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Alemania ayer y hoy (página 2)

Enviado por EDUARDO LUIS HAIEK


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GERMANOS Y ROMANOS

Desde el siglo II a.C., hasta el siglo V d.C. las tribus germánicas y celtas, presionadas constantemente por las migraciones de pueblos del norte y del este, estuvieron en contacto con los romanos que controlaban el sur y oeste de Europa. Las obras legadas por Cayo Julio César y Publio Cornelio Tácito describen estos encuentros.

En el 102 y el 101 a.C., el General romano Cayo Mario derrotó a los cimbrios y teutones. En el 50 a.C., Julio César sometió a los suevos y otras tribus de la Galia, al oeste del Rin. Los romanos intentaron sin éxito extender su dominio hasta el río Elba, por lo que los emperadores mantuvieron la frontera en los ríos Rin y Danubio. Entre ambos ríos erigieron el limes, una línea de fortificaciones para evitar las incursiones de las tribus germánicas.

En el siglo II d.C. los romanos evitaron que confederaciones de francos, alemanes y burgundios cruzaran el Rin. Pero en los siglos IV y V, la presión de estos pueblos demostró la decadencia del Imperio Romano. Los Hunos, que asolaron el territorio desde Asia, provocaron oleadas migratorias de Ostrogodos, Visigodos, Vándalos, Francos, Lombardos y otras tribus germánicas, con la consiguiente invasión del Imperio.

LAS PRIMERAS INSTITUCIONES POLÍTICAS ALEMANAS

Altes Schloss, Meersburg El Altes Schloss (Castillo Viejo) que se levanta en Meersburg es el castillo habitado más antiguo de Alemania. La localidad fue fundada en el año 628 por el rey franco Dagoberto, a quien se le atribuye la colocación de la primera piedra del edificio. A principios del siglo XIX, para evitar su derribo, un barón lo adquirió y utilizó para alojar a artistas y escritores. En la actualidad, el castillo es de propiedad privada, pero un sector considerable del mismo ha sido transformado en museo.

A finales del siglo V, el jefe de los francos Clodoveo I derrotó a los romanos y estableció un reino que englobaba la mayor parte de la Galia y el sureste de Alemania. Convirtió a sus súbditos, que profesaban el arrianismo, al cristianismo.

GÉNESIS DE ALEMANIA

PRIMER REICH

Conocido como Sacro Imperio Romano Germánico (Heiliges Römisches Reich) se ramificó de la división del Imperio Carolingio el cual fue fundado el 25 de diciembre de 800 por Carlomagno, quien fue coronado por el Papa León III. Emergiendo de la parte del este del reino franco, después de su división estipulada en el Tratado de Verdún (843), era una conglomeración política de tierras en Europa occidental y central en la Edad Media, duró formalmente casi un milenio, hasta su disolución en 1.806 como una de las consecuencias de las guerras napoleónicas.

La terminología contemporánea para el Imperio varió enormemente a lo largo de los siglos. El término Imperio Romano fue utilizado en 1.034 para referirse a las tierras bajo dominio de Conrado II y el término Sacro Imperio fue usado por primera vez en 1.157. El uso del término Emperador Romano hacía referencia a los gobernadores de las tierras europeas del norte y comenzó a usarse con Otón II (emperador 973-983). Los emperadores anteriores, desde Carlomagno (muerto en 814) hasta Otón I El Grande (emperador 962-973) habían utilizado simplemente el título de Imperator Augustus ("Emperador Augusto").

El término Sacro Imperio Romano comienza a ser utilizado a partir de 1.254; y el término Sacro Imperio Romano Germánico (Heiliges Römisches Reich Deutscher Nation) data del 1.512, luego de muchas variaciones en el tardío siglo XV.

DOMINIO CAROLINGIO

La labor de Clodoveo fue continuada en el siglo VIII por Carlomagno, quien luchó contra los Eslavos al sur del Danubio, anexionó el sur de Alemania, y sometió violentamente convirtiendo a los Sajones paganos del noroeste. Como paladín del cristianismo, y en agradecimiento al apoyo prestado al Papado, Carlomagno fue coronado Emperador. Este hito revivió la tradición Imperial romana en Occidente, pero también supuso un precedente para la dependencia de los emperadores respecto a la aprobación papal.

El Imperio Carolingio se fundamentaba en la estructura social establecida a finales del Imperio romano. La lengua oficial de la corte y la Iglesia fue el latín, pero los francos de la Galia adoptaron un latín vulgar que dio lugar al francés, mientras que los francos y otras tribus germánicas en el este, hablaban varias lenguas que formaron el alemán. El único vestigio del alemán clásico es el Hildebrandslied, un poema del siglo VIII basado en primitivos cuentos de héroes paganos relativos al duelo trágico entre un padre y su hijo.

Los gobernadores carolingios estimularon el trabajo misionero entre los alemanes. San Wilibrord fundó el monasterio de Echternach, y San Bonifacio fundó Reichenau y Fulda, y reformó la Iglesia de los francos. Sin embargo, los germanos no francos continuaron profesando religiones paganas. El Heliand, un poema épico del siglo IX, representa a Cristo como un rey guerrero Sajón.

FRANCIA DEL ESTE

El Imperio Carolingio no sobrevivió más allá de la muerte de Carlomagno, el Imperio fue dividido entre sus tres nietos. Carlos VI el Calvo recibió la Francia Occidentalis (la actual Francia). Lotario adquirió el título imperial y el área central que comprendía desde el mar del Norte a través de Lotaringia (Lorena) y Borgoña hasta Italia; el tercero, Luis II el Germánico, recibió Francia del Este (la actual Alemania). El Tratado de Meerssen (870) dividió el reino central, por lo que Lorena pasó a Francia del Este y el resto a Francia del Oeste. En el 881, Carlos III el Gordo, de Francia del Este, recibió el título imperial y seis años después fue destronado por Arnulfo de Baviera.

LOS DUCADOS FEUDALES

Hacia el siglo X, Francia del Este, que sufrió las nuevas invasiones de normandos, magiares y moravos desde el norte y el este, quedó prácticamente dividida por las tribus rivales. Los carolingios admitieron dirigentes militares procedentes de estos grupos (Duques) y eligieron cargos (Condes y Margraves), a los que concedieron feudos temporales por sus servicios al Estado; muchos miembros del alto Clero también recibieron feudos. Como la autoridad central disminuía, estos Señores y Príncipes feudales adquirieron gobierno local, se encargaron de su defensa y convirtieron sus propiedades en feudos hereditarios. Los más importantes fueron los gobernadores de cinco "Stem" (ducados de base tribal): Franconia, Suabia, Baviera, Sajonia y Lorena. Los guerreros de menor categoría se unieron al séquito principesco dejando de lado la lealtad tribal a cambio de concesiones de terreno más pequeñas y otras donaciones. El pueblo perdió el derecho a llevar armas; trabajaban los campos a cambio de protección y un porcentaje de las cosechas. De esta manera, el sistema de gobierno Carolingio armonizó con la tradición de los miembros de las tribus libres para formar una sociedad en la que una nobleza militar era mantenida por los campesinos libres y los siervos.

Según la tradición alemana, los reyes eran elegidos entre sus nobles. A causa de que ninguna familia noble quería estar sujeta a otra o a un rey fuerte, se elegían a menudo a reyes débiles y ninguno podía asumir con seguridad la lealtad de sus nobles. Estas condiciones retrasaron durante siglos la consolidación de un Estado Alemán.

ALTA EDAD MEDIA

Los reyes alemanes tenían tres grandes preocupaciones:

  1. Contener a los príncipes rebeldes.
  2. Controlar Italia y ser coronados emperadores de Occidente por el Papa, una política considerada parte esencial de la herencia Carolingia.
  3. Expandir sus dominios hacia el Norte y el Este.

LOS REYES SAJONES

Cuando el último monarca Carolingio murió sin dejar un heredero, los francos y sajones nombraron a Conrado I, duque de Franconia, como rey de Germania. Después de su muerte en el 918 eligieron al duque de Sajonia Enrique I el Pajarero, que luchó contra los húngaros y eslavos, recuperando Lorena.

OTÓN I EL GRANDE

A la muerte de Enrique I el Pajarero, los príncipes eligieron a su hijo Otón I el Grande, que combinó su extraordinaria fortaleza, dignidad y capacidad militar con una gran tarea diplomática y una profunda fe religiosa. Decidido a crear una monarquía centralizada, efectiva. Otón repartió los ducados entre sus parientes y otorgó privilegios territoriales a la Iglesia, asegurándose a cambio la elección de los obispos por parte de la corona, este sistema fue continuado por sus herederos.

Otón también tuvo que defender su reino de los ataques del exterior, en el oeste, fortaleció su posición en Lorena y ganó influencia sobre Borgoña, en el norte y este derrotó a los normandos y eslavos y en el 955, acabó de forma definitiva con el poder de los húngaros en la batalla de Lechfeld, de esta manera, estableció el arzobispado de Magdeburgo (968) y otros obispados como centros de civilización en los territorios conquistados, así los alemanes colonizaron estas regiones.

Al querer emular a Carlomagno como emperador de la cristiandad ratificado por el Papa, Otón inició una política destinada a la conquista de la península Itálica, presa de la autarquía feudal y las invasiones sarracenas. Cuando Adelaida, reina de los lombardos, pidió ayuda a Otón contra su captor, Berengario, rey de Italia, Otón invadió el territorio en el 951 y se casó con ella, por lo que adquirió el título de rey de Italia de su difunto marido, Lotario II.

El Papado, a su vez, intentaba mantener su territorio contra la usurpación de los nobles en el norte y los ataques de bizantinos y sarracenos en el sur. Cuando el Papa Juan XII solicitó ayuda a Otón contra Berengario, invadió Italia por segunda vez, derrotó a Berengario y, en el 962, el Papa lo coronó Emperador; de esta manera, por el Privilegio Otoniano, Otón garantizó el derecho del Papa a los territorios Papales, por lo que todos los futuros pontífices tuvieron que jurar lealtad al emperador.

LOS ÚLTIMOS REYES SAJONES

Los sucesores de Otón en los siglos X y XI continuaron sus políticas alemana e italiana. Otón II el Sanguinario estableció la Marca del Este (Austria) como un puesto avanzado militar, pero fue derrotado por los sarracenos en su esfuerzo para asegurar el sur de Italia. Otón III apoyó la reforma benedictina que tuvo su origen en Cluny y que incitaba a una vida más austera y disciplinada.

Enrique II el Santo también alentó el movimiento cluniaciense y envió misioneros de su corte al nuevo obispado de Bamberg.

LOS REYES SÁLICOS

Durante 100 años (1.024-1.125) los reyes de Germania fueron elegidos entre los francos que regían en el ducado de Franconia y los sálicos llevaron al Imperio a su punto culminante.

APOGEO DEL IMPERIO

Conrado II el Sálico, un soberano inteligente y despiadado, reafirmó la autoridad real sobre la oposición principesca al hacer hereditarios los feudos de la baja nobleza y elegir ministeriales (caballeros feudales no libres), hombres de clase baja con el rango de oficiales y soldados, responsables directamente ante él. Conquistó el reino de Arles (Borgoña), fortaleció su poder en el norte de Italia y rechazó a los polacos.

El hijo de Conrado, Enrique III el Negro, fue el primer rey indiscutido de Alemania. Piadoso y visionario, llevó a una Alemania, dividida por la guerra civil, a la "Tregua de Dios" inspirada en Cluny, una interrupción de la contienda que duraba desde la puesta del sol del viernes hasta su salida del lunes, e intentó en vano hacer de ella una paz permanente. Puso fin al pago para el nombramiento de nuevos obispos como tributo a la corona (una práctica denominada simonía) aunque todavía investía a los eclesiásticos, quienes mantenían a sus vasallos. Durante su reinado depuso a tres Papas rivales y nombró a un cuarto, a San León IX.

ENRIQUE IV

Aunque era todavía un niño, Enrique IV sucedió a su padre, Enrique III el Negro, en 1.056, durante la regencia de su madre, Inés de Poitiers, la princesa se vio obligada a ceder la mayor parte del territorio real; Italia era un continuo conflicto entre diversas ciudades independientes, Papas y normandos; además, el Sínodo de Letrán de 1.059 declaró que sólo los cardenales podían canónicamente elegir al Papa. Enrique IV intentó recuperar la pérdida del poder imperial. Su esfuerzo para recuperar las posesiones de la corona provocó la rebelión de los sajones y en 1.075, aplastó una rebelión sajona y procedió a confiscar sus propiedades, además de intensificar su enemistad hacia ellos.

El control del clero por parte de Enrique originó un grave conflicto con el Papa reformista Gregorio VII, que quiso liberar a la Iglesia de su dependencia secular. Cuando Gregorio prohibió la investidura laica de los eclesiásticos, Enrique anuló su elección en la Dieta de Worms en 1.076, el Papa excomulgó a Enrique y liberó a sus súbditos del juramento de lealtad hacia él, para mantener su corona, Enrique buscó al Papa en Canossa (en los Apeninos) en enero de 1.077, donde, después de tres días de humillante penitencia, fue perdonado. Sin embargo, los príncipes alemanes eligieron un rey rival, Rodolfo de Suabia, el resultado fue una guerra civil de casi 20 años. En 1.080, Gregorio excomulgó de nuevo a Enrique y reconoció a Rodolfo. Depuesto el Papa, Enrique marchó sobre Roma, instaló al antipapa Clemente III y fue coronado Emperador en 1.084. Enrique volvió a Alemania para continuar la guerra civil contra un nuevo rival (Rodolfo había fallecido en 1.080). Finalmente, traicionado y hecho prisionero por su hijo Enrique, el Emperador se vio forzado a abdicar.

COMPROMISO

Enrique V continuó inútilmente las luchas de su padre por mantener su supremacía sobre la Iglesia. Al sufrir varias derrotas militares, perdió el control de Polonia, Hungría y Bohemia. A pesar del apoyo de los clérigos, los ministros y las ciudades, no pudo sofocar la presión de los príncipes, quienes forzaron al cansado Emperador y al Papa Calixto II para llegar a un compromiso sobre las investiduras.

La Querella de las Investiduras finalizó con el "Concordato de Works" (1.122), el cual estipulaba que los nombramientos episcopales tendrían lugar ante la presencia Imperial sin simonía y que el emperador investiría al candidato con los símbolos de su cargo temporal antes de que un obispo lo hiciera con los símbolos espirituales.

A pesar de estos acuerdos, el Papa tenía la mejor parte del trato, por lo que la rivalidad entre el Emperador y el Papado tuvo una nueva dimensión.

LA SOCIEDAD DE LA ALTA EDAD MEDIA

Los reyes alemanes no tenían una capital fija, pero viajaban sin cesar por todo su reino; no tenían más ingresos que los de sus propiedades familiares y las ofrendas de los clérigos. El feudalismo fue la forma de gobierno. Los grandes señores, en teoría vasallos del rey, usurparon de hecho los derechos reales para construir castillos y administrar justicia, la gran mayoría de la población vivía en los feudos que pertenecían a los nobles y obispos, de quienes eran sus vasallos. Las escasas ciudades, tales como Trier y Colonia, eran principalmente antiguas fundaciones romanas o fortificaciones imperiales, allí, los comerciantes, los artesanos y los campesinos privados de tierras se instalaron como ciudadanos libres bajo la autoridad de un príncipe, en las ciudades también se asentaron los judíos, y sus actividades se centraron en el ámbito del comercio y la artesanía.

El clero, que englobaba a muchos nobles, difundía la fe, proporcionaba la educación y ejercía funciones de gobierno en numerosos territorios, los monasterios como Reichenau (Ratisbona), Fulda, Echternach y Saint Gall eran centros importantes, los monjes transcribieron obras latinas (como la Walthariuslied, basada en una leyenda germana) y tradujeron textos bíblicos y otros cristianos, al alemán clásico. Sus manuscritos, ilustrados con imágenes, imitaban el arte clásico antiguo y bizantino, las Iglesias, notablemente la de San Miguel en Hildesheim y las Catedrales de Maguncia, Spira y Worms, eran basílicas sobrias y abovedadas con torres y pequeños vanos formados con arcos de medio punto, y sus muros estaban adornados con pinturas murales y esculturas en madera y bronce.

BAJA EDAD MEDIA

En los siglos XII y XIII Alemania e Italia estuvieron inmersas en los enfrentamientos entre dos familias principescas: los Hohenstaufen (o Waiblingen) de Suabia, denominados gibelinos en Italia, estos mantenían las coronas alemana e imperial; los Welfs de Baviera y Sajonia, conocidos como güelfos en Italia, quienes se aliaron con el Papado. Enrique V murió en 1.125 sin descendencia, los príncipes, al anular el principio hereditario, pasaron por alto a sus sobrinos, Federico y Conrado Hohenstaufen, para elegir Emperador a Lotario, duque de Sajonia. Como Emperador, Lotario II reavivó los esfuerzos para convertir y dominar el este; para imponer su autoridad en Italia, dirigió dos expediciones para apoyar a Inocencio II, que lo coronó en 1.133; y en Alemania, luchó en una guerra civil contra los príncipes Hohenstaufen, que no lo aceptaron como Emperador.

LA CORONA HOHENSTAUFEN

A la muerte de Lotario, los príncipes anularon a su poderoso hijastro y heredero güelfo, Enrique el Soberbio, Señor de Baviera y Sajonia, en su lugar, eligieron a Conrado de Hohenstaufen, duque de Suecia, así la guerra civil estalló de nuevo, esta vez entre Conrado III Hohenstaufen y los duques güelfos, Enrique el Soberbio y su hijo Enrique el León, y continuó mientras Conrado dirigió la desafortunada Segunda Cruzada, que se desarrolló de forma paralela al conflicto güelfo-gibelino en Italia y la elección de su sobrino Federico, un Hohenstaufen nacido de madre güelfa, resolvió temporalmente la contienda en Alemania.

FEDERICO I BARBARROJA

Federico I Barbarroja fue Emperador del "Sacro Imperio Romano Germánico" y rey de Germania. Deseaba restaurar la gloria del Imperio romano pero sus diferencias con el Papado provocaron una alianza de Estados italianos en su contra, frustrando sus ambiciones y murió ahogado en Cilicia (región de Asia menor), cuando marchaba para unirse a la tercera Cruzada.

Fue el ideal de rey cristiano medieval, al considerarse como el sucesor de Augusto, Carlomagno y Otón I el Grande, asumió el título de Emperador del "Sacro Imperio Romano" y pasó la mayor parte de su reinado entre Alemania e Italia intentando restaurar la gloria Imperial en ambos territorios.

En el norte, unificó Alemania y Borgoña al casarse con Beatriz, heredera de Borgoña. Declaró una paz Imperial y para asegurarla, apaciguó a los güelfos al reconocer a Enrique el León como duque de Sajonia y Baviera, y en compensación convirtió a Austria en ducado, pero cuando Enrique rechazó aportar tropas a una campaña italiana, Federico, apoyado por otros príncipes celosos, lo exiliaron por traidor, de esta manera, los ducados de Enrique se separaron y Baviera pasó a la familia Wittelsbach.

En el sur, Federico realizó seis expediciones a Italia para mantener la plena autoridad Imperial sobre las Ciudades Estado de Lombardía y el Papado. En 1.155, en su primer viaje, fue coronado Emperador; en el segundo, convocó la Dieta de Roncaglia (1.158) para proclamar sus derechos sobre la Lombardía, por lo que instaló podestás (representantes imperiales) en las ciudades lombardas; algunas simpatizaban con los gibelinos, pero la mayoría puso reparos a ser gobernadas y gravadas con impuestos por extranjeros. Los Papas necesitaron del apoyo Imperial para sofocar varios levantamientos en Roma, a pesar de lo cual, defendían que su cargo espiritual les daba la soberanía sobre los Emperadores y quisieron mantener el control de forma independiente sobre los Estados Pontificios.

Como resultado de todo esto, algunas ciudades se rebelaron contra la autoridad Imperial y formaron la Liga de Verona en alianza con el Papa Alejandro III. Federico reaccionó al nombrar un antipapa, Víctor IV. En sus dos viajes posteriores, las ciudades gibelinas se unieron con los güelfos en la Liga Lombarda (1.167) y expulsaron a los podestás. Alejandro III, que había excomulgado a Federico, huyó con sus aliados normandos a Sicilia, por lo que en 1.166 Federico conquistó Roma.

Durante su quinta campaña en Italia, al carecer del apoyo de Enrique el León, la Liga Lombarda derrotó a Federico en la batalla de Legnano (1.176); la posterior Paz de Constanza (1.183) reconoció la autonomía de las ciudades, que permanecieron sólo nominalmente sujetas al Emperador. Federico hizo una última expedición en la que obtuvo un nuevo apoyo entre las ciudades rebeldes. Murió mientras dirigía la tercera Cruzada.

ENRIQUE VI

Más ambicioso, incluso, que su padre, Enrique VI quiso ampliar sus dominios. Para asegurar la paz en Alemania, reprimió una rebelión, al retornar del exilio Enrique el León, invadió las ciudades italianas del norte para someterlas y conquistó Sicilia. Al intentar crear un imperio en el Mediterráneo, exigió tributo a los musulmanes del norte de África y al débil emperador bizantino, pero en 1.197, Enrique murió de forma repentina mientras planeaba una cruzada a Tierra Santa.

El Imperio se desmembró rápidamente, el hijo menor de edad de Enrique, Federico II, heredó Sicilia, pero Italia Septentrional reafirmó su independencia. Los alemanes rehusaron aceptar un niño como Emperador o aceptar la herencia de la corona en el linaje de los Hohenstaufen.

Una vez más la guerra civil hizo estragos cuando los dos reyes electos "el Hohenstaufen Felipe de Suabia y el güelfo Otón de Brunswick, hijo de Enrique el León" lucharon por la Corona. Cuando Otón invadió Italia, el Papa Inocencio III aseguro la elección de Federico II, sobre la promesa de que éste abandonaría Sicilia para no rodear los Estados Pontificios.

FEDERICO II

Competente en muchos campos, el nuevo rey fue conocido como "Stupor mundi" (asombro del mundo). Determinó conservar Sicilia como su base de operaciones, lo que suponía no respetar su promesa, prefiriendo conceder Alemania antes que Sicilia a su hijo Enrique. En Sicilia suprimió los barones, reformó las leyes, fundó la Universidad de Nápoles y mantuvo una corte deslumbrante, donde brilló como científico, artista y poeta. También fue un excelente militar, diplomático y administrador.

Para conseguir el apoyo alemán para sus campañas en Italia septentrional, Federico permitió a los príncipes usurpar los poderes reales. La confirmación de sus derechos por el Privilegio de Worms (1.231) los hizo prácticamente, ser dueños absolutos en sus propios territorios. Su hijo Enrique, cuando alcanzó la mayoría de edad, se opuso a esta política y se rebeló, pero su padre lo destronó y lo encarceló.

Los Papas consideraron peligroso a un Emperador tan agresivo como Federico. El Papa Gregorio IX lo excomulgó por su retraso en encabezar una cruzada prometida. Federico, finalmente, fue a Jerusalén en 1.228, donde fue coronado rey y conquistó los principales lugares cristianos de Tierra Santa. Sin embargo, su éxito no apaciguó a Gregorio IX que, en su ausencia, invadió Sicilia. Federico derrotó la Liga Lombarda en Cortenuova y firmó la paz. Pero hacia 1.237, luchó contra la segunda Liga Lombarda en Italia septentrional. La Liga se alió con el Papa, quien lo excomulgó de nuevo. Federico entonces tomó los Estados Pontificios; el nuevo Papa, Inocencio IV, huyó a Lyon y lo declaró depuesto. Federico avanzaba contra la Liga cuando falleció de forma repentina.

Conrado IV Hohenstaufen, el hijo más joven de Federico, heredó Sicilia y el título Imperial, pero Italia y Alemania nunca se volvieron a unir. Los Papas, aliados con los franceses, expulsaron a los Hohenstaufen de Sicilia. Alemania sufrió la confusión del Gran Interregnum (1.254-1.273), durante el cual los innumerables Estados en que quedó dividida Alemania protagonizaron una resistencia política caracterizada por la anarquía general.

SOCIEDAD Y CULTURA EN LA BAJA EDAD MEDIA

Liga Hanseática, llegó a convertirse en una gran potencia política, cuyo proceso de desintegración dio comienzo a finales del siglo XV y se aceleró definitivamente con el estallido de la guerra de los Treinta Años en 1.618.

A finales del siglo XIII el Imperio había perdido Polonia y Hungría y el control efectivo de Borgoña e Italia. Dentro de sus fronteras, los principados eran prácticamente autónomos, el antiguo derecho de elección real se limitó a siete príncipes, quienes eligieron deliberadamente hombres débiles, poco probables de frustrar sus propias ambiciones dinásticas.

La Iglesia continuó siendo una fuerza dominante en la sociedad. Los monjes cistercienses y de la Orden Premonstratense colonizaron nuevos territorios en el este, mientras que la Orden de Predicadores (dominicos) y los franciscanos predicaron y enseñaron en las ciudades. La Orden Teutónica trasladó su sede a Marienburgo en el este de Alemania, donde encabezaron una cruzada contra los prusianos paganos. Los caballeros teutones abrieron la ruta del mar Báltico a la Iglesia y a los comerciantes alemanes.

La lucha entre Emperadores y príncipes benefició a las ciudades, que pagaban contribuciones a los emperadores a cambio de liberarse de las obligaciones feudales, el comercio tuvo un gran desarrollo; Colonia y Frankfurt comenzaron a celebrar las ferias comerciales, Maguncia se asentaba en la ruta que cruzaba los Alpes hacia Italia; Lübeck y Hamburgo dominaban el mar del Norte y el comercio en el Báltico, y Leipzig mantuvo contactos comerciales con Rusia. Las ciudades del Rin y, más tarde, las ciudades alemanas del norte empezaron a formar asociaciones de comercio, la más poderosa de las cuales fue la Hansa Teutónica. Esta asociación acordó bastantes tratados comerciales, creó nuevos centros de comercio y civilización, contribuyó al desarrollo agrícola y de las artes menores, favoreció la construcción de canales y carreteras, e incluso declaraba la guerra, la desintegración de la Hansa empezó a finales del siglo XV y se acabó en 1.669 definitivamente.

Este mapa muestra la extensión que llegó a alcanzar entre los siglos XII y XV la federación de ciudades europeas conocida como Liga Hanseática, instaurada en 1158 con el objeto de proteger y fomentar los mutuos intereses comerciales en el norte de Alemania

En el momento de máximo esplendor de la Hansa, los ricos burgueses erigieron murallas en las ciudades, financiaron la construcción de catedrales y de ayuntamientos y lugares de reunión de gremios como expresiones de orgullo ciudadano.

Hacia mediados del siglo XIII, las influencias del gótico francés llegaron a la arquitectura alemana. Las elevadas catedrales de Bamberg, Estrasburgo, Naumburg y Colonia fueron ricamente decoradas con esculturas e iluminadas en su interior gracias a los grandes ventanales de arcos ojivales donde instalaban magníficas vidrieras.

La cultura francesa también afectó a la literatura alemana. Los nobles y caballeros errantes, denominados los minnesänger, escribieron y recitaron elegantes poemas de amor en la tradición de los trovadores de la Provenza francesa. Entre los primeros cabe destacar a Reinmar von Hagenau y Walter von der Vogelweide. Otros poetas, denominados spielleute, realizaban composiciones épicas. Gottfried von Strassburg y Wolfram von Eschenbach trataron el ciclo artúrico francés; sin embargo, los dos relatos épicos más importantes "el Niebelungenlied y el Gudrunlied" están basados en las tradiciones germanas.

FINALES DE LA EDAD MEDIA Y PRINCIPIOS DEL RENACIMIENTO

A finales de la Edad Media, la gran estirpe de duques se había extinguido y se crearon nuevos principados, y las tres casas reales "Habsburgo, Wittelsbach y Luxemburgo" lucharon por los derechos dinásticos de la corona imperial.

RIVALIDAD PRINCIPESCA

En 1.273, los electores pusieron fin al Gran Interregnum, al elegir Emperador a Rodolfo de Habsburgo, un príncipe menor de Suabia, incapaz de recuperar las propiedades Imperiales que habían sido usurpadas. Rodolfo I de Habsburgo se concentró en agrandar las posesiones de su familia. Ayudado por los Wittelsbachs y otros, derrotó al rey de bohemia, Premysl Otakar II, y reconquistó las posesiones que éste había usurpado (Austria, Estiria, Carintia y Carniola) para sus dos hijos, así que hizo de los Habsburgo una de las grandes potencias del Imperio.

Tras la muerte de Rodolfo, los electores eligieron a Adolfo de Nassau pero lo depusieron cuando impuso excesivamente su autoridad. Alberto I, su sucesor, mostró sus deseos de incrementar su territorio pero murió en una expedición a Suiza. En la búsqueda de un nuevo emperador, los electores votaron a Enrique, conde de Luxemburgo. Inquieto por restaurar los derechos Imperiales en Italia, Enrique VII cruzó los Alpes en 1.310 y sometió temporalmente a Lombardía; fue coronado por el pueblo romano, al abandonar Roma durante el Cisma de Aviñón, también denominado "Cautividad de Babilonia". Murió intentando conquistar Nápoles a los franceses.

La guerra civil, hizo entonces estragos, hasta que el candidato de los Wittelsbach al trono, Luis de Baviera, derrotó a Federico I de Habsburgo en la batalla de Mühldorf en 1.322. Luis IV de Baviera logró ser coronado en Italia, pero el Papa Juan XXII, que puso objeciones a su intervención en la política italiana, invalidó su título y lo excomulgó. Luis, convocó entonces un consejo eclesiástico, e instaló al antipapa, Nicolás V, en Roma. En 1.338, en la Dieta de Rhense, los electores hicieron una declaración trascendental: el rey de los alemanes sería elegido por mayoría electoral, así se evitaría la guerra civil, y sería automáticamente nombrado Emperador sin ser coronado por el Papa; esto se reflejó en el título, que se hizo oficial en el siglo XV, "Sacro Emperador Romano Germánico".

LA CASA DE LUXEMBURGO

Los Papas, por supuesto, se opusieron a esta decisión, Clemente VI entabló negociaciones con Carlos, rey de Bohemia y nieto de Enrique VII. En 1.347, fue elegido por cinco de los siete Electores, quienes habían depuesto previamente a Luis. Carlos IV de Luxemburgo ignoró diplomáticamente la cuestión del consentimiento Papal. En la Bula de Oro (1.356), especificaba quiénes serían desde entonces los siete electores: los obispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el conde del Palatinado, el duque de Sajonia (un viejo título para un nuevo Estado en el este), el margrave (Conde) de Brandeburgo y el rey de Bohemia. A causa de que la bula hacía sus posesiones indivisibles, les otorgaba los monopolios de minas y aduanas, y les aseguraba donaciones de los candidatos, se convirtieron en los más poderosos de todos los príncipes.

Al haber asegurado el poder de los príncipes, Carlos IV reforzó su propia dinastía en Bohemia. Adquirió Brandeburgo y tomó Silesia a Polonia para extender el Imperio hacia el este. Para obtener dinero, fomentó las industrias de la plata, vidrio y papel de Bohemia; embelleció Praga, su capital, con nuevos edificios de estilo gótico tardío, fundó una destacada universidad y mantuvo una corte brillante.

El hijo de Carlos, Segismundo de Luxemburgo, forzó al papa Juan XXII a convocar el Concilio de Constanza (1.414-1.418), que puso fin al Gran Cisma en el Papado. Pero, como rey de Bohemia, se mantuvo muy apegado a sus propias posesiones dinásticas. El movimiento husita convulsionó Bohemia, al combinar los sentimientos tradicionales checos con el deseo de reformar en profundidad la Iglesia. Segismundo invitó al reformador Jan Hus para exponer sus puntos de vista (bajo la protección Imperial) en el Concilio de Constanza, pero no pudo evitar que el Concilio lo condenara después a morir en la hoguera por hereje. El resultado fue el estallido de las Guerras Husitas, en las que la facción denominada de los calixtinos obtuvo algunas concesiones de la Iglesia y de Segismundo a cambio de su reconciliación.

LA CASA DE LOS HABSBURGO

Cuando Segismundo murió sin heredero, los electores eligieron por unanimidad a su hijastro Alberto de Austria, de la familia de los Habsburgo, que se convirtió en Emperador como Alberto V el Ilustre. Desde ese momento, la corona imperial se hizo en la práctica, aunque no en teoría, hereditaria de la casa de los Habsburgo. Alberto V el Ilustre murió mientras se desarrollaba la guerra civil en Bohemia y se producía una invasión otomana en Hungría. Su primo y sucesor, Federico III de Estiria, perdió Hungría y Bohemia y vendió Luxemburgo a Francia, mientras luchaba contra los príncipes alemanes y los turcos alcanzaban las fronteras del Imperio. En 1.486, los príncipes le forzaron a ceder su autoridad a su hijo, pero hasta 1.493 mantuvo el título de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Maximiliano I, mecenas del arte, dispuso muchos planes que nunca se materializaron. Su mayor éxito fue la política matrimonial en beneficio de su familia. Mediante su propio matrimonio con María de Borgoña adquirió un rico territorio que comprendía las prósperas ciudades flamencas. El territorio de Borgoña, de habla francesa, fue la causa inicial de que la enemistad entre los Habsburgo y los Valois, se mantuviera durante los próximos tres siglos. Mediante el matrimonio de su hijo, Felipe el Hermoso, con la heredera de España, Juana la Loca, Maximiliano sentó las bases para la futura unión de las coronas de Castilla y Aragón y el Imperio. Mediante la promesa de matrimonio entre su nieto Fernando y la heredera de Hungría y Bohemia, añadió aquellos Estados al patrimonio familiar.

LA SOCIEDAD DEL SIGLO XV

En el Imperio, como en el resto de Europa, el siglo XV fue una época de transición de la economía feudal de la edad media, a la economía monetaria de la época moderna. El proceso creó tensiones entre todas las clases de la sociedad.

LA NOBLEZA

La nobleza alemana comprendía los grandes electores y otros príncipes de los 240 Estados que integraban el Imperio, hasta los caballeros menores que mantenían feudos directos del Emperador. Tenían jurisdicción suprema en sus territorios, revisados sólo por las Dietas en las que estaban representados los nobles, el clero y los ciudadanos, los cuales sólo podían recaudar los impuestos necesarios para pagar nuevas armas y soldados mercenarios. Cuando los precios se elevaron y no lo hicieron en la misma medida los de los productos de sus tierras, toda la nobleza cayó presa del endeudamiento. Algunos obligaron a pagar más impuestos y a realizar más servicios feudales a sus campesinos, mientras que otros recurrieron a atacar las tierras de otros nobles o a las ciudades, e incluso hubo quien vendió sus servicios militares como mercenarios.

LAS CIUDADES

Como centros de comercio, las ciudades se hicieron cada vez más importantes en una economía monetaria. En el sur, Nuremberg y Augsburgo (la sede de la familia de banqueros Fugger) explotaron las minas de sus proximidades y desarrollaron el comercio con Italia. En el norte, Lübeck, Hamburgo y otras ciudades de la Hansa Teutónica desarrollaron un comercio activo con Gran Bretaña y Escandinavia.

Dentro de las ciudades, los antiguos gremios de comerciantes y los nuevos gremios de artesanos, ambos prácticamente hereditarios, lucharon por el poder municipal, en un conflicto donde los grupos más humildes no tenían derecho a opinar. A medida que su comercio crecía, las demandas de las ciudades para liberarse de las tasas locales impuestas en carreteras y ríos a menudo provocaron la guerra entre los nobles.

LOS CAMPESINOS

Quizás hasta un tercio de los campesinos, el mismo porcentaje estimado para el resto de la población, murió durante la plaga de peste que asoló Europa a mediados del siglo XIV. Entre los supervivientes, eran numerosos quienes habían perdido sus terrenos a través de la frecuente subdivisión entre los herederos. Muchos de éstos emigraron a las ciudades, mientras que la mayor parte perdió algunos derechos y libertades que habían poseído tradicionalmente, cuando los señores procuraron mantenerlos en la tierra y hacerlas tan rentables como fuera posible. Los campesinos, especialmente en el sur de Alemania, recurrieron finalmente a la protesta violenta.

LA IGLESIA

Las peticiones de reforma de la Iglesia habían surgido al menos desde el siglo XI con el movimiento cluniacense; durante el final de la Edad Media y comienzos del Renacimiento se hicieron más insistentes. En el aspecto político, la Iglesia perdió su prestigio como resultado de la ya mencionada cautividad de Babilonia y el consiguiente Gran Cisma de Occidente en el Papado.

En lo referente a la economía, la creciente necesidad de más dinero condujo a críticas sobre la situación de la Iglesia. La gente objetó que poseía muchas propiedades y ejercía una gran presión sobre sus arrendatarios, aunque no pagaba impuestos. Los aspectos económicos y políticos venían unidos al creciente resentimiento alemán de enviar dinero para mantener al Papa en Roma.

La Iglesia también fue atacada desde el punto de vista intelectual, por los estudios humanistas de autores de la antigüedad clásica, que se extendían desde Italia septentrional. Nicolás de Cusa propuso una teoría heliocéntrica de la astronomía que socavaba la aceptada visión bíblica de la creación. Los autores humanistas como Conradus Celtes, Willibald Pirkheimer, Johannes Reuchlin y Erasmo de Rotterdam propugnaban la pureza lingüística en el estudio bíblico y de otros textos, y satirizaban los abusos cometidos por la jerarquía eclesiástica. La invención de la imprenta por Johann Gutenberg, además de posibilitar la edición de la Biblia y otros libros, impulsó en consecuencia, que los nuevos pensamientos y conocimientos pudieran llegar a más gente, lo que preparó el terreno intelectual para la Reforma.

PERIODO DE CONFLICTOS RELIGIOSOS

Las inquietudes espirituales de Martín Lutero se combinaron con las ambiciones seculares de los príncipes alemanes para producir la Reforma protestante. El movimiento para la reforma religiosa propugnaba la libertad religiosa aun a costa de la unidad cristiana de Occidente. Las luchas religiosas intensificaron los conflictos políticos europeos durante cien años.

LA REFORMA PROTESTANTE

En 1.519, Carlos I de España y V de Alemania sucedió a su abuelo Maximiliano como Emperador del Sacro Imperio Romano. Dedicó su vida a preservar un imperio medieval unido en la fe, un esfuerzo sin fruto en la sociedad plural creada por los reformadores y las fuerzas seculares.

MARTÍN LUTERO

Una figura clave del nuevo período fue Martín Lutero, un fraile agustino que estaba preocupado por los abusos dentro de la Iglesia. Se indignó particularmente por la campaña llevada a cabo sin ningún tipo de escrúpulos para vender indulgencias, por las que se perdonaban los castigos y penitencias que deberían realizarse tras haber pecado. En 1.517, Lutero publicó una lista de 95 tesis atacando las indulgencias, que provocaron una gran controversia.

En 1.520, Lutero redactó tres panfletos que declaraban sus creencias en la libertad de la conciencia cristiana, formada sólo por la Biblia, el sacerdocio de todos los creyentes y una Iglesia mantenida por el Estado. A causa de que estas doctrinas atacaban a la raíz de la autoridad eclesiástica, el Papa León X publicó una Bula que condenaba sus obras. Lutero quemó la Bula y fue excomulgado. Carlos I lo emplazó para que se defendiera en la Dieta de Worms (1.521) y, cuando Lutero rechazó retractarse, lo proscribió. Sin embargo, Federico el Sabio, elector de Sajonia, acogió a Lutero en el castillo de Wartburg, donde empezó a traducir la Biblia al alemán.

Las ideas luteranas, en parte una continuación de las herejías husitas, fueron recibidas favorablemente por muchos. Sin embargo, estas cuestiones de conciencia se manifestaron de forma extremista o se mezclaron con situaciones socioeconómicas injustas. En Karlstadt se produjeron ataques iconoclastas contra las pinturas, estatuas y vidrieras que había en las Iglesias. El caballero mercenario Franz Von Sickingen condujo al sur a caballeros germanos arruinados, con la esperanza de enfrentarse a los señores eclesiásticos y conseguir las propiedades de la Iglesia. Los grupos de campesinos, que querían volver a las viejas formas, saquearon y quemaron castillos y monasterios en las Guerras Campesinas (1.524-1.526).

Todos estos sectores, buscaron en Lutero su guía para la reforma de la Iglesia y la sociedad germana, pero Lutero no quería mezclar los asuntos religiosos con los seculares. Salió de Wartburg para restablecer el orden, condenó la actitud de Karlstadt e incitó a los príncipes a reprimir todo levantamiento campesino, lo que llevaron a cabo. Los campesinos, entonces, perdieron todos los derechos tradicionales y la capacidad de iniciativa, mientras los príncipes constituyeron Iglesias estatales mantenidas mediante las posesiones Católicas confiscadas, en las que el servicio religioso era en alemán y se suprimió el celibato sacerdotal.

CONFLICTO Y COMPROMISO

En este primer período, una ruptura con Roma parecía lejana. Muchos luteranos no habrían abandonado la Iglesia Católica si las prácticas no bíblicas se hubieran eliminado. Carlos V, ocupado con las guerras exteriores, quiso establecer la paz en el interior, pero Lutero no estuvo conciliador. Además, los protestantes (como pronto fueron denominados) estaban divididos. Aparte de los luteranos, había cristianos reformistas, inspirados por el teólogo suizo Ulrico Zuinglio, que pretendieron formar Estados teocráticos basados en la Biblia, y los radicales anabaptistas, en su mayoría gente pobre, que querían formar iglesias independientes del Estado.

En la Dieta de Augsburgo (1.530) luteranos y reformistas cristianos presentaron confesiones de fe separadas, al indicar que ellos no podían llegar a un acuerdo con los católicos o cualquier otra confesión; los anabaptistas no estaban representados en absoluto. A su vez, los príncipes y el Papa Clemente VII bloquearon los deseos de Carlos de celebrar un Concilio para mediar en la disputa. Agotados los medios pacíficos, Carlos condujo sus tropas contra los príncipes protestantes y las ciudades de la Liga de Esmalcalda (1.531), derrotándolos en la batalla de Mühlberg en 1.547. A su vez, muchos nobles, que habían adquirido posesiones católicas secularizadas, eran protestantes y forzaron a Carlos a aceptar el compromiso de la Paz de Augsburgo (1.555). Quedó reconocido el luteranismo, pero no ocurrió lo mismo con los Calvinistas, cuyas doctrinas teocráticas parecían revolucionarias a los príncipes. Lo más significativo fue que los príncipes vieron reconocido su derecho a elegir la religión que debía imperar en su territorio.

Lutero murió en 1.546 con su obra concluida. Carlos, que había fracasado en una tarea imposible, abdicó en 1.556. Su vasto imperio se dividió: las posesiones españolas y borgoñonas pasaron a su hijo Felipe II, mientras que el título Imperial y las posesiones Imperiales, serían para su hermano Fernando I de Habsburgo.

LA CONTRARREFORMA CATÓLICA

Mientras los emperadores Fernando I y su hijo Maximiliano II estuvieron ocupados con la amenaza de la invasión turca, el protestantismo en Alemania se expandió rápidamente. Sin embargo, su progreso se detuvo por la Contrarreforma. El Concilio de Trento (1.545-1.563), dominado por los jesuitas, abolió la venta de indulgencias pero también modificó la doctrina y el culto, e impidió la reconciliación con los protestantes. Los jesuitas fundaron centros en ciudades alemanas, donde consiguieron mucho apoyo en favor del catolicismo. Los gobernadores de Baviera, Austria, Salzburgo, Bamberg y Würzburg restablecieron el catolicismo, creando un bloque católico en el sur de Alemania.

La tensión subió entre ambas confesiones. Los príncipes protestantes, bajo el mando de Federico IV, formaron la Unión Protestante en 1.608. En 1.609, Maximiliano I, duque de Baviera, agrupó a los príncipes católicos en la Liga Católica. El Emperador Rodolfo II, un erudito recluido en Praga e incapacitado para gobernar, se vio forzado a renunciar de su cargo en favor de su hermano Matías, quien no demostró más efectividad.

Matías fue sucedido por su sobrino, quien gobernó como Fernando II de Habsburgo. Sin embargo, el soberano más poderoso de Europa era Felipe II de España. La Francia católica estaba determinada a no dejarse avasallar por los Habsburgo. Los protestantes ingleses y holandeses también se opusieron a una dinastía fuerte de los Habsburgo, el deseo de dominar el Báltico atrajo a Dinamarca y Suecia.

LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS

El problema empezó en la Bohemia protestante, que rechazó aceptar al católico Fernando, como rey y futuro emperador. En 1.618, los checos formaron su propio gobierno, apoyado por la Unión Evangélica. Tras la muerte de Matías en 1.619, eligieron rey de Bohemia al elector protestante Federico V. Sin embargo, Fernando aplastó a las tropas de Bohemia en la batalla de la Montaña Blanca (1.620); Federico tuvo que exiliarse y el catolicismo se restauró por la fuerza. Los nobles bohemios fueron asesinados, privados de sus posesiones o multados, y como consecuencia de la guerra, la población descendió en más de una quinta parte.

Los príncipes protestantes se opusieron a la presencia de las tropas españolas en Alemania. Apoyaron a Cristián IV de Dinamarca, quien, financiado por los holandeses e ingleses, invadió Alemania en 1.625. Así comenzó la segunda fase de la guerra de los Treinta Años, que finalizó con la derrota de Cristián IV. El victorioso Fernando promulgó el Edicto de Restitución (1.629), que ordenó la devolución de todas las propiedades de la Iglesia católica en poder de los protestantes desde 1.552.

La tercera fase de la guerra empezó cuando Gustavo Adolfo II de Suecia, quien pretendía ampliar el control sueco del mar Báltico, invadió Pomerania como adalid de los príncipes protestantes. El ejército sueco obtuvo una victoria rotunda en Breitenfeld (1.631) y tomó Maguncia y Praga; pero su avance se detuvo, la guerra se alargó durante años y los dos ejércitos enfrentados devastaron el país. En 1.635, se declaró una tregua y el Edicto de Restitución fue revocado.

Sin embargo, los suecos ansiaban terrenos, mientras que los franceses, dirigidos por el cardenal Richelieu, estaban determinados a someter a los Habsburgo. Por consiguiente, en la cuarta fase de la guerra, Francia pagó subsidios al ejército sueco para mantenerlo en combate, y las tropas francesas cruzaron el Rin. Tras otros 13 años de contienda, el emperador Fernando III de Habsburgo y los príncipes se prepararon para la paz.

LA PAZ DE WESTFALIA

La larga guerra finalizó con la Paz de Westfalia (1.648). Según los términos del tratado, la soberanía y la independencia de cada Estado del "Sacro Imperio Romano Germánico" se reconocía completamente, al quedar el Emperador prácticamente sin poderes; además, la religión de cada Estado Alemán sería determinada por su príncipe; se aceptó la situación existente en 1.624 en el aspecto religioso, al establecer que las propiedades de los Habsburgo, el sur y el oeste de Alemania eran católicos, se reconocía la fe reformada y los protestantes podían mantener las propiedades adquiridas.

Políticamente, el "Sacro Imperio Romano Germánico" (o I Reich), continuó con tal denominación, pero había perdido todas las pretensiones a la universalidad o efectividad del gobierno centralizado. Económica y socialmente, Alemania había perdido una tercera parte de su población en la guerra y gran parte de su ganadería, capital y comercio y las bandas de refugiados y mercenarios vagaban por el país, saqueando a su antojo.

VIDA CULTURAL EN EL RENACIMIENTO Y DURANTE LA REFORMA

El renacimiento clasicista y la reforma protestante afectaron profundamente las artes del siglo XVI y transformaron la educación

LAS ARTES VISUALES

El estilo gótico tardío continuaba en pintura y escultura, caracterizado por la devoción religiosa y el gusto por los detalles elegantes. Tanto los maestros pintores Matthias Grünewald y Stefan Lochner, y los escultores Veit Stoss, Peter Vischer el Viejo, Adam Kraft y Tilman Riemenschneider dedicaron un gran esfuerzo en la realización de vidrieras y retablos. El estilo renacentista, caracterizado por motivos clásicos y el interés en el mundo de la naturaleza, fue introducido desde Italia por Alberto Durero. Lucas Cranach el Viejo y Hans Holbein el Joven expresaron el énfasis humanista sobre el individuo en sus retratos. Durero y Martin Schongauer combinaron los elementos góticos y renacentistas en las nuevas técnicas de grabados en madera y cobre, utilizados para la ilustración de libros en la imprenta.

Hasta la Reforma se mantuvo el gótico tardío como estilo arquitectónico, momento a partir del cual se detuvo prácticamente la construcción de Iglesias. Los protestantes desaprobaron las manifestaciones artísticas en las Iglesias, aunque la burguesía gastó enormes cantidades en casas con tejados empinados, con entramado de madera, y pintadas de forma decorativa. También se edificaron opulentos palacios y ayuntamientos siguiendo el estilo renacentista.

LITERATURA Y ERUDICIÓN

La Biblia de Gutenberg fue el primer libro impreso con caracteres móviles, edición de la imprenta de Johann Gutenberg hacia los años 1.450 y 1.456. La combinación de la fabricación de papel y del uso de la imprenta permitió producir una serie de esta Biblia. El aumento de estas y otras obras impresas hizo posible la lectura a un mayor número de alemanes, lo que conduciría a los grandes sucesos históricos de principios del siglo XVI.

La tradición medieval continuó en la literatura popular alemana en la forma de canciones populares, anécdotas relacionadas con héroes tradicionales y obras religiosas y seculares que también seguían la tradición. Los temas tradicionales y clásicos proporcionaron abundante material para los Maestros cantores, poetas líricos que escribían según las estrictas formas de los minnesänger antiguos. El más destacado entre ellos fue Hans Sachs, un zapatero de Nuremberg.

El acontecimiento literario más importante fue la traducción de Lutero de la Biblia en lengua vernácula, que contribuyó a dar a la población alemana una lengua literaria unificada, pues se convirtió en la base para la generalización del alto alemán. Lutero y otros escribieron himnos en alemán para las congregaciones protestantes, una innovación litúrgica que llevó a la fundación de la música eclesiástica alemana e influyó en el culto en todo el mundo protestante. Philip Melanchthon, un profesor de la Universidad de Wittenberg, presentó claramente las doctrinas protestantes en latín al mundo no germánico. Él y otros humanistas introdujeron el saber clásico en las universidades de Colonia, Leipzig, Viena y otras ciudades, y ayudó a fundar nuevas universidades en Königsberg, Jena y Marburg.

EDUCACIÓN

Las órdenes religiosas habían proporcionado la educación medieval alemana, que estaba limitada principalmente a escuelas y universidades para formar a los eclesiásticos y a unos pocos funcionarios gubernamentales. Incluso la nueva enseñanza humanista estaba proyectada en un principio para una pequeña elite erudita, pero Lutero, con su creencia en el sacerdocio de todos los creyentes y el estudio individual de la Biblia, consideró que las escuelas estatales deberían estar abiertas para los niños de todas las clases sociales.

En los Estados protestantes, las escuelas privadas se establecieron para enseñar alemán y religión. El latín fue la principal materia en las escuelas secundarias (Gymnasien) fundadas por Melanchthon, que presentaron un programa graduado de estudios por primera vez. Sajonia y otros estados protestantes abrieron gradualmente Gymnasien, que ejerció gran influencia en la educación alemana hasta el siglo XX. En los Estados católicos se establecieron escuelas de forma similar pero altamente centralizadas. Sin embargo, a todas estas escuelas asistían principalmente los niños cuyas familias podían costear las matrículas

ALEMANIA Y SILESIA

La Silesia es una región histórica ubicada en las actuales Polonia, Alemania y la Republica Checa, a lo largo del río Odra. Su emblema regional es el águila negra en campo dorado.

RESEÑA HISTORIA DE SILESIA

Poblada hasta 406 por los Silingos y Vándalos, fue repoblada en los siglos VI-VII por pueblos eslavos.

Adquirida en 990 por el príncipe polaco Mieszko I a los Bohemios, Silesia quedó como escenario de numerosas guerras polaco-bohemias durante los siglos X al XII. En 1.138 el príncipe polaco, Boleslao III dividió el país entre sus 4 hijos. Silesia perteneció a su hijo mayor, Vladislao II el Exiliado que pronto tenía que salvarse con el destierro al ser atacado por sus hermanos menores. Al volver del exilio, sus hijos Boleslao el Alto y Mieszko el Cojo se dividieron la región, la cual se ha mantenido hasta la actualidad.

Con el dominio de sus numerosos príncipes, Silesia, aunque dividida, mantuvo su lugar como la región más desarrollada de Polonia. En el [siglo XIII] con el acuerdo principal comenzó la colonización alemana del sur de Silesia. Los príncipes fundaron numerosas ciudades y minas. En 1.241 en la batalla de Liegnitz el ejército del príncipe Henrique II el Pío (que falleció en la batalla) paró la invasión de los Mongoles.

Con el crecimiento de la hegemonía regional del unificado reino bohemio, en el siglo XIV los principados silesianos quedaron conformados en feudos por los reyes del sur, aunque todavía bajo el poder de los príncipes de la dinastía Piast. La reunificación del reino polaco no cambió la situación política, tampoco el corto reinado de la dinastía polaco-lituana en Praha. El último Piast murió en el año 1.675. En 1.526 el reino bohemio junto con toda Silesia pasa a manos de los Habsburgos. Con la llegada de la Reforma comienzan los conflictos entre la mayoría protestante de la población y la dinastía ultra católica.

En 1.741, después de 3 guerras, la mayoría de Silesia pasa al mando de la Prusia, con Federico el Grande. Con la intensa colonización e industrialización empieza un tiempo de gran prosperidad. Con la creación del Imperio de los Hohenzollern en 1.871, Silesia pasa a formar parte de la Alemania Unida.

Al final de la Primera Guerra Mundial, después del plebiscito y los tres levantamientos polacos, una gran parte de Alta Silesia llega a formar parte de la Polonia renacida. En el año 1.920 estalla un conflicto militar fronterizo entre Polonia y Checoslovaquia, que acaba con una división de la parte sureña de Silesia.

Después de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, la parte de Silesia todavía perteneciente a Alemania, es cedida a Polonia por los aliados a cambio de las tierras orientales perdidas por Polonia a favor de la Unión Soviética. Toda la población alemana es desterrada y en su lugar los comunistas introducen a polacos forzados a emigrar de regiones de Vilnius y Lviv.

Austria, Francia, Rusia y Suecia se aliaron contra Prusia para frenar su desarrollo. Así, comenzó la Guerra de los Siete Años en la que Prusia sólo contaba con el débil apoyo de Inglaterra lo que la llevó casi a sufrir la derrota, pero después recibió el apoyo de Rusia, gracias a Catalina la grande con la que se repartió Polonia.

En 1.806 los triunfos de Napoleón Bonaparte contra Prusia, y la formación de la "Confederación del Rin" pusieron fin al sistema político multipolar del "Sacro Imperio Romano Germánico". La ocupación francesa terminó en 1.808, las tropas abandonaron Prusia tras la "Convención de París", bajo la condición de que el ejército prusiano se limitase a un total de 42.000 hombres.

Silesia (en polaco, Ślask; en alemán, Schlesien; en checo, Slezsko), región histórica de Europa central, que abarca la mayor parte de la región que actualmente constituye el suroeste de Polonia y que comprende las provincias de Katowice, Opole y Wrocław y parte de Zielona Góra (en alemán, Kattowitz, Oppeln, Breslan y Grünberg, respectivamente). Silesia también comprendía áreas de la región actual de Moravia Septentrional, en la República Checa, y de los estados de Brandeburgo y Sajonia, en Alemania.

Durante la Edad Media, Silesia fue colonizada por una población mixta de alemanes y polacos. Se convirtió en parte del reino de Polonia en el siglo XI y fue adquirida por Bohemia en el siglo XIV.

La región fue gobernada por los Habsburgo austriacos desde 1.526 a 1.742, en que gran parte de la región fue anexionada por Prusia, después de la guerra de Sucesión austriaca. En el siglo XIX se convirtió en importante centro de la minería del carbón y de la industria textil.

Su parte polaca está dividida en cuatro comunidades: Dolnoslaskie (Silesia Baja), Slaskie (Silesia Alta), Opolskie y Lubuskie.

Ciudades más importantes:

  • Opava (Republica Checa)
  • Ostrava (Republica Checa)
  • Cieszyn (Polonia/Republica Checa)
  • Katowice (Polonia)
  • Opole (Polonia)
  • Wrocław (Polonia)
  • Legnica (Polonia)
  • Głogów (Polonia)
  • Görlitz (Alemania)
  • Hoyerswerda (Alemania)
Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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