La cara oculta de la luna (Condiciones de vida de las prostitutas en Asturias)
Enviado por Yunior Andrés Castillo S.
Como sociólogo no me arrepiento de estar contaminado por la realidad exterior e interior. Me interesan las alturas epistemológicas. Aunque en el quehacer docente e investigador me vi pronto atraído por las bajuras de la sexualidad y la locura. Las dos son una buena muestra del margen que la sociedad construye en su interior, y que sus ideólogos/as disimulan en el exterior. Siempre me han servido como instrumentos para hacer comprender a mis alumnos y alumnas las "normalidades" y "racionalidades" del sistema social, así como los secretos-de-doma de la jauría normativa. Descubría que ese margen, al igual que la línea del horizonte, en vez de limitar el paisaje lo ampliaba. Desde el allá entendía mejor el aquí; al tiempo que descubría las hebras que formaban los hilos fundamentales del tejido social. En la reflexión de esa Sociología tan poco elegante, descubría, hace ya más de una década, la voz de las prostitutas en uno de los mejores libros de la heterogénea bibliografía sexológica: El nuevo desorden amoroso (Brukner y Finkielkraut 1979). Su lectura me desveló un valioso campo de trabajo sociológico, importante no sólo por el tema en sí mismo sino también por las claves que ofrece para la comprensión de la sociedad en general. Publiqué entonces un comentario del libro en una revista especializada de Sociología del Trabajo (Pons 1980). En los años siguientes seguí ocupándome de temas de sexualidad, especialmente de sus contenidos ideológicos, en los que la prostitución era una de las referencias obligadas. Mantuve así latente el interés por investigar en el campo de la prostitución. Perdí la fe pues era difícil acceder al mundo que nos dibujan siempre como tenebroso y opaco. Olvidé un poco ese interés, y arrinconé los apuntes mentales y escritos. De dicho olvido los despertó Juan-Luis Rodríguez Vigil, entonces Consejero de Sanidad de Asturias, preocupado por las condiciones de vida de las prostitutas en el Principado. Me expresó el propósito de realizar una investigación seria sobre el tema. El trabajo suponía un reto científico. En las bases de datos bibliográficos no hay referencia de estudios de carácter distributivo. Tan sólo se puede encontrar una encuesta italiana de dudosa representatividad (Caletti 1986), y algunas encuestas realizadas a una parte concreta de las prostitutas (las relacionadas con instituciones asistenciales) La demanda del trabajo empírico me animó pues a desempolvar mis antiguos apuntes así como las reflexiones teóricas. No sólo porque cualquier investigación debe beber de las fuentes teóricas, sino también porque en las primeras lecturas me di cuenta de que la teoría sufría un giro radical en su epistemología y presupuestos. Estaba cambiando la mirada, la escucha, y consecuentemente el discurso. El tema era tan interesante y la bibliografía tan menguada que me pareció apropiado construir con todo ello la presente tesis doctoral.
En el primer capítulo de este libro se expone el marco teórico del que se parte. Reviso su situación en el seno de la Sociología y los presupuestos ideológicos que subyacen en el discurso teórico. El segundo capítulo presenta la sociología de la prostitución que es deudora de la metodología antropológica. Sirve como marco de referencia de los aspectos de la prostitución que son estudiados luego en la investigación sobre el caso de Asturias. El tercer capítulo concreta el objeto del estudio sociológico realizado/ así como las estrategias y procedimientos metodológicos que se han empleado. El cuarto capítulo analiza las condiciones de vida de las prostitutas en Asturias, con aspectos referidos a la contracepción, embarazos, interrupciones de los mismos, hijos/as, salud, y vivienda. EÍ capítulo quinto aborda las condiciones de trabajo en el ejercicio de la prostitución: lugar de trabajo, relaciones laborales, cargas de trabajo, tarifas, ingresos, gestión de la propia economía, retiro. En el sexto capítulo se parte de los datos actuales, sus tendencias así como las actitudes hacia el futuro y sus posibilidades de cambio. El autor de este libro es deudor de personas e instituciones que han hecho posible su realización. En primer lugar debo agradecer a Juan-Luis Rodríguez Vigil, entonces Consejero de Sanidad y hoy Presidente del Gobierno del Principado de Asturias. Teniendo preocupación por las condiciones de vida de esas mujeres impulsó el estudio y facilitó la difícil tarea concretando de la demanda, y delimitando los objetivos. También agradezco a la Secretaría de la Mujer de la Consejería de Juventud de Asturias, que con apoyo del Instituto de la Mujer, financió la investigación. Hay que resaltar aquí el buen trato y la fluida comunicación que puedo personalizar en la Consejera, Pilar Alonso, y en la responsable de la Secretaría de la Mujer, Ana Bernardo. Gracias también a María Antonia Fernández Felgueroso entonces Directora Regional de Acción Social y hoy Consejera de Educación, Cultura y Juventud; fue siempre capaz de encontrar huecos en su repleta agenda para ayudarme, cediendo además locales para las reuniones de equipo. Alfonso C. Héctor Rodríguez (Comisario Jefe de Seguridad Ciudadana de Asturias) y el Comisario Prieto me atendieron con amabilidad y eficacia. El instituto de psicología CICOM de Oviedo prestó sus locales para las reuniones, soportando el ajetreo con agradable paciencia. Un lugar destacado en mi gratitud merecen las mujeres que ejercen la prostitución en Asturias. Ellas han facilitado el trabajo respondiendo con amabilidad y confianza a las entrevistas. Capítulo especialísimo merecen las entrevistadoras: Amor Obaya, Ana Isabel Santamaría, Ana Jesús Rodríguez, Angeles Pulgarín, Belén Murillo, Carmen Rodríguez, Matilde Ugarte, Montse Viejo, Nuria Fuentes, Paz Guerra, Teresa Lobo, y Teresa Torner. En mi larga vida profesional es el grupo de colaboradoras más animoso que he tenido; y del que he aprendido muchas cosas. Ha sido también fundamental la ayuda de la excelente sociòloga Eli Tejero, así como la aportación del saber informático de Josep Lluís Condom.
El seminario que se realizó paralelamente al estudio de campo contó con valiosas aportaciones. Además de las entrevistadoras asistieron Rosario Amodio, María José González, y Tina Ibánez. También agradezco a Rosario Carvajal, Directora del Centro del Menor que cedió los locales para el seminario. Virgilio Palacios (de la Unidad de Enfermedades de Transmisión Sexual del Hospital Monte Naranco) con su competencia técnica y calidad humana realiza un gran trabajo por la salud de las prostitutas. Proporcionó orientaciones vitales para el estudio. Agradezco tanto a él como a su equipo, así como a Várela de la Gota de Leche de Gijón. Montse Juan tuvo la amabilidad de corregir con inteligencia el primer borrador del marco conceptual, y sus notas críticas me permitieron mejorar algunos aspectos. Muchas gracias también a los/las miembros del Seminario de Investigación del Programa de Doctorado de Ciencias Sociales y Salud de la Universidad de Barcelona por sus ideas y críticas. Rodolfo Gutiérrez (catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo) y Yolanda Gómez (directora de CICOM y profesora de la Facultad de Psicología), fueron los principales responsables de que dispusiera del excelente equipo de entrevistadoras. Mi gratitud eterna va para Eva Sardinero, José L. Pedreira, y Paz Arias que me proporcionaron cobijo, afecto, y calor-dehogar durante mi estancia en Asturias. A todos mis amigos/as de la Salud Mental Asturiana no sólo por su participación sino además por hacerme sentir en el Principado como en casa. Gracias a su "Gran Jefe" (y amigo) Víctor Aparicio quien en todo momento facilitó el trabajo.
Una de las personas que más ideas sensatas ha aportado es Carla Corso (Pordenone) magnífica profesional, extraordinaria luchadora, y buena amiga. Mi agradecimiento también a Lisa Hoffman (Holanda), Helena Cobos (Barcelona), Amelia Valcárcel (Uvieu) y Cristina Alberdi (Madrid). También merecen una mención en los agradecimientos Paola Cobello (Trento) y María Teresa Bazo (Bilbao), que me enviaron materiales bibliográficos y documentales. Mi gratitud para los compañeros y amigos del Gabinet d'Estudis Socials de Barcelona, que ofrecieron espacio, infraestructura, ánimo e ideas. Jesús M. de Miguel (como tutor y amigo), me ha animado en la realización del doctorado, y me ha orientado en la confección del presente libro. Especial mención merece Blanca Naveda que alentó y alegró mi trabajo incluso en los momentos de mayor enclaustramiento. Gratitud —y un guiño especialmente amistoso— a Sergi Pons ilustrador gráfico de esta obra. A ambos les dedico el presente libro… y al mar Mediterráneo por dejarse mirar. Ignasi Pons Premià de Mar, otoño de 199110
CAPITULO l
Marco teórico
"Estad con nosotras, contra la injusticia que nos agobia. Después ya podremos discutir si la sociedad tiene necesidad de la prostitución". Carta a la población. Prostitutas de Lyon, 1974.
Razones de claridad teórica, motivaciones de ubicación profesional, y posicionamientos doctrinales, son usualmente los tres caldos de cultivo de las especialidades sociológicas. Estas suelen tener efectos ideológicos, no sólo por sus contenidos sino también por el hecho mismo de su desarrollo autónomo. Es el caso de la Sociología de la Desviación en toda su extensión, y sobre todo en su intento de incluir la prostitución en su campo. También está el incorrecto análisis de la prostitución desde la Sociología de la Marginación. máxime cuando al mismo tiempo es explicada por un inventario amplio de funciones sociales. El intento de arrinconar la prostitución en la lumpensociología no finaliza con su ubicación en estas dos especialidades, sino que se remacha mediante la identificación falsa de las causas de la misma con las condiciones sociales o personales de las mujeres que desarrollan esa actividad. Unas veces es la pobreza, los accidentes dramáticos de su biografía, incluso su perversidad natural o su patología12 psíquica. Frente a todo ello proponemos el^estudio de la prostitución desde la Sociología General, la Sociología del. Trabajo y de las Profesiones. También requiere el estudio de la organización social de la afectividad y la sexualidad. Además, en este capítulo, se propone que el análisis causal debe partir siempre del estudio de los factores que conforman la demanda.
Sociologías marginantes
La prostitución está de moda, es objeto de interés y curiosidad: desde los textos morbosos, y los manuales populares de sexualidad, hasta los libelos condenatorios o apologéticos. Reflejo de ello es su abundante presencia en la literatura, y en otras artes como el cine. Sin embargo la asepsia de los/as científicos sociales dominantes les impide adentrarse en un tema tan poco elegante. La producción sociológica publicada es relativamente exigua, y salvo excepciones de dudosa calidad. Abundan los trabajos periodísticos de pretensión sociológica pero de resultados dramáticos y desfigurantes. Se observa en España el surgir de una nueva etapa de intento de estudio más serio y útil respecto al tema, que enlaza con la excelente obra de Claude Jaget en Francia (1975), seguida por el trabajo de la Fundación Solidaridad.JDemocrática (1988), y por las aportacione£_de_Raquel_jpsborne,(l978, 1986, 1981).13
Un nuevo debate va difuminando esterotipos anteriores, a partir del abandono de los polos actitudinales de la condena o del proteccionlsmp._cpmpasi,yo, mediante la concesión^ de la palabra a las propias prostitutas. Se trata de escuchar cómo viven el fenómeno y qué es lo que demandan.1 Se ha iniciado ya un acercamiento de las prostitutas al feminismo organizado, acompañado de bastantes relaciones frustradas.2 Ciertos sectores del feminismo han renunciado al discurso condenatorio de la prostitución que no era acompañado de un análisis -suficiente y que paradójicamente no escuchaba a las prostitutas, mujeres también como ellas.3 Una de las consecuencias de esa nueva perspectiva es el rechazo de "la gravedad" adoptando "la supuesta gravedad" para evitar el sobredimensionamiento cuantitativo y la exageración cualitativa. Se trata de trabajar en el análisis de este sector partiendo de la sospecha de su normalidad para poder, "Desde siempre, han estado discutiendo sobre las prostitutas los otros, sociólogos, estudiosos, médicos, políticos." Dacia Maraini en el prefacio a Carla Corso y Sandra Landi (1991: 8). Como narra la prostituta italiana Pia Covre los primeros contactos no supusieron el entendimiento: "Las feministas [ . ] nos darían su apoyo con la condición de que dej aramos de .. ser prostitutas y nos pronunciáramos en contra de la prostitución, a lo que nos negamos sugiriendo que lo que queríamos es que colaboraran en tanto que prostitutas, cosa que ellas no aceptaron" (Osborne 1991: 41). Marj an Sax feminista holandesa explica así la necesaria convergencia con las prostitutas: "Las prostitutas plantean las mismas demandas que las feministas (y que el conjunto de las muj eres): aspirar al derecho al trabaj o, a recibir protección contra la violencia, a una vida sexual en la forma que cada una prefiera, y esas son cosas importantes para el feminismo, así que la lucha es la misma" (Osborne 1991: 16).14 Distinguir lo que le es propio y lo que es compartido con los diversos sectores sociales a los que pertenecen. Sorprende que en la prostitución el término tabú es uno de los que disfrute de mayor número de formas de ser nominado. En el diccionario ideológico de la lengua española se mencionan hasta 87 denominaciones para "prostituta" (Casares 1988: 368). Este número se refiere a aquellos términos que la Real Academia incluye de forma restrictiva; por lo tanto habría que añadir los innumerables apelativos que se utilizan popularmente y a los que ha dedicado esfuerzos el premio nobel local (y miembro de la Real Academia) Camilo José Cela. Se define "prostitución" como: "Comercio que hace una mujer de su cuerpo, entregándose a los hombres por dinero" (Casares 1988: 684) y se considera como significado de ramera: "Mujer que se entrega al comercio carnal por interés" (Casares 1988: 702). De la primera definición cabe destacar dos elementos "que hace" y "entregándose". Ambos permiten suponer un control y voluntariedad por parte de la mujer. El segundo se refiere precisamente a la cesión de la voluntad sobre ella al cliente. Esto contradice lo que expresan algunas prostitutas en el sentido de precisar, en primer lugar, que no venden el cuerpo, sino que lo alquilan; en segundo lugar/ la reserva que hacen de algunas acciones y partes de su cuerpo para sí, que en algunos colectivos llega a formar parte fundamental de su sistema normativo (por ejemplo el beso en la boca); y en tercer lugar, que en algunos casos la voluntariedad es dudosa. En lo que se denomina "prostitución" interviene la actividad sexual o parasexual referida al cuerpo de la mujer a cambio de pago, generalmente de dinero.15 Se propone como definición de prostitución: "El comercio del cuerpo de la mujer que se realiza para usos sexuales a cambio de pago". Incluso en algunos casos en los ámbitos de la prostitución el cliente no realiza actividad sexual ninguna, ni media el contacto íntimo con el cuerpo de la mujer (Son los "floreros" en la jerga de la profesión). Este es el caso en el que el comprador lo que desea es ser escuchado o recibir mensajes afectivos. La otra definición citada, la de "ramera", sustituye el término dinero, por el término interés, lo cual sugiere que más allá de lo que reconocemos como el ámbito convencional de la prostitución, existen otras formas o expresiones similares que serían incluibles en este calificativo. Se refiere a aquellas sesiones sexuales de las que se deriva algún tipo de compensación material. Bajo esta concepción no resistirían al análisis algunos matrimonios legalizados y socialmente legitimados. De todas formas en el presente libro se trata únicamente de la prostitución que transcurre en los circuitos comerciales establecidos. El estudio de la prostitución y de las prostitutas, es tema clásico y permanente de la llamada Sociología de la Desviación y de la Sociología de la Marginación. Pese al esfuerzo realizado por los tratadistas contemporáneos de esas especialidades en pro de la objetividad, con la pretensión de alejarse del discurso centrado en la condena moral, la conmiseración o el carácter supuestamente dañino, jio_se ha conseguido evitar (a) la condena implícita, (b) las caracterizaciones diferenciadoras16, así como (c) las propuestas mesiánicas.. Se duda del sentido que pueda tener la misma Sociología de la Desviación. En primer lugar porque, si bien pretende tratar la transgresión a las normas sociales, sintomáticamente no aparecen estudios de las desviaciones de los/as transgresores de guante blanco, de las desviaciones institucionales, ni de las personas cuya situación les permite garantizar su impunidad. En segundo lugar, y en el caso concreto de la prostitución, siendo una relación de contrato entre dos personas adultas, no adquiere mucho sentido que se etiquete como desviado el comportamiento de la oferente y no el del demandante.4 Incluso el comportamiento de este último es considerado como natural y desde ciertos valores estimulado socialmente. Debe tenerse en cuenta que la desviación se define respecto a las normas, pero no sólo las legales (Cohén: 1976, 531). De esta manera la prostitución no es desviación respecto a un sistema normativo de mayor fuerza que el legal que es el de la atribución de funciones y articulación de su funcionamiento. Resulta además dudoso situar a la prostitución como objeto de estudio de la Sociología de la Desviación, por que los comportamientos complementarios de la prostituta y del usuario son normalizados estrictamente. Son consecuentes con el sistema de organización de la sexualidad y la afectividad de las sociedades en que se produce. Por más indicaciones que se "¡Qué quieren que haya de inmoral entre dos personas adultas que deciden libremente tener este intercambio I". (Corso y Landi 1991: 259).17, hagan de su singularidad o de su carácter sui generis, no deben buscarse sus referencias en el marco teórico de la sociología de la desviación.5 La prostituta resulta rechazada desde la cultura ideal. Pero desde la cultura real es instituida, tolerada, en tanto se le asigna una función social reconocida. En virtud de esta asignación es un comportamiento normalizado e interior al sistema normativo, tanto desde el uso del cliente como desde la actividad de la prostituta. Esta contradicción entre cultura real e ideal da lugar al doble mensaje, o a la coartada de la tolerancia, presente en la llamada "doble moral" cultural. Convierte a la prostituta al mismo tiempo en trabaj adora,necesaria y.en ciudadana „estigmatizada Modernamente, desde algunos sectores de la sociología, se intenta desculpabilizar a la persona desviada y "humanizarla" a través del discurso de la igualdad respecto al resto de la población. Estos contenidos resultan contradictorios con la coexistencia de los excesos rehabilitadores y el llamamiento a la tolerancia, ya que "uno tolera aquello que considera noigual, moralmente inferior o débil; lo igual a uno mismo lo acepta y lo respeta" (Liazos 1977: 38). Compañera inseparable de viaje de la Sociología de la Desviación es la psicología y en particular el psicoanálisis. Desde ellos se suele reforzar la visión según la cual los problemas de los seres humanos no tienen su origen en , disfunciones del sistema social sino en carencias de esas j personas. Algunos sectores del psicoanálisis afirman que la / prostitución sólo es ejercible por mujeres de estructura / patológica. Cuando esta patología se sitúa en la neurosis la / afirmación no dice mucho ya que también se afirma que todos / somos neuróticos/as y lo que distingue a todos no distingue a nadie. 18. La Sociología de la Marginación, pese a sus declaraciones constitutivas, corre el riesgo de tener los mismos efectos que generalmente intenta combatir: la designación marginante de los grupos estudiados. El ejercicio de la prostitución, carece de la mayoría de los factores que se definen como constituyentes de la marginación.6 Es una actividad que, en la forma de organización social que la inscribe tiene carácter de institución funcional integrada en.el, sistema. Incluso si se aceptan los criterios de marginalidad es difícil situar al conjunto de un colectivo que contiene situaciones variadas en los aspectos de su vida personal y profesional. Sorprende que las prostitutas no hayan creado una subcultura propia y códigos sexuales alternativos, como sucede en los grupos marginales, sin considerar este hecho como un posible síntoma de su carácter no marginal. Un primer nivel de confusión procede de la referencia a la prostitución en general partiendo de la prostitución callejera, que en estos momentos es minoritaria y decreciente, la cual tiene las Tal como señala el sociólogo Pere Negre el término "marginación" encierra una cierta ambigüedad y es utilizado de forma diversa. Este autor estaría relativamente de acuerdo con los. funcionalistas que la identifican o confunden con la desviación y la anomia. Juzga este autor que la renuncia a u€ïTízar este concepto genérico de marginación social es "una moda de la sociedad post-industrial" y una de las "represiones del lenguaje [ . ] de la cual nos conviene liberarnos casi .. psicoanalíticamente hablando" (Negre 1990: 47). Se debe responder a ello que el ampliar y dispersar el campo de lo denunciable puede satisfacer el espíritu supercrítico pero al mismo tiempo difumina los perfiles de lo denunciado. En este sentido es preferible "reprimirse" y acotar los sectores realmente marginados y analizar si dicha marginación le es propia o debida a la pertenencia a una característica de situación compartida con otros sectores sociales. En este libro se utiliza el concepto de marginación que el propio Pere Negre ofrece: "falta de participación o integración en el sistema social" ^Negre 1990: 35).19 Características más deterioradas. Sin embargo habría que distinguir cuáles de estas características son compartidas con el sector social general en el que se inscribe. Un segundo nivel, más importante, de confusión consiste en no distinguir entre la prostituta como ciudadana y la prostitución como actividad. Si bien la prostituta como persona puede surgir de la marginación, convivir con ella o permanecer en ella, como actividad no debe situarse en la marginación. El sociólogo/a debe estar especialmente atentopara no confundir el sistema normativo y de valores de la cultura ideal con el que opera efectivamente en la cultura real.7 Si se prescinde de la cultura real y se centra la atención en la cultura ideal (es decir en el sistema de normas positivas del sistema jurídico y moral así como en las normas y valores transmitidos y repetidos en términos declaratorios del "deber-ser" social) la prostitución no debería tener cabida en el sistema social. Sin embargo, si se toma como referencia la cultura real (el sistema normativo y de valores operante, y en la clara funcionalidad atribuida a la prostitución para la defensa del funcionamiento del sistema y sus instituciones) tiene todas las características de institución interna al sistema. No sólo como complemento y garantía de las instituciones que enmarcan, regulan y sitúan la organización de la sexualidad, la afectividad, la reproducción y la socialización. Funciona además como válvula Malinowsky recomendaba como función del investigador/a el estudio de la distancia y diferencia entre cultura ideal y cultura real.20 de seguridad y escape de dicha organización, e incluso para amplios sectores de la población adquiere categoria de función positiva. Es el caso de la iniciación sexual del varón joven, o de su uso como recurso simbólico de la virilidad. Esta aparente contradicción es la que lleva a calificar la prostitución como "mal necesario" o "mal menor", cuando implícitamente se la considera "bien necesario".8 El problema se origina en la falta de diferenciación entre los conceptos "prostituta" y "prostitución". Así se evidencia en la afirmación de un sociólogo: "la prostitución surge de la marginalidad y margina de algún modo a quienes la practican" (Negre 1988: 95). Lo que puede surgir de la marginación es, en algunos casos, la prostituta pero no la prostitución, ya que ésta surge de la normalidad institucional. La prostitución no está al otro lado del límite del sistema social funcional, sino en la parte interior del sistema, situado junto al margen como uno de los elementos de refuerzo de algunas instituciones básicas del sistema. No entender esto hace que en algunos casos se produzca la sorpresa porque los referentes comportamentales sean diferentes. Se organizan así "La Iglesia ha considerado siempre que la prostitución es un mal social, que es un mal moral, pero hay males sociales que son necesarios, es decir, pensando en números de gran población que un sector de la población acuda a la prostitución, esto es siempre previsible, lo cual no quiere decir que haya que presentarlo como un ideal ético ni que haya que justificarlo como un ideal humano [ . ] en algún modo sí .. cumple una función social" según un interlocutor de la Iglesia."Es evidente que un hombre que tenga una dificultad sexual insuperable a lo mejor puede encontrar una salida por este camino; es una mala salida pero a lo mejor puede ser un mal menor" según una persona de Alianza Popular (Fundación Solidaridad Democrática 1988: 76).21 de forma más próxima al interior del sistema, y no respecto a los grupos marginales como sería el caso de la delincuencia.9 La prostitución no sólo es interior al sistema por la evidencia de su función necesaria al sistema, sino también por la normalidad de su-funcionamiento. No es fácil sostener que es una "profesión no integrada en la dinámica social" (Solidaridad Democrática 1988: 37). Es una profesión con una larga tradición; ofrece en el mercado un producto diversificado claramente tipificado y tarifado; sus lugares de trabajo están localizados, aunque tiene características en común con la economía sumergida, no es totalmente equiparable pues no participa de su nivel de ocultación; sus horarios son regulares, conocidos y semejantes al resto de los trabajos; y sus condiciones de higiene y seguridad tienden a regularizarse y no tiene más problemas que otros sectores de actividad. Los únicos aspectos diferenciales que se derivan de su falta de reconocimiento formal son la exclusión del derecho laboral, de la utilización de algunos servicios públicos, y el rechazo del Estado a aceptar su tributación fiscal. Así como las actividades de la economía sumergida responden a la voluntad de ocultación de sus actores, la prostitución no pretende tal ocultación, es visible y el Estado niega su existencia como actividad. Sólo consta alguna referencia en el Código Penal. La Sociología de la Marginación, además corre el peligro denunciado por Gouldner en su crítica a Becker de unir a la "concepción del marginal como víctima [ . ] la concepción más .. moderna de alguien que debe ser administrado y debe serlo de forma mejor, por un aparato burocrático de custodios oficiales» {Gouldner 1979: 46).22 Más importante que el ejercicio teórico de aceptación e inscripción en las categorías mencionadas es la necesidad epistemológica y metodológica de organizar adecuadamente la mirada. Cuando se parte del apriorismo de la desviación y de la marginación, adquieren mayor relieve los aspectos diferenciales. Se atribuye el carácter diferencial a fenómenos que se deben no tanto al ejercicio de la prostitución como al hecho de la procedencia o pertenencia a un sector social concreto en el que tales fenómenos son comunes. Al mismo tiempo no se perciben los tiempos y hechos cotidianos más "normalizados".1 ° La prostitución no debe ser examinada desde la Sociología de la Marginación ni desde la Sociología de la Desviación, sino desde las diferentes ramas de la sociología que se aplican a las situaciones "normalizadas". En este sentido se puede analizar mejor desde la Sociología del Trabajo, la Sociología de las Profesiones, la Sociología de las Organizaciones, y desde el campo de la organización social de la sexualidad y de la afectividad. Las historias de vida ofrecen una riqueza informativa considerable y variada. El exceso interpretativo que parte del apriorismo encuentra en estas historias manifestaciones que confirman su apriorismo. Cuando las respuestas no son las deseadas o las esperadas pueden ser interpretadas como falseamientos conscientes, fabulaciones, mecanismos de compensación o sublimación de su realidad, e incluso como contradicciones fruto de una personalidad patológica. De esta manera las posibles refutaciones de las hipótesis y apriorismos sirven para su confirmación.23 El presente libro se sitúa no tanto en la perspectiva beckeriana de identificación con el discurso del marginal,11 sino más bien en la óptica gouldneriana de la escucha selectiva de las propias protagonistas en especial de aquellas que presentan propuestas de posible transformación de su situación como prostitutas y que asumen el carácter de actoras del cambio. El análisis se enfoca más que en el papel de las instituciones y situaciones que las condicionan de forma más inmediata, en las instituciones fundamentales que producen el fenómeno.
Dilema huevo/gallina:
En el orden lógico del análisis del origen o la causa de este fenómeno por omisión o por defecto, existe cierta confusión con la génesis de la prostitución. Se suele identificar lo que es la causa última de la existencia con los factores y condiciones para que se produzca. No sólo en el saber popular sino también entre los/as investigadores es frecuente identificar como causa la situación o las Se evita esta identificación porque "los mismos marginales ven el mundo, en un grado sorprendente, desde el punto de vista de la sociedad respetable [ . ] De este modo si .. estudiásemos a los marginales desde su propio punto de vista tendríamos que adoptar el punto de vista de la cultura dominante" (Gouldner 1979: 47). Posicionamiento análogo al que Gouldner adopta al estudiar la teoría de Becker: "En la medida en que esta escuela teórica tiene un impulso crítico, lo dirige a las instituciones vigilantes que realizan la tarea de corrección, no contra las instituciones fundamentales que produce el sufrimiento del desviado" (Gouldner 1979: 46).24 características de las mujeres que componen la oferta de prostitución. En la dialéctica oferta/demanda, no en todos los casos la oferta induce a la demanda, ni viceversa. Según las características de la necesidad a la que refiere el bien o servicio, el vector causalidad adquiere una u otra dirección. Dada una forma determinada de asignación de funciones a la sexualidad y a la afectividad en la organización social, y las características del sistema normativo e institucional resultante, con los roles diferenciales que se derivan, la prostitución adquiere el carácter de necesidad funcional para dicha organización del sistema social. Resulta esclarecedor el texto de las Naciones Unidas: "Mientras haya demanda de tal comercio por parte de los hombres, es indudable que responderá a ella una oferta femenina, pese a las penas que puedan imponerse a las prostitutas" (1959). El orden lógico del análisis no debe partir de la causalidad de la oferta sino de la reflexión respecto a la naturaleza, componentes y condiciones de producción de la demanda. Es decir, se trata de analizar el por qué los varones conforman esa demanda. El componente dominante, aunque no exclusivo, de la demanda es la actividad sexual y afectiva, que lleva a la necesidad de caracterizar mínimamente la organización de la sexualidad y la afectividad en nuestra sociedad. El marco general de la sexualidad está constituido por la función reproductora en el contexto de la unión monogámica matrimonial. Se organiza de acuerdo con las exigencias del sistema patriarcal, cuyo eje25 protagonista es el varón. La mujer es subordinada en sus papeles especializados y personalmente diferenciados de las reproductoras y las que cumplen el papel de supuesto objeto de placer. En la sociedad patriarcal-mercantil, la esposa es propiedad del varón y las relaciones complementarias y sustitutorias tienen carácter de compraventa del servicio o de alquiler del sujeto. La monogamia se asegura a partir de la imposición institucional y real de la monoandria para la mujer y de la monoginia institucional para el varón. Se complementa con una tolerancia paralela (cuando no aprobación social) de la poliginia encubierta del varón. Constituye así como instituciones reales paralelas, el adulterio y la prostitución. Las expansiones amorosas son situadas en la lírica, la novelística, el cine, y las llamadas "revistas del corazón". Los lugares y personajes están siempre alejados de la persona media. En algunos casos estas expansiones se asignan a etapas concretas de la biografía personal. Pero la afectividad en último término se reduce a un sistema articulado de deberes en función de los papeles diferenciados: al varón la producción y a la mujer la reproducción. La afectividad más lírica (o romántica) puede coincidir con el cumplimiento de los mandatos sociales del programa biográfico. Sin embargo, en términos generales se configura de forma más prosaica como un discurso-cebo institucional, o como deber funcional al lugar que se ocupa en el proceso institucional. La afectividad tiene contenidos, y por tanto26 aprendizajes, diferenciados en el varón y en la mujer. Se define así la dirección, la intensidad, las formas de manifestación y el nivel de implicación en la sexualidad. La diversidad se determina por la relación de propiedadsubordinación que se manifiesta en su carácter diferente como "don gracioso" para uno y como "entrega incondicional" para la otra; de reclamación y conformidad; de donante y tomante; como ser activo y ser pasivo. Todo ello se pretende sostener mediante unos supuestos básicos funcionales tales como la necesidad fisiológica ("natural") impulsiva, expansiva y polimorfa del varón.13 Se produce una negación manifiesta de la sexualidad de la mujer que, junto al efecto subordinación, le lleva a una pasividad natural.14 Implícitamente, sin embargo, opera lo contrario. En la cultura masculina existe el convencimiento de que la potencialidad de placer de la mujer es incontrolable en cuanto descubre la sexualidad; no antes. Esto lleva a veces a pensar que las prostitutas son mujeres "viciosas" o "ninfómanas" que descubrieron su sexualidad. Por tanto toda mujer es potencialmente una prostituta. Se intenta "Yo pienso que es la tendencia natural del hombre, en cuanto a exigencia biológica. Indudablemente desconectada de unos criterios éticos que pueden encauzar o canalizar eso que es un impulso natural [ . ] en todas las especies biológicas .. existe, digamos, un atractivo de la mujer, de la fémina, sobre lo masculino. En consecuencia, creo que aquí se cumple un guión de la naturaleza que es hasta cierto punto normal" según un policía (Fundación Solidaridad Democrática 1988: 108). Se citan ciudadanos/as y no intelectuales o expertos/as, ya que sin análisis ni elaboración la población general refleja con mayor exactitud los diversos aspectos de la sedimentación ideológica. "En la mujer se ha desarrollado menos el instinto sexual permanente y en consecuencia ha tenido menos necesidades de cubrir este instinto sexual" según una persona de Alianza Popular (Fundación Solidaridad Democrática 1988: 108).27 que la práctica sexual con la legítima esposa no lleve a ésta a "sentir". Esa es la razón por la que en algunas culturas (árabes) se practica la castración preventiva de las mujeres. La mujer (esposa) que manifiestamente siente placer pude ser considerada prostituta.15 La funcionalidad reproductiva asignada al sexo, ha hecho que socialmente se hayan condenado expresamente aquellos actos o formas que no llevan directamente a la reproducción legítima. Originariamente se otorgó la capacidad del dictamen y el etiquetaje de esas actividades a la Iglesia, que desarrolló una casuística minuciosa de posibles pecados. Modernamente, desde una supuesta cientificidad, esta función de etiquetaje individual.ha sido conferida a la psiquiatria y x__ la psicología-. En los manuales de psicopatología se puede encontrar un listado exhaustivo de trastornos o perversiones que, de forma sospechosa, observan una correspondencia coincidente con los pecados descritos por la moral religiosa, cambiando sus nombres por términos de sonoridad más científica. Parte de este inventario de actividades es lo que en el ámbito de la prostitución se conoce como los "números" o las "especialidades". Esas prácticas, excluidas generalmente del matrimonio, encuentran su lugar en la prostitución y justifican una de las supuestas funciones de la misma.16 "E1 acto sexual realizado por placer deshonra a la mujer y a la madre y hace de ella una prostituta ávida de placeres" descripción hecha por W. Reich de la ideología convencional (citado por Osborne 1978: 18) El programa no siempre funciona ya que la mujer en este modelo de matrimonio también puede sentir carencias e insatisfacciones de orden afectivo y sexual. Que el discurso 28. La idea del sexo como elemento sucio y pecaminoso persiste incluso más allá de la adscripción moral-religiosa. La religión, incluso una vez negada, permanece como componente cultural y como residuo internalizado. El sexo para dejar de ser considerado pecaminoso, y en consecuencia liberarse de la culpa, requiere de elementos de supuesta dignificación y legitimación. En esta linea opera, el mecanismo tradicional mediante el cual lo que era indigno y reprobable horas antes del matrimonio, se convierte en digno y cuasi-santo tras la ceremonia nupcial. Es difícil la adaptación mental a cambio tan brusco y repentino. En culturas más tolerantes se propone la dignificación mediante el mensaje insistente de la unidad indisoluble entre sexo y afectividad. Dicha afectividad se suele identificar con unos mínimos de intensidad y de compromiso existencial o proyecto de formalización, en un marco monogámico o como máximo de monogamias sucesivas. Fuera de estas líneas generales, sólo queda la condena moral o incluso la designación psicopatológica para la persona que practica la promiscuidad. Con las premisas precedentes, un amplio campo de la práctica sexual queda culpabilizado. En el caso de la mujer, manifiesto no pueda admitir la sexualidad como necesidad, la menos frecuente disposición de dinero, su marginación del ámbito extradoméstico y su sumisión a la exclusividad sexual del hombre, no permiten la institucionalización de una prostitución masculina. Este hecho y que haya sido educada con mayor incidencia de lo afectivo produce la compensación mediante el adulterio no prostitutivo. Así como la mujer llega a suponer y en muchos casos a aceptar el uso de la prostitución y el adulterio del marido, en la mayoría de los casos el varón teme pero no se permite imaginar el adulterio de la esposa. Incluso en el caso de que tenga relaciones con casadas no piensa que esto pueda suceder con su esposa.29
La promiscuidad le proporciona la designación exterior, y su reflejo interior como prostituta. Actúa como imagen autorrepresiva más allá de la racionalización de la moral. La tolerancia que se le concede al varón, no siempre le libra de ello, ya que la tolerancia supone la posibilidad de realizar lo tolerado percL precisamente a cambio del coste de la culpabilización.17 Aunque en ocasiones el varón lo siente como elemento de afirmación de su virilidad y consecuente con su supuesta naturaleza. La diferencia en la socialización de roles sexuales produce dos culturas diversas, relacionadas en un esquema de subordinación y relativamente incomunicadas. Sus contenidos referidos a la sexualidad y la afectividad son diferentes, cuando no opuestos, de tal manera que donde, según el discurso ideal, existe reciprocidad, se da un intercambio desigual de expectativas irrealizables e incomprensibles desde cada una de las partes. La relación sexual, como la afectiva, se produce en el marco de socialización de la dependencia, y de la inhabilitación social para la autonomía y la soledad. Está reforzada por una tendencia cada vez mayor hacia la Al respecto es interesante la interpretación que una prostituta hace de ciertos comportamientos de sus clientes: "He estado con individuos que al acabar eran agresivos, violentos. [ . ] los_hombres después de hacer el amor son .. siempre muy agresivos [ . ] ellos se sienten culpables de .. venir con nosotras". U otra: "Cuando un tipo pide '-•' ' .especialidades,, él no se reprocha nunca de haberlas solicitado, sino por el contrario a la mujer por haberlas aceptado. Y esto, vale para todo el sexo en general, para el simple acto [ . ] para los hombres, el sexo de la mujer es una .. cosa mala. Ellos hacen el sexo de la mujer sucio, pero en el fondo es su sexo el que no pueden soportar. Entonces ellos acusan a la mujer" (Jaget 1975: 53 y 88).30
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