Pasado y presente de la deuda externa de América Latina
Enviado por Ing.Licdo. Yunior Andrés Castillo S.
- Presentación
- El endeudamiento externo latinoamericano durante el siglo XIX y hasta los años sesenta del siglo XX
- La deuda externa desde los años veinte hasta fines de los sesenta
- Los años setenta y comienzos de los ochenta: la crisis mundial, el desarrollo del mercado internacional de capitales y el endeudamiento latinoamericano
- Los años ochenta: crisis e incapacidad de pago de la deuda externa en América Latina
- Los años noventa: ¿Una nueva espiral de endeudamiento?
- Consideraciones finales
- Bibliografía
El presente material está dedicado al estudio del endeudamiento externo latinoamericano, poniendo un énfasis especial en lo ocurrido con dicho endeudamiento en los años setenta y ochenta del presente siglo, y corresponde a una versión corregida y disminuida de la Tesis de Doctorado que el autor presentó en el Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.
El cuerpo del trabajo está compuesto por cuatro capítulos, con los siguientes contenidos generales en cada uno de ellos:
– En el primer capítulo, se abarca el periodo que va desde el primer cuarto del siglo XIX hasta los años sesenta del siglo XX, distinguiendo en ese periodo los lapsos correspondientes a la hegemonía inglesa y a la hegemonía estadounidense sobre la economía mundial. Para cada uno de esos lapsos, se identifican una serie de momentos en los cuales se produjeron acelerados procesos de endeudamiento regional que fueron seguidos por problemas de pago y, en la gran mayoría de los casos, por declaraciones de moratoria y por largos procesos de renegociación.
Para el periodo de la "pax británica", se abordan tres momentos de creciente endeudamiento que fueron seguidos por problemas de pago: los años veinte, los años sesenta, y los años ochenta del siglo XIX. A ellos se agrega un último momento de ese periodo, momento que abarca la parte final del siglo XIX y los inicios del siglo veinte, y en el cual el crecimiento de la deuda no dio lugar a una incapacidad regional de pagos, principalmente debido a las condiciones creadas en el comercio latinoamericano por el contexto de la Primera Guerra Mundial.
Para el periodo de la hegemonía estadounidense, el principal lapso de endeudamiento regional que se identifica es el de los años veinte, con las posteriores moratorias y procesos de renegociación desarrollados desde fines de esa década, en el contexto de la crisis de los treinta. El análisis de ese periodo, y del total del primer capítulo, termina con la identificación de los años sesenta como el inicio de una nueva etapa de crecimiento de la deuda regional, crecimiento que alcanzaría su máximo en los años setenta.
– El segundo capítulo está centrado en los años setenta y comienzos de los ochenta del presente siglo, analizando para ese periodo, por una parte, el comportamiento global de la economía mundial y de las economías latinoamericanas, así como los cambios ocurridos en el mercado financiero internacional y, por la otra, el acelerado endeudamiento regional que se dio en ese periodo
En lo que respecta al comportamiento económico mundial y regional y a los mercados financieros internacionales, el análisis está centrado en la crisis de "largo aliento" iniciada en los años setenta y en las expresiones que ella tuvo en los flujos crediticios internacionales, poniendo un especial énfasis tanto en el crecimiento exponencial que se dio en las operaciones del euromercado, como en la importante presencia de la banca estadounidense en dicho mercadoo y en algunas de las modalidades de funcionamiento que asumió la intermediación financiera internacional.
En lo que se refiere al endeudamiento latinoamericano del periodo, dicho endeudamiento es ubicado en el contexto del funcionamiento de la economía mundial y regional y del mercado internacional de capitales, y sobre esa base se identifican los montos, los tipos de créditos, las condiciones de contratación, los principales acreedores, etc., luego de lo cual se centra la atención en un conjunto de aspectos teóricometodológicos referidos a la deuda latinoamericana, principalmente a través de una presentación crítica de la "teoría de las dos brechas" y de su capacidad para explicar lo ocurrido con la deuda externa regional en los años setenta y comienzos de los ochenta.
– El tercer capítulo abarca el periodo de crisis de pagos de América Latina, desde los primeros años hasta el final de la década de los ochenta.
En un primer apartado del capítulo, se identifican las principales tendencias que durante el periodo estuvieron presentes en el comportamiento global, en las relaciones económicas internacionales y las formas de inserción mundial de las economías de la región; en el segundo apartado, se identifican las condiciones inmediatas y las de largo plazo que dieron lugar a la incapacidad de pagos; en el tercer apartado se analiza la ausencia casi total de moratorias que caracterizó al periodo, presentando tanto algunas comparaciones con situaciones previas de problemas de pagos, como algunos de los argumentos que se han manejado a favor y en contra de la moratoria; y, en el último apartado, se revisan las principales posiciones que en los procesos de renegociación del periodo desarrollaron los deudores y los acreedores.
– El cuarto y último capítulo, está dedicado a una breve revisión de la situación más reciente del endeudamiento Latinoamericano. Para ello, en primer lugar se identifican los cambios mas relevantes ocurridos en los últimos años en el mercado financiero internacional, y a partir de allí se identifican los principales componentes del nuevo crecimiento de la deuda externa ocurrido desde el inicio de los años noventa y se entregan algunas consideraciones respecto al desenvolvimiento de la nueva espiral de endeudamiento, con particular referencia a los problemas que en ese ámbito se han venido dando en la economía mexicana.
Para la elaboración de material, hemos tenido presentes algunas orientaciones generales, a las cuales queremos referirnos brevemente en esta presentación dado que, justamente por su carácter general, pueden pasar desapercibidas o, en todo caso, perder fuerza en la lectura que se haga de los distintos capítulos.
El elemento articulador de esas orientaciones, es la extrema complejidad que asignamos al tema a cuyo análisis está dedicado el trabajo. Por una serie de motivos, cuya pertinencia esperamos justificar a lo largo de los capítulos, consideramos que el endeudamiento externo de América Latina se ha constituido, sobre todo a partir de los años setenta, en "punto de encuentro" de distintas tendencias, presentes tanto en el funcionamiento global del sistema como en el desenvolvimiento específico de las economías de la región.
Por lo anterior, a nuestro juicio el tratamiento del tema exige un importante esfuerzo, no sólo de revisión de los fenómenos constitutivos en sí mismos del endeudamiento externo y de los problemas de pago de los años setenta y ochenta, sino también de síntesis de aquellas tendencias y de aquellas situaciones históricas que constituyen los referentes del crecimiento y crisis de la deuda de esas dos décadas.
Bajo la perspectiva recién esbozada, una primera orientación se refiere a la necesidad de recuperar para el análisis la historia de la deuda externa regional. Esa recuperación, nos parece que se hace especialmente necesaria dado que adolecen de ella la mayor parte de los trabajos sobre la deuda externa contemporánea, lo cual ha producido en ellos una cierta distorsión.
Probablemente apoyados en el hecho de que en el endeudamiento externo a partir de los años setenta se producen modificaciones sustanciales respecto de la situación prevaleciente en las décadas inmediatas anteriores, se tiende a asignar al crecimiento y crisis de la deuda más componentes nuevos de los que estrictamente les corresponden, y se abandonan puntos de comparación cuyo desarrollo nos parece que sería de la mayor utilidad.
En el sentido recién señalado, consideramos que las revisiones pertinentes, entendidas no sólo como la búsqueda de semejanzas y de patrones comunes de comportamiento, sino también como la identificación de diferencias en los procesos de endeudamiento y crisis de pagos y en el escenario en el que ellos se despliegan, hasta ahora han sido muy pocas y han correspondido casi exclusivamente a los estudiosos de la historia económica, más que a los especialistas de la reciente crisis de deuda de América Latina. A nuestro juicio, de ello han resultado dos líneas de análisis que han estado notablemente disociadas: por una parte, revisiones históricas -por cierto, bastante escasas para el tema del endeudamiento externo de América Latina- en las que, si bien se presentan informaciones y análisis de obvio interés para ser aplicadas a la situación actual, dicha aplicación no se realiza; por otra parte, revisiones centradas en las últimas décadas en las cuales, a lo más, sólo hay referencias puntuales a la existencia de antecedentes o a la falta de ellos.
En suma, nos parece que en el terreno de los estudios sobre la actual deuda externa latinoamericana la historia económica ha sido equivocadamente subvaluada como instrumento del análisis, y que son muchas las lecciones pertinentes que pueden ser extraídas de una revisión de las relaciones que históricamente se han dado entre Latinoamérica y la banca privada internacional.
Un segundo conjunto de orientaciones, que ha guiado la elaboración de este material, se refiere a la necesidad de vincular a los procesos anteriores y actuales de endeudamiento externo y crisis de pagos con tendencias más globales, presentes a nivel mundial, regional y nacional. En este caso, desde luego que nuestro punto de partida es que esos vínculos existen y son identificables, de tal manera que la deuda externa regional es claramente ubicable como parte de la historia más general del desarrollo de nuestras economías, de las relaciones internacionales que ellas han desplegado, y de las distintas etapas de funcionamiento de la economía mundial. Con ello, y dicho sea de paso, hemos intentado alejarnos de las interpretaciones según las cuales el rápido endeudamiento regional, y sobre todo las crisis de pago, son identificados como "accidentes", que más que un resultado obligado serían una excepción en el desenvolvimiento cotidiano de la región y en su inserción internacional.
En particular, consideramos que son al menos dos los componentes del funcionamiento de la economía mundial, que deben ser especialmente revisados a la hora de identificar el marco inmediato de ubicación del endeudamiento externo de América Latina:
– Por una parte, las tendencias a la constitución de una estructura jerárquica de países y de una División Internacional del Trabajo, que van resultando del desenvolvimiento de la totalidad mundial capitalista. En tal sentido, la ubicación que históricamente y en la actualidad han tenido las economías latinoamericanas en el concierto mundial, así como los roles que ellas han jugado en los procesos globales de acumulación y reproducción, son un dato insoslayable a la hora de intentar una adecuada identificación de las condiciones que han dado lugar a los recurrentes procesos de endeudamiento y a los problemas de pago.
– Por otra parte, las formas de movimiento presentes en la totalidad capitalista, y en particular las distintas fases y etapas a través de las cuales van tomando cuerpo esas formas de movimiento. En tal sentido, nos parece que en el análisis del endeudamiento regional se debe prestar una especial atención al movimiento cíclico característico del funcionamiento del capitalismo, sobre todo si se tiene presente que varios de los periodos de rápido endeudamiento regional y de posteriores problemas de pagos se han correspondido con y, más que eso, han formado parte de dicho movimiento cíclico.
Así también, y en términos del "ciclo largo", nos parece que en especial para los años setenta el crecimiento de la deuda externa regional debe ser vinculado a los problemas de valorización presentes en dicha década, y a la consiguiente búsqueda de espacios de colocación de capitales por parte de los países desarrollados, tendencia ésta que también es un componente central de la explicación del acelerado crecimiento del mercado financiero internacional ocurrido en esa década.
En la perspectiva recién descrita, a lo largo de los capítulos de este trabajo nuestro propósito ha sido el ir vinculando a los procesos regionales de endeudamiento externo con esos y otros componentes del funcionamiento de la economía mundial, de tal manera que dichos procesos sean entendidos como expresiones particulares de las tendencias mundiales, de los desequilibrios globales, del comportamiento de las relaciones internacionales, etc., asociadas al desenvolvimiento de la totalidad capitalista.
En particular, nos ha interesado ubicar a la deuda externa como parte de las relaciones internacionales y de las formas de inserción mundial de las economías de América Latina, identificando en tal sentido para los distintos momentos en los cuales centramos la atención los vínculos entre el crecimiento y crisis de la deuda por una parte, y los comportamientos de la inversión extranjera directa, de las exportaciones e importaciones de la región, etc., por la otra. Así también, hemos pretendido ubicar a los procesos de endeudamiento y crisis de pagos como un componente central, para algunos periodos del carácter tributario que nuestras economías han tenido y tienen respecto del capitalismo desarrollado y, por tanto, como una de las formas en que ese carácter tributario se ha ido expresando en las relaciones económicas internacionales de la región.
En tal sentido, en los capítulos segundo y tercero de este trabajo argumentamos en particular que, tanto el crecimiento de la deuda de los años setenta como los intentos por cubrir su servicio en los años ochenta, se constituyeron en el eje articulador del conjunto de las relaciones externas de las economías latinoamericanas para esas dos décadas, de tal manera que las relaciones financieras fueron claramente definitorias no sólo de la totalidad de los flujos de capitales sino también del comportamiento de las exportaciones e importaciones de la región.
También para esas dos décadas, y sobre todo para los años 80, argumentamos que la deuda externa se constituyó asimismo en elemento definitorio de los cambios ocurridos en las formas de funcionamiento interno de las economías de la región. Para esos años, y dada la decisión de pago a ultranza que a nuestro juicio guió a los procesos de renegociación, la creación de condiciones para servir el máximo posible de la deuda externa asignó direcciones muy precisas a esos cambios, abriendo paso a los procesos de apertura, privatización y liberalización que se impusieron América Latina.
Más en general, a lo largo del documento hemos intentado ir vinculando los procesos de endeudamiento y pago de la deuda con las tendencias presentes en el funcionamiento interno de las economías de la región, identificando para ello tanto las condiciones globales de dichas economías que dieron lugar a la contratación de la deuda, como los usos específicos dados a los créditos ingresados. Al respecto, sin embargo, nuestra argumentación enfatizará sobre todo para los años setenta y ochenta el que difícilmente la contratación y pago de la deuda externa puede ser explicada a partir de las necesidades del desarrollo existentes en los países de la región, y bajo esa perspectiva revisaremos críticamente las concepciones sobre el "financiamiento del desarrollo" que ha nuestro juicio han predominado en los análisis sobre el endeudamiento regional.
Desde luego, no negamos que esas necesidades nacionales de desarrollo hayan existido en América Latina; lo que cuestionamos es la hipótesis, generalmente aceptada, de que fueron esas necesidades las que definieron tanto los volúmenes y condiciones de contratación de la deuda externa, como las estrategias deudoras para hacer frente a los problemas de pago.
En el sentido anterior, pero en un plano más global, a lo largo del trabajo, y sobre todo en los capítulos dedicados a los años setenta y ochenta, se argumenta el que, a nuestro juicio, los procesos de endeudamiento y pago de la deuda expresan de manera concentrada algunas de las tendencias más claramente cuestionables del funcionamiento interno de las economías latinoamericanas y de la inserción de dichas economías en el escenario mundial.
Según se vé con cierto detalle en distintas partes de este trabajo, más que las necesidades del desarrollo nacional el hilo conductor para una adecuada explicación del endeudamiento debe incluir elementos tales como las necesidades globales de reproducción del sistema y la búsqueda de ganancias de la banca privada internacional y a ello deberían agregarse no precisamente los intereses nacionales de los países latinoamericanos, sino más bien los intereses mucho más específicos que empujaron a la contratación de la deuda y que fueron puestos a salvo a la hora de enfrentar el pago.
En ese contexto, términos tales como corrupción, despilfarro y usura, si bien no están usados en extenso a lo largo del libro, expresan a una parte nada despreciable de las relaciones que describiremos y que a nuestro juicio han formado parte importante del uso y pago de la deuda externa, y lo mismo ocurre con fenómenos, también presentes, de obtención de cuantiosas ganancias privadas especulando con deudas públicas y, sobre todo, de traslado del pago de la deuda precisamente hacia aquellos sectores que menos ingerencia tuvieron en su contratación y que menos beneficios obtuvieron con su uso.
Para terminar con esta presentación, quiero hacer explícito mi agradecimiento a los revisores de las distintas versiones de la Tesis de Doctorado que sirvió de base al presente material, y en particular al Dr. Federico Manchón quién con excelente disposición fungió como asesor de la investigación, si bien el texto final es de mi exclusiva responsabilidad.
Así también, quiero hacer patente mi agradecimiento a otras personas, con cuyo apoyo también conté para la elaboración del documento: a Marlene Martínez y a Julián Paz, de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla, que en distintos momentos me ayudaron en la recopilación de información y en la elaboración de algunas estadísticas, y a Carlos Vázquez, que se dio tiempo para leer los textos correspondientes al borrador final de la Tesis y al documento que ahora se entrega.
Desde luego, mis agradecimientos también incluyen a miembros de mi familia: a mi esposa Isabel, que una vez más se multiplicó, apoyándome de mil maneras para sacar adelante la investigación; a mis hijos Verónica y Andrés, que incorporaron al texto una buena parte de los cuadros estadísticos; a mi padre, que revisó detenidamente las distintas versiones del material y cuyo aliento constituía el mejor de los incentivos para perseverar en el desarrollo de la investigación. A él, que falleció cuando el material se encontraba en la etapa de edición, está dedicado este libro.
JAIME ESTAY R.
Profesor Investigador, Facultad de Economía,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
OCTUBRE DE 1995
CAPITULO I
El endeudamiento externo latinoamericano durante el siglo XIX y hasta los años sesenta del siglo XX
En este primer capítulo, haremos una revisión del endeudamiento externo latinoamericano que abarcará desde la segunda década del siglo XIX hasta los años sesenta del siglo veinte. Para ese largo periodo, identificaremos una serie de lapsos en los cuales se produjeron acelerados procesos de endeudamiento que fueron seguidos por problemas de pago, declaraciones de moratoria y renegociaciones, y ubicaremos brevemente esos procesos en el contexto más general del funcionamiento de las economías prestamistas y prestatarias, de las relaciones internacionales y del conjunto de la economía mundial.
Atendiendo a los cambios ocurridos en la estructura jerárquica de países a nivel mundial durante el periodo que abarca este capítulo, lo hemos dividido en dos grandes apartados: el primero ubicado en el lapso en que la economía inglesa era el eje del sistema y la principal proveedora de préstamos hacia América Latina, y el segundo referido al lapso en que esas funciones fueron ocupadas por la economía estadounidense.
1.- EMPRESTITOS Y MORATORIAS BAJO LA "PAZ BRITANICA".
Durante el siglo XIX y hasta inicios del siglo XX, los flujos internacionales de capitales, al igual que el comercio internacional, se desenvolvieron teniendo como eje a la economía británica y al sistema de relaciones estructurado bajo la hegemonía inglesa. En particular, para ese entonces Inglaterra ya había desplazado a Holanda como centro financiero, de tal manera que durante ese periodo fue a través de la Bolsa de Londres que los países de América Latina contrataron la gran mayoría de sus empréstitos en los distintos lapsos que analizaremos a continuación.
1.1.- Auge y caída de empréstitos en la segunda década del siglo XIX
La relación de las naciones latinoamericanas con la banca internacional, se remonta a la constitución misma de la mayoría de esas naciones, esto es, a los años finales del primer cuarto del siglo XIX, y el inicio de esa relación se ubicó en -y formó parte importante de- una etapa de auge especulativo del mercado londinense de valores, desarrollada durante esos años.
En lo que respecta a América Latina, esa primera relación con la Bolsa y la banca londinenses -que, en todo caso, estuvo precedida por una rápida ampliación del comercio con Inglaterra[1] se desarrolla en un momento en que aún no concluye la guerra de independencia para varios de los países de la región,[2] por lo que el tener acceso a recursos externos se volvía urgente para afianzar la ruptura hispanoamericana con su metrópoli colonial, luego de transcurridos más de dos lustros de guerra revolucionaria. De ahí que para las naciones recién constituidas, y en proceso todavía de consolidación, la colocación de bonos en el mercado londinense haya respondido a imperativos político-militares, formando parte de una búsqueda de apoyo no sólo financiero sino también diplomático y político en Gran Bretaña.
En lo que se refiere a Inglaterra, el súbito auge de los empréstitos hacia Latinoamérica puede ser ubicado en dos niveles. En el plano más general, los hechos a tener presentes se relacionan con los beneficios que dicho país buscó y obtuvo con la caída del imperio colonial francés, a fines del siglo XVIII, y con el derrumbe del sistema colonial español en las primeras décadas del siglo XIX, sobre cuyas cenizas Inglaterra construyó su dominio comercial y desarrolló un virtual monopolio en los intercambios con los países atrasados.[3]
En un plano más particular, la búsqueda de financiamiento por parte de los gobiernos latinoamericanos coincidió, tanto con la existencia en Inglaterra de un excedente de capitales después de las guerras napoleónicas, como con una notoria disposición para ampliar sus vínculos con las nuevas naciones latinoamericanas, que se acompañaba de una creciente confrontación Inglesa con la Santa Alianza.[4]
En el contexto arriba mencionado, el primer empréstito extranjero hacia América Latina fue emitido por el gobierno de Gran Colombia en la Bolsa de Londres en 1822[5]y entre ese año y 1825 se habían colocado en Inglaterra algo más de 20 millones de libras en préstamos a gobiernos de la región, siendo Gran Colombia el principal prestatario según el desglose por países que se presenta en el Cuadro 1, en donde también se indican los precios de venta de los bonos y las tasas reales y nominales de interés de los préstamos recibidos.[6]
CUADRO 1
PRESTAMOS EXTERNOS A GOBIERNOS LATINOAMERICANOS
EMITIDOS EN INGLATERRA: 1822-1825
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* En L. Vitale [1986; 19], para el caso de Centroamérica se menciona un monto total de 1.428.571 y para el caso de Brasil, además del monto de 3.200.000 incluido en el cuadro se señala otro por 2.000.000. Según esas cifras, el total de empréstitos contratados entre 1822 y 1825 por América Latina sería de 23,594,571
Fuente: En base a cifras de C. Marichal [1988; 39-40]
En los casos de Gran Colombia, Chile, Perú y México, los empréstitos fueron utilizados en gran parte para objetivos militares derivados de las guerras de independencia: compra de barcos, armas y uniformes, pagos a los miembros de los ejércitos, etc; en el caso de Brasil se utilizaron para compensar a Portugal y para liquidar deudas; y Argentina usó los fondos recibidos para amortizar deuda pública y para amparar la emisión interna de bonos.[7]
Del conjunto de tendencias asociadas a ese primer auge de los empréstitos extranjeros hacia América Latina, interesa destacar dos: por una parte, el papel jugado por la especulación y por los intermediarios financieros y, por otra parte, los vínculos que en ese entonces ya tendieron a establecerse entre los empréstitos, las inversiones directas y el comercio.
Respecto a lo primero, y de manera muy sintética, los hechos a tener presente son los siguientes:
– Si bien hubo un abanico de situaciones, la tendencia general fue a que los gobiernos de América Latina recibieran montos que eran bastante inferiores al valor de los bonos emitidos. Según un balance global de lo ocurrido con los bonos de la región entre 1822 y 1825, de los 19 a 20 millones de libras desembolsados por los in-versionistas británicos, alrededor de 12 millones fueron efectiva-mente recibidos por los gobiernos prestatarios, quedando la dife-rencia en manos de los intermediarios financieros por conceptos tales como comisiones, honorarios, gastos de impresión, etc.[8]
– En ese contexto, hubo casos de gran especulación, así como de verdaderos fraudes cometidos por algunos de los agentes nombrados por los gobiernos latinoamericanos, los que no pocas veces actuaron en complicidad con firmas bancarias londinenses.[9] Por ejemplo, esa complicidad resultó evidente en uno de los empréstitos mexicanos, que fue negociado en Londres en 1824 por Borga Mignoni en representación del gobierno de México, y del cual dicho gobierno recibió sólo un 42.34% del valor nominal de los bonos emitidos.[10]
Sin embargo, el fraude más escandaloso se cometió en contra de los tenedores de bonos por 200.000 libras del "Principado de Poyais", supuestamente ubicado en Centroamérica, situación ésta que Ch. Kindleberger sintetiza en los siguientes términos:
"Uno de los préstamos más pintorescos fue el emitido en favor de un personaje que se llamaba a si mismo Gregor, el caique de Poyais, un nuevo país fundado por él. Originalmente, el aventurero escocés Gregor MacGregor había sido uno de los generales del ejército venezolano en 1817, pero lo abandonó en 1821 para instalarse entre los indios poyais y terminó por crear su propio país. Éste (o Gregor) consiguió fondos prestados en Londres, de los que nunca pagó ni el principal ni los intereses."[11]
– Incluso cuando los agentes financieros nombrados por los gobiernos latinoamericanos fueron reemplazados por representantes oficiales, los banqueros londinenses continuaron obteniendo un elevado provecho de la emisión de bonos, por la doble vía del cobro de comisiones y de las compras y ventas especulativas, que especialmente en los primeros años incluyeron la manipulación del precio de los bonos. Al respecto, un buen ejemplo son los bonos peruanos emitidos en 1824: se pusieron a la venta al 85% de su valor y los intermediarios retuvieron bonos para inflar la cotización, vendiéndolos cuando ésta llegó al 89%, luego de lo cual -a los pocos meses- los bonos llegaron a cotizarse al 23.5%.[12]
Respecto a los vínculos que tendieron a establecerse entre comercio, inversiones y préstamos, lo que interesa destacar es que el auge de empréstitos otorgados a América Latina fue simultáneo al incremento de los flujos de inversión y de exportaciones hacia la región.
En un primer nivel, basta tener presente que -además de las comisiones y de la especulación- una tercera vía de ganancias para los banqueros londinenses se desprendió justamente de las relaciones que establecieron entre los préstamos hacia América Latina y el uso de esos préstamos en beneficio de empresas en las cuales tenían participación. En no pocos casos los intermediarios y las empresas encargadas de emitir los bonos en el mercado londinense se dedicaban simultáneamente al comercio de bienes con los países prestatarios y realizaban inversiones directas en dichos países.[13]
En un segundo nivel, y en buena medida teniendo como núcleo a esos banqueros/comerciantes/inversionistas, tanto el comercio como las inversiones directas Británicas tendieron a crecer a la par con los empréstitos hacia América Latina:[14]
– En lo que se refiere al comercio, los gobiernos latinoamericanos adoptaron políticas librecambistas, tanto para facilitar el abastecimiento de sus ejércitos como para poder participar en la Bolsa de Londres y para incrementar los ingresos fiscales por la vía de los impuestos arancelarios.[15]
Dado que lo anterior se correspondía con el hecho de que Inglaterra, además de ser el principal centro financiero, era también la mayor potencia comercial, el resultado fue que las empresas comerciales británicas -que desde antes ya tenían una presencia importante en el comercio exterior de América Latina[16] llegaron rápidamente a controlar una buena parte de las importaciones de los países latinoamericanos las cuales, durante el periodo aquí considerado, consistían principalmente en compras de material bélico y de textiles,[17] aunque también hubo importaciones de otros productos como herramientas y maquinarias.[18] Como resultado de todo ello, las importaciones latinoamericanas desde Gran Bretaña aumentaron de un promedio de 3.9 millones de libras en el periodo 1814-1820 a un promedio de 5.5 millones en el periodo 1821-1825.[19]
– En lo que respecta a las inversiones directas, si bien para 1825 éstas representaban sólo un 16% del total de inversiones Británicas en América Latina -correspondiendo el 84% restante a los préstamos[20] su crecimiento también había sido rápido, a tal punto que entre 1822 y 1825 se crearon en Londres más de cuarenta sociedades anónimas dedicadas a distintas actividades en Latinoamérica.[21]
Esas actividades iban desde la búsqueda de perlas hasta la construcción de un Canal en el Itsmo Centroamericano,[22] pero la mayor parte de las empresas se dedicaron a la exploración y explotación de minas de oro y sobre todo de plata.[23] Ese "boom minero" que se desarrolló entre 1824 y 1825, y en el cual participaron como accionistas de las sociedades importantes políticos latinoamericanos y londinenses,[24] terminó con el fracaso y cierre de la mayor parte de las empresas dos o tres años después de su creación,[25] no sin antes dar lugar a una intensa especulación en Inglaterra con las minas de plata,[26] que fue encabezada por los comerciantes y banqueros londinenses que habían organizado las sociedades anónimas.
Comparado con situaciones posteriores, el primer auge de empréstitos hacia América Latina fue de corta duración, si se considera que ya para 1826 ese auge había dejado su lugar a una brusca disminución de los créditos y del comercio con Europa y al inicio de una serie de suspensiones de pagos, todo ello en un contexto de crisis económica en ambos lados del Atlántico.
En la Bolsa de Londres, el momento de pánico se dio en la primera quincena de diciembre de 1825, durante la cual quebraron alrededor de 65 bancos provinciales y de la capital británica. En los meses siguientes y durante el año 1826 el crac financiero, además de abarcar a otros bancos -incluidos varios de los que habían participado en la colocación de bonos latinoamericanos-[27], se extendió al resto de la economía británica y a los demás países europeos, transformándose en una profunda crisis, la cual, en palabras de K. Marx, inaugura "el ciclo periódico" de la gran industria.[28]
Esa crisis cíclica tuvo efectos inmediatos en América Latina. Las importaciones provenientes de Inglaterra cayeron en 50% durante 1826 para el promedio de la región, con la excepción de Brasil, cuyas compras externas no se vieron afectadas debido a que sus exportaciones de café y azúcar se mantuvieron, lo que explica la posición única que este país posteriormente tuvo en la región respecto a la ausencia de moratorias y a la colocación de empréstitos nuevos en la Bolsa de Londres.[29] En lo que respecta a los flujos de inversiones directas inglesas en América Latina, éstos se cortaron abruptamente y buena parte de las empresas mineras fueron cerradas.
La suspensión de pagos de la deuda la inició el gobierno peruano en abril de 1826; en ese mismo año suspendieron pagos Chile, Perú y Gran Colombia; en 1827 dejaron de pagar Argentina y México y en 1828 lo hizo la Federación de Centroamérica. Según se desprende del Cuadro 2, el valor nominal de los montos sobre los cuales se declaró suspensión de pagos fue de 17 millones 129 mil libras, esto es, el total de bonos emitidos entre 1822-1825, con la sóla excepción de los correspondientes a Brasil.
También en el Cuadro 2 se observan los prolongados lapsos que mediaron entre las moratorias y los acuerdos de renegociación. Teniendo como marco una situación económica que tendió a empeorar en la mayor parte de los países latinoamericanos durante el resto de los años veinte y las décadas siguientes, y que en varios casos se acompañó de guerras entre los países de la región, los primeros acuerdos de renegociación que efectivamente implicaron una reanudación de los pagos sólo se lograron en los años cuarenta y abarcaron únicamente a tres países (Chile en 1842, Costa Rica en 1844 y Perú en 1849).[30]
CUADRO 2
MORATORIAS Y RENEGOCIACIONES DE LAS DEUDAS LATINOAMERICANAS
DE LA DECADA DE 1820
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*Las fechas corresponden a las renegociaciones hechas de manera separada por Colom-
bia/Ecuador/Venezuela, respectivamente.
**Las fechas corresponden a las renegociaciones hechas de manera separada por Costa Rica/Guatemala/Honduras/Nicaragua/El Salvador, respectivamente.
Fuente: En base a cifras de C. Marichal [1988; 68-69].
Para todos los demás países morosos de América Latina, la reanudación de pagos recién se acordó durante los años cincuenta y sesenta, con la excepción de México que logró un arreglo final sólo hasta 1888, esto es, más de sesenta años después del inicio de la moratoria y con una invasión de las fuerzas francesas -y el consiguiente reinado de Maximiliano- ocurrida en el intermedio.
Durante los más de dos decenios transcurridos entre el inicio de las moratorias y la mitad del siglo XIX, las emisiones de bonos de América Latina en la Bolsa de Londres se redujeron al mínimo, limitándose sólo a aquellas que se desprendían del reinicio del pago de los bonos emitidos entre 1822 y 1825.[31] Según se observa en el Cuadro 3, entre 1826 y 1850 se emitieron en la Bolsa de Londres valores latinoamericanos por un monto nominal de 18 millones 389 mil libras, esto es, durante esos 25 años el monto de bonos emitidos fue equivalente a un 90% del monto que se emitió en los cuatro años correspondientes al periodo 1822-1825. En lo que respecta a las inversiones directas de Gran Bretaña en América Latina, éstas quedaron prácticamente congeladas entre 1825 y 1850, en tanto que durante ese mismo lapso el valor total de las inversiones británicas en el extranjero se duplicó.[32]
CUADRO 3
EMISIONES DE VALORES LATINOAMERICANOS EN
LA BOLSA DE LONDRES: 1826-1850
(valores nominales en miles de libras esterlinas)
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Fuente: J. Fred Rippy, British Investement in
Latin America l822-1949, University of
Minesota, Minneapolis, 1959.
Tomado de CEPAL [1965; 2]
En suma, y en lo referente al auge y caída de los empréstitos hacia América Latina durante los años veinte del siglo pasado, el siguiente párrafo es una buena síntesis de ese primer contacto de nuestros países con el financiamiento privado internacional:
"El interés inicial (de los inversionistas británicos) en los países revolucionarios sudamericanos fue seguido por el otorgamiento de cuantiosos préstamos. A los préstamos a los gobiernos se sumaron las actividades de las empresas británicas en minas de oro y similares. Los inversionistas se volvieron cada vez menos críticos en su evaluación de las perspectivas de dichos países, y en 1825-1826 sobrevino el inevitable período de mora. Aunque esta experiencia fue una lección amarga, iba a repetirse muchas veces."[33]
1.2.- El ciclo 1860-1880
1.2.1.- El auge de 18601873
Con la segunda mitad del siglo XIX, y sobre todo a partir de los años sesenta, se inicia un nuevo ciclo de ingreso de capitales hacia Latinoamérica, y se pone fin al relativo aislamiento que en ese ámbito se había producido desde las suspensiones de pagos de los años veinte.
Dicho reinicio, se ubica claramente en un contexto de rápido crecimiento de la economía mundial, incluidas las economías de la región. Ese auge de la economía mundial, cuyo punto de arranque podría ser ubicado en los descubrimientos de oro[34]-que se inician con California, en 1848-, tuvo su foco de irradiación en los principales países europeos y EE.UU., todos los cuales se encontraban en pleno crecimiento industrial e incrementando sus niveles de competencia por nuevos mercados.
En lo que respecta a la inserción mundial de América Latina, los años de mediados del siglo XIX pueden ser considerados como portadores de una doble definición:
– Por una parte, desde esos años se comienzan a "cosechar los frutos de la emancipación",[35] según T. Halperin, y se pone fin a un lapso en que "…la economía no experimenta las consecuencias esperadas de la ruptura de los monopolios coloniales",[36] según G y H Beyhaut.
En ese contexto, difícilmente podría exagerarse la valoración de la influencia que la nueva situación mundial tuvo sobre las economías latinoamericanas, en términos de sujetar a estas economías a un conjunto de relaciones estructuradas y estables con los países centrales y de asignarles funciones de largo plazo en el funcionamiento global del sistema.
– Por otra parte, y pensando en los contenidos y consecuencias que traerían para América Latina las nuevas formas de vinculación con los países centrales, para mediados del siglo XIX quedan también definidas las particularidades del rol que los países de la región están llamados a jugar en el concierto mundial. En la división internacional del trabajo que se estructuró a partir de los cambios generados por la revolución industrial, América Latina pasó a formar parte del polo subdesarrollado del sistema, asumiendo de manera correspondiente tanto características de funcionamiento interno como de vinculación comercial y financiera con el exterior.
Bajo la idea recién señalada, Halperin postula "la fijación de un nuevo pacto colonial"[37] desde mediados del siglo XIX, en el cual América Latina se transforma en productora de materias primas y alimentos para las áreas metropolitanas y en compradora ya no prin-cipalmente de artículos de consumo perecedero sino de productos industriales -situación ésta que T. Kemp califica como "relación complementaria casi perfecta"[38] y G. y H. Beyhaut como "formas complementarias y dominadas"[39]-, en tanto que las inversiones en la región abren paso a la llegada de bienes de capital.[40]
En el funcionamiento interno de las economías de América Latina, una de las consecuencias más visible de esa nueva situación fue el rápido crecimiento de distintos sectores dedicados a la exportación, sobre todo en la agricultura, en la ganadería y en la minería especialmente en Argentina, Brasil Chile y Perú-[41], lo que se acompañó de un desarrollo importante de los puertos y las vías de comunicación, de incrementos de los ingresos fiscales y de grados crecientes de participación estatal en la economía.
En lo que respecta al comercio entre Gran Bretaña y Latinoamérica, entre 1860 y 1872 éste creció a más del doble;[42] en el ámbito de las inversiones directas procedentes de Gran Bretaña -que seguían siendo, con mucho, las más importantes-, también hubo un crecimiento significativo, el cual estuvo claramente dirigido hacia determinadas actividades: para 1875 había 77 empresas británicas operando en la región, con un capital total de 45 millones 247 mil libras, de los cuales poco más de la mitad correspondía a 25 empresas de ferrocarriles.[43]
En efecto, la construcción de ferrocarriles -que en Latinoamérica se inició en 1849 con la creación de las compañías de Panamá y Copiapó[44] fue uno de los objetos prioritarios no sólo de las inversiones británicas y de las exportaciones de ese país hacia América Latina, sino también de la inversión nacional privada y estatal, ésta última en parte financiada con empréstitos extranjeros también provenientes de Inglaterra.[45]
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