- Se trata de la neuroestética
- ¿Qué es el arte y qué propósitos nos sirve?
- Antes de la pintura moderna era el arte paleolítico
- El cortejo del homo sapiens moderno como arte
- Comunicarse, un acto, y una destreza creativa
- Libertad de locución
- Conversar: necesidad y arte de supervivencia
- El arte de saber vivir
- El cerebro y las emociones
- La depresión real y la postura depresiva: El síntoma como artilugio
- Cuando una relación amorosa finaliza
- Romper una relación entre amantes
- Las secuelas de la ruptura
- La reacción de los ex-maridos a la disolución del affaire
- El amor no es eterno o para siempre…
- En resumen
- Bibliografía
"Non omnis moriar" ("Nunca moriré por completo, mis obras me sobrevivirán") Horacio (Quintus Horatius Flaccus — 65 AEC–27 DAC)
¿Qué es la música? "Tarta de queso para el oído "Steven Pinker (1952- )
Para dar inicio a nuestras labores en esta ocasión, definiremos una ciencia nueva, basada en el estudio del cerebro y aplicada a la teoría de la evolución.
Las cascanueces por Piotr Tchaikovski
Se trata de la neuroestética
"La Neuroestética (Neuro: nervios, Estética) es una rama de la filosofía que tiene por objeto la percepción de la belleza. Es una ciencia perteneciente al campo de la neurociencia, que busca las bases biológicas y neurales de la creatividad, la belleza y el amor.
"La rama de la neuroestética es el resultado de diversos estudios realizados en los últimos 10 años por el profesor Semir Zeki y su equipo de investigadores del Laboratorio Wellcome de Neurobiología del University College de Londres, quienes tenían como objetivo primordial descubrir cuáles son las similitudes entre lo que es considerado bello por los seres humanos. Tiene como finalidad fusionar a la ciencia, el arte y la filosofía, para responder a cuestiones fundamentales en el comportamiento de los individuos.
"Corteza órbitofrontal medial
"Es una región de la corteza cerebral situada en la parte frontal del cerebro, que forma parte del centro del placer y recompensa del mismo; está estrechamente relacionada con la apreciación de la belleza en los seres humanos." (Para leer más: http://es.wikipedia.org/wiki/Neuroest%C3%A9tica) y para nuestra propia crítica de este tópico: http://www.monografias.com/trabajos88/neuro-utopia-nueva-ciencia-que-todo-lo-explica/neuro-utopia-nueva-ciencia-que-todo-lo-explica).
En esta lección reconsideramos, entre otros tópicos, la pregunta nunca totalmente dilucidada:
¿Qué es el arte y qué propósitos nos sirve?
Continuando con nuestra disertación, recurrimos de nuevo, a WikipediaEs para ofrecer una síntesis de lo que esta enciclopedia define como arte:
"El arte (del lat. ars, artis, y este calco del gr. t????) es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, a través del cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos. El arte es un componente de la cultura, reflejando en su concepción los sustratos económicos y sociales, y la transmisión de ideas y valores, inherentes a cualquier cultura humana a lo largo del espacio y el tiempo. Se suele considerar que con la aparición del Homo sapiens el arte tuvo en principio una función ritual, mágica o religiosa (arte paleolítico), pero esa función cambió con la evolución del ser humano, adquiriendo un componente estético y una función social, pedagógica, mercantil o simplemente ornamental." (Para seguir leyendo: http://es.wikipedia.org/wiki/Arte).
Gatos. Arte esquizofrénico por Louis Wain
Muchos pintores, a veces, lamentan acongojados los obstáculos que surgen cuando tratan de exhibir o vender sus labores estéticas.
"El mercado está repleto de mediocridades, y toda idea original, pronto se encuentra repetida por gente que no puede pintar, ni tan siquiera siguiendo números…" nos afirma la amiga Johanna, decoradora de interiores y autoridad crítica de pintores y de sus pinturas.
De modo similar, muchos escultores anhelan, ansiosa y furtivamente, la llegada del día cuando serán celebrados con la exhibición de sus obras en algún lugar prestigioso, sea éste un museo o una galería de arte. Anhelos, a los que aquí aludo, que son comunes y que comparten casi todos los artífices en todos los medios de expresión estética. (Para leer más: http://www.picassomio.com/art-articles/what-is-the-difference-between-a-museum-and-a-gallery.html).
De manera muy humana, de los artistas, se dice, que temen las reacciones adversas de sus críticos, mientras, se deleitan en la gloria inherente de la recepción favorable…
¿Todos?…
Veamos. Para Siri, las críticas y los críticos eran irrelevantes. El hecho de que Willem de Koonig (autoridad reconocida en el arte del expresionismo) hubiese manifestado que: "[Sus dibujos]… poseen una tendencia innata hacia la originalidad plástica" o que Jerome Witkin, otra autoridad en la materia, dijese: "Esos dibujos son muy líricos, muy, muy preciosos. Ellos son muy positivos y afirmativos, y aún intensos. La energía es tan compacta y controlada, que es, simplemente… ¡increíble!… Son cuadros tan delicados, tan armoniosos… que [ellos] indican [en el artista] un entendimiento básico y sustantivo de las emociones humanas." Witkin y de Koonig, por supuesto, hicieron esas afirmaciones luego de examinar los cuadros, pero antes de conocer la pintora.
Siri
Su presunción fue correcta, de que el sexo de quien pintara los cuadros era femenino, pero no lo fue así, cuando también (ambos) sostuvieran, que (la artista) igualmente [demostraba, que] estaba interesada en la caligrafía asiática.
Pues, resulta que Siri no sabía ni leer ni escribir porque era una elefanta que medía ocho pies de altura, pesaba cuatro toneladas y "dibujaba" agarrando un lápiz con su trompa.
Mientras tanto, en el jardín zoológico de la ciudad de Londres, Congo y Betsy (dos chimpancés) pintaban un promedio de treinta y tres cuadros al día.
Sus obras habiendo sido exhibidas en 1957 en el Instituto del Arte Contemporáneo de Londres, y el año siguiente durante el Festival Real del Arte, también en esa capital británica. Los cuadros de estos dos "artífices del pincel" se vendieron a precios verdaderamente caros. Hoy, algunos de esos cuadros engalanan las residencias, las oficinas y los museos privados de personas quienes se consideran cultas y que se jactan de ser connoisseurs.
El Arte, esa condición única de la "naturaleza humana" cuya explicación es tan elusiva, nos indica, que, si logramos descifrar sus mecanismos — igual como sucede con los del lenguaje — se podrían explicar, las diferencias fundamentales y básicas que separan nuestra especie de las de los primates antropoides (cuyos genes, ya sabemos, compartimos en casi el 99% del complemento total de los chimpancés).
El arte humano en su expresión actual representa una actividad creativa, simbólica y, sin otro fin aparente que el de engendrar fama, reputación y dinero para el artista (amén de que el atesoramiento de dichas obras constituye una demostración elocuente de las posibilidades monetarias de quienes lo acumulen.)
Esto es, si sus residencias [preferiblemente] palaciegas son decoradas con las pinturas y las estatuas de pastelistas y escultores, cuyos precios enormes, son expresión de su éxito. (Para leer más acerca de las artes: http://www.monografias.com/trabajos70/estetica-creatividad-neurociencia-aplicada/estetica-creatividad-neurociencia-aplicada).
Betsy
Antes de la pintura moderna era el arte paleolítico
Varios pintores han sido influidos por las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux.
Picasso, a menudo, se cita como habiendo declarado: "después de Altamira, todo es decadente…"
Sin embargo no existe fuente documentada de esta cita, y no hay registro de que en alguna ocasión, Picasso visitara Altamira u otra cueva prehistórica.
Pero, el arte, en sus manifestaciones estéticas, no está restringido a nuestras especies, ya que se encuentra, en alguna u otra expresión esparcido por toda la Naturaleza.
El Ave conocida como el Bowerbird (género Ptilonorhynchidae), indígena de Australia y Nueva Guinea manifiesta talentos artísticos inequívocos en sus labores instintivas de adaptación reproductiva.
El macho de esta especie, construye, protege y defiende — para lograr su admisión al cuerpo de la hembra que corteja — un nido construido en la forma de un pabellón de proporciones enormes (8 pies de diámetro por 4 pies de altura), ricamente decorado y de elaboración extraordinaria.
Esta construcción atestigua de la persistencia de quien lo construye, de las habilidades propias para diseñar su obra (ya que no existen dos nidos-pabellones que sean similares) y de su poder físico, habiendo acarreado por distancias considerables, materiales cuyos pesos a menudo excedieran el propio.
Arte: ¿por el valor creativo o por el valor reproductivo?
Para realizar su trabajo, este macho debió también de lograr haber sido respetado por otros pájaros de su propia especie — a menudo envidiosos pero más débiles — quienes tratarían continuamente de usurparle la propiedad o de sabotear sus esfuerzos.
El ave enamorada, debe de gozar, por supuesto, de una buena memoria, para haber pasado revista a los trabajos de sus adversarios, construyendo su nido de modo diferente, original y distinto de los millares que se erigen en su vecindad de la jungla.
La hembra instintivamente sabe cómo seleccionar ese espécimen, cuyos talentos arquitectónicos y artísticos confirman que posee los genes, que le permitirán a ella traer al mundo los mejores descendientes.
Sólo en el último aspecto, esta forma de expresión artística, traduce la presencia de una función adaptiva.
El arte, como nosotros lo concebimos, en sus expresiones polifacéticas, debe de poseer, para nuestro género, elementos de adaptación, que pueden ser útiles para nuestra supervivencia.
Esta lección es acerca de la creatividad, de las artes, de sus actividades como función y proceso y de sus apuntalamientos evolucionarios y neurocientíficos.
El cortejo del homo sapiens moderno como arte
El ser humano, quien creemos es el animal más inteligente de toda la creación, por su parte, conduce el enamoramiento de la hembra de su especie de un modo tan elaborado como el de otros animales — aunque, quizás, menos estéticamente — ya que no todos los miembros de nuestra especie son creativos, como lo son ciertas aves, instintivamente, como ya hemos visto.
No necesitando hacer la oferta de comida, en su lugar el hombre actual ofrece joyas y regalos a la hembra a la cual trata de conquistar.
Un plato de viandas es alimento y puede que sepa muy bien; pero un rubí, significa para quien lo recibe, que quien lo obsequia, puede prodigar más seguridades, y conveniencias más ciertas, que quien solo puede invitar como agasajo, a la mujer deseada, al lugar más cercano donde se sirven longanizas.
La mujer, por su parte, impresiona al hombre con los adornos y afeites prescritos por cada cultura: pies diminutivos, esbeltez delicada, rostro armonioso y simétrico — aunque, a veces, cubierto por el velo requerido en los países musulmanes (adivina adivinador, ¿sabes cuán hermosa yo soy?) — piernas largas, senos prominentes sin ser exagerados, ropa seductiva de diseño exclusivo; y, en fin, lo que nuestros queridos lectores deseen imaginarse.
Todo ello, desafortunadamente, careciendo conspicuamente de los mensajes implícitos que a larga importarán más culturalmente.
Estos mensajes siendo, entre otros: ¿Qué clase de pareja la otra persona será? ¿Será fiel y leal? ¿Cómo padre, será uno ausente o un padre disponible e involucrado? ¿Qué clase de madre va a ser? ¿Será protectora, tolerante y paciente o relegará sus deberes a las criadas? ¿Será frugal? (Esta, es pregunta para los dos esposos) y muchos otros detalles, que más tarde (cuando el romance se atenúe) adquirirán importancia crucial.
Pero es que buscarle respuesta a estos asuntos difíciles, generalmente se evade durante el transcurso de un interés, comúnmente, dominado por las hormonas reproductivas — en el cual la pareja está hechizada por la magia del romance — ilusorio, en sus expectaciones.
Un idilio durante el cual las apariencias predominan y, donde circunstancias fortuitas, deciden el curso final de los eventos.
El desenlace final, pudiendo resultar en el hecho de haberse apareado o contraído nupcias por las impresiones exteriores (el efecto del "uniforme militar", o por el de la "belleza perfecta").
Acto que, a plazo largo, en nuestro medio, con frecuencia, resulta en la separación o en el divorcio…
El divorcio, esa clausura final o baja de cortina que hoy se acepta como desenlace habitual al matrimonio actual.
En esta coyuntura hemos aprendido algo acerca del arte de la comunicación entre los sexos para fines de cohabitación, sea ésta o no reproductiva.
Prosigamos
De lo antedicho deriva, que el arte no está circunscrito a las obras plásticas o musicales: Porque, también existen el arte sanar, el de conversar y otros más…
Durante ocasiones especiales, casi todos intentamos acercarnos un poco más a la familia. Especialmente, a esos parientes a los que apenas vemos durante el transcurso del año, o los que más dificultades nos plantean a la hora de encontrarnos.
Son fechas en la que, cada año, parece reeditarse la obligación de ser felices por unas tres semanas y de llevarse bien con todo el mundo, o al menos, de aparentar hacerlo.
Es dentro de la familia, junto con el de las amistades, el ámbito en el que se escenifica principalmente este propósito de enmienda. Porque casi todos, sin excepciones, sabemos que en materia de relaciones humanas siempre se puede aprender y mejorar.
Lo que sigue son unas líneas de reflexión para comunicarnos más eficaz y satisfactoriamente y para saber escuchar a nuestro interlocutor y ponernos en su lugar.
No estamos ante un tema trivial: las consultas de psicólogos y psiquiatras están llenas de personas que acuden a ellos en busca de alguien que les escuche.
Según los expertos en relaciones humanas, la soledad será uno de los problemas sociales más agudos de este milenio en los países más desarrollados.
En la prensa británica, durante la semana de las pascuas, una mención especial se hace criticando a los hijos de Margaret Thatcher, por despreocuparse por su madre durante las celebraciones, abandonándola de nuevo en un hospicio, como han hecho consuetudinariamente. (Para leer más: http://www.dailymail.co.uk/news/article-2080536/The-Iron-Lady-Margaret-Thatcher-ignored-children-Christmas.html).
Comunicarse, un acto, y una destreza creativa
Nuestro modo de vida aumenta el riesgo de quedar aislados de los demás. Por ello es tan necesario mejorar nuestra comunicación en general, reivindicar el placer de la conversación y aumentar el interés de compartir con los otros nuestras vivencias, opiniones y sentimientos.
Partiendo desde este principio, la comunicación es un acto creativo cuyo éxito no sólo se mide por el hecho de que el otro entienda lo que decimos, sino también porque aporte su propio mensaje.
La interacción humana, la comunicación, es la base en la que se forja la convivencia, y una necesidad genérica tan esencial como son el descanso o la comida.
Es en la comunicación donde la persona se destaca como el ser complejo que es y donde se produce la socialización.
Es un camino, un derrotero, o una vía desde la cual nos encontramos a nosotros mismos mediante el diálogo con los otros.
Las palabras, sin duda, son fascinantes y nos conviene disponer de un amplio léxico y usarlo con precisión, y con toda la libertad posible.
Ahora bien, las palabras no pueden aspirar a constituir la totalidad del mensaje, son sólo el comienzo. Ya que es detrás de ellas está el cimiento sobre el cual se construyen las relaciones humanas.
"El cuerpo es el mensaje", nos dicen los sabios de las calles, parafraseando la frase "el medio es el mensaje", hecha famosa por Marshall McLuhan.
Bowerbird
Los expertos discuten también el valor de la comunicación no verbal (apariencia física, postura, gestos, contacto corporal y expresión facial, especialmente la mirada y los aspectos de los labios), y del metalenguaje (tono, volumen y timbre de voz, cadencia, inflexiones y silencios).
Algunos especialistas aseguran que del total de la percepción de los interlocutores con los que nos comunicamos, el 55% depende de nuestro lenguaje corporal, el 38% del metalenguaje y sólo el 7% de las palabras que utilizamos.
La palabra está menguando
Los bebés no hablan, pero comunican sin cesar, mientras que los animales hacen lo mismo.
La verbosidad, mal de tantos, sigue después…
Pero no nos engañemos, la palabra es esencial, aunque no siempre expresa lo que quien habla piensa y disimula.
Palabra, voz y gestos forman, pues, un conjunto indisociable en cualquier conversación y, por extensión, en las relaciones humanas.
Lingüista Raymond Birdwhistell sostiene "que el lenguaje corporal y el hablado dependen uno del otro. Cualquiera de ellos aisladamente no nos dará el sentido completo de lo que una persona dice".
Por eso nos parece tan importante ver a quien con nosotros habla, y preferimos no abordar ciertos temas por teléfono.
Libertad de locución
Nuestra Constitución reconoce la libertad de expresión como derecho de los ciudadanos. Pero, ¿nos comunicamos con entera libertad? No sólo hemos renunciado al contacto físico (cada día nos tocamos menos), restringimos los gestos, o controlamos la señal de nuestra mirada ante algunos interlocutores: lo que asimismo hacemos con la información verbal. (Para un video interesante: http://www.youtube.com/watch?v=OoNtKdkEJww).
Nido del bowerbird
Pensamos, quizá inconscientemente, que lo que perdemos en expresividad lo ganamos en protección.
El resultado de este planteamiento es lamentable, además de paradigmático de nuestra época: normalmente, hablamos mucho y decimos bien poco — aunque no seamos políticos de profesión.
Entonces, así, sin darnos cuenta, llegamos a unos míseros niveles de expresividad y a una comunicación tan elemental que cuando necesitamos elaborar y transmitir mensajes con contenidos problemáticos, pesados o complejos, caemos víctimas del temor y la duda: ¿sabré decir con precisión lo que quiero?
Este miedo no es trivial.
Proporcionar información sobre sentimientos, emociones, complejos o querencias, lo asociamos con desnudarnos psicológicamente. Tememos abrirnos a los demás, pensamos que si se nos conoce a fondo nos convertiremos en seres más vulnerables.
Lo que, en cierta medida, es verdad.
Todos somos, a nuestro modo, débiles, pero flaquezas y limitaciones forman parte indisoluble de nuestra personalidad y hemos de convivir con ellas sin necesariamente exponerlas al juicio — a veces implacable — de la percepción ajena.
No se trata de airear nuestros problemas o miedos, sino de afrontarlos con madurez, sin necesariamente compartirlos con los demás.
Quien se expresa con libertad y lo hace sin temor al "qué dirán" o "qué pensarán" es quien mejor se conoce y se acepta como es. Ya que nadie transmite mejor idea de sí mismo ni es más fuerte ante posibles agresiones del exterior que quien se conoce y se acepta como es.
Centauro por Pablo Ruiz Picasso
Conversar: necesidad y arte de supervivencia
Seamos conscientes de que nuestra forma de ser y de estar en el mundo, el tipo de convivencia que creamos a nuestro alrededor, depende de nuestras actividades comunicativas.
Hablemos de nosotros y desde nosotros. Huyamos de los estereotipos y de las conversaciones triviales.
Gestionemos positivamente nuestras limitaciones y ansiedades. A casi todos nos agradan las personas naturales y sinceras.
Compartamos — con la discreción debida — opiniones, sentimientos y emociones con quienes nos son cercanos.
Atendamos a nuestra respiración, tono y modulación de voz: nos informan de nuestras emociones y ayudan a que transmitamos bien el mensaje. Tengamos en cuenta también nuestro movimiento corporal y expresión facial.
Observemos los gestos faciales de la persona que tenemos enfrente, tanto cuando nos toca hablar como cuando escuchamos. Utilicemos la sonrisa como señal de aceptación y acercamiento, no como disimulo o para caer bien.
Escuchemos de veras. Hagamos sentir a la otra persona que es importante para nosotros. Quien sabe escuchar y se interesa por los sentimientos de sus interlocutores, es más ansiado por los demás y sus mensajes son escuchados con más atención y cordialidad.
Consideremos opiniones diferentes a las nuestras, aunque no las compartamos. Siempre reflexionemos sobre ellas.
Eliminemos los obstáculos que impiden la comunicación: acusaciones, exigencias, juicios de valor, prejuicios, generalizaciones o estereotipos, negatividades y silencios injustificados.
Respetemos el espacio vital y los lindes que cada persona quiere mantener ante nosotros, para que no se sienta invadida en terreno que considera exclusivo.
Consumismo conspicuo
Reivindiquemos la ternura y la afabilidad en la charla. El riesgo de resultar empalagosos no debe desanimarnos: pecamos, casi siempre, de lo contrario. ("Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos".) Baltasar Gracián
Las palabras y su uso son importantes. El uso de la semántica es un arte que si no se aprende obstaculizará nuestro éxito de nuestra vida en sociedad — haciéndonos inefectivos.
El arte del amor (no se confunda con el Ars amatoria de Ovidio) |
¿Es el amor un arte? Sí que lo es, nos aseveran los sabios. En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno "tropieza" si tiene la suerte? Todos están sedientos de amor. Ven innumerables películas basadas en historias de enlaces felices o desventurados, escuchan centenares de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Esa peculiar actitud se debe a varios factores que, individualmente o combinados, tienden a sustentarla. Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, y menos en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se los ame, cómo ser dignos del amor. Para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos — utilizado especialmente por los hombres — es tener éxito, ser tan poderosos y ricos que facilite el poder adquisitivo de la propia posición. (Conocido por Thorstein Veblen como consumismo conspicuo). Otro — usado particularmente por las mujeres — consiste en ser atractivas por medio del acicalo del cuerpo, la ropa, y asuntos similares. Existen otras formas de hacerse atractivo, que utilizan tanto los hombres como las mujeres, dependiendo de lo que el ambiente social valore más en ese momento y lugar. Muchas de las formas de hacerse querer son similares a las que se utilizan para alcanzar el éxito, para "ganar amigos e influir los demás". En realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal. La segunda premisa, que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es la suposición de que el sujeto del amor es el de un objeto y no de una facultad, como si dijésemos: es un asunto de distinción entre función y proceso. La gente cree que amar es sencillo. Lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o para ser amado por éste. En las últimas generaciones el concepto de amor romántico se ha desechado casi universalmente en el mundo occidental. En los Estados Unidos de Norteamérica, si bien no faltan consideraciones de índole convencional, la mayoría de la gente no aspira a encontrar un "amor romántico", o a tener una experiencia personal del amor que lleve luego al matrimonio u otro tipo de relación permanente. Ese nuevo concepto de la libertad en el amor debe haber acrecentado enormemente la importancia del objeto frente a la de la función. Existe en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con este factor. Mucho en nuestra cultura se basa en el deseo de adquirir, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a otras personas en una forma similar. Una mujer o un hombre atractivo son premios que se desean adquirir. "Atractivo" significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado infinito de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente. De cualquier manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable desde el punto de vista de su valor social y al mismo tiempo, debo resultarle deseable, teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio. En una cultura en la que prevalece la orientación cambiaria y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo. El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre la experiencia inicial del "enamorarse" y la situación permanente de estar enamorado o, mejor dicho de "permanecer" enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo son casi todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa y se sienten cercanas, sintiéndose una, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes eventos de la vida. Y resulta aún más maravilloso y milagroso para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas, y sin cariño. Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza, efímero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por envenenar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no conocen todo esto, ya que en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar "locos" el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando sólo muestra el grado de su previa soledad. Esa actitud — de que no hay nada más fácil que amar — sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si ello ocurriera con cualquier otra contingencia, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores o renunciaría a la acción. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas del desengaño y estudiar el significado de la pérdida. El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otra destreza: música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la arquitectura. ¿Cuáles son los pasos necesarios para aprender cualquier tarea? El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes:
Si lo que deseo es aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades. Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, guiados por mi intuición, que es la esencia del dominio de cualquier talento adquirido. Pero aparte del aprendizaje de la teoría y la práctica, un tercer factor es necesario para llegar a dominar cualquier artesanía. El dominio de ese arte debe ser un asunto de fundamental importancia, nada en el mundo debe ser más importante que su ejecución cabal. Esto es válido para la música, la medicina, la carpintería y el amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos, sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender esa actividad natural. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder. Dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte de amar. ¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero o prestigio, y que el amor, que "sólo" beneficia el alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías? La respuesta es triste, pero es verdad. El amor se ha confundido con la sexualidad. Y aunque ambos se encuentren entrelazados, permanecen separados en sus localizaciones neurales. La lujuria y el amor no son sinónimos. Pero sí — y cuando, se confunden — como a menudo sucede, el resultado son los desenlaces amargos que tanto ocurren por falta de la capacidad de regular los afectos. Prosigamos, hablando de otro arte |
El arte de saber vivir
Hace unos años que solíamos reunirnos en casa de una pareja donde dedicábamos una sesión de 90 minutos semanales para explorar temas de interés y ajuste médico/psiquiátrico de índole general clausurados con una sesión de self-help, como lo prescribe nuestro sistema.
A raíz de haber obtenido resultados positivos para la veintena de personas que acudían a los grupos, comencé a editar lo que optimistamente llamara La Revista del Saber Vivir.
Años más tarde comencé dos columnas en el Internet auspiciadas por LNTD, llamadas: Lecciones Numeradas, El Caso Difícil y la Universidad Digital (UD).
No satisfecho, y, por falta de tiempo, abandoné esos senderos para dedicar mis artículos a personas, aunque desconocidas, que solicitan mi ayuda y a mis pacientes.
El artículo que fue el primero de una serie de consejos y consideraciones filosóficas que preparara para ofrecer con la regularidad y constancia que el tiempo, entonces, me permitiera.
Aprender a vivir
Aprender a vivir es una compleja tarea que toma toda una vida y en la que no siempre se logra el resultado deseado.
Son muchos los factores que contribuyen a ello, como la pérdida de figuras significativas en edades tempranas del desarrollo, una niñez desdichada en un medio familiar caótico, matizado por maltrato infantil, abuso sexual o psicológico.
Abandono emocional, el padecimiento de enfermedades mentales graves que deterioran el discernimiento, las emociones y la conducta.
El niño Kim Jong Un: El Gran Sucesor, de quien hablaremos en otra ocasión
Determinadas enfermedades físicas que comprometen la calidad de vida de quienes las sufren, por invalidez, discapacidad o el dolor que las acompañan, entre otros asuntos de importancia.
Además de estas contingencias, otras razones conspiran contra el propósito de aprender a vivir, entre las que se encuentran: la utilización constante de comportamientos ineficaces para una adaptación creativa, el autoengaño en sus diversas formas de presentación, como la justificación de las conductas mal adaptivas, la complacencia exagerada por lo logrado, teniendo metas apremiantes por cumplir, la magnificación de problemas que no son tales y minimizar los recursos propios, por sólo citar unos ejemplos.
Vivir en la inmediatez, como algunos individuos que no son capaces de posponer las gratificaciones para poder alcanzar otros objetivos más importantes a mediano o largo plazo —– patrón de comportamiento muy identificado entre los dependientes del alcohol, las drogas, los fármacos u otras sustancias –— también conduce a una vida de poca calidad, así como la presencia de pensamientos suicidas, la automutilación y otras formas de auto decepción.
Enseñar a vivir a otros constituye, sin lugar a dudas, un arduo y complejo proceso participativo, en el que el protagonismo fundamental le pertenece al sujeto que lo intenta y cuyos resultados afectarán, para bien o para mal, a él mismo y a sus familiares.
Biblioterapia para aprender a vivir es un esfuerzo más en este sentido, en su lectura usted encontrará una serie de expresiones escritas con la exactitud con que fueron manifestadas por una gran cantidad de personas atendidas por mí durante casi medio siglo de práctica profesional continua. Ellas reflejan mecanismos reactivo-adaptativos que conspiran contra el crecimiento personal de quienes las pronuncian, como: las encargadas de justificar un comportamiento anormal, las de defensa para culpar a otros de lo que les ocurre por su propia manera de comportarse e impiden la introspección; las que obstaculizan alcanzar el auto-conocimiento, las que hacen más difícil la solución de las dificultades… (Para encontrar recursos en abundancia: /cgi-bin/search.cgi?query=larocca).
Podrá hallar también consejos útiles para enfrentar problemas universales como son las relaciones paterno-filiales, las matrimoniales, el mal hábito de fumar, el consumo de drogas en la adolescencia, el logro del autocontrol, las formas de enfrentamiento al estrés, y ¿quién sabe, ayuda ética, artística y espiritual?
Además, consideramos oportuno tratar aspectos relacionados con la prevención del suicidio, para lo cual incluimos varias técnicas de entrevistas y algunas formas de enfrentamiento y manejo de las personas con pensamientos suicidas que hayan intentado contra su vida, y de los familiares del fallecido por este medio.
Como siempre, en nuestra mente siempre hay lugar para tratar de combatir el flagelo de la obesidad y de la ignorancia acerca de las dietas, que hoy nos azota.
Para aprender a vivir fue escrita esta serie.
Pero todo lo que, en la vida nos atañe se origina, finalmente, en el cerebro.
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