Introducción
En el presente artículo se enfatiza que el proceso de formación de la nacionalidad y de la nación ha sido investigado con frecuencia en los últimos años, si bien las conclusiones a las que han arribado los principales investigadores no han sido del todo coincidentes, en dos elementos si parecen estar de acuerdo los fundamentales exponentes del tema. Primero, la mayoría de los autores han insistido en destacar la gran dificultad y complejidad que presenta la temática, debido a la diversidad de naciones que componen el universo a estudiar y, en segundo lugar, todos ubican el surgimiento del nacionalismo como antecedente determinante de la nación.
Cuba presenta peculiaridades dentro del proceso de formación nacional, una de ellas lo constituye el componente racial y dentro de este aspecto, el negro, quien ha constituido un ente importante durante varias etapas de la historia del país.
Desarrollo
La mayoría de los estudiosos del tema del proceso de formación nacional en el ámbito universal coinciden en entender al estado-nación como la forma de gobierno característica de la edad moderna y representativa de la naciente burguesía, reforzada luego del hito francés de 1789, a partir del cual la nación constituye el principio de legitimación política de la nueva era contra los códigos del viejo régimen. Entre los investigadores que más han aportado a la teoría del nacionalismo y de la construcción nacional pueden citarse a Eric Hobsbawm, Benedict Anderson, y Ernest Gellner (fundador de la teoría clásica occidental sobre el nacionalismo).
Para Gellner, por su parte, el nacionalismo es la fuerza político-ideológica que crea la nación (nunca a la inversa). Por ello, el estudio de la formación nacional debe estar dirigido a reconocer aquellos mecanismos que hacen que una cultura se asuma como nación, es decir, como cultura particular, diferente, cerrada y homogénea, gracias al impacto de un discurso nacionalista.[1] Anderson, basado en sus estudios, define nación como "una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana".[2] Hobsbawm, a partir de los criterios de Gellner, Miroslav Hroch y otros, explica por qué el nacionalismo es siempre anterior a la nación,[3] y advierte que transita por tres etapas básicas.[4] Todos estos estudios, realizados en el marco europeo proveen directrices generales para la comprensión del nacionalismo y de la formación nacional a escala global y para América Latina, en particular, pero no deben ser interpretados como modelos universales.
Si bien la formación de la nacionalidad en América Latina y en Cuba, en particular, se inicia a tono con el discurso de los autores antes mencionados; desde los nacionalismos, también se haya sujeto a especificidades que se apartan de lo expuesto por los autores clásicos. Uno de esos elementos de distinción se haya en el hecho de que en América el estado-nación surge asumiendo un modelo hegemónico importado, cuyo resultado final ha sido la creación de identidades nacionales polarizadas, fragmentadas, y jerarquizadas, muy poco conducentes a la creación de identidades nacionales sólidas.[5]
En el caso de la formación nacional en América, el surgimiento del pensamiento nacionalista,[6] como embrión de la nacionalidad, se ubica antes del establecimiento del estado nacional. Dicho proceso parte de la confluencia de factores endógenos y exógenos. Los protagonistas de la repoblación americana fueron peninsulares venidos en los diferentes viajes hacia las Indias Occidentales, quienes, ocupando todas las posiciones económicamente privilegiadas, devinieron en monopolizadores del comercio con Europa y de la economía hispanoamericana.
Con el surgimiento de un nuevo ente social, el criollo, se iniciaron las primeras contradicciones políticas en la sociedad colonial. Este sector criollo compuesto por plantadores y estancieros, junto a comerciantes no monopolistas y a una incipiente pequeña burguesía,[7] fue adquiriendo conciencia de dicha contradicción hasta convertirse en el elemento progresista donde germinó el sentimiento protonacionalista. Dicho sector de la sociedad colonial, que tempranamente fue consciente de sus muchas habilidades y pocas posibilidades para gobernarse, protagonizó las rebeliones contra el poder colonial, lanzándose a despojar a España del poder político.
El proceso de formación nacional en Cuba parte, como en toda Latinoamérica, de la formación del sentimiento de patria en las comunidades criollas[8]y transita por diferentes etapas, donde son momentos trascendentales las luchas por la formación del estado-nación y por la adquisición de personalidad jurídica e internacional propias. Según el Dr. Raúl Lombana, este proceso presenta particularidades que la distingue del resto de las naciones. [9]
Manuel Moreno Fraginals advierte que en cada una de las clases componentes de la sociedad cubana fueron surgiendo intereses diversos, en ocasiones antagónicos, en cuando al tipo de relación que debía sostenerse con la metrópoli.[10] A efectos de la burguesía peninsular desarrollada en la isla, monopolizadora de gran parte del comercio importador, el integrismo vino a ser, en ese momento, la ideología de vanguardia. [11]
Si bien la política metropolitana obstaculizaba el desenvolvimiento económico y social de este grupo, el desarrollar un modus vivendi con el gobierno colonial, teniendo en cuenta su dependencia al régimen esclavista, fue su máxima casi constante hasta la década del 90 del siglo XIX, pues "todo su ideario se resuelve en una transacción (…) o en un cambio de metrópoli", lo cual explica su vacilación entre el reformismo y el anexionismo. Sin embargo, la clase económicamente más favorecida de la isla no conformaba un bloque monolítico, existiendo diferencias que devinieron antagonismos graves. El movimiento anticolonial, germen del movimiento nacional, surgió aguzadamente en los sectores criollo blancos del centro y del oriente de la isla. Éstos interpretaban que la política colonial era el origen de su lento desarrollo y sus escasas posibilidades políticas.
En la base de la pirámide social cubana se encontraban los negros y mulatos libres, así como los esclavos. Para estos últimos, la inhumana condición de vida era provocada por la política metropolitana sobre la isla a donde se le había traído y donde había nacido su descendencia. Autores como Ramiro Guerra Sánchez y el ya citado Moreno Fraginals sostienen el criterio de que en la población esclava que vivía en Cuba se había desarrollado un profundo sentimiento de liberación, aunque no nacionalista, capaz de establecer el estado-nación en oposición al gobierno colonial. Por eso, a inicios del siglo XIX, fueron varias las conspiraciones de la "gente de color" con fines abolicionistas.
En todos los estamentos de la sociedad cubana se fue fraguando el rechazo a la administración metropolitana, fuente del nacionalismo cubano, que aportó figuras importantes al patrimonio nacional. De esta forma, se fue alentando la confrontación colonia-metrópoli, pero en el estrecho marco del concepto patria, primer vocablo claramente utilizado para definir la relación sentimental existente entre el español nacido en la Isla de Cuba y el espacio geográfico donde vivía. Sin embargo, dicho concepto ocultaba una contradicción, cuya trascendencia determinaba, para los nacidos en Cuba, la interpretación de la nacionalidad.
El término patria fue usado inicialmente por los patricios occidentales para designar la localidad o región donde se nacía y además, los intereses y el destino común de los hombres que la habitaban,[12] lo cual paulatinamente se extendió con igual significado a las diferentes regiones de la isla.[13] Si en un principio tuvo un carácter sedicioso y se empleó para subrayar las diferencias entre los españoles criollos y los peninsulares, con el decurso esta categoría tiene cierto acento regionalista y excluyente, ante lo cual hubo de ser sustituido por el término nacionalidad y nación, de connotación inclusiva y mucho más amplia.
Los esfuerzos liberadores de los sectores menos privilegiados, provocaron pánico en algunos grupos de la sociedad criolla blanca, la cual, para unir fuerzas contra aquellos, los acusaron de intentar construir un estado nacional negro, similar al vecino Haití. Dicho pensamiento se acentuó más entre los hacendados occidentales, donde iba desarrollándose más una burguesía fuertemente vinculada a intereses foráneos. En la zona centro-oriental, en cambio, se fue consolidando mayoritariamente la conjunción de intereses entre la población blanca y la mestiza.[14]
Precisamente durante este período de lucha (1868-1878), surgieron los primeros cuerpos acreditados que representaron orgullosamente a la patria cubana. A aquella nacionalidad ya formada y cuajada que se lanzó a la realización de su obra más completa (el establecimiento del estado-nación) El proceso revolucionario de 1868 significó la quiebra de la estructura plantacionista en aras de conseguir la integración nacional necesaria para la independencia. A fuerza de convertirse en ciudadanos, los cubanos beligerantes encontraban su comunidad a través de la nación.
Este será, a partir de entonces, el problema central del país, luego de que el suceso del 10 de octubre marcara el primer paso concreto por lograr la legitimación nacional. En territorio de Cuba Libre, ya se producían los primeros ensayos de la añorada República.
La total confirmación vino con Guáimaro, al crear un gobierno único y democrático para coordinar la acción insurrecta y lograr el reconocimiento nacional e internacional. La Constitución respondió a las principales problemáticas del momento, apreciándose la influencia de la modernidad con las garantías de los derechos individuales y la igualdad entre los hombres (artículo 24). Surgía así el estado- nación, a pesar de las conocidas limitaciones, cuyo principio fundamental era la soberanía popular.
A fines de la contienda, cuando el proyecto parecía perdido y Martínez Campos lograba la firma del Zanjón por el gobierno cubano, aún se contó con una respuesta política demostrativa de la continuación de la beligerancia. La Constitución de Baraguá y el gobierno surgidos tras la histórica protesta constituían la prueba de que muchos combatientes no aceptaron el fin y que el proyecto nacional resultaba irreversible.[15] A pesar de no lograrse el establecimiento del estado-nación y observarse un retroceso en cuanto a la unión de los componentes de la sociedad cubana, se iniciaba un período de crecimiento cualitativo en el movimiento nacional.
En efecto, solo una parte de los esclavos cubanos obtuvieron su libertad,[16] manteniéndose dicha institución en Cuba hasta 1884-1886, cuando por decretos reales se establecieron, respectivamente, la Ley del Patronato y la abolición definitiva. Durante la Tregua Fecunda se producirían grandes transformaciones socioeconómicas que significarían la irrupción definitiva del capitalismo, lo cual en términos políticos mantenían el estatus de dependencia análogo al proyecto nacional de la generación del 68, pero no desaparecía el proyecto nacional.
A finales de la década de 1880, se retoman los ideales de fundación de un estado totalmente cubano. La ininterrumpida labor de José Martí en la unificación de las fuerzas revolucionarias y la conformación de órgano político que las representara constituyó la más definida propuesta para alcanzar la soberanía.
Además, en una república electa formada por el pueblo, la verdadera democracia aseguraría las transformaciones sociales y económicas inherentes a la independencia.
En 1895, fecha en que se reinicia la lucha por la independencia nacional, se abrazan en la construcción del estado-nación todos los estamentos que componían la sociedad cubana. El abundante testimonio que al respecto existe da fe de la unión que existía en los campamentos insurrectos entre blancos, negros, mestizos, asiáticos, etc. En síntesis, puede afirmarse que "la revolución del 95 fue el acontecimiento cultural más trascendental en la formación de la nación y del nacionalismo cubanos".[17]
Otro de los retos que debió vencerse para establecer el estado-nación en Cuba fue alcanzar la unidad política de todos los componentes de la sociedad cubana.
Como es conocido, la verdadera frustración nacional vino con Estados Unidos en complicidad con elementos de la burguesía. La política oficial cubana había tenido, durante este período, un nuevo capítulo como tarea fundamental para cumplir la política exterior de una república que luchaba por su pleno establecimiento y su consecuente reconocimiento en el contexto internacional mediato e inmediato, ahora bajo las difíciles condiciones de tener al imperialismo como contexto político mundial, todo lo cual se vio abruptamente sesgado por la primera intervención norteamericana.
El legítimo estado-nación cubano quedaba nuevamente pospuesto. Habían terminado los siglos de dominación hispánica, pero comenzaba la más ardua lucha contra una amenaza más encubierta, con más variadas formas de penetración y control bajo el contubernio de la burguesía "nacional" que desviaría los propósitos martianos. Definitivamente, la intervención norteamericana resultó el más grande obstáculo para la realización del estado-nación cubano. Con la disolución de las instituciones patrióticas y la falta de apoyo popular al resto de los organismos políticos, el pueblo sólo podía identificarse con figuras individuales, excombatientes o intelectuales notables, que no tendrían posibilidades reales de recuperar la dinámica anterior del proceso.
No es tan sorprendente que triunfara, en las elecciones municipales de 1900, el Partido Unión Nacional, que tenía el respaldo de Máximo Gómez. La Constitución de 1901 se firmó en medio de la confusión política del pueblo, participando activamente en su elaboración antiguos autonomistas, conservadores y nacionalistas con débiles convicciones.[18] La ignominiosa Enmienda Platt serviría de atadura para el estado- nación cubano, prohibiéndole efectuar tratados o contraer deudas sin pagar las anteriores; siempre bajo amenaza de intervención, al tiempo que legitimaba los actos militares norteamericanos y concedía la Isla de Pinos y el espacio para bases navales.
La "República" surgida el 20 de mayo de 1902 puede haberse percibido por algunos como una conquista para los cubanos, pero no implicaba las reivindicaciones por las que se había luchado desde la segunda mitad del siglo anterior. Muchos fueron los actores sociales cuyos intereses no fueron defendidos ni representados en aquel estado. En la misma medida en que sobre la diversidad cultural se fue consolidando una cultura, una nacionalidad y la propia nación cubana, hacia el interior de esa sociedad fueron surgiendo y asentándose diferentes clases.
En Cuba se gesta un movimiento social del negro fuerte desde los años 20 acrecentado en la década del 30, se analizaron los problemas nacionales que tenían que ver con este movimiento, desde todas las aristas posibles, lo económico, lo religioso, lo social y lo político. A pesar de esto, no se llegó a organizar ningún congreso para analizar los aportes culturales y la situación del negro; solamente algunos órganos de prensa y conferencias se hacían eco de las demandas reivindicadoras del negro cubano.
En el año 1939 se publica el ensayo "El negro en Cuba", del autor Alberto Arredondo,[19] obra representativa y trascendental con relación al estudio del movimiento negro en Cuba, fue prologado por el abogado Carlos Felipe Armenteros. [20]
El sueño martiano y las aspiraciones maceistas de que cuando Cuba fuera libre, los problemas del negro se resolverían, no se cumplieron en todos los niveles de la sociedad republicana.
Arredondo plantea algunos factores del proceso de integración de la nacionalidad cubana, relacionadas con el negro. Dentro de ellos se refiere al componente lingüístico, y ciertamente los negros iban perdiendo con el decurso sus dialectos originarios, como los blancos los vocablos cervantinos. El negro en Cuba no estaba limitado en una parte del territorio nacional, sino que se había extendido en toda la isla, situación similar al blanco. La movilidad laboral impuesta por el sistema esclavista en la colonia y el sistema capitalista en la república, también propició interrelaciones en los órdenes, sociales, culturales, sexuales y religiosos.
Pero Arredondo presenta un pensamiento polémico, articulado con lo que denominó blanqueamiento físico,[21] llegó a plantear: "La regla es el cruzamiento, el concubinato permanente, la asimilación: la de-saparición gradual del negro puro". El incorpora a ese aspecto del cruzamiento físico, el cruzamiento intelectual y cultural, planteó: "Demostrado está que el negro no sólo forma parte de la nación, sino que fue el factor trascendental en la integración de sus unidades determinantes. Cuando hubo que decidir esa integración, cuando hubo que plasmar la nacionalidad y abrirle las vías de la voluntaria evolución, tomando el control político del Estado, el negro, con las armas en la mano, y de manera mayoritaria, contribuyó a fundar la República".
Arredondo fue abanderado como muchos otros, en contra de lo que denominó la autodeterminación de los negros, este autor se pronuncia enérgicamente y refiere: "Frente a ese claro intento de levantar en Cuba una doble nacionalidad que devendría doble estado, doble gobierno, se alza la propia historia cuyos aspectos esenciales… hemos tratado de presentar… El negro en Cuba no luchó por una nación negra, luchó por una nación cubana. No quiso dividirla, sino integrarla. Nación y negro, en la sociedad cubana, no pueden desvincularse. Los problemas de la primera son de lo segundo. Que el negro sea el factor más explotado de la nacionalidad no quiere decir, ni lo dirá nunca, que el negro constituye una nación dentro de la nación cubana, quiere decir tan solo que, dentro de los núcleos integrantes de la nacionalidad el núcleo negro es el más explotado."[22]
Sin embargo, una de las limitaciones de Arredondo, estaban en no ver claramente la posición imperialista de los Estados Unidos., la lección de la guerra Hispano- Cubano- Americana.
En esa época se utilizaba el término afrocubano,[23] como un término intelectual para determinar los procesos de simbiosis, de la integración, que históricamente nació de forma espontánea, sin embargo Arredondo consecuente con el uso del término, plantea: "Nuestro negro debe ser conocido simplemente como cubano, por considerar que ya dentro del vocablo cubano está contenida no sólo la significación africana, sino todas las demás influencias que han concurrido en su desarrollo social". [24]
El proceso de formación nacional cubano presenta matices a la hora de valorar el papel del negro. La nación cubana muestra heterogeneidad atendiendo al origen étnico, racial y nacional de las personas que la conforman y la identifican como tal. Se compone por personas de distinta coloración de la piel que presentan rasgos físicos característicos. Esto tiene una diferenciación regional en lo étnico- racial.
Un acercamiento particularizado de este aspecto, nos permite tomar en consideración los criterios de Rensoli, cuando plantea:
– Occidente (Pinar del Río, Las dos Habana y Matanzas): región muy heterogénea y mezclada con un balance entre los dos componentes principales: población blanca y población negra, presencia de otros componentes como el indígena, el árabe y el asiático y un gran sector que se asume como mestizo propiamente aunque, entre personas de otros componentes se advierte claramente el mestizaje en su génesis familiar.
– Región Central y norte de Oriente (Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y Holguín): Predominio amplio del componente blanco con escasos niveles demográficos de otros componentes, por supuesto que con sus matices pues existen núcleos poblacionales en este territorio con una mayor presencia de negros, a saber: Zulueta, en Villa Clara; Santa Isabel de las Lajas y otros pueblos de la provincia de Cienfuegos; algunas zonas de Trinidad, en Sancti Spíritus y la presencia de descendientes de angloantillanos y haitianos en bateyes y poblados de Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y Holguín. En esta última provincia, sobre todo en la zona de Banes, se advierte la presencia de un número importante de mestizos de indocubanos e igualmente en Najasa, Camagüey.
– Sur de Oriente (Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo): Predominio de la población negra y mulata en Santiago de Cuba y Guantánamo donde también se advierte la localización de mestizos de indígenas, en algunos casos con un mínimo nivel de mestizaje fundamentalmente en el extremo Oriente (la zona de Baracoa, Imías, Yateras, Manuel Tames y Maisí). El caso de la región del Cauto-Guacanayabo (Granma) es distinto, advirtiéndose un mestizaje blanqueado donde confluyen los elementos blanco, negro e indígena.
Conclusiones
Cuba cuenta con una evolución que no se desatiende del proceso histórico universal y las tendencias de la formación de las naciones, pero presenta particularidades que la distinguen en cuanto a su proceso de formación nacional. En él, el negro ha constituido un ente importante desde las sociedades a las cuales ha pertenecido en diferentes etapas históricas. Las tendencias hacia la discriminación racial, lo han caracterizado dentro de las clases subalternas, generándose entonces, como medio de resistencia, la creación de instituciones donde se ha manifestado una cultura y una psicología propias, diferentes de las de nuestros elementos étnicos constitutivos.
Aunque la cultura es común para todos los componentes de la nacionalidad, hay matices en cuanto a preferencias y protagonismos propios de determinados grupos raciales, regionales y sociales. Las manifestaciones de inclusividad y mestizaje reflejan particularidades regionales en ese sentido. Se mantiene subyacente el regionalismo por diferencias objetivas entre la capital y el interior de la república.
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Autor:
Lic. Angel Michel Aleaga Hung
Enviado por:
Alexander Ruiz Beltran
[1] Reinaldo Rojas, Nación y nacionalismo en el debate teórico e historiográfico de finales del siglo XX, en: Presente y Pasado. Revista de Historia. Año 9. Volumen 9. Nº18, Julio-Diciembre, 2004, pp. 75.
[2] Estados, naciones y nacionalismos en Europa, en: http://www.upf.edu/materials/fhuma/hpsc1/docs/t5.pdf&sa=U&ei=a6eMTf- pGoaWhQfhx4SiCw&ved=0CAsQFjAA&usg=AFQjCNEjS9ItZHqGbv0eZGPcfTJzHdoUzA
[3] Eric Hobsbawn, Naciones y nacionalismos desde 1780, Editorial Crítica, España, 1992, pp. 19-20.
[4] Estas etapas son: “a) una primera fase puramente cultural, literaria y folclórica, b) una segunda fase, donde hace aparición un grupo de pioneros y militantes de la idea nacional, y c) el momento donde emerge el programa nacionalista, cuyos promotores van ahora en búsqueda de un sostén de masas. Esta búsqueda de la masa social, es el inicio del proceso de creación de un estado nacional”. Rubén Vicente Luis Bevilacquia, Ob. Cit.
[5] El estado-nación latinoamericano: Los a tolladeros de dos siglos de reproducción de un modelo, en: http://www.corporacionescenarios.org/zav_admin/spaw/uploads/files/Biarritz09.Bicentenario -Long.pdf
[6] Sergio Guerra Vilaboy, Breve Historia de América Latina, Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 81.
[7] Esta pequeña burguesía estaba compuesta por artesanos, intelectuales, pequeños empresarios, etc. Ob. Cit., p.
[8] Jorge Ibarra Cuesta, Patria, Etnia y Nación, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009, p 3.
[9] Particularidades del proceso de formación nacional cubano, según el Dr. Raúl Lombana: Integridad geográfica del territorio que ocupa la isla, inoportuna para grandes diferencias entre las regiones y sus habitantes. Presencia aborigen por un espacio de tiempo considerable, previo a la invasión española, caracterizada por la existencia de culturas aborígenes con un bajo nivel de desarrollo en comparación con las grandes culturas del hemisferio. Diversidad étnica y cultural del sujeto colonizador, menospreciada por los términos rasos con los que casi siempre se identifica a los conquistadores hispanos. Violencia de un proceso de conquista y colonización como el ibérico, matizado por el hecho de ser inédito en la isla para ambas partes. Condición antillana de Cuba como pieza clave del comercio colonial y eje geopolítico del imperio español, siendo el último reducto de aquel. El régimen de servidumbre esclavista imperante en la colonia, con su conveniente sedimentación en un nuevo tipo de plantación esclavista. Carácter retrógrado y monárquico de la metrópoli española, totalmente arcaica en términos de modernidad con respecto a otras potencias históricas y emergentes. Carencia crónica de mano de obra barata resistente a la plantación con la consecuente inserción violenta de componentes étnicos africanos específicos. Diversidad étnica africana, con resultados aculturales a partir de la diferencia económica regional y sus necesidades específicas de mano de obra. Nacionalidad plenamente cuajada al punto de identificarse dentro y fuera de la isla las bases estamentales, étnicas e ideológicas del Proyecto de República que debía establecerse definitivamente. Estrecha relación geopolítica e histórica con las antiguas Trece Colonias Norteamericanas en una gran nación favorecida por lo más avanzado del desarrollo capitalista, con pretensiones hemisféricas abiertamente potenciadas. Diferencia temporal con respecto al ciclo independentista latinoamericano. Construcción beligerante de la nación en medio de la era del imperialismo. Desarrollo de una gesta fundada en contraposición a una metrópoli, cuyos presupuestos de formación nacional son precisamente de los más complejos en el ámbito universal. Convergencia de varias formas de explotación en tiempos de imperialismo. Inserción de la nación moderna como la primera en el ruedo de los amplios movimientos de masas durante los años 20 de América Latina. Desarrollo de un proceso revolucionario altamente convulso durante la década del 30. Agotamiento de las posibilidades de la República burguesa y el modelo democrático burgués. Respuesta a la dictadura militar impuesta en 1952 con un proceso de liberación radical, ideológicamente continuador de su gesta fundadora original sobre los vacíos del Estado Nacional post independentista. Tránsito hacia la república socialista bajo los principios martianos y la ideología Marxista. Leninista, desarrollado como proyecto nacional de modo sistemático y en condiciones geopolíticas inéditas dentro del contexto global de la guerra fría. Construcción de soberanía nacional bajo la lucha ideológica sistemática contra el Estado Nación protagónico del imperialismo global por más De 50 años, transferido en la psicología social de modo irreversible, a partir de la práctica interrumpida. Intercambio de pueblos, grupos etnoculturales y estructuras estatales bajo la institucionalidad socialista del programa nacional, dando lugar a un vínculo desarrollado con Europa del Este, Latinoamérica el Caribe y los países subdesarrollados de todo el mundo, bajo la práctica sistémica de un internacionalismo con índices inéditos de altruismo socioeconómico.
[10] Alfredo Prieto y Oscar Zanetti Lecuona, Órbita de Manuel Moreno Fraginals, Ediciones Unión, Ciudad de la Habana, 2009, pp. 301-333.
[11] Según el propio Manuel Moreno Fraginals el integrismo es la doctrina colonialista que teóricamente parte del hecho de que Cuba ha sido conquistada, colonizada y civilizada por España y que por ello todo lo que en Cuba existe arranca del tronco generoso de la Madre Patria. Ob. Cit., p. 335.
[12] Eduardo Torres-Cuevas, Historia de Cuba 1492-1898, formación y liberación de la nación, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001, p. 85 y 86.
[13] Ob. Cit, p. 86.
[14] Jorge Ibarra Cuesta, Ob. Cit., pp. 1-82.
[15] El documento representó el programa reparado de las anteriores lagunas y divergencias del movimiento insurrecto: un gobierno práctico y una paz imposible sin independencia. No tan pretenciosa ni elaborada como la de Guáimaro, pero “si bien el resto de las constituciones mambisas cumplían con los requisitos técnicos jurídicos de redacción y estructura formal del texto, según las concepciones predominantes en la época, ninguna de ellas se ajustaba tanto a las necesidades del movimiento independentista como la Constitución de Baraguá, que significó una respuesta certera a la situación creada en la manigua con el Pacto del Zanjón”. Jorge Fuente, Análisis constitucional desde Jimaguayú hasta el 40. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989, p. 3.
[16] Estos fueron los que en virtud del artículo 3º del Convenio del Zanjón fueron liberados, junto a los colonos asiáticos que se hallaban en las filas insurrectas. Lo que realmente hizo España fue reconocerles legalmente su libertad, pues quienes formaban parte del ejército libertador ya habían sido liberados por el gobierno de la República en Armas y se habían incorporado a la lucha emancipadora nacional. Ob. Cit.
[17] Fernando Martínez Heredia, El problemático nacionalismo de la primera República, en: Revista Temas, No. 24-25, enero-junio de 2001, p. 44.
[18] “Al común propósito de la independencia se subordinaron intereses particulares de fundamento económico, social o étnico; demandas específicas fueron canceladas y algunas aspiraciones quedaron pospuestas, pero las fuentes de los antagonismos se mantendrían intactas con sus raíces profundamente hundidas en la estructura social de la colonia”. Oscar Zanetti, Ob. Cit., p 28.
[19] Alberto Arredondo: El negro en Cuba, La Habana, Editorial Alfa, 1939.
[20] Carlos Felipe Armenteros, refiere en el prólogo de El negro en Cuba, ed, cit, p. 13: “El problema del negro es esencialmente el problema histórico de darle a las masas marginales un sitio adecuado y justo en la vida de la nación. Es, en una palabra, el problema de la época, de crear nuevas formas existenciales que superen los problemas planteados en el capitalismo y el liberalismo. Esa empresa de inmensos alcances no puede ser entre nosotros sino la empresa de las juventudes”.
[21] Estas ideas fueron preconizadas por Francisco Arango y Parreño. Consideraba que para evitar la posibilidad de un levantamiento en Cuba y para salvaguardar la perdurabilidad del sistema que defendía, había que blanquear la raza negra mediante el casamiento de las mujeres negras con inmigrantes europeos.
[22] Alberto Arredondo: El negro en Cuba, La Habana, Editorial Alfa, 1939, p. 52.
[23] Incorporado por Fernando Ortiz, en Los negros Brujos, para denominar tanto a los negros nacidos en Cuba como a sus culturas. En a actualidad existen muchos intelectuales cubanos que prefieren no emplear el término.
[24] Alberto Arredondo: El negro en Cuba, La Habana, Editorial Alfa, 1939, p. 112.