- La Mujer en el mundo
- La naturaleza de hombres y mujeres
- Historia de la feminidad
- Historia de la masculinidad
- Relaciones de Poder
- Relaciones de producción
- La sexualidad
La Mujer en el mundo
Las mujeres constituyen el 51 % de la población del mundo, y solo hay otro grupo humano que convive con ellas: los hombres. Sin embargo, las mujeres constituyen la población más pobre del mundo, cuya pobreza ha aumentado el 50 % desde 1975 (ONU). Las mujeres realizan 2/3 de las horas laborales de todo el mundo, producen la mitad de los alimentos mundiales y perciben únicamente el 10% de los ingresos mundiales. Poseen menos del 1 % de la propiedad mundial.
En algunos países, las mujeres, a diferencia de los hombres no pueden vestirse a su gusto, conducir un automóvil, trabajar, ni de día ni de noche, heredar bienes o atestiguar en los tribunales. No escogen a la persona con que se casan, no les permiten el divorcio, ni el derecho de volverse a casar. El marido es dueño de ella y ella le debe obediencia, además de aceptar la poligamia del hombre. En muchos países la violencia contra las mujeres prevalece a una escala increíble y aumenta cada año, en todo el mundo y en todas las culturas.
Existen múltiples formas de discriminación por motivos de género, raza o etnia, casta, discapacidades, orientación sexual etc. que producen a las mujeres dificultades económicas y sociales, la exclusión y la violencia.
La discriminación de género consiste fundamentalmente en establecer un trato desigual entre hombres y mujeres, en donde histórica y culturalmente aquellas les ha tocado la peor parte. Revisaremos algunos hechos culturales e históricos que han llevado a la mitad de la raza humana a sufrir y quedarse como la segunda clase de los seres humanos vivientes.
La naturaleza de hombres y mujeres
Al nacer, todo lo que somos es un cuerpecito anatómico que lleva el color de piel de los padres, y que está dotado de órganos externos que nos diferencian entre varón o hembra. Es todo lo que tenemos de ser humano, a excepción de que nos parecemos a la abuela, el abuelo, o los tíos. Biológicamente empezamos a funcionar: comer, dormir y tenemos una forma de avisar lo que nos molesta (llanto). No traemos genéticamente ni congénitamente, cómo debemos comportarnos, cómo debemos expresarnos, como debemos vestirnos, ni cómo actuar ante el otro sexo. . Esos menesteres nos serán enseñados, entrenados y repetidos lenta e ininterrumpidamente, en los próximos días, meses y años, hasta casi la pubertad, en un proceso de culturación o socialización en que se transmite el bagaje de conocimientos del grupo social a que pertenecemos, y por los individuos que nos rodean. La moñita pegada con cinta adhesiva en la cabecita de la recién nacida, es un inicio de la educación de género de esa bebé. Este conocimiento sobre nuestra conducta social-sexual es el género: la construcción lenta y segura de lo que va a ser nuestra identidad, nuestro comportamiento social y sexual…. Somos receptores pasivos de una ley cultural inexorable. El género es fijo como la idea de que la biología es destino, y en este caso la cultura se convierte en destino. (Marcela Lagarde).
El género así construido se fija muy profundamente en alma y mente, y es el resorte que impulsa las acciones cotidianas en la vida social y la vida emocional. El conocimiento se trasmite por lo que se llama Roles de Genero. (En una obra teatral hay "roles" o "papeles" que se aprenden los actores) Los roles de género se enseñan y aprenden desde muy pequeñitos, y son las expectativas sociales y culturales de los comportamientos "apropiados" para las mujeres y los hombres. Por supuesto que "decir buenos días", "gracias" y "por favor" les abre muchas puertas desde niños. "Hay que estudiar", "Tenemos que superarnos". Son roles sociales muy importantes. Pero: "los hombres no lloran", "el que llora es mariquita", etc., niega al niños su capacidad de expresión del llanto por un dolor o por un daño, o regalarle a la niña un "juego de escobita y palita", es introducirle en la mente que ese es un oficio para mujeres y que "se ve bien". A la niña (no mujercita) se le enseña que las mujeres se deben al ámbito privado y solo salen de la casa a "pasear" y acompañadas de un varón. A los varones se les enseña que deben trabajar, hasta la extenuación, en trabajos pesados, y que su ámbito de acción es fuera de la casa o público, y que debe ser el proveedor de los que se quedan en casa.
Dentro de los roles que enseñan la relación entre hombres y mujeres, especialmente si hay niñas en casa, es la idea de que el hombre es más fuerte que las mujeres, que los varones no se acercan a la cocina, mucho menos a cocinar, y que deben ser "servidos". Las niñas tienen que servirle a su hermano la comida, lavar sus platos, ordenarles los zapatos, recoger su ropa sucia y a veces hasta lavarla y plancharla. Les da la idea de que ellos son "los jefes " o "futuros jefes", y que ellos ostentan un poder especial para ordenar a sus hermanas, que por ser mujeres, son más débiles y por lo tanto deben ser sumisas. Si ellas poseen algo de valor (monedas, joyitas), se los quitan porque debe ser "para los hombres". Inventan juegos de "luchas" en la cama, para ganar cuando él queda sobre su hermana, en un signo de dominación. Y los padres o adultos que los cuidan aprueban todo esto, porque va de acuerdo a los propios roles de género aprendidos de antaño. Así mismo, los juegos y los juguetes de la infancia representan los papeles que les corresponderán a los niños y las niñas en la sociedad, la niña jugando a las muñecas aprende a ser mamá, y al tratarlas jugando, se puede ver lo que han aprendido en su casa: si las golpea, o las discrimina por el color, o si en cambio se porta muy tierna, se da por supuesto que a futuro sabrá cuidar a su bebé y ser cariñosa. A los niños se les prohíbe jugar a las muñecas, porque es cosa de mujeres, con lo que se limita la expresión de su afectividad y sentimientos con las personas que lo rodean. Evitan que los niños abracen y besen a sus familiares, o a los mismos padres, porque eso "no es de hombres". Más tarde para algunos, es imposible ser cariñosos al acercarse a sus semejantes. Más adelante no sabrán cómo acercarse y ser amorosos con la pareja y con sus hijos. Empiezan a ser violentos para acercarse a la mujer, más tarde se vuelven violentos durante el sexo. El mensaje a los varoncitos es que deben pelear para ganar el amor de la mujer, luchar contra dragones, ser capaces de enfrentar los peligros, usar armas, demostrar su fuerza aunque maten a otros; les corresponde también ser activos y violentos en sus relaciones con las mujeres.
La familia es la primera institución en donde aprendemos nuestros valores y a relacionarse con el entorno, pues es lo primero que observamos y aprendemos, no es fácil cuestionar y tratar de cambiar lo que nos han enseñado, tan tempranamente. Es en la familia donde nos incorporan modelos ya establecidos, donde los roles femenino y masculino tienen una estricta jerarquía para las tareas y las formas de relación con lo demás. Se asignan según el sexo-genero enseñado.
Estos roles son transmitidos y perpetuados por la familia, la escuela, la religión, que son instituciones socializadoras y los medios de comunicación contribuyen a su reproducción y sientan las bases para el desequilibrio del poder entre las personas, ocasionando desigualdad social e inequidad…
Según la insigne Simone de Beauvoir, no se nace mujer, se llega a serlo. Existe la situación, de que la persona que se convierte en mujer, pensando como mujer, actuando como mujer, no sea necesariamente del sexo femenino. Esto es, que no importando la biología, el cuerpo es un medio pasivo sobre el cual se inscriben los significados culturales, o como el instrumento que relaciona el cuerpo con una serie de significados culturales, y se convierte en el género que quieren, sin importar el sexo.
Historia de la feminidad
No ha sido lo mismo ser niña o varón, vivir en la Edad Media o en el siglo XXI. La edad en la vida de una mujer, sus cambios corporales, su apariencia, su sexualidad, su maternidad, no ha sido igual según la época. La prostitución, la esclavitud han cambiado. La violencia hacia la mujer ¿ha cambiado también?
EL CUERPO DE LAS MUJERES
Empecemos por el principio: el nacimiento: la niña es menos deseada. Anunciar es un varon" es más glorioso que decir "es una niña", debido al valor diferente atribuido a los sexos. El infanticidio de niñas es una práctica muy antigua y sigue siendo masivo en India y sobretodo en China, a causan de la limitación a un hijo único: se elimina a las niñas hasta tener un varón.
La primera infancia es relativamente asexuada. La palabra "bebé" funciona como una denominación neutra. Hasta los 4 a 5 años, los niños se visten parecido. Al llegar al jardín de infantes se empieza a notar la diferencia, especialmente en el vestido, aunque todos viven todavía cerca de las faldas de la mamá. Juegan los mismos juegos. En cuanto a las niñas más grandes, entre los cinco y los diez años, tienen sus primeras lecturas, sus juegos de muñecas, sus fantasías, pero generalmente permanecen más en la casa, más vigiladas, mas encerradas. No así, los hermanos varones salen a jugar a la calle, juegan bicicleta, hacen grupos, guardan amistades de la escuela y otros barrios y veces atraviesan algunas partes de la ciudad, para otros juegos o para entregar encomiendas de los padres.
En las épocas victorianas, si las niñas eran muy activas se les llamaba "varones fallidos" y se las ponía a trabajar temprano, especialmente en las familias campesinas, de obreros o de los barrios de las ciudades. Muy a menudo se les retiraba de las escuelas, sobre todo si eran las hijas mayores para que ayudaran en las tareas domésticas. Esta práctica aún se ve en los barrios pobres de Latinoamérica. Quedan lejos de cualquier instrucción y educación.
La escolarización de las niñas no va al ritmo de la de los varones, sobre todo en los países católicos, las niñas aprenden rudimentos de lectura, oraciones y costura. Las leyes que obligan a la escuela laica, obligatoria ygratuita, son novedades que se instalan en Europa en 1880 y en otros países de América alrededor del fin del siglo XIX.
Por esa época la jovencita o la muchacha se vuelve más visible, salen a desempeñar numerosos trabajos. Es muy recatada y prudente, y su existencia comienza en un momento clave: la pubertad (léase : su menarquía), que es celebrada y complicada por la madre, pero es la entrada a otro mundo de secretos y que es la iniciación de su vida como mujer. Sin embargo aquí el concepto de género es que debe guardar el silencio del pudor, la vergüenza de la impureza de la sangre de la mujer; la sangre como flujo involuntario es "pérdida" y signo de muerte. A comparación de la sangre masculina, la de los guerreros "riega la tierra" para llenarla de gloria.
De su pérdida no se habla, solo enfrente de la madre, no se queja de sus incomodidades, se esconde el dolor. Será hasta los años 50 del siglo pasado, cuando las madres instruidas logran llevar un mensaje del significado de la menstruación, como "regla" en la vida de la mujer. Es diferente de las secreciones masculinas, que son semilla, que son vida.
También en esta época se canta, se vigila y se cuida la virginidad de una muchacha. La iglesia la consagra como virtud suprema. Se crea para venerar el modelo de María, virgen y madre. El vestido blanco del casamiento es signo de virginidad, de la pureza de la promesa. Se crean mitos sobre que puede perderse al montar a caballo a horcajadas y se crea un estilo sentada con piernas juntas. Se puede perder si abren las piernas para bailar o al hacer ejercicios.
Para mancillar la virginidad, existe la violación. Es robar algo muy preciado y con violencia . Es una ofensa moral, ética además de física. Es un rito de iniciación tolerado en la Edad Media.. Se forman grupos de jóvenes, generalmente de familias influyentes, buscando una presa. La pobre mujer que se deja atrapar o que le es imposible defenderse, sufre cualquier forma de humillación. De ahí en adelante se cree que es una mujer fácil. Desflorada por varios hombres, y deshonrada, ya no encontrará quien se case con ella. Y estará condenada a la Prostitución. En el siglo XIX se avanza al condenar en los tribunales la violación colectiva. Actualmente la violación es delito grave.
Hay diferencias sociales que marca el futuro de una mujer. La joven aristócrata , cuidada por sirvientes y familia, que se dedica a leer poemas y a jugar cartas. comparada con la joven burguesa, educada por su madre iniciada en las tareas del hogar y algunas artes de ocio, que además aspira el matrimonio. Aspiran al matrimonio como llave al estado normal de la mujer, deseado por la mayoría de las mujeres en un 90%, no importa la clase de relación que tenga con el cónyuge. Sin embargo es colocada desde muy temprano en la servidumbre, en cuyo trabajo se verá sometida a trabajos duros y a problemas relacionadas con la promiscuidad y la seducción por sus empleadores. No es fácil estar en su lugar, poco libre para hacer sus decisiones, expuesta a la seducción y al hijo no deseado, pues le es prohibido buscar al padre, de acuerdo con la ley napoleónica en Francia. En otros estados se quedará con el hijo no deseado al que tendrá que mantener con sus escasos recursos.
En el caso que encuentre el matrimonio, estará ligada de por vida a ciertas reglas inexorables: pierde su apellido, es dependiente sexual y económica, está obligada al "deber conyugal" y a la maternidad y recibirá corrección y maltrato del esposo, quien es depositario del orden doméstico, y lo guarda muy bien, corrigiendo con golpes al o a la que se sale de su norma.
Actualmente la longevidad de las mujeres e comun. Hay mucho más abuelitas que abuelitos. Pero no siempre fue así. En la edad Media y en la edad moderna la tasa de mortalidad de las mujeres era superior a la de los hombres, debido a la fuerte mortalidad en el momento del parto. La maternidad era devastadora, no había medios de atender partos difíciles, pero sobre todo en caso de dificultades era preferible salvar al niño antes que la madre. Actualmente, todavía los países en desarrollo tienen como lucha principal evitar la mortalidad materna . La longevidad femenina es un hecho del siglo XX y XXI, ligado al desarrollo de la ginecología y obstetricia, la anestesia, a la mejor nutrición de las madres y los tratamientos modernos de las complicaciones del embarazo. Hay mayor educación preventiva y mayores recursos médicos. El resultado es que ahora existe la cuarta edad , y ésta es femenina. Ahora los hogares geriátricos están llenos de mujeres, Pero estas mujeres están solas, pauperizadas, dotadas de una jubilación miserable, menor que la de los hombres y con bajos recursos. Esta situación es una ambivalencia del mundo actual.
El trabajo de las mujeres
El trabajo domestico es fundamental en la vida de las mujeres, de su familia y de la sociedad. Pesa sobre los hombros de las mujeres la responsabilidad de una familia sana, equilibrada y de un funcionamiento financiero y económico. Hace las compras, planea las comidas, limpia la casa, arregla la ropa y atiende al marido, Mientras haya correspondencia por el marido, entregando lo necesario para mantener el sistema, se considera un trabajo no compartido, pero satisfactorio porque están preparadas para él. Permite y asegura la reproducción y el cuidado de la familia. Pero cuando sucede ese pequeño detalle de "no entregar lo necesario" y decidir salir de su casa para trabajar y ganar el dinero que necesita para balancear de nuevo su sistema, se presenta el dilema de quién va a hace el trabajo de la casa, y contrata a otra mujer u otras mujeres para que ayuden a las tareas de la casa. Y al cuidado de los niños. O se envían a los niños a lugares "para cuidarlos". Los trabajos domésticos propiamente dichos desaparecieron para ella. Se reemplazan por la atención de la salud de los hijos, sus estudios y sus distracciones. Es decir el trabajo de las mujeres puede hacerse por otras mujeres, no por el marido o por otros hombres. En épocas modernas cuando la mujer empezó a trabajar fuera de casa, en oficina, fabricas y otros lugares donde se podía aprovechar su conocimiento, resultó que muy pocas podían ejercer una labor de alto nivel, por su falta de preparación. La mujer es una aprendiz rápida, especialmente bajo la necesidad de ganar un salario. Surge entonces que le pagan menos por un trabajo igual al de los hombres. Se establecen criterios para reconocer a una persona como diferente, y actuar en función de esa diferencia y no por las características positivas e individuales de esa persona. No hay igualdad de oportunidades, o derechos en el trabajo: jornadas laborales muy largas, condiciones pésimas para trabajar (de pié por largas horas, o entre substancias tóxicas). Estas condiciones las comparten con los niños, que también trabajan por bajos emolumentos. Estas condiciones han mejorado en las ultimas décadas por la lucha de las mujeres por la equidad y la igualdad.
Historia de la masculinidad
Como ya se explicó ampliamente, el género se interioriza a través de la socialización, entendida como un complejo y detallado proceso cultural de incorporación de formas de representarse, valorar y actuar en el mundo. Como bien señala Carmen Sáez (1990), este proceso no ocurre sólo durante la infancia y la adolescencia sino a lo largo del ciclo de vida.
La masculinidad sería entonces un conjunto de atributos, valores, funciones y
conductas que se suponen esenciales al varón en una cultura determinada. Para
el caso de América Latina considero que existe un modelo hegemónico de masculinidad visto como un esquema culturalmente construido en donde se presenta al varón como esencialmente dominante y que sirve para discriminar y subordinar a la mujer y a otros hombres que no se adaptan a este modelo.
Con sus variantes nacionales, podemos considerar que en nuestros países existe
una forma hegemónica de socializar a los hombres que está cultural ea[histórica- mente construida y que tiene sus variaciones por clase o por etnia, pero que sirve siempre de referente incluso a las formas de socialización alternativas o marginales En esta socialización podemos encontrar ciertas claras ventajas para el varón, algunas de las cuales, con el tiempo y su endurecimiento, se pueden ir transformando en un costo para su salud y su vida (y la de las mujeres y otros hombres) y para sus relaciones sociales..
Ejemplo de esto son una mayor independencia, la agresividad, la competencia y
la incorporación de conductas violentas y temerarias en aspectos tan diversos
como la relación con vehículos, las adicciones, las relaciones familiares y la sexualidad (de Keijzer, 1998a). Esto lo trabajaremos a mayor profundidad más adelante.
Hay autores que han estudiado la constitución de diferentes manifestaciones de las masculinidades en contextos y en momentos históricos diferentes, llamando a esas manifestaciones "masculinidades". Estas masculinidades tienen modo particular de configurar la subjetividad, la corporalidad y la posición existencial de los hombres comunes y anular la jerarquización social de otras masculinidades.
El termino masculinidad es de significado diverso y alude tanto al significado "correcto" de ser hombre como a las diferencias con la feminidad. Se trata de las dos categorías de la polarizada definición genérica de las personas que alude a los que significa ser (o no ser) hombre. Esta es la Masculinización Hegemónica (MH), que es un camino de la construcción de la identidad masculina, que está en lo mas alto por su valoración social, en la jerarquía de las masculinidades posibles. Este tipo de masculinidad es resultante de los procesos de organización social de las relaciones hombre/mujer a partir de la cultura de dominación y jerarquización masculina, construido a partir de la legitimación del dominio masculino y la desigual distribución del poder.
Relaciones de Poder
En la literatura feminista y en los estudios de género se destaca el tema del poder como elemento constitutivo de la identidad masculina. Con la expresión de Kauffer que dice "El deseo de poder y control forma la parte fundamental de nuestra noción de masculinidad y también la esencia misma el proyecto de convertirse en hombre" se da la idea de que todos los hombres son poderosos o tratan de serlo , pero existen hombres no poderosos, subordinados a otros hombres incluso a mujeres y que se saben que son seres desprovistos de poder. El poder de la masculinidad se construye y se expresa en las relaciones homosociales y se articula con las igualdades en las sociedades.
"El poder se entiende, tradicionalmente, como la capacidad para dominar, centrar, reprimir, controlar o subordinar los acto deseos y los espacios de otro que no lo tiene."[1] Con ese punto de vista, el poder exige obediencia y presupone la capacidad para sancionar a quienes lo resiste o no acatan las exigencias y mandatos de quienes lo tienen.
El eje principal del poder en el sistema de género contemporáneo es la subordinación general de las mujeres y la dominación de los hombres, estructura que la Liberación de la Mujer denominó patriarcado. Esta estructura general existe a pesar de muchas reversiones locales (las mujeres jefas de hogar, las profesionales mujeres con estudiantes varones) Persiste a pesar de las resistencias de diversa índole que ahora articula el feminismo y que son continuas barreras para el poder patriarcal, y que definen un problema de legitimidad que tiene gran importancia para la masculinidad.
Relaciones de producción
Las divisiones genéricas del trabajo son conocidas en la forma de asignación de tareas, alcanzando a veces detalles extremadamente finos. Se debe dar igual atención a las consecuencias económicas de la división genérica del trabajo, al dividendo acumulado para los hombres, resultante de reparto desigual de los productos del trabajo social. Esto se discute más a menudo en términos de discriminación salarial, pero se debe considerar también el carácter de género del capital. Una economía capitalista que trabaja mediante una división del trabajo por género, es, necesariamente, un proceso de acumulación de género. De esta forma no es un accidente estadístico, sino parte de la construcción social de la masculinidad que sean hombres y no mujeres quienes controlan las principales corporaciones y las grandes fortunas privadas. Pero , aunque no se crea, la acumulación de la riqueza ha llegado a estar firmemente unida al terreno reproductivo mediante las relaciones de género.
El androcentrismo es una característica que concentra no solo la atención en sí mismo, si no que desprecia todo lo que no es igual que él. Al compararse, ninguno "le llega" a su altura, todo lo demás es imperfecto y primitivo. Es la masculinidad que se ensalza y se destaca. Es aquella que se considera la forma "natural" de ser hombre y se estructuran dispositivos y disposiciones para legitimar su dominación.
La sexualidad
El deseo sexual es visto como natural tan frecuentemente, que se le excluye de la teoría social. Pero si consideramos el deseo en términos freudianos, es decir como energía emocional ligada a un objeto, su carácter genérico es claro. Tratando de ver si las prácticas que realizan el deseo son del orden genérico, se formulan interrogantes acerca de las relaciones involucradas: si son consensuales o coercitivas, si el placer es igualmente dado y recibido, si existe conexión entre la heterosexualidad con la posición de dominación social de los hombres.
Relaciones entre masculinidades.
Hegemonía
La masculinidad hegemónica se define como la configuración de práctica genérica que garantiza o da por cierta la posición dominante de los hombres (que les da poder) y la subordinación de las mujeres. Esto no significa que los ejemplares tales como los actores de cine, sean las personas más poderosas. Y que personajes de poder institucional o de gran riqueza pueden estar lejos del modelo hegemónico en su vida personal. La hegemonía se establece solo si hay alguna correspondencia entre el ideal cultural y el poder colectivo o individual. Por eso los niveles más altos del mundo empresarial , militar y gubernamental demuestran un despliegue corporativo bastante convincente de masculinidad, todavía muy poco cuestionado por las mujeres feministas o por hombres disidentes.
Subordinación
La hegemonía se refiere a la dominación cultural en la sociedad como un todo. Dentro de ese contexto general hay relaciones de género específicas de dominación y subordinación entre grupos de hombres.
El caso mas importante es la dominación de los hombres heterosexuales y la subordinación de los hombres homosexuales. Es mucho más que una estigmatización cultural de la homosexualidad o de identidad gay . Estos últimos están subordinados a los hombres heterosexuales por un conjunto de prácticas casi materiales. Estas incluyen exclusión política y cultural, abuso cultural, violencia legal (encarcelación por sodomía), violencia callejera (desde intimidación al asesinato), discriminación económica, discriminación laboral y boicots personales. La opresión ubica las masculinidades homosexuales en la parte más baja de una jerarquía de género entre los hombres. Desde el punto de vista de la masculinidad hegemónica la homosexualidad es similar a la femineidad, y eso explica la ferocidad de los ataques homofóbicos. Algunos hombres y muchachos heterosexuales también son expulsados del círculo de legitimidad, especialmente por su aspecto no muy "masculino". El proceso está marcado por un rico vocabulario denigrante: enclenque, pavo, mariquita, cobarde, amanerado, acaramelado, bollito de rema, hijito de mamá, oreja perforada, ganso, pato, floripondio, entre muchos otros. Aquí también resulta obvia la confusión simbólica con la femineidad.
Complicidad
No muchos hombres realmente cumplen los modelos normativos de la masculinidad, parece que el número de hombres que practica los patrones hegemónicos es reducido, pero la mayoría de los varones gana por hegemonía, pues se benefician con el dividendo patriarcal, que es la ventaja que obtienen los hombres en general de la subordinación de las mujeres, el contexto es favorable a esta situación. Esto revela otra relación entre grupos de hombres: la relación de complicidad con el proyecto hegemónico. Las masculinidades construidas en formas que permiten obtener el dividendo patriarcal, son cómplices en este sentido, sin tener que ser la primera línea del patriarcado.
Las cuatro creencias de la Masculinidad Hegemónica
Las creencias matrices que aparecen de modo constante organizando la vida de los hombres son fundamentalmente cuatro y representan a las definiciones biológicas de la masculinidad: independencia, dominio y jerarquía. Ellas son_ autosuficiencia prestigiosa, la heroicidad belicosa, el respeto a la jerarquía y la superioridad sobre las mujeres ( y la oposición a ellas).
En relación a la primera creencia, los varones reciben de sus padres, madres y personas cercanas mandatos normativos (roles de género), que se cuidarán íntimamente, como por ejemplo:
¡Bástate y válete por ti mismo! (sé independiente y no necesites de nada) ¡Hazte a ti mismo y llega a esa posición! (lograr éxito, poder, placer y familia es tu futuro) ¡Distínguete y destaca (como diferente y como superior) ¡Busca tu propio destino! ¡Cuenta solo contigo mismo! ¡Resuelvelo por ti mismo! ¡Tu puedes y lo puedes todo!
¡Haz lo que te venga en gana, y sé libre! ¡Tú eres la medida! ¡tu sabes lo que quieres ! ¡toma la iniciativa! ¡No pierdas los estribos! ¡Realízate trabajando!¡tu lugar es el ámbito Público! ¡Sé capaz y eficaz, no necesites de nadie! ¡Pon y Ponte límites! ¡Sé responsable de otros como eres responsable de ti!
Cada uno de estos mandatos tiene su contraparte proscriptiva : ¡no te apoyes en nadie!, ¡no seas uno más! ¡No te comprometas!. A través de esta creencia y esta educación subliminal, se adjudican a los hombres la independencia y el poder de dominio y que la existencia masculina es potencia. Corresponde a esta creencia todas las metáforas masculinas sobre la potencia y fertilidad. La canción EL REY (con dinero y sin dinero, yo hago todo lo que quiero, y mi plabra es la ley y sigo siendo el Rey) explica mucho esta creencia
Segunda Creencia: la belicosidad heroica. Esta creencia promueve la figura de héroe, el soldado o el guerrero valeroso o una versión de deportista, tan cara al imaginario masculino y en ellas se basan las metáforas masculinas. Recibir y cumplir los mandatos de esta creencia, lo que los mitos llaman el camino del héroe en el que por la lucha y el exceso se va buscando el sentido de la vida. Busca hazañas y proezas , ven el mundo como un campo de batalla, donde la violencia es necesaria y que lo que se gana es su masculinidad. Los roles aprendidos son: Buscar enfrentamientos, desarrollar capacidad de lucha, mantener espíritu de aventura, desarrollar aguante para soportar el dolor, superar los sufrimientos, dureza emocional, aplomo, inhibición del miedo, emocionalidad distante, impasividad, uso del cuerpo como herramienta, violencia como instrumento de defensa, defensa del territorio, sobre todo ser fuerte y aguantador.
En esta creencia, el lugar adjudicado al otro es de sujero desonfiable, potencial adversario o humillador, peligroso, enemigo o competidor. La mujer solo es aquí objeto de conquista o dominación, o publico para aplaudir sus hazañas masculinas. Por todo eso, esta creencia está rn la base de la misoginia, la homofobia y la xenofobia.
La tercera creencia: el respeto al valor de la jerarquía, afirma que ser hombre es adquirir lugar dentro de una estructura jerarquica masculina, o sus referentes simbólicos como patria o institución, encabezado por "grandes hombres" (amos poderosos diferentes caras del padre) y en el que se puede ascender por obediencia. Este lugar se obtiene cumpliendo con los siguientes mandatos:
Obedece a tu padre-autoridad (y no a tu madre), ¡Resígnate! ¡Nobleza Obliga!, ( y cuando esta arriba de la escala) ¡Eres la autoridad, por eso ordena y manda!
Esta creencia es lo que mas organiza la vida práctica y cotidiana de la mayoría de los hombres, que lejos de las otras creencias (los libres y los valerosos), viven de un modo sometido y burocrático, a veces sin aspirar a subir en la jerarquía, sino se quedan en la tranquilidad de la subordinación, atrapado en la ilusión de que algún día llegará a ser autoridad y dueño e alguien o algo y de sí.
Esta creencia favorece la construcción de un retazo de identidad masculina caracterizado por el sometimiento masculino a las figuras poderosas y que perpetúa esta socialización especifica que dice que ser hombre es ser alguien dentro de una escala de autoridades-amos dominadores, que solo dejan como opción el sometimiento a la cadena de "obediencias debidas".
La cuarta creencia matriz : la superioridad sobre las mujeres (y sobre los varones "menos masculinos") y la diferenciación de ell@s.
Esta creencia afirma que ser hombre es adquirir la cualidad de superioridad frente a las mujeres, tener autoridad sobre ella y no parecerse a ellas, así como también hacerlo con los hombres que se muestran "menos masculinos". Ser hombres es hacer lo qe las mujeres no hacen y hacer lo que ellas no hacen. Los mandaatos normativos son, por ejemplo:
¡Los hombres no son iguales a las mujeres! ¡Los hombres deben distinguirse de las mujeres! ¡Eres más y tienes más derechos! ¡No debes hacer nada de mujer ni de maricon! ¡No hagas caso de las mujeres!, ¡ Elige ,o estás con los hombres o con las mujeres! ¡No sea igualutario o te dominarán! ¡tu madre es la una mujer especial e intocable! ¡Lo doméstico no es lo tuyo (porque es de las mujeres)! Los hombres son para varias mujeres! ¡Las mujeres contaminan los ambientes de los hombres! ¡No sissy stuff (no tener nada de mujer)! ¡Nada de dulzuras! ¡nada de emociones!,¡nada de intimidad!
Con estos mandatos el varon evitará a los niños y los homosexuales. Es una identidad negativa: no ser mujer, niño ni homosexual, donde el esfuerzo vital es demostrar que no se es algo, mas que demostrar que se es algo. El modelo de relación con ellas que se deriva de esto es el de la imposición de la subordinación, la exclusión de las mujeres a lo privado, y la apropiación del ambiente público por los varones. Esta creencia incluye los conceptos de que la belleza de la mujer atrae al varón "provocando su deseo", la mujer se viste para hacer caer al hombre, y que a la mujer solo le atrae el dinero del hombre. La mujer no es un objeto de intercambio sino de deseo amoroso-sexual y el modelo de amor resultante es uno que tiene mas componentes de explotación, amor caballeresco o cortés, que de igualitario, con una definición subordenativa de la sexualidad.
La Corporalidad
Aún sin contar con perspectiva de género, la salud ocupacional o laboral o la salud en el trabajo se ha deteriorado con consecuencias severas en el cuerpo de los hombres. Desde una perspectiva clasista el rechazo a incorporar medidas de higiene ocupacional ha sido interpretado como una resistencia de clase. Una mirada desde la perspectiva de género puede agregar obstáculos en el autocuidado que también tienen que ver con una socialización masculina tendiente a la competencia , a la temeridad y a la percepción de que una actitud cuidadosa y preventiva "no es masculina".
Vista desde la perspectiva de género, la relación entre trabajo y cuidado de la salud es abiertamente contradictorio. Una razón importante es la centralidad del trabajo en la construcción de la masculinidad. El hombre tiende a amalgamarse con su profesión u ocupación, que refuerza el rol de proveedor que juega en la familia. El cuerpo es vivido como instrumento para esos fines.
En general, el autocuidado, la valoración del cuerpo en el sentido de la salud es algo casi inexistente en la socialización de los hombres. Al contrario, el cuidrse y cuidar a otros aparece como un rol netamente femenino.
El efecto de esta socializacion masculina explica la forma en que afecta la vida de las mueres, con su "triada de violencia". El varom puede ser factor de riesgo en al menos tres sentidos, con diferentes tipos de daños: a. hacia la mujer (y a niñas y niños) a través de los diferentes tipos de violencia y abuso, la ecundidad impuesta, la paternidad ausente (con el abandono de la mujer y los hijos) . b. entre hombres por medio de accidentes, homicidios, lesiones. c. y para rlhombre mismo mediante el suicidio, el alcoholismo y otras adicciones, incluyendo diversos fomas de descuido del cuerpo.
Lo anterior se ve fortalecido con las dificultades que tienen los varones de verbalizar sus necesidades de salud.Los hombr no hablan de sus problemas de salud, porque constutye una demostración de debilidad, de feminización frente a unos y a otros.
Masculinidad y vida emotiva
Autor:
Gloria Marina Cospín Rivera
Curso VII: ANTROPOLOGIA DEL GENERO
Atlantic International University, AIU
PROGRAMA DOCTORADO
ESPECIALIDAD: ANTROPOLOGIA
[1] Ramirez, Rafael L., García Toro, Víctor, Maqsculinidad Hegemonica, sexualidad y transgresión, DCentro Journal, vol . XIV, búm 1, 2002.