El mozo, me miro con una nostalgia que abría el pecho de cualquier mortal y sincerando me respondió: efectivamente es el país de la igualdad, de los derechos humanos, del progreso, esos hombres están así porque no quieren trabajar, es eso nada más. Pero señor sus rostros-el de los cartoneros-revelan una fatiga incomparable ¿como que no quieren trabajar?
El mozo atónito a mi pregunta, cortó la conversación y me dejó hablando solo-es típico de los liberales, creo. Un gesto que me demostró cual atrasado estoy. Luego de un exhaustivo análisis a las palabras del mozo, llegue a las conclusión que decretado esta, esos hombres no querían trabajar.para otros hombres. ¡Pero que tontos! No saben que siempre se empieza de abajo, lo malo es que tal situación parece ser inmovible. Creo que pasa por la voluntad de cada uno, seguro que es eso, si eso es.
Pagué la cuenta y salí de aquel filosófico bar y dedique las horas que quedaban del día a caminar por la plaza principal. Me llamaba la atención los distintos grupos de jóvenes que sentados en sus motocicletas y sus coches de última moda, con los parlantes al viento y la botella de cerveza en una mano y en la otra un cigarrillo que se mostraba con tímida pitada y del cual emanaba un olor nauseabundo; esto si me llamó poderosamente la atención, los jóvenes en mi país a estas horas están internados en sus bibliotecas particulares o en las estatales que en efecto son de ellos. Pero no quise entrar en conversación con aquellos chicos, sus rostros me decían no eran muy amigables.
Ya agotadas mis fuerzas y sin animo de interrogante emprendí rumbo al hotel para descansar, ya que el día siguiente el cronograma político me tenía preparada una visita al interior del país.
Al día siguiente, con ruidos de bocina me esperaba el contingente oficial para viajar a la provincia del Chaco, donde se iba a realizar la inauguración de una fábrica automotriz de capitales alemanes. El auto que nos iba a trasladar hasta aquel lugar era un Mercedes Benz, era un lujo viajar en él. Pero yo, siempre curioso comencé a modo de interrogativo, el diálogo con el chofer. No quiero hacer aburrido y rutinario el viaje-le dije-dígame esta empresa que promete invertir en su país ¿Cuántos obreros piensa contratar? ¿Y dígame en que invierte las ganancias las empresas de este tipo, que por lo visto hay muchas en su país? El chofer silencioso apretó un botón que activaba una división de vidrio polarizados entre los asientos traseros y los delanteros, como que quería hablar de algo prohibido. En efecto resulto ser que el chofer era un macabro marxista, un asesino de sueños un opositor al régimen capitalista de producción.
¡No hay cosa más horrible y despreciable en el mundo que aquellos que aborrecen la libertad y la igualdad!
Yo traté de contener mi ira mientras escuchaba hablar con su enredada dialéctica-que nunca entendí- de la que suelen usar con bastante cotidianidad los del "26 de julio". Me comentaba este infeliz, que los obreros serían mayoritariamente de los países vecinos, ya que a estos se los contrata por más bajos salarios que a los argentinos, y a estos últimos solo le queda los cargos más bajos; los de mejor condición son los alemanes, a ellos se le reserva la parte administrativa, en cuanto a las inversiones, es asombrosa, la que hacen en su país de origen, desgraciadamente estos hijos de puta se aprovechan de nuestra situación como país subdesarrollado que por su puesto no es una etapa más hacia el desarrollo, sino una consecuencia de este último. La Historia es siempre la misma estos hijos del diablo saben utilizar su lema. Sobre actuadamente le insinúe no conocer ese lema y el ávido ortodoxo me miro de reojo, recitando al mejor estilo Romeo al pié del balcón: "Ganarás nuestro pan con el sudor de tu frente"- lo conoce.
Yo no repliqué nada de lo que me dijo, su rostro revelaba una impotencia desmesurada, intranquila, ese afán de querer y no poder. De todas maneras no se puede entablar diálogo alguno son "este" tipo de personas, son la espina en el talón de Aquiles, los enemigos de la libertad y la justicia social.
El tiempo pasaba, cedió a bajar la ventanilla, podía ver el rostro de mis "compañeros"-como decía Perón, según lo que había alcanzado a leer-que repentinamente sus miradas eran de sospecha e intriga pero creo que sólo fue una sensación producto del aplastante calor que esta zona sufre, pero no me preocupa por ello, pues sabia de que todas las personas se este territorio sagrado tienen un aire acondicionado con que refrescarse, esto es la verdadera justicia social, el paraíso terrenal, la libertad en su máxima expresión.
El viaje se hacia cansador, cuando de pronto el sueño me vence, el chofer con un gesto brusco, clava el pié en los frenos, porque se detiene, pregunté al desalmado-tenemos que pagar peaje, este es el primero, nos quedan unos 14 aproximadamente. ¿Cómo que peaje? Si señor estas rutas están en la Argentina pero no son de los argentinos, es propiedad privada, de una empresa Inglesa, de esos desgraciados mal paridos que nos robaron las Malvinas, de esos mismos asesinos. Yo no aguanté mas tanta máscara y decidí termina la farsa de Vayona, confieso tuve miedo de su reacción pero actué con cautela, declaré ser liberal, y que esta bien que el comercio mundial se desarrolle en estas condiciones, sino como se mantendría esta ruta, el estado es una máquina burocrática que sólo recauda para los bolsillos de sus agentes impregnados de corrupción, nunca otorgan los beneficios públicos al pueblo, en otras palabras coarta la libertad a todos los ciudadanos. Parece que gané la discusión señor chofer, cuando de repente un inmenso cráter en medio de la autopista me tapa la bocota. Decía usted compañerito, con una sonrisa burlona me había dado el golpe de gracia. Pero no fue así, los liberales no nos dejamos abandonados a nuestra suerte, mis "compañeros"-repito como decía perón-salieron en mi defensa argumentando que la empresa estaba en proyecto de remodelación y no solo de esta ruta sino de todas las rutas que le pertenecen. El chofer siguió sonriendo pero no argumento nada a su favor con lo que dio por finalizada la enredada e imparcial manera de ver la realidad.
Al fin llegamos a la Capital, Resistencia la ciudad que brilla con la luz propia, la que regocija a todo buen empresario que de buena fe vienen a plantar su semilla de progreso ilimitado para todos sus afortunados habitantes.
El acto de inauguración daba cita a las 18 horas, en un club llamado "Lo Nuestro", gran cantidad de persona asistieron al lugar, después de mucho tiempo el presidente volvía a visitar el norte del país. Pero eso no era importante para mí, pienso que las personalidades poco tienen que ver con el desenvolvimiento de la historia, lo que en realidad me importaba en forma desmedida era ver abierta las puertas de esta nueva empresa. Hasta que por fin llegó el momento tan esperado, las maquinas comenzaron a crujir con ansias de devora todo "buen propósito" y el pito avisaba a la comunidad que un nuevo "sol salía desde el horizonte postergado" según decían algunos poseedores del saber popular, que yo personalmente no lograba disuadir lo que me daban a entender.
Terminada la ceremonia el contingente de diplomáticos en lo que se encontraba un embajador ruso, comenzó su derrotero programado por los Asuntos exteriores. Íbamos a visitar las escuelas secundarias de la zona. Que momento aquel, podía ser en la cara del ruso su preocupación, en instante se va a revelar la educación libre frente a nuestros ojos, educación que no es una imposición como lo es en la URSS o en mi propio país, una educación que incluye a todos, porque esta es un derecho inviolable de la moral humana.
Cuando llegamos a la Escuela Secundaria Martín Rodríguez Nº4026, nos llamó la atención la inmensa cantidad de mesas largas y sillas pegadas las unas a las otras. En ese momento el ruso, con un español tosco pregunto al director Gustavo, que además de director era previdente del Partido Radical (un partido de derecha que nos proporciona la democracia liberal) ¿Qué son esas mesas y esas sillas? En realidad lo dije más pausado ¿Qué son esas mesas y esas sillas? El director, gran interprete del Nahual, sonriendo respondió. Son los comedores a los que asisten nuestros alumnos carenciados, los más humildes. El ruso me miro con pícara mirada y con una mueca atino en silencio a que interprete el mensaje, yo no podía dejar que el ruso crea que soy de su misma especie. Atine a reprochar tal afirmación ¡Como es eso de alumnos carenciados! El director Gustavo hizo una pausa, tomo su tiempo para responderme, y con un aire de agotadas fuerzas y de rostro furibundo, en cuyo interior se ve la ira dejo correr la palabra al viento y desplegó su azote verbal. De que hay alumnos carenciados hay miles, y no sólo en esta escuela, esto es cotidiano en todo el territorio Argentino, muchos de nuestros chicos se mueren de hambre, se desmayan en las aulas, otros tantos ni siquiera pueden estudiar en una oficial, o bien porque el tiempo que demanda el estudio es aprovechado para trabajar, o porque no tienen el dinero suficiente para los presuntos gastos que proporciona el material de estudio. Y eso que nos limitamos a la escuela secundaria, ni hablar del nivel terciario o universitario, donde las universidades sólo están en capitales, y los pueblos chicos, ciudades lejanas quedan excluidas del sistema educativo, ya que los alquileres son muy elevados y nuestra canasta básica supera los $1000, siendo que un salario de obrero fabril apenas llega a esa suma.
Entonces, pregunte ¿Si estamos en un país de igualdad de oportunidades? ¿Cómo se justifica esto? El director me dijo, que ciertamente estamos en una país(el granero del mundo replico) donde las condiciones pueden ser otras, pero no lo son porque hace ya más de 10 años que gobiernan los peronistas. Y que es eso-pregunte-. Es el partido de la mayoría, y como la mayoría es ignorante, siempre están así, oprimiendo, dando bolsones, en vez de trabajo, acomodando personas incapaces en lugares donde no se necesita más personal, dando siempre beneficios a los grandes terratenientes como Batistuta o Deanlleli, toda esa camada de oligarcas que mantiene el sistema corrupto peronista.
Haaa.. no se trata de una crítica al suntuoso sistema de propiedad privada, es una crítica al peronismo. Exactamente jamás criticaría este sistema, es lo mejor. Seguidamente acote yo, es el sistema ideal, pero mal implementado, es así seguro que si.
Y bien ¿Qué diferencias existen entre los peronistas y los radicales? ¿Ambos son partidos de derecha"¿No? Por extraña razón el director no siguió el diálogo y se aventajo antes de que yo prosiga, a invitarme a cambiar de tema, yo con gala de camarería acepté su propuesta.
Sin embargo prosiguió con su crítica como oposición y me dejo a mi y el resto de los colegas en manos de un profesor que nos instruiría en el plan de estudio de la escuela, mejor dicho en los temas que se abordan en cada materia de acuerdo el currículo previamente establecido. El profesor se llamaba Roberto Mordono, cuya tendencia política desconozco, pero sus conductas, su buen porte intelectual y su apariencia poco feliz de existir en un sistema como el que impera hace ya más de 5 siglos en la Argentina me daban indicios de que era un comunista, un vende patria como lo decía mi amigo desconocido Videla y todos sus igualitos fieles seguidores de derecha (los verdaderos patriotas). En definitiva comenzamos a oír cada cosa, cada tontería, de aquella boca de lengua de fuego se escuchaban cosas como que el sistema reproductor de chicos sin mentes, a engañado con los trazos de una historia oficial, la historia de bronce, la de los falsos e hipócritas pervertidos próceres. De que San Martín era un mercenario pagado por la corona británica, de que no cruzó los Andes a caballo sino enfermo y en una camilla, de que luego de ver fracasada su empresa y cobrar su dinero depositado en el exterior se exilió en, Boulogne-sur-Mer y no hablamos de Belgrano ese homosexual que aparte de ser un homosexual era un monárquico, y que debido a ello utilizó los colores borbones para crear nuestro idolatrado trapa blanco y celeste, que no es mas que una muestra de su estúpida y desgraciada fidelidad a los imperialistas godos. Cuando le preguntamos por Sarmiento, el Gran maestro, nos miro como diciéndonos crotos, y fue previamente eso lo que nos dijo ustedes son todos unos crotos, hasta en el extranjero se miente sobre estos hijos de puta, me cago en la reputa-exclamo, ese Sarmiento es un asesino de gauchos, un hombre que jamás quiso a su gente, a su tierra, a su cultura, y de el emana ese pensamiento tan argentino, ¡siempre mirar para afuera carajo! ¡Como que si los de afuera son mejores a son más que nosotros, se debe estar retorciendo en el infierno como un degenerado, como un hijo de puta. El ruso experimentado en hacer efervescencia concluye preguntado que opinaba del descubrimiento, perdón conquista de América. Mordono enrojeció y temblando salió otras tantas barbaridades de su boca-yo no puedo creer la ignorancia que hay entre mis colegas, festejan el día de la raza cuando aquí hubo un genocidio étnico, la mayor matanza de la historia, la más canalla y cínica matanza, argumentando civilización y falseando una cruz, que los católicos siempre por costumbre falsearon, desde Constantino hasta el asqueroso papa que se sienta en silla de oro, y que probablemente sea el oro robado a nuestros aborígenes. Yo no acepte tales injurias, me solté los nervios contenidos y expuse a los cuatro vientos mi defensa al catolicismo, la religión liberal por excelencia. Mordono sorprendido no se achicó y continuó su replica con aire sobrador y altivo ¡Dígame embajador cubano, que de cubano no tiene absolutamente nada! ¿Cómo justicia que los católicos representantes de su sexta vivan rodeados de oro y que en el África los buitres esperen comer a los niños cuando dan su último suspiro, causa y consecuencia de su desnutrición? ¿Eso no va en contradicción a la propia Biblia? ¿O es acaso que tiene algún cuento que justifica tal accionar? No sea hipócrita embajador, no sea cómplice de esos lacayos, de esos parásitos que viven a costa del sudor de miles de desposeídos, no sea un traidor a la revolución. Mordono no se contuvo más, se me avanzó con extrema fuerza para golpearme, pero gracias a mis colegas no me tuve que percatar de mayores problemas, lograron detener su violenta envestida. Como es sabido estas personas se toman muy apecho lo dicho por Marx "La violencia es la partera de la historia", no se dan cuenta que hablando las personas se entienden, por tal motivo no me moleste. Pasado el mal rato, mis ansias de volver al hotel se incrementaron, pero por mala fortuna aun faltaba lo peor, asistir a una conferencia sobre el significado de violencia, algo que me molestó mucho ya que la mayor parte del contingente pensaba que yo era un rebelde, de los barbudos de Fidel, un asesino, un criminal, alguien que no respeta los derechos humanos, el derecho a vivir. pues que tontos son, yo afortunadamente no soy uno de ellos, a excepción soy cubano humano y derecho fiel a su corazón burgués como despectivamente llama el este marxismo.
En definitiva íbamos hacia el salón, donde se realizaría dicha charla, asistía como exponentes grandes personalidades del pensamiento reflexivo, entre ellos se destacaba Jorge Luis Borga, Carlos Manan y uno de muy escasa trayectoria y poca apariencia de lúcido intelectual Rolando Casanoba. Nos habían reservado las primeras filas, en mi país no se hace eso, es decir no privilegian al cuerpo de diplomáticos del resto y común de la gente. Por conocimiento de todos en mi país no se respeta los derechos individuales. La ponencia tenía cita a las 18 hs., comenzó 18.05hs., el primero que tomó el mando fue Carlos Manan y para sorpresa mía la charla tenía el carácter de debate, cuestión que me fue extraña ya que en Cuba no se puede pensar distinto en público ¡Esto si es la libertad de expresión! ¡Los ecos elocuentes de la opinión subjetiva! ¡ No son palabras que se lleva el viento!…no, no lo son.son palabras que son tomadas en cuenta por el gobierno y que trascienden el limite de la teoría para ajustarse concretamente con la práctica.
Por tal carácter de la charla, se hacían presentes militantes de una ex organización guerrillera, los del ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo) que son por su cavernícola conducta permanecían aferrados al pensamiento leninista.
El especialista Carlos Manan se dedicó brevemente al significado de violencia, basándose en una interminable bibliografía, diciendo que la libertad no se consigue a balazos como según Augusto Sandino lo expresaba, el diálogo es la única arma que el hombre puede darse el lujo de usar, continuaba diciendo, cuando de repente y por demás esperado el momento el grupo de desacatados rompió la barrera entre el silencio y la voz, y atronadamente se escucho la declaración imparcial en defensa de sus propias convicciones. Ellos al igual que Manan citaban su interminable lista de autores, claro de su tendencia izquierdista, decían: según el subcomandante Marcos que hay que diferenciar la violencia que proviene de arriba y la violencia de abajo que es producto de nuestra desesperación, de haber golpeado todas las puertas y de nunca ser escuchados, de ver como el estado, la junta que administra los negocios de la burguesía, en palabras de Engels burla la dignidad de nuestro pueblo. Hay que diferenciar bien esa violencia de la de arriba, de la que nos impone cagarnos de hambre, de no poder mandar nuestros chicos a la escuela, de no tener acceso a una vivienda o no poder curarse.
Sus argumentos maquiavélicos no me convencieron, el fin no justifica los medios-me levante en voz-ya que por fin hacía facultad de la dichosa libertad de expresión. Los subversivos me miraron serios y extrañados (conocían mi origen cubano) y ante la incertidumbre decidieron contrarrestar mi afirmación.
Ustedes – como decía José Pablo Feiman en el libro Dos destinos sudamericanos: Cuestiones con Ernesto che Guevara que es una obra teatral-en el cual el che mantenía diálogo con un universitario que preparaba su tesis horas antes del asesinato de Ernesto en la propia Higuera boliviana. El Ernesto de Feiman argumentaba a la misma tonta afirmación-según ellos, lo que expondré en los siguientes renglones sacado del propio libro de Feiman tal como ellos recitaban de memoria: Navarro..yo no reflexiono incorporando los efectos del miedo. No, no hubieran muerto 30 mil jóvenes en mi desdichado país, cada uno de los cientos de miles que no están y yo odio la violencia porque pienso a partir de esa catástrofe.
Che: ¿Y cuantos siguen muriendo?¿Cuántos jóvenes, cuantos niños siguen muriendo?
Navarro. ¿Muriendo de que?
Che: ¡De hambre carajo!¡De hambre!¿O el hambre no es violencia?
Navarro: ¡No acepto esa analogías!¿El hambre no es violencia! El hambre es injusticia, pero no es violencia. Los que dicen que el hambre es violencia sólo buscan una justificación para desatar otra vez la violencia ¡La violencia es sangre derramada, desnutrición, estrago, aniquilamiento de los cuerpos!
Che: ¿Y que sino exactamente eso provoca el hambre en los cuerpos? ¡Desnutrición, estrago, aniquilamiento! Oiga Navarro.mientras recitaba la cita hace una pausa y me clava la mirada como que quería dejarme una enseñanza, continuó, no traicione a su generación, no vuelva a matar a sus muertos. Si a usted y a los que piensan como usted los asusta tanto el destino que sufrieron.Tanto, pero tanto. Si están tan asustados como para no retomar nunca los ideales por lo que ellos lucharon, entonces.los están matando otra vez. Primero los mataron los militares y ahora ustedes: los cautelosos progresistas, los campeones de los buenos modales, los hombres de corazón tierno. En suma, los cobardes, los blandos, los obedientes, y para rematar su teatralización dio un agregado un poco fuera de sí, en otras palabras (terminaba) los sumisos, los títeres de este sistema hijo de puta.
Con lágrimas en los ojos sus camaradas acudieron a tranquilizarlo (el que expuso dicha cita) yo miraba para todos lados, sentí la terrorífica caricia de la paranoia, como que todos los ojos se inclinaban hacia mi ser. Estaba incomodo en ese lugar a partir de aquella especie de discusión. Mis colegas de Asuntos exteriores se percataron hábilmente de tal sensación de malestar y a través del verbo me invitaron a desalojar aquel recinto de ideas y conflictos.
Subimos al automóvil que nos traía de vuelta al hotel de Cáp. Federal donde por cierto hubo elecciones de las que salió triunfante uno de los "míos" el candidato electo pertenecía a un partido conservador. El candidato electo es hijo de una de las mayores fortunas del país, y por tales condiciones creó que se encargará muy bien de repartir justicia y equidad en el lapso de su mandato. Cuando la pesadilla parecía haber terminado, donde por demás esta decir pase las mil y una, nos topamos en pleno Paralelo 28 con un montonerío de personas que quemando gomas y levantando banderas, pancartas y afiches al son de los redoblantes y bombos, bajo las consignas de pan y trabajo cortaron las rutas, y el transito se vio obligado a detener su marcha.
¡Eran si, los populares piqueteros de Roberto Perfigo! En síntesis los que no quieren trabajar y coartan la libertad y el derecho que tenemos los que en realidad queremos "ganar nuestro pan de cada día". Por fortuna no reconocieron el cuerpo de políticos diplomáticos que acompañaban el cortejo de nuestra larga marcha, ahora detenido. Fue realmente una suerte, debido al intento desesperado de uno de mis colegas, quien atrevidamente se precipitó a entablar negociaciones con el inamovible jefe piquetero. Pero todo intento fue fallido, cada palabra era un fracaso rotundo, el barbudo atorrante era irreductible en su decisión. Lo que me pareció extraño fue con que soltura manejaba el enredado, con que facilidad se empardaba con el diplomático insistente. A cada objeción el replicaba con gala de haberse leído muchos libro, y es raro encontrar un práctico traga libros, como dice el dicho, los intelectuales son malos políticos. En conclusión el colega de saco y corbata pedía explicaciones ¿De porque o con que derecho cortan el acceso al transito, a la libre circulación? El piquetero sólo se limitaba a responder con preguntas al modo mayéutico de Sócrates. ¿Con que o porque el estado nos corta el acceso a la educación de nuestros niños, nos priva de comer y de tener un techo bajo el cual dormir? ¿Dígame con que derecho el estado nos impone estas condiciones tan inhumanas, siendo que nosotros, todos los que están aquí, y lo que no pueden estar aún, todos ellos son trabajadores, los que generan el valor, crean la historia, mantienen este país tambaleante y raquítico, porque son ellos lo que lo hacen? También son ellos los que como limosna piden trabajo para que disfruten del mismo un puñado de parásitos y ricachones, esos hijos de mil puta.y no me rompa más las bolas porque esta gente que aquí ve no se va a mover nada hasta las 7.30 de la mañana.entendió trajecito inconsciente, imbecil.
De no ser porque los liberales entendemos bien las distintas posturas, se decidió esperar las largar horas que aproximaban lentamente a la madrugada de libertad en los asientos del Mercedes. Yo no atiné a preguntar nada, me basto con lo que escuche, es de idiotas no entender que nosotros, los liberales somos los que tenemos siempre la razón, o es acaso que tienen dudas, por favor quítenselas, el Estado no tiene porque hacerse cargo de gente irresponsable y cómoda, lo que no me quedó claro fue eso de que eran trabajadores, más no me interesó descifrar tal enigma, y deducí que fue una mala interpretación creada por la fatiga y los nervios latentes.
Finalizó aquella penuria, el reloj marcaba las ansiadas 7.30 AM, los piqueteros comenzaron el organizado despliegue de sus tropas desfachatadas y sucias, poco a poco la ruta se fue despoblando de los cartelones y de las pancartas. El automóvil comenzó a rugir su motor, el chofer puso cambio y apretó el acelerador, para marcharnos de una vez por todas. Cuando con la ventanilla baja; pasábamos el último reducto de mugrosos, nos tuvimos que encomendar a los mil santos de mi religión, el no percatarse de las ventanillas bajas nos dio como resultado escupitajos, insultos y unos cuantos volantes que lograron ingresar al interior del coche, del conjunto de ellos me interesó una que tuve el infortunio de leer, decía: "Los muertos que mataste, gozan de buena salud", no pude comprenderlo.
Mientras regresábamos vimos una decena de mujeres, o al menos eso parecían, al costado de la ruta. Yo sin muchas fuerzas pregunte a los del asiento de atrás ¿Quiénes eran esas mujeres? Ellos enrojecieron y respondieron, como avergonzados, son mujeres que prestan servicios a cambio de dinero. Haaa… exclame yo. Pensé, que buen sistema tiene el gobierno, genera puestos de trabajo, que no es pesado, donde las mujeres no son excluidas. No pregunte que servicios son, seguramente son guías turísticas o de seguridad vial, eso sí el horario en que trabajan no me parece muy saludable, pero es para beneficio de los turistas, que por lo que se, son mayoritariamente extranjeros.
¡que felicidad vivir en este sistema tan incluyente! Todos las desgracias que pase fueron remediados y paliados con tan conmovedora realidad progresista y sobretodo liberal, el trabajo femenino, los derechos de la mujer, la inclusión social, que dignidad muestra las rutas de este país, como diciendo metafóricamente este es el camino trazado por la aventura del capital individual, del capital privado.
Ya íbamos entrando a capital, faltaba unas pocas cuadras para llegar a la altura de la calle donde se ubicaba el hotel, cuando para sorpresa mía, mis colegas recibieron una llamada telefónica que traería consigo otro golpe más, para nuestro hado, como que si estará atrapado en un conjuro, la maldad se apoderaba de mi vida, sentía, era por lo que escuchaba mis oídos, no podía creerlo, aquella pálida llamado hacía entrar en coma mi propia paciencia. El hotel donde nos alojábamos era rematado por el banco Italiano, sus altos impuestos jamás fueron pagados ni respetados, por el gerente del hotel, el cual argumentaba que el contrato era con pesos y no con dólares. ¿Y que diferencia trae ello? Pregunte. Mis colegas, pobres, no sabían con que cara mirarme, y me dijeron que el país unos dos años atrás sufrió una crisis económica financiera, crisis que por supuesto afecto los demás aspectos del propio sistema, sobretodo el social. En fin antes de que ello ocurriera la moneda nacional, el peso tenía el mismo valor que el dólar, gracias a las privatizaciones, es decir al modelo neoliberal que desde década del 70 rige en esta sagrada y selecta tierra, pero luego el Banco Mundial dejó de mimar a la patria de los grandes finalista y con la crisis y sin el apoyo del FMI el dólar se disparó a el triple de valor, perdiendo la paridad con el peso argentino.
Según la explicación dada, los que poseían dólares depositados, automáticamente pedieron el valor actual, recibieron únicamente un peso por cada un dólar depositado. Y también sufrió ese cambio los contratos, donde antes se pagaba con pesos, ahora debía hacerse con dólares. Nada de lo que me llegaba hacía efecto en mí, más allá de estar cansado y poco dormido, no hacía un punto aparte, sino un punto y seguido, para desgracia de los opositores yo era operado de pesimismo, y como se dice en el saber popular, las penas profundas, superadas o no se vuelven canción. Había estado, desde mi llegada meditando con esta drástica pero decisiva definición de mi carácter como liberal convencido, pero no se adelanten, primero me tenían que trasladar a un hotel, a un nuevo hotel donde me alojaría quizás por el resto de mi vida. Terminado mi itinerario, la mala racha hacía su despedida en estas horas que atravesaba mi lesa humanidad, me dejaron en el Hotel que me acogería por unos cuantos pesos que Asuntos exteriores se encargaría de pagar, y yo simplemente insinúe descansar, el día siguiente traería consigo la decisión de mi existencia terrenal. Si Mahoma es el sistema Capitalista, y según el significado etimológico de la palabra árabe Mahoma, quiere decir digno de admiración, yo iba a profesar el Islam que etimológicamente significa sumisión a la ley divina.
Tomé rumbo, a las primera horas del día siguiente, ya acostumbrado pese al cambio de domicilio y a los desperfectos del transito, destino la embajada Argentina, para solicitar frente al organismo un asilo político en el país, he incluso y al mismo tiempo me desligaba de todo lazo legal con Cuba, vale decir renunciaba a mi condición como embajador y como cubano. Desde aquel día yo era un hombre libre, un hijo más de Robespier y del propio Napoleón. Ya no era propiedad colectiva, la aceptación a mi pedido me habilitaba a no conocerme como huésped, sino como un ciudadano naturalizado argentino, bajo la soberanía de un país libre en todo su accionar.
Se podrán imaginar el revuelo que se armó debido a mi rotunda decisión, un golpe bajo para Fidelito, seguro, la prensa de todo el mundo me acosaba, me perseguía, me rogaba unas palabras, una simple nota. Mis ahora pares gringos, también estaban auto invitados en tal ceremonia. Eran muchos los enviados yanquis, a comparación de los restantes reporteros sajones. Yo preferí guardar silencio, y dejar que ellos mismos redacten mi historia, ya que siempre lo hacen muy bien.
No me inquiete en ver que decían los medios, yo era un hombre libre, mi suerte estaba echada. Con desafiantes miradas como la de un gladiador romano en las arenas del Coliseo, entusiasmado por mi estirpe de noble inteligencia, decidí con mi título de abogado y contador, profesiones que este mundo occidental ama, buscar mi primer trabajo asalariado.
Después de caminar horas, comencé a preocuparme. Yo no tenía donde dormir, y para colmo de males perdí todo contacto con Asuntos Exteriores, y sin percatarme que el ansiado trabajo no fue encontrado.
Emprendí mi solitaria noche, comencé a detonar mis propios miedos, no seré yo un inadaptado en estas tierras realengas, no seré yo que no quiero progresar, no, no puede ser eso, seguramente mañana tendré mi primer laboro como dicen en el lenguaje vernacular de estas tierras, producto de la inmigración italiana. Por lo pronto, y luego de reflexionar, y estar rígido como una robusta estatua griega, se presentó ante mis ojos, un vagabundo (de los que no quieren trabajar) de unos 65, 70 años aproximadamente, he insistió, pese a mi negativa a entablar un diálogo. Se lo notaba, triste, desesperado, yo accedí y, como ocultándome de tan escandalosa conversación presté mi oído al viejo piojoso en un lugar estratégico donde no corría el riesgo de ser observado.
-Bien dígame, porque le urge hablar, que es lo que quiere, dinero no tengo y si tuviese no se lo daría.
-El viejo con lágrimas en las pupilas, me contestó; yo no quiero su dinero, no lo pare para pedir esa basura, quería sólo encontrar la cálida y afectuosa cercanía humana, quiero contarte lo que me ocurrió
-Y porque a mí respondí yo.
-Porque no tengo ningún pariente, ni amigo, ni nada, mire soy jubilado, durante toda mi vida trabaje como sereno de la fábrica azucarera más grande del país, sin contar los años de no recibir aporte, tengo más de 65 años bajo ese cargo. Hoy soy jubilado, tengo un sueldo de no más de 300 pesos, no tengo casa, ya que nunca me moleste en hacerme una, yo dormía y comía en el propio puesto que me designo la empresa, la cual me prometió hacer una llegado el momento. Pero ese momento nunca llegó, como no había papeles de por medio, a lo único que se redujeron fue a desalojarme como un delincuente, como un ladrón. Perdónenme, es que necesito desahogarme, no quiero molestarlo.
Yo sobreactúe y no desalenté su narración e invite a que prosiga.
-Bien como verá soy jubilado, pero debo andar como un vagabundo, rotoso, el dinero que gano apenas si alcanza para comer; desgraciadamente soy enfermo del corazón y los medicamentos para paliar mis problemas de salud son muy caros, es decir, no los puedo comprar. Generalmente estoy agitado, y recibo unos mareos, pero son pasajeros, creo que son del calor. Seguro que usted cree que estoy fingiendo, que es anacrónico pensar que un anciano enfermo no tenga para su cura, pero yo no le estoy queriendo hacer pasar por contrabando ninguna verdad, esta es mi realidad, y quizás la de muchos en esta comarca de adelantados e intendencias. Tampoco reclamo con la codicia de Cortés, no hay en mi fe un David y un Goliat, yo sólo quiero dignidad, sólo eso, señor, sólo eso.
Una vez que el anciano término su drama, yo solamente me despedí tirándole una moneda (que era por supuesto lo único que buscaba este indigente), no me trague el verso contado y decidí dormir en un banco de una plaza llamada Evita, donde según me comentaron en épocas de campaña política se reparten cajones de mercadería, ropa y algunas monedas a los que como el viejo vagabundo, no quieren trabajar.
El sol quemaba mi rostro, las primeras brisas matutinas acariciaban mi mal dormido cuerpo, mi rostro impresentable y mi mal aliento se hacia sentir en las miradas amenazantes de los peatones. Era el nuevo día, que me interesaba su aceptación, ese día yo iba a conseguir mi trabajo, iba a hacer pedazos las teorías escritas en El Capital. Mientras entraba y salía de los comercios y oficinas presentando mi currículo, me encontré con un hombre que yacía parado en una esquina, escribiendo poemas. Me di a conocer, y si no era de su incumbencia contarme que estaba haciendo, me prestaba a escucharlo. El hombre amablemente me invitó a tomar un café en el bar que se ubicaba paralelo a nuestro punto de partida. Yo sorprendido y animado, no rechacé la oferta y caminamos al café. Llegamos a el, nos sentamos, pedimos dos cortados, luego se presento, su nombre era Pablo Nervay, se dedicaba a la poesía, si, era un poeta.
-Y a que hace referencia sus poemas-pregunte-
-Pablo, serio, como todo solitario poeta, una vez más me llamó al asombro, me respondió que sus poemas tocan temas como el desamor, la muerte, el hambre, el dolor que acarrea la esencia humana, la fragilidad de su existencia, la impotencia.
¿Pero cómo? Pidiendo argumento sólidos de su arte, como un poeta escribe lo malo, cuando que su destreza debe ser utilizada para exaltar la belleza- Altivo y arrogante, como Carlos Martel en la Batalla de Poistern, me dijo que los poetas que escriben con ese estilo cínico, son unos fanfarrones, sin moral ni ética, desligados de su compromiso y de su deber histórico. El escribir pavadas los convierte en marionetas eficaces del sistema. Al igual que el cantor canta no por cantar, o el pintor pinta no por pintar, sino por mostrar una realidad, un poeta comprometido con su pueblo escribe no por escribir, sino por y para dar un mensaje de lucha, de pasión, de razón y sobretodo de desesperación.
¿Desesperación, porque desesperación? Le dije- Nervay comenzó su lento y apasionado discurso, como un verdadero artífice de la palabra, mientras tomaba los últimos tragos del humeante café. Escuche amigo, estos versos los acabo de escribir, no hace más de una hora mientras estaba en la calle, quizás le aclare algo, quizás comprenda, que es lo que me tiene desconcertado, porque escuche no hay en el poeta un ser inmune, sino un sentimental, quizás abstracto sea su sentimiento, pero vale la pena sentir lo que siento, me hace más humano, porque siento el dolor ajeno.
Mire, me expuso su poema y espero a que lo leyera, cuando con la vista iba a hacerlo, me sugirió que lo lea en voz alta, la letra tenía un aspecto de nadar en ríos de tinta, como agazapada esperando la oportunidad de dar el resplandor, la impresión era fuerte, me incitaba como imponente a que leyera sus versos.
Yo me resigno a perderte, yo me resigno a amarte
Yo me imagino el futuro, yo palpo los que no lo tendrán
Yo quisiera sonreírte, y me sonríe la soledad
Yo quisiera acariciarte, y me golpean los demás
Yo lucho por tenerte, aunque no te conozca
Yo te sueño por las noches, me despierta la realidad
Yo quisiera preguntarte, yo quisiera poseerte
Yo quisiera invitarte, a que tiñas nuestra vida
Con tu brazo de dignidad.
Jamás olvidaré esos versos, eran muy profundos, despertaba ternura y propenso clima nostálgico, pero llevaba el iskra capaz de encender el mundo, era gota de pureza violenta y ardiente como la primera gota que cae en la lluvia de otoño. Yo sólo, luego de haber pasado unos minutos, con una pálida mirada hacía la nada, hice un comentario sobre su poema, lo felicite, jamás había leído algo así. Pero la duda se hizo nuevamente conmigo. Dígame un poeta por lo general-se que usted es distinto, pero digo, en general los poetas están enamorados ¿usted no lo esta?¿no soy inoportuno, verdad?
-No, para nada, respondió, tomó su último trago de café y me contexto de la manera más fría que un poeta puede hacerlo frente a un espectador, sencillamente me dijo que el amor no existe. ¿Cómo no existe replique, explíquese?. Perdón, no termine la frase, no existe en este sistema, claro que no, el amor hoy se a materializado, tiene un sentido clasista, es un baluarte sólo de los sectores encumbrados.
El amor hoy busca estatus, confort, una buena posición económica, eso es el amor capitalista, y ni hablar del compromiso, todo debe ser laigh, nada seguro, se trata de pasar un momento "agradable" y luego "si te he visto no me acuerdo", acarreando el libertinaje, y con el las enfermedades de transmisión sexual como el sida, la sífilis, etc. Nuestra sociedad es muy similar a las ciudades bíblicas: No, no eso no le permito, ofender y comparar la Biblia, con lo que me cuenta-enojado exclamé. No, no se altere me refiero a Sodoma y Gomorra, las que fueron destruidas por su maldad, ojala algún día lleguemos a ser como las ciudades que seguían el verdadero camino de Dios, retomar las costumbres de los primeros cristianos, donde no había diferencia de título ni estatus y donde todas las cosas tenían en común.
Cuando mis sentidos advirtieron que la charla se inclinaba hacia el terreno político, decidí saludarlo a modo de despedida.fingí haberla pasado bien, esa tarde y con una sonrisa me alejé del café. Debía continuar mi búsqueda.
Comencé mi penuria, otra vez la desesperación se posicionaba sobre mí, ya estaba oscureciendo, no había encontrado trabajo y lo peor no tenía donde dormir.
De tanto caminar sin rumbo fijo, como el hombre griego que buscaba la inmortalidad, cansado por su insistencia debió conformarse con la gloria y la descendencia, yo exhausto pero sin nada en manos deambulaba perdido cerca de un barrio periférico, sus características no alentaban mis esperanzas de un futuro mejor, una serie de toldos de chapas viejas, bolsas y picanillas eran los materiales de construcción de dichas viviendas, lo más extraño es que en esas habitaciones muy chicas se hacían conviviendo de ocho a diez personas, no poseían agua potable ni luz eléctrica. Las conclusiones son muy claras, son personas que no tienen inculcadas las ideas de trabajo, de progreso, quieren todo que le caiga de arriba, son una plaga para este sistema. Sus tendales tenían una sola ropa, que comenzaban los hombres a descolgar, ni siquiera eran originales, todos tenían la misma camisa de grafa azul y los mismos pantalones, ¡Que escoria humana! ¡Que infelices, ni siquiera tienen carácter para elegir una ropa distinta!
Cada minuto que pasaba me hacía recordar con más ganas las cenas en el hotel donde me albergaba cuando por primera vez pisaba este suelo. Casi todos los días comía el famoso asado con ese grupo de diplomáticos de Asuntos Exteriores, personas que se ganaron lo que su posición hoy les indica, personas que dedicaron con recelos sus fuerzas en defensa del sistema de libre cambio.
Pero mis creencias no habían caducado, no se si era una conducta defensiva, no lo se, pero jamás dudé de mis convicciones, de mis futuros logros y mis próximas metas.
Miré mi reloj de mano, sus incansables agujas me indicaban las 2 y 30 de la madrugada, ya era tarde y no había comido. El apuro me llevó a encaminar mis pasos hacia un lugar más seguro donde pasaría la noche, cuando de repente un grupo inesperado de jóvenes, de aproximadamente 30 años me atasco. Sólo y sin defensa alguna no podía desistirme al corriente robo de estos barrios, de todas maneras no traía conmigo muchas cosas de valor, sólo me quedaba mi mejor arma, la diplomacia, en enredo con palabras debía causar efecto en estos ignorantes, negros de mierda, chorros y atorrantes.
Para sorpresa mía los delincuentes no eran muy ignorantes que digamos, el líder de la banda encapuchada, juraba ser abogado, sólo que de una clase de abogado que el sistema no acostumbra a formar-decía el.
Por que les digo que no eran ignorantes, verán mi primer pregunta con la que traté de disuadir su acción fue esta: ¿Ustedes saben que robar, expropiar la propiedad individual, es un delito?
-El encapuchado me respondió: Tonterías burguesas, la propiedad es el robo.
-¿Qué cosas dices? Continúe.
-Es que no a leído a José Proudhon, a Pior Kroposkin, a Bakunin, todo lo que es producido socialmente debe volver a la sociedad.
-No, debe volver a quien se lo ganó, replique.
-Estúpido engreído (con el revolver calibre 22 en la cabeza apuntándome me decía) El trabajo solo existe porque el hombre se a agrupado en sociedad, sin sociedad es imposible que exista el trabajo asalariado, es decir para el más mínimo intercambio comercial debe existir una relación social. Dígame ¿Con que derecho un individuo, cualquiera sea, se adueña del beneficio otorgado por ese intercambio? Sin el panadero, no existiría el pan, y sin el pan no habría panaderías, sin el hachador no habría leña o madera, sin la leña no habría carpinterías, etc.
Queda demostrado que el único ladrón de la historia es el sistema capitalista de producción, ellos son los expropiadores, los parásitos que viven a costa del sudor ajeno.
-Con mucha valentía y enojo le grité, como si ya no me importase nada más, usted es un maldito Anarquista, un libertario que sólo lee obras inconclusas, descabelladas.
Cuando de repente un culatazo en la nuca cayó mi incuria verbal y yacía tirado en el piso, desvanecido.
La melodía tétrica de la muerte había pasado a mi lado, pero fue sólo eso, un sobresalto más que me recordó la sonrisa de Caín y los edictos de los reyes persas. Estaba, sin dinero, sin saco, sin camisa y sin zapatos, fácilmente me podrían confundir con un "cualquiera", pero yo presumo de altanería, no me iba a dejar derrotar por unos maleantes incircuncisos, debía conseguir un trabajo digno, uno que me solvente todos mis gastos y que me permita vivir como humano.
Aunque mi suerte no lo quiera debía demostrarme a mi mismo que aquel paraíso soñado no era un mero sueño de la otra vida, sino algo concreto y real. No postergue los minutos, y en la misma condición que me dejaron emprendí el renovado entusiasmo del encuentro entre la necesidad y el trabajo.
Fue todo tan rápido y fugaz, que no me salen las palabras para expresar mi solemne alegría. Después de tanto sufrimiento, un cartel indicativo con la leyenda "aquí se buscan obreros" esperaba por mi deseosa presencia para opacarse en una "ya no hay vacantes".
Me presente implorando, rogando de rodillas que me brinden el acceso al puesto, comentando mi desafortunado derrotero y mi destino sin retorno. El gerente que me tomaba los datos comenzó a creer mi relato, se levanto de su asiento, se dirigió a su armario y miró un periódico de hace al menos unas dos semanas, en cuya portada encontraba mi foto. No comento nada al respecto, sólo sonrió y me designó obrero de la empresa. Me brindó unos calzados y ropas con la que debía trabajar al día siguiente.
Para mi asombro, el puesto, pese a mis títulos era de un simple obrero, cuyo sueldo tendría la suma de 700 pesos por mes, sin contar las horas extras.
Yo no quise quejarme, era mi primer día, tenía que pagar el derecho de piso-seguramente, las leyes históricas harían cambiar de rumbo esta situación, no podía yo un abogado, ex embajador vivir con 700 pesos, cuando que la pensión que la propia empresa me brindaba costaba 450 pesos. Pero retarde el reclamo, aguantaría un mes o dos hasta que la propia conciencia de los capitalistas se de cuenta de mi desgracia, porque ellos son muy buena gente, lo entenderían.
No era yo un simple espartaco a punto de revelarse, para nada, confiaba en que el sistema no nos veía como simples números, personas inanimadas que producimos cuantiosas sumas de dinero para una minúscula cúpula de dirigentes empresariales, no, éramos obreros, lo que con trabajo, sacrificio y sudor algún día progresaríamos.
Los días pasaban, lentos y pesados, hacían sentir cada moribundo minuto.mi endeble situación estaba lejos de mejorar.
Por una mala producción la gerencia decidió echar a los trabajadores que bajo contrato de tres meses vendían su fuerza de trabajo y por efecto realizar un recorte salarial, hecho que a mí persona le competía-No sólo que no me aumentaban el sueldo, al contrario me disminuían, el salario iba a estar por debajo de lo que marca la canasta básica.
No iba a doblegarme, como hombre conocedor e instruido poseía dignidad, era hora de decir basta, iba a renunciar o simplemente reclamar un salario más justo, para mi y para todos mis compañeros.
Era una nueva situación para mi, nunca me había enfrentado directamente con una autoridad, era la primera vez en mi vida que reclamaría algo, frente a la omnipotencia del poder, aunque este poder sea distinto al que conocía.
Mis nervios estallaban, pero al fin de cuentas una fuerza interior me decía que lo que pedía era justo y noble, sinceramente era el sueldo que no sólo me iba a permitir vivir como a tantos otros, sino que progresar, tener algún día mi propia fábrica, mi propia empresa, como tantos otros.
No había más vueltas que dar, puse camino a la oficina del gerente, golpeó su puerta con tímida demarcación tomé aire y esperé a que me reciba.
Vaya sorpresa me llevó a encontrar otro hombre, cuya identificación en su pecho decía ser el nuevo gerente. Su aspecto era clásico, pelo corto peinado hacía atrás, traje y corbata, un hombre que por intuición me revelaba su compromiso con los obreros y su actitud bondadosa.
Aquella bondad sólo era un disfraz, resultó ser un lobo con piel de cordero. Luego de discutir horas en la oficina sobre la cuestión salarial, me resignó a convencerme y de una soberana actitud se levanta de la silla, se dirige al archivo, busca unos papeles para leérmelas, entre ellos un diario viejo.
Presento los papeles sobre la mesa del escritorio. Era el nuevo contrato, el que me decía que trabaje por el sueldo que hoy percibo, prescripto bajo la condición de ningún aumento y de ningún reclamo. El sólo hecho de no aceptar me ubicaba en la calle.
Yo no tenía otra opción, o era esa imposición o era la otra, el hambre, la miseria, la pobreza.
Agachando la cabeza debí retirarme de la oficina después de haber firmado, cuando el gerente con una risa burlona me ordeno escucharla tapa del diario viejo, tapa que mostraba al Comandante Fidel Castro, hablando sobre mi tema en particular; los renglones que me leyó nuevamente no los comprendí, nada de la izquierda comprendo, ni siquiera me llamaron la atención, lo que se lo hizo fue su título en gran de que tampoco lo entendí, decía algo así. "Dejen que los muertos vayan con sus muertos".
Autor:
Walther Gahn
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