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Diferendo Estados Unidos de América – Cuba (página 2)


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  • Su posición geográfica

Vías de comunicación marítimas

Su clima

  • Fertilidad de sus suelos.

  • Existencia de importantes recursos naturales

  • Sus puertos y vías de comunicación.

El gran pretexto: "Cuba es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos".

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Cronología histórica del diferendo.

En su declaración de independencia del 4 de julio de 1776 se señala:

Declaración de independencia de los EE.UU. (4 de julio 1776).

"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables, que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres, los gobiernos que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados, que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad"

Podemos preguntarnos si ha sido fiel la actuación del estado norteamericano en la esfera internacional, a los principios proclamados para su pueblo. Afirmamos que NO pues ninguno de estos preceptos contenidos en la declaración de independencia fueron cumplidos en aquella etapa ni en la actual.

Refiriéndose a la beligerancia con Inglaterra plantean una posición que se contradice con la política exterior que han aplicado desde entonces.

La doble moral en la política exterior de los Estados Unidos

La práctica de su doble moral se refleja en este planteamiento de uno de sus líderes en relación con Inglaterra a raíz del conflicto entre ambos.

"Desean impedir nuestro comercio con todas las partes del mundo(…) quitarnos nuestras cartas, aboliendo nuestras leyes más estimables y alterando fundamentalmente las formas de nuestro gobierno".

El engaño y la falta de ética en la conducción de la política exterior de los EEUU ha estado presente desde su surgimiento como nación, e incluso, estuvo presente en la aplicación de la política hacia su propio pueblo cuando propiciaba la revalidad entre tribus y las hacían firmar tratados engañosos para apoderarse de sus tierras y conseguir otros beneficios.

La vocación expansionista de los EE.UU. se aprecia ya con nitidez con la presidencia de John Adams en 1778 cuando exigió la conquista de Canadá, Nueva Escocia y Florida para dar así surgimiento a la teoría del destino manifiesto.

Teoría del destino manifiesto

"Nuestra posición no será nunca sólida hasta que Gran Bretaña no nos ceda lo que la naturaleza nos destinó a nosotros o hasta que nosotros mismos no le arranquemos esas posiciones…".

En 1783 comienza su política de expansión con la exigencia a Inglaterra de que estos negociaran los territorios de Canadá y el río Mississippi.

De tal modo la expansión de EE.UU. comenzó con medidas de expropiación de las tierras de las tribus aborígenes mediante ordenanzas para posteriormente extenderse mediante guerras de rapiñas por los territorios de los vecinos con economías débiles como México al cual le arrebataron 945 mil millas cuadradas lo que constituye casi el 50 % de su territorio por lo cual pagaron al gobierno mexicano 26,8 millones de dólares. Esta anexión se extendió hasta 1853 al apoderarse del territorio de la Mesilla.

Territorio mexicano usurpado por Estados Unidos.

Texas, Arizona, Nuevo México, California, Nevada, Utah, parte de Wyoming, La Mesilla. Alrededor de 945 mil millas cuadradas (equivalente aproximadamente a 2 millones 446 Km. cuadrados).

México actualmente ocupa un territorio de 1. 972 546 Km. cuadrados.

Surgimiento de Cuba como nación.

Por otra parte Cuba surge como nación muchos años después del surgimiento de los EE.UU. Somos el resultado de la mezcla entre españoles y africanos para dar surgimiento al criollo. Podemos establecer el proceso de consolidación de nuestra nación con todos sus atributos cuando da comienzo lucha por la independencia en 1868 – 1878, es cuando toma su máxima dimensión el conflicto colonia-metrópoli. (Leer nacionalidad y Nación de Sergio Aguirre).

Algunos acontecimientos propiciaron esta radicalización.

Los máximos exponentes en la defensa y creación de nuestra nacionalidad entre los que se encuentra José A. Saco, destacaron que las relaciones familiares, el idioma, las costumbres, los modos peculiares de ser, de pensar y de sentir, resumían el concepto de nuestra nación; lo que llamo años mas tarde Martí como "nuestro agrio vino, pero nuestro", la Patria como era comprendida y sentida por todos, con sus virtudes y sus defectos, su fealdad y su belleza.

Por tanto la anexión propugnada significaba renunciar a nuestra nacionalidad.

En 1779 se estableció en la Habana el primer agente especial de los EE.UU. en América Latina, Robert Smith, quien tenia la misión de interceder y establecer la cooperación con los corsarios norteamericanos ante las autoridades españolas.

La industria azucarera despertó el apetito y las pretensiones anexionistas de los EE.UU. lo cual expresó Benjamín Franklin con la idea de organizar un monopolio azucarero. Ya para esta fecha Cuba se destacaba además del cultivo del café y el tabaco como productora de azúcar y sus derivados, sus tierras fértiles y el comercio de esclavos propiciaban esta producción.

En 1805 Tomas Jefferson emitió las primeras declaraciones oficiales que expresaban el interés de apoderarse de Cuba.

Continuidad de la politica anexionista

Tomas Jefferson en 1805.

"En caso de guerra entre Inglaterra y España, Estados Unidos se apoderaría de Cuba por necesidades estratégicas para la defensa de Lousiana y de la Florida".

De esta forma se expresa con toda claridad la proyección geopolítica de los gobiernos de las EE.UU. con relación a Cuba vinculando esto con una supuesta seguridad nacional.

Entre 1808 y 1810 se producen expresiones de los mandatarios de EE.UU. que reafirman su política anexionista.

James Madison envió a Cuba a un agente especial para establecer contacto con elementos anexionistas y realizar actividades conspiradoras y con ellos envió una nota a Inglaterra mediante su ministro en Londres.

Nota de James Madison al gobierno de Inglaterra:

"La posición de Cuba da a Estados Unidos un interés tan profundo en el destino de esa isla, que aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo que pudiera hacer de esa posición un punto de apoyo contra el comercio y la seguridad de Estados Unidos".

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Después de 1818 muchos estadounidenses se instalaron con sus capitales en Cuba y mientras, los terratenientes criollos se dividían entre el reformismo y el anexionismo; los representantes del reformismo perseguían el logro de concesiones políticas y económicas de la metrópoli, y los anexionistas proponían anexar la isla a los Estados Unidos.

En contraposición a estas tendencias entre el 1820 y 1830 sobresalen las ideas independentistas en las figuras del sacerdote Félix Varela y el poeta José María Heredia.

En 1823 el expresidente Jefferson expresa nuevamente las ambiciones geopolíticas del gobierno de EE.UU. sobre Cuba.

Declaración del Expresidente Jefferson en 1823:

"Confieso francamente haber sido siempre de la opinión que Cuba sería la adición más interesante que pudiera hacerse a nuestro sistema de Estados. El dominio que, con el promontorio de la Florida, nos diera esta isla sobre el golfo de México, sobre los ríos que en él desembocan, llenaría por completo la medida de nuestro bienestar político.

En 1823 John Quincy Adams, secretario de Estado de los EE.UU. se opuso a toda acción que pudiera desencadenar en una guerra con Inglaterra y sugirió la conocida política de la fruta madura.

Política de la fruta madura planteada por Quincy Adams (28 de abril de 1823).

"El traspaso de Cuba a Gran Bretaña sería un acontecimiento muy desfavorable a los intereses de esta Unión (…) La cuestión tanto de nuestro derecho y de nuestro poder para evitarlo, si es necesario por la fuerza ya se plantea insistentemente en nuestros consejos, y el gobierno se ve obligado en el cumplimiento de sus deberes hacia la Nación, por lo menos a emplear todos los medios a su alcance para estar en guardia contra él e impedirlo".

"Pero hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física, y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, e incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar, necesariamente hacia la Unión Norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que a la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno.

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Doctrina Monroe. (2 de diciembre 1823). (Fundamento ideológico de la política anexionista).

"Los continentes americanos, por la libre e independiente condición que han asumido y que mantienen, no deberán ser considerados ya como susceptibles de futura colonización por cualquiera de las potencias europeas".

"La sinceridad y relaciones amistosas que existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias, nos obliga a declarar que consideraríamos peligroso para nuestra paz y seguridad cualquier tentativa de parte de ellas que tenga por objeto extender su sistema a una porción de este hemisferio, sea cual fuere. No hemos intervenido ni intervendremos en las colonias o dependencias de cualquier potencia europea, pero cuando se trate de gobiernos que hayan declarado y mantenido su independencia y que después de madura consideración, y de acuerdo con justos principios, hayan sido reconocidos como independientes por el gobierno de los Estados Unidos, cualquier intervención de una potencia europea, con el objeto de oprimirlos o de dirigir de alguna manera sus destinos, no podrá ser vista por nosotros sino como la manifestación de una disposición hostil hacia los Estados Unidos".

Estados Unidos basaba su política en la idea de ampliar los vínculos comerciales con América Latina y eliminar las ventajas comerciales inglesas en el continente.

Obsérvese como hoy la estrategia es la misma con la creación del Tratado de libre comercio que intentan imponer a América Latina.

De 1820 al 1830 cobraron auge en Cuba las ideas independentistas. Se produce la conspiración de Soles y Rayos de Bolívar donde figuró el abogado y poeta José María Heredia.

La batalla de Ayacucho en 1824 donde fueron derrotadas las últimas tropas españolas en Sudamérica, alentó a los independentistas cubanos y los unió a las ideas de Bolívar de excluir a los Estados Unidos y crear una confederación que incluía la liberación de Cuba y Puerto Rico.

Papel de los revolucionarios y patriotas cubanos que se opusieron a la política anexionista. Papel de la revolución latinoamericana iniciada por Bolívar

La visión de Bolívar quedó diafanamente explícita en sus palabras: Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de misereas a nombre de la Libertad"

En 1825 rebeldes de México y Colombia se propusieron colaborar para liberar a Cuba del dominio de la metrópoli. Como ha planteado el Comandante en Jefe en reiteradas ocasiones con esta intención de los patriotas latinoamericanos no se alcanzaba la liberación verdadera pues en Cuba en esta etapa no habría nada que liberar, éramos una provincia mas de España y el sentimiento nacional e independentista no estaba totalmente cuajado.

Varios presidentes norteamericanos procuraron la compra de Cuba a los españoles: Polk, en 1848; Pierce, en 1853; Buchanan, en 1857.

En 1857 Buchanan como presidente de Estados Unidos emplea la publicación del Manifiesto de Ostende cuyo contenido se resume en el siguiente párrafo.

"Los Estados Unidos deben comprar a Cuba por su proximidad a nuestras costas; porque pertenecía naturalmente a ese grupo de Estados de los cuales la Unión era la providencial casa de maternidad; porque dominaba la b oca del Mississippi cuyo inmenso y creciente comercio tiene que buscar de reposo, no podría nunca estar segura, hasta que Cuba estuviese dentro de sus fronteras¨.

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"El interés de los esclavistas sirvió de estrella polar a la política de los Estados Unidos, tanto en lo exterior como en lo interno. Buchanan, en realidad, había comprado el puesto de Presidente mediante la publicación del Manifiesto de Ostende, con el cual la adquisición de Cuba, sea mediante el hurto o la fuerza de las armas, se proclamó como la gran tarea de la política nacional. Bajo su gobierno, el norte de México ya dividido entre los especuladores de tierra estadounidenses, que esperaban con impaciencia la señal para caer sobre Chihuahua, Cohuila y Sonora…"

El pensamiento patriótico-revolucionario cubano se forjan en el entorno de acontecimientos que se suceden durante la época como son:

La guerra de Secesión (1861-1865);

  • La firma del Tratado Lyon Seward por EE.UU. e Inglaterra;.

  • La proclamación de la abolición de la esclavitud por Abrahan Lincoln;

  • Los fracasos del reformismo en 1867;

  • Los fracasos de España por restaurar su dominio en América

Algunos pensadores cubanos veían la soberanía de Cuba ligada a la intervención foránea y por tanto no la rechazaban, era el caso de Félix Varela

(El primero que nos enseñó a pensar) quien años mas tarde, esclarecidas sus ideas, ve la independencia como una empresa continental; sus ideas nos son muy útiles en la actualidad junto a las de Martí:

Félix Varela: (Muere en 1853 el mismo año en que nace Martí) Representante de la llamada pentarquía creadora cubana (Arango y Parreño, José A. Saco, Luz y Caballero, Felipe Poey y Domingo del Monte).

"Son enemigos todos los que por cualquier respeto lo fueren de la Patria. Firmeza y decisión para castigarlos. Olvido sobre lo pasado. La generosidad en cada partido, no es ya solo una virtud moral; es un deber político cuya infracción convierte al patriota en asesino de su patria. Unión y valor; he aquí las bases de nuestra felicidad."

"No hay que alucinarse. Yo soy el primero que estoy contra la unión de la Isla a ningún gobierno, y desearía verla tan Isla en política como lo es en la naturaleza…"

Después de fracasados los intentos de reformas por parte de los patriotas cubanos y ante la negativa del gobierno colonialista español de dar libertades y abolir la esclavitud en Cuba, continuó tomando fuerza el sentimiento nacional autóctono y creció la madurez patriótica de ciertos sectores terratenientes del centro-oriente cubano, que les permitió comprender la importancia de desatar una revolución anticolonial la cual tuvo su punto inicial en el alzamiento del 10 de Octubre de 1868 encabezado por Carlos M. de Céspedes; esta , lucha se extendió durante 30 años y culminó con la ocupación de Cuba por parte de los Estados Unidos en 189, con lo cual el país paso a ser colonia económica del vecino del norte hasta el primero de enero de 1959 cuando se produjo la definitiva independencia y la culminación de casi cien años de luchas por alcanzarla.

De cómo se manifestó en este largo período histórico la política de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos trata esta clase donde mostraremos las evidencias históricas que desenmascaran sus ansias anexionistas hacia Cuba.

La posición de los EEUU de América durante las luchas de los patriotas cubanos por su independencia del yugo español (1868-1898)

El 10 octubre de 1868 se produjo el alzamiento en la Damajagua en Manzanillo, ese día las campanas del ingenio llamaron a los esclavos no para que partieran rumbo al campo a trabajar sino para que se concentraran en el batey y escucharan al jefe del movimiento independentista. Ante los rostros sorprendidos de sus esclavos se presentó Céspedes; traía una bandera, símbolo de la insurrección libertadora, y con palabras llenas de amor y rebeldía les comunicó que desde aquel momento eran libres y les convocó a luchar por la libertad. Momentos después Céspedes dio lectura al manifiesto del 10 de octubre que, constituye la Primera Declaración de Independencia de Cuba.

Objetivos de la guerra de los diez años

  • La abolición de la esclavitud.

  • Establecer una república democrática e independiente.

Clase dirigente de la guerra de los diez años

  • Terratenientes orientales más radicales y revolucionarios.

Fuerzas motrices de la guerra de los diez años

  • Esclavos

  • Campesinos

  • Artesanos

  • Profesionales

Carácter de la guerra de los diez años

  • Antiesclavista

  • Anticolonialista

  • De liberación nacional

Forma de lucha

  • Guerra de guerrilla

  • Carga al machete

  • Invasiones

Poco después de iniciada la contienda bélica de 1868, España reclamó del gobierno norteamericano la represión de las actividades de la emigración cubana en apoyo a la lucha. Mientras con gran dificultad los emigrados lograban alquilar viejos busques y enviar modestos recursos al Ejercito Libertador, el gobierno de Estados Unidos comenzó la fabricación de 30 potentes cañoneras destinadas al colonialismo español.

Los Estados Unidos continuó violando la ley de neutralidad con el apoyo que brindaba a España pertrechándola de potentes cañoneras mientras dificultaba que los emigrados cubanos alquilaran viejos buques y enviaran modestos recursos para el ejército libertador.

"Los españoles están peleando con armas compradas en Maiden Lane, en casa de Shurley, y a nosotros en todo el año, no nos ha sido permitido comprar nada (…) Quisiera ver cambiada la infame ley de neutralidad de Estados Unidos -. Esa infame ley de ayuda a los españoles a quedarse en Cuba, y que se opone a que los cubanos se defiendan".

Tomas Jordán, Mayor General de Ejército Libertador.

Apuntes sobre el origen de la ley de neutralidad:

Esta ley tuvo su origen el 3 de marzo de 1817 y fue aprobada por el Congreso a propuesta del presidente de los Estados Unidos James Madison, con la misma se sancionaba a 10 años de cárcel y 10 000 USD de multa a todo el que armara un buque privado contra un estado en paz con los Estados Unidos. En lo sucesivo fue utilizada por diferentes gobiernos de los EE.UU. para enfrentar conflictos con otros países.

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"Las ideas que defienden los cubanos y la forma de gobierno que han establecido, escrita en la constitución por ellos promulgada, hacen por lo menos obligatorio a los Estados Unidos, más que a algunas otras (naciones civilizadas) el inclinarse en su favor. Si por exigencias de humanidad y civilización todas las naciones están obligadas a interesarse por Cuba, pidiendo la regularización de la guerra que sostiene contra España, los Estados Unidos tienen el deber que le imponen los principios políticos que profesan, proclaman y difunden(…)"

Entre 1868 y 1878 la política de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos se mantuvo contraria a reconocer la independencia de Cuba y se dejaba claro que los revolucionarios tenían dos enemigos bien definidos. España combatiendo con las armas y los Estados Unidos de forma solapada.

La falta de unidad fraguo las ideas de independencia y desemboco en el Pacto del Zanjón para hacer posible conocer de la estirpe e intransigencia de Antonio Maceo erigiendo la viril Protesta de Baraguá.

La terminación de la Guerra de los 10 años agravó la situación colonial de Cuba.

En el plano internacional se afianzo la posición de Francia e Inglaterra como potencias y agudizo la posición rezagada de Estaña, mientras los Estados Unidos sacaban partido de cuanto acontecía.

La isla se convertía cada vez más en colonia económica de los Estados Unidos quien descartó incluso la posibilidad que le daba el floreciente oportunismo que nacía de la burguesía occidental cubana.

La Guerra Chiquita (1879-1980) cuyos preparativos y desarrollo constituyeron una importante experiencia para el fomento y la organización de la contienda de 1895 bajo la guía del PRC.

Al escrito publicado en The Manufacturer "¿Queremos a Cuba, del 6 de marzo de 1889 en el que se califica a los cubanos de indeseables, afeminados, perezosos, incapaces, inmorales, que su falta de fuerza viril e indolencia fue lo que les mantuvo sometidos durante tantos años a España:

"(…) la única esperanza que pudiéramos tener de habilitar a Cuba para la dignidad de Estado sería (…) americanizarla por completo, cubriéndola con gente de nuestra propia raza (…)"

A tanta afrenta Martí responde (Vindicacion de Cuba):

"No somos los cubanos ese pueblo de vagabundos míseros o pigmeos inmorales que a The Manufacturer le place describir; ni el país de inútiles verbosos, incapaces de acción, enemigos del trabajo recio, que junto con los demás pueblos de la América Española, suelen pintar viajeros soberbios y escritores. Hemos sufrido impacientes bajo la tiranía; hemos peleado como hombres, y algunas veces como gigantes, para ser libres; estamos atravesando aquel período de reposo turbulento, lleno de gérmenes de revuelta, que sigue naturalmente a un período de acción excesiva y desgraciada; (…) Merecemos en la hora de nuestro infortunio, el respeto de los que no nos ayudaron (…)"

Los planes yanquis contemplaban destruir el ejemplo de los ideales independentistas de los próceres latinoamericanos. Por ello, entre las medidas que enarbolaron con esa finalidad se encontraba el "panamericanismo", política enfilada no solo contra el bolivarismo, sino también hacia la tergiversación de éste.

El fin de la década de 1880 llevó consigo la definición de las aspiraciones hegemónicas de los gobernantes norteamericanos, puestas en evidencia por Martí en varios artículos periodísticos.

Martí en la preparación de la guerra, tuvo una gran preocupación que anticipó a su colaborador, Gonzalo de Quezada, en carta del 14 de diciembre de 1889, ya como un peligro real:

" Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres: Ni maldad más fría ¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio?"

Martí preparó de manera magistral "La Guerra Necesaria", fundó el Partido Revolucionario Cubano el 10 de abril de 1892, con el objetivo de contribuir a la independencia de Cuba y Puerto Rico, agrupando en este, a todos los patriotas dispuestos a entregar su vida, si fuera necesario, por alcanzar la independencia de estos países.

Acerca de la necesidad de prever la defensa de la Patria y de América Marti señaló:

"Los peligros no se han de ver cuando se les tiene encima, sino cuando se les puede evitar".

"Solo una respuesta unánime y viril, para la que todavía hay tiempo sin riesgo, puede libertar de una vez a los pueblos españoles de América de la inquietud y perturbación, fatales en su hora de desarrollo, en que las tendría sin cesar, con la complicidad posible de las Repúblicas venales débiles, la política secular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso, que no los ha querido fomentar jamas, no se ha dirigido a ellos sino para impedir su extensión, como en Panamá, o apoderarse de su territorio, como en México, Nicaragua, Santo Domingo, Haití y Cuba, o para cortar por la intimidación sus tratos con el resto del universo, como en Colombia, o para obligarlos, como ahora, a comprar lo que no puede vender, y confederarse para su dominio…".

De enero a abril de 1891 tuvo lugar en Washington la Conferencia Monetaria Internacional.

En ella estuvo también Martí. Conocedor el gobierno de Washington de las simpatías y muestras de apoyo que la lucha de los cubanos había despertado en América, trató de convertir la Conferencia en un instrumento de supeditación y de división de las voluntades políticas de algunos representantes latinoamericanos. Al respecto Martí dijo:

"Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio de los que necesitan de él. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro es separarlo de los demás pueblos".

Hizo extensiva su denuncia a la recién consumada firma del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Estados Unidos, Cuba y España, el cual afianzó las posiciones de Washington como metrópoli económica de la Isla. El documento, firmado en junio de 1891, incluía el nombre de Cuba, pero no le reconocía personalidad jurídica. Así se cumplía la premonición martiana con la conversión de la Isla en colonia económica de Washington. En esas condiciones estalló la guerra de 1895.

Durante los preparativos de la nueva contienda apremió a Martí una preocupación que con inquietud anticipó a su colaborador, Gonzalo de Quesada, en carta del 14 de diciembre de 1889, ya como un peligro real:

"Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres: Ni maldad mas fría ¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio?".

Los principales dirigentes políticos de la guerra del 95 estaban conscientes que el objetivo estratégico "…consistía no solo en emancipar al país del coloniaje español, sino también enfrentar la amenaza que significaba la rapacidad del naciente imperialismo norteamericano".

La Guerra del 95, como se le llamó, dio comienzo el 24 de Febrero de 1995, y desde su comienzo, se pudo constatar la diferencia en organización con respecto a la Guerra de los Diez Años. Los principales Jefes revolucionarios de la guerra anterior fueron convocados y dieron el paso al frente, incorporándose desde el primer momento a la contienda.

La Invasión de Oriente a Occidente, llevo la Guerra a todo el país e hizo que el Gobierno Español, buscara una salida a su situación en la Isla, y a la cruel política de Reconcentración del entonces Capitán General de la Isla Valeriano Weyler, que le costó la vida a unos 400 000 cubanos, le siguió la desesperada implantación del régimen autonómico bajo la capitanía de Ramón Blanco en 1998, pero ya la revolución no tenia marcha atrás, y solo era cuestión de tiempo, el triunfo.

El impetuoso comienzo y desarrollo de esa campaña y sus diferencias con la de 1868-1878, provocó en Washington preocupación ante la posibilidad de una derrota de España, y decidió ofrecer mayor apoyo a ésta.

Estados Unidos siguió con atención el desarrollo de la guerra, en espera del momento en que España fuera incapaz de dominar la situación. En tanto, mantuvo su negativa de reconocer al gobierno de la República de Cuba en Armas y la beligerancia del Ejercito Libertador, para evitar compromisos que entorpecieran el aprovechamiento de cualquier pretexto para intervenir en la Isla.

A mediados de 1897 comenzaron a apreciarse los primeros pasos destinados a allanar el camino de la intervención, tal como evidenciaba la nota cursada por el gobierno norteamericano al español, en junio de ese año:

"El Presidente (Mc Kinley) se considera obligado, en virtud de los altos deberes del cargo, a protestar contra la incivilizada e inhumana dirección de la campaña de Cuba. Posee el derecho, a juicio, de demandar que una guerra casi a la vista de nuestras costas, que afecta penosamente a los ciudadanos norteamericanos y a los intereses de los mismos en toda la extensión de la isla, sea conducida de acuerdo con los códigos militares de la civilización".

Se esgrimía como justificación la seguridad de los ciudadanos norteamericanos residentes en Cuba, sin conceder importancia alguna a las calamidades propias de la guerra. Semejante pretexto ha sido igualmente utilizado para justificar muchas de las acciones yanquis en el transcurso del presente siglo.

Alimentando la idea nacionalista de la superioridad racial, cultural y moral de Estados Unidos, el almirante Alfred T. Mahan fundamentó la necesidad de alcanzar un rápido desarrollo del poderío naval norteamericano; teoría que justificó con la idea del peligro del militarismo del Viejo Mundo y la amenaza de éste para la seguridad nacional de su país. Este ideólogo del poderío naval argumentó:

"Necesitamos disponer de tiempo para la lucha final y de un poder firme para vencer. Ambas cosas no pueden asegurarse sino por el rudo e imperfecto, pero innoble, arbitrio de la fuerza potencial" y "fuerza organizadora"-, la cual ha conquistado siempre, y garantiza todavía en nuestra época, los más grandes triunfos del bien, según comprueba la historia de la humanidad".

El desgastado poderío político-militar de Madrid no podía resistir la participación norteamericana en la contienda. Esa intervención estaba decidida; por tanto, la atención se concentró en "fabricar" un pretexto, sin despertar la hostilidad de los cubanos, ni dañar su imagen propia ante los pueblos de América Latina.

El 15 de enero de 1898, con el manido pretexto de proteger vidas y propiedades norteamericanas ante disturbios que en la capital de la Isla se desarrollaban, el general Fitzhugh Lee, cónsul de Estados Unidos, reclamó que en caso de enviarse buques de guerra a La Habana, éstos "…debían ser unidades de primera clase, listas para entrar en acción y con refuerzos considerables en alta mar; pero cerca de Cuba, ya que las fortificaciones habaneras estaban bien artilladas y resultaban temibles".

El 15 de Febrero de 1898, se producía la voladura del acorazado Maine, con el saldo de 264 muertos, todos de su tripulación, este hecho fue utilizado como pretexto para que los Estados Unidos hicieran su entrada en la guerra y llevaran a realidad, la idea de apoderarse de nuestro país. Si bien se planificaron operaciones conjuntas, los norteamericanos trataron en todo momento de relegar a un segundo plano la participación de las unidades independientes, tanto en el proceso de planificación como en la realización de las mismas.

Los objetivos perseguidos por Estados Unidos en esta contienda quedaron al descubierto en las instrucciones dadas a las tropas interventoras por el secretario de Guerra, J.C. Breckenridge:

"Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego; habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica, y mermen su ejército; y él ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos, y a ellas se encomendarán precisamente todas las empresas peligrosas y desesperadas (…) Resumiendo, nuestra política se concreta a apoyar siempre al más débil contra él mas fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos la Perla de las Antillas".

En medio de esos convulsos acontecimientos cobraron renovada vigencia las proféticas palabras con que Antonio Maceo revelara su preocupación por la influencia en el pueblo de la forma engañosa con que Washington manejaba la situación:

"No me parece cosa de tanta importancia el reconocimiento oficial de nuestra beligerancia, que a su logro hayamos de enderezar nuestras gestiones en el extranjero, ni tan provechosa al porvenir de Cuba la intervención americana, como suponen la generalidad de nuestros compatriotas".

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Esto fue reconocido por los altos jefes navales de España que tomaban parte en la contienda. En carta enviada por el almirante Pascual Cervera, jefe de la escuadra hispana en Santiago de Cuba, al capitán de navío Víctor M. Concas, le expresaba:

"Me pregunto si me es licito callar y hacerme solidario de aventuras que causarán, si ocurren, la total ruina de España; y todo por defender una isla que fue nuestra;

porque aun cuando no la perdiésemos de derecho con la guerra, la tenemos perdida de hecho (…) defendiendo un ideal que ya sólo es romántico".

"Aunque los escritores americanos pretendan negarlo, la insurrección de Cuba había terminado la guerra, y la Isla no era ya nuestra, como dijo el almirante Cervera en la carta del 26 de febrero de 1898…".

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El mando militar estadounidense sobrevaloró su protagonismo en la derrota del ejército español, y prácticamente ignoró al Libertador, tal como probó el hecho de que el propio mayor general Calixto García, uno de los artífices de la victoria en Santiago de Cuba, conoció de manera extraoficial la rendición de esa ciudad el 16 de julio de 1898. La arrogancia yanqui llegó hasta el punto de impedir la entrada de las tropas del mayor general García en Santiago, e ignorar a la parte cubana en la firma de la capitulación.

Ante ese agravio, el victorioso jefe militar cubano envió una carta de protesta al mayor general William Shafter, jefe de las tropas norteamericanas:

"Circula el rumor que, por lo absurdo, no es digno de crédito general, de que la orden de impedir a mi Ejercito la entrada en Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y represalias contra los españoles. Permítame usted que proteste contra la más ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada: formamos un ejercito pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue él ejercito de nuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero a semejanza de los héroes de Saratoga y Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía".

Debido a ese incidente, el mayor general García presentó su renuncia como Jefe del Departamento Oriental, la cual fue aceptada por el General en Jefe ante la delicada situación en que la prepotencia del mando norteamericano lo había colocado. Días después, el 13 de agosto de 1898, el Consejo de Gobierno lo destituyó de su cargo de Lugarteniente General.

Solo la intervención de los americanos en la contienda, hizo fracasar la victoria de los cubanos y escamotear así lo que ya era una realidad. La entrada de los Estados Unidos en la Guerra Hispano-Cubana consistió, en última instancia, en una materialización de su política exterior, consecuente con sus objetivos en relación con Cuba.

El 10 de Diciembre de 1898, España y los Estados Unidos, firmaban el Tratado de París que ponía fin a la Dominación española en América y entregaba a los segundos las últimas colonias de la América española. Muy a pesar de ello, los Estados Unidos se vieron obligados a reconocer el proceso revolucionario desarrollado en Cuba, y no pudieron convertir a la Isla en una colonia y se vieron obligados a implantar una nueva forma de dominio: el neocolonialismo.

Concluidas las hostilidades y suscrito el Tratado de París, Estados Unidos se dio a la tarea de consolidar su injerensismo y materializar sus apetencias, para lo cual inicialmente concibió dividir a los cubanos, neutralizar cualquier acción contraria a sus intereses por parte de los patriotas que compartían la visión martiana sobre las pretensiones yanquis y preparar el camino para adueñarse de Cuba bajo una apariencia de legalidad y buena voluntad.

"Queda entendido que cualquier obligación aceptada en este tratado por los Estados Unidos con respecto a Cuba está limitada al tiempo que dure su ocupación en esa isla, pero al terminar dicha ocupación, aconsejan al gobierno que se establezca en ella, que acepte las mismas obligaciones".

Si la Resolución Conjunta implicaba el compromiso de respetar la independencia de Cuba, el Tratado de París la desconocía, convirtiéndola en un territorio "especial". La existencia del Ejercito Libertador y los 30 años de heroica lucha del pueblo cubano por su libertad, impidieron al gobierno norteamericano apoderarse por completo de la Isla.

Como colofón a esa ignominia, el primero de enero de 1899 fue oficialmente arriada la bandera española e izada la de Estados Unidos, iniciándose oficialmente la ocupación militar de la Isla. Con profundo pesar y proféticas palabras, el mayor general Máximo Gómez reflejó, al final de su Diario de Campaña:

"Tristes se han ido ellos y tristes hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla (…) Pero los Americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos".

"La situación pues, que se le ha creado a este Pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada vez más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía". 54

En el periodo de 1878 a 1898 no se puede hablar de la existencia de sentimientos antinorteamericanos en las masas populares de Cuba. A ello contribuyó, entre otras cuestiones, la forma enmascarada con que Estados Unidos abordó sus verdaderos propósitos.

Detectar tal fenómeno histórico, estudiarlo y denunciarlo, fue privativo de las figuras mas destacadas de ese periodo, entre las cuales sobresalió José Martí:

"Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte, con el "nada sería más conveniente" de Jefferson; con "los trece gobiernos destinados" de Adams; con "la visión profética" de Clay… y cuando un pueblo rapaz de raíz, criado en la esperanza y certidumbre de la posesión del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa y de su ambición de pueblo universal, como la garantía indispensable de su poder futuro, y el mercado obligatorio y único de la producción falsa que cree necesario mantener, y aumentar para que no decaigan su influjo y su fausto, urge ponerle cuantos frenos se puedan fraguar, con el pudor de las ideas, el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, el ajuste franco y pronto de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de la verdad".

De la colonia a la neocolonia (1899-1958)

Concluidas las hostilidades y suscrito el tratado de París, Estados Unidos se dio a la tarea de consolidar su injerencismo y materializar sus apetencias, para lo cual inicialmente concibió dividir a los cubanos, neutralizar cualquier acción contraria a sus intereses por parte de los patriotas que compartían la visión martiana sobre las pretensiones yanquis, y preparar el camino para adueñarse de Cuba bajo una apariencia de legalidad y buena voluntad. El primero de enero de 1899 quedó instaurado un gobierno interventor militar norteamericano, con el general John R. Brooke al frente.

Como el Congreso de Estados Unidos no estaba facultado para promulgar leyes con respecto a Cuba porque jurídicamente no asumía la soberanía sobre ésta, durante la ocupación se gobernó mediante órdenes militares, algunas de ellas muy necesarias a sus intereses. El 6 de enero, el gobierno interventor dictó un bando militar disponiendo el desarme general de la población, con el objetivo de liquidar toda posibilidad de resistencia armada y sentar las bases para la disolución del Ejercito Libertador, acerca de cuyo desarme traba en Washington una comisión de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana.

El repentino fallecimiento del mayor general Calixto Garcia representó la desaparición de un escollo para Estados Unidos. Un paso posterior fue el envío a Cuba del asesor y representante personal del presidente Mc Kinley, Robert P. Forter, para persuadir al mayor general Máximo Gómez de que abandonara su campamento militar en las inmediaciones de la ciudad de Remedios, se trasladara a la capital, y aceptara el desarme y disolución del Ejercito Libertador a cambio de la dádiva de 3 millones de pesos.

Los puntos de vista divergentes entre Gómez y la Asamblea de Representantes con respecto a la disolución del Ejercito Libertador por empréstito o dádiva, llegaron a tal punto que, el 12 de marzo de 1899, ésta aprobó una moción destituyéndole de su cargo. El amplio movimiento popular de desagravio al Generalísimo provocado por esa medida colocó a la Asamblea en una difícil situación y tuvo que disolverse el 4 de abril de 1899, quedando expedito el camino para la realización de las pretensiones norteamericanas sobre el destino de la fuerza militar cubana. Nunca debió negociarse su licenciamiento; importante aspecto que escapó a los representantes de los intereses del pueblo cubano, quienes se enfrascaron en la discusión de cómo debía hacerse, cuando en realidad de lo que se trataba era de no admitirlo.

El mayor logro de la administración del general Brooke fue la liquidación del Ejercito Libertador, cuya presencia armada y experiencia en guerra de guerrillas resultaban una pesadilla para Washington durante la ocupación de la Isla, y como advirtió el senador Foraker, representaba un gran peligro porque, de producirse encuentros armados entre cubanos y norteamericanos, surgirían graves problemas y gastos que:

"Tengo la opinión que en cuanto los soldados americanos apunten sobre los cubanos, si es que lo hacen, habrá que pagar el daño; la administración en Washington tendrá que pagarlo y desde ahora les digo que no habrá fondos suficientes para hacerlo". 56

La eliminación del Ejercito Libertador, unida a la anterior desactivación del Partido Revolucionario Cubano con su órgano de prensa, Patria, y a la disolución de la Asamblea del Cerro, dejaron a los cubanos a merced del designio de los gobernantes norteamericanos.

El general Leonardo Wood, al frente del gobierno de ocupación militar a partir de 1900, trató de neutralizar a los líderes independentistas:

"Propongo crear un comité integrado por el general Gómez, el general Rodríguez y algún otro de los antiguos generales, para que velen por los soldados viejos y lisiados de la guerra; darle al general Gómez $ 5 000 anuales, a Rodríguez $ 3 600 y a cualquier otro asociado $ 2 400. Estos hombres gozan de una gran influencia en él ejercito y en el pueblo. En la practica se están muriendo de hambre, al menos, viven de lo que les dan sus amigos".

Por supuesto, Gómez rechazó la oferta y manifestó su renuencia a limitar su fidelidad política. El plan Wood no se materializó.

El 1ro. de enero de 1899, el general norteamericano reunió a varios altos oficiales del Ejercito Libertador, entre ellos a Bartolomé Masó, y los exhortó a respaldar la política de su gobierno hacia Cuba. Los cubanos lo acusaron de favorecer el control permanente de Estados Unidos sobre la Isla y uno de ellos, el general José Miró argenter, le imputó estar planificando la anexión en vez de la independencia. Hipócritamente Wood lo negó.

Apreciando que los cubanos no cejarían en el empeño de alcanzar la independencia sin restricciones, los gobernantes norteamericanos comprendieron que no les seria fácil cambiar el espíritu de la Resolución Conjunta y pensaron en una formula para mantener la Isla "…ligada a nosotros por vínculos de intimidad y fuerza…", justificándolos como necesarios para "…asegurar el perdurable bienestar…" de ella.

Los hombres de negocios estadounidenses desempeñaron un papel principal en tales circunstancias. George B. Hopkins, importante magnate, escribió al senador Spooner:

"…nos impresionamos de manera favorable con la magnifica oportunidad que se ofrece para la construcción de un tronco de líneas ferroviarias por todo el medio de Cuba hasta Santiago, con algunos ramales laterales hacia las poblaciones portuarias del norte y del sur… Si no se hace como una proposición comercial, debe realizarse inmediatamente con propósitos militares".

"…consideramos que le corresponde al capital, americano construir este Ferrocarril y aquí pudiera ser promovido por las personas indicadas".

"Queremos decir que no debe permitirse que se despoje a los americanos de los negocios ni de nada en Cuba. Es, y con mucho, el pedazo de tierra más valiosa que yo haya visto jamás… Ahora y siempre los intereses comerciales favorecen la anexión. Sobrellévense las condiciones actuales, o cualesquiera otras condiciones decentes, durante el periodo de tiempo relativamente corto, y los intereses comerciales llegaran a ser tan poderosos que podrán dictaminar y dictaminarán la política final de todo el pueblo…".

Lo propuesto no sólo suministraría grandes ganancias a Estados Unidos, sino que, además, aumentaría su influencia en Cuba, estimularía el aumento de sus inversiones y comercio, y acondicionaría el camino para el control total en ella.

La mentalidad prevaleciente entonces en las altas esferas del gobierno norteamericano se evidencia en el siguiente fragmento de una carta del ex-presidente Grover Cleveland, de fecha 26 de marzo de 1900: "Me temo que Cuba debiera ser sumergida por algún tiempo antes de que pudiera ser un estado, territorio o colonia de los Estados Unidos del que estuviéramos especialmente orgullosos". La posibilidad del exterminio de la población cubana manejada años antes por Breckenridge, era nuevamente sugerida.

Mark Twain, celebre escritor norteamericano, refiriéndose a la Resolución Conjunta, escribió en él más importante de sus trabajos antimperialistas que existía un fuerte movimiento "…para evadirnos de nuestro contrato con Cuba establecido por el Congreso. Se trata de un país rico y muchos de nosotros ya comenzamos a pensar que el convenio fue un error sentimental".

El 28 de julio de 1900, el United States Investor, principal diario de Wall Street, publicó en un editorial la previsión de Twain y comentaba que su país cometió "…un gran error cuando prometimos darla la Independencia al pueblo cubano. Por desgracia, el pueblo americano es impulsivo e indiscreto. Debemos romper el compromiso porque nuestro interés es hacerlo así. Retirarse de Cuba sería un crimen que no estaría justificado por una promesa hecha, por ignorancia, a los cubanos". El vocero yanqui terminaba demandando proceder a la anexión para poner fin al problema.

El gobierno interventor dictó la Orden Militar No. 301 de fecha 25 de julio de 1900, estableciendo la convocatoria a elecciones para delegados a una asamblea o convención destinada a redactar y adoptar la Constitución de la república que se establecería en Cuba.

La Asamblea Constituyente celebró su primera sesión el 5 de noviembre de 1900. En ella el gobernador Wood se dirigió a los delegados:

"Será nuestro deber, en primer termino, redactar y adoptar una constitución para Cuba, y una vez terminada ésta, formular cuales deben ser a nuestro juicio las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos"

El 11 de febrero finalizaron los debates con la aprobación del texto constitucional. Al día siguiente, llegado el momento de discutir las relaciones bilaterales, la Asamblea Constituyente designó una comisión de cinco miembros para que se encargara de estudiar y proponer cuales debían ser sus bases. De inmediato Wood les hizo saber las instrucciones recibidas del secretario de Guerra de su país, Elihu Root, sobre los extremos que el ejecutivo norteamericano sugería y recomendaba.

Tales instrucciones, con muy pocas modificaciones, eran los artículos que conformaban el cuerpo de la Enmienda Platt, la cual fue presentada en el Senado norteamericano el 26 de febrero por el presidente de la Comisión de Relaciones con Cuba, el senador Orville H. Platt. En la madrugada del 28 de febrero quedó aprobada, con la oposición de algunos congresistas simpatizantes con la causa cubana, como una enmienda al proyecto 14017 de la Cámara, que fijaba los créditos para el sostenimiento del ejercito de ocupación militar en Cuba.

Paralelamente, la comisión designada por la Asamblea constituyente cubana para redactar el proyecto acerca de las relaciones a establecer con Estados Unidos, entregaba un informe contentivo de cinco declaraciones bases contrapuestas a las instrucciones impartidas por Wood, en especial a las relativas al reconocimiento del derecho de intervención y al establecimiento de estaciones navales en la Isla.

Ente las declaraciones de la comisión se destacaban la primera, por su antagonismo con respecto a la Enmienda Platt y al primer artículo del Tratado Permanente que sería igualmente impuesto, muy parecido en su letra pero con finalidades opuestas al contenido del documento cubano. Y la quinta, concerniente al verdadero objetivo de la "reciprocidad" comercial que esa nación establecería con Cuba.

Por mediación de Wood, la Asamblea Constituyente recibió una comunicación que en esencia planteaba la imposibilidad del presidente de Estados Unidos de modificar el texto de la Enmienda aprobada por ambas Cámaras, y de retirar él ejercito de ocupación mientras esta no fuera aceptada como apéndice a la Constitución cubana. Ante el dilema "capitulación o rebeldía", fue aceptada dieciséis votos contra once.

Al terminar la sesión, el general José Lacret Morlot, uno de los que votó "NO", exclamó: "…Hoy, 28 de mayo de 1901, día para mí de luto, nos hemos esclavizado para siempre con férreas y gruesas cadenas""

En su escrito Voto particular contra la Enmienda Platt, el patriota Salvador Cisneros Betancourt expuso las razones de su oposición al documento:

"Que con dichas relaciones está de manifiesto que los americanos no vinieron a Cuba puramente por humanidad como pregonaban; sino con miras particulares y muy interesadas".

"Que no debemos caer en una celada; vendiendo nuestra honra e independencia absoluta, por concesiones que hagamos a favor de los Estados Unidos, sin que por su parte nos concedan ventaja alguna".

Sobre el hecho, Leonardo Wood expresó:

"Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt (…) todo lo cual es evidente que está en lo absoluto en nuestras manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos, y como tal es acreedora a nuestra consideración. Con el control que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. Creo que es una adquisición muy deseable para los Estados Unidos. La isla sé norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo…". 66

El pueblo cubano no permaneció impasible ante la acción escamoteadora de su independencia, y así lo demostró el 2 de marzo de 1901 cuando una nutrida manifestación se dirigió al lugar donde se reunía la Asamblea Constituyente para pronunciarse contra le Enmienda, y después hacia el Palacio de los Capitanes Generales, residencia de Wood, para manifestarle el total rechazo al documento.

En carta dirigida a Root, el 25 de octubre de 1901, Wood se refirió brevemente al asunto, señalando: "Con el control que ejercemos sobre Cuba "por medio de la Enmienda Platt", control éste que indudablemente pronto habrá de convertirse en posesión, combinado con otras tierras productoras de azúcar que ahora nos pertenecen, en muy poco tiempo dominaremos el negocio azucarero del mundo o, por lo menos, una gran parte de él… "considero a cuba como la más deseable adquisición que pudieran hacer los estados unidos. por si sola vale lo que dos estados sureños, posiblemente tres cualesquiera, con excepción de Texas… es probable que, tan pronto nuestros productores nacionales de azúcar comprendan que nuestra política es darle una oportunidad a cuba, trasladen, sin lugar a dudas, sus industrias a la misma, y la isla, bajo el ímpetu de una energía y un capital nuevos, no solo se desarrolle sino que se americanice gradualmente y, en su oportunidad, lleguemos a contar con una de las mas ricas y apetecibles posesiones del mundo".

El siguiente paso de Estados Unidos consistió en la elección de un gobierno cubano que respondiera a sus intereses. Retirado Gómez de la escena política y muerto repentinamente Calixto García, solo quedaba Bartolomé Masó como el candidato histórico de todos los cubanos. La figura escogida para ser contrapuesta a la Coalición por Masó, antinjerencista, fue Tomás Estrada Palma.

La posición antiplattista de Masó quedó reflejada en las declaraciones publicadas en el periódico El Mundo: "Hay un derecho contra el cual se estrellan todos los demás. Ese derecho es el de la fuerza, del que ha nacido le ley Platt, esa decantada ley que tan horrorosa decepción nos ha hecho sufrir…".

Principal tarea de Estrada Palma –impuesto tras manejos fraudulentos- fue formalizar los tratados derivados del apéndice constitucional. El 22 de mayo de 1903, delegados plenipotenciarios de ambos gobiernos firmaron el "Tratado Permanente determinando las relaciones entre la República de Cuba y los Estados Unidos", donde se incluían los siete primeros artículos de la Enmienda Platt, y un octavo referente a la concertación del propio tratado, llamado a ser la "base legal" para la firma de los demás.

Con anterioridad, fue firmado el "Convenio de 16-23 de febrero de 1903, entre la República de Cuba y los Estados Unidos de América para arrendar a los Estados Unidos (bajo las condiciones que habrán de convenirse por los dos gobiernos) tierras en Cuba para estaciones carboneras y navales", preámbulo para la adopción del de 2 de julio de 1903, mediante el cual se reglamentaba el arrendamiento.

El 11 de diciembre de 1902, los plenipotenciarios de ambos países habían sancionado el "Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y los Estados Unidos" que, ratificado y aprobado en las distintas instancias, comenzó a regir el 27 de diciembre de 1903.

Con respecto al convenio de 16-23 de febrero de ese año, es preciso destacar que gracias a los esfuerzos diplomáticos de cubanos independentistas se logró que los territorios para bases no fueran vendidos o concedidos, sino arrendados, y que La Habana no figurara como territorio para ello, pues de los cuatro enclaves pretendidos –Nipe, Cienfuegos, Guantánamo y Bahía Honda-, solo se acordaron las dos últimas, -más tarde limitada únicamente a Guantánamo-, así como que Estados Unidos ejercerían jurisdicción sobre ellas mientras las ocupasen, pero la soberanía correspondía a Cuba.

En esos documentos, incluido el Tratado de Relaciones de 1934 se ha ignorado la temporalidad del arriendo, lo cual constituye un absurdo jurídico al no reconocer el derecho del propietario de algo arrendado a recobrarlo en determinado momento.

Él artículo I del acuerdo de 16-23 de febrero de 1903 establecía:

"La República de Cuba arrienda por el presente a los Estados Unidos "por el tiempo que las necesitaren"** y para el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras y navales, las extensiones de tierra y agua situadas en la Isla de Cuba que a continuación se describen…".

Mientras en el III del tratado de 1934 se señalaba:

"En tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para la modificación o abrogación de las estipulaciones del Convenio firmado por el Presidente de la República de Cuba el 16 de febrero de 1903, y por el Presidente de los Estados Unidos de América el 23 del mismo mes y año, (…) seguirán en vigor las estipulaciones de ese Convenio en cuanto a la Estación Naval de Guantánamo".

A lo anteriormente expuesto se suma la letra del Tratado Permanente del 22 de mayo de 1903, en esencia contenida en la Enmienda Platt. Nada hay más contradictorio entre sí que los artículos I y VII, cuya comparación no deja dudas de que Cuba eran considerados por Estados Unidos como una propiedad.

El precio del arriendo en dos mil pesos moneda de oro –en la actualidad 4 085 dólares anuales, es decir unos 340 mensuales, es por demás ridículo. Por una elemental cuestión de principios, desde 1959 la Revolución no ha hecho efectivo los cheques y "…se coleccionan para exhibirlos en el Museo de la Base Naval cuando sea devuelta a Cuba".

En la práctica, el Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y los Estados Unidos fue otro instrumento para la consumación del dominio económico imperialista, cuyas primeras manifestaciones se apreciaban ya desde el siglo XIX. Entre la ultima década de este y principios del siguiente, Estados Unidos se convirtió en la verdadera metrópoli económica de Cuba, con inversiones millonarias y el control monopólico de su industria azucarera.

En el mensaje al Congreso, en diciembre de 1902, el presidente Teodoro Roosevelt expuso: "Insisto en aconsejar el planteamiento de la reciprocidad con Cuba, no solo por favorecer eficacísimamente nuestros intereses, dominar el mercado cubano, e imponer nuestra supremacía en todas las tierras y mares tropicales que se hallan al sur de nosotros…".

La fraudulenta reelección de Estrada Palma en 1906 dio origen a la rebelión de los opositores, conocida como Guerrita de Agosto. Imposibilitado de dominar la situación, el presidente cubano protagonizó su último acto antipatriótico: la entrega de Cuba para la segunda intervención militar yanqui, en el citado año, la cual se extendió por 28 meses bajo el mandado de Charles Magoon. Este, asesorado por Frank Steinhart y en complicidad con él, en menos de dos años despilfarró los 16 millones de pesos encontrados en el Tesoro y gastó los 100 millones recaudados, dejando una deuda ascendiente a 11, además de entronizar la corrupción administrativa.

Esa segunda intervención militar ocasionó millonarios gastos –independientemente del dinero despilfarrado y robado por Magoon-, que el gobierno yanqui cobró de los fondos del Tesoro cubano. El Negociado de Asuntos Insulares del Departamento de Guerra de Estados Unidos señaló en su informe correspondiente al 10 de diciembre de 1908:

"Juzgamos oportuno consignar que los gastos hechos por los Estados Unidos con motivo de la intervención y los desembolsos extraordinarios para el Ejercito de Pacificación de Cuba, mantenido en la Isla durante el Gobierno Provisional, ascienden hasta el 30 de junio de 1908 a la cantidad de $ 5 311 822.02 y esta suma se aumentará considerablemente antes de la terminación de dicho gobierno y crecerá aún más por los gastos que ocasionará la retirada y distribución de las tropas hoy en Cuba".

En enero del siguiente año, el gobierno interventor instaló en el poder a José Miguel Gómez, "Tiburón", con la advertencia de no alterar el orden porque, de hacerlo, la intervención adoptaría forma permanente.

El 20 de mayo de 1912 tuvo lugar el alzamiento armado del Partido de los Independientes de Color, el cual generó una violenta represión cuya secuela de horror y crímenes se elevó a alrededor de tres mil muertos y propició una nueva intervención militar. Ante esos incidentes, el embajador de Estados Unidos en Cuba, A.M. Beaupré, envió una nota al gobierno cubano informándole: "… que, como medida precautoria, se ha decidido enviar un cañonero a la bahía de Nipe, y reunir una fuerza naval en Key West en anticipación de posibles eventualidades. (…) que en caso de que el Gobierno de S.E. no pueda o deje de proteger las vidas y haciendas de los ciudadanos americanos, mi Gobierno, siguiendo la conducta de siempre para tales casos, desembarcará fuerzas para prestar la protección necesaria".

Estados Unidos dispuso de la titulada Primera Brigada Provisional, la cual traspuso los límites de la base naval de Guantánamo con el anunciado propósito de "ocupar y defender puntos estratégicos del interior". El 30 de mayo, un grupo de fusileros yanquis desembarcó en Daiquirí para proteger a la Spanish American Iron Co, y dos días mas tarde su gobierno envió el siguiente despacho: "Mantenga una guardia regular de 200 hombres en Daiquirí y Firmeza, y 50 hombres en el Cobre, para proteger las compañías Spanish American, Juraguá y Cuba Copper. Esto es importantísimo".

El 5 de junio, quinientos fusileros estadounidenses ocuparon la ciudad de Guantánamo; cuatro acorazados salieron de Key West, y cinco mil soldados se hallaban dispuestos para entrar en acción. El 6, fue ocupado El Cobre, y siete compañías se desplegaron a lo largo de la línea férrea Guantanamo-Western Railroad, para resguardar instalaciones azucareras yanquis. El 9, el embajador Beaupré pidió –para su protección- él envió a La Habana de un barco de guerra, y le llegaron dos. El informe de su gobierno, del día 10, expresaba: Los Estados Unidos no pretenden la intervención en Cuba, pero esperan y creen que el Gobierno cubano tomará prontas y enérgicas medidas para reprimir la insurrección".

Partes: 1, 2, 3
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