierna edad permitida, ya sea con cantos, cuentos o el acercamiento con los objetos sagrados, para así comenzar a roer la mente del pequeñuelo que sin saberlo poco a poco es introducido en el vicioso proceso religioso.

    Durante la etapa del crecimiento se pretende que las actividades propias para los consumidores sean las que permitan el acercamiento directo con los valores con los que se juegan; así, en unos grupos se permite al practicante la tarea de leer algunos pasajes para el público, en otros grupos ayudan al cura en la celebración del servicio y aún hay otros que permiten casi en su totalidad que sean los mismos consumidores que se den su propia dosis de religiosidad.

    Con estas técnicas muy apropiadas se consigue mantener dormido al borrego y se protegen de alguna forma de la declinación o el abandono en las compras religiosas.

    La introducción de los diversos productos y servicios que vende la Iglesia, comienza a hacerse desde el vientre de la madre, ya que obligando a lavar un pecado ridículo e ilógicamente aceptado por la comunidad, se procede a efectuar un bautizo como la iniciación en los ritos y dogmas que le esperan al nuevo miembro, la que ven como un potencial consumidor.

    El crecimiento y la consolidación de los artículos religiosos son cuando las ventas de tales mercancías puestas en el auto market o abarroterías del barrio (iglesias, templos o tabernáculos) aumentan considerablemente y llegando a alcanzar un punto promedio de ventas, se puede respirar tranquilamente pensando en que cada año se tendrán aumentos sustanciales en las ventas para la tranquilidad del jefe inmediato, el obispo o pastor.

    La consolidación se consigue cuando el flujo de compradores se mantiene en una línea constante y en un consumo con poca variable, pues la perorata del gritón del púlpito, con destilar violencia y terror para mantener asustados a los feligreses, no permite que se bajen las ventas religiosas en esa iglesia.

    Y la declinación se evita a base de la inyección constante del terror sacro, de la amenaza y de declarar hereje, pecador o engendro del demonio a aquellos que, como en mi caso le abrimos los ojos al estafado consumidor del horroroso producto religioso que se vende en las iglesias Cristianas, y nos atacan con uñas y dientes.

    QUÉ PENSABA JESUCRISTO SOBRE DIOS

    A pesar de ser controversial todo lo que dejaron escrito sobre Jesús, tenemos que declarar que no creemos que los escritos del Nuevo Testamento reflejen la realidad de lo que pudo haber dicho, pensado o aún hecho este personaje glorificado y divinizado por la decisión política del Concilio de Nicea del año 325 que, basándose en el concepto de Pablo de Tarso, lo tomó íntegramente, pensando y creyendo –sin importarles por supuesto- que eso lo rodearía de aquella atmósfera divina que se requería para ese personaje encontrado en la figura de Jesucristo que se usó para suplantar a Mitra.

    ¿Qué creyó o pensó Jesús acerca de Dios?.

    Y, como para oficializar la prédica Cristiana se hizo la maroma ridícula de oficializar también los libros que llenaban los requisitos interesados y los que según este alto tribunal inspirado no representaban la idea de la farsa que se estaba montando, ¡fueron inmisericordemente rechazados y declarados inspirados por el Demonio!, tenemos que basarnos en la Biblia y en su Nuevo Testamento para conocer el íntimo pensamiento de este Cristo tan abusivamente tergiversado por los grandes capitales que están en juego en el mercado Cristiano.

    Mateo 5:45 empieza diciéndonos una frase atribuida a Jesús.

    Vuestro Padre que está en los cielos, hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre injustos y sobre justos.

    Si tuviéramos que decidir forzosamente por un concepto acerca de DIOS, con todas las limitaciones que el caso amerita, nos inclinaríamos por este párrafo recién leído que, a pesar de querer explicar LO INEXPLICABLE QUE ES DIOS con una comparación muy lógica y atinada reúne los elementos naturales que DIOS ES y TODO LO QUE ELLO IMPLICA.

    Con este pensamiento de Jesús sobre la divinidad deberían de haberse quedado en el sermón y en la prédica pues, usándolo sólo con aviesos fines, prácticamente lo han parcializado quitándole su valor intrínseco. Y así, nos han presentado versiones diferentes de un mismo acontecer.

    Lucas 9:18 ss, Jesús interroga a sus discípulos diciéndoles.

    ¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy?. Entonces, respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

    Mateo 16:16 ss, nos dice otra cosa.

    Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

    Con la contestación que Jesús le da a Pedro, y a pesar que ponen otras palabras en boca de Simón, el apodado Pedro, porque ni Marcos ni Lucas nos dicen más que "Tú eres el Cristo", en cambio Mateo hace que diga adicionalmente "El Hijo del Dios viviente", y Jesús muy complacido y henchido de vanidoso orgullo le dice "es cierto y mi Padre desde los cielos te lo reveló", y ya con este otro concepto se nos borra de un manotazo lo bello de la frase del sol y de la lluvia que Dios hace que caiga sobre buenos y malos.

    Juan 4:24 dice que Jesús al hablar de Dios dijo "Dios es Espíritu; y los que lo adoren, es necesario que lo adoren en espíritu y en verdad". Con esto nos confirma Juan la creencia que tenía Jesús en un Dios sujeto al halago, a la llamada angustiosa y a ser sujeto de la adoración fetichista. Y ese concepto no va con lo que nos había dicho antes.

    Pablo, en Romanos 8:31 y 32 nos deja dicho.

    Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?. El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.

    Este tipo de intervenciones y elucubraciones que San Pablo se permite expresar a lo largo y ancho de sus escritos, son los que han servido para combinarlos con lo que propiamente dicen que dijo Jesús, y hacer de eso toda una maligna mezcolanza llena de incongruencias.

    Lucas 16:15 es un claro ejemplo del concepto mal intencionado que hacen que luzca Jesús respecto de Dios, pues nos dice.

    Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por muy estimable, delante de Dios es abominación.

    Siendo tan generalizada y vaga la frase "lo que los hombres estiman es abominación para Dios", nos hace ver la limitación que Jesús impone al Dios bíblico en el que él cree y predicaba en su tiempo.

    La vanidad y hasta la locura, diríamos más bien, está encerrada en Juan 14:19 ya que ese pasaje nos deja ver muy claramente el grado de perversión que demostró el Jesús que nos presentan los Evangelios.

    El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo pues, dicen ustedes: Muéstranos al Padre?.

    Léalo nuevamente…

    Y ahora, ¿qué le parece?.

    Aquí, este evangelista pone a Dios Padre como el reflejo que Jesús tiene. O sea, si se ve a Jesús en un espejo, la imagen reflejada y que allí se mira es la imagen de Dios Padre. ¿Vanidad y locura?, por supuesto que sí.

    Jesús dejó dicho, según dicen que dijo, algunas bellas cosas y conceptos de Dios y hasta tuvo el atrevimiento blasfemo de llamarle Padre cada vez que se refería a él.

    En una trifulca frente al Templo y rodeado Jesús por enardecidos judíos que oían boquiabiertos las sandeces y las herejías que decía el Maestro, éste, en el colmo del paroxismo, les replicaba a viva voz, según nos deja testimonio Juan 10:30 lo que suena a la máxima locura posible.

    Yo y el Padre somos una sola cosa.

    Si acompañamos la Regla de Oro de la oración que Mateo 7:7 ss, nos deja como promesa que se cumplirá en un 100%, no podemos más que asombrarnos ante la ingenua propuesta que Jesús inclusive dejara empeñada en la palabra de su Padre.

    Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Vuestro Padre que está en los cielos sólo dará cosas buenas a los que le pidan

    Pero en la culminación del discurso politiquero y demagógico y ante público escucha, Jesús, por medio de Mateo 5:48, deja seriamente comprometido a su Padre con un candado sin llave al decirnos.

    Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

    Jesús, desde su inicio como reivindicador de su trono y de su alta investidura como heredero legítimo al trono de Israel, cuando se dirigía al Dios bíblico, al Yahvé de los Ejércitos, lo hace diciéndole Padre. Y Mateo 6:9 lo retrata de maravilla.

    Padre Nuestro que estás en los cielos…

    Pero, estando tan llena de limitaciones esta idea de Padre que ya nos hemos formado al declarar en Mateo 7:21 No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre; ahora bien, nos preguntamos nosotros, no sin razón, ¿cuál es esa famosa llave maestra que nos dará el pase al cielo al hacer la voluntad de Yahvé, el Dios bíblico?.

    Veamos a continuación quién verdaderamente fue ese Padre que Jesús pretendió endilgarnos, como lo plantean los elucubrados escritores del Nuevo Testamento, pues una cosa son las frases bellas, melodramáticas y hasta divinas que dejaron en boca de Jesucristo cuando hablaba de Dios y otra cosa muy distinta lo que el Dios bíblico fue, hizo y gozó protagonizando la historia del pueblo judío durante unos cuatro mil años antes de Cristo.

    A la hora de su muerte Jesucristo descubre, para su asombro e infortunio, que su Padre Yahvé de los Ejércitos, el Dios bíblico que hoy adoramos, simplemente lo utilizó y luego lo abandona miserablemente. Marcos 15:34 es el encargado de dejarnos el último pensamiento que Jesús tuvo para con su Padre.

    ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?.

    Y lógicamente uno se pregunta sobre algo, cuando lo prometido no se cumple y cuando lo experimentado no estaba en el convenio o arreglo al que se había llegado; y si una de las partes no cumple con su porción del contrato establecido, la otra parte tiene todo el derecho a preguntar y a reclamar sobre esa actitud que se sale de todos los límites permisibles.

    Y eso, es lo que Jesús hace. Él reclama ese maremagno al que lo arrastra Yahvé, porque el cambio que experimenta y el abandono inmisericorde que Dios Padre tiene con Jesús, merece toda la repulsa apasionada y brutal que al último suspiro Jesucristo logra hacer para la posteridad.

    Si revisamos al Dios del Antiguo Testamento veremos que Jesús se dejó embaucar de la manera más infantil, pues si se hubiese tomado la molestia de releer bien los diferentes pasajes de la Tora, allí estaba la verdadera imagen y el cruel comportamiento del violento, cobarde y nada confiable Dios que, bajo el nombre de Yahvé de los Ejércitos, cometió masacres, genocidios y el crimen más grande para la Cristiandad; el estigma que a pesar de ser llevado por cada espíritu que ha asistido a cualquier Iglesia y de leer, oír y aún ver con sus propios ojos al Cristo crucificado y toda la historia de la pasión que sufriera en nombre de ese Dios que lo obliga a sufrir esa horrorosa muerte, todavía adora y tiene como ese Padre que espera con los brazos abiertos a todo aquel pobre ser humano que cumple con su voluntad y por eso se ganará el cielo eterno.

    Éxodo 20:15 nos regala el exacto perfil de quien ocupa el primer lugar en el culto fetichista en las Iglesias.

    Yo soy Yahvé tu Elohím, fuerte, celoso, que castiga la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

    Un ser puede declarase celoso solamente en el caso en el que existe otro ser que pudiera llegar a ocupar el lugar que el celoso ocupa. Y si Yahvé, el Padre Nuestro, es celoso, es que tiene la inseguridad que los que lo siguen como si fuera el único Dios, pudieran cambiar de divinidad pues, existiendo otros muchos Dioses o Elohím (este término mal traducido en la Biblia por Dios realmente es una palabra que en plural significa los muchos fuertes y poderosos, o bien los Dioses), cualquiera de ellos puede muy bien llegar a posesionarse del lugar que tiene Dios Padre.

    Por lo tanto ¡ese es su desplante y su agonía al declararse celoso!.

    Isaías 45:7 nos aclara otro punto importante que se le pasó por alto a Jesucristo.

    Yo soy Yahvé tu Elohím, yo hago y provoco las desgracias.

    ¿Será aplicable a este pobre ser que los evangelistas han tergiversado y nos lo maquillaron como Hijo de Dios, cuando lo que, sencillamente representaba, no era más que ser el heredero al trono y al sacerdocio de Israel?.

    Ya habíamos leído la belleza de adulación que Lucas 9:18 ss, hace que diga Pedro para su Maestro "Tu eres el Cristo de Dios"; y aquí, en Isaías 45: 1 ss, leemos la bofetada que reciben los cristianos por su vanidosa prepotencia.

    Así dice Yahvé a su Cristo, a Ciro, al cual promete: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos y te daré tesoros escondidos y los secretos mejor guardados.

    ¡Qué le parece!.

    Vea usted cómo Ciro, el fundador del Imperio Persa unos 550 años antes de Jesús, fue el verdadero Cristo Ungido por la divinidad bíblica muchísimo antes que se pensara tan siquiera en el hijo de José y María. Lo curioso es que el Padre Eterno promete ir delante de Ciro, llenarlo de riquezas y darle los secretos mejor guardados exclusivamente al Rey Persa; que pertenece, no lo olvidemos, a la Religión Zoroástrica de la que descienden aquellos "Tres Reyes Magos" que la tradición ha tergiversado de lo que Mateo originalmente dice "unos magos de oriente" los cuales tuvieron grandes manifestaciones y raros aspavientos para con el niño Dios la noche del nacimiento del Hijo de Dios Padre, según lo que el Nuevo Testamento dice.

    Y, para con Jesús, su supuesto Hijo Único, ni le da ninguna riqueza, ni secreto y mucho menos camina delante de él, y muchísimo menos enderezó lo torcido en el camino de Jesús. Por eso mismo es que el Maestro reclama muy ofendido, pero muy tarde, al borde de la muerte y clavado humillado en un madero que lo convierte además en un maldito de Yahvé (Deuteronomio 21:22 y 23), que "¡Por qué me has abandonado si ese no fue el trato que hicimos!".

    Si el pensamiento que Jesús nos demuestra, a través de los Evangelios, tuvo para con Yahvé, no concuerda con la idea que los demás judíos tenían del celoso y violento Adonai, eso es sumamente extraño. Aunque, y quizás esa sea la razón, el ingenuo de Jesucristo creyendo en su propia demagogia del discurso politiquero usado, se viene a dar plena cuenta de quién es ese Dios hasta muy tarde, lastimosamente en la cruz, apenas unos instantes antes de morir horrorosamente. Y así elevó su más enérgica protesta ante el atropello y la ignominia que el Padre Nuestro estaba permitiendo o forzando a que se llevara a cabo en su persona.

    Qué pensaba realmente Jesús entonces acerca de ese personaje fatídico que llama Padre y que nosotros hemos tomado a Yahvé como el Dios Único y Creador de todo el Universo, cuando no es más que un Dios celoso, violento y rencoroso que castiga en los hijos lo que los padres hacen ¡hasta la cuarta generación!; y que en el último momento de su azarosa vida le demuestra su total abandono, tal y como el propio Jesús le grita ya crucificado y herido de muerte ¡por qué me has abandonado!.

    ¿Pensó Jesús en otra cosa más que la traición y la mancillación que hacía Dios Padre con él?.

    PILATOS Y LA VERDAD DEL REY-SACERDOTE

    Mateo, Marcos y Juan, ni por asomo nombran a Herodes como participante en los asuntos que atañen a los últimos momentos vividos por el que nunca llegó a ser investido con el ropaje de Rey de Israel.

    Mateo 27:11 empieza diciéndonos.

    Jesús, de pie frente al gobernador Pilatos, es interrogado por este, diciendo: ¿Eres tu el rey de los judíos?.

    Vean ustedes qué increíble frase con la que inicia Pilatos su interrogatorio. Cualquier juez, y eso es elemental en la jurisprudencia, que trata de establecer la verdad de los hechos, tiene que basarse en la acusación que acompaña al reo al que se señala de tal o cual delito; y es sobre el delito imputado que el juzgamiento tiene que desarrollarse y no sobre otras elucubraciones que nada tienen que ver con la acusación.

    Veamos lo increíble, si ya se nos había dicho que el propio Consejo de ancianos y los sacerdotes principales que componían el sanedrín de Jesús, o sea el Tribunal israelita que había conocido del caso del que fuera arrestado en la noche y en un cementerio, había encontrado a Jesús culpable del pecado horrendo de la blasfemia, no hay argumento posible que nos haga entender la imputación que Pilatos quiere dilucidar al preguntarle directamente a Jesús "¿Eres tu el rey de los judíos?".

    Y tal acusación, por la que es llevado hasta nada menos que el propio gobernador romano en esa provincia, ¡no tiene nada, absolutamente nada de blasfemia!; pero, eso sí, está llena de terrorismo, sedición y acciones en contra de la estabilidad y seguridad de la nación gobernada por la mano férrea de Roma. Y es una acusación clara hacia un guerrillero revolucionario y anarquista; y tal delito sí lleva la pena de muerte en la legislación romana que juzga en último caso al cananeo o guerrillero de Jesús y que condena a la pena de morir crucificado, tal y como se acostumbraba hacer con los sediciosos.

    Marcos 15:2 ss, nos confirma lo anterior que Mateo nos relatara.

    Y Pilatos le interrogó: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús le respondió, diciendo: Así es, como tu dices.

    Qué claros quedan los hechos. Jesús sencillamente fue capturado por una legión romana y juzgado por sedicioso por el gobernador designado por Roma y mandado a crucificar como un terrorista, cananeo o zelote por el gobierno imperial. Y lo mejor de la narración de Marcos es que el propio acusado por Pilatos, de ser el rey de los judíos, ¡reconoce sin empacho alguna su legítima posición de Rey!, pues le dice: "¡Sí, lo soy!".

    Lucas 23:3 ss, siempre demostrándonos su desacuerdo con Mateo y con Marcos, nos dice.

    Entonces Pilatos le preguntó a Jesús, diciendo: ¿Eres tu el rey de los judíos?. Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. Y Pilatos dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.

    ¡Pero que idiotez más grande la que pusieron aquí!. Ahora resulta que cuando capturaron a Ernesto "el Che" Guevara en Bolivia, y lo identificaron plenamente como el jefe guerrillero que quería derrocar al gobierno de ese entonces, el comandante militar que lo tenía bajo su custodia sencillamente haya declarado "Señores, yo no encuentro delito en el Che Guevara". Si tal cosa sucede en Bolivia instantáneamente los subordinados al jefe militar hubiesen hecho algo más que matar a ambos, al comandante y al Che.

    Recordemos que el Che Guevara fue asesinado allí mismo en el lugar en donde fue capturado y sin ningún tipo de juicio. Y otro tanto tuvo que haber sido el comportamiento del gobernador Pilatos representando a Roma, ante ese guerrillero de Jesús que ponía su propio mandato en entredicho si Roma se entera de su mano tibia con un sedicioso tan buscado como lo era el Maestro.

    Qué imperdonable estupidez la del que falsificó estos pasajes de Lucas, en donde Jesús se confiesa abiertamente como un terrorista, anarquista y declara sin tapujos su posición legítima de ser el rey de la nación de Israel y que tan torpemente hace decir al poderoso gobernante Pilatos "¡Señores, yo no encuentro delito alguno en este confeso rey de los judíos!".

    Juan 18:28 ss, nos desmiente, inclusive, la comida de pascua que se supone ya se había llevado a cabo en la Ultima Cena en donde para los otros tres Evangelistas hasta se acusa directamente por parte del Maestro a Judas de ser el traidor. Y leemos que Juan dice.

    Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de madrugada, y ellos (los judíos) no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así, poder comer la pascua.

    ¡Qué les parece tal afirmación que desmiente a toda la sagrada inspiración!.

    Según esta locura la comida de pascua, y por ende la Ultima Cena, nunca se produjo como tan tontamente nos han hecho creer sucedió; porque, un día antes de llevarse a cabo, Jesús es conducido como reo de muerte ante el gobernador romano Poncio Pilatos.

    ¿Qué tal?.

    La acotación más importante de las respuestas tan parcas de Jesús en los otros Evangelios, aquí, con Juan en el versículo 37, adquieren la dimensión exacta de lo acontecido.

    Le dijo entonces Pilatos: ¿Luego, eres tu Rey?. Respondió Jesús: Tú lo dices, soy Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

    Esta ampliación que Jesús hace de su investidura real no es un secreto para nosotros, ya que todo el ministerio de su carrera política, lo dedica para ser reconocido como el legítimo heredero al trono y al sacerdocio que Yahvé, el Dios bíblico, ha ofrecido formalmente a toda la estirpe del gran Rey David. Y nunca pretendió Jesús, en ninguna de sus múltiples intervenciones públicas, que se le tomara como hoy tan torpemente nos han hecho creer, que él es o fue el Hijo de Dios Padre.

    Lo que pudiera ser utilizado para el propio beneficio de la Cristiandad que se dice poseedora legítima de la Iglesia que Jesús dejara fundada basada en la Verdad y que tan fanáticamente buscan el apoyo en San Pablo y su trillada frase de "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres", se derrumba por la propia frase dejada en los Evangelios, ya que esa verdad, tal y como Jesús lo dice frente a Pilatos, es otra cosa muy diferente. Y eso, tergiversado interesadamente para mantener a los borregos alineados y sin aliento de liberarse del yugo opresor Cristiano que los ha alienado, ha proporcionado el mejor argumento en el que basan la explotación económica-financiera que tan fácilmente ejercitan los Jerarcas Cristianos.

    La Iglesia Cristiana, unificada bajo el concepto fuera de contexto actual, y tomando a la Verdad como objetivo, no siendo más que un concepto eminentemente judío, ha sabido utilizar muy bien tales afirmaciones encerradas en la Verdad, pero para aumentar el flujo de efectivo en las arcas y bancos de la Jerarquía.

    Hoy, y a partir del año 325 y desde el Concilio de Nicea, se ha tomado como la esencia de la práctica de Jesucristo a esa frase que Jesús le dice a su acusador romano cuando en franco diálogo Pilatos interroga al Rey de los judíos.

    Según lo leído en el relato de Juan, es que hemos sacado las conclusiones que derrumban la base misma de la prédica engañosa de la Iglesia Cristiana. Nos dice el Evangelista.

    Para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

    Y Pilatos, al igual que cualquier ser humano que oiga esto, pregunta asombrando a Jesús.

    ¡Qué es la verdad!.

    Y así estamos nosotros, que nos hemos dejado envolver por el humo y el incienso, por la prédica y el grito, y por la mal usada palabrita "Verdad" que nadie jamás nos ha podido explicar su verdadero significado, pero en el contexto israelita, y no en el nuestro acá en el fututo, tal y como cuando fue pronunciada por el Rey de los judíos.

    ¡Qué diablos le quiso decir Jesús a Pilatos!, que éste, inclusive, se lo haya tenido que preguntar. Y eso es todo el meollo del asunto. Hemos tomado la palabra Verdad como un concepto Cristiano que expresa que Jesús y la predicación Cristiana son el camino hacia DIOS, cuando la frase o vocablo Verdad no viene más que a enseñar lo que los israelitas tomaban como una auténtica manera de difundir sus propias y exclusivas creencias, tradiciones y formas peculiares de desenvolvimiento político-religioso-social.

    En nuestro lenguaje articulado común y corriente, al aplicar la palabra Verdad inmediatamente nuestra mente lo equipara con lo irrefutable y con algo que refleja una realidad palpable, tanto física como emocionalmente hablando. La palabra o vocablo "emet" o verdad, tal y como Jesús la pronuncia delante del asombro del gobernador Pilatos, que inclusive pregunta "¿Qué es emet (verdad)?", no tenía otro significado más que el propio expresado por el sentimiento de esa época y de esa región en particular tan llena de los más variados mitos, leyendas y conceptos paganos y religiosos amalgamados en una sola creencia y que, entremezclaban, tal y como hoy en nuestra América Latina sucede lo propio con los grupos étnicos, que sin abandonar por completo sus costumbres ancestrales e indígenas (paganas para los cristianos), han sabido mezclar los ritos de la Iglesia que los conquistó y diezmó, y han amalgamado un ritual muy alejado del tradicional que Roma y el Vaticano practican e imponen en todos sus borregos alienados.

    Decir emet o verdad, con el sentimiento pasional con el que Jesús lo expresa, significa fundamentalmente algo sólido, digno de confianza y la cualidad estable en el que sus conciudadanos se deben y pueden apoyarse. Si Jesús se declara y confiesa ser el Rey-Sacerdote legítimo, eso, es algo lo suficientemente sólido y digno de confianza, como para que todo aquel que oiga su voz le tenga por apoyo y por su legitimo Rey. O sea que emet o verdad es más que un simple concepto religioso propiedad de la Cristiandad.

    Y si Jesús dice "He venido para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz", es porque con toda seguridad Jesús es la prueba de la verdad de ser él el heredero irrefutable al trono del Reinado de Yahvé. Y todo israelita, por saber esa verdad o emet, no sólo oye con respeto su voz y sus expresiones y sus consejos, sino que además están plenamente dispuestos a seguirlo pues, consolida su posición de Ungido, por lo que están prestos a oír su voz y a seguirlo en la empresa de derrumbar al gobierno usurpador. ¡Así de claro!.

    Por eso es la pregunta que hace Pilatos de "¿Qué es emet?", la que resulta incomprensible para todo un romano educado y culto, como fue Pilatos, el no saber que es eso de verdad; pero ahora ya hemos comprendido que no es la palabra que usamos o que pudo usar Pilatos pues, verdad o emet, como lo fue considerada por los judíos, no significa lo mismo que pensó Pilatos y que lo hace, inclusive, como ya lo hemos repetido varias veces, preguntarle a Jesús sobre ese concepto tan peculiar de los judíos.

    Nos lo corrobora muy bien el propio Pilatos cuando con el asunto de la Verdad que tan irresponsablemente han usado los líderes Cristianos para su propio beneficio monetario la han impuesto entre sus feligreses adormecidos, y así este gobernante de Roma nos da el exacto sentido que traía aparejada esa expresión de emet que el fallido heredero le expresa. Y Pilatos comprendiendo a la perfección su concepto israelita, cuando para hacer referencia a la consignación del reo de muerte de Jesús, lo señala como Rey de los judíos y no Hijo de Dios que, como bien lo sabía Pilatos, y nosotros también, son dos cosas diametralmente opuestas.

    ¿Se le abrieron los ojos, emet?…

    Con respecto a Herodes, extrañamente sólo Lucas 23:6 ss, hace referencia a este insustancial e insípido encuentro; tan intrascendente para Jesús, que no encontramos lógica tal narración pues, sin lograr resolver absolutamente nada, sólo hacen dar a Jesús un paseo infructuoso. Lo curioso es que los otros tres Evangelistas no mencionan que hubiese ocurrido la historieta que Lucas nos ha contado de Herodes.

    Resulta muy raro, eso sí, que Juan, uno de los doce apóstoles y discípulos más estimados por Jesús, y que acompañó y fue protagonista de todo el acontecer alrededor de Jesús y su pasión, no nos haya dejado ningún apunte sobre la decisión que toma Pilatos para que Herodes se pronuncie en el asunto del galileo, y así, de una buena vez, se tomara una determinación con el "reo de muerte".

    Lo más controversial de todo este cuento y de esa pantomima barata montada por los falsarios Cristianos, es que nos dice Lucas 23:4 lo siguiente.

    Y Pilatos dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.

    Y en el relato sobre Herodes, que nos deja el propio Lucas, tampoco hay afirmación o condena de parte de este rey que usurpa el gobierno. Y por el contrario hace decir.

    Entonces Herodes, con sus soldados, después de menospreciarle y escarnecerle, le vistió de una ropa espléndida, y volvió a enviarle a Pilatos.

    Esto es inverosímil, totalmente falto de sentido y la más despampanante mentira. Que nos aseguren que Pilatos no encuentra nada de culpabilidad en Jesús, y aún así no hayan ordenado su inmediata libertad y sin ningún reparo ¡no es congruente con el derecho romano vigente en esa época!.

    A un reo, si había suficientes indicios de culpabilidad, se le aplicaba inmediatamente la justa sentencia y la pena acordada; pero si no había ninguna prueba de su culpa, no había ninguna razón para ser crueles. Hay que recordar que el derecho y la justa Legislación romana tenía la particularidad de ser pronta y cumplida, y se usaba como escarmiento y disuasivo general para que el populacho no se sintiera movido a salirse de la Ley, pero eso sí, era justa y correcta en el sentido de que todo a quien se le declaraba libre de culpa, era o debía de ser prontamente puesto en libertad sin ninguna cortapisa.

    ¿Por qué el poderoso Poncio Pilatos no liberó a Jesús inmediatamente luego de pronunciarse y declarar públicamente "¡Señores yo no hallo culpa alguna en este hombre!".

    Y a Herodes lo hacen aparecer como un perfecto idiota y hasta como un pobre retrasado mental. Puesto que si al principio del Nuevo Testamento nos hablan que su padre, el feroz, sanguinario y asesino de niños, que persigue hasta el delirio al anunciado por "unos magos venidos de oriente" como "el rey de los judíos" y que inclusive Herodes, el padre de este otro Herodes al que llevan a Jesús, al sentir en peligro verdadero su trono, decide que lo mejor es eliminar a este nacido rey legítimo y que tuvo que haber heredado tal sentimiento a sus hijos, con este Herodes –decíamos-, que por fin tiene bajo su mano vengativa al Rey legítimo que lo puede derrocar con un movimiento popular, tal y como lo intentó hacer Jesús, y sin más que "menospreciarle y encarnecerle", como ya nos hizo el favor de contarnos la inspiración que recibiera Lucas, Herodes deja ir muy tranquilamente a aquel que representa el mayor peligro a su mandato y gobierno y lo envía de nuevo con Pilatos; cuando con Juan el Bautista, recordemos, este hijo de Herodes el Grande que extrañamente no se venga, hizo matar degollado al Bautista pero que con Jesús ¡pasmosamente! ni lo toma en cuenta.

    ¿Nos estarán mintiendo?. Usted piense y analice lo incongruente del juicio llevado a cabo y decida al respecto…

    Willy Ruano

    Investigador y escritor

    www.editorialpiedraangular.com