El cuarto poder: análisis de la influencia mediática en el desarrollo de los procesos políticos
Enviado por Roberto Rodríguez
- Introducción
- La política vs medios de comunicación de masas
- Medios: ¿Los abogados del diablo?
- "El silencio de los medios…"
- Conclusiones
- Bibliografía
Cuando Theodore Roosevelt y sus soldados desembarcaron en Cuba
dispuestos a ser los ganadores absolutos de la Guerra de Independencia contra España,
antes de desembarcar cañones y fusiles
bajaron una de las primeras cámaras de cine fabricadas en el mundo.
Todavía hoy pueden verse a los aguerridos ¨rangers de Teddy¨ tomando la loma de San Juan,
no en imágenes verídicas, sino en una representación de aires operísticos
donde los soldados simulan caer heridos, mientras clavan su bandera en la cima conquistada.
Rolando Pérez Betancourt,
¨Jessica y el cine¨. Granma, 1 de mayo del 2007.
Introducción
El creciente desarrollo de los medios tecnológicos de comunicación masiva ha conllevado que vivamos inmersos en una cultura mediática que se nos presenta tanto en las relaciones sociales que establecemos en nuestra vida en sociedad, como en acciones más específicas que rigen y controlan nuestro orden social, dígase la Política, posibilitando en mayor medida la manipulación de elementos de la subjetividad social con finalidades políticas para influir en un nivel donde se entrelazan lo psicológico-cotidiano y lo teórico-ideológico en la conciencia social.
Los sistemas de comunicación e información han privilegiado a los medios masivos de comunicación en este empeño, los que tienen como uno de sus objetivos ya no sólo manipular a las masas, sino también fabricar la opinión pública en función de los intereses hegemónicos de las clases dominantes.
La imposición de ideas a través de los medios de comunicación (radio, vídeo, televisión, prensa, comunicación electrónica), realmente no responde a niveles éticos y de objetividad, ni tratan de mostrar diversas posiciones y tendencias sobre determinados problemas, sino que revelan una porción de la realidad y es sobre esta imagen mediática sobre la que actúan los políticos y los diversos actores sociales.
Hoy, a diferencia de hace apenas algunos años, los medios de comunicación son reconocidos como factor de primera importancia en la lucha política, no sólo por los partidos, sino ya también por grupos sociales que antiguamente no percibían como hoy, la dimensión de los medios en el contexto de dicha confrontación.
El objetivo de este trabajo radica en realizar un acercamiento a los efectos producidos por los medios de comunicación de masas en el desarrollo de los procesos políticos a nivel internacional, haciendo una revisión entorno a la evolución histórica que han tenido las investigaciones sobre este tema a partir del análisis de un conjunto de teorías y autores que se han pronunciado al respecto.
La política vs medios de comunicación de masas
La comunicación de masas forma parte de un proceso realmente importante de la sociedad moderna. Los medios hacen algo más que entretener; ejercen una función en la educación política, ideológica y cultural de la población y nos aportan un flujo de información que es esencial para nuestro sistema social y político, las instituciones económicas, los estilos de vida cotidiana, el relacionamiento social e incluso para nuestras formas de expresión y comportamiento social, es decir, el modo de concebir el mundo y construir nuestra realidad social.
Ante un fenómeno como la información y unos medios como la televisión, la radio, la prensa y demás instrumentos informativos con una acción pública tan amplia, el conocimiento científico se impone con el fin de tener un conocimiento adecuado del papel que la información desempeña en la vida humana y social en donde se evidencia la importancia de los medios de comunicación de masas como transmisores de mensajes que llegan a un extenso público y pueden, a partir de él, construir (reconociéndose como agentes de socialización del individuo) y transformar su ideología o modo de concebir el mundo que les rodea.
La política y los medios de comunicación de masas como elementos esenciales dentro de toda sociedad poseen objetivos o metas aparentemente desiguales: mientras que la política puede definirse como aquel fenómeno de carácter histórico-social que se mueve alrededor del arte de gobernar las sociedades humanas, la teoría del Estado o la doctrina del derecho; los medios de comunicación constituyen aquellas instituciones que se encargan de la selección, organización, y presentación de un conjunto de informaciones que se consideren relevantes a un grupo de individuos.
En el análisis anterior podemos dilucidar que ambos elementos, a pesar de tener labores diferentes, no constituyen en lo absoluto elementos independientes, pues los une su carácter público, y por ende la necesidad de fundamentarse en bases éticas que rijan su funcionamiento y ejecución, bases muchas veces olvidadas en la práctica cotidiana.[1]
Los mass media se ubican como poseedores de poder simbólico o cultural, que es aquel que procede de la actividad productiva transmisora y receptora de formas simbólicas significativas.[2] Los individuos están constantemente dedicados a la actividad de expresarse y de interpretar las expresiones de los otros; están constantemente comprometidos en la comunidad e intercambiando información y contenido simbólico, (a lo cual Bourdieu denomina capital cultural), para lo cual emplean determinados recursos entre los que podemos encontrar los medios de comunicación.
Al producir formas simbólicas, los individuos emplean estos y otros recursos con el fin de llevar a cabo acciones que podrían interferir en el curso de los acontecimientos y desencadenar consecuencias tales como el incremento de determinadas reacciones, la respuesta o actuación ante determinado fenómeno, el otorgamiento de preferencias a un tipo de acción, la reafirmación o apoyo a determinada situación o simplemente el rechazo; constituyendo esto, por tanto, un asunto de creciente interés para los gobiernos que procuran incluir como punto esencial de su agenda de trabajo el control mediático como estrategia perseguida para cultivar o sostener una creencia en la legitimidad del poder político, reforzar determinados estados de opinión sobre algún candidato o partido político, o simplemente, controlar la información que es emitida diariamente a los ciudadanos para garantizar así su posición en el poder.
Y es precisamente este poder de influencia y transformación sobre la realidad social que poseen y son conscientes, tanto los que ejercen la política, como los que manejan y controlan los medios de comunicación que a lo largo de la historia los gobiernos, no necesariamente totalitarios o dictatoriales como puede fácilmente llegarse a pensar, sino también aquellos democráticos, se han vinculado con los medios de comunicación convirtiéndolos en aparatos ideológicos del Estado y monopolizándolos como mecanismos de dominación y alienación social.
Un término que podría asociarse a un campo común entre ambas disciplinas es el de Comunicación Política. El estudio de la comunicación política tiene unos orígenes muy recientes, aunque pensadores de la antigua Grecia como Aristóteles se interesaban por ella. La misma puede definirse como ¨el tipo particular de mensajes -y de informaciones- que circulan dentro del sistema político y que son indispensables para su funcionamiento, ya que condicionan toda su actividad, desde la formación de las demandas hasta los procesos de conversión, y las respuestas del mismo sistema¨ (Panebianco, 1982)[3]
Existen un conjunto de fenómenos que podrían asociarse al objeto de estudio de la Comunicación Política, entre los que encontramos, la opinión pública, propaganda política, políticas de comunicación e incluso democracia, los que serán abordados de una u otra manera en nuestro trabajo. Aunque consideramos que el mejor modo de definir la comunicación política es a través de los niveles o facetas en los que se apoya Miguel de Moragas para su distinción y ellos son:
1. Sistemas de comunicación como instrumentos, no propagandísticos, sino organizativos de la actividad política y administrativa.
2. Utilización política de la industria cultural, es decir, uso y fines políticos de la cultura de masas.
3. Comunicación masiva y su papel en orden a mantener una conducta adecuada al status quo político y económico.
4. Recursos comunicativos como sistema de oposición al poder establecido (contrainformación, comunicación de resistencia, comunicación alternativa).
5. Procesos concretos de persuasión política (referéndums, elecciones, campañas de sensibilización, etc.)[4]
La Comunicación Política es un ámbito de estudio que ha captado la atención de numerosos politólogos, sociólogos y comunicadores sociales, constituyendo un espacio tentador de análisis, aquellos mecanismos o canales que utilizan los gobiernos para que sus intereses sean tomados en cuenta, entre los que podemos encontrar como protagónicos a los medios de comunicación o como les llamaría Karl Deutsch, los nervios del gobierno.
Medios: ¿Los abogados del diablo?
La evolución histórica que han tenido estos estudios podría dividirse en cuatro momentos trascendentales. Un primer momento apunta al estudio y análisis de los procesos comunicativos vinculados a la política y a los efectos políticos que los medios de comunicación podían producir en una masa (consideraba como aislada, atomizada y pasiva a los mensajes que les eran emitidos) a partir de la labor de propaganda y contrapropaganda, procedimientos persuasivos en boga durante ese período. El concepto de propaganda política engloba aquellas acciones organizadas de persuasión que aparecen con el advenimiento de la sociedad industrial y los medios de comunicación de masas, fundamentalmente con la aparición de la radio.[5]
Autores como Lazarsfeld, Merton o Klapper plantean que el monopolio de la propaganda favorece a ciertos valores culturales que pretenden reforzar continuamente las actitudes que favorecen el mantenimiento del sistema vigente, a la vez que dificulta el nacimiento y difusión de ideas o comportamientos contrarios a la ideología que defienden.
Este primer momento se encuentra reflejado en el contexto de la Primera Guerra Mundial, y específicamente en los EUA, donde en 1916, Woodrow Wilson logró el triunfo presidencial a partir de una campaña propagandística bajo el eslogan ¨Paz sin victoria¨ que combinaba diversas técnicas publicitarias con estudios psicológicos relacionados con comportamientos colectivos; presidencia que tuvo el posterior respaldo en el llamado Comite on Public Information que se conocería posteriormente como Comision Creel. Esta comisión gubernamental se encontraba formada por un grupo de intelectuales, hombres de negocios y otros líderes de opinión que mediante la persuasión y el discurso provocador lograron transformar la mentalidad citadina en belicista, exaltando su fanatismo patriótico y llevando de esta forma a la nación a una guerra sin justificación.[6]
Dicha propaganda, al decir de Walter Lippman, partía de fabricar un consenso popular sobre la aceptación de una idea inicialmente no deseada a partir de la selección de una reducida élite intelectual que inducía al resto del ¨rebaño desconcertado¨ a cumplir con el ¨interés nacional común¨[7]; lo que también Noam Chomsky en su libro ¨El control de nuestras vidas¨, enunciaría como ¨democracia del espectador¨.
La obra de Vladimir I. Lenin, una de las primeras y más completas elaboraciones de la teoría de la Comunicación Política, también se pronuncia al respecto al abarcar la pluralidad de funciones de la acción informativa. Para Lenin la información es una condición indispensable para la acción política revolucionaria, la cual precisa de una coordinación capaz de conectar las consignas de planificación política con la acción de masas, quedando al margen la improvisación. Para ello Lenin amplia su definición apoyándose en términos como agitación y propaganda, los que considera recursos comunicativos esenciales para la persuasión política.
Pero no sería hasta 1948 que aparecería la obra del comunicólogo norteamericano Harold Laswell, uno de los pioneros en el estudio y delimitación del objeto de estudio de la comunicación política y su propuesta del paradigma quien dice qué, a través de qué canal, a quién y con qué efecto, marcando junto a Charles Wright Mills un nuevo período en estos estudios.
Un segundo momento en dichos estudios se centra en el análisis de la influencia mediática y su vinculación con el desarrollo y éxito de las campañas electorales, la cual desde el punto de vista de las teorías de la comunicación, se encuentra orientada por dos coordenadas fundamentales de investigación: la Teoría Psicológica o de la Persuasión y el Paradigma de Usos y Gratificaciones de los medios, propuesta significativamente influenciada por la teoría funcionalista de Talcott Parsons y Robert Merton.
La Teoría de la Persuasión, a manos de su principal representante Carl Hovland, engloba aquellas investigaciones acerca de la influencia de las diferentes características individuales de los destinatarios del mensaje y otras variables referidas a la fuente, los mensajes y el medio, como mediadores entre la estructuración del mensaje y los fines persuasivos logrados con el mismo. De esta manera se identifican como factores que influyen en el proceso persuasivo que dependen de las características de los destinatarios el interés por adquirir información, la exposición selectiva a los medios y la recepción y memorización selectiva de los mensajes; y otras que están determinadas por las formas de estructuración de los mensajes como la credibilidad del comunicador, la unilateralidad o bilateralidad y orden de las argumentaciones y el predominio racional y emocional de los mensajes.
Por su parte, el Paradigma de Usos y Gratificaciones, el primer modelo centrado específicamente en el proceso de recepción, se basa en entender las gratificaciones que los individuos reciben a través de los usos que le confieren a las funciones de los medios, expuestas en el modelo presentado por el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills (1959), en donde manifiesta como una de las funciones de los media la regulación de las normas sociales y la ¨vigilancia¨ de la sociedad. Wright Mills expone que las informaciones de los medios de comunicación de masas refuerzan el control social en las grandes sociedades urbanizadas, en las que el anonimato de las ciudades ha debilitado los mecanismos de control de comportamientos cara a cara. Por su parte dentro de este enfoque podemos encontrar también la perspectiva de E. Katz y J. G. Blumler referida a que ¨los efectos de las campañas sobre los votantes son vistos como derivados principalmente de las interacciones basadas entre las necesidades y disposiciones previas de los votantes y las formas cómo los medios y los otros agentes de comunicación los utilizan.¨[8]
Estos estudios, realizados mayoritariamente en los Estados Unidos, estaban destinados a proporcionar datos a los organismos empresariales, políticos y militares acerca del impacto de los medios en la opinión pública, con el objetivo de procurar un mejor manejo de los medios de estimulación de los productos industriales, en la cooperación de masas de electores o en la defensa externa o interna de las instituciones democráticas.
A la obra de estos autores se le suman, como trabajos más representativos de este momento, los estudios realizados por Paul Lazarsfeld sobre la influencia de los medios en el comportamiento electoral; los de B. Berelson y Gaudet, que dan como resultado que ¨los media en lugar de producir nuevas actitudes refuerzan aparentemente las ya existentes en el público¨[9] y los de Kurt y Gladys Engel Lang, los que enuncian en su artículo ¨Los mass media y las elecciones¨ publicado en 1955, que más que una conversión del voto, los media refuerzan las predisposiciones existentes contra los postulantes, siendo entonces la decisión de sufragio una consecuencia de la interinfluencia de los líderes de opinión o del grupo de iguales sobre los individuos, más que el resultado de una influencia puntual del acto comunicativo.
Estas ideas que fueron expresadas desde los estudios realizados por Lazarsfeld en los años 40 sobre las elecciones presidenciales norteamericanas, permanecen como el paradigma sobre el cual se han edificado las investigaciones de la influencia mediática en los procesos electorales y sus votantes. El autor señala, al igual que los hermanos Lang, que los medios de comunicación, más que provocar conversiones y cambios, lo que hacen es cristalizar y reforzar las ideas preexistentes debido al llamado mecanismo de protección de la percepción selectiva, limitante de los efectos de los media sobre el cambio de opinión.[10]
En el devenir de estos años también la Escuela de Frankfurt se pronuncia acerca de los efectos de los medios de comunicación sobre la cultura, reconociendo el vinculo que se ha logrado establecer entre el poder y la conciencia por medio de los mensajes emitidos por los medios de comunicación masiva. Esta industria cultural, genera entonces fenómenos como el establecimiento de una "pseudo cultura" (término utilizado por Th. Adorno), la destrucción de la formación humanística y racional, pero principalmente la generación de una cultura donde el hombre consume ideologías sin ningún tipo de razón crítica, las que son promovidas con el fin llenar las expectativas del mercado.
La aparición de la televisión como el más revolucionario de todos los medios de comunicación de masas y primera fuente de transmisión noticiosa sobre política y gobierno para el público, constituyó un cambio en el tratamiento audiovisual de las campañas y propagandas electorales por una parte, y la transformación de los partidos políticos y sus líderes por otra.
En efecto, la televisión es un medio que se encuentra a disposición de los candidatos y de los partidos políticos y que ha reemplazado a la afiliación, como vía fundamental de transmisión de mensajes políticos de los partidos, y otras actividades tradicionales de movilización y propaganda como mítines y asambleas locales, los que han entrado inevitablemente en decadencia, por las más modernas y efectivas técnicas de propaganda colectiva que se emiten a amplias masas de electores en las sociedades educadas y urbanizadas de nuestra época.[11]
Pero la irrupción de la televisión fue sólo uno de los factores que se añadían a una larga lista de acontecimientos que propiciaron el auge y desarrollo de los estudios que, sobre los mass media y su influencia en los procesos políticos, se realizaban. La victoria de la Revolución de Octubre, la expansión de los medios que siguió a la gran Crisis Económica Internacional de 1929, el ascenso del Fascismo y del Nazismo y la puesta en marcha de la política del New Deal de Th. Roosevelt en 1933, fueron eventos que marcaron de manera decisiva, la dirección que tomaría la Ciencia Política como disciplina autónoma y el desarrollo de un conjunto de investigaciones científicas sobre el tema; siendo predominante en dichos estudios, como ya se habrá podido apreciar, una constante centralidad en el análisis del modelo de comunicación norteamericano y sus efectos, en el desarrollo de los procesos políticos de esa nación, dado en la circunstancias de que cuatro de cada cinco mensajes emitidos y distribuidos en el planeta se producen en los EUA, donde las principales corporaciones de la comunicación social facturaron el pasado año la tentativa cifra de 280 000 millones en publicidad comercial.[12]
Un tercer momento a analizar en la evolución histórica de la Comunicación Política, bien relacionado además con los dos momentos anteriores, es el estudio del uso que, un significativo grupo de gobiernos dictatoriales fascistas, como el caso de Adolfo Hitler (Alemania), Benito Mussolini (Italia) y Francisco Franco (España), hacían de la propaganda política tanto para el acceso al poder como para la proyección psicológica de la guerra.
Para los regímenes dictatoriales es esencial contar con un sistema de comunicación bien planeado y de funcionamiento óptimo que transmita eficazmente la información previamente seleccionada y controlada por los funcionarios gubernamentales ya que es una forma que los mismos tienen de asegurar la permanencia del gobierno en el poder y la aplicación y el apoyo a las normas públicas establecidas. Respecto a estas ideas, Antonio Gramsci, filósofo italiano de principios del siglo XX afirmaba que ¨el Estado gobierna con el consentimiento de los gobernados, pero con el consentimiento organizado, no genérico y vago (…) El Estado tiene y pide el consentimiento pero también lo ¨educa¨ igualmente por organismos privados.[13]
La persuasión juega acá también un rol protagónico que se traduce no sólo en el convencimiento a la población de un motivo para impulsar la campaña belicista, sino también en la búsqueda de obtener el máximo apoyo popular ante las numerosas adversidades o circunstancias que puedan surgir como contratiempos para poner en peligro la veracidad del discurso político, dígase opinión pública internacional o propios errores del sistema en vigor; algo muy similar a la situación actual del gobierno norteamericano producto de su intervención militar en Irak, justificada en los supuestos depósitos de armas biológicas y químicas que este país poseía y que podrían desembocar en una futura agresión a la potencia imperialista; o el propio caso del empleo de la figura de Osama Bin Laden con fines de elevar los niveles de aceptación electoral de Bush hijo durante la campaña del 2004.
Procesos similares a este han venido ocurriendo a lo largo de toda la historia de la política mundial, como en el caso de los gobiernos fascistas mencionados anteriormente los que desataron el miedo en la población alemana, en el caso de Hitler, sobre la población judía y la amenaza roja; o ya en períodos más actuales, la búsqueda de figuras que pueden atentar contra el orden social y la seguridad nacional.
A esto se puede añadir la constante manipulación y distorsión de la información que va tocando el plano de lo emocional, o la emisión de propaganda subversiva a través de emisoras radiales o propios canales televisivos locales que difunden algunos gobiernos, entre ellos los EUA, con el objetivo de destruir gobiernos socialistas o de izquierda, como el actual caso de Venezuela y también nuestro propio país.
"El silencio de los medios…"
Los planteamientos anteriores denotan los procedimientos que ejecutan los Estados conjuntamente con las grandes corporaciones de la información en la producción y construcción de los mensajes, los que presumen de divulgar a las masas la ¨verdad absoluta¨ cuando es en realidad sólo un determinado enfoque de los sucesos acontecidos, o aquella porción de la realidad que es más conveniente difundir, la que es transmitida por los medios; información que es previamente seleccionada (de acuerdo a determinados estándares preestablecidos), controlada, censurada y filtrada por la subjetividad del comunicador y de los gobiernos en el poder[14]Existen un conjunto de teorías sobre las comunicaciones de masas que centran su objeto de estudio en el análisis de los procedimientos rutinarios que realiza el emisor en la construcción del mensaje, entre ellas encontramos la teoría de la construcción de la noticia o más conocida por Newsmaking, la llamada Agenda Setting, la Espiral del Silencio, entre otras, las que pertenecen a los estudios sobre los efectos cognitivos de los medios.
Y es precisamente de análisis como este de los que se nutre el cuarto momento en los estudios sobre la Comunicación Política, al examinar el papel de la televisión, Internet y otros medios de expresión de la comunicación política en los procesos políticos de la sociedad actual.
El Estado, como organismo rector de las decisiones en la sociedad, puede condicionar las organizaciones mediáticas no sólo a través de formas de censura y control, sino también de modos más sutiles entre los que podemos encontrar la creciente dependencia que poseen las organizaciones mediáticas para su continuidad, de las acciones gubernamentales por un lado, y del sector comercial por otro, para su éxito financiero.
Otros factores que podrían vincularse a esto, independientemente de los ya mencionados intereses políticos que se encuentran de trasfondo en los medios, podrían ser la especularidad y la búsqueda de sensacionalismo a toda costa que pueden llevar, incluso a los propios ¨hacedores de mensajes¨, a la aberración, el trucaje y la mentira en la información que los medios nos transmiten a diario; encontrando una politización en elementos comunicativos tan cotidianos como los patrones del vestir, las preferencias musicales y por supuesto, los seriados y filmes que pretender dominar constantemente nuestras mentes e imaginario con el ¨ideal¨ american way of life o american dream, dejando de lado cualquier intento de trascender las banalidades de la vida cotidiana, como expusiera Goebbels ¨los medios ya no se dirigen a nosotros para transmitirnos informaciones objetivas, sino para conquistar nuestras mentes¨[15]
La política y los medios de comunicación, al tener una base social tan amplia y utilitaria deben responder a las necesidades y demandas que imperen en la colectividad, siendo uno de los valores indispensables, como fundamento ético de estos elementos, la veracidad, tanto de las palabras, como de las actitudes que manifiesten los representantes de los organismos mediáticos. Su deber ser radica en la credibilidad y la responsabilidad que deben asumir los mass media en su quehacer cotidiano, evitando la distorsión y la parcialidad en el discurso siendo este representativo de los intereses e inquietudes de las masas.Los planteamientos del filósofo alemán Jürgen Habermas, son esenciales para entender cuál es ese deber ser, tanto de la política como de los medios. La filosofía política de Habermas plantea una relación clave entre política y comunicación a través de su teoría de la acción comunicativa, de la cual se desprende la ética discursiva o comunicativa como fundamento para lograr el desarrollo de la sociedad. Para ello, una relación entre política y medios dentro de un contexto ético, debe responder a las necesidades de progreso de la sociedad, en los cuales se incluye el respeto por las diferencia y por ende, el reconocimiento intersubjetivo.Los contenidos del código internacional de ética periodística son muy explícitos sobre la responsabilidad y rol de los periodistas en el desarrollo de sus funciones. Estos códigos, también aplicable al compromiso ético del ejercicio político, establecen que aquellos que se desenvuelven en el campo de la comunicación social deben apasionarse por ¨la defensa de los valores universales del humanismo como la paz, la democracia, los derechos del hombre y el progreso social respetando las diferencias de cada cultura; donde además deben ser partícipes de las transformaciones sociales que van en orden al desarrollo democrático a través del diálogo y el entendimiento entre los ciudadanos.¨[16]
Con el desarrollo de la comercialización de las instituciones informativas, los ideales morales y políticos sostenidos por algunos de los primeros emprendedores mediáticos fueron progresivamente desplazados por los criterios de eficiencia y rentabilidad económica y el auge de los mismos no fue, precisamente, una buena noticia para la ética. Los productos mediáticos, o los argumentos que de él se derivan, han sido paulatinamente estandarizados y estereotipados, continuamente trivializados y frívolamente reiterados por lo que se impone inminentemente el cumplimiento de los fundamentos éticos planteados para ambos ámbitos, llevando a la práctica las teorizaciones o reflexiones sobre el deber ser y hacerlas entonces, una vivencia y actuación constante para la construcción de una cultura ciudadana y por ende, el logro de una mejor sociedad.
Conclusiones
En contexto histórico, político, económico y cultural actual, los medios no pueden ser pensados como meras cadenas de difusión. Si en otros momentos la comunicación política tenía en los medios una herramienta, en los inicios del siglo XXI ellos se transforman en la arena en la que la hegemonía pujará por construir y acumular su poder. Los medios de comunicación masiva y comercial, como integrantes de los grupos que lideran este proceso, son actores clave en el funcionamiento social y en la constitución de la dinámica que da sentido y entidad al campo político.
Así pues, la situación de cambio político que está viviendo el mundo está reclamando nuevas exigencias a los medios, cuya actividad profesional debiera estar más apegada al tratamiento informativo amplio, diverso, con profundidad, que permita a los públicos formarse un punto de vista propio y fundamentado; para ello se requiere de medios que funcionen con objetivos que coincidan con los intereses de una sociedad involucrada en la búsqueda de un proyecto comunicativo hacia la democracia, lo que requiere que los medios realicen la actividad informativa con un alto sentido de profesionalismo y de acuerdo a las demandas e intereses de las mayorías, lo que se relaciona justamente con las nociones de equidad y veracidad, pero también con principios éticos, cuya insuficiencia ha estado empañando la eficacia de la labor informativa.
No obstante, ello exige al Estado, a los partidos políticos y otros organismos gubernamentales una postura responsable sobre la labor específica de cada uno de los mismos en la redefinición de las tareas de los medios de comunicación. Por eso, los retos no son sólo para los medios, sino también para la sociedad en su conjunto.
Bibliografía
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Autor:
Lic. Roberto Rodríguez Hernández
La Habana, 20 de marzo de 2013
[1] Mockus, Antanas: Política y medios de comunicación: ¿elementos aislados o vinculados? Artículo de Internet.
[2] Thompson, John B.: Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de comunicación. Paidós Comunicación, España, 1998. p. 32
[3] En: Colome, G.: Política y medios de comunicación: una aproximación teórica Working Papers, Barcelona, 1994. p.5
[4] Ídem. p.6
[5] Moragas Spá, Miguel: Sociología de la Comunicación de masas. Tomo III. Propaganda política y opinión pública. Editorial G. Gili, Barcelona, 1986. pp. 1.
[6] Cabrera, Carlos: Aproximación al análisis de papel de la comunicación y la información en los conflictos armados. (Fotocopia).
[7] Ídem.
[8] Colome, G.: Política y medios de comunicación: una aproximación teórica Working Papers, Barcelona, 1994. pp. 18
[9] Petty, Richard y Joseph Priester: Cambio de actitud de los mass media: implicaciones del modelo de persuasión de elaboración probable. En: Bryant Jennings y Dolf Zillmann (compiladores). Los efectos de los medios de comunicación. Investigaciones y teorías. Editorial Paidós, Barcelona, 1996, pp.128.
[10] Colome, G.: Política y medios de comunicación: una aproximación teórica Working Papers, Barcelona, 1994. pp.13
[11] S. Bartolini (1980). En: Colome, G.: Política y medios de comunicación: una aproximación teórica Working Papers, Barcelona, 1994. pp. 24.
[12] Cifras obtenidas en Musa, Arnaldo. El imperio de la desinformación. Periódico Granma, La Habana, 23 de mayo del 2007.
[13] En: Colome, G.: Política y medios de comunicación: una aproximación teórica Working Papers, Barcelona, 1994. pp.12
[14] Cabrera, Carlos. Aproximación al análisis del papel de la comunicación y la información en los conflictos armados. (material impreso).
[15] Ramonet, Ignacio: Propaganda Silenciosa. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2002. pp.
[16] Mockus, Antanas: Política y medios de comunicación: ¿elementos aislados o vinculados? Artículo de Internet.