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Aspectos importantes para evaluar el problema de la violencia contra la mujer


  1. ¿Violencia de género o violencia contra la mujer?
  2. El carácter asimétrico de la distribución del poder en las relaciones de género
  3. La generalización de la violencia de género: feminicidio en América Latina
  4. Bibliografía

La violencia de género es un tema que siempre genera debates, y nunca indiferencias. A la vez que resulta importante su análisis es una dolorosa problemática que a escala mundial se muestra en constante aumento. De ahí que estemos en presencia de uno de los problemas más viejos que enfrenta la sociedad, históricamente tratado de manera deformada e inexacta, en el que aun cuando hombres y mujeres estén inmersos sufriendo o ejerciéndola, realmente las mayores perjudicadas han sido siempre las del sexo femenino.

¿Qué elementos caracterizan, justifican, avalan y/o provocan que, en violencia de género, las mujeres sean las víctimas protagonistas de los episodios vinculados a este ejercicio? ¿Qué relación existe entre violencia de género y violencia contra la mujer? ¿Qué elementos son indispensables a tomar en cuenta para evaluar, disminuir y/o solucionar el problema de la violencia contra la mujer?

Muchas más interrogantes pro(mueven) el estudio y la oposición a la violencia contra la mujer desde un enfoque de género, ya sea desde la academia de teóricos importantes como Clotilde Proveyer Cervantes[1]Julio César González Pagéz[2](ambos cubanos), Judith Astelarra[3](Argentina), Gabriela Delgado Ballesteros[4](México), Alda Facio[5](Costa Rica) y Ángel Pichardo Almonte[6](República Dominicana); o desde la consagración y defensa de los derechos de la mujer en contacto directo como es el caso de Hilda Morales[7]y Norma Cruz[8](ambas guatemaltecas), Margot Tapia[9](República Dominicana), Janeth Alfaro[10]y Denisse Ampuero[11](ambas bolivianas). Cada uno de ellos ha contribuido a esclarecer y actualizar el significado y las consecuencias de la violencia vinculada a la categoría género.

¿Violencia de género o violencia contra la mujer?

El fenómeno de la violencia representa en sí mismo toda conducta que por acción o por omisión afecta la integridad vital, la autonomía y la capacidad de conducirse como sujeto de las personas[12]Se visualiza en los distintos ámbitos de actuación de las relaciones humanas, pero cuando esta se ejerce por razones de género estamos en presencia de un tipo de violencia cuyas manifestaciones más comunes son el tráfico de mujeres, la prostitución forzada, el acoso sexual, las violaciones, la violencia en la pareja, y que se denomina violencia de género.

Diversas formas caracterizan su existencia, no obstante en todas, generalmente, el sujeto femenino es objeto de violencia ya sea en la relación de pareja, en la familia o en el ámbito extra doméstico, que puede llegar hasta una violencia institucional, toda vez que contribuya a disminuir a la mujer.

La violencia de género, además, tiene una gama muy amplia de expresiones. Es ejercida por los hombres contra los hombres que están en una posición de vulnerabilidad, por ejemplo los que detentan la masculinidad hegemónica heterosexual contra los homosexuales; por padres contra los hij@s y de estos últimos contra los primeros ya avanzada la vida. Sin embargo no se puede pensar en ella como un acto aislado o como algo que practican tanto hombres como mujeres.

Cuando se analiza las estadísticas internacionales de las parejas en las que hay violencia contabilizada hay un 1% en el que son las mujeres quienes los sujetos de la violencia; hay un 23% en el que no se puede identificar un sujeto de la violencia, uno agrede y el otro responde: es una violencia bidireccional; el otro 76% son los hombres contra las mujeres, revelando una violencia del género masculino contra el género femenino, el cual asume a una posición de vulnerabilidad[13]

De ahí que cuando se habla de violencia de género, fundamentalmente visualizada en las relaciones de pareja, se hace referencia a la violencia contra la mujer.

Cada estudio y/o teorización, enmarcada en los últimos 20 años, que se interesa por esta temática toma como punto de partida para la conceptuación de este fenómeno, la definición aprobada en la IV Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre las mujeres. En ella (Plataforma para la acción, citado por Proveyer, 2005, p. 136) se declara por violencia contra las mujeres: todo acto de violencia basado en el género, que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea en la vida pública o privada[14]

Este todo acto que se menciona anteriormente no tiene que estar constituido por una conducta evidente, por lo menos evidente conscientemente, pero sí es indudable que produce daño; es decir, lo que caracteriza la violencia en cualquiera de sus manifestaciones es que su proceder es dañino. Entendiendo por daño hacia el género femenino todo lo que lesione, lo que haga sufrir, lo que disminuya a la fémina como sujeto, lo que limite su relación individual, su capacidad de decidir, su libertad, su autoestima, hasta llegar a la muerte, uno de los efectos más graves generados por la violencia contra las mujeres, cuyo principal responsable es el hombre.

Y es que cuando se hace referencia epistemológica al fenómeno de la violencia contra la mujer hay que visualizar como eje central del mismo, que constituye una "violencia de género sistemática que abrumadoramente es iniciada por el hombre e infligida sobre la mujer". (Proveyer, 2005, p. 136)

El carácter asimétrico de la distribución del poder en las relaciones de género:

origen y aumento de la violencia contra las mujeres….

Cuando se habla de la violencia contra la mujer, en el marco de las relaciones de pareja donde son más extremas sus consecuencias, se hace referencia al conjunto de conductas en las cuales resalta como factor determinante la problemática de género.

Hay una relación indisoluble entre género y violencia, interdependencia que es muy difícil separar. Cuando se analiza la problemática de la violencia contra la mujer, como una acción incorrecta que incluye una actitud aprehendida y naturalizada, sobresale un elemento que dicta el formato desde/en/sobre el que se estructuran las relaciones de género: el patriarcado.

Desde la perspectiva de Lagarde (1996, p. 52) "el patriarcado es un orden social genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización previa de las mujeres y de lo femenino". En consecuencia se establecen posiciones antagónicas y desiguales para detentar y distribuir el poder, uno de los principios básicos del origen de la violencia de género.

La cultura androcéntrica, expresión del patriarcado, ha calificado hasta ahora como un acto totalmente genuino, que las mujeres sean objeto de opresión y sometimiento frente a los hombres que se sienten y actúan como sujetos de la autoridad. "El dominio masculino está suficientemente bien asegurado como para no requerir justificación: puede limitarse a ser y a manifestarse en costumbres y discursos que enuncian el ser conforme a la evidencia, contribuyendo así a ajustar los dichos con los hechos." (Bordieu, 1999)

La existencia de normas y tradiciones socioculturales perpetúan la violencia por motivos de género, al punto que en algunos casos las propias mujeres defienden las estructuras que las oprimen. El poder opera dentro de las culturas por conducto de la coacción, la cual puede ser visible, o puede estar oculta en los sistemas de gobierno y en las leyes, o puede estar arraigada en las percepciones que las personas tienen de sí mismas. Por consiguiente, las relaciones de poder son el factor aglutinante que sostiene y moldea la dinámica de género y subyace a la justificación y a las maneras en que las culturas interactúan y se manifiestan. Algunas prácticas, como el matrimonio en la infancia y la mutilación o corte genital femenino (que tiene múltiples consecuencias perjudiciales para la salud) continúan en muchos países, pese a las leyes que las proscriben. (Fondo de Población de Naciones Unidas, noviembre de 2008).

Cualquier tipo de violencia, detallando más en la desplegada contra la mujer, se origina porque hay una relación asimétrica que supone el ejercicio del poder solo por una de las partes de la pareja. Cuando ambos polos de la relación están en una situación de uniformidad no se ejerce violencia sino que se establecen ajustes, acuerdos y arreglos sin que medie el maltrato. Se llega a producir el daño por que hay quien – en este caso el hombre – detenta el poder, ya sea físico, económico, familiar, psicológico, y el otro – la mujer – ocupa una posición de vulnerabilidad, cuya acción está sujeta al control y la dominación. Generalmente una de las premisas para la práctica de la violencia es apropiarse del poder, de lo contrario se evita llegar a ella. En tal sentido, la violencia en las relaciones de pareja como una de las manifestaciones que asume la violencia de género, se ejerce en virtud de las relaciones genéricas de poder.

Luego, entonces, la violencia se presenta como "el recurso que sirve al hombre para implementar el patriarcado (…). A través de ella, los hombres reafirman su posición dominante en las relaciones de poder respecto a las mujeres, y con los otros hombres que no cumplen las exigencias de su contexto socio-cultural" (González Pagés, 2010, p. 36).

En ello consiste precisamente el problema más grave. Generalmente la violencia como fenómeno cultural está legitimada en la cultura patriarcal, que normaliza la desigualdad entre hombres y mujeres, por lo que es identificada cuando ya es grave; mientras tanto la vemos como conflictos en la relación de pareja o como el destino de las mujeres. Cuando ya la violencia llega al extremo incontrolable han pasado toda una gama de conductas violentas que han sido aceptadas y no cuestionadas.

En sentido general, se tiende a identificar la violencia solo con la violencia física; sin embargo es el eslabón último de esa cadena, en la que se materializan toda una serie de conductas relacionadas con las prescripciones socialmente establecidas para el género femenino, y que son utilizadas como motivos intrascendentes para desencadenar cualquier acto violento. A la luz de tales circunstancias no es posible percibir y analizar la violencia solo como el suceso de un daño extremo, que es el golpe físico, la lesión, la discapacitación, la muerte, sino desde el silencio: una forma efectiva y terrible de violencia.

Formas de expresión por las que transcurren y se tipifica

la violencia contra la mujer….

El ejercicio de la violencia contra la mujer se estructura en una variedad de tipologías sintetizadas en (Proveyer, 2005) cuatro formas fundamentales: maltrato físico, psicológico, sexual y económico. La violencia física va acompañada siempre de la violencia psicológica, ellas se diferencian en las secuelas que regularmente deja en el cuerpo femenino la primera, y en el abuso emocional en el que se ejerce la segunda.

Jorge Corsi (1995, citado por Proveyer, 2005, p. 147) identifica tres formas de abuso emocional hacia la mujer: desvalorización, hostilidad e indiferencia. En ellas predominan acciones de restar, de burla, de negación, devaluación, reproches, acusaciones, amenazas públicas, chantajes, se inculca el temor, se impide el desarrollo personal, se potencia el encierro y se hace uso constante del demérito y la anulación de la mujer como sujeto.

El tercer tipo de violencia tan lacerante como los anteriores es la violencia sexual. Ella se refiere a cualquier actividad sexual caracterizada por la violación, la obligación en la intimidad sexual y perversiones sexuales que generalmente van acompañadas por cualquier acción agresiva. El último lugar lo ocupa la violencia económica, la cual aun cuando algunos la relacionan con el maltrato psicológico, por su trascendencia y significado es considerada una forma independiente, cuyo ejercicio se realiza mediante el sometimiento y el control de los bienes y recursos financieros por parte del extremo masculino de la relación. (Proveyer, 2005)

Cada una de estas variantes de maltrato adquiere su máxima expresión al ser presentadas en la relación de pareja con un carácter sistémico. De esta manera las mujeres quedan atrapadas en un círculo, incapacitadas de valerse como sujeto y comportándose como objeto de constantes y disímiles maltratos.

La investigadora estadounidense Lenore Walker, en 1979, explica cómo se produce y mantiene el acto violento en las relaciones de pareja. Su gran aporte, describir el desarrollo del ciclo de la violencia en tres fases, es referencia obligada a tomar en cuenta para aquellos que se interesan por esta problemática. En tal sentido, la fase de tensión se caracteriza por una escalada gradual de conductas que aumentan la fricción, la hostilidad y los conflictos en la pareja, sin llegar a la forma explosiva siempre que la mujer no moleste y complazca a su pareja; de los incidentes de la etapa anterior se pasa a la fase de agresión compuesta por abusos físicos y sexuales, hasta llegar a las primeras lesiones; con el primer acto violento comienza la fase de conciliación o luna de miel en la que el hombre violento se arrepiente, pide perdón, hace promesas y hace el falso juramento de nunca volverlo a hacer. (Batres, Portuguez, De Alvarenga, 1996)

El ciclo de la violencia se consolida con la existencia de fuertes mitos que lo perpetúan y naturalizan. El discurso del académico dominicano Ángel Pichardo Almonte muestra, como factores de este ciclo, "la relación de dependencia que se establece o el tan mencionado Síndrome de Estocolmo[15]en que la mujer llega a tener un aprecio por su agresor. Interviene también el miedo a perder la vida. Porque muchas de las que son asesinadas lo son en la etapa en que deciden la separación. No hay un sistema estatal de protección de las mujeres en esas etapas. Funciona también el estigma de que a los hijos no se les cambia el padre e interviene la dependencia económica de ella y su familia. Es muy peligroso el mito, porque la sociedad entonces no les ofrece el apoyo que requerirían". (Rodríguez, 2008, en Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe, 8 de diciembre de 2008)

La violencia en las relaciones de pareja se produce en el ámbito micro-social porque hay una estructura de relaciones sociales, jerárquicamente establecida, que legitima el poder masculino y la violencia masculina a escala social. De esta forma los tipos de violencia contra la mujer trascienden los espacios; a nivel macro-social el daño alcanza proporciones colectivas y resultados, en su gran mayoría, mortales.

La generalización de la violencia de género: feminicidio en América Latina.

Feminicidio y/o femicidio son dos categorías, entre las cuales prácticamente no hay diferencias. Para la mexicana Marcela Lagarde el primero está relacionado con una especie de delito impune en donde las víctimas son un colectivo de mujeres, en una determinada época de la historia de la humanidad y en un lugar determinado, por tanto el Estado es responsable. En el caso del segundo, femicidio, según la Convención de Belém do Pará, el Estado es responsable de la violencia contra las mujeres, sea individual o colectivo, en tanto se tolere, no se le persiga, no se investigue, o sean actos cometidos por los agentes de autoridad. (Trejo, 2008, en Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe, 25 de noviembre de 2008)

El feminicidio constituye la forma más extrema de violencia basada en el género y el dominio masculino. Es una forma de poder, de dominación y control que los hombres ejercen contra las mujeres en cualquier ámbito de la vida. Sus clasificaciones están enmarcadas en la relación víctima-victimario, de ahí que se hable de "feminicidio íntimo" cuando el homicida tiene o ha tenido una relación íntima, familiar o de convivencia con la víctima; "feminicidio no íntimo" cuando el autor no ha tenido vínculo con la víctima; y "feminicidio social" cuando las mujeres mueren a causa de actitudes sociales misóginas, por ejemplo, como consecuencia de abortos ilegales. (Navegando: Argentina contra la violencia, 2011, en Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe, octubre de 2011)

¿Quiénes cometen feminicidio en América Latina? ¿Qué conduce al feminicidio? ¿Existen regulaciones jurídicas que sancionen este acto criminal? ¿Qué significado tiene que el problema de la violencia contra las mujeres sea un asunto de derechos humanos?

Fundamentalmente la violencia de género cometida en el contexto del feminicidio, es ejercida por cónyuges, ex cónyuges, convivientes, ex convivientes, novios o ex novios, integrantes de pandillas y agentes de la Policía Nacional Civil. América Latina muestra una cruel tradición patriarcal, que exacerba las históricas relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, poniendo a estas últimas en objetos de violencia extrema reportada como asesinatos, algunos con signos de ensañamiento y depravación, mutilaciones y violaciones sexuales.

Tales abusos definen a la violencia contra la mujer como una cuestión de derechos humanos, idea registrada en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos celebrada en 1993. Desde esta perspectiva, la jurista costarricense Alda Facio indica que "se estaba estableciendo que los Estados tienen la obligación de prevenir, erradicar y castigar esos actos de violencia contra las mujeres y que si no lo hacen son responsables ante la comunidad internacional y ante todas las personas que se encuentren bajo su jurisdicción. Esas obligaciones emanan del deber de los Estados de tomar medidas para respetar, proteger, promover y garantizar los derechos humanos". (Rodríguez, 2008, en Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe, 28 de noviembre de 2008)

De esta forma se inicia el castigo desde el punto de vista jurídico, a través de la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer. Varios países en Latinoamérica se encuentran en proceso de debate para aprobar normas que tipifiquen y penalicen este flagelo, entre ellos Bolivia, Colombia y Costa Rica. El Estado mexicano es el que tiene más experiencia en el ámbito de la sanción, ya que desde el 2007 logró aprobar la ley antes mencionada, con la que obliga que los estados federados le garanticen a las mujeres el derecho de acceder a una vida libre de violencia; le sigue Guatemala donde se promulgó la Ley en mayo de 2008, la misma fue bien vista en el ámbito internacional ya que tipifica no sólo el femicidio, sino también, la violencia psicológica y la violencia económica; en el 2010 se incorpora Chile a castigar la violencia de género a través del uso de la Ley contra el femicidio.

Sin embargo los obstáculos para combatir desde lo jurídico la situación global de violencia contra la mujer, están presentes no solo en la puesta en práctica de leyes, sino en la falta de investigación científica y de equipos especializados en el análisis de evidencias, que demuestren feminicidio en las escenas de crímenes donde las mujeres son las víctimas.

En el contexto latinoamericano, debe consolidarse la toma de conciencia a nivel social, la concientización de que es un problema dañino para la sociedad, contra el que se deben realizar acciones de investigación, pero sobre todo hay que hacer acciones de prevención con perspectiva de género.

La perspectiva de género como una herramienta para analizar correctamente

la violencia contra la mujer…

Cuando se quiere llegar al estudio profundo de la violencia contra la mujer es necesario hacerlo a partir de la perspectiva de género. La Dra. Clotilde Proveyer (2001, p.4) refiere que esta "como fundamento teórico metodológico, permite analizar y comprender las características que definen a las mujeres y a los hombres de manera específica, así como sus semejanzas y diferencias. Ella nos permite analizar las posibilidades vitales de las mujeres y los hombres: el sentido de sus vidas, sus expectativas de oportunidades, las complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros, así como los conflictos institucionales y cotidianos que deben enfrentar la manera en que lo hacen".

Los estudios de violencia de género que no se realizan bajo el prisma de esta perspectiva, reflexionan con ignorancia sobre el tema, lo enmarcan fundamentalmente desde un enfoque de salud, sin tomar consciencia de que erradicar la violencia exige un cambio personal y social.

"La incorporación de la perspectiva de género en los estudios de la problemática de la violencia ofrece una herramienta conceptual y metodológica efectiva para evaluar críticamente las inequidades entre los géneros como construcciones culturales, así como la valoración sexista que persiste en la sociedad". (Acosta, 2008, p. 70)

En fin, para poder llegar a un verdadero estudio de la violencia contra la mujer hay que hacerlo a partir de la perspectiva de género; si no hay una apropiación de ella se puede cometer los más grandes desvaríes en su análisis y evaluación. No conocer los saberes específicos que hacen de este fenómeno un problema social, serio, dañino y multifacético puede contribuir en la legitimación de conductas violentas, que reproduzcan cruelmente la violencia contra la mujer.

Bibliografía

  • (Octubre de 2011). Navegando: Argentina contra la violencia. En: Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe. http://www.redsemlac.net . Ciudad de La Habana. Oficina del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe.

  • Acosta Morales, Liudmila (2008). Un acercamiento a la violencia sutil contra la mujer en las relaciones de pareja. Estudio de caso. Tesis de Diploma de Sociología y Trabajo Social. Universidad de La Habana, Facultad de Filosofía e Historia.

  • Astelarra, Judith (2005). ¿Libres e iguales?. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales.

  • Batres, Gioconda; Portuguez, Flor y De Alvarenga, Evelyn (1996). Manual metodológico de captación para docentes de las Academias de Policía: ILANUD. Programa Regional de Captación contra la violencia doméstica.

  • Bourdieu, Pierre (1999). La dominación masculina. Barcelona. Anagrama.

  • Fondo de Población de Naciones Unidas (noviembre de 2008). Ámbitos de convergencia: cultura, género y derechos humanos. Estado de la Población Mundial.

  • González Pagés, Julio César (2010). Macho, Varón, masculino. Ciudad de La Habana. Editorial de la Mujer.

  • Lagarde, Marcela (1996). Género y feminismo: Desarrollo Humano y Democracia. Madrid. Editorial Horas y Horas.

  • Proveyer Cervantes, Clotilde (2005). La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja. Consideraciones para su estudio. Compilado por la autora en Selección de lecturas de Sociología y Política Social de Género (pp. 132-172). Ciudad de La Habana. Editorial Félix Varela.

  • Proveyer, Clotilde (2001). La Identidad femenina y la violencia doméstica. Un acercamiento sociológico a su estudio. Tesis de Doctorado. Universidad de La Habana, Departamento de Sociología.

  • Rodríguez Calderón, Mirta (28 de noviembre de 2008). Alda Facio: Tenemos que entender la violencia contra las mujeres como un producto cultural. En: Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe. http://www.redsemlac.net . Ciudad de La Habana. Oficina del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe.

  • Rodríguez Calderón, Mirta (8 de diciembre de 2008). Ángel Pichardo: La violencia contra las mujeres es un mal que hay que erradicar. En: Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe. http://www.redsemlac.net . Ciudad de La Habana. Oficina del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe.

  • Trejo, Alba (25 de noviembre de 2008). Hilda Morales: No importa llamarle femicidio o feminicidio, si los hechos se investigan y se castiga a los culpables. En: Servicios de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe. http://www.redsemlac.net . Ciudad de La Habana. Oficina del Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe.

Autora:

Leirys Monzón Linares

[1] Socióloga y profesora de la Universidad de La Habana, defiende la tesis de que tratar la violencia doméstica no puede ser patrimonio de los investigadores. Es integrante del Grupo Nacional para la Prevención y Atención de la violencia contra mujer en Cuba. Ha realizado estudios y compilaciones entre los que se destaca, por su uso en la docencia universitaria, la Selección de Lecturas de Sociología y Política Social de Género.

[2] Doctor en Ciencias Históricas. Profesor de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidad. Es consultor de la ONU para temas de masculinidad y violencia en América Latina.

[3] Socióloga argentina y docente en el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus tesis como intelectual de izquierda no solo fomenta la lucha por una mujer libre en el plano personal, sino por una sociedad donde la mujer no sea invisible en ninguna de las esferas.

[4] Secretaria general de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Feminista convencida, ha dedicado muchos años de su vida y de su profesión a luchar contra la violencia. Entre sus disímiles aportes se encuentran el diseño de un programa de capacitación en justicia y género para policías y dirigido a informar y educar a maestros en las zonas más violentas de México.

[5] Jurista costarricense, reconocida experta en temas de género y derechos. Directora actualmente del Programa "Mujer, Justicia y Género", del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito (ILANUD), es una voz autorizada en la materia y, sobre todo, una mujer de agudo análisis a la hora de ubicar el tema de la violencia contra las mujeres como un asunto vital de derechos humanos, y no solo como una cuestión de leyes.

[6] Académico de República Dominicana que ha evidenciado una vocación particular por trabajar con varones -incluidos varones violentos-, en pro de la equidad entre mujeres y hombres. Profesor en las Universidades Tecnológica (INTEC) y Autónoma de Santo Domingo, es coautor, de un libro sobre la percepción de la población general masculina acerca de la explotación sexual en Centroamérica.

[7] Pertenece a la Red de la No Violencia contra la Mujer y al Grupo Guatemalteco de Mujeres. Se hizo merecedora del premio Embajadora de Conciencia 2004, de Amnistía Internacional, por su interés en el cumplimiento de la ley contra la violencia intrafamiliar y otras formas de violencia contra la mujer, así como en la forma más extrema de violencia: los femicidios.

[8] Defensora de los derechos de la mujer, vive a diario en contacto directo con mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar, sexual y psicológica. Presidenta de la fundación "Sobrevivientes", en Guatemala, en servicios hace ocho años. En ella atiende por lo menos a 5.000 personas al año y ha logrado condenas contra agresores hasta de 103 años de cárcel.

[9] Feminista de toda la vida, psicóloga clínica que ha dirigido durante tres años la organización "Aquelarre" dedicada a enfrentar la violencia de género. Mediante esta organización se han conseguido concertar esfuerzos diversos de autoridades y organizaciones en Los Alcarrizos, un municipio de Santo Domingo, donde los índices de violencia son altos.

[10] Trabajadora social e integrante de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia. jefa de la Unidad de Género de la Alcaldía Municipal de La Paz, desde donde lucha contra la violencia hacia la mujer.

[11] Psicóloga, especialista en derechos humanos de las mujeres y feminista, desde hace ocho años trabaja con víctimas de violencia intrafamiliar y abuso sexual, y emplea la psicología feminista en sus terapias. Hace también trabajo voluntario con niños y niñas en la prevención.

[12] Elementos tomados de una de las conferencias del módulo Violencia y Género impartido en el 2008 para la Maestría en Estudios de Género por la Dra. Clotilde Proveyer.

[13] Datos ofrecidos en el 2008 por la Dra Clotilde Proveyer Cervantes en el curso “Género y violencia”. Dicha asignatura forma parte del currículo de la Maestría en Estudios de Género, perteneciente a la Cátedra de las Mujeres en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.

[14] Citado por la Dra. Clotilde Proveyer Cervantes en el artículo “La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja. Consideraciones para su estudio”. Compilado por la autora en la Selección de lecturas de Sociología y Política Social de Género para uso en la docencia universitaria.

[15] Conducta asociada al aislamiento a que se somete la mujer maltratada, aumenta la dependencia del agresor. Graciela Ferreira (1992, citado por Proveyer, 2005, p. 155-156). Define el “El Síndrome de Estocolmo” debido al hecho que le dio nombre: “Las personas amenazadas y en peligro desarrollan una actitud de simpatía e identificación con aquel que puede matarlos. Este fenómeno defensivo, que se da en circunstancias de terror, impide que se pueda ayudar a rescatar al que se encuentra en ese estado de adhesión al agresor”.