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Pasado y presente de la deuda externa de América Latina (página 5)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

– En tercer lugar, según un procedimiento diferente, en el cual se cuantifican las importaciones del periodo 1978-81 que a juicio de J. Schatan[294]correspondieron a bienes "prescindibles" o "francamente superfluos", dicho autor asigna un "desperdicio por la vía de las importaciones" de 14000 millones de dólares para México, de 10000 millones para Brasil y de 5000 millones para Chile, lo que representa alrededor de un sexto, un noveno y un cuarto, respectivamente, de la deuda acumulada de esos países para 1981.

En un segundo nivel, nos parece que lo ocurrido en los años 70, implica un cuestionamiento no sólo a la ubicación de los requerimientos importadores presentes en los procesos productivos nacionales como causa última del endeudamiento externo, sino más en general a la ubicación del endeudamiento como un resultado del incremento general de las importaciones y de los déficit en la balanza en cuenta corriente, propuesta ésta que está claramente presente en la teoría de las "dos brechas" y en las versiones cepalinas del "estrangulamiento externo".

Según lo hemos hecho notar en otros trabajos,[295] en la propia CEPAL se introduce una notoria ambigüedad en relación a si el incremento de la deuda externa de los años setenta fue efectivamente provocado por los déficit comerciales, tal como podría esperarse de sus formulaciones sobre las tendencias al déficit estructural del comercio y al estrangulamiento externo. En tal sentido, en varios documentos de esa institución se habla de que "el déficit comercial encontró su sustento, cuando no su explicación"[296] en los créditos externos.

Otros autores, son más tajantes al definir los vínculos entre el endeudamiento externo por una parte, y el incremento de las importaciones y de los déficit en cuenta comercial y en cuenta corriente por la otra. Así, I. Minian plantea:

"El financiamiento que llegó a cubrir los déficit de pagos de países semindustrializados no llegó ex post, es decir, después de que el déficit ya existiera. La banca internacionalizada con una dinámica agresiva en su forma de colocación de recursos financieros, contribuyó enormemente a la formación de los saldos externos deficitarios".[297]

Y, por su parte, J. Fontals expone el punto en los siguientes términos:

"Una idea sumamente difundida y generalizada es que en los años setenta los BT [Bancos Transnacionales, J.E.] financiaron con sus préstamos, prácticamente sin condicionamientos, los déficit en cuenta corriente de los países que, a su vez, estaban en mejores condiciones potenciales de elevar sus exportaciones para alcanzar un equilibrio a mediano plazo.

"Entendemos que, más que eso, los préstamos de los BT impulsaron el aumento o el sostenimiento de un elevado nivel de importaciones, o en otras palabras, provocaron o incrementaron los déficit en cuenta corriente respecto del nivel que hubiesen tenido sin el acceso a ese financiamiento".[298]

Por nuestra parte, y según ya lo planteamos en partes anteriores de este mismo capítulo, nos parece que en el escenario de los años setenta se da una clara preeminencia de las relaciones financieras, las que pasan a determinar al conjunto de las relaciones económicas internacionales de la región y en particular a los vínculos comerciales de América Latina con el resto del mundo, siendo todo ello difícilmente compatible con lo que en otros trabajos hemos denominado críticamente como "concepción mercantil de las relaciones económicas internacionales".[299]

Dicha concepción, que a nuestro juicio ha impregnado a la mayor parte de las teorizaciones sobre los vínculos externos de las economías latinoamericanas, y según la cual los movimientos de capitales incluidos los créditos externos son asumidos como un residuo de los movimientos de mercancías, asignándoseles la función de cubrir los déficit que se presentan en estos últimos y/o en el conjunto de la cuenta corriente, presenta graves inconsistencias a la hora de ser confrontada con un escenario en el cual fueron los flujos de crédito los definitorios del comportamiento de la balanza comercial y del conjunto de la balanza de pagos, y en el cual esos flujos se desplegaron y se fueron autoreproduciendo con una notable autonomía respecto de las necesidades de importación.

iii) Las dos brechas y el endeudamiento externo

En lo que se refiere al conjunto del modelo de las dos brechas, nos parece que de lo dicho hasta ahora podemos extraer dos conclusiones, referidas a los dos componentes centrales del modelo, y nos parece también que ambas conclusiones apuntan a un cuestionamiento de los supuestos en que se apoya la identificación de esas brechas y del papel asignado al "financiamiento externo" y en particular a los créditos en relación a ellas.

En cuanto a la "brecha de ahorro", nuestra conclusión apunta a la necesidad de reconsiderar el significado real tanto de la "falta de ahorro interno", como del papel efectivamente jugado por el crédito externo, en tanto capital dinero de préstamo, en los procesos nacionales de acumulación, revisando en primer lugar aquellos supuestos según los cuales detrás del crédito sólo puede haber inversión productiva. En cuanto a la "brecha de divisas", nuestra conclusión apunta a una necesaria reconsideración del papel jugado por las divisas ingresadas a través de los créditos externos, del grado en que dicho ingreso respondió o no a las tendencias al "déficit estructural" y al "estrangulamiento" que postula la teoría y, en general, a las relaciones causales entre movimientos de capitales y movimientos de mercancías que han estado presentes en las formulaciones teóricas.

Una conclusión adicional, que se desprende de las dos anteriores, se refiere a que en el modelo de las "dos brechas" y en las aplicaciones que de él se han derivado para América Latina, ha habido una muy clara sobrevaloración, tanto de la capacidad nacional como de la capacidad y disposición estatal, para imponer "hacia adentro" a las distintas clases, grupos y sectores de las sociedades latinoamericanas y "hacia afuera" al "resto del mundo", empezando por las empresas y los bancos transnacionales las modalidades de la inserción mundial y de las formas de vinculación internacional de las economías de la región. En particular, se asumió apriorísticamente y, a nuestro juicio, sin mayor fundamento histórico una capacidad, que a la postre resultó casi inexistente, para definir desde la perspectiva de las necesidades nacionales del desarrollo los montos, modalidades y condiciones de contratación del endeudamiento externo, y para poner a la totalidad de los créditos ingresados al servicio de dichas necesidades, por la doble vía del uso del capital dinero ingresado en el incremento de los niveles internos de la acumulación, y del uso de la forma-divisas bajo la cual llegó ese capital en la compra de las importaciones que se desprendían del logro de esos niveles.

En el sentido recién señalado, cerraremos este capítulo haciendo referencia a tres fenómenos, que estuvieron estrechamente asociados al crecimiento de la deuda externa, y cada uno de los cuales constituye un cuestionamiento simultáneo al uso tanto del capital dinero como de la formadivisas del endeudamiento contratado por la región.

Un primer fenómenoque nos interesa destacar, y cuya presencia fue muy semejante para los distintos países de la región, es el referido a los pagos derivados de deudas anteriores, cuestión ésta que sí estaba presente al menos en las formulaciones para América Latina de la teoría de las dos brechas.[300] Si bien esos pagos alcanzaron su máximo después de 1982 lo que junto con la violenta disminución de nuevos créditos dio lugar a la conocida "transferencia neta de recursos" desde América Latina hacia la banca privada internacional ellos ya desde antes se habían ido constituyendo en un uso importante de los créditos recibidos, tal como puede observarse en el Cuadro 17.

CUADRO 17

DEUDA EXTERNA PUBLICA, PRIVADA GARANTIZADA Y PRIVADA NO GARANTIZADA DE

AMERICA LATINA: DESEMBOLSOS, PAGOS Y TRANSFERENCIAS NETAS: 197082

(millones de dólares, excepto indicación contraria)

1970 1974 1978 1979 1980 1981 1982

AMERICA LATINA

Desembolsos 6389 18878 38430 46111 44043 60903 50580

Pagos de principal 3439 6627 17326 23006 21243 22540 21264

Pagos de intereses 1398 3840 8583 12579 17299 22223 27212

Transferencias netas 1552 8411 12521 10526 5495 16140 2103

Transferencias ne-

tas/desembolsos (%) 24.3 44.6 32.6 22.8 12.5 26.5 4.2

OTROS DEUD. EN DESARROLLO

Transferencias ne-

tas/desembolsos (%) 47.4 48.0 49.7 42.7 40.7 30.0 23.9

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Fuente: Banco Mundial, World debt Tables 1987-88 y 1988-89

Para todos los años considerados en dicho Cuadro, con la excepción de 1974, de los créditos desembolsados más de dos tercios se utilizaron en pagos de créditos anteriores, de tal manera que para todo el periodo 1978-82, sólo alrededor de un 20% de los desembolsos quedó libre luego de los pagos que la región hizo por amortizaciones e intereses, porcentaje éste que es notoriamente más bajo que el correspondiente a los restantes países "deudores en desarrollo".

Un segundo fenómenosobre el cual queremos llamar la atención, se refiere al papel jugado, durante el periodo de rápido endeudamiento, por las filiales de empresas transnacionales ubicadas en América Latina, tanto en el conjunto de la balanza de pagos de los países de la región, como en la contratación misma de créditos externos.

En lo que respecta al impacto que en los años setenta tuvo el comportamiento de esas filiales sobre la balanza de pagos, cabría tener presente que en décadas recientes se han publicado diversas investigaciones acerca del comportamiento de las empresas transnacionales en América Latina, en todas las cuales hay apartados dedicados a revisar tanto la relación entre los ingresos de capitales y las salidas por pagos al capital, como la relación entre las exportaciones e importaciones de mercancías de las filiales en la región.[301]

En cuanto a los movimientos de inversiones directas y de su pago, las tendencias principales son: el saldo deficitario, para la región, entre los ingresos de inversión extranjera directa y las salidas de utilidades, [302]en unión al hecho de que la mayor parte de los montos que en balanza de pagos se contabilizan como ingreso de IED, en realidad no provienen de la economía de origen de las filiales, sino de otras fuentes[303]y, los pagos por uso de tecnología, que llegaron a alcanzar montos bastante elevados durante el periodo previo al inicio de los años ochenta,[304] y que en su mayor parte correspondían a pagos desde las filiales hacia sus matrices ("transferencias cautivas").[305]

En cuanto a las exportaciones e importaciones de mercancías hechas por filiales, lo destacable es que ellas contribuían en medida significativa al déficit comercial de la región, dado que tenían coeficientes de exportación inferiores -o a lo más, semejantes- y coeficientes de importación superiores a las empresas nacionales,[306] jugando en ello un importante papel el elevado monto del comercio intrafirma[307]y las consiguientes prácticas de sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones y, en general, de establecimiento de "precios de transferencia" entre las filiales y sus matrices.[308]

En lo que respecta al papel jugado por las filiales en la contratación de créditos externos, el tema ha sido objeto de muy pocas investigaciones.[309] Sin embargo, tanto de esas investigaciones, como de referencias breves que se encuentran sobre todo en trabajos referidos a la inversión extranjera, es posible concluir que como parte de la tendencia, ya mencionada, a un escaso uso de fondos provenientes de sus matrices las filiales tuvieron un peso significativo en el endeudamiento regional, y que hicieron un uso intensivo de los empréstitos, tanto provenientes de los mercados financieros nacionales como, sobre todo, del mercado internacional.[310]

Haciendo una revisión detallada de la misma tendencia que estamos mencionando, R. Cohen[311]analiza los préstamos externos recibidos por las filiales de empresas transnacionales estadounidenses ubicadas en América Latina, llegando a las siguientes conclusiones:

– Los préstamos bancarios recibidos a nivel mundial por filiales de transnacionales norteamericanas aumentaron rápidamente en los años setenta, pero ese incremento fue mayor en el caso de aquellas filiales ubicadas en países atrasados, incluida América Latina.

– En el caso de nuestra región, la estrategia de las transnacionales estadounidenses fue "mantener baja la inversión de capital para subcapitalizar las inversiones latinoamericanas con objeto de depender fuertemente de la deuda", en parte para cubrirse del riesgo de nacionalizaciones y en parte para minimizar la exposición a los riesgos cambiarios.

– Sobre todo a comienzos de los años setenta, las relaciones de las matrices con los bancos internacionales jugaron un papel central en el otorgamiento de préstamos a las filiales, en un contexto en que éstas no estaban en condiciones de adquirir grandes créditos en los mercados financieros de los países en que actuaban.

– Particularmente hacia el final de los años 70, durante el periodo de incremento de la competencia interbancaria al cual hemos hecho ya referencia, se incrementaron los préstamos a filiales y el número de bancos participantes, y se acentuaron los problemas relativos a la falta de una evaluación adecuada de la capacidad de pago de las filiales. Dichos préstamos, en gran medida se hicieron recurriendo al mercado interbancario, y una de las principales motivaciones para otorgarlos era la recepción de comisiones.

En cuanto a los montos alcanzados por el endeudamiento externo de las filiales ubicadas en América Latina, algunas de las estimaciones que han salido publicadas son las siguientes: en Argentina, según E. Calcagno,[312] "la deuda externa de las grandes empresas extranjeras […] en octubre de 1983 ascendía a más de 7000 millones de dólares"; en República Dominicana, según F. Franco,[313] hasta 1982 "más de un 28% de la deuda exterior del país pertenece a consorcios multinacionales"; en Chile, según E. Lahera,[314] para fines de los años setenta "la participación de las ETs en la deuda externa nacional acumulada por concepto de créditos financieros al sector privado puede estimarse en alrededor de 15%", cifra que según la CEPAL[315]sería de 18.6%; y para Uruguay, según la CEPAL,[316] en 1978 de la deuda total de las empresas extranjeras ubicadas en el país un 30% era deuda externa.

De la misma manera, para el caso de México J. Quijano plantea que "para el periodo 19701977 […] aproximadamente 70% de los saldos [de la deuda externa privada, J.E.] correspondían a empresas extranjeras"[317] y para Venezuela, según la CEPAL,[318] en 1978 y 1979 las empresas extranjeras captaron un 32% del total de créditos externos ingresados a empresas del sector privado y un 21% de todos los créditos contratados por empresas públicas y privadas.

Para el conjunto de la región, en el Cuadro 18 se presenta una estimación del endeudamiento de las filiales, publicada por el SELA. Según esa estimación, la deuda de las filiales alcanzó en 1982 un monto de 86 mil millones de dólares, de los que 38 mil correspondían a deuda externa, la cual a partir de 1977 creció más rápidamente que la deuda interna. Entre los componentes de la deuda externa, el de mayor crecimiento fue de "otros extranjeros", que consiste principalmente en créditos contraídos en el mercado financiero internacional.

CUADRO 18

DEUDAS ESTIMADAS DE LAS FILIALES DE EMPRESAS

TRANSNACIONALES EN AMERICA LATINA, EN 1977 Y 1982

(miles de millones de dólares)

1977 1982

DEUDA EXTERNA .8 38.1

Deuda a largo plazo 7.3 16.9

A compañías matrices 1.5 5.3

A otros extranjeros 5.8 11.5

Deuda a corto plazo 14.5 21.3

A compañías matrices 5.3 11.0

A otros extranjeros 9.2 10.3

DEUDA A ENTIDADES DEL PAIS RECEPTOR 30.9 47.8

Deuda a largo plazo 1.9 4.3

Deuda a corto plazo 29.0 43.5

DEUDA TOTAL 52.7 86.0

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Fuente: SELA [1987; 166]

El último fenómeno sobre el cual queremos llamar la atención, es el de la fuga de capitales, la cual se dio en un contexto de creciente cuestionamiento de los patrones monetarios en América Latina, y de progresiva pérdida de la capacidad de las monedas nacionales para cumplir sus funciones.[319] Si bien dichos problemas alcanzarían su máximo en los años 80, durante los cuales y por los procesos hiperinflacionarios incluso se vió cuestionado el uso de las monedas como unidades de cuenta e intermediarias en los pagos, desde los años 70 fue claramente identificable una progresiva cesión de las funciones de medio de pago y reserva de valor de esas monedas hacia el dólar.

CUADRO 19

ESTIMACIONES DE LAS FUGAS DE CAPITALES DE AMERICA LATINA: 197484

Argentina Brasil Chile México Venezuela Total

1.- Khan and UI Haque

1974-82 -.3 -0.2 1.9 -32.7 -10.8 -57.1

2.- Morgan Guaranty

1976-82 -.0 -3.0 0 -36.0 -25.0 -91.0

3.-Lessard y Williamson

1976-82 -22.4 -5.8 i.n.d. -25.3 -20.7 -74.2

4.- Félix y Sánchez

1978-81 -17.7 -6.2 1.3 -20.5 -20.0 -63.1

5.- Dornbusch

1978-82 -.4 -1.9 -1.4 i.n.d i.n.d 26.7

6.- Banco Mundial

1979-82 -.2 -3.5 i.n.d -26.5 -22.0 71.2

7.- Dooley

1979-82 -15.7 -2.9 -0.9 -25.0 -15.8 -60.3

8.- Instituto de Finanzas

1979-82 -24.2 -3.1 0.4 -35.4 -11.8 74.1

9.- Cuddington

1979-82 -14.3 0.1 1.0 -25.3 -13.5 -52.0

10.- Banco de Inglaterra

1981-84 -15.1 -6.4 1.1 -38.7 -24.7 -83.8

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Fuentes:

1:M. Khan y N. Ul, "Foreign Borrowing and Capital Fligth" Staff Papers 32, FMI. Tomado de R. Dornbusch [1987; 83]

2: Morgan Guaranty Trust Company [1986]

3: D. Lessard y J. Williamson (compiladores) Capital Flight and Third World Debt, Instituto de Finanzas

Internacionales, Washington, 1987. Tomado de Instituto de Finanzas Internacionales [1986].

4: D. Félix y J. Sánchez [1990; 176]

5: R. Dornbusch, "External Debt, Budget Deficits, and Disequilibrium Exchange rates" en International Debt and

Developing Countries, John Cuddington y W. Smith (editores). Banco Mundial, Washington, 1985. Tomado de R.

Dornbusch [1987; 83]

6: Banco Mundial [1985; 73]

7: M. Dooley, W Helkie, R. Tyron y J. Underwood, "An analysis of External Debt Position of Eight Developing

Countries trough 1990", Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal, Washington, agosto de 1983.

Tomado de Instituto de Finanzas Internacionales [1986].

8: Instituto de Finanzas Internacionales [1986].

9: J. Cuddington, "Capital Flight: Estimates, Issues, and Expectations", BIRF, marzo 1985. Tomado de Instituto de

Finanzas Internacionales [1986].

10: P. Luke, "Capital fligth from Latin America: 1981 to 1984", Banco de Inglaterra, octubre 1985. Tomado de

Instituto de Finanzas Internacionales [1986].

En el Cuadro 19, hemos reunido 10 estimaciones de la fuga de capitales ocurrida en cinco países latinoamericanos. Si bien las estimaciones difieren, hay coincidencia en asignar la mayor fuga a México,[320] seguido por Venezuela y Argentina, y en ubicar al periodo 19791982 como el de "auge" de la fuga, a tal punto que para esos 4 años la fuga de capitales de los cinco países considerados en el Cuadro equivalió a entre un 30% y un 44% del incremento de la deuda regional y a entre un 40% y un 58% de los pagos de intereses.[321]

A lo anterior, cabría agregar el cálculo que el Banco Morgan[322]hizo para 4 países, del monto en que se habría reducido la deuda externa de 1985, en ausencia de fugas de capitales: sin fuga, la deuda Argentina habría sido no de 50000 sino de 1000 millones de dólares, la deuda de México habría sido de 12000 millones en vez de los 97000 que en ese entonces tenía, la deuda brasileña habría sido no de 106000 millones sino de 92000 y Venezuela en vez de deber 31000 millones habría tenido una posición acreedora de 12000 millones.

Al igual que el Banco Morgan, también otros autores han vinculado los incrementos de la deuda externa con los aumentos en las fugas de capitales, en especial para el periodo comprendido entre los últimos años de la década de los 70 y los primeros años de la década de los 80, en el cual tanto la deuda como la fuga tienden a crecer de manera muy rápida.[323] Dicha vinculación, pone al descubierto un importante uso que desde el punto de vista macroeconómico se dio a la deuda externa latinoamericana y que nada tuvo que ver con las funciones asignadas a dicha deuda en el ámbito de la teoría.[324]

En tal sentido, y según lo expresa P. Salama:[325]

"En un plano macroeconómico, el país pide prestados sus propios capitales y, cada año, tiene que pagar intereses sobre el préstamo de estos capitales".

O, en palabras de E. Galeano:[326]

"El dinero, que tiene sus propias pequeñas alas, viaja sin pasaporte. Una cuantiosa parte de las ganancias generadas por nuestros propios recursos escapa a Estados Unidos, Suiza, la República Federal Alemana u otros países, donde realiza un acrobático salto mortal y retorna a nuestras costas, convertido en préstamos."

CAPITULO III

Los años ochenta: crisis e incapacidad de pago de la deuda externa en América Latina

En este tercer capítulo, nos centraremos en lo ocurrido con el endeudamiento externo latinoamericano durante la década de los ochenta, lo que desde luego nos llevará a poner el mayor énfasis ya no en la contratación de deuda, sino en la incapacidad generalizada de pagarla, que se hizo presente desde 1982.

Respecto al contenido del capítulo, una aclaración general previa es que no pretenderemos hacer un seguimiento de la totalidad de las tendencias y discusiones que se han desplegado en la región como parte de la llamada "crisis de la deuda". En tal sentido, por tanto, nuestro tratamiento del tema será claramente selectivo, y destacaremos sólo un pequeño número de aspectos cuya elección es resultado en gran medida de los puntos que hemos ido identificando a lo largo de los capítulos anteriores.

De la aplicación de ese criterio general se desprenden una serie de "ausencias", que no serían tales si nuestro objetivo fuera más amplio del que hemos definido; en particular, hay dos temas que no trataremos: por una parte, dejaremos de lado cualquier intento por presentar a la totalidad o a las principales propuestas de solución que se han venido manejando respecto a la crisis de deuda, dado que más que esas propuestas que en total deben sumar alrededor de un centenar[327] nuestro interés estará puesto en la identificación, tanto de los principales criterios que se han impuesto en los procesos de renegociación, como de las distintas capacidades mostradas por los deudores y los acreedores para definir el rumbo de dichos procesos; por otra parte, no revisaremos los cambios que se han dado en los años más recientes en el endeudamiento regional cuestión esta que abordaremos brevemente en el último capítulo, por lo que las consideraciones que entregaremos estarán referidas a la situación de los años 80.

Teniendo presente lo recién planteado, para el desarrollo del capítulo estableceremos el siguiente orden en la exposición: en un primer apartado, revisaremos de manera breve el comportamiento general de las economías latinoamericanas durante el periodo, ubicando al endeudamiento externo en el interior de dicho comportamiento; en segundo lugar, nos centraremos en las causas mediatas e inmediatas que llevaron a la incapacidad de pagos; en tercer lugar, abordaremos con cierto detalle la ausencia generalizada de moratorias que se dio durante los años ochenta, retomando algunos de los análisis que se han desarrollado al respecto; y finalizaremos haciendo una identificación general de las principales posiciones que a nuestro juicio los deudores y los acreedores han tenido en los procesos de renegociación.

1.- La inserción mundial y el comportamiento interno de las economías latinoamericanas durante el periodo; ubicación general de los procesos de pago de la deuda.

En este primer apartado, destacaremos muy brevemente algunas características centrales de la inserción mundial y del comportamiento interno de las economías de América Latina durante los años ochenta, ubicando en ese contexto general a lo sucedido con la deuda regional durante el periodo y acompañando todo ello con nuestra propia interpretación acerca de lo ocurrido, parte de lo cual ya hemos ido entregando en los capítulos anteriores.

Desde luego, para el desarrollo de esos puntos el marco obligado de referencia es la situación de profunda crisis por la que atravesaron las economías de la región desde los primeros años de la década de los 80, la cual se expresó en todos los ámbitos de la inserción mundial y del funcionamiento interno de dichas economías.

En lo que respecta a la inserción de los países de la región, el punto principal a destacar y que hemos desarrollado con amplitud en otros trabajos[328]se refiere al cambio ocurrido desde comienzos de los años 80 en la posición relativa de América Latina en la economía mundial. Según se recordará, al inicio del capítulo dos señalábamos el papel jugado por la región durante los años setenta, en dos sentidos: por una parte, el mejor comportamiento de las economías latinoamericanas respecto al capitalismo desarrollado; por otra parte, el hecho de que la región al igual que otras áreas del capitalismo atrasado se constituyó en zona de colocación de capitales y de mercancías procedentes de los países industriales, cuestión ésta que estuvo claramente asociada con el rápido crecimiento de las relaciones económicas internacionales y, en particular, con los incrementos ocurridos en los créditos recibidos por los países latinoamericanos.

El contraste entre esa situación y lo sucedido en los años ochenta es muy marcado, y se expresó a distintos niveles. En el terreno más concreto, es notorio que América Latina en los años ochenta pasó a tener un comportamiento económico notablemente peor no sólo respecto a los países industriales, sino también respecto a una buena parte de las demás regiones del capitalismo atrasado. Si bien durante esa década el capitalismo desarrollado estuvo muy lejos de alcanzar ritmos de incremento en sus niveles de actividad semejantes a los del periodo de posguerra y si bien, por lo tanto, no logró superar la tendencia al lento crecimiento que se hizo presente desde inicios de los años 70, resulta evidente que la larga recuperación ocurrida en los países industriales entre 1982 y 1989 no guarda comparación con la profunda crisis por la que atravesaron los países latinoamericanos en esos mismos años.

En el sentido anterior, pero en un terreno más general, durante los años ochenta se asiste a una importante modificación del papel jugado por la región en el desenvolvimiento de las relaciones económicas internacionales. Durante los años ochenta nuestros países quedaron casi por completo al margen del dinamismo del comercio internacional recibiendo además varios efectos del mayor proteccionismo y bilateralismo de los países industrializados[329] y lo mismo ocurrió respecto de los flujos de crédito y de inversión extranjera directa, de tal manera que el único ámbito en que América Latina tuvo un rol importante fue en el de los pagos al capital extranjero y, en particular, en los pagos de intereses a la banca privada internacional.

En esa nueva situación, y según lo planteábamos en el capítulo previo, en los vínculos externos de las economías latinoamericanas la relación dominante pasó a ser la de acreedordeudor, reemplazando al vínculo prestamistaprestatario y supeditando a todas las demás relaciones a la lógica del cobro y pago de intereses.

En el sentido recién señalado, el Cuadro 1 permite una visión general de lo sucedido. En dicho Cuadro, se observa que a partir de 1982 los montos de créditos desembolsados pasan a ser inferiores a los pagos de principal y de intereses, y que dicha diferencia se amplía rápidamente hasta 1986, manteniéndose después en niveles cercanos a los 20000 millones de dólares y tendiendo a disminuir en 1990 y 1991. Así también, en el Cuadro se vé claramente la peor situación de la región respecto de los restantes países deudores del capitalismo atrasado: por una parte, para el conjunto de esos otros países la transferencia neta de recursos sólo se vuelve negativa a partir de 1986, esto es, cuatro años despúes que para América Latina; por otra parte, para aquel grupo de países las transferencias negativas[330]llegaron a ser hasta un 14% superiores a los desembolsos de créditos, en tanto que para América Latina el porcentaje llegó a niveles de 111%.

CUADRO 1

DEUDA EXTERNA PUBLICA, PRIVADA GARANTIZADA Y PRIVADA NO GARANTIZADA:

DESEMBOLSOS, PAGOS Y TRANSFERENCIAS NETAS, 1982-1991

(millones de dólares y porcentajes)

1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991*

AMERICA LATINA

Desembolsos 50579 31005 28586 20066 19780 19886 22326 17436 24033 22777

Pag. de Princ. 21264 15126 14549 13491 15187 14358 18256 16394 15910 17650

Pagos de

intereses 27212 25448 28367 28530 26633 24867 28820 20629 18565 22254

Trans. netas 2103 -9569 -14329 -21955 -22040 -19339 -24750 -19587 -10442 -17127

Trans. netas/

Desembolsos 4.2 -30.9 -50.1 -109.4 -111.4 -97.2 -110.9 -112.3 -43.4 -75.2

OTROS DEUDORES EN DESARROLLO

Trans. netas/

Desembolsos. 23.9 24.5 11.0 1.7 -13.0 -13.9 -8.2 -6.9 -14.4 -7.1

———————————————————————————–

*Proyecciones

Fuente:Banco Mundial, Tablas Mundiales de Deuda, 1987-88 y 1991-92

En el ámbito del funcionamiento interno de las economías latinoamericanas, las magnitudes del deterioro de los años ochenta son de sobra conocidas, por lo que no nos detendremos en ellas. Basta tener presente que, según la CEPAL, como saldo final acumulado del periodo 1981-1992 la producción industrial tuvo un crecimiento negativo en 9 de los 19 países de la región, y lo mismo ocurrió con la inversión en 12 países y con el producto por habitante en 16 países.[331]

Un segundo aspecto a destacar del funcionamiento interno, es el referido a los "costos sociales" de la crisis, siendo evidente que durante los años 80 hubo muy desigual distribución de esos "costos" entre los distintos sectores de las sociedades latinoamericanas, de tal manera que lo fundamental del peso de la crisis se descargó sobre los ingresos directos e indirectos de los asalariados. En tal sentido, y como una aproximación general, en el Cuadro 2 se presenta información respecto a los cambios ocurridos en la distribución del ingreso entre salarios y ganancias para 12 países de la región.

Aún teniendo presente que en el "excedente de explotación" se agrupan otros rubros además de las ganancias si bien ellas son el componente principal a nuestro juicio las cifras del Cuadro 2 son bastante claras, tanto respecto a los mayores efectos que la crisis tuvo sobre la participación de la masa salarial en el ingreso total generado, como respecto al cambio que ello significó en relación a lo ocurrido en las décadas previas, en las cuales había una participación creciente de los salarios en el ingreso, con la excepción no por casualidad de Argentina, Chile y Uruguay, en los años 70.

CUADRO 2

AMERICA LATINA: DISTRIBUCION DEL INGRESO ENTRE SALARIOS Y GANANCIAS, 196089

(porcentajes del P.I.B. a precios de mercado)

Remuneración a los asalariados Excedente de explotación

1960 1970 1980 1985 1989 1960 1970 1980 1985 1989

Argentina 34.7 40.9 31.5 31.9 24.9 56.2 47.3 58.3 52.4 60.2

Bolivia 36.3 34.0 34.1 32.3 — 58.4 55.9 51.0 52.6 —

Brasil — 34.2 35.1 36.3 — — 48.8 51.5 48.6 —

Colombia 34.3 39.1 41.6 40.6 37.9a 58.1 50.7 46.3 44.8 46.3a

C. Rica 45.5 46.9 49.5 46.7 48.3 42.2 40.8 33.7 31.8 31.6

Chile 40.5 42.7 38.1 33.0 — 48.4 44.0 45.8 42.1 —

Guatemala — 29.7 30.8 28.7 28.4 — 59.3 58.4 60.6 61.3

Honduras 42.1 41.4 43.8 45.4 43.3 50.6 45.4 39.3 37.8 40.5

México 31.2 35.7 36.0 28.7 25.9a 63.7 57.7 53.0 56.5 59.6a

Paraguay 35.8a 34.4 34.8 31.0 27.4 57.5b 55.8 56.0 61.9 64.4

Uruguay 39.5 45.8 30.8 31.5 33.4a 52.4 39.7 53.8 47.0 45.7a

Venezuela 45.4 40.6 41.4 35.2 33.5 39.5 48.7 52.7 51.9 54.9

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D_DzG_-#Da) 1988

b)

Fuente:CEPAL, sobre la base de datos oficiales, tomado de Pedro Sainz y Alfredo

Calcagno [1992].

Para finalizar esta breve mención al funcionamiento de las economías de América Latina durante los años 80, nos interesa presentar también a manera de síntesis algunas consideraciones respecto de los cambios que a nuestro juicio se han venido desplegando en la región a través de la crisis. Una constatación previa que no por obvia puede dejar de mencionarse, se refiere a que dichos cambios efectivamente se han dado, han sido muy profundos y se han apoyado en la "distribución de costos" que desprendíamos de las cifras recién presentadas. En tal sentido, a través de la crisis y del violento proceso de destrucción que ella ha significado, en las economías de la región ha ido tomando cuerpo un conjunto de nuevas tendencias y regularidades, que presenta rasgos comunes pero también se despliega con diferentes grados de intensidad, a distintos ritmos y con contenidos específicos que varían de país en país.

En la perspectiva recién planteada, nos parece que los años 80 y lo que va de los 90 han significado un quiebre respecto de las formas de funcionamiento que prevalecieron en la región durante las décadas anteriores, y que tanto la crisis como las condiciones que condujeron a ella se constituyeron en expresión del agotamiento de ese funcionamiento previo, el cual ha ido siendo reemplazado por un nuevo funcionamiento que implica profundos cambios a todos los niveles: en los procesos de trabajo y de valorización, en las relaciones entre las clases, en la estructura y relaciones en el interior de las distintas clases, en las estructuras de la distribución, del cambio y del consumo, en los vínculos entre Estado y economía, en las formas de vinculación internacional y de inserción en la economía mundial, etc.

Una línea de aproximación a ese conjunto de cambios, que sin ser ni con mucho la única consideramos importante destacar, es aquella referida al agotamiento de aquellas formas previas de funcionamiento de la competencia que con distinta fuerza estaban presentes desde los años treinta o cuarenta, y al desarrollo de nuevas formas, cuestión ésta a la cual nos hemos referido en otros trabajos.[332]

En lo que respecta al funcionamiento previo de la competencia, una característica central es que ella estaba fuertemente influida por la acción estatal sobre los distintos mercados, habiéndose estructurado un complejo sistema de mediaciones que tuvo efectos en dos niveles, sólo separables para fines de exposición:

– Por una parte, hubo efectos al nivel de la competencia entre los capitales individuales que actuaban en el interior de cada una de las economías de la región, cuyas posibilidades de sobrevivencia y desarrollo en buena medida dependían más de las direcciones seguidas por la regulación estatal existente en los mercados en que ellos actuaban, que de sus propias capacidades competitivas.

– Por otra parte, hubo efectos al nivel de la competencia entre los capitales nacionales latinoamericanos y los restantes capitales nacionales. En este sentido, la tendencia central fue a un desenvolvimiento de las economías de la región que se dio con notables grados de mediación y, por tanto, de disociación respecto del comportamiento del capital social.

Los cambios en ese funcionamiento previo de la competencia que están en proceso, constituyen un componente central del escenario económico que en América Latina ha ido siendo construido a través de la crisis y, en tal sentido, las nuevas formas asumidas por la competencia han empujado a lo que en alguno de los trabajos arriba citados hemos calificado como "doble apertura": por una parte, un proceso de "apertura" de cada capital individual en relación a los demás capitales actuantes en cada uno de los países de América Latina; por otra parte, una apertura de los capitales nacionales latinoamericanos respecto al resto del mundo.

En términos generales, por tanto, lo que hay es una restauración de la competencia y en particular del papel coercitivo que ella juega en relación al funcionamiento de los distintos capitales individuales y nacionales; el mercado aparece reimpuesto como ámbito de confrontación de condiciones individuales y nacionales de valorización, a la vez que como mecanismo definitorio de la sobrevivencia de los capitales individuales y de las modalidades de funcionamiento de los capitales nacionales latinoamericanos. En ese nuevo escenario, se da una sustancial reducción de la mediación estatal, y la economía mundial tiende a constituirse en referente inmediato esto es, en referente no mediado del comportamiento de las economías de la región.

Sin embargo, al menos tres precisiones es obligado que acompañen a lo que hasta ahora hemos planteado:

1ºSi bien consideramos que el agotamiento de las formas previas de funcionamiento de las economías latinoamericanas difícilmente podría haber sido evitado, y que tanto ese agotamiento como las tendencias sistémicas impusieron el estallido de la crisis en la región, también nos parece que no es en esos niveles en los que hay que buscar la explicación de la amplitud, profundidad y duración de dicha crisis. Buena parte del contenido mismo de la crisis, y en particular los elevados grados de destrucción y la "distribución de costos" que ella ha significado y a los que ya hicimos referencia, deben ser explicados a partir de la identificación tanto de las estrategias seguidas por los distintos gobiernos para enfrentarla, como de los escenarios de salida de la crisis que han ido siendo construidos no sólo por los gobiernos sino también por las distintas clases, grupos y fracciones que actúan en las sociedades latinoamericanas.

En el sentido recién indicado, ni la multiplicación al máximo de las mediaciones de la competencia era el único camino antes de los años 70, ni la desaparición de esas mediaciones y la "doble apertura" a ultranza eran el único camino posible para los años 80 y 90, aunque sí han sido el único camino que hasta la fecha se ha constituido en políticas de gobierno.

La cesión al mercado y al gran capital de los aspectos básicos del proceso de reestructuración, el sistemático "disciplinamiento salarial", la apertura casi total a los flujos internacionales de capitales y de mercancías, la integración sin cortapisas al mercado mundial y a sus vaivenes, el traslado a los capitales privados de una buena parte de las actividades productivas que antes estaban a cargo del Estado, la muy alta prioridad otorgada a las relaciones con el capitalismo desarrollado y en particular con los EE.UU., el otorgamiento de todo tipo de incentivos para la permanencia y multiplicación de filiales de transnacionales en la región, son ejemplos, no precisamente de modalidades únicas de funcionamiento impuestas por una suerte de imperativo histórico, sino de opciones que fueron elegidas, de entre muchas otras, para otorgar una determinada dirección a ese funcionamiento.

3ºUna tercera precisión, vinculada a las anteriores, se refiere a los destinatarios del nuevo funcionamiento que tiende a imponerse en las economías de la región. Dicho funcionamiento, al igual que el conjunto de medidas aplicadas para enfrentar la crisis, han implicado al menos dos ámbitos de definición de los reales destinatarios: entre el capital y el trabajo, el mayor costo ha recaido sobre los asalariados y los mayores esfuerzos han estado puestos en crear las condiciones para que el capital asuma plenamente el control de los rumbos de la reestructuración; entre los distintos sectores y fracciones del capital, los mayores beneficiados han sido, por una parte, las fracciones no productivas y, por la otra, los mayores capitales y en especial aquellos que tienen los más elevados grados de internacionalización.

Con ello se ha ido abriendo paso, como componente central del nuevo escenario regional, aquella tendencia que P. Vuskovic calificó como estrategia de segregación, la cual supone "reunir y aplicar todos los recursos disponibles en un pedazo de la economía y con vistas a que sirvan también a un pedazo de la sociedad, aceptando como contrapartida, supuestamente inevitable, alguna forma de marginación del resto."[333]

Un último punto que interesa abordar en el contexto recién descrito, es el referido a los vínculos entre el pago de la deuda externa y las nuevas formas de funcionamiento a las que nos hemos venido refiriendo. En el entendido de que a continuación identificaremos con cierto detalle las relaciones que se dieron entre el endeudamiento externo y el estallido de la crisis, y de que allí estableceremos algunas distinciones en torno a los procesos involucrados en el pago de la deuda, por ahora sólo nos interesa precisar que los mismos procesos a través de los cuales se ha ido intentando y logrando sólo en parte cubrir el pago de la deuda, han ido empujando a las economías latinoamericanas a cambiar su funcionamiento en las direcciones arriba señaladas. La decisión de intentar pagar la deuda, se ha traducido en un proceso cuyas dos vertientes están directamente vinculadas con el nuevo funcionamiento que tiende a imponerse:

– Por una parte, la generación interna de los excedentes necesarios para el pago de la deuda, y su apropiación por parte de los prestatarios y sobre todo por parte de los Estados, se constituyó en un criterio rector de las políticas de ajuste y de las definiciones respecto a la estructura y montos del ingreso y gasto público, de tal manera que ha sido a través del objetivo explícito de generar excedentes para pagar, como han ido tomando cuerpo no pocas de las nuevas modalidades de funcionamiento.

– Por otra parte, la obtención de las de divisas suficiente como para que los excedentes generados tomen la forma bajo la cual el pago de la deuda debe ser cubierto, ha implicado el priorizar tanto el logro de superávit en la balanza comercial, como la atracción de capitales extranjeros, cuestiones ambas que han servido de sustento a la apertura externa indiscriminada y a la integración sin restricciones de las economías de la región al mercado mundial.

Desde la perspectiva recién descrita, el pago de la deuda se constituyó en una suerte de "Caballo de Troya" del nuevo funcionamiento económico, dado que los aspectos centrales de ese nuevo funcionamiento aparecían como un consecuencia "obligada" por la decisión de intentar ese pago. De ahí que el pago de la deuda externa, además de ser un fin en sí mismo al menos desde la óptica de los acreedores y de constituirse en el elemento dominante de la inserción mundial de las economías de América Latina para los años ochenta, se haya transformado en un medio para la imposición de procesos y relaciones de largo alcance en nuestros países, los cuales tenderán a perdurar incluso cuando las economías de la región hayan logrado en definitiva superar la incapacidad de pagos en que han estado envueltas desde el inicio de los años ochenta. Dicho en otras palabras, la decisión de pagar trajo asociada la decisión de transformar, y de transformar además en direcciones definidas, con costos precisos y con saldos netos muy evidentes respecto de los sectores que resultarían ganadores y perdedores con esa transformación.[334]

2.- La incapacidad de pago y sus causas

El mes de agosto de 1982, en el cual J. Silva Herzog se reunió con los acreedores de México en el Banco Federal de la Reserva de Nueva York para anunciarles la imposibilidad de que ese país cubriera el servicio la deuda externa, es considerado como el punto de arranque de las dificultades de pago de los países de América Latina.[335] Asumiendo esa fecha como inicio de la crisis de deuda, nos interesa identificar algunos de los procesos que derivaron en la incapacidad de pago, para lo cual haremos dicha identificación a dos niveles: por una parte, revisaremos las condiciones de largo plazo que estaban llamadas a dificultar la continuidad del pago de la deuda; por otra parte, revisaremos las causas más inmediatas que en definitiva hicieron estallar el problema.

2.1.- Las condiciones de largo plazo

El punto que nos interesa establecer, se refiere a la identificación del ámbito de funcionamiento de las economías de América Latina en el cual, desde 1982 y hasta la fecha, han radicado las mayores dificultades para pagar la deuda externa.

Según se recordará, en el capítulo anterior postulábamos la necesidad de distinguir, en el análisis del endeudamiento, entre el carácter de capital dinero de préstamo de los créditos y la forma de divisas bajo la cual ellos ingresaban y debían ser pagados, distinción que en dicho capítulo la aplicamos al revisar los usos dados a la deuda y al criticar las interpretaciones teóricas existentes en América Latina respecto al "financiamiento externo".

En esa perspectiva, para la situación posterior a 1982 en la cual, según ya dijimos, el elemento dominante de las relaciones externas de la región pasó a ser, ya no la contratación de créditos, sino el pago de la deuda los hechos centrales que a nuestro juicio hay que tener presente son los siguientes:

– Por una parte, que el pago de la deuda externa da lugar a dos procesos: de un lado, a la generación interna de excedentes para dicho pago; de otro lado, a la obtención de divisas que permitan que esos excedentes asuman la forma bajo la cual el pago debe ser hecho a los acreedores. No insistiremos en este primer hecho, que ya hemos expuesto en partes previas de este trabajo, si bien cabe recordar que en el apartado anterior de este capítulo planteábamos que a través de la concreción de ambos procesos se ha ido imponiendo una buena parte de los componentes de la nueva forma de funcionamiento del capitalismo en América Latina.

– Por otra parte, y éste es el aspecto que nos interesa destacar, los procesos recién mencionados tienen diferencias entre sí, aunque deben también existir determinadas correspondencias entre ellos para que el servicio de la deuda efectivamente sea cubierto.

– En cuanto a las diferencias, ellas se derivan de los escenarios en que cada uno de los procesos se desenvuelve, y de las distintas relaciones involucradas en cada uno de esos escenarios.

La generación de excedentes para el pago de la deuda, tiene como escenario a la economía deudora de que se trate, y a las relaciones a través de las cuales los prestatarios reunen esos excedentes. Tratándose de prestatarios privados, los escenarios más inmediatos de generación de excedentes para servir la deuda están dados por la actividad productiva, comercial, especulativa, etc., en que esos prestatarios se desenvuelven o, más bien, en la que ellos hayan empleado los créditos obtenidos y/o de la que piensen extraer los excedentes para pagar dichos créditos. Por el contrario, si los prestatarios son gobiernos, como ocurre con la mayor parte de la deuda externa regional, el escenario "inmediato" pasa a ser el conjunto de la actividad estatal y, por su intermedio, la totalidad de la economía nacional; en este caso, es a ese nivel que los gobiernos logran o no agenciarse y/o generar directamente los excedentes necesarios para cubrir sus deudas externas, y la obtención de esos excedentes se desprende de las políticas de ingreso y gasto público y de las modificaciones que se les introduzcan para alcanzar ese fin.

El proceso de obtención de las divisas necesarias para el pago de la deuda, se desenvuelve en el escenario internacional y en dicho proceso, sea que se trate de prestatarios públicos o privados, el logro o no de los montos necesarios de divisas depende desde un inicio de los vínculos con el exterior del conjunto de la economía deudora. En este escenario, lo definitorio ya no es la capacidad privada o estatal para generar o para apropiarse de los excedentes generados internamente, sino la capacidad nacional de obtener saldos superavitarios de divisas en las relaciones comerciales y/o financieras con el exterior. Este segundo escenario, se diferencia del primero no sólo por su ubicación física sino también por los actores que en él se desenvuelven y por el peso relativo y capacidad de acción que esos actores allí tienen. Para el caso de los gobiernos latinoamericanos, su influencia y capacidad de definición en este segundo escenario es incomparablemente menor al que poseen en el primero, en el de sus propias economías nacionales.

– En lo que respecta a las correspondencias, se trata sólo de tener presente que el monto del servicio de la deuda que en definitiva sea pagado, estará determinado por la confluencia de ambos procesos, pudiendo cualquiera de ellos empujar a que el pago sea inferior a lo originariamente estipulado. Dicha confluencia, además, no debe existir sólo a nivel macroeconómico, sino al nivel de cada uno de los prestatarios que va a cubrir el servicio de su endeudamiento externo.

Así, por ejemplo, una economía puede ser superavitaria en sus relaciones comerciales y en su balanza en cuenta corriente, pero si ese superávit de divisas no termina precisamente en las manos de los prestatarios que tienen deudas con el exterior, el pago no se realizará, como sería el caso de aquellos prestatarios que no se hubiesen agenciado internamente los excedentes necesarios en moneda nacional que les permitan la compra de las divisas que deben usar para el pago de sus deudas externas. En el otro extremo, bien puede ocurrir que los excedentes necesarios para el pago estén en moneda nacional en manos de los prestatarios, pero que en esa economía no existan las divisas suficientes como para que dichos excedentes tomen esa forma.

Con las precisiones que hasta aquí hemos planteado, consideramos que el ámbito en el cual estaban llamados a darse los mayores problemas para el pago de la deuda no era el de la generación de excedentes, sino el de su transformación en divisas[336]y que ello, en último término, fue una consecuencia del tipo de funcionamiento que habían asumido las economías de América Latina durante las décadas previas al estallido de la crisis. Ese funcionamiento, caracterizado según ya planteamos por una disociación considerable entre los procesos individuales y nacionales de valorización, por una parte, y las condiciones de producción imperantes en el mercado mundial por la otra, tuvo una de sus expresiones en una muy escasa capacidad de la producción nacional para competir en los mercados internacionales y, por consiguiente, en una baja importancia relativa de aquella parte de la producción interna que se realizaba en dicho mercado.

Lo recién planteado, por cierto que no tendió a cambiar en los años setenta, durante los cuales el masivo ingreso de créditos incluso cuando dichos créditos fueron usados en actividades productivas y en el interior de la economía receptora tuvo un efecto muy escaso sobre las posibilidades exportadoras tanto de los países deudores como de los prestatarios individuales que recibieron dichos créditos.

En esas condiciones, ante una reversión de los flujos netos de capitales como la que se dio a partir de 1982, las divisas necesarias para el pago de la deuda difícilmente podían obtenerse con cargo al crecimiento de las exportaciones, por lo que dicho pago sólo podía ser cubierto y, además, de manera parcial a costa de violentas disminuciones en las importaciones, como efectivamente ocurrió.

La falta de correspondencia, a la que nos estamos refiriendo, entre los montos de créditos ingresados y la capacidad nacional de obtención de divisas a través del comercio, puede ser desprendida de las cifras del Cuadro 3. En dicho Cuadro, hemos agrupado las relaciones deuda/producto y deuda/exportaciones para el conjunto de países deudores del capitalismo atrasado y para tres componentes de ese conjunto: el Este de Asia y el Pacífico; América Latina; y los restantes deudores. Para todos los años del periodo 19701990 allí considerados, la situación es la misma: el peso de la deuda, medido tanto respecto al producto como respecto a las exportaciones, es mayor para América Latina que para los otros grupos de países, pero la diferencia en contra de la región es notoriamente más grande en la relación deuda/exportaciones.

CUADRO 3

EL PESO DE LA DEUDA EXTERNA RESPECTO DE LA PRODUCCION

GLOBAL Y DE LAS EXPORTACIONES 1970-1990

1970 1974 1978 1982 1986 1990

DEUDA/PRODUCTO (%)

Total D. en Desarr. 14.3 15.5 25.5 35.7 48.9 41.8

América Latina 18.6 18.0 33.5 46.9 61.3 40.8

Este de Asia y el Pacífico 6.5 8.5 15.0 23.5 33.8 26.8

Otros Deud. en Desarr. 16.4 17.9 25.7 34.1 48.9 54.5

DEUDA EXPORTACIONES(%)

Total D. en Desarr. 112.9 76.9 136.2 174.9 241.0 176.8

América Latina 147.1 118.3 229.7 269.1 369.7 266.2

Este de Asia y el Pacífico 73.0 48.2 79.4 114.8 145.4 91.2

Otros Deud. en Desarr. 106.3 67.3 118.5 148.9 230.9 201.6

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Fuente:Banco Mundial, Tablas Mundiales de Deuda, 1987-88 y 1991-92.

Por tanto, de la situación que hemos estado planteando, la cual ha sido también señalada por distintos autores,[337] se desprende que una diferencia central entre las economías latinoamericanas y otras economías deudoras del capitalismo atrasado, radicó en la menor capacidad de nuestra región para conseguir en sus relaciones internacionales las divisas necesarias para los pagos de la deuda externa.

2.2.- Las causas inmediatas

En un segundo nivel, nos interesa identificar las causas inmediatas que dieron lugar a la incapacidad de pago de la región, partiendo de la base de que dichas causas, por los motivos que recién desarrollamos, estuvieron ubicadas en el ámbito de la obtención de divisas, más que en el de la generación interna de excedentes. En tal sentido, del conjunto de situaciones que en el terreno de las relaciones externas de América Latina estuvieron asociadas a la incapacidad de pago, y en general al estallido de la crisis, hay cinco que son reconocidas por distintos autores como las de mayor importancia: la fuga de capitales, el deterioro del comercio, el incremento de las tasas de interés, la apreciación del dólar, y la caída de los créditos externos.[338]

También hay un cierto grado de acuerdo, en que varias de las causas recién mencionadas deberían ser ubicadas en el contexto inmediato tanto de la crisis del mercado mundial de 1980-82, como de las políticas económicas adoptadas por los países desarrollados hacia el final de los años 70 y al inicio de los 80, sobre todo con posterioridad al incremento de los precios del petróleo de 1979.

Buscando frenar las consecuencias inflacionarias de ese incremento, se generalizaron políticas monetarias restrictivas, las cuales además de empujar al alza a las tasas de interés, tuvieron influencia en el propio estallido y desenvolvimiento de la crisis de 1980-82. Respecto a EE.UU., país que en buena medida encabezó la aplicación de esas políticas, el punto de arranque puede ubicarse en octubre de 1979, con la decisión de la Junta de la Reserva Federal de liberar las tasas de interés, a lo cual se sumaron en 1981 la llamada "Ley Tributaria de Recuperación Económica" Reagan y las medidas de atracción de capitales extranjeros, que tuvieron claros efectos en la apreciación del dólar respecto de las restantes principales monedas.

Dado que al finalizar el capítulo previo revisamos lo referido a la fuga de capitales, nos centraremos en el impacto que tuvieron las otras 4 causas en la disponibilidad de divisas de la región.

En lo que respecta al deterioro del comercio latinoamericano, además de destacar la magnitud que alcanzó nos interesa identificar los momentos en que hizo su aparición. Para ello, en el Cuadro 4 se presentan cifras trimestrales del periodo 1981-1983, referidas al valor unitario y total de las exportaciones e importaciones de la región. Allí se observa que ya desde 1981 había un deterioro importante en el valor unitario de las exportaciones, el cual cayó a partir del segundo trimestre de ese año y continuó disminuyendo durante la mayor parte del año 1982,[339] todo ello a ritmos superiores al de la caída en el valor unitario de las importaciones. Así también, el valor total de las exportaciones tendió a estancarse durante 1981 y cayó violentamente en el primer trimestre de 1982, de tal manera que sólo a partir del segundo trimestre de este último año la caída de las importaciones pasó a ser notoriamente superior a la de las exportaciones.

CUADRO 4

INDICADORES DEL COMPORTAMIENTO DE EXPORTACIONES E

IMPORTACIONES DE AMERICA LATINA: 1981-1983

(tasas de crecimiento)

1981 1982 1983

I II III IV I II III IV I II III IV

EXPORTACIONES

Valor -2.0 3.8 -5.2 0.0 -11.9 2.2 1.2 4.1 -10.3 8.6 1.0 -1.3

Valor Unit. 1.5 -1.7 -2.4 -1.4 0.4 -0.7 -1.5 -0.4 -3.1 -6.1 1.4 1.6

IMPORTACIONES

Valor -5.6 3.6 -2.7 2.3 -14.9 -3.0 -4.5 -7.3 -17.3 1.7 2.1 3.6

Valor Unit. -0.2 1.7 -0.9 1.2 -3.7 -0.8 -0.9 0.5 -3.5 -0.2 -1.7 1.3

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Fuente:FMI, International Financial Statistics. Supplement on trade statistics No

, Washington, 1988.

En lo que respecta a las tasas de interés, ellas empezaron a aumentar incluso desde antes que tomara fuerza el deterioro en el comercio regional, llegando así a su fin un largo periodo de tasas bajas, que incluso llegaron a ser negativas en términos reales para varios años de la década de los 70. El incremento se dio a partir de 1978, y sobre todo desde 1979, alcanzando un máximo entre el segundo y el tercer trimestre de 1981, momento en el cual llegaron a niveles nominales que eran más del doble del que tenían en 1977.

Esos incrementos nominales también se dieron en términos reales, si bien con un cierto desfase. En el Cuadro 5, recogemos dos estimaciones del incremento real del interés, que han sido hechas en un caso usando para el cálculo al deflactor del PNB de los países industrializados, y en el otro utilizando a los incrementos de los precios de exportación de los países en desarrollo no petroleros, en el entendido que con éste último cálculo se logra una medición más certera del peso que implica el pago de intereses para América Latina.[340] En ambas estimaciones, las tasas se elevan desde fines de los 70, alcanzando su máximo en 1982, año en el cual la tasa deflactada por la inflación enfrentada por los países en desarrollo llega a 24%.

CUADRO 5

TASAS REALES DE INTERES, CON DEFLACTORES ALTERNATIVOS: 1977-1983

(% anuales)

Tasas reales

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Tasa Inflación países Inflación enfrentada Deflac. Deflac.

nominal industrializados países en desarrollo por (2) por (3)

(1) (2) (3) (4) (5)

1977-78 8.4 7.6 10.1 0.7 -1.5

1979-80 13.9 8.7 14.3 4.8 -0.4

1981 17.4 8.8 -2.3 7.9 20.2

1982 17.1 7.3 -5.6 9.1 24.0

1983 12.7 4.9 -4.5 7.4 18.0

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Fuentes:OCDE y FMI. Tomado de R. Ffrench-Davis [1986; 40]

En lo que respecta a la apreciación ocurrida en el valor del dólar, ella fue de 12% en 1981, 13% en 1982, 2% en 1983 y 6% en 1984, con lo cual entre el primero y el último de esos años el dólar se había revaluado un 37% respecto a las otras principales monedas. Las consecuencias de esa situación para América Latina fueron evidentes, si se tiene presente que la mayor parte de la deuda regional y de los correspondientes pagos estaba contratada en dólares.

Para tener una idea general del impacto de las tres causas recién mencionadas en la disponibilidad regional de divisas, en el Cuadro 6 recogemos dos estimaciones al respecto. Si bien ellas difieren por usar puntos distintos de comparación, sobre todo respecto a las tasas de interés, de ambas se desprenden elevados volúmenes de pérdidas para la región las cuales, incluso con las estimaciones más bajas, de no haberse presentado habrían permitido la existencia de superávit en la cuenta corriente regional ya a partir de 1983.

CUADRO 6

ESTIMACIONES DE LOS EFECTOS SOBRE AMERICA LATINA DEL DETERIORO

COMERCIAL, EL INCREMENTO DE LAS TASAS DE INTERES Y LAS

FLUCTUACIONES EN LA TASA DE CAMBIO DEL DOLAR

(en miles de millones de dólares)

1981 1982 1983 1981-83

A. Bianchi et. al

Pérdidas por precio de las exportacionesa 4.7 9.8 12.8 27.3

Pérdidas por incrementos en la tasa LIBORb 5.4 7.5 6.8 19.7

O. Martínez

Pérdidas por deterioro de términos del int.c 6.0 16.7 13.1 35.8

Pérdidas por incrementos en tasa de interésd 16.7 20.6 16.1 53.4

Pérdidas por fluctuaciones del dólar 3.0 10.1 12.2 25.3

———————————————————————————

aPrecio real de las exportaciones (sin petróleo) por debajo del promedio 195070.

bTasa LIBOR por encima del nivel histórico, en términos reales, de 2%

c Deterioro calculado sobre una base 1980 = 100

dMontos calculados a partir del promedio de las tasas en el periodo 1977-1978.

Fuentes: O. Martínez [1990; 25, 26 y 28] y A. Bianchi et al [1987; 858]

El cuarto componente directamente asociado a la incapacidad de pagos de América Latina, fue la disminución de los flujos de créditos dirigidos hacia la región, cuestión ésta que puede ser vista en el Cuadro 7. Allí se observa que en el tercer trimestre de 1982 se inicia una importante contracción de los fondos obtenidos por los países latinoamericanos en el mercado internacional de capitales, tendencia ésta que sólo se revirtió transitoriamente en el primer trimestre de 1983, debido principalmente al paquete de 5000 millones de dólares otorgado a México con el apoyo del gobierno de EE.UU.[341] Por tanto, a partir de agosto de 1982 desaparecen los préstamos "voluntarios" hacia la región, de tal manera que los pocos créditos que desde ese entonces se recibieron respondían sólo a la necesidad de los bancos de entregar recursos para el pago de intereses de deudas anteriores.

CUADRO 7

FONDOS ADQUIRIDOS POR PAISES DE AMERICA LATINA

EN EL MERCADO INTERNACIONAL DE CAPITALES: 1981-1983

1981 1982 1983

I II III IV I II III IV I II III IV

Argentina 925 525 579 1135 1516 — — — — 250 1500 —

Brasil 794 2169 2066 2744 460 2859 1798 2312 4475 10 — 142

Chile 390 707 556 680 280 305 274 385 86 — 1315 —

Colombia 319 342 40 345 320 90 163 46 — 144 51 264

Costa Rica — — — — — — — — — — 215 —

Cuba — 50 10 — — — — — — — — —

Ecuador 7 210 119 — 50 — 14 — 10 — 431 —

Guatemala — 54 — 36 — — — — — — — —

Honduras 24 — — — — — — — — — — —

México 1439 7061 4272 2758 1557 6561 615 65 5000 — 27 68

Panamá 176 — 310 180 81 245 60 80 21 — 128 —

Paraguay — — — 89 9 58 8 — 32 — — 35

Perú 205 318 109 323 319 222 525 — — 450 — —

Uruguay 80 — 47 40 15 15 — — — — 240 —

Venezuela 114 482 181 862 1553 379 480 1918 220 — — —

Total 4472 11918 8288 9192 6159 10734 3936 4807 4844 854 3908 509

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Fuente: OCDE, Financial Market Trends, Nº 27, París, 1984.

En esas condiciones, por tanto, a la fuga de capitales, a la apreciación del dólar, al deterioro en el comercio y a los incrementos en las tasas internacionales de interés, vino a sumarse la contracción en los créditos, la cual se constituyó en el último eslabón de la cadena de procesos que hicieron imposible continuar cubriendo el servicio de la deuda externa en las condiciones originalmente pactadas.

3.- El costo de pagar… y de no pagar

El conjunto de tendencias recién señaladas, configuró rápidamente un escenario en el cual resultaba claro que los intentos por mantener los pagos de la deuda externa sólo podrían hacerse con cargo a una violenta disminución de importaciones, con los consiguientes efectos depresivos sobre los niveles de la actividad económica interna.

En esas circunstancias, lo novedoso no fue la existencia de un entorno internacional claramente adverso para la región, dado que en tal sentido las semejanzas con lo ocurrido al finalizar otros periodos de rápido endeudamiento saltan a la vista, aunque pudiera haber diferencias de grado; lo nuevo fue que, ante ese entorno, los gobiernos latinoamericanos decidieran intentar a ultranza la continuidad de los pagos, sin acudir seriamente al recurso de la moratoria.

En otros momentos de la historia regional, y según vimos en el Capítulo I, ante deterioros graves en la capacidad de pagos se declaraban moratorias, y las negociaciones giraban en torno al levantamiento de esas moratorias. Para los años 80, por el contrario, desde que estalló la crisis de deuda las negociaciones se apoyaron en la premisa de continuar pagando, e incluso en aquellos casos México, Argentina, Brasil, Bolivia y Perú, en distintos momentos en que gobiernos latinoamericanos anunciaron topes máximos o suspensión de pagos, priorización del crecimiento interno, etc., dichos anuncios además de no cumplirse obedecieron al simple hecho de que no había divisas suficientes para hacer la totalidad de los pagos y, por tanto, no estuvieron vinculados a decisiones de dejar de pagar, distando mucho de apuntar a la moratoria como punto de partida de un nuevo tipo de negociación de los acreedores.[342]

Teniendo presente lo anterior, presentaremos a continuación un par de comparaciones respecto al peso que ha significado el pago de la deuda, para revisar posteriormente algunos de los elementos que a partir de 1982 empujaron a la decisión de no recurrir a la moratoria.

3.1.- Dos referentes del costo de pagar

Más que recordar el deterioro ocurrido en América Latina como consecuencia de la absoluta primacía otorgada al pago del servicio de la deuda, lo que nos interesa en este apartado es introducir dos referentes que creemos pueden ayudar a una mejor ubicación del significado que han tenido los intentos de continuidad en el pago:

Un primer referente, que ha sido mencionado por algunos autores,[343] es el de aquellos países que han sido obligados a realizar transferencias al exterior como resultado de derrotas militares, como ocurrió con las indemnizaciones pagadas por Francia a Prusia de 1872 a 1875 en el marco del Tratado de Francfort, y con el pago alemán de reparaciones de 1924 a 1932 en el marco del Tratado de Versalles. De la comparación de esas situaciones con lo ocurrido en Latinoamérica durante los años 80, que está en el Cuadro 8, resulta lo siguiente:

– Las transferencias realizadas por el promedio de los 8 países de América Latina incluidos en el Cuadro, medidas en términos del producto y de las exportaciones, son comparables con las reparaciones pagadas por Francia, y son claramente superiores a las reparaciones alemanas, que finalmente fueron abolidas por considerarse que esa economía estaba imposibilitada para seguir pagándolas.[344]

CUADRO 8

COMPARACION DE LA TRANSFERENCIA NETA DE RECURSOS DE AMERICA LATINA CON LAS

REPARACIONES DE GUERRA DE FRANCIA Y ALEMANIA

Transferencia/ Transferencia/ Superávit co- Superávit co-

PIB X de Bs y SS. mercial/PIB mercial/Exp.

Francia

1872-1875 5.6 30 2.3 12.3

Alemania

1929-1932 2.5 13.8

1925-1932 2.5 13.4

1982 – 1990

Argentina 5.0 34.9 5.3 46.8

Brasil 3.6 28.4 4.0 36.2

Colombia 2.1 12.9 1.0 7.9

Chile 2.1 7.1 4.5 18.8

Ecuador 4.2 13.6 7.1 27.6

México 5.2 26.6 3.4 24.1

Uruguay 4.4 15.1 3.2 15.5

Venezuela 9.7 28.0 11.2 35.2

Los 8 4.5 25.5 4.4 30.6

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Fuente:Francia y Alemania: cálculos basados en datos de Fritz Machlup,

International Payments, Debt and Gold, Nueva York University Press,

1976 y Helmut Reisen, "The Latin American Transfer Problem in Historical

Perspective", OECD, Latin American and the Caribbean and the OECD, París, 1986.

Tomado de Andrés Bianchi et. al. [1987].

América Latina: CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina. Varios números.

– Para Francia y Alemania, en la mayor parte de los años durante los cuales pagaron las reparaciones de guerra se produjo simultáneamente un ingreso importante de capitales, lo que marca dos diferencias respecto a América Latina: por una parte, para varios años el pago de reparaciones no implicó la generación de superávit en balanza comercial sobre todo para Alemania,[345] a diferencia de los países latinoamericanos considerados en el Cuadro, en los cuales desde 1982 hasta 1990 la transferencia de recursos al exterior se hizo sobre la base de cuantiosos superávit comerciales; por otra parte, dichos superávit, cuando ocurrieron en Francia y Alemania, tuvieron magnitudes relativas muy inferiores a las alcanzadas en América Latina. Para Alemania, la generación de superávit comerciales sólo se dio durante 4 años, y los superávit, medidos como porcentaje del producto y de las exportaciones, representaron para América Latina aproximadamente el doble que para esos dos países.

Un segundo referente que nos interesa presentar, es el de las moratorias generalizadas que se produjeron en los años 30. Más que recordar en sí dichas moratorias, las cuales ya revisamos en el primer capítulo, lo que queremos es destacar una estimación de la situación que se habría presentado en esos años en caso de ausencia de moratorias, y comparar dicha estimación con lo ocurrido en los años ochenta.

En un documento de la CEPAL que ya hemos citado, se hicieron dos estimaciones respecto de la relación que se habría dado en los años 30 entre el servicio de la deuda externa pública a largo plazo y las entradas por exportaciones, si las economías de América Latina no hubiesen declarado moratorias: la primera bajo el supuesto de que el servicio hubiese representado un 7% del monto de la deuda, y la segunda bajo el supuesto de que dicho servicio hubiese representado el 8%. Con las cifras correspondientes al segundo de esos supuestos, hemos construido el Cuadro 9, en el cual se confronta la relación servicio/exportaciones de 1935 que resulta de esa hipótesis de pago, con dicha relación tal como efectivamente se dio para el año 1985.

Según se ve en el Cuadro, en 11 de las 15 economías de la región allí consideradas la relación servicio/exportaciones fue superior en 1985 a lo que habría sido en 1935 bajo la hipótesis de pago, con casos extremos como los de República Dominicana, Guatemala, México y Uruguay, en donde la relación para 1985 es de más del triple de lo que habría sido en 1935. En el otro extremo, sólo en 4 economías de la región el "costo de pagar" habría sido inferior en 1935 a lo que fue en 1985, y de ellas, la diferencia a favor de los años 30 sólo es significativa en Haití y Panamá.

CUADRO 9

SERVICIO DE LA DEUDA PUBLICA EXTERNA DE LARGO PLAZO,

COMO PORCENTAJE DE LAS EXPORTACIONES: 1935 Y 1985

Serv/exp Serv/exp

1935* 1985**

Argentina 20.5 50.7

Bolivia 13.5 39.9

Brasil 27.9 27.6

Chile 35.6 32.4

Colombia 15.6 38.8

C. Rica 17.7 48.0

R. Dominicana 8.4 27.1

Ecuador 12.1 32.6

El Salvador 14.3 29.6

Guatemala 4.8 24.0

Haití 11.3 7.9

México 14.0 48.8

Panamá 36.5 20.7

Perú 11.7 22.8

Uruguay 14.5 47.7

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*Bajo la hipótesis de ausencia de moratorias y de un pago por servicio anual

equivalente a 8% del monto total de la deuda.

**Para 1985, las cifras corresponden al servicio de la deuda pública y

privada con garantía pública de mediano y largo plazo.

Fuente: Para 1935, CEPAL [1965; 29]; para 1985,

Banco Mundial, Tablas Mundiales de Deuda.

En suma, de las dos comparaciones que hemos presentado se desprende que la ausencia de moratorias en los años 80 ha tenido un costo sumamente elevado para la región, el cual resulta incluso superior al costo que una decisión semejante habría tenido en los años 30, y resulta superior también a las sanciones que les han sido impuestas a países que han resultado derrotados en conflictos bélicos.

3.2.- La ausencia de moratorias

Antes de introducirnos al tema de este inciso, es necesario recordar que a lo largo de los años 80 una parte de la discusión estuvo centrada ya no en la decisión de declarar o no moratorias, sino en el posible repudio o abolición parcial o total de la deuda, propuesta ésta que fue particularmente argumentada por el gobierno cubano a mediados de los años 80, y que ha estado presente en documentos de diversos autores.[346] Los argumentos al respecto, se han movido principalmente en dos ámbitos, sólo separables para fines de exposición:

1ºPor una parte, las propuestas de abolición de la deuda se apoyaron en consideraciones de carácter económico, que van desde el reconocimiento de los enormes costos implicados en los intentos de servir la deuda, hasta la responsabilidad que tienen los gobiernos de los países acreedores en cuestiones tales como el incremento de las tasas de interés, el proteccionismo hacia las exportaciones de América Latina, la revaluación del dólar de la primera mitad de los años 80, etc., a todo lo cual se suma tanto la inflexibilidad mostrada por los bancos acreedores, como el hecho de que una parte importante de los pagos se ha acompañado por depósitos hechos por latinoamericanos en esos mismos bancos.

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