La Teología de la Liberación: De la Iglesia para los pobres a la Iglesia de los pobres (página 2)
Enviado por miguelobera
IV. Los ideólogos
Según la bibliografía consultada, hay dos nombres que repiten constantemente como los precursores ideológicos del movimiento.
Gustavo Gutiérrez (Lima, 1928)
Premio Príncipe de Asturias 2.003 el jurado destacó:
Gustavo Gutiérrez ha centrado su vida en la Teología, que él, manteniendo la naturaleza de ésta en cuanto reflexión sobre la fe y desde la fe, entiende, con una gran riqueza de matices, como un diálogo, nos ha dicho, "con la cultura contemporánea", como una "aproximación desde la libertad al Evangelio", "como una manera de hablar de Dios en el mundo de hoy". Desde esta perspectiva, mantiene viva la fe en los seres humanos, a pesar de los graves problemas de injusticia y desigualdad que tan profundamente conoce. Fundamenta su pensamiento en el convencimiento de que la esperanza transmitida por el mensaje cristiano pervive hoy con toda su grandeza y es esencial para hacer frente a las situaciones más penosas del mundo en que vivimos.
En 1971, escribió Teología de la Liberación, dónde sienta las bases del movimiento. A los principios mencionados anteriormente, Gutiérrez, añade que la causa de la pobreza es resultado de un sistema social injusto que permite que la riqueza sea de unos pocos mientras gran parte de la población latinoamericana vive en la pobreza. El sacerdote señala como responsables de esta situación a las oligarquías locales. Estas ideas no han sido las que le han generado críticas dentro de la curia romana. Desde el punto de vista teológico, la Iglesia nunca ha visto con buenos ojos el hecho de que interprete los evangelios desde el punto de vista de la pobreza. La interpretación de la Biblia es patrimonio de la Iglesia.
Desde el punto de vista político, son indudables las similitudes entre las ideas de la Teología de la Liberación y el marxismo. Gutiérrez defiende que su Teología se sirve de nociones del marxismo pero sólo como una herramienta más de las ciencias sociales y añade "jamás hemos pretendido una síntesis entre la fe cristiana y el análisis marxista"
Leonardo Boff (Concordia 1928)
Es el otro gran ideólogo de la Teoría de la Liberación. Nacido en Brasil, se doctoró en 1959 en teología y filosofía y entró a formar parte de la congregación de los franciscanos. Ha escrito más de 60 libros y ha sido profesor en diversas universidades estadounidenses y europeas, actualmente es profesor emérito en la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
En 1984, tras la publicación de Iglesia, Carisma y poder es llamado al orden por parte del Vaticano. Fue sometido a proceso por parte de la Sagrada Congregación para la Defensa de la Fe. Sentado en la misma silla que Galileo, fue condenado a un año de silencio, no pudiendo publicar ni dar clases. La presión internacional provocó que se suprimiese la sanción.
En 1992, Leonardo Boff se ve obligado a colgar los hábitos ante la amenaza de una nueva sanción.
En su pensamiento palpita el compromiso con los pobres, y aboga por la acción social para arreglar las injusticias del mundo. Al igual que Gustavo Gutiérrez, no es partidario de la violencia y tampoco se reconoce como marxista. Últimamente, a sus reivindicaciones sociales se le han sumado otras de carácter ecologista.
V. Otros nombres
Ernesto Cardenal (Granada,1925)
Sacerdote y poeta nicaragüense que partición en la Revolución de abril de 1954 para derrocar la dictadura de Anastasio Somoza. Sin embargo, no se ordena sacerdote hasta el año 1965. Fue el fundador de Solentiname, una comunidad cristiana en el lago Cocibolca. Cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional obtiene el poder en Nicaragua en 1979 es nombrado Ministro de Cultura. Cargo que ostentará hasta 1987. Son evidentes sus relaciones con este movimiento revolucionario.
Sin embargo, Ernesto Cardenal es recordado por el incidente con el Papa Juan Carlos II en el aeropuerto de Managua. Cuando cámaras de todo el planeta retransmitían el evento, el pontífice regañó al cura por su actitud poco acorde con la nueva filosofía vaticana.
Ignacio Ellacuria (1930, Portugalete)
Como en los casos anteriores, Ellacuria era un sacerdote de sólida formación filosófica y teológica. Estudio en Quito, Austria y España donde se doctoró en filosofía. Jesuita, realiza su primera profesión de votos en 1949. En 1969 forma parte del equipo rectoral de la Universidad Centroamericana de El Salvador. Siempre defenderá la independencia política y espiritual de la universidad salvadoreña. El editorial A sus órdenes, mi capital es el inicio de una serie de incidentes que le obligarán a abandonar el país durante ocho años. Vuelve a España y predica la Teología de la Liberación por diversos foros y publicaciones. En 1988 regresa a El Salvador. Un año más tarde, es asesinado junto a sus compañeros jesuitas: Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, y la asistente Elba Julia Ramos y su hija de 15 años. No se conoce con exactitud quienes fueron los responsables de este asesinato pero se apunta fuerzas paramilitares.
Hélder Câmara (Fotaleza, 1909 – Recife, 1999)
Brasileño como Leonardo Boff, fue una de las voces más respetadas dentro de la Iglesia. Participó activamente en la conferencia de Medellín que, como ya hemos indicado anteriormente, fue precursora del movimiento de la Teología de la Liberación.
Fue obispo auxiliar de Río de Janeiro en 1952 y arzobispo de Olinda y Recife en 1964. Su actuación pública preconizando la reforma social, le acarrearon el acoso del régimen militar; en 1968 su residencia fue ametrallada. Falleció en 1999.
Jon Sobrino (Barcelona, 1968)
Jesuita catalán, es una de las personas con gran valor histórico dentro de la Teología de la Liberación. Fue amigo íntimo de Oscar Romero y se libró por poco de ser asesinado junto a Ignacio Ellacuria. Su vida y labor es similar a la de otros compañeros de ideología. Curiosamente, prolonga a lo largo del siglo XXI la historia de la Teología de la Liberación. El 11 de marzo del año 2007 fue sancionado por El Vaticano a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se le prohibió enseñar en escuelas religiosas y se le privó de "visto bueno eclesial" a sus obras.
Oscar Arnulfo Romero (El Salvador, 1917)
Actualmente está en proceso de beatificación y su imagen se puede ver en la abadía de Westminter. Asesinado por fuerzas militares salvadoreñas, propició un interés internacional por los derechos humanos en El Salvador. Su opción por los pobres y por la denuncia de las injusticias sociales está clara. Sin embargo, su adscripción a la Teología de la Liberación es dudosa. Para algunos teólogos participó del movimiento, para otros, su respeto por la doctrina oficial de la Iglesia le impedía pertenecer a este movimiento.
En 1977 toma posesión del cargo como arzobispo de El Salvador. El 24 de marzo de 1980, un francotirador asesina a Romero durante la homilía. Años más tarde, se iniciará el proceso para su beatificación la Congregación para la Doctrina de la Fe, la misma que condenó a Leonardo Boff o a Sobrino, aclaró sobre el salvadoreño:
"Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres"
Un día antes de su muerte hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:
"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles… Hermanos son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".
VI. La opción armada
La mayoría de los sacerdotes que participaron de la Teología de la Liberación no eran partidarios de la violencia para obtener sus objetivos de justicia social. Aunque en numerosas ocasiones se mostraron tibios a la hora de condenar las actuaciones de las guerrillas latinoamericanas. También participaron, en ocasiones, como enlaces entre las guerrillas y los gobiernos. Es el caso de Ellacuría en El Salvador o Ernesto Cardenal en Nicaragua. Sin embargo el caso colombiano es diferente. En Colombia, grupos de sacerdotes y cristianos se alistaron en las filas de la guerrilla del Frente de Liberación Nacional. El ya mencionado cura Camilo Torres fue el precedente que se convirtió en un mito para sacerdotes y seglares, algunos de los cuales, decidieron seguir su ejemplo.
Golconda
El grupo sacerdotes Golconda quiso ir un paso más allá en la Teología de la Liberación, o mejor dicho, La Teología de la Liberación supuso un refugio cristiano e ideológico para explicar su apuesta por la lucha armada.
El grupo nace en una reunión en 1968 en la localidad de Golconda en Colombia. En un principio se pretende profundizar en la encíclica Popolurum Progressio del Papa Pablo VI. Poco a poco, configuran una organización que cambia la organización social en Cartagena de Indias. Acosados por el ejército, algunos de sus participantes entran a formar parte del Frente de Liberación Nacional.
En una segunda reunión en Buenaventura Valle, deciden establecer cuáles serán las directrices del grupo Golconda. Entre las que destacan:
1. Mantener un compromiso con la acción revolucionaria en contra del imperialismo y la burguesía.
2. Actualizar internamente a la iglesia y liquidar su maridaje con el Estado.
3. Reprobar el capitalismo e instaurar una sociedad que eliminara la explotación del hombre por el hombre.
4. Unidad de acción de los luchadores populares, para crear un frente revolucionario.
En el movimiento Golconda se encuentran los sacerdotes Vicente Mejía, René Gracia, Roberto Becerra, Manuel Alzate, y los aragoneses Domingo Laín, Manuel Pérez y José Antonio Jiménez.
Domingo Laín, Manuel Pérez y José Antonio Jiménez
En la mayoría de la bibliografía consultada aparecen los tres sacerdotes juntos, si bien es cierto que la experiencia revolucionaria la viven los tres a la vez, sólo sobrevive uno de ellos: Manuel Pérez
Manuel Pérez Martínez nació en Alfamén, Zaragoza, el 9 de mayo de 1943, en una familia de agricultores. A los doce años, Pérez fue enviado al seminario menor de Alcorisa (Teruel) y en 1959 pasó al seminario mayor de Zaragoza, donde estudió filosofía.
El padre Agustín Flores, rector del centro en aquella época, recuerda a Manuel como "seminarista normal, que no destacaba en nada y no tenía madera de líder".
Pérez conoce en Zaragoza a Domingo Laín y a José Antonio Jiménez. En 1962, Manuel se afilió a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano-Americana (OCSHA) y cursó sus estudios teológicos en el seminario que esa asociación poseía en Madrid. En 1966 fue ordenado sacerdote en Roma por el Papa Pablo VI. Su primera labor pastoral la ejerció en el municipio obrero de Getafe, cerca de Madrid, con Domingo Laín y José Antonio Jiménez. Allí se formaron política e ideológicamente. Juntos realizan un viaje a Francia. En Lile trabajan con fils de la Charité y realizaron diversos trabajos en fábricas y oficinas.
Vuelven a España pero un año más tarde, en 1967, parten en secreto hacia Santo Domingo, probablemente a través de Francia. Allí conocen la pobreza mucho más de cerca. Concretamente, en San Juan de la Maguana, provincia ubicada en la frontera con Haití.
Organizan a las comunidades campesinas y con ellas van emprendiendo el camino de la unidad y la lucha. Esta labor comunitaria les acarrea problemas y amenazas de los terratenientes. El Obispo de la diócesis, Monseñor Reily, norteamericano, les invita a abandonar el país.
De Santo Domingo parten a Cartagena de Indias Manuel, Domingo y José Antonio. En Cartagena se encuentran con el sacerdote español Carmelo Gracia.
Manuel Pérez y José Antonio Jiménez se instalan en Cartagena de Indias. En 1968, conocen al sacerdote de Gerardo Valencia Cano. A través del cual descubren Golconda y, por ende, en el Ejército de Liberación Nacional. Fueron expulsados del país a finales de ese año pero regresan a Bogotá de forma clandestina y se integran en las filas del ELN. Ocho meses después de la incorporación de los tres sacerdotes al ELN, muere José Antonio Jiménez Comín cuando tenía 34 años de edad de una picadura de serpiente. Seis años más tarde, Domingo Laín Sáenz cae en combate. Trató de recuperar el arma de un soldado abatido y éste, reaccionó disparándole tres bala en el pecho.
Manuel Pérez continuó en la guerrilla hasta su muerte por una hepatitis en 1998. Llegó a ser su comandante en jefe en el año 1983 y se le acusa como responsable de las acciones más violentas del ELN.
Su compromiso con la Teología de la Liberación es difuso, sin embargo, María López Vigil en una entrevista que realizó con él para el libro Camilo camina en la sombra extrae estas palabras:
"El cristianismo es una motivación, no es la ciencia para la revolución. La ciencia para la revolución es el marxismo. Y el marxismo no es una ciencia terminada. El socialismo se ha ido construyendo de acuerdo con esa ciencia y es una experiencia nueva, con limitaciones, con deficiencias y por eso debemos estar preguntándonos siempre cómo hacer participativa la economía… Marxismo y cristianismo: las dos cosas caben, no son contradictorias. Yo creo que hay tres clases de creyentes. Hay compañeros que han vivido su compromiso revolucionario como creyentes, pero han tenido que vivir su fe muy solos, buscando respuestas en la realidad que vivían, con una fe cada vez más interiorizada y más pegada a la vida diaria. Hay otros compañeros que empezaron igual que éstos, pero al no encontrar respuestas a los interrogantes que salían de la realidad y de su compromiso revolucionario, terminaron renunciando a su fe y siguieron con la revolución. Hay otros compañeros que han podido hacer una búsqueda colectiva a esos interrogantes y han vivido su compromiso
revolucionario y su motivación de fe en comunidad. Esos son los que están corriendo por los caminos de la teología de la liberación. Han hecho su búsqueda de fe dentro del compromiso que viven, atentos permanentemente a la realidad"
VII. El Vaticano y la Teología de la Liberación
El movimiento de la Teología de la Liberación tuvo en sus inicios una fuerte inspiración Vaticana, no en vano, nació al amparo del Concilio Vaticano II. Durante cerca de veinte años se expandió por toda América Latina sin que hubiese críticas por parte de la jerarquía romana. Sin embargo, esta situación va a cambiar.
El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que entonces presidía el cardenal Ratzinger, que investigase a los teólogos de la liberación. Como consecuencia de estos estudios se publicaron en 1985 dos textos: Libertatis Nuntius y Libertatis Conscientia. En ellos se llegaba a algunas conclusiones:
1 – Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo, que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.
2 – El marxismo es, además, una concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.
3 – Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra la Teología de la Liberación a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.
4 – La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.
5 – La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.
6 – También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el "Jesús de la Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio eclesiástico.
Lo cierto es que a partir de este momento las relaciones de la jerarquía con los teólogos de la liberación cambia. Se inicia la época de las críticas y las sanciones a sus representantes. Es la época de la reprimenda a Ernesto Cardenal, de la excomunión a Manuel Pérez… y más recientemente, las sanciones a Leonardo Boff o Jon Sobrino.
VIII. Conclusiones
Desde mi punto de vista, quizá lo más interesante de la Teología de la Liberación es la fuerza transformadora de la ideas. El descubrir que a raíz del Concilio Vaticano II surge un movimiento que es intelectual pero también popular y que pone las ideas se ponen al servicio de los más pobres. La Teología de la Liberación tiene una expansión extraordinaria en multitud de países en muy poco tiempo. Esto teólogos, además, no estaban interconectados ni eran una organización. Era una filosofía de comportamiento que pretendía cambiar el mundo. También es cierto que nace en un momento especial. El alumbramiento de la Teología de la Liberación se produce en los años sesenta. Una década especialmente recordada por la eclosión de los movimientos sociales.
Sin embargo, considero que este movimiento tuvo su cara más amarga con la inclusión de la lucha armada.
Otro aspecto muy significativo fue el silencio de la Iglesia, durante más de veinte años apenas se pronunció y cuando por fin lo hizo, fue de manera rotunda.
La Teología de la Liberación latinoamericana caló hondo en no pocas conciencias cristianas adormecidas, contribuyó a revitalizar importantes movimientos eclesiales renovadores, ha penetrado en las viejas aulas de seminarios y facultades de teología, y dejó una impronta en los más prestigiosos y creativos teólogos.
IX. Bibliografía
Existen un buen número de publicaciones sobre la Teología de la Liberación, es un asunto que provoca un profunde debate religioso y social. Sin embargo, no he encontrado ninguna monografía sobre la Historia del movimiento. Sólo retazos sueltos y alguna "hagiografía". Los libros más prometedores están publicados en Latinoamérica por lo que Internet ha sido una herramienta fundamental para realizar este trabajo. También fue muy clarificador hablar con Ángel Delgado Pérez, compañero de seminario y amigo en Zaragoza de Laín, Antonio Jiménez y Manuel Pérez. Algunas de las referencias consultadas son las siguientes:
– Arregui, Ion: Los sueños intactos. Tercera Prensa. 1998. Madrid.
– Boff, L.: Teología del cautiverio y de la liberación, Paulinas, Madrid 1978; id.: Ecología. Grito de la Tierra. Grito de los Pobres, Trotta, Madrid, 1996.
– Gutiérrez, Gustavo: Teología de la Liberación. Perspectivas, Sígueme, 1972.
– Maccise, Camilo: La Teología de la Liberación, Paulinas, Bogotá, 1989.
– López Giménez, A.: Política y Religión en América Latina. Universidad de Zaragoza. 1995. Zaragoza.
– Restrepo, Javier Darío: La revolución de las sotanas. Golconda 25 años
después. Planeta, Bogotá, 1995.
– Sobrino, John.: El principio misericordia, Sal Terrae, Santander, 1992.
– Sols Jiménez, Juan: Teología de la Marginación. (Cristianismo y Justicia). 1994. Madrid.
– Sancho, Roberto: La encrucijada de la violencia armada en la segunda mitad del s. XX en Colombia y España: ELN y ETA Tesis doctoral. Publicada en Internet.
http://www.universia.net.co/tesis-de-grado/view-document-details/documento-697.html
– Sancho Vallestín, Santiago: Laín: la utopía de un sacerdote aragonés en la guerrilla colombiana. Comuniter. 2007.
Entrevista con John Sobrino
http://video.google.com/videoplay?docid=-273436950996466655#
Entrevista con Leonardo Boff
http://www.webislam.com/?idv=868
Entrevista con Gustavo Gutiérrez
http://www.youtube.com/watch?v=3iw1bV3rixw
Última homilía de Oscar Romero, texto original pero con dudas de que la voz y el ambiente sean reales.
Autor:
Miguel Lobera Molina
Máster Historia Contemporánea
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