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Proceso de evaluación del Trastorno de Pánico en el Centro Médico SEMMA en el período Enero-Diciembre del año 2007 (página 2)

Enviado por Amauris . Fabian Mota


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La causa exacta del trastorno de pánico se desconoce, aunque la herencia puede jugar un papel en su desarrollo. Los estudios sugieren que si un gemelo idéntico presenta este trastorno, el otro desarrollará el trastorno de pánico en el 40% de las veces. Sin embargo, el trastorno de pánico a menudo ocurre en miembros de la familia que no son parientes consanguíneos (Compas y Gotlib, 2005).

Los síntomas por lo general comienzan antes de los 25 años y aunque el trastorno de pánico se puede presentar en niños, no suele diagnosticarse hasta que la persona es mayor. Las personas con esta afección generalmente se someten a pruebas y exámenes para síntomas relacionados con ataque cardiaco u otras afecciones antes de que se haga el diagnóstico de trastorno de pánico.

Un estudio realizado en 1986 por el Instituto Nacional de Salud Mental mostró que del 5.1 al 12.5 por ciento de las personas encuestadas habían sentido fobias en los seis meses anteriores al estudio. Los investigadores calcularon que 24 millones de estadounidenses sufrirán alguna fobia en algún momento de su vida.

Algunos estudios realizados por todo el mundo (DSM-IV, APA, 1994) indican que entre un 1.5% y un 3.5% de la población general sufre TP con o sin agorafobia. A estos datos tenemos que añadir las implicaciones sociales y económicas del TP. Un gran porcentaje de las personas que sufren este trastorno se encuentra en su edad más productiva y un número significativo de ellos tienen que ausentarse o incluso abandonar el trabajo debido a la incapacidad que el problema puede causar. Por ello el TP se considera un problema de salud pública, debido al alto número de personas que lo sufren, la resistencia a que desaparezca el problema de forma espontánea, la aparición de otros problemas como alcoholismo, abuso de drogas o depresión, y las importantes consecuencias en la calidad de vida de las personas que sufren este trastorno (Margraf, Barlow, Clark y Telch, 1993).

Las personas que sufren TP muestran una preocupación persistente por las posibles consecuencias de los ataques de pánico, por ejemplo: pueden pensar que los ataques de pánico indican la presencia de una enfermedad física, como enfermedades de corazón o tumor cerebral, pese a que se le han hecho pruebas médicas que han descartado cualquier enfermedad física. También pueden pensar que los ataques de pánico indican que se "están volviendo locos" o "perdiendo el control¨ o que son débiles psicológicamente. Muchas personas que sufren TP normalmente presentan una preocupación que no se centra en ninguna situación específica, por ejemplo preocupación por la salud o miedo al abandono. Además como muchos de los ataques de pánico son inesperados las personas tienen la sensación de que no tienen control sobre los ataques o los síntomas físicos, lo que puede llevar a que se sientan indefensos y desmoralizados (Botella y Ballester, 1997).

Según el DSM-IV-TR, las tasas de prevalencia del TP oscilan entre el 1.5% y el 3.5%. El TP sin agorafobia es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres y el TP con agorafobia, tres veces más. La edad promedio de comienzo del trastorno varía, aunque es más frecuente entre el final de la adolescencia y los 35 años. No obstante, el trastorno puede tener su inicio en la infancia o después de los 45 años. Una pérdida o rotura de una relación interpersonal importante está asociada con su inicio o exacerbación. El curso es muy variable, un único ataque seguido de un período prolongado de preocupación por otro ataque mas o menos espaciados con periodos en lo que parece remitir. La duración puede oscilar entre unas semanas y años[1]

JUSTIFICACIÓN

Estamos motivados a realizar esta investigación sobre el trastorno de pánico, porque creemos que antes de dar un diagnostico, es necesario realizar una serie de estudios, incluyendo exámenes de sangre, cardiovasculares y pulmonares. Es preciso descartar trastornos de salud subyacentes antes de poder hacer el diagnóstico del trastorno de pánico.

Es necesario considerar los trastornos relacionados con la drogadicción dado que algunos pueden simular ataques de pánico. Este problema de adicción puede resultar cuando las personas con ataques de pánico intentan hacerle frente a sus miedos utilizando alcohol o drogas psicoactivas.

Se puede sospechar la presencia de trastornos cardiovasculares, endocrinos, respiratorios y neurológicos, los cuales pueden estar presentes al mismo tiempo que el trastorno de pánico. Los exámenes de diagnóstico específicos que se llevan a cabo varían entre individuos y están basados en los síntomas.

Muchas personas con trastorno de pánico acuden primero a buscar tratamiento a la sala de emergencias, porque el ataque de pánico se siente como si estuvieran teniendo un ataque cardíaco.

En este monográfico nos interesa indagar si para diagnosticar el T.P en el Centro SEMMA se utilizaron los métodos y técnicas adecuadas.

Se calcula que del 2 al 5 por ciento de los estadounidenses sufren de trastorno de pánico, de manera que usted no está solo si tiene los síntomas anteriores. Por lo general, el trastorno de pánico ataca por primera vez entre los 20 y 25 años. La angustia severa, por ejemplo, la que se siente con la muerte de un ser querido, puede generar ataques de pánico. Las fobias son los principales trastornos psiquiátricos en mujeres de todas las edades. Una encuesta mostró que el 4.9 por ciento de las mujeres y el 1.8 por ciento de los hombres sufren de trastorno de pánico, agorafobia u otras fobias.

PROPÓSITO DE LA INVESTIGACIÓN

Queremos que nuestra investigación pueda contribuir a hacer un mejor diagnóstico e identificación del Trastorno de Pánico. Para ello verificaremos el Departamento de Salud Mental del Centro Médico SEMMA, en el período Enero- Diciembre del 2007, para constatar si en sus procedimientos habituales se han utilizado los criterios del diagnóstico del DSM-IV-TR.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El trastorno de pánico es un subtipo de los trastornos de ansiedad. Puede ocurrir en cualquier momento en la vida de las personas, por razones distintas y da lugar a respuestas físicas y/o emocionales de la persona.

Entendiendo que en la actualidad nos desarrollamos en un mundo lleno de ansiedades con estados de animo inestables y saturados de actividades y situaciones que nos pueden provocar sensaciones repentinas de terror sin un motivo aparente; nos ha llevado a investigar sobre diagnostico del TP Esta investigación surge de la inquietud por analizar y evaluar los métodos y técnicas utilizados para diagnosticar dicho trastorno en pacientes que acudieron al Centro Medico SEMMA desde Enero-Diciembre del año 2007.

Responderemos a preguntas como:

  • ¿Cual es el proceso de evaluación del diagnóstico del Trastorno de Pánico en el Centro Médico SEMMA en el periodo Enero – Diciembre del año 2007?

  • ¿Se dan todos los pasos que anteceden ante un diagnóstico clínico?

  • ¿Cuales son las herramientas de diagnóstico que utilizan en el SEMMA?

  • ¿Se realiza el diagnóstico de acuerdo a los criterios del DSM-IV?

OBJETIVO GENERAL:

Analizar el proceso de evaluación diagnóstica del Trastorno de Pánico en el Centro Medico SEMMA en el periodo Enero-Diciembre del año 2007.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

  • Describir el proceso de evaluación del diagnóstico del Trastorno de Pánico en el Centro Médico SEMMA en el periodo Enero – Diciembre del año 2007.

  • Determinar si se dan todos los pasos que anteceden ante un diagnóstico clínico.

  • Describir las herramientas de diagnóstico que se utilizan en el Centro Médico SEMMA.

  • Determinar si se realiza el diagnóstico de acuerdo a los criterios del DSM-IV.

SEGUNDA PARTE

MARCO TEORICO

CAPITULO I:

TRASTORNO DE PANICO: CONCEPTOS, SINTOMAS Y CAUSAS

1.1 ¿Que es el Trastorno de Pánico?

El trastorno de pánico es uno de los trastornos de Ansiedad, causa ataques de pánico, que son sensaciones repentinas de terror sin un motivo aparente. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar y sin previo aviso. A menudo ocurren en el supermercado, centros comerciales, cuando está entre un grupo de gente o mientras viaja. La persona puede tener miedo de otra crisis y evitar los lugares en los que sufrió una crisis anteriormente. (Echceburua, 1997).

El trastorno de pánico es más común entre las mujeres que entre los hombres. Suele comenzar entre los adultos jóvenes. Algunas veces comienza cuando una persona se encuentra sometida a mucho estrés. La mayoría de las personas mejora con el tratamiento. La terapia puede demostrarle cómo identificar y cambiar los patrones de pensamiento antes de que lo conduzcan al pánico. (Joost, 2000).

En el año 2000, Joost dijo que las personas que sufren cuatro o más ataques de pánico en un período de cuatro semanas sufren del trastorno de pánico. Se puede diagnosticar este padecimiento si la persona sufre menos de cuatro episodios de pánico en ese mismo lapso de tiempo pero que vive con el miedo frecuente o constante de sufrir otro ataque.

Los ataques de pánico pueden ser causados por desequilibrios químicos u hormonales, drogas o alcohol, estrés u otros eventos. La gente muchas veces los confunde con ataques cardíacos, enfermedades del corazón o problemas respiratorios. (Kielholz y Adams, 1991).

1.2 Causas del trastorno de pánico

En verdad nadie sabe qué es lo que causa el trastorno de pánico, pero se están investigando ciertas teorías. Al parecer este trastorno se presenta en familias, lo que sugiere que por lo menos tiene una base genética. Algunas teorías sugieren que el trastorno de pánico forma parte de una ansiedad más generalizada en las personas que sufren alguno de los trastornos de ansiedad, más comúnmente la agorafobia. (Moreno y Martín, 2007).

Las teorías biológicas sugieren que podría haber defectos físicos en el sistema nervioso de la persona. Por lo general, la hipersensibilidad del sistema nervioso, o un desequilibrio químico repentino podría generar los ataques de pánico. La cafeína, el alcohol y otros agentes también podrían desencadenar los síntomas. También hay teorías que sugieren que las personas que sufren ataques de pánico podrían tener dificultades para metabolizar el lactato, una sustancia que producen los músculos durante el ejercicio. (Linda Davidoff, 1989).

De acuerdo a Linda Davidoff (1989), la interpretación biologicista del pánico considera que tiene un origen fisiológico, que existe una predisposición que podría ser genética hacia el pánico; podría estar toda la vida latente; pero en algunas situaciones puede hacer que aparezca, haciéndose realidad un desequilibrio en los neurotransmisores, es posible que pueda hacerse crónico y se produzca un trastorno de angustia.

1.3 ¿Cuándo comienza el trastorno de pánico y cuánto dura la enfermedad?

La edad de inicio del Trastorno de Pánico varía considerablemente, si bien lo más típico es que el inicio tenga lugar entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida, lo que podría indicar una distribución de tipo bimodal, con un pico de incidencia al final de la adolescencia y otro pico de menor entidad en la mitad de la cuarta década de la vida. Un número reducido de casos puede iniciarse en la segunda infancia, y el trastorno también puede aparecer, aunque es muy poco frecuente, en mayores de 45 años. Las descripciones retrospectivas que efectúan los individuos visitados en los centros asistenciales sugieren que el curso típico es de carácter crónico, con altas y bajas. Algunas personas presentan brotes episódicos separados por años de remisión, mientras que otras presentan permanentemente un cuadro sintomático intenso. Aunque la Agorafobia puede aparecer en cualquier momento, suele hacerlo en el primer año de las Crisis de Pánico recidivantes. El curso de la Agorafobia y su relación con el curso de las Crisis de Pánico con variables. En ocasiones una disminución o remisión de las Crisis de Pánico es seguida de cerca por una disminución correspondiente de la evitación y ansiedad agorafobias. Otras veces la Agorafobia adquiere un carácter crónico independiente de la presencia o ausencia de Crisis de Pánico. Algunos individuos manifiestan que disminuyen la frecuencia de las Crisis de Pánico evitando exponerse a ciertas situaciones. Los estudios de seguimiento efectuados en personas tratadas en centros de asistencia terciaria (en los que puede haber un sesgo de selección de los casos con peor pronóstico) sugieren que, al cabo de 6-10 años de tratamiento, cerca del 30% de los individuos se encuentra bien, entre el 40 y el 50 han mejorado, pero siguen con algunos síntomas, y el 20-30% restante sigue igual o incluso peor. (Werner Honig, 1976; Saranson y Saranson, 1998).

De acuerdo al portal: http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_de_p%C3%A1nico el TP a veces comienza cuando una persona se encuentra bajo una cantidad enorme de estrés, como por ejemplo luego de la muerte de un familiar o ser querido o después de tener un bebé, cambios laborales, vitales o familiares, etc.

Cualquier persona puede padecer de trastorno de pánico, pero es más común en las mujeres que en los hombres. A veces es hereditario. El trastorno de pánico puede durar por unos cuantos meses o por muchos años, estos ataques no duran mucho, pero son tan terribles que parecen durar una eternidad. La duración del tratamiento varía para cada persona. La terapia de comportamiento cognitivo dura por lo menos de 2 a 3 meses. El tratamiento con medicamentos suele continuar de 6 a 12 meses. (Ruiz de Villalobos, 1998).

Algunas personas responden bien al tratamiento al principio, pero a lo largo de su vida puede que vuelvan a experimentar ataques de pánico. Si vuelves a tener ataques de pánico después de haber parado el tratamiento, puede que necesites más tiempo de tratamiento para ayudarte a controlar y reducir los ataques de pánico. (Corral Gargallo, 1991).

CAPITULO II:

CARACTERISTICAS CLINICAS DEL TRASTORNO DE PÁNICO

2.1. Criterios Diagnósticos Según el DSM IV

Según El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición (DSM-IV-TR) el ataque de pánico se denomina también como crisis de angustia y se lo nombra  internacionalmente en idioma inglés (panic attack) porque aconseja codificar el diagnóstico específico en el que aparece la crisis sin ofrecer una entidad aislada; se lo define como "la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, en ausencia de peligro real, iniciados bruscamente que alcanzan su máxima expresión durante los primeros 10 minutos en el que se evidencian algunas de las siguientes expresiones somáticas: palpitaciones, sudoración, ahogo, opresión toráxica, náuseas, molestias abdominales, vómitos, escalofríos, sofocaciones, parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo), además de un profundo miedo a morir o a perder el control. Las crisis que reúnen los restantes criterios, pero presentan menos de 4 estos síntomas, se denominan crisis somáticas limitadas. (DSM-IV-TR).

2.1. 2 Características clínicas de los pacientes con trastorno de pánico

Trastorno de angustia (panic disorder)

"La característica esencial del trastorno de angustia es la presencia de crisis de angustia recidivantes e inesperadas, seguidas de la aparición, durante un período como mínimo de 1 mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis de angustia y por sus posibles implicaciones o consecuencias, o bien de un cambio comportamental significativo relacionado con estas crisis". Hay que distinguirlas de los efectos que producen algunas substancias como la cafeína o enfermedades médicas como el hipertiroidismo. (Compas y Leotilb, 2005).

SÍNTOMAS FÍSICOS QUE PUEDE PRESENTAR EL PACIENTE CON T.P.:

Para que se le diagnostique trastorno de pánico, la persona debe sentir por lo menos cuatro o más, de los siguientes síntomas durante un ataque, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos (DSM-IV-TR):

  • Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca

  • Sudación

  • Temblores o sacudidas

  • Sensación de ahogo o falta de aliento

  • Sensación de atragantarse

  • Opresión o malestar torácico

  • Náuseas o molestias abdominales

  • Inestabilidad, mareo o desmayo

  • Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)

  • Miedo a perder el control o volverse loco

  • Miedo a morir

  • Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)

  • Escalofríos o sofocaciones

2. 2 Consecuencias del Trastorno de Pánico

La sensación de angustia es muy similar al estado que domina al individuo con miedo. En ambos casos, además de la sensación subjetiva y psicológica de temor y amenaza, existen una serie de síntomas corporales y respuestas del organismo que son muy similares a las que presentan los animales cuando tienen que huir o enfrentar un peligro exterior. Ante una amenaza externa el organismo se pone alerta, preparándose para la acción. Necesita más energía en cerebro, brazos y piernas, lo que se consigue a través del oxígeno que llega a través de la sangre. Entonces el corazón late más deprisa y se eleva la tensión arterial, además de respirar más profundamente para captar más oxígeno. Los músculos se tensan igualmente como forma de preparación, mientras que el sudor permitirá eliminar el exceso de calor muscular. Además, existen otra serie de ajustes internos como ciertas modificaciones en los componentes de la sangre, para que en caso de recibir heridas estas coagulen rápidamente. También la digestión se enlentece para reservar más sangre para cerebro y músculos, así como la pupila se dilata como manera de aumentar la discriminación visual (Kaplan y Sadock, 2003).

Muchos expertos e investigadores, incluyendo al doctor David Carbonell, describen los ataques de pánico y el trastorno de pánico como una trampa (muy eficaz) en dos ámbitos fundamentales. En primer lugar, la trampa del que sufre una crisis consiste en creer que lo que está viviendo es peligroso (es decir, se va a tener un ataque al corazón, desmayo, locura, o "hacer algo descontrolado") cuando un ataque de pánico no presenta ningún peligro en absoluto. En segundo lugar, los afectados caen en la trampa de hacer cualquier cosa que creen que les ayudará a evitar las crisis cuando lo que realmente hacen es empeorar los ataques de pánico. Estas actividades incluyen comportamientos de evitación, tratando de controlar los ataques de pánico, luchar contra ataques de pánico, caer en supersticiones y rituales para evitar ataques de pánico y tener un exceso de autoprotección. Es decir, lo que se hace para enfrentarse a los ataques de pánico, la mayoría de las veces perpetúa el pánico y, en ocasiones, desemboca en ataques de pánico. (Dongier y Carbonell, 1971).

CAPITULO III:

TRATAMIENTO

3.1. Tratamiento Psicológico del TP

En el año 1997, Botella y Ballester encontraron que en cuanto a las orientaciones psicológicas, los primeros enfoques se centraban en la terapia de exposición (Mathews, Gelder y Johnston, 1981). Posteriormente se han desarrollado una serie de programas cognitivo-comportamentales diseñados específicamente para el tratamiento del TP (Clark y Salkovskis, 1987. Barlow y Cerny, 1988). Todos estos programas suelen incluir los siguientes componentes (MacNalli, 1996):

  • 1. Procedimientos de reestructuración cognitiva y entrenamiento para reducir la sensibilidad a la ansiedad y la tendencia a reaccionar con miedo a las reacciones corporales.

  • 2. Técnicas de manejo de los síntomas (control de la respiración, relajación..).

  • 3. Exposición sistemática interoceptiva ante las sensaciones corporales tenidas.

  • 4. Experimentos comportamentales planificados para proporcionar la experiencia necesaria para refutar las creencias catastróficas en torno al miedo a las sensaciones corporales.

Con todos estos componentes se han estructurado y se han sometido a prueba distintos programas de tratamiento para el TP. Revisiones resientes sobre este tema (McNalli, 1996) ponen de manifiesto que:

  • La terapia cognitivo- comportamental (TCC) sigue siendo el tratamiento de elección para el TP.

  • Con estos programas de TCC se observan tasas de mejorías de alrededor de 80%.

  • Las tasas de mejorías logradas con la TCC no desaparecen cuando se retira el tratamiento, esto es, se siguen manteniendo en los seguimientos a largo plazo.

  • Estos programas de TCC han mostrados ser mas eficaces que los tratamientos farmacológicos.

  • La eficacia de la TCC no disminuye al reducirse el contacto directo con el terapeuta. Se observan mejorías significativas utilizando manuales de autoayuda y reduciendo el contacto terapéutico. La TCC aplicada por teléfono resulta eficaz en pacientes que viven en zonas rurales.

  • La TCC aplicada durante la suspensión lenta de alprazolam reduce de forma importante las recaídas habituales en la retirada de este fármaco.

En estos momentos, se considera como un elemento crucial de los programas para el TP la utilización de un componente educativo (Shear, Pilconis, Cloitre y León, 1994). Desde esa perspectiva se insiste en que cualquier tratamiento debe ayudar al paciente a: a) identificar la fuente que induce las reacciones emocionales y b) fomentar la aceptación de los síntomas de la ansiedad como algo inocuo. (Botella y Ballester, 1997).

 

La estructuración del programa de tratamiento

En el año 1991, un grupo de investigación desarrollo un programa de tratamiento individual basándose en las directrices de Clark y Salkovskis (1987) y Barlow y Cerny (1988). Este programa estaba estructurado en diez sesiones de una hora de duración y se incluían, como componentes terapéuticos, un modulo educativo, técnicas cognitivas para la identificación y modificación de las interpretaciones catastróficas de las sensaciones corporales complementadas con la realización de experimentos comportamentales, entrenamiento en respiración lenta, entrenamiento en técnicas de distracción y, finalmente, un modulo de prevención de recaídas. El detalle de este programa es posible verlo en Botella y Ballester (1991) y Ballester y Botella (1992a).

Tras obtener evidencia de la eficacia de este programa (Ballester, Botella, Gil y Ferrer, 1991) e interesados por la reducción de la relación entre costes y beneficios de la terapia, al año siguiente, realizamos una adaptación del anterior tratamiento para su aplicación en grupo (Ballester y Botella, 1992b). En esta adaptación, el numero de sesiones era el mismo, es decir, diez, con una duración aproximada de 2,5 horas cada sesión y, aunque, lógicamente, se produjeron modificaciones con respecto al programa de tratamiento individual (para que se adaptara a la situación grupal), los componentes terapéuticos incluidos en este programa eran los mismos que hemos enumerados anteriormente. La eficacia de este programa se mostró totalmente equiparable a la del tratamiento individual. (Botella y Ballester, 1997).

Después de la experiencia que obtenida a lo largo de todos estos años, se expondrá la estructuración de un programa estándar que, bajo el punto de vista del autor, puede resultar útil para el tratamiento de este trastorno. No parece necesario subrayar que, por supuesto, el terapeuta debe tener la suficiente experiencia clínica y flexibilidad, además de un profundo conocimiento del paciente, como para adaptar el programa general que presentamos a las características clínicas específicas del caso que esta tratando. Además (si fuera necesario), el terapeuta tendrá que complementar este programa con otras técnicas que pudieran resultar convenientes por la presencia de una determinada problemática; o tendrá que modificar el numero de sesiones dedicadas a cada componente terapéutico, dependiendo de las capacidades y/o diferencias individuales de cada paciente, y según la importancia que un determinado componente pueda tener para un paciente concreto. (Botella y Ballester, 1997).

Por lo que respecta al estilo terapéutico seguido de la aplicación de los distintos componentes a lo largo del programa de tratamiento, es similar al de la terapia cognitiva de Beck para la depresión o la ansiedad. Se trata, pues, de un estilo directivo por parte del terapeuta, quien debe asegurarse de que los puntos fundamentales de la agenda son tratados en la sesión, unido a un papel muy activo por parte del paciente, que interviene no solo en el establecimiento de la agenda y la realización de las tareas semanales, sino en la propia discusión y modificación de sus pensamientos catastróficos. El tratamiento es similar al trabajo de un equipo científico. Los pensamientos negativos del paciente son tratados como hipótesis y este, junto con el terapeuta trabaja para recopilar evidencia que determina en si tales hipótesis son exactas o útiles. En lugar de proporcionar todas las respuestas a los pensamientos negativos de los pacientes, el terapeuta realiza una serie de preguntas con un estilo socrático y diseña tareas o experimentos conductuales que ayuden a los pacientes a evaluar y proporcionar sus propias respuestas a sus pensamientos. Se trata pues de un "empirismo" colaborador. Por ultimo, es muy importante que el terapeuta establezca en la sesión un feedback frecuente que asegure la comprensión mutua. Por ejemplo, resulta deseable que el terapeuta pida al paciente varias veces a lo largo de la sesión que resuma lo que ha entendido hasta el momento, o que exponga las dudas que tiene respecto al contenido de la sesión. También, el terapeuta debe hacer pequeños resúmenes de lo que ha entendido el paciente, siendo este quien confirma la validez de las conclusiones que el terapeuta ha extraído. (Botella y Ballester, 1997).

El entrenamiento en técnicas de distracción

De acuerdo a Botella y Ballester (1997); generalmente, se establecen 5 tipos de técnicas:

  • Centrarse en un objeto: Se trata de describir con todo detalle cualquier objeto, aludiendo a su forma, color, tamaño, textura, número de objetos iguales que hay en la habitación. Es importante que se le indique al paciente que elija siempre un objeto con cierta complejidad con el fin de que pueda absorber su atención. Lo mismo es valido para todas las técnicas de distracción. Para que pueda entender la razón, se le puede explicar que la atención es un recurso limitado, como la potencia eléctrica que hay en una casa. El paciente habrá podido comprobar que, cuando se conecta a la corriente un aparato que consume mucha energía, como un radiador eléctrico, la intensidad de la luz de la lámpara disminuye, mientras que si se conecta un aparato que casi no consume energía como una radio, no se altera la luz de la lámpara. Lo mismo ocurre con la atención. Si se fija en un estimulo que le resulte muy simple, podrá estar atendiendo a ese estimulo, a la vez que sigue preocupándose por sus sensaciones, sin que un estimulo reste atención al otro.

  • Conciencia sensorial: Esta técnica engloba, de algún modo, a la anterior. Consiste en hacer un recorrido por todos los sentidos intentando agudizarlos y hacer consciente lo que, generalmente, no percibimos conscientemente. Esto incluye describir todo lo que el paciente ve y oye, pero además, el paciente debe describir los olores que nota, el gusto de su boca y el tacto que siente en sus manos y el resto del cuerpo. Es algo así como abrir todos los poros del cuerpo y sentir todo lo que nos transmiten nuestros sentidos. Dentro de la sesión, el terapeuta puede pedir al paciente que se centre primero en todo lo que puede ver, todo lo que incluye su campo visual hasta el menor detalle. Después, cerrando los ojos, puede prestar atención a todo lo que se oye, ¿son voces humanas?, ¿de hombres o de mujeres?, ¿Hablan o discuten?, ¿Están cerca o lejos?, ¿Son conocidos o no?, ¿Se oye también una moto? El paciente percibirá fácilmente sonidos de los que no era consciente mientras hablaba con el terapeuta. Seguidamente, el gusto. Siempre tenemos un determinado sabor o gusto en la boca: dulce, amargo, salado, picante.. cuando estamos comiendo este sentido esta especialmente activado, así que este es uno de los sentidos que pueden ser mas útiles para distraerse en las crisis que ocurren en medio de una comida familiar o de negocios. Después, el olfato, uno de los sentidos más primitivos y más olvidados. El olor de las cosas, en ocasiones, es capaz de transmitirnos emociones intensas y de trasladarnos a situaciones muy remotas (en el espacio o en el tiempo). En todos los lugares huele a algo, a cerrado, a polvo, a productos de limpieza, a hierbas, a tierra mojada, a monóxido de carbono, a comida, a perfume.. Se trata de explorarlo. Y, por ultimo, el tacto. El terapeuta puede llamar la atención del paciente, por ejemplo, respecto a como esta tocándose la cara con la yema de sus dedos, sin ser consciente de sensaciones de cómo la temperatura y la textura de su piel. Pero el tacto no solo es lo que nos transmite la yema de nuestros dedos. también lo es el rose de la ropa en nuestro cuerpo o la presión de un miembro sobre otro, o la caricia de un mechón del cabello con la frente.. A pesa de que la técnica de la conciencia sensorial suele resultar de entrada muy atractiva a los pacientes cuando se les presenta, hay que saber que, en algunos casos, su uso presenta inconvenientes, ya que puede facilitar que el paciente se centre en las sensaciones molestas que resultan de la hiperventilación o de la ansiedad, con lo cual se puede intensificar la focalización atencional del paciente, que es justamente lo que deseamos evitar.

  • Ejercicios mentales: A través de esta técnica de distracción se trata de que el paciente lleve a cabo cualquier actividad mental que requiera la suficiente dosis de atención para que se distraiga de su propio cuerpo. Algunos ejemplos de ejercicios mentales pueden ser pequeños juegos como: contar de 0-100 de tres en tres; o, si esto resulta demasiado sencillo, descontar de 1000-0 de siete en siete, nombrar animales por orden alfabético, buscar palabras que empiecen por determinada letra, etc. Esta es otra de las técnicas de distracción en la que resulta mas importante ajustar el nivel de dificultad de la tarea. Si resulta muy sencilla no será útil, pero si es demasiado compleja como para que una persona en un estado de ansiedad y con su capacidad de pensamiento limitada pueda realizarla, solo servirá para angustiar mas a las personas, haciéndola consciente de las limitaciones que le impone su ansiedad.

  • Actividades absorbentes: Con esta técnica se trata de realizar cualquier actividad lo suficientemente absorbente como para que la persona se descentre de su ansiedad. No es una técnica especialmente novedosa. Su efecto ya esta recogido en el viejo refrán de "el que canta, su mal espanta". Es conveniente aconsejar una actividad que se encuentre en el repertorio visual de la persona, para lo cual es preferible preguntar a los pacientes. Existe una gran variedad de actividades capaces de absorber la atención de los pacientes y en ocasiones, estas actividades pueden ser muy específicas. Pueden ser actividades de muchos tipos, que incluso se pueden combinar para incrementar su demanda atencional: Planchar la ropa, cantar, hacer puzzles, crucigramas, jugar al ajedrez, a las cartas, ver la televisión..además, el paciente tiene la posibilidad de pensar que tipo de actividad podría hacer en las diferentes situaciones en que suele tener sus crisis.

  • Recuerdos y fantasías agradables: junto con la técnica de la conciencia sensorial, esta es una de las más problemáticas, aunque por una razón diferente. A través de ella, el paciente debe dejarse llevar por un recuerdo (algo ya ocurrido en el pasado) o una fantasía (algo por venir) agradable que le permita dejar de pensar en sus sensaciones corporales. Para introducir esta técnica se le puede preguntar al paciente si alguna vez se ha encontrado bien de animo y con una simple imagen que haya visto o le haya pasado por la cabeza, le ha cambiado el humor: "Por ejemplo, te voy a pedir que, de repente, pienses en una imagen asociada a algún familiar tuyo que ha fallecido. ¿Cómo te sientes? ¿Se ha producido algún cambio en tu estado emocional?". Después se le puede hacer pensar en el caso contrario: "¿Alguna vez te ha sucedido que has ido andando por la calle, te ha venido la imagen de algo divertido que te ocurrió y no puedes evitar que te salga una sonrisa, a pesar de intentar evitarla porque te estas cruzando con otra persona que va a pensar que estas loco?". Cuando el paciente reconoce haber tenido experiencias de este tipo, se le comenta que la presente técnica simplemente consiste en eso, en tener preparadas algunas imágenes de escenas agradables, de manera que, solo evocándolas, pueda distraerse de las sensaciones y pensamientos amenazantes, y cambiar las emociones negativas por otras mas positivas. Algo importante para la aplicación de esta técnica es que la imagen creada o recordada por el paciente sea vivida y, para ello, hay que dar la instrucción de que explore todas las cualidades de la situación imaginada: color, sonidos, forma, tacto, olores. La mayor diferencia de esta técnica, respecto a las anteriores, es que no pretende distraer la atención con un estimulo alternativo de carácter neutro, sino atraer la atención hacia un estimulo que emocionalmente tiene una valencia positiva y, por lo tanto, esta mas alejado del estimulo amenazante, desde el punto de vista de la valencia emocional. Ahí precisamente resulta la dificultad de esta técnica. Resulta mucho más sencillo implicarse en una tarea emocionalmente neutra y mecánica en un momento en que prevalece la ansiedad y el miedo, que conseguir imaginar una escena que lleva aparejada una emoción positiva.

3.2 Tratamientos conductuales

Las terapias conductuales que se pueden emplear juntamente con la terapia farmacológica comprenden: técnicas de relajación, imágenes mentales agradables y reestructuración cognitiva (aprender a reconocer y reemplazar los pensamientos que inducen el pánico). La asesoría psicológica y las técnicas de psicoterapia también pueden ser útiles además de los medicamentos. (Morris, 1992).

Una revisión de los tratamientos cognitivos conductuales para el trastorno de pánico encontró que el 80% de los clientes o más logran una condición libre de pánico. Esto se sostiene de acuerdo a estudios de seguimiento. Los revisores (Margraf y cols., 1993) concluyeron que ¨los tratamientos cognitivos conductuales descansan sobre evidencia experimental firme que justifica su aplicación en la práctica diaria¨. Michelson y Marchione (1991) encontraron que los enfoques conductuales tienen índices de éxito mayores y de recaídas menores que los medicamentos. En ocasiones, los clientes que descontinuaron la medicación sufrieron ataques de pánico de rebote que fueron peores que los que habían experimentado originalmente. (Sue y Sue, 1997).

Bourne (1990) sugirió los siguientes pasos en el tratamiento del trastorno de pánico:

  • 1. Proporcionar explicaciones y estrategias cognitivas (¨Tal vez usted esta atribuyendo peligro a lo que esta sucediendo en su cuerpo¨, ¨Un ataque de pánico no detendrá su respiración¨)

  • 2. Ayudar al cliente a identificar y cambiar los pensamientos irreales

  • 3. Alentar al cliente a enfrentar los síntomas (¨permita que su cuerpo tenga sus reacciones y deje que estas pasen¨)

  • 4. Proporcionar afirmaciones de afrontamiento (¨Este sentimiento no es agradable pero puede manejarlo¨)

  • 5. Enseñar al cliente a identificar los antecedentes del pánico (¨ ¿Bajo que tensiones emocionales esta usted?¨)

  • 6. Ayudar al cliente a desarrollar estrategias de afrontamiento tales como relajación y reestructuración cognitiva para manejar el estrés[2]

3.3 Tratamientos farmacológicos

Desde la perspectiva de los autores que defienden un modelo biológico del TP (Klein, 1995), el tratamiento de este problema de ansiedad debería ser farmacológico, aunque esto no impediría que también se considerara útil algún procedimiento psicológico (como por ejemplo, tácticas de exposición) para las "secuelas" del TP, esto es, para la evitación agorafobica. Fundamentalmente, se han utilizado los siguientes fármacos:

  • Antidepresivos triciclitos. La imipramina (Klein, 1964) es el primer fármaco que se utilizo para el tratamiento de la agorafobia y el TP y todavía es el mas usado. Ahora bien, un tercio de los pacientes no tolera los efectos secundarios de esta droga.

  • Benzodiacepinas de alta potencia como el Alprazolam (Ballenguer, Burrows, Dupont, Lesser, Noyes, Pecknold, Rifkin y Swinson, 1988). Este fármaco resulta útil frente al pánico y tiene pocos efectos secundarios, pero los pacientes desarrollan dependencia y cuando se retira se observan altas tasas de recaídas y/o de rebotes.

  • Inhibidores selectivos de recaptacion de serotonina (SSRIs) como la fluoxetina y la fluvoxamina. Estos se han convertido en los fármacos de elección en el tratamiento del TP (Klein, 1995). Parecen eficaces y tienen efectos secundarios relativamente benignos[3]

TERCERA PARTE

DISEÑO METODOLÓGICO

3.1 Tipo de estudio

Descriptivo; que tiene la misión de mostrar la forma en que ocurre el problema que se estudia.

Según Castañeda, De la Torre, Moran y Lara (1994), los estudios observacionales y las encuestas pertenecen al grupo de los estudios descriptivos y con frecuencia tienen el objetivo de cualificar o cuantificar la (s) variable (s) contenida (s) en el problema a tratar. En otras palabras, se busca caracterizar y, específicamente, medir las variables constitutivas del problema de investigación.

3.2 Diseño del estudio

Diseño transversal descriptivo. Tiene como objetivo indagar la incidencia y los valores en que se manifiesta una o más variables (dentro del enfoque cuantitativo) o ubicar, categorizar y proporcionar una visión de una comunidad, un evento, un contexto, un fenómeno o una situación (describirla, como su nombre lo indica, dentro del enfoque cualitativo). (Hernández, Fernández, Baptista. 2004).

3.3 Unidad de análisis

Los pacientes diagnosticados con ataque de pánico en el departamento de salud mental del SEMMA durante el período Enero-Diciembre del año 2007.

3.4 Población

El total de pacientes diagnosticados con trastorno de pánico durante el período Enero-Diciembre 2007 fue de 68 casos, con edades a partir de los 18 años y de ambos géneros.

3.5 Muestra

Fueron seleccionados al azar una muestra de cincuenta (50) personas, del total de pacientes que asistieron al departamento de salud mental del Centro Médico SEMMA durante el periodo Enero-Diciembre del año 2007.

3.6 Técnica y procedimiento

Para nuestra investigación, nos dirigimos a la dirección médica del Centro Médico SEMMA Santo Domingo, con una carta del departamento de Psicología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en la cual se solicitaba permiso para acceder a los expedientes de los pacientes. Fuimos conducidos al archivo clínico, donde fuimos asistidos por el personal del mismo.

  • Descripción del Instrumento de Recolección de Datos

Utilizamos un formulario construido por nosotros mismos que consta de 10 ítmes. Cada pregunta con disponibilidad de 3 o más variables; algunas con opción de elegir las respuestas, y las demás para completarlas. Fue llenado con los datos plasmados en el expediente de cada paciente.

CUARTA PARTE

PRESENTACIÓN DE RESULTADOS

4.1 TABULACIÓN Y ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Proporción de casos por grupo de edad en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el Centro Médico SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 1. Edad

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

18-30

18

36 %

31-40

11

22 %

41-50

10

20 %

51- 60

8

16 %

61- en adelante

3

6 %

Total

50

100%

De acuerdo a los datos encontrados, la edad más común para presentar ataque de pánico oscila de los 18 a 50 años; siendo el grupo con mayor puntuación el de 18-30 años, con un 36 por cien, en una muestra de 50 pacientes y con una población de 67 en el período Enero-Diciembre del 2007 en el departamento de salud mental del Centro Médico SEMMA. Siguiendo en esta escala se encuentran los pacientes con edad de 31- 40 años con 22 por cien del total. En tercer lugar se encuentran los pacientes que comprenden las edades de 41-50 con un porcentaje de 20 por cien. Luego siguen los pacientes comprendidos de 51-60 con un 16 por cien y en último orden, con un porcentaje no muy significativo se encuentran los pacientes de 61 años en adelante, con un 6 por cien del total de la muestra.

Proporción de expedientes de trastornos de pánico que contemplan motivo de consulta en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 2. Motivo de consulta

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Referido por especialista

36

72 %

Aconsejado por otra persona

9

18 %

Iniciativa propia

5

10 %

Total

50

100%

Como se puede observar en la tabla número 2, el motivo de consulta por la que los pacientes se dirigen al departamento de salud mental, del Centro anteriormente mencionado son en mayor medida referidos por un especialista, con un 72 por cien, en una muestra total de 50 pacientes. Siguiendo en esta escala se encuentran los pacientes que acuden por recomendación de otra persona, con un 18 por cien del total. En último lugar, se encuentran los pacientes que acuden por iniciativa propia, con un porcentaje de 10 por cien.

Proporción de expedientes que contemplan antecedentes psicológicos en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 3. Antecedentes psicológicos del problema

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Pérdida de un familiar

16

32%

Estrés

10

20 %

Desenlace amoroso

9

18 %

Otros

8

16 %

Motivo desconocido

7

14%

Total

50

100%

Dentro de las causas por las cuales los pacientes diagnosticados con TP que acudieron al SEMMA durante el 2007, encontramos con mayor relevancia que se originó a raíz de la pérdida de un familiar, con un 32 por cien. Luego le sigue el que acude por estrés, con un 20 por cien del total. En tercer lugar se encuentran los pacientes cuyo ataque se produjo luego de un desenlace amoroso, con un porcentaje de 18 por cien siguiendo en esta escala un 16 por cien por otros motivos. Finalmente, con un porcentaje de 14 por cien por motivos desconocidos para el paciente.

Proporción de expedientes que contemplan situación familiar en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 4. Situación familiar

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Padres separados

16

32%

Familia nuclear

14

28 %

Vive solo/a

12

24 %

Familia extensa

6

12 %

Otros

2

4%

Total

50

100%

Según los datos encontrados en nuestra investigación, la situación familiar no es relevante para diagnosticar TP; encontramos por cientos similares en familias con padres separados (32 por cien), familias nucleares (28 por cien) y personas que viven solas (24 por cien), del total de la muestra; notando una gran diferencia en familia extensa (12 por cien) y otros (2 por cien) del total de la muestra.

Proporción de expedientes que contemplan hábitos tóxicos en pacientes con Trastorno de Pánico tratado en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 5. Hábitos tóxicos

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Dos hábitos o más

27

54%

Cafeína

8

16%

Nicotina

5

10 %

Alcohol

5

10 %

Otros

3

6%

Ninguno

2

4%

Total

50

100%

Podemos observar que un mismo paciente puede tener dos o más hábitos tóxicos a la vez, por lo cual obtiene un porcentaje significativo de 54 por cien. El consumo de cafeína, alcohol y nicotina son los hábitos tóxicos más comunes en los pacientes diagnosticados con TP, siendo la cafeína la más consumida con un 16 por cien, del total de la muestra de 50 pacientes. Siguiendo en esta escala se encuentran los pacientes que consumen nicotina, con un 10 por cien, al igual que los pacientes que consumen alcohol obtuvo un10 por cien. Luego siguen los pacientes con otros hábitos tóxicos con un 6 por cien y en último orden, con un 4 por cien encontramos pacientes con ningún hábito tóxico.

Proporción de expedientes que contemplan el examen del estado mental en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 6. Examen del estado mental

A) Apariencia

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Adecuada/o para la ocasión

46

92%

Inadecuado/a para la ocasión

4

8 %

Total

50

100%

Dentro del examen del estado mental de los pacientes, encontramos que en cuanto a la apariencia, el 92 por cien se presento a consulta adecuada/o para la ocasión, siendo insignificante los que se presentaron de forma inadecuada con un 8 por cien del total de 50 pacientes tomados al azar.

B) Pensamiento

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Coherente

43

86%

Incoherente

7

14 %

Total

50

100%

El pensamiento en los pacientes no presento daños, porque la mayoría de la muestra estuvo coherente con un 86 por cien durante el examen del estado mental y un 14 por cien presentó pensamiento incoherente durante el mismo.

C) Orientación

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Orientado en tiempo y espacio

42

84%

Desorientado en tiempo y espacio

8

16 %

Total

50

100%

La orientación en los pacientes no se vió afectada durante el examen del estado mental, un 84 por cien estuvo orientado en tiempo y espacio y solo un 16 por cien desorientado durante dicho examen.

D) Lenguaje verbal

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Claro y preciso

43

86%

Impreciso

7

14 %

Total

50

100%

Dentro del examen del estado mental de los pacientes, encontramos que en cuanto al lenguaje verbal, el 86 por cien lo mantuvo claro y preciso, siendo el 14 por cien de la muestra seleccionada imprecisa.

E) Lenguaje gestual

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Ninguno

37

74%

Gestos

8

16 %

Tips

5

10 %

Total

50

100%

El lenguaje gestual en los pacientes no presento daños, porque la mayoría de los pacientes (74 por cien) no emitió ninguno, solo el 16 por cien presentó gestos y en último lugar, el 10 por cien emitió diferentes tips.

Proporción de expedientes que contemplan las pruebas complementarias en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 7. Pruebas complementarias

A) Pruebas Psicométricas

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Escala de ansiedad de Beck

41

82%

Test de MENDRE

7

14%

MMPI

2

4%

Total

50

100%

La prueba psicométrica más utilizada en los pacientes del SEMMA para diagnosticar TP es la escala de ansiedad de Beck con un 82 por cien; en segundo lugar encontramos el test de MENDRE con un 14 por cien. Finalmente, el MMPI con solo un 4 por cien.

B) Exámenes médicos y de laboratorio

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Cardíacos

32

64%

Pulmonar

13

26%

Otros

11

22%

Total

50

100%

Como se observa en la tabla anterior, dentro de los exámenes los cardíacos son los de mayor indicación, con un porcentaje de 64 por cien. En segundo lugar se encuentran los exámenes pulmonares, con un 26 por cien del total. Por último, un 22 por cien que corresponde a otros exámenes médicos.

C) Pruebas con otros especialistas

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Cardiólogos

40

80%

Endocrinólogos

6

12%

Otros

4

8%

Total

50

100%

Entre las pruebas con otros especialistas se observa una diferencia significativa, obteniendo el mayor porcentaje las pruebas efectuadas por cardiólogos, con un 80 por cien del total. A continuación siguen las pruebas realizadas con endocrinólogos, que obtuvieron el 12 por cien y finalmente, otras pruebas, con un 8 por cien.

Proporción de expedientes que contemplan el tipo de diagnóstico en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 8. Tipo de diagnóstico

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Multiaxial (DSM-IV-TR)

37

74%

Simple

13

26%

Diferencial

0

0 %

Total

50

100%

Basándonos en los datos de los registros del SEMMA, encontramos que el 74 por cien de los diagnósticos fueron hechos en base al diagnóstico multiaxial que utiliza el DSM-IV-TR, no obstante el 26 por cien corresponde a un diagnóstico simple, y un 0 por cien al diagnóstico diferencial.

Proporción de expedientes que contemplan notas de evolución en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 9. Notas de evolución

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Paciente en proceso, mejorando

26

52%

Paciente de alta

14

28%

Paciente que abandonó el proceso

6

12%

Paciente que desmejoró

5

10%

Total

50

100%

De acuerdo a los resultados obtenidos en el Centro Médico SEMMA, el 52 por cien de los pacientes se encuentra en proceso, mejorando; del total de la muestra de los pacientes diagnosticados con TP durante el año 2007. Un 28 por cien fueron dados de alta. El porcentaje de pacientes que abandonó el proceso fue de 12 por cien y, sólo el 10 por cien del total desmejoró.

Proporción de expedientes que contemplan tratamientos recomendados en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 10. Tratamiento recomendado o aplicado al paciente

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Psicoterapia y Fármacos en combinación

32

64%

Uso de fármacos

10

20%

Psicoterapia

6

12%

Cita con otro especialista

2

4%

Total

50

100%

Según los datos obtenidos, la psicoterapia y los fármacos en combinación obtuvieron el mayor porcentaje, significativamente con un 64 por cien de la muestra, luego sigue la prescripción de fármacos, que obtuvo un 20 por cien del total de la muestra. Muy de cerca se encuentra la psicoterapia como tratamiento recomendado con un 12 por cien. Finalmente, la cita con otro especialista se encuentra con una puntuación mínima de 4 por cien.

Proporción de casos por sexo en pacientes con Trastorno de Pánico tratados en el SEMMA, Enero- Diciembre, 2007

Tabla 11. Sexo

Alternativa

Frecuencia

Porcentajes

Femenino

44

88%

Masculino

6

12%

Total

50

100%

Observamos en esta tabla, que el porcentaje de pacientes femeninas diagnosticadas con este trastorno fue considerable con relación a los pacientes masculinos, ya que el sexo femenino obtuvo un 88 por cien del total de la muestra y el masculino solo obtuvo un 12 por cien del total.

4.2 DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

El proceso de evaluación diagnóstica del Trastorno de Pánico en el Centro Medico SEMMA en el periodo Enero-Diciembre del año 2007 cumple con los requerimientos establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR).

Para la evaluación del Trastorno de Pánico en el SEMMA se realiza un diagnóstico multiaxial, que incluye: no solo la sintomatología del paciente, sino que también abarca su entorno cultural, social y familiar.

Podemos determinar que los pasos dados para establecer el diagnóstico en el Centro anteriormente mencionado preceden al diagnóstico clínico.

Además de los criterios en los que se basan para diagnosticar el TP, el SEMMA utiliza pruebas complementarias que dan confiabilidad a dicho diagnóstico, como las psicométricas (Escala de ansiedad de Beck, Test de MENDRE y MMPI); exámenes médicos (cardíacos, pulmonar y otros) y pruebas con otros especialistas (Cardiólogo, Endocrinólogo y otros).

De acuerdo a los resultados encontrados por Joost, 2000; Honig, 1976 y Saranson y Saranson, 1998; El TP suele comenzar entre los adultos jóvenes, es decir, entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida. En nuestra investigación observamos que el mayor porcentaje de pacientes diagnosticados se encuentran en este periodo de edad (18-30 años), por lo que podemos decir que los resultados son concordantes con estos autores.

El sexo en que predomina este trastorno según Ruiz de Villalobos, 1998 y Joost, 2000 es el femenino, que de acuerdo a nuestros hallazgos se encuentra, efectivamente en dominancia con respecto al masculino con un 88 por cien del total de la muestra.

Los hábitos tóxicos, que aparentemente influyen en el desencadenamiento de los síntomas y que fueron planteados por Davidoff (1989) y Kielholz y Adams (1991) en sus respectivas investigaciones concuerdan con los resultados obtenidos por nosotros, al comprobar que más de la mitad de los pacientes de la muestra tienen uno o más hábitos tóxicos.

Podemos observar una descorcondancia con Botella y Ballester, 1997 pues estos autores plantean que las Técnicas Cognitivo Comportamentales (TCC) son un tratamiento efectivo para el TP, sin embargo, no son utilizadas en el Centro Médico SEMMA. La combinación Psicoterapia-Fármacos es efectiva, lo que concuerda con lo planteado por Morris, 1992 y que en nuestra investigación obtuvo un 64 por cien.

4.3 CONCLUSIÓN

Podemos concluir que, efectivamente, la edad más proclive para la aparición del trastorno se encuentra desde los 18-30 años; la pérdida de un familiar influyó de forma significativa en la mayoría de los casos y el principal motivo de consulta para los pacientes con TP fue por el referimiento de otro especialista.

Entre los hábitos tóxicos más comunes (cafeína, nicotina y alcohol), el mayor porcentaje se presenta en los pacientes con más de dos de estos hábitos. En cuanto a la variable sexo, el género femenino es el más propenso a sufrir de este trastorno.

El tipo de diagnóstico más frecuentemente utilizado es el multiaxial (DSM-IV).

4.4 RECOMENDACIONES

Recomendamos la utilización del diagnóstico diferencial, para que en posteriores evaluaciones no sea confundido con otro tipo de trastorno de ansiedad.

Será también favorable la inclusión de otras pruebas psicométricas, además de las ya utilizadas.

4.5 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

  • Botella, Cristina; Ballester, Rafael (1997). Trastorno de pánico: evaluación y tratamiento. Barcelona: Edición Martínez Roca S.A.

  • Castañeda Jiménez, Juan; De la Torre Lozano, Maria Olivia (1994); Moran Rodríguez, José Manuel; Lara Ramírez, Luz Patricia. Metodología de la investigación (1ra edición). México: MC Graw-Hill.

  • Compas, Bruce E.; Leotilb, Ian H (2005). Introducción a la Psicología clínica, ciencia y práctica (1ra edición). México: MC Graw-Hill.

  • Davidoff, Linda L. (1989). Introducción a la Psicología (3ra edición). México: MC Graw-Hill.

  • Dongier, Maurice; Carbonell, Diego (1971). Psicología y Ciencias Humanas, Neurosis y Trastornos Psicomáticos. Madrid: Ediciones Guadarrama.

  • Hernández Sampieri, Roberto; Fernández Collado, Carlos; Baptista Lucio, Pilar (2004). Metodología de la investigación (3ra edición). México: MC Graw-Hill Interamericana.

  • Honig, Werner K. (1976). Conducta operante, investigación y aplicaciones. México: Editora Trillas.

  • Kaplan, Paul; Sadock, William (2003) Sipnosis de Psiquiatría (9na edición). Lippincott Williams & Wilkins Press.

  • Kielholz, Paul; Adams, Carlo (1991). Estados de Angustia y Ansiedad. Barcelona.

  • Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR). 4ta edición.

  • Moreno, Pedro; Martín, Julio C. (2007), Tratamiento psicológico del trastorno de pánico y la agorafobia: Manual para terapeutas. Editorial Desclée de Brouwer.

  • Morris, Charles G. (1992). Psicología nuevo enfoque (7ma edición). México: Prentice-Hall Hispanoamericana.

  • Saranson, Irwin G.; Saranson, Bárbara R (1998). Psicología anormal: El problema de la conducta inadaptada. (7ma edición). México: Prentice-Hall Hispanoamericana, S.A.

  • Sue, David; Sue, Stanley (1997). Comportamiento anormal (4ta edición). México: MC Graw-Hill.

Revistas

  • Corral Gargallo (1991). Controversias conceptuales en torno a la clasificación de los trastornos de ansiedad. Revista de psicología general, Volumen 7, página 72-72.

  • Echceburua Odriozola (1997). Trastorno de pánico: disnea, palpitaciones y dolor toráxico. Introducción general al tema. Página 50-52.

  • Joost A. M. Merloo (2000). Psicología del pánico. Volumen 4. Buenos Aires: Ediciones Hormé S.A.E. Editorial Paidos.

  • Ruiz de Villalobos (1998). Tratamiento a largo plazo de los trastornos de pánico. Noticias medicas (revista).

Páginas Web

  • Dickey, Marilyn (2007). Trastornos de ansiedad. En:

http://www.healthieryou.com/s-anxiety.html

  • Autor reservado. Trastorno de pánico. (última actualización 24 enero 2008) en:

http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_de_p%C3%A1nico

 

 

 

 

Autor:

Lic. Amauris Fabián M.

Licda. Yomary Oller

Licda. Raydire Mena

Asesor: Domingo Carrasco, M.A.

Facultad de Humanidades

Escuela de Psicología

Universidad Autónoma de Santo Domingo

(UASD)

Ciudad Universitaria

2008

[1] Cf. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM-IV-TR. 4ta edición. Pág. 485. CF. Revista: Trastorno de Pánico :Disnea, Palpitaciones y dolor Toráxico. Echcebrua Odriozola Pág. 50- 52

[2] Cf. Sue, David; Sue, Stanley (1997). Comportamiento anormal (4taedición). México: Mc Graw-Hill. Pág. 164-164.

[3] Cf. Botella, Cristina; Ballester, Rafael (1997). Trastorno de pánico: evaluación y tratamiento. Barcelona: Edición Martínez Roca S.A. Pág. 41-41.

Partes: 1, 2
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