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Inteligencia emocional en los adolescentes (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

La presente investigación se estructuró en seis capítulos, de la siguiente forma: en el Capítulo I presenta el problema, los objetivos, la importancia y la justificación. El Capítulo II contiene los antecedentes, bases teóricas y las teorías que apoyan la explicación del fenómeno estudiado. El Capítulo III presenta la metodología aplicada en la investigación. El Capítulo IV presentan los resultados, el Capítulo V las conclusiones y recomendaciones y por último, el Capítulo VI muestra el diseño de los lineamientos a seguir como alternativa de solución a la problemática detectada. Finalmente, se presentan las referencias consultadas y los anexos, además del Currículum Vitae del autor.

CAPÍTULO I

El problema

Planteamiento del Problema

Los seres humanos poseen capacidades intelectuales y emocionales desde que empiezan su formación como ente, la cual le va a permitir superar los retos que le impone el contexto en el cual se desenvuelve desde los primeros estadios de su desarrollo, de allí, la importancia de que el intelecto y la emociones se encuentren en el sujeto de manera integral puesto que, esto le permitirá establecer un patrón de conducta operativa, es decir, que aporte beneficios al sujeto para contribuir a su adaptación social y a su equilibrio biopsicosocial y donde la racionalidad este en concordancia con la emoción.

Es ampliamente conocido que el desarrollo del ser humano es un proceso lento pero constante, donde se adquieren evoluciones físicas y asimismo, madurez mental, no obstante, la madurez cognoscitiva alcanza su nivel optimo durante la etapa denominada adolescencia, la cual no es más que una etapa de transición que varía en las diferentes culturas y la cual se define como el periodo de tiempo que los sujetos necesitan para considerarse autónomos e independientes socialmente, pues, la misma es un proceso no un producto final.

De allí que la conducta del adolescente ha sido motivo de diversos estudios, tomando en cuenta los acelerados cambios que se producen en esta etapa de la vida y que en ocasiones pueden alterar la paz familiar y escolar. En efecto, la misión de la familia y la institución educativa como garantes primordiales de la sociedad es formar valores en ellos. La misma es definida por Horrocks (1999) de la siguiente manera: "La adolescencia es una etapa que demanda la realización de ciertas tareas que permiten alcanzar la autonomía y hacerse responsable de nuestra propia vida, asimismo se abandona la identidad infantil y se construye la del adulto" (p. 18). Así pues, la adolescencia suele considerarse un periodo de transición entre la niñez y la edad adulta, en la cual se dan una serie de cambios, no solo en lo físico y biológico, sino que también se aprenden ciertas conductas que son determinantes para la socialización, si se les permite interactuar de manera agradable asegurarán el éxito en su desempeño, en el hogar o institución educativa, de lo contrario se creará un conflicto que puede llevarlo a abandonar sus metas propuestas. La posibilidad de aplicar técnicas de inteligencia emocional en los adolescentes considerados como protagonistas de sus propios cambios, es un camino certero para la prevención primaria en salud mental y consecuentemente en el futuro del adolescente.

En este sentido, Bianco (1998) señala que "…el adolescente (adolece) y que le falta crecimiento, canalización emocional y (personalidad). Por lo mismo, el proceso de adquisición de nuevas conductas presenta, a menudo, situaciones muy especiales y singulares que debe aprender a manejar" (p. 89). En otras palabras, esta etapa se concibe como el momento de la vida que realmente se comienza a aprender sobre el mundo y el adolescente a encontrar un lugar en él. Por tanto, trae consigo una serie de cambios y transformaciones que en muchas ocasiones son difíciles de aceptar y que están relacionadas con la activación del sistema hormonal, entre otros.

Por esta razón, Goleman (Citado en Vivas, Gallego y González, 2007) plantea que los adolescentes emocionalmente desarrollados, gobiernan adecuadamente sus emociones, saben interpretarlas y relacionarse efectivamente con las emociones de los demás, por lo que disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida. Así, el conocimiento de las emociones permite al adolescente un enfoque más realista y válido de los factores que conducen a la eficacia y adaptación personal, lo que les ayuda a tener una visión más equilibrada del papel que juega la cognición y la emoción en la vida de cada uno de los jóvenes.

Por lo anteriormente expuesto, es que resulta importante ahondar en la capacidad que posee el adolescente para aprender y desenvolverse de modo inteligente y adecuado ante las situaciones nuevas que se le presenten, y esto se logra cuando desde su temprana edad reciben una educación emocional de manera operativa.

Es por ello, que Consuegra (2007) define la Inteligencia como: "La capacidad mental para entender, recordar y emplear de un modo práctico y constructivo, los conocimientos en situaciones nuevas. Es decir, La Inteligencia de un individuo está dada por la capacidad de comprender, evocar, movilizar e integrar constructivamente lo que se ha aprendido y de utilizarlo para enfrentarse a nuevas situaciones. Y la misma está conformada por un grupo de indicadores tales como: La autoconciencia, el autocontrol, las empatías y las habilidades sociales que le permiten enfrentarse constantemente con el mundo que lo rodea. De acuerdo con Muñoz (2006) se define la emoción como:

Un sentimiento intenso que perturba el estado de ánimo, altera el curso normal del pensamiento y produce alteraciones orgánicas de diverso tipo. Se origina por un pensamiento o un recuerdo y, desde el momento en que aparece, produce una conmoción en el organismo, de menor a mayor grado, dependiendo de las circunstancias (p. 171)

Es decir, el adolescente posee una impresionante capacidad para manifestar sus emociones, siendo conceptuadas estas por el autor como los estados de ánimo que se manifiestan en los comportamientos internos y externos del ser humano.

Asimismo, Goleman (citado en Saz, 2006) señala a la inteligencia emocional como: "…una forma de interactuar con el mundo, que tiene en cuenta las emociones y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía" (p. 157). De tal manera, que la inteligencia emocional se puede concebir como, el uso inteligente de las emociones. Es decir, que el individuo está en la disposición de guiar su comportamiento.

Ante estas premisas se puede afirmar, que la manera como el ser humano se relaciona, es la habilidad que posee él mismo para producir sentimientos en sus semejantes, y manifestar situaciones de liderazgo, popularidad entre otros para conceptuar entonces la inteligencia emocional como la capacidad del individuo para percibir, comprender y regular no solo sus emociones sino la de sus semejantes.

De acuerdo con lo señalado, resulta evidente la importancia de la misma en la vida cotidiana, pues los adolescentes deben analizar y asumir nuevas informaciones mentales y sensoriales que les permitan dirigir sus acciones hacia metas determinadas; por esto conviene inferir, que la inteligencia emocional constituye la capacidad de operar en forma eficaz los procesos abstractos, elegir la mejor opción para solucionar un problema y dificultad por medio de actos esenciales como la formulación de ideas, juicios, opiniones y razonamientos entre los integrantes de este grupo. Por lo tanto, las experiencias adquiridas y los mensajes emocionales recibidos en este entorno constituyen el terreno donde germinan las relaciones sociales y su manera de enfrentar la vida.

De tal manera, que, el manejo de la inteligencia emocional es un proceso que ubica a los adolescentes en una permanente situación de avance y rectificación, la inteligencia emocional es útil para la conducción sana y próspera de las relaciones con todos los integrantes del núcleo familiar. Tal y como ha sido referida por Goleman (citado en Vivas y otros, 2007):

Las personas emocionalmente inteligente toman muy en cuenta sus propios sentimientos y los de los demás; tienen habilidades relacionadas con el control de los impulsos, la autoconciencia, la valoración adecuada de uno mismo, la adaptabilidad, motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, que configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, indispensable para una buena y creativa adaptación. (p.15).

La citada autora afirma que la habilidad para sentir satisfacción y ser eficaces en las diversas situaciones que implica vivir, es una característica de los adolescentes que han desarrollado su inteligencia emocional; es decir, son capaces de dominar hábitos mentales, haciéndose con ellos más productivos en la vida; por ende, el buen manejo de la inteligencia emocional persigue el equilibrio entre la protección y la independencia, la enseñanza y el aprendizaje, la rebeldía y el respeto, la comunicación y el silencio, la prudencia y el riesgo, el perdón y la corrección.

Todo esto reafirma que la inteligencia emocional constituye la vía o el canal no para ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. Los adolescentes por el simple hecho de poseer inteligencia tienen la habilidad para adquirir conocimientos, que le permiten actuar en el hogar y en su medio educativo. Dentro de todas las manifestaciones sociales que existen en el contexto familiar y escolar, juegan un papel importante para sus interrelaciones personales, porque de ella depende realmente el buen desarrollo del joven en la sociedad.

Por tanto, el adolescente por ser miembro de una familia debe tener la formación necesaria para desarrollar actitudes emocionalmente inteligentes, por cuanto esto fortalecerá las relaciones entre sus miembros y anclaran los factores de protección contra los elementos que pueden perturbar su equilibrio como grupo.

Tomando como punto de partida estas concepciones resulta evidente como la realidad social en Venezuela refleja síntomas de un gran número de adolescentes cuyas relaciones con sus padres, docentes u otras figuras significativas en su medio no resultan muy operativas debido a situaciones conflictivas que generalmente devienen en violencia intrafamiliar o escolar, falta de comunicación entre los integrantes del grupo, ausencia de programación de las metas y objetivos por alcanzar, adolescentes aislados por diversas situaciones, la no comunicación de los mismos conduce a situación de frustración, depresión, ansiedad, poca valoración de sí mismo y comportamiento no adecuados en los adolescentes miembros de ese núcleo familiar o escolar.

Todo ello evidencia, que no siempre los adolescentes son operativos en su grupo familiar; al respecto, Moles (2000) expone que una familia es disfuncional cuando se ha perdido el equilibrio entre la autoridad y el afecto, carentes de empatía y donde la anarquía emocional impide el establecimiento de principios básicos (p. 235). Más allá de cualquier dinámica disfuncional dentro del seno de una familia, y en oportunidades al menos en buena parte los adolescentes igual que los adultos pueden llegar a comportar comportamientos no operativos que se parte de las alteraciones emocionales.

Es decir, que existen familias con modelos socialmente desorganizados, que transmiten a sus miembros frustraciones, resentimientos y valores distorsionados, lo que provoca que desarrollen las mismas conductas, familias donde prevalecen los golpes, conflictos familiares, pérdida de control y destrucción de objetos.

Asociado a esta situación, en el ambiente escolar el docente aprecia conductas no operativas en un número significativo de adolescentes que poseen carencias en el conocimiento de sí mismo, necesidad de controlar emociones y ansiedad, falta de motivación y empatía, dificultad para relacionarse con quienes no pertenecen a su mismo grupo social, también se observa que los trabajos grupales terminan en desacuerdos, pues carecen del conocimiento de sus fortalezas y debilidades.

Esta situación se puede evidenciar en los adolescentes del 8vo Grado sección "E", perteneciente a la población de media general del Liceo Bolivariano Camilo Prada ubicado en el Municipio Michelena, pues, según resultados arrojados en las estadísticas del año escolar 2007 – 2008 llevadas por la Defensoría Educativa "Participación Creadora", se observa un número significativo de casos que se pueden enmarcar como adolescentes que no manifiestan un manejo operativo de la inteligencia emocional, situación que se puede palpar en la poca asertividad de las actuaciones escolares, a nivel académico y personal; con lo cual se deduce que estos adolescentes no han desarrollado acciones en pro de la promoción de la inteligencia emocional. Así esto, el desconocimiento de la inteligencia emocional se ha manifestado en problemas de funcionamiento e interrelación con recurrentes conflictos entre los miembros de la familia y de la escuela que trascienden en ellas.

Por esta situación al adolescente en esta etapa se le dificulta tener conciencia de sus emociones, cuando está triste o alegre; además, se muestra irritable, con ansiedad y otras veces melancólico, en ocasiones no reconoce sus errores, no los canaliza de forma que no los afecte a sí mismos ni a los semejantes, se ausentan en su propio yo y no permiten reconocer las necesidades de quienes lo rodea, menos aún sus sentimientos, se muestran poco motivados a la expresión de dar y recibir afecto, establecen criterios sin basamento.

De acuerdo con estos señalamientos, es necesario considerar que los mismos tienen diferentes causas, entre las que pudieran referirse las carencias en el manejo de la inteligencia por parte de los adolescentes, lo cual influye desfavorablemente en el desenvolvimiento de ellos a nivel individual y grupal, impidiéndole desarrollar acciones operativas en su entorno familiar y escolar. Esta situación, dificulta a los adolescentes el pleno desarrollo de la capacidad para percibir y comprender sus emociones, lo que genera confusión que bien puede desencadenar situaciones conflictivas. Las mismas tiene sus causas debido a la falta de lineamientos de orientación cognitivo – conductuales para el conocimiento y manejo de la inteligencia emocional, lo que les permitirá interactuar eficientemente y por ende, mantener relaciones interpersonales que favorezcan sus relaciones familiares, escolares y sociales.

La situación antes descrita tiene consecuencias poco satisfactorias en la dinámica escolar tanto en el presente como en el futuro, en el sentido de no saber cómo manejar operativamente sus emociones y sentimientos consigo mismo y con los demás. Situación que desfavorece el manejo de la autoconciencia disminuye la autorregulación y motivación, imposibilitándose cada vez más el manejo de la empatía y habilidades sociales, lo que evidentemente impide una actuación adecuada y equilibrada entre los protagonistas del núcleo escolar y específicamente en los adolescentes.

Además, de no tratarse a tiempo, el problema traería en los adolescentes consecuencias en el plano intrapersonal e interpersonal. Tal y como lo manifiesta Goleman (citado en Vivas, Gallego y González, 2007)

La inteligencia emocional tiene un componente intrapersonal y un componente interpersonal. Lo intrapersonal comprende la capacidad para la identificación, comprensión y control de las emociones de uno mismo. Que se manifiesta en la autoconciencia y el autocontrol. El componente interpersonal, comprende a su vez la capacidad para identificar y comprender las emociones de las otras personas, lo que en psicología se denomina ser empático, y la capacidad de relacionarnos socialmente de una manera positiva, es decir, poseer habilidades sociales (p. 16)

Ello dificulta el manejo de sus emociones y produce el rechazo social con lo que se crea la sensación de estar alejados de los demás con sus normas sociales.

Con relación a los anteriores planteamientos, el autor de la presente investigación, propone una alternativa de solución viable, como lo es, el diseño de lineamientos cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes para desarrollar la inteligencia emocional en los mismos, para lo cual se formula el problema mediante la siguiente interrogante:

¿Cómo es el manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes del 8vo grado sección E del Liceo Bolivariano Camilo Prada?

Para guiar la investigación se sistematiza el problema mediante las siguientes sub interrogantes:

¿Cuál es el componente intrapersonal que poseen los estudiantes del 8vo Grado sección "E" perteneciente a la población de educación media general del Liceo Bolivariano Camilo Prada sobre la inteligencia emocional?

¿De qué manera se describe el componente interpersonal en los adolescentes objeto de estudio para fomentar la inteligencia emocional?

¿Qué elementos debe contemplar los lineamientos cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes del 8vo Grado Sección "E" Perteneciente a la población de educación media general del liceo objeto de estudio?

Para dar respuesta a estas interrogantes se proponen los objetivos de estudio.

Objetivos de la Investigación

Objetivo General

Describir el manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes del 8vo grado "E" del liceo bolivariano Camilo Prada, ubicado en el Municipio Michelena del Estado Táchira. Para la formulación de Lineamientos de orientación cognitivo conductuales.

Objetivos Específicos

Determinar el reconocimiento del componente intrapersonal de la inteligencia emocional en los adolescentes.

Identificar el manejo del componente interpersonal propio de la inteligencia emocional en los adolescentes objeto de estudio.

Proponer lineamientos de orientación cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes sujetos de estudio para el manejo de la inteligencia emocional.

Justificación

Desarrollar una investigación sobre el manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes es de suma importancia, porque se convierte en un instrumento de primer orden en la expresión de la conducta humana para facilitar el equilibrio entre lo que el joven piensa, dice y hace. Además, le permite al adolescente identificar, comprender, manejar sus emociones, desarrollar la capacidad de identificar sus propios sentimientos y los de sus semejantes, tolerar frustraciones, mejorar su capacidad productiva, comunicacional, facilidad para resolver conflictos, trabajar en equipo y cooperar. Es decir, que obtenga desarrollo personal social.

En tal sentido, el adolescente tiene un lugar y una función específica que le permite de manera natural ir conformando las posiciones y escalones de autoridad para establecer, convenir o aceptar a otros. Además, no se puede descartar que en la vida familiar y escolar donde se desenvuelven los adolescentes se dan momentos de descontrol emocional, por lo cual no se tiene la capacidad para percibir, comprender, controlar e inducir emociones que afecte la interacción de sus miembros, es así como los adolescentes reaccionan ante la autoridad de los padres o maestros que les imponen normas, griten y contravengan violentamente e insulten y hasta agreden.

Por esta razón, el autor de la presente investigación considera la importancia de brindar un conjunto de lineamientos de orientación cognitivo – conductuales para el manejo de la inteligencia emocional de manera operativa y contribuir a elevar la calidad de vida de los adolescentes objeto de estudio.

Es así, como la investigación se justifica desde la perspectiva teórica, metodológica, práctica, social e institucional y académica. Desde el punto de vista teórico se justifica, porque se apoya en los conceptos que sustentan la inteligencia emocional y en los postulados de la teoría cognitivo conductual donde se tomarán las diferentes técnicas de modificación de conductas que permitirán a los adolescentes lograr un manejo eficaz de la inteligencia emocional.

La investigación se justifica desde el punto de vista metodológico a través del método científico, el cual especifica pautas y características especiales a seguir en una investigación veraz, la cual se realizó por medio de un estudio de campo, de naturaleza descriptiva y bajo el enfoque cualitativo y por aportar el diseño de un instrumento que permitió recabar información, con el fin de obtener un diagnóstico sobre la variable de estudio, los datos aquí recogidos servirán de aporte a investigaciones posteriores con la finalidad de profundizar, modificar o refutar los planteamientos expuestos.

El aporte práctico de la investigación se evidenció en la elaboración de las lineamientos cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes para el manejo de la inteligencia emocional. A fin de que los adolescentes aprendan a manejar su inteligencia emocional.

A nivel institucional y social se pretende generar un beneficio para la institución objeto de estudio, pues al tener adolescentes emocionalmente inteligentes se logrará un clima asertivo para todos los integrantes del hecho educativo, pues sabrán reconocer y manejar sus propias emociones y las ajenas y con esto un clima social operativo.

Para finalizar, el estudio se encuentra ubicado en las líneas de investigación del Centro de Investigaciones Psiquiátricas, Psicológicas y Sexológicas de Venezuela (CIPPSV), en el campo conductual, área de la conducta humana, sub – área, manejo de relaciones, línea inteligencia emocional.

CAPÍTULO II

Marco teórico

Antecedentes

Ha existido en los últimos años un auge de investigadores que desarrollan sus estudios basándose en la inteligencia emocional, como un medio relevante que facilita las relaciones afectivas entre los miembros de la sociedad y más aun en la dinámica interpersonal e intrapersonal; es por este motivo, que no son pocas los investigadores que han aportado sus estudios para verificar o desarrollar el beneficio que comprende manejar de manera óptima la inteligencia emocional, por lo que así se pueden encontrar referencias internacionales, nacionales y locales; en este orden de ideas, se hace referencia a cada uno de ellos.

En el contexto internacional, De igual forma, Arias y Segura (citado en Rojas, 2001) investigaron en el instituto Centro de adultos, la Candelaria de Santa Fe, Bogotá; acerca de la identificación de los sentimientos y emociones como fundamento para la construcción de una vida autónoma y en grupo. La muestra estuvo conformada por 350 personas entre los 15 y los 25 años, se les aplicó un cuestionario de cinco preguntas, el resultado de la investigación reveló que el papel de la educación debe ser reevaluado, al igual que el de los docentes, para tomar en cuenta las necesidades, intereses, sentimientos y emociones de los jóvenes, a fin de conducirlos adecuadamente en la búsqueda de su identidad. Se realizó un programa de crecimiento personal compuesto por 10 talleres que llevan al adolescente a un proceso de interiorización desde la identificación de sentimientos hasta el autocontrol de las reacciones de sus emociones en el diario vivir.

Asimismo Jaramillo (2006) en la Universidad de Santo Tomás Colombia, realizó un estudio el cual tuvo como objetivo identificar variables individuales, familiares y de escolares asociados con la aceptación y el rechazo en grupos escolares adolescentes. Para la recolección de los datos se diseñaron cuestionarios y entrevistas semiestructuradas que se aplicaron principalmente a los estudiantes. La validez del instrumento fue de 0,70 y los datos obtenidos fueron sometidos a análisis estadísticos correlacional y en algunos casos, a análisis de contenido. Se consideraron dos tipos de variables de información social. Como variables familiares se tiene cinco estilos de crianza: autoritario, permisivo, descuidado, sobre protector y democrático. En el contexto escolar se tiene en cuenta tres estilos pedagógicos: el autoritario, el permisivo y el democrático. También se quiso detectar las percepciones que comparten los estudiantes sobre actitudes que hacen a un compañero merecedor de rechazo o aceptación en su grupo escolar. (La fuente no revela más datos).

Por otra parte, Henríquez (2007) en Chile, realizó una investigación titulada: La Inteligencia Emocional y el futuro académico de los estudiantes de la provincia de Chañaral, ubicado en la región de Atacama, con el objetivo de verificar el grado de correlación existente entre el nivel de inteligencia emocional y el futuro académico de los estudiantes, la muestra se llevó a cabo con 217 estudiantes cursantes de los 4° años de educación media, a través del diseño metodológico: estudio de campo, no experimental de tipo transversal y correlacionar, se aplicó la escala de Lickert , donde la mayoría, reflejado en un 52.8% Manifestó niveles escasos en cuanto a la prosecución de estudios mientras que el 47.2% se correspondió con niveles de continuidad académica. En este aspecto el autor confirmó los resultados obtenidos y expresó que es necesario fomentar una relación mas estrecha entre la inteligencia emocional y el nivel académico de los escolares puesto que de ello dependerá el éxito escolar.

En el contexto nacional, Chacón (2000) en el estado Zulia, realizó un estudio con el propósito de diagnosticar en los padres el manejo de las habilidades emocionales en la educación de los hijos adolescentes. La investigación fue de tipo descriptivo, de campo y exploratoria sobre una muestra de 100 sujetos. El cuestionario fue un instrumento de 27 ítems tomando en consideración una escala de estimación con cinco opciones de respuesta. Como conclusión se obtuvo, que los padres tenían necesidad de recibir entrenamiento en cuanto a las habilidades emocionales para que adquirieran el aprendizaje de las mismas y puedieran lograr la educación de los hijos con operatividad. En razón del diagnóstico realizado se diseñó un programa de habilidades emocionales, a fin de proporcionar herramientas a los padres; además, los recursos necesarios para orientar la conducta emocional, social y académica de los hijos.

Bernal (2002) en el estado Miranda realizó una investigación referida a la inteligencia emocional y la misma tuvo como objetivo identificar sentimientos y emociones como apoyo para manejar las situaciones emocionalmente difíciles. El estudio se efectuó bajo el paradigma cuantitativo a través de la investigación de campo y de naturaleza descriptiva, la muestra estuvo constituida por 50 docentes, 24 de la primera etapa y 26 de la segunda etapa de educación básica pertenecientes al colegio privado "Don Andrés Bello", a quienes se les aplicó un instrumento tipo cuestionario. Los resultados permitieron inferir que los docentes presentan problemas para interactuar y manejar situaciones conflictivas que se les presenta a nivel familiar y profesional a causa del manejo inadecuado de su capacidad emocional, encaminado a promover en los sujetos del estudio un efectivo manejo de sus emociones y por ende el manejo adecuado de los conflictos.

Asimismo, Morales (2007) realizó un estudio donde propuso un programa de inteligencia emocional dirigido a docentes de I y II etapa de educación básica en la Escuela Bolivariana "Ciudad de Valera" Municipio Valera, Estado Trujillo, bajo el enfoque conductista y a la luz de los enfoques teóricos expuestos por Goleman, Boyatzis y Mc Kee (2004), Reig (2003), Pérsico (2003) y Segar (2004), entre otros. El estudio consistió en un proyecto factible apoyado en una investigación descriptiva, con un diseño no experimental de campo. La población estuvo conformada por 14 docentes y 24 especialistas de la mencionada institución. El diagnostico se realizó mediante un instrumento tipo cuestionario con 68 ítems y cinco alternativas de respuesta: siempre, casi siempre, algunas veces, casi nunca y nunca, con la finalidad de determinar los indicadores de inteligencia emocional que están presentes en los docentes. La validez del instrumento se efectuó a través del juicio de cinco (05) expertos, tanto del área temática como del área metodológica, en tanto que la confiabilidad se obtuvo a través del coeficiente Alfa Cronbach arrojando un coeficiente de r = 0,95. Los resultados del diagnóstico indicaron que tanto en la competencia intra como interpersonal, los docentes de I y II etapa de educación básica en la escuela Bolivariana "Ciudad de Valera" presentaron un nivel alto en correspondencia con el análisis global que determinó altos niveles de inteligencia emocional. Se concluyó entonces en la factibilidad de un programa de inteligencia emocional para reforzar y mantener las habilidades de inteligencia emocional detectadas en ellos y a la vez fortalecer su desempeño laboral y el clima emocional en la institución donde se desenvuelven.

A nivel Local, Roa (2003) realizó un estudio donde pretendió determinar los componentes básicos de la inteligencia emocional. Con la finalidad de desarrollar un plan de orientación que contribuya a desarrollar la inteligencia emocional en los adolescentes que cursan la III etapa de Educación Básica en la Unidad Educativa "Siberia", del Municipio Uribante, estado Táchira, la investigación se desarrollo bajo la modalidad de proyecto factible con apoyo de un trabajo de campo de carácter descriptivo, la población estuvo conformada por 73 adolescentes que cursan estudios en la III Etapa. A los mismos se les aplicó un cuestionario de 37 ítems validado el contenido a través de juicio de expertos y sometido a confiabilidad a través de una prueba piloto donde se le aplicó el tratamiento estadístico Alfa de Cronbach, cuyo resultado fue de 0,79 considerado de magnitud alta; el análisis de los datos se realizó a través de la técnica porcentual presentado en cuadros comparativos por dimensión. Los resultados señalaron que los adolescentes no reflejan los componentes básicos de la inteligencia emocional. En tal sentido, se concluye en el diseño del plan de orientación con el cual se espera contribuir a desarrollar la inteligencia emocional en los adolescentes a fin de que tomen conciencia de sus propias acciones y adopten una aptitud que les brinde posibilidades favorables hacia el desarrollo personal.

Igualmente, Molina (2008) realizó una investigación en San Cristóbal que tuvo como finalidad diseñar lineamientos cognitivo conductuales para determinar el manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes del séptimo grado de educación básica del Liceo Monseñor San Miguel. La investigación se apoyó en un estudio de campo de naturaleza descriptiva, bajo el enfoque cuantitativo y diseño no experimental de tipo transaccional, la población estuvo conformada por adolescentes del séptimo grado de tres secciones A; B; C, seleccionándose una muestra probabilística aleatoria conformada por 54 estudiantes. La recolección de los datos se llevó a cabo a través de un cuestionario de 34 Ítemes con tres alternativas de respuesta, siempre (S), algunas veces (AV), nunca (N), previamente validado a nivel de contenido por juicio de expertos, la confiabilidad fue sometida a una prueba piloto a cuyo resultado se le aplicó el método estadístico Alpha de Cronbach, cuyo valor fue de 0,85 considerado como coeficiente de magnitud muy alta. El análisis y la interpretación de los datos se llevaron a cabo a través de cuadros estadísticos de distribución de frecuencia simple y porcentual para la variable inteligencia emocional. El estudio mostró como resultado que con respecto a las dimensiones; autoconciencia, empatía, automotivación y habilidades sociales las respuestas emitidas por los adolescentes obtuvieron predominio de la alternativa siempre; sin embargo, en la dimensión control emocional predomino la opción algunas veces, lo que indica que según estos resultados la mayoría de los adolescentes manejan operativamente la mayor cantidad de dimensiones estudiadas en esta investigación.

Por su parte, Molina (2008) desarrolló una investigación que tuvo como objetivos diseñar lineamientos cognitivos conductuales sobre inteligencia emocional como factor determinante en la relación operativa de padres e hijos adolescentes de la Unidad Educativa Camilo Prada del Municipio Michelena. La misma se ubicó bajo un enfoque cuantitativo, de campo y descriptivo sobre una muestra de 53 alumnos de noveno grado de la institución mencionada. Para la recolección de datos se utilizó unos instrumentos con 37 ítemes el cual estuvo conformado por 3 opciones de respuesta: Me identifico totalmente, me identifico medianamente y no me identifico en absoluto. La validez del mismo se realizó mediante la técnica de "juicio de expertos" quienes emitieron sus opiniones a objeto de revisar su forma y contenido. También se halló el cálculo de confiabilidad mediante el estadístico Alfa de Cronbach, manejado según el programa SPSS cuyo resultado fue de 0,80, que evidenció rasgos de confiabilidad alta. De la aplicación del instrumento se evidenciaron resultados que condujeron a establecer como conclusión que padres e hijos adolescentes presentan un manejo moderado de las habilidades que componen la inteligencia emocional, ya que la mayoría de las respuestas se suscribieron en la opción me identifica medianamente, hecho que permite inferir acerca de la necesidad de diseñar lineamientos cognitivos conductuales sobre la inteligencia emocional como factor determinante de la relación operativa de padres e hijos adolescentes.

Los estudios consultados son de gran importancia y se encuentran relacionados con la variable de investigación propuesta en función de la importancia que otorgada a la inteligencia emocional y su manejo en los adolescentes para que sean alcanzadas las metas de fomentar estas habilidades sociales.

Bases Teóricas

Manejo de la inteligencia emocional en los adolescentes

En el proceso evolutivo del desarrollo, la etapa conocida como adolescencia es una de las más conflictivas en el ser humano, puesto que es allí donde se desencadena una gran cantidad de emociones y cogniciones, de alguna manera todo es confuso para el adolescente, puesto que ya no es un niño, pero tampoco es un adulto, la sociedad y los medios los bombardean con una serie de mensajes que tornan más confusa su vida.

En este sentido, Clari (2008) comenta que la adolescencia es un periodo en el que comienzan a experimentarse e incorporarse cambios exteriores o corporales, en el desarrollo sexual y en la búsqueda de la identidad; asimismo, la adolescencia es una etapa de intercambio con el entorno, donde se experimentan una alta suma de emociones como son: el miedo, el amor, la rabia, la tristeza y la alegría, las cuales son las principales emociones que manifiesta el ser humano en su quehacer diario, y brotan como respuesta inmediata a su estímulo externo, o son el resultado del proceso subjetivo, como la memoria, la asociación o la introspección, es decir, que los adolescentes presentan un convulsionado mundo interior debido a las diferentes emociones que experimentan y que expresan al mundo exterior a través de su comportamiento, por lo cual requiere de conseguir el equilibrio para interactuar eficazmente.

En ese orden de ideas, Goleman (1996) publicó en su obra " La Inteligencia Emocional", que, según recientes investigaciones neuropsiquicas, la mente humana se divide en dos: racional y emocional, las cuales tienen una estrecha armonía y cuya coordinación mantiene un equilibrio mental absoluto.

Asimismo, el citado autor refiere que la inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional, puesto que las personas más brillantes intelectualmente pueden hundirse en los peligros de sus emociones y de los impulsos incontrolables, con lo cual pueden ser muy ineficientes para dirigir su vida privada.

Más recientemente, Vivas y otros (2007) definen la inteligencia emocional como: "…El uso inteligente de las emociones: hacer que, intencionalmente las emociones trabajen para nosotros, utilizándolas de manera que nos ayude a guiar la conducta y los procesos de pensamiento, a fin de alcanzar el bienestar personal" (p. 13). Es por esto, que se entiende que cuando se hace uso inteligente de las emociones, permite una visión más realista y válida de los factores que conducen a la eficacia y adaptación personal, así como una visión más equilibrada del papel que juega la cognición y la emoción en la vida de los adolescentes.

Desde esta perspectiva, Goleman, Boyatzis y Mc Kee (2004) expresan que: "…es la capacidad de reconocer los propios sentimientos y los ajenos, de motivarse y de manejar bien las emociones, en sí mismos y en las relaciones con los demás" (p. 43). En decir, la capacidad que tiene el ser humano de reconocer los sentimientos en sí mismo y en otros, siendo hábil para manejarlos operativamente. Es por esto que la inteligencia emocional es lo que motiva a las personas a buscar su potencial único y su propósito para activar sus valores íntimos y aspiraciones; sin embargo, no solo basta con experimentar las sensaciones y emociones.

Por su parte, Thorndike (citado en Goleman, 1997) menciona un aspecto de la inteligencia emocional como lo es el social, lo cual implica que una persona inteligente emocionalmente hablando debe haber desarrollado la capacidad de comprender a los demás y actuar prudentemente en las relaciones humanas (p. 149), es esto lo que lo llevará a tener relaciones eficaces y productivas con el resto de las personas.

Por otra parte, Salovey (citado en Martin, 1997) expone que la inteligencia emocional abarca cualidades como la comprensión de las propias emociones, la capacidad de saber ponerse en lugar de otras personas y la capacidad de conducir las emociones de forma que mejora la calidad de vida. Fernández y otros (2004) refieren que:

La inteligencia emocional es una habilidad que implica tres procesos: (a) Percibir, lo cual es reconocer de forma consciente nuestras emociones e identificar que sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal; (b) Comprender, es decir, que se debe integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales; (c) Regular, y esto quiere decir que se debe dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz. (p. 94)

Esta concepción considera la inteligencia emocional como una habilidad que permite manejar los sentimientos y las emociones del adolescente, con pertinencia y sentido común lo que evidencia sus diferencias con la inteligencia racional, pues la primera aporta las herramientas para utilizar la otra eficientemente, esto significa que ambas inteligencias guían al adolescente en su cotidianidad para orientar su accionar; la ventaja se encuentra en el hecho de que la inteligencia emocional bajo la perspectiva de que es una habilidad pueda ser desarrollada, se construye en un caudal innegable para el aprendizaje.

Razón por la cual los adolescentes emocionalmente inteligentes tienen las siguientes características según lo observado en Vivas y otros (2007) como: (a) saben que emociones experimentan y porqué; (b) perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen; (c) conocen sus puntos fuertes y débiles; (d) controlan su impulsividad y las emociones perturbadoras (e) piensan con claridad y no pierden el control cuando son sometidos a presión; (f) son socialmente equilibradas y comprenden los sentimientos y preocupaciones de los demás así como sus perspectivas.

Es necesario destacar la importancia de la parte emocional y lógica del cerebro, la cual cumple diferentes funciones para determinar el comportamiento del adolescente (Shapiro, 1997). Con relación a lo antes mencionado, refiere el citado autor que la parte pensante del cerebro la constituye la corteza o neocorteza y la parte emocional la forma el sistema límbico; la relación entre estas dos áreas es lo que define la inteligencia emocional, la corteza es una lámina plegada que envuelve a los hemisferios cerebrales, estos controlan la mayoría de las funciones básicas del cuerpo y de la corteza da sentido a lo que se hace y lo que se percibe, es la parte pensante del cerebro y tiene cuatro lóbulos: occipital, temporal, parietal y frontal. Juega un papel importante para poder comprender la inteligencia emocional, permite tener sentimientos, discernir y analizar porque se siente.

La parte emocional del cerebro o sistema límbico formado por una dispersa maraña de estructura, núcleos y conexiones fibrosas, responde con mayor rapidez y fuerza, la corteza especialmente los lóbulos pre frontales juegan en la asimilación neocortical de las emociones, moderando las reacciones emocionales y frenando las señales del cerebro límbico, lo cual permite que se tome la decisión más acertada ante una situación ambiental que se le presente.

Sostiene el mismo autor que el sistema límbico llamado la silla de las emociones, está interconectado con el diencefalo y se encuentra alojado dentro de los hemisferios cerebrales y su función es regular las emociones, incluye el hipocampo que es la estructura clave de este sistema, que junto con algunas partes de la corteza cerebral, almacena los conocimientos de hechos y contextos de la vida; es decir, se produce el aprendizaje emocional y se almacenan recuerdos emocionales que conducen a tomar decisiones acertadas.

Mientras que la amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones extremas. Al respecto, Goleman (1996) define a la amígdala como: "…un racimo en forma de almendra de estructura interconectadas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca de la base del anillo límbico" (p. 34). Por consiguiente; la amígdala es para el comportamiento social y la capacidad de recordar; por ejemplo, una persona con la amígdala lesionada ya no es capaz de reconocer la expresión de un rostro o si una persona está contenta o triste. La amígdala puede alojar recuerdos y repertorios de respuestas que se efectúan sin saber exactamente porque se hacen.

Inicialmente, el modelo propuesto por Goleman (2007), contemplaba la existencia de cinco dimensiones y veinticinco indicadores; no obstante, la postura del autor ha ido evolucionando y formalizándose de modo distinto a lo largo del tiempo en función de los datos que ha ido recopilando. Por eso, se introducen más recientemente algunos cambios.

Para el presente estudio se realiza el análisis a través del modelo propuesto, por Vivas y otros (2007) que se basa en los componentes intrapersonal e interpersonal; la intrapersonal es la que determina el modo en el que "se relacionan los individuos consigo mismo y comprende las capacidades para la identificación, comprensión y control de las emociones", (p. 16), es decir, la inteligencia intrapersonal está dirigida al individuo mismo, formando una visión real para utilizar esa información operando de manera efectiva en las relaciones humanas.

Para Goleman (1996) "es la capacidad de establecer contactos con sus propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar la conducta". (p. 60) En este sentido, los individuos con una firme inteligencia emocional encontraran oportunidades para usar su fortaleza y aprender de sus limitaciones para sobreponerlas.

La dimensión Intrapersonal está constituida por dos categorías, autoconciencia y autocontrol, cada una con sus indicadores, en este sentido podemos definir la autoconciencia, tal y como lo plantea Vivas y otros (2007) "es la conciencia de los propios estados internos, recursos e intuiciones" (p. 31), es decir, la autoconciencia es reconocer las propias emociones y los efectos que tienen éstas sobre nosotros mismos, e Implica una auto-observación para hacer consciente ecuánimemente de los sentimientos apasionados y turbulentos con la finalidad de controlar tanto las emociones como las ideas propias.

Gardner (citado en Goleman, 1995) expresa que existen características propias de la autoconciencia como son las habilidades de comprenderse a sí mismo y a los demás con relación a los motivos, los hábitos de trabajo y utilización de cierta perspicacia para dirigir la vida propia, además, de llevarse bien con los semejantes. Por este motivo es necesario el conocimiento de las propias emociones, es por tanto la valoración que tiene el individuo sobre lo bueno y lo malo que habita en sí.

También Cooper y Sawaf (1998) hacen referencia a la autoconciencia de cada persona denominándola honestidad emocional y enfatiza que para permanecer honesto consigo mismo debe respetarse la sabiduría y el sentimiento. La falta de autoconciencia de los sentimientos puede influir negativamente en el razonamiento, sobre todo a la hora de tomar decisiones importantes relacionadas con el destino de las personas. El razonamiento no puede ser tomado como único elemento valioso a la hora de tomar decisiones; existen señales intuitivas provocadas por el sistema límbico las cuales funcionan como alarma que anuncian el peligro de un determinado curso de acción. Con esta aseveración se puede afirmar que a través de la autoconciencia podemos darnos cuenta del proceso que siguen nuestros pensamientos y emociones y la diferencia entre ellos para poder predecir las reacciones ante las situaciones adversas y encauzarlas hacia actitudes que beneficien.

Mayer (citado en Goleman, 2000) afirma que estas personas son capaces de reforzar otros aspectos de su personalidad, desarrollar independencia, están seguros de sus límites, poseen buena salud psicológica y suelen tener una visión positiva de las cosas. Al respecto se puede decir que los adolescentes que poseen este estado de reflexión, es capaz de observar sus contenidos, y esta se basa en los procesos de la introspección.

Por su parte, Goleman (2000) expone que la autoconciencia se basa en tres aptitudes que son autoevaluación y confianza en sí mismo. El conocimiento de sí mismo, significa ser consciente de las propias emociones y reconocer su impacto; utilizar las sensaciones viscerales como guía para la toma de decisiones. Reconocer las propias emociones y sus efectos. Las personas con esta aptitud son capaces de percibir vínculos entre los sentimientos y pensamientos; además, son capaces de anticipar los efectos que pueden tener las emociones sobre su desempeño y así establecer lineamientos de comportamiento congruentes con sus valores y metas. Goleman (1997) define que:

Es reconocer los propios sentimientos y construir un vocabulario adecuado para expresarlo; aprender a ver los vínculos existentes entre pensamientos, sentimientos y reacciones; saber si los pensamientos o los sentimientos están gobernando las decisiones, ver las consecuencias posibles de elecciones alternativas, y aplicar todas estas percepciones en decisiones sobre temas tales como, tabaco y sexo. (p. 309)

Por lo anteriormente expuesto, se puede mencionar que reconocer un sentimiento y poder expresarlo de la manera adecuada constituye una correspondencia muy importante que permite al adolescente ser consciente de su humor y también de su estado de ánimo. En este mismo sentido Ramos (2006) señala en cuanto a conocerse a sí mismo "estar seguro de uno mismo es saber quién se es, y conocer las capacidades morales, físicas, intelectuales y de relación" (p. 100) por lo que es indispensable descubrir el yo, es decir, el valor personal, la propia estima, para poder adentrarse en el conocimiento propio y el de los demás. Sócrates uno de los grandes sabios de la humanidad asevera "Conócete a ti mismo" más aún cuando se trata de adolescentes donde deben empezar a descubrirse como personas únicas y progresivamente cimentar la relación con su yo interno. Nadie puede estimar a los demás sino tiene suficiente amor por sí mismo.

Esto inevitablemente conduce a la Autoevaluación la cual se traduce en reconocer las propias fortalezas y debilidades. Implica el conocimiento de los propios recursos interiores, las habilidades y los límites. Esto significa que las personas conocen sus puntos fuertes y débiles. Generalmente aceptan críticas, son abiertas al cambio, al aprendizaje constante y al desarrollo interno.

Asimismo Salovey y Mayer (citado en Cortese, 2003) indican que se refiere al: "…conocimiento de las propias debilidades y fortalezas" (p. 19); esta competencia constituye una herramienta útil que facilita a quien la posee sacar provecho de las cosas que hace especialmente bien para minimizar aquellos aspectos susceptibles de ser mejorados; en este sentido, la autoevaluación tiene que ver con el examen diario de las actuaciones, sentimientos y emociones que experimentas los adolescentes a causa de los estímulos ambientales. Se puede afirmar que los alumnos con autoevaluación reconocen cuáles son sus puntos fuertes y débiles, son reflexivos y aprenden de la experiencia, están abiertos a la crítica bien intencionada del docente, al aprendizaje y a nuevas perspectivas, mostrándose con sentido del humor agradable respecto a si mismo.

Consuegra (2007) afirma que la autoevaluación "surge cuando la persona se compara a sí misma de acuerdo a los estándares y expectativas sociales que ha incorporado a su auto concepto" (p. 32). Por lo cual la autoevaluación constituye una valoración crítica y en ese sentido es un ejercicio obligatorio en el adolescente, con la finalidad de poder valorarse y ser agente de cambio interno, haciendo de esta manera una acción de control propio. Lo anterior reflejaría la capacidad interna de los adolescentes de evaluar sus propias características, y reconocer los aspectos que les satisface, que son interesantes, enriquecedores y les hace crecer y aprender, de aquellos que no les satisface e impide su crecimiento.

También, la Confianza en sí mismo, es una seguridad en la valoración sobre sí mismos y de las propias capacidades. Es una certeza sobre el propio valor y facultades. Las personas con confianza en sí mismo, se muestran seguras, pueden expresar opiniones que despierten rechazo y arriesgarse, toman decisiones firmes a pesar de la incertidumbre y las presiones. Se consideran eficaces, capaces de asumir dasifilos y dominar nuevas tareas. Rivera (2000) refiere que ésta permite: "… Mantener una conducta reflexiva posibilitando aprender de las experiencias y abrirse al aprendizaje continuo y al autodesarrollo" (p. 32); por este motivo, los adolescentes del 8 grado "E" pueden comprender que valen, importan y además que poseen ciertas virtudes y habilidades que les permite afrontar de manera adecuada las vicisitudes que se les presenten.

Carter y Lyman (2000) afirma que la confianza en sí mismo es "creer en usted, la convicción de que tiene el poder de lograr cambios positivos en usted mismo y en su entorno" (p. 29). Para esta autora es primordial tener una convicción sobre sus propias capacidades para que éstas le ayuden a producir cambios necesarios para una vida más agradable para sí y para el entorno en el cual se desenvuelve. Es por eso que los individuos seguros confían en sí mismos lo cual les da el valor suficiente para conseguir las metas alcanzando así su máximo potencial.

En el mismo orden de ideas, la segunda categoría de esta dimensión intrapersonal es el Autocontrol: el cual está referido a la capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos conflictivos. Según Goleman y otros (2004) las personas con esta habilidad mantienen la compostura ante situaciones difíciles, pueden manejar a una persona hostil sin agresiones físicas. Investigaciones realizadas revelan que estas personas pueden utilizar métodos de relajación como técnicas de barreras para manejar las emociones, tales como: ejercicios físicos, técnicas de relajación, entre otras. El citado autor afirma que estas técnicas pueden reacomodar el punto de activación de la amígdala, haciéndola menos fácil de provocar; por su parte Ramos (1999) expresa que: "…somos lo que pensamos y si aprendemos a controlar nuestros pensamientos también así podemos controlar nuestras emociones" (p. 38)

No obstante, se puede apreciar que comúnmente los adolescentes carecen de autocontrol, son extremadamente impulsivos, se dejan llevar por la intuición y los antojos, quieren hacerlo todo y de una vez, lo que les trae consecuencias no esperadas; es por esto que el adolescente debe poseer la capacidad de manejar sus emociones por medio del autocontrol puesto que si está expuesto a situaciones estresantes que ponen al organismo bajo tensión, el autocontrol constituye un catalizador para controlar y coordinar las diferentes funciones elementales que pueda conllevar a recobrar el equilibrio emocional.

Por otra parte el Control de comportamiento es muy importante en el tema tratado, puesto que en los adolescentes los sentimientos y emociones perturban el pensamiento, tal y como lo señala Weinsinger (1998), los sentimientos y emociones alteran el pensamiento, cuando se está enojado o enamorado el propio lenguaje implica que la razón y el pensamiento, en tales situaciones, no tienen las más mínimas oportunidad de éxito, por lo que el adolescente debe ser capaz de reconocer sus errores y canalizarlos de forma que no les afecte a sí mismo o a sus semejantes. De esta forma, el control del comportamiento no se refiere a ahogar o cohibir conductas, sino regular las formas de pensar, además de pensar en las acciones antes de ejecutarlas sin emitir juicios por adelantado que puedan afectar a quienes se encuentran a su alrededor.

Consuegra (2007) afirma que el control de comportamientos es "un proceso mediante el cual una persona se convierte en el agente primario en la dirección y regulación de aquellos aspectos de su comportamiento, que conduce a resultados o consecuencias comportamentales específicos y planificados. (p. 32). Entendemos entonces que los adolescentes deben poseer esta característica para que tengan la capacidad de ajustar lo que hacen a lo que es socialmente aceptado.

Otro indicador del autocontrol es el Autodominio, que según Baygorria (2008) es él: "…valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales" (p. 43). Es por esta razón, que el autodominio ayuda al adolescente a colmarse de serenidad y paciencia y a superar positivamente los contratiempos presentados, además de proporcionarle formas operativas de manejar cualquier circunstancia sin necesidad de asumir conductas no aceptadas por la sociedad en la que vive.

Tal y como lo plantea el Instituto de Desarrollo Humano (2006) cuando refiere:

El autodominio es una cualidad prácticamente invisible ya que su manifestación es la ausencia de despliegues emocionales incontrolables. La mesura es la principal muestra de autodominio una de sus señales es la calma ante situaciones normalmente estresantes y complicadas o al tratar a una persona agresiva sin llegar a los golpes o agresiones. (s.n).

De la cita anterior, se puede decir que, el autodominio le confiere al adolescente la posibilidad de controlar sus comportamientos y emociones con prudencia y sensatez mediante la calma, por lo que se plantea que antes de actuar en una situación se debe reflexionar sobre cómo expresar las emociones de rabia, ira y tristeza y manejarla en forma inteligente.

Otro aspecto relevante es el Manejo de la ansiedad, Cía (2000) plantea que la ansiedad es la "más común y universal de las emociones básicas del ser humano y se encuentra presente en toda su vida, constituye una reacción ante la percepción de amenaza o peligro que prepara al individuo para la lucha o huída" (p. 31). Vemos entonces como la ansiedad hace que el organismo responda de forma similar a cuando experimenta la respuesta de temor, solamente que no hay una situación real de peligro o al menos no con la magnitud de provocar la respuesta de miedo, por lo tanto esta sensación de incapacidad para enfrentarse a eventos amenazantes se manifiesta frente a cualquier coacción percibida sea ésta real o no, lo cual es psicológicamente molesta, es de suma importancia que el adolescente comprenda la importancia de manejar los procesos ansiogénicos para no dejarse llevar por ellos y utilizar esta emoción básica en su propio beneficio.

En este mismo sentido Velaez (2007) afirma que todo individuo debe aprender a manejar la ansiedad "porque es una emoción con patrón de respuesta fisiológica, motor cognitivo y conductual, que cuando está relacionado con el elemento cognitivo tiene influencia sobre las funciones superiores, la comprensión, la asimilación, la percepción, el lenguaje, entre otros". (p. 59). De forma que, es necesario que el adolescente adquiera la habilidad de controlar las emociones, específicamente la ansiedad, la cual, debido a su magnitud lo relaciona de forma integral, cuando esta no se maneje adecuadamente dificulta y limita todo el actuar lo que genera una serie de desajustes e incomodidades tanto en el adolescente como en quienes lo rodean.

Ahora bien, además de la inteligencia intrapersonal, la inteligencia emocional integra la forma como las personas se relacionan con sus congéneres; para ello entra en juego la segunda dimensión de esta investigación como es la inteligencia interpersonal que para Cabrera (2003): "… está relacionada con el contacto persona a persona a las interacciones efectuadas en agrupaciones o equipos, las personas con inteligencia interpersonal tienen la facultad de interactuar de manera verbal y no verbal con personas o un grupo de personas" (p. 25); es por tanto esta la inteligencia que le va a permitir a los adolescentes entender a los demás, y mantener relaciones sociales o asumir diversos roles dentro del grupo, esta inteligencia se ve desarrollada en aquellos individuos que asumen responsabilidades y muestran capacidad para ayudar a otros, disfrutan de la interacción con sus amigos y compañeros y en general no tiene dificultad para relacionarse con personas de otras edades diferente a la suya, se puede decir que los adolescentes operativos cuentan con actitudes propias de la inteligencia interpersonal.

Por otra parte, Uzcátegui (1998) la refiere como: "…la posibilidad de entender el comportamiento emocional de otras personas, aprendiendo a recibir mensajes, sin respuestas destempladas y con el recurso de seleccionar y postergar esta respuesta" (p. 38). El manejo de esta dimensión, componente interpersonal es lo que ha hecho y hace la diferencia entre los adolescentes que se destacan en el mundo y en el entorno inmediato de cada quien, por su capacidad para comunicarse con sus semejantes, tanto en el nivel cotidiano y privado como en el publico; estos seres son capaces de mostrarse sensibles a las motivaciones, necesidades y diferentes formas de pensar de los seres que tiene alrededor.

Siguiendo el orden de ideas podemos definir la categoría Empatía según Velaez (2007) es "la capacidad intelectiva de la persona para vivenciar y entender las necesidades, sentimientos, emociones y comportamientos de los demás, ubicándose en su lugar y a la vez corresponder correctamente a sus reacciones" (p. 43). En este sentido, la empatía permite al adolescente vivenciar la manera en que se siente la otra persona y como se comporta, lo cual, le puede llevar a comprender mejor sus comportamientos y la toma de decisiones de los demás. Evidentemente consiste en entender, motivar y ayudar a otros, tener sensibilidad humana, capacidad para darse cuenta lo que sienten los otros y poder diferenciar entre sus pares y sus estados emocionales.

Es así como el valor de la empatía ayuda al adolescente a recuperar el interés por los demás. En este orden de idea, la empatía significa, comprender su punto de vista e interesarse activamente por las cosas que le preocupan. Goleman (2000) define la empatía como la habilidad para sentir y palpar las necesidades de otros y de la propia institución, unida a la apertura de servir y cubrir las inquietudes de quienes lo rodean. Es la habilidad de captar las emociones de las demás personas por los canales no verbales como tono de voz, ademanes, la expresión facial, los movimientos y los gestos. Las personas con empatía se adaptan fácilmente a las señales sociales las cuales muestran lo que las demás personas necesitan o quieren. (Salovey, citado en Goleman, 1996). La empatía no es solo saber interpretar las emociones y preocupaciones ajenas, sino también responder ante sus sentimientos de una manera adecuada, llegando a tener una intima familiaridad con las otras personas.

Por su parte, Vivas y otros (2007) señalan que la empatía: "… es un proceso de interiorización de las emociones de otras personas que se basa en un aspecto fundamental, la conciencia de uno mismo" (p. 147); esto quiere decir, que cuando más conciencia se tiene de las propias emociones y sentimientos se es capaz de reconocer los procesos que anteceden y derivan de los mismos; pues, mayor será la habilidad para detectar y comprender los de los demás.

En consecuencia, un adolescente dotado de empatía se distingue por permanecer atento a las señales emocionales de los demás, ser sensible y comprensivo de los puntos de vista de los otros y por prestar ayuda a los demás basándose en la comprensión de sus necesidades y sentimientos. Es por esto que un adolescente empático tiene la habilidad de pensar como el otro, saber escuchar y se comunica en forma verbal y no verbal con sus semejantes.

La empatía está íntimamente relacionada con el interés por los demás, al respecto Arape y Rojas (2001) plantean:

Es necesario que el emisor atienda y muestre interés a las características de su interlocutor y de lado a la elección de un canal adecuado. Por otra parte se debe admitir que cada interlocutor da un sentido a los mensajes que recibe, lo que implica reconocer su parte de creatividad en la comunicación (p. 14).

Por lo anteriormente expuesto se deduce que el interés por los demás está relacionado con consolidar la relación que se posee con cada una de las personas que se tienen alrededor, y en la forma en cómo nos comunicamos ayudándoles y dándoles el apoyo necesario en cualquier oportunidad, aunque no solamente se debe brindar apoyo a quienes se conoce sino a quien lo necesite, pues, el interés por los demás va mucho más allá de preocuparse por ayudar a quien está al lado, sino a todas las personas que requieran algún tipo de colaboración o ayuda, además de reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de las personas, así como, las circunstancias que las afectan en un momento determinado, por lo que, se debe estar dispuesto a escuchar a los compañeros cuando lo necesiten.

En el diario vivir, los adolescentes se mantienen ocupados, pero estas obligaciones no deben hacer que los mismos se olviden de prestar ayuda a quienes están a su alrededor, pues esa es la esencia de la humanidad, el brindar ayuda a otros y satisfacer sus necesidades. De esta forma, Fontanez (2007) comenta: "El interesarnos por los demás no nos hace inmune a ellos, al contrario nos hace accesibles a toda aquella persona que por alguna razón necesite de nosotros" (p. 46). Así, los adolescentes deben estar prestos a servir y ayudar a los demás, con el fin de mejorar sus relaciones interpersonales y colaborar con la satisfacción de las necesidades de otros.

Hacer contribuciones y sentirse miembro activo de los grupos a los que se pertenece, son elementos claves para la orientación hacia el servicio; que encierra la anticipación y reconocimiento de las necesidades de la otra persona; en este aspecto Vivas y otros (2007) sobre la orientación al servicio afirma: "las personas dotadas de esta competencia comprenden las necesidades emocionales de las demás personas y tratan de satisfacerlas, brindando desinteresadamente la ayuda necesaria y poniéndose en su lugar" (p. 57) quiere decir que los adolescentes dotados con esta competencia tienen la habilidad de captar las necesidades de las demás personas, reconociendo las señales emocionales de quienes le rodea y en consecuencia se interesa auténticamente por ayudar, satisfaciendo las necesidades de las personas que lo rodean en la medida de lo posible.

Según Rivera (2000) consiste en cultivar las oportunidades que brindan las diferentes personas con las cuales se comparte. (P. 96). Los adolescentes que poseen esta competencia se caracterizan por respetar y relacionarse bien con los individuos de otros sustratos, en situaciones difíciles brinda apoyo a quien lo necesita, manifiestan los puntos de vista y son sensibles ante las diferencias existentes entre los grupos.

Una característica de las personas empáticas es el saber escuchar para, como afirman Salovey y Mayer (citados en Cortese, 2003): "… darse cuenta de lo que siente y así ayudar a satisfacer sus necesidades y canalizar sus emociones enfocando toda la atención en el interlocutor" (p. 29), cuando una persona sabe escuchar es porque se implica emocionalmente y se encuentra mentalmente abierta y alerta a los mensajes de su interlocutor centrándose en los temas para no enredarse en detalles mínimos o en cuestiones colaterales que entorpecen la atención de lo que se dice.

Las personas que saben escuchar son más prudentes a la hora de hablar, pues constituyen una parte esencial del gobierno de sí mismo y les permite a su vez acrecentar la toma de decisiones frente a sus propias adversidades. El aprender a escuchar supone enfocar toda la atención hacia el otro, mostrar sensibilidad hacia los puntos de vista de los otros para brindar ayuda en la comprensión de las necesidades y sentimientos de los demás y; además, son capaces de asimilar críticas constructivas que conducirán a mejorar el repertorio conductual de las emociones que ameriten mejorar.

Respecto al saber escuchar, Vivas y otros (2007) explican que "…los conflictos interpersonales y los climas sociales negativos se neutralizan" (p. 157), pues se provoca en el interlocutor un sentimiento muy reconfortante, promoviéndose con ello el respeto y estima hacia el que escucha, manejando con diplomacia y tacto situaciones tensas y personas difíciles; o si se detectan los potenciales conflictos, y se construyen los lazos afectivos entre los miembros del grupo, para así compartir ideales y disfrutar de los méritos obtenidos.

El saber escuchar conduce a la siguiente característica empática, la comunicación no verbal, que según Martín y Boech (2000) consiste en que "las emociones o estados de ánimo básicos se manifiestan en la expresión del rostro, en la aptitud corporal y en los gestos" (p. 36), las palabras evidentemente, no lo dicen todo; incluso una misma frase, expresada en un tono o en otro, pueden tener significado totalmente opuesto; lo que identifica y completa a la comunicación verbal es precisamente la no verbal, los gestos y las actitudes, pues estos hablan de la emoción que está viviendo el interlocutor.

Manejar la comunicación no verbal significa controlar aquellos aspectos que resultan de gran importancia a aquellas personas cuyo rol supone relaciones de comunicación interpersonal en las que actúan en partes iguales mente y cuerpo, como miradas, contacto físico, posturas y gestos. Son los que en un entrenamiento adecuado puede propiciar el hecho de sentirse seguros ante situaciones para las que ha sido entrenado, e incluso generar mecanismos de naturaleza no verbal en momentos imprevistos que comuniquen a los interlocutores aquello que se desea transmitir; partiendo de la convicción de que hacerse entender por un número pequeño o elevado de personas, es un arte que puede aprenderse, en la medida en que se conocen y se pone en práctica la gesticulación de la estructura corporal.

Es de suma importancia, el control de todos estos elementos y su manejo y entrenamiento, pues facilitara la posibilidad de mantener un estilo más relajado; lo que perfilara una imagen con dotes de seguridad y credibilidad ante los demás.

Vivas y otros (2007), señalan que: la capacidad para captar lo que sienten los adultos, sin comunicarlo verbalmente, exige el comportamiento de competencias emocionales como la autoconciencia y el autocontrol" (p. 149), al mismo tiempo, esta capacidad permite a los interlocutores reconocer la disposición a ayudar y a escuchar; en este sentido, se puede decir que la habilidad para establecer una comunicación no verbal facilita la comunicación de los estados de ánimo, regula la manera en que se reacciona ante otros y facilita la ocurrencia de interacciones sociales.

Por otro lado, continuando con el componente interpersonal es importante mencionar las Habilidades sociales, las mismas se asocian con comportamientos emocionales o conductuales que se manifiestan en las relaciones interpersonales y que se caracterizan por ser aceptadas socialmente en una determinada cultura. Por su parte, Velaez (2007) la conceptúa como:

… la gama de acciones conductuales y comportamentales que utiliza el ser humano como herramienta para relacionarse con los demás, con intercambios de resultados favorables, comparado con la destreza diplomática, además la habilidad social es especifica y depende de la cultura donde está inmerso el hombre (p. 28)

Cada cultura tiene una manera socialmente aceptada de interrelación entre sus miembros, los vínculos adecuados y prudentes, es decir, asertivos, que se mantienen con los otros permiten considerar que un adolescente posee un buen manejo de sus habilidades emocionales. Cabe destacar toda una serie de acciones y actitudes que poseen los adolescentes para comunicarse entre sí, el saludo, la manera de vestir, los pasatiempos entre otros aspectos, son parte de las actitudes que comunica al entorno inmediato y a la sociedad en general, su manera de ver la vida, su estilo de vida, el cual esta mediado en gran parte por la influencia de los medios de comunicación, en la mayoría de los casos estas actitudes se irá decantando con el transcurrir de los años para formar su carácter y estilo individual.

Por otra parte Caballo (citado en Vivas, 2007) manifiesta:

Que una conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas. (p. 48)

Ahora bien, todos esos rasgos y habilidades distintivas proporcionadas por la inteligencia emocional capacitan, a quienes la desarrollan, a actuar con la convicción y autenticidad que exige una conducta operativa en todos los ámbitos de la vida.

Las habilidades sociales poseen varios elementos entre los que señala Goleman (1999) se encuentran: "…la comunicación, influencia, liderazgo, canalización del cambio, resolución de conflictos, colaboración, cooperación y habilidades para el trabajo en equipo" (p. 48); la manera como el adolescente internalice estos elementos para interrelacionarse con el entorno lo hará ver ante los otros como asertivo o no, puestos que, estos elementos constituyen el soporte integral que debe formar el adolescente para ser una persona hábil y socialmente aceptada.

Entre los indicadores de la presente investigación se tiene La práctica de liderazgo, siendo necesario establecer una clara concepción del líder, el cual es concebido por Goleman y otros (2004) en que:

Partes: 1, 2, 3, 4
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