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El pensamiento panamericanista y latinoamericanista. – Una dicotomía irreconciliable


Partes: 1, 2

    1. Desarrollo
    2. Conclusiones
    3. Bibliografía

    Introducción

    El presente trabajo aborda aspectos del pensamiento panamericanista y latinoamericanista, teniendo en cuenta a los grandes pensadores de América, Bolívar en la América Meridional y Martí, en la América Latina. Ambas figuras de América pusieron todo su empeño y fuerza creadora en ver al continente americano libre y en lograr la integración de todos sus pueblos.

    En las cartas y proclamas de Bolívar y en los artículos de Martí, se descubre una identidad de principios, una común actitud en cuanto a la unidad de A. Latina y en cuanto a la previsión del peligro de la gran potencia imperialista del Norte.

    Al realizar el análisis de las ideas de estos grandes hombres es evidente la visión futura avisoradora que tuvieron y la vigencia en los pueblos de América de sus principios libertadores. Son varios los investigadores que se han dedicado al estudio de esta temática algunos de ellos son enunciados para reafirmar valores morales de estos seres de la historia.

    Desarrollo

    Los antecedentes del panamericanismo se remontan a las figuras de Jefferson, Monroe y Clay, en ellos se mostraban ya las primeros vestigios de la política de los Estados Unidos hacia América Latina, aunque esta fue definida por primera vez en el mensaje al Congreso del Presidente James Monroe, el 2 de diciembre de 1823, los párrafos de este mensaje se reconocen como la Doctrina Monroe.

    Este documento no surgió casualmente, sino que fue motivado aparentemente por la amenaza de que las potencias de la Santa Alianza apoyaran a España para que reconquistara sus antiguas colonias de América ya independizadas y por el intento de la Rusia zarista de extender sus derechos con carácter monopolista hasta el paralelo 31 más allá de los límites de Alaska, entonces su colonia. Estos no fueron más que pretextos para fijar ante las potencias europeas y principalmente frente a Gran Bretaña, la política estadounidense hacia América Latina, y afirmar así también su fundamental interés económico; pues ya la burguesía norteamericana, particularmente la industrial del norte, vislumbraba a la América Latina como un vasto mercado y una fuente proveedoras de materias primas.

    En cuanto a su contenido, se trata de una política nacional de Estados Unidos, pues a pesar de que en 1823 ya estaban constituidos los estados independientes de México, Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, el gobierno de Monroe no consultó a ninguno sobre los pronunciamientos que los afectaban en el mensaje presidencial, fue producto de una acción unilateral de los EE.UU. Tampoco aspiraba a poner fin a las colonias en América Latina, y ratificaba la política de aislamiento de Europa, cuya causa principal era la debilidad de que adolecía EE.UU. todavía en esa época.

    En resumen, la Doctrina Monroe fue una política al servicio del expansionismo norteamericano, formulada para que sirviera como instrumento, por acción u omisión a la política norteamericana de dominación y explotación en América Latina.

    Se puede decir que el nacimiento del panamericanismo de manera explícita ocurrió al iniciarse la última década del siglo XIX, con la Primera Conferencia Panamericana de Washington,(1889-1890).El capital imperialista yanqui inició su penetración en A. Latina, en la última década del siglo XIX. Ambos, panamericanismo y penetración imperialista, son dos aspectos de un mismo fenómeno: la conversión de la República norteamericana en el Imperio yanqui.

    El nacimiento del panamericanismo obedeció a la necesidad de asegurarse el resto del continente como campo de especulación y de explotación privada para el capital norteamericano. Su verdadero padre fue James G. Blaine, quien produjo su maniobra en el momento en que los EE.UU. ya se sentían lo suficientemente poderosos para reclamar la exclusividad en el usufructo de Latinoamérica, para convertir en hecho el verdadero espíritu de la Doctrina Monroe.

    En el momento en que las potencias imperiales se disponían a lanzarse en recíproca competencia sobre los pueblos más viejos y más pobres, para repartirse el mundo no capitalista, era la ocasión mejor para escriturar toda América a favor de los EE.UU.; si había un paneslavismo, un pangermanismo, un panislamismo y un panhelenismo, había que inventar un panamericanismo, encubridor de la lucha sórdida por mercados y hegemonías. Así surgió la palabra pura invención yanqui para beneficio exclusivo suyo.

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