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Estrategia educativa en valores, solidaridad, honradez, honestidad y justicia en estudiantes de Comunicación Social (página 2)


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El estudiante se forma con una mirada amplia del saber estético, la belleza y la cultura general, con una concepción clara hacia la proliferación de falsos intelectuales que puedan convertir el esnobismo y las aberraciones sociales en expresiones del arte (Landaburo, 2008).

El egresado es capacitado para desempeñarse en áreas relacionadas con la comunicación en comunidades, consejos populares, ministerios, empresas, instituciones, organismos, organizaciones políticas y de masas; en labores de comunicación, propaganda, divulgación y relaciones públicas. Entre las funciones del comunicador social está la centrada en la eliminación o atenuación máxima de los elementos retardatarios del desarrollo de los procesos comunicativos en las comunidades y entidades en general, y en la potenciación de sus componentes positivos, para lo cual el plan de estudio tiene previsto que el estudiante sea capaz de aplicar una concepción científico técnico, tecnológico, económico, cultural, política, humanista y ambientalista en su desarrollo como profesional de la comunicación dotado de amplia base política e ideológica, teórico-metodológica y cultural; que realice tareas dirigidas al perfeccionamiento de los procesos de comunicación interna y externa, a fin de contribuir al logro de sus objetivos en la búsqueda de eficiencia económica; la adecuada vinculación con la sociedad sobre bases éticas que aseguren la conservación y enriquecimiento del patrimonio social y cultural.

Las asignaturas son abordadas desde la perspectiva de la realidad económica, social y cultural cubana, así como la especial interacción del ejercicio de estas en la realidad latinoamericana y del tercer mundo y con los grandes centros de poder de los países desarrollados. Se presta especial atención a las particularidades del discurso publicitario como lenguaje de la comunicación social, ya que si no se identifican los mensajes publicitarios como tales, muchos de ellos serían totalmente ineficaces (Peninou, 2007) y las funciones y significado de la publicidad dentro del proyecto social quedaría truncada.

El plan de estudio propicia habilidades para la concepción, análisis, realización y evaluación de campañas de propaganda, y el diseño de estrategias de comunicación de bien público, así como la preparación en la gestión de comunicación y relaciones con los medios, para lo cual el docente aplica métodos activos de estos contenidos, particularmente mediante el estudio de casos y el diseño y modelación de actuaciones profesionales como trabajos extracurriculares que puedan ser seguidos en las actividades de tutorías.

En la disciplina integradora, en correspondencia con su papel tipificado del profesional de la comunicación, los trabajos interdisciplinarios refuerzan la formación de valores imprescindibles en su actuación: visión global, capacidad de liderazgo, flexibilidad, dinamismo y orgullo de su profesión; con dos vertientes: desde segundo año, mediante la integración de las tareas académicas e investigativas, que culminan con la defensa de trabajos de curso en cada semestre; y en el sexto año, mediante la ejecución del examen estatal o la tesis, como ejercicio interdisciplinario de culminación de la carrera.

Valoración crítica del estado de la ciencia con relación a los valores humanos

La carrera de Comunicación Social hay que verla dentro de las Ciencias Sociales formando el conjunto de disciplinas que estudian el origen y el desarrollo de la sociedad, de las instituciones y de las relaciones e ideas que configuran la vida social. Hay que asociarla a la teoría del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La comunicación social se establece sobre la base de una categoría de valores sean positivos o negativos y de esa manera se forman grupos afines a los valores incorporados.

Mucho antes de que existiera la carrera de Comunicación Social en Cuba, aparecen plasmadas evidencias de valores humanos que se aprecian en los contenidos de las asignaturas que forman el plan de estudio. A manera de ejemplo, en Comunicación y Sociedad Cubana dan un recorrido que los lleva a comprender la formación de la nacionalidad donde pueden evaluar como aparecen los primeros chispazos de la conciencia moral autóctona desde 1547 cuando Miguel Velásquez en carta al obispo Sarmiento expresa "Triste tierra, como tierra tiranizada y de señorío" (Vitier, 2006). Velásquez, maestro de música y gramática, mestizo de india y español fue uno de los primeros criollos que escribió sobre la terrible situación social que imperaba en la época, por lo que puede considerarse a juicio del autor el primer comunicador social criollo.

En fecha posterior y en el mismo periodo colonial de la historia cubana, se expresan los primeros hechos organizados de formación de valores en las tabaquerías, a través de la orientación de lecturas de biografías de "hombres útiles y buenos, de artesanos honrados sobre todo" (Fornet, 2006); lo que pudiera constituir uno de los primeros procesos de comunicación social en la naciente industria cubana.

El estudiante de la carrera se forma como un profesional de la comunicación durante un periodo de seis años, siendo el objeto de trabajo los procesos de comunicación interna y externa en organismos, empresas e instituciones; en múltiples y diversas expresiones para el mejor desempeño de estas, y el fortalecimiento de su identidad e imagen. La contradicción fundamental que resuelve este egresado es la que se establece entre los distintos procesos comunicativos internos y externos de las entidades y su desarrollo, para contribuir al fortalecimiento de la identidad, integración y cohesión interna; adecuada proyección de su imagen; estímulo, motivación y aumento de la participación de sus integrantes y elevación de la productividad y calidad de su gestión.

Para hacer un diagnóstico de la problemática sobre los valores humanos en la carrera, se precisa remontarse a los orígenes de la comunicación y particularmente de la publicidad en Cuba. El desarrollo de la publicidad no puede desligarse del progreso y evolución que los medios masivos de comunicación tuvieron en el país. Ya en los años cincuenta la prensa, el cine y la radio eran medios consolidados, y la recién llegada televisión rápidamente vendría a seducir a anunciantes y creativos con el poder de la imagen y la posibilidad de entrar en los hogares de todo el país. La radio y la televisión respondían a un intercambio de intereses materiales donde primaba la publicidad y en ocasiones resultaban denigrantes sobre todo en la televisión donde convertían a mujeres en reinas con derecho a pedir lo que se les antojara y al otro día estaban sin trabajo (Garcés, 2006).

No obstante ello hubo avances rápidos en Cuba y la necesidad de una mayor calificación para responder a la complejidad creciente de la práctica laboral, conllevaría a los profesionales que ejercían en este campo a promover la colegiatura obligatoria de esta disciplina. Fue así como se estableció la escuela Profesional de Publicidad, que inició sus cursos el 24 de febrero de 1954; para ello contaba con el respaldo jurídico del artículo 82 de la Constitución de la República, que desde 1946 promulgó la colegiatura obligatoria para el ejercicio de profesiones que requirieran título o certificado de aptitud no expedidos por la Universidad de La Habana. El 27 de enero de 1955 se emite el decreto Ley 2065, mediante el cual se oficializaba la escuela profesional de publicidad como centro docente que concedería el título de Profesional Publicitario, único reconocido por el sistema nacional de educación para ejercer tal profesión. Coexistían academias privadas que principalmente preparaban para el ejercicio práctico de la publicidad y que ofrecían titulaciones que servían de aval para el desempeño laboral en esta esfera. En 1955 se crea la Asociación Nacional de Publicitarios y Propagandistas

En el campo de las Relaciones Públicas se alcanzó un desarrollo profesional en el país, como parte de la gestión administrativas en numerosas empresas, lo que dio lugar a la creación de la Asociación Cubana de Ejecutivos de Relaciones Públicas ( ACERP), constituida por decreto de fecha 11 de octubre de 1956 y asentada en el Registro de Asociaciones. Su objetivo principal fue promover el desarrollo de la ciencia y el arte de las relaciones públicas en Cuba. Esta asociación mantuvo relación estrecha con asociaciones internacionales afines y realizó acciones en el campo de la preparación profesional, base de acuerdos con el Colegio Nacional de Profesionales Publicitarios que habían incluido la especialidad de Relaciones Públicas en el programa de estudios de la Escuela de Publicidad. Estos acuerdos se concretaron en la elaboración de programas para la especialidad y la preparación de profesores en esta rama. Los profesionales agrupados en la ACERP alcanzaron un amplio conocimiento teórico y práctico para la época que se reflejó en la preparación del libro Las Relaciones Públicas en Cuba, publicado al finalizar los años cincuenta. Los valores morales estaban distantes de los intereses del pueblo en la comunicación social de la época.

En 1959, se comenzó a edificar un proyecto fundamentado en valores de justicia y equidad social que rápidamente entró en antagonismo con las formas de propiedad capitalista existentes y, en el plano ideológico, con la manera de entender el consumo y los distintos modos de propiciarlo y con las formas de enseñanza concebidas hasta esa fecha. Así, los medios masivos fueron contemplados dentro del proceso de nacionalizaciones que abarcaba a todos los sectores de la economía del país, con lo cual pasarían al control del Estado, con un rediseño paulatino de sus formas y contenidos; consecuentemente, la escuela Profesional de Publicidad dejaría de existir en 1960. Desde entonces y hasta fines de los años 80, existieron diferentes organismos y entidades que, aunque no funcionaron como centros docentes directamente vinculados a la publicidad, permitieron que un grupo importante de creativos publicitarios, diseñadores gráficos y fotógrafos actualizaran conocimientos para mantenerse ejerciendo fundamentalmente en tareas de propaganda, y que otros más jóvenes se sumaran para aprender sobre la praxis de su desempeño laboral.

La apertura del curso de Periodismo Gráfico en 1987 en la modalidad de curso vespertino nocturno, con el fin de otorgarle nivel superior a foto reporteros y diseñadores gráficos con experiencia en los medios, constituyó un precedente de la formación en el campo de la publicidad.

A finales de los ochenta se inició en todo el país el proceso de rectificación enfocado a la búsqueda de mayor productividad y eficiencia, aplicación de nuevas fórmulas de dirección, más flexibles y dinámicas y priorización de la atención al hombre, como elemento clave en los procesos productivos. Proceso que debió desarrollarse en las adversas condiciones de los años noventa, momento en el que todas las esferas del país se vieron sacudidas por las consecuencias de la caída del bloque socialista y el recrudecimiento del bloqueo norteamericano.

Todo el sistema educativo pasó a ser regido por el Estado a través de las diferentes instancias del Ministerio de Educación, dándosele prioridad a la formación de maestros y profesores; en este sentido planteaba Fidel 1981 "El corazón del trabajo educativo es la labor de los profesores", reflexión que apuntó a conceder un lugar cimero al individuo como guía, como orientador del proceso de formación y desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes en correspondencia con las necesidades individuales y sociales que imperan en el mundo contemporáneo.

De esta manera los recursos humanos que integraron el profesorado de las primeras escuelas fueron resultado de esta formación que se ha venido consolidando con el tiempo en los últimos años, a partir del desarrollo fundamentalmente de los medios de comunicación. El desarrollo de los medios masivos de comunicación ha ampliado significativamente las posibilidades de manejo de información que antes brindaban otras formas tradicionales de comunicación; se han ido diversificando los usos y funciones de los soportes y productos en la medida en que los avances científico-técnicos ofrecen nuevas oportunidades de expresión, con repercusión en los valores humanos.

En el plano teórico se ha verificado un desplazamiento en los modelos que intentan explicar la naturaleza de los procesos comunicativos; de la concepción primera que atribuía a los medios un rol soberano en relación con una masa de pasivos receptores de los mensajes, se ha pasado a considerar al consumo de los medios como una práctica contextualizada y a los sujetos como receptores críticos, poseedores de competencias interpretativas determinadas por un conjunto de condiciones sociales, estrechamente vinculadas con su contexto socioeconómico y cultural, que también influyen en las maneras en que individual y colectivamente se construye la realidad. En el contexto actual se imponen nuevos desafíos a la hora de utilizar eficazmente los soportes tecnológicos para articular discursos que sean capaces de reflejar valores propios y que convivan con más protagonismo con los valores estandarizados que imponen las culturas dominantes. La comunicación es parte constitutiva de los procesos sociales y no sólo en su dimensión meramente instrumental; los problemas cotidianos se satisfacen actualmente de una manera más eficaz en virtud de que se conciba a la comunicación como parte importante de los procesos mismos.

Las organizaciones constituyen agrupaciones de personas unidas por un interés común, cuyos fines han de estar definidos con precisión y compartidos de manera colectiva; la propia necesidad de desarrollarse y perdurar es un imperativo para que se perfeccionen continuamente. El foco de atención de las ciencias sociales se ha dirigido al estudio de las organizaciones; adquiriendo particular importancia todo lo referente a la comunicación, tanto en su dimensión interna como externa, considerados ambos elementos difícilmente separables de un mismo fenómeno. Se han desarrollado diversos campos de estudio, algunos con cierta autonomía, como la Sociología de las Organizaciones, Sociología de la Comunicación, y también una disciplina especializada de más reciente creación denominada Comunicación en las Organizaciones. Su origen se vincula con la tendencia contemporánea a integrar áreas de comunicación que funcionaban de manera independiente como los grandes campos de la comunicación interna y la externa (Treyes, 2004). En la Comunicación Organizacional se integran además herramientas relacionadas con la Publicidad, la Propaganda, las Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa.

En las actuales circunstancias que vive Cuba, corresponde a la comunicación influir en el desarrollo económico, social y cultural del país, tomar parte del proceso de perfeccionamiento empresarial y la masividad de la cultura, como elemento clave en la cohesión, la movilización, la participación de los públicos inmersos en dichos procesos.

El graduado de comunicación debe trabajar por un enfoque más eficiente de la dimensión comunicativa en los complejos procesos de transformación de la realidad; en el fortalecimiento de la identidad nacional y el aumento de la participación de las personas en la toma de decisiones y ejecución de acciones en la vida cotidiana; la adecuada vinculación con la sociedad sobre bases éticas que aseguren la conservación y enriquecimiento del patrimonio social y cultural; la educación y orientación comunitaria y ambientalista de la población, para el fortalecimiento de la identidad y los valores.

Desde esta generalidad, se llega a la particularidad del aula donde cada profesor dispone la caracterización de sus estudiantes, del grupo de estudiantes; la situación social en que viven, su medio familiar y normas de conducta, para organizar el proceso formativo. Para cumplir el objetivo formativo el profesor utiliza un método general, pero la forma en que lo hace un alumno es distinta a la forma en que lo hace otro; cada alumno manifiesta su propia personalidad, y sus estilos de aprendizaje, sus gustos, vivencias e intereses y por tanto, modifica el método general que influye sobre el plan de estudio.

Educación en valores como fundamento del trabajo educativo en la carrera

En la actualidad, no se concibe un proceso educativo centrado únicamente en la adquisición de conocimientos; es creciente el interés en todos los niveles de enseñanza por contribuir a la formación de ciudadanos con valores, que les permitan, no solamente convivir en el mundo actual, sino comprometerse con su transformación, a partir de su crecimiento como seres humanos. La forma de existencia de los valores espirituales (Fabelo, 1989), debe considerarse en tres planos: valores objetivos, subjetivos e institucionalizados; por lo que están situados fuera del tiempo y del espacio, sin depender de apreciaciones subjetivas, aunque son dimensiones ideales, significaciones construidas y necesarias de relaciones humanas y del sentido de la vida de las personas. El término valor humano está relacionado con la propia existencia de la persona; se trata de algo elegido libremente entre diversas alternativas; depende, en buena medida, de lo interiorizado a lo largo del proceso de socialización y, por consiguiente de ideas y actitudes que se reproducen a partir de las diversas instancias socializadoras como son entre otros, la familia, la escuela, la comunidad y los medios de difusión masiva.

La crisis de valores en que está sumida la humanidad, no constituye un proceso de regresión irreversible, dada la prioridad que se le da a los valores espirituales. Las universidades juegan un rol protagónico en esta ofensiva educativa, accionando en todas las carreras; siendo los comunicadores sociales un grupo de influencia en la actuación ciudadana y en revertir la posición actual en que se sitúan los valores.

En la universalización de la educación superior, la educación humana tiene connotaciones especiales para los educadores; debido, entre otras razones, a que el problema de los valores espirituales ha alcanzado en la contemporaneidad, dimensiones quizás nunca vistas antes (Ojalvo, 2003); siendo una problemática a investigar en todas las ramas del conocimiento dada la crisis universal de los valores. Entre los principales indicadores que identifican la crisis de valores a nivel planetario se encuentran (Bombino, 2006): Crisis de sentido, de expectativas y de proyectos de vida; crecimiento vertiginoso del marginalismo conductual; incongruencia entre el discurso verbal y el comportamiento moral efectivo; crecimiento del escepticismo, la apatía, la desesperanza, del afán de lucro; crecimiento de la simulación de la doble moral, del formalismo, de la hipocresía y del engaño; falta de comunicación familiar, de modelos, de ejemplos; las exclusiones, la iniquidad, la injusticia; la destrucción de los valores autóctonos de cada cultura; la globalización de los gustos estéticos; sugerencias desmovilizadoras que surgen en el ámbito ético y axiológico; tensiones en la convivencia entre grupos y personas con incremento de la violencia y acoso sexual entre otros que afectan los valores morales.

En Cuba, la indisciplina social constituye un indicador de la crisis de valores que influye sobre todos los segmentos de la sociedad y en la vida laboral de las personas; incidiendo en la calidad de la enseñanza en las diferentes escuelas del sistema nacional de educación y en las universidades. Afín al concepto de indisciplina se cubren otros aspectos del comportamiento ciudadano que deteriora la familia y sectores de la sociedad lo que conlleva a una investigación de los valores humanos como programa de prevención importante para preservar los logros sociales.

Cada formación política y social encarga a su sistema de educación los principios, valores y objetivos más generales que pretende trasmitir y consolidar en las nuevas generaciones a través de la política educacional. En Cuba esta intención está avalada por un enfoque humanista, sustentado en la teoría del conocimiento materialista dialéctico, enfocado no con carácter elitista, sino a grandes masas de trabajadores y campesinos; siendo la tarea suprema de la educación la apropiación de los valores, de las costumbres por medio de la aprehensión de la cultura nacional y universal.

La educación históricamente se ha encargado de formar a las personas para su convivencia con los demás y para que constituyan pilares importantes en el mantenimiento y preservación de lo que es considerado como bueno y valioso; los investigadores, profesores y la sociedad se plantean la necesidad de que la escuela sea no sólo un lugar para transmitir y enseñar, sino también un lugar donde se aprenda a convivir, a respetar a los demás, donde las normas, actitudes y valores morales constituyan objetivos básicos en el proceso educativo de las más jóvenes generaciones y como parte de la propia existencia de los valores. La formación en valores es igualmente un problema pedagógico pero no se puede categorizar como el papel único de la escuela o el maestro, sino que es un proceso complejo que integra todo y que contribuye a que una persona, una institución o una sociedad establezcan sus rumbos, metas y fines.

La educación de los valores en el seno de las instituciones escolares tiene una trascendental importancia y ha sido objeto de atención de maestros y pensadores de todos los tiempos. En la actualidad, no se concibe un proceso educativo centrado únicamente en la adquisición de conocimientos; es creciente el interés en todos los niveles de enseñanza por contribuir a la formación de ciudadanos con valores, que les permitan, no solamente convivir en el mundo actual, sino comprometerse con su transformación, a partir de su crecimiento como seres humanos (Ojalvo, 2003)

Para las Ciencias Pedagógicas, la formación en valores representa un problema de la educación de la personalidad. Para que el valor se incorpore a la subjetividad individual y se exprese eficazmente en las regulaciones del comportamiento del sujeto, es imprescindible que dichos contenidos signifiquen algo para el educando, despierten emociones y el placer de vivir, hacer patente tales valores inmersos en la cultura. En tal sentido (Vitier, 2006) enfatizaba la aspiración de formar la personalidad del joven cubano, sobre la base de una amplia cultura general laboral y de los sentimientos.

Para contribuir a la formación de valores el educador debe atender los componentes cognitivos – instrumental y motivacional- afectivo, así como a las expresiones morales acumuladas en las relaciones y la conducta de la vida cotidiana. Se trata, según (Oramas 2004) de la formación de acciones valorativas dirigidas a enjuiciar el valor de lo que se estudia, la utilidad, el significado, el sentido para sí, el para qué, así como de lo que se hace en la actividad docente en cada asignatura

El docente universitario debe ser un modelo educativo para sus estudiantes; reflejando en cada actuación profesional y en sus relaciones con los estudiantes valores como la responsabilidad, patriotismo, honradez, honestidad, solidaridad y justicia, entre otros, propiciando su formación como motivo y desempeño en los estudiantes.

En la medida que el estudiante deja de ser un objeto de aprendizaje que repite mecánicamente la información que recibe y se convierte en un sujeto que procesa información y construye conocimientos, erige también sus valores; esto lo hace, a partir de sus intereses y conocimientos previos, sobre la base de un proceso profundo de reflexión, en el que toma partido y elabora puntos de vista y criterios, desde una posición valorativa.

Por otra parte el desarrollo del estudiante como sujeto de aprendizaje y de la educación de sus valores, es posible en la medida que el docente diseñe situaciones que propicien en el alumno una posición activa, reflexiva, flexible y perseverante en su actuación. Por ello es importante el carácter orientador del docente en la educación de los valores dentro de un enfoque sistémico.

Tratamiento Pedagógico de los Valores Morales

Los valores morales se basan en concepciones éticas y espirituales colectivas interiorizadas individualmente, las cuales, a su vez, orientan el comportamiento de cada individuo dentro de su colectivo; de manera esencial, es necesario abordar la formación de convicciones en los estudiantes, a partir de la determinación del sistema de valores que propician su pleno desempeño como profesional en nuestra sociedad.

La formación integral del estudiante es el objetivo central del proceso docente-educativo que se desarrolla en la educación superior; constituye un campo muy favorable no solo para la formación del individuo sino además para el desarrollo del proceso investigativo, y es que el profesor trasmisor pasivo, ha sido sustituido en su rol por un nuevo maestro, el maestro investigador al transitar desde una didáctica lineal y tradicional hacia una didáctica interactiva y participativa. La educación es un ámbito difícil de investigación partiendo de su carácter complejo y multifactorial y esto se acentúa particularmente en la formación de valores; lo cual supone que la formación es ineficaz si solo atiende a garantizar apropiarse de determinados conocimientos y habilidades.

En otras palabras, los valores también forman parte del contenido de la enseñanza, y por lo tanto este proceso debe ser objeto de dirección por todos los que participan de esta actividad; la formación de valores, requiere de un enfoque sistémico para llevarla a vías de hecho y su tratamiento supone comprender su propia dinámica, ya que los procedimientos por medio de los cuales se logra el dominio de determinados conocimientos y habilidades son diferentes a las que es necesario instrumentar para incorporar a la personalidad del estudiante un determinado sistema de valores.

En las últimas décadas, se ha observado como preocupación y objetivo de los educadores la planificación de estrategias metodológicas objetivando la adquisición de valores en consonancia con una sociedad más justa y humana, a través del desarrollo de actitudes, con sustentación en un sistema de valores con esas características. Cualquier método deberá tener en cuenta las particularidades de la formación y la expresión de la personalidad de los educandos de forma personológica y grupal a partir de la contextualización de la etapa evolutiva en que se encuentra. Se considera como máximos aportadores en la formación de valores a los que propician la participación activa y reflexiva de los sujetos dentro del marco grupal, con un carácter no directivo por parte del profesor; estimulando la expresión plena de la personalidad y la auto educación y autodeterminación personal.

Es en ese contexto que surgen diferentes programas de educación en valores humanos, los cuales se vuelven de fundamental importancia como estrategia educativa para la modificación del cuadro social y educacional existente en la sociedad, marcado por un mundo globalizado.

En los momentos actuales la problemática educativa adquiere una connotación especial, ya que los cambios vertiginosos a nivel social ejercen una influencia directa en el modelo del hombre que se aspira a formar. Es necesario conjugar el sistema de actividades que se organizan en la escuela con la diversidad de propósito que encierra la formación multilateral de la personalidad; esto significa que el trabajo educativo para que sea eficiente debe partir de un diagnóstico previo en el que se conozca cuáles son las fortalezas y debilidades que se deben considerar en la educación del individuo.

El contenido del trabajo educativo está determinado por los objetivos y tareas planteadas por la escuela; objetivos y tareas que a su vez definen los métodos, medios y formas organizativas del trabajo educativo. La determinación de los objetivos parte de los establecidos por la política estatal y sus posibilidades de concreción en la escuela, sirven de guía para el modelo de aspiración por el que se trabaja.

Los métodos de trabajo educativo son el sistema de acciones conjuntas de profesores – alumnos en el que los educadores influyen sobre el colectivo estudiantil con objetivos previamente concebidos en los que estos tienen una participación muy activa, caracterizados por la coherencia, armonía e integración; constituyen las vías para organizar pedagógicamente la vida en la escuela.

El trabajo educativo en la escuela debe estar fundamentado en un sistema de principios pedagógicos en los que se destacan el de unificación de las influencias y las exigencias educativas. El estudiante debe actuar por orientaciones que no traigan aparejado contradicciones; sino en los que perciba la continuidad de la labor educativa en el colectivo pedagógico que contribuyen a su formación.

La atención a las diferencias individuales y el respeto a la personalidad es un principio pedagógico que permite contemplar el trabajo con la diversidad que existe en las aulas; de manera que no se desaprovechen las potencialidades de los más aventajados en su influencia en la educación de sus compañeros.

Esto contribuye a un clima pedagógico favorable donde prime como divisa fundamental la solidaridad y el compañerismo como valores que favorecen el logro de propósitos colectivos.

Valoración crítica sobre la estrategia educativa para el trabajo de los valores morales

En la carrera de comunicación social como en otras carreras, los proyectos educativos adquieren un matiz peculiar por las propias características del profesional que deben formar. Aunque se ha avanzado en el diseño de proyectos, con la delimitación de las habilidades profesionales, todavía subsisten dificultades en cuanto a la determinación de los valores que deben caracterizar a cada profesional, lo cual resulta lógico porque las habilidades han sido más investigadas que los valores y de hecho existe una teoría didáctica del desarrollo de las habilidades profesionales en la educación superior, pero no así de los valores (Ortiz, 2005).

La estrategia educativa que se propone para fortalecer los valores humanos solidaridad, honradez, honestidad y justicia en estudiantes de Comunicación Social, se justifica, entre otras razones ya expuestas, porque los valores y las actitudes han estado de hecho al margen del diseño curricular de aula, donde los contenidos han actuado y siguen actuando como fines (actividades para aprender contenidos) y de paso se utilizan algunos contenidos para el desarrollo de algunos valores. Esta situación se agrava aún más con el conductismo y sus diseños ya que éste se centra en lo observable, medible y cuantificable y los valores y actitudes no lo son (Román, 2006).

Estudios en la provincia de Camagüey muestran que existen deficiencias en el sentido de que no todos los profesores aprovechan las posibilidades de capacitación a través de los cursos que se ofrecen, así como también en la concreción del trabajo educativo con sus estudiantes, ya que no todos llevan a cabo las estrategias con la calidad que se requiere; muchas veces se elaboran sin tener en cuenta el diagnóstico inicial realizado a los estudiantes cuando ingresan a la institución y las particularidades individuales de los mismos, o algunas de esas estrategias se hacen de manera formal para decir que se cumplió con el trabajo educativo (Bartutis, 2007).

Por otro lado, se ha comprobado que la utilización de métodos participativos en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la carrera de Comunicación Social en Grandes Alamedas, propicia la formación y desarrollo de la flexibilidad, la posición activa, la reflexión personalizada, la perseverancia y la perspectiva mediata en la expresión de los valores y en la regulación de la actuación del estudiante (Rodríguez, 2009), lo que favorece incorporar un grupo mayor de valores humanos a través de una estrategia diseñada para la carrera.

La formación en valores es un complejo problema en el que confluyen las acciones educativas de diversas instituciones y organizaciones sociales: la familia, la escuela, las organizaciones políticas y de masas, así como las diferentes asociaciones que conforman la sociedad; contribuyendo por tanto, a la solución de esta problemática, las instituciones armadas, culturales, económicas, deportivas, religiosas, las agrupaciones informales, los medios de difusión masiva y en general el sistema de relaciones materiales y espirituales de la sociedad.

La formación en valores desde la escuela requiere el máximo aprovechamiento de las relaciones entre educadores, educandos, directivos, organizaciones e instituciones del centro y de la comunidad donde se encuentra enclavada la escuela; aspecto éste ultimo, a considerar en la nueva concepción de la educación superior cubana.

Este proceso plantea la necesidad de trabajar hacia un conjunto de valores en que se obtiene por la jerarquización que se hace de aquellos que más directamente responden al momento y al lugar en que se desarrolle el individuo; agrupando los que mejor integran el contenido de la enseñanza y surcando los ejemplos mas próximos al estudiante.

En ningún caso se debe trabajar hacia los valores aislados, pues ello sería una limitación del contenido de cualquier valor que se tome. Los valores se complementan mutuamente y la consolidación de un valor presupone su interacción con otros; es necesario comprender que ningún sistema de valores es absoluto, sino que sus elementos se mueven tal como se mueve la propia realidad que la conforma. La significación del valor está en dependencia del desarrollo individual alcanzado en cada etapa de la vida; donde los diferentes niveles de enseñanza refuerzan los valores según la calidad de la enseñanza en esa etapa. Es así como la educación cumple el encargo social de consolidar en el individuo un sistema de valores que lo orienta en la vida. Se trata de un proceso encaminado a enseñar a vivir al hombre en determinadas condiciones.

Los valores políticos, jurídicos, morales, estéticos, religiosos, filosóficos y científicos son una parte importante de la vida ideológica de la sociedad y del mundo interno de los individuos; constituyendo una producción de la conciencia social e individual que a su conjunto se llama sistemas objetivos de valores, el cual se caracteriza por ser dinámico, estructurados de manera jerárquica, cambiantes y dependiente de la condición histórica concreta.

El sistema de valores puede ser el resultado de la generalización de una de las escalas subjetivas existentes en la sociedad o de la combinación de varias de ellas y por tanto pueden también tener un mayor o menor grado de correspondencia en el sistema objetivo de valores.

Los valores solidaridad honradez, honestidad y justicia tienen un carácter objetivo como el resto de los valores morales, siendo el resultado de la producción espiritual de los hombres. Esta afirmación, supuestamente expresa una contradicción; sin embargo, son el resultado de la interacción sujeto-objeto a través de la actividad práctica que ha tenido un extraordinario grado de socialización, trasmitido de generación a generación, por lo que su existencia no depende de la voluntad del ser humano.

Para contribuir a la formación de estos valores el educador debe atender los componentes cognitivos – instrumental y motivacional- afectivo, así como a las expresiones morales acumuladas en las relaciones y la conducta de la vida cotidiana. De esta manera al definir los valores solidaridad, honradez, honestidad y justicia, estamos apropiándonos de un contenido histórico cultural y una dimensión ética que conduce a los modos de actuación que deben ser inducidos en el discente en condiciones de la universalización de la educación superior. Relativo a ellos se fundamentan las actividades para la estrategia educativa en los valores conceptualizados dentro del capitulo.

Acciones

Para cumplir los objetivos estrategicos fueron seminariados los profesores que participaron como responsables en cada una de las actividades utiliizando la bibliografia sobre valores que aparece en este trabajo y extrayendo los conceptos de cada uno de los valores y desde la ética que se expresan. Se plantearon las acciones y los objetivos estratégicos basado en talleres y seminarios utilizando la bibliografía referente a los 5 héroes sobre terrorismo contra Cuba (The case of the cuban five, 2005)

Se hizo una selección de temas relacionados con los 5 cubanos del libro (La mala conducta, 2008) y se estudió en taller: la historia de los cinco cubanos, la historia de una familia excepcional y el juicio de los cinco (El dulce abismo, 2004)

Como foro referente se utilizó el material que se encuentra en la Red de Universidades en Solidaridad con los CINCO http://5heroes.cujae.edu.cu

Conclusiones

La estrategia educativa en valores solidaridad, honradez, honestidad y justicia cumple con los objetivos del programa director para el reforzamiento de valores, teniendo en cuenta que la sociedad cubana tiene el privilegio de contar con un pueblo unido, cada vez más culto y una estructura social que constituye una fortaleza, para todo el trabajo que es necesario efectuar con las nuevas generaciones.

Como estrategia educativa en comunicación social tiene en cuenta la formación del estudiante en la identificación de públicos meta que pueden tener carácter interno (trabajadores y directivos de la propia organización), externo (clientes e instituciones externas a la entidad), y mixto (aquellos que estando fuera de la organización, mantienen vínculos con ella y su comportamiento influyen directamente sobre la misma).

Los objetivos guardan relación con las funciones informativa, educativa, movilizativa o persuasiva del proceso de influencias, teniendo en cuenta la batalla de ideas que en estos momentos toca las fibras del pueblo. Al referirlas a los efectos a alcanzar en el receptor, se expresan en términos de conocimientos, sentimientos, convicciones, actitudes y habilidades en el uso de foros debates de gran contenido humano; interactuando incluso con los familiares de los héroes y con los propios cubanos encarcelados en los Estados unidos desde hace mas de 10 años por combatir el terrorismo y defender valores universales.

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Autor:

Dr. Olimpio Rodríguez Santos

Dra. Nivia Álvarez Águila

Dr. Evelio F. Machado Ramírez

Centro de Estudios de Ciencias de la Educación

"Enrique José Varona"

Universidad de Camagüey, Cuba

Año 2009

Partes: 1, 2
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