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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (Parte I) (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

¿Cuáles son las explicaciones de estas tendencias? En el corto plazo, la acumulación de mano de obra es a menudo considerada como un factor importante en el patrón anticíclico de la participación de los salarios. La acumulación de mano de obra se refiere al hecho de que las empresas prefieren retener a los trabajadores cualificados durante un período de baja, ya que contratar y capacitar nuevos empleados una vez que la recuperación está en curso sería aún más costoso. Esta práctica hace que la demanda laboral caiga menos que el producto durante las caídas y aumente menos que el producto durante las expansiones. También explica por qué las desviaciones a corto plazo de la participación de los salarios en relación a su tendencia a largo plazo suelen ser temporales y no muy persistentes: apuntando al hecho que, a futuro, las utilidades tenderán a recuperarse más rápido que el empleo y los salarios…

2.1 Tendencias recientes en la participación de los salarios a nivel nacional

A largo plazo, los determinantes de la participación de los salarios son más complejos y difíciles de desentrañar. En general, la tendencia a una menor participación de los salarios en los países de la OCDE a partir de mediados del decenio de 1980 se atribuye a la introducción de nuevas tecnologías, los efectos de la globalización, la creciente influencia de las instituciones financieras y/o el debilitamiento de las instituciones del mercado laboral. El Informe mundial sobre salarios 2008/09 argumentó que una mayor apertura al comercio puede haber funcionado como un factor de moderación salarial, en particular a la luz de la creciente presencia de los grandes exportadores quienes pagan salarios bajos en el mercado de productos de mano de obra intensiva. Algunos autores señalan que la disminución en la participación de los salarios también puede ser simplemente una anomalía estadística, derivado de un cambio general en la actividad económica desde los sectores con alta participación salarial hacia los sectores con menor participación salarial ("efectos de desplazamiento"). Nuestro propio análisis muestra, sin embargo, que la disminución estructural en la participación de los salarios se debió principalmente a una reducción en la participación de los salarios en sectores puntuales ("efecto participación"). En la gráfico 15 vemos que, en la mayoría de los casos, tanto el "efecto desplazamiento" como el "efecto participación" tuvieron un impacto negativo en la participación de los salarios desde la década de 1980. En la mayoría de los países, sin embargo, el efecto "participación" superó al efecto "desplazamiento"…

2.2 Tendencias a nivel sectorial

El contraste entre los cambios a largo y corto plazo en la participación de los salarios también se puede ver a nivel sectorial, en particular en el sector manufacturero. Los gráficos 16, 17 y 18 muestran las tendencias en la participación de los salarios para los tres sectores seleccionados: manufactura, construcción y un sector de servicios amplio que abarca la intermediación financiera, bienes raíces, arrendamientos y otros servicios empresariales (en adelante llamado el sector FIRE, del inglés financial intermediation, real estate, renting and other business services). Manufactura y construcción son dos de los sectores más afectados por la reciente crisis en los países de la OCDE, tanto en materia de empleo como producción. También es interesante destacar los cambios en el sector FIRE, debido a que la recesión mundial comenzó con un impacto de carácter financiero. El período utilizado para este análisis es 1990-2009, a menos que se indique lo contrario. El cambio a largo plazo se calculó como la diferencia entre la participación de los salarios en el primer año de análisis y el año 2007. El reciente cambio durante los años de crisis se calcula como la diferencia entre el 2007 y el último año para el cual existen datos disponibles.

Tal como se presenta en el gráfico 16, el cambio a largo plazo en la participación de los salarios en el sector de manufactura fue negativo para todos los países excepto Francia, Islandia y el Reino Unido. Esto demuestra que, en la mayoría de los países, el valor agregado sectorial de la industria manufacturera aumentó más rápidamente que la remuneración total de los empleados durante el período 1990-2007. Similar a la tendencia en manufactura, el cambio a largo plazo en la participación de los salarios es también mayormente negativo en el sector de la construcción (gráfico 17), a pesar de que la situación en ese sector es más variada que en manufactura. En general, 17 de los 30 países analizados muestran un cambio negativo a largo plazo en la construcción, en comparación con 26 en el sector de manufactura. Sin embargo, en algunos países (como República Checa, Polonia y Eslovaquia) la tendencia negativa a largo plazo fue mucho mayor en el sector de la construcción que en el sector manufacturero…

3 Desigualdad salarial y bajos salarios

Las recientes tendencias mundiales en salarios y su participación se deben ver en un contexto de creciente desigualdad salarial generalizada, que se caracteriza por el rápido incremento de los salarios más altos y un estancamiento de los salarios en las partes mediana e inferior de la distribución. El análisis del gráfico 19 muestra que la distancia entre el 10 por ciento de los trabajadores de menores salarios y el 10 por ciento de los empleados con mayores salarios aumentó en 17 de los 30 países seleccionados, de los cuales se dispone al menos de un dato para comparar los períodos 1995-2000 y 2007-2009 (Grupo A). Aunque la mayor parte de este aumento en desigualdad se debe a que los que más ganan "se alejan" de la mayoría, otra parte se debió al llamado "colapso del fondo", donde aumentó la distancia entre los trabajadores de ingresos medianos y los de ingresos bajos en 12 de los 28 países (Grupo B).

Si bien algunas de estas tendencias se documentaron en nuestro anterior Informe mundial sobre salarios, el presente informe analiza el tema de la distribución de los salarios en mayor profundidad desde la perspectiva de los salarios bajos, lo cual se define como la proporción de trabajadores cuyas remuneraciones por hora son menos de dos tercios de la mediana salarial en todos los empleos. Este indicador refleja de algún modo el grado de inclusión social y económica de la fuerza laboral de un país, sensible a las nociones sociales de privación o desventaja relativa. En él se destacan los grupos particularmente vulnerables en tiempos de crisis económica. Aunque no todos los trabajadores con bajos salarios son pobres, una caída en el poder adquisitivo de los del extremo inferior de la distribución sin duda aumenta el riesgo de pobreza. También puede socavar la percepción pública en relación a si las políticas son justas o si conducen a un futuro mejor.

Cabe señalar que las preocupaciones sobre el trabajo de bajos salarios no se limitan a lo escaso de la remuneración, sino también a la inestabilidad del salario. En el caso de los países desarrollados, tales como los de la Unión Europea (UE), el riesgo de quedar desempleado o inactivo es a veces dos o tres veces mayor entre los trabajadores de bajos salarios que entre trabajadores de remuneraciones más altas.42 Como era de esperar, la volatilidad del salario es relativamente alta entre los trabajadores de bajos salarios. Esto significa que estos trabajadores sufren más que otros con los efectos de repentinas crisis económicas. Por otra parte, existen indicios de que las fuentes de inestabilidad documentadas en algunos países como Estados Unidos se limitan esencialmente a personas de bajos salarios. Por lo tanto, una evidencia importante para ponderar la eficacia de las medidas contra la crisis es cómo los trabajadores de bajos salarios son capaces de hacer frente a la recesión.

3.1 Tendencias recientes: Incidencia creciente de bajos salarios

Si observamos los cambios dentro de los países a lo largo del tiempo, veremos que la tendencia general a largo plazo es evidente: la mayoría de los países presenciaron un aumento del empleo de bajos salarios en los últimos 15 años. En general, el gráfico 20 muestra que, a partir de la segunda mitad de la década de 1990, aumentaron los bajos salarios en cerca de dos tercios de los países con datos disponibles (25 de los 37 países).

Si bien el aumento en bajos salarios es relativamente pequeño en países como Filipinas, Reino Unido o Suiza, fue mucho mayor en países como Luxemburgo, Honduras o Panamá, lo cual indica que, en este último grupo de países, quienes tienen bajos salarios perdieron terreno en comparación a la mediana de los asalariados. Por el contrario, Chile, Perú y Venezuela lograron reducir considerablemente su cuota de empleo de bajos salarios. Si bien es demasiado pronto para evaluar el efecto a corto plazo de la crisis sobre los bajos salarios (ya que pocos países publicaron sus datos al respecto en 2009), existen pocas razones para creer que una recesión mundial dará lugar a alguna mejora de la situación general de los trabajadores de bajos salarios.

Si bien existe una tendencia mundial hacia un aumento del empleo de bajos salarios, su incidencia muestra una considerable variación entre países. Las últimas estimaciones nacionales de tal incidencia se proporcionan en el gráfico 21. Mientras que algunos países proveen estimaciones referidas a todos los asalariados, otros limitan la muestra, a los empleados a tiempo completo. Se sabe que las estimaciones que excluyen el empleo a tiempo parcial tienden a subestimar la escala de empleo de bajos salarios, ya que los trabajadores a tiempo parcial a menudo reciben menor remuneración por hora en comparación con sus homólogos de tiempo completo. Por esta razón, las estimaciones se agrupan por separado para permitir comparaciones más significativas. Cuando sólo se consideran trabajadores a tiempo completo, la incidencia del empleo de bajos salarios varía alrededor de 6 por ciento en Suecia a 25 por ciento en los Estados Unidos o en la República de Corea. La magnitud de las variaciones es aún mayor en el caso de las estimaciones de todo el empleo asalariado, el cual incluye una serie de países en desarrollo. En algunos países, como Austria, Honduras o Panamá, al menos uno de cada tres empleados es de bajo salario. En Finlandia, por el contrario, los empleos de bajos salarios afectan sólo a 5 por ciento de los empleados…

Informe Mundial sobre Salarios 2012/13 – OIT (Partes destacadas)

Prefacio

El crisis mundial ha tenido repercusiones muy negativas para los mercados de trabajo de gran parte del mundo, y la recuperación está revelándose incierta e inaprensible. A escala mundial, los salarios medios han crecido, aunque a un ritmo menor que antes de la crisis. El Informe Mundial sobre Salarios 2012/2013 muestra que el impacto de la crisis en los salarios dista mucho de ser uniforme.

En las economías desarrolladas, la crisis ha llevado a una "doble caída" de los salarios: los salarios medios reales disminuyeron en 2008 y de nuevo en 2011, y el panorama actual parece indicar que, en muchos de estos países, 2012 está registrando un crecimiento nulo o muy escaso de los salarios.

En las regiones emergentes, el crecimiento salarial ha sido, por lo general, más firme, con un crecimiento fuerte en Asia, y más modesto en

África, América Latina y el Caribe.

En Europa Oriental y Asia Central la crisis condujo en 2009 a una caída de los salarios, que han recuperado valores positivos desde entonces, aunque a un ritmo relativamente menor…

El presente Informe Mundial sobre Salarios presenta datos sobre las tendencias salariales en todo el mundo y los compara con las tendencias en la producción laboral, analizando sus complejos efectos en la economía mundial para así arrojar algo de luz sobre los debates actuales en materia de distribución, competitividad y costos laborales. Cuando los salarios aumentan paralelamente a la productividad, ambos se mantienen sostenibles y estimulan el crecimiento de la actividad económica, aumentando el poder adquisitivo de los hogares. Sin embargo, durante un decenio o algo más antes de iniciarse la crisis, muchos países vieron cómo se rompía el eslabón entre salarios y productividad laboral, contribuyendo a crear de desequilibrios económicos. El informe muestra que, desde el decenio de 1980, la mayoría de los países han experimentado una tendencia a la baja de la participación de los ingresos del trabajo, lo que significa que se ha destinado una proporción menor de la renta anual a la remuneración de la mano de obra y una proporción mayor a las rentas procedentes del capital. Esta situación se ha dado sobre todo en los países que han registrado un estancamiento de los salarios, pero también en aquellos en que los salarios reales han sufrido un fuerte aumento. A nivel social y político, esta tendencia está creando la percepción de que los trabajadores y sus familias no están recibiendo la parte justa de la riqueza a la que han contribuido. A nivel económico, podría hacer peligrar el ritmo y la sostenibilidad del futuro crecimiento económico al restringir el consumo de los hogares basado en los salarios. Esto es particularmente cierto allí donde la era del consumo basado en el endeudamiento ha conducido a un largo período en el que los hogares deben saldar deudas contraídas con anterioridad.

Resumen ejecutivo

Principales tendencias en salarios

La crisis continúa conteniendo los salarios

A nivel mundial, el crecimiento de los salarios promedio reales se ha mantenido muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis, pasando al rojo en las economías desarrolladas, aun cuando continúa significativo en las economías emergentes. Los salarios promedio mensuales ajustados por inflación, conocidos como salarios promedio reales, crecieron 1,2 por ciento a nivel mundial en 2011, por debajo del 2,1 por ciento alcanzado en 2010 y 3 por ciento en 2007. China ejerce un gran peso en este cálculo mundial, debido a su tamaño y fuerte desempeño económico. Al omitir China, los salarios promedio reales a nivel mundial crecieron solo 0,2 por ciento en 2011, menos del 1,3 por ciento alcanzado en 2010 y 2,3 por ciento en 2007.

Diferencias regionales en el crecimiento de los salarios

Existen grandes variaciones geográficas en las tendencias del crecimiento de los salarios promedio reales. Los salarios sufrieron una doble caída en las economías desarrolladas, pero se mantuvieron positivos durante toda la crisis en América Latina y el Caribe y aún más en Asia. Las fluctuaciones fueron mayores en Europa del Este y Asia Central, en parte como resultado de la marcada recuperación de los salarios luego de la transición y antes de la crisis económica mundial y la contracción severa de los salarios reales en 2009. En el Oriente Medio los salarios promedio reales parecen haber declinado desde 2008, pero algunas de las estimaciones son aún tentativas, al igual que para África.

Crecimiento acumulado de los salarios por región

Las diferencias entre regiones son particularmente notorias si se considera el crecimiento acumulado de los salarios desde 2000 a 2011. A nivel mundial, los salarios promedio reales mensuales crecieron en poco menos de un cuarto, prácticamente se duplicaron en Asia, mientras que en el mundo desarrollado aumentaron alrededor de 5 por ciento. En Europa del Este y Asia Central los salarios casi triplicaron, pero esto se debe principalmente a la recuperación durante la transición hacia la economía de mercado. En Rusia, por ejemplo, el valor real de los salarios cayó a menos de 40 por ciento de su valor en los años 1990 y se requirió de una década más para que los salarios recuperaran su nivel inicial.

Diferencias regionales en los niveles de los salarios

Mientras que los salarios crecieron significativamente en las economías emergentes, las diferencias en los niveles de los salarios continúan siendo considerables. En Filipinas, un trabajador en el sector manufacturero llevaba a su casa alrededor de 1,40 dólares de los Estados Unidos por cada hora trabajada. En Brasil, la remuneración directa por hora en ese mismo sector era de 5,40 dólares de los Estados Unidos mientras que en Grecia era de 13,00 dólares de los Estados Unidos, 23,30 dólares de los Estados Unidos en Estados Unidos y 34,80 dólares de los Estados Unidos en Dinamarca (tasas de cambio de 2010).

La participación del trabajo y el crecimiento equitativo en declinación

Un pedazo más pequeño de la torta para los trabajadores alrededor del mundo

Entre 1999 y 2011 la productividad laboral promedio en las economías desarrolladas aumentó el doble que los salarios promedio. En Estados Unidos la productividad laboral real por hora en el sector empresarial no agrícola aumentó 85 por ciento desde 1980, mientras que la remuneración real por hora aumentó solo 35 por ciento. En Alemania la productividad laboral se expandió en cerca de un cuarto durante las dos últimas décadas, mientras que los salarios reales mensuales se mantuvieron sin cambio.

La tendencia mundial ha resultado en un cambio en la distribución del ingreso nacional, con una menor participación de los trabajadores, mientras que la participación del capital en la renta aumenta en una mayoría de países.

Incluso en China, un país donde los salarios a grosso modo se triplicaron durante la última década, el PIB aumentó a una tasa mayor que la masa salarial total; por tanto, la participación del trabajo disminuyó.

La caída en la participación del trabajo se debe al avance tecnológico, la globalización del comercio, la expansión de los mercados financieros y la declinación en densidad sindical, lo cual ha erosionado el poder de negociación de los trabajadores. La globalización financiera, en particular, podría haber jugado un papel mayor de lo que se pensaba anteriormente.

Los efectos de una participación decreciente del trabajo

Una reducción de la participación del trabajo afecta no solamente la percepción de lo justo, particularmente dadas las crecientes preocupaciones acerca de las remuneraciones excesivas entre los CEO y el sector financiero, sino que perjudica además el consumo de los hogares y podría, por tanto, generar insuficiencias en la demanda agregada. Esta insuficiencia en algunos países se compensó mediante un aumento de sus exportaciones netas, pero no todos los países pueden gozar al mismo tiempo de un excedente en la cuenta corriente. Por tanto, una estrategia de reducción de los costos laborales, una recomendación frecuente en términos de política para países en crisis y con déficit en su cuenta corriente, podría correr el riesgo de deprimir el consumo interno más de lo que aumentan las exportaciones. Si se buscan reducciones competitivas de los salarios en forma simultánea en un gran número de países, esto podría llevar a una "carrera hacia el fondo" en la participación del trabajo, reduciendo la demanda agregada.

Implicancias para el crecimiento equitativo

Distribución del ingreso y niveles de los salarios

El Informe Mundial sobre Salarios contribuye a una literatura más amplia sobre los cambios en la distribución y niveles de los salarios dentro y entre países, así como sobre las implicancias económicas y sociales de estas tendencias. Uno de los hallazgos clave de esta literatura es la creciente desigualdad del ingreso, en términos de la distribución funcional y personal del ingreso.

En términos de la distribución funcional del ingreso, lo cual se refiere a cómo se distribuye el ingreso nacional entre trabajo y capital, existe una tendencia de largo plazo hacia una menor participación de los salarios y una participación cada vez mayor de las utilidades en muchos países. La distribución personal de los salarios también se ha tornado cada vez más desigual, con una brecha creciente entre el 10 por ciento superior y el 10 por ciento inferior de los asalariados. Estos "desequilibrios" internos han tendido a generar o exacerbar desequilibrios externos, aún antes de la Gran Recesión, con países que intentan compensar los efectos adversos de la menor participación del trabajo sobre la demanda del consumo mediante créditos a menor costo o superávits en sus exportaciones.

Mejor vinculación entre la productividad y los salarios

¿Qué se debería hacer? Nuestro análisis sugiere que se deberían tomar acciones de política para "reequilibrar" tanto a nivel nacional como mundial.

En su intento por superar los desequilibrios externos, los hacedores de política deberían evitar la visión simplista de que los países pueden salir de la recesión por la vía de los «recortes». Los hacedores de política deberían adoptar políticas que promuevan una conexión mayor entre el crecimiento de la productividad laboral y el crecimiento de las remuneraciones de los trabajadores. La existencia de grandes excedentes en cuenta corriente en algunos países sugiere que existe espacio para vincular más cercanamente los aumentos de la productividad y los salarios como medio para estimular la demanda nacional. Los hacedores de política deberían tener cuidado de no promover una carrera hacia el fondo en la participación del trabajo en los países con déficit o en toda la eurozona. Las medidas de austeridad impuestas desde afuera y que soslayan los interlocutores sociales resultan perjudiciales para las relaciones laborales eficaces.

Fortalecimiento de las instituciones

El "reequilibrio interno" puede comenzar mediante el fortalecimiento de las instituciones que fijan los salarios. Dadas las dificultades en la organización de los trabajadores, particularmente en un contexto de mayor segmentación del mercado laboral y cambios tecnológicos veloces, es necesario generar entornos de mayor apoyo y facilitación para la negociación colectiva. Los trabajadores de ingresos más bajos también necesitan mayor protección en la determinación de sus salarios. Si se diseña apropiadamente, el salario mínimo ha demostrado ser una herramienta eficaz en la provisión de un piso salarial decente, asegurando así un estándar de vida mínimo para estos trabajadores y sus familias.

Reformas fuera del alcance del mercado de trabajo

Sería poco realista intentar lograr una redistribución del ingreso solo mediante políticas del mercado de trabajo. La redistribución requerirá además de una cantidad de cambios que están fuera del alcance de los mercados de trabajo, incluso la reforma y reparación de los mercados financieros para restablecer su papel en la canalización de recursos hacia inversiones productivas y sostenibles. Existen otras dimensiones críticas del «reequilibrio» que merecen un análisis más detallado, incluso un equilibrio entre los impuestos a la renta del capital y a los ingresos por trabajo.

Más allá de los asalariados

En las economías en desarrollo los esquemas de garantía del empleo que pagan un salario mínimo son formas de generar incentivos para que las empresas privadas cumplan con el salario mínimo. Pero debido a que en los países en desarrollo y emergentes solamente cerca de la mitad de los trabajadores son asalariados, se requiere de medidas adicionales para generar más empleos asalariados y elevar la productividad y los ingresos de los trabajadores por cuenta propia.

Elevar la productividad laboral continúa siendo un desafío clave que debe involucrar esfuerzos para elevar el nivel de educación y las capacidades requeridas para una transformación productiva y el desarrollo económico.

El desarrollo de sistemas de protección social bien diseñados permitiría a los trabajadores y sus familias reducir el monto de sus ahorros de reserva para invertir en la educación de sus hijos y contribuir a una mayor demanda del consumo interno y elevar los estándares de vida.

Parte I – Principales tendencias de los salarios

1 El contexto económico mundial: Crisis, recesión y empleo

  • Las tasas de crecimiento económico varían ampliamente por región

Tras un período de crecimiento económico robusto a principios del siglo XXI, la economía mundial se contrajo en 2009 como resultado de la crisis financiera y económica mundial. El impacto de la crisis se ha sentido en forma muy diversa alrededor del mundo. En el grupo de países más avanzados, 2009 se llamó el año de la "Gran Recesión", el revés económico más severo desde la "Gran Depresión" de los años 30.

Si bien la recuperación en 2010 fue inicialmente más fuerte de lo esperado, la crisis de la deuda soberana y las variadas medidas de austeridad que la acompañaron, llevaron a una desaceleración significativa del crecimiento posterior, particularmente en Europa. Por el contrario, el grupo de mercados emergentes y en desarrollo evitó una recesión generalizada y ha resultado exitoso en mantener tasas de crecimiento más altas que las economías desarrolladas desde el año 2000.

1.2 Las tasas mundiales de desempleo se mantienen altas

El impacto de la crisis financiera y económica mundial sobre los mercados laborales frecuentemente se ha analizado a través del prisma de la tasa de desempleo, particularmente en las economías desarrolladas, donde el desempleo aumentó desde menos de 6 por ciento a más de 8 por ciento de la fuerza laboral con, por ejemplo, cifras de dos dígitos en Grecia, Irlanda, Portugal y España. En los países en desarrollo las tasas de desempleo fluctúan menos. Aun así, el desempleo mundial aumentó en 27 millones desde el inicio de la crisis, llevando el número total a cerca de 200 millones o 6 por ciento de la fuerza de trabajo mundial (gráfico 2). Tal vez la preocupación más seria se refiere al desempleo juvenil, el cual ha llegado a proporciones alarmantes. La OIT estima que en 2011 el desempleo afectó 75 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años a nivel mundial, representando más de 12 por ciento de todos los jóvenes. Muchos más no aparecen en las estadísticas de desempleo porque se desilusionaron al punto que dejaron de buscar trabajo.

2 Salarios promedio reales

2.1 Desaceleración del crecimiento en un panorama complejo

Estimaciones mundiales del crecimiento de los salarios promedio reales

Las cifras sobre empleo y desempleo no cuentan toda la historia del impacto de la crisis sobre los mercados laborales. El presente informe analiza los salarios de los empleados asalariados. La principal unidad de medida utilizada para los salarios es el salario promedio mensual, más que los salarios por día o por hora, expresado en términos reales (es decir, ajustado por la inflación), identificado por la OIT como un "indicador de trabajo decente". Las tendencias en los salarios promedio mensuales reales reflejan cambios en el ingreso laboral promedio (antes de impuestos y transferencias) y por lo tanto ofrecen una representación de las variaciones en el poder adquisitivo de los salarios. Como se verá en las próximas secciones del informe, las tendencias en salarios promedio reales varían entre regiones y países. Aun así, el impacto de la crisis es claramente visible a nivel agregado.

Durante los últimos cuatro años sucesivos (de 2008 a 2011) el crecimiento de los salarios mensuales promedio reales se mantuvo positivo, pero cayó muy por debajo de las tasas anteriores a la crisis. Esto es verdad aunque se incluyan o no las estadísticas oficiales sobre salarios en China; sin embargo, excluir a China del análisis reduce significativamente el crecimiento mundial de los salarios dado el gran tamaño del país (en términos del número de trabajadores asalariados) y su tasa excepcionalmente alta de crecimiento económico…

3 Estimaciones regionales

3.1 El crecimiento general esconde una imagen compleja

Tal como se señaló anteriormente, existen grandes diferencias en la tasa de crecimiento de los salarios promedio reales entre regiones y países, con salarios que en general crecen más rápido en áreas de crecimiento económico más fuerte…

El cuadro 1 adopta una visión de más largo plazo y muestra el aumento acumulado de los salarios promedio reales desde el año 2000. Vemos que entre 2000 y 2011 los salarios promedio mensuales reales a nivel mundial aumentaron cerca de un cuarto, pero las diferencias entre regiones son claras. En Asia los salarios promedio reales prácticamente se duplicaron, en América Latina y el Caribe así como en África aumentaron poco menos del promedio mundial, mientras que en las economías desarrolladas aumentaron cerca de 5 por ciento. En Europa del Este y Asia Central los salarios promedio casi triplicaron: como se verá más adelante, esto es en parte una recuperación del terreno perdido en las primeras fases de la transición hacia economías de mercado en la década de 1990. En el Oriente Medio, nuestras estimaciones tentativas sugieren que los salarios podrían haber declinado…

3.2 Las economías desarrolladas

Salarios e inflación

En las economías desarrolladas los salarios promedio sufrieron una doble recaída: cayeron en 2008 y nuevamente en 2011. El gráfico 9, que resalta las tendencias en los salarios promedio nominales y la inflación de precios en las economías avanzadas, muestra que en 2008 una inflación inusualmente alta excedió el alza en los salarios nominales, llevando a una caída de los salarios reales. En 2009, el año de la recesión económica mundial, tanto los salarios nominales como los precios al consumidor prácticamente se congelaron. Desde entonces, la recuperación del crecimiento en los salarios nominales se paralizó en 2011, pero el aumento en los precios al consumidor retornó a tasas pre-crisis, lo cual explica la caída en los salarios reales durante ese año…

4 Salarios mínimos y los trabajadores pobres

4.1 Economías desarrolladas

Diferentes mecanismos, diferentes percepciones

Entre las economías desarrolladas, el salario mínimo varía substancialmente cuando se lo calcula como proporción de la mediana de los ingresos de los asalariados a tiempo completo, desde cerca de 60 por ciento en Nueva Zelanda y Francia a menos de 40 por ciento en Japón, España y Estados Unidos (gráfico 28). Las diferencias en niveles de los salarios mínimos entre países reflejan los diferentes mecanismos institucionales mediante los cuales se determinan los niveles (Lee, 2012). Esto también refleja las distintas percepciones acerca de los riesgos que los salarios mínimos podrían plantear respecto al desplazamiento de los trabajadores con bajos salarios o al número de empleos disponibles en el mercado laboral. Estos factores, junto a variaciones en los salarios promedio, también explican en parte por qué el nivel absoluto del salario mínimo varía tan ampliamente entre las economías desarrolladas (gráfico 28).

Tal como difieren las percepciones sobre el nivel óptimo del salario mínimo, así también difieren las visiones acerca del papel de este instrumento de política durante los periodos de crisis económica. Centrándonos solamente en las economías desarrolladas, pareciera que los hacedores de política utilizaron activamente el salario mínimo como una herramienta de protección social para los trabajadores más vulnerables al comienzo de la crisis durante 2009 (ver el gráfico 29). Sin embargo, en los últimos años el salario mínimo fue, en la mayoría de los casos, solamente ajustado con el objetivo de compensar por inflación; esto se puede ver en el gráfico 29, donde en los años posteriores a 2009 el salario mínimo real aumentó considerablemente menos en las economías desarrolladas (o incluso declinó)…

Parte II – La participación del trabajo y el crecimiento equitativo en declinación

Las tendencias recientes en el crecimiento de los salarios y de la productividad determinan lo que se conoce como la distribución funcional del ingreso nacional; es decir, la distribución del ingreso nacional entre trabajo y capital. Cuando el PIB general crece a una velocidad mayor que la retribución del trabajo total, la participación del trabajo en la renta (conocido también como la "participación del trabajo") cae en relación a la participación del capital en la renta. Por el contrario, cuando el crecimiento de la retribución del trabajo total excede el crecimiento del PIB total, la participación del trabajo en la renta aumenta y cae la participación del capital en la renta. En esta parte del informe analizamos las tendencias en la participación del trabajo en la renta y las causas detrás de estas tendencias, contribuyendo así a la creciente literatura sobre el tema.

Preguntamos entonces cómo los cambios de la participación del trabajo en la renta han afectado los agregados macroeconómicos tales como el consumo, la inversión y las exportaciones netas. En el actual contexto económico mundial, es de vital importancia comprender la relación causal entre las retribuciones al trabajo y la demanda agregada. Los efectos macroeconómicos de los cambios de la participación del trabajo hasta el momento han recibido relativamente menos atención en la literatura empírica, aun cuando los salarios se perciben ampliamente como de mayor impacto en la economía. Nuestro análisis empírico contribuye a la literatura existente al entregar un marco estadístico causal y al abarcar tanto los países desarrollados como los países en desarrollo.

5 La caída de la participación del trabajo en el ingreso

5.1 Tendencias de la participación del trabajo

Un mito de estabilidad aclarado

Durante gran parte del siglo pasado se aceptaba una participación estable del trabajo en la renta como corolario natural o "hecho estilizado" del crecimiento económico. A medida que los países industrializados aumentaban su prosperidad, el ingreso total tanto de los trabajadores como de los dueños del capital crecía a una tasa prácticamente igual y, por lo tanto, la división del ingreso nacional entre trabajo y capital se mantenía constante durante largos períodos de tiempo, con fluctuaciones solamente menores. Parecía como si alguna regla no escrita de la economía asegurara que el trabajo y el capital se beneficiarían de igual modo del progreso material y el tema de la distribución funcional del ingreso desapareció prácticamente por completo de la agenda de investigación académica. Sin embargo, en años recientes esta idea convencional largamente mantenida ha sido desafiada. Una abundante bibliografía ha proporcionado evidencia empírica nueva y consistente, indicando que en décadas recientes se evidenció una tendencia a la baja de la participación del trabajo en una mayoría de países para los cuales existen datos disponibles.

Por ejemplo, la OCDE ha observado que durante el período de 1990 al 2009 la participación de la compensación laboral en el ingreso nacional declinó en 26 de 30 economías avanzadas para los cuales existen datos disponibles, calculando que la mediana de la participación del trabajo en el ingreso nacional de estos países disminuyó considerablemente de 66,1 por ciento a 61,7 por ciento (OCDE, 2012b). Estos hallazgos retoman la evidencia presentada en el Informe Mundial sobre Salarios 2010/2011, el cual describía una participación de los salarios en declinación en una amplia mayoría de países de la OCDE desde 1980 (OIT, 2010a; ver además OIT, 2008a). Anteriormente se habían observado tendencias similares en otros informes publicados por organizaciones internacionales (FMI, 2007; Comisión Europea, 2007; BPI, 2006; OIT, 2008a, 2010a; OCDE, 2011, 2012a). Mirando más allá de las economías avanzadas, en su Informe sobre el Trabajo en el Mundo 2011 la OIT encontró que la declinación en la participación del trabajo en la renta era aún más pronunciada en numerosos países emergentes y en desarrollo, con una declinación considerable en Asia y el Norte de África y una participación de los salarios más estable aunque también en declinación en América Latina (IIEL, 2011). Otros estudios también apuntan a la naturaleza aparentemente mundial de esta tendencia, sugiriendo una declinación en la proporción del ingreso mundial destinada a la retribución laboral (ver OIT, 2008a; Stockhammer, 2012; Husson, 2010; Artus, 2009).

Evidencia de la declinación en la participación del trabajo

Los gráficos 31 y 32 ilustran las tendencias en la así llamada participación del trabajo en la renta "ajustada" para el período 1970 a 2007 o 2010 para ciertos países desarrollados individuales y agrupados y para los tres grupos de economías en desarrollo y emergentes. En el gráfico 31 se observa que el promedio simple de la participación del trabajo en 16 países desarrollados para los cuales existen datos disponibles para este largo período declinaron desde alrededor de 75 por ciento del ingreso nacional a mediados de la década de 1970 hasta alrededor de 65 por ciento en los años inmediatamente anteriores a la crisis económica y financiera. El gráfico 32 muestra cómo el promedio de la participación del trabajo también declinó en un grupo de 16 economías en desarrollo y emergentes, desde alrededor de 62 por ciento del PIB a inicios de los años 1990 hasta 58 por ciento inmediatamente antes de la crisis. Incluso en China, un país donde los salarios a groso modo se triplicaron en la última década, el PIB aumentó a una tasa más acelerada que la masa salarial total y, por lo tanto, se redujo la participación del trabajo en la renta (gráfico 33). Los datos disponibles para China, Kenia, República de Corea, México y Turquía (gráfico 32) sugieren que la declinación en este grupo de países podría haber comenzado ya en la década de 1980.

La crisis económica mundial pareciera haber revertido solo brevemente a tendencia decreciente. En las economías desarrolladas la participación del trabajo se recuperó inicialmente después del inicio de la crisis, pero comenzó a declinar nuevamente a partir de 2009. Esto refleja la típica naturaleza "anticíclica" de la participación del trabajo en la renta, la cual surge debido a que los salarios tienden a ser menos volátiles que las utilidades durante los períodos de revés económico. La OCDE, por ejemplo, observó: "En tiempos de recesión económica, esta declinación (en la participación del trabajo) típicamente hizo una pausa para continuar posteriormente con la recuperación. La reciente crisis económica y financiera y posterior lenta recuperación no han modificado esta tendencia general" (OCDE, 2012b, p.112)…

La otra cara de la moneda: la creciente participación del capital

La contracara de la caída en la participación del trabajo es el aumento en la participación del capital en el ingreso, frecuentemente llamada la participación de las utilidades, la cual se mide más frecuentemente como la participación del excedente bruto de explotación de las corporaciones como porcentaje del PIB. La OIT/IIEL encontró que cuando la participación total del capital se desagrega por tipo de corporación, el crecimiento de la participación del capital ha sido más rápido en el sector financiero que para las corporaciones no-financieras. Además, en las economías avanzadas, las utilidades de las corporaciones no-financieras se han asignado crecientemente para pagar dividendos, lo cual representó 35 por ciento de las utilidades en 2007 (IIEL, 2011) y aumentó la presión sobre las empresas para reducir la participación del valor agregado asignado a la retribución de los trabajadores.

Al examinar un conjunto de cuatro economías desarrolladas (Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos), Husson encontró que durante el período 1987-2008 una gran parte del mayor excedente de las corporaciones se utilizó para aumentar los dividendos pagados a los accionistas (Husson, 2010). Husson calculó que en Francia los dividendos totales aumentaron de 4 por ciento del costo total de los salarios a inicios de los años "80 hasta 13 por ciento en 2008. Por su parte, en el Reino Unido aumentaron ambas participaciones, el pago de dividendos y la compensación laboral, de manera que los dividendos más elevados se realizaron a costas de reducir las ganancias retenidas. En Estados Unidos, tres cuartos del aumento en excedentes brutos de explotación se asignó al pago de dividendos. Dada la mayor concentración de ingresos mediante el capital más que el trabajo, los altos dividendos han contribuido frecuentemente a una mayor desigualdad general del ingreso de los hogares (OCDE, 2011; ver además Roine y Waldenström, 2012).

5.2 La brecha entre los salarios y la productividad

El efecto sobre la participación del trabajo

La contracción de la participación del trabajo está casi siempre ligada a otra regularidad empírica, la creciente discrepancia entre las tasas de crecimiento de los salarios promedio y la productividad laboral respectivamente. Una publicación de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, por ejemplo, indica que la brecha entre productividad laboral por hora y el aumento en la retribución por hora ha resultado en una menor participación del trabajo en Estados Unidos (Fleck, Glaser y Sprague, 2011). Desde 1980 la productividad laboral por hora en el sector empresarial no agrícola aumentó 90 por ciento, mientras que la compensación real por hora aumentó 26,7 por ciento, una cifra mucho menor (gráfico 34).

Otro ejemplo es Alemania, donde la productividad laboral (definida como el valor agregado por ocupado) aumentó en casi un cuarto (22,6 por ciento) durante las dos últimas décadas, mientras que los salarios mensuales reales permanecieron estables durante el mismo período. De hecho, entre 2003 y 2011 cayeron por debajo del nivel visto a mediados de los años 1990 (ver gráfico 35(a)). La caída de los salarios mensuales se atribuye en parte a una marcada reducción en el tiempo de trabajo por mes, desde 122,7 horas en 1991 hasta 110,7 horas en 2011,23 a medida que el número de trabajadores a tiempo parcial y formas atípicas de empleo, tales como los así llamados "miniempleos", aumentaron sustantivamente (ver Oficina Federal de Estadística, 2009). De todos modos, una discrepancia resulta también aparente entre la productividad laboral por hora y los salarios por hora (ver el gráfico 35 (b)). En 2011, los salarios por hora se encontraban solo marginalmente (0,4 por ciento) por encima de su nivel en el año 2000, mientras que la productividad laboral por hora había aumentado 12,8 por ciento durante el mismo período.

La productividad sobrepasa la remuneración en economías desarrolladas

Dado que algunas de las economías grandes, inclusive Estados Unidos, Alemania y Japón, han visto rezagado el crecimiento de los salarios en relación al aumento en la productividad, nuestro informe considera que en las economías desarrolladas en su conjunto la productividad laboral promedio ha sobrepasado el crecimiento de los salarios promedio reales. Sobre la base de los datos de 36 países, estimamos que desde 1999 la productividad laboral promedio aumentó en más de dos veces los salarios promedio en las economías desarrolladas (gráfico 36).

5.3 El papel de los mercados financieros y otros factores

En la búsqueda de explicaciones

La mayoría de los estudios que documentaron la caída de la participación del trabajo en la renta desde los años 1980 intentaron además comprender sus causas (ver, por ejemplo, FMI, 2007; Comisión Europea, 2007; OCDE, 2012a; OIT, 2008a; OIT, 2010a; IIEL, 2012).

El análisis acometido en el anterior Informe Mundial sobre Salarios exploró la posibilidad de que las tendencias en la participación del trabajo fueran determinadas por un desplazamiento en la composición del empleo, desde sectores más intensivos en mano de obra hacia sectores más intensivos en capital, donde la participación del trabajo es menor. El análisis demostró que el desplazamiento en la composición sectorial era por cierto un factor determinante, pero que la mayor parte de la disminución en la participación del trabajo era resultado de la menor participación dentro de las industrias (OIT, 2010a). Un estudio reciente de la OCDE confirmó este hallazgo, destacando que "la declinación dentro de industrias de la participación del trabajo explica una proporción abrumadora de su reducción agregada entre 1990 y 2007" (OCDE, 2012b, p.119). Se observaron grandes caídas en intermediación financiera y también en manufactura de alta y mediana tecnología, mientras que la declinación fue menos pronunciada en otros sectores de servicios, construcción y manufactura de bajo contenido tecnológico.

Nueva evidencia: De regreso a los "sospechosos habituales"

El presente informe da un paso más y entrega un nuevo conjunto de evidencia empírica. El gráfico 37 ofrece una ilustración de los "sospechosos habituales": cambios tecnológicos, globalización, mercados financieros, instituciones del mercado de trabajo y la declinación en el poder de negociación de los trabajadores. En nuestra ilustración, los círculos para los cambios tecnológicos, globalización y mercados financieros se superponen, reflejando las dificultades para distinguir entre estos fenómenos tanto a nivel conceptual como empírico. La estructura del diagrama indica, además, que el poder de negociación de los trabajadores deriva directamente de las instituciones del mercado laboral (particularmente la existencia y fuerza de los sindicatos) pero es también influenciada por la globalización y los mercados financieros, los cuales permiten mayores opciones para la inversión en activos financieros además de en activos reales, tanto a nivel nacional como en el extranjero (Rodrik, 1997; Onaran, 2011). De hecho, mientras gran parte de la evidencia se ha centrado en el papel de la globalización y especialmente la tecnología, muchos estudios han pasado por alto los efectos potenciales de los mercados financieros y la reducción de las instituciones sociales y del trabajo.

Los cambios tecnológicos frecuentemente se presentan como el principal culpable, con la sugerencia de estar "incrementando el capital" más que "incrementando la mano de obra", aumentando la demanda por capital y resultante mano de obra calificada y reduciendo la demanda por trabajadores poco calificados (ver FMI, 2007; Comisión Europea, 2007; OCDE, 2012b; IIEL, 2012).24 La hipótesis estándar es que la difusión de tecnologías de la información y comunicación (TICs) permitió la automatización de la producción, aumentando la productividad y desplazando a los trabajadores poco calificados. El estudio más reciente de la OCDE estimó que los cambios tecnológicos y la acumulación de capital representaron, en promedio, 80 por ciento del cambio intraindustrial de la participación del trabajo en las economías avanzadas durante el período 1990-2007 (OCDE, 2012b).

Además, los estudios también encuentran efectos negativos, pero menores, de la globalización sobre la participación del trabajo en el ingreso. Una posible explicación de esto, es que la intensificación de la competencia y el ingreso de países con abundante mano de obra en la economía global puede haber operado como un factor moderador de los salarios (OIT, 2008a). Evidencia al nivel de empresa producida recientemente en una publicación conjunta de la OIT-OMC (Bacchetta y Jansen, 2011) demuestra que la mayor competencia implícita en la liberalización del comercio ha frecuentemente inducido a las empresas, tanto en países desarrollados como en desarrollo, a ser más productivas mediante un proceso de "racionalización productiva", involucrando la eliminación de las empresas menos productivas y el despido de trabajadores en las empresas restantes. También es posible que la redistribución desde el trabajo al capital se haya producido mediante el offshoring (o deslocalización) o los así llamados "efectos amenazantes" que pueden darse incluso sin cambios reales en la localización productiva (Epstein y Burke, 2001; ver además Messenger y Ghosheh, 2010, sobre deslocación y tercerización en el sector de servicios).

Un nuevo enfoque sobe la financiarización

La globalización de los mercados financieros y la "financiarización", definida como el papel creciente de los motivos financieros, los actores financieros y las instituciones financieras en la operación de las economías nacionales e internacionales (Epstein, 2005) se han incluido solo más recientemente en esta ecuación. Un informe del IIEL identificó la integración internacional de los mercados financieros como un importante motor de la declinación en la participación de los salarios, al menos en las economías avanzadas (IIEL, 2011). El cambio en los años 1980 hacia sistemas de gobierno corporativo basados en la maximización del valor para los accionistas y el auge de instituciones orientadas hacia los retornos agresivos, incluyendo los fondos de inversión directa, fondos de cobertura e inversionistas institucionales, ejercieron presión sobre las empresas para incrementar las utilidades, especialmente en el corto plazo (Rossmann, 2009; Lazonick y O"Sullivan, 2000; Stockhammer, 2004; ver también IIEL, 2008; Hein y Schoder, 2011; Argitis y Pitelis, 2001). Además, tal como se destacó anteriormente, la globalización financiera probablemente ha debilitado la posición negociadora de los trabajadores. Algunos grupos de trabajadores, especialmente los altos ejecutivos, se pueden haber beneficiado con este proceso de "financiarización" mediante salarios diferidos en forma de fondos de pensión y otro tipo de ganancias de capital. Sin embargo, para el trabajador promedio, la evidencia indica que el tamaño y la extensión de tales ganancias serían mucho más limitados.

Instituciones del mercado de trabajo: ¿poder colectivo en declinación?

Las instituciones del mercado de trabajo y el tamaño del estado de bienestar se encuentran también entre las variables debatidas en la bibliografía existente. Estos indicadores institucionales incluyen factores tales como la densidad sindical, la legislación sobre el salario mínimo, beneficios por desempleo y su cobertura, indemnización por años de servicio, o el consumo público. La declinación en la densidad sindical (el número de miembros de sindicatos como porcentaje del total de asalariados o como porcentaje del empleo total) en muchas economías desarrolladas se ha vinculado con frecuencia al debilitamiento del poder de negociación de los trabajadores, con un efecto negativo sobre su capacidad de negociar una mayor porción del total para la compensación laboral. El nivel del salario mínimo y de otras instituciones "intermediarias", inclusive la legislación sobre la protección de los trabajadores, la generosidad del beneficio por desempleo y otros beneficios y contribuciones (la "cuña fiscal"), se encuentran entre las variables institucionales ampliamente incluidas en los estudios empíricos (FMI, 2007; Comisión Europea, 2007; OCDE, 2012b). El nivel del beneficio por desempleo puede tener un impacto sobre la participación del trabajo al afectar los "salarios de reserva" de los trabajadores, es decir, el nivel salarial mínimo aceptable para los trabajadores.

Profundización del análisis

Las estimaciones en el presente informe entregan nueva evidencia para complementar y actualizar los estudios existentes. Nuestro análisis abarca un rango más amplio de países y un período de tiempo más largo, apoyado en la base de datos Global Wage Database de la OIT recientemente actualizado y otras fuentes complementarias de datos. Incluye datos anuales de 71 países (31 de ingresos altos y 40 economías emergentes) para el período 1970-2007. Aunque los datos estaban disponibles para los años 2007-2009, el período de crisis se excluyó para evitar el efecto de cortes estructurales en la tendencia histórica subyacente y porque nuestro principal interés está puesto en las tendencias de largo plazo durante el período que precedió la crisis. Las estimaciones se basan en un modelo que captura los factores en el gráfico 37…

El gráfico 38 presenta los resultados que obtuvimos al descomponer los efectos de los diferentes factores ingresados al modelo para explicar cambios en la participación del trabajo en la renta a lo largo del tiempo. Esta descomposición se calculó al ponderar los cambios medibles entre los dos períodos seleccionados (1990/04 y 2000/04) para cada factor donde las ponderaciones son los coeficientes estimados en el modelo seleccionado. Las descomposiciones se estiman por separado para las economías desarrolladas y en desarrollo. El gráfico 38(a) muestra que, en el caso de las economías avanzadas, todos los factores contribuyeron a la caída en la participación del trabajo en la renta a lo largo del tiempo, jugando la financiarización mundial el papel más preponderante. Estas estimaciones significan que, en términos de contribución relativa, la financiarización mundial contribuye 46 por ciento de la caída en la participación del trabajo en la renta, en comparación a contribuciones de 19 por ciento de la globalización, 10 por ciento de la tecnología y 25 por ciento de los cambios en dos variables institucionales amplios: el consumo público y la densidad sindical. Estos resultados abren la posibilidad de que el impacto de las finanzas se podría haber subestimado en muchos de los estudios anteriores y sugieren que pasar por alto el papel de los mercados financieros podría tener implicancias serias para nuestra comprensión de las causas de las tendencias en la participación del trabajo en la renta.

La contribución negativa de los factores institucionales sobre la participación del trabajo en la renta se puede explicar en referencia a la disminución, en promedio, del consumo público como participación del PIB y la densidad sindical en las economías avanzadas. En otras palabras, mientras los coeficientes positivos y significativos de estas variables implican que los aumentos en el consumo público y la densidad sindical tienen un impacto positivo sobre la participación del trabajo en la renta, la caída efectiva en el consumo público y la sindicalización ha contribuido a la declinación de la participación del trabajo. Por otro lado, la financiarización, la globalización y los avances tecnológicos han crecido todos en magnitud en el tiempo, contribuyendo así negativamente a cambios en la participación del trabajo en la renta entre los dos períodos.

En el caso de las economías en desarrollo, el gráfico 38(b) ilustra nuestro hallazgo de un impacto positivo de la tecnología sobre la participación del trabajo, lo cual se podría posiblemente explicar mediante un efecto de "ponerse al día" del crecimiento económico, la contracción de los mercados laborales y el agotamiento del exceso de oferta laboral. Este efecto de la tecnología compensa parcialmente los efectos adversos de la financiarización, la globalización y la reducción del estado de bienestar. No obstante, tal como fue el caso con la descomposición para las economías avanzadas, la financiarización se destaca como el factor más adverso en términos de explicar la declinación en la participación del trabajo en la renta entre las economías del mundo en desarrollo que se incluyen en nuestra muestra.

Además de estas variables, los aumentos en el desempleo también tienen fuertes impactos negativos sobre la participación del trabajo, lo cual no debería sorprender dada la presión descendiente sobre los salarios y el debilitamiento de la posición negociadora de los trabajadores en presencia de tasas más altas de desempleo…

6 Los efectos de la participación del trabajo en la renta sobre el crecimiento económico

6.1 Participación del trabajo y la demanda agregada en declinación: Efectos Ambiguos

Equidad y economía: ¿Qué sucede cuando declina la participación del trabajo en el ingreso?

Dado que la participación de factores (participación del capital y participación del trabajo) vinculan el ingreso a la actividad productiva, frecuentemente son vistos como un indicador de justicia en la distribución del ingreso. Además, según destacó Atkinson, la participación de los factores es un tema crucial en la negociación colectiva, donde una división justa del ingreso puede ser considerada como aquella donde la mayor productividad laboral se refleja en una mayor retribución del trabajo (Atkinson, 2009). Algunos comentaristas consideran además que la declinación en la participación del trabajo podría tener consecuencias políticas. Análisis de los efectos sobre la demanda agregada Aun cuando estas consideraciones son importantes, esta sección del informe se centra en las implicancias económicas de la declinación de la participación del trabajo. Subrayamos en particular el hecho que cambios en la participación del trabajo tienen distintos efectos sobre los diversos componentes clave de la demanda agregada de bienes y servicios producidos en una economía. La demanda agregada es la suma del consumo de los hogares, inversión del sector privado, exportaciones netas y el consumo público. El mecanismo económico ilustrado en el gráfico 39 indica que un desplazamiento entre los dos componentes de la distribución funcional del ingreso (participación del trabajo y del capital) afecta los principales elementos de la demanda agregada y, en última instancia, estos cambios afectan el crecimiento del ingreso nacional en un proceso dinámico.

Pero, ¿cómo es exactamente que la declinación en la participación del trabajo afecta la demanda agregada? Hasta el momento esta pregunta ha recibido una atención relativamente menor y no tiene respuesta sencilla. Nos hemos planteado explorar empíricamente el vínculo entre los cambios observados de la participación del trabajo en la renta en las últimas cuatro décadas (1960 a 2000) sobre cada uno de los principales componentes de la demanda agregada, principalmente el consumo, la inversión y las exportaciones netas. Hemos restringido nuestro análisis a 15 países miembro del G20 y para los cuales existen suficientes datos disponibles y observamos además los 12 países miembro de la eurozona como grupo… La dirección principal de los resultados se presenta en el cuadro 2.

El cuadro ilustra el hallazgo que una declinación de 1 por ciento en la participación del trabajo se ha asociado sistemáticamente a una menor participación del consumo privado en relación al PIB en todos los 15 países, además de la eurozona como conjunto. Inversamente, una participación del trabajo 1 por ciento más baja se asoció a una mayor participación de las exportaciones netas en todos los países, especialmente China (según se destaca mediante las dos flechas ascendentes) que ha seguido muy explícitamente una estrategia de crecimiento liderada por la exportación. El vínculo entre la participación del trabajo y la inversión es menos claro. Una participación del trabajo 1 por ciento más baja se asoció a tasas más altas de inversión en el PIB en nueve países, así como en el grupo de la eurozona, pero no tuvo efecto perceptible sobre la inversión en cinco economías emergentes y en Estados Unidos. El efecto positivo de una menor participación del trabajo sobre las exportaciones tal vez no resulta sorprendente, dada la relación cercana entre el concepto de la participación del trabajo y el concepto de costos laborales unitarios. Una declinación en los costos laborales unitarios frecuentemente se ve como una mejora en la competitividad de los costos externos, especialmente en la eurozona, donde los Estados Miembro individuales no pueden devaluar su moneda o ajustar las tasas de interés y donde los menores costos laborales unitarios, por tanto, frecuentemente se plantean como medio para restablecer el crecimiento económico y promover el empleo. Este fue, por dar un ejemplo, la lógica detrás de la decisión en Grecia de reducir el salario mínimo en 22 por ciento, con un recorte adicional de 10 por ciento para los trabajadores jóvenes, junto con una reducción en costos no laborales (cotizaciones previsionales) de 5 puntos porcentuales. Medidas similares, aunque menos radicales, fueron parte de los programas del FMI en Portugal, Serbia y Letonia…

6.2 En búsqueda de la participación óptima del trabajo

Crecimiento impulsado por la exportación

En años recientes, muchos países han implementado estrategias de crecimiento impulsadas por la exportación en base a bajos costos laborales unitarios. Se observó un crecimiento fuerte del tipo "impulsado por la exportación" en China y Alemania, pero también en mayor o menor grado en Argentina, Canadá, Japón, Indonesia, la República de Corea y Rusia. Entre los años 2000-2008 todos estos países mantuvieron excedentes comerciales. En China, el gran excedente de exportación por si solo garantizó una tasa promedio de crecimiento económico en exceso de 2,5 por ciento anual, representando cerca de un cuarto del crecimiento económico general (reflejando las extraordinarias tasas de expansión tanto del consumo de hogares privados y, especialmente, la inversión). En el caso de Alemania, donde las tasas anuales de crecimiento fueron mucho menores, el consumo privado apenas aumentó y el excedente de exportación representó entre un tercio y la mitad de la expansión económica. El crecimiento de las exportaciones en China se basó en una tasa de cambio particularmente competitiva. En Alemania, miembro de la eurozona que no puede devaluar su moneda unilateralmente, los excedentes de exportación se potenciaron mediante la baja inflación y la declinación en los costos laborales reales unitarios en relación a otros países de la eurozona (gráfico 40).

Crecimiento impulsado por el endeudamiento

Como el excedente de un país es el déficit de otro, no todos los países pueden seguir el camino de China y Alemania. El crecimiento impulsado por la exportación requiere de altos excedentes en cuenta corriente en algunos países y por tanto déficit en otros. En algunos de los principales "motores de la demanda" en el mundo, el auge en el consumo desde el cambio de siglo se basó en un crecimiento vertiginoso del endeudamiento de los hogares más que en el alza de los salarios. En Estados Unidos en particular, el fuerte crecimiento en el consumo de cara al estancamiento de la mediana salarial fue posible solamente mediante el consumo financiado por el endeudamiento y el basado en la riqueza. El auge en los precios inmobiliarios y en la bolsa aumentaron la riqueza (contable) y por tanto las garantías para el crédito de consumo y el financiamiento hipotecario. Además, las cambiantes normas financieras, los nuevos instrumentos financieros (endeudamiento por tarjeta de crédito, préstamos por capital inmobiliario) y el deterioro de los estándares de solvencia crediticia, gatillados por la securitización de deuda inmobiliaria, permitió que sumas crecientes de dinero estuvieran al alcance de los hogares, particularmente los hogares de bajos ingresos y niveles reducidos de riqueza. Así, el endeudamiento de los hogares se convirtió en un sustituto de los salarios más altos como fuente de demanda y consumo.

Este crecimiento impulsado por el endeudamiento sustentó el crecimiento económico mundial durante los años anteriores a la crisis. Si la declinante participación del trabajo en el 99 por ciento más bajo de los Estados Unidos no se hubiera compensado mediante el consumo impulsado por el endeudamiento, es probable que el crecimiento económico mundial se hubiera desacelerado o detenido mucho antes. Los auges en el consumo impulsados por el endeudamiento se pueden observar no solamente en Estados Unidos, sino también en mayor o menor grado en el Reino Unido, Australia, y las así llamadas "economías de rescate" en la eurozona (Grecia, Irlanda, Portugal y España). El gráfico 41 plantea que los déficits en cuenta corriente se asocian al mayor endeudamiento de los hogares en una selección de economías avanzadas que comparten el acceso fácil a los mercados de crédito, lo cual es indicativo de cómo la financiarización ha contribuido a los desequilibrios externos al canalizar recursos hacia el endeudamiento de los hogares para la demanda del consumo…

Apéndice IV El efecto de la participación del trabajo sobre la demanda agregada

El gráfico A1 presenta los resultados de simular el impacto de una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta sobre cada uno de los componentes de la demanda agregada. En comparación a la inversión y las exportaciones netas, la respuesta del consumo privado de productos nacionales es negativa y sustancial en todas las unidades económicas: en este caso no es posible distinguir entre economías desarrolladas y en desarrollo ya que todas parecen sufrir pérdidas de magnitud similar. A excepción de Argentina, Australia y Sudáfrica, todos los países y la eurozona como conjunto experimentarían una caída en consumo de 0,3 por ciento o más. En el caso de economías con poblaciones significativamente numerosas y, por tanto, grandes mercados internos (la eurozona, China, Alemania, México, Turquía, Estados Unidos) la caída en consumo es mayor, entre 0,4 por ciento y 0,5 por ciento.

Mientras cae el consumo, la inversión es afectada positivamente por una declinación en la participación del trabajo en la renta en todas salvo seis unidades económicas y, en estas, el efecto es distinto a cero pero no significativo: estas son Argentina, China, India, República de Corea, Turquía y Estados Unidos. Una posible razón de por qué la inversión no es sensible a una caída en la participación del trabajo en la renta (es decir, a un aumento en la participación del capital en el ingreso) en economías emergentes, es la falta de correlación entre las utilidades de empresas y la inversión general, ya que en estos países las políticas públicas industriales y la inversión pública son los impulsores del desarrollo en infraestructura y producción. De este modo, para la mayoría de las economías emergentes, las altas tasas de inversión son parte del intento de las autoridades por generar un ambiente óptimo para los negocios, con vistas a avanzar en el mercado mundial, mientras que la participación de las utilidades privadas de corto plazo tiene solamente efectos débiles sobre las tasas de inversión (Akyuz et al., 1998). La única economía avanzada donde un aumento en la participación del trabajo evidencia un impacto nulo sobre la inversión es Estados Unidos: en un estudio anterior de Onaran et al. (2011), la inclusión de pagos de dividendos e interés en la definición de inversión para Estados Unidos se encontró que tenía efectos confusos que hacían imposible detectar la significancia de un aumento en la participación del capital en la renta (una caída en la participación del trabajo en la renta) para la inversión. Lo mismo podría estar sucediendo en el presente conjunto de estimaciones. Para todas las demás economías desarrolladas, el impacto de una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta (es decir, un aumento de 1 por ciento en la participación del capital en la renta) es aumentar la inversión en 0,1 por ciento o más. El efecto es mayor en la eurozona (0,3 por ciento), Alemania (0,38 por ciento) y Japón (0,29 por ciento).

En el caso de las exportaciones netas, el gráfico A1(c) muestra que una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta induce un aumento en exportaciones netas en todos los países. Es importante observar que en el caso de las exportaciones netas la magnitud se estima con un compuesto de elasticidades que dependen de los precios relativos de las exportaciones e importaciones, el grado de apertura de la economía y la elasticidad de los precios a nivel nacional. Los efectos son mayores para los países en desarrollo tales como México y Sudáfrica y, según lo esperado, extraordinariamente alto en China ya que esta es la economía más agresiva de las lideradas por las exportaciones en el mercado mundial. Resulta ilustrativo subrayar que la estimación de un aumento de 2 por ciento en las exportaciones netas para China (dada una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta en China) está compuesta de un aumento de 1,1 por ciento en la participación de las exportaciones (en el PIB) y una declinación de 0,9 por ciento en la participación de las importaciones (en el PIB). Estos efectos acentuados se relacionan a diversos factores que caracterizan el mercado laboral en China. Primero, la elasticidad de los precios en relación a los costos laborales unitarios es las más alta del mundo, resaltando una estructura de exportación sumamente intensiva en mano de obra y elevados márgenes de ganancia. Segundo, la elasticidad de las exportaciones en relación a los precios relativos es nuevamente la más alta del mundo, reflejando el carácter altamente elástico de los precios en la demanda por las exportaciones chinas, las cuales se basan fuertemente en bienes de consumo tales como los textiles. Por último, la elasticidad de las importaciones en relación a los precios relativos es la segunda más alta del mundo después de Sudáfrica. Este último punto podría también explicar por qué Sudáfrica evidencia el segundo impacto más alto en las exportaciones netas entre las 16 unidades económicas con una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta (gráfico A1(c)).

Uno podría estar tentado a sumar todos los efectos independientes para cada una de las unidades económicas a fin de ilustrar el impacto general de una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo sobre la demanda agregada privada. Esto sería engañoso, ya que el gráfico A1 y las estimaciones que la alimentan ignoran los efectos de retroalimentación existentes entre el consumo, la inversión y las exportaciones netas. No obstante, las estimaciones presentadas en el gráfico A1 son informativas: para la mayoría de las economías consideradas, el impacto de disminuir la participación del trabajo en la renta (digamos, reduciendo los salarios por debajo de la productividad promedio para ganar en competitividad) probablemente tendría un efecto tan negativo sobre el consumo doméstico (bienes y servicios comercializados a nivel nacional) que requeriría de una respuesta masiva en forma de inversión nacional y exportaciones netas para compensar el efecto adverso sobre la demanda agregada. Estos hallazgos están en línea con los de Felipe y Kumar, quienes encuentran que reducir los costos laborales unitarios (reducción de la participación del trabajo en la renta) es perjudicial para las economías que no tienen un nicho para su canasta de exportaciones en el mercado mundial: no existe ganancia en reducir los costos laborales unitarios cuando compiten con China para colocar una canasta similar de exportaciones en la economía mundial, ya que esta disminución en costos laborales simplemente profundizaría aún más la recesión en un país mediante el efecto adverso sobre el consumo (reduciendo la demanda efectiva) y la inversión (expandiendo la brecha tecnológica) (Felipe y Kumar, 2011).

Pero esta "historia" viene de lejos: hace tiempo que comenzó la "vía al subdesarrollo" de los países avanzados.

Desigualdades de la renta en la era de la financierización de la economía

Informe sobre el trabajo en el mundo – OIT – 2008 (Partes destacadas)

Prefacio

Las desigualdades en materia de ingresos se han generalizado y aumentan en casi todos los países. Los debates y las políticas públicas se han centrado en este problema. Las encuestas de opinión muestran de qué manera la gente vincula las desventajas de la globalización con el aumento de la desigualdad de ingresos. Resulta por ello apropiado que el Instituto Internacional de Estudios Laborales aplique sus conocimientos técnicos analíticos a una tendencia de importancia directa para el mundo del trabajo.

El resultado es un panorama general exhaustivo de los factores clave subyacentes a una generación de ingresos desequilibrada. Muestra que la desigualdad de ingresos ha aumentado más de lo que podrían justificar los análisis económicos y que conlleva costos sociales y económicos muy elevados. Lo que se pone de manifiesto es una crítica basada en pruebas empíricas del modo en que la globalización financiera ha tenido lugar hasta el presente.

Las conclusiones reunidas en el presente informe brindan un apoyo analítico a la opinión de la OIT de que el modelo de crecimiento que condujo a la crisis financiera no es sostenible. Confirma que un nuevo equilibrio entre los objetivos económicos, sociales y ambientales es esencial, tanto para la recuperación como para la configuración de una globalización equitativa…

Las conclusiones del Instituto se publican en un momento de grandes presiones financieras, económicas y sociales, marcado por una de las crisis más graves de los últimos tiempos. Las discusiones en el ámbito nacional y mundial acerca de la configuración de políticas sociales y económicas más sostenibles basadas en una mayor coherencia política y en el Programa de Trabajo Decente, habrán de beneficiarse en gran medida del valioso análisis realizado aquí…

Editorial

La crisis financiera afecta al mundo del trabajo…

La crisis financiera que se fue desarrollando durante el último año y estalló en agosto representa una de las mayores amenazas para la economía mundial de la historia moderna. La contracción del crédito y el hundimiento del mercado de valores comienzan a afectar a las decisiones de inversión de las empresas así como a los ingresos y el empleo de los trabajadores. Algunas importantes economías desarrolladas están prácticamente en recesión y el desempleo está aumentando. El crecimiento económico de las economías emergentes y de los países en desarrollo ha disminuido, en algunos casos de manera significativa.

Por supuesto, los esfuerzos para superar la crisis financiera son bienvenidos y en principio deberían contribuir a evitar otra Gran Depresión. Pero si bien las medidas de rescate del sector financiero son importantes, también lo es abordar la dimensión estructural de la crisis. Como muestra este Informe sobre el trabajo en el mundo el aumento de la desigualdad de ingresos que se produjo antes de la crisis es especialmente relevante a este respecto.

… y se produce cuando la desigualdad de ingresos está aumentando…

Mientras que el costo de las medidas para rescatar el sistema financiero recaerá sobre todos, los beneficios del precedente período de expansión se distribuyeron de manera desigual.

Entre principios del decenio de 1990 y mediados del de 2000, en cerca de las dos terceras partes de los países respecto de los que se dispone de datos, el volumen total de los ingresos de los hogares de ingresos altos aumentó con mayor rapidez que el de los hogares de ingresos bajos. Se observan tendencias similares en otras dimensiones de la desigualdad de ingresos, por ejemplo, los ingresos del trabajo en relación con los beneficios o los salarios de más alto nivel en relación con los de los trabajadores cuya retribución es baja. En 51 de los 73 países respecto de los que se dispone de datos, la masa salarial en proporción de la renta nacional disminuyó en las dos últimas décadas. Además, durante el mismo período, la brecha entre el 10 por ciento de los asalariados con ingresos más altos y el 10 por ciento con los más bajos aumentó en el 70 por ciento de los países respecto de los que se dispone de datos.

Fue éste un período de crecimiento económico relativamente rápido y de creación de empleo sostenida. En 2007, el empleo mundial fue casi un tercio mayor que en 1990. En síntesis, el período de expansión que finalizó en 2007 fue más beneficioso para los grupos de altos ingresos que para los de ingresos medios y bajos.

…a un ritmo probablemente excesivo.

Una mayor desigualdad de ingresos puede ser útil, ya que puede significar mayores retribuciones al empeño laboral, a la innovación y al desarrollo de capacidades, lo que mejoraría las perspectivas económicas para todos, ricos y pobres. Por el contrario, una diferencia más reducida en los ingresos podría afectar a las perspectivas de empleo, por ejemplo, porque el mercado de trabajo no sería suficientemente atractivo para los futuros trabajadores.

Además, una desigualdad excesivamente pequeña de ingresos podría debilitar los incentivos para asumir riesgos o invertir en capital humano y, por lo tanto, afectar negativamente a las perspectivas de crecimiento económico.

Sin embargo, existen casos en los que una mayor desigualdad de ingresos es socialmente perjudicial y económicamente problemática.

Los estudios muestran que el conflicto social se intensifica cuando se percibe que las desigualdades aumentan de manera excesiva. El apoyo de la sociedad a las políticas que promueven el crecimiento disminuiría si los grupos de ingresos bajos y la clase media tuvieran la impresión de que esas políticas contribuyen poco a mejorar su situación o la de sus hijos, mientras que benefician a los grupos de ingresos altos. Las encuestas apuntan a una disminución de la tolerancia de los entrevistados frente a la creciente desigualdad.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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