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El pensamiento panamericanista y latinoamericanista. – Una dicotomía irreconciliable (página 2)


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Martí como testigo idóneo e inobjetable del primer acto panamericano en Washington, reseñó sobre esto en sus crónicas a la "Nación" de Buenos Aires, en el ensayo "Nuestra América", en su discurso ante la Sociedad Literaria de Nueva York, en 1889, en el prólogo de los "Versos Sencillos", en sus comentarios sobre la Primera Conferencia Monetaria en 1891 y en sus cartas a Gonzalo de Quesada. Sus denuncias contienen la verdad que se oculta bajo el aparente y elevado principismo del sistema capitalista.

El panamericanismo ha servido con violación de sus doctrinas, a la explotación económica y la mediatización de la independencia y la libertad de América Latina. Ha prestado su silencio, su tolerancia, cuando no su complicidad y su sanción servil a las mayores atrocidades típicamente imperialistas mediante interpretaciones casuistas y contradictorias de los mismos textos panamericanos.

Hay que apuntar que en ocasiones la gloria de Bolívar se ha usado para ocultar bajo su genial concepción de unidad y fraternidad hispanoamericana, la astuta maniobra del imperialismo norteamericano, erigida en la doctrina continental bajo el nombre de panamericanismo, por lo que varios le han atribuido a este inigualable Libertador la paternidad del panamericanismo, hecho totalmente falso. Al comprometer su nombre en esa operación de avasallamiento de los pueblos se injuria a este gran hombre.

A Bolívar siempre le interesó unir estrechamente a las naciones que luchaban por liberarse de España. Desde 1814 empieza a dejar sentir su enorme interés por unir a las nuevas repúblicas latinoamericanas. En una carta escrita ese año subraya la importancia que habría de tener la reunión de toda la América Meridional bajo un cuerpo de naciones. Al año siguiente insiste: "Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo."

En 1818 volvía sobre el tema mismo:" Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que todos hemos tenido una perfecta unidad". En su carta a los gobiernos de Río la Plata, Chile, México y Guatemala, en diciembre de 1824, Bolívar se dispone a realizar su viejo ideal:"Después de 15 años de sacrificios consagrados a la libertad de América, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, ante las colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice si es posible, la duración de los gobiernos".

En 1825 escribió desde Arequipa al general Santander sobre el Congreso de Panamá:"… no nos conviene admitir en la liga a los EE.UU.". Advirtió reiteradamente sobre la negativa suya de inclusión de EE.UU. en su proyecto de confederación de las nuevas repúblicas.

En 1826 se celebró el Congreso de Panamá, que no reveló lo que Bolívar y otros próceres americanos habían soñado. Esta vez, algunos países no concurrieron y otros no comprendieron la importancia de la reunión. Se invitaron a España, Inglaterra, EE.UU. (invitado por el general Santander) y Holanda. Se incluyeron a estos países, según se plantea, por razones tácticas circunstanciales, del todo ajenas del ideal bolivariano. Sobre este Congreso el Libertador expresó: "El Congreso de Panamá, institución que debiera ser admirable si tuviera más eficacia, no era otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban".

Con este encuentro Bolívar perseguía la unidad y defensa mutua de las nuevas repúblicas, EE.UU. en cambio, solo recluir de América a Europa y sobre todo a Inglaterra y contribuir a frustrar la independencia de Cuba y Puerto Rico. En estos momentos la situación era desfavorable para intentar con éxito una asamblea de gran envergadura y contraer los compromisos que ella implicaba.

Bolívar desde sus cumbres andinas del Sur y en la tercera década del siglo XIX, cuando los EE.UU. no eran todavía potencia industrial, ni naval, no fue menos sensible al peligro que representaba este país para los de la América Meridional aunque su acento no fuera tan urgido como el de Martí, este último hurgó en lo profundo de la Primera Conferencia Panamericana de Washington, ante su convocatoria alertó a los pueblos latinoamericanos sobre el peligro que aquel suceso representaba para los americanos. En su ensayo visionario publicado en México, en 1891 con el título de "Nuestra América" dijo: "Pero otro peligro corre, acaso Nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de los orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales…". Martí veía a EE.UU. no solo por dentro sino ya en la última etapa de su desarrollo capitalista, en pleno avance del imperialismo sobre el resto del continente americano.

"Una identidad que reclama la universalidad a partir de la obra autóctona, transida dramáticamente de desesperanza, inseguridad en sí misma y rezagos ideológicos de la colonia que merodean como duendes en la cabeza del hombre", según Juan Marinello.

Dar razón y cuenta en tanto tal con sus fuerzas y raíces, en sus debilidades y fragilidades, pero al mismo tiempo enseñar qué "somos", que hay una cultura con vitalidad y desarrollo, con posibilidades infinitas de realización, constituye la magna obra martiana en la América Nuestra.

En el descubrimiento de esta arista, importante del ideario martiano, la contribución de Marinello es sustancial.

En toda la obra de Martí subyace un fundamento ético – cultural, que influye al discurso y a la obra toda con trascendencia humana y contemporaneidad. En cualquier momento en su extensa obra sorprende su poder expresivo, toda la cultura y su originalidad, que marchan en un mismo sentido; ya sea cuando escribe para libertar a su isla, ya cuando alerta a América Latina sobre los peligros del naciente imperialismo de los Estados Unidos, ya cuando quiere sacar a las naciones norteamericanas de una educación postiza y regresiva, ya cuando combate el odio de razas, ya cuando pelea por una realidad internacional asentada en la justicia, firme en la igualdad y fecunda en la paz. Estas son expresiones caracterizadoras del ideario martiano, todas subordinadas al hombre y a la cultura, las busca y las encuentra en la revelación del ser existencial de Nuestra América.

Revelación que vincula al mismo tiempo un programa en términos de "utopía", de "paradigma" e ideal de racionalidad, asido a nuestros pueblos y a los pobres de la tierra en cuya fuerza, amor, lucha y dignidad, el Maestro vio los verdaderos sujetos- agentes de la nueva modernidad por realizarse.

Asume Martí con racionalidad los dramas internacionales en que se agita el entorno social y con sensibilidad profunda penetra en el corazón de los pueblos, de las masas oprimidas.

En sus años mozos –México, Guatemala- le nació el amor doloroso de las gentes indígenas y mestizas de su América. En su isla natal y en el andar presuroso de los días penúltimos conoció la vida subalterna, cercana de prejuicios, exclusiones y desvíos del negro antillano.

Hay una toma de conciencia latinoamericana en Martí, hay una autoconciencia de Nuestra América, tiene atinados fundamentos en defensa de la identidad de nuestros pueblos.

Según Noel Salomón, fue Martí sin duda alguna el primero que construyó línea a línea una teoría de la personalidad latinoamericana capaz de afirmarse por sí misma, ajena a los modelos exteriores.

Pero no olvida que afincarse en lo autóctono con fuerza y energías creadoras, sabiéndose hombre, cultura emancipadora, y por tanto, conciencia de nuestro ser esencial, no implica dar la espalda a la obra universal que enriquece y abre camino a lo propio. Según Juan Marinello, por la cálida comunicación con las masas, entendió Martí como guiador el conflicto de la América mestiza y antes que nadie "sintió herida su piel por la fiebre de las ciudades agobiadas de fanatismos y de razas y la de los campos, encadenados de la feudalidad", y es precisamente esa misma realidad, la que lo conduce a ver las potencialidades del hombre de nuestra América para se libre y desplegar con eficacia su humanidad creadora en beneficio de los pueblos.

Para Marinello son momentos esenciales del americanismo martiana y de su proyecto emancipador:

  • La identidad como autoafirmación del hombre y los pueblos en su propia cultura, visto como un proceso de identificación.
  • La identidad que revela Martí y que puntualiza con fuerza, su latinoamericanismo implica a los pueblos a verse a sí mismos, pero insertos en una comunidad de pueblos a escala mundial, en un proceso continuo de interacción.
  • Se apela de modo reiterativo a las raíces, a la tradición, a la memoria histórica, en función de promover su continuación y superación, y como fuente de realización a plenitud del presente y proyección del futuro.

El latinoamericanismo martiano, de profundo raigambre popular, se constituye en la importancia de la autoconciencia de los pueblos de Latinoamérica, porque se fundamenta en una cultura que prende de las necesidades y los intereses de las grandes masas.

Nadie como Martí reveló en Nuestra América la naturaleza mestiza de sus pueblos y la cultura que le sirve de fuerza motriz y núcleo emancipador. Se trata de una cultura autóctona, que si bien fue truncada en sus raíces genuinas no ha cesado su devenir en condiciones difíciles de marginación y dominación colonial asimilando lo humanamente universal, pero preservando sus orígenes como cimientos de los pueblos creadores que se oponen a dejar de existir

Uno de los elementos esenciales del latinoamericanismo martiano es el antirracismo, que más que una proyección política determinada, constituye un principio cultural transido de humanidad y afincado al hombre, como elemento primario en toda su proyección social. Es una labor redentora, libre de prejuicios raciales, de nacionalismos y de exotismos cuyo objetivo esencial es insertar a los pueblos de América en la modernidad, con raíces propias.

El conocimiento de Nuestra América le permitió a Nuestro Héroe Nacional captar las esencias viendo al hombre sin color ni apellido y con el registro de sus miserias y fuerzas. Lo indígena para Martí "no es un elemento decorativo" del pasado, sino "un suceso de imborrable impronta, cuya existencia no puede separarse de la vida presente y futura de sus pueblos".

Reveló además, como el poder económico en la medida que se concentra se hace más brutal e inhumano y arremete contra el hombre, al que considera inferior por razones raciales o de otra índole, pero en realidad lo convierte en instrumento de dominación imperialista. En su lucha agónica por la preservación de la identidad, estas preocupaciones económicas Norte- Sur, analizó que el desbordamiento económico del Norte solo acrecentaría la pobreza del Sur.

El ensayo "Nuestra América" es un programa que sin negar lo universalmente humano, apela a lo autóctono, a injertar al mundo, pero el tronco, la base serán nuestros pueblos.

La unidad y libertad son rasgos importantes del ideario martiano. La unidad incluye en su pensamiento todo el cosmos humano que lo define, incluye el respeto, el amor, la sinceridad, la razón, la sensibilidad. La libertad concebida como una máxima posibilidad de elegir, sabiendo el apóstol que sin libertad no hay verdadera creación humana y viendo amenazada a la América por el coloso del Norte intenta impedirlo. La unión de nuestros pueblos en torno a una cultura de dignidad y la independencia en defensa del ser existencial latinoamericano es un mensaje antimperialista que deja explícito el Maestro.

Ese amor que reclama está en función del pleno derecho a existir como entidad propia, con una autoconciencia de liberación, de defensa de su cultura y del hombre que son premisas necesarias para lograr la paz y integración del continente americano.

Según la Dra. Ana Cairo los principios fundamentales del latinoamericanismo martiano son:

-Amor a Nuestra América y orgullo de ser americano, esto lo declara en el ensayo "Nuestra América" cuando expresa: "… ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de la pelea del libro con cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles?"

-Fe en Hispanoamérica. Se puede ver reflejado cuando expresa:"estos países se salvarán, porque con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la naturaleza en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior le está naciendo a América, en estos tiempos reales, un hombre real".

-Unión de los pueblos hispanoamericanos, reflejado cuando dice: "Juntarse es la palabra de mundo… es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes".

– Conocimiento mutuo. Expresa; "(…) los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos".

-Acomodación de normas de gobierno, leyes y medios de vida a las necesidades de cada país. Plantea: "El gobierno ha de nacer del país. El espíritu desgobierno ha de ser del país" (…)"El vino, de plátano, y si sale agrio, ¡es nuestro vino!".

– Independencia económica como respaldo y garantía de la independencia política. Respecto a esto expresa: ¨ Quien dice unión económica dice unión política… Hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad…¨

-Igualdad absoluta, sin discriminaciones de color y raza. Para Martí: "… no hay raza (pues solo los pensadores canjios, los pensadores de lámpara, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y observador cordial busca en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre".

– Necesidad de contar con los pobre, oprimidos y los obreros y hacer causa común en ellos. Lo reafirma al expresar:"Con los oprimidos habrá que hacer causa común, para afianzar al sistema opuesto a los intereses y hábitos de mandote los opresores".

Tanto los criterios de Juan Marinello como los de la Dra. Ana Cairo apuntan hacia un mismo sitio, ambos reconocen la grandeza del pensamiento latinoamericanista martiano, la astucia, cómo expresó sus ideales con suma claridad y cómo fue capaz de reconocer lo fundamental, lo elemental que resulta la unidad de nuestros pueblos para lograr su liberación.

La originalidad del problema americano pudo ser comprendida por Martí, en primer lugar, porque a fines del siglo XIX su desarrollo permitía acopiar nuevos datos, y porque fue sometido a crítica mediante un estudio comparado en el cambiante contexto epocal, teniendo en cuenta las similitudes y diferencias con respecto a la otra América y al mundo. Martí dio especial atención a la historia, junto a la política.

Conclusiones

Dos hombres mayores produjeron los pueblos de América en el siglo XIX uno de la América Meridional, Bolívar y el otro de América Latina, Martí, ambos fueron, son y serán geniales, tuvieron el ojo clarividente y severo hacia la unidad de los latinoamericanos y hacia el repudio de toda asociación peligrosa. Los dos advirtieron contra los efectos letales de una falsa e imposible unidad continental con los de la América del Norte, por el peligro que para esa unidad representaba el poderío ambicioso de EE.UU. Se esforzaron para lograr la concreción de la identidad americana, basada en necesidades intrínsecas a ella, y en busca medios de realización efectivos que permitan su existencia, desarrollo y progreso de las naciones.

El pensamiento de estos dos grandes que dio el continente está vigente en la actualidad. Seguidores de ellos lo constituye Fidel Castro Ruz, nuestro presidente, quien ha sabido como un excelente estratega, pensador y revolucionario incansable llevar hasta nuestros la Revolución Cubana fundada en la lucha del pueblo en unión. Continuador lo es presidente Hugo Chávez Frías, que toma medidas para bienestar de su pueblo venezolano. También Evo Morales, dirigente principal de Bolivia batalla para mejorar las condiciones sociales, económicas de su país, para que no existan diferencias de clases, de razas. Todos ellos trabajan en una faena ardua día a día proclamando la unidad, la integración de los pueblos americanos como lo quiso el Libertador y Martí, de una sola América, y una muestra de su labor ya está visible con el ALBA-Alternativa Bolivariana Para las Américas-. Ha llegado el momento de levantarse, de unir nuestros manos, nuestros corazones para que, y parafraseando a nuestro Comandante en Jefe, los pobres dejen de ser "cada más pobres y los ricos… cada vez más ricos".

Bibliografía

  • Com. Dra. Ballester, Ana Cairo. Letras. Cultura en Cuba. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1989.
  • Harnecker, Marta. Hugo Chávez Frías, un hombre de pueblo. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2002.
  • Historia de América II. Selección de lecturas. Tomo I. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1980.
  • Miranda Francisco, Olivia. Historia, cultura y política en el pensamiento revolucionario martiano. Editorial Academia. La Habana, 2002.
  • Prepo, Rigoberto. Aprehensión martiana en Juan Marinello. Series Tributo. Editorial Academia. La Habana, 1998.
  • Revista Cuba Socialista #22. "Acá sembremos conciencia del peligro y lo que significa".

 

Datos del autor:

Yamiley Corvea Machín.

Estudios realizados: Licenciatura en Estudios socioculturales. Septiembre 2000- Julio 2005.

Postgrado en Gestión ambiental, trabajo comunitario. Octubre 2006.

(Institución donde labora: Universidad de Pinar del Río. "Hermanos Saíz Montes de Oca". Sede Universitaria Municipal de Pinar del Río).

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