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Corrientes historiograficas. Desde el surgimiento del historicismo a la actualidad (página 2)

Enviado por gabriel avalos


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Otra de las ideas sostenidas por el historiador francés es que no es que no exista o sea imposible el desglose social sino que las formas culturales (o representaciones) no son explicadas por dicha separación, al contrario hay que partir de ellas para interpretar el desglose social. De ahí su propuesta de hacer una historia cultural de lo social y no una historia social de lo cultural, ya que las prácticas culturales no están necesariamente organizadas según divisiones sociales previas[59]y además porque no hay práctica ni estructura que no sea producida por representaciones[60]

Pero si bien el autor critica la forma de concebir la historia cultural de mentalidades, mediante estadísticas y datos seriales y sostener que es muy estructurada como para acercarse a la cultura, ya que su objeto es lo colectivo, lo automático y lo repetitivo, y al alejarse de la dependencia social, no abandona el terreno de lo social sino que fija su atención en las estrategias simbólicas que se encuentran en él y las cuales determinan posiciones y relaciones que construyen identidades sociales de diferentes grupos o clases[61]

Por último, en función del texto de Chartier, se puede concluir que los cambios producidos en el campo histórico no tienen que ver con una crisis de las ciencias sociales o un cambio de paradigma, sino más bien con una reorientación atravesada por el influjo de la posmodernidad, en la cual la historia se encuentra insegura ante las nuevas exigencias planteadas. Por lo tanto, como ya se mencionó al principio del apartado, se ve obligada a abandonar el diálogo que tenía con las disciplinas tradicionales y buscarlas en otras ramas, entre las que se pueden encontrar a la crítica literaria, la semiótica y la antropología interpretativa.

En este ambiente, la propuesta de Chartier surge de un maduramiento de la historia social de mentalidades y no de un agotamiento, ya que tal maduración da lugar a que se renueven los enfoques[62]tal como lo hará la Nueva Historia Cultural.

Breve referencia sobre la Microhistoria

Como se viene observando, la propuesta de historia de mentalidades no solo tuvo un éxito importante sino también varias críticas. Una de ellas es, como vimos, la de Chartier que la hace desde el seno de la corriente annalista. Pero surgen otras que se formulan fuera del movimiento francés, como es el caso de la microhistoria.

Entre los "70 y "80 se desarrolla en Italia esta nueva corriente historiográfica. La microhistoria sostenía que el modelo annalista, al fundar sus estudios en la larga duración utilizando una macro escala, no podía percibir algunos cambios que eran importantes para entender las relaciones de diversa índole. Por lo tanto, su propuesta metodológica es reducir la escala no en contraposición de la larga duración sino para enriquecer el conocimiento. Otro de los instrumentos utilizados por los micro historiadores son las herramientas narrativas para construir el relato historiográfico.

Edoardo Grendi introduce en la historiografía italiana la influencia de Thompson[63]y de Geertz. Del primero toman conceptos como la cultura plebeya versus cultura patricia, la capacidad de agencia, entre otros, y del segundo la denominada descripción densa.

De esta manera en la microhistoria se pueden encontrar dos ejes: a) disminución de escala para observar comportamientos y/o interacciones que no se pueden apreciar en una escala macro y b) seguimiento del caso o del nombre mediante un estudio exhaustivo del material documental para obtener un mayor conocimiento.

El influjo de la postmodernidad

El postmodernismo trastocó varios ámbitos de la realidad, al derrumbar el pensamiento racional y progresivo de la modernidad y poner en duda el posible conocimiento científico[64]Y como se vio en los apartados recientes, las ciencias sociales y dentro de la ellas la historia no es ajena a dichas modificaciones. Sin embargo, conviene agregar algunas aclaraciones respecto al fenómeno a desarrollar.

El postmodernismo considera a la historia desde un punto de vista poliédrico, con el fin de liberarla de los moldes tradicionales académicos y metodológicos. No obstante, no es una corriente intelectual propiamente dicha sino más bien un conjunto de epistemologías y metodologías[65]

Además, los cambios introducidos por el postmodernismo son equiparables a la ruptura que Annales hizo con el historicismo. Porque a pesar de las renovaciones que se llevaron a cabo en Francia, en Inglaterra con Thompson o en Estados Unidos con la Cliometría, se siguieron apoyando en las ciencias sociales, en cambio, a partir de los "80 se rompe la interdisciplinariedad tradicional y se busca otras disciplinas en donde apoyarse, dado que la historia al no ser una ciencia productora de teorías criticas necesita de otras que sí lo son.

La crítica posmoderna hacia el conocimiento histórico atenta contra la forma de concebirlo hasta ese entonces, en donde el historiador debe abandonar la idea de contribuir a un conocimiento científico y todo intento de explicación[66]Por lo tanto, no tiene que ver con una modificación de temas sino con un cambio más radical y abstracto en donde la preocupación va a pasar por las formas del lenguaje humano como definidoras de la realidad, basada en la interpretación, alejándose de toda realidad objetiva posible[67]

En tal contexto de cambios y/o reformulación de la historia van a ir surgiendo diferentes respuestas (como se verá, algunos moderados abocados a lo antropológico y otros más radicales a lo lingüístico), que trataran de darle una solución a las nuevas inquietudes. Y dichas soluciones muestran como, a diferencia de antes, no hay un núcleo historiográfico que predomine por sobre las demás.

Postmodernidad y lenguaje

Giro Antropológico

En esta rama de la historiografía se encuentra la Nueva Historia Cultural. La misma surge en 1989 bajo unos estudios publicados por Lynn Hunt[68]los cuales no solo aportan el nombre sino que aborda varios postulados de la nueva corriente. Por ejemplo: la propuesta de comprender de manera inédita las relaciones entre las formas simbólicas y el mundo social y a leer los textos e imágenes en una clave diferente, basándose en la nueva interdisciplinariedad, para entender las conductas individuales o ritos colectivos en sus significaciones simbólicas[69]

En la siguiente cita Chartier expone las preocupaciones de esta nueva corriente historiográfica:

"(…) la crítica en contra de la modalidad dominante de la historia cultural abrió el camino a nuevas maneras de pensar las producciones y las prácticas culturales. Desde fuera o desde el interior de la tradición de los Annales, estas nuevas perspectivas impusieron algunas exigencias: privilegiar el uso individual más que las desigualdades estadísticas; (…) considerar las representaciones del mundo social como constitutivas de las diferencias y de las luchas que caracterizan las sociedades. Son esos desplazamientos, puestos en práctica en el desglose y en el análisis de los objetos históricos, los que la categoría de new cultural history quería designar y reunir en 1989"[70]

Entonces, se puede observar que la nueva historia cultural surge como un intento de superación de la crisis que vive el campo historiográfico a causa del influjo del postmodernismo. Sin embargo, este intento de reacomodamiento también toma algunos postulados del fenómeno emergente. Tal es el caso de la antropología hermenéutica geertziana que sostiene que lo que constituye a una cultura es la totalidad de los lenguajes y de las acciones simbólicas propias de una comunidad (por lo tanto se presta atención a las manifestaciones colectivas, como por ejemplo los rituales, carnavales, etc…). De hecho comparten la definición de cultura expresada por Geertz de la siguiente manera:

"El concepto de cultura que yo sostengo (…) denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medio del cual los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida"[71]

En esta cita se puede observar un concepto semiótico de cultura, es decir, basado en símbolos como objetos de sentidos y de significaciones. A su vez el autor plantea que el análisis de la cultura no tiene que ser una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones[72]En este sentido se puede observar la característica hermenéutica, donde los planteamientos teóricos y métodos analíticos no pueden o no son aplicables para comprender los aspectos cualitativos de la existencia humana sin que se produzca una distorsión o pérdidas importantes[73]Cuestión que se ve reflejada cuando Geertz expresa que el antropólogo no debe crear modelos explicativos externos que intenten dar cuenta de la cultura sino que ella debe ser explicada por categorías que se encuentren dentro de la misma.

En este punto conviene hacer una aclaración. Si bien el dialogo con la antropología no es nada nuevo, lo innovador es que la relación aquí no está basada en tomar conceptos para explicar cuestiones históricas, tal como lo hizo Thompson, sino que el influjo de la antropología simbólica, en plena crisis de las ciencias sociales, les marca una agenda que no solo abarca una cambio de gustos temáticos, sino también una reforma en el modo de abordarlos[74]es decir, que se propone abandonar tanto la lectura lineal de la historia total como también a aquellas que parten de categorías analíticas, para establecer una visión poliédrica de la realidad que busca centrarse en el individuo desde diferentes perspectivas.

De modo que la nueva historia cultural al prestarle tanta importancia a las cuestiones simbólicas y sus representaciones termina transformando la comprensión de varias realidades fundamentales, como el ejercicio de la autoridad, basada en la adhesión a los signos, a los ritos y a las imágenes, la construcción de las identidades sociales o religiosas o las relaciones entre los sexos, todos regidos por las condiciones de posibilidad basados en recursos desiguales de los que disponen los individuos. Es decir, hay una renovación de enfoques, ya que propuso a la historia política que tratara las relaciones de poder como relaciones de fuerzas simbólica, y a la historia social que hiciera hincapié en la aceptación o el rechazo de las representaciones, por parte de los dominados. O sea, ver como las representaciones y los discursos construyen las relaciones de dominación[75]

Entonces, en función de lo desarrollado se puede apreciar la importancia del lenguaje, ya que, desde la perspectiva semiótica se observa como la cultura al poseer las características de un leguaje, constituye un sistema y su constitución es lo que posibilita la interpretación porque cada acto y cada expresión tiene un valor simbólico que refleja la totalidad de la cultura[76]

También se puede entrever la importancia del texto como referente principal de la nueva disciplina porque la cultura es vista como una categoría de la textualidad, en la que Geertz analiza la conducta social como un texto simbólico, a diferencia de Lévi-Strauss que la analizaba como una acción simbólica[77]

Sin embargo, el peso de la Nueva Historia Cultural reside en el poder de la cultura como fuente de comprensión histórica. Porque, por un lado, como se mencionó, el lenguaje es importante porque permite acceder a las diferentes formas de organización social pero las formas sociales no se limitan al lenguaje. Y, por el otro, si bien el mundo puede ser leído como un texto no es lo mismo que un texto[78]

A pesar de todas las innovaciones que hizo la Nueva Historia Cultural se pueden criticar varias cuestiones. Una de ellas es que pretende dejar de lado la historia total pero su multiplicidad de enfoques quizá la relacione o la acerque hacia ella. Y por otro, en el caso de Chartier que aboga por abandonar el determinismo social de annales se corre el riesgo en suplantarlo por un determinismo cultural.

Por último, es interesante destacar varias cuestiones. En primer lugar, que a pesar de compartir la importancia dada al lenguaje, representaciones y a lo simbólico, la nueva historia cultural no es un grupo homogéneo ya que no tiene un criterio metodológico común y al tener diversos referentes teóricos hace que sus perspectivas y objetos de estudios también lo sean. Además, ante la dificultad de definirlos como movimiento historiográfico, terminan siendo, en cierto sentido, lo mismo que critican de la historia de mentalidades. En segundo lugar, es importante recalcar su propuesta moderada, porque a pesar de sus nombradas innovaciones siguen tomando a los documentos y otras fuentes como punto de partida para sus investigaciones. Y en tercer lugar, es interesante recordar que la nueva historia cultural se consolidó después de haber superado la fase de la historia de mentalidades y del neomarxismo culturalista, de haber rechazado las propuestas basadas en la teoría literaria más radical (que será tratada en el siguiente apartado) y de adoptar ideas y conceptos de la antropología hermenéutica[79]

Giro Lingüístico

A diferencia del giro antropológico, en donde el lenguaje era un ingrediente importante pero no tanto como la cultura, el giro lingüístico parte de una representación lingüística del mundo, en donde todos los problemas filosóficos pueden ser reducidos y transferidos a los usos del lenguaje. Pero si bien esta concepción se desarrolla en el campo filosófico, su creciente importancia hace que influya en otras disciplinas, entre ellas la historiografía. Y en ella, mediante el análisis del discurso se analiza la escritura de la historia como una forma de discurso, lo que lleva a formular la siguiente pregunta: ¿existe algo que se puede llamar pasado fuera del discurso?[80]

Partiendo de la idea que la investigación histórica no tiene un carácter racional y científico por el cual permita llegar al conocimiento del pasado, el historiador norteamericano Hayden White lanza hacia mediados de los "70 una propuesta radical, al sostener que la historia es una poética más. Su argumento reside en que si bien hay un pasado que pasó no hay una verdad sobre esos hechos porque llegaron al presente en forma de textos y como tales son escritos por sus contemporáneos, que, según White, a su vez fueron determinadas por cuestiones estéticas y morales, no científicas. De modo que al no haber una veracidad de lo ocurrido lo que se pone en juego es la verosimilitud de los relatos, el cual se corresponde con la manera más eficaz de articular las narraciones a través de los recursos retóricos porque cuanto mejor armada retóricamente esté, mejor predispuesta va a estar a mostrar su verosimilitud y mejor posicionada se va a encontrar para imponer su perspectiva.

Por lo tanto, si en la historia lo que importa son los hechos y las narraciones de los hechos, el límite entre historia y literatura no son tan claros y en consecuencia la historia pasa a ser un texto más. Resulta interesante comparar este momento de la historiografía en donde el proceso de delimitación entre historia y literatura es inverso al propuesto por Ranke un siglo atrás, en donde él filólogo alemán trataba de establecer una frontera entre las mismas, erradicando los elementos narrativos.

Volviendo al tema de criterio de verdad, White desconoce totalmente el carácter científico-objetivo de la historia porque arguye que los hechos no se presentan y hablan por sí mismos y por ende la tarea del historiador no es reconstruir el pasado observando todo, tal como se vino haciendo a lo largo del siglo XX, sino que para White mediante el acto mental el historiador prefigura el campo histórico[81]En este punto es importante observar la importancia del lenguaje, ya que el historiador está condicionado por los signos lingüísticos del documento que analiza y, al mismo tiempo, por los signos lingüísticos que él mismo utiliza[82]

Respecto de los hechos históricos sostiene que los acontecimientos reales no deberían hablar por sí mismos, los acontecimientos reales deberían simplemente ser[83]Es decir, que los hechos no se presentan como épicos ni trágicos sino que la forma se la da el narrador (en este caso el historiador) a un mismo contenido. En otras palabras, el contenido siempre es moldeado por la forma debido a que ambos no pueden separarse de la escritura de la historia porque "las narrativas históricas son ficciones verbales cuyos contenidos son más inventados que descubiertos y cuyas formas tienen más en común con sus contrapartidas literarias que con las científicas"[84]

Pese a todo lo desarrollado y ante su actitud radical, aunque no tanto como la teoría deconstruccionista, de desdibujar los límites de la historia y literatura, de socavar el trabajo del historiador y de negar la veracidad de los hechos, aunque parezca paradójico, él mismo como historiador sale a la defensa de la historia porque en medio del impacto que tiene la postmodernidad lleva a cabo un diagnóstico, en el cual expresa que la historia es teóricamente débil y metodológicamente deficiente porque busca datos y trata de explicar la historia de esos mismos datos que encuentra. Y si bien no da una solución a esto sí trata de dar respuesta, aunque no sea la mejor, a la crisis de la historia buscando como solución a la narrativa, es decir, ver a la historia como una gran construcción retórica.

Por último, aunque la historia para White debe ser entendida como un género literario, regida por criterios literarios, mantiene sus propias particularidades, por ejemplo el relato histórico necesita tener un desenlace y no estar solamente ordenados cronológicamente. Al respecto el autor sostiene que en el discurso histórico, la narrativa sirve para transformar en una historia una lista de acontecimientos históricos que de otro modo serian solo una crónica[85]Otra característica que necesitan los relatos para convertirse en históricos es manifestarse al menos en dos narraciones que registren su existencia[86]De esta manera, se puede advertir como el discurso, la narrativa y el lenguaje socavan el carácter científico de la historia, quitándole, según esta corriente, el carácter explicativo, reservado solo a las ciencias, y atribuyéndole el comprensivo, exclusivo de las poéticas.

Historia intelectual

Luego del impacto de la postmodernidad, la historia se manifestó en dos vertientes: la ya vista Nueva Historia Cultural y la Historia Intelectual expresados en dos posturas, la versión alemana de Historia Conceptual, dirigida por Reinhart Koselleck, y la Historia del Discurso inglesa, desplegada por QuentinSkinner y John GrevilleAgard Pocock.

Dichas tendencias, a pesar de tomar la idea de que el discurso histórico, independientemente de la forma que posea, es siempre una narrativa, se basan en una vía moderada más allegada a las formas tradicionales, como se verá a continuación, en contraposición de la radicalidad propuesta por Hayden White y más aún por el deconstruccionismo.

Historia Conceptual

El surgimiento de la historia conceptual se remonta a la Alemania de la posguerra, cuando al agotarse la vía de las historias de las ideas, en los ámbitos académicos surge la necesidad de definir los conceptos utilizados en el campo de las ciencias humanas. Y ante dicha urgencia se puede entender como los primeros objetivos de la historia conceptual fue la elaboración de diccionarios conceptuales[87]

Ahora bien, para adentrarse en los postulados de la historia conceptual es necesario aclarar que ésta parte de la teoría diferencial entre la palabra y el concepto, es decir, plantea una clara distinción entre ambas, ya si bien cada concepto depende de una palabra, cada palabra no es un concepto. De esta manera, intenta acabar con el círculo vicioso que se genera entre la palabra (significante), el concepto (significado) y la realidad (referente), de modo que su propuesta metodológica se basa en alternar el análisis del significado diverso de las palabras y el análisis referente a la diversidad de denominaciones usadas para describir el mismo fenómeno[88]

Otro punto a destacar es que la historia conceptual introduce la variable temporal para dar cuenta de los cambios que se producen conceptualmente. De esto se deriva que el tema de la presente corriente es la convergencia entre concepto e historia, teniendo en cuenta que la historia sólo sería historia en la medida en que ya estuviera conceptualizada[89]

Siguiendo con la relación entre historia y concepto, Koselleck aduce que la historia conceptual no fija propiamente su objeto, sino que más bien es el resultado de la dinámica que se establece entre las experiencias históricas y su registro lingüístico. Con lo cual la historia conceptual no es una historia de las palabras, ni una historia de los términos, sino una historia de los conceptos que parte de la siguiente proposición: una palabra se convierte en concepto cuando se carga de connotaciones particulares. Por lo tanto, el lenguaje conceptual no es univoco, sino todo lo contrario, posee una diversidad de acepciones. En consecuencia, el autor plantea que los conceptos como tales no tienen historia sino que contienen historias, porque la identidad del concepto va modificándose. Sin embargo, dicha relación es constante, porque si bien los conceptos no tienen historia, son ellos los que permiten recoger la multiplicidad de las experiencias históricas. En este punto, Koselleck proclama que los conceptos y la realidad cambian a diferentes ritmos, de modo que muchas veces la capacidad de conceptualizar la realidad deja atrás a la realidad conceptualizable, o a la inversa[90]

Llegados a este punto, es necesario mencionar que la mayor innovación de la historia conceptual es darle un contenido social a los conceptos de la vieja historia de las ideas, ya que intenta redescubrir la riqueza de la historia social a través de los conceptos, desempeñando un papel de reorientación teórica para el conjunto de la historia[91]

No obstante, la historia conceptual se muestra como una rama historiográfica y metodológica, pero no en boga de una sustitución de métodos sino para llevar a cabo la complementación de varios de ellos, ya que uno de sus objetivos es descifrar que partes de un significado persiste y que otras fueron añadidas[92]Además, tiende a mostrar los anacronismos que la historia social lleva a cabo al momento de conceptualizar tanto al pasado como a los agentes históricos, debido a que los conceptos tienen que estar relacionados con su contexto.

Por último, cabe destacar dos cuestiones. Por un lado, que en su afán de independizarse de la idea de ser solo una disciplina auxiliar, llevan a cabo un diccionario monumental de conceptos históricos fundamentales utilizados en Europa entre los años 1750 y 1850. Y si bien fue útil para que los investigadores acudan a ellos, puede encontrarse en él ciertas limitaciones que se corresponden con el acotado período que abarca. Por el otro lado, se puede observar aquí nuevamente el influjo de la postmodernidad (de hecho podría decirse que es una consecuencia del giro lingüístico) al darle importancia a la hermenéutica para la comprensión de los procesos históricos mediante los textos y a la semiótica para el significado de los conceptos, combinando el nivel del lenguaje y el nivel extralingüístico, es decir, el texto y el contexto[93]Sin embargo, Koselleck sostiene que la historia no se limita a ser un caso especial de la hermenéutica, ya que es algo más que una ciencia ligada filológicamente al texto[94]y al no centrarse solamente en él sostiene: "el texto de la historia no está nunca concluido por completo, ni está nunca fijado definitivamente por escrito"[95].

Historia del Discurso Histórico

Los orígenes de la historia del discurso pueden rastrearse en la década del "50 cuando en Cambridge y en Oxford comienzan a publicarse estudios sobre las teorías del acto de habla basados en análisis lingüísticos. Pero recién a mediados de los "60, con la aparición de los primeros escritos de Skinner, esta vertiente comienza a tomar importancia en un marco de modificaciones que se producen en la historiografía, caracterizada por el alejamiento de la historia del pensamiento para dar lugar a la historia del discurso[96]interesada en los actos de habla que llegan a ser conocidos y que suscitan una respuesta[97]

Como se mencionó al comienzo del apartado, otro de los principales representantes de la historia del discurso es el historiador británico J.G.A. Pocock. Este centra sus trabajos en grandes intelectuales que escribieron para el debate político. Entre ellos se pueden mencionar a Locke, Hume y Hobbes.

Al igual que la historia conceptual, esta vertiente de la historia intelectual procede hermenéuticamente para estudiar los textos de los grandes teóricos políticos. Y si bien el autor menciona como problemática a estudiar la intencionalidad que tuvieron los autores clásicos, lo hace en referencia a los estudios de Quentin Skinner, ya que Pocock al centrarse en desentrañar los significados de los textos no profundiza ni soluciona el tema.

De la misma forma que la historia conceptual innovó sobre la historia intelectual tradicional[98]la historia del discurso también se va a diferenciar de ésta en la medida en que las ideas ya no pueden ser comprendidas primordialmente como las creaciones de grandes mentes sino que deben ser vistas como parte del discurso de la comunidad intelectual dentro de la cual fueron gestadas[99]Para que tal situación sea posible es necesario ubicarse en un contexto liberal[100]entendido como un ámbito sumamente discursivo, en el cual pueda llevarse a cabo un debate basado en discursos y contradiscursos. De hecho Pocock sostiene que sólo en estos escenarios el discurso tiene una historia[101]

Respecto de la tarea del historiador para descifrar los significados de los discursos que estudia es necesario que se familiarice con el lenguaje, o mejor dicho con lo que el autor denomina langue (idioma) para analizar la parol (actos de habla). De esta manera, se apropia de algunas partes de los enunciados para explicarlos, y al hacerlo el historiador puede caer en una reinterpretación. En este punto, es sugestivo destacar que los actos de habla, más allá de las intenciones que tenga un escritor, no quedan libres de las interpretaciones que harán otros de ella[102]ya que aquí entran en juego términos como expropiación, innovación e intención. Por ejemplo: Gramsciexpropia el lenguaje de Marx y a través de su lenguaje y con su intención genera otro lenguaje, por lo cual está llevando a cabo una innovación.

Entonces, se puede observar como el lenguaje pasa a ser la clave del historiador para comprender el acto de habla y el contexto. Y más aún, su importancia se torna casi indispensable porque al formarse en el transcurso del tiempo exhibe un carácter histórico y por lo tanto da cuenta de un contexto político, social o histórico dentro del cual él mismo se sitúa. Sin embargo, no hay que perder de vista que cada lenguaje selecciona elementos del contexto dentro del cual se lo reconoce[103]lo que a su vez se relaciona con las necesidades de su presente.

Algunas conclusiones

Frente a lo desarrollado a lo largo del giro lingüístico, se pueden establecer algunas diferencias. Primero, si bien las tres tendencias mencionadas parten del análisis de los textos, la historia intelectual no comparte la primacía que White le da al texto, porque sostienen que el texto por sí solo no puede ser un objeto de estudio como si lo propone el género textualista, al utilizarlos como estructuras cerradas, coherentes en sí mismos, que no pueden ser explicadas fuera de su sistema retorico, al contrario, según la historia intelectual es necesario ponerlos a dialogar con otros textos y así ir formando el contexto porque, como se vio, su objetivo es el comprender el sentido de un texto y englobarlo en el discurso de la época en que se originó.

En este punto, a pesar de tener varias similitudes, creo interesante hacer una breve distinción entre las dos ramas historiográficas recién mencionadas. Si bien ambas concuerdan en que el discurso presupone una comunidad de actores respectivamente autónomos que se comunican mutuamente porque hablan un lenguaje común, a través del cual pueden influir en el mundo social y político, lo que demuestra que el discurso aporta a la formación de la realidad política, la cual a su vez impacta al discurso, Koselleck va más allá que Pocock y Skinner al utilizar el análisis del discurso como un medio de reconstruir no sólo la historia del pensamiento político sino también de las estructuras políticas y sociales[104]

Por último, restaría mostrar dos diferencias más, las cuales son fundamentales entre White y la historia intelectual. La primera, se refiere a que la propuesta radical de White no tiene relevancia, porque tanto la historia conceptual como la historia del discurso mantienen la identidad disciplinar tradicional, tan cuestionada por White. Es decir, utilizan el documento seguro como punto de partida para sus investigaciones, de manera similar que lo hace la nueva historia cultural con el giro antropológico. La segunda diferencia, radica en que tanto el concepto como el discurso, basados en el lenguaje, son medios utilizados para acercarse a la realidad histórica, no para negarla. Sin embargo, esto no significa que las ideas o el lenguaje determinan una evolución histórica sino que la hace comprensible[105]

En fin, estas ramas historiográficas dan cuenta de la historia como una disciplina que mantiene tanto una coherencia como una metodología propia, a diferencia de aquellos que la piensan como una poética más.

El quehacer historiográfico en los últimos años

Todas las prácticas historiográficas descriptas hasta aquí se desarrollaron a fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. En cambio, en la actualidad la historia se está desarrollando en función de dos vertientes: la Historia Reciente y la Historia Global.

Respecto de la primera cabe decir que existe una dicotomía en cuanto a cómo denominarla (historia reciente, historia del tiempo presente, historia del presente). Y si bien sus orígenes pueden rastrearse a partir de la primera guerra mundial y su institucionalización luego de la segunda posguerra, recién durante la década del "70 comienza a tomar vigencia, es decir, en el contexto del postmodernismo y la crisis de los grandes relatos. Aquí, el giro lingüístico le proporciona cierta importancia al concederle un lugar privilegiado a los actores y a la verdad de sus subjetividades[106]

También podemos encontrar una controversia acerca de su especificidad, ya que no se define por cuestiones epistemológicas, metodológicaso consideraciones temporales, sino a partir de cuestiones subjetivas y en este sentido los objetos privilegiados de esta historia son los acontecimientos "traumáticos" que transforman los procesos del pasado cercano en problemas del presente[107]Por lo tanto, su historicidad se basa en la relación entre pasado y presente, y si bien eso es común a otras prácticas historiográficas su particularidad reside en que el presente interfierefrecuentemente en el pasado, el cual a su vez es inacabado. En este punto, es interesante marcar que si bien siempre el presente aspira a interesarse por el pasado, el historiador que hace historia reciente se ve doblemente condicionado por su presente y, al mismo tiempo, por su pasado que a su vez en ese momento fue su presente y él un protagonista del mismo, si es que lo vivió.

Por último, quiero mencionar que la historia reciente trabaja con testimonios, lo cual puede ser criticado porque dichas fuentes pueden ser manipuladas inconscientemente a través de la memoria.

Ahora bien, en referencia a la historia global se puede mencionar que surge cuando, a causa de los estudios microhistóricos, se sobresatura lo fragmentario tras lo cual comienzan a surgir críticas para volver a una historia más estructural. A pesar que son pocos hay una búsqueda de otras alternativas.

La especificad de la historia global radica en intercalar las diferentes escalas (micro y macro), sin privilegiar ninguna, con el fin de interrelacionar los diferentes acontecimientos teniendo como escenario al propio mundo. En otras palabras "en la historia global todo acontecimiento que ocurre en un punto del planeta puede afectar en escalas diferentes a la totalidad de los individuos del mundo. Todo acontecimiento contiene elementos de mundialidad"[108]Es decir, se estudia un fenómeno micro, en sus diferentes modulaciones, con un contexto global.

Otra particularidad de la historia global es que rompe con la línea cronológica porque además de relacionar los acontecimientos entre las escalas también lo hace cronológicamente de atrás haciaadelante o viceversa. Además de recuperar algunos aspectos de Braudel (descomposición del tiempo) también rescatan de la microhistoriael hecho de conocer el detalle másmínimo del caso, lo cual posibilita conocer sus relaciones con las modulaciones. De modo que para llevar a cabo la historia global si o si hay que partir del microanálisis para llegar a la globalidad.

Rumbo hacia algunas consideraciones finales

En función de lo desarrollado a lo largo del presente trabajo se puede argumentar que la historia se encuentra en constante tránsito. Esto da cuenta que las practicas historiográficas no tienen una estabilidad concreta porque al estar influenciada por las diferentes preguntas que demanda su presente[109]siempre se encuentra reformulándose en pos de intentar darle una posible respuesta a esa inquietud. Pero a pesar de encontrarse en tránsito permanente, vimos que tales cambios no son drásticos porque las nuevas corrientes que fueron (y van) surgiendo en cada contexto particular siempre se nutren de alguna parte de las practicas historiográficas vigentes. Así por ejemplo, los cánones de cómo hacer historia primero fueron formulados por Ranke luego es redefinido por Francia y después por Inglaterra. Inclusive la posmodernidad que puede tomarse como el golpe más duro recibido por las ciencias sociales, invita a reflexionar una nueva forma de hacer historia.

Por lo tanto, en mi opinión, creo que se le puede sacar mayor provecho al quehacer historiográfico si, dentro de las posibilidades, se oscila (sin quedar atado a ningún privilegio) entre las diferentes escalas, entre las diferentes fuentes, ya sean orales o escritas, si se dialoga con disciplinas que puedan llegar a aportar un mayor conocimiento de la historia. Y aunque parezca un tanto ecléctico, o mejor dicho conciliador, por qué no tomar parte de la propuesta de LaCapra acerca de formarse con disciplinas teóricas para adquirir mayor herramientas críticas que sirvan de base para llevar a cabo trabajos aúnmás eficientes.

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Autor:

Gabriel Avalos

 

[1] En la cual los propios actores van a dar cuenta de lo que paso y no el historiador, es decir, tal como sostenía Ranke en su afán de establecer la objetividad: relatar la historia tal cual fue.

[2] IGGERS, Georg G., La ciencia histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales.Barcelona,Editorial Labor, 1995, pág. 27.

[3] Ibídem, pág.31

[4] Es necesario aclarar que este proceso se da en un contexto en donde se comienza a definir la identidad alemana y para ello utilizan a la historia como elemento esencial para forjarla, a pesar que no era la funcionalidad que Ranke deseaba.

[5] AURELL, Jaume: “La escritura de la memoria. De los positivos a los postmodernismos”. Universidad de Valencia, 2005, pág. 26

[6] “Para acercar la sociedad y la cultura al centro de la contemplación histórica, y de que la investigación histórica debería trabajar con un concepto de ciencia que ofreciera unos criterios metódicos rigurosos no solo para la investigación de los hechos, sino también para el reconocimiento y la explicación de las interrelaciones histórica” en: IGGERS, Óp. Cit., pág. 33

[7] Ídem.

[8] IGGERS, Georg. Óp. Cit. pág. 50.

[9] AURELL, Jaume, Óp. Cit., pág. 43.

[10] Ibídem, pág.44

[11] REVEL, Jacques, Un momento historiográfico. Trece ensayos de historia social, Manantial, 2005. “Historia y ciencias sociales: los paradigmas de los Annales”, pág. 22

[12] AURELL, Jaume, Óp. Cit. Pág. 30.

[13] Ídem.

[14] REVEL, Jacques, Óp. Cit. Pág. 24.

[15] Ibídem, pág. 26

[16] REVEL, Jacques, Óp. cit. pp.33-35.

[17] REVEL, Jacques, Óp. Cit. pág. 27

[18] AURELL, Jaume, Óp. Cit. pág. 72.

[19] BURKE, Peter, La Revolución historiográfica francesa. La escuela de los Annales: 1929-1989, Gedisa, 1990, pág. 40

[20] Obra que refleja netamente sus influencias tanto de Bloch como de Febvre, así como también de Pirenne y de los geógrafos Ratzel y Vidal de la Blache

[21] Inclusive los conceptos estructura y coyuntura lo toma de la economía.

[22] La cual ocurre en la estructura a diferentes ritmos y dimensiones.

[23] Historiadores reconocidos bajo la estirpe braudeliana pueden mencionarse a Emmanuel Le Roy Ladurie y Pierre Chaunu.

[24] LE GOFF, Jacques, “Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso”. Barcelona, Paidos, 2005. Pág.12.

[25] En este caso Iggers muestra el ejemplo que algunos miembros como Furet y Le Roy Ladurie sostienen que no hay historia social científica que no trabaje con métodos cuantitativos. En cambio Le Goff, Duby, Bloch y Febvre, entre otros, utilizan fuentes más cualitativas. IGGERS, G. Óp. Cit. pág. 58.

[26] Iggers sostiene que la institucionalización de Annales le pone cierto límite a este discurso. IGGERS, G.Ibídem, pág. 49.

[27] Si bien no es la única es la que cobra mayor trascendencia, incluso fuera del marxismo.

[28] AURELL, Jaume, Óp. Cit. pág. 75.

[29] Inclusive Hobsbawn aunque es el va a quedar más apegado al marxismo ortodoxo.

[30] IGGERS, Georg, “La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno”, Chile, Fondo de Cultura Económica, 2012, pág. 138.

[31] THOMPSON, Edward P., “Costumbres en Común”, Critica, 1995, pág.22.

[32] Ídem.

[33] Ibídem, pág. 19.

[34] Ibídem, pág. 25.

[35] IGGERS, G, La ciencia histórica…Óp. Cit. pág. 47.

[36] AROSTEGUI, Julio, “La investigación histórica. Teoría y Método”, Critica, 1995, pág. 122

[37] AROSTEGUI, Julio, Óp. Cit. pág. 123

[38] AURELL, Jaume, Óp. Cit. pag.85

[39] AROSTEGUI, Julio, Óp. Cit. pág. 124.

[40] Ibídem, pag.121

[41] Si bien, a diferencia del estudio de mentalidades, la historiografía norteamericana no se desarrolla fuera de sus fronteras, si llega a instalar dentro de ella un paradigma historiográfico. AURELL, Jaume, Óp. Cit. Pág. 92

[42] En este punto Revel aclara: “lo económico es privilegiado ante todo porque su estudio, hasta entonces, había sido demasiado descuidado; luego y principalmente porque en él las relaciones sociales son más densas y visibles que en otras partes; pero en ningún caso representa el papel de una instancia que determine el conjunto de los funcionamientos sociales…”REVEL, Jacques. Óp.Cit. pág. 28

[43] BURKE, Peter, Óp. Cit. pág. 77

[44] AURELL, Jaume, Óp. Cit. pág. 90.

[45] Cabe destacar, a modo de mención, que dentro de mentalidades se encuentran estudios diversos acerca de los pensamientos que se tenían sobre la muerte, el amor en el caso de Duby, la niñez en el de Phillips Aries, los rituales del vasallaje de Le Goff. En fin cosmovisiones abocadas a la Edad Media y el Antiguo Régimen.

[46] Ibídem, pág. 91

[47] BURKE, Peter, Op. Cit.pág. 62

[48] IGGERS, Georg, La historiografía… Óp. Cit. Pp.100-101.

[49] AURELL, Jaume, Óp. Cit. Pág. 93.

[50] Por ejemplo algunos representantes de Annales, entre ellos Furet y Le Roy Ladurie, sostenían que no existía historia científica que no trabaje con métodos cuantitativos. Esto, a su vez, demuestra que no era un grupo homogéneo ya que había tanto posturas como preocupaciones disimiles.

[51] AURELL, Jaume, Óp. Cit. Pp.84-85.

[52] Al respecto Revel sostiene que “la extraordinaria violencia de la reacción estructuralista en Francia se expresó en los términos de un anti-historicismo en ocasiones terroristas”. REVEL, J. Óp. Cit. Pág.32

[53] CHARTIER, Roger, “El Mundo como representación. Estudios sobre Historia Cultural”, Gedisa, 2005, pág. 46

[54] Ibídem, pág. 49.

[55] El autor plantea que la historia socio-cultural vivió demasiado tiempo apoyada sobre una concepción mutilada de lo social. Ibídem, pág. 54

[56] Ídem.

[57] Ibídem, pág. 49

[58] El autor menciona un doble significado: por un lado, la representación muestra ausencia, lo cual supone una clara distinción entre lo que representa y lo que es representado y, por otro lado, la representación es la exhibición de una presencia, la presentación pública de una cosa o una persona. Ibídem, pág. 56

[59] Ibídem, pp. 49-50

[60] De hecho aduce que la sociedad es una representación colectiva y solo se puede penetrar en ella a través de las representaciones que la forman.

[61] Ibídem, pág. 57.

[62] En este punto es importante mencionar que no se cambian o reformulan los objetos, como lo propone Chartier, sino que se miran desde otras perspectivas.

[63] Cabe destacar que son neomaxistas thompsonianos. Y como tales, al reformular su concepción, son superadores del culturalismo thompsoniano.

[64] ARÓSTEGUI, Julio, pág. 135.

[65] AURELL, Jaume, Óp. .Cit. pp. 113-114.

[66] ARÓSTEGUI, Julio, Óp. Cit. Pág. 138.

[67] Ibídem, pp. 136-138.

[68] También se toma a la obra de Chartier, vista en el apartado, como texto fundador.

[69] CHARTIER, Roger, “El presente del pasado: escritura de la historia, historia de lo escrito” Universidad Iberoamericana, 2005, La Nueva Historia Cultural, pp. 13-14.

[70] Ibídem, pág. 21

[71] GEERTZ, Clifford, “TheInterpretation of Culture”, York, Basic Books, 1973, pág. 89, en: CHARTIER, Roger, El presente… Cit. Pág. 24

[72] GEERTZ, Clifford, “La interpretación de las culturas”, Gedisa, 1975. Parte I “Descripción densa. Hacia una teoría interpretativa de la cultura”, pág. 2

[73] IGGERS, Georg, La ciencia histórica en el siglo XX, Cit. Pp. 91-92.

[74] AURELL, Óp. Cit. Pág. 181

[75] Ibídem, pp. 36-37

[76] IGGERS, Georg, La historiografía… Cit. Pág. 202

[77] AURELL, Óp. Cit. Pág. 119

[78] Ibídem, pág. 178.

[79] Ibídem, pág. 180.

[80] ARÓSTEGUI, Julio, Óp. Cit. Pág. 136

[81] AURELL, Jaume, Óp. Cit. Pág. 128

[82] Ibídem, pág. 126.

[83] WHITE, Hayden, “El contenido de la forma. Narrativa, Discurso y Representación histórica”. Barcelona, Paidós, 1992, pág. 19

[84] WHITE, Hayden, “HistoricalTexts as LiteraryArtifact”, en Tropes of Discourse(Baltimore, 1978), 82. en: IGGERS, George, La Historiografía…Cit. Pág. 194.

[85] WHITE, Hayden, El contenido… Cit. Pág. 61

[86] Ibídem, pág. 34

[87] VILANOU, Conrad, “Historia intelectual e historia conceptual” en ArsBrevisAnuari de la cátedra Ramón LlullBlanquerna, No. 12, pág. 172

[88] Ibídem. Pág. 181

[89] KOSELLECK, Reinhart, “Futuro pasado”, pag.118, en: VILANOU, Conrad, Óp. Cit. Pág. 182

[90] VILANOU, Conrad, Óp. Cit. Pág. 182.

[91] Ibídem, pág. 186

[92] Ibídem, pág. 185.

[93] Ibídem. Pág. 186.

[94] Ibídem, pág. 178

[95] KOSELLECK, Reinhart, “Historia y Hermenéutica”. Introducción de José Luis Villacañas y Faustino Oncina. Barcelona, Editorial Paidós-ICE Universitat Autónoma de Barcelona, 1997, en: VILANOU, Conrad, Óp. Cit. Pág. 178.

[96] POCOCK, J.G.A, “Historia Intelectual: un estado del arte” en: Prismas. Revista de Historia Intelectual. Nº 5, 2001, pp. 145-146.

[97] Ibídem, pág. 159.

[98] De la que formaron parte intelectuales como Benedetto Croce, Collingwood y Arthur Lovejoy.

[99] IGGERS, Georg, “La historiografía…”, Cit., pág. 206.

[100] Como por ejemplo el contexto de Inglaterra que estudia Pocock en torno a los debates entrelories y Whigs

[101] POCOCK, J.G.A, Óp. Cit.pág. 173

[102] Por ejemplo, una apropiación o innovación puede ser dialéctica porque lo que uno quiso decir es tomado por otro que lo utiliza, pero para decir o darle otro significado.

[103] Ibídem, pág. 155

[104] IGGERS, Georg, La historiografía…Cit. pp. 206-207

[105] IGGERS, Georg, La ciencia histórica, Cit. pp. 100-101.

[106] Franco Marina y Florencia Levin (comps.), Historia reciente: perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2007, pág. 38.

[107] Ibídem,pág. 35.

[108] Fazio Vengoa, Hugo “La historia global: ¿encrucijada de la contemporaneidad?” enscienti.colciencias.gov.co:8084, pág. 64

[109] me refiero al presente del historiador

Partes: 1, 2
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