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La moda y sus implicaciones


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. La vestimenta como una representación social
  4. Moda, cultura e identidad
  5. La moda en Cuba
  6. La guayabera, prenda de connotación nacional
  7. Implicaciones de la moda como indicador de identidad
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

"La moda es el rostro de la sociedad, está en los monumentos del pasado y por eso nos declara

su edad y los ideales, el espíritu de una época y las influencias de las distintas culturas,

convirtiéndose así, en auxiliar firme de la historia"  Agustín Figueroa (2006)

Resumen

Los estudios de identidad son imprescindibles para entender los fenómenos sociales, es muy difícil abarcarlo en toda su magnitud, por lo que se pretende un acercamiento para referenciar aspectos importantes de este fenómeno a través de uno de sus indicadores: la vestimenta y su más amplio exponente: la moda. La representatividad social de la moda, denota su incidencia como elemento identificativo, cuestionado en este mundo globalizado, tendiente a deformar la imagen de los pueblos y a desvirtuar la manifestación de idiosincrasia nacional. Desde esta perspectiva se han perfilado tópicos como: identidad, cultura y moda, con un enfoque crítico que contempla la expectativa de una época tendiente a la imposición de moldes foráneos y ante la cual se debe responder con la intención de marcar la diferencia basada en la autenticidad de la cultura nacional.

ABSTRACT

The present work contemplates a closing to the identity from fashion's point of view, as a way to discover the socio-cultural process in the complex and controvertial universe of culture, the multiplicity of its expressions and richness showed in the uncountable facets of human being"s behavior. Beginning with this point different topics have been profiled: culture, identity and fashion, clothing, in order to demonstrate the incidence of these aspects in the society"s development cause these ones are way involved in the people"s. Typical clothing is recognized as symbol what happens in Cuba is that because of globalization influence, it's hard to find a pattern indicator concerning such aspect, that's the reason why this closing occurs in order to try redefining some necessary terms to understand. This problem beginning with this perspective some approaches could be recommended, motivating works and profiles which contemplate challenges for the future of the society.

Introducción

Los estudios de identidad han sido abordados desde diferentes enfoques, criterios e investigaciones. El término ha sido utilizado indistintamente para delimitar fenómenos dentro del ámbito de las diferentes ramas del saber: música, literatura, etnografía, filosofía, psicología, áreas que se han pronunciado, en los últimos tiempos, a favor de su relevancia en la cobertura social actual. "Percibir la identidad como un proceso dialéctico, permite percatarse de que todas las sociedades están constituidas por distintos elementos de varias regiones, espacios geográficos, diferentes culturas, etnias y de más componentes que enriquecen y conforman la identidad. Estos a su vez matizan la cultura de cada región, ayudados por los diversos elementos, antes mencionados, que aportan valores positivos o negativos a las sociedades. Todo depende de la intención con la que se traten de polarizar y globalizar dichos fenómenos" (Bourdieu, 1999, p.17).

La identidad es un constructo social fundamentado en la diferencia, en la alteridad, su imagen se conforma desde la percepción interior hasta la visión exterior; se encuentra fundamentada en una construcción real e ideológica y en la apropiación de símbolos mediante los cuales canaliza las energías y los sentimientos individuales y colectivos. Este fenómeno debe observarse desde un prisma dialéctico, cambiante, cíclico y transformador, no puede analizarse como un proceso acabado ni asimilado estáticamente, sino como necesario para entender el comportamiento de los fenómenos sociales. "La identidad es la conciencia de mismidad, lo mismo se trate de una persona que de un grupo. Si se habla de la identidad personal, aunque filosóficamente se hable de la igualdad consigo mismo, el énfasis está en la diferencia con los demás; si se trata de una identidad colectiva, aunque es igualmente necesaria la diferencia con "otros" significativos, el énfasis está en la similitud entre los que comparten el mismo espacio sociopsicológico de pertenencia" (De la Torre, 1995, p. 34).

Los procesos de construcción de las identidades son procesos ideológicos, políticos y culturales, que representan el vínculo genealógico y la herencia cultural. El hombre, como ser social, se preocupa en cómo se ve y cómo lo ven, esta determinación conforma su sistema identificativo (Pujadas, 1993). De esta manera se referencia el sistema cultural donde se desarrolla el hombre y apunta a un sentimiento de pertenencia adscrito que lo identifica como ser social. Para poder pensar en la identidad, se hace necesario tener en cuenta las condiciones de las realidades socioculturales contenidas en ella misma, precisamente porque "…refiere los valores que comparten los miembros de un grupo dado, las normas que pactan y los bienes materiales que producen" (Giddens, 1989, p.1).

La cultura concebida como el acervo de conocimientos alcanzados por los hombres en cada momento de la historia y a partir de los cuales juzgan la realidad, significa un momento alimentado por la comprensión del mundo, suscitado por los productos creados y transferidos de generación a generación, considerado como un elemento inherente a cada integrante de la sociedad, que conforma una expresión vital de la cual no puede sustraerse. De esta manera perfila una conciencia de identidad en la forma de conformación material y espiritual del mundo donde vive, trabaja y se entrega a las futuras generaciones como posibilidad para proyectar el futuro.

"Cultura es todo lo que existe en el mundo y que ha sido producido por la mente y la mano humana. Por ejemplo, las fiestas, los alimentos, los sistemas políticos, la manera de pensar, la ropa y las modas, los medios de convivencia, el daño al medio ambiente, la manera de jugar al fútbol, la guerra, las armas y los actos humanitarios" (Rodríguez, 2011, p.10). Estos constructos sociales alcanzan un sustento a nivel teórico por el llamado pensamiento postmoderno y ejemplificado en los sistemas sociales, donde actualmente se presenta una crisis de identidades como resultado de las variantes impuestas por la banalidad y el hedonismo, con una fuerte tendencia al olvido, a la desestimación de valores, a la priorización de estereotipos mediocres y al abaratamiento de la propia vida. Estudiar la cultura desde esta perspectiva visualiza el sentido de los significados de su praxis.

Resulta difícil abarcar el estudio sobre identidad en toda su magnitud, es por eso que se pretende hacer un acercamiento a través de uno de sus indicadores: la vestimenta y su más amplio exponente: la moda, la cual emerge con fuerza debido a las implicaciones que refiere sobre los criterios de juicio de la realidad sociocultural y sobre la expresión de imagen que aporta. La descripción de los diferentes aspectos antropológicos, sociológicos y culturales que subyacen en el fenómeno de la moda, impide su reducción al simple imperio de lo efímero, algo llamado a pasar, sin sustancia propia. El modo de vestir, dentro de otros procesos sociales como los hábitos alimentarios, la decoración, la instalación de las zonas de trabajo, la determinación del horario laboral, los periodos de descanso, etc., son condicionantes del modo de vida y expresión de idiosincrasia.

Los mensajes que acompañan la moda actualmente son próximos al cliché, a la imitación bajo una tendencia social globalizada emergente, que pretende introducir estilos foráneos a través de las marcas y el mercado, en el que se inscribe la sociedad y simultáneamente refuerza como una realidad aparentemente sólida a través de los medios de comunicación masiva, e incluso propone, con idéntico peso, un modo de vestir bajo rubros de subvaloración de elementos autóctonos, sin tomar en cuenta que la moda identifica a una nación desde los presupuestos que difunde, es el caso de una prenda de vestir, devenida en prenda nacional, de Cuba, que aporta un detalle connotativo a este acercamiento, como referente identificativo, la guayabera.

La representatividad cultural de la moda, denota su incidencia en la propia vida humana, devaluada en un mundo globalizado tendiente a deformar la imagen de los pueblos y desvirtuar la manifestación de su identidad. Ante esta realidad se hace necesaria una interrogante: ¿Cómo influye la moda en la identidad cultural de los pueblos? Este es un acercamiento avalado por la historicidad de este fenómeno que ha sido conformado por los propios individuos a escala personal y social, como implicados y complicados, como responsables ante el futuro de la nación en la ingente lucha de preservar sus valores identitarios. Cuestión que será considerada bajo el título: LA MODA Y SUS IMPLICACIONES.

DESARROLLO

La vestimenta como una representación social

Toda creación cultural tiene una dimensión material y otra espiritual, en cierto sentido puede afirmarse que la expresión física de esta unidad es observable en la casa que adquiere la condición de hogar sólo cuando es habitada, o la acción de cocinar que alcanza particular relevancia cuando la comida es compartida, la decoración como expresión del gusto o interioridad, la manera de vestir y llevar accesorios para presentarse ante los demás, lo cual constituye formas de diálogo en la medida en que conscientemente se eligen (Alfonso, 2006).

De esta manera se integra en la producción de sentido, imágenes, símbolos, íconos, conocimientos, unidades informativas, modas y sensibilidades, los cuales tienden a imponerse, según sean los actores hegemónicos implicados y los medios de difusión empleados En este sentido, se extiende un momento de profunda tensión entre las exigencias vitales que conlleva la organización de la vida sociocultural, con las exigencias profundas de la vida humana, que reclaman su propio espacio "…los estudios sociológicos ponen de manifiesto que las operaciones colectivas no son efectivas si no trabajan sobre la realidad sociocultural" (Giddens, 1987, p.93). Estas operaciones son procesos donde intervienen a la vez, pensamiento constituido y pensamiento constituyente; pensamiento constituido en tanto se transforman en productos que intervienen en la vida social como estructuras preformadas que posibilita interpretar la realidad; pensamiento constituyente, pues no sólo reflejan la realidad sino que intervienen también en su elaboración.

Las representaciones sociales, por lo tanto, son procesos de construcción de la realidad, constituyen una formación subjetiva vinculada de manera sistémica por fenómenos socioculturales e ideológicos y a la vez por elementos cognitivos y afectivos que participan en su conformación y desarrollo, así contribuyen a definir la identidad y permiten salvaguardar la especificidad de los grupos. Dentro de estas representaciones se distingue la vestimenta que "…se constituye en expresión cultural de un país, pueblo o región determinada, incluso de individuos y/o grupos específicos. Se realza como signo visual, tangible materialmente y portador de infinidad de mensajes" (Basail, 2006, p.12).

La vestimenta es el conjunto de prendas generalmente textiles, fabricada con diversos materiales, usada para vestirse y protegerse el cuerpo, es el conjunto de prendas o atuendos personales utilizados en todas las culturas desde la prehistoria. Los atuendos pueden ser visibles o no, como en el caso de la ropa interior. En su sentido más amplio, la vestimenta incluye también a los guantes que cubren las manos, al calzado que cubre los pies y a los gorros, gorras y sombreros que cubren la cabeza. Los objetos como bolsos y paraguas se consideran complementos (accesorios) más que prendas de vestir.

Factores determinantes de los diferentes tipos de vestimenta:

  • El clima: probablemente la ropa se desarrolló en un principio para protegerse o adaptarse al medio ambiente.

  • Tradiciones: se relaciona con las costumbres y los hábitos de los pueblos.

  • Migraciones: un aspecto bien significativo para la difusión de la vestimenta.

  • Indumentaria: tiene en cuenta las tradiciones y las costumbres.

  • Materiales con los cuales se pueden confeccionar prendas de ropa: natural (de origen animal: seda, lana y cuero; de origen vegetal (algodón y lino); y sintéticos (el poliéster, látex, etc.)

La estética de la vestimenta señala las vías, símbolos y códigos vinculados directa y estrechamente con la imagen corporal que los sujetos utilizan para proyectar pragmáticamente esas concepciones e ideas, o sea, un estilo. Constituye un fenómeno cuya lógica cultural aparece asociada a la dinámica de los procesos económicos de una sociedad determinada que comprende la formación y expresión del gusto individual y colectivo en el área del vestuario, es decir, una estética del vestir" (Basail, 2006, p.14).

En la prenda de vestir se fusionan estos elementos, pero además, existe una preocupación por la belleza y el cultivo del estilo que representa, aparece así lo simbólico para comunicar a través de la vestimenta. El estilo llama la atención sobre las ideas que se tienen y cómo se concibe, a su vez definen un modo particular de percibir y asumir los cambios suscitados en este campo. La indumentaria, por su parte, refiere el estudio histórico de la vestimenta condicionada por el aspecto práctico, su proyección social e impacto social. La interacción entre los diferentes estilos ha dado lugar a una historia del vestido variada, donde el factor determinante del tipo de ropa en las diferentes épocas y lugares ha sido el clima. En su evolución han influido los diferentes estilos, materiales, tecnologías disponibles, códigos, posiciones sociales, migraciones humanas y tradiciones.

El hombre es el único animal racional, puede ser esa la explicación de que sea el único en vestirse. Desde el principio de los tiempos hasta nuestros días, su vestimenta ha sufrido numerosas transformaciones, en la mayoría de los casos debido al descubrimiento de nuevos tejidos y materiales. De acuerdo con los arqueólogos y antropólogos, los signos de vestimenta más antiguos probablemente consistieron en pieles, cueros, hojas o pasturas, envueltas o atadas alrededor del cuerpo como protección.

"Primero fue una necesidad básica, luego surgió el sentido estético y finalmente el significado simbólico" (Yara, 2006, p.1). Los primeros vestigios se pueden observar en la época prehistórica y muchas etnias aún conservan detalles en dibujos sobre la piel, cuya función principal es de tipo simbólica, algo que muestra una evolución con respecto del uso de atuendos para cubrir el cuerpo. Junto a esta evolución aparecieron los accesorios decorativos que no tenían ningún uso práctico, eran generalmente colgantes tallados para adornar, lo cual demostraba una inquietud hacia el arte y la creatividad (Anexo 1).

"La moda representa todo lo relacionado con modos de vivir, con distintas culturas, abarcando todo lo que se refiere a nuestra existencia" (Giddens, 1989, p.1). Desde la época primitiva y por su condición física se vio obligado a recurrir al uso de algún tipo de atuendo para protegerse del medio ambiente o los climas extremos, sus primeras prendas de vestir surgieron más bien de una necesidad. Para fabricarlas, lo más simple era aprovechar las hojas de algunas plantas, luego la piel de animal; después empezaron a evolucionar, pues se requería entrelazar esas fibras para lograr obtener el tamaño y la forma que se necesitaba para cubrir el cuerpo, en ese momento comenzó la era del tejido llamado tela (García, 1989).

En el principio de los tiempos, cuando el hombre buscaba refugio en las cavernas, las modas se presentaban en actividades como contar las jornadas de caza al pintar las paredes de las cuevas o sus viviendas y en la decoración de sus cuerpos, se embadurnaban de barro para protegerse de los insectos, además usaban accesorios para adornarse. Posiblemente estas actividades constituyeron "modas" en su tiempo, aunque hoy todavía se practican en muchas tribus de Australia, África, Asia, Oceanía y en algunos lugares del continente americano (Anexo 2). Por lo tanto se puede determinar que el término moda, proveniente del francés, mode y éste del latín, modus, modo o medida, indica, en su significado más amplio, una elección o mecanismo regulador de elecciones, realizadas en función de criterios de gusto, también puede ser costumbre, hábito, conducta, preferencias; representa tendencias repetitivas, ya sea de ropa, accesorios, estilos de vida y maneras de comportarse, que marcan o modifican la conducta de una persona.

"…la moda y la evolución humana van de la mano, para analizar su connotación social no podría entenderse la una sin la otra" (Torres, 2012, p.34). A partir de ahí se plantean conceptualizaciones de significación forma y nominal referentes a este fenómeno de gran envergadura sociocultural, pues son conceptos complejos y polisémicos, cuyos significados cambian en dependencia de la época, el tiempo histórico y de los gestores; además, constituyen fenómenos donde la lógica cultural aparece asociada a la dinámica de los procesos económicos de una sociedad determinada, según la formación y expresión del gusto individual y colectivo en el área en que se manifiestan.

Moda, cultura e identidad

La descripción de los diferentes aspectos de la moda y su representatividad dentro de un contexto sociocultural, permite observar las condiciones que la hacen posible, su dimensión de novedad, funcionalidad, renovación y satisfacción de necesidades psicológicas y afectivas, el condicionamiento de la ficción audiovisual, las marcas impuestas por el mercado, la oferta y demanda, entre muchas otras connotaciones, las cuales suscitan deseos de belleza en el vestir. Por lo tanto los productos de moda se elaboran a partir de la unión de una lógica de mercado, con una lógica del bien humano, en la medida en que contribuyen a forjar la cultura. Si la sociedad habla hoy a través de nuevas formas de lenguaje en el campo de la moda, es necesario aprender a leerlas y a hablar por medio de ellas. La naturaleza de este lenguaje no impone un uso concreto, ni mucho menos correcto, sino ajustado a la naturaleza de la realidad. Es una maquinaria a veces cruel que se subordina a la globalización de las formas, por la imitación, bajo el eslogan:

"Todo lo que se vende como moda en la aldea global hay que aceptarlo porque es moderno" (Yara, 2006, p.2), sin embargo discrimina a las personas que no alcanzan su ritmo. Ser parte de ciertos grupos o sectores sociales, incluye asumir una manera de vestir y de comportarse, muchas veces relacionada con preferencias en cuanto al consumo cultural. Otras veces la ropa es usada como un disfraz, según convenga. Hippies, rastas, raperos, repas, rockeros, mickies, freakies, ninguno de esos grupos está al margen de la industria del vestir. En ese caso están los etiquetados, que a veces resultan un tanto marginados. Lo alternativo también se convirtió en usual, así esas rarezas, constituyen una alternativa para muchos de difícil situación económica.

Los adolescentes son los más vulnerables porque en esas edades se busca la aceptación, ser parte de un determinado grupo, existe la preocupación por lograr relaciones con quienes tienen posibilidades económicas para seguir lo actual y surgen sentimientos de marginación e inferioridad en algunos casos, en otros acuden a recursos poco factibles para la educación ética y moral. Ya en la juventud esa búsqueda conduce al bienestar que da sentirse a gusto con uno mismo. Hay una diferencia entre el vestirse bien y el vestirse caro. La cultura del buen vestir queda sobre todo en manos de la familia y la influencia social, no por eso cambia la escala de valores. Es diferente la gente que emplea todo su tiempo para pensar nada más en ponerse el llamado "grito" y la gente que tiene la posibilidad de "gritar" a través de la moda. Las diferencias son evidentes de acuerdo a las distinciones de género, de grupo etarios, de posibilidades económicas, de costumbres suscitadas en el seno familiar o social, de la proyección social, del gusto estético particular, de la personalidad e incluso del temperamento.

Es que la moda no es una receta, no conforma una obligatoriedad civil, está sustentada en disímiles cánones que dependen de circunstancias internas y externas, hasta de la socialización. El sentido del gusto cobra fuerza hasta el punto de situarse por encima de la percepción visual y particular. "La moda es una forma de comunicación e identificación con la sociedad. Muestra un poco quién tú eres, habla de ti. Es algo que afecta a todo el mundo, es una manera de encontrar tu Yo" (Ibíd., 2006, p.3). Es una necesidad lograr un equilibrio que logre el fortalecimiento de la comunidad como parámetro referencial, en la extensión de la estructura doméstica al ámbito de la esfera pública y colectiva, radicada en la centralidad de la dimensión colectiva al margen de respuestas ideológicas, manipuladoras, instrumentales o meramente clínicas. El éxito de este fenómeno pone de manifiesto la relación que existe entre identidad, cultura, globalización, creatividad, moda y tendencias. La inversión de las tendencias sociales de consumo otorga a las marcas un rol social importante dentro de una nueva dinámica de mercado, en la búsqueda de significados y no sólo funcionalidad económica. El reto radica en contextualizar cada objeto, signo o producto, dentro de valores sociales profundos.

"La moda alcanza también a los movimientos artísticos: pintura, escultura, arquitectura, música, danza, artesanía…" (Torres, 2012, p 26). De esta manera influye en las creaciones de los grandes y pequeños diseñadores de tejidos, indumentarias, objetos para el hogar, mobiliario o incluso, elementos arquitectónicos. Así mismo, el modo de tener el vestido, la casa, los objetos de uso, etc., propios de cada época y lugar, constituyen una de las claves del dinamismo social configurado de las diferentes modas, condicionado por el desarrollo tecnológico.

En la actualidad la sociedad está inmersa en la cultura de la televisión, el ordenador y el móvil, el cine, el espectáculo, instrumentos de influencia y de relación entre las personas. La moda así descrita se convierte en un fenómeno complejo que invita a la reflexión y llega a considerar algunas realidades sociales contenidas en sí misma. El culto a la imagen externa como carta de presentación, es impuesto en las sociedades de consumo, legitimadas por los medios de comunicación y el mercado. "Los actores sociales perciben, asumen y experimentan la moda desigualmente pues en este proceso entran en juego la posición ocupada por los sujetos en la estructura social y los códigos condicionantes de su existencia" (Giddens, 1998, p.3).

Aplicada al diseño de vestuario y en especial a la indumentaria que se lleva por parte de un grupo socialmente más importante, hegemónico o exclusivo, es capaz de influir en los demás. Forma parte de la cultura, expresa el espíritu del tiempo y es uno de los síntomas más inmediatos de los cambios socioculturales, políticos y económicos. Tendencias, preferencias y presupuestos, le dan su carácter mundial. "…las modas son patrones que crea un sector de la sociedad fundamentalmente del primer mundo, que los impone con el fin de lucrar. Es una maquinaria que a veces puede ser cruel, porque discrimina a las personas que no alcanzan el ritmo acelerado que conlleva" (Yara, 2006, p.2).

Ahora bien, constituye una forma de lenguaje a través del cual la persona manifiesta algo de su identidad, individual y colectiva, por lo que reclama cierta coherencia entre el interior y el exterior del hombre. Como lenguaje, es diálogo, un medio de realización personal y de edificación social, expresado para la colectividad. La dimensión social alcanzada no anula la identidad cultural sino que tiende a la diversidad (Torres, 2006). El marketing la define como un fenómeno eterno y siempre nuevo, que tiene sus raíces en la imitación y ha desarrollado una industria que comprende diseño, producción, tecnología, mercado, pronóstico y promoción, entre otras determinantes que permiten su evolución (Anexo 3).

Moda, como sustantivo, remite inmediatamente a las colecciones realizadas por los diseñadores que proponen el modo de vestir de cada temporada. Estas propuestas son percibidas socialmente como una realidad que se presenta de modo muy definido y contribuye a generar cambios que afectan profundamente a la sociedad. En su uso como adjetivo, la expresión "estar de moda" o "ir a la moda", se utiliza para indicar el uso de lo último en el mercado de la moda. Las razones pueden resultar desconocidas o ser coyunturales, pero en todos los casos se establece una especie de costumbre masiva fomentadora de determinados hábitos, actitudes y estilos de vida que llegan a configurar una forma de pensar y actuar. "En este sentido, se trata de un modo de expresión de la identidad personal que contiene una fuerte dimensión de conformación de las relaciones humanas de tal manera que la reflexión acerca de la moda se extiende a amplias zonas de la vida cultural, donde los estudiosos sitúan su origen, que asocian al desarrollo social, cultural y económico" (Arévalo, 1998, p.89).

La moda tomada al pie de la letra por algunos, no deja de ser motivo de prejuicios para otros, llega dispuesta a revolucionarlo todo, para luego irse y dejar inconformes a sus seguidores, con la sensación de haber comprado por gusto y con el deseo de usar la ropa por más tiempo. En sentido general el hombre viste con lo que puede y no realmente con lo que quiere, en última instancia y según las posibilidades, trata de imitar "lo último" en materia de moda. Es una cuestión de complacencia individual y reconocimiento social, de esta manera se identifica.

La moda en Cuba

"Recorrer la historia de Cuba a través de la moda, no sólo es descubrir lo que ha distinguido al vestuario de cada década de cada centuria, sino también el arte, la cultura y la sociedad cubana" (Yara, 2006, p.1). En Cuba, la moda ha estado estrechamente relacionada con el status de la sociedad. Desde la conquista y colonización españolas y durante todo el siglo XIX, prevaleció en la isla la forma de vestir del Viejo Mundo. De igual forma, nunca hubo una economía suficientemente fuerte que diera lugar a un movimiento importante de moda a nivel internacional, con casas de alta costura, pues las señoras de abolengo, preferían ir a Nueva York o a París.

En esa época temprana de la historia se conoce el oficio de sastre y las costureras domésticas, sobre los cuales recaían las producciones de ropa, además de pequeños talleres que hacían las funciones de atelieres. El carácter dependiente de la Isla, primero de España y luego de los EEUU, hizo que convergieran disímiles estilos en cada uno de los momentos. Sin embargo, en la moda cubana del siglo XIX, si bien aparece la influencia foránea, irrumpen rasgos cubanos en el vestir, considerados como elementos del sentido de nacionalidad naciente. Un ejemplo de esto fueron los sucesos del Teatro Villanueva, el 22 de enero de 1869, cuando las cubanas vistieron de azul, blanco y rojo, con estrellas blancas incrustadas y cintas de colores, el cabello suelto adornado con flores blancas, como señal de rebeldía y protesta ante la colonización española y a favor de la causa independentista que se libraba en la isla.

Siempre ha sido motivo de preocupación definir un estilo cubano propio, pero nunca se ha consolidado plenamente. Es arriesgado plantear la existencia de una moda cubana en la actualidad, la presencia de un modo de concebir, asumir y llevar la moda muy particular, se define, entre otras cosas, por sus formas de expresión en todos los ámbitos: musical, artístico y gestual. Gestualidad atravesada por una determinada manera de asumir la imagen y proyectarla. Aun cuando se puedan mencionar alguna instituciones que trabajan en esta dirección, como la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA), el Fondo Cubano de Bienes Culturales (BFC), por citar las más conocidas, no existen suficientes espacios para que los actores sociales responsables con el desarrollo de la moda en Cuba, se agrupen y puedan intercambiar sistemáticamente experiencias, creaciones y criterios sobre la elaboración de una identidad cultural expresada por la moda, o llegar a un consenso unificado de cánones estéticos que rigen esta representación social.

"Nociones como "la elegancia" y "el buen vestir", tradicionalmente muy arraigadas en la conciencia colectiva de los cubanos, fueron erosionadas (…) las excesivas carencias ejercieron su influencia en el imaginario social y de lo que se trataba era de "resolver" (…) Por tanto, la adecuación entre tejido-diseño y tiempo-espacio no constituyó un aspecto sobresaliente" (Basail, 2006, p.34). Aun así, hay determinaciones que identifican al cubano en su vestimenta, de modo general se puede hablar del color blanco, del tejido de hilo, de algunos accesorios ilustrativos como el uso del carey o el tarro de buey, de lo cómodo, pero no hay un abordaje definitorio del estilo cubano. Son las voces de los creadores de la imagen quienes de esfuerzan por realizar sus aportes pero de forma individual. Incluso las pasarelas son asunto de pocas personas, las estrictamente vinculadas al mundo de la moda, a sus profesionales o a los que tienen un alto poder adquisitivo que les permite aspirar a prendas de un alto costo.

La guayabera, prenda de connotación nacional

Fue la antropología quien comenzó a incluir dentro del campo de la cultura, la organización del trabajo, los modos de alimentación, los usos de vestimenta y su implicación con la moda y sus implicaciones identitarias. José Martí (1975, t.10, p.128) dijo: "Ridícula es la moda a veces, pero a veces es patriótica", este es el caso de la guayabera, esta pieza de vestir, devenida en prenda nacional, difunde patriotismo y se ha convertido en un elemento identificativo de Cuba. Los orígenes de la prenda se pierden en la historia de la colonia cubana. Una de las hipótesis acerca de su surgimiento se le atribuye a un inmigrante español que en el siglo XVIII montó una sastrería en la villa de Sancti Spíritus, donde vendía camisas largas con bolsillos cómodos para guardar tabacos, muy similar a la actual guayabera.

Otra versión le atribuyó a Don Pedro Mercader Gausch, de origen español, el haber introducido la prenda de Cuba, quien la había fabricado con diseños alforzados, dos bolsas delanteras superiores con tapas y botones, anchas bolsas inferiores (en Cuba era sólo adorno) y de color blanco, observó así el vestuario típico del lugar y la dio a conocer como "la guayabera". La versión más acertada data del año 1709, cuando llegaron a Sancti Spiritus, procedentes de Granada, Don José Pérez Rodríguez y su esposa Encarnación Núñez García. José era de oficio alfarero. Al poco tiempo de haber llegado ya se había construido un tejar en las márgenes del río Yayabo. Un día recibieron varias piezas de tejidos enviadas por sus familiares desde España. Encarnación, como la mayoría de las mujeres en esos tiempos, era costurera y su esposo le pide unas camisas largas con bolsillos grandes a los lados, para poder llevar tabacos y otras cosas en ellas.

Encarnación pudo coser una prenda de vestir que fue del agrado de su esposo, quien con mucho orgullo, por ser una pieza original de su esposa, comenzó a usarla y al poco tiempo los guajiros de la comarca, al reconocer la comodidad de esta prenda de vestir, también comenzaron a usarla. En la ciudad, los poblanos lanzaron contra esta nueva vestidura todos los improperios que se les ocurrían; pero, unos años más tarde los más humildes se atrevieron a usar la susodicha prenda y así fue adoptada posteriormente por la clase media, si bien con ciertos temores de ser criticada. A los nativos de Sancti Spiritus actualmente se les conocía como yayaberos, nombre que provenía del río Yayabo, por este motivo a esta vestidura se le identificaba como "yayabera". Además, alrededor de Sancti Spiritus abundaba esa deliciosa fruta que es la guayaba y como la camisa tenía al frente dos bolsillos grandes, los guajiros acostumbraban llevar guayabas en ellos y de esta costumbre nació el nombre de "guayabera", sustituyendo el de "yayabera", como le llamaban a las mujeres del pueblo.

El tiempo permitió diversas variaciones, no solamente en su nombre, sino también en su estilo. Se les añadió las muy bien confeccionadas alforcitas y se les agregó una serie de botones por todas partes. Pero la variación más significativa nació durante las guerras de independencia de Cuba. Como el machete sobresalía más arriba del cinto, por debajo de la guayabera, la pieza fue alternada con dos aperturas laterales para facilitar la rapidez al desenfundar el machete. La guayabera tiene un valor histórico para Cuba, pues los independentistas isleños solían llevarla como símbolo de rebeldía. En 1880 el Ayuntamiento de Sancti Spíritus autorizó su uso en actos oficiales donde sólo era permitido hasta entonces presentarse de cuello y corbata. Hacia mediados del siglo XX los políticos cubanos comenzaron a usarla en sus recorridos electorales por el interior de la Isla en busca de votos y la llevaron a La Habana en la década de 1950.

Así, complementada con una corbata de lazo, para imprimirle formalidad, la pieza entró en los grandes salones y hasta en las reuniones oficiales del gobierno. Al asumir la primera magistratura en 1944, Ramón Grau San Martín, la elevó al rango de traje de corte. Los líderes cubanos la lucieron habitualmente a lo largo del siglo XX y el propio Fidel Castro, cambió su histórico uniforme verde olivo por una de ellas para asistir a eventos internacionales. "La guayabera figura entre las prendas de vestir más populares de Cuba. Confeccionada con hilo, generalmente de color blanco, es realmente una pieza muy fresca, cómoda y elegante. Esta camisa de faldones grandes que se usa por fuera del pantalón puede ser de mangas largas o cortas. Por lo general, tiene cuatro bolsillos al frente, dos hileras de alforzas en el pecho y tres en la espalda, rematadas por pequeños botones. La guayabera es ideal para el clima tropical y puede combinar comodidad y elegancia" (Yara, 2006, p.3).

La guayabera se ha convertido en la prenda oficial de Cuba y es llevada por los funcionarios en las actividades protocolares. Una resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores justificó la decisión, pues la guayabera ha estado vinculada durante mucho tiempo a la historia de nuestro país y constituye una de las más auténticas y legítimas expresiones de cubanía. La resolución gubernamental indicó las características de las guayaberas masculinas para usarlas en las ceremonias y actos: color blanco, cuello clásico, alforzas al frente y la espalda, aunque se admite cualquier tipo de tejido. También para las mujeres se usa una variante femenina de esta prenda y pueden ser de color variado, aunque con los bolsillos en la parte de adelante e hileras de alforzas.

Recientemente se inauguró el Museo de la Guayabera en Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros de La Habana, donde hay un centenar de prendas de este género donadas por personalidades como el escritor Gabriel García Márquez, Fidel Castro, Hugo Chávez, Lula da Silva, entre otras personalidades. El primero de julio fue escogido por el Gobierno de la República de Cuba, para celebrar cada año el "Día de la Guayabera", fecha del nacimiento del poeta cubano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, más conocido como "El Cucalambé" (1829-1862).

Implicaciones de la moda como indicador de identidad

Considerada una representación social, la moda como expresión cultural denota la caracterización de una construcción social que sitúa a los individuos y los grupos en un determinado contexto social y permite la elaboración de un punto dentro de la identidad cultural social y personal gratificante, o sea, compatible con el sistema de normas y valores social e históricamente determinado. Se constituye en expresión cultural de un país, pueblo o región determinada, incluso de individuos y/o grupos específicos, como un modo particular de percibir y asumir los cambios suscitados en la sociedad; se constituye en nuevo referente del pensamiento, de esta manera se realza como signo visual, tangible y portador de infinidad de mensajes y adquiere una relevancia privilegiada en la configuración de la vida social.

"La moda es el rostro de la sociedad, está en los monumentos del pasado y por eso nos declara su edad y los ideales, el espíritu de una época y las influencias de las distintas culturas, convirtiéndose, así en auxiliar firme de la historia"  (Basail, 2006, p.16).

El contexto social propicia cierta tendencia a decodificar la moda como diálogo, sustituya, desplace o disminuya la relación con otras fuentes de formación humana y de creación cultural. Como hecho económico, responde a criterios muy específicos propuestos dentro de un sistema impuesto por intereses sociales y económicos, también definidos, que involucran procesos de mercado, producción, distribución y consumo.  En este sentido la moda es un modo de concebir, asumir y llevar la vestimenta muy particular, en tanto se define, entre otras cosas, por sus formas de expresión en todos los ámbitos: musical, artístico y gestual, atravesados por una determinada manera de asumir la imagen y proyectarla. Lo cierto es que el hombre ha expresado su libertad en el tiempo a través de la creación de sus realizaciones sociales.

Es muy difícil caracterizar la moda actualmente por la variedad de estilos, modos y criterios, lo más preocupante es concluir: ¿Quién tiene la razón? ¿Lo indio, lo negro, lo mestizo, lo criollo, está destinado a desaparecer por obra y gracia de la invasión de estilos foráneos? ¿Todo lo que promociona la aldea global hay que aceptarlo como moderno? ¿Quién venderá la moda del equilibrio, de la sencillez y la naturalidad? ¿O es que ya esos conceptos pasaron de moda? En este sentido, el negocio de la moda depende en gran medida de la imagen que se consiga ofrecer, de la riqueza y los valores promocionados. Es una anarquía de estilo, una difusión de maneras de vestir más que de una unidad expresiva de identidad a través de la moda.

  • Las identidades colectivas heredadas por la sociedad, corren el riesgo de ser desprestigiadas y menospreciadas por las jóvenes generaciones y con ello pierde relevancia y se diluye el sentido colectivo de la acción.

  • La única alternativa es contextualizar cada indicador de identidad dentro de valores sociales, sobre la base de lo autóctono y así lograr un equilibrio entre las exigencias actuales de la moda y el legado cultural.

  • La educación audiovisual deber procurar el fortalecimiento de la cultura del vestir bajo presupuestos de dirección y sentidos nacionales, antepuestos a un significado puramente comercial.

  • Es necesaria la implementación de producciones nacionales acordes con los tiempos actuales para establecer un mercado nacional de la moda, asequible a las posibilidades económicas del cubano.

  • Urge la preparación de profesionales capaces de desarrollar una forma de vestir con diseños textiles acordes a las exigencias culturales y los patrones definitorios de una identidad nacional.

  • Resta ahora abandonar ideas del pasado y examinar sin prejuicios la realidad actual de la moda, para perfilar derroteros que procuren, desde ella, preservar la identidad cubana.

  • Es importante fortalecer la implementación de políticas que provean el conocimiento, la orientación y la educación del gusto de la población y propicien el reconocimiento por la mayoría de un modo de vestir cubano.

  • Es hora de mirar que más allá de las etiquetas, hay jóvenes que luchan por encontrar un espacio y ser aceptados a pesar de "no estar a la moda". Es hora de marcar la diferencia y asumir la dignidad en la moda en bien del futuro de la nación.

Prevenir el futuro en este sentido, significa adelantarse al cambio y se impone un cambio de mentalidad hacia la moda, una consideración menos superficial porque, algo más que la moda está en peligro.

Conclusiones

  • La identidad es un proceso abierto que utiliza categorías sociales cambiantes propias de un determinado lugar y tiempo, su plano relacional con la cultura y la moda llevan a analizar la necesidad de los pueblos de ser redescubiertos.

  • Partes: 1, 2
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