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Reflexiones acerca de la necesidad de desarrollar la competencia comunicativa en estudiantes de la carrera de Derecho (página 2)


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  • La comunicación ha sido tratada en la carrera desde la escritura, mediante la redacción de instrumentos jurídicos y en la producción oral con el manejo del vocabulario, gramática, coherencia del discurso en diversas etapas de la formación de los profesionales, según se corroboró con el análisis de los planes y programas de estudio.
  • Aunque en el modelo del profesional del estudiante de Derecho, aparece el desarrollo de habilidades comunicativas orales referidas al uso correcto del componente verbal, no se hace referencia alguna al componente no verbal de la comunicación y a los elementos que la componen, lo que limita su aprovechamiento en la actuación de los alumnos cuando egresan.

El desarrollo de la competencia comunicativa, desde un aspecto específico del subsistema no verbal para favorecer la formación profesional del jurista significa, valorar esta competencia como una preparación general del jurista que se asume como proceso susceptible de ser moldeado, desarrollado, transformado y enriquecido, a partir de la intervención pedagógica pertinente que se expresa en diferentes niveles. Esto presupone que la preparación general del estudiante de Derecho contiene tanto el elemento teórico de la comunicación, como lo afectivo y lo práctico. Es decir, que no se puede circunscribir al espacio áulico, sino que precisa de otras acciones que trasciendan el proceso docente-educativo, entre las que pueden encontrarse aquellas de intervención comunitaria y de práctica laboral por solo citar dos ejemplos. Además, incluye preparación psicológica, lingüística, pedagógica y la socio-cultural a tono con el contexto histórico concreto y la disposición de los sujetos para realizar eficientemente la comunicación.

El subsistema no verbal de la competencia comunicativa.

El subsistema no verbal representa un aspecto importante en la conducta expresiva del hombre. Aporta información valiosa en la comunicación interpersonal y constituye además una expresión muy genuina de la persona, porque es espontánea y difícil de controlar, es a veces inconsciente, lo que no excluye la posibilidad de que puedan realizarse acciones encaminadas a su uso para reforzar ciertas expresiones verbales o contenidos de manera intencional, pero esto sólo se logra por aquellas personas que son entrenadas para ello.

En este trabajo se pretende incidir en la formación del subsistema no verbal de la competencia comunicativa, específicamente en el componente paralingüístico de los estudiantes de Derecho de la Universidad de Camagüey, y para ello se hace necesario el conocimiento de los supuestos teóricos en los que se fundamenta esta temática. Entre la amplia literatura consultada, se encontró un importante número de trabajos relacionados con el tratamiento del subsistema no verbal en sentido general y aunque no se pretende realizar una lista exhaustiva de todos, sí es preciso hacer referencia a algunos de ellos por la connotación de sus aportes.

En primer lugar es preciso aludir las ideas y observaciones descritas en la obra de Darwin "The Expression of the Emotions in Man and Animals" obra que mostró la posibilidad de que las criaturas humanas tuvieran expresiones comunes, cualquiera que sea el contexto cultural donde se desarrollen. El libro de Efron "Gesture and Environment", señaló detalles muy precisos acerca del papel de la cultura en la formación de muchos gestos. Otras obras como las de Kretschmer- Physique and Character y de Sheldon-The Variations in Human Physique sirvieron de marco de referencia para las investigaciones de esta área.

El auge en las investigaciones relacionadas con la conducta no verbal humana, se ubica en la década del cincuenta en EEUU. Investigadores como el antropólogo Ray Birdwhistell, el psiquiatra Jurgen Ruesch y el fotógrafo Weldon Kees con su obra Nonverbal Communication: Notes on the Visual Perception of Human Relations, aportaron importantes reflexiones acerca de los orígenes y codificación del comportamiento "no verbal". Otros autores entre los que se encuentran Paul Ekman y Edward Hall, investigaron acerca de la relación entre los contactos visuales y la jerarquía social y/o laboral (el primero) y del uso del espacio por los seres humanos (el segundo).

A estos estudios les sucedieron otros con mayor grado de especificidad en cuanto a las áreas del comportamiento no verbal. En ellas se formularon diversas clasificaciones entre las que se destacan las propuestas por: Juorard, Mehrabian, McCroskey, Ekman, Knapp, Harrison. Estas investigaciones se pueden agrupar en dos grandes escuelas: la escuela antropológica (Birdwhistell y Schelfien) que estudia la comunicación en su entorno socio-cultural y la escuela darwiniana (Ekman y Merhabian) que defiende el uso de los signos y gestos en condiciones concretas y según se codifiquen.

Los estudios más recientes de los que se tienen referencia, se encuentran relacionados con la integración de la comunicación no verbal con la interacción de los sujetos. Entre sus autores, pueden reconocerse a Flora Davis, Heineman, Zimmermann, Carrasco, Goldhaber, Marsellach, José Parejo, Zambrano, Roca. Resulta significativo que en las obras de estos autores se evidencia una gran diversidad de criterios en relación con los componentes de la comunicación no verbal. Otros investigadores como A. M. Fernández, V. G. Castro, proponen de manera global las modalidades: verbal y no verbal, criterio que sustenta la división que hace la autora de los subsistemas que se trabajan en la investigación.

Otro criterio de importancia que se asume como fundamento para la investigación que se realiza, está relacionado con el investigador y lingüista Fernando Poyatos que refirió la triple estructura básica de la comunicación y tuvo en cuenta la inseparabilidad de tres de sus componentes: lenguaje, paralenguaje y kinésica; planteamiento que se sustenta que cada vez que una persona emite un enunciado verbal, ambos componentes no verbales, se ponen automáticamente en funcionamiento.

En opinión de la autora, los trabajos antes citados en sentido general cobran valor a partir de la determinación de los siguientes elementos:

  • la relación entre los componentes de la comunicación verbal y no verbal
  • los elementos que integran la comunicación no verbal
  • el lugar que ocupan los elementos que integran la comunicación no verbal, en la interpretación de la conducta humana
  • relación de la comunicación no verbal con los canales de percepción sensorial

Es importante precisar además, que factores como la cultura, la profesión, entre otros, determinan los códigos de la comunicación en un determinado territorio, aunque existen algunos que varían poco de una cultura a otra. Estos códigos facilitan la comprensión entre los sujetos y por consiguiente el intercambio comunicativo. En la comunicación establecida mediante la expresión no verbal, los códigos son muy complejos, diversos y mayormente inconscientes lo que supone una mayor dificultad para su interpretación. Además ocurren como haces de señales que deben ser valorados en conjunto para poder entenderlos adecuadamente. Esto supone que es preciso tomar conciencia de que en la interacción que establece entre sus componentes se vislumbra mejor su importancia.

Dentro del subsistema comunicación no verbal, según el criterio de la Dra. Rey Benguría, se encuentran los elementos siguientes:

  • Kinésica
  • Medio ambiente
  • Sistemas sensoriales preferidos
  • Señales fisiológicas
  • Paralingüística

Kinésica:La autora se identifica con la definición de Poyatos, donde establece que los movimientos y posiciones de base psicomuscular conscientes o inconscientes, aprendidos o somatogénicos, de percepción visual, audiovisual y táctil o cinestésica que, aislados o combinados con la estructura lingüística y paralingüística y con otros sistemas somáticos y objetales, poseen valor comunicativo intencionado o no.

El estudio de la kinésica se ha hecho aislando cada uno de los posibles ámbitos de este comportamiento, y estudiando sus expresiones comunicativas por separado. Así que las principales fuentes estudiadas de este comportamiento han sido: contacto físico, gestos, expresión facial y corporales, las posturas, la mirada y la sonrisa, entre los que se estable una estrecha relación y al producirse cambio en uno se afecta el resto, son por tanto interdependientes.

Medio ambiente: Es uno de los elementos no verbales más amplios y diversos que se conoce. Es muy especial, en él se incluyen múltiples elementos que interaccionan con el sujeto constantemente y que no se encuentran o dependen propiamente del mismo. Dentro de ellos se encuentran: la imagen que proyecta, el territorio que se considera propio, la distancia a la que se comunica, artefactos y objetos, y las dimensiones espaciales, la percepción del tiempo de que dispone (cronémica), así como las características del entorno (color e iluminación) en que se mueve, que influyen en el individuo y en su comunicación.

Sistemas sensoriales preferidos: Algunos estudios más actuales han incluido a los canales comunicacionales preferidos dentro del subsistema de la comunicación no verbal, debido a que constituyen la vía a través de la cual los sujetos de la comunicación perciben e interpretan los mensajes que son emitidos consciente e inconscientemente por las personas con quienes establecen comunicación. Los canales para la comunicación según se reconoce frecuentemente en la bibliografía son los denominados: visual, auditivo y kinestésico.

Lo antes planteado se refleja además en las palabras que preferencialmente se emplean para comunicarse. Los verbos y adjetivos con los que las personas describen sus experiencias y construyen su actividad afectiva y cognitiva, son un indicador de los canales preferidos que utilizan.

Fisiológico: El sistema nervioso realiza entre sus funciones la de regular y coordinar el funcionamiento del organismo como un todo. De esta manera acopia, procesa, almacena, transforma información y la utiliza. Estas funciones se manifiestan en los seres humanos cuando se produce una interacción del hombre con el medio que lo circunda. Allí se producen cambios en el metabolismo corporal de éste y emite señales que el interlocutor capta con relativa facilidad y que se expresan a través de emociones, actitudes y estados que está viviendo el sujeto en ese instante y pueden percibirse como mensajes que llegan al otro sujeto como información. Ejemplo: cambios en la tonalidad del color de la piel, temblores, sudoraciones, dilatación–contracción de las pupilas, entre otros.

Paralingüística: En la bibliografía consultada es posible apreciar tres acepciones diferentes en torno a la misma:

  1. Como aquella modalidad de comunicación que discurre a la par de la verbal, concomitantemente, en paralelo, como forma de acompañamiento; aquello que está más allá de la palabra (en este sentido puede equipararse con lo que ha sido denominado comunicación no verbal en general).
  2. Como parte inseparable de la comunicación verbal. Ambas son señales vocales. El contenido del mensaje está necesariamente acompañado del modo o forma de decir (unidad dialéctica de qué y el cómo). Esto implicaría que lo verbal incluye lo paraverbal y lo no verbal se relaciona básicamente con lo kinésico, con el lenguaje del cuerpo.
  3. Como una modalidad de comunicación no verbal, que atañe al cómo se dice; es vocal, fónica, sonora y se expresa mediante la calidad de la voz y diversos tipos de vocalizaciones o ausencia de estas.

Incluye, según Fernando Poyatos:

  1. la calidad de la voz (cualidades vocales no verbales: tono, timbre, volumen, ritmo, etc. y sus modificadores): cualidades primarias y secundarias.
  2. los diferenciadores, sonidos fisiológicos o emocionales (reacciones): la risa, el llanto, el bostezo, el ronquido, el jadeo, la tos, el carraspeo, el estornudo, el hipo, el eructo, el castañeo de dientes, las flatulencias, entre otros.
  3. los elementos cuasiléxicos o alternantes paralingüísticos: interjecciones, onomatopeyas y emisiones sonoras con nombre propio pero sin grafía y otros sonidos carentes de nombre y grafía, con valor comunicativo relevante.
  4. la ausencia de sonidos: pausas y silencios.

Esta última acepción es la que se privilegia y asume, pero con una salvedad. Hoy el término de paralingüístico se ha extendido a la comunicación escrita, en la cual hay una serie de signos que, en cierta medida, reemplazan las señales de la oralidad.

Los parámetros paralingüísticos forman parte del discurso oral. Estos parámetros enriquecen las conversaciones y son parte esencial de la comunicación. Sin embargo, el paralenguaje también está presente en el discurso escrito, aunque de una forma más limitada. Por ejemplo, en una obra con un preeminente estilo conversacional, se reflejan algunos de los recursos y parámetros paralingüísticos. Así, el uso de las mayúsculas puede reflejar un incremento en el volumen de la voz. La letra cursiva es capaz de reflejar un cambio del núcleo tonal. Los puntos suspensivos pueden o bien reflejar el estilo conversacional, reflejando el ritmo de la conversación y las pausas producidas por los hablantes.

En la presente tesis se asume la comprensión del paralenguaje solo en el plano de la comunicación oral, en correspondencia con la finalidad del mismo.

La problemática de estudio del paralenguaje, hoy se ubica en un campo denominado por algunos (como Isabel Antúnez) como multidisciplinar, pero en opinión de la autora, más exactamente transdisciplinar, ya que la notoria variedad de disciplinas que han estudiado y que siguen estudiando el paralenguaje, lo convierten en un fenómeno multimodal: Psicolingüística, Sociolingüística, Fonética, Pragmática, Antropología Lingüística, Biología, Antropología, entre otras.

Se coincide con esta autora al decir que: "La comunicación no verbal siempre ha sido relegada a un segundo plano por su carácter marginal en la lingüística. Hasta hoy los estudios filológicos han sido puramente lingüísticos, y no se han preocupado por los elementos que se hallan fuera de la lingüística propiamente dicha. Actualmente están surgiendo muchas investigaciones sobre comunicación no verbal al considerarla intrínsecamente relacionada con la comunicación verbal". Y aún más, se considera que este fenómeno se aprecia no solo en la lingüística, sino también en otras disciplinas que lo estudian como la Psicología, la Comunicación Educativa, la Pedagogía, en las que sigue privilegiándose el estudio de la comunicación estrictamente verbal.

La polémica existente en torno al paralenguaje –además de lo referido a su definición e inserción dentro de las modalidades de la comunicación-, incluye los siguientes elementos:

  • Algunos autores hacen referencia a la competencia comunicativa como una categoría general, que incluye los subsistemas, componentes o co-sistemas lenguaje, paralenguaje y kinésica (al decir de F. Poyatos, el fenómeno comunicativo debe estudiarse a partir de su estructura tripartita), mientras otros autores distinguen varias competencias comunicativas: lingüística, paralingüística, pragmática, textual, kinésica, proxémica y cronética.
  • Algunos teóricos defienden la idea de que el paralenguaje se refiere exclusivamente a las cualidades vocales, mientras otros conservan la posición de incluir en el mismo, vocalizaciones diversas y destacan los factores afectivos y expresivos.
  • Como ya se ha expresado, se discute en torno a si el paralenguaje se asocia solo al discurso oral o también al discurso escrito.
  • Se discute en torno a la existencia de un paralenguaje vocal y uno no vocal. El último se suele relacionar con las lenguas signadas.
  • Se señalan dos perspectivas distintas que consideran al paralenguaje o bien desde un punto de vista exclusivamente vocal y auditivo, desde un referente más específico, o bien desde un punto de vista kinésico-visual-auditivo, es decir, desde una perspectiva más general.

En sentido general el paralenguaje constituye uno de los componentes más complejos del subsistema no verbal de la competencia comunicativa. Complejidad que radica entre otros factores, en la multivocidad y dispersión criterial encontrada en la escasa bibliografía que la contempla. Sin embargo, la autora de esta tesis comparte los criterios de Isabel Antúnez y Fernando Poyatos antes expuestos. Estos autores se refieren a la especificidad cualitativa del paralenguaje como parte de la competencia comunicativa, determinan sus parámetros principales de expresión y destacan su unidad indisoluble con los recursos comunicativos verbales y otros componentes de la no verbalidad, en especial los kinésicos.

Importancia del componente paralingüístico de la comunicación en el actuar profesional del jurista.

El prestigioso jurista español Javier Pérez Royo planteó que la mayor dificultad del estudio del Derecho radica en buena medida en el buen uso de la palabra. Además refiere que "en el ejercicio del Derecho no se necesitan ni reactivos químicos ni microscopios (…) ni nada. Solamente la palabra. Pero con la palabra hay que alcanzar la misma precisión que con los reactivos químicos (…). Éste es el reto ante el que se encuentra el jurista y de ahí que en aprender a hacer uso correcto de ella, consista buena parte de su proceso de aprendizaje.

Si se toma en consideración el anterior planteamiento, debe significarse que heredado del sistema de enjuiciar acusatorio existe una gran tendencia a la oralidad en el Derecho, de manera que históricamente mediante el empleo del lenguaje hablado se llega a satisfacer gran parte de las funciones que conforman la labor del jurista. En este sentido, en la propia práctica se ha ido perfilando el comportamiento de estos profesionales desde el punto de vista comunicativo de manera que hoy existen algunas normativas que regulan ciertas conductas que forman parte de ambos subsistemas de la comunicación. Entre ellas se encuentran: no emplear lenguaje vulgar ni chabacano en el estrado, vestir con la toga en este contexto, no gesticular excesivamente, no alzar demasiado la voz, etc.

En el actuar del jurista es tan importante saber estructurar el discurso como conjugar elementos no verbales en función de enfatizar en las cuestiones sobre las que necesita llamar la atención. Así se manifiesta la necesidad de manejar eficientemente lo verbal como lo no verbal. Este profesional debe ser consciente de que todo en su cuerpo "habla", sin embargo, es válido reconocer que no es suficientemente preparado para ello desde el proceso formativo.

Las consideraciones emitidas por algunos autores alrededor de esta temática, constituyen una respuesta a las preocupaciones de la pedagogía moderna, debido a que en los últimos años se le dedica mayor atención a formar profesionales competentes desde el punto de vista comunicativo (sobre todo a través de carreras pedagógicas). De esta manera, se realizan múltiples propuestas referidas al uso adecuado de recursos verbales en la labor pedagógica, pero dentro de ellas, no se ha contemplado la manera en que las habilidades relacionadas con el subsistema no verbal de la comunicación, pueden coadyuvar al perfeccionamiento del ejercicio de otras profesiones en las que también se realiza la función educadora, como es el caso de los juristas.

El conocimiento de lo no verbal y su intervención en la comunicación ayuda a orientarse mejor en ella, a ser mejores observadores de estos índices, a no inhibir las expresiones ni a exagerar su uso, debido a que cumplen un papel fundamental en el trabajo de todos los seres humanos, sobre todo aquellos en los que se requiere orientar, convencer y educar. Por ello, el uso correcto de esta compleja amalgama de conductas y señales necesita pasar a formar parte del proceso formativo del jurista y de su actuación como profesional de amplio perfil.

Los discentes deben apropiarse de los conocimientos necesarios que le faciliten el empleo correcto de la palabra y todo lo que la acompaña. Para un contexto jurídico específico la palabra por sí sola no adquiere el mismo valor que cuando se le imprime ritmo, entonación, volumen, allí es cuando ella adquiere verdadero significado. Como antes se expresó: resulta tan importante el cómo se dice, que lo que se dice.

En los momentos actuales los discentes no poseen suficientes vías para desarrollar las habilidades, capacidades y valores necesarios para enfrentarse a un contexto comunicativo complicado donde se enfrenta a la expectativa de un auditorio heterogéneo, integrado por personas de diversos niveles culturales, edades, profesiones, etc. Los discentes tendrán la obligación de emplear la palabra para discutir cuestiones tan serias como la libertad de una persona, el destino de sus bienes, la guarda y cuidado de los hijos y la vida. En tal contexto, la competencia comunicativa sería la principal herramienta de trabajo.

Relacionado con esta temática, en estudios anteriores de la autora, se ha constatado la presencia de algunas manifestaciones que afectan el modo de actuación del egresado de esta carrera entre ellas: las incongruencias expresivas, lenguaje poco fluido, incorrecta utilización de las cualidades de la voz como el tono, el volumen y sus cambios. Se denota además, una marcada falta de entonación, lo que deviene en una conversación cotidiana o una exposición académica poco ágil y marcadamente aburrida. Todo esto contrasta con las exigencias de la sociedad del conocimiento, en lo relativo a formar un profesional capaz de transformar la realidad, honesto, responsable, competente, y sobre todo, un comunicador eficaz.

Aunque la autora considera que el desarrollo de la competencia comunicativa no es una labor exclusiva del docente dentro del aula, sin dudas desde las asignaturas se puede contribuir a su formación. Aquellas que integran el bloque del ejercicio de la profesión, que históricamente han representado una parte importante de la práctica judicial y de la prevención social, han favorecido que los estudiantes desarrollen y perfeccionen continuamente otras competencias que integran a las profesionales como las cognitivas e investigativas, en detrimento de la competencia comunicativa relacionada con su profesión. Por ello se requiere de una construcción teórica que sustente el tratamiento del componente paralingüístico de la comunicación en el proceso formativo del estudiante de la carrera de Derecho, que fundamente científicamente e interprete, el proceso comunicativo que tiene lugar en el complejo mundo de relaciones que posee en cuanto puede ser: docente-discente, jurista-cliente, jurista-jurista.

Lo anterior significa que la construcción teórica debe describir la manera en que los alumnos pueden emplear los elementos del paralenguaje para propiciar el éxito en su labor educativa y jurídica. La misma puede satisfacer la necesidad de la formación de la competencia comunicativa del estudiante de Derecho, específicamente el componente paralingüístico, la que aún no ha sido aportada por la vía de la investigación científica.

Este estudio representa una señal halagüeña en cualquier profesión donde las relaciones interpersonales constituyen su núcleo esencial, especialmente para juristas en la práctica y en función de pedagogos, debido a que con el uso consciente de pausas, entonación, cambios de volumen y ritmo pueden influir en el auditorio de diversas maneras, sobre todo cambiando el estado de ánimo de éste o logrando la sugestión necesaria en dependencia de la circunstancia.

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AUTORAS:

M.Sc. Alisvech Aguila Carralero.

(Profesora de Derecho)

Camaguey, Cuba.

,

Dra. Silvia Colunga Santos.

(Profesora titular)

Dra. María T. Machado Duran.

(Profesora titular)

 

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