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La melancolía como experiencia estética: De la Grecia clásica al siglo XVII (página 3)

Enviado por Luis Felipe Vélez


Partes: 1, 2, 3

Con el paso de pocos siglos, los dioses griegos pasaron a ser romanos, Zeus entonces se relacionó con la figura planetaria de Júpiter al que le asignaban los atributos y mitos de las divinidades griegas, Cronos pasó a ser Saturno, Ares a ser Marte, Hades a ser Plutón, Hermes a ser Mercurio, Poseidón a ser Neptuno y así sucesivamente con los restantes, aunque no todos cambiaron su nombre al de un planeta por el grado de importancia que a cada uno revestía. Cronos y a su vez Saturno, se convirtieron en un dios triste y destronado, solitario y vagabundo por los últimos confines de la tierra y el mar, sometido a dualismos constantes como ser el devorador de niños[71]y a su vez el padre de los dioses y de los hombres. La equiparación de Cronos con Saturno, el dios romano de los campos y las cosechas, proyectó de forma definitiva el fenómeno estético sobre la melancolía. Saturno hizo su presencia dentro de la tradición iconográfica al representar un periodo importante en el año como lo era la siembra, de su correcta combinación dependía primero, que los alimentos fluyeran adecuadamente y no perecieran por las plagas o por el invierno y segundo, que la persona fuera o no melancólica poseída por el furor y la locura, lo que hacia del astro un símbolo importante para los romanos y las tradiciones. Las representaciones estéticas de Saturno en la antigüedad y medioevo a pesar de que en un tiempo en apariencia fueron prolijas, actualmente están diezmadas o no se conocen de manera masiva, pero sin duda alguna dieron pie a las grandes obras estéticas que sobre el tema que se conocen. Entre las primeras es posible hallar una pintura mural de la Casa dei Dioscuri de Pompeya del año 65 d.C. la que Klibansky en su texto[72]analiza de una manera detallada y profunda:

Fig. 1. Saturno. Fresco de Pompeya, Casa dei Dioscuri. Cuarto estilo de tiempos de Nerón, después del 63 d.C. Nápoles, Mueso Archeologico Nazionale.

"los ojos del dios son aterradores. El manto sólo deja al descubierto la cara, los pies y una mano que sostiene una hoz a un lado, de forma un poco torpe. Esa torpeza es sin duda alguna deliberada, por que el fresco es obra de un gran artista. Lo que el dios sostiene no es un utensilio vulgar, antes bien es el símbolo del poder de esta divinidad severa y parece amenazar a sus devotos. La insólita rigidez de la figura y su carácter en cierto modo furioso puede entenderse como una visión personal de un pintor."

La siguiente figura es un calendario dedicado a Saturno como el imponente dios de la tierra del año 354 d.C. en el se observan las fases solares y lunares del día, Saturno aparece con un manto que le deja libre la parte superior del cuerpo, la mano derecha sostiene la hoz que por un lado es el arma con la cual castró a su padre, pero también es la herramienta con la cual se siega y se siembra. Saturno además, parece dictar sentencia al melancólico en la inscripción inferior relacionándolo con el peligro, con la divagación y con el robo:

Fig. 2. Saturno. Calendario de 354. Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana, MS. Barb. Lat. 2154, fol.8.

"Cuando sea el día de Saturno y su hora, nocturna o diurna, toda será incierto y laborioso: los que nazcan pasarán peligros, el que se aparte no encontrará, el que se haya acostado peligrará, el hurto hecho no será descubierto"

Inspirados por las estaciones que determinaban la complexio del organismo, se elaboró además de un calendario para Saturno y su periodo de cosecha, un calendario general con los meses del año en el cual se reconocen los momentos indicados para la que el hombre estuviese ocupado y no cayera en la manía ni en la locura melancólica.

Fig. 3. De signis XII mensium. Salzburgo, 818. Viena, Oesterreichische Nationalbibliothek, MS. 387, fol. 90

Descendiente directo de Gea quien da origen a la palabra geometría (geo: tierra, metrein: medir, en otras palabras medir la tierra) Saturno supervisaba la recta medición de sus criaturas, convirtiéndose "en el dios inspirador de la geometría y las artes mecánicas"[73] concepción que se vio fortalecida por las representaciones estéticas tituladas: La mano de Dios con balanza y compás, y Dios padre con balanza y compás ambas de la primera mitad del siglo XI.

Fig. 4. La mano de Dios con balanza y compás. Evangelios de Eadwi, tabla canónica, fol 9. Comienzos del siglo XI

Fig. 5. Dios padre con balanza y compás. Salterio. Primera mitad del siglo XI. Londres, British Museum.

La concepción de Saturno se vería equiparada en lo que respecta a la capacidad de medir la tierra con la figura de Cristo, por lo menos así lo muestra la Bible moralisée donde se observa al hijo de Dios rodeado de sus cuatro arcángeles que podrían representar los tan nombrados cuatro temperamentos y que lo sostienen aparentemente por los cuatro puntos cardinales. Es frecuente que a Dios padre se le muestre en la edad media como arquitecto del mundo, con un compás en la mano.

Fig. 6. Dios Padre midiendo el mundo. Bible moralisée. Hacía 1250. Viena. Oesterreichische Nationalbibliothek.

Hacia el 1023 el pintor italiano Rabano Mauro elaboró dos pinturas que en especial representan las cuatro estaciones y los momentos de siembra. En la primera la alegoría directa se centra en los periodos de cultivo y el trabajo, en la segunda Saturno aparece semidesnudo, expectante con la hoz en la mano derecha y dejando libre la mano izquierda para cubrir lo que la túnica no hace.

Fig. 7. Imágenes de las estaciones De universo. Montecassino Biblioteca dell" Abbazia.

Fig. 8. Saturno, Júpiter, Jano y Neptuno. De universo. Montecassino Biblioteca dell" Abbazia.

Se conoce también un dibujo a tinta de Las edades del hombre y los temperamentos donde se observa de manera elemental y sin adornos claramente la distribución y representación de cada temperamento junto con sus afecciones y características. Este, aproximadamente del siglo XII, es la base preparatoria de varias miniaturas conocidas del siglo XIII – y siglos posteriores que también veremos- en las cuales con más detalle y con los elementos eclesiásticos de la época, las cuatro edades del hombre se manifestaron estéticamente de diferentes maneras.

Fig.9. Las edades del hombre y los temperamentos. Tractatus de quaternario. Hacia 1100. Cambridge, Gonville and Caius College.

Fig. 10. Las cuatro edades del hombre. Aldebrandin de Sienne, Livres pour la santé garder (régime du corpus) Siglo XIII. Londres, Brtish Museum.

Fig. 11. Los cuatro temperamentos. Miscelanea italiana. Siglo XIII. Berlín, Deutsche Staatsbibliothek.

La representación iconográfica de Saturno asemejada al temperamento melancólico mostraba un hombre triste y somnoliento, flojo, pero obligado a trabajar sin convicción, solo, sin relación con los demás hombres, ermitaño, sin posibilidad de establecer nexos con un mundo coherente; tal como lo señalaba Avicena (980-1037) quien lo clasificaba como un perturbado de los sentidos, con la imaginación viciada y trastornada por inflamaciones de una parte del cerebro que producían frenesís y letargia. Enfermedades que traen perturbaciones de las facultades mentales que provocaban alienación del espíritu, confusión, estupidez, reducción de la razón, manía, melancolía, licantropía, nauseas, epilepsia y apoplejía, defectos todos combatidos por el cristianismo que deseaba ayudar a los enfermos, pero no toleraba los maniacos. La tarea de los padres de la iglesia era debilitar la predestinación astral y poner de manifiesto la vaciedad de la fe en los dioses antiguos declarando la guerra a la visión astrológica del universo, el melancólico pasó de ser combatido por su composición temperamental a ser combatido por el astro reinante en el momento de nacer. Doblemente rechazado, el melancólico se volvió un problema que debía de ser quemado junto a la brujas o encerrado por sus delirios. Los hijos de saturno eran en general los más infelices de los mortales, a la hora de distribuir las edades del hombre a saturno se le asignó la última, en el calendario representaba el final, lo lejano, lo no deseado, era el derrocado, el desplazado por Júpiter que como representante de temperamento sanguíneo, requería lo más noble de la existencia humana relegándole a Saturno y a sus hijos las características de la vejez, la soledad, y el deterioro físico y mental.

La delgada línea que dividía el melancólico patológico del melancólico enfermo, se pierde totalmente para dar paso a una concepción teológica y moral del melancólico. En general aunque el medico siguiera preocupado por la suerte de los enfermos y procurara con febriles medicinas remediar los males que acechaban el cuerpo, en el siglo XII en la doctrina de los cuatro temperamentos los nacidos bajo Saturno se consideraban morenos, anchos de hombros y poco barbados, ladrones, locuaces, decían una cosa y en el corazón tenían otra, eran hijos del demonio, hijos de un astro malévolo que sólo traía tristeza y pérdida del conocimiento, por ende se les alejó de la práctica médica para incluirlos dentro del grupo de los dementes. La tristeza melancólica hacia más fácil la victoria del demonio que se aprovechaba de cualquier descuido para poseer las almas y los cuerpos de los débiles volviéndolos perezosos, desdichados y tediosos. Además de las afecciones mentales conocidas a la melancolía,[74] la pereza y la acedia –una especie de demonio mental que perturbaba el alma– opuestas a toda virtud[75]se unieron a la constitución patológica del melancólico de manera definitiva. El melancólico manifestaba "una repugnancia voluntaria y culpable al trabajo que tendía a la ociosidad o al menos a la negligencia y a la pusilanimidad,"[76] era perezoso, se caracterizó por el miedo y la huida del esfuerzo. Si elegía ocupación no lo hacía según la razón sino según le sugería el capricho del momento, solía ponerse a la trabajar con lentitud, se frenaba o demoraba de más ante la menor dificultad lo que a menudo traía consigo la mentira, pues el responsable de la pereza buscaba siempre excusas a su negligencia. En el perezoso como en el melancólico, la imaginación y la sensibilidad reinaban sin control, provocando pensamientos turbios, las peores locuras y las más vergonzosas degradaciones.

El melancólico del siglo XIII mostraba un hombre sin movimiento alguno y a medio parar; perezoso y particularmente calvo; con la mano derecha sosteniendo la invisible hoz de Saturno y con la mano izquierda sosteniendo su cabeza que parece se cae por su peso. Flojo, delgado y pálido, diferente en mucho al de la descripción ofrecida como hombre moreno y ancho de espaldas que el siglo XII identificó:

Fig. 12. El melancólico. Diagrama de cauterización. Prescripciones para la cauterización. Siglo XIII. Erfurt, Wissenschaftliche Bibliothek, MS, Amplon. Q. 185, fol. 247 v.

La edad media se caracterizó por la exclusión o muerte de todos aquellos que eran indeseables para la sociedad, colocó la melancolía junto a la insania mental y a ésta como una enfermedad que conducía directamente a la avaricia, la soberbia, el egoísmo y la pasión desenfrenada que como defectos perseguidos por la sacristía, se catalogaron en los pecados capitales:

"Se trataba de un problema práctico, pues en una época en que las persecuciones de brujas se extendían por todo Europa, los exorcistas acudían a veces a la medicina para reconocer señales satánicas en quienes eran afectados por síntomas que podían ser producidos por el morbo melancólico"[77].

La llegada del fenómeno histórico conocido como la peste negra en el siglo XIV, marcó definitivamente a los hombres que se vieron obligados frente a la mortandad reinante a buscar refugio bajo la figura de la unidad divina; es posible que la mayor parte de los enfermos de melancolía murieran durante ésta epidemia debido a las pésimas condiciones de salud a las que estaban sometidos, sin embargo en apariencia no murieron los estudiosos de las causas concretas, espirituales y mentales de la constitución del melancólico. Con la caída de Constantinopla en el siglo XV y el fin del imperio romano, se inicia un periodo histórico que como se conoce, fue fecundo en producción estética de todo tipo y sirvió además para aminorar las cargas eclesiásticas sobre la humanidad aunque estas perdurarían un par de siglos más.

2.4. La melancolía en el Renacimiento

La melancolía como un estado que afectaba las emociones y la razón de los hombres se mantuvo durante éste periodo pero con cambios sustanciales. El temperamento del melancólico daría un giro radical desde la enfermedad, la euforia y la manía hacía la tristeza sin causa; representando como dice Klibansky; un estado mental temporal, un sentimiento de depresión independiente de cualquier circunstancia patológica o fisiológica, un sentimiento que se denominó "disposición melancólica transitoria" frente al "habito melancólico" o la "enfermedad melancólica". La melancolía pudo transferirse de la persona a situaciones que éste experimentara, el melancólico impregnó con su espíritu todo cuanto tenía que ver con él, la relación que se estableció entre sus estados patológicos y los objetos, dieron a estos características melancólicas según su situación, se estableció el nexo para hacer referencia directa a la cosa y al estado, "de suerte que pudo hablarse de espacios melancólicos, luz melancólica, notas melancólicas o paisajes melancólicos"[78]. A diferencia de las épocas precedentes, todos estos cambios se aplicaron respecto a la literatura más no a la medicina ni a la ciencia en donde la idea de la melancolía seguiría presente casi de manera inalterable. La literatura tendía esencialmente a observar y representar la sensibilidad del hombre como cosa dotada de valor en sí, la poesía lírica y narrativa empleó la melancolía cada vez más en escritos renacentistas que "fue adoptado con agrado por los literatos sobre todo en Francia, para dar color a tendencias y condiciones mentales"[79]. Al hacerlo se alteró el significado patológico original de la idea que pasó a ser descriptiva como un estado de ánimo temporal. La acepción científica y médica de la palabra adquirió un sentido poético, las dos ideas originales de la melancolía, enfermedad y temperamento, no desaparecieron, salvo en textos científicos, el uso tradicional tendió cada vez más hacia el sentido subjetivo y transitorio, quedando al cabo tan eclipsado por la nueva concepción poética.

El cambio de significado de la melancolía aparece en la poesía del siglo XV como expresión del lenguaje, el melancólico es activo y parlante, las acciones e influencia no son particularmente dramáticas o aterradoras, se le asemeja ahora con la tristeza, la agonía y en determinados casos con la muerte. La melancolía poética como sentimiento de doble filo proveía su propio sustento en el que el alma disfruta de su aislamiento, pero ese mismo placer vuelve a tomar mayor conciencia de su soledad, la alegría del dolor como una conciencia intensificada. Saturno por su situación de dios derrocado, poéticamente fue ubicado en lo que respecta a la astrología en el último lugar del calendario zodiacal, la literatura lo identificó como el dios de los regidos por Capricornio y Acuario, tal como se observa en la imagen que data del año 1400 donde se muestra al astro con sus signos. Saturno para esta representación no lleva consigo la tradicional hoz sino que la ha cambiado por una pala y una lanza con la flor de lis, sigue manteniendo su pecho descubierto y una actitud displicente y meditabunda de la vida. En la que sigue se observa a Saturno casi en la total desnudez, sólo esta cubierto por una estrella en sus genitales conservando su actitud displicente. Aquí retoma su herramienta de trabajo y de combate como lo es la hoz, éste Saturno del año 1470 muestra su habitual delgada complexio y una debilidad al caminar que se manifiesta por una especie de bastón que sopesa su cuerpo.

Fig. 13. Saturno y sus signos zodiacales: Capricornio, Acuario. Albumasar, Introductio in astrologiam. Hacia 1400. New York, Pierpont Morgan Library

Fig. 14. Saturno y sus signos zodiacales. Von den XII Zeichen des Gestirns. 1470. Zurich, Zentralbibliothek.

A los hijos de Saturno por lo regular no se les veía rubicundos y rozagantes, según la relación llevada a cabo por Isidoro de Sevilla, el melancólico podría ser agricultor o monje y así lo dejaría ver la tradición grafica que reunía probablemente por vez primera una comunidad entera compuesta enteramente por personas melancólicas. En las dos xilografías siguientes la composición muestra por supuesto ante todo: cosecha, siembra, agonía, castigos, sacrificios de animales y múltiples afecciones físicas. Saturno se mantiene en el centro y en la parte superior, conserva su hoz mientras que en uno aparece acarreado por dragones y en otra desnudo como en la imagen vista anteriormente. La segunda xilografía que veremos a continuación lleva en la parte inferior una inscripción, que como la inscripción del calendario de Saturno del año 354, condenaba al melancólico a la muerte y la humillación.

Fig. 15. Saturno y sus hijos. Libro xilográfico, probablemente copia alemana de un original holandés perdido. Hacia 1470, Berlin, Staatliche Musen Preussischer Kulturbesitz, Kupferstichkabinett.

Fig. 16. Saturno y sus hijos. Grabado italiano atribuido a Maso Finiguerra. Segunda mitad del siglo XV

La inscripción reza así:

"Saturno es planeta masculino, puesto en el séptimo cielo; frío y seco, pero accidentalmente húmedo; de naturaleza terrosa, melancólico y oscuro como el plomo. Gusta de vestidos negros y es tenaz y religioso. Ama la agricultura. Tiene de los metales el plomo, de los humores la melancolía, ama la agricultura, de las edades la vejez, de las estaciones el otoño. El abuelo, el día del sábado, con la prima, las 8, las 15 y las 22, y la noche del miércoles. Tiene por amigo a Marte, por enemigo al Sol. Tiene dos domicilios, de día Capricornio, de noche Acuario. Su vida o exaltación es Libra, su muerte o humillación es Aries. Corre los doce signos en treinta años y un poco más y de ese poco no se preocupa. Empezando por Capricornio, en dos años y medio o en 30 meses lunares, corre un signo en un mes, un grado en un día, dos minutos en una hora y 5 segundos, y después vuelve a su principio."

La fusión de melancolía con tristeza produjo en el siglo XV la modificación de la idea de dolor que se combinó al retiro caviloso del mundo y a la tristeza en la enfermedad. Con el Renacimiento a diferencia de la concepción medieval de la melancolía como enfermedad, aparece una imagen de melancolía no del todo positiva, pero si más sublime y mejor tratada en la poesía en donde no es ya algo innoble y patológico significando la superioridad del espíritu, la noble melancolía que eleva el alma del sabio no ya como un adivino sino como un inspirado. El concepto de la melancolía cercano todavía al de furor fue retomado por los humanistas de la época, quienes definieron el antiguo sentido del concepto creado por Platón de manera distinta y fundamental para la teoría de la creación estética. El furor divino convertido en la causa y el efecto del encuentro entre el poeta y el dios correspondiente, influyó más tarde en la dignificación y divinización del arte, mostrando que como los filósofos y los místicos de la antigüedad, los creadores inspirados y poseídos por el furor divino, también alcanzaban el contacto con el dios inspirador.

El platonismo regresa a occidente después de siglos con Marsilio Ficino (1433-1499) quien realmente da forma a la idea del hombre genial melancólico que se reveló en Europa en los siglos XVI y XVII. Ficino sistematizará su teoría en el libro De vita triplici[80]donde recogerá los síntomas del temperamento melancólico y su tratamiento, fue el primer autor que identificó lo que Aristóteles había llamado "la melancolía de los hombres intelectualmente sobresalientes con el furor divino de Platón".[81] Según él, la bilis negra "obliga al pensamiento a penetrar y explorar el centro de sus objetos, por que la propia bilis negra tiene afinidad con el centro de la tierra. De la misma manera eleva el pensamiento a la comprensión de lo más alto, porque corresponde al más alto de los planetas"[82] Saturno obligaba al pensador hacia la divina contemplación alcanzada sólo en las más altas cumbres, morada habitual del viejo astro. Ficino creía que no sólo los hijos de Saturno estaban dotados del trabajo intelectual como lo pensó el problema XXX, 1, sino que al contrario, el trabajo intelectual influía en los hombres colocándolos bajo la protección de Saturno, de modo que todos los que estuvieran consagrados a la investigación estarían predestinados a la melancolía y sometidos a Saturno, no por la posición astral al momento de nacer sino por la actividad desempeñada, así, todos los oficios que estuvieran relacionados con cualquier tipo de saber se arroparon bajo el manto saturnino. La melancolía era pues, una consecuencia del conocimiento.

Saturno representa el intelecto divino que aspira a la contemplación eterna, pero esa sabiduría tendría un precio para la sanidad mental que transitaba por un camino estrecho entre la estupidez y la locura. Las afecciones infringidas llevan a la contemplación de las cosas eternas para todo aquel que decida ser definitivamente melancólico, la elección del hombre por ésta opción hizo necesaria una moral que lo cobijara y una ética que le regulara en su relación con el mundo y con las cosas; ser melancólico se presentó como una opción de vida que muchos hombres posteriormente escogerían. Ficino establece tres diferentes causas por las que un hombre puede llegar a ser melancólico: celestes, naturales y humanas. La primera se encuentra vinculada a la astronomía ya que gracias a la influencia de planetas como Mercurio que invita al hombre a investigar en las ciencias y artes, y a Saturno que hace perseverar dichas investigaciones y ayuda a conservarlas una vez obtenidas, el temperamento del melancólico podía seguir un plan sin navegar a la deriva del océano cósmico. La causa natural es aquella que permite la experiencia interior, implica el recogimiento del alma en el centro del hombre; es el lugar de la especulación humana que fácilmente podría salirse de su rumbo al estar tentado el cuerpo de tantas formas. La única que depende de los hombres es la tercera y es en particular la que debe cuidar, es la que resulta del uso frecuente de la mente, pues reseca el cerebro, se consume el humor y, por ende, se disuelve el calor natural que lo provoca, por lo cual se vuelve frío y seco, pierde la razón y delira constantemente. Ficino, a diferencia de la tradición que lo precedía, creía que la imaginatio no era arbitraria, que era el ámbito posible para reencontrar lo finito y lo infinito de la ratio, y que solo a través del cultivo y la siembra bajo los rayos de Saturno, la imaginación se manifestaría como un reflejo del alma en contacto permanente con su astro.

Con Ficino se formará la imagen de un hombre agraciado con el don de elegir su destino y condenado a elegirlo con la duda de sí. Forzado a escoger a ciegas, deteriorado entre su autoafirmación y su inseguridad en un mundo que además, en plena crisis, le demostrará continuamente que no es tan fácil de manejar, el renacimiento transformara la ambivalencia propia del temperamento melancólico en algo que debe hacerse conciente y elaborarse concientemente. Siempre al borde del abismo, peligrosamente encerrado en la disyuntiva del todo o nada, era preciso que el melancólico aprendiera a dominar al hombre y la naturaleza. Debía desarrollar una ética reguladora de sus relaciones con los demás y con las cosas, una poética y una plástica, una filosofía con el nuevo espíritu del genio. Convocaba todas las capacidades conscientes y evocaba las inconscientes hacia un objetivo, cultivarse, diversificarse, construir la existencia individual y social que ya no por referencia a Dios, sino principalmente a la condición humana como obra de arte. El hombre trabajó por su reivindicación por los medios que le fueron más asequibles a su realidad como lo era la pintura, la escultura y la literatura. La transformación de la melancolía en humor, luego en temperamento y posteriormente en constitución espacio-corporal dotó a ésta caracterización patológica de un respiro simbólico entregado por el concepto de lo sublime donde halló cabida, pero siguió sometiendo su afección con las más variadas curas que muchas veces eran torturas. El melancólico aunque enaltecido por la poesía, no dejaba de ser un enfermo y como tal debía de ser combatido, ya no se le consideraba tan emparentado a la locura, pero se le relacionaba con la manía que pasó a ser una fase anterior de la misma. La melancolía como temperamento no dejaba de ser la que menos favorecía al organismo, sin embargo, aunque la iconografía del siglo XV y siguientes muestran otra cosa en lo que respecta a los demás temperamentos, sólo a la melancolía se le atribuyeron efectos tales que ya sea por constitución corporal o mental podría conllevar a la locura y la muerte.

Los siguientes pliegos representan los cuatro temperamentos en toda su magnitud, ya no son una constitución orgánica como sucedía con las cuatro etapas de la vida, sino que eran en su totalidad la formación corporal y el posible "destino" de todo aquel que se viera bajo el dominio de su temperamento. Un siglo después, y siguiendo la relación llevada a cabo entre tristeza y melancolía que produjo la imagen de la mujer "Dame Merencolye" pálida, sombría y sopesada de la vida; las figuras de los cuatro temperamentos cambiarían de masculino a femenino, lo que sin duda alguna alteró la percepción del temperamento pues fácilmente se equiparaba con la figura de la musa.

Fig. 17. Los cuatro temperamentos. Pliego. Mediados del siglo XV. Zurich, Zentralbibliothek.

Fig. 18. Los cuatro temperamentos como jinetes. Pliego. Segunda mitad del siglo XV. Antes en Gotha, ahora en Paris. Bibliothéque Nationale.

Fig. 19. Sanguíneos, coléricos, flemáticos, melancólicos. Xilografía. Primer calendario alemán. Augsburgo. 1480.

Fig. 20. Los Cuatro temperamentos. Grabados de Virgil Solis (1514-62) Bartsch. Londres, Waburg Institute. S. XVI

La melancolía en los siglos XVI y XVII

Albrecht Dürer y Robert Burton

3.1. Sobre los cuatro temperamentos en Albrecht Dürer

La melancolía como una enfermedad en este periodo siguió siendo tratada de la misma manera, las curaciones por la música, los paseos al aire libre, le moderada ingestión de vino se continuaron practicando, pero a su vez, al melancólico por estar cercano a la figura del loco, se le combatió de forma desagradable y dolorosa. El tratamiento de la locura melancólica[83]por la medicina está emparentado directamente con lo que se ha venido tratando hasta aquí, el loco y el melancólico son de la misma clase, están afectados por el terror, por el delirio y por la imaginación excesiva que aunque Ficino no consideraba negativa los médicos sí, ya que alteraba a sus pacientes trasportándolos a otros lugares lejos de donde se encontraban. Este tipo de problemas, arraigó la concepción del melancólico afectado ya no por la bilis negra, sino por los negros espíritus del más allá los cuales había que expulsar a toda costa y por cualquier medio. Es curioso como la imagen de Saturno fluctúa constantemente desde el ámbito de lo oscuro y lo ruin al pulpito de la sabiduría y el conocimiento. El siglo XVI daría muestra fehaciente de la manifestación estética que el melancólico y Saturno adquirían, la locura por su parte sería representada de igual manera al representar no ya una enfermedad, sino un estado patológico temeroso que con el airoso combate de los padres de la iglesia se había enaltecido hasta significar el vuelo del espíritu sobre la razón divina que a los hombres oprimía.

Las representaciones de los temperamentos centrados en los rasgos de carácter de origen humoral se limitan a acciones y situaciones reveladoras de esos rasgos. Las manifestaciones clásicas de las cuatro edades del hombre, y el retorno al sistema de relaciones entre temperamento y estación, hora, mes, etc. indicaba como se observa, el temperamento sanguíneo ante todo como un hombre generoso romántico, el colérico iracundo que incluso está propinando a su compañero un golpe en la cabeza frente a la mirada expectante de una mujer, la tradicional cura del flemático por medio de la música y el melancólico con la tarea de la rueca a medio hacer en compañía de un hombre viejo contemplativo entre ellos.

Fig. 21. Sanguíneos, flemáticos, coléricos, melancólicos. Xilografía. Calendario de Estrasburgo. Hacia 1500

Durante los primeros años del siglo XVI, la constitución corporal sobre los temperamentos como se conoce no tuvo muchos cambios en lo que respecta a la idea general de la misma, sin embargo Albrecht Dürer (1471-1528) afronta el tema de las cuatro complexiones en la xilografía que sirvió a Conrad Celtes como portada de sus libri amorum publicados en 1502, de una manera novedosa en cuanto a la manera de representar el contenido de los temperamentos en relación a la sabiduría y a los pensadores que precedían toda la tradición cultural de época europea:

Fig. 22. Durero, Philosophia. Xilografía, Bartsch 130. Portada de Conrad Celtes, Quattuor Libri Amorum. Nuremberg. 1502.

"Entronizada en el centro se presenta la filosofía, coronada y de acuerdo con Boecio provista de "scala artium" La rodea una guirnalda compuesta de plantas de cuatro clases, enlazadas por medallones que encierran bustos de filósofos; las esquinas de la página se llenan con las cabezas de los cuatro vientos. Cada uno de estos está cuidadosamente diferenciado en cuanto edad y carácter; y cada uno simboliza uno de los cuatro elementos y uno de los cuatro temperamentos, así como una de las cuatro estaciones. Céfiro, el viento occidental, cuya cabeza juvenil e idealizada sale a las nubes, y de cuya boca brotan flores, significa el aire, la primavera y el hombre sanguíneo. Euro, el verano y el hombre colérico. Austro, el viento del sur, representado por un hombre mayor abotargado, en medio de olas y chubascos, significa agua, el otoño y el hombre flemático. Finalmente Boreas, el viento del norte, un viejo clavo y flaco, significa la tierra, el invierno y el hombre melancólico." [84]

3.2. Durero y el grabado Melancolía I

Durero fue el primer artista que elevó el retrato de la melancolía a la dignidad, la constitución de los afectados no se mostraba ya delgada ni macilenta, la mirada cambió radicalmente de la perturbación a la ensoñación, Durero cambia la pereza por la inactividad, no por acedia porque le parece que lo elaborado por el melancólico no tiene sentido, es la inteligencia la que paraliza su energía, la pregunta por su realidad ocuparía la mayor parte de su tiempo. El melancólico descubre en la vida un motivo superior para hallar preocupaciones, como en Ficino, Saturno sería un planeta benévolo para quien quisiera estar bajo su signo, dotado de ciertos rasgos que le hacen único y genial, es el planeta de los creadores y por eso aunque perseguido por ser parte del culto a un dios pagano, se le reconocía su autoridad dentro de la tradición iconográfica y como el más viejo de los planetas, a su vez el más sabio y padre de dioses y hombres por igual. Durero es innovador y eso es precisamente lo que resalta de su obra, parece anticipar el barroco por la profusión de formas y el predominio de zonas sombrías, grandes ejemplos se encuentran en los grabados "El caballero, la muerte y el diablo" "San jerónimo en su estudio" y "Melancolía I" que representan por la elaboración y el tema, situaciones en las cuales la razón del hombre es sometida tanto a consideraciones sobre el mal como a elecciones sobre la ética, la moral y la conciencia humana. Sobre éstos los estudios e interpretaciones han sido exhaustivos, pero en lo que respecta al grabado Melancolía I el cual ocupa la atención de éste trabajo, es indispensable remitirse a la obra de Raymond Klinasky "Vida y obra de Durero" y por supuesto "Saturno y la melancolía" en donde de manera detallada el análisis sobre la obra de Durero cobra matices y conceptos de vital trascendencia para el desarrollo de la teoría estética y para la melancolía.

Fig. 23. Durero, Melencolia I. Grabado, Bartsch. 1517

Lo primero que resalta en el grabado Melancolía I es la figura del ángel con la mano sosteniendo su cabeza, pensativo, lejano y distante. Seguidamente aparece en escena un personaje misterioso como lo es el murciélago que sostiene el nombre del grabado además de la gran variedad de herramientas y elementos geométricos que pululan en un aparente desorden. Por supuesto, Durero no colocó estos elementos al azar, cada uno tendría su fin además de otros que en apariencia carecerían de importancia pero que él mismo se encargaría de resaltar como por ejemplo la mano que sostiene la cabeza del ángel.

"Ya no es la mano de un loco desdichado que piensa, que tiene un gran tesoro o el mundo entero encerrado en la mano sino la de un ser totalmente racional empeñado en un trabajo creado y que a pesar de ello compete el mismo destino que el pobre loco en cuanto a no poder ni asir ni soltar un algo imaginario"[85]

El gesto del puño cerrado que hasta aquí era un mero síntoma de enfermedad, ahora simboliza la concentración fanática de una mente que ha visto verdaderamente un problema pero que al mismo tiempo, se tiene tan incapaz de resolverlo como de desecharlo. El puño cerrado cuenta la misma historia que la mirada vuelta a una lejanía vacía, a diferencia de la mirada gacha que antes se atribuía al melancólico, los ojos de la melancolía miran al reino de lo invisible con la misma vana intensidad con que su mano ase lo impalpable. Su mirada debe su extraña expresividad no sólo a la inclinación ascendente, a los ojos desenfocados típicos del pensamiento absorto, sino también, sobre todo, al hecho de que el blanco de los ojos relampaguee en el rostro sombrío y oscuro. Al representar el rostro oscuro como piel en una sombra oscura, Durero transformó el dato fisonómico o patológico en una expresión, casi en una atmósfera.

Como el motivo del puño cerrado, el del rostro oscuro fue tomado de la esfera de la semiológica médica, pero la falta de color pasa a ser, literalmente, "un ensombrecimiento, que entendemos no como resultado de una condición física, sino como expresión de un estado de ánimo."[86] Tanto el hijo de saturno como el melancólico fuera por enfermedad o por temperamento eran oscuro de semblante, esta idea fue común en los textos medievales de medicina como en los escritos astrológicos sobre los planetas y en los tratados populares sobre las cuatro complexiones, el puño cerrado es además una característica temperamental, un síntoma patológico que expresa un estado de animo que se acentuaba con uno de los rasgos que se endilgaron a los melancólicos el cual era la cabeza recostada sobre uno de los brazos. La significación primaria de este gesto antiquísimo, que aparecía incluso en los personajes de duelo de los relieves de sarcófagos egipcios, es el dolor, pero también puede significar fatiga o pensamiento creador, la contemplación poética de filósofos, evangelistas y padres de la iglesia. Un estudio preliminar al grabado de melancolía I, muestra una mujer aletargada con las manos colgantes que caracterizan a la enfermedad melancólica, Durero cambia el gesto meditabundo de la mano que sostiene la mejilla siguiendo la tradición pictórica que ya empezaba a mostrar ésta característica estética en el temperamento melancólico.

El cartel que sostiene el murciélago hace referencia a las ideas del mago, cabalista, ocultista y filósofo Cornelius Agrippa de Nettesheim que en su obra De Occulta Philosophia afirma de que manera es posible que el hombre sea capaz de alcanzar todos aquellos logros espirituales e intelectuales que se proponga con la ayuda "de los astros", bien a través de sueños proféticos o mediante la influencia de Saturno. La interpretación de Agrippa ampliaba la de Ficino, pues atribuía al planeta la facultad de influir también en la imaginación y en la razón, y no sólo en la mente intuitiva. Es casi seguro que Durero conoció las tesis de Agrippa, por tanto no sería de extrañar que sus ideas terminaran por influir en algunas de sus obras de arte. El ocaso y el murciélago están mágicamente iluminados por el fulgor de fenómenos celestes que hacen que el mar del fondo se tiña de fosforescencia. En primer termino parece estar alumbrado por una luna muy alta en un cielo que arroja sombras profundas al crepúsculo altamente fantástico y literal de toda la imagen. El ángel de la melancolía de Durero permanece sentado delante de su obra inacabada, rodeada de instrumentos del trabajo creador, pero cavilando tristemente con la sensación de no llegar nada. Durero definió y realzó esta impresión de una tragedia esencialmente humana de dos maneras:

"mediante la adición de figuras auxiliares, el sopor del perro cansado y hambriento significa la tristeza abstrusa de un ser totalmente entregado a su comodidad o incomodidad inconsciente, mientras que la obra del pequeño ángel o putto escribiente significa la despreocupada tranquilidad de un ser que acaba de aprender el contento de la actividad aunque sea improductivo."[87]

El perro -según Klibansky- es más inteligente y sensible que otros animales, tiene una naturaleza muy seria y puede ser victima de la locura. Como los pensadores profundos, tienden a estar siempre a la caza, husmeando donde hay cosas e indagando en ellas el motivo. Al fondo del grabado, a un lado del murciélago cercando el firmamento pasa un cometa, se creía que estos venían de Saturno y eran los responsables de las inundaciones y mareas altas, en otras palabras de la humedad.

La guirnalda tiene su origen en el adorno del homo literatus y por lo tanto le proclama poderes intelectuales a la melancolía, la balanza y el reloj de arena, símbolos de Saturno están asociados con la alquimia, donde el color negro –como la bilis- y al plomo, el metal utilizado inicialmente por los alquimistas. Hay también una rueda de molino, uno de los métodos para la obtención de la Gran Obra, y también emblema de la putrefacción. La alusión al negro está también presente en el rostro oscurecido del ángel, la escalera de siete peldaños indicaría los pasos que debe seguir el alquimista, por otra parte, la esfera y el poliedro aludirían a la geometría como base de la alquimia. El putto –ángel pequeño- tiene consigo unas llaves y una escarcela que denotan poder, riquezas. Las llaves son de un cofre de caudales, guardia del tesoro, a Saturno se le atribuye ser el inventor de la acuñación de la moneda. El ángel está a medio cubrir por los pliegues bajos del vestido, se percibe el extremo un enema afección ésta que simboliza el lado excremental de la melancolía. A sus pies están los útiles del artesano-geómetra, un tintero, una esfera, una escuadra, un cepillo, una sierra, una regla y algunos clavos, pero no se hace nada con ninguna de esas herramientas, el serrucho yace ocioso a sus pies, la piedra de moler con su borde mellado se apoya inútilmente en la pared, el libro descansa en su regazo con los broches cerrados, del romboedro y de los fenómenos astrales nadie hace caso, la esfera ha rodado hasta el suelo, "el compás se daña por falta de ocupación, la escuadra y el martillo significan la geometría empleada con propósitos astronómicos o metereológicos, el poliedro representa la geometría descriptiva"[88], pues aquí como en muchas otras representaciones contemporáneas es a la vez un problema y un símbolo de la óptica geométricamente definida, instrumentos para medir el tiempo y el peso, la balanza, el reloj de arena y su campana.

Una de las cosas que más ha llamado la atención de todos los historiadores del arte, cabalista y hasta de Klibansky, es que aparece un cuadrado mágico de orden cuatro, es decir de cuatro filas y cuatro columnas. Aparecen los números del 1 al 16 dispuestos de tal forma que al sumar los números de cada fila da siempre el mismo resultado: 34 [89]Lo mismo sucede si se suman los números de cada columna y de cada diagonal, al igual que la suma de los cuadrados de los números de las dos filas superiores es igual a la suma de los cuadrados de los de las dos filas inferiores. Además, al sumar los cuadrados de los números de filas alternadas da el mismo resultado, también coincide si se toman columnas, la suma de los cuadrados de los números situados sobre las diagonales es igual a la suma de los cuadrados de los números no situados sobre las diagonales y la suma de los cubos también es igual. No se sabe con certeza si Durero habría incluido estos valores y combinaciones de manera voluntaria, es probable que sea más la inquietud de los historiadores por encontrar elementos que configuren el imaginario del grabado que lo que él mismo hubiese hecho, pero lo que si queda claro, es que la estela cabalística, la relación de los cuatro temperamentos con el organismo y la complexio en especial de la melancolía, se reflejan en cada uno de los elementos que componen el grabado.

Es muy posible que entre los elementos del cuadro se queden sin análisis o definición alguna, por ejemplo la ciudad que se ve al fondo puede ser un símbolo de la humanidad sometida a la naturaleza y a los astros, o si la estela que deslumbra es un cometa o los rayos de Saturno que vienen buscando a sus hijos para devorarlos o arroparlos. De todas formas, con los elementos obtenidos en la composición del grabado, la figura de Durero no se agota en los tres grabados mencionados con anterioridad, pues se destaca en él, sobre todo, los estudios sobre los animales, los rostros humanos, los aguafuertes en especial El desesperado y por supuesto, toda la vasta influencia que desarrolló en la pintura y en la literatura posterior. Ejemplos de ello son los grabados de Gerard de Joe, Hermann Müller y las pinturas de Lucas Cranach (1472-1553) en las que se observa ante todo la melancolía como la "Dame Merencolye" que no devora sino que ve jugar retozantes a sus hijos, influida por el esoterismo y las figuras cabalísticas repetidas de diferentes maneras en las múltiples representaciones estéticas que serían elaboradas por su prolijo pincel.

Fig. 24. Durero, El desesperado. Aguafuerte sobre hierro, Bartsch 1515-16.

Fig. 25. Saturno y sus hijos. Grabado de Hermann Müller según Marten Van Heemskerck.

Siglo XVI. La leyenda dice: "Saturno el de la guadaña escoge a los agrimensores, los poetas y aquellos en los que no hay ni un dedo de sana razón" Nótese que con mayor frecuencia la figura de saturno devorando a sus hijos que posteriormente iba a ser tan reconocida, se presentaba cada vez más con mayor regularidad.

Fig. 26. Saturno y sus hijos. Grabado de Hermann Müller según Marten Van Heemskerck. Siglo XVI.

Fig. 27. Saturno devorando a un niño. Grabado de Gerad de Jode según Marten de Vos Septem planetae 1581. La leyenda dice: "A menudo la extrema vejez detiene a la inteligencia consiciente, y tu, Saturno, a lo último la mueves con tu guadaña"

Fig. 28. Lucas Cranach, Melancolía, 1528 Colmar.

Fig. 29. Lucas Cranach, Melancolía, 1532 Colmar

3.3. La melancolía en el Siglo XVII: Robert Burton.

Los trabajos estéticos de Durero cambiaron de forma considerable la manera como se representaban las cuatro complexiones y la figura de Saturno, en adelante el melancólico llevaría la mano sosteniendo el rostro, la composición corporal del melancólico fluctuaría, no eran ya más los delgados los enfermos, los había de muy buen talante; la diferencia radicaría en que la afección no se encontraría en el cuerpo, sino en el cerebro. Las investigaciones de la medicina se habían desplazado casi por completo hacía el campo de la locura, la patología del melancólico pasó a ser un paso previo de la misma, pero la contracción de la melancolía a pesar de los ingentes esfuerzos por descubrirla llevaban a un camino sin retorno, o era seguir las ideas del Corpus y de Galeno, o era seguir la fe cristiana que curaba todo con el rezo. En el año 1621, un hombre que se hacia llamar Democritus junior –Robert Burton (1577-1640)- y que decía padecer la enfermedad melancólica como Marcilio Ficino e Isidoro de Sevilla, sacó a la luz pública un libro que serviría de tratamiento base para ésta afección durante los siguientes dos siglos y medio, momento en el cual aparece la psiquiatría constituida como tal de la mano del psicoanalisis que de la melancolía tendrían mucho que decir. Pero ese no es el caso para ésta oportunidad, lo que aquí importa es la obra que les serviría de base para sus investigaciones, obra publicada en Oxford y que llevaba por titulo The anatomy of melancholy, what it is with all the kinds causes, symptoms, prognostics and several cures of it Anatomía de la melancolía y naturaleza de la misma, con todas sus causas, síntomas, pronósticos y diversos medios para curarla- una verdadera enciclopedia densa y notablemente bien documentada, plagada de citas, nombres y situaciones concretas sobre la afección melancólica que procuraba no dejar ningún cabo suelto recopilando en ella, todo el conocimiento obtenido hasta entonces.

Robert Burton expone con acuciosidad la naturaleza del drama melancólico, las causas, los síntomas, los sentimientos y las pasiones que caracterizan a ese estado mórbido del cuerpo y del alma. Realiza un análisis comparativo entre las diversas y con frecuencia contradictorias interpretaciones de la enfermedad, la obra se presenta como un tratado sobre el alma y la condición humana, sobre la fragilidad de los hombres presas del capricho de Dios, del demonio, de los astros, del clima, de los fantasmas, los hechiceros e incluso de su propia herencia entre otras fuerzas naturales y sobrenaturales. Burton considera que la degeneración y miseria del hombre, viene del hombre mismo "que por instigación del diablo esta siempre dispuesto a causar daño, pues es malo por naturaleza, malo genéricamente considerados, seres por nuestras invenciones y artificios, donde cada hombre es el mayor enemigo de si mismo." [90]Y esta degeneración esta sobrevenida por las imaginationis aut rationis laesae –enfermedades de la imaginación o de la razón perturbadas- que producen las conocidas afecciones de todo temperamento melancólico: frenesí –delirio furioso- demencia, melancolía, chochez –debilidad de las facultades mentales, con sus distintas variedades o especies, como la hidrofobia, la licantropía –aberración mental- y "el baile de San vito, llamado enfermedad demoníaca –morbi daemoniaci- y que se relaciona con las frases estar poseído del diablo o estar endemoniado."[91]

La imaginación perturbada a causa de las pasiones era la principal causa de la melancolía. Al transmitir falsas impresiones al corazón, éste ocasionaba graves alteraciones a los humores, a la actividad anímica y al temperamento trastornando todas las facultades del cerebro por el miedo. El cuerpo experimentaba una permanente angustia, desvaríos en el discernimiento y la voluntad, pérdida de la razón, alteraciones en la facultad de expresión, tristeza y aflicción sin causa aparente, las pasiones se consideraban influidas por siete espíritus o demonios que llevaban a los hombres al delirio y al furor:

"La primera clase está representada por los falsos dioses de los gentiles adorados en la antigüedad bajo la forma de ídolos y cuyos oráculos eran dados a conocer en delfos y otras partes. Belcebú es el príncipe de esos genios. La segunda clase es la de aquellos embusteros como Apolo pitico. La tercera esta formada por los espíritus iracundos causantes de todo mal o daño su príncipe es Belial. Los de la cuarta especie son los maléficos demonios de la venganza y tienen por jefe a Asmodeo. Componen la quinta clase los embaucadores, entre los cuales figuran los magos y hechiceros, su príncipe es Satanás. Los de la sexta categoría son los demonios que moran en los aires y corrompen la atmósfera, causan plagas, engendran el trueno, provocan incendios de ellos se trata el Apocalipsis y también los menciona san pablo al dirigirse a los efesios. La séptima clase se cuenta abadon, el destructor por antonomasia, jefe de las furias y causante de guerras, rebeliones, disturbios, el representante de la octava es el demonio acusador y calumniador, hunde as hombre en la desesperación. La novena especie esta constituida por los diversos espíritus que tientan a los humanos, su príncipe es Mamon."[92]

Las pasiones producen alteraciones súbitas en el organismo y a la vez en el temperamento, el mal corporal repercute en el cerebro y todas sus facultades son perturbadas por el sentimiento del miedo, "cuando la imaginación invade las sensaciones o la memoria, el objeto que se desea conocer es concebido falsamente o amplificado y en seguida se establece dominación con el corazón"[93] La vergüenza es uno de los síntomas de la melancolía, esta traba la voz y embota la memoria, no saben donde se encuentran ni que dicen o hacen, viven atemorizados sin ser dueños de sus actos, no conocen la alegría, de ahí su indecisión y su continúa sensación de angustia. El miedo y la vergüenza son la causa de la demencia y de casi toda clase de enfermedades producidas por el cerebro, también se incluye en éstas lo que dicen o hacen otras personas, por ejemplo el escarnio y la calumnia, la esclavitud, la servidumbre, la pobreza, las desgracias de familia que fácilmente llevan a las personas a un comportamiento melancólico.

Burton considera además como las más comunes y nocivas formas de la melancolía tanto para el individuo como para la sociedad, la amorosa y la religiosa. La primera es provocada por un sentimiento maligno del amor, enfermo y obsesivo, la segunda es provocada por el ateísmo y la idolatría. Ateos son los libertinos, los epicúreos y toda la calaña de truhanes. Idólatras, por el contrario, son tanto aquellos que tergiversan la palabra de Dios, incitando a la disputa y ávidos de ganancias terrenales, como las hordas que siguen a estos predicadores del mal. Católicos, judíos, musulmanes, paganos e incluso calvinistas y presbiterianos eran considerados idólatras. Sin embargo y a pesar de la discrepancia los melancólicos suelen ser personas sensatas y discretas, de simpatía, de amplia cultura, formales en sus actos y que obran con dignidad, pero que han sido víctimas de la más honda congoja. Aunque la melancolía crónica es difícil de curar, muchas veces puede aliviársela aun cuando se presente con intensidad y con violencia, recomienda Burton, no desesperar y tener mucha conciencia, algunos métodos empleados puede ser considerados ilícitos pues la melancolía por obra de Satanás requiere además de gran fe, el manejo de las ciencias ocultas que sólo los herméticos sabían y no eran recomendados por alejarse del tratamiento terapéutico que la medicina recomendaba.

Burton, como Hipócrates, elabora un completo sistema de prevención y curas para la melancolía que incluía remedios para la alimentación, fármacos para el cuerpo y la mente y procedimientos quirúrgicos como las sangrías, incisiones en los humores y ventosas para la extracción de las afecciones, recursos todos estos que tuvieron gran auge en los siguientes años en donde la medicina encontró un campo de cultivo para sus teorías y la estética un medio para llegar al fin de la sublimación del espíritu por medio del arte:

Cuadro Sinóptico de los medios curativos de la melancolía según Burton[94]

Alimentación:

  • 1. Alimentos de fácil ingestión, bien sazonados, hervidos, frescos, nutritivos, pan de trigo, bien cocido, agua clara de manantial, vino y bebidas no muy fuertes.

  • 2. Carne de pájaros silvestres, perdices, faisanes, codornices, gallina, pollo, carnero, ternera, cabrito, conejo.

  • 3. Pescados que se críen en aguas arenosas como el Lucio, perca, trucha, peces de mar.

  • 4. Hierbas y verduras como la borraja, buglosa, achicoria, escarola, prescindir de las verduras crudas

  • 5. Cantidad de ingestión razonable en las horas usuales de las comidas, dando tiempo a que se realice la digestión en cada una, porciones más bien reducidas.

Corrección de malos hábitos o defectos

  • 1. Regulación de las retenciones y evacuaciones (estreñimiento, poluciones, epistaxis, amenorrea, etc.)

  • 2. Corrección del aire: Preferir la atmósfera calida y húmeda, clara, saludable, grata, etc. Renovar el aire con frecuencia, dejando las ventanas abiertas. Evitar en lo posible salir en los días de tormenta y neblinosos.

  • 3. Respecto del ejercicio: Deben de ser físicos y mentales, pero moderados, como la caza, equitación, tiro, juego de bochas, pesca, paseos campestres, tenis, jugar al ajedrez, a los naipes, a las tablas, frecuentar espectáculos, bailes y mascaradas, dedicarse a estudios serios.

  • 4. Se debe evitar la vigilia excesiva y el sueño intranquilo y torturador.

Corrección de las afecciones y las perturbaciones mentales

  • 1. Por si mismo: Buscar los medios de alivio, haciendo confidentes a los amigos, evitar todo motivo de agravación del mal, no abrir cauce a las pasiones y oponerles la mayor resistencia posible

  • 2. Con ayuda de los amigos: Buscar en la amistad consuelo en la pobreza, servidumbre, adversidades, descontento, ofensas. Los buenos amigos pueden ayudar con buenos consejos y advertencias. Frecuentar reuniones amenas y gratas compañías.

Medicamentos

  • 1. Simples como hierbas para el corazón tales cuales borraja, buglosa, escorzonera. Para la cabeza lúpulo, nenúfar, bálsamo. Para el hígado eupatorio, Artemisa. Para el estomago ajenjo, centaurea, poleo para el bazo fresno y tamarisco, para purificar la sangre achicoria, endibia y contra el flato, orégano, hinojo y anisete

  • 2. Compuestos

  •  De uso interno: Líquidos como esencia de eleboro, blugosa, tamarisco, jarabe de tamarisco, destilación de violeta de rosas

  •  De uso externo: Esencia de de manzanilla, violetas, rosas, ungüentos, linimiento, cataplasmas, bolsas calientes

  • 3. Remedios drásticos o purgativos

  •  Simples para vomitar asarabacara, laurel, eleboro, cebolla. Como enemas epitimio, helecho, mirobalano, aloe, piedra, armenus, lapislázuli, eleboro negro.

  •  Compuestos como pociones, jarabes, vino de eleboro, píldoras de la india, disena, hierogladium, rape, clisteres, supositorios

  • 4. Procedimientos quirúrgicos como sangrías en casi todas las partes del cuerpo con cuchillo o sanguijuelas, ventosas, cauterización con hierros calientes, sinapismos, incisiones para dar salida a los humores.

Curación de la melancolía cefálica

  • 1. Alimentación moderada a base desustancias jugosas y de fácil digestión, aire puro, dedicar más horas al sueño, mover el vientre diariamente, ejercicios corporales moderados, alejar las perturbaciones de la mente, limpiar la sangre acumulada con sangrías

  • 2. Medicamentos preparados con epitimo, lúpulo, extracto de jarabe, clisteres, electuarium laetificans Galeni et rhasis, diamargaritum frig.

Curación de las afecciones de la cabeza

  • 1. Remedios de uso externo: Aspirar el perfume de rosas y violeta, lavarse la cabeza con cocción de lechuga, malva, ungüentos, fomentos de aceite sobre el vientre, baños en agua hervida con violetas

  • 2. Contra el insomnio: adormidera, lechuga, rosas, verdolaga, beleño, mandrágora, opio, solano, jarabes. Violeta. Gordolobo, inhalaciones de vinagre, escuchar música. Para evitar pesadillas no cenar muy tarde con carne de venado.

Para la melancolía general

  • 1. Drásticos, cordiales, flebotomía, purificación de la sangre con sen, endibia o escarola, diente de león.

Curación de la melancolía hipocondríaca o flatulenta

  • 1. Sangrías, en caso necesario cordiales purgantes, polo, cocción de centaurea

  • 2. contra el flato la genciana, calamos aromaticus, poleo, ruda, calamento, laurel, escordio, espliego, manzanilla, centaurea, comino, hiniesta, azafrán, canela, nuez moscada, pimienta, almizcle, zedoaria con vino, anisete, semillas de hinojo. Entre los remedios de uso externo figuran las ventosas aplicadas en la región del hipocondría y las fricciones con cocción de ruda.

Los remedios y tratamientos de Burton a la enfermedad melancólica fueron un sistema coherente capaz de dar sentido al sufrimiento y al desorden mental, proporcionando un medio de comunicar los sentimientos de soledad y una manera de expresar la incomunicación. Burton desarrolló a partir del galenismo, un código para interpretar los signos de la locura y de la melancolía, pero al mismo tiempo ofreció una explicación y un tratamiento, del modelo de comunicación y de comportamiento capaz de subsumir tanto los crecientes sentimientos de soledad como los dogmas católicos. La anatomía de la melancolía fue capaz de albergar e impulsar las nuevas expresiones del individualismo moderno que acompañaban el aislamiento personal ante las condiciones aleatorias tantas veces impuestas por el desorden social. La melancolía, la ilustración y la filosofía alemana del siglo XVIII darían paso al fenómeno creativo del genio como el intérprete del espíritu sublime en la razón humana; los siguientes años serían atribulados para los mitos cimentados en torno a su temperamento debido a los cambios radicales y sustanciales que sucedieron en tan pocos años. Hasta aquí, la melancolía fue un modelo general y abstracto que explicaba el sufrimiento mental y que paradójicamente abría paso a las formas personales e individuales de padecimiento. La tristeza y la desolación se sentían en forma individual e íntima, aunque eran transferencias de un sistema global de interpretación que daba sentido al sufrimiento y conectaba el mal tanto con el microcosmos como con el macrocosmos. Así, una manera antigua de insertar al individuo en la sociedad se convirtió en una forma moderna, en la singularidad irreducible de la experiencia personal. Estéticamente la melancolía impulsó el desarrollo de la creación artística con la motivación simbólica y la manifestación técnica. Necesariamente no todos los escritores, pintores, monjes, agricultores o escultores eran melancólicos, pero la mayor parte de las personas dedicadas a esos oficios lo eran, tal cual como lo manifestaba el problema XXX, 1.

La melancolía mostró ser una experiencia estética al impulsar la reflexión sobre sí misma por medio de la creación artística que antes estaba mediada por los cánones evangélicos, liberó al hombre se la significación tradicional y encontró en el melancólico una figura para reseñar y en la melancolía un estado para recrear, inspirar o palidecer. Los primeros esbozos del nacimiento del genio y su relación con la melancolía dieron a esta un matiz que hasta hoy permanece y que en gran medida gracias al romanticismo alemán pudo fortalecerse y significar constituciones hasta entonces desconocidas.

La melancolía a partir de entonces no sería ya la misma, todo lo anterior no sería más que historia pero debido a ella se pudo dar nacimiento a categorías estéticas desconocidas como lo grotesco, lo perverso, lo feo, lo tórrido, etc. ¿se produciría una separación entre genio y melancolía? ¿Quién o qué fue el genio y que vino a significar? ¿Dio paso el fenómeno del genio a la creación artística de los siglos posteriores? ¿Se podría hablar de una estética del genio? ¿Seguiría la melancolía representando lo que hasta entonces? ¿Es la melancolía el paso primigenio de la angustia? ¿Es la angustia una categoría subjetiva del melancólico que se comienza a reconocer como yo pensante? ¿Cambiaria la perspectiva del yo la categoría de los temperamentos y las acciones? ¿Existe una relación entre angustia y experiencia estética?

Estas y más preguntas sobre la configuración estética del genio, el melancólico y los estados patológicos mentales, hallarán respuesta en un trabajo siguiente que responderá a la pregunta ¿Cómo fluctúa y cómo se forma el fenómeno del genio en el romanticismo alemán que pondera el siglo XIX y hace surgir en su esplendor la filosofía del arte?

 

 

Autor:

Luis Felipe Vélez

[1] Est?tica. El t?rmino se le atribuye a Plat?n en varios de sus di?logos pero espec?ficamente en ?Hipias mayor o de lo bello?. V?ase Di?logos. Editorial Porrua. M?xico 1978. P?g.293

[2] Cfr: WERNER jaeger, La teolog?a de los primeros fil?sofos griegos, C?p. IV y V. FCE Bogot? 1997

[3] Ver: di?logos de Plat?n: Ge?rgias o de la ret?rica, 493b; ed. Porr?a P?g. 177. Crat?lo o del lenguaje, 400b; ed Porr?a 262. Fed?n o del alma 61e; ed Porr?a M?xico, 1978, P?g. 390. Ver: Arist?teles. Metaf?sica. Cap?tulo V, libro I. B, 1 995b 14-17. B, 2 997b 5-13. A, 1 981a 17-24. Gredos. Madrid, 1970

[4] KLINE Michael. El pensamiento matem?tico de la Antig?edad a nuestros d?as. Alianza Universidad, Madrid,?1992. Volumen1. Cap?tulos III, V.

[5] KLIBANSKY Raymond, PANOFSKY Erwin, SAXL Fritz Saturno y la melancol?a, Alianza Universidad, Madrid 1991, P?g. 28

[6] Nous, Espistheme, Doxa, Aisthesis. Ibid. P?g. 31

[7] Ib?d. P?g. 33

[8] El principio para Tales de Mileto (624-546 a.C.) era el agua, el aire para Anax?menes de Mileto (585-524 a.C.), el fuego para Her?clito de Efeso (584-484 a.C.) y la tierra para Jen?fanes de Colof?n (570-480 a.C.)

[9] MEJIA Jorge A. Fil?sofos, dietetas y te?rgos. Editorial Universidad de Antioquia. Medell?n 1993. P?g. 35

[10] ?e?? ???a??? ??t????? -Peri archaies ietrikes-. Traducci?n original en alem?n de A. Kiessling y Wilamowitz-Moellendorff en ?Hippokratische Untersuchungen?. Philologische Untersuchungen, Berl?n 1922. Para el siguiente trabajo se utilizar?n las versiones de las editoriales: Anthropos, Barcelona, edici?n biling?e, 2001. Gredos tomos I, II, IV, VI. Madrid, 1986

[11] Por ejemplo vomito, diarrea, llanto, flema, mucosidades.

[12] Klibansky, Panofsky, Saxl Op. cit. P?g. 38

[13] -Peri physios anthropon- ?e?? f?s??? ?????p?? Estudio seg?n Klibansky ED. Cit, P?g. 41

[14] -peri hieres nosou- ?e?? ?e(e? ???s??

[15] Hip?crates, Tratado m?dicos, Anthropos, Barcelona, edici?n biling?e, 2001. P?g. 109. Esta misma observaci?n la lleva a cabo Plat?n en su di?logo el Timeo

[16] Sobre las creencias griegas en torno a la herencia, v?ase el estudio de E. LESKY. Die Zeugungs- und Vererbungslehren der Antike. Wiesbaden. 1951 (N del T)

[17] Hip?crates, Tratados hipocr?ticos, Tomo II, Sobre los humores, Editorial Gredos, Madrid 1986 P?g. 115

[18] MEJIA Jorge A. Op. cit. P?g. 79

[19] Hip?crates, Op. cit. Tomo IV. P?g. 247

[20] Droga que provoca v?mitos violentos acompa?ados de v?rtigos y desmayos.

[21] Ibid. P?g. 249

[22] Ibid P?g. 251

[23] Ibid P?g. 255

[24] Enfermedad producida por la acumulaci?n de pigmentos biliares en la sangre, cuya se?al exterior m?s perceptible es la amarillez de la piel.

[25] G?nero de enfermedades infecciosas, graves, con alta fiebre, delirio o postraci?n, aparici?n de costras negras en la boca y a veces presencia de manchas punteadas en la piel.

[26] En: Del aire, del agua, de las partes enfermas, -Peri aeron, ydaton, topon- ?e?? ?????, ?d?t??, t?p??, Hip?crates, Tratado m?dicos, Anthropos, Barcelona, edici?n biling?e, 2001 P?g. 141

[27] Hip?crates, Peri diaites -?e(? d?a?t??- Op. Cit. P?g. 184

[28] Ibid P?g. 191

[29] Ibid P?g. 199

[30] V?ase el pasaje de Plat?n, Timeo 82A-83E Editorial Porr?a, M?xico 1978

[31] Klibansky, Panofsky, Saxl. Op Cit P?g. 40

[32] V?ase infra, p?g. 37

[33] Hip?crates, Vol. II. Op Cit. P?g. 134

[34] V?ase: NIETZSCHE Friedrich, El origen de la tragedia. Editorial Espasa-Calpe. Madrid 2006.

[35] Plat?n, Fedro o del amor. Op cit. 244A. P?g. 635

[36] Plat?n, Timeo o de la naturaleza. Op cit 247E P?g. 716

[37] V?ase Infra P?g. 50

[38] Ver el estudio de JACKSON Stanley, Melancholia and Depression: From Hippocratic To Modern Times. Editorial New Haven. Universidad de Yale. U.S.A. 1986. P?g. 105

[39] V?ase supra P?g. 7

[40] Plat?n. Op. Ci. Fedro, 248E. Timeo 71A

[41] Arist?teles, ?tica a Eudemo, Editorial Espasa-Calpe, Madrid. 1976. VIII, 2 (1248 a 40).

[42] Klibansky, Panofsky, Saxl. Op Cit. Pag. 57

[43] Arist?teles, Arte Po?tica 17. (1455 a 33)

[44] Klibansky, Panofsky, Saxl. Op. Cit. P?g. 60

[45] HADOT Pierre. ?Qu? es la Filosof?a antigua? FCE, 1998, P?g. 142

[46] V?ase: ZELLER Eduard: The Stoics, Epicureans and Sceptics. Russell & Russell. New York. 1962. P?g. 157

[47] TORRENS Rafael Arrillaga, La filosof?a Griega, Ediciones de la Revista de Occidente, Madrid, 1977. P?g. 359

[48] El sudor en especial se relacionaba a las constituciones enfermizas al resultar de la fiebre.

[49] CELIO Aureliano. De morbis acutis et chronicis. ?msterdam. 1709 I. P?g. 338 Citado por Klibansky.

[50] CELSO Cornelio Corpus Medicorum Latinorum Ed. F. Marx. Vol. I. Leipzig 1915. P?g. 122. Citado por Klibansky.

[51] RIERA Juan. Op Cit. P?g. 151

[52] Celso. Op. Cit. Libro II De la salud y su remedio

[53] Cfr: CHAZAUD Jhon. La melancol?a. Editorial Herder. Barcelona. 1982. P?g. 87

[54] DERITO Mar?a Norma, Alcme?n, Revista Argentina de Clinica Neuropsiqui?trica. Breve consideraci?n hist?rica sobre las nosograf?as psiqui?tricas. Vol. 13 N? 3. Noviembre 2006. P?g. 70

[55] CELIO Aureliano. Op Cit.

[56] Hip?crates, Tratados hipocr?ticos, Tomo VI, Epidemias, Editorial Gredos, Madrid 1986 P?g. 115. ?Si el miedo y la tristeza perseveran mucho tiempo hay melancol?a?

[57] QUETEL Postel Jean Historia de la Psiquiatr?a. FCE. M?xico, 1983. P?g. 107

[58] KLIBANSKY Raymond, PANOFSKY Erwin, SAXL Fritz Saturno y la melancol?a, Alianza Universidad, Madrid 1991, P?g. 65.

[59] Furo: Estar fuera de s?, delirar, estar loco, inspirado. 2. locura, delirio, furor, delirio prof?tico, inspiraci?n. Acepci?n del Diccionario abreviado Latino-Espa?ol, Espa?ol-Latino. Ediciones SPES. S.A. Barcelona 1960

[60] DE BRAND Isabel. Revista de historia presente y pasado. Art?culo: Furor, el padecimiento amoroso en phaedra de S?neca. A?o 9. Volumen 9. N? 18 Julio-Diciembre, 2004. P?g. 143

[61] Ver el estudio de Galeno Sobre las facultades naturales: las facultades del alma y los temperamentos del cuerpo. Madrid. Editorial Gredos. 2003. P?g. 134

[62] Galeno, De locis affectis, III, 10. Citado por Klibansky. P?g. 77

[63] La sangre reina en la infancia, la bilis amarilla en la adolescencia, La flema en la madurez y la melancol?a en la senectud.

[64] V?ase supra P?g. 3

[65] DIAZ y Diaz. Isidoro de Sevilla, Las Etimolog?as. Editorial BAC. Madrid. 1993. Libro IV.

[66] NARANJO Jorge A. Estudios de filosof?a del arte. Ediciones autores antioque?os. Medell?n 1987. P?g. 1

[67] Isidoro de Sevilla, citado por Diaz y Diaz. Op Cit. Libro XII

[68] Isidoro de Sevilla, citado por Naranjo. Op. Cit. P?g. 3

[69] Citado por Klibansky, Panofsky, Saxl, Op. Cit. P?g. 139

[70] Los Hecatonquiros: monstruos de la generaci?n de los Gigantes dotados de cien brazos y cincuenta cabezas cuyos nombres eran .Coto, Briareo y Giges, nacidos de la uni?n de Gea y Urano.

[71] Hesiodo. Teogon?a. Verso 467

[72] Op Cit P?g. 200 Todas las im?genes en adelante pertenecen a ?sta obra

[73] Naranjo. Op. Cit. P?g. 17

[74] Man?a, delirio, furor, locura, frenitis etc.

[75] Al respecto v?ase el estudio del Dr. Miguel ?ngel Fuentes quien cita la Biblia en diversos pasajes para demostrar las falencias del perezoso frente a la virtud cristiana: He pasado junto al campo de un perezoso,y junto a la vi?a de un hombre insensato,y estaba todo invadido de ortigas,los cardos cubr?an el suelo,la cerca de piedras estaba derruida.Al verlo, medit? en mi coraz?n,al contemplarlo aprend? la lecci?n:?Un poco dormir, otro poco dormitar,otro poco tumbarse con los brazos cruzadosy llegar?, como vagabundo, tu miseriay como un mendigo tu pobreza? (Pr 24,30-34).

[76] LAGRANGE Garrigou. Las tres edades de la vida interior, Editorial Espasa Calpe Madrid 1988, p?g. 449.

[77] BARTRA Roger. Melancol?a y cultura. FCE. 1997. P?g. 69

[78] Klibansky, Panofsky, Saxl. Op Cit. P?g. 217. Este a su vez de la obra de Shakespeare Enrique IV, primera parte, I. ii, 82 y ss

[79] Ibid. P?g. 218

[80] Ficino, De vita triplici I, 5 en Opera omnia. Basilea 1576 Vol. I p?g. 498. Citado por Klibansky.

[81] Klibansky, Op Cit P?g. 254

[82] Ficino Op. Cit. III, 9

[83] Cfr: FOUCAULT Michael, Historia de la locura en la ?poca Cl?sica. FCE. 1998 P?gs. 30, 299, 352 Tomo I. P?gs. 22, 46, 300 Tomo II.

[84] Klibansky, Panofsky, Saxl, Op Cit. P?g. 273

[85] Ibid. P?g. 308

[86] Ibid. P?g. 309

[87] Ibid. P?g. 310

[88] Ibid. P?g. 316

[89] La suma del cuadrado ser?a el siguiente: 16 +3 +2 +13 = 34 5 + 10 +11+8 = 34 9 + 6 +7 +12 = 34 4 + 15 + 14 + 1 = 34

[90] BURTON Robert, Anatom?a de la melancol?a. Editorial Espasa-Calpe S.A. Buenos Aires 1947. P?g. 20

[91] Ibid. P?g. 25

[92] Ibid. P?g. 52

[93] Ibid. P?g. 54

[94] Ibid. P?gs. 148-150

Partes: 1, 2, 3
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